valor que exclusivamente paga el trabajador, pues las
empresas que son parte de la cadena de producción y
Año 12 N°42 / Agosto 2018 / Registro de Marca N°814828
LA AUSENCIA DE PODER EN LOS
TRABAJADORES IMPIDE
ALCANZAR UN SALARIO JUSTO
Por: Fabián Caballero Vergara
Pdte. Federación Nacional Trabajadores Municipales
En su último año de Gobierno, la Nueva Mayoría nos
otorgó un reajuste salarial de $6 mil pesos, valor
equivalente a ocho pasajes de transporte público para
asistir sólo cuatro días al trabajo. El actual debate sobre el
salario mínimo orientado por el carácter profundamente
empresarial del Gobierno de Piñera propone un reajuste de
$10 mil pesos a marzo de 2019, cinco pasajes de transporte
más, de los que nos otorgó la NM. Presentado el debate de
ésta manera, no tiene sentido discutir si los reajustes
salariales de los distintos Gobiernos han generado un
impacto positivo en las economías familiares,
considerando la multidimensionalidad del gasto y la deuda
familiar que se requiere para financiar el costo de la vida
en Chile, la respuesta categórica es no.
El empresariado, el Gobierno y el Congreso, inclusive
algunos sectores sindicales, abordan la temática del salario
mínimo con cifras nominales y no reales, evitando con ello
transparentar la desvalorización del trabajo en Chile. De
ésta manera ocultan el debate de fondo y el que realmente
importa a los trabajadores: la liquidez del salario.
En nuestro país no sólo se explotan los recursos naturales
como base principal de las ganancias del capital
trasnacionalizado, en Chile también se explota el salario de
los trabajadores como recurso vital para la rentabilidad de
las empresas y sostenimiento de las cifras
macroeconómicas. Por la vía de la expoliación de los
salarios y el endeudamiento familiar permanente, el capital
financiero y especulativo obtiene mes a mes importantes
flujos de dinero, aportes que provienen de la
desvalorización permanente de la fuerza de trabajo. En
ningún caso la rentabilidad de la actividad empresarial en
Chile es producto del emprendimiento de los empresarios.
En nuestro país la tendencia del reajuste de salarios es a la
baja, pero la tendencia de los impuestos al salario y al
consumo, es al alza. El 75% de los aportes al presupuesto
de la nación provienen del impuesto al consumo (IVA),
servicios traspasan el costo final del impuesto al
consumidor, beneficiándose posteriormente el
empresariado con una devolución de impuestos que nunca
realmente pago. Así entonces el poder adquisitivo de los
trabajadores no sólo no crece, sino más bien retrocede año
a año, pues el alza de precios a los productos de consumo
masivo, la especulación de precios y la colusión
empresarial, llevan una ventaja enorme, casi inalcanzable
en relación a los reajustes de los salarios.
La pobreza y la extrema pobreza en Chile se miden y se
monitorean desde el Ministerio de Desarrollo Social. Ese
organismo ha señalado que el ingreso para determinar la
línea de pobreza para una familia de cuatro personas es de
$422 mil pesos, en tanto para la extrema pobreza es de
$281 mil pesos. Ambos casos superan el valor del salario
mínimo de $276 mil pesos. Podemos concluir entonces,
que un millón de trabajadores que reciben el ingreso
mínimo subsisten en una condición socioeconómica
inferior al de la pobreza y la extrema pobreza.
El debate sobre el salario mínimo está mediatizado,
manipulado y dirigido por el empresariado, por los medios
de comunicación y por la institucionalidad política. Las
grandes mayorías nacionales que viven de un salario son
separadas de la coyuntura, no participan y no toman
decisiones. Los trabajadores sindicalizados no se
movilizan en torno a la negociación y no existe fuerza
social ni política asociada al pliego. A quienes les
corresponde instalar el debate ocultan las verdaderas
causas que originan la pobreza, el endeudamiento y el
encarecimiento de la vida.
Los parlamentarios de todas las sensibilidades políticas
centran sus intervenciones en los métodos del debate, en
los procedimientos para los acuerdos y en los plazos para
implementar los reajustes, pero en ningún caso,
profundizan ni politizan la discusión sobre la liquidez del
salario, el valor real de la fuerza de trabajo, el poder
adquisitivo de los trabajadores y la privatización de los
derechos sociales.
La transición política al neoliberalismo fue posible entre
otras cosas, por la desmovilización de las necesidades
sociales, la separación del campo popular de las decisiones
nacionales, la ausencia de fiscalización social y
desmantelamiento de las organizaciones populares. Pero el
aspecto que más pesa desde el punto de vista ideológico, es
la ausencia de poder en los trabajadores y sus
organizaciones, que en debates como el salario mínimo,
generarían los contrapesos necesarios para alcanzar la
justicia económica para quienes generan la riqueza en
Chile, los trabajadores.