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REPRODUCCIÓN Y LACTACIÓN
REPRODUCCIÓN:
Muchos nutrientes que influyen en la gestación son los mismos que afectan a la fertilidad.
Energía y proteína:
Las necesidades de muchos nutrientes aumentan durante las últimas etapas de gestación en
proporción al aumento de tamaño y mayores necesidades nutritivas de feto en desarrollo.
Las necesidades de energía de una vaca lechera adulta durante los dos últimos meses de
gestación son un 30% mayores que para una vaca no gestante del mismo tamaño; las
necesidades de proteína son un 90% mayores.
Las novillas bien desarrolladas pueden parir con un mínimo de problemas, mientras las novillas
con un desarrollo deficiente pueden producir terneros menores y experimentar mayores
dificultades durante el parto.
Las hembras incapaces de cubrir las mayores demandas de energía de dos o tres fetos pueden
padecer toxemia de la gestación o cetosis.
Vitaminas y Minerales:
El ganado vacuno que consume cantidades mayores de Vitamina E ha presentado menos casos
de retención de placenta y de dificultades durante el parto. Esto resulta más apreciable en
vacunos que pastan forrajes frescos o consumen forrajes recolectados recientemente durante
el periodo en que no produce leche, dichos forrajes contienen Vitamina E, Vitamina A y β-
caroteno.
Ca: Los problemas asociados con la absorción y/o movilización del Ca afectan a la reproducción
de forma indirecta mediante la fiebre de la leche. Las vacas afectadas es probable que
padezcan retención de placenta y distocia, seguida de una mayor incidencia de quistes
ováricos y de menores tasas de concepción.
I: Tanto las deficiencias como los excesos de I pueden originar problemas en la producción. La
deficiencia de I en la dieta de vacas gestantes puede provocar el nacimiento prematuro de
terneros muertos o débiles afectados por bocio. La intoxicación por I también puede provocar
abortos.
Cu: La deficiencia de Cu ha sido asociada con un aumento en las dificultades durante el parto y
retención de placentas. Las ovejas que pastan sobre suelos deficientes de Cu pueden parir
corderos débiles y afectados por ataxia.
Mn: Una deficiencia de Mn en las dietas de las cabras determina una mayor frecuencia de
abortos y nacimiento s de cabritos con menores pesos. En ganado vacuno los abortos y el
nacimiento de terneros con las extremidades deformadas o torcidas son síntomas clínicos de
una deficiencia de Mn.
LACTACIÓN:
El cambio que experimenta las necesidades nutritivas cuando el animal pasa de situación
gestante a la de lactación varía sustancialmente según la especie y el nivel de producción.
Las necesidades nutritivas pueden no aumentar en absoluto en el caso de la vaca de raza
productora de carne que cría un ternero o como máximo sus necesidades pueden aumentar en
una tercera parte. La oveja que cría gemelos puede aumentar en un 50-60% sus necesidades
nutritivas con respecto a las que tenía al final de la gestación, y alcanzar su máxima producción
de leche pueden ser unas 3 veces sus necesidades normales de mantenimiento.
Las necesidades nutritivas de las vacas lecheras y de las cabras pertenecientes a razas
explotadas por su producción láctea aumentan mucho tras el parto. Vacas o cabras lecheras
con producciones elevadas pueden necesitar 3-6 veces la cantidad de energía que precisan
para mantenimiento y finales de gestación.
Para producir grandes cantidades de leche, una vaca debe consumir elevadas cuantías de una
dieta nutritivamente equilibrada.
Necesidades diarias de energía, proteína, Ca, P para mantenimiento, gestación avanzada y una
producción diaria máxima de leche de 60 kg de leche en una vaca de 650 kgª.
Situación
Nutriente Mantenimiento Gestación Lactación
Avanzada
Proteína, kg 0.515 0.931 5.735
Energía, ENL, Mcal 10.30 13.39 54.70
Calcio, g 22 39 184
Fósforo, g 18 28 126
La mayoría de las vacas no consumen probablemente tanta cantidad de pienso porque la vaca
media consume aproximadamente el 3-4% de su peso corporal en forma de sustancia seca al
alcanzar la mitad de su período de lactación. Las vacas pueden ser estimuladas a ingerir más
pienso y producir más leche.
Energía: El período más crítico para una vaca lechera es el comprendido desde el parto hasta
alcanzar su producción máxima. La mayoría de las vacas alcanzan su producción diaria máxima
6-8 semanas después del parto. Cada incremento de un kg en la producción diaria máxima de
leche suele suponer una cantidad adicional de 200kg en la producción total durante la
lactación.
Las demandas nutritivas para producción durante el comienzo de la lactación puede cubrirse
aumentando el valor de EN𝐿 de la dieta así incrementando el consumo total de pienso.
La producción máxima se alcanza 6-8 semanas después del parto, el consumo máximo de
pienso no tiene lugar hasta 12-15 semanas después del parto. El déficit nutritivo debe cubrirse
«prestando» nutrientes procedentes del cuerpo de la vaca.
Para que una vaca con elevadas producciones produzca una cantidad adicional de 7 kg de
leche (3.5% de grasa), debe movilizar 1kg de pesos corporal o consumir 2-3kg adicionales de
una mezcla de concentrados.
Energía y proteína son los dos factores nutritivos que con mayor probabilidad limitarán la
producción de leche.
Si una vaca consume unas cantidades de pienso inferiores a las deseadas, puede formularse
simplemente su dieta de forma que contenga mayores porcentajes de proteínas y de
minerales para asegurar que obtiene las cantidades precisas de estos nutrientes en la cantidad
de pienso que ingiere. La formulación de la dieta para asegurar el consumo adecuado de
energía y mantener al mismo tiempo un rumen normal resulta más difícil.
Para conseguir que sea máximo el consumo de pienso poco después del parto y alcanzar la
máxima producción diaria de leche, la dieta será rica en energía aunque conteniendo fibra
suficiente para asegurar un funcionamiento normal del rumen. Resulta necesario el consumo
de forrajes en cuantías y formas físicas convenientes para mantener normal el porcentaje de
grasa en leche, los forrajes proporcionan principalmente carbohidratos estructurales tales
como la celulosa y hemicelulosa.
El consumo óptimo de energía puede lograrse con dietas que contienen un 40-45% de forrajes
de buena calidad y un 50-60% de concentrados. El consumo de cantidades de concentrados
superiores al 60% especialmente si el consumo total de sustancia seca procedente del forraje
es inferior al 1-1,15% del peso corporal, aumenta el riesgo de que las vacas dejen de comer o
descienda el porcentaje de grasa en leche.
La sustitución de parte de los concentrados de la dieta por grasa puede permitir aumentar la
energía de la dieta aunque evitando los consumos excesivos de almidón o las deficiencias de
fibra. La mayoría de los forrajes, cereales y suplementos de proteína que consumen los
rumiantes contienen el 1-3% de grasa. La cantidad de grasa en la dieta total puede ser
incrementada hasta el 5-6% de la sustancia seca de la dieta sin influir adversamente en el
consumo de pienso ni en la utilización de los nutrientes.
Las dietas que contienen más del 8-10% de grasa pueden originar descensos en el consumo de
pienso, alteraciones intestinales y reducir la digestibilidad de la fibra. Esto se debe a que
muchos ácidos grasos inhiben a los microorganismos del rumen, especialmente a los que
digieren la fibra.
Aunque la grasa no consiga aumentar la producción de leche, puede resultar beneficiosa para
las vacas al reducir la incidencia del descenso del contenido graso de la leche, de la cetosis y de
la ineficiencia reproductora asociadas con la pérdida de peso posterior al parto.
El contenido de grasa de la leche no suele ser afectado cuando las dietas contienen grasa
adicional, el contenido graso de la leche no suele ser afectado cuando se consumen semillas
oleaginosas como semillas de algodón y soja, aunque desciende intensamente cuando las
vacas ingieren aceite de soja, aceite parcialmente hidrogenado, aceite de cártamo o aceites
vegetales.
Consumo óptimo de pienso durante la lactación: El contenido de agua de la dieta puede ser
un factor a tener en cuenta cuando se pretende alcanzar un consumo óptimo.
Esto carece de importancia con dietas formadas principalmente por heno y concentrados,
puede suponer una limitación con dietas que contienen principalmente forrajes frescos o
ensilados, junto con otros piensos rico en humedad, granos de cervecería húmedos y suero
líquido.