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La violencia en la escuela es un problema tan antiguo como la misma educación; sin embargo,
han aparecido formas más sofisticadas y menos evidentes para autoridades, profesores y
especialmente padres de familia. Oliveros, Figueroa y otros investigadores reportan que la
cuarta parte de los padres conocen del abuso que están cometiendo con sus hijos; sin embargo,
no acuden al colegio en búsqueda de información y no valoran la importancia de la protección
que deben brindar a sus hijos.
En los tres últimos años, en nuestro medio, se han registrado 9 casos de suicidio y un homicidio
relacionados a episodios de acoso. Los investigadores del acoso escolar proponen realizar
estudios con padres y madres de familia, para conocer sus actitudes, valores, estilos de crianza,
habilidades y estrategias, entre otras variables
El acoso escolar es un problema psicosocial de larga data. Los primeros estudios metódicos los
realizó Olweus en la década de los ochenta. Algunos investigadores consideran al acoso como
una conducta intencional de dañar en forma repetitiva, duradera, de modo físico, verbal,
psicológico; sin mediar la provocación, donde hay asimetría de poder entre víctima y agresor. El
estudio considera como definición operacional, que el acoso escolar se produce cuando un
alumno-a o grupo de alumnos-as, molestan constantemente a un compañero-a o grupo mediante
insultos o burlas, quitándoles sus objetos personales u otros ataques que perturban al
compañero-a, quien es siempre el punto de burla, de tal modo que afecta su normal
desenvolvimiento en el aula (inmovilización, llanto, evasión, temor)
Las mujeres emplean más la violencia verbal; asimismo, son más proactivas en estrategias de
afrontamiento como: alertar a la familia o a sus iguales (Carrera, Lameiras y Rodriguez, 2007).
El nivel de acoso escolar resultó independiente del nivel socioeconómico de los estudiantes,
pero dependiente del grado escolar en que se encuentren (Cepeda-Cuervo, 2008).
Los factores que se asocian a un incremento de la probabilidad de padecer acoso son el estado
de ánimo negativo y la conducta violenta; mientras que, tener mayor edad, el riesgo de consumo
de alcohol, consumo de cannabis e ir a bares y discotecas se asocian negativamente (García,
2010).