Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
en el Rio de la Plata.
CAUSAS:
- Inglaterra conocía estos territorios y había demostrado interés en ellos desde siglos atrás.
- Creía que la población de estos territorios estaba desconforme con el régimen de España y
que deseaba la tutela de otro rey.
- Inglaterra estaba en lucha con la corona española. En Europa se había iniciado una guerra en
que España, aliada con Francia, luchaba contra Inglaterra. En el año 1805 Inglaterra gano la
batalla naval de Trafalgar convirtiéndose en la dueña de los mares.
- Inglaterra necesitaba conquistar territorios para su comercio. Había perdido las colonias que
poseía en América del Norte y quería territorios de donde sacar productos para sus grandes
industrias y donde poder vender los artículos que fabricaba.
A comienzos de 1806 Inglaterra conquisto la colonia holandesa del Cabo, situada en el sur de
África. A continuación una parte de la misma expedición cruzo el Atlántico para intentar la
conquista del Río de la Plata.
La reconquista de Buenos Aires: Montevideo fue el lugar más importante para preparar la
reconquista de Buenos Aires. Allí el Cabildo, el 18 de julio de 1806, olvidando la antigua
rivalidad comercial invistió del mando militar supremo a su gobernador don Pascual Ruiz
Huidobro. Este debía organizar una expedición y desalojar a los invasores de la capital del
virreinato. La expedición salió de Montevideo el 23 de julio al mando del capitán de navío
Santiago Liniers, que había venido a Buenos Aires en busca de ayuda. El gobernador Ruiz
Huidobro quedo en Montevideo atendiendo los problemas de su defensa frente a un posible
ataque.
El 12 de agosto las fuerzas reconquistadoras, engrosadas por elementos de todas las clases
sociales de Buenos Aires, iniciaron el ataque de la ciudad logrando un triunfo total. Los ingleses
capitularon, su dominio había durado en la ciudad 47 días, desde el 27 de junio hasta el 12 de
agosto. La flota inglesa no se retira del estuario del Rio de la Plata sino que piden refuerzos a
Inglaterra.
La reconquista hizo de Liniers la primera figura de Buenos Aires y el pueblo, en un cabildo
abierto realizado el 14 de agosto, le entregó el mando político y militar de la ciudad. El virrey
Sobremonte en un principio no aceptó ese estado de cosas, pero terminó aprobando el
nombramiento militar de Liniers y renunció ante la Real Audiencia.
Liniers poco después del triunfo confió el parte de la acción al ayudante mayor de Blandengues
de la frontera de Montevideo, José Artigas quien había llegado el día 10 de Agosto con oficio
de Ruiz Huidobro y participado en los combates del retiro y la plaza mayor.
Después de la victoria el cabildo convoco a un congreso general a celebrarse el día 15. Los
prisioneros ingleses que eran y los soldados y oficiales fueron internados en provincias,
radicándose muchos en el país. Los oficiales fueron remitidos a Inglaterra.
CONSECUENCIAS:
* José Claudio Williman, Carlos Panizza Pons “La banda oriental en la lucha de los imperios”:
Las relaciones entre ambas ciudades platenses se deteriorarían aun mas después de las
invasiones, ya que tanto una como la otra pretendían para si los principales meritos de la
derrota de los ingleses. Montevideo había enviado a España en agosto de 1806 a los
comisionados Herrera y Pérez Balbas para exponer las pretensiones de los comerciantes y del
cabildo. Estos incluían además de las reivindicaciones que planteaba Montevideo desde hace
tiempo, honores especiales con motivo del triunfo obtenido sobre los ingleses en la
reconquista de Buenos Aires. Se pedía que se agregaran al escudo de armas de la ciudad las
banderas inglesas capturadas, una corona de olivo sobre el cerro enlazada con una bandera de
las reales armas, palma y espada y, que se otorgara al cabildo el tratamiento de excelencia y a
la ciudad. En los últimos meses de 1807 se tuvo la noticia de que no se haría oficial hasta enero
de 1808 la resolución afirmativa del pedido de honores y dignidades. El titulo de “Muy fiel y
reconquistadora” otorgado a la ciudad, significo un homenaje para Montevideo que
sorprendió a Buenos Aires en momentos en que festejaban la derrota de los ingleses. La
inmediata reacción que suscitaron tales medidas, frente a las cuales Buenos Aires se sentía
agraviada, se tradujo en el memorial que, con fecha 17 de agosto de 1807 dirigió el cabildo en
su diputado en Madrid, Juan Martin de Pueyrredon. Este debía gestionar honores mayores
para la capital que los concedidos a Montevideo.
Otro punto de fricción entre Montevideo y Buenos Aires lo constituyo la designación por parte
de Liniers, de Francisco Javier de Elio para la gobernación de Montevideo, en julio de 1807.
Al no ser competencia de los virreyes nombrar gobernadores políticos, el cabildo de
Montevideo decidió negar el reconocimiento de Elio. El incidente que se prolongo a través de
notas enviadas por Elio y por Liniers al cabildo, y de contestaciones de este, se soluciono
aceptando Elio su carácter de interinidad. Pero el gobernador, tan resistido supo pronto
ganarse las simpatías del pueblo y autoridades, preocupándose de los problemas de
Montevideo y su campaña. Tanto fue así que, frente a un problema de jurisdicción en asuntos
de marina, que enfrento al virrey Liniers y el gobernador Elio, llevando a este prácticamente a
la renuncia, la reacción general fue unánime. El 2 de diciembre de 1807 se presento ante el
cabildo reunido un considerable número de vecinos pidiendo que no fuera quitado del mando
de la plaza el gobernador Elio. De esta junta popular saldría una representación firmada por
más de 200 vecinos.
Elio permanecería al frente de la gobernación, aunque Liniers solicitaría información sobre lo
ocurrido el 2 de diciembre. Este a la postre sería uno más de los numerosos episodios que
opondrían a las dos ciudades, en las personas de sus máximos dirigentes.
A la ocupación de la plaza por los ingleses había seguido la habilitación del puerto para el
comercio libre, los comerciantes montevideanos tuvieron oportunidad de adquirir productos
introducidos por navíos británicos, al que exportaban los cueros depositados en Montevideo y
alrededores.
Al tener la obligación de evacuar la plaza, los ingleses se deshicieron de muchas mercaderías, a
precios ínfimos, o bien las dejaron en consignación. Los comerciantes montevideanos se
apresuraron a invertir en la operación, sabiendo de la sostenida demanda que dichos artículos
tenían. Muy importantes serian las ganancias conseguidas por esta vía y participarían en ella
no solo comerciantes de Montevideo sino muchos bonaerenses.
Los géneros adquiridos así en Montevideo eran introducidos clandestinamente al otro lado del
rio, a pesar de las interdicciones emanadas por España y reiteradas por la Real audiencia y
consulado de Buenos Aires, que prohibían cualquier transacción con los ingleses.
Visto que el contrabando tenía lugar a pesar de todas las prohibiciones, el consulado resolvió
en setiembre de 1807 aplicar a la introducción de los artículos depositados en Montevideo el
impuesto de círculo, que recargaba en un 52% el valor de las mercancías. La medida encontró
la resistencia tenaz del comercio de Montevideo. La capital virreinal tendía a obstaculizar los
progresos comerciales de Montevideo, para afirmar el régimen monopolista de puerto único
en el Plata, privilegio que Buenos Aires siempre había querido alcanzar.
Lasa invasiones inglesas tuvieron decisiva influencia en el régimen económico y aduanero
practicado en el Rio de la Plata, demostrando a los criollos en la práctica y a través de la
predica de la “Estrella del sur”, las ventajas del comercio libre.
Estos autores destacan además el desprestigio de la autoridad virreinal, y el fortalecimiento
del cabildo con mayores funciones ya que se autoatribuyo facultades extraordinarias (por
ejemplo destitución del virrey). Por otro lado destacan el fortalecimiento de las milicias.
1
Equivalía al valor que tendrían los impuestos si hubieran hecho todo el recorrido.
Instituciones y comerciantes monopolistas bonaerenses se opusieron a esto (con Martin de
Alzaga), frente a los comerciantes montevideanos. Es un hito en la crisis del sistema
monopolista, aunque se opongan a la dominación inglesa el sistema económico impuesto por
España había sufrido una crisis.
A pesar de esto los comerciantes locales se habían visto sustituidos por los comerciantes
extranjeros, que llegan junto a las mercaderías (confiscación de flotas etc.).
Para lograr el bloqueo comercial total a Inglaterra, Napoleón necesitaba evitar toda posible
fisura en el continente por donde pudieran pasar las mercaderías inglesas, y es con este fin
que ocupara Portugal, los estados Pontificios, España y Rusia, empresas que resultaron
pésimos negocios para el emperador, conduciéndolo a su derrota final.
Ya desde 1806 Napoleón había ideado el plan de intervenir en la Península ibérica, derrocando
a los borbones de España y a los Braganza de Portugal, para poner en su lugar a miembros de
su familia, como es el caso de José I en España.
El reinado de Carlos IV en España marca el ocaso del renacimiento español del siglo XVIII,
durante el mismo primo la decadencia general que afecta directamente la vida de España a
nivel económico, social, político y militar. Fue un rey incapaz que delego el ejercicio del poder
en manos de su primer ministro, Manuel Godoy, príncipe de la paz.
1807 Napoleón envía un ultimátum a Portugal exigiendo el cierre de sus puertos a los buques
ingleses, la confiscación de las propiedades inglesas y el encarcelamiento de todos los
súbditos ingleses residentes en Portugal.
Portugal rechazo el ultimátum y el 29 de octubre firma con Godoy los tratados de
Fontainebleau, en los cuales se estipulaba la cooperación militar franco-española para la
ocupación de Portugal, el que sería repartido en tres partes:
-Norte constituiría un nuevo reino cuyo titular seria el rey de Etruria (yerno de Carlos IV).
-Centro: se conservaría para ser canjeado por Gibraltar, Trinidad y otras colonias españolas
ocupadas por los ingleses.
- Sur constituiría el principado de los Albarbes cuyo titular seria el propio Godoy.
Se trataba de un tratado secreto, firmado por Godoy, encargado de tomar las relaciones por el
rey (tenía una relación secreta con la reina).
Ya antes de la firma de los tratados habían comenzado a entrar a España las tropas francesas
mandadas por el general Junot. El ejército aliado consumo la ocupación de Portugal, tomando
Lisboa el 30 de noviembre de 1807. Para ese entonces, la corte portuguesa y parte de las
clases altas se habían embarcado rumbo a Brasil donde se estableció la sede del reino
mientras duro la ocupación francesa. Se trata de una política americanista de expansión tratan
de compensar su pérdida de peso político en Europa, en los territorios americanos, parte de
esa expansión es en la Banda oriental.
La campaña de ocupación portuguesa fue rápida, la segunda etapa fue la conquista de España.
En un principio la presencia de las tropas francesas en España no genero preocupación en los
dirigentes de la nación, pero luego se hizo evidente que Napoleón también planeaba la
ocupación española. Es así que Godoy propuso al Consejo Real exigir la retirada de las tropas
francesas y declarar la guerra a Francia. El consejo y Carlos IV se negaron, Godoy presento
renuncia a su ministerio, que no fue aceptada.
A nivel de la población había sentimientos encontrados, por un lado despreciaban la corona
reinante (la santísima trinidad) pero también querían que quedara el hijo de Carlos IV en el
poder, Fernando.
Cuando no quedaron dudas de las intenciones de Napoleón, la familia del rey intento
escaparse a América, pero sus planes se vieron frustrados por el motín popular ocurrido el 17
marzo de 1808, inducido por el partido fernandista: Motín de Aranjuez. Se prolonga durante
tres días y Carlos IV se ve obligado a destituir a Godoy y encarcelarlo, pero el pueblo no se
calma. El pueblo reclama que se coloque en el trono a Fernando, hijo de Carlos, ya que
confiaban en que este enfrentaría a Napoleón, a diferencia de su padre.
Carlos IV abdica a favor de su hijo el 19 de marzo de 1808.
La población quería linchar a María Luisa (reina) y Godoy, quienes huyen rumbo a Francia.
Napoleón especula con la nueva situación interrogando a Carlos IV sobre si su abdicación ha
sido voluntaria o impuesta por la fuerza, diciendo Carlos IV que ha sido impuesta y formulando
una protesta pública. El embajador de Francia en Madrid, y jefe de las tropas francesas, Murat
no reconocen a Fernando como rey y se dirige a Napoleón solicitándole el reconocimiento.
Napoleón convoca a Fernando a una conferencia cuya sede fija primero en Madrid, luego en
Burgos, en Vitoria, y que termina siendo en Bayona. Fernando deja a su tío a cargo de una
junta.
20 de abril llega a Bayona y se convierte en prisionero de Bonaparte, 30 llegan sus padres y se
producen unas series de entrevistas. Consigue que el 5 de mayo Fernando abdicara a favor de
su padre, y que este luego abdicara a favor de Napoleón. Carlos IV recibía como parte del trato
una renta anual de 30 millones de reales y los palacios de Compiegne y Chambery. A su vez
Fernando recibía el título de príncipe del imperio francés y una renta de un millón de Francos.
Por último Napoleón cedió la corona de España a su hermano José Bonaparte el 6 de junio.
José Claudio Williman y Carlos Panizza Pons en “La banda oriental en la lucha de los imperios”
señalan que “Napoleón no solo ignoraba la capacidad de respuesta del pueblo español;
cometió además un gran error, una verdadera torpeza, al dejarse persuadir de que destronaba
la dinastía de España y pusiera en su lugar un rey de su propia sangre, haciendo de España una
provincia dependiente. Sin duda cuando pensó en su hermano José, tuvo presente el juego
político de Luis XIV cuando, cien años antes coloco en el trono de España a su nieto Felipe (…)
pero la maniobra allí era más fácil, porque Felipe V se cuido muy bien de transformar a España
en tributaria de Francia. En cambio ahora tenía que ser muy claro para España que pasaría a
ser provincia francesa y que José no sería otra cosa que un títere en manos de su poderoso
hermano, y un ejecutor de los planes de la burguesía francesa que pretendía hacer de España
un mercado de sus paños”
Las reacciones del pueblo, frente a la crisis de la monarquía, en estas tres etapas mencionadas,
giraran en torno a la construcción de una autoridad legítima que sustituyera al monarca
español. Esto se resolverá, Como señala Frega en “Pueblos y soberanía en la revolución
artiguista” con la aparición de la soberanía popular como el fundamento de la nueva
legitimidad, si bien quedaba en pie la discusión acerca del alcance de dicha expresión. Esta
noción también se aplicara a las reacciones del pueblo americano.
El proceso de formación del estado moderno implicaba la afirmación del poder político por
encima de cualquier otro poder “terrenal”, liberado frente a cualquier autoridad universal. Es
decir se afianzaba el poder sobre la Iglesia y el Imperio, y se postulaba la suprema autoridad
del “soberano” a partir de un pacto o contrato con los gobernados.
Estas ideas tenían diferentes orígenes. Por un lado el pensamiento político español del siglo de
Oro con Francisco Suarez, el cual sostenía la idea del “pacto de traslación” por el cual el pueblo
como una comunidad unida voluntariamente, legitimaba la autoridad del monarca, y podía
recobrar el poder en casos excepcionales. Para Juan de Mariana en cambio el poder seguía
residiendo conjuntamente en ambos.
El concepto de soberanía, como ha destacado Chiaramonte “proporcionaba legitimidad al
monopolio de la fuerza característico del estado moderno”. Los teóricos del derecho Natural y
de gentes afirmaban el carácter artificial (contractual) del poder, dividiéndose en dos
tendencias: los partidarios de la indivisibilidad de la soberanía, y los que reconocían la
existencia de poderes intermedios. Estas ideas fueron retomadas por la Ilustración. Entre los
sostenedores de la indivisibilidad encontramos a Thomas Hobbes, quien recurría a la
indivisibilidad de la soberanía para legitimar la monarquía absoluta, y a Jean Jacques Rousseau,
quien encontraba allí una garantía para la participación directa del colectivo en la toma de
decisiones. Entre los partidarios de la divisibilidad de la soberanía había diferencias en la
naturaleza y tamaño de los poderes intermedios o en las modalidades de relación entre ellos,
donde se reconocían diversas formas de asociación, pacto liga o confederación.
Todas las formulas políticas proclamadas o adoptadas ante la crisis de la Corona española
tenían entonces como señala Frega referentes teóricos y sustento material en la lectura de la
producción intelectual que fundamentaba el surgimiento del “Estado Moderno”. Los trabajos
de José Carlos Chiaramonte han comprobado la existencia de un sustrato común: el Derecho
Natural y de Gentes.
Una definición de “la sociedad” denominada también “Nación y estado”, entendida como “La
reunión de hombres que se han sometido voluntariamente a la dirección de alguna suprema
autoridad que se llama también soberana, para vivir en paz y procurarse su propio bien y
seguridad” (Sáenz- “Instituciones elementales sobre el derecho natural y de gentes”), podía
ser compartida por las distintas fracciones políticas.
Como señala Frega: “En síntesis, la noción de soberanía popular incluyo un abanico de
doctrinas y posturas que si bien como ha señalado François-Xavier Guerra, en un primer
momento mostraron en cierta forma la “unidad” española (el recurso a la formación de juntas
en diversas regiones del imperio español), en realidad se usaron y reinterpretaron en función de
los intereses y horizontes culturales de cada grupo y región, fundamentando los diversos
proyectos históricamente posibles en esa coyuntura”. Estas ideas son las que sustentaran las
diferentes manifestaciones políticas y revolucionarias en territorio americano.
REPERCUSIONES EN BRASIL:
1807 acuerdo secreto entre Inglaterra y Portugal: la escuadra británica trasladaría a la corte
portuguesa a Brasil, a cambio de la isla Madera. El rey de Portugal era Juan VI, regente porque
la reina María estaba incapacitada.
Enero de 1808 llegan a Bahía, a los pocos días se dispone la apertura al comercio extranjero,
que en la práctica seria la apertura al comercio ingles, con las mismas tarifas aduaneras que el
comercio nacional.
Juan estaba casado con Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, que tenía planes
expansionistas sobre el Rio de la Plata. Alegaba derechos sobre esta zona por ser parte de la
familia de los borbones españoles.
Portugal buscaba en América una compensación por las pérdidas sufridas en Europa y tomaba
revancha contra España por su colaboración en la invasión francesa. Souza coutinho envió una
carta al cabildo de Buenos Aires, ofreciendo tomar custodia del territorio y del comercio, sin
establecer nuevos impuestos, y amenazaba con aliarse con Inglaterra para entrar por las armas
si no aceptaban.
Rechazaron esta oferta, y Liniers (virrey) se preparo para enfrentar a los portugueses e invadir
Brasil, pero Elio, gobernador de Montevideo dijo que era muy complicado, porque las tropas
españolas eran ineficaces, por lo que Liniers decidió negociar mientras esperaba ordenes de la
metrópoli. El enviado para negociar de parte de Brasil fue Joaquín Javier Curado, que fue a
Montevideo. Venia para sondear la opinión pública sobre la invasión portuguesa, el argumento
siempre es que deben utilizar la ayuda de Brasil para evitar la invasión francesa.
Otro objetivo oculto es generar discordia entre las autoridades del Rio de la Plata.
Antes de irse, le dejo una carta a Elio comunicándole que Liniers seguía sin aceptar la
protección portuguesa y por esto se lo acusa a Liniers de afrancesado.
Lord Strangford tenía órdenes de no propiciar una invasión portuguesa al Rio de la Plata, a
menos que los franceses realmente llegaran (Napoleón tenía intenciones pero las abdicaciones
de Bayona no permitieron continuar su plan). Esto era así porque el intento colonialista de
Gran Bretaña en el Rio de la Plata fracaso (Acordarse del Memorial de Castlereagh).
Carlota Joaquina reconoció finalmente a Fernando VII como rey legitimo de España, y renuncio
a su interés de coronarse virreina del Rio de la Plata.
En Buenos Aires existió igual un grupo carlotino, con personas como Belgrano, Rodríguez
Peña, porque querían una monarquía constitucional y creían que Fernando VII estaba
derrotado.
JUNTA DE MONTEVIDEO:
Se trata de la primera junta de América, Esta se instalo el 21 de setiembre y estuvo en
funciones hasta el 30 de junio de 1809 cuando llego Cisneros, el nuevo Virrey.
Al comenzar el año 1808, además del temor a una eminente acción expansiva portuguesa,
alimentado por la llegada a Rio de janeiro de la familia real, se aguardaba una posible tercera
intervención militar británica. Esto obligaba a mantener un contingente importante de milicias,
con los consiguientes gastos y repercusiones sociales. Con crudeza se había puesto en
evidencia la crisis del imperio español, viéndose obligados los habitantes del rio de la plata a
actuar con una autonomía que jamás habían tenido, en un escenario de gran incertidumbre,
la junta de Montevideo fue el resultado de la confluencia efímera de grupos con intereses
contradictorios (Frega).
Miembros de la junta: Elio (Presidente), Lucas José Obes, Elías, Parodi, Berro, Manuel Ortega
etc. (Como representantes del cabildo) Carvalho, Pérez Castellano (Iglesia), Prudencio
Murguiondo (caudillo en 1811), Viladerbo, Suarez, Chopitea, Gallego etc. (representantes del
comercio).
El real Acuerdo resolvió que Elio debía disolver la junta de Montevideo. La junta de
Montevideo se defendió explayándose sobre su legitimidad.
5 de octubre la real audiencia reitero que eran injustas las acusaciones contra Liniers y que la
junta de Montevideo era ilegitima.
José Elías alego que no les quedaba otra que aceptar la junta hasta que el rey o la junta
suprema de Sevilla resolvieran otra cosa.
Liniers decidió operar por las armas, ocupando Colonia pero sin que se llegara a ningún
combate. Le pidió a los portugueses ayuda.
Como señala Frega, los argumentos vertidos a favor y en contra de la formación en
Montevideo de una junta gubernativa, el 21 de setiembre de 1808, expresan tanto la
circulación de las ideas como su recepción selectiva según los intereses que se procuraba
defender, y permiten comparar actitudes y comportamientos antes y después de 1810.
Además puede verse en ese debate un interesante juego entre los elementos de conservación
y renovación social que se van a desarrollar en el proceso revolucionario.
Durante 9 meses quedaron rotos los vínculos de subordinación política y militar de la Banda
Oriental con Buenos Aires, ya que se desconoció la autoridad del virrey interino, acusándolo de
ser proclive a Napoleón. Y esto genero graves problemas económicos para Buenos Aires.
Gobierno en forma autónoma la jurisdicción de Montevideo y realizo gestiones ante las
autoridades peninsulares, diversas ciudades del virreinato y representantes de gobiernos
extranjeros.
Se envió a José Raymundo Guerra ante la Junta de Sevilla, reconocida por Montevideo como la
suprema autoridad del reino, para que legitimara la junta y para que se tuviera en cuenta el
pedido de Nicolás herrera y Manuel Pérez Balvas de crear en Montevideo un consulado,
transformar la gobernación en Capitanía general e informar al rey de la buena actuación de
Montevideo en la reconquista de Buenos Aires.
La junta fue confirmada por la Junta de Sevilla.
2) Otra postura era sostenida por Manuel Pérez Castellano y Lucas Obes:
Manuel Pérez castellano, párroco, había sido suspendido de sus funciones por el obispo de
Buenos Aires, y frente a esto acata la decisión pero manifiesta que seguirá en la junta,
fundamentando que si al quedar acéfala la monarquía, los españoles europeos habían
establecido juntas, los españoles americanos tenían el mismo derecho por ser iguales, por su
mismo origen y por ser súbditos de la misma corona. Se plantea a europeos y americanos
como miembros de una “misma familia”, entendiendo a la monarquía española como un
conjunto de cuerpos que aceptaban la autoridad regia pero conservando sus derechos como
tales.
Pérez castellano se mantendrá siempre fiel a Fernando VII pero defenderá la “soberanía
particular de los pueblos”.
Esta posición de igualdad de derechos también es sostenida por Lucas Obes, ya que si el
pueblo español había reasumido sus facultades, introduciendo novedades en el gobierno
también podía hacerlo “la América como parte integrante de ese pueblo”. En respuesta a una
carta dirigida a Elio por Villota, Obes expresa que los pueblos americanos no son colonias “son
pueblos españoles, algo más que municipios”, y en otra a un abogado porteño, reivindica el
derecho de los americanos a introducir novedades en el gobierno, en usufructo de la soberanía
reasumida por el pueblo, ante la vacancia de la monarquía, negando las facultades de las
juntas para dirigir a las Indias.
Esta postura iba más allá de la legitimación de la junta, ya que se reconoció subordinada de la
Suprema de Sevilla y se disolvió por su mandato; estas ideas recogidas del contractualismo
español, serán tomadas como armazón ideológica por el juntismo americano de 1810 ya que
eran conocidas por todas las elites indias.
Otro integrante de la junta era Dámaso Antonio Larrañaga, quien, al igual que Lucas Obes,
entendía la formación de la junta de Montevideo como el resultado natural de la reasunción
de la soberanía. La vacancia del trono había devuelto a los “cuerpos morales” que eran las
ciudades (pueblos) sus derechos primitivos.
La junta gubernativa de Montevideo no albergaba intenciones independentistas, en todos sus
documentos manifiesta fidelidad a Fernando VII. Según José Claudio Williman y Carlos Panizza
Pons Dio origen a una escisión rioplatense y significo el rechazo de la dependencia
administrativa y política de Montevideo con respecto a buenos Aires, que obstaculizaba su
desarrollo especialmente comercial. Elio autorizo el tráfico con los ingleses. La junta sentó con
su creación, funcionamiento y fundamentación, un precedente importante para la instalación
en 1810 de la junta de Mayo. Alentó la participación política más amplia de comerciantes,
clérigos, militares y abogados. Favoreció al quedar toda la Banda Oriental por primera vez bajo
jurisdicción de Montevideo, su tendencia autonomista.
Por todo esto no podía ubicarse como precursora de la revolución rioplatense sino como una
reacción de parte de la elite colonial ante la crisis reinante.
Según Ana Frega “La junta montevideana al erigirse en oposición a la capital virreinal, expreso
marcadas tensiones localistas y una abierta competencia por mayores privilegios, aunque
también fue concebida por algunos como una expresión de la reasunción de derechos
soberanos. Es esta faceta del movimiento la que ha resultado la historiografía nacionalista, al
interpretar el localismo “montevideano” como sentimiento nacional, sin tener en cuenta, entre
otros elementos relevantes, que los particularismos suelen cobrar su significado en la
pertenencia a una unidad política mayor. Proponer la “soberanía del pueblo” (o de los pueblos)
como fuente de legitimidad implicaba la autonomía respecto a otros centros de poder en la
resolución de los conflictos locales, independientemente del mantenimiento de lazos de unión o
el reconocimiento de una autoridad central. Estas tensiones resurgirían con mayor fuerza en el
proceso de reestructuración revolucionaria regional”.
2
Tenía funciones mas honorificas que reales, tenía precedencia del regidor más antiguo. Tenía voz y
voto en las deliberaciones, y reemplazaba a los alcaldes ordinarios en caso de muerte o vacancia.
Constituía en los cabildos una especie de autoridad de consejo, y su opinión era indispensable en los
asuntos graves.
A mediados de 1809 se forma una junta en la Ciudad de La paz, que pareció confirmar esos
temores. Pero el virrey Cisneros en una operación militar conjunta con el Virrey de Perú se
encargo de la acción represiva que alcanzo dimensiones de suma crueldad.