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Federico Garcia Lorca

BIOGRAFIA

Federico García Lorca, uno de los poetas más insignes de nuestra época, nació en Fuente
Vaqueros, un pueblo andaluz de la vega granadina, el 5 de junio de 1898—el año en que
España perdió sus colonias. Su madre, Vicenta Lorca Romero, había sido durante un
tiempo maestra de escuela y quien fomento su gusto literario, y su padre, Federico García
Rodríguez, poseía terrenos en la vega, donde se cultivaba remolacha y tabaco. En 1909,
cuando Federico tenía once años, toda la familia—sus padres, su hermano Francisco, él
mismo, sus hermanas Conchita e Isabel—se estableció en la ciudad de Granada, aunque
seguiría pasando los veranos en el campo, en Valderrubi, donde Federico escribió gran
parte de su obra.

En 1909, cuando tenía once años, la familia se mudó a la ciudad de Almería. En su


adolescencia, se interesó más por la música que por la literatura, de hecho estudió piano
con Antonio Segura Mesa y entre sus amigos de la universidad lo conocían más como
músico que por escritor novel.

En 1914 se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar las carreras de Filosofía y


Letras y de Derecho. Durante esta época, el joven Lorca se reunía con otros jóvenes
intelectuales en la tertulia "El Rinconcillo" del café Alameda.
En la Universidad recibió clases de Domínguez Berruela, profesor de Teoría de la Literatura
y de las Artes, el cual llevó a Lorca y a sus compañeros de viaje por Baeza, Úbeda,
Córdoba, Ronda, León, Burgos y Galicia. Estos viajes por distintas partes de España fueron
los que despertaron su vocación como escritor. De hecho, fruto de esto surgió su primer
libro en prosa "Impresiones y paisajes", publicado en 1918, una pequeña antología de sus
mejores páginas en prosa sobre temas políticos y sobre sus intereses estéticos.

En 1919 se traslada a Madrid y se instala en la Residencia de Estudiantes, coincidiendo con


numerosos literatos e intelectuales.

1927, cuando se reúnen varios poetas españoles en Sevilla, en un acto organizado por la
Sociedad Económica de Amigos del País para conmemorar los trescientos años de la
muerte de Luis de Góngora. Este escritor influyó enormemente en la poesía de Lorca,
ejemplo de ello son las obras La sirena y el carabinero o el Romancero gitano. Cabe
destacar que esta reunión es el origen de lo que algunos llaman la Generación del 27 en la
que se incluyen escritores como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Dámaso
Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio
Prados. Este grupo se caracteriza por fundir las formas de la poesía tradicional
(neopopularismo) con los movimientos de vanguardia; por tratar los mismos temas de una
manera similar (la muerte en sentido trágico; el amor como fuerza que da sentido a la
vida; preocupaciones sociales como la injusticia, la miseria, etc.), por el uso de la metáfora
y la imagen; etc.

se puede decir que la etapa de 1924 a 1927 fue el momento en el que el escritor llegó a su
madurez como poeta. Sin embargo, también es en esta época cuando Federico García
Lorca vive, según sus palabras, “una de las crisis más hondas de mi vida”, a pesar de que
sus obras “Canciones” y “Primer romancero gitano”, publicados en 1927 y 1928
respectivamente, están gozando de gran éxito crítico y popular. Esta crisis fue provocada
por varios acontecimientos en su vida. Por un lado, con el éxito del Romancero gitano,
comenzó a verse a Lorca como costumbrista, defensor de los gitanos, ligado al folclore
andaluz. Éste se quejaba en una carta a Jorge Guillén diciendo: “Me va molestando un
poco mi mito de gitanería. Los gitanos son un tema. Y nada más. Yo podía ser lo mismo
poeta de agujas de coser o de paisajes hidráulicos. Además, el gitanismo me da un tono de
incultura, de falta de educación y de poeta salvaje que tú sabes bien no soy. No quiero
que me encasillen. Siento que me va echando cadenas”. Y, por otro lado, se separó
de Emilio Aladrén, un escultor con el que había mantenido una intensa relación afectiva.
Además, esta crisis debió agravarse cuando Lorca recibió las duras críticas de Dalí y Luis
Buñuel sobre el Romancero gitano. A pesar de esto, Lorca siguió trabajando y
comenzando nuevos proyectos, como la revista Gallo, producto de el junto a un grupo de
intelectuales granadinos, de la que sólo se publicaron dos números o la obra Amor de don
Perlimplín con Belisa en su jardín, la cual intentó estrenar en 1929 pero fue prohibida por
la censura de la Dictadura de Primo de Rivera.
En 1929, Fernando de los Ríos propuso a Lorca que le acompañase en su viaje a Nueva
York. Éste aceptó viendo la oportunidad de aprender inglés, renovar su obra y de vivir en
el extranjero por primera vez; él mismo describió su estancia en Nueva York como "una de
las experiencias más útiles de mi vida". En esta época inició Poeta en Nueva York, que no
se publicó hasta cuatro años después de su muerte.
En 1930 dejó Nueva York para mudarse a la ciudad de La Habana en Cuba, donde exploró
la cultura y la música cubana y trabajó en nuevos proyectos como El público y Así que
pasen cinco años.
De vuelta en España y con la instauración de la Segunda República en 1931, comenzó una
nueva etapa para Lorca. El escritor codirigió con Eduardo Ugarte La Barraca, un grupo de
teatro universitario que representó obras teatrales del Siglo de Oro (Calderón de la
Barca, Lope de Vega, Miguel de Cervantes) por ciudades y pueblos de España , con el fin
de acercar el teatro al pueblo. El proyecto se frustró con el estallido de la guerra civil
española.
En 1933 la compañía de Lola Membrives estrenó en Buenos Aires la obra Bodas de sangre
con un gran éxito popular. Por ello, Lorca recibió la invitación de Lola Membrives y de su
marido para viajar a esta ciudad. Allí, consiguió triunfar profesionalmente y, gracias a esto,
consiguió su independencia económica. A lo largo de los seis meses que permaneció en
Buenos Aires, tuvo la oportunidad de dirigir Bodas de sangre, la cual fue representada más
de ciento cincuenta veces, Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, El Retablillo de don
Cristóbal y una adaptación de "La dama boba" de Lope de Vega. También durante este
tiempo tuvo la ocasión de dar varias conferencias y de hacer nuevas amistades como
Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou y Ricardo Molinari, Salvador Novo, y Pablo Suero.
Cuando García Lorca volvió de nuevo a su país natal, en 1934, vivió los dos años que le
quedaban intensísimamente. Terminó obras como Yerma, Doña Rosita la Soltera, La casa
de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; revisó obras como Poeta en Nueva
York, Diván del Tamarit y Suites; hizo un viaje a Barcelona para dirigir algunas de sus
obras, recitar sus poemas y dar conferencias; siguió representando obras con La Barraca;
organizó clubes de teatro; etc.
Sin embargo, es también en este momento cuando en España se empieza a vivir una
época de violencia e intolerancia. La situación política era insostenible. Estaba a punto de
estallar la Guerra Civil española.
Colombia y México, cuyos embajadores previeron que el poeta pudiera ser víctima de un
atentado debido a su puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero
Lorca rechazó las ofertas y se dirigió a la Huerta de San Vicente para reunirse con su
familia. Llegó allí el 14 de julio de 1936, tres días antes de que estallara en Marruecos
la sublevación militar contra la República.

En esos momentos políticos alguien le preguntó sobre su preferencia política y él


manifestó que se sentía a su vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista
y monárquico. De hecho nunca se afilió a ninguna de las facciones políticas y jamás
discriminó o se distanció de ninguno de sus amigos, por ninguna cuestión política.

En Granada buscó refugio en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales, donde se
sentía más seguro ya que dos de sus hermanos, en los que confíaba, eran destacados
falangistas. A pesar de ello, el 16 de agosto de 1936, se presentó allí la Guardia Civil para
detenerlo.

Según el historiador Ian Gibson, se acusaba al poeta de ”ser espía de los rusos, estar en
contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser
homosexual”. Fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de Víznar donde pasó su
última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.
Después de que la fecha exacta de su muerte haya sido objeto de una larga polémica,
parece definitivamente establecido que Federico García Lorca fue fusilado a las 4:45 h de
la madrugada del 18 de agosto, en el camino que va de Víznar a Alfacar. Su cuerpo
permanece enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes, junto
con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo, y los de los banderilleros
anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él. Trescastro presumiría
después de haber participado personalmente en los asesinatos, recalcando
la homosexualidad de Lorca. La fosa se encuentra en el paraje de Fuente Grande, en el
municipio de Alfacar.

Después de su muerte se publicaron Primeras canciones y Amor de Don Perlimplín con


Belisa en su jardín.
Una de las obras más estremecedoras sobre el hecho de su muerte es el poema «El
crimen fue en Granada», escrito por Antonio Machado en 1937. En el otro bando, el
periódico falangista de San Sebastián, Unidad, publicó el 11 de marzo de 1937, una
sentida elegía firmada por Luis Hurtado Álvarez y titulada «A la España imperial le han
asesinado su mejor poeta».
Una de las biografías sobre Federico García Lorca más documentadas, controvertidas y
populares es el best-seller publicado en 1989 y titulado Federico García Lorca: A life (Vida
pasión y muerte de Federico García Lorca, edición en español en 1998), del hispanista de
origen irlandés Ian Gibson.
En 2009, en aplicación de la ley para la recuperación de la memoria histórica aprobada por
el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se abrió la fosa donde supuestamente
descansaban los restos del poeta, sin encontrarse nada.
En mayo de 2012 salió a la luz su última carta, dirigida a su amigo íntimo, el escritor y
crítico Juan Ramírez de Lucas

Libros de poesías

 Libro de poemas (1921)


 Poema del cante jondo (1921)
 Oda a Salvador Dalí (1926)
 Romancero gitano (1928)
 Poeta en Nueva York (1930)
 Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935)
 Seis poemas galegos (1935)
 Diván del Tamarit (1936)
 Sonetos del amor oscuro (1936)
Obras teatrales

 El maleficio de la mariposa (1921)


 Mariana Pineda (1927)
 La zapatera prodigiosa (1930)
 Retablillo de Don Cristóbal (1928)
 El público (1930)
 Así que pasen cinco años (1931)
 Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933)
 Bodas de sangre (1933)
 Yerma (1934)
 Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935)
 La casa de Bernarda Alba (1936)
 La fuerza de la sangre (inacabada) (1936)

Prosa

 Impresiones y paisajes (1918)

HERENCIA DE OTROS ESCRITORES

El teatro lorquiano es uno de los exponentes más significativos escritos en lengua


castellana durante el siglo veinte. Gracias a su profunda densidad simbólica y a la
presencia de personificaciones fantásticas como la luna y la muerte –representantes de la
vida y de la naturaleza–, la literatura del dramaturgo granadino adquiere una significación
lírica realmente profunda.
En cuanto a las influencias recibidas por García Lorca, podemos reconocer la estela de
Lope de Vega, de Miguel de Unamuno y de Ramón del Valle Inclán. En el plano formal, la
experimentación técnica de Lorca puede ser calificada de “vanguardista”, y presenta
afinidades evidentes con originales creadores como Bertolt Brecht o Luigi Pirandello.

LORCA, EL DRAMATURGO

Su prestigio como escritor de teatro descansa fundamentalmente en tres famosas


tragedias: Bodas de sangre (Madrid, 1935), Yerma (Buenos Aires, 1937) y La casa de
Bernarda Alba (publicada póstumamente en Buenos Aires, 1940). En estas tragedias
aparecen temáticas vinculadas con: el poder de fuerzas no identificadas asociadas a la
tierra, la sangre, el sexo, el agua, la fertilidad e infertilidad, la muerte y la luna, que
parecen manipular permanentemente a los personajes.

En su teatro brotan juegos poéticos constantes y un primitivismo casi ritual; Lorca era
altamente supersticioso, las fuerzas oscuras que operan en su literatura eran mucho más
que un recurso literario para él.

La centralidad femenina en la literatura de Lorca se vislumbra en la Casa de Bernarda Alba


asi como también en la Yerma o en Mariana Pineda.

TEMAS Y SUBTEMAS

Los tópicos recurrentes en la poesía y drama lorquianos son la libertad, el amor y –


especialmente– el respeto y la admiración por la naturaleza femenina. Es preciso señalar
que Lorca logra desarrollar un estilo propio fácilmente identificable: no se trata de una
mera imitación sino de verdadera creación.

El universo lorquiano revela una intensa capacidad creativa para combinar géneros: la
lírica y el teatro, como había hecho Calderón de la Barca durante el Siglo de Oro.

Federico se preocupa por desmantelar permanentemente una falsa moral burguesa y, de


manera subliminal, plantea la necesidad de establecer un lazo más auténtico entre los
sexos, poniendo en primer lugar un erotismo sin tabúes.

Estilo

Su estilo se caracteriza por la riqueza de imágenes, metáforas con mucho estilo, y por el
uso del verso libre a menudo cercano a versículo. Tenía un estilo particular en cuanto a los
temas que trataba (muy interesado en las figuras femeninas, en el rol social de la mujer y
sus características) y la forma en que lo hacía (simbolismos, inclusión de fragmentos
musicales, ya que él también era músico, y visuales, ya que además era pintor). En
general, su obra pasó por la etapa el ultraísmo y surrealismo.
En cuanto a la metáfora, es el procedimiento retórico central de su estilo. Bajo la
influencia de Góngora, Lorca maneja metáforas muy arriesgadas: la distancia entre el
término real y el imaginario es considerable. En ocasiones, usa directamente la metáfora
pura. Lorca es un poeta conceptista, en el sentido de que su poesía se caracteriza por una
gran condensación expresiva y de contenidos, además de frecuentes elipsis. Las metáforas
lorquianas relacionan elementos opuestos de la realidad, transmiten efectos sensoriales
entremezclados, etc.

Los símbolos
De acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca utiliza frecuentemente
símbolos en su poesía. Se refieren muy frecuentemente a la muerte aunque, dependiendo
del contexto, los matices varían bastante. Son símbolos centrales en Lorca:

 La luna: es el símbolo más frecuente en Lorca. Su significación más frecuente es la de


muerte, pero también puede simbolizar el erotismo, la fecundidad, la esterilidad o la
belleza.
 El agua: cuando corre, es símbolo de vitalidad. Cuando está estancada, representa la
muerte.
 La sangre: representa la vida y, derramada, es la muerte. Simboliza también lo
fecundo, lo sexual.
 El caballo (y su jinete): está muy presente en toda su obra, portando siempre valores
de muerte, aunque también representa la vida y el erotismo masculino.
 El toro: García Lorca era aficionado a los toros; según sus palabras: "Creo que los toros
son la fiesta más culta que hay en el mundo. Es el drama puro en que el cual el
español derrama sus mejores lágrimas y su bilis. Es el único sitio a donde se va con la
seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza (...)"
 Las hierbas: su valor dominante, aunque no único, es el de ser símbolos de la muerte.
 Los metales: también su valor dominante es la muerte. Los metales aparecen bajo la
forma de armas blancas, que conllevan siempre tragedia.

Estética

Federico García Lorca desarrolló una teoría estética donde despliega sus ideas acerca del
proceso de creación artística: "El teatro y la teoría del Duende", conferencia dictada
primero en Buenos Aires y luego en La Habana, en el año 1933. Aquí, Lorca manifiesta que
el gran arte depende de un conocimiento cercano de la muerte, de la conexión con los
orígenes de una nación y de un reconocimiento de las limitaciones del raciocinio. Según
Lorca, la obra de arte inspirada por el duende nos comunica la esencia del mundo, como
sucede con la música de los cantaores flamencos.

La teoría estética de Federico García Lorca supone una peculiar perspectiva de la

condición humana. El ser humano no aparece caracterizado en aquello que le

distancia de la naturaleza (razón, lenguaje articulado, autonomía moral, libertad,

individualidad y sociabilidad, etc.), sino en lo que le hace ser natural y vivir apegado a la
tierra (pasión, grito, fatalidad, comunidad), como hijo de la tierra. El ser humano no es
mostrado como racional y lógico, sino como ser pasional y paradójico; es mirado con
asombro y extrañeza, no definido o comprendido, porque se revela sorprendente,
misterioso, contradictorio, atravesado por fuerzas que lo hacen incomprensible sobre
todo para sí mismo.

En la estética lorquiana del duende el ser humano aparece como un fascinante e


inagotable enigma. Para entender al ser humano, parece decirnos la voz del duende, no
nos sirve la técnica analítica de la división: o lo uno o lo otro. O instinto o razón, o
determinismo o libertad, o inocencia o culpabilidad, o naturaleza o cultura. Por el
contrario, para la estética del duende ser humano es ser, a la vez, lo uno y lo otro sin
separación: ser en el Amor/Muerte, en la fatalidad/libertad, en la culpa/inocencia, en lo
natural/cultural.

Afiches puestos en clase:

"Poesía, risa y lágrimas son los ingredientes de


su invención dramática" (Francisco García Lorca).
"El teatro es poesía que se levanta del libro y se hace
humana" (Federico garcia lorca)

Lorca emplea rasgos líricos, míticos y simbólicos,


y recurre tanto a la canción popular como a la
desmesura calderoniana o al teatro de títeres. En su
teatro lo visual es tan importante como lo lingüístico, y
predomina siempre el dramatismo.

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