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Formación de una élite dirigente en la élite criolla Donghi

Las tierras costeras del río de la plata eran las más adecuadas para prosperar en el nuevo clima
económico, y conocieron en efecto un progreso vertiginoso. La coyuntura se vuelve favorable al
litoral, pero encontraba desde 1778 en Buenos Aires la competencia de la vieja agricultura
mediterránea. Al comenzar el siglo XIX parecía abrirse una tregua en la rivalidad entre litoral e
interior, con un clima de prosperidad moderada en ambas regiones. Llamamos el interior a la zona
que va del este de los andes de la meseta altoperuana hasta las llanuras de las sierras pampeanas.
En el norte, las cadenas montañosas hasta la llanura chaqueña. Desde la altiplanicie desierta hasta
las tierras bajas tropicales se extienden posesiones de algunos de los grande señores salteños. Esta
aristocracia señora de la tierra domina también el comercio salteño, concentrado un poder
económico sin igual en el río de la plata. Es un grupo dominante reciente, pero a la vez muy
antiguo y consolidado: la estructura económica garantiza la hegemonía social. Al sudeste de
Tucumán, Santiago del Estero es una región extremadamente pobre: una Galicia americana,
mísera y sucia, como la española. Florece la tejeduría doméstica: los hombres abandonan la tierra
y las mujeres tejen en los telares domésticos. Al sur de Santiago el camino continúa hacia Córdoba:
debe defenderse al sur de los indios, mientras que es una tierra de emigración: encontramos a sus
hijos en toda la campaña de Bs As. La clase alta que domina las sierras también lo hace en la
ciudad. Al sur de la Rioja (punto de tránsito) llegamos a San Luis: la ganadería provee carne a San
Juan y a Mendoza. San Juan no era afortunada: entra en decadencia en 1778 ya que el vino y el
aguardiente eran su única riqueza. Por otro lado, lo que iba a ser el litoral argentino no formaba
un bloque homogéneo: en su estructura estaba marcada la huella de una historia compleja. Tanto
en Misiones como en Santa Fe una estructura compleja y diversificada dejaba lugar a una más
simple: la dominada por la ganadería. El más pobre es Corrientes: se abre rápidamente al pastoreo
y sin poder controlar la riqueza ganadera. Los misioneros se abren a la presencia de traficantes,
mientras que en Santa Fe crece la región gracias a la ganadería. Al sur de ésta se encuentra la
campaña de Bs As, la cual ha despejado a los indígenas recientemente hasta el Salado. Se da la
explotación mixta y podemos diferenciar la colonización más reciente del sur con las tierras del
norte de menores posibilidades de expansión, de población más asentada y conservadora. Sobre
estas diferencias internas intenta actuar como nivelador el esfuerzo oficial de colonización que a
partir de 1782 establece una orla de poblaciones destinadas por sus fundadores a la agricultura
mediante la cual se busca asegurar la línea de frontera contra el indio. La agricultura sobrevive
entonces penosamente: dominada por comerciantes de granos y harina inclinados a la
especulación, se ve agitada por las crisis de escasez y abundancia que derivan de su dependencia
de un único mercado, el de Bs As, cuya capacidad de consumo es muy poco elástica. También
podemos tomar como otra razón la ganadería de la campaña de Bs As que comenzaba a sufrir la
dura competencia de la entrerriana y oriental. Luego de 1795 la situación cambia: la guerra
desordena la explotación de cueros y frena la expansión ganadera. Pese a esto la ganadería sigue
siendo el centro de la economía porteña. Nos encontramos con esclavos negros bajo la dirección
de capataces (mulatos o negros libres) pero más allá del Paraná perduran las circunstancias que
reinaban en Bs As hasta 1750. Surge una tensión entre la ciudad y las zonas más adelantadas de la
campaña, mal satisfechas en sus exigencias de un orden rural más sólido. Montevideo se aísla y la
banda oriental mantiene en su sector rural un primitivismo que nos “regresa” a 1750 pero con una
frenética aceleración del ritmo económico. Vemos una abundancia de oportunidades que atraía a
una población heterogénea, en la cual predominaban los guaraníes. También en la otra orilla del
río desde 1750 los indios presionan incansablemente sobre las tierras españolas, esto logra que se
reforme la organización militar de la campaña, estableciendo nuevas guardias y fortines.

Buenos aires, en cuanto a su auge mercantil, es una ciudad comercial y burocrática, con
actividades complementarias (artesanales y primarias) destinadas a atender la demanda
alimentada por los burócratas y comerciantes. La rutina se convierte en “comprar a dos para
vender por cuatro”. De este modo, el alto comercio porteño goza de mayor libertad de
movimientos y genera reproches. Pero no sólo el comercio con el interior y el alto Perú se da en
condiciones que le restan posibilidad de expansión dinámica. También en la relación entre Bs As y
su inmediata zona de influencia del litoral, aparecen tendencias que gravitan en el mismo sentido.
El desarrollo comercial autónomo resultante del vacío era necesariamente efímero: antes de la
conclusión del siglo de guerras de Europa, la reconciliación de España e Inglaterra en 1808 debía
dar a las indias una metrópoli comercial y financiera capaz de ejercer en pleno sus funciones: las
repercusiones de esa nueva situación llegarían al río de la plata en 1809, al ser autorizado el
comercio con la nueva aliada. Pese a la expansión de la ganadería litoral, el principal rubro de
exportación sigue siendo el metal precioso. La primacía del metálico en las exportaciones es
indudable y la exportación del metálico altoperuano se valúa en millones. Los años de dislocación
del comercio mundial no inauguran entonces una nueva prosperidad para Bs As: las perspectivas
de independencia mercantil que abren no son una alternativa válida para las seguras ganancias
que el goce de su situación en la estructura comercial imperial le asegura. Por su parte, en cuanto
a la sociedad, en los años virreinales la región ríoplatense vive el comienzo de una renovación de
su economía pero el eco de esos cambios en la sociedad es más atenuado: la sociedad ríoplatense
aún se ve a sí misma dividida por líneas étnicas (negros, emancipaciones, sociedad abierta a
nuevos ascensos…). En cuanto a la crisis de los pueblos de los indios tiene dos etapas: su
incorporación a los mismos circuitos comerciales que los españoles y la emigración por parte de
sus habitantes. La suerte de los pobres decentes era dura, su solidaridad era intensa y formaban
un grupo escasamente homogéneo y cerrado a las presiones ascendentes. Comienza a haber
divergencias entre las jerarquías sociales heredadas y las diferencias económicas, mientras que
para los lugareños es muy ventajoso participar en el aparato administrativo. La alta clase comercial
porteña encuentra un modo de afirmar su presencia en otro plano: sus hijos se vuelcan a las
carreras liberales. En Bs As la proporción de esclavos entre los que se dedican a las actividades
propias es muy alta. En el litoral la población urbana no logra desarrollar actividades extras y se
intensifica la diferenciación social. Las zonas cerealeras y de pequeña ganadería aparecen a la vez
mucho más ordenadas y más tradicionales. Encontramos entonces una división social según castas
en el interior y una estratificación poco sensible a los cambios económicos en el litoral. Sin duda
las nuevas tierras ganaderas conocen una igualdad más auténtica que las de colonización más
antigua, pero en las zonas de más vieja colonización, el orden social está marcado por la existencia
de desigualdades que alimentan tensiones crecientes: aparece el odio al peninsular en sectores
sociales vastos y una intensa participación eclesiástica en la sociedad que cada vez se va volviendo
menos renovadora. De este modo, en esta sociedad rígidamente jerarquizada, la iglesia y las
órdenes aseguran un contacto estrecho entre lo más alto y lo más bajo de la jerarquía. La zona
ganadera litoral, por ejemplo, nos ofrece el caso más extremo de las transformaciones que en
cuanto a estilo de vida impuso la modernización económica, ya sea directamente, o a través de la
redistribución de la población, el avance se da gracias al crecimiento vegetativo y a las migraciones
internas, mientras que es indudable la contribución de la inmigración al crecimiento litoral. Mayor
importancia numérica tuvo la introducción de esclavos, para obtener la mano de obra que la
escasa población local no podía proporcionar. La proporción en Bs As se eleva hasta el 30 por
ciento en 1807. La gravitación de la mano de obra esclava contribuyó a debilitar el ordenamiento
tradicional en las ciudades litorales. La sociedad ríoplatense se nos muestra entonces menos
afectada por las corrientes renovadoras de la economía de lo que a menudo se gusta presentar:
por otra parte, la corriente renovadora es destructiva, pero el orden tradicional es asediado por
todas partes, igualmente mientras subsista el pacto colonial la hegemonía mercantil va a
sobrevivir. La revolución va a significar su fin. Pero las sucesivas transformaciones no podrán darse
sin cambios sociales cuyos primeros aspectos evidentes serán los negativos, el aporte de la
revolución aparecerá como una mutilación, como un empobrecimiento del orden social de la
colonia.

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