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REPORTE DE LECTURA

LA GUERRA FRIA Y LA CARRERA


ESPACIAL

ASIGNATURA:
HISTORIA UNIVERSAL

ALUMNA:
JOSELYNN AIDEE REYES AYALA

ESPECIALIDAD:
LIC. EN CIENCIAS SOCIALES
LA GUERRA FRIA Y LA CARRERA ESPACIAL

En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética se


embarcaron en una amarga Guerra Fría de espionaje y propaganda. La exploración espacial
y la tecnología de satélites alimentaron la guerra fría en ambos frentes. El equipamiento a
bordo de satélites podía espiar a otros países, mientras que los logros espaciales servían de
propaganda para demostrar la capacidad científica y el potencial militar de un país. Los
mismos cohetes que podían poner en órbita a un hombre o alcanzar algún punto de la Luna
podían enviar una bomba atómica a una ciudad enemiga cualquiera. Gran parte del desarrollo
tecnológico requerido para el viaje espacial se aplicaba igualmente a los cohetes de guerra
como los misiles balísticos intercontinentales. Junto con otros aspectos de la carrera
armamentística, el progreso en el espacio se mostraba como un indicador de la capacidad
tecnológica y económica, demostrando la superioridad de la ideología del país. La
investigación espacial tenía un doble propósito: podía servir a fines pacíficos, pero también
podía contribuir en objetivos militares. Las dos superpotencias trabajaron para ganarse una
ventaja en la investigación espacial, sin saber quién daría el gran salto primero. Habían
sentado las bases para una carrera hacia el espacio, y tan solo esperaban el disparo de salida.

El 4 de octubre de 1957, la antigua URSS lanzó con éxito el Sputnik, el primer satélite
artificial en alcanzar la órbita, y comenzó la carrera espacial. Por sus implicaciones militares
y económicas, el impacto del Sputnik fue tremendo, causó miedo y provocó debate político
en Estados Unidos. Al mismo tiempo, el lanzamiento del Sputnik se percibió en la Unión
Soviética como una señal importante de las capacidades científicas e ingenieriles de la
nación. Sergei Korolev, el ingeniero jefe que diseñó el cohete R-7 en una lanzadora tipo A
que puso al Sputnik en órbita, diseñaría más tarde el N-1, cuyo objetivo era enviar
cosmonautas a la Luna. Para Estados Unidos, los sobresaltos no iban a terminar con el
Sputnik. En noviembre de 1957, sólo un mes después, los soviéticos colocaron en órbita
terrestre el primer ser vivo, la perra Laika. Era evidente que en la URSS se estaba planeando
enviar hombres al espacio. Laika era sólo el primer ensayo. En esa época no existía la
tecnología para recuperar a Laika tras el vuelo, y murió de estrés y sobrecalentamiento poco
después de llegar al espacio. En 1960, las perras rusas Belka y Strelka orbitaron la Tierra y
regresaron con éxito. El programa espacial estadounidense importó chimpancés de África y
envió al menos a dos al espacio antes de lanzar a su primer ser humano. Lo que más
desconcertó a los especialistas americanos fue comprobar que la carga útil de este segundo
lanzamiento, compuesta por el Sputnik 2 y la tercera etapa del cohete lanzador en donde
estaban instalados diversos instrumentos científicos pesaba 4.250 kilos, algo inconcebible en
aquellos años.

Casi cuatro meses después del lanzamiento del Sputnik , Estados Unidos consiguió lanzar su
primer satélite, el Explorer I, lanzado por el cohete Juno 1, el Explorer I pesaba 14 kilos
frente a los 85 kilos del Sputnik. Durante ese tiempo se habían producido varios lanzamientos
fallidos y publicitariamente embarazosos de cohetes Vanguard desde Cabo Cañaveral.

Los primeros satélites se utilizaron con fines científicos. Tanto el Sputnik como el Explorer
I fueron lanzados como parte de la participación de ambos países en el Año Geofísico
Internacional. El Sputnik ayudó a determinar la densidad de la atmósfera superior y los datos
de vuelo del Explorer I llevaron al descubrimiento del cinturón de radiación de Van Allen
por James Van Allen.

Durante aquellos primeros años de la era espacial, la supremacía de los soviéticos estaba
basada en su capacidad para fabricar lanzadores de gran potencia. Los Estados Unidos, se
vieron forzados a tomar medidas de importancia para intentar reducir esta gran ventaja. Entre
ellas, la más espectacular fue la creación, en Octubre de 1958, de la NASA, (Administración
Nacional Aeronáutica del Espacio), reuniendo un equipo de más de 8000 científicos y
técnicos. Con dos objetivos prioritarios: el uso militar del espacio y el prestigio nadional.

Tras el éxito soviético de colocar el primer satélite en órbita, los estadounidenses centraron
sus esfuerzos en enviar una sonda a la Luna. Llamaron programa Pioneer al primer intento
de conseguir esto. El programa Luna soviético empezó a funcionar con el lanzamiento de la
Luna 1 el 4 de enero de 1959, convirtiéndose en la primera sonda en llegar a la Luna. Además
del programa Pioneer, había tres programas estadounidenses específicos: el programa
Ranger, el programa Lunar Orbiter y el programa robótico Surveyor, con el objetivo de
buscar lugares de alunizaje potenciales para el programa Apolo. En Octubre de 1959 los
soviéticos lanzaron la Luna 3, que pasó alrededor de la Luna y fotografió su cara oculta, que
nunca puede verse desde la Tierra. Se hacía evidente que los soviéticos habían elegido la
Luna como primer objetivo espacial para sus cosmonautas.

El 12 de Abril de 1961 los soviéticos volvieron a sorprender al mundo entero poniendo en


órbita a Yuri Gagarin, el primer ser humano que accedía al espacio exterior a bordo de la
nave Vostok, impulsada por el cohete A-1, derivado del que lanzó el Sputnik, pero con
muchos avances tecnológicos. Tenía 33 motores que combinaban un impulso de medio
millón de kilos. Ante esta sucesión de acontecimientos, los consejeros políticos, militares y
espaciales del presidente de los EE.UU. subrayaron la imperiosa necesidad de sobreponerse
al empuje de los soviéticos. A toda prisa 23 días después de Gagarin, los americanos en la
misión Freedom 7, enviaron en la diminuta cápsula Mercury a Alan Shepard que fue el primer
estadounidense en entrar en el espacio, en una misión suborbital.

El presidente Kennedy pasados 42 días desde el vuelo de Gagarin prometió a los americanos
que debía ponerse como objetivo poner un hombre en la Luna y hacer que vuelva sano y
salvo a la Tierra antes de que termine esta década. Sin embargo la hazaña de los soviéticos
sólo fue alcanzada por los americanos con John Glenn, en la Friendship 7, se convirtió en el
primer estadounidense en orbitar la Tierra, completando tres órbitas el 20 de febrero de 1962.
En aquel momento los soviéticos ya habían lanzado 48 misiones orbitales.

La soviética Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en el espacio el 16 de


junio de 1963 en la última nave Vostok 6. Este era un vuelo conjunto con la nave Vostok 5,
pilotada por Valeri Bikovski. Durante esta misión se realizaron investigaciones médico-
biológicas, se validaron y analizaron asuntos relativos al desarrollo de los sistemas de las
naves. También fue durante esta misión que el problema de la alimentación de los
cosmonautas fue resuelto satisfactoriamente. Habían transcurrido poco más de diez años
desde el lanzamiento del Sputnik 1, durante los cuales la actividad espacial en EE.UU. había
sido muy intensa y encaminada principalmente a preparar el primer viaje del hombre a la
Luna.
Se había proyectado, construido y probado un cohete gigante y una extraña nave lunar. Se
habían hecho dos ensayos generales (Apolo 8 y 10) del viaje definitivo a la Luna. A pesar de
su gran complejidad, toda aquella parafernalia había funcionado increíblemente bien. Ahora
sólo quedaba ir a la Luna, pisarla y explorarla, aunque esto último tuviera que reducirse a
zonas muy pequeñas y debiera realizarse con muy pocos medios técnicos y científicos.

El 16 de Julio de 1969, a las 15 horas y 32 minutos, se lanzó la misión Apolo 11, cuyo
destino era posarse por primera vez en la superficie de la Luna. Como estaba previsto, se
utilizó el Saturno V, un gigantesco cohete de más de 100 metros de altura, siete veces más
potente que el de Gagarin, con la nave Apolo como carga útil y con los astronautas Neil A.
Armstrong, comandante de la misión, Michael Collins, piloto del Módulo de Mando y Edwin
E. (Buzz) Aldrin Jr., piloto del Módulo Lunar.

La Guerra Fría continuó; en este caso, los soviéticos trabajaron en la realización de una base
espacial que sirviera de pausa intermedia y permanente para futuros viajes a la Luna o
realización de experimento. Se puede decir así que la Guerra Fría ayudó a la consecución del
objetivo de poner un hombre en la Luna; y que si hubiese continuado las metas, hubieran
sido más lejanas; pero la desaparición de la misma ha provocado la parada de muchos de los
proyectos, como podría haber sido la llegada del hombre a Marte o a cualquier otro planeta
de nuestro entorno.

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