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TERRORISMO LABORAL

El terrorismo no es otra cosa que la dominación por actos que generan terror en
quienes practican, sean propios o extraños. Se dice que tales actos pueden ser
desde muy sutiles hasta verdaderos extremos de la capacidad humana por
generar daño a otros, pero sea como sea, todo aquello que se oriente a producir
obediencia, sumisión o sometimiento basado en el terror no puede ser más que
repudiado en todos los sentidos posibles.

Cuando se habla de terrorismo se suele imaginar a grupos armados o eventos de


extrema angustia como los vividos el 11 de Septiembre de 2002 en los Estados
Unidos de América, o situaciones perversas como las ocurridas en Somalia,
España, Colombia y otras tantas naciones sometidas a un estrés constante por la
existencia de grupos dedicados a tales prácticas.

Pero, como ya se dijo, hay muchas formas de practicar el terrorismo y muchos


niveles y campos en lo que puede ser utilizado el termino. El ambiente laboral es
uno de ellos.

El terrorismo laboral no es otra cosa que la práctica de la dominación a través del


miedo, la angustia y por ende el terror que origina la incertidumbre o la
materialización potencial de una amenaza o varias de ellas.

El terrorismo laboral tiene dos caras, dos formas de manifestarse y, en algunos


casos, se observa simultáneamente su efecto.

La primera forma de manifestarse es la que corresponde al pensamiento


tradicional del concepto del “patrono explotador” ya anacrónico, por cierto, pero
que aún es practicado por aquellos que no quieren aceptar la evolución del mismo.
Esta puede verse reflejada en la amenaza constante por parte del supervisor de
penalizaciones, humillaciones, degradaciones e incluso en el despido para con
supervisados.

Se refiere a esa perenne presión que condiciona la estabilidad del empleado (en el
sentido tradicional del concepto) a mantener una conducta o posición que
satisfaga de manera expresa las exigencias de la empresa, por más inverosímiles
que sean, so pena de perder su puesto en ella o someterse a los vejámenes antes
comentados.

Este ejercicio del terror laboral causa estrés, angustia y sometimiento en:

1. Personas cuya única fuente de ingresos se encuentra en el trabajo que


ocupa,
2. Donde un importante número de individuos dependen directamente de sus
ingresos;

3. Aquellos casos donde la edad, características físicas o psicológicas le


ofrecen pocas oportunidades en el mercado o, simplemente,

4. En aquellas personas que carecen de una robusta autoestima

Sin que lo anterior signifique que son las únicas razones que hacen posible tan
reprochable practica.

Pero el terrorismo laboral también puede ser ejercido en sentido contrario, por
empleados cuyo acceso a la información les permiten conocer secretos propios de
la empresa; que poseen un buen nivel de influencia en el colectivo o cuyas
características físicas o psicológicas lo ponen en franca ventaja frente a su
empleador, en estos casos el terrorismo laboral viene dado por:

1. La amenaza de crear un sindicato en las empresas que no lo poseen y con


ello someter al empleador gracias a ciertos beneficios que le ofrecen las
leyes

2. La posibilidad constante de parar la producción o trabajar sin respetar los


tiempos de respuesta

3. La sombra de la huelga indefinida

4. Toma de las instalaciones y/o secuestro de los dueños o representantes de


la empresa.

Y otras tantas expresiones más que mantienen en constante angustia a quienes


las experimentan.

Ahora bien, si el terrorismo es una práctica que goza del rechazo mundial por el
daño que causa a los países que sufren de su presencia, si son condenadas y
señaladas las inequívocas muestras de terrorismo de estado y existe una
consciencia universal que clama porque cesen tales distorsiones, ¿por qué se ha
descuidado este flagelo en el mundo laboral y su existencia, acción y
características parecen no estar presentes en las normativas destinadas a
equilibrar este ambiente?

No puede haber armonía si alguna de las partes propicia el terror en la otra, esto
afecta el clima organizacional, merma la motivación, reduce la producción y
conduce al caos.

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