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Ya entrado el siglo XXI aún hay personas que afirman que Dios es el único que puede dar y quitar la

vida asegurando que esta es la única verdad; sin embargo en la historia de la humanidad hay
registro de muchas ocasiones en las que el hombre ha arrebatado la vida al hombre por motivos
varios: en nombre de distintos Dioses, por territorio, por dinero o por simples asuntos de
conveniencia. Asimismo se puede afirmar que lo que surge como atracción sexual puede
desembocar en la creación de nueva vida. Esto quiere decir que es la misma humanidad la que tiene
la opción de vivir o morir. Los avances de la medicina han permitido que la expectativa de vida se
extienda y que la mortandad infantil se reduzca, producto de esto es la sobrepoblación que vivimos,
la escases de recursos, y las crisis de convivencia que se da no solo dentro de las comunidades sino
que también entre ellas. En nada de esto ha intervenido Dios, ha sido el hombre de mano de la
ciencia y el pensamiento occidental, involucrar a Dios en los asuntos de vida y muerte solo justifica
nuestra indiferencia frente a temas que básicamente ponen en juego la preservación de la especie.

La vida es este instante que transcurre, el aire que inhalamos y exhalamos y es nuestra capacidad
de hacer de este mundo que habitamos un lugar adecuado para que continúe la vida. La muerte es
algo sobre lo cual todos especulamos, no sabemos, como llegará, cuando, que tan dolorosa sea o
que tan repentina. Algunos dicen que solo Dios lo sabe, algunas otras personas dicen haber tenido
encuentros con la muerte y saber cuándo llegará, y algunos otros saben que está muy próxima pues
su médico se los ha anunciado. ¿Qué hacer en este caso? ¿Es preciso esperar la muerte con todo el
temor y el dolor que esta implica y soportar la agonía hasta que Dios decida que es pertinente acabar
con una vida que ya no es vida? No estoy hablando de quienes arguyendo que los abandonó la
persona que decía amarlos, o quienes tras haber perdido su empleo, o alguna capacidad motora
entran en estados de depresión que generan pensamientos suicidas ¡NO! Me refiero a quienes son
absorbidos por enfermedades que, a pesar de su impulso de vivir, los postran en una cama o en una
silla de ruedas, en el mejor de los casos, arrebatándoles sus capacidades motoras, invadiéndolos
con un dolor inmenso, perdiendo el control sobre su propio accionar, aquellos quienes tienen una
mente viva pero desconectada de su cuerpo y que en medio de esa pesadilla quisieran acabar con
su sufrimiento. Me refiero a quienes habiendo la posibilidad de vivir dignamente deciden morir
dignamente. Lo triste del asunto es que en muchos países tomar ese tipo de decisiones es ilegal aun
o moralmente castigado.

Ha habido muchos doctores que han abogado por el uso de la eutanasia, uno de ellos fue el Dr. Jack
Kevorkian quien fue acusado de homicidio por aplicar a uno de sus pacientes la inyección letal; la
sentencia fue de 10 a 25 años en cárcel. A los 8 años El Dr. Kevorkian fue liberado. Cómo es posible
que se encarcele a un doctor por promover la muerte digna mientras que hay personas que generan
vida indigna y derrochan su dinero a costillas de la salud de otros. La burocracia ha invadido el
sistema de salud que está ahora en manos de contadores, economistas, administradores para
quienes lo que importa es mantener al paciente en medio de tramites mientras su enfermedad se
agrava; así al momento que llega a consulta debe ser remitido a servicios particulares pues el Plan
Obligatorio de Salud no cubre su diagnóstico. Eso sí se aseguraron que los pagos siempre fueran
oportunos.

Aquellos que dicen defender la vida realmente están cultivando la muerte, una muerte sin dignidad,
una muerte con sufrimiento producto de una vida llena de enfermedades que no fueron tratadas
adecuadamente debido a un deficiente sistema de salud. Hemos dejado en manos de unas personas
a quienes ni siquiera podemos conocerles el rostro el destino de nuestra salud y ellos han pues como
preferencia el dinero y los negocios. Mientras ellos viven entre lujos los usuarios de sistema sufren
con cada trámite. Si la vida y la muerte fueran asuntos de Dios y el fuera realmente justo ya se habría
llevado a esos personajes que hacen tanto daño a tantas personas. Evidentemente no, quien vive y
quien muere es decisión, hoy en día, de quienes tienen dinero.

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