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“Comencemos por mirar a

través de los ojos de otro”

Con frecuencia me pregunto a mí misma porque solemos tener la


falsa ilusión de que la realidad es tal y como la concebimos cada uno de
nosotros. Pensamos que las situaciones son como las vemos, pensamos y
sentimos en un momento dado. Sin tener en cuenta que incluso nosotros
mismos, reaccionamos de manera distinta ante una misma situación en
función del momento personal o contexto en el que nos encontremos.

Por tanto, ¿cuál es la realidad? ¿Es una realidad única y objetiva, o


hay “tantas realidades como personas y momentos”?

Lo que a una persona le gusta a otra no, lo que a uno le motiva al


otro no, lo que funciona para conseguir compromiso por parte de un grupo
de personas con otro no funciona… ¡Pero precisamente en esa
subjetividad diferencial es donde radica la magia y la grandeza de las
personas!

Pues siendo todas diferentes, son todas únicas y valiosas. Pero se nos
suele olvidar… y cuando en el día a día vamos a la carrera, ocupados en
las miles de cosas que llevamos en la cabeza (la lista de temas pendientes,
la reunión que no llego, el informe que todavía no he preparado… ¡ah! y
que cuando salga de trabajar tengo que pasar por la farmacia…), y nos
vamos “cruzando” con las personas de manera “cuasi-atropellada”, sin
tomarnos el mínimo tiempo necesario para elaborar la forma y a veces ni
el contenido.

Y escribo esto, porque viendo la cantidad de catástrofes naturales


que viene sacudiendo al mundo... es fácil ser solidario en circunstancias
difíciles...
Pero cuanto cambiaría si la conexión con el otro fuese constante, si la
preocupación por cuidar unos de otros y valorar cada momento que
compartimos fuese una forma de vivir consciente.

Porque cuando realmente se consigue construir ese puente que


permite conectar a dos personas, se producen esos momentos mágicos en
los que realmente somos dos personas que compartimos y mostramos al
otro un pedacito de nosotros mismos y de nuestra realidad.

Pequeños roces, más o menos importantes, que generan más o


menos dolor y malestar… que se podrían evitar fácilmente si
entrenáramos nuestros niveles de empatía, conociendo por la misma
como la habilidad que alimenta la conexión entre las personas.

Porque empatizar, en muchos momentos significa escuchar,


simplemente escuchar, sin necesidad de “arreglar” nada, decir
simplemente “Te entiendo, aunque no sé qué decir”.

Significa conectar con la realidad que esa persona está viviendo,


reconocer su vulnerabilidad (lo que está viviendo, sus emociones…)
porque reconozco y entiendo esa vulnerabilidad en mí mismo.
Para que esa conexión sea real y nos permita ver con los ojos de otra
persona es necesario:

• Mantener perspectiva para reconocer esa verdad


como la verdad de esa persona: no necesariamente tenemos
que estar de acuerdo, ni compartirlo, pero la reconozco y entiendo.
• No emitir juicio: respetar su verdad, sin opinar ni mezclar con
mi sistema de valores y creencias.
• Reconocer las emociones en la otra persona: ¿cómo está
viviendo esa situación? ¿qué emociones subyacen?
• Comunicárselo: te entiendo… y estoy aquí…

A través de este artículo solo quiero animarte a conectar no solo con la


historia (situaciones externas o personales), sino conectar con la persona,
aprender a mirar con sus ojos y a que vivas la siguiente pregunta:

¿Puede ocurrir un milagro mayor que ver a


través de los ojos del otro por un instante?

Carolina Montalto
Conscious Business Coach & Mentor / Professional Speaker / Infoproductor /
Freelance Writer / Knowmad
E-mail: carolina.montalto.g@gmail.com

Web: www.thelearningoftomorrow.com

LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/carolinamontalto/

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