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Searching for Signatures of Brain Maturity: What Are We Searching For?

El cerebro humano alcanza su volumen adulto a los diez años, pero las neuronas que lo
conforman siguen cambiando durante muchos años. Las conexiones entre las neuronas
vecinas se reducen mientras que surgen nuevos vínculos entre zonas del cerebro mucho
más separadas.

En algún momento esta recomposición se hace más lenta, lo cual indica que el cerebro está
madurando. Sin embargo, eso pasa a distintos ritmos en distintas partes del cerebro.

En el lóbulo occipital, la parte posterior del cerebro, se termina a los 20 años. En el frontal,
la parte anterior, siguen formándose nuevas conexiones a los 30 años e incluso después.

Cuando cambia la anatomía del cerebro, su actividad también lo hace. En el cerebro de un


niño las regiones colindantes tienden a trabajar juntas. En la adultez, las regiones distantes
comienzan a actuar en conjunto. Los neurocientíficos han especulado que esta armonía a
larga distancia permite que el cerebro adulto funcione con más eficacia y procese más
información.

El estudio del desarrollo del cerebro abarca la evaluación de los cambios estructurales,
funcionales y a nivel de redes que ocurren a lo largo de la vida, junto con los mecanismos
que impulsan estos cambios (por ejemplo, influencia hormonal, experiencia, etc.).

La maduración cerebral es un proceso de varias capas que no se corresponde con una sola
línea de tiempo de desarrollo. En el nivel estructural bruto, el cerebro en desarrollo exhibe
reducciones en la materia gris cortical y aumenta el volumen y la anisotropía (La anisotropía
es el movimiento de las moléculas de agua de manera caótica, y puede ser modificada además por
factores físicos como por ejemplo la temperatura) de la sustancia blanca desde la infancia hasta
la edad adulta (Giedd et al., 1999).

* Se puede medir con Tensor de Difusión por Resonancia Magnética (DTI). La SB no


interviene directamente en el proceso cognitivo en sí, sino que desempeña su función
haciendo posible que las distintas regiones cerebrales implicadas en la cognición se
mantengan conectadas y que la información fluya a una velocidad adecuada. Luego,
participa en dos características funcionales y estructurales básicas del cerebro, la
interconexión y la velocidad. Viene a ser el cableado de la máquina cerebral. Por esto, las
alteraciones de la sustancia blanca pueden ocasionar variaciones en la capacidad cognitiva.*

Los estudios longitudinales han sido particularmente informativos en las trayectorias de


trazado y puntos de asíntota en neurodesarrollo. Muestran que las reducciones de la
sustancia gris cortical y los aumentos en la sustancia blanca continúan cambiando
activamente hasta bien entrados los años veinte y que un punto de estabilidad emerge
antes en algunas estructuras cerebrales que otras. Generalmente, las regiones de corteza
de asociación que incluyen la corteza prefrontal muestran un desarrollo estructural
particularmente tardío, mientras que las regiones subcorticales y occipitales
asintóticamente son sustancialmente anteriores (Ostby et al., 2009; Tamnes et al., 2010;
Figura 1A). Sin embargo, el desarrollo estructural continúa progresando durante un tiempo
sorprendentemente largo. Un estudio especialmente amplio mostró que, para varias
regiones del cerebro, las curvas de crecimiento estructural no se habían estabilizado incluso
a la edad de 30 años, la edad más avanzada en su muestra. (Tamnes et al., 2010; Figure 1B).

Por lo tanto, un reto clave para clasificar la madurez en función de los índices estructurales
es que es ambiguo cuando una referencia adulta alcanza un punto de ajuste constante;
depende del tipo de medida anatómica y de la región del lóbulo o cerebro seleccionada.
Además, no está claro si existe incluso un punto fijo fijo.

Otra característica de maduración del cerebro son los patrones intrínsecos de conectividad
que comprenden las redes cerebrales. Las medidas de conectividad cerebral generalizada
cambian de formas complejas desde la niñez hasta la edad adulta, caracterizadas por
reducciones en las conexiones locales y aumentos en las conexiones distribuidas. Se cree
que estos cambios basados en la conectividad reflejan un cerebro que se está volviendo
más eficiente en su comunicación dentro de la red y más integrado en su comunicación
entre redes (Fair et al., 2009).

Otros procesos del neurodesarrollo incluyen cambios neuroquímicos en la disponibilidad de


neurotransmisores y la densidad de receptores, la eficiencia metabólica cerebral, el cambio
hormonal y el equilibrio excitador / inhibidor.
Ha habido un reciente aumento del interés en la función cerebral de los "adultos
emergentes", individuos de aproximadamente 18-22 años que la mayoría de las sociedades
trata como adultos, pero para quienes la maduración neurobiológica es incompleta en casi
cualquier medida. Recientemente, Cohen y sus colegas (2016) evaluaron el grado en que
los cerebros de las personas de 18 a 21 años de edad funcionaban de manera más similar a
los adolescentes o adultos mientras realizaban una tarea regulatoria que incluía señales
amenazantes y contextos amenazantes. Los resultados mostraron que en el funcionamiento
de áreas cerebrales clave como la corteza prefrontal dorsolateral, la actividad cerebral de
los jóvenes de 18-21 años durante las condiciones de amenaza era más similar a un grupo
de referencia de 13-17 años que a un grupo de referencia de 22-25 años . Estos hallazgos
proporcionan evidencia convergente para el neurodesarrollo continuo durante la ventana
de 18 a 21 años.

Otras fuentes

Experimentos realizados por Michael Merzenich y colaboradores mostraron que los mapas
sensoriales y motores de la corteza cerebral (la representación somestésica y motora del
cuerpo) pueden modificarse con la experiencia. El tamaño de esos mapas puede cambiar
incluso en animales adultos. Tras la amputación de miembros tiene lugar una
reorganización de esos mapas en el humano adulto, confirmando la plasticidad de esas
estructuras. También se conocía que la representación motora de la mano izquierda de los
violinistas es mayor en músicos que utilizan este instrumento.

Microstructural Changes of the human Brain from Early


to Mid-Adulthood
En contraste con la maduración y el envejecimiento del cerebro humano, los cambios
estructurales y funcionales del cerebro humano desde la primera mitad de la adultez rara
vez se han estudiado especialmente. En este estudio, investigamos los cambios
microestructurales del cerebro humano desde principios hasta mediados de la edad adulta.
Con base en los datos de DTI de 111 adultos de 18-55 años, observamos correlaciones
negativas estadísticamente significativas entre edad y FA, así como correlaciones
estadísticamente significativas relacionadas con la edad con otras medidas de DTI, desde
principios hasta mediados de la edad adulta.

Específicamente, correlacionamos primero la edad con la anisotropía fraccional


esqueletizada (FA), la difusividad media (MD), la difusividad axial (AD) y la difusividad radial
(RD) a nivel global y regional, y luego estimamos las edades de los individuos según cada
DTI net, un tipo de método de análisis de patrones multivariantes (MVPA) que tiene como
objetivo seleccionar el modelo que logre el mejor equilibrio entre la bondad de ajuste y la
complejidad del modelo.

FIGURE 2 | Statistically significant negative age-vs-fractional anisotropy (FA) correlations


across subjects. The threshold was p < 0.05 (FWE corrected) and cluster size ≥10 mm3. The
correlation map was superimposed on the FA template in the MNI space
(http://fsl.fmrib.ox.ac.uk/fsl/fslwiki/FMRIB58_FA). Green color indicates the FA skeleton
mask, and blue-light-blue color indicates statistically significant negative correlations.
Statistically significant negative age-vs-FA correlations were observed in the bilateral
corticospinal tract (CST) (A,B), the genu of the corpus callosum (CCg) (C,D,J,L), the fornix (K),
the left superior longitudinal fasciculus (SLF) (E,F,H), the left inferior longitudinal fasciculus
(ILF) (I), and the right splenium of the CC (G), as were highlighted by circles when there were
more than one cluster on the slice. No statistically significant positive age-vs-FA correlation
was observed.

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