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“I find that time and again that certain points are misunderstood or rendered badly by
translators who do not fully grasp the full value of certain words”
["Encuentro que una y otra vez ciertos puntos son malinterpretados o procesados en forma incorrecta por
1. Introducción
Como el título de este artículo sugiere, lo que se expone aquí se trata de dos enfoques. Por
una parte, quisiera plantear los fundamentos de una conexión entre la traducción y el
psicoanálisis, con enfoque en la psicología analítica de Jung, según insta Ingram (2001). Si
Otro es un constructo filosófico bastante antiguo y tal vez más conocido por sus matices
Lacanianos. En cambio, será el Otro del filósofo Immanuel Levinas el que mejor encaja en
lo que quisiera hacerse en la combinación de traducción y transferencia: una ética del Otro.
traducción
Entre conquistas, comercio, encargos, traidores y handmaidens, surgen un sinfín de
traducción. Ingram (2001) pudiera ser la primera en dejarla entrar, y nos aporta una
primero,translatus (bear/bourne) sirve de participio pasado para transferre, y que los dos
comparten una sinonimia con metaphor (citando Mahoney: 1982). Según la autora, el
as one does a child or a burden, but carrying that something across, relocating it somewhere
Ingram (2001) comienza con el padre de la transferencia, Sigmund Freud. Como la concibió
Freud, se trata de una conexión falsa enfrentada en batallas entre analista y cliente, en que
el analista queda en control, por más que se viera en riesgo de perderlo. Al aplicar la
bien se asemeja al paciente, decaído, tumbado al TO y al pasado. Así queda invisible, pasivo
como una handmaiden, una metáfora también usada por Grossman (2010). Esta humilde
En cuanto a Lacan, Ingram (2001) expone como el énfasis freudiano en el ego y la autoridad
del analista, se cambia por la significación aportada por el Otro, asentada en el deseo. Según
Ingram, el deseo nace a la raíz de la sujetización del paciente por parte del analista, y de
esto crece un peligro de traición por el primero. Esta traición, según la autora, refleja el
famoso proverbio tuscano: tradutore, tradditore. Como el sujeto lacaniano, así aterrizada
translating process will necessarily reveal both the unconscious of the translator and of the
Según sostiene Ingram (2001), Guattari y Deleuze instaron el rechazo del reductivismo de
Lacan, abarcando el amplio ámbito sociopolítico que influyera en la transferencia, más allá
realiza “the hysterical symptom of the capitalist body, whose transfer manifests not only the
political, social and historical desires of the culture but also its dis-eases” (p. 105). Al aplicar
esta imagen (acti)vista de la traducción, Ingram ilustra como Deleuze y Guattari resaltan: la
hegemonía del inglés, la desigualdad cultural, y las complejidades contextuales. En vez del
Ingram (2001) da la última palabra a Jung. Alega que su crítica a Freud refleja la crítica de
materialista por algo más universal, arraigado en los arquetipos, Jung asentó la
patient/analyst bond is to both the bonds of alchemy, such as the “royal marriage” of
chemicals signifying the meeting or collision of opposites” (p. 106). Así, según Ingram, Jung
lente colectiva, Ingram afirma que Deleuze y Guattari “lose sight of the potential
understanding of collective phenomena that Jung’s archetypal approach provides” (p. 107),
y que, como sus antecesores, pierden la visión más allá de la retórica violenta, por más que
consultorios.
aporta una imagen más armonizadora, y atenta al horror de su inflación al nivel colectivo.
agresividad metonímica. Al enfrentar los “half-baked mass-men” (p. 110, citando a Jung,
1954, p. 161), Ingram afirma la utilidad de una mirada junguiana que navega entre una
“distancia hermenéutica” (p. 110) y las conexiones entre culturas. Por medio del coniunctio,
original text in the target culture, neither a mere representation, nor a metonymic
las virtudes de una traducción. Dando vuelta a la lista que se mencionó al principio,
hasta cierto punto, puede entenderse limitado por una transacción comercial, y así queda
lo concibió Borges (2012), en realidad se trata de una relación conjugalentre texto, autor,
traductor y cultura. En este sentido, más bien se sujeta a la alquimia dela coniunctio. Si la
coniunctio, al fin y al cabo, se trata de una “Royal Wedding” como señala Ingram, cabe
señalar que se entiende como un proceso que, como la individuación a la cual apunta, nunca
se realiza en su totalidad. Según Jung (1954), tododistillatio es destinado a dar vuelta a
la prima materia para repetir y refinar el proceso cada vez más. En este sentido, no
deberíamos perder la visión valiosa del enfoque procesal y ese sujeto mutable que nos
retrató Lacan.
texto y autor de origen, y sobre todo, el ámbito arquetípico que alimenta todos los ya
mencionados factores. Como los arquetipos, toda traducción tiene que entenderse
osostenerse (be held) dentro de esta danza dinámica, interpretada sobre un sinfín de
indican un movimiento. Si nos basamos en Ortega y Gasset (2000), se pueden apreciar los
límites o los limines de la traducibilidad donde se desenredan todas las lenguas, y tal vez,
incluso aquel lenguaje primordial, dejándonos así un vistazo (o sea sonido) del primer
movimiento.
invocar el otro. Cuando Spivak (2012) alude a “an other self who resembles us, however
minimally, and with whom we can communicate” (p. 314), está invocando una retórica que
queda entre la lógica y el silencio. Se alega que es por eso que el traductor recurre a un
“simple miming of the responsibility to the trace of the other in the self” (p. 312). Así que,
de una manera paradójica, esta otredad es simultáneamente interior del mismo y más allá
palabra responsibility, pudiéramos asumir que este otro fuese el mismo otro de Lacan,
prestado por Bhabha (1994), con sus múltiples locaciones entre la proyección inconsciente
lanzada a otras culturas (el otro con minúscula) y el Otro que señala el caldo de símbolos
lingüísticos y culturales (el Otro con mayúscula), en combinación con el hecho de third
spaces entre el Yo y el Otro. No, un otro al cual se asigna una responsabilidad será el de
Emmanuel Levinas, y su aplicación a la traducción no viene fácil.
Sea de manera indirecta, nos recuerda Spivak (2012) al retrato de Levinas de una civilización
sostener la vista al otro sin violar o conquistarlo, o como lo expuso el filósofo, “a subject
incomparable with the other” (2006: 158). Richard Cohen, en su introducción a Humanism
of the Other (Levinas, 2006), nos expone cómo la filosofía de Levinas se obró en vista de las
fiel al partido Nazi. Retando a Heidegger, según Cohen, Levinas señaló una ética pre-
filosófica y pre-ontológica que precede el ser (Dasein). Por consiguiente, el ser (Self-Same)
asienta sus argumentos en una idea avanzada por el filósofo: la humanidad queda entre
Atenas y Jerusalén. Es decir, la mentalidad del mundo moderno lidia con la filosofía de los
cuanto a las buenas intenciones de Levinas en ofrecer una crítica del inflado ‘Self-Same’ o
cogito paternalístico occidental, Eaglestone señala una ceguera que se tiene que abordar.
Por ejemplo, señala como en el binario Atenas-Jerusalén, se oculta una identificación griega
con la polis, y como se puede perder la vista de otras mentalidades que aplican al tipo de
traducción que trata Spivak, por ejemplo, la identificación hindú con el río Ganges.
Sospechamos que Spivak tiene este tipo de fracaso intercultural en cuenta cuando avisa a
los traductores que no apremiemos los aspectos lógicos (a raíz del Logos griego) a expensas
hace alusión al Third Man de los filósofos griegos, una tercera presencia que surge de la
consideración de dos. Se trata de una metalanguage que se realiza a la hora de juntar textos
de lenguas distintas. Sir Richard Burton, según lo retrata Borges (2012), nos afirma un
hombre tercero griego en la mentalidad occidental. Borges (2012) menciona sólo de paso
discurso adecuado queda más allá, pero huelga decir que las dos figuras, según el autor,
masculino (ánima y ánimus). Con respecto a Priapus, al descargado lado humilde y base del
ámbito de la Sombra, el Otro interior junguiano que, para estos tipos de hombrones
otro lado, bien conocemos el rechazo de Burton de la mentalidad monoteísta. Entre Atenas
y Jerusalén quedan los traductores occidentales. Tal vez es por eso que perdonamos a
Spivak cuando, como una traductora de textos escritos en su lengua materna de Sanskrit,
señala: “The translator earns permission to transgress from the trace of the other – before
memory – in the closest places of the self. (Spivak, 2012, p. 313, citando a Spivak, 2000). Al
imaginarnos una ética del otro en la traducción, nos surgen dudas acerca de la habilidad de
Al fin y al cabo, Eaglestone (2005), haciendo eco de Ortega y Gassett (2012), desconfía en
la traducción, pero queda asentado en una posición tan purista, tan absolutista que no nos
deja el espacio para abordar un camino al otro. Hasta cierto punto, comparte las dudas de
Ortega y Gassett (2010) y Spivak (2012) acerca del lenguaje. No obstante, sí se puede
imaginar que desde los silencios profundos del lenguaje primordial sale de vez en cuando
‘cosiness’ de su primera lengua y cultura a la hora de abordar la traducción del otro. Por
consiguiente, sostiene que “we have an ethical grounds to be even more suspicious of the
idea of translation and the way in which it relates to communities: “what I translate is upset
No nos satisfice en lo más mínimo este mensaje paralítico. Levinas mismo afirmó que insta
la magnitud del encuentro con el otro en el sujeto Self-Same una dedicación a la obra por
el otro sin preocuparse por la imperfección de su respuesta. Así que, todo traductor se
acerca al autor con un sentido de la mayor importancia del segundo y del otro infinito al
cual señala.
Y digamos que, cuanto más el traductor proviene del mundo de Atenas y Jerusalén, tanto
más se obliga revisar su equipaje a la hora traducir obras que provienen de lugares no-
tanto geográfico y literal como metafórico, psíquico y filosófico, donde se enfrenta el Otro.
Por más que se haya reducido a una muletilla, como alega Tymokzco (2003), queda en un
Cabe mencionar un estudio clínico en la ética del Otro. Se centra en uno de sus traductores
Nos expone Shamdasani que Richard Hull, quien llegaría a ser el traductor principal de sus
perspectiva del Dr. Jung, resultando lo que, para los fines de este informe, constituyen
delitos graves contra la ética del Otro, comenzando con la arriba mencionada calidad
una carta al editor de las obras colectivas: “Hull has the unfortunate tendency to invent
different words for one and the same concept; that’s making for confusión (carta a Michael
Por su parte, y aportando las palabras propias del traductor, Shamdasani nos plantea que
“Does it make sense to you that Jung’s texts should be followed so faithfully that
oversights, obscurities or inconsistencies of exposition should be reproduced, or
should not be corrected save at the cost of an editorial explanation?” (1964, carta
al editor Herbert Read, p. 176)
milenios de traductores que, época tras época, suelen sentirse atacados: Cicerón, San
Jerónimo, Martin Lutero, entre otros. Podría decirse que es el arquetipo por excelencia de
opuesto, la humilde y fiel handmaiden de Grossman (2010) y Venuti (1995). Una vez
agitadas en la encrucijada del nigredo alquímico, la ética del Otro insta una transferencia
del texto más allá del Yo amenazado del traductor y del autor. Se percibe en la energía de
esa tensión entre autor y traductor el incomparable llamado del Otro de Levinas, y su
infinitud inalcanzable e irreducible de voces que nos recuerda a su contraparte en la
psicología junguiana: el Gran Sí-mismo. En el tribunal del Otro, podríamos culpar a los dos,
hasta cierto punto: perdieron la vista del Otro, y, si integramos el pensamiento de Levinas,
ensayo, Answer to Job: “the more consciousness insists on its own luminous nature and lays
claim to moral authority, the more the self will appear as something dark and menacing”
4. Conclusión
Tanto para Jung como para Levinas, puede afirmarse que los dos vivieron un proyecto cuyo
de la traducción, es por eso que Venuti (2012) afirma una fidelidad arraigada en la
requiere un resbalón para todas las partes: pacientes y analistas, autores y traductores. Se
“Tropezones hacen levantar los pies”. De esta manera, las posturas grandiosas de mártir,
de autoridad, sean de cualquier tipo, nos brindan los primeros pasos mientras nos aportan
Obras Citadas:
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