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CRISTIANISMO CONTRADICCIÓN MARXISTA

El cristianismo es un saber absoluto, por lo cual es un cierre de la dialéctica,


abandonando la negación de la negación, volviendo ésta negativa.
La crítica de Marx a la religión se orientó a su capacidad de alienación, no se
enfocó tanto en el debate sobre la “existencia de un ser superior”, porque ya los
hegelianos de izquierda y Feuerbach habían descrito las inconsistencias de
estas creencias. En este texto tampoco abordaremos la discusión entre el
materialismo y el idealismo, nos centraremos en las contradicciones entre el
cristianismo y el marxismo desde el punto de vista filosófico y teológico.
La biblia no propone un mundo material diferente al establecido, eso lo corrobora
el libro de Mateo al relatar una escena donde los discípulos le preguntan a Jesús
si es justo pagar impuestos y este responde “Dad, pues, a César lo que es de
César, y a Dios lo que es de Dios”. La biblia propone mantener el orden vigente,
en algunos casos demanda la existencia de un estado monárquico que gobierne
al pueblo de Dios, esta afirmación está implícita en casi todos los libros que
componen la sagrada escritura, pero quizá el pasaje que nos puede confirmar
esta teoría sin dificultad alguna lo podemos encontrar en Daniel 2:21 cuando se
refiere a jehová como el que “quita reyes, y pone reyes”.
Uno de los principios del marxismo es su ideal revolucionario, estableciendo la
necesidad de cambiar lo viejo por lo nuevo, no es conservador, y es allí donde
se contradice con el cristianismo. El argumento más significativo del cristianismo
revolucionario o de los que siguen la línea de la teología de la liberación para
refutar la anterior teoría, es lo sucedido con el pueblo de Israel en Egipto, ese
mandato libertario de Dios. ¿Pero cómo era esa nueva sociedad que Dios diseño
para el hombre? ¿Cómo eran sus relaciones? ¿Qué tan cercana era a la
sociedad sin explotación del hombre por el hombre que plantea el marxismo?
Estos interrogantes los solucionaremos estudiando las relaciones sociales de la
época de moisés después del éxodo.
Para hacer un análisis juicioso de la vida del pueblo de Israel después de la
liberación, estudiaremos dos libros, número que relata los sucesos del año
después del éxodo hasta la llegada a los campos de Moad y que nos ilustra la
forma de adquisición de la tierra de la población de Israel, y Deuteronomio que
se concentra en las últimas semanas de vida de moisés, da a conocer una serie
de normas y leyes que regirán a los israelitas.
Lo primero que hay que conocer de la forma organizativa de Israel, es la manera
como accedieron a la tierra, Deuteronomio relata como proyectan su entrada
violenta, con intención de despojo y saqueo en la “tierra prometida” o Canaán
que era su verdadero nombre.

“Yserá, cuando Jehová tu Dios te hubiere introducido en la tierra que juró a tus
padres Abraham, Isaac, y Jacob, que te daría; en ciudades grandes y buenas
que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no henchiste, y cisternas
cavadas, que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste: luego que
comieres y te hartares, Guárdate que no te olvides de Jehová, que te sacó de
tierra de Egipto, de casa de siervos” (Deuteronomio 6:10-12)

La repartición de tierras que planteaba moisés una vez entraran a Canaán,


basada en la determinación de su inspiración divina, era muy sencilla, se le daba
tierra a cada tribu paterna según su número de integrantes, se le daba más a las
grandes familias y menos a las familias pequeñas, la ubicación de terreno era al
azar (números del 26:52). En esas tierras desempeñaban labores agropecuarias
como el cultivo, la producción bovina y ovina, anualmente diezmaban de lo
producido utilizando ese producto para suplir las necesidades del extranjero, los
huérfanos, las viudas y los levitas que no tenían heredad (Deuteronomio 14:22-
29).

La forma de Gobierno establecida por los israelitas fue un estado monárquico,


en donde se escogía un rey también por designios divinos, el cual no debía ser
extranjero, pero si vivir bajo la ley de Dios y en austeridad (Deuteronomio 17:14-
20). En esta nueva sociedad que venía de una histórica liberación del yugo
Egipcio, no elimino la esclavitud, ésta era permitida por 6 años y luego el esclavo
era liberado con un pequeño reconocimiento, de igual forma había servidumbre
y jornaleros (Deuteronomio 15:12-18).

Con lo anterior, podemos establecer que si bien la biblia tiene elementos que
podemos recoger, ser Marxista es una contradicción cristiana, ya que
proponemos un nuevo orden social, y ser cristiano implica cumplir los mandatos
de la biblia en su totalidad, incluyendo la forma de estado planteada, esto hace
de esta religión una contradicción Marxista.

Pero no hay que desconocer al cristianismo y sus formas organizativas como un


frente de masas importantes. Uno de los errores que cometen a diario algunos
revolucionarios es la provocación y el desafío a estos sectores, cosa que afecta
negativamente la revolución.

Como bien lo señalaba Lenín en su texto actitud del partido obrero hacia la
religión. El materialismo dialectico de Marx y Engels aunque resalta como
requisito fundamental, como su abecé, luchar contra la religión, el Marxismo no
se detiene allí, va más allá al reconocer la necesidad de vincularla a la lucha del
proletariado.

Alexander Arteaga; 5 de noviembre del 2017.

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