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del siglo XX
El constructivismo ruso se consideraba más una filosofía que solo un estilo. Esta
filosofía reflejaba una creencia en el arte para el cambio social y no como una expresión
personal.
Sus partidarios abogaban por el arte y el diseño funcional en lugar del arte decorativo y
expresivo. Estas ideas calaron en el ánimo revolucionario del momento. La cultura
burguesa estaba siendo reemplazada por el movimiento proletario revolucionario.
Renunciar al color como elemento pictórico: Plantean que el color no es más que un
efecto óptico, una impresión exterior y superficial. No tiene nada que ver con la esencia
del objeto.
Renunciar a la línea como elemento descriptivo: Este principio se relaciona con su
intención de representar la vida misma. Lo descriptivo no es más que decoración. Para
los constructivistas, la línea solo tiene valor a modo de dirección de las fuerzas estáticas
y de los ritmos de los objetos.
Renunciar al volumen como forma espacial, pictórica y plástica: Hace referencia a
la imposibilidad de medir el espacio con el volumen. Hablan del espacio como una
profundidad continuada, infinita.
Renunciar a la escultura como elemento escultural.
Renunciar al Desencanto artístico y establecer el Ritmo y la Cinética como forma
de percepción del tiempo: Afirman que en su nueva forma de arte se encuentra un
nuevo elemento de ritmo y de percepción del tiempo. Debe existir una relación entre
pensamiento y producción.
El manifiesto también desarrolla que el constructivismo establece que el Arte no debe ser
santuario para el ocioso. El Arte debe estar para que la “Llama de la Vida” no se extinga en la
humanidad.
También el constructivismo considera que los gritos sobre el futuro no contribuyen ya que
nadie puede predecir el futuro. Por tal motivo quién hoy se ocupe del mañana, se ocupa en realidad
de no hacer nada, porque el Hoy pertenece al Hecho que es la única Verdad.
El constructivismo supuso una identidad visual para el comunismo soviético y tuvo como
objetivo principal llevar el arte al pueblo rescatándolo de las élites.
Eso no significa en modo alguno el cese de la experimentación. Los constructivistas se
centraron en todos los ámbitos creativos y experimentaron con todas las disciplinas, técnicas y
nuevas tecnologías, además de continuar la experimentación geométrica suprematista.
Más que arte para ser mostrado en una galería burguesa, el constructivismo hizo arte para
el pueblo mezclando todas las artes en un amalgama utópico de diseño, ingeniería, arquitectura,
pintura, escultura.
Entre las características de estilo está el uso de los colores naranjo, rojo, azul, amarillo,
negro y blanco (generalmente siempre en los mismos tonos, tanto en afiches como en objetos), la
constante alusión a elementos modernos que simbolizan el progreso, las estructuras geométricas
y las formas pesadas.
Se buscaba un nuevo orden en el arte, con la experimentación de nuevos medios. Una
característica de este estilo era el minimalismo, simplificando todo al nivel más fundamental.
El nuevo arte para el nuevo orden debería conducir a una mayor comprensión, paz y
unidad. Esto, a su vez, tendría un impacto en los problemas sociales y económicos del momento.
Otro proyecto no construido son los Estribanubes, también de El Lissitzky, son una
respuesta al rascacielos capitalista, al igual que los rascacielos, se pretende conquistar la
verticalidad, pero por contra, están concebidos como dotaciones públicas, son hitos
arquitectónicos para la ciudad. Conectados en el subsuelo con nuevos métodos de transporte,
dejan libre la cota cero para cederla a la sociedad. El elemento administrativo o dotacional está
compuesto por 2 o 3 plantas como máximo.
Lissitsky deriva en este trabajo a través de su serie de PROUNS, que define como
“intercambiadores entre pintura y arquitectura”.
Surgen en un momento histórico que necesitaba una forma más directa y visual de
plasmar el futuro que acontecía.
“Cada forma es la imagen rígida de un momento de un proceso por esto la obra es una
pausa del desarrollo y no meta endurecida” ( Lissitsky, 1929).
La arquitectura pasa a ser “obra de infraestructura”, que adquiere las características de las
obras industriales. La infraestructura era la mejor forma de corresponder a cualquier cambio de
contexto político y cultural, ya que emerge desde la raíz de una nueva articulación del ser humano,
con la ciudad, y estás a la vez con el trabajo.
Por otro lado, en la rama Productivista-Constructivista, de manos del escultor Vladimir
Tatlin, encontramos el Monumento a la III Internacional, se trata de una escultura metálica que
debía medir 400 metros, compuesta por una viga de celosía inclinada de la que parten dos vigas
helicoidales. Esta obra no logró ser construida.
Konstantin Melnikov realizó proyectos que se construyeron. El primero de ellos es el
Pabellón Soviético para la EXPO Universal de Paris de 1925. Como es habitual, el color que se
usa es el rojo de la revolución. Se usa el hierro y el vidrio. Al igual que sus homónimos
americanos, estos arquitectos también buscan romper la caja, pero en esta ocasión se hace de una
forma contundente y violenta. La cubierta parece rota como si hubiera habido una explosión
dentro. Este pabellón contenía en un ala un cuadro de Rodchenko, y en el otro ala, un tablero de
ajedrez. De esta forma se representaba el arte y el intelecto soviético.
Otro proyecto es el Club Rusakov. Es una nueva tipología edificatoria soviética, se trata
de un club político-cultural para los trabajadores. Este edificio tiene forma de un engranaje
partido, tiene 3 salas de reunión, varios salones de actos con capacidad de compartimentación, lo
que dota de flexibilidad al programa, zonas de talleres y zonas para jugar al ajedrez. La
materialidad es importante, se utiliza el hormigón y el vidrio, son materiales nuevos, al igual que
la nueva clase trabajadora. Se utiliza la diagonal como elemento compositivo tanto en planta como
en sección, enfatizando así el volumen final. En el exterior, los testeros de las salas de butacas
sirven para la colocación de propaganda política.
Otra de las obras importantes es La Casa Experimental de Konstantin Melnikov en
Moscú. Originalmente esta construcción fue realizada como un modelo para una casa obrera, La
casa fue concebida como un prototipo experimental reproducible dirigido a solucionar el
problema de la vivienda pública. Su creador la construyó entre los años 1927-1929, y su diseño
consiste en dos torres cilíndricas de color blanco que se rodean de ventanas hexagonales
distribuidas simétricamente a lo largo de toda la torre, buscando dar una imagen de pulcritud e
innovación.
La casa se relaciona con su único viaje a Europa, a París, en 1925, donde recibió el
encargo de construir el pabellón soviético para la Exposición de las Artes Decorativas. En esa
estancia en París, Melnikov tuvo la suerte de visitar el estudio del artista Ozenfort, proyectado
por Le Corbusier. Se quedó tan impresionado, que a su regreso a Moscú se imaginó en un universo
moderno y liberal, lejos del mundo arcaico en el que había vivido hasta hacía poco. Ortodoxo y
místico, como arquitecto fue, sin embargo, un revolucionario, y en la casa Melnikov centró todas
sus visiones.
La estructura está formada por dos cilindros de ladrillo calados y escayolados en blanco
que tienen un diámetro de unos 10 metros. El cilindro norte incluye 59 ventanas hexagonales que
le dan un carácter marcadamente abstracto (entre ambos cilindros suman 65). De la experiencia
parisiense, sin duda, Melnikov extrae de Le Corbusier los conceptos de la pureza y el rigor de los
volúmenes, la cubierta plana y a la vez accesible como terraza y la doble altura interior. Melnikov
muestra así que el progreso y la utopía pueden ser combinados con su esencia de ruso tradicional.
En 1922, con Lenin ya enfermo, Stalin era nombrado secretario general del partido
comunista ruso y tras la muerte de aquél, en 1924, se aprestaba a asumir el poder en el estado
soviético. Algunos de los artistas constructivistas se exiliaron y aunque Tatlin siguió viviendo en
la URSS, el constructivismo ponía punto final a su existencia. Se iniciaban los tiempos del
realismo socialista y el sistema político del país acababa convertido en una férrea dictadura. En
1931 se usa el clasicismo para proyectar el palacio de los Soviets, y es el fin de las Vanguardias
Soviéticas. En 1934 José Stalin introdujo y definió formalmente el realismo socialista como la
estética oficial de la Unión Soviética, volviendo a un arte al servicio del poder.
Conclusión:
Se puede concebir que el Constructivismo como Vanguardia, fue un movimiento artístico
que floreció en Rusia a inicios del siglo XX, promoviendo nuevos conceptos sobre el arte y la
arquitectura. Se puede destacar en el constructivismo el carácter ideológico y social en sus obras
de arte, como también la búsqueda de “simplicidad”. Fue un período donde se realizaron grandes
estudios de los materiales que fueron vitales en la concepción de las obras de arte y de la
arquitectura.
En el ámbito de la arquitectura se destaca por buscar una diferenciación con lo realizado
en occidente, creando obras con un carácter crítico hacia las presentes en el continente americano.
También se destacó la arquitectura por su funcionalidad social. Las obras siempre debían tener
una función para el pueblo. Aunque muchas obras no pudieron salir del papel debido a las
carencias de técnicas constructivas de la época, si sirvieron como guía para obras futuras,
mostrando su legado. La búsqueda de simplicidad y el uso de ciertos materiales como el
hormigón, el metal y el vidrio, en la actualidad se mantienen como parámetros constructivos. Por
tal motivo aún cuando está Vanguardia tuvo que finalizar abruptamente con la llegada Stalin,
puede decirse que las ideas y conceptos perduran hasta el día de hoy.