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Freudiana 41, 2004, pp. 7-35 Jacques-Alain Miller RELIGION, PSICOANALISIS. LA LOGICA DEL GRAN HOMBRE 1-La légica del gran hombre Voy a decirles en qué he pensado, atrapado en los embotellamientos desde la una y cuarto.* He pensado que este curso era sin duda, para mi, sin saberlo, un rito. Al menos por este rasgo —capturado en su movimiento, esta claro que no presto atencién a la realidad exterior. Aunque habia oido, a las ocho de esta majiana, que seguian las huelgas en los trasportes, la cosa me resbalé como el agua por las plumas de un pato. No extraje la consecuencia natural porque es~ toy capturado en el automaton que comporta esta practica, un automaton que implica aquello que Freud llama —por otra parte esto es lo que me tenia ab- sorto— una negacién de la realidad exterior. Cai de cuatro patas. Cuando aca- be este speech, reflexionaré sobre qué supone lo que me acaba de ocurrir, darme cuenta de que este curso esta, para mi, ritualizado. No puede seguir asi. 1. ¢Por qué Moisés? Ultimo mensaje Por qué Moisés? ;Por qué Freud tuvo necesidad de Moisés, como se pre- guntaba Lacan en su Seminario El reverso del psicoandlisis? Es un hecho histérico que Freud hizo de Moisés —de su muerte, de la religién monoteista, de su su- pervivencia, de su persistencia— el contenido de lo que Lacan lama su dltimo * Un egfuerzo de poesta, Orientacion lacaniana III, 5, lecciones del 4 y el 11 de junio de 2003, 0 sea ha tercera y la cuarta de la parte titulada “Religién, psicoandlisis”. Texto y notas establecidos por Catherine Bonningue. Publicado con la amable autorizacién de J.-A. Miller. 2 LA ORIENTACION LACANIANA mensaje. Ciertamente, se reconoce la parte que corresponde en todo ello a la coyuntura histérica en la que Freud envié dicho mensaje —después de dejar Viena—, en un momento en que los ideales cientifistas, los suyos, surgidos de las Luces, con una modificacién romantica, esos ideales que prometian un por- venir racionalizado y de tolerancia, revelaban no ser mas que semblantes. Esta revelaci6n que se impuso a los contemporaneos de entonces, y que re- suena desde hace mas de medio siglo, sin duda, cuidadosamente preservada en cierto ntimero de lugares de la memoria, no por ello ha dejado de ser olvidada, como si aquello que se manifesté como resurgencia de una barbarie, como dicen, de otro tiempo, debiera ser la puerta de entrada hacia el final de la Historia. El mensaje de Freud permanecié, pues, como un extrafio memento legado a la posteridad —sin duda, de entrada, a quienes tomaban el relevo de su des- cubrimiento y de su prctica— para que se sepa que seguimos ligados a la reli- gidn. Hay algo de la religion que no deja de escribirse. Y hoy dia, cuando la creencia religiosa se vierte en la politica, y ello de miltiples formas, gc6mo ig- norarlo? Se podria profetizar que no es sino un comienzo. Alla, inspira sacrifi- cios inauditos, sacrificios terroristas que acosan al planeta, que trastornan los intercambios internacionales, que tienen consecuencias econdmicas palpables. Y luego aqui, en Francia, de una forma de momento mis cémica, la religion reivindica un lugar inédito en el espacio comin, en la esfera publica, digamos incluso en la republica. Todos los dias se puede leer en la prensa el tono en el que un sindicato interconfesional reivindica un modo de presencia nuevo. jAh! Todos estan ahi. La semana pasada, ja la cola, pepsicola! Los papistas apoyan a los musulmanes, que se entienden con los judios. Y luego también los tltimos en responder al llamado, los protestantes, hasta ahora los més laicos, que reclaman un derecho al significante que se exhibe mediante la vestimenta. Esto afecta a la imagen del cuerpo, se quiere modificar la imagen de los cuerpos en el espacio comin. La Republica ya no sabe qué hacer de esas reivindicaciones en las que se realiza un ecumenismo vestimentario tan maravilloso. Esto nos lleva, evidentemente, a volvernos hacia la ilusién de Freud, que lle- gO a creer que la religién no tenia mas porvenir que el de una ilusion en la edad de la ciencia, y que estaba condenada a borrarse, a agotar lo que él llamaba el interés —Interesse— de los hombres. El habia aislado muy bien en la religién RELIGION, PSICOANALISIS. LA LOGICA DEL GRAN HOMBRE aquel elemento que es no sdlo indemostrable sino irrefutable, y se hacia la idea de que la libido se retiraria de aquello que la religién tiene de irrefutable. La mujer y la religidn monoteista Por qué tuvo Freud necesidad de Moisés? Freud lanza su mensaje mosaico desde Londres, contra el telon de fondo de El porvenir de una ilusién, 1927,y parece decir: “Esta ilusi6n tiene un porvenir”. 2Quién es Moisés? Muchas cosas. Es un nombre propio. Es alguien. Un hom- bre. Es lo que Freud hace figurar en el titulo de su libro: “El hombre Moisés y la religi6n monoteista”. Un hombre, es la referencia de la vieja pregunta de Didgenes errando por la Ciudad con su linterna y respondiendo, cuando le preguntaban la finalidad de su paseo:““Busco un hombre”. Esto dio lugar a infinitos comentarios. Un hom- bre que sea un hombre, como el que Napoleén reconocié en Goethe, a quien saludé con un “Sr. Goethe, usted es un hombre”. Sin duda, Freud dice “el hom- bre”, porque Moisés es designado asi en la Biblia, en el tnico pasaje —en el Exedo, dicen— donde habla de su condicién de egipcio: “Ademis, el hombre que era Moisés era muy grande en el pais de Egipto”. Jan Assmann, un erudito, profesor de egiptologia en Heidelberg, sefiala esta referencia en su obra Moisés el Egipcio, publicado recientemente en una colec- cién por la cual vela la erudicién jesuitica —es asi—, obra recomendable y muy amigable para con Freud.’ En efecto, han acabado dandose cuenta de que el Moisés de Freud, como lo decia Lacan en una palabra, es “cristocéntrico”, con- duce directamente a Cristo, de quien el Moisés asesinado es como una prefiguracién. He apreciado el hecho de que este erudito, ademis de aportar esa referencia biblica, subraya discretamente, mas adelante en su obra, que Freud emplea la misma expresién, “el hombre Moisés”, simplemente porque se trata de un gran hombre. Freud tuvo necesidad de un gran hombre para dar raz6n de la religion monoteista. Tuvo necesidad de un gran hombre para dar raz6n de la primacia del Dios Uno. Todavia un paso mas —de la soberania del significante uno. Lo que se debate en este inverosimil mensaje final de Freud esta desplazado, siempre fue recibido con reservas dentro del propio psicoanilisis, sin contar con los sarcasmos que le dedica, muy naturalmente, la tradicién. Lo hemos oido una 2

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