Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
EXTEMPORÁNEOS
Un mundo sin novelas
La literatura es vista hoy en día como un entretenimiento, del que lo deploro por los hombres, y por aque-
llos millones de seres humanos que,
se puede prescindir en función del gusto individual. Este texto de pudiendo leer, han renunciado a hacerlo.
Vargas Llosa es una apasionada defensa de la literatura como la No sólo porque no saben el placer que
se pierden, sino, desde una perspectiva
mejor herramienta de comunicación entre los hombres y como el menos hedonista, porque estoy conven-
medio para crear ciudadanos libres y críticos. Un mundo sin lite- cido de que una sociedad sin novelas, o
en la que la literatura ha sido relegada,
ratura sería un mundo sin lenguaje y, por ello, sin ideas nuevas. como ciertos vicios inconfesables, a los
márgenes de la vida social y convertida
M
uchas veces me ha ocurrido, en a ser, cada vez más, una actividad feme- poco menos que en un culto sectario, está
ferias del libro o librerías, que nina: en las librerías, en las conferencias condenada a barbarizarse espiritual-
un señor se me acerque con un o recitales de escritores, y, por supuesto, mente y a comprometer su libertad.
libro mío en las manos y me pida una en los departamentos y facultades Me propongo en este texto formular
firma, precisando: “Es para mi mujer, o universitarios dedicados a las letras, las algunas razones contra la idea de la lite-
mi hijita, o mi hermana, o mi madre; ella, faldas derrotan a los pantalones por go- ratura, en especial de la novela, como un
o ellas, son grandes lectoras y les encanta leada. La explicación que se ha dado es pasatiempo de lujo, y a favor de consi-
la literatura”. Yo le pregunto, de inme- que, en los sectores sociales medios, las derarla, además de uno de los más esti-
diato: “¿Y, usted, no lo es? ¿No le gusta mujeres leen más porque trabajan me- mulantes y enriquecedores quehaceres
leer?” La respuesta rara vez falla: “Bueno, nos horas que los hombres, y, también, del espíritu, una actividad irremplaza-
sí, claro que me gusta, pero yo soy una que muchas de ellas tienden a conside- ble para la formación del ciudadano en
persona muy ocupada, sabe usted”. Sí, rar más justificado que los varones el una sociedad moderna y democrática, de
lo sé muy bien, porque he oído esa expli- tiempo dedicado a la fantasía y la ilusión. individuos libres, y que, por lo mismo,
cación decenas de veces: ese señor, esos Soy un tanto alérgico a estas explicacio- debería inculcarse en las familias desde
miles de miles de señores iguales a él, nes que dividen a hombres y mujeres en la infancia y formar parte de todos los
tienen tantas cosas importantes, tantas categorías cerradas y que atribuyen a programas de educación como una dis-
obligaciones y responsabilidades en la cada sexo virtudes y deficiencias colecti- ciplina básica. Ya sabemos que ocurre lo
vida, que no pueden desperdiciar su vas, de manera que no suscribo del todo contrario, que la literatura tiende a
precioso tiempo pasando horas de horas dichas explicaciones. Pero de lo que no encogerse e, incluso, a desaparecer del
enfrascados en una novela, un libro de hay duda es que los lectores literarios currículo escolar como si se tratara de una
poemas o un ensayo literario. Según esta –hay muchos lectores, pero de bazofia enseñanza prescindible.
extendida concepción, la literatura es impresa– son cada vez menos, en ge- Vivimos en una era de especialización
una actividad prescindible, un entreteni- neral, y que, dentro de ellos, las mujeres del conocimiento, debido al prodigioso
miento, seguramente elevado y útil para prevalecen. Ocurre en casi todo el mun- desarrollo de la ciencia y la técnica, y a
el cultivo de la sensibilidad y las maneras, do. En España, una reciente encuesta or- su fragmentación en innumerables
un adorno que pueden permitirse ganizada por la SGAE (Sociedad General avenidas y compartimentos, sesgo de la
quienes disponen de mucho tiempo de Autores Españoles) arrojó una com- cultura que sólo puede acentuarse en los
libre para la recreación, y que habría que probación alarmante: que la mitad de los años venideros. La especialización trae,
filiar entre los deportes, el cine, el brid- ciudadanos de ese país jamás ha leído un sin duda, muchos beneficios, pues ella
ge o el ajedrez, pero que puede ser sa- libro. La encuesta reveló, también, que, permite profundizar en la exploración y
crificado sin escrúpulos a la hora de en la minoría lectora, el número de mu- la experimentación, y es el motor del
establecer una tabla de prioridades en los jeres que confiesan leer supera al de los progreso. Pero tiene, también, como con-
quehaceres y compromisos indispensa- hombres en un 6.2% y la tendencia es a secuencia negativa, el ir eliminando esos
bles de la lucha por la vida. que la diferencia aumente. Yo me alegro denominadores comunes de la cultura
Es cierto que la literatura ha pasado mucho por las mujeres, claro está, pero gracias a los cuales los hombres y las mu-
frecuencia y otros de manera esporádica– mente incultos y no saben servirse del ción artística al acto sexual. Sin la litera-
porque la vida que tienen no les basta, no lenguaje para comunicar los tesoros con- tura, no existiría el erotismo. El amor y el
es capaz de ofrecerles todo lo que quisie- ceptuales de que son poseedores. Hablar placer serían más pobres, carecerían de
ran. La novela no comienza a existir cuan- bien, disponer de un habla rica y diversa, delicadeza y exquisitez, de la intensidad
do nace, por obra de un individuo; sólo encontrar la expresión adecuada para que alcanzan educados y azuzados por la
existe de veras cuando es adoptada por cada idea o emoción que se quiere comu- sensibilidad y las fantasías literarias. No
los otros y pasa a formar parte de la vida nicar, significa estar mejor preparado para es exagerado decir que una pareja que ha
social, cuando se torna, gracias a la lec- pensar, enseñar, aprender, dialogar y, leído a Garcilaso, a Petrarca, a Góngora y
tura, experiencia compartida. también, para fantasear, soñar, sentir y a Baudelaire ama y goza mejor que otra
Uno de sus primeros efectos benéficos emocionarse. De una manera subrepticia, de analfabetos semiidiotizados por los
ocurre en el plano del lenguaje. Una
comunidad sin literatura escrita se expre-
sa con menos precisión, riqueza de ma-
tices y claridad que otra cuyo principal
instrumento de comunicación, la palabra,
ha sido cultivado y perfeccionado gracias
a los textos literarios. Una humanidad sin
novelas, no contaminada de literatura, se
parecería mucho a una comunidad de
tartamudos y de afásicos, aquejada de
tremendos problemas de comunicación
debido a lo basto y rudimentario de su
lenguaje. Esto vale también para los in-
dividuos, claro está. Una persona que no
lee, o lee poco, o lee sólo basura, puede
hablar mucho pero dirá siempre pocas
cosas, porque dispone de un repertorio
mínimo y deficiente de vocablos para
expresarse. No es una limitación sólo ver-
bal; es, al mismo tiempo, una limitación
intelectual y de horizonte imaginario, una
indigencia de pensamientos y de conoci-
mientos, porque las ideas, los conceptos,
mediante los cuales nos apropiamos de la
realidad existente y de los secretos de
Ilustraciones: LETRAS LIBRES / FabricioVanden Broeck
mente esa insatisfacción vital, pero, en ese que vivimos para tratar de acercarlo –em- cigua momentáneamente la insatisfac-
milagroso intervalo, en esa suspensión presa siempre quimérica– a aquel en que ción humana, la incrementa, y, desarro-
provisional de la vida en que nos sume la quisiéramos vivir; pero, gracias a su llando una sensibilidad inconformista
ilusión literaria –que parece arrancarnos terquedad en alcanzar aquel sueño ante la vida, hace a los seres humanos más
de la cronología y de la historia y conver- inalcanzable –casar la realidad con los aptos para la infelicidad. Vivir insatisfe-
tirnos en ciudadanos de una patria sin deseos– ha nacido y avanzado la civiliza- cho, en pugna contra la existencia, es em-
tiempo, inmortal– somos otros. Más ción, y llevado al ser humano a derrotar peñarse en buscar tres pies al gato sabien-
intensos, más ricos, más complejos, más a muchos –no a todos, por supuesto– de- do que tiene cuatro, condenarse, en cierta
felices, más lúcidos, que en la constreñi- monios que lo avasallaban. Y no existe forma, a librar esas batallas que libraba el
da rutina de nuestra vida real. Cuando, mejor fermento de insatisfacción frente a coronel Aureliano Buendía, de Cien años
cerrado el libro, abandonada la ficción, lo existente que la buena literatura. Para de soledad, sabiendo que las perdería to-
regresamos a aquélla y la cotejamos con formar ciudadanos críticos e indepen- das. Esto es probablemente cierto; pero
el esplendoroso territorio que acabamos dientes, difíciles de manipular, en perma- también lo es que, sin la insatisfacción y
de dejar, qué decepción nos espera. Es nente movilización espiritual y con una la rebeldía contra la mediocridad y la sor-
decir, esta tremenda comprobación: que imaginación siempre en ascuas, nada didez de la vida, los seres humanos vivi-
la vida soñada de la novela es mejor –más como las buenas novelas. ríamos todavía en un estado primitivo, la
bella y más diversa, más comprensible y Ahora bien, llamar sediciosa a la lite- historia se hubiera estancado, no habría
perfecta– que aquella que vivimos cuan- ratura porque las bellas ficciones desarro- nacido el individuo, ni la ciencia ni la
do estamos despiertos, una vida doble- llan en los lectores una conciencia alerta tecnología hubieran despegado, ni los de-
gada por las limitaciones y servidumbres respecto de las imperfecciones del mun- rechos humanos serían reconocidos, ni la
de nuestra condición. En este sentido, la do real no significa, claro está, como creen libertad existiría, pues todos ellos son
buena literatura es siempre –aunque no las iglesias y los gobiernos que establecen criaturas nacidas a partir de actos de in-
lo pretenda ni lo advierta– sediciosa, censuras para atenuar o anular su carga sumisión contra una vida percibida como
insumisa, revoltosa: un desafío a lo que subversiva, que los textos literarios pro- insuficiente e intolerable. Para este
existe. La literatura nos permite vivir en voquen inmediatas conmociones sociales espíritu que desacata la vida tal como es,
un mundo cuyas leyes transgreden las o aceleren las revoluciones. Entramos y busca, con la insensatez de un Alonso
leyes inflexibles por las que transcurre aquí en un terreno resbaladizo, subjeti- Quijano (cuya locura, recordemos, nació
nuestra vida real, emancipados de la cár- vo, en el que conviene moverse con pru- de leer novelas de caballerías), materia-
cel del espacio y del tiempo, en la impuni- dencia. Los efectos sociopolíticos de un lizar el sueño, lo imposible, la literatura
dad para el exceso y dueños de una sobe- poema, de un drama o de una novela son ha servido de formidable combustible.
ranía que no conoce límites. ¿Cómo no inverificables porque ellos no se dan ca- Hagamos un esfuerzo de recons-
quedaríamos defraudados, luego de leer si nunca de manera colectiva, sino indi- trucción histórica fantástica, imaginando
La guerra y la paz o En busca del tiempo perdi- vidual, lo que quiere decir que varían un mundo sin literatura, una humanidad
do, al volver a este mundo de pequeñeces enormemente de una a otra persona. Por que no hubiera leído novelas. En aquella
sin cuento, de fronteras y prohibiciones ello es difícil, para no decir imposible, es- civilización ágrafa, de léxico liliputense,
que nos acechan por doquier y que, a cada tablecer pautas precisas. De otro lado, en la que prevalecerían acaso sobre las
paso, corrompen nuestras ilusiones? Esa muchas veces estos efectos, cuando re- palabras los gruñidos y la gesticulación
es, acaso, más incluso que la de mantener sultan evidentes en el ámbito colectivo, simiesca, no existirían ciertos adjetivos
la continuidad de la cultura y la de enri- pueden tener poco que ver con la calidad formados a partir de las creaciones lite-
quecer el lenguaje, la mejor contribución estética del texto que los produce. Por rarias: quijotesco, kafkiano, pantagruéli-
de la literatura al progreso humano: ejemplo, una mediocre novela, La cabaña co, rocambolesco, orwelliano, sádico y
recordarnos (sin proponérselo en la del tío Tom, de Harriet Elizabeth Beecher masoquista, entre muchos otros. Habría
mayoría de los casos) que el mundo está Stowe, parece haber desempeñado un locos, víctimas de paranoias y delirios de
mal hecho, que mienten quienes pre- papel importantísimo en la toma de persecución, y gentes de apetitos desco-
tenden lo contrario –por ejemplo, los conciencia social en Estados Unidos munales y excesos desaforados, y bípedos
poderes que lo gobiernan–, y que podría sobre los horrores de la esclavitud. Pero que gozarían recibiendo o infligiendo do-
estar mejor, más cerca de los mundos que que estos efectos sean difíciles de identi- lor, ciertamente. Pero no habríamos
nuestra imaginación y nuestro verbo son ficar no implica que no existan. Sino que aprendido a ver detrás de esas conductas
capaces de inventar. ellos se dan, de manera indirecta y múl- excesivas, en entredicho con la supuesta
Una sociedad democrática y libre ne- tiple, a través de las conductas y acciones normalidad, aspectos esenciales de la
cesita ciudadanos responsables y críticos, de los ciudadanos cuya personalidad las condición humana, es decir, de nosotros
conscientes de la necesidad de someter novelas contribuyeron a modelar. mismos, algo que sólo el talento creador
continuamente a examen el mundo en La buena literatura, a la vez que apa- de Cervantes, de Kafka, de Rabelais, de
transgresión y exceso se agazapan en lo los recién nacidos con defectos físicos. las pequeñas comunidades mágico-reli-
más íntimo de nuestro ser y que, desde Incivil, bárbaro, huérfano de sensibi- giosas que viven al margen de la moder-
las sombras que habitan, aguardan una lidad y torpe de habla, ignorante y ven- nidad en América Latina, Oceanía y
ocasión propicia para manifestarse, para tral, negado para la pasión y el erotismo, África. La verdad es que el formidable
imponer su ley de los deseos en libertad, el mundo sin novelas de esta pesadilla desarrollo de los medios audiovisuales
que acabaría con la racionalidad, la que trato de delinear tendría, como su en nuestra época, que, de un lado, han
convivencia y acaso la existencia. No la rasgo principal, el conformismo, el so- revolucionado las comunicaciones ha-
ciencia, sino la literatura, ha sido la metimiento generalizado de los seres ciéndonos a todos los hombres y mujeres
primera en bucear las simas del fenóme- humanos a lo establecido. También en del planeta copartícipes de la actualidad
no humano y descubrir el escalofriante este sentido sería un mundo animal. Los y, de otro, monopolizan cada vez más el
potencial destructivo y autodestructor instintos básicos decidirían las rutinas tiempo que los seres vivientes dedican al
que también lo conforma. Así pues, un cotidianas de una vida lastrada por la ocio y a la diversión arrebatándoselo a
mundo sin novelas sería en parte ciego lucha por la supervivencia, el miedo a lo la lectura, permite concebir, como un
sobre esos fondos terribles donde a desconocido, la satisfacción de las necesi- posible escenario histórico del futuro
menudo yacen las motivaciones de las dades físicas, en la que no habría cabida mediato, una sociedad modernísima,
conductas y los comportamientos inusi- para el espíritu y en la que, a la monoto- erizada de ordenadores, pantallas y par-
tados, y, por lo mismo, tan injusto con- nía aplastadora del vivir, acompañaría lantes, y sin libros, o, mejor dicho, en la
tra el que es distinto, como aquel que, en como sombra siniestra el pesimismo, la que los libros –la literatura– habrían pa-
un pasado no tan remoto, creía a los sensación de que la vida humana es lo sado a ser lo que la alquimia en la era de
zurdos, a los gafos y a los gagos poseídos que tenía que ser y que así será siempre, la física: una curiosidad anacrónica,
por el demonio, y seguiría practicando y que nada ni nadie podrá cambiarlo. practicada en las catacumbas de la civi-
tal vez, como hasta no hace mucho tiem- Cuando se imagina un mundo así, hay lización mediática por unas minorías
po ciertas tribus amazónicas, el perfec- la tendencia a identificarlo de inmedia- neuróticas. Ese mundo cibernético, me
cionismo atroz de ahogar en los ríos a to con lo primitivo y el taparrabos, con temo mucho, a pesar de su prosperidad
y poderío, de sus altos niveles de vida y
de sus hazañas científicas, sería profun-
damente incivilizado, aletargado, sin es-
píritu, una resignada humanidad de ro-
bots que habrían abdicado de la libertad.
Desde luego que es más que impro-
bable que esta tremendista perspectiva
se llegue jamás a concretar. La historia
no está escrita, no hay un destino prees-
tablecido que haya decidido por nosotros
lo que vamos a ser. Depende entera-
mente de nuestra visión y voluntad que
aquella macabra utopía se realice o eclip-
se. Si queremos evitar que con las no-
velas desaparezca, o quede arrinconada
en el desván de las cosas inservibles, esa
fuente motivadora de la imaginación y
la insatisfacción, que nos refina la
sensibilidad y enseña a hablar con elo-
cuencia y rigor, y nos hace más libres y
de vidas más ricas e intensas, hay que
actuar. Hay que leer los buenos libros, e
incitar y enseñar a leer a los que vienen
detrás –en las familias y en las aulas, en
los medios y en todas las instancias de la
vida común– como un quehacer impres-
cindible, porque él impregna y enrique-
ce a todos los demás. ~
– Madrid, 23 de febrero de 2000