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Protocolo Historia de la filosofía Medieval

Filosofía Helenística: Estoicismo

23/03/18

Carlos I. Soto Contreras


I.- Introducción

En las sesiones anteriores, hemos estado analizando los horizontes de la filosofía


(Horizonte del cambio, horizonte de la nihilidad, horizonte post-metafísico); la
desmitificación de la Edad Media como una época “oscura” carente de avances; el primer
encuentro entre filosofía y cristianismo, discutido en el anterior protocolo; y finalmente, las
escuelas filosóficas que tuvieron algún tipo de encuentro o relación con el cristianismo,
específicamente la estoica. El último tema tocado es el que nos concierne en el presente
escrito.

El período helenístico se extiende entre el 322 y el 31 A.C1. La época se vive como


un tiempo de crisis, la pólis desaparece, y la administración griega se centraliza. La
sociedad ateniense ha padecido enormes trastornos, tanto políticos como sociales. El
mundo griego ha sido reformado por consecuencia del ascenso de la armada macedónica y
por su poder político, junto a las conquistas de Alejandro Magno en el Este, que dieron
paso al contacto con nuevas regiones para la expansión comercial y política2. Al
desaparecer la pólis, se pierde la autonomía que esta implicaba, y por consecuencia se pone
en duda el ideal de libertad clásico. Dentro de todo esto, surge la necesidad de que el sujeto
se haga autosuficiente e independiente del mundo exterior. En base a esa necesidad, se
forman las ideas principales de las escuelas filosóficas de la época.

A pesar de todo, Atenas sigue siendo el centro neurálgico de la actividad filosófica,


alojando cuatro escuelas importantes: La Academia; El Liceo; La Estoica; La Epicúrea.
Aunque no eran las únicas, también hay movimientos “menores” como el cínico o el
escéptico. El núcleo de las preocupaciones se concentra en la filosofía práctica y, de modo
particular, en la ética3.

El objetivo del presente escrito consiste en hacer un breve análisis de la filosofía


estoica, pero haciendo pequeñas menciones a las demás escuelas de pensamiento

1
Anthony Long, La filosofía helenística. Estoicos, epicúreos, escépticos, trad. por P. Jordán de Urries
(Madrid: Alianza Editorial, 1984), 9.
2
Brad Inwood, “Stoics”, Routledge History of Philosophy Vol II, From Aristotle to Augustine, ed. por David
Furley, trad. propia (London: Routledge, 2005), 222.
3
César Lambert. “La Filosofía Helenística”, Historia de la Filosofía Antigua. Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso. Noviembre de 2017.
helenístico. Posteriormente, se hablará de la relación que el estoicismo mantuvo con el
cristianismo, marcando diferencias y similitudes entre ambas.

II.- Breve historia del Estoicismo

Originalmente, el Estoicismo fue fundado por Zenón de Citio, un griego de origen


Fenicio que nació alrededor del 342 A.C, y murió en el 2704. Zenón llegó a Atenas en 312,
donde conoció a su primer maestro, Crates el Cínico5. Este contacto temprano con la
escuela cínica fue trascendental para sentar algunos de los pilares fundamentales de lo que
más tarde sería la filosofía estoica. Después de Crates, pasó a estudiar con Estilpón de
Megara y Polemón el Escolarca, que también fueron influyentes en la formación del
pensamiento estoico. Alrededor del 300 A.C fundó su escuela en el stoá poikilé (pórtico
pintado), de donde se tomó el nombre Estoicos. Fue seguido por Cleantes y después por
Crisipo, quiénes con el tiempo se convirtieron en dirigentes de la escuela. Crisipo era un
hombre de inmensa productividad y de ardua dedicación académica. Compuso
aproximadamente setecientas obras, todas perdidas; a pesar de no ser el fundador, era uno
de los pilares de la escuela6.

El estoicismo, más que una doctrina, estaba orientado a ser una forma de vida y una
concepción particular del mundo. Me abro al mundo, lo asumo mediante la filosofía. Según
Peña, la filosofía teórica de los estoicos marca un avance en la invención de soluciones
anteriormente no propuestas, y hasta en el planteamiento de algunos problemas,
anteriormente solo vislumbrados –sobre el tiempo, el libre arbitrio y la necesidad, el criterio
de verdad–7. El estoicismo no es exclusivamente griego, sino que al mismo tiempo es latino
y moderno, Ferrater Mora habla de una constante (histórica) en el pensamiento occidental8.

Es posible dividir el estoicismo en tres períodos, cada uno con sus propias figuras y
desarrollo de áreas de pensamiento.

1) Estoicismo viejo: Fue fundado por Zenón de Citio, tuvo como principales
figuras a Aristón de Quíos (Considerado como el pensador más radical dentro de
la escuela), Cleantes (Muy religioso, siguió fielmente las enseñanzas de Zenón)
y Crisipo, de quien ya hablamos brevemente más arriba. Recogieron algunos
rasgos de la escuela cínica, especialmente su política y su moral; se preocuparon
inmensamente por las cosas físicas –relacionadas con sus ideas sobre la
divinidad y el destino– y lógicas9. Casi toda la lógica y física estoica proviene de
este período.

4
W. T Stace, A Critical History of Greek Philosophy, trad. propia (New York: Macmillan, 1967), 344.
5
Inwood, “Stoics”, 222.
6
Stace, A Critical History of Greek Philosophy, 344.
7
Lorenzo Peña, El ente y su ser. Un estudio lógico-metafísico, (León: Universidad de León, 1985), 83.
8
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Vol. 2, (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1965), 584.
9
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 584.
2) Estoicismo medio: Tiene como principales figuras a Panecio (Pensador muy
influyente antes y después de su muerte; rechazó parte de la cosmología
estoica10) y Posidonio (Discípulo de Panecio, maestro de Cicerón y un
cosmopolita11). Tiene tendencias sincréticas, traen a la palestra muchos temas
aristotélicos, platónicos y pitagóricos, al igual que algunas concepciones
escépticas. Aquí la teología adquiere inclinaciones panteístas muy fuertes. A
pesar de no haber descuidado las especulaciones físicas, le dieron mayor
importancia a los problemas humanos y morales.12
3) Estoicismo nuevo: Esta fase es netamente romana, y por eso también es llamado
estoicismo imperial. Tiene figuras fuertes como Séneca (que será discutido más
abajo), Epícteto (Un esclavo liberado, considerado por muchos como un
cristiano oculto13 por sus concepciones sobre la Divinidad y por su doctrina
práctica14) y Marco Aurelio (Emperador Romano y filósofo, trascendental para
la religión y la antropología estoica). Sus tendencias eran mayoritariamente
éticas, pero también desarrollaron las cuestiones naturales, y presentaban ciertas
tendencias enciclopédicas. En cualquier caso, este período tuvo un amplio
alcance, permeando la filosofía o doctrina de muchos autores que no eran
estoicos. Conocido es el caso del neoplatonismo, específicamente Plotino que
tiene muchos elementos estoicos en su obra. Lo mismo sucede con autores
cristianos como Boecio.15

Habiendo cerrado la historia de la escuela, podemos pasar a su análisis.

III.- Estoicismo, doctrina

El estoicismo comparte con las escuelas de su época, el epicureísmo y el


escepticismo la afirmación de la primacía del problema moral sobre los problemas
teóricos y el concepto de la filosofía como vida contemplativa, por encima de las
preocupaciones, de los cuidados y las emociones de la vida común. Su ideal es, por
lo tanto, el de la ataraxia (ausencia de inquietud, imperturbabilidad de ánimo) o
apatía (a-páthos, no padecer, no ser pasivo)16.

10
El rechazo de Panecio es referente a la idea del fuego, idea fundamental del estoicismo que será
desarrollada más adelante
11
Consideración del hombre como ciudadano del mundo
12
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 584.
13
Tesis defendida por Th. Zahn en Der Stoiker Epiktet und sein Verhältnis zum Christenum, 1894, donde
afirma que Epícteto conocía el Nuevo Testamento; Posteriormente refutada por Bonhöffer en Epiktet
und das Neue Testament, 1911. Respecto a ambos textos, no hay versiones en español o en inglés,
pero sí hay una referencia directa a ambos en J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, p. 535;
específicamente en el artículo referido a Epícteto.
14
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 535.
15
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 585.
16
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, (México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1963), 462
A pesar de la división temporal realizada más arriba, todavía es posible
encontrar una doctrina común a todos los estoicos que está más allá de los períodos
mencionados. Podemos identificar muchos elementos afines entre sí; de no ser así,
el nombre no sería más que un mero adorno. Dicha doctrina, puede ser dividida en
tres partes: Lógica, Física y Ética.

A) Lógica: Tal como los estoicos utilizaban la palabra, designan a la lógica como la
parte de la filosofía que trata al lógos, la razón o el discurso en cualquiera de sus
formas17. La lógica estoica es muy similar a la lógica moderna. Se preocupa ante
todo de las proposiciones (contrario a la lógica aristotélica, cuya preocupación
eran los términos) y sienta las bases de la lógica proposicional, y a su vez,
desarrollan reglas de inferencia para esta. Junto a eso, también es posible
identificar una teoría del conocimiento; elaboran una doctrina del alma, la que es
vista como un “encerado” sobre el cual se inscriben las cosas externas, las
impresiones que el alma puede aceptar o negar, dependiendo de eso la verdad o
el error. De ser aceptada la impresión, se produce una comprensión18
B) Física: Aquí se hacen patentes los rasgos más conocidos de su cosmovisión.
Manifiestan elementos racionalistas, materialistas y deterministas. El mundo
esencialmente es corpóreo, y la ciencia que se encarga de lo corpóreo es la
física, aunque hay excepciones a la regla: vacío, lugar, tiempo y significado. Lo
real es pleno y continuo, pero rodeado por el vacío. Esta visión es radicalmente
distinta a la de Aristóteles, quién afirmaba que no había nada fuera del cosmos,
por el simple hecho de que el cosmos es la suma de toda la realidad física. A
raíz de esto, los atomistas llegaron a afirmar que nuestro cosmos se rodea por un
vacío infinito. Los estoicos aceptaban esto parcialmente, veían un infinito
indeterminadamente (ápeiron) vasto, visón similar a la de Anaximandro19. La
explicación para esto está directamente relacionada a la herencia que los
estoicos tienen de Heráclito, y esa es la visión del fuego como elemento
primario o creador. Los estoicos creían que el cosmos fue creado por la
actividad cosmogénica de Zeus y que algún día, terminaría siendo reabsorbido
por el fuego cósmico del que había sido concebido. Entonces, cuando sucediera,
se expandiría en volumen (tal como lo hace cualquier cosa cuando se calienta o
se quema). Evidentemente, el razonamiento estoico era que si algún día el
cosmos se expandiera, debía haber un gran espacio vacío para que lo hiciera.
Esto era el vacío extra cósmico20. El cosmos estaba dotado de vida, racionalidad
y perfección, la Tierra es vista como el centro inmóvil y firme. Hay una fuerza

17
Inwood, “Stoics”, 226.
18
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 585.
19
Inwood, “Stoics”, 237.
20
Ibíd.
que mantiene unificado al cosmos, y esa es el pneuma21. El fuego se entiende
como la sustancia primaria, y el pneuma se entiende como la fuerza que todo lo
une; en último término, todo vuelve al fuego infinitamente, concertando el inicio
con el fin. El lógos es la potencia creadora de todas las cosas, Dios está en ellas,
ya su vez se manifiesta de forma más propia o más auténtica en la razón
seminal o lógos espermatikós, que le otorga origen a todo, y que a su vez
penetra todo por todas partes. Aquí queda en evidencia el monoteísmo estoico,
que será discutido brevemente en el siguiente capítulo.
C) Ética: Este punto es quizás el más importante y famoso de toda la filosofía
estoica. La ética está basada, fundamentalmente en el conocimiento del cosmos
y el puesto del hombre en éste, y más particularmente, en el valor de las cosas22.
Se funda en la idea de la eudaimonía o dicha. Esta dicha, en todo caso, es
distante del concepto de placer, y en realidad es más cercano al ejercicio
constante de la virtud y en la autosuficiencia del sujeto, de este modo, el sujeto
puede desentenderse de los bienes externos (reminiscencia cínica). Hay una
máxima universal, que consiste en vivir conforme a la naturaleza, a su vez, hay
un Dios que gobierna la naturaleza y que es inmanente a ella. También afirman
que el sabio está libre de pasiones (apathés), por cuanto no está dispuesto hacia
ellas; y en otro sentido el vil también está libre de pasiones, pues significa lo
mismo que “tozudo” e “inflexible”. El sabio también está libre de orgullo
(átuphos), pues mantiene la misma disposición tanto con la fama como con la
falta de fama23. Solo el sabio posee una razón “real”, él sabe sobreponerse a las
cosas y vive en concordancia con la razón, que en esencia es vivir conforme a la
naturaleza. Se caracteriza por ser apático, no tiene padecimiento alguno, es
completo y autosuficiente. Se vale por sí mismo y solo se necesita a sí mismo,
precisamente por eso se hace capaz de desprenderse de las cosas materiales.
Adquiere un estatuto divino, puesto que al vivir conforme a la naturaleza, vive
en conformidad al lógos espermatikós, que es la manifestación más auténtica de
Dios. El fin de todo esto, tal como se dijo al principio, es la dicha, pero previo a
ello, necesito una conversión que me saque de la ignorancia, una metánoia.

Con eso termina la discusión sobre la doctrina estoica.

IV. Cristianismo y estoicismo

21
Su propiedad fundamental es la tensión, que permite la cohesión de la materia. En el estoicismo maduro se
vuelve la principal razón para la inmanencia divina en el mundo natural. Es la explicación para varios
fenómenos naturales, desde la cohesión del cosmos en sí mismo, hasta la naturaleza del alma humana. Posee
elasticidad y fuerza tensional, lo que le proporciona a los objetos sus propiedades físicas básicas. El pneuma
es omnipresente. Para más información respecto al pneuma, consultar a Inwood, “Stoics”, 226 y en la nota n°
27 de dicha página.
22
Inwood, “Stoics”, 239.
23
Marcelo Boeri, Los Estoicos Antiguos (Santiago: Editorial Universitaria, 2003), pp- 228-229.
El estoicismo, más específicamente el imperial, estuvo en contacto constante con el
cristianismo, y esto principalmente se debía a que la cuna y hogar de esta corriente estoica
se encuentra en el Imperio Romano. Muchas veces solía correrse la voz de que algunos
filósofos de esta escuela se habían convertido secretamente al cristianismo o cosas por el
estilo24. En cualquier caso, será prudente hablar un poco sobre la relación entre ambos
movimientos, estableciendo diferencias y semejanzas.

El cristianismo es el desarrollo sintético de varios movimientos de pensamiento y


vida desde sus inicios25. Cristo es fundador y mesías, y a su vez es lo divino. Dios presenta
un rasgo humano, que es Jesús. A su vez, Dios posee una sola naturaleza que se manifiesta
en tres personas (Padre, Hijo, Espíritu Santo), y a su vez tiene una manifestación histórica,
que es Jesús. En consecuencia, se puede considerar como el único Dios que ha muerto, lo
que representa la muerte de la infinidad. Cristo, además trae un mensaje, el de la llegada del
reino de Dios. El mensaje posee dos dimensiones: Una histórica y una escatológica.

En su dimensión histórica, se representa una presencia material del reino de Dios.


Está aquí y es. La justicia social se instala, y hay un proyecto político; Teología política. La
justicia social se manifiesta en el afán liberador del ser humano, que lleva afirmar que ante
Dios, todos los hombres son libres e iguales. Dicha justicia social y liberación es el
catalizador para atraer a los sectores populares a la religión, y una de las razones que
explicarían la magnitud del movimiento cristiano.

La Dimensión escatológica, en cambio, se refiere a una potencialidad del proyecto.


Aún no se concreta, ni se identifica con ningún movimiento político vigente, y eso es
debido a que la concreción de esto, solo depende de Dios.

También se instala el horizonte de la nihilidad, que elimina la concepción circular


del cosmos que tenían los griegos. Ahora las cosas nacen de la nada, son hechas por una
potencia creadora, y a su vez tienen un final; cuando llegan a ese final, dejan de ser.

Ahora, tanto el sistema estoico como el cristiano tienen una concepción monoteísta,
ya su vez, en ambos se manifiesta un ser mayor, absoluto que es la base de todas las cosas,
y que está presente en todas ellas26. Antes de continuar con la comparación, es necesario
decir que el Nuevo Testamento tiene un trasfondo tanto hebreo como grecorromano. El

24
Famoso es el caso de Epícteto, del que ya hablamos en la nota n°12, o el de Séneca. En el caso del segundo,
se creía que Séneca secretamente se convirtió al cristianismo, utilizando como prueba la correspondencia
entre este y San Pablo. En el renacimiento se probó que dicha conversión no tenía fundamento alguno,
mediante pruebas lingüísticas e históricas. Para más información, consultar a L. Bracciolini Palagi, Il
carteggio apócrifo di Seneca e San Pablo (Florencia, 1978), pp. 22-34. Para una referencia en español
consultar a Jill Kraye, “Filólogos y filósofos”, en Introducción al humanismo renacentista, ed. por Jill Kraye,
trad. C. Clavería (Cambridge (Mass): Cambridge University Press, 1998), pp. 203-204.
25
Ralph Stob, “Stoicism and Christianity”, The Classical Journal 30, N°4 (1935), 217,
http://www.jstor.org/stable/3290087. Traducción propia.
26
Stob, “Stoicism and Christianity”, 218.
concepto de Dios en el Nuevo Testamento claramente se opone a las concepciones divinas
paganas. A pesar de ser similares, las visiones cristianas y estoicas de Dios no son
idénticas.

En el cristianismo Dios es inmaterial, pero a su vez es persona (tres, en efecto);


Dios, al ser concebido como un espíritu, no tiene materialidad, pero eso no impide que
posea personalidad. Tanto en el estoicismo como en el cristianismo hay una sustancia
primaria, y en ambos casos Dios es dicha sustancia. En el estoicismo, Dios puede
equipararse al fuego, que a su vez es la sustancia primaria (Reminiscencia de Heráclito).
Precisamente por eso, y tal como discutimos arriba, dicho elemento consumirá todo, y
regresarán a su ser original. El Dios estoico carece de personalidad, o de un gran espíritu.
Esta sustancia está presente en todo: El hombre, el universo material, los cuerpos celestes,
etc. Es una divinidad que se extiende a todo. El sistema estoico es tanto panteísta como
monoteísta, pero por ningún motivo es monoteísta por sí solo27.

En el Cristianismo estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, pero no nos


componemos de la misma sustancia que él. El hombre, a pesar de estar hecho a su imagen,
se mantiene hombre. En cambio, en los estoicos la sustancia primaria es el lógos28. Dicha
sustancia reside en Dios y en el hombre, ambos son idénticos. El Hombre es Dios, el Dios
es Hombre.29. Siguiendo esa argumentación, y recordando la necesaria inmanencia del Dios
estoico, la conclusión natural a la que llegamos es que Dios y hombre son uno. En
palabras de Séneca:

La razón no es nada más que una parte del espíritu divino inmerso en el cuerpo
humano30.

Y nuevamente Séneca:

¿Y por qué no deberías de creer que algo divino existe en alguien que es parte de
Dios? Todo este universo que nos abarca es uno, y es Dios. Estamos asociados a
Dios; somos sus miembros31

Esas meditaciones estoicas en torno a la divinidad nos lleva a su máxima universal:


La naturaleza es divina, y el hombre es parte de la naturaleza; por ende, su tarea es vivir en
concordancia con la naturaleza.

En cualquier caso, el estoicismo sigue siendo mucho más cercano al cristianismo de


lo que parece, Ferrater Mora lo expone así: Pero mientras los neoplatónicos tendían a una
filosofía religiosa propia exclusivamente del elegido que, teniendo consciencia de la crisis

27
Stob, “Stoicism and Christianity”, pp. 218-219.
28
Stob, usa los términos “lógos” y “fuego” indistintamente.
29
Stob, “Stoicism and Christianity”, 219.
30
Epístolas. xlvi, 12
31
Ep. xcii.
pretendía sobreponerse a ella, los estoicos descendían de continuo hacia el hombre común,
de suerte que el estoicismo representa un vigoroso esfuerzo de salvación total y no solo del
desdeñoso apartamiento del sabio32. Seguir esa afirmación sería conveniente para nosotros,
puesto que, tal como dijimos arriba el cristianismo tenía mucho alcance en las clases
populares, y a su vez, este también expresa un deseo de salvación total. No se limita a
otorgarle la salvación a un tipo de hombre tan específico como el platónico, sino que
incluso el hombre más común e iletrado tiene la posibilidad de lograrlo.

Un estandarte de la relación entre ambas doctrinas vendría a ser Séneca. Desde su


amistad con San Pablo, hasta sus aportes indirectos a la literatura cristiana, Séneca es
considerado como un autor casi inseparable del cristianismo, a pesar de que él no era
cristiano.

Porfirio y, según parece, también Plotino desencadenaron el siglo III contra los cristianos un
ataque cultural basado en argucias filológicas, mientras el poder político los seguía
persiguiendo con saña. Séneca es el único gentil prestigioso al que los cristianos, sabiendo
que no había sido bautizado, trataron de presentarle como próximo al cristianismo.
Tertuliano le llamó “Séneca saepe noster”, o “Séneca, uno de nosotros”33.

La prueba decisiva (no única) de la mutua amistad entre el Apóstol y el consejero de Nerón
se halla en el intercambio de escritos que se entregaron mutuamente. San Pablo recibió de
Séneca una colección de sentencias morales utilizada, y tal vez retocada por San Martín de
Braga34.

A este género pertenecieron sin duda los resúmenes morales compuestos por Séneca en los
últimos meses de su vida y transmitidos en ediciones y antologías a lo largo de los siglos
con otros escritos elaborados o apócrifos, como la correspondencia entre Pablo y Séneca. Es
la aportación consciente de Séneca a la literatura cristiana, aceptada por San Pablo y
recogida por la comunidad en Roma35.

Con dichas frases, se hace evidente que no es posible separar a un pensador tan
trascendental para el estoicismo como lo fue Séneca, del cristianismo. A pesar de que nunca
se reconoció como cristiano, y que ni siquiera estaba bautizado, fue un pensador influyente
para dicha religión, siendo profundamente respetado por pensadores como San Agustín o
San Jerónimo36. La relación, en cualquier caso, está más allá de la filosofía o de la política,

32
Ferrater, Diccionario de Filosofía, 586.
33
Eleuterio Elorduy, “Séneca y el cristianismo”, en Actas del congreso internacional de Filosofía, en
conmemoración de Séneca en el XIX centenario de su muerte, (Córdoba: Taurus Ediciones), 182
34
Elorduy, “Séneca y el cristianismo”, 194
35
Elorduy, “Séneca y el cristianismo”, 203
36
San Agustín, epíst. 153,15; ML 46, 659; CSEL, 44, 412. San Jerónimo: De viris illustribus, XII.
sino que también permea a un nivel metodológico; aunque en cualquier caso, esta relación
es más que nada entre el mundo griego como tal y el cristianismo.37

V.- Conclusión

El estoicismo, sin duda es una de las escuelas más relevantes de la historia de la


filosofía, evidencia de ello es su repercusión en el Cristianismo y en la filosofía moderna38,
y quizás eso se deba al afán de renovación y sincretismo de dicha escuela. Más que una
doctrina filosófica, el estoicismo enseña a tener una disposición ante la existencia. Esto es
manifiesto en Sobre la brevedad de la vida del mismo Séneca, donde habla de la
disposición que el sujeto debe tener ante la muerte, esa necesidad de “aprender a morir”
para lograr una completa autonomía. A pesar de la naturaleza casi reaccionaria con la que
fue concebida, la evolución de su pensamiento es admirable, y su relevancia innegable. Va
más allá de ser una escuela, y pasa a ser una representación de la identidad griega, una que
sobrevivió hasta nuestros días, afortunadamente.

37
Dicha relación se muestra en Pierre Hadot, La filosofía como forma de vida, trad. María Cucurella Miguel,
(Barcelona: Alpha Decay, 2009), 89-100.
38
Jill Kraye, “Filólogos y filósofos”, 204. “Las ideas estoicas mantuvieron su vigencia hasta la década de
1660. Algunas de ellas incluso se infiltraron en los nuevos sistemas filosóficos de Descartes y Spinoza”
Trabajos citados
Abbagnano, Nicola. Diccionario de Filosofía. México D.F: Fondo de Cultura Económica, 1963.

Boeri, Marcelo. Los Estoicos Antiguos. Santiago: Editorial Universitaria, 2003.

Elorduy, Eleuterio. «Séneca y el Cristianismo.» Congreso Internacional de Filosofía, en


conmemoración de Séneca, en el XIX centenario de su muerte. Córdoba: Taurus, 1965. 181-
206.

Ferrater, José. Diccionario de Filosofía. Vols. I-II. II vols. Buenos Aires: Sudamericana, 1965.

Hadot, Pierre. La filosofía como forma de vida. Traducido por María Cucurella Miguel. Barcelona:
Alpha Decay, 2009.

Inwood, Brad. «Stoics.» En Routledge History of Philosophy, From Aristotle to Augustine, editado
por David Furley, 222-252. London: Routledge, 2005.

Kraye, Jill. «Filológos y Filósofos.» En Introducción al humanismo renacentista, editado por Jill
Kraye, traducido por C. Clavería, 190-209. Cambridge: Cambridge University Press, 1998.

Lambert, César. «Filosofía Helenística.» Historia de la Filosofía Antigua. Viña del Mar: Pontifica
Universidad Católica de Valparaíso, Noviembre de 2017.

Long, Anthony. La filosofía helenísitca. Estoicos, epicúreos, escépticos. Traducido por Jordán de
Urries. Madrid: Alianza Editorial, 1984.

Peña, Lorenzo. El ente y su ser. Un estudio lógico-metafísico. León: Universidad de León, 1985.

Stace, W. T. A Critical History of Greek Philosophy. New York: Macmillan, 1967.

Stob, Ralph. «Stoicism and Christianity.» The Classical Journal 30, nº 4 (1935): 217-224.

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