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“FIN MUNDO, FALSOS PROFETAS”.

Mateo 24:9-14

9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de


todas las gentes por causa de mi nombre.
10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se
aborrecerán.
11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;
12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

INTRODUCCIÓN. La palabra griega “profetes” (προφήτης) se le daba a


cualquier persona que hablara pública, o abiertamente, pero que era
proclamadora de un mensaje divino. Entre los griegos, también se le
llamaba así a un intérprete de los oráculos, o de las respuestas de
los dioses, frente a las preguntas de los humanos.

En la LXX, la primera traducción griega del hebreo del A.T. “profeta”


es la traducción de la palabra hebrea “roe”, que significa “vidente”,
que ve el futuro porque Dios se lo ha revelado (1° Sm. 9:9) Si un
profeta puede hacer esto, significa que el profeta era una persona
que tenía una relación inmediata y directa con Dios. También se le
llamaba en hebreo “ish Javé” (varón de Dios 1° Sm. 9:8)

Pero en el A.T. “profeta” también es la traducción del hebreo “nabí”,


que aparece más de 300 veces y que significa: uno a quien le es
comunicado el mensaje de Dios para su proclamación. Así es como
entendemos que el profeta era alguien sobre quien reposaba el
Espíritu de Dios (Nm. 11.17-29) era alguien a quien Dios le hablaba y
por medio de quien habla Dios (Nm. 12.2; Am 3.7, 8)

I. LOS PROFETAS FALSOS. El Antiguo Testamento condena a muerte a las


personas que se dedicaran a la adivinación del futuro (Lv. 19:26;
20:27; Dt. 18:20) El A.T. menciona con frecuencia a los profetas
falsos, eran personas que afirmaban haber recibido mensajes de Dios y
que predicaban «salud y bienestar». Decían sólo lo que la gente
quería oír, aun cuando la nación no seguía a Dios como debiera (2°
Reyes 3:13; Isaías 30:10; 44.25; Jeremías 23.16; Ezequiel 13.2, 3;
Miqueas 3.5; Zacarías 13.2)

II. ¿CÓMO RECONOCER A LOS PROFETAS FALSOS? Una manera de saber si el


profeta era verdadero consistía en verificar si se cumplía lo que
anunciaba. Pero ese no era el único criterio, porque Satanás, experto
en imitaciones, podía hacer que alguno de sus siervos tuviera éxtasis
como un profeta verdadero y que anunciaran cosas que podían
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cumplirse, pero siempre con fines de engañar. Dios permitía que esto
aconteciera para probar la fidelidad del pueblo (Dt. 13:1–3])

III. LOS PROFETAS EN EL N.T. El derramamiento del Espíritu Santo


reactivó el don de la profecía, se cumplió así la promesa del Señor
(“Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán” (Jl. 2:28; Hch. 2:17])

La iglesia primitiva se ejercitó en este don (Hch. 11:27-30; 21:8–9;


1ª Co. 12:10) incluso, se orientó a que se practicara (1ª Co. 14:1])

En el transcurso del tiempo este don se ha hecho cada vez más escaso
en la iglesia. Algunos sugieren que no es necesario, puesto que ya se
completó el N.T. en el cual se encuentra toda la revelación de Dios
(1ª Co. 13:8)

IV. LA PROFECÍA DEL VERSÍCULO ONCE. Hubo falsos profetas en los


tiempos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y profetizó que los
tendríamos también hoy. Los profetas falsos, hermanos, hermanas, son
líderes populares que esparcen un evangelio falso, aunque parece
verdadero. Ellos dicen lo que la gente quiere oír: «Dios quiere que
usted sea rico», «Haga lo que desee», «No existen ni el pecado ni el
infierno». De los que conocemos en nuestro ambiente, por lo menos hay
tres, no hablando de ningún salvadoreño.

V. CONCLUSIÓN. Nuestro Señor anunció que vendrían falsos profetas, y


puso en alerta a sus discípulos, y también a nosotros hoy, para que
no escuchemos las palabras peligrosas de estos profetas falsos.

¡Que Dios mismo nos ayude a hacerlo así, después que los hayamos
reconocido como tales! ¡Amén!

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