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Este trabajo ha sido presentado en el marco del Curso Experimental sobre el enfoque CTS en la
Enseñanza de las Ciencias organizado por la OEI con la coordinación académcia de la Universidad
de Oviedo y corresponde al trabajo sobre el Módulo 0 Ciencia, Tecnología y Sociedad
1. Introducción
Para desarrollar este ejercicio de evaluación elijo los apartados 1 (“¿Qué es la ciencia?”) y 4 (“¿Qué
es ciencia, tecnología y sociedad?”). Las razones oscilan entre el interés personal y la fase en que
se encuentra mi proyecto académico que consiste en articular un programa de investigación y
docencia sobre estudios sociales de ciencia y tecnología bajo el enfoque «ciencia, tecnología,
sociedad» (CTS) en el sureste de México, específicamente en la universidad estatal de Tabasco y
en El Colegio de la Frontera Sur, centro de investigación y educación de postgrado que se
caracteriza por una constitución y práctica autodenominada interdisciplinaria y con explícitos
propósitos de vinculación social, inscrito en una región del país con graves problemas de
marginación y de rezagos educacionales y científico-técnicos.
El propósito general del escrito es ofrecer un panorama, incluyendo algunas reflexiones, sobre la
conformación del campo de los estudios sociales de ciencia y tecnología. Propongo conducir esta
revisión a partir de intentar comprender los entrecruzamientos epistémicos que han dado lugar a
este campo de conocimientos a partir del fenómeno de la transversalidad de los saberes, o lo que
ha dado en llamarse transdisciplinaridad.
En una primera parte, reviso conceptos y nociones fundamentales de ciencia que se expusieron en
el primer capítulo del texto base de este ejercicio. En una segunda parte, me propongo aclarar el
carácter de la transdisciplinaridad como proceso que arroja luz sobre lo que acontece cuando se
innova en las ciencias sociales y humanas. A continuación, expongo cómo se ha constituido
epistemológicamente el campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. En ambos
tópicos, y en aras de la síntesis, la información se organiza a partir de una serie de cuadros
sinópticos y grafos, los cuales persiguen, además, una intención didáctica. Recurrí a otras fuentes
bibliohemerográficas como parte de la reconstrucción del itinerario de los estudios sociales de
ciencia y tecnología.
El talón de Aquiles de la noción empleada por Varela, desde el punto de vista del enfoque CTS(2),
se encuentra –a mi juicio– en que la conceptualización de la ciencia no debe reducirse
exclusivamente a lo que las comunidades de científicos pueden decir de ella. Deberían
incorporarse, además, las visiones que “desde fuera” se construyen sobre la ciencia (sus prácticas
y sus agentes). La imagen de la ciencia que produce la sociedad se concebiría como un espectro
culturalmente situado de representaciones varias, aunque heurísticamente se pudiera realizar un
ejercicio de jerarquía conceptual, el cual sería, asimismo, una construcción localizada
culturalmente.
La trama argumental del capítulo “¿Qué es la ciencia?”, ofrece un itinerario histórico de cómo se
gestó y caracterizó dicha concepción heredada de la ciencia, cómo fue erosionando sus cimientos
desde el “giro lógico” desarrollado por el “Círculo de Viena”, la falsabilidad de hipótesis y teorías
del empirismo crítico de Karl Popper y la irrupción del historicismo en las versiones de Lakatos y
Kuhn (este último constituyó un punto de inflexión para dar la entrada a la reacción antipositivista,
a partir de su énfasis en la importancia de los procesos consensuales y los contextos comunitarios
relevantes para explicar la producción cognitiva en las ciencias). Continuó este itinerario con la
incursión de la perspectiva sociológica del “Strong Program” de la sociología del conocimiento,
desarrollado por David Bloor, cuyo aporte central fue dotar a la sociología de la de capacidad de
reclamar que su presencia en los estudios de la ciencia no podía reducirse a una disquisición sobre
los condicionamientos sociales como un epifenómeno ajeno a la lógica del descubrimiento
científico (los principios 1 y 3 del Programa constituyen la clave para constatar dicho aporte).
Inspirados en el programa de Bloor proliferaron una variedad de corrientes y posturas, algunas de
las cuales reseño más adelante en los cuadros sinópticos y en el grafo 2.
La última parte del artículo incluye una revisión sobre los nuevos enfoques sobre la ciencia que
profundizan en los nexos entre ciencia y sociedad, a partir de las reflexiones sobre la
“transciencia” y la “ciencia reguladora”. A continuación me interesa abordar desde una lectura
levemente distinta un recorrido por la configuración de los estudios sociales de ciencia y
tecnología.
La transdisciplinaridad es una situación cada vez más frecuente en las ciencias. Esta situación
arroja luz sobre cómo se configuran algunos de los campos de saber emergentes y cómo podría
irse articulando un nuevo mapa científico del mundo, muy distinto al que se conformó a lo largo
del siglo XIX y primera mitad del XX.
Seguiré algunas ideas del modelo de interpretación propuesto por Mattei Dogan y Robert Phare
(1991) para dar cuenta de la innovación en las ciencias sociales (Giménez 1995:195-196). Éstas
transitan de la fase fundacional a la de expansión, ocurriendo la “paradoja de la densidad”, la cual
conduce a la fase de especialización, cuya característica fundamental es la fragmentación en
numerosas disciplinas y subdisciplinas y los consiguientes efectos de crecimiento exponencial y
saturación de ciertos campos, problemas y tramas argumentales para abordarlos; sucediendo que
un buen número de especialistas y profesionales suele desplazarse hacia los linderos de las
disciplinas convencionales, arrastrando consigo temas, problemas, estilos de investigación y
razonamiento científico y arsenales de instrumentos y dispositivos metodológicos de indagación,
buscando en el proceso conformar nuevas visiones de viejos temas y generando
entrecruzamientos de intereses, procedimientos de trabajo y argumentales. Estos procesos se han
denominado hibridación:
Implica la recomposición coherente de dos o más ‘fragmentos’ de disciplinas diferentes, aunque
emparentadas entre sí, mediante la difusión de conceptos, teorías, paradigmas o métodos de una
disciplina a otra, con absoluta falta de respeto a todas las fronteras, sean éstas disciplinarias, de
facultades, de departamentos, de ‘campus’ o de tradiciones nacionales (Giménez, 1995:196)
Los epistemólogos franceses sugieren que es en estos posicionamientos en las fronteras de las
disciplinas tradicionales, en estas “zonas de nadie”, donde se está comenzando a concentrar el
potencial innovador de las ciencias sociales en al menos la última década. Como afirma Giménez:
“la probabilidad de innovación en las ciencias sociales depende cada vez menos de las
investigaciones monodisciplinarias y cada vez más de las hibridizadas” (ídem).
En las ciencias sociales y las humanidades, el caso paradigmático y notoriamente escurridizo para
ilustrar estas tendencias a la hibridación lo conforman los llamados cultural studies (estudios
culturales) –que aquí no desarrollaré– y los llamados estudios sociales de la ciencia y la tecnología.
En los últimos años –desde 1987(4), si es posible establecer una fecha–, los intereses de varias
disciplinas tradicionales (antropología, historia, sociología, psicología social, filosofía de la ciencia,
ciencias cognitivas, comunicación; véase grafo 1) convergieron en apreciar en los fenómenos
tecnológicos un campo que demandaba un tratamiento autónomo y único, es decir, válido en sí
mismo, creándose programas nacionales o institucionales de investigación (caso de Estados
Unidos de América, España, Alemania, Inglaterra, Japón, Francia, México, Argentina, Cuba, India,
entre otros) que recibieron el nombre genérico de estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad
(CTS).
Grafo 1
- Los programas de estudios de la ciencia se organizaron por primera vez como campo autónomo a
fines de los años 60, en las universidades de Harvard y Cornell, en respuesta a demandas de
pertinencia, ante corrientes políticas coyunturales. [Robert K. Merton había iniciado en la década
del ‘40 un subcampo dentro de la sociología del conocimiento dedicado estudiar: a) la génesis
sociohistórica de la ciencia moderna; b) la ciencia como institución social y la constitución de un
ethos específico en estas instituciones; c) el problema de la estratificación social en las
comunidades científicas y d) los problemas asociados a la generación y validación del
conocimiento científico]
- Se desplaza el interés del impacto social de la ciencia y la tecnología a los procesos sociales de la
investigación y las maneras en que la ciencia es moldeada y permeada por los valores sociales.
- La ciencia ya no se acepta como algo ajeno a los códigos culturales, a las fuerzas sociales y
económicas y a los intereses profesionales. Estos análisis, que causan gran consternación entre
muchos científicos, tratan la ciencia como un producto social y cultural y a la comunidad científica
como mano de obra
- Sorprendentemente, los cultural studies sobre la ciencia y la tecnología, tienen sus nichos más
fuertes en el MIT (Institute Technology of Massachussets) y el RPI.
En el grafo 2(5)y en el Cuadro 2 se exponen sintéticamente los modelos teóricos existentes para
desarrollar los estudios socioculturales sobre tecnología. Estos modelos constituyen una suerte de
coordenadas mentales sobre las cuales la comunidad académica emergente se ha puesto de
acuerdo para pensar y producir bajo tales nociones, reglas y vocabularios, acercándose a la noción
kuhneana de paradigma, expuesta en su clásico texto La estructura de las revoluciones científicas
(1962).
Grafo 2
- Los diferentes grupos sociales relevantes asociados con el desarrollo de un artefacto tecnológico
comparten un significado del artefacto. Este significado puede ser usado entonces para reconstruir
y explicar las trayectorias particulares del desarrollo del artefacto
- Parte del enfoque construccionista, pero menos radical en cuanto le da mayor cabida a la
dimensión material de la tecnología, al incluir la interacción entre actores humanos y no humanos
- No se reduce ni a un simple actor ni a una red. Está compuesto, al igual que las redes de series de
elementos heterogéneos, animados o inanimados, que han sido ligados mutuamente durante un
cierto periodo de tiempo
- La relación entre ciencias sociales (sociología) y tecnología es explicada por este modelo a partir
de la siguiente afirmación de Michel Callon (1998a: 163): Transformar la sociología académica en
una sociología capaz de seguir a la tecnología a lo largo de su elaboración significa reconocer que
el objeto de estudio apropiado no es ni la sociedad misma ni las así llamadas relaciones sociales,
sino los actores-red que dan lugar, simultáneamente, a la sociedad y a la tecnología”.
ª Introducido por Thomas P. Hughes (1987) como estudio de los sistemas sociotécnicos. Plantea
que el proceso tecnológico se compone de varias fases: invención/ desarrollo/ innovación/
transferencia/ crecimiento/ competición/ consolidación
- Las tecnologías son analizadas como sistemas con componetes heterogéneos; se constituyen en
un modelo sistémico que incluye procesos tales como: concepción-invención/ experimentación-
producción/
Persuasión- distribución- consumo/ retroalimentación - reconcepción-ajustes /internalización
cotidiana
- Implica incorporar al análisis sistémico las diferentes instancias que intervienen en dichos
procesos: empresas, Estados, consumidores, tecnólogos, publicitarios, etcétera
- Supone observar las diversas dimensiones en las que el fenómeno ofrece su estructuración
sistémica: ecología cultural /mundos micrológicos de la recepción de la tecnología
c) estudios sobre trayectorias formativas de científicos y tecnólogos, y sus nexos con las
trayectorias disciplinarias, subdisciplinarias y campos emergentes;
l) estudios sobre los impactos tecnológicos y cambio sociotécnico. Se trata de documentar cómo
las novedades técnicas modifican los entornos sociales y cómo se articulan procesos de
resistencia, asimilación o reconversión social de tales impactos de artefactos o ambientes
tecnológicos;
ñ) se ha venido introduciendo con pertinencia en los últimos años la exploración de los usos
reales, fácticos, de las nuevas tecnologías, intentando superar los enfoques normativos o
deterministas que valoran a las nuevas tecnologías desde sus supuestos programáticos aplicativos
previos, es decir, partir de supuestos respecto a los usos probables (Un ejemplo documentado
históricamente: el uso de las baterías de automóviles y camionetas en las granjas del campo
norteamericano en las primeras décadas de auge de la industria tecnológica automotriz,
empleadas para proveer de energía eléctrica a fiestas familiares y a otros artefactos tecnológicos
domésticos: usos que no fueron previstos por tecnólogos, diseñadores o comerciantes);
5. A manera de conclusión
Los estudios sociales de ciencia y tecnología constituyen un campo emergente enriquecido por la
introducción del análisis cultural como perspectiva teórica y metodológica. La importancia política
y cultural de este campo es notable. Sin embargo, no cuenta aún con un suficiente soporte
institucional. En muchas universidades de América Latina, y especialmente en México, pese a la
importancia reciente que se le viene dando a las políticas públicas en ciencia y tecnología, se nota
un tibio respaldo, cuando no poca improvisación a la hora de decidir con qué y con cuáles
programas contribuir a pensar la ciencia y la tecnología y acercarla a la sociedad.
Una premisa es básica: la ciencia y la tecnología son instituciones sociales. Por tanto, la sociedad
debe participar en su diseño y realización. Pero a la sociedad le cuesta por sí misma tomar
conciencia sin el concurso de agentes sociales especializados: desde científicos y tecnólogos, hasta
políticos y educadores, pasando por profesionales de la comunicación y lo propios agentes
reproductores de la cultura de la vida doméstica, es decir, nosotros. Si ciencia y tecnología no se
conciben y practican como parte de la cultura cotidiana, poco puede hacerse. Sólo continuar
esperando los resultados provenientes de cenáculos de expertos que no siempre dicen todo. La
cultura científica y tecnológica es un reto social que interpela y convoca a las comunidades
científicas y tecnológicas. He comenzado por aclararme, al menos teóricamente, el problema.
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Notas
(2) En pocas palabras, este enfoque se basa en dos principios esenciales: por un lado, no hace una
distinción entre ciencia y tecnología, ambas son dimensiones de un mismo proceso de
construcción cognitiva y de prácticas sociales e institucionales interdependientes; por otro, sitúa al
contexto social en centro del análisis para comprender el proceso de construcción tecnocientífica
y sus efectos. Es también un campo de trabajo crítico e interdisciplinar. Cf. Mariano Martín
Gordillo y José A. López Cerezo (2000:51) y García Palacios et al. (2001:119 y 159).
(4) La fecha escogida se debe a la aparición del texto The Social Construction of Technological
Systems, compilado por Wiebe E. Bijker, Thomas P. Hughes y Trevor Pinch, resultado de un taller
realizado en la Universidad de Twente en 1982, en el que convergieron los intereses de
historiadores de la tecnología y sociólogos de la tecnología y la ciencia (Pinch, 1997). El
movimiento atrajo las miradas y contribuciones de antropólogos, comunicólogos, ingenieros,
tecnólogos, politólogos, filósofos, psicólogos, economistas y administradores; también de artistas,
escenógrafos, fotógrafos, videastas, sonidistas, diseñadores y cibernautas.
(5) La gráfica resume posiciones revizadas en el texto de García Palacios, González Galbarte, López
Cerezo, Luján, Martín Gordillo, Osorio y Valdés (2001) Ciencia, Tecnología y Sociedad: una
aproximación conceptual. OEI. Madrid, España.
(6) Véase, Richards (1987); Arteaga, Medellín y Santos (1995); Nieto (1995); Luján y Moreno
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