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SEXUALIDAD Y VALORES

Los valores no son algo intangible que se pueden observar directamente, más bien se explicitan en la vida
cotidiana, en la forma en que nos comportamos y relacionamos en casa con nuestros padres y hermanos (as)con
nuestros amigos en la forma en que nos desempeñamos en la escuela, en las relaciones que establecemos con
el enamorado (a) en el cuidado de nuestra salud y en la forma de vivir nuestra sexualidad.
Frente a una determinada situación existen muchas posibilidades de respuestas, entonces las personas nos
vemos obligadas a elegir. Podemos optar frente a lo que nos parece bueno, frente a lo que nos parece malo o
inconveniente y en este proceso de elección podemos equivocarnos. Por tanto es importante procurar no
equivocarnos y adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar en nuestras elecciones.

La sexualidad es un gran valor que encierra múltiples valores humanos.Una vivencia sexual auténticamente
humana debe estar en consonancia con nuestra naturaleza corpórea, racional, sentimental y social.Para ejercer
nuestra sexualidad de forma responsable no solo basta con saber sobre métodos anticonceptivos y de protección
para evitar embarazos no deseados o ETS, sino que es necesario desarrollar una cantidad de valores que permitan
a la persona la toma de decisiones. Hoy en día se sabe que la sexualidad no se reduce al sexo y las relaciones
sexuales, sino que es un concepto que abarca la vida física, emocional y afectiva de las personas, tanto de forma
individual como colectiva.

Por esta razón, el placer sexual, que tiene su furor entre las etapas de la adolescencia y la juventud, no puede
satisfacerse de manera desbordada. Si la persona solo busca satisfacer su deseo y placer no solo pone en riesgo
su vida sino también la vida de los demás.

En el caso del ser humano, el instinto sexual no puede desligarse de los afectos porque el individuo es una unidad.

Nuestras actitudes y comportamientos sobre cómo vivir nuestra


sexualidad también están influenciados por los valores convencionales. Si bien la sexualidad se
experimenta de manera personal, muchos de los valores que se adoptan están determinados por la
cultura en que se vive. En esta etapa nos damos cuenta de que no todas las personas que nos
rodean tienen los mismos valores respecto a la sexualidad y por esa razón nos vemos confrontados
con los valores de nuestros amigos y maestros, eso nos lleva a analizar y cuestionar nuestros valores
convencionales y así progresivamente vamos construyendo nuestra propia escala de valores que
guiará nuestra vida.

VIVENCIA DE LA SEXUALIDAD Y LOS VALORES


CONVENCIONALES
Por ejemplo: elegir una pareja con determinadas características físicas refleja una valoración, tanto
de la persona como del grupo social. Lo que suele ocurrir es que muchas veces actuamos por
"costumbre" porque todos lo hacen" o porque "siempre ha sido así"Si bien tenemos libertad para
hacer nuestras elecciones es importante que no nos dejemos llevar por la fuerza de la costumbre,
porque podemos hacer elecciones que no son buenas, es decir, que no nos convienen.

Algunos valores convencionales no permiten vivir una sexualidad de manera saludable ni a


realizarnos como personas integras y autenticas.Por ejemplo un joven se puede sentir presionado
socialmente a tener sexo para demostrar su "hombría" y le pide la "prueba de amor"a su compañera.
El proceso de transmisión de valores es lento, único y personal,pero se enriquece y revitaliza en la
reflexión e interacción con los demás.
He aquí algunos de los valores humanos que deben ser vividos si buscamos realizar y disfrutar a plenitud nuestra
sexualidad.
Aceptación de nuestro ser sexual en su totalidad lo mismo que el ser del otro. Se trata de un bien, una ocasión,
un reto de vida.
Aprecio y cuidado. La sexualidad debe vivirse a plenitud, con emoción y con pasión, pero con arte y delicadeza;
sin dañarnos ni hacer daño al otro. No puede reducirse a una actividad divertida, a un juego placentero pero
superficial y sin sentido.
Conciencia, basada en el conocimiento de sus diversas dimensiones, de su sentido y de su importancia para la
propia vida y para las relaciones sociales.
Respeto de la propia dignidad y la dignidad del otro, de los propios y ajenos sentimientos, convicciones y
decisiones. No pretendamos que nuestras concepciones y comportamientos sexuales sean los únicos aceptables
y deban de servir de modelo para todos. El respeto por la dignidad del otro nace de la conciencia de igualdad,
matizada por las diferencias de convicciones, actitudes y comportamientos.

Las formas de vivir la sexualidad deben ser auténticas, es decir, nacer y cimentarse en principios. No debe haber
contradicción entre aquello que se piensa y aquello que se dice y hace. También hay que respetar la autenticidad
del otro no buscando juzgarlo sino comprenderlo.

Tener conciencia de la dignidad lo mismo que de la repercusión y consecuencias de los propios actos. Toda
experiencia sexual está cargada de grandes responsabilidades.

Sentir el gozo y alegría de vivir y convivir las experiencias sexuales en forma plena, racional y auténtica, superando
el mero placer corpóreo y momentáneo.
Rodear la sexualidad de arte y belleza. Saborear lo hermoso, lo bello y lo sublime de la realidad sexual.

Somos seres racionales. Hay que moldear lo instintivo y lo inmediato, sin sacrificar la espontaneidad y naturalidad.

La sexualidad debe ir unida a la ternura, la nobleza y los delicados sentimientos.

La sexualidad es una expresión del amor, de la alegría de darse generosamente al otro para que crezca, sea más,
viva más, disfrute más.

Lo importante es vivir estos valores a través de nuestra sexualidad, no tanto seguir las convenciones, normas y
prejuicios de culturas y sociedades a menudo deshumanizadas.

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