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El desafío de narrar
1.1.- Introducción
Muchas veces de esos destellos nacen los colores que hacen de la realidad ficticia, una
realidad deseable, tanto para el escritor como para sus futuros lectores. Cuando un
novelista logra al menos esbozar su argumento como mejor convenga a sus
posibilidades cognitivas, mediante un diagrama, mapa de sucesos relevantes, dibujos,
gráficas temporales; la continuidad de su esfuerzo, en gran parte está asegurada.
Escribir a ciegas, sin tener al menos una noción mínima de a dónde se va, suele ser tan
peligroso como estéril. Es más fácil abandonar un proyecto de fisonomía deforme que
uno de rasgos definidos, por más que el primero anuncie la ruptura de lo genial y el
segundo no. La imagen del escritor electrizado por una obsesión y convirtiendo su vida
de forma voluntaria en un caos, suele ser una imagen poco creíble del oficio que
lamentablemente han diseminado los medios en general.
Esta casi siempre se da en principio de forma nebulosa. Es preciso tener claro que en
ella todo está sujeto a cambios y que su conformación, muchas veces está lejos de ser
la definitiva. Pero resulta sin dudas una etapa importante porque en ella se “sueñan”
los hechos, las peripecias narrativas, el qué sucederá, el cuándo y dónde, lo que
equivale a tiempo y espacio. Por lo general lo que se tiene entre manos es un hecho
central que luego se deriva en acciones particulares, en donde todo, incluyendo a los
personajes, es dúctil, maleable. Esta primera fase suele ser aquella donde se toman
notas, se registran frases, se conciben situaciones y se modelan, aunque de forma
primitiva, los conflictos cuya contradicción interna marca el carácter original de la
ficción que se recrea. De algún modo, esta es una etapa del trabajo narrativo que se
mantiene durante todo el proceso y que tal vez nos ofrezca una palabra clave:
flexibilidad. Apasionarse con un proyecto de novela no significa considerar desde el
principio, inamovible la idea primigenia. La misma historia que estamos narrando,
durante la marcha del oficio escritural, es la que se encarga de revelarnos las
Para construir un argumento sólido, y por tanto una obra narrativa de valía artística,
es necesario el dominio de información en lo referente al campo narrativo que hemos
comenzado a diseñar. No se trata de un compendio exhaustivo, sino de esbozos que
predefinen la verosimilitud de nuestro discurso. Se trata de manejar datos, que, sin
llegar a ser enciclopédicos o minuciosos, nos permitan perfilar algunos elementos de
la trama. Entre ellos se encuentran el binomio tiempo- espacio y la construcción de
roles de los personajes. Si vamos a comenzar la escritura de una novela histórica cuya
acción se desarrolla en tiempos de la Conquista en América, lo primero sería definir un
segmento temporal entre fines del siglo XIV y principios del XVII, tener una noción de
hechos relevantes que marcaron ese período y saber en qué medida nuestros
personajes se verán afectados o favorecidos por los mismos en dependencia del espacio
geográfico en que vivan, pues la Conquista no fue un proceso homogéneo en todo el
Nuevo Mundo
este sentido resulta de suma importancia saber cómo y por qué sacaremos de escena a
un personaje que luego reaparecerá pues las consecuencias de las acciones deben
responder a una causalidad fundamentada y no al capricho del autor. Al menos en la
construcción del argumento, debe tenerse en cuenta que los nexos que darán
continuidad a la trama deben ser vértices que más adelante serán unidos para
conformar una especie de geometría invisible.
Los personajes siguen, por más que la trama sea en forma de puzle, una línea de
evolución que no debe de ser inverosímil: cuidar estos detalles atendiendo a cuestiones
de lógica elemental, garantiza que nuestra obra narrativa, ya sea novela relato o teatro,
se vaya construyendo de una forma sólida: ver esta progresión nos llena de confianza
en nuestro trabajo y le depara al lector la seguridad inconsciente de que no será
traicionado a mitad de camino.
Bibliografía:
Roth, P. (2011). El oficio: Un escritor, sus colegas y sus obras. Madrid: Penguin
Random House