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CRISTOLOGÍA: CORDERO/LEÓN

Una reflexión de dos imágenes cristológicas en Apocalipsis

Dos imágenes del Mesías, "León" y "Cordero", aparecen en la visión de Apocalipsis


5. La relación entre ellas es crucial para el entendimiento de toda la teología de
Apocalipsis. La interpretación de Apocalipsis ha presentado varias opciones:
Primero el Cordero, luego el León. Un capítulo en un libro representativo de una
clase de escatología popular se titula "El Cordero Llega a Ser un León" (Lindsey). El autor
presenta a Jesús como teniendo "dos papeles": su "primera venida" como un cordero y su
"segunda venida" como un león. Aquellos que no respondan al amor ofrecido por Jesús
en su primera venida recibirán la violencia apocalíptica de la segunda. Esta es el polo
opuesto al significado del texto de Apocalipsis, en el cual la imagen del león se re-
interpreta y es remplazada por el cordero. Representa un paso retrógrado de un
entendimiento cristiano del significado del mesianismo a la idea apocalíptica pre-
cristiana. En Apocalipsis el Cordero es el Cordero "Inmolado", inmolado no sólo en la cruz
sino en el altar trascendental. En Apocalipsis el participio "inmolado" está siempre en el
tiempo perfecto, representando los efectos continuos de un acto de una vez por todas en
el pasado. Un entendimiento similar del Crucificado en la teología de Pablo y Marcos se
expresa en el uso del participio perfecto "crucificado" para el Cristo vivo después de la
resurrección (1 Co. 1:23; Mc. 16:6). La crucifixión no fue un incidente que sucedió una vez
en la carrera cósmica del Mesías y luego fue superada por la resurrección y la exaltación;
es el acto definitivo que estampa su carácter en la identidad del Cristo, y así es definitivo
para la identidad de Dios. El amor no es una estrategia provisional del Jesús terrenal,
para ser eventualmente remplazado por la violencia trascendental escatológica cuando
"ya tuvieron su oportunidad" y el amor no "ha funcionado".
Cordero para algunos, León para otros. Otra manera de relacionar "León" y
"Cordero" es pensar que Cristo tiene ambos aspectos de león y cordero, por ejemplo,
mostrando su lado de cordero a los creyentes y reservando su naturaleza de león para los
incrédulos. De nuevo, no tenemos sugerencia alguna en Apocalipsis de esta división del
Cristo en parte león y parte cordero.
El Cordero realmente es un León. Otro esfuerzo para enfrentar las imágenes es
entender "Cordero" como simplemente otra imagen del poder y la violencia del león. C. H.
Dodd representa un pequeño grupo de eruditos que abogan esta interpretación (vea a
Dodd, 230-38). Basando su interpretación en los textos judíos en los que el Mesías se ve
simbolizado por un carnero joven o una oveja guerrera (Testamento de José 19:8; 1 Enoc
89:46; 90:19; Véase el Testamento de Benjamín 3:8), Dodd concluye que el "Cordero"
poderoso de Apocalipsis es simplemente otra versión del Mesías violento esperado en la
apocalíptica judía.
Dodd está correcto en enfatizar que el Cordero de Apocalipsis es en realidad un
Cordero poderoso, con siete cuernos y siete ojos. Pero su interpretación tiene dos
problemas insuperables. Primero, los textos sobre los cuales se basa ahora son
ampliamente considerados como siendo glosas tardías (vea a Charlesworth). Segundo,
su interpretación falla en hacer justicia a las características esenciales del Cordero, que
es, como se ha visto uno que permanece inmolado, y al hecho que la palabra de Juan para
"cordero" nunca es la palabra común para "cordero" en el Nuevo Testamento (amnos); Juan

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usa un diminutivo (arnion), y el final -ion sería como el ito del español. Aunque "corderito"
puede ser demasiado dulce e infantil como para expresar la seriedad del pensamiento de
Juan, su uso constante del diminutivo presenta la vulnerabilidad y victimación del
Cordero indefenso sobre el altar (como en la LXX de Jer. 1:19, y véase Isaías 53:7-12), en
el otro polo opuesto de un Mesías guerrero y violento de la esperanza apocalíptica.
El León es realmente el Cordero, representando el poder final y último de Dios.
Este es el significado del renacimiento dramático de imágenes en Juan. Es como si Juan
hubiera adoptado la práctica familiar de la sinagoga del "perpetuo Kethib/Qere", en donde
una palabra o frase que aparece en el texto tradicional se lee como otra palabra o frase:
"en donde quiera que la tradición diga 'León', léase 'Cordero'". Para usar otra analogía, esta
de matemáticas, es como poner un signo de menos antes del paréntesis de una fórmula
complicada —los antiguos símbolos se retienen, pero su valor ha sido puesto en reversa.
El Cordero es en realidad poderoso, porque como el Mesías representa a Dios, toma
el rollo de su mano, y lo pone en efecto. Romper los sellos del rollo no quiere decir
simplemente hacer conocer sino hacerlos efectivos. El Cordero tiene siete cuernos
(¡plenitud de poder!) y siete ojos (¡plenitud de discernimiento!) y así es el cumplimiento
de las esperanzas de renuevo de David de Isaías 11. Lo que Dios hace para la humanidad
a través del Cordero no es una triple transacción (Dios, Jesús y la humanidad), sino una
doble transacción: Dios y humanidad. Este es el entendimiento de Juan, y esta es la razón
de por qué sus imágenes evocativas de Dios y Cristo tienen la tendencia a desaparecer
una en la otra. Los "siete ojos" del Cordero (5:6) son los siete espíritus de Dios. Juan
quiere que sus oyentes-lectores entiendan bien qué tan cercana es la relación entre Cristo,
Dios y el Espíritu, para relacionar al Cristo vivo al Espíritu que habla en las iglesias, y para
relacionar este Espíritu al crucificado y exaltado Cristo.
Siendo que el Cordero opera como el poder final y último, el poder de Dios, el
Cordero conquista. Como "Cordero" es el nombre cristológico clave en el vocabulario de
Juan, de igual manera "conquistar" (nikao), también traducido "vencer", "prevalecer", "ganar
la victoria", "triunfar", "ganar el derecho", es el verbo cristológico clave. Ocurre veintitrés
veces, el doble de todos los otros libros del Nuevo Testamento combinados. El Cordero
en realidad "conquista" (3:21; 5:5; 17:14), como lo hacen los cristianos fieles (2:7, 11, 17, 26;
3:5, 12, 21; 12:11; 15:2; 21:7). En realidad, Juan explícitamente señala que "conquistar" es
lo que une a Jesús y sus seguidores (3:21), y que los cristianos "conquistan" no sólo por lo
que ellos hacen sino por lo que Jesús ha hecho (12:11).
"Conquistar" en ambos casos, aquella de Cristo y la de los cristianos, significa nada
menos que morir. Nunca en Apocalipsis designa algún juicio destructivo sobre los
enemigos de Cristo o los cristianos. Jesús estuvo frente a la corte romana, fue fiel hasta
la muerte, y esta es su victoria y su reinado. Juan llama a los cristianos a la misma
conquista mesiánica. "Conquistar" (nikao) tiene en la situación de Juan no sólo la
connotación militar y violenta, la cual redefine, pero también una connotación legal y
forénsica que también redefine: "En el contexto del Apocalipsis en su totalidad,
'conquistar' significa ser absuelto en una corte de la ley. La absolución de los fieles es
paradójica. Se espera que serán encontrados culpables en las cortes romanas locales y
ejecutados. Pero el testimonio que ellos dan y su aceptación de la muerte les ganará la
absolución que cuenta --en la corte celestial, a los ojos de la eternidad" (A. Y. Collins, The
Apocalypse, p. 14). Para los cristianos, qué significa "ganar" ha sido redefinido por la cruz
de Jesús.

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