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Material de Apoyo al Estudiante

AUTORRETRATO

Quizás el autorretrato sea uno de los temas más difíciles a los que ha de enfrentarse un artista,
sobre todo cuando éste trata de dejar plasmado en la obra no sólo sus rasgos físicos, sino también
algunos aspectos de su propia personalidad. Como es obvio, el autor se conoce a sí mismo mejor
que a ninguno de sus modelos y mostrar a los demás su propia imagen (tal como él mismo se ve)
es siempre un compromiso. Sin embargo, es bien sabido que la mayor parte de los grandes artistas
(con escasas excepciones, como Velázquez, quien recurrió poco a este tema) ha abordado
numerosas veces este reto, aunque claro está que por motivos bien distintos.

Por medio de la pintura podemos saber cómo fueron los rostros de los personajes
importantes de otras épocas (reyes, emperadores, papas, etc.) retratados e inmortalizados por la
habilidad de los maestros pintores, que también disfrutaban pintándose a sí mismos.

Esta costumbre se ha extendido hasta la actualidad, y en nuestros días son frecuentes los
autorretratos hechos por medio de una cámara fotográfica u otras tecnologías.

En un autorretrato interviene la subjetividad del artista, ya que el pintor o fotógrafo se


representa a través de su propia mirada: su estado anímico pone de manifiesto en la elección de la
pose, los gestos, los colores de su ropa y de su piel.

Técnicamente, la pintura del autorretrato se realiza mirándose en un espejo, o en el agua


de un charco o de un río, como lo hizo Narciso; otras veces los pintores se retratan según cómo
“se piensan” a sí mismos o cómo se recuerdan; recorren con las manos la cara y trasladan las
sensaciones a la representación pictórica.

Pero sin duda, el espejo ha sido clave en el arte del autorretrato, pues ha sido el objeto idóneo
para ello. Verse en un espejo es la manera más rápida de autorretratarse.

Eso que mueve al artista a retratarse a sí mismo, indudablemente, está ligado a un acto
“narcisista” típico, pero hay otros componentes igualmente importantes, de igual peso, para que
ésta motivación artística se lleve a cabo, quizás sea el de “echar mano” a lo que primero está a la
vista. O sea, uno mismo. El modelo más próximo, más inmediato, lo más familiar que uno tiene.
Ese personaje al que nos enfrentamos todos los días “frente a frente” al espejo.

El autorretrato es un subgénero del retrato, que comenzó a tomar gran importancia a partir del
siglo XVIII. En dicha época predomina en los artistas el deseo de independencia de las artes, en
este caso de la pintura, con respecto a las exigencias y órdenes del que manda a hacer el cuadro
(instituciones religiosas y la realeza).
Por ello, progresivamente el artista deja de ser un mero reproductor de un modelo,
paisaje, imagen religiosa, etc., intentando ilustrar ahora en sus obras su propia actitud ante el
mundo y el arte. De este modo, paulatinamente el artista no sólo comienza a autorrepresentarse
en sus cuadros de forma subjetiva, sino también se incluye en las propias escenas que pinta,
convirtiendo su obra en un autorretrato.

ALGUNOS PINTORES DESTACADOS

GOYA

Este pintor es un claro ejemplo de lo dicho anteriormente.

En el cuadro Predicación de San Bernardo de Siena, encargo para la iglesia de San Francisco el
Grande de Madrid (1781-1784), Goya se incluye en la escena estando bien visible entre los
cortesanos que escuchan al santo.

Autorretrato en el taller (hacia 1790-1795).


El artista está de cuerpo entero, vestido con
elegancia, en el acto de ejecutar un gran cuadro
sobre el que pinta mientras mira al modelo,
virtualmente colocado en el lugar del espectador;
en realidad, la mirada se dirige a un espejo.
PICASSO

Si bien, se conocen autorretratos anteriores de grandes artistas, lo interesante a partir de esta


época es que el pintor al autorretratarse no sólo desea cultivar su figura, sino también sus ideas e
inquietudes respecto de su arte y su biografía, para lo cual se alejará de la imagen realista de sí
mismo. Uno de los artista que logra materializar de forma acabada lo mencionado es Pablo
Picasso.

Los autorretratos de Picasso en la época de juventud, intentan dar cuenta de la voluntad


de afirmarse como artista y sujeto, y sus rupturas con el mundo académico y emocional.

Autorretratos de la Juventud

Estos autorretratos, si bien son tradicionales, puesto que se inscriben en la línea de aprendizaje
académico del artista (1896), son ya muy originales por el tratamiento del rostro y la fuerte carga
emocional que leemos en la mirada, con la cual trata de ser arrogante. Además da la impresión de
que quiere ser provocativo por la indumentaria y por el tratamiento del peinado

Dentro del contexto muy pesimista de finales de siglo


XlX, con la pérdida de las últimas colonias españolas,
varios artistas se orientan hacia una tendencia
denominada “tenebrista” o negra. Dentro de esta se
inscribe Picasso, ilustrando en este autorretrato (1900)
su tristeza. La técnica del carbón le permite acentuar
los rasgos duros e intensificar la mirada.
En un autorretrato de 1903 y en los que aquí aparecen (1972), encontramos una imagen simiesca,
en la cual el artista intenta quizás ilustrar la animalidad del hombre (lo primitivo) y burlarse de sí
mismo.

REMBRANDT

Rembrandt es el gran maestro del autorretrato de todos los tiempos, se retrató a sí mismo en más
de medio centenar de óleos y dibujos.

Autorretrato, 1659.

En esta obra, en particular, realizada cuando


el artista tenía algo más de 50 años, llama la
atención el punto de vista extremadamente
cercano y el excelente uso de la luz tan
propio de Rembrandt.
VAN GOGH

Van Gogh se realizó 35 autorretratos. Quizás un pintor que no vende sus cuadros y carece de
recursos no encuentra mejor modelo para sus obras que su propia imagen en el espejo.

Autorretrato con la oreja vendada”, 1889.

Este es uno de los dos autorretratos que Van Gogh realizó tras seccionarse la oreja. La expresión
del rostro del artista es, paradójicamente, más serena que en otros muchos autorretratos del
artista. Tal vez se trata de un esfuerzo del pintor por encontrar en la pintura su salvación
particular, a lo que podría contribuir la presencia de una estampa japonesa en el fondo, una
pintura -la japonesa- que Van Gogh admiraba por “su estilo tan sencillo como respirar”.

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