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Las teorías de la comunicación en la actualidad

Como todo campo productor de conocimiento, la comunicación social posee un conjunto de teorías
que la sustentan y la preparan analíticamente para abordar y pre-construir la realidad que estudia.
En otros términos, dichas teorías no cumplen el mero papel de mostrar o hacer ver una realidad que
las precede o que existe de manera independiente de las mismas, sino que principalmente cumplen
el papel de afectar y prefigurar en uno o más aspectos esa realidad misma. Esto, como puede llegar
a pensar el lector, no es un hecho novedoso y es característico de todo tipo de teoría proveniente de
cualquier campo productor de conocimiento. No obstante, en el caso particular de las teorías
comunicativas, al igual que en el de la teoría social, esto resulta ser un hecho que afecta a todas las
sociedades y grupos humanos que habitan el planeta tierra, por la simple y llana razón de que todas
las sociedades y todos los grupos humanos se valen del uso de la comunicación para organizarse –y,
se podría agregar, en el caso de la teoría social, del trabajo para subsistir−.

En ese sentido, las construcciones teóricas de la comunicación social afectan las prácticas y las
modalidades en que los seres humanos se comunican en sociedad. Ejemplos de ello, se podría decir,
fueron las estrategias de propaganda implementadas en la década de los sesenta a lo largo y ancho
de los campos de la Abya-Yala que tenían como fin impulsar la ideología del desarrollo, esparcirla
entre las capas populares y, así, a través del consenso –de la construcción de hegemonía− preparar
al subcontinente al advenimiento del llamado neoliberalismo y hacerle creer que era una buena idea.
Lo mismo se puede decir de la construcción de alteridades a lo largo de la historia del cine
taquillero, o de masas que llaman, que estigmatiza, salvajiza, barbariza, desciviliza al Otro,
representándolo como una amenaza; mientras que convierte en héroe al protagonista que suele
caracterizarse por ser de tez blanca, hombre, militar, norteamericano y/o europeo. Estos ejemplos
dilucidan una estrategia de comunicación que se sostiene sobre una teoría comunicativa particular y
que, como se puede ver, construye formas de consensos forzados, es decir, construcción de
imaginarios y representaciones sociales unilaterales. De ahí la importancia de las siguientes líneas
que tratarán acerca de las teorías de la comunicación social y de sus nuevos retos.

La vieja teoría de la comunicación

Como ya se dijo, en la comunicación social existen conjuntos de teorías que dirigen las prácticas
investigativas de dicho campo de conocimiento y que estas, a su vez, afectan la realidad en las que
son aplicadas. En este sentido, hay una amplia gama de teorías de la comunicación y, por tanto, no
todas ellas podrán ser expuestas aquí. Sin embargo, se abordarán las tres más importantes para la
presente reflexión.

Esta primera teoría, se suele conocer como teoría de la información. La teoría de la información fue
la teoría madre de la comunicación. La formulación de esta nace a partir de las investigaciones de
matemáticos e ingenieros de sistemas y de la telecomunicación. En consecuencia, sus conceptos y
demás nociones teóricas se construyen gracias a la observación de las operaciones y el modo de
organizar la información de las computadoras. A raíz de ello, se les ocurre diseñar un modelo
estructural que pueda rendir cuenta matemáticamente del modo en que los seres humanos se
comunican en general a través de cualquier tipo de medio y lenguaje.
De acuerdo con lo anterior los principales exponentes de dicha teoría, Claude Shannon y Warren
Weaver, diseñan el esquema base de toda comunicación: Primero, hay una fuente de información
que constituye el mensaje, entendido este último como la materialización del concepto en palabras
habladas o escritas o, también, en imágenes. Luego, el mensaje debe ser transformado en señal a
través de un transmisor. La señal permite que el mensaje sea conducido al receptor por medio de un
canal. Por último, el receptor debe transformar la señal en mensaje.

De esta manera se puede ver cómo dicho modelo supone una dinámica comunicativa totalmente
operativa, unilateral y, en ese sentido vertical, en el que su efectividad solo puede ser medida a
partir de si el mensaje logró su intención o efecto en el receptor/público. Por su mismo carácter, la
teoría de la información tuvo un gran impacto en la construcción de estrategias comunicativas y
propagandísticas de campañas políticas, durante la Guerra Fría fue uno de los más fuertes
instrumentos en la lucha contra el “comunismo” (de ahí surgen todos los mitos en torno al
marxismo y las cuestiones político organizativas del socialismo que hasta nuestros días se siguen
reproduciendo en los discursos políticos y populares), se empezó a implementar en la comunicación
interna de las empresas como modos de comunicación patrono-empleados, etc. En consecuencia,
esta teoría sufrió bastantes críticas, especialmente en América Latina. Lo que ha llevado desde la
academia y otros ámbitos sociales a pensar en nuevas teorías comunicativas que permitan construir
un nuevo tipo de comunicación entre los distintos grupos humanos y sectores sociales que: (1)
enfrente la necesidad de construir espacios de diálogo horizontal; (2) reconozca la diversidad
cultural y política de los grupos humanos que componen el planeta tierra; (3) coordine estrategias
que contribuyan a la emancipación de todas las comunidades culturales; (4) sea capaz de dar mayor
importancia al contexto histórico, social, cultural, económico y político antes que a los efectos y los
resultados operativos del acto de comunicación. A continuación se presentarán dos teorías
emergentes que proponen afrontar dichos retos.

Teoría sistémica de la complejidad

La teoría sistémica abordada desde la complejidad más que una teoría se puede categorizar como un
paradigma emergente en la medida en que supone una reconfiguración de los campos disciplinares,
de los modos compartimentados de percibir y organizar el mundo a partir de estos y de las prácticas
socioculturales en las que se enmarca la educación y la vida académica. Es importante aclararle al
lector que de la famosa teoría sistémica se han derivado dos grandes tendencias o vertientes: La
primera, hace referencia al reduccionismo cibernético o sistémico y la segunda, se denomina
pensamiento complejo o ciencias de la complejidad.

La primera vertiente es una especie de evolución de la teoría de la información de Shannon y


Weaver. En efecto, la cibernética y la teoría de los sistemas son la teoría del mandato
comunicacional, es decir, estudian la configuración del control, instituido desde el programa, que
regula, guía y hace que la información que se encuentra dentro del sistema fluya, interactúe y, en
últimas, se organice (Morin, 2001). Este corpus teórico surge a partir del estudio del modo en el que
opera y organiza un computador la información. De este modo se empiezan a construir las jergas
pseudoespecializadas que hablan en términos de información, bits, programa, feedback, etc. que
poco a poco se empiezan a convertir en una metáfora en la que se puede enmarcar y explicar todo
tipo de fenómeno, ya sea físico, vivo o social. De ahí que se le denomine la vertiente reduccionista
del pensamiento sistémico o cibernético, puesto que todo se puede explicar a través de la
extrapolación del modelo informacional cibernético. El problema central que aparece aquí, tal como
lo advierte Morin, es el peligro de concebir los fenómenos sociales y humanos en términos de
mandato, en la medida en que este modelo supone siempre una construcción vertical de las
relaciones sociales y las normaliza mas no las problematiza. Al mismo tiempo la noción de orden o
mandato concibe una sola manera de decir, significar, pensar, existir y hacer en el mundo, esto es,
dentro de su esquema referencial no hay lugar para la diversidad cultural, política ni de ninguna
índole.

Así, surge la propuesta de Edgar Morin que retoma a varios autores sistémicos (como Gregory
Bateson, Jean Piaget, Ludwig von Bertalanffy y Humberto Maturana, entre otros) cuyo llamado es,
en últimas, a recuperar lo humano en nuestras sociedades cada vez más alienadas y dirigidas por el
mandato cibernético. Para plantearse el cómo debe ser este nuevo paradigma que construye nuevos
modos de pensar, hacer y existir en el mundo, el autor publica seis tomos de El Método en el que
aborda todas las implicaciones epistémicas, sociales, culturales, políticas, éticas y educativas de las
nuevas ciencias de la complejidad. En cuanto a la comunicación, plantea la necesidad de construir,
desde la educación especialmente, un tipo de sociedad que se regule a partir del diálogo y del
reconocimiento a la diferencia y no a partir del mandato cibernético.

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