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Mario Vargas Llosa

EXTEMPORÁNEOS
Un mundo sin novelas
La literatura es vista hoy en día como un entretenimiento, del que lo deploro por los hombres, y por aque-
llos millones de seres humanos que,
se puede prescindir en función del gusto individual. Este texto de pudiendo leer, han renunciado a hacerlo.
Vargas Llosa es una apasionada defensa de la literatura como la No sólo porque no saben el placer que
se pierden, sino, desde una perspectiva
mejor herramienta de comunicación entre los hombres y como el menos hedonista, porque estoy conven-
medio para crear ciudadanos libres y críticos. Un mundo sin lite- cido de que una sociedad sin novelas, o
en la que la literatura ha sido relegada,
ratura sería un mundo sin lenguaje y, por ello, sin ideas nuevas. como ciertos vicios inconfesables, a los
márgenes de la vida social y convertida

M
uchas veces me ha ocurrido, en a ser, cada vez más, una actividad feme- poco menos que en un culto sectario, está
ferias del libro o librerías, que nina: en las librerías, en las conferencias condenada a barbarizarse espiritual-
un señor se me acerque con un o recitales de escritores, y, por supuesto, mente y a comprometer su libertad.
libro mío en las manos y me pida una en los departamentos y facultades Me propongo en este texto formular
firma, precisando: “Es para mi mujer, o universitarios dedicados a las letras, las algunas razones contra la idea de la lite-
mi hijita, o mi hermana, o mi madre; ella, faldas derrotan a los pantalones por go- ratura, en especial de la novela, como un
o ellas, son grandes lectoras y les encanta leada. La explicación que se ha dado es pasatiempo de lujo, y a favor de consi-
la literatura”. Yo le pregunto, de inme- que, en los sectores sociales medios, las derarla, además de uno de los más esti-
diato: “¿Y, usted, no lo es? ¿No le gusta mujeres leen más porque trabajan me- mulantes y enriquecedores quehaceres
leer?” La respuesta rara vez falla: “Bueno, nos horas que los hombres, y, también, del espíritu, una actividad irremplaza-
sí, claro que me gusta, pero yo soy una que muchas de ellas tienden a conside- ble para la formación del ciudadano en
persona muy ocupada, sabe usted”. Sí, rar más justificado que los varones el una sociedad moderna y democrática, de
lo sé muy bien, porque he oído esa expli- tiempo dedicado a la fantasía y la ilusión. individuos libres, y que, por lo mismo,
cación decenas de veces: ese señor, esos Soy un tanto alérgico a estas explicacio- debería inculcarse en las familias desde
miles de miles de señores iguales a él, nes que dividen a hombres y mujeres en la infancia y formar parte de todos los
tienen tantas cosas importantes, tantas categorías cerradas y que atribuyen a programas de educación como una dis-
obligaciones y responsabilidades en la cada sexo virtudes y deficiencias colecti- ciplina básica. Ya sabemos que ocurre lo
vida, que no pueden desperdiciar su vas, de manera que no suscribo del todo contrario, que la literatura tiende a
precioso tiempo pasando horas de horas dichas explicaciones. Pero de lo que no encogerse e, incluso, a desaparecer del
enfrascados en una novela, un libro de hay duda es que los lectores literarios currículo escolar como si se tratara de una
poemas o un ensayo literario. Según esta –hay muchos lectores, pero de bazofia enseñanza prescindible.
extendida concepción, la literatura es impresa– son cada vez menos, en ge- Vivimos en una era de especialización
una actividad prescindible, un entreteni- neral, y que, dentro de ellos, las mujeres del conocimiento, debido al prodigioso
miento, seguramente elevado y útil para prevalecen. Ocurre en casi todo el mun- desarrollo de la ciencia y la técnica, y a
el cultivo de la sensibilidad y las maneras, do. En España, una reciente encuesta or- su fragmentación en innumerables
un adorno que pueden permitirse ganizada por la SGAE (Sociedad General avenidas y compartimentos, sesgo de la
quienes disponen de mucho tiempo de Autores Españoles) arrojó una com- cultura que sólo puede acentuarse en los
libre para la recreación, y que habría que probación alarmante: que la mitad de los años venideros. La especialización trae,
filiar entre los deportes, el cine, el brid- ciudadanos de ese país jamás ha leído un sin duda, muchos beneficios, pues ella
ge o el ajedrez, pero que puede ser sa- libro. La encuesta reveló, también, que, permite profundizar en la exploración y
crificado sin escrúpulos a la hora de en la minoría lectora, el número de mu- la experimentación, y es el motor del
establecer una tabla de prioridades en los jeres que confiesan leer supera al de los progreso. Pero tiene, también, como con-
quehaceres y compromisos indispensa- hombres en un 6.2% y la tendencia es a secuencia negativa, el ir eliminando esos
bles de la lucha por la vida. que la diferencia aumente. Yo me alegro denominadores comunes de la cultura
Es cierto que la literatura ha pasado mucho por las mujeres, claro está, pero gracias a los cuales los hombres y las mu-

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jeres pueden coexistir, comunicarse y excluyentes, como esta comprobación practicó con soberbio talento: simplemen-
sentirse de alguna manera solidarios. La incesante que aparece siempre en la gran te, quería decir que, gracias a la literatu-
especialización conduce a la incomunica- literatura: la igualdad esencial de hom- ra, la vida se entiende y se vive mejor, y
ción social, al cuarteamiento del conjunto bres y mujeres de todas las geografías y entender y vivir la vida mejor significa
de seres humanos en asentamientos o la injusticia que es establecer entre ellos vivirla y compartirla con los otros.
guetos culturales de técnicos y especialis- formas de discriminación, sujeción o El vínculo fraterno que la novela esta-
tas a los que un lenguaje, unos códigos y explotación. Nada enseña mejor que las blece entre los seres humanos, obligándo-
una información progresivamente sec- buenas novelas a ver, en las diferencias los a dialogar y haciéndolos conscientes
torizada y parcial, confinan en aquel étnicas y culturales, la riqueza del patri- de un fondo común, de formar parte de
particularismo contra el que nos alertaba monio humano y a valorarlas como una un mismo linaje espiritual, trasciende las
el viejísimo refrán: no concentrarse tanto manifestación de su múltiple creatividad. barreras del tiempo. La literatura nos
en la rama o la hoja como para olvidar que Leer buena literatura es divertirse, sí; retrotrae al pasado y nos hermana con
ellas son partes de un árbol, y éste, de un pero también aprender, de esa manera di- quienes, en épocas idas, fraguaron,
bosque. De tener conciencia cabal de la recta e intensa que es la de la experiencia gozaron y soñaron con esos textos que nos
existencia del bosque depende en buena vivida a través de las ficciones, qué y cómo legaron y que, ahora, nos hacen gozar y
medida el sentimiento de pertenencia que somos, en nuestra integridad humana, soñar también a nosotros. Ese sentimiento
mantiene unido al todo social y le impi- con nuestros actos y sueños y fantasmas, de pertenencia a la colectividad humana
de desintegrarse en una miríada de par- a solas y en el entramado de relaciones a través del tiempo y el espacio es el más
ticularismos solipsistas. Y el solipsismo que nos vinculan a los otros, en nuestra alto logro de la cultura y nada contribu-
–de pueblos o individuos– produce presencia pública y en el secreto de nues- ye tanto a renovarlo en cada generación
paranoias y delirios, esas desfiguraciones tra conciencia, esa complejísima suma de como la literatura.
de la realidad que a menudo generan el verdades contradictorias –como las lla- A Borges lo irritaba que le pregun-
odio, las guerras y los genocidios. Ciencia maba Isaiah Berlin– de que está hecha la taran: “¿Para qué sirve la literatura?” Le
y técnica ya no pueden cumplir aquella condición humana. Ese conocimiento parecía una pregunta idiota y respondía:
función cultural integradora en nuestro totalizador y en vivo del ser humano, hoy, “¡A nadie se le ocurriría preguntarse cuál
tiempo, precisamente por la infinita sólo se encuentra en la novela. Ni siquie- es la utilidad del canto de un canario o de
riqueza de conocimientos y la rapidez ra las otras ramas de las humanidades los arreboles de un crepúsculo!” En efec-
de su evolución que ha llevado a la –como la filosofía, la psicología, la socio- to, si esas cosas bellas están allí y gracias
especialización y al uso de vocabularios logía, la historia o las artes– han podido a ellas la vida, aunque sea por un instante,
herméticos. preservar esa visión integradora y un es menos fea y menos triste, ¿no es
La literatura, en cambio, a diferencia discurso asequible al profano, pues, bajo mezquino buscarles justificaciones prác-
de la ciencia y la técnica, es, ha sido y se- la irresistible presión de la cancerosa ticas? Sin embargo, a diferencia del gor-
guirá siendo, mientras exista, uno de esos división y subdivisión del conocimiento, jeo de los pájaros o el espectáculo del sol
denominadores comunes de la expe- han sucumbido también al mandato de hundiéndose en el horizonte, un poema,
riencia humana, gracias al cual los seres la especialización, a aislarse en parcelas una novela, no están simplemente allí, fa-
vivientes se reconocen y dialogan, no im- cada vez más segmentadas y técnicas, bricados por el azar o la naturaleza. Son
porta cuán distintas sean sus ocupaciones cuyas ideas y lenguajes están fuera del una creación humana, y es lícito indagar
y designios vitales, las geografías y las cir- alcance de la mujer y el hombre del cómo y por qué nacieron, y qué han dado
cunstancias en que se hallen, e, incluso, común. No es ni puede ser el caso de la a la humanidad para que la literatura,
los tiempos históricos que determinen su literatura, aunque algunos críticos y teo- cuyos remotos orígenes se confunden con
horizonte. Los lectores de Cervantes o de rizadores se empeñen en convertirla en los de la escritura, haya durado tanto tiem-
Shakespeare, de Dante o de Tolstoi, nos una ciencia, porque la ficción no existe po. Nacieron, como inciertos fantasmas,
entendemos y nos sentimos miembros de para investigar en un área determinada en la intimidad de una conciencia, pro-
la misma especie porque, en las obras que de la experiencia, sino para enriquecer yectados a ella por las fuerzas conjugadas
ellos crearon, aprendimos aquello que imaginariamente la vida, la de todos, del inconsciente, una sensibilidad y unas
compartimos como seres humanos, lo que aquella vida que no puede ser desmem- emociones, a los que, en una lucha a veces
permanece en todos nosotros por debajo brada, desarticulada, reducida a esque- a mansalva con las palabras, el poeta, el
del amplio abanico de diferencias que nos mas o fórmulas, sin desaparecer. Por eso, narrador, fueron dando silueta, cuerpo,
separan. Y nada defiende mejor al ser vi- Marcel Proust afirmó: “La verdadera vi- movimiento, ritmo, armonía, vida. Una
viente contra la estupidez de los prejui- da, la vida por fin esclarecida y descubier- vida artificial, hecha de lenguaje e ima-
cios, del racismo, de la xenofobia, de las ta, la única vida por lo tanto plenamente ginación, que coexiste con la otra, la real,
orejeras pueblerinas del sectarismo reli- vivida, es la literatura”. No exageraba, desde tiempos inmemoriales, y a la que
gioso o político, o de los nacionalismos guiado por el amor a esa vocación que acuden hombres y mujeres –algunos con

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frecuencia y otros de manera esporádica– mente incultos y no saben servirse del ción artística al acto sexual. Sin la litera-
porque la vida que tienen no les basta, no lenguaje para comunicar los tesoros con- tura, no existiría el erotismo. El amor y el
es capaz de ofrecerles todo lo que quisie- ceptuales de que son poseedores. Hablar placer serían más pobres, carecerían de
ran. La novela no comienza a existir cuan- bien, disponer de un habla rica y diversa, delicadeza y exquisitez, de la intensidad
do nace, por obra de un individuo; sólo encontrar la expresión adecuada para que alcanzan educados y azuzados por la
existe de veras cuando es adoptada por cada idea o emoción que se quiere comu- sensibilidad y las fantasías literarias. No
los otros y pasa a formar parte de la vida nicar, significa estar mejor preparado para es exagerado decir que una pareja que ha
social, cuando se torna, gracias a la lec- pensar, enseñar, aprender, dialogar y, leído a Garcilaso, a Petrarca, a Góngora y
tura, experiencia compartida. también, para fantasear, soñar, sentir y a Baudelaire ama y goza mejor que otra
Uno de sus primeros efectos benéficos emocionarse. De una manera subrepticia, de analfabetos semiidiotizados por los
ocurre en el plano del lenguaje. Una
comunidad sin literatura escrita se expre-
sa con menos precisión, riqueza de ma-
tices y claridad que otra cuyo principal
instrumento de comunicación, la palabra,
ha sido cultivado y perfeccionado gracias
a los textos literarios. Una humanidad sin
novelas, no contaminada de literatura, se
parecería mucho a una comunidad de
tartamudos y de afásicos, aquejada de
tremendos problemas de comunicación
debido a lo basto y rudimentario de su
lenguaje. Esto vale también para los in-
dividuos, claro está. Una persona que no
lee, o lee poco, o lee sólo basura, puede
hablar mucho pero dirá siempre pocas
cosas, porque dispone de un repertorio
mínimo y deficiente de vocablos para
expresarse. No es una limitación sólo ver-
bal; es, al mismo tiempo, una limitación
intelectual y de horizonte imaginario, una
indigencia de pensamientos y de conoci-
mientos, porque las ideas, los conceptos,
mediante los cuales nos apropiamos de la
realidad existente y de los secretos de
Ilustraciones: LETRAS LIBRES / FabricioVanden Broeck

nuestra condición, no existen disociados


de las palabras a través de las cuales los
reconoce y define la conciencia. Se apren-
de a hablar con corrección, profundidad,
rigor y sutileza gracias a la buena literatu-
ra, y sólo gracias a ella. Ninguna otra discipli-
na, ni tampoco rama alguna de las artes,
puede sustituir a la literatura en la for-
mación del lenguaje con que se comuni-
can las personas. Los conocimientos que
nos transmiten los manuales científicos y las palabras reverberan en todos los actos culebrones de la televisión. En un mundo
los tratados técnicos son fundamentales; de la vida, aun en aquellos que parecen aliterario, el amor y el goce serían indi-
pero ellos no nos enseñan a dominar las muy alejados del lenguaje. Éste, a medida ferenciables de los que sacian a los ani-
palabras y a expresarnos con propiedad: que, gracias a la literatura, evolucionó males, no irían más allá de la cruda
al contrario, a menudo están muy mal hasta niveles elevados de refinamiento y satisfacción de los instintos elementales:
escritos y delatan confusión lingüística, matización, elevó las posibilidades del copular y tragar.
porque sus autores, a veces indiscutibles goce humano, y, en lo relativo al amor, Los medios audiovisuales tampoco
eminencias en su profesión, son literaria- sublimó los deseos y dio categoría de crea- están en condiciones de suplir a la litera-

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tura en esta función: la de enseñar al ser cuál es éste? Acabar con el papel, y, por lo busca de las noticias del mundo, no se me
humano a usar con seguridad y talento las tanto, con los libros, mercancías que a su ocurriría recurrir a él para leer los poe-
riquísimas posibilidades que encierra la juicio son ya de un anacronismo pertinaz. mas de Góngora, una novela de Onetti o
lengua. Por el contrario, los medios El señor Gates explicó que las pantallas de Calvino o un ensayo de Octavio Paz,
audiovisuales tienden, como es natural, del ordenador están en condiciones de porque sé positivamente que el efecto de
a relegar a las palabras a un segundo plano reemplazar exitosamente al papel en esa lectura jamás sería el mismo. Tengo
respecto a las imágenes, que son su len- todas las funciones que éste ha asumido el convencimiento, que no puedo justifi-
guaje primordial, y a constreñir la lengua hasta ahora, y que, además de ser menos car, de que, con la desaparición del libro,
a su expresión oral, lo mínimo indispen- onerosas, quitar menos espacio y ser más la literatura recibiría un serio maltrato,
sable y lo más alejada de su vertiente transportables, las informaciones y la acaso mortal. El nombre no desaparece-
escrita, que, en la pantalla, pequeña o literatura vía pantalla, en lugar de vía ría, por supuesto; pero probablemente
grande, y en los parlantes, resulta siem- periódicos y libros, tendrán la ventaja serviría para designar un tipo de textos
pre soporífica. Decir de una película o un ecológica de poner fin a la devastación de tan alejados de lo que ahora entendemos
programa que es “literario” es una mane- los bosques, cataclismo que por lo visto por literatura como lo están los programas
ra educada de llamarlo aburrido. Y, por es consecuencia de la industria papelera. televisivos de cotilleo sobre los famosos
eso, los programas literarios en la radio o Las gentes continuarán leyendo, explicó, del jet-set o El Gran Hermano de las trage-
la televisión rara vez conquistan al gran por supuesto, pero en las pantallas, y, de dias de Sófocles y de Shakespeare.
público; que yo sepa, la única excepción este modo, habrá más clorofila en el Otra razón para dar a la novela una pla-
a esta regla ha sido Apostrophes, de Ber- medio ambiente. za importante en la vida de las naciones
nard Pivot, en Francia. Ello me lleva a Yo no estaba presente –conozco estos es que, sin ella, el espíritu crítico, motor
pensar, también, aunque en esto admito detalles por la prensa–, pero, si lo hubie- del cambio histórico y el mejor valedor
ciertas dudas, que no sólo la literatura es ra estado, hubiera abucheado al señor Bill de su libertad con que cuentan los pue-
indispensable para el cabal conocimiento Gates por anunciar allí, sin el menor im- blos, sufriría una merma irremediable.
y dominio del lenguaje, sino que la pudor, su intención de enviarnos al paro Porque toda buena literatura es un cues-
suerte de las novelas está ligada, en a mí y a tantos de mis colegas, los escri- tionamiento radical del mundo en que
matrimonio indisoluble, a la del libro, bidores librescos. ¿Puede la pantalla vivimos. En todo gran texto de ficción, y
ese producto industrial al que muchos reemplazar al libro en todos los casos, co- sin que muchas veces lo hayan querido
declaran ya obsoleto. mo afirma el creador de Microsoft? No sus autores, alienta una predisposición
Entre ellos, una persona tan importan- estoy tan seguro. Lo digo sin desconocer, sediciosa.
te, y a la que la humanidad debe tanto en en absoluto, la gigantesca revolución que La literatura no dice nada a los seres
el dominio de las comunicaciones, como en el campo de las comunicaciones y la humanos satisfechos con su suerte, a quie-
Bill Gates, el fundador de Microsoft. El información ha significado el desarrollo nes colma la vida tal como la viven. Ella
señor Gates estuvo en Madrid hace de las nuevas técnicas, como Internet, que es alimento de espíritus indóciles y pro-
algunos meses, y visitó la Real Academia cada día me presta una invalorable ayuda pagadora de inconformidad, un refugio
Española, con la que Microsoft ha echa- en mi propio trabajo. Pero de allí a admi- para aquel al que sobra o falta algo, en la
do las bases de lo que, ojalá, sea una fecun- tir que la pantalla electrónica puede suplir vida, para no ser infeliz, para no sentirse
da colaboración. Entre otras cosas, Bill al papel en lo que se refiere a las lecturas incompleto, sin realizar en sus aspiracio-
Gates aseguró a los académicos que se literarias, hay un trecho que no alcanzo a nes. Salir a cabalgar junto al escuálido
ocupará personalmente de que la letra ñ franquear. Simplemente no consigo Rocinante y su desbaratado jinete por los
no sea desarraigada nunca de los orde- hacerme a la idea de que la lectura no descampados de La Mancha, recorrer los
nadores, promesa que, claro está, nos ha funcional ni pragmática, aquella que no mares en pos de la ballena blanca con el
hecho lanzar un suspiro de alivio a los busca una información ni una comuni- capitán Ahab, tragarnos el arsénico con
cuatrocientos millones de hispanoha- cación de utilidad inmediata, pueda in- Emma Bovary o convertirnos en un
blantes de los cinco continentes a los que tegrarse en la pantalla de un ordenador, insecto con Gregorio Samsa, es una ma-
la mutilación de aquella letra esencial en al ensueño y la fruición de la palabra con nera astuta que hemos inventado a fin de
el ciberespacio hubiera creado problemas la misma sensación de intimidad, con la desagraviarnos a nosotros mismos de las
babélicos. Ahora bien, inmediatamente misma concentración y aislamiento espi- ofensas e imposiciones de esa vida injus-
después de esta amable concesión a la ritual, con que lo hace a través del libro. ta que nos obliga a ser siempre los mis-
lengua española, y entiendo que sin Es, tal vez, un prejuicio, resultante de la mos, cuando quisiéramos ser muchos,
siquiera abandonar el local de la Real falta de práctica, de la ya larga identifica- tantos como requerirían para aplacarse
Academia, Bill Gates afirmó en conferen- ción en mi experiencia de la literatura con los incandescentes deseos de que esta-
cia de prensa que espera no morirse sin los libros de papel, pero, aunque con mos poseídos.
haber realizado su mayor designio. ¿Y mucho gusto navego por el Internet en La novela sólo apacigua momentánea-

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mente esa insatisfacción vital, pero, en ese que vivimos para tratar de acercarlo –em- cigua momentáneamente la insatisfac-
milagroso intervalo, en esa suspensión presa siempre quimérica– a aquel en que ción humana, la incrementa, y, desarro-
provisional de la vida en que nos sume la quisiéramos vivir; pero, gracias a su llando una sensibilidad inconformista
ilusión literaria –que parece arrancarnos terquedad en alcanzar aquel sueño ante la vida, hace a los seres humanos más
de la cronología y de la historia y conver- inalcanzable –casar la realidad con los aptos para la infelicidad. Vivir insatisfe-
tirnos en ciudadanos de una patria sin deseos– ha nacido y avanzado la civiliza- cho, en pugna contra la existencia, es em-
tiempo, inmortal– somos otros. Más ción, y llevado al ser humano a derrotar peñarse en buscar tres pies al gato sabien-
intensos, más ricos, más complejos, más a muchos –no a todos, por supuesto– de- do que tiene cuatro, condenarse, en cierta
felices, más lúcidos, que en la constreñi- monios que lo avasallaban. Y no existe forma, a librar esas batallas que libraba el
da rutina de nuestra vida real. Cuando, mejor fermento de insatisfacción frente a coronel Aureliano Buendía, de Cien años
cerrado el libro, abandonada la ficción, lo existente que la buena literatura. Para de soledad, sabiendo que las perdería to-
regresamos a aquélla y la cotejamos con formar ciudadanos críticos e indepen- das. Esto es probablemente cierto; pero
el esplendoroso territorio que acabamos dientes, difíciles de manipular, en perma- también lo es que, sin la insatisfacción y
de dejar, qué decepción nos espera. Es nente movilización espiritual y con una la rebeldía contra la mediocridad y la sor-
decir, esta tremenda comprobación: que imaginación siempre en ascuas, nada didez de la vida, los seres humanos vivi-
la vida soñada de la novela es mejor –más como las buenas novelas. ríamos todavía en un estado primitivo, la
bella y más diversa, más comprensible y Ahora bien, llamar sediciosa a la lite- historia se hubiera estancado, no habría
perfecta– que aquella que vivimos cuan- ratura porque las bellas ficciones desarro- nacido el individuo, ni la ciencia ni la
do estamos despiertos, una vida doble- llan en los lectores una conciencia alerta tecnología hubieran despegado, ni los de-
gada por las limitaciones y servidumbres respecto de las imperfecciones del mun- rechos humanos serían reconocidos, ni la
de nuestra condición. En este sentido, la do real no significa, claro está, como creen libertad existiría, pues todos ellos son
buena literatura es siempre –aunque no las iglesias y los gobiernos que establecen criaturas nacidas a partir de actos de in-
lo pretenda ni lo advierta– sediciosa, censuras para atenuar o anular su carga sumisión contra una vida percibida como
insumisa, revoltosa: un desafío a lo que subversiva, que los textos literarios pro- insuficiente e intolerable. Para este
existe. La literatura nos permite vivir en voquen inmediatas conmociones sociales espíritu que desacata la vida tal como es,
un mundo cuyas leyes transgreden las o aceleren las revoluciones. Entramos y busca, con la insensatez de un Alonso
leyes inflexibles por las que transcurre aquí en un terreno resbaladizo, subjeti- Quijano (cuya locura, recordemos, nació
nuestra vida real, emancipados de la cár- vo, en el que conviene moverse con pru- de leer novelas de caballerías), materia-
cel del espacio y del tiempo, en la impuni- dencia. Los efectos sociopolíticos de un lizar el sueño, lo imposible, la literatura
dad para el exceso y dueños de una sobe- poema, de un drama o de una novela son ha servido de formidable combustible.
ranía que no conoce límites. ¿Cómo no inverificables porque ellos no se dan ca- Hagamos un esfuerzo de recons-
quedaríamos defraudados, luego de leer si nunca de manera colectiva, sino indi- trucción histórica fantástica, imaginando
La guerra y la paz o En busca del tiempo perdi- vidual, lo que quiere decir que varían un mundo sin literatura, una humanidad
do, al volver a este mundo de pequeñeces enormemente de una a otra persona. Por que no hubiera leído novelas. En aquella
sin cuento, de fronteras y prohibiciones ello es difícil, para no decir imposible, es- civilización ágrafa, de léxico liliputense,
que nos acechan por doquier y que, a cada tablecer pautas precisas. De otro lado, en la que prevalecerían acaso sobre las
paso, corrompen nuestras ilusiones? Esa muchas veces estos efectos, cuando re- palabras los gruñidos y la gesticulación
es, acaso, más incluso que la de mantener sultan evidentes en el ámbito colectivo, simiesca, no existirían ciertos adjetivos
la continuidad de la cultura y la de enri- pueden tener poco que ver con la calidad formados a partir de las creaciones lite-
quecer el lenguaje, la mejor contribución estética del texto que los produce. Por rarias: quijotesco, kafkiano, pantagruéli-
de la literatura al progreso humano: ejemplo, una mediocre novela, La cabaña co, rocambolesco, orwelliano, sádico y
recordarnos (sin proponérselo en la del tío Tom, de Harriet Elizabeth Beecher masoquista, entre muchos otros. Habría
mayoría de los casos) que el mundo está Stowe, parece haber desempeñado un locos, víctimas de paranoias y delirios de
mal hecho, que mienten quienes pre- papel importantísimo en la toma de persecución, y gentes de apetitos desco-
tenden lo contrario –por ejemplo, los conciencia social en Estados Unidos munales y excesos desaforados, y bípedos
poderes que lo gobiernan–, y que podría sobre los horrores de la esclavitud. Pero que gozarían recibiendo o infligiendo do-
estar mejor, más cerca de los mundos que que estos efectos sean difíciles de identi- lor, ciertamente. Pero no habríamos
nuestra imaginación y nuestro verbo son ficar no implica que no existan. Sino que aprendido a ver detrás de esas conductas
capaces de inventar. ellos se dan, de manera indirecta y múl- excesivas, en entredicho con la supuesta
Una sociedad democrática y libre ne- tiple, a través de las conductas y acciones normalidad, aspectos esenciales de la
cesita ciudadanos responsables y críticos, de los ciudadanos cuya personalidad las condición humana, es decir, de nosotros
conscientes de la necesidad de someter novelas contribuyeron a modelar. mismos, algo que sólo el talento creador
continuamente a examen el mundo en La buena literatura, a la vez que apa- de Cervantes, de Kafka, de Rabelais, de

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Sade o de Sacher-Masoch nos reveló. maquinarias opresoras y destructivas que de autómatas humanos, programados ni
Cuando apareció el Quijote, los prime- tanto dolor, abusos e injusticias han cau- más ni menos que como los robots. No
ros lectores se mofaban de ese iluso extra- sado en el mundo moderno: los regíme- sólo las conductas obedecen a los de-
vagante, igual que lo hacían los demás nes autoritarios, los partidos verticales, las signios del poder; también el lenguaje, el
personajes de la novela. Ahora sabemos iglesias intolerantes, las burocracias asfi- Newspeak, ha sido depurado de toda colo-
que el empeño del Caballero de la Triste xiantes. Sin los cuentos y novelas de ese ración individualista, de toda invención
Figura en ver gigantes donde hay molinos atormentado judío de Praga que escribía y matización subjetiva, transformado en
y hacer todos los disparates que hace es en alemán y vivió siempre al acecho, no sartas de tópicos y clisés impersonales, lo
la más alta forma de la generosidad, una hubiéramos sido capaces de entender con que refrenda la servidumbre de los indivi-
manera de protestar contra las miserias la lucidez que hoy es posible hacerlo el duos al sistema. ¿Pero, acaso tiene
de este mundo y de intentar cambiarlo. sentimiento de indefensión y de impo- sentido hablar todavía de “individuos” en
Las nociones mismas de ideal y de idea- tencia del individuo aislado, o de las mi- relación con esos seres sin soberanía, ni
lismo, tan impregnadas de una valencia norías discriminadas y perseguidas, ante vida propia, en esos miembros de un
moral positiva, no serían lo que son –es los poderes omnímodos que pueden pul- rebaño manipulados desde la cuna hasta
decir, valores diáfanos y respetables– sin verizarlos y borrarlos sin que los verdu- la tumba por el poder de la pesadilla
haberse encarnado en aquel persona- orwelliana? Es verdad que la profecía
je de novela con la fuerza persuasiva siniestra de 1984 no se materializó en
que le dio el genio de Cervantes. Y lo la historia real, y que, como había
mismo podría decirse de ese pequeño ocurrido con los totalitarismos fascista
quijote pragmático y con faldas que fue y nazi, el comunismo totalitario desa-
Emma Bovary –el bovarismo no exis- pareció en la URSS y comenzó a dete-
tiría, claro está–, que luchó también riorarse luego en China y en esos
con ardor por vivir esa vida esplendo- anacronismos que son todavía Cuba y
rosa, de pasiones y lujo, que conoció Corea del Norte. Pero el vocablo
por las novelas, y que se quemó en ese orwelliano sigue ahí, vigente, como
fuego como la mariposa que se acerca recordatorio de una de las expe-
demasiado a la llama. riencias político-sociales más devasta-
Como las de Cervantes y Flaubert, doras sufridas por la civilización, y
las invenciones de todos los grandes que las novelas y ensayos de George
creadores literarios, a la vez que nos Orwell nos ayudaron a entender en sus
arrebatan a nuestra cárcel realista y nos mecanismos más recónditos.
llevan y traen por mundos de fantasía, De donde resulta que la irrealidad
nos abren los ojos sobre aspectos y las mentiras de la literatura son tam-
desconocidos y secretos de nuestra bién un precioso vehículo para el co-
condición, y nos equipan para explorar gos tengan siquiera que mostrar las caras. nocimiento de verdades recónditas de la
y entender mejor los abismos de lo El adjetivo orwelliano, primo hermano realidad humana. Estas verdades no son
humano. Decir “borgeano” es inmedia- de kafkiano, alude a la angustia opresiva siempre halagüeñas, a veces el semblan-
tamente despegar de la rutinaria realidad y a la sensación de absurdidad extrema te que se delinea en el espejo que las no-
racional y acceder a una fantástica, una que generan las dictaduras totalitarias del velas y poemas nos ofrecen de nosotros
rigurosa y elegante construcción mental, siglo veinte, las más refinadas, crueles y mismos es el de un monstruo. Ocurre
casi siempre laberíntica, impregnada de absolutas de la historia, en su control de cuando leemos las horripilantes carnice-
referencias y alusiones librescas, cuya los actos, las psicologías y hasta los sue- rías sexuales fantaseadas por el divino
singularidad no nos es, sin embargo, ños de los miembros de una sociedad. En marqués, o las tétricas dilaceraciones y sa-
extraña, porque en ella reconocemos sus novelas más célebres, Animal Farm y crificios que pueblan los libros malditos
recónditas apetencias y verdades íntimas 1984, George Orwell describió, con tintes de un Sacher-Masoch o un Bataille. A ve-
de nuestra personalidad que sólo gracias helados y pesadillescos, una humanidad ces, el espectáculo es tan ofensivo y feroz
a las creaciones literarias de un Jorge Luis sometida al control de Big Brother, un amo que resulta irresistible. Y, sin embargo, lo
Borges tomaron forma. El adjetivo kafkia- absoluto que, mediante la eficiente com- peor de esas páginas no es la sangre, la
no viene naturalmente a nuestra mente, binación de terror y moderna tecnología, humillación y las abyectas torturas y re-
como el fogonazo de una de esas antiguas ha eliminado la libertad, la esponta- torcimientos que las afiebran; es descu-
cámaras fotográficas con brazo de acor- neidad y la igualdad –en ese mundo brir que esa violencia y desmesura no nos
deón, cada vez que nos sentimos amena- algunos son “más iguales que los demás”– son ajenas, que están lastradas de huma-
zados, como individuos inermes, por esas y convertido la sociedad en una colmena nidad, que esos monstruos ávidos de

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Mario Va rg as Llosa : Un mun d o si n n ov e l as

transgresión y exceso se agazapan en lo los recién nacidos con defectos físicos. las pequeñas comunidades mágico-reli-
más íntimo de nuestro ser y que, desde Incivil, bárbaro, huérfano de sensibi- giosas que viven al margen de la moder-
las sombras que habitan, aguardan una lidad y torpe de habla, ignorante y ven- nidad en América Latina, Oceanía y
ocasión propicia para manifestarse, para tral, negado para la pasión y el erotismo, África. La verdad es que el formidable
imponer su ley de los deseos en libertad, el mundo sin novelas de esta pesadilla desarrollo de los medios audiovisuales
que acabaría con la racionalidad, la que trato de delinear tendría, como su en nuestra época, que, de un lado, han
convivencia y acaso la existencia. No la rasgo principal, el conformismo, el so- revolucionado las comunicaciones ha-
ciencia, sino la literatura, ha sido la metimiento generalizado de los seres ciéndonos a todos los hombres y mujeres
primera en bucear las simas del fenóme- humanos a lo establecido. También en del planeta copartícipes de la actualidad
no humano y descubrir el escalofriante este sentido sería un mundo animal. Los y, de otro, monopolizan cada vez más el
potencial destructivo y autodestructor instintos básicos decidirían las rutinas tiempo que los seres vivientes dedican al
que también lo conforma. Así pues, un cotidianas de una vida lastrada por la ocio y a la diversión arrebatándoselo a
mundo sin novelas sería en parte ciego lucha por la supervivencia, el miedo a lo la lectura, permite concebir, como un
sobre esos fondos terribles donde a desconocido, la satisfacción de las necesi- posible escenario histórico del futuro
menudo yacen las motivaciones de las dades físicas, en la que no habría cabida mediato, una sociedad modernísima,
conductas y los comportamientos inusi- para el espíritu y en la que, a la monoto- erizada de ordenadores, pantallas y par-
tados, y, por lo mismo, tan injusto con- nía aplastadora del vivir, acompañaría lantes, y sin libros, o, mejor dicho, en la
tra el que es distinto, como aquel que, en como sombra siniestra el pesimismo, la que los libros –la literatura– habrían pa-
un pasado no tan remoto, creía a los sensación de que la vida humana es lo sado a ser lo que la alquimia en la era de
zurdos, a los gafos y a los gagos poseídos que tenía que ser y que así será siempre, la física: una curiosidad anacrónica,
por el demonio, y seguiría practicando y que nada ni nadie podrá cambiarlo. practicada en las catacumbas de la civi-
tal vez, como hasta no hace mucho tiem- Cuando se imagina un mundo así, hay lización mediática por unas minorías
po ciertas tribus amazónicas, el perfec- la tendencia a identificarlo de inmedia- neuróticas. Ese mundo cibernético, me
cionismo atroz de ahogar en los ríos a to con lo primitivo y el taparrabos, con temo mucho, a pesar de su prosperidad
y poderío, de sus altos niveles de vida y
de sus hazañas científicas, sería profun-
damente incivilizado, aletargado, sin es-
píritu, una resignada humanidad de ro-
bots que habrían abdicado de la libertad.
Desde luego que es más que impro-
bable que esta tremendista perspectiva
se llegue jamás a concretar. La historia
no está escrita, no hay un destino prees-
tablecido que haya decidido por nosotros
lo que vamos a ser. Depende entera-
mente de nuestra visión y voluntad que
aquella macabra utopía se realice o eclip-
se. Si queremos evitar que con las no-
velas desaparezca, o quede arrinconada
en el desván de las cosas inservibles, esa
fuente motivadora de la imaginación y
la insatisfacción, que nos refina la
sensibilidad y enseña a hablar con elo-
cuencia y rigor, y nos hace más libres y
de vidas más ricas e intensas, hay que
actuar. Hay que leer los buenos libros, e
incitar y enseñar a leer a los que vienen
detrás –en las familias y en las aulas, en
los medios y en todas las instancias de la
vida común– como un quehacer impres-
cindible, porque él impregna y enrique-
ce a todos los demás. ~
– Madrid, 23 de febrero de 2000

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