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Unidad temática IV

Teoría general de los contratos.


Contratos civiles y comerciales.
Contratos de empresa
por Marcelo R. Roitbarg
1. CONCEPTO DE CONVENIO Y CONTRATO
El art. 1137 del C.C. establece que “hay contrato cuando varias personas se
ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común, destinada a reglar
sus derechos”. Esta definición, que se corresponde más con la idea de
convención o convenio que con la de contrato, debe ser limitada en dos aspectos:
en primer lugar, no todo acuerdo de voluntades es un contrato, sino solamente
aquel cuyo objeto es susceptible de ser apreciado pecuniariamente (art. 1169,
C.C.); y, en segundo lugar, debe destacarse que la función esencial del contrato
es la creación de obligaciones; aunque, excepcionalmente, puede modificarlas,
transferirlas o extinguirlas.
El contrato es un acto jurídico en los términos del art. 944, C.C., es decir, un acto
voluntario lícito que tiene por fin inmediato establecer entre las personas
relaciones jurídicas. Precisando el concepto, diremos que es un acto jurídico
bilateral (art. 946) y patrimonial (art. 1169).
Entre convención y contrato existe una relación de género a especie. Convención
es el mero acuerdo de voluntades entre personas, generador de relaciones
jurídicas, que puede versar sobre aspectos patrimoniales o extrapatrimoniales (p.
ej.: los acuerdos sobre tenencia de hijos menores a que se arriba en el juicio de
divorcio). Cuando la convención tiene contenido patrimonial, nos hallamos frente
a un contrato.
1,1. CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS
1,1,1. DESDE EL PUNTO DE VISTA JURIDICO
a) Unilaterales y bilaterales (art. 1138, C.C.)
Son bilaterales los contratos que al momento de su perfeccionamiento engendran
obligaciones para todas las partes intervinientes, p. ej.: la compraventa, la
permuta, la locación en sus diversas formas, etc. Por el contrario, son unilaterales
los que al tiempo de la celebración sólo crean obligaciones para una de las
partes, p. ej.: la donación, el depósito, el comodato, etcétera.
Los denominados “contratos bilaterales imperfectos”
Se entiende por tales a ciertos contratos, unilaterales en su inicio, que
posteriormente engendran obligaciones para la contraparte. Un ejemplo: el
contrato de depósito gratuito sólo genera obligaciones para el depositario, que
debe guardar la cosa, no usarla y restituirla al finalizar el contrato. Pero, si
durante la vigencia del contrato de depósito, el depositario ha incurrido en gastos
para la conservación de la cosa, se crea la obligación para el depositante de
reembolsar al primero los mencionados gastos.
b) Onerosos y gratuitos
Se dice que un contrato es oneroso cuando la prestación a cargo de una de las
partes encuentra su razón de ser en la contraprestación de la otra, p. ej.: la
compraventa, la locación, etc. Es gratuito, en cambio, cuando la ventaja recibida
por una de las partes no exige una prestación a su cargo, p. ej.: la donación, el
depósito, etcétera.
c) Consensuales y reales (art. 1140)
Los primeros se perfeccionan por el mero consentimiento de las partes, p. ej.:
compraventa, mandato, sociedad, etcétera.
Los reales, en cambio, se perfeccionan con la entrega de la cosa, p. ej.: mutuo,
comodato, depósito y prenda.
d) Conmutativos y aleatorios
“Los contratos serán aleatorios cuando sus ventajas o pérdidas para ambas
partes contratantes, o solamente para una de ellas, dependan de un
acontecimiento incierto” (art. 2051). Serán conmutativos, en cambio, cuando las
ventajas a recibir por las partes estén perfectamente determinadas al momento de
la celebración (p. ej.: compraventa).
Un ejemplo de los primeros está dado por el contrato de seguros, donde la
Compañía Aseguradora se verá obligada a indemnizar el daño que sufra el bien
asegurado, sólo si ocurre el evento previsto (v. gr.: el incendio).
e) Formales y no formales
Por forma se entiende, de acuerdo con el art. 973: “el conjunto de las
prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al
tiempo de la formación del acto jurídico”. Atento a lo expuesto, se puede decir que
un contrato es formal cuando la ley exige ciertas solemnidades para su
otorgamiento.
Estos contratos se dividen, a su vez, en:
I. Formales ad solemnitatem: la forma es exigida por la ley bajo pena de
nulidad (p. ej.: donación de bienes inmuebles y demás donaciones previstas en el
art. 1810, C.C.).
II. Formales ad probationem: la forma es exigida a efectos de la prueba del
contrato (art. 1193). Un ejemplo es el contrato de seguros, donde, si bien la póliza
es el documento donde consta el contrato, a falta de ella, podrá probarse por
cualquier medio, siempre que exista principio de prueba por escrito, esto es, p. ej.:
recibo de pago de la prima extendido por el productor de la aseguradora.
Son contratos no formales, por el contrario, aquellos que no requieren solemnidad
alguna para ser otorgados.
f) De ejecución instantánea y de tracto sucesivo
Los de ejecución instantánea son aquellos que se cumplen de una sola vez, en un
único acto. Son de tracto sucesivo, por el contrario, aquellos que se cumplen a
través de prestaciones repetidas en períodos convenidos (p. ej.: locación de
cosas).
g) Principales y accesorios
Son principales los que no dependen, en cuanto a su existencia, de otro contrato.
Y accesorios son aquellos cuya existencia jurídica depende de otro contrato (p.
ej.: la fianza).
h) Típicos o nominados y atípicos o innominados
En nuestro sistema jurídico, reciben el nombre de típicos o nominados aquellos
contratos previstos especialmente por la legislación y dotados por ella de un
régimen particular (p. ej.: compraventa, locación, mandato, fianza, etc.).
A la inversa, se denominan atípicos o innominados los contratos que no tienen
asignada por la ley una estructura jurídica propia (p. ej.: contrato estimatorio, de
distribución, franchising, etc.).
1,1,2. DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SUS FUNCIONES ECONOMICAS Y
SOCIALES
a) función de cambio: compraventa, permuta, cesión onerosa de derechos,
etcétera;
b) función de crédito: mutuo, comodato, etcétera;
c) función de garantía: fianza;
d) función de colaboración: sociedad, locación de servicios;
e) función de previsión: renta vitalicia, seguro.
2. CONSENTIMIENTO Y PROCESO DE FORMACION DEL CONTRATO
El consentimiento es la manifestación unilateral de voluntad de cada una de las
partes respecto del contrato. De la fusión de estas manifestaciones unilaterales
resulta la declaración de voluntad común exigida por el art. 1137, C.C.
Ahora bien, al contrato se arriba a través de la negociación, es decir, del
entrecruzamiento de ofertas que se dirigen las partes y la aceptación de las
mismas (nos estamos refiriendo a aquellos contratos más o menos complejos y no
a aquellos en los que existe una celebración instantánea, es decir, casi
coincidente con su ejecución, como, por ejemplo, las pequeñas compras que
realizamos diariamente).
2,1. OFERTA: CONCEPTO
Se trata de una declaración de voluntad unilateral y recepticia (que exige
aceptación de aquel a quien fue dirigida), tendiente a la celebración de un
contrato. En esencia, es una propuesta de contrato.
a) Requisitos
I. Debe ser hecha a persona o personas determinadas (art. 1148).
II. Debe ser completa, es decir, contener todos los elementos del contrato que
se pretende celebrar (art. 1148).
b) Revocación de la oferta
El art. 1150, en su primera parte, sienta el principio de la revocabilidad de la
oferta mientras no exista aceptación.
Ahora bien, la facultad de revocar la oferta cede en dos casos:
• cuando el oferente hubiera renunciado a la facultad de retirar su oferta;
• cuando se hubiera obligado a mantener la oferta durante un determinado
tiempo.
El primero de los casos mencionados constituye una anomalía, dado que en la
práctica no se concibe que alguien renuncie a la facultad de revocar su oferta
para siempre.
La segunda de las excepciones planteadas presenta el problema de saber de
dónde surge su fuerza vinculante, es decir, qué es lo que impide que quien emitió
una oferta con tales características no pueda arrepentirse antes del vencimiento
del plazo de mantenimiento que él fijó. La doctrina moderna considera que en
este caso la fuerza vinculante deriva de la declaración de voluntad unilateral, que
es una fuente autónoma de obligaciones.
c) Caducidad de la oferta
El art. 1149 dispone: “La oferta quedará sin efecto alguno si una de las partes
falleciere, o perdiere su capacidad para contratar: el proponente, antes de haber
sabido la aceptación, y la otra, antes de haber aceptado”.
d) Aceptación: concepto
Al igual que la oferta, constituye una declaración de voluntad unilateral y
recepticia orientada a la celebración del contrato propuesto.
e) Modificación
“Cualquier modificación que se hiciere en la oferta al aceptarla, importará la
propuesta de un nuevo contrato” (art. 1152).
De lo expuesto se desprende que la aceptación debe tener una perfecta
concordancia con la oferta en cada uno de los puntos sugeridos en esta última,
para que pueda hablarse de acuerdo de voluntades. Esto es así, porque cualquier
modificación introducida por el aceptante constituye una nueva oferta a
considerar.
2,2. PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO
2,2,1. CONTRATO ENTRE PRESENTES
Este supuesto está previsto en el art. 1151, que dispone que la oferta hecha
verbalmente no se juzgará aceptada si no lo fuese inmediatamente. De lo dicho
se desprende que, en principio, toda demora en la aceptación debe interpretarse
como rechazo de la oferta.
En esta categoría debe incluirse al contrato celebrado por teléfono.
2,2,2. CONTRATO POR REPRESENTANTE. DOBLE REPRESENTACION
Es posible que, tanto el oferente, como el aceptante, se hagan representar por
terceras personas. En tal supuesto, las relaciones entre los principales y sus
representantes se regirán por las reglas del mandato.
Una situación que ofrece especial interés es la de la doble representación. Un
ejemplo aclarará el punto: A es representante de B, quien le encarga tomar dinero
prestado, y, a la par, es representante de C, quien lo faculta para que dé en
préstamo dinero de su propiedad. O sea, se estaría celebrando un contrato de
mutuo (préstamo para consumo), donde una sola persona es representante del
mutuante (que presta) y del mutuario (que toma prestado).
La doctrina está dividida respecto de la posibilidad de que se celebre un contrato
de tales características. Existen tres posturas al respecto:
a) Tesis afirmativa: el contrato es perfectamente posible, ya que existen dos
manifestaciones de voluntad distintas, aunque emergentes de una sola persona.
Se habrían reunido los requisitos exigidos por el art. 1137.
b) Tesis negatoria: no hay contrato, porque no existen dos personas distintas.
c) Tesis intermedia: si bien existe una única declaración de voluntad, la misma
tendría efectos contractuales. Nos inclinamos por esta última.
2,2,3. AUTOCONTRATO
Un ejemplo: A es representante de B, quien le encarga que tome dinero prestado.
A (el representante) posee la cantidad de dinero que necesita B y decide dársela
en préstamo al interés corriente en plaza. O sea que el representante efectúa dos
declaraciones de voluntad, las que, sin embargo, deben atribuirse a distintas
personas. Por un lado, al mandante (quien, por efecto del contrato, se convierte
en mutuario o tomador del préstamo) y por otro, al representante o mandatario,
pero a título personal (quien por efecto del contrato se convierte en mutuante).
2,2,4. CONTRATO ENTRE AUSENTES
Esta modalidad contractual se produce cuando las partes contratantes se
encuentran separadas por una distancia considerable, que hace imposible el
intercambio de manifestaciones de voluntad en un mismo acto. En las
mencionadas circunstancias las partes suelen recurrir a diversas formas: el
contrato por agente o nuncio y el celebrado por correspondencia.
Por agente o nuncio
La oferta se hace por intermedio de un mensajero (agente o nuncio), que carece
de mandato y sólo oficia de portavoz. A esta modalidad hace referencia el Código
en los arts. 1147 y 1151.
La última de las disposiciones mencionadas establece que la oferta se entenderá
rechazada si hubiera sido hecha por medio de un agente y éste volviese sin una
aceptación expresa.
Por correspondencia
Respecto del momento en que queda perfeccionado este tipo de contrato se han
esbozado diversas teorías, las que integran dos grupos principales: a) teorías
extremas y b) teorías intermedias.
a) Teorías extremas
• Teoría de la información de la voluntad
El contrato quedará perfeccionado con el conocimiento por parte del
oferente de la aceptación de su oferta. Pero los sostenedores de esta postura
dicen que ese conocimiento debe ser efectivo, es decir, no debe dejar lugar a
dudas respecto de que el aceptante no ha cambiado de opinión en el tiempo
corrido entre la emisión y el recibo de la aceptación. Y lo mismo cabría decir del
aceptante: no puede aceptar si no tiene certeza de que la oferta aún sigue en pie.
La solución propuesta es mantener permanentemente informadas a ambas partes.
• Teoría de la declaración de la voluntad
El contrato recién es perfecto cuando se produce la aceptación de la
oferta. Y para que se conozca la aceptación no hay otra forma que declararlo así
frente al pueblo.
b) Teorías intermedias
• Teoría de la expedición o envío
Recién habrá contrato cuando la declaración de haber aceptado la oferta
sea enviada al proponente (carta, telegrama, etc.).
• Teoría de la recepción
Se juzga perfeccionado el consentimiento cuando se produce la
recepción por el oferente del instrumento en que consta la aceptación de la otra
parte.
2,3. SISTEMA DEL CODIGO CIVIL
El C.C. no adopta ninguno de los sistemas mencionados en su forma pura,
optando por un sistema mixto.
Dice el art. 1154, C.C.: “La aceptación hace sólo perfecto el contrato desde que
ella se hubiese mandado al proponente”. Este es el principio básico sobre el
punto; como se ve, adhiere a la teoría de la expedición o envío.
Sin embargo, al tratar de la caducidad de la oferta (art. 1149), el Código hace
importantes concesiones a la teoría de la información. Otro tanto ocurre con
respecto a la retractación de la aceptación: el art. 1155, en su primera parte,
dispone que “el aceptante de la oferta puede retractar su aceptación antes que
ella haya llegado al conocimiento del proponente...”.
Sin lugar a dudas, muchos de los inconvenientes prácticos de comunicación, que
dieron origen en su momento a que se formularan las teorías precedentes, han
desaparecido hoy por el avance tecnológico. El fax y el correo electrónico son
medios aptos para que las partes se mantengan perfectamente informadas y
puedan celebrar negociaciones con conocimiento prácticamente instantáneo de
ofertas y aceptaciones.
2,4. VICIOS EN LA FORMACION DEL CONTRATO (REMISION)
Anteriormente hemos conceptuado al contrato como un acto jurídico bilateral y
patrimonial. En consecuencia, todas las consideraciones efectuadas en relación
con los vicios del consentimiento y vicios propios de los actos jurídicos resultan
aplicables a los contratos (conf. art. 1157, C.C.), por lo que remitimos a lo
expuesto en la Unidad temática II, Hechos y Actos Jurídicos.
3. CONTRATACION MASIVA. CLAUSULAS PREDISPUESTAS Y CONDICIONES
GENERALES DE CONTRATACION
La materia contractual en el Código Civil descansa sustancialmente sobre el
principio de autonomía de la voluntad establecido en el art. 1197. Las partes, en
situación de igualdad, mediante ofertas y aceptaciones cruzadas, celebran sus
contratos. Los interesados discuten las cláusulas, proponen modificaciones a las
sugeridas por la contraparte y finalmente arriban al acuerdo que, por lo general,
se formaliza por escrito.
Distinta es la situación en el ámbito del derecho comercial y, especialmente, en la
actividad empresarial. En efecto, las empresas fabricantes o comercializadoras de
bienes o servicios en forma masiva, no celebran sus contratos con clientes y
usuarios a través de la discusión de las cláusulas que más convengan a cada
uno, sino que recurren a contratos tipo con cláusulas y condiciones
predispuestas, donde el margen de decisión del otro contratante prácticamente se
reduce a aceptar o no. Tales contratos están redactados en formularios
preimpresos, donde, en espacios en blanco previstos al efecto, se consignan los
datos del cliente o usuario de que se trate.
En la situación descripta, la autonomía de la voluntad tiene un marco bastante
restringido y una de las partes, en situación de supremacía económica y
organizacional, prácticamente impone a la otra las condiciones del contrato.
Entre las condiciones (cláusulas) del contrato se distinguen las generales de las
particulares. Las primeras son aquellas que vienen ya impresas en el formulario
tipo del contrato de que se trate y que son impuestas a la contraparte, quien no
puede discutirlas. Constituyen la parte sustancial del contrato y dan regulación a
los aspectos más importantes de la operación o negocio. Las condiciones
particulares son las que se refieren a la situación especial del cliente y que
admiten una cierta negociación o el ejercicio de una opción, generalmente en lo
relativo a plazos de pago y financiación.
La situación de supremacía que una de las partes tiene respecto de quien sólo se
limita a aceptar o no, sumada a los abusos que de ello pueden derivarse, ha
llevado a que el Estado, en ciertas actividades económicas, haya tomado una
intervención directa, a través de la aprobación previa de las condiciones
generales de contratación que vayan a ofrecerse al público. Así, por ejemplo, la
Superintendencia de Seguros de la Nación aprueba las condiciones generales de
las pólizas que en los distintos riesgos vayan a utilizar las compañías
aseguradoras, como un modo de control, en beneficio de los usuarios del sistema.
Es de destacar también que la ley 24.240, de defensa del consumidor, establece
en su art. 3º que, en caso de duda sobre situaciones derivadas de este tipo de
contratos, deberá estarse siempre por la interpretación más favorable para el
consumidor.
4. ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS. REMISION. SINTESIS
Para un análisis general del tema, remitimos a lo expuesto en la Unidad temática
II, al tratar los Elementos de los Actos Jurídicos. Sin perjuicio de ello, haremos
aquí una síntesis de los elementos en general y un tratamiento particularizado de
los elementos esenciales.
4,1. DISTINTAS CLASES
En general, se distinguen en doctrina tres clases de elementos, a saber:
esenciales, naturales y accidentales.
4,1,1. ELEMENTOS ESENCIALES
Son ciertos requisitos que no pueden faltar en ningún contrato, dado que hacen a
su validez. VELEZ SARSFIELD, a diferencia del Código Francés, guardó silencio en
esta materia.
La doctrina clásica entiende que los elementos esenciales del contrato son tres:
consentimiento, objeto y causa. Algunos autores agregan la capacidad, pero ésta
es, en sustancia, un presupuesto del consentimiento. Otros consideran también
comprendida a la forma, pero ésta, o bien cae dentro del consentimiento (cuando
es interpretada como medio de exteriorización de la voluntad), o bien configura un
elemento propio de determinados contratos (aquellos en los que la ley exige
determinadas solemnidades, p. ej.: que sean otorgados por escritura pública).
Aunque —tal como lo dijimos— la capacidad y la forma no son elementos
esenciales de los contratos, expondremos sucintamente ambos temas (al igual
que el de la prueba de los contratos), por presentar algunas particularidades en la
materia que nos ocupa, que es preciso destacar.
4,1,2. ELEMENTOS NATURALES
Son aquellos impuestos por el ordenamiento jurídico en forma supletoria de la
voluntad de las partes. Es decir, están previstos por la ley, pero pueden ser
dejados de lado por conveniencia de las partes. Un ejemplo está dado por la
garantía de evicción, que es un elemento natural de los contratos onerosos, la
cual, sin embargo, puede ser dispensada por un acuerdo expreso en contrario;
otro elemento natural es la gratuidad en el contrato de mandato; etc. Remitimos a
lo expuesto en la Unidad temática II, Hechos y actos jurídicos, pto. 2 in fine.
4,1,3. ELEMENTOS ACCIDENTALES
Son aquellos surgidos de la voluntad de las partes, que al ser incluidos en un
cierto contrato tienden a modificarlo en algún aspecto (tales son el plazo, el modo
y el cargo). Remitimos a la Unidad temática II, pto. 2, in fine.
4,2. CAPACIDAD PARA CONTRATAR
Tal como aclaramos antes, la capacidad no es un elemento esencial de los
contratos, sino el presupuesto de validez del consentimiento. No puede hablarse
de declaración de voluntad común, en los términos del art. 1137, si las partes
contratantes no están dotadas de la capacidad necesaria para el otorgamiento del
acto.
Son aplicables a la materia contractual los principios de capacidad analizados al
tiempo de referirnos a los atributos de la personalidad. Remitimos, por tanto, a lo
dicho en la Unidad temática I y procederemos aquí a dar tratamiento a las
incapacidades para contratar que prevé nuestro régimen legal y a efectos de los
contratos celebrados por incapaces, que son dos situaciones de especial interés.
4,2,1. INCAPACIDADES PARA CONTRATAR
De acuerdo con el art. 1160, C.C., no pueden contratar los incapaces por
incapacidad absoluta (menores impúberes, dementes, sordomudos que no saben
darse a entender por escrito), ni los incapaces por incapacidad relativa, en los
casos en que les es expresamente prohibido (menores adultos, emancipados,
inhabilitados), ni los que están excluidos de poderlo hacer con personas
determinadas o respecto de determinados bienes (incapacidades de derecho); ni
los religiosos profesos de uno u otro sexo (clérigos que realizan votos de
obediencia, pobreza y castidad), sino cuando comprasen bienes muebles a dinero
de contado, o contratasen por sus conventos; ni los comerciantes fallidos
(desapoderados de sus bienes por la sentencia declarativa de quiebra) sobre
bienes que correspondan a la masa del concurso, si no estipularen previamente
concordato con sus acreedores.
4,2,2. EFECTOS DE LOS CONTRATOS CELEBRADOS POR INCAPACES
Son nulos los actos celebrados tanto por incapaces de derecho como por
incapaces de hecho, ya sea que se trate de nulidad absoluta o relativa (conf. arts.
1041, 1042 y 1043).
Por excepción, son anulables los actos llevados a cabo por personas que obraren
con una capacidad accidental, como si por cualquier causa se hallaren privados
de la razón (dementes no declarados), o cuando no fuere conocida su
incapacidad impuesta por la ley, o cuando la prohibición del objeto del acto no
fuere conocida, por depender de una investigación de hecho (art. 1045).
Tratándose de incapaces de hecho, y dado que la sanción de nulidad se
establece en interés exclusivo de éstos, sólo cabe hablar de nulidad relativa. No
ocurre lo mismo respecto de las incapacidades de derecho, las cuales confirman
una nulidad relativa o una absoluta, según cuál sea, en el caso de que se trate, el
interés protegido.
De acuerdo con el art. 1048, la nulidad relativa sólo puede ser pedida por el
incapaz o su representante legal. La nulidad absoluta, en cambio, puede y debe
ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece manifiesta en
el acto. Puede alegarse por todos los que tengan interés en hacerlo, excepto el
que ha ejecutado el acto sabiendo, o debiendo saber, el vicio que lo invalidaba.
Puede también pedirse su declaración por el Ministerio Público, en el interés de la
moral o de la ley. De acuerdo con el art. 1047, C.C., la nulidad absoluta no es
susceptible de confirmación.
4,3. OBJETO DE LOS CONTRATOS
El objeto del contrato es el contenido específico del acuerdo al que arribaron las
partes. Es aquello que las partes quieren obtener a través de dicho acuerdo de
voluntades (en la compraventa, una de las partes quiere vender y la otra parte
quiere comprar).
4,3,1. PRINCIPIOS DEL CODIGO CIVIL EN MATERIA DE OBJETO DE LOS
CONTRATOS
El art. 1167, C. Civ., establece que “lo dispuesto sobre los objetos de los actos
jurídicos, y de las obligaciones que se contrajeran, rige respecto de los contratos,
y las prestaciones que no pueden ser objeto de los actos jurídicos, no pueden
serlo de los contratos”. La disposición transcripta afirma indirectamente que el
objeto del contrato está dado por la prestación. Tal afirmación es incorrecta. Es
preciso hacer aquí una aclaración conceptual: la prestación (comportamiento a
cumplir por el deudor en favor del acreedor), no es el objeto del contrato, sino el
de la obligación. A su vez, el contenido de la prestación es la cosa, el hecho
debido o la abstención comprometida. Ahora bien, si se toma en consideración
que la función normal del contrato es la creación de obligaciones, puede
aceptarse la terminología del artículo en cuanto, mediatamente, la prestación
resulta ser objeto del contrato.
El artículo que nos ocupa, en su última parte, remite al art. 953, que dice:
“El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que están en el comercio, o que
por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto
jurídico, o hechos que no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas
costumbres o prohibidos por las leyes, o que se opongan a la libertad de las
acciones o de la conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los
actos jurídicos que no sean conformes a esta disposición, son nulos como si no
tuviesen objeto.”
4,3,2. REQUISITOS DEL OBJETO
a) Posibilidad
La prestación debe ser física y jurídicamente posible al momento de la
celebración del contrato. Así, por ejemplo, habría imposibilidad material o física si
la prestación a cargo de una de las partes consistiera en tocar el cielo con la
mano. Existiría imposibilidad jurídica, en cambio, si una de las partes debiera
vender una cosa que está fuera del comercio (v. gr.: un monumento público).
b) Licitud
Se considera ilícita la prestación cuando es contraria a una norma imperativa, al
orden público o atenta contra la moral o buenas costumbres. Así, por ejemplo, es
contrario a la ley el pacto sobre herencia futura, atenta contra el orden público el
contrato que importe privar a un heredero forzoso de su porción legítima,
contraría la moral el contrato de corretaje matrimonial, etcétera.
c) Determinación
La prestación debe estar determinada al momento de la celebración del contrato,
o ser susceptible de determinación ulterior. Esto último ocurre, por ejemplo,
cuando la cantidad a entregar de cierta especie de cosas se deja librada al
arbitrio de un tercero (art. 1171).
d) El requisito de la apreciación pecuniaria
El art. 1169, C.C., dispone:
“La prestación objeto de un contrato puede consistir en la entrega de una cosa, o
en el cumplimiento de un hecho positivo o negativo susceptible de una
apreciación pecuniaria.”
VELEZ SARSFIELD, en la nota al citado artículo, remarca su posición diciendo:
“Si la prestación objeto del contrato, aunque susceptible en sí de apreciación
pecuniaria, no presentara para el acreedor ninguna ventaja apreciable en dinero,
no estaría éste autorizado a pedir la ejecución de la promesa hecha. Un simple
interés de afección no sería suficiente para darle una acción, a menos que la
estipulación determinada por tal móvil, no hubiese tenido al mismo tiempo por fin
el cumplimiento de un deber moral.”
La doctrina en general se ha levantado contra esta postura (original del Derecho
Romano). Así, IHERING considera que todo interés digno de protección jurídica
puede ser objeto de los contratos. En similar sentido se pronuncian W INSCHEID y
ENNECERUS.
Entre nosotros, BIBILONI ha dicho:
“Donde un interés serio, respetable y no solamente determinado por el afecto,
apoyado en un deber moral, sino por los más elevados estímulos de la mentalidad
humana, por la caridad, el culto de las ciencias y las artes, impulse a celebrar
contratos que tiendan a realizarlos, allí debe estar la ley para ampararlos y
asegurar su cumplimiento...”
La doctrina moderna, por último, distingue entre la prestación, que siempre debe
ser susceptible de apreciación pecuniaria y el interés protegido, que puede ser
moral, cultural, etcétera.
4,4. CAUSA DE LOS CONTRATOS
La causa es el motivo determinante del contrato; la razón que llevó a las partes a
contratar (conf. MOSSET ITURRASPE). Tal motivo determinante, al ser declarado por
cada uno de los contratantes, se vuelve común.
Así considerada, la causa de los contratos resulta:
a) subjetiva: dada su estrecha relación con el fin perseguido por cada parte;
b) concreta: es contemplada respecto de cada acto de que se trate;
c) variable: el motivo que llevó a las partes a contratar será distinto en cada
contrato considerado.
4,4,1. LA CAUSA EN EL CODIGO CIVIL
Tomando en consideración que no es pacífica la doctrina respecto de la
consideración de la causa como elemento esencial de los actos jurídicos, se hace
necesario recurrir al texto del Código, arts. 499 a 502, a fin de echar luz sobre el
problema.
El art. 499 dispone: “No hay obligación sin causa, es decir, sin que sea derivada
de uno de los hechos, o de uno de los actos lícitos o ilícitos, de las relaciones de
familia, o de las relaciones civiles”. Los autores son prácticamente unánimes al
entender que esta disposición hace mención al concepto de causa-fuente.
En lo que hace a los arts. 500 a 502, la doctrina mayoritaria los entiende referidos
a la causa-fin. El primero de ellos contiene la presunción de la existencia de
causa. El texto dice así: “Aunque la causa no esté expresada en la obligación
(entiéndase acto jurídico), se presume que existe, mientras el deudor no pruebe lo
contrario”. La razón determinante del contrato se presume en su existencia, aun
cuando no esté expresada en el contrato. Es de destacar que el Dr. EDUARDO M.
FAVIER-DUBOIS entiende que el art. 500 está referido a la causa fuente.
El art. 501 dispone: “La obligación (entiéndase acto jurídico) será válida aunque la
causa expresada en ella sea falsa, si se funda otra causa verdadera”. En el caso
planteado existirá una simulación de causa (art. 955).
“La obligación fundada en una causa ilícita —establece el art. 502— es de ningún
efecto. La causa es ilícita cuando es contraria a las leyes o al orden público”. En
este caso, al igual que en los dos anteriores, el término “obligación” debe
entenderse referido al acto jurídico. La causa se reputa ilícita cuando es contraria
a la ley, al orden público o atenta contra la moral y las buenas costumbres.
4,5. FORMA DE LOS CONTRATOS
El art. 1182 del C.C., referido al objeto de los contratos, dice:
“Lo dispuesto en cuanto a las formas de los actos jurídicos debe observarse en
los contratos.”
“La forma —establece el art. 973— es el conjunto de las prescripciones de la ley,
respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del
acto jurídico...”
Esta disposición se hace pasible de una crítica: la forma no es un conjunto de
prescripciones legales, sino de solemnidades exigidas por la ley para la
conclusión de un acto.
4,5,1. FORMAS AD SOLEMNITATEM Y AD PROBATIONEM
Se habla de forma ad solemnitatem cuando aquélla resulta esencial para la
validez del acto de que se trate; por ej.: deben ser hechas ante escribano público,
bajo pena de nulidad, las donaciones de bienes inmuebles y de renta vitalicia (art.
1810). La forma ad probationem en cambio, es exigida a los fines de la prueba del
contrato; por ejemplo, el art. 1193 dispone que los contratos que tengan por objeto
una cantidad de más de diez mil pesos deben hacerse por escrito y no pueden
probarse por testigos; no obstante ello, pueden probarse por otros medios, como
ser una compulsa por peritos de los libros contables de las partes, si éstas fueren
comerciantes, o mediante un recibo que dé cuenta de un pago que solamente
podría haberse efectuado de existir una vinculación contractual entre las partes,
etcétera.
4,6. PRUEBA DE LOS CONTRATOS
El tema de la prueba se vincula con la demostración de la existencia del contrato
y con los medios que posibilitan esa demostración.
Esta materia se halla regulada tanto por normas de fondo como procesales. El
derecho material (de fondo) trata de los medios de prueba, siendo competencia
de los Códigos de Procedimientos todo lo relativo a los modos de probar, a la
forma de producir la prueba.
Será el juez, en definitiva, quien, analizando las pruebas producidas por las
partes (p. ej.: pericial contable, instrumental —se acompaña un recibo o un remito
firmado por la contraparte—), a la luz de los principios de la lógica y de la
experiencia (sistema de la sana crítica), determinará si el contrato se encuentra
probado o no.
4,6,1. MEDIOS DE PRUEBA (ART. 1190, C.C.)
a) Instrumentos públicos
Su autenticidad es reconocida por la ley, bien porque han sido otorgados ante un
oficial público, bien porque se han cumplimentado ciertas formalidades. Prueban
por ellos mismos la verdad de su contenido.
b) Instrumentos particulares firmados o no firmados
Los instrumentos privados deben reunir dos requisitos formales: la firma y el doble
ejemplar; sin embargo, el artículo que nos ocupa exime del primer requisito a los
fines probatorios. En general, se habla en estos casos de “principio de prueba por
escrito”.
c) Confesión de partes, judicial o extrajudicial
Por confesión se entiende la declaración que realiza una de las partes sobre la
verdad o falsedad de ciertos hechos pasados, relacionados con ella, que le son
desfavorables. La confesión judicial se logra a través de la absolución de
posiciones.
d) Juramento judicial
Se distinguen en doctrina dos tipos de juramento: decisorio y supletorio. El
primero se da cuando se deja librada la suerte del pleito al juramento que preste
una de las partes sobre los hechos controvertidos (ha sido dejado de lado por la
mayoría de las legislaciones); el supletorio, en cambio, es aquel que se presta
como medio de completar la prueba (p. ej.: para establecer el valor del objeto
demandado).
e) Presunciones legales o judiciales
POTHIER las define como las consecuencias que la ley o el juez deducen de un
hecho conocido para afirmar un hecho desconocido.
Se clasifican en legales y judiciales. Las primeras se subdividen, a su vez, en juris
tantum y juris et de jure, según admitan o no prueba en contrario.
Las presunciones, para ser admitidas como prueba, deberán ser graves, precisas
y concordantes.
f) Testigos
Son personas físicas, distintas de las partes, que deben prestar declaración sobre
hechos pasados, percibidos por ellas o deducidos de sus percepciones.
El Código Civil impone un límite a la prueba testimonial de los contratos en el art.
1193, que dice:
“Los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez mil pesos,
deben hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos.”
De la mencionada disposición se desprendería que si un contrato tuviera por
objeto una cantidad de dinero inferior a los diez mil pesos, podría probarse
válidamente por testigos. Mas esto no es así. Veamos por qué.
El artículo, en su redacción original, hablaba de doscientos pesos. La reforma del
Código Civil, por la ley 17.711, le dio a la disposición su redacción actual, que
habla de diez mil pesos. Esta suma, sin embargo, con los distintos cambios de
moneda que hubo en el país entre 1968 y el presente, es hoy insignificante. De
ello se desprende que, en la actualidad, ningún contrato puede probarse por
testigos.
La enumeración de los medios de prueba del art. 1190 no es taxativa, existiendo
otros, tales como la prueba pericial, la inspección ocular, etcétera.
4,6,2. PRUEBA DE LOS CONTRATOS FORMALES
El art. 1191 dispone que los contratos que tengan una forma determinada por las
leyes no se juzgarán probados si no estuvieren en la forma prescripta. La misma
disposición enuncia a continuación las excepciones al mencionado principio:
a) imposibilidad de obtener la prueba designada por la ley (casos de depósito
necesario, obligación contraída por incidentes imprevistos en que hubiese sido
imposible formarla por escrito, pérdida o destrucción del instrumento [art. 1192]);
b) existencia de principio de prueba por escrito: se considerará tal, cualquier
documento público o privado que emane del adversario, de su causante o de
parte interesada en el asunto, o de persona que hubiera tenido interés si viviera,
que haga verosímil el hecho litigioso (art. 1192);
c) si la cuestión versare sobre los vicios de error, dolo, violencia, fraude,
simulación o falsedad de los instrumentos en que constaren;
d) si una de las partes hubiera recibido alguna prestación y se negare a
cumplir el contrato.
En todos estos casos excepcionales se admite cualquier tipo de prueba del
contrato.
4,7. INTERPRETACION DE LOS CONTRATOS
Interpretar un contrato es desentrañar el sentido y alcance de sus distintas
cláusulas. Cuando las partes del contrato difieren en el significado que cabe dar a
lo convenido, la controversia es sometida a decisión judicial o de árbitros.
4,7,1. REGIMEN DEL CODIGO CIVIL
VELEZ SARSFIELD, a diferencia del Código Francés y del Esbozo de FREITAS, no
incluyó en el Código Civil Argentino ninguna norma interpretativa. Este vacío fue
llenado por la ley 17.711, que al reformar el art. 1198, introdujo en la normativa del
Código el principio de la buena fe: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse
y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosimilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión...”. La buena fe
se convierte así en el principio rector de la materia contractual.
Se distingue entre buena fe creencia y buena fe lealtad. La primera implica un
estado de ánimo de la parte, quien confía en la apariencia de un título (conf.
SPOTA, BORDA). Así, quien contrata con el heredero aparente creyéndolo dueño de
los bienes que vende, no se verá desposeído luego por el verdadero sucesor
(conf. art. 3430).
La buena fe lealtad, en cambio, consiste en el deber que tiene cada uno de los
contratantes de desempeñarse en la negociación con honorabilidad y prudencia.
4,7,2. REGLAS DEL CODIGO DE COMERCIO
El art. 16 del C.C. dispone: “Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las
palabras, ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de las leyes
análogas...”. En este sentido cabe recurrir, en materia contractual, a las reglas de
interpretación contenidas en el Código de Comercio.
a) Interpretación literal
Las palabras de los contratos y convenciones deben entenderse en el sentido que
les da el uso general, aunque el obligado pretenda que las ha entendido de otro
modo. En estos casos, el uso y práctica comerciales y la costumbre del lugar
donde deba ejecutarse el contrato prevalecerán sobre cualquier inteligencia en
contrario que se pretenda dar a las palabras (arts. 217 y 218, inc. 6, C. Com.).
b) Interpretación contextual
Las cláusulas equívocas o ambiguas deben interpretarse por medio de los
términos claros y precisos empleados en otra parte del mismo escrito, cuidando
de darles, no tanto el significado que en general les pudiera convenir, sino el que
corresponda por el contexto general (art. 218, inc. 2).
c) Interpretación subjetiva
Habiendo ambigüedad en las palabras, debe buscarse más la intención común de
las partes que el sentido literal de los términos (art. 218, inc. 1).
d) Interpretación por los hechos subsiguientes
Los hechos de los contrayentes, subsiguientes al contrato, que tengan relación
con lo que se discute, serán la mejor explicación de la intención de las partes al
tiempo de celebrar el contrato (art. 218, inc. 4).
e) Interpretación favorable a la validez
Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los cuales resultaría la
validez, y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el primero. Pero si
ambos dieran validez al acto, deberá estarse por el sentido que más convenga a
la naturaleza de los contratos, y a las reglas de la equidad (art. 218, inc. 3).
f) Interpretación favorable al deudor
En los casos dudosos, que no puedan resolverse según las bases establecidas,
las cláusulas ambiguas deben interpretarse siempre en favor del deudor, o sea,
en el sentido de su liberación (art. 218, inc. 7).
4,8. EFECTOS DE LOS CONTRATOS
Son efectos de los contratos en general, la creación, modificación, transmisión y
extinción de obligaciones.
4,8,1. AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD. LIBERTAD DE CONTRATAR Y
LIBERTAD CONTRACTUAL
La materia contractual se halla regida por el principio de la autonomía de la
voluntad, receptado por VELEZ SARSFIELD en el art. 1197, C. Civ., que dispone: las
convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual
deben someterse como a la ley misma.
La autonomía de la voluntad supone la existencia de libertad de contratar,
entendida como la facultad de celebrar o no el contrato, y de libertad contractual,
es decir, de estipular las cláusulas que más convengan a los intereses de cada
uno.
Sin embargo, el mencionado principio no es absoluto, encontrándose limitado en
nuestro ordenamiento por el orden público, la moral y las buenas costumbres
(arts. 21 y 953, C.C.).
La fuerza obligatoria de los contratos radica tanto en el respeto dispensado por la
ley a la autonomía de la voluntad de las partes, como en las necesidades del
tráfico jurídico.
4,8,2. EL EFECTO RELATIVO DE LOS CONTRATOS
La regla en esta materia está dada en los arts. 503 y 1195. El primero de ellos
establece: “Las obligaciones no producen efecto sino entre acreedor y deudor y
sus sucesores, a quienes se les transmitiesen”. Y el art. 1195 agrega: “Los efectos
de los contratos se extienden activa y pasivamente a los herederos y sucesores
universales”.
El principio general en esta materia es que los contratos sólo producen efectos
respecto de las partes (otorgantes del acto). Se asimilan a las partes sus
sucesores universales, es decir, aquellas personas que a la muerte de uno de los
contratantes ocupan su lugar. Pero esto último admite algunas excepciones, así,
por ejemplo, los efectos del contrato no afectan a los sucesores de las partes:
a) cuando se trate de obligaciones intuitu personae;
b) cuando las partes así lo hubieren establecido (art. 1195).
4,8,3. EFECTOS CON RESPECTO A LOS SUCESORES PARTICULARES
El sucesor singular es aquel al cual se transmite un objeto particular que sale de
los bienes de otra persona (art. 3263). Esta transmisión puede operarse tanto por
acto entre vivos, como por actos de última voluntad.
Será sucesor a título singular tanto el comprador de un objeto, como el legatario
instituido por testamento.
Tomando en consideración que entre el transmisor y el sucesor particular no
existe la vinculación estrecha que se da entre el primero y sus sucesores
universales, pareciera ser que los efectos de un contrato anterior no podrían
alcanzar al sucesor singular, sin embargo, en ciertos casos esto ocurre:
a) obligación del comprador de un inmueble de respetar el contrato de
locación existente sobre el mismo;
b) obligaciones ambulatorias o propter rem, que pesan sobre el titular de una
determinada cosa; la obligación viaja con la cosa (p. ej.: deuda por expensas
comunes en la propiedad horizontal, deuda de medianería, etc.).
4,8,4. EFECTOS RESPECTO DE LOS ACREEDORES
Si partimos de la base de que el patrimonio del deudor constituye la garantía
común de sus acreedores, debemos arribar a la conclusión de que éstos pueden
verse afectados por los contratos celebrados por aquél (sobre todo si es
insolvente), tendientes a hacer salir bienes de su patrimonio.
4,8,5. EFECTOS CON RESPECTO A TERCEROS
Los efectos de los contratos no alcanzan a terceros, entendiéndose por tales
aquellas personas no ligadas con las partes por relación obligacional alguna. En
este sentido se pronuncia el art. 1195, última parte, al decir: “Los contratos no
pueden perjudicar a terceros”.
Sin embargo, también aquí caben excepciones:
a) los convenios colectivos de trabajo producen efectos respecto de todos los
trabajadores de la rama de actividad de que se trate;
b) en algunos casos, los contratos pueden crear derechos a favor de terceros.
4,8,6. CONTRATOS A FAVOR DE TERCEROS
El art. 1199 formula la regla según la cual los contratos no pueden oponerse a
terceros, ni invocarse por ellos.
Este principio tan estricto reconoce, sin embargo, una excepción en el art. 504,
que establece:
“Si en la obligación (entiéndase contrato) se hubiese estipulado alguna ventaja en
favor de un tercero, éste podrá exigir el cumplimiento de la obligación si la
hubiese aceptado y hécholo saber al obligado antes de ser revocada.”
En esta clase de contratos se pueden diferenciar dos tipos de relaciones:
a) Entre estipulante (persona que contrata en miras de favorecer a un tercero)
y promitente u obligado (es quien debe cumplir la prestación en favor del tercero).
Sus relaciones se rigen por las reglas comunes de los contratos.
b) Entre promitente y tercero beneficiario. El tercero posee una acción directa
para exigir el cumplimiento de la obligación.
A su vez, el promitente podrá oponer al tercero todas las excepciones que le
quepan respecto del estipulante, derivadas del contrato.
En cuanto a la aceptación del beneficio por el tercero, reviste especial
importancia, dado que hasta ese momento el estipulante puede retractarse del
beneficio acordado. La aceptación debe ser comunicada al promitente.
El ejemplo clásico de este tipo de contrato está dado por el seguro de vida, donde
el beneficiario de la indemnización que debe pagar la compañía aseguradora es
un tercero ajeno al contrato.
4,8,7. CONTRATOS POR TERCEROS
Dispone el art. 1161:
“Ninguno puede contratar a nombre de un tercero, sin estar autorizado por él, o
sin tener por la ley su representación. El contrato celebrado a nombre de otro, de
quien no se tenga autorización o representación legal, es de ningún valor, y no
obliga al que lo hizo...”
Pero puede ocurrir que el tercero ratifique el contrato expresa o tácitamente
(ejecución de las obligaciones a su cargo), en cuyo caso el mismo será válido. La
ratificación hecha por el tercero a cuyo nombre o en cuyo interés se hubiese
contratado, tiene el mismo efecto que la autorización previa y le da derecho para
exigir el cumplimiento del contrato.
4,8,8. PROMESA DEL HECHO DE TERCEROS
El instituto está previsto en el art. 1163, C.C., que establece:
“El que se obliga por un tercero, ofreciendo el hecho de éste, debe satisfacer
pérdidas e intereses, si el tercero se negare a cumplir el contrato.”
4,9. EXTINCION DE LOS CONTRATOS
4,9,1. RESCISION
La rescisión es el acuerdo de voluntades por el cual se deja sin efecto un
contrato. Produce consecuencias desde ese momento hacia el futuro. Atento a
esto, sólo es concebible en contratos de tracto sucesivo.
Si bien por definición la rescisión supone un acuerdo de voluntades, se acepta en
doctrina la denominada rescisión unilateral, es decir, aquella por la cual una sola
manifestación de voluntad pone fin a una relación contractual.
Esta facultad es acordada por la ley en algunos casos, así, por ejemplo, el
mandato puede ser dejado sin efecto por el mandante en cualquier momento;
cualquiera de las partes puede poner fin al contrato de trabajo, etcétera.
4,9,2. REVOCACION
La revocación implica dejar sin efecto el contrato por voluntad de una de las
partes, en virtud de una causa reconocida por la ley. Así, por ejemplo, procede la
revocación de la donación cuando medie ingratitud del donatario o cuando este
último no haya cumplido los cargos que se le hubieren impuesto.
La revocación produce sus efectos retroactivamente, quedando a salvo, en
principio, los derechos de los terceros adquirentes.
4,9,3. RESOLUCION
La resolución implica la extinción del contrato en virtud de un hecho posterior a la
celebración de aquél. Tal hecho puede ser voluntario: p. ej.: cumplimiento de la
condición resolutoria o del plazo resolutorio fijado; o derivar de la ley: p. ej.:
imposibilidad de cumplimiento, excesiva onerosidad sobreviniente. La resolución
priva de efectos al contrato retroactivamente.
4,9,4. TEORIA DE LA IMPREVISION. EXCESIVA ONEROSIDAD
SOBREVINIENTE
No se trata de un nuevo modo de extinción de los contratos, sino de un supuesto
comprendido dentro de la resolución de los mismos. Le damos un tratamiento
diferenciado por la importancia que reviste esta teoría en nuestro ordenamiento
legal.
La Teoría de la Imprevisión fue introducida en el Código Civil por la ley 17.711. El
nuevo art. 1198 dispone:
“En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y
conmutativos de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una
de las partes se tornara excesivamente onerosa, por acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución
del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la
excesiva onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio del
contrato. En los contratos de ejecución continuada, la resolución no alcanzará a
los efectos ya cumplidos...”
La norma transcripta faculta a la parte perjudicada a demandar la resolución del
contrato. Sin embargo, no procederá la resolución si aquélla hubiese obrado con
culpa o estuviese en mora.
Paralelamente, el otro contratante podrá impedir la resolución del contrato
ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del mismo.
5. VOLUNTAD UNILATERAL. HECHOS ILICITOS. EJERCICIO ABUSIVO DE
LOS DERECHOS. REMISION
Estos temas han sido tratados en la Unidad temática III, bajo el título Fuentes de
las Obligaciones.
6. CONCEPTO Y CARACTERISTICAS DE LOS CONTRATOS CIVILES Y
COMERCIALES
VELEZ SARSFIELD construyó en el Código Civil una teoría general del contrato, con
aplicación tanto en materia civil como en materia comercial.
El Código Civil contiene la regulación integral de los contratos: requisitos que
deben reunir, capacidad de los contrayentes, excepciones que impiden su
ejecución, causas de nulidad, de rescisión, etc. El Código de Comercio, en
cambio, sólo prevé los aspectos diferenciales que hacen a la naturaleza de la
actividad mercantil. La regulación de los contratos en el Código de Comercio
apunta básicamente a marcar las excepciones a la aplicación de las reglas
generales del Código Civil.
El Código de Comercio, en el art. 1º de su Título Preliminar, dispone: “En los
casos que no estén especialmente regidos por este Código se aplicarán las
disposiciones del Código Civil” y posteriormente, al abordar el tema de los
contratos, el art. 207 establece: “El derecho civil, en cuanto no esté modificado
por este Código, es aplicable a la materia y negocios comerciales”.
Si bien al tiempo de dictarse ambos Códigos existían características diferenciales
entre contratos civiles y comerciales, básicamente porque en estos últimos una de
las partes era siempre un comerciante, ha sido en los últimos años cuando la
distinción entre una y otra clase se ha profundizado. En efecto, en doctrina se ha
impuesto el criterio según el cual el derecho comercial debe ser asimilado al
derecho de la empresa.
Esto es así porque las necesidades del tráfico mercantil han impuesto que
quienes encaren cualquier actividad comercial de cierta envergadura cuenten con
una mínima base organizativa empresarial que les permita reducir costos, mejorar
productos, diseñar nuevas técnicas de comercialización o adaptarse a las que
impone el mercado, etcétera.
Así también, por requerimientos de la propia realidad de los negocios y debido a
la creciente complejidad de los mismos, las estructuras contractuales del derecho
civil, al igual que las previstas en el Código de Comercio, han quedado
desactualizadas o, mejor dicho, se han manifestado insuficientes para captar las
expectativas de las partes. Es así que se han abierto camino las denominadas
formas contractuales modernas, que, combinando elementos específicos de
algunos contratos regulados con prescripciones novedosas, producto de las
necesidades del negocio de que se trate, ofrecen soluciones aptas para regular la
conducta a seguir por las partes.
Lo expuesto no implica que los contratos del derecho civil no tengan aplicación ni
uso. Por el contrario, son de utilización continua en materia de compraventa y
locación de inmuebles, en las vinculaciones de los profesionales liberales con sus
clientes, en las transacciones que llevan a cabo quienes desarrollan una tarea
artesanal o artística. También recurren a ellos quienes realizan actividades
productivas extractivas, como los agricultores y los mineros. En resumen, los
contratos civiles tienen una tradicional aplicación que no se ha visto afectada
mayormente por la aparición de las nuevas formas contractuales antes
comentadas.
En cuanto a los contratos comerciales, tal como dijimos, la aplicación de las
formas puras reguladas por el Código resulta cada vez menor, debido a que la
complejidad de las transacciones comerciales las ha desbordado. La empresa y
sus necesidades de respuesta a las exigencias de los mercados son el centro del
derecho comercial actual. Las nuevas formas de contratación son parte de esa
respuesta.
6,1. CONTRATOS EN ESPECIAL
6,1,1. CONTRATO DE COMPRAVENTA
El de compraventa es el más común de los contratos, en cuanto a su uso
generalizado y, a la par de ello, el más importante, de acuerdo con la significación
que posee en el ámbito del los negocios.
VELEZ SARSFIELD, en el Código Civil, ha previsto una regulación exhaustiva del
instituto, aplicable también a otros contratos por vía analógica (permuta, cesión,
etc.).
El Código de Comercio, por su parte, también ha regulado la compraventa
mercantil, que es el acto de comercio por antonomasia (conf. arts. 2º y 8º, inc. 1,
C. Com.).
No habiéndose alcanzado hasta el momento la unificación de la legislación civil y
comercial, el tratamiento separado se justifica en algunas notas y aspectos
distintivos que caracterizan a cada una de esas versiones del contrato. Además,
la determinación de si nos hallamos ante una compraventa civil o comercial
resulta de la mayor importancia, no sólo en cuanto al régimen legal aplicable, sino
también, en algún caso, en cuanto a la competencia judicial que corresponda (en
Capital Federal será competente, según el caso, la Justicia Nacional en lo Civil o
a la Justicia Nacional en lo Comercial).
a) Compraventa civil: concepto
Habrá compraventa cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la
propiedad de una cosa y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio
cierto en dinero (art. 1323, C.C.).
Caracteres - Remisión
a) bilateral;
b) consensual;
c) oneroso;
d) conmutativo;
e) no formal (con relación a éste, se hace necesario destacar una excepción
que surge del art. 1184, inc. 11, C.C.: los contratos de compraventa de inmuebles
deben ser hechos en escritura pública, so pena de considerárselos meros
precontratos en que las partes se obligaron a otorgar escritura pública [art. 1185]);
f) típico o nominado (remisión al pto. 1,1. de esta misma Unidad, denominado
Clasificación de los contratos).
b) El contrato de compraventa y la transferencia de dominio
En el derecho romano, la compraventa no era más que un compromiso de
transferir el dominio de una cosa mediante el pago de un precio. En el derecho
francés, en cambio, la compraventa implica en sí misma la transmisión de la
propiedad sobre la cosa.
En nuestro Código impera el sistema romano: la transferencia del dominio no se
produce sino a través de la tradición (entrega de la cosa vendida). En cuanto a los
inmuebles, se exige la escritura pública, a lo que las leyes locales agregan la
inscripción registral como medio para hacer oponible esa transferencia a terceros
(en este último sentido ver el nuevo art. 2505, C.C.).
c) Capacidad
El art. 1357 establece:
“Toda persona capaz de disponer de sus bienes. puede vender cada una de las
cosas de las que es propietario; y toda persona capaz de obligarse, puede
comprar toda clase de cosas de cualquier persona capaz de vender...”
Incapacidades especiales
No pueden celebrar contrato de compraventa:
a) Los esposos entre sí, ni aun estando separados (art. 1358): la prohibición
legal obedece a la necesidad de evitar que por voluntad de las partes pueda
alterarse el régimen patrimonial del matrimonio, que es de orden público. La
nulidad del contrato así celebrado es absoluta.
b) Los padres, tutores y curadores, con sus hijos sometidos a patria potestad,
pupilos y curados, respectivamente (art. 1359). El contrato celebrado en violación
de esta prohibición adolece de nulidad relativa.
Además, se prohíbe la compra:
a) A los albaceas (ejecutores testamentarios), de los bienes integrantes de las
testamentarías a su cargo (art. 1361, inc. 3).
b) A los mandatarios, de los bienes que estuviesen encargados de vender
(art. 1361, inc. 4).
c) A los empleados públicos, de los bienes del Estado o municipales que
estuviesen encargados de administrar o vender (art. 1361, inc. 4).
d) A los jueces, secretarios, fiscales y defensores de menores, de los bienes
que estuviesen en litigio ante el juzgado o tribunal en que ejerciesen o hubiesen
ejercido su ministerio (art. 1361, inc. 6); etcétera.
d) La cosa
Principio general
Está dado en el art. 1327, según el cual todas las cosas pueden venderse, salvo
que su enajenación esté prohibida.
La norma remite a las disposiciones regulatorias del objeto de los contratos.
Requisitos que debe reunir
a) debe tratarse de un objeto material susceptible de tener un valor (art.
2311);
b) debe estar determinada al momento de contratar o ser susceptible de
determinación ulterior (art. 1333);
c) debe existir al momento de la celebración o ser susceptible de existencia
posterior (art. 1328);
d) su enajenación no debe estar prohibida por la ley (art. 1327).
e) El precio. Requisitos
a) Debe ser en dinero.
b) Debe estar determinado al momento de la celebración o ser susceptible de
determinación ulterior.
El precio será cierto —dice el art. 1349— cuando las partes lo
determinaren en una suma que el comprador debe pagar; cuando se deje su
designación al arbitrio de una persona determinada; o cuando lo sea con
referencia a otra cosa cierta.
c) Debe ser serio. Así, por ejemplo, no reuniría esta calidad el precio simulado
o irrisorio. Distinta es la situación en caso de precio vil. En este supuesto,
independientemente de que el contrato se impugne posteriormente, debe
considerárselo precio serio.
f) Efectos del contrato
A) Obligaciones del vendedor
a) Obligación de entrega
1. Conservación de la cosa
El vendedor no puede cambiar el estado de la cosa vendida, y está
obligado a conservarla tal como se hallaba el día del contrato, hasta que la
entregue al comprador (art. 1408). Corren por su cuenta los gastos de
conservación.
En lo que hace a los riesgos y aumentos hasta la tradición, rige el
principio res perit et crescit domino, ya que el vendedor, antes de la tradición,
sigue siendo el dueño de la cosa vendida.
2. Entrega de la cosa
Dispone el art. 1409 que el vendedor debe entregar la cosa vendida,
libre de toda otra posesión y con todos sus accesorios en el día convenido, y si no
hubiese día convenido, el día en que el comprador lo exija.
En cuanto al lugar de entrega, lo será el designado en el contrato, y a
falta de designación, el lugar en que se encontraba la cosa al momento de la
celebración. Salvo pacto en contrario, los gastos de la entrega deben ser
satisfechos por el vendedor (art. 1415).
b) Obligación de garantía
El vendedor debe al comprador una triple garantía:
• Debe abstenerse de realizar actos que importen una perturbación de
los derechos transmitidos al comprador.
• Debe la garantía de evicción: el vendedor asegura al comprador que
no existe ninguna persona con mejor derecho sobre el bien transmitido. Funciona
esta garantía cuando exista una turbación de derecho procedente de un tercero,
cuyo título sobre la cosa sea anterior o contemporáneo a la adquisición del bien
por el comprador (arts. 1089 y sigtes.).
• Es responsable por vicios redhibitorios: defectos ocultos de la cosa
vendida, existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para su
destino. Tales defectos deben ser de una magnitud tal que, de haberlos conocido
el comprador, no habría adquirido la cosa o hubiera pagado menos por ella (art.
2164 y sigtes.).
c) Obligación de recibir el precio
B) Obligaciones del comprador
a) Obligación de pagar el precio
El comprador debe pagar el precio de la cosa comprada en el lugar y en
la época determinada en el contrato. Si no hubiese convenio sobre la materia,
debe hacer el pago en el tiempo y lugar en que se haga la entrega de la cosa. Si
la venta ha sido a crédito, o si las costumbres del lugar conceden algún término
para el pago, el precio debe abonarse en el domicilio del comprador (art. 1424).
b) Obligación de recibir la cosa
El comprador está obligado a recibir la cosa vendida en el término fijado
en el contrato, o en el que fuese de uso local. A falta de un término convenido o
de un uso a ese respecto, deberá recibir la cosa inmediatamente después de la
compra (art. 1427).
c) Obligación de pagar el instrumento del contrato y los gastos de envío de la
cosa comprada (art. 1424).
g) Compraventa comercial: concepto
Es el contrato por el cual una persona (vendedor), sea o no propietaria o
poseedora de la cosa objeto de la convención, se obliga a transferirla a otra
persona (comprador), quien, a su vez, se compromete a pagar por ella un precio
en dinero y la compra para revenderla o alquilar su uso (conf. art. 450, C. Com.).
Para que la compraventa se considere comercial es indispensable que quien
compra, lo haga para revender y así obtener un lucro y, además, que el contrato
se refiera a bienes muebles (arts. 451 y 452, inc. 1, C. Com.).
Las normas del Código de Comercio que excluyen como posibilidad la
compraventa de inmuebles (y con ello determinar que este tipo de negocios sea
regulado por las disposiciones del Código Civil), reconocen como sustento el
hecho de que el perfeccionamiento de las compraventas inmobiliarias recién se
produce con la inscripción de la transferencia de dominio ante el Registro de la
Propiedad Inmueble, lo que supondría un aspecto no acorde con la celeridad
propia de los negocios mercantiles.
La realidad marca que la inscripción registral es una mera formalidad, que no ha
impedido en la práctica que las transacciones sobre bienes inmuebles constituyan
una actividad especulativa, desarrollada con la agilidad natural de los negocios
comerciales.
h) Regulación legal
El Código Civil establece un régimen general del contrato de compraventa,
aplicable a la compraventa mercantil en cuanto no esté modificado por las normas
propias de dicho contrato, previstas en el Código de Comercio (conf. art. 207).
El Código de Comercio, entonces, contiene aquellas normas regulatorias de la
compraventa mercantil que suponen modificaciones al régimen general y que
responden a la naturaleza de este contrato.
i) Otros aspectos distintivos
Ya hemos señalado como características diferenciales que la compraventa
mercantil debe referirse a bienes muebles y que el comprador debe adquirir con el
propósito de obtener un lucro posterior (reventa o alquiler de uso).
Veremos ahora otros aspectos distintivos.
Venta de cosa futura
El art. 1327, C.C., admite como posible la venta de cosa futura (venta condicional
y venta de esperanza). En materia comercial, en cambio, la venta de cosa futura
es una estipulación normal.
Venta de cosa ajena
El art. 1329, C.C., la prohíbe expresamente; en cambio, el art. 453, del C. Com.
dice que la compraventa de cosa ajena es válida, estando el vendedor obligado a
su entrega o a abonar los consecuentes daños y perjuicios derivados de su
incumplimiento, siempre que el comprador ignorase el carácter de ajena de la
cosa. Si el comprador hubiera conocido la calidad de ajena de la cosa al tiempo
de contratar, el contrato será nulo.
6,1,2. CONTRATO DE PERMUTA
El contrato de trueque o permutación tendrá lugar —dispone el art. 1485—
cuando uno de los contratantes se obligue a transferir al otro la propiedad de una
cosa, con tal de que éste le dé, a su vez, la propiedad de otra cosa.
a) Caracteres
a) consensual;
b) bilateral;
c) conmutativo;
d) oneroso;
e) no formal;
f) típico o nominado.
b) Régimen legal
El art. 1492 establece que en todo lo que no se haya determinado en el Título “De
la permutación”, este contrato se rige por las disposiciones de la compraventa.
c) Capacidad
No pueden permutar los que no pueden comprar y vender (art. 1490).
d) Objeto
El art. 1491 dispone que no pueden permutarse las cosas que no pueden
venderse.
e) Disposiciones especiales
El art. 1486 dice que si una de las partes, luego de haber recibido la cosa
prometida, tuviere justos motivos para creer que la misma no era de propiedad del
que la entregó, no podrá ser obligada a entregar la que por su parte hubiera
prometido, quedando habilitada para pedir la resolución del contrato, aunque no
fuese molestada en la posesión de la cosa recibida.
Se trata de una prerrogativa similar a la que reconoce el art. 1425 al comprador.
f) Evicción
Si la evicción es total, el permutante vencido tiene una triple opción:
a) exigir la devolución de la cosa entregada por él;
b) exigir que le sea entregado el valor de la misma;
c) demandar el valor de la cosa que le fue dada (conf. arts. 1489, 2128 y 2129).
Si, en cambio, la evicción es sólo parcial, el permutante perjudicado podrá
demandar una indemnización proporcional a la pérdida sufrida o, de lo contrario,
exigir la rescisión del contrato, siempre que la pérdida experimentada fuere de
una importancia tal respecto del total de la cosa recibida, que en esas
condiciones no hubiera celebrado el contrato (conf. art. 2131 en concordancia con
el art. 2125).
6,1,3. CESION DE DERECHOS
a) Concepto
La cesión de derechos es el contrato por el cual una de las partes (cedente) se
obliga a transferir a la otra (cesionario) un derecho del que es titular, para que
este último lo ejerza a nombre propio.
1. Caracteres
a) consensual;
b) formal;
c) oneroso —y en este caso, bilateral y conmutativo— o gratuito —en cuyo caso,
es unilateral—;
d) típico o nominado.
2. Régimen legal
Si el derecho fue cedido por un precio en dinero, o rematado, o dado en pago, o
adjudicado en virtud de ejecución de una sentencia, la cesión será juzgada por las
disposiciones de la compraventa en todo lo que no estén modificadas
especialmente en el título de la cesión (art. 1435).
b) Capacidad
Tratándose de cesión onerosa, se requiere capacidad para comprar y vender. Si,
en cambio, la cesión es gratuita, se exige capacidad para hacer donaciones (arts.
1435, 1436, 1437 y 1439).
c) Objeto
El principio general está dado por el art. 1444, según el cual todo objeto
incorporal, así como todo derecho y toda acción sobre una cosa que se encuentra
en el comercio, pueden ser cedidos, salvo prohibición expresa de la ley o
voluntad en contrario de las partes.
En los arts. 1446 y sigtes. se establece qué derechos pueden cederse.
En cuanto a los incesibles, cabe mencionar:
a) los derechos inherentes a la personalidad (art. 1445);
b) los derechos de uso y habitación (art. 1449);
c) las esperanzas de sucesión (art. 1449);
d) las jubilaciones y pensiones (art. 1449);
e) el derecho a alimentos futuros (art. 1453);
f) la indemnización por accidentes de trabajo; etcétera.
d) Forma
El art. 1454 enuncia la regla:
“Toda cesión debe ser hecha por escrito, bajo pena de nulidad, cualquiera que
sea el valor del derecho cedido y aunque él no conste en instrumento público o
privado.”
La escritura pública sólo es exigida cuando la cesión versa sobre:
a) derechos litigiosos (art. 1455);
b) derechos o acciones procedentes de actos consignados en escritura pública
(art. 1184, inc. 9);
c) derechos hereditarios (art. 1184, inc. 6).
En cuanto a los títulos al portador, el art. 1455 declara que pueden ser cedidos
por la sola tradición, no exigiéndose, por tanto, la forma escrita.
e) Efectos de la cesión
1. Transmisión del derecho cedido
Entre las partes, la misma se opera desde la celebración del contrato (art. 1457).
Para que cumpla efectos respecto del deudor cedido, éste debe ser notificado de
la cesión. El Código no exige formalidad alguna para dicha notificación,
pudiéndose hacer inclusive verbalmente. Pero para producir efectos respecto de
terceros, debe ser hecha por instrumento público o instrumento privado con fecha
cierta (conf. art. 1467).
2. Garantía de evicción
Si la cesión es onerosa, el cedente debe al cesionario la garantía de evicción. El
art. 1476 al respecto dispone:
“El cedente de buena fe responde de la existencia y legitimidad del crédito al
tiempo de la cesión, a no ser que lo haya cedido como dudoso; pero no responde
de la solvencia del deudor o de sus fiadores, a no ser que la insolvencia fuese
anterior y pública.”
f) Cesión de derechos hereditarios. Noción
Es el contrato por el cual un heredero transmite a un tercero la totalidad o una
parte alícuota de los derechos que le corresponden en una determinada sucesión.
El cesionario es un sucesor a título particular del heredero. Este contrato debe ser
hecho por escritura pública (art. 1184, inc. 6) y produce efectos respecto de
terceros desde la agregación de la escritura al expediente judicial en que tramita
el juicio sucesorio.
6,1,4. LOCACION
El Código (art. 1493) define a la locación mediante una fórmula amplia,
comprensiva de sus tres formas:
“Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a
conceder el uso o goce de una cosa o a ejecutar una obra o prestar un servicio; y
la otra a pagar por este uso o goce, obra o servicio un precio determinado en
dinero...”
6,1,4,1. Locación de cosas
a) Concepto
Es el contrato en virtud del cual una persona, denominada locador, se obliga a
entregar a otra, locatario, el uso y goce de una cosa por un cierto tiempo,
mediante el pago de un precio cierto en dinero.
b) Capacidad
El principio general en esta materia está contenido en el art. 1510, que dispone:
“Los que tengan la administración de sus bienes pueden arrendar sus cosas, y
tomar las ajenas en arrendamiento.”
c) Objeto
El art. 1499 establece que pueden ser objeto de la locación, tanto los bienes
inmuebles como los muebles no fungibles. También pueden serlo las cosas
relativamente indeterminadas (art. 1500).
En cuanto a las cosas fuera del comercio, y que no pueden ser enajenadas, o que
no pueden enajenarse sin previa licencia o autorización, pueden ser dadas en
arrendamiento, salvo que estuvieran fuera del comercio por nocivas al bien
público, u ofensivas a la moral y buenas costumbres (art. 1501).
d) Precio
En principio, debe estar determinado o ser susceptible de determinación a la luz
de las cláusulas del contrato.
De acuerdo con lo expuesto en el art. 1493, el precio debe consistir en una suma
de dinero.
e) Causa
Dispone el art. 1503: “El uso para el cual una cosa sea alquilada o arrendada,
debe ser un uso honesto, y que no sea contrario a las buenas costumbres”. Si no
lo fuere, el acto padece de nulidad absoluta, la que puede ser declarada de oficio
por el juez cuando aparece manifiesta.
f) Tiempo de la locación
El contrato de locación no puede hacerse por mayor tiempo que diez años. El que
se hiciere por mayor tiempo quedará concluido a los diez años (art. 1505).
En cuanto al plazo mínimo, el art. 1507, C.C., contiene varios supuestos, pero
referidos exclusivamente a la locación de inmuebles Dichos plazos mínimos, sin
embargo, han quedado sustituidos por los previstos en la ley 23.091, de
Locaciones Urbanas, que son los que actualmente rigen en dicha materia: dos
años para contratos de locación con destino a vivienda y tres años para los
restantes destinos.
g) Efectos del contrato
A) Obligaciones del locador
a) Entregar la cosa
El locador está obligado a entregar la cosa al locatario con todos sus
accesorios, en buen estado de conservación, para ser propia al uso para el cual
ha sido contratada, salvo convención de las partes por la que acuerden que se
entregue en el estado en que se encuentre.
Este convenio se presume cuando se arriendan edificios arruinados, y
cuando se entra en posesión de la cosa sin exigir reparaciones en ella (art. 1514).
b) Mantener la cosa locada en buen estado
Después de la entrega, el locador sigue obligado a conservar la cosa
alquilada en buen estado, haciendo las reparaciones que exigiere el deterioro de
la misma, derivado de caso fortuito o fuerza mayor; calidad propia, vicio o defecto
de la cosa; del uso o goce estipulado; de su propia culpa, sus agentes o
dependientes (art. 1516).
c) Mantener al locatario en el uso y goce pacífico de la cosa
Esta obligación se halla prevista en el art. 1515, donde se establece que
el locador debe abstenerse de todo acto que impida o estorbe el goce de la cosa
por el locatario.
Ya se ha dicho que el locador está obligado a realizar las reparaciones
necesarias para la conservación en buen estado de la cosa locada. Sin embargo,
puede ocurrir que las mismas interrumpan el uso por el locatario o que le
acarreen incomodidades; en este caso, este último podrá exigir la cesación del
arrendamiento o una baja en el precio, proporcional al tiempo de duración de las
reparaciones.
d) Pagar mejoras
Sólo es a cargo del locador pagar las mejoras y gastos hechos por el
locatario:
— si en el contrato, o posteriormente, autorizó a hacerlas y se
comprometió a pagarlas (art. 1539, incs. 1 y 2);
— si fuesen reparaciones o gastos a su cargo, que el locatario hubiera
efectuado por razones de urgencia (arts. 1539, inc. 2, y 1544);
— si fuesen necesarias o útiles (art. 1539, inc. 4), etcétera.
e) Pagar cargas y contribuciones que graven o pesen sobre la cosa arrendada
(art. 1553)
B) Obligaciones del locatario
a) Usar y gozar de la cosa conforme a derecho
El locatario está obligado a limitarse al uso o goce estipulado de la cosa
arrendada y, a falta de convenio, al que la cosa haya servido antes o al que
regularmente sirvan cosas semejantes (art. 1554). No puede dar a la cosa un
destino distinto del convenido, aunque demuestre que el hacerlo no trae perjuicio
alguno al locador (art. 1555).
b) Conservar la cosa en buen estado
El locatario debe conservar la cosa en buen estado y responder de todo
daño o deterioro que se causare a la misma por su culpa o por el hecho de las
personas de su familia que habiten con él, de sus domésticos, trabajadores,
huéspedes o subarrendatarios (art. 1561).
También responde por los daños derivados del abandono de la cosa (art.
1562, inc. 1).
De la misma forma, compromete su responsabilidad frente al locador si
realiza obras nocivas o que muden el destino de la cosa o mejoras que alteren su
forma o que estén expresamente prohibidas en el contrato, o bien si omite hacer
mejoras a que se obligó (art. 1562, incs. 2 y 3).
c) Pagar el precio
El locatario está obligado a pagar el precio al locador o a quien
pertenezca la cosa en los plazos convenidos, y a falta de convención, según los
usos del lugar (art. 1556).
d) Restituir la cosa
Concluido el contrato de locación, el locatario debe devolver la cosa
arrendada como la recibió, si se hubiera hecho descripción de su estado, salvo lo
que hubiera perecido, o se hubiese deteriorado por el tiempo o por causas
inevitables (art. 1615). Si el locatario recibió la cosa sin descripción de su estado,
se presume que la recibió en buen estado, salvo prueba en contrario (art. 1616).
e) Avisar al locador de toda usurpación o turbación de derecho (art. 1530)
6,1,4,2. Cesión de la locación y sublocación. Concepto
Se trata de dos formas de transmisión de los derechos del inquilino a un tercero.
Si bien en ambos casos se transfiere el uso y goce de la cosa locada a otra
persona sin intervención del locador, existen diferencias destacables entre ambos
institutos.
La cesión consistirá únicamente en la transmisión de los derechos y obligaciones
del locatario, y a ella son aplicables las leyes sobre la cesión de derechos (art.
1584); el subarriendo, en cambio constituye una nueva locación y será regido por
las leyes aplicables a ésta (art. 1581).
6,1,4,3. Locación de servicios
a) Concepto
Habrá locación de servicios cuando una persona, denominada locador, se obligue
frente a otra, denominada locatario, mediante el pago de un precio cierto en
dinero, a prestarle un servicio personal (art. 1493).
b) Locación de servicios y contrato de trabajo
El de locación de servicios es un contrato de derecho civil que se rige por el
pincipio de autonomía de la voluntad previsto en el art. 1197, C.C.
En materia laboral existe un decidido intervencionismo estatal, debido a que en
las relaciones del trabajo se hallan comprometidas la paz y seguridad públicas. La
legislación en la materia contiene las garantías, beneficios y derechos mínimos
que deben existir en toda relación de trabajo, bajo pena de nulidad.
Esas normas y principios no pueden ser dejados de lado por convención de
partes, porque integran el orden público laboral. De ahí, entonces, que en esta
materia, la autonomía de la voluntad aparezca restringida, en la medida en que no
pueden pactarse condiciones de trabajo por debajo de las que garantiza la ley.
En materia laboral existe un salario mínimo, vital y móvil, que es la remuneración
mínima mensual que puede percibir un trabajador sin cargas de familia por ocho
horas de trabajo diarias. En la locación de servicios, en cambio, la
contraprestación dineraria a cargo del locatario puede fijarse libremente por las
partes.
El contrato de trabajo está referido al trabajo dependiente, en donde el empleado
acata las directivas que el patron le dé, en ejercicio de sus facultades de dirección
y organización del establecimiento. El empleado cumple horario y está sometido,
además, al poder disciplinario de su patrón. Todas estas características no se dan
en la locación de servicios, donde las partes se encuentran en un pie de igualdad
al contratar.
En muchos casos, verdaderas relaciones laborales se disimulan bajo la forma de
locación de servicios, con la finalidad, por parte del empleador, de eludir el
cumplimiento de las leyes de la seguridad social (aportes jubilatorios, de obra
social, etc.) y, en su caso, de tener posibilidad de poner fin al contrato sin abonar
indemnización por despido. De ahí que nuestros tribunales del trabajo hayan
debido escindir la órbita de uno y otro contrato, recalcando las características
señaladas del contrato de trabajo (trabajo dependiente y subordinado, sujeción a
horario, a poder disciplinario y directivas del empleador).
c) Caracteres
a) consensual;
b) conmutativo;
c) oneroso;
d) típico;
e) no formal.
d) Capacidad
En general, se ha entendido en doctrina que la capacidad exigida es la de
administración.
Conforme al art. 128, C.C., desde los dieciocho años el menor puede celebrar
contrato de trabajo o ejercer su profesión si hubiera obtenido título habilitante, sin
necesidad de autorización de los padres. En tales casos, podrá administrar y
disponer libremente de los bienes que adquiriere con su actividad. Esta norma
rige también para la locación de servicios.
e) Objeto
Si la locación tuviere por objeto la prestación de servicios imposibles, ilícitos o
inmorales, aquel a que tales servicios debieran ser prestados no tendrá derecho
para demandar a la otra parte por la prestación de esos servicios, ni para exigir la
restitución del precio que hubiese pagado (art. 1626).
f) Efectos
El art. 1623, in fine, establece que los efectos del contrato serán juzgados por las
disposiciones del Código, relativas a las obligaciones de hacer.
Obligaciones del locatario
La principal obligación a su cargo es el pago del precio, que podrá ser
demandado por el locador aun cuando nada se hubiese pactado al respecto, si el
servicio o tarea prestada fuere la propia de su profesión u oficio. En este
supuesto, se entiende que lo pactado fue el precio de costumbre para ese tipo de
trabajos, correspondiendo su fijación por vía judicial, si no se pusieren de acuerdo
las partes en el monto (art. 1627).
Si, por el contrario, la tarea o servicio cumplido no fuere la propia a la profesión u
oficio del locador, sólo se procederá en la forma señalada en el párrafo
precedente, si por las circunstancias en que el trabajo se llevó a cabo no
correspondiera presumir que la labor obedeció a la intención de beneficiar al
locatario (art. 1628).
Obligaciones del locador
El servicio debe ser ejecutado por el locador en tiempo propio (convenido por las
partes o designado por el juez) y en la forma en que fue intención de las partes
que se ejecutara (art. 625), bajo apercibimiento de responder por los daños y
perjuicios derivados del incumplimiento.
Debe tenerse presente que si el locador no quisiera o no pudiera ejecutar el
servicio prometido, el locatario podrá exigir la ejecución forzada de la obligación,
siempre que ello no suponga la necesidad de utilizar la violencia contra la
persona del primero. De resultar necesaria dicha violencia como único modo de
lograr la ejecución forzada, la obligación deberá resolverse necesariamente en la
ejecución por tercero (si ello resultare posible) o en el pago de daños y perjuicios
(arts. 629 y 630).
g) Locación de servicios y profesiones liberales
Durante mucho tiempo se ha creído ver en las profesiones liberales (relación
cliente-profesional) una locación de servicios. La moderna doctrina nos dice que
se trata de un contrato atípico, que participa, según los casos, de características
de la locación de servicios, de obra o del mandato.
6,1,4,4. Locación de obra
a) Concepto
Es el contrato por el cual una de las partes (locador o empresario) se obliga a
ejecutar una obra, y la otra (locatario, dueño de la obra o comitente) a pagar por
ella un precio en dinero.
Caracteres
a) bilateral;
b) consensual;
c) conmutativo;
d) de tracto sucesivo;
e) en principio, no formal;
f) típico.
b) Objeto
De la aplicación de los principios generales que rigen la materia surge que el
objeto debe ser lícito, posible y determinado.
c) Forma
El Código no exige en esta materia ninguna formalidad especial. Como
excepciones cabe mencionar, sin embargo, el contrato de obras públicas
nacionales (ley 13.064), que debe ser celebrado por escrito, y la construcción y
venta de edificios de propiedad horizontal, en que los boletos de compraventa
deben ser inscriptos en el Registro de la Propiedad Inmueble de la jurisdicción de
que se trate.
d) Efectos del contrato
A) Obligaciones del locador de obra o empresario
a) Ejecución de la obra en el tiempo debido
A falta de ajuste sobre el tiempo en que debe ser concluida la obra,
entiéndese que el empresario debe concluirla en el tiempo razonablemente
necesario, según la calidad de la obra, pudiendo en tal caso el locatario exigir que
este tiempo se designe por el juez (art. 1635).
b) Ejecución de la obra en el modo debido
No existiendo convención de partes al respecto, ni habiendo medida,
plano o instrucciones, el empresario debe hacer la obra según la costumbre del
lugar, o ser decidida la diferencia entre locador y locatario, en consideración del
precio estipulado (art. 1632). Este es un supuesto de indeterminación relativa del
objeto del contrato.
Puede ocurrir también que exista convención de partes, según la cual la
obra deba hacerse a satisfacción del propietario o de otra persona. En este caso,
se entiende reservada la aprobación a juicio de peritos (art. 1634).
c) Debe permitir al dueño de la obra el contralor del desarrollo de la misma
B) Obligaciones del dueño de la obra
a) Cooperación
El dueño de la obra debe prestar al empresario toda la cooperación
necesaria para permitirle cumplir con su obligación: entregar los materiales en
término, abstenerse de realizar en el predio en que se vaya a construir actos que
obstaculicen la labor del locador, agilizar los trámites de aprobación de planos,
etcétera.
b) Pago del precio
Existen distintos modos de contratar la obra, y por lo tanto, de fijar el
precio de la misma:
— por ajuste alzado: se establece el pago de un monto fijo e invariable
por toda la obra;
— por unidad de medida: se fija un precio por cada unidad técnica o de
medida (p. ej.: $ 10.000 por kilómetro);
— por coste y costas: se establece el precio de la obra sobre la base de
lo que costaría a precios actuales, pero se faculta al empresario a solicitar
aumento del mismo si los precios tenidos en mira en un principio varían.
Si no se ha estipulado precio, rigen los arts. 1627 y 1628. En cuanto al
tiempo del pago, el art. 1636 dispone que el precio debe pagarse al hacerse la
entrega de la obra, si no existe plazo estipulado en el contrato.
c) Recepción de la obra
Recibida la obra, el empresario quedará libre por los vicios aparentes, y
no podrá luego oponérsele la disconformidad del trabajo con lo estipulado por las
partes. Este principio no regirá cuando tal diferencia no haya podido ser advertida
en el momento de la entrega, o cuando los defectos eran ocultos. En este caso,
tendrá el dueño sesenta días para denunciarlos, a partir de su descubrimiento
(art. 1647 bis).
Privilegio y derecho de retención del empresario
El art. 3931 dispone:
“Los arquitectos, empresarios, albañiles y otros obreros que han sido empleados
por el propietario para edificar, reconstituir o reparar los edificios y otras obras,
gozan por las sumas que les son debidas, de privilegio sobre el valor del
inmueble en que sus trabajos han sido ejecutados. Los sub-empresarios y los
obreros empleados, no por el propietario sino por el empresario que ha
contratado con ellos, no gozan de este privilegio.”
Además, el empresario a quien no se ha pagado el precio de la obra
está facultado para retener la cosa hasta que el dueño dé cumplimiento a su
obligación (arts. 3939 y 3940, y nota a este último).
6,1,5. DONACION
a) Concepto
Habrá donación cuando una persona se obligue a transferir por un acto entre
vivos y gratuitamente a otra, la propiedad de una cosa (conf. art. 1789). A fin de
aclarar más el concepto, el codificador incluyó en el art. 1791 diversos supuestos
de liberalidades que, sin embargo, no constituyen donación.
Caracteres
a) es gratuito;
b) es formal y, en ciertos casos, solemne;
c) es irrevocable por la sola voluntad del donante;
d) es típico.
b) Consentimiento
Para que la donación tenga efectos legales debe ser aceptada por el donatario,
expresa o tácitamente (art. 1792). Pero si éste muere antes de aceptar, la
donación queda sin efecto y sus herederos nada podrán pedir al donante (art.
1796).
Distinta es la solución en caso de muerte del donante antes de la aceptación por
el donatario; en este caso, el último puede aceptarla, quedando los herederos del
donante obligados a hacerle entrega de la cosa donada (art. 1795).
c) Capacidad
El principio general está dado por el art. 1804, que dispone: “Tienen capacidad
para hacer y aceptar donaciones los que pueden contratar...” (remisión art. 1160).
La capacidad del donante debe ser juzgada respecto del momento en que la
donación se prometió o se entregó la cosa.
La capacidad del donatario debe ser juzgada respecto del momento en que la
donación fue aceptada. Si la donación fuese bajo una condición suspensiva, la
capacidad de ambos debe juzgarse en relación al día en que la condición se
cumpliese (art. 1809).
En cuanto a las incapacidades para hacer y para aceptar donaciones, las mismas
están contenidas en los arts. 1807, por un lado, y 1806 y 1808, por el otro, a los
que remitimos.
d) Objeto
El principio general en este punto está contenido en el art. 1799, según el cual:
“Las cosas que pueden ser vendidas pueden ser donadas”.
Las donaciones, sin embargo, no pueden comprender más que los bienes
presentes del donante; si comprenden también bienes futuros son nulas a este
respecto. También es nula la donación de todos los bienes presentes, salvo en el
caso que el donante se reserve el usufructo de los mismos, o bien una porción
suficiente para subvenir a sus necesidades (art. 1800).
e) Forma
Dispone el art. 1810:
“Deben ser hechas ante escribano público, en la forma ordinaria de los contratos,
bajo pena de nulidad:
1. Las donaciones de bienes inmuebles.
2. Las donaciones de prestaciones periódicas o vitalicias...”
En el caso que fueren otorgadas por instrumento privado, no podrá demandarse
posteriormente la escrituración, no obstante lo que al respecto dice el art. 1185,
porque la formalidad es exigida aquí ad solemnitatem. Se exceptúan de la
exigencia de la disposición las donaciones hechas al Estado, que podrán
acreditarse con las constancias de actuaciones administrativas en las que se
halle asentada la donación realizada.
En cuanto a las demás donaciones, pueden ser hechas por instrumento privado o
por la mera entrega de la cosa (art. 1815).
f) Prueba
En el caso de las donaciones previstas en el art. 1810, no se juzgarán probadas
sin la exhibición de la correspondiente escritura en que se hubiesen hecho (art.
1812). También debe probarse, en estos casos, la aceptación de la donación por
el donatario, que igualmente debe constar en escritura pública (arts. 1811 y
1814).
En lo que hace a la donación de cosas muebles, si en juicio se demandase la
entrega de los bienes donados, la donación, cualquiera sea su valor, no se
juzgará probada, sino por instrumento público o privado o por confesión judicial
del donante (art. 1813).
g) Efectos de la donación
A) Obligaciones del donante
a) Entrega de la cosa donada
Es la principal obligación a su cargo. Si no la cumpliese
espontáneamente, deberá entregar la cosa con sus frutos a partir del momento en
que fuere puesto en mora (art. 1833).
Si los bienes donados han perecido por culpa del donante o de sus
herederos, o después de haberse constituido en mora de entregarlos, el donatario
tiene derecho a pedir el valor de ellos (art. 1836).
En principio, el donante no es responsable por la evicción y vicios re-
dhibitorios de la cosa donada, salvo en los siguientes casos:
I. Cuando el donante se obligó expresamente (art. 2146).
II. Cuando la donación fue hecha de mala fe, conociendo el donante el
carácter de ajena de la cosa (arts. 2146, 2147 y 2148).
III. Cuando se tratare de una donación con cargo (arts. 2148 y 2149).
IV. Cuando la donación fuese remuneratoria (arts. 2146 y 2150).
V. Cuando la evicción tiene por causa la inejecución de alguna
obligación que el donante ha tomado sobre sí en el acto de la donación (arts.
2146 y 2151).
B) Obligaciones del donatario
a) Dar alimentos al donante
Cuando la donación es sin cargo, el donatario está obligado a prestar
alimentos al donante que no tuviere medios de subsistencia; pero puede librarse
de esta obligación devolviendo los bienes donados, o el valor de ellos si los
hubiese enajenado (art. 1837).
b) La cuestión de las deudas del donante
El art. 1839 establece que el donatario no está obligado a pagar las
deudas del donante, si a ello no se hubiese obligado, aunque la donación fuese
de una parte determinada de los bienes del donante.
h) Especies de donaciones
a) Donaciones remuneratorias
Son aquellas que se hacen en recompensa de servicios prestados al
donante por el donatario, estimables en dinero, y por los cuales éste podría pedir
judicialmente el pago al donante (art. 1822).
En el contrato debe especificarse qué es lo que se desea remunerar, caso
contrario, la donación se reputa gratuita (art. 1823).
b) Donaciones con cargo
Son aquellas que, paralelamente, imponen una obligación accesoria al
beneficiario. Son regidas por las reglas relativas a los actos onerosos si el valor
de los bienes dados es absorbido por los cargos; y por las reglas relativas a los
actos gratuitos, respecto del excedente (art. 1827).
Si el donatario no ejecuta el cargo, puede ser demandado por
incumplimiento, o bien revocarse la donación por el donante o sus herederos (art.
1852).
i) Revocación de las donaciones. Diversos supuestos
a) Revocación por inejecución de los cargos (art. 1849)
La acción corresponde sólo al donante y sus herederos (art. 1852). Para la
procedencia de la misma, además del incumplimiento, se exige la constitución en
mora del donatario.
b) Revocación por ingratitud
Procede en los siguientes casos:
I. Atentado contra la vida del donante.
II. Injurias graves a su persona u honor.
III. Negativa a prestarle alimentos.
Esta enumeración contenida en el art. 1858 es taxativa.
La acción de revocación por esta causal corresponde sólo al donante y sus
herederos (art. 1846), siendo su término de prescripción un año (art. 4034).
c) Revocación por supernacencia de hijos
Las donaciones no pueden ser revocadas por supernacencia de hijos al
donante después de la donación, salvo que se hubiere pactado expresamente en
el contrato (art. 1868).
6,1,6. MANDATO CIVIL
a) Concepto
El mandato, como contrato, tiene lugar cuando una de las partes le da a la otra
poder, que ésta acepta, para representarla, al efecto de ejecutar en su nombre y
por su cuenta un acto jurídico o una serie de actos de esta naturaleza (art. 1869).
Caracteres
a) consensual;
b) oneroso o gratuito;
c) en ocasiones formal;
d) típico.
b) Forma
El mandato puede ser expreso o tácito. El expreso puede darse por instrumento
público o privado, por carta y también verbalmente. En cuanto al mandato tácito,
resulta no sólo de los hechos positivos del mandante, sino también de su inacción
o silencio y de no impedir, pudiendo hacerlo, los actos que sabe que otro está
haciendo en su nombre (arts. 1873 y 1874).
El art. 1184, inc. 7, prevé ciertos casos en los que el mandato debe otorgarse por
escritura pública:
“...los poderes generales o especiales que deben presentarse en juicio, y los
poderes para administrar bienes, y cualesquiera otros que tengan por objeto un
acto redactado o que deba redactarse en escritura pública.”
En cuanto a la aceptación del mandato, la misma puede ser expresa o tácita. La
primera resulta de los mismos actos y formas que el mandato expreso. En lo que
hace a la tácita, resultará de cualquier hecho del mandatario en ejecución del
mandato, o del silencio mismo (arts. 1874 y 1876).
c) Capacidad
Si el mandato es para actos de administración, debe ser conferido por la persona
que tenga la administración de sus bienes. Si lo es para actos de disposición, ésa
es la capacidad que debe poseer el mandante (arts. 1894 y 1895).
En cuanto a la capacidad para ser mandatario, la regla es la contenida en el art.
1897:
“El mandato puede ser válidamente conferido a una persona incapaz de
obligarse, y el mandante está obligado por la ejecución del mandato, tanto
respecto al mandatario, como respecto a terceros con los cuales éste hubiese
contratado.”
d) Objeto
Pueden ser objeto del mandato todos los actos lícitos susceptibles de producir
alguna adquisición, modificación o extinción de derechos (art. 1889).
El art. 1890 prohíbe el mandato para testar y para la realización de actos entre
vivos, cuyo ejercicio por mandatarios fuere el prohibido por las leyes. En cuanto al
mandato de acto ilícito, imposible o inmoral, el art. 1891 dispone que no da acción
alguna al mandante contra el mandatario, ni a éste contra el mandante, salvo si el
mandatario no supiere o no tuviere razón de saber que el mandato era ilícito.
e) Extensión del mandato
El mandato puede ser general o especial. El primero comprende todos los
negocios del mandante, y el especial uno o algunos negocios determinados (art.
1879). El mandato general no comprende más que los actos de administración
(art. 1880).
El art. 1881 prevé diversos supuestos en que se requiere poderes especiales:
a) para hacer pagos que no sean los ordinarios de administración;
b) para hacer novaciones que extingan obligaciones ya existentes al tiempo
del mandato;
c) para transigir, comprometer en árbitros o prorrogar jurisdicciones;
d) para el reconocimiento de hijos naturales, etcétera.
Cabe destacar que la enumeración de la disposición mencionada es meramente
enunciativa.
El mandato especial debe limitarse a los actos para los cuales ha sido dado, no
pudiendo extenderse a otros actos análogos, aunque éstos pudieran considerarse
consecuencia natural de los que el mandante ha encargado hacer (art. 1884).
f) Efectos del mandato
A) Obligaciones del mandatario
a) Ejecución del mandato
El art. 1904 establece que el mandatario recién queda obligado a cumplir
a partir de la aceptación. Sin embargo, este principio reconoce una importante
limitación en el art. 1917, según el cual, si el negocio encargado al mandatario
fuese de los que por su oficio o modo de vivir acepta él regularmente, aun cuando
se excuse del encargo, deberá tomar las providencias conservatorias urgentes
que requiera el negocio que se le encomiende.
El mandatario, al ejecutar su obligación, debe circunscribirse a los
límites de su poder, no haciendo menos de lo que se le ha encargado. Pero no se
consideran traspasados dichos límites cuando se ha cumplido de una manera
más ventajosa que la señalada en el contrato (arts. 1905 y 1906).
El mandatario debe abstenerse de cumplir el mandato cuando la
ejecución del mismo resultare manifiestamente dañosa al mandante (art. 1907).
Finalmente, el art. 1908 reputa que el mandato no ha sido ejecutado fielmente,
cuando existiendo oposición de intereses entre mandante y mandatario, éste
hubiere dado preferencia a los suyos.
b) Rendición de cuentas
El mandatario está obligado a dar cuenta de sus operaciones y a
entregar al mandante cuanto haya recibido en virtud del mandato, aunque lo
recibido no se debiese al mandante (art. 1909).
c) Responsabilidad
El mandatario queda obligado por la aceptación, tanto a cumplir el
mandato como a responder por los daños y perjuicios que se ocasionaren al
mandante por la inejecución total o parcial del mandato (art. 1904), salvo en el
caso que la inejecución derivare de caso fortuito o fuerza mayor.
d) Sustitución del mandato
El principio en esta materia es que, salvo prohibición expresa en el
contrato, el mandatario puede sustituir en otro la ejecución del mandato.
B) Obligaciones del mandante
a) Proporcionar los medios necesarios para el cumplimiento del contrato
Debe entenderse comprendida aquí la obligación de anticipar fondos al
mandatario para el cumplimiento del contrato, cuando éste los pidiere (art. 1948),
y la de reintegrarle el importe de los gastos adelantados por el mandatario (art.
1949). El mandatario goza de derecho de retención sobre las cosas del mandante
en su poder, hasta que le sean pagados los gastos y su retribución.
b) Indemnización de las pérdidas
El mandante debe indemnizar al mandatario de las pérdidas que hubiere
sufrido, procedentes de sus gestiones, si no derivaren de culpa de éste (art.
1953). Repútase perjuicio ocasionado por la ejecución del mandato, solamente
aquel que el mandatario no habría sufrido, si no hubiese aceptado el mandato
(art. 1954).
c) Liberación del mandatario
El mandante debe liberar al mandatario de las obligaciones que hubiera
contraído en su nombre, respecto de terceros, para ejecutar el mandato, o
proveerle de las cosas o los fondos necesarios para exonerarse (art. 1951).
d) Retribución en el mandato oneroso
El art. 1952 dispone que el mandante debe satisfacer al mandatario la
retribución del servicio. La misma puede consistir en una suma de dinero o en una
cantidad de bienes que el mandatario hubiese obtenido o administrado en virtud
de la ejecución del mandato, salvo lo que dispongan en las distintas jurisdicciones
las leyes de aranceles de abogados y procuradores. Esto último rige cuando se
trata de mandato para asuntos judiciales.
C) Efectos del mandato con relación a terceros
a) Actos realizados dentro de los límites del mandato
Respecto de terceros, un acto se juzgará ejecutado en los límites del
mandato, cuando entre en los términos de la procuración, aun cuando el
mandatario hubiere en realidad excedido el límite de sus poderes (art. 1934).
Estos actos son considerados como realizados personalmente por el mandante
(art. 1946).
b) Actos realizados fuera de los límites del mandato
El principio está dado por el art. 1931, según el cual, cuando el
mandatario contratase en nombre del mandante excediendo los límites del
contrato, si el mandante no lo ratificare, el mismo será nulo si la parte con quien
contrató el mandatario conocía los poderes dados por el mandante. Pero si no los
conocía, el mandatario quedará personalmente obligado, pudiendo ser
demandado por el cumplimiento del contrato y por las pérdidas e intereses
resultantes (art. 1933).
g) Conclusión del mandato: causas
a) Revocación del mandato
El art. 1970 establece el principio según el cual el mandante puede revocar
el mandato siempre que quiera.
La revocación puede ser expresa o tácita. Esta última se da: cuando el
mandante designa otro mandatario para el mismo negocio (art. 1971); y cuando el
mandante interviene directamente en el negocio encomendado, poniéndose en
relación con los terceros (art. 1972).
Mandato irrevocable
El art. 1977 establece que el mandato puede ser irrevocable siempre que
lo sea para negocios especiales, limitado en el tiempo y en razón de un interés
legítimo de los contratantes o de un tercero. El mismo podrá revocarse, sin
embargo, cuando medie justa causa.
b) Renuncia del mandatario
El mandatario puede renunciar al mandato dando aviso al mandante, pero
si lo hiciese en tiempo indebido, sin causa suficiente, debe satisfacer los
perjuicios que la renuncia causare al mandante (art. 1978). El mandatario —
establece el art. 1979—, aunque renuncie el mandato con justa causa, debe
continuar sus gestiones hasta que el mandante pueda arbitrar las medidas
necesarias para cubrir la falta.
c) Muerte de una de las partes
En principio, la muerte de una de las partes pone fin al mandato, salvo
cuando el negocio que forma el objeto del mandato deba ser cumplido o
continuado después de la muerte del causante (art. 1980). Otra excepción se da
cuando el mandato ha sido dado en el interés común de mandante y mandatario o
en el interés de un tercero, en cuyo caso la muerte del primero no concluye con el
contrato (art. 1982).
d) Incapacidad de las partes (art. 1984).
6,1,7. GESTION DE NEGOCIOS
a) Concepto
Existe cuando una persona, sin mediar contrato ni representación legal, cumple
una gestión de la que deriva utilidad para un tercero. Se trata de un cuasicontrato,
conforme al concepto dado en la Unidad temática III, al referirnos a las fuentes de
las obligaciones.
b) Requisitos
a) no debe existir mandato ni representación legal (art. 2288);
b) el gestor debe querer realizar un negocio de otra persona y eventualmente
obligarla (art. 2289);
c) no debe mediar oposición del titular del negocio (art. 2303);
d) la intervención del gestor debe haber sido útil (art. 2297);
e) no debe tratarse de una liberalidad (art. 2289).
c) Efectos
A) Obligaciones del gestor
a) Sometimiento a todas las obligaciones del mandatario (art. 2288, in fine).
b) Continuación y conclusión del negocio.
Comenzada la gestión, es obligación del gerente (gestor) continuarla y
acabar el negocio, hasta que el dueño o el interesado se hallen en estado de
proveer al negocio por sí, o bien hasta que puedan proveer sus herederos, si el
dueño o interesado muriese durante la gestión (art. 2290).
c) Responsabilidad
El gestor de negocios responde de todo daño que cause en el ejercicio
de la gestión, aunque aplique su diligencia habitual. Pero sólo estará obligado a
poner en la gestión del negocio el mismo cuidado que en las cosas propias
cuando se encargue del negocio en un caso urgente, o para librar al dueño de
algún perjuicio si nadie se encargara de sus intereses, o cuando lo hiciera por
amistad o afecto hacia él (art. 2291). Responde además del caso fortuito cuando
ha hecho operaciones arriesgadas que el dueño del negocio no tenía costumbre
de hacer, o si obró más en interés propio que en el del dueño del negocio, o si no
reunía las aptitudes necesarias para realizar el negocio; o si, por último, evitó por
su intervención que se encargara del negocio una persona mas apta (art. 2294).
Sin embargo, no responderá en estos casos si probara que el perjuicio habría
tenido lugar igualmente aunque el no hubiera tomado el negocio a su cargo, o si
el dueño del negocio hubiera obtenido provecho de su gestión (art. 2295).
Si el gestor hubiese puesto en la gestión a otra persona, responderá por
las faltas del sustituto aunque se tratare de una persona de su confianza (art.
2292).
d) Rendición de cuentas (art. 2296)
B) Obligaciones del dueño del negocio
a) Sometimiento a las mismas obligaciones que pesan sobre el mandante (art.
2297)
Existen, sin embargo, algunas obligaciones del mandante que no pesan
sobre el dueño del negocio, tales son:
I. Pagar remuneración al gestor.
II. Responsabilidad por los perjuicios sufridos por el gestor en el ejercicio
de la gestión (art. 2300).
b) Ratificación de la gestión
La ratificación del dueño del negocio equivale a un mandato y lo somete
para con el gestor a todas las obligaciones del mandante. Produce efectos
retroactivos al día en que la gestión principió (art. 2304).
6,1,8. MANDATO COMERCIAL
a) Concepto
Es el contrato por el cual se confiere a otro la facultad de llevar a cabo, en
nombre y por cuenta del mandante, uno o varios actos de comercio.
Este contrato se halla regulado en los arts. 221 a 231 del Código de Comercio y
responde a las reglas referidas al tiempo de dar tratamiento al mandato civil.
El mandato comercial no se presume gratuito (art. 221).
b) La situación del denominado factor de comercio
El art. 133, C. Com., denomina factor a la persona a quien el comerciante encarga
la administración de sus negocios o la de un establecimiento en particular,
exigiéndose para desempeñarse como tal que tenga capacidad legal para ejercer
el comercio.
La figura del factor de comercio ha caído en desuso en los últimos tiempos, en
virtud de que la mayoria de los comercios de importancia (que antes podían
precisar de un factor) se hallan estructurados legalmente en forma de sociedad
comercial, lo que posibilita que estas personas sean designadas como integrantes
de los órganos de administración (Gerencia en las sociedades de responsabilidad
limitada o Directorio en las sociedades por acciones), con atribuciones regladas
por la ley o estatuto.
Sin perjuicio de lo dicho, existe consenso en doctrina en admitir que en el status
jurídico del factor concurren elementos del mandato.
El art. 133 establece que todo factor deberá ser constituido por una autorización
especial del comerciante, que recién surtirá efectos con respecto a terceros desde
su inscripción en el Registro Público de Comercio.
Es importante recordar que el factor debe actuar necesariamente por cuenta y a
nombre del principal, por cuanto él no es comerciante.
6,1,9. COMISION
a) Concepto
El Código de Comercio lo regula como una especie de mandato comercial en el
cual una parte, denominada comitente, encarga a otra, llamada comisionista, la
realización de uno o más actos de comercio determinados, para ser llevados a
cabo a nombre del comisionista pero por cuenta del comitente (art. 222).
Diferencia con el mandato comercial
En el mandato, el mandatario actúa a nombre y por cuenta de su mandante; en el
contrato de comisión, en cambio, el comisionista actúa en su propio nombre,
aunque por cuenta del comitente.
Al comisionista, además, le son encomendadas una o más operaciones
determinadas y no la administración de los negocios de una persona, que puede
ser validamente el objeto del mandato.
b) Obligaciones de las partes
Del comisionista
a) una vez aceptada la comisión, deberá cumplirla conforme a las órdenes e
instrucciones impartidas por el comitente o, a falta de tales indicaciones, obrando
como lo haría en negocio propio (art. 238);
b) responder por los daños y perjuicios derivados al comitente de su
incumplimiento (no haber acatado las instrucciones recibidas o, a falta de ellas,
no haber cumplido la comisión conforme a lo que es de estilo en el comercio) o de
haberse excedido de sus atribuciones, salvo, en este último supuesto, que
hubiere resultado ventaja para el comitente, que la operación no hubiere admitido
demoras o que el comitente hubiere aprobado ese accionar en exceso por parte
del comisionista (art. 242);
c) rendir cuentas al comitente de todas las operaciones realizadas y de las
cantidades entregadas o percibidas (art. 277).
Del comitente
a) abonar al comisionista todos los gastos y desembolsos verificados en el
desempeño de la comisión, con más los intereses corridos entre el desembolso y
el pago efectivo;
b) pagar al comisionista la retribución por su trabajo, que se denomina
comisión. Si no hubiere sido expresamente pactada, será determinada por el uso
comercial del lugar en que se hubiere ejecutado la comisión (art. 274).
c) La comisión y las relaciones con terceros
El comisionista queda directamente obligado respecto de las personas con
quienes contratare, sin que éstas tengan acción contra el comitente, ni éste contra
aquéllas, salvo que el comisionista cediere sus derechos en favor del comitente
(contra los terceros) o en favor de los terceros (contra el comitente).
De existir cesión de derechos en favor del comitente, le corresponderán todas las
excepciones que tuviere el comisionista contra los terceros aunque no podrá
alegar la incapacidad del comisionista para eximirse del cumplimiento de la
obligación exigida por los terceros (arts. 233 y 234).
d) Derecho de retención y privilegio
El art. 279, C. Com., reconoce, en favor del comisionista, derecho de retención
sobre los efectos que tenga consignados o los adquiridos por cuenta del
comitente, hasta que le sean abonados los gastos incurridos y la comisión, en
ambos casos, con más intereses.
La norma confiere, además, al comisionista un privilegio especial, en caso de
quiebra del comitente, para ser pagado con el producido de los efectos sobre los
que ejercía el derecho de retención y que debió entregar al síndico de la quiebra.
6,1,10. FIANZA CIVIL
a) Concepto
Habrá contrato de fianza cuando una de las partes se hubiere obligado
accesoriamente por un tercero, y el acreedor de ese tercero aceptase su
obligación accesoria (art. 1986).
Caracteres
a) unilateral;
b) gratuito;
c) accesorio de una obligación principal;
d) consensual;
e) típico.
b) Capacidad
Todos los que tienen capacidad para contratar empréstitos, la tienen para
obligarse como fiadores (art. 2011). A continuación la disposición mencionada
establece quiénes no pueden ser fiadores: menores emancipados;
administradores de bienes de corporaciones, respecto de deudas contraídas por
esas corporaciones; tutores y curadores respecto de deudas de sus
representados, etcétera.
c) Objeto
La regla es que toda obligación puede ser afianzada (art. 1993). Ahora bien, por
expresa disposición del art. 1991, la fianza no puede tener por objeto una
prestación distinta de la que forma la materia de la obligación principal.
En principio, y dado el carácter de obligación accesoria que reviste la fianza, ésta
no puede existir sin una obligación válida. Pero si la causa de la nulidad fuese
alguna incapacidad relativa al deudor, el fiador, aunque ignorase la incapacidad,
será responsable como único deudor (art. 1994).
El fiador puede obligarse a menos y no a más que el deudor principal. Si se
hubiere obligado a más, se reducirá su obligación a los límites de la del deudor.
En caso de duda sobre si el fiador se obligó por menos o por una cantidad igual a
la de la obligación principal, se estará por esta última opción (art. 1995).
d) Forma y prueba
La fianza puede contratarse en cualquier forma: verbalmente, por escritura
pública, por instrumento privado; pero si fuese negada en juicio, sólo podrá ser
probada por escrito (art. 2006).
e) Distintas clases de fianza
a) Convencional simple y solidaria
La primera es aquella que confiere al fiador el beneficio de excusión
(ejecución previa de los bienes del deudor principal) y, en caso de existir varios
fiadores, la división de la deuda entre ellos por partes iguales (art. 2024). La
solidaria faculta al acreedor a dirigirse contra cualquiera de los fiadores por el
total de la deuda, aun sin antes ejecutar los bienes del deudor principal (art.
2004).
b) Civil y comercial
El carácter de la fianza dependerá de la obligación principal (art. 478, C.
Com.). Si ésta es civil, también lo será la fianza y si la obligación principal fuere
comercial, ese carácter tendrá la fianza. Por lo demás, la fianza comercial es
siempre solidaria (el fiador comercial no goza de los beneficios de división y
excusión).
f) Efectos de la fianza
a) Entre fiador y acreedor
La obligación del fiador es accesoria y subsidiaria: sólo si no cumple el
deudor principal deberá hacerlo el fiador.
Ahora bien, el art. 2012 dispone que el fiador no puede ser compelido a
pagar al acreedor, sin previa ejecución de todos los bienes del deudor (beneficio
de excusión). Si de la ejecucion y venta de los bienes del deudor principal no se
hubiere obtenido sino un pago parcial, el acreedor estará obligado a aceptarlo, no
pudiendo reclamar al fiador más que el saldo impago (art. 2017). Pero si el
acreedor es remiso o negligente en la excusión y, en el ínterin, el deudor cae en
insolvencia, cesa la responsabilidad del fiador (art. 2018).
El art. 2024 establece que si hubiere dos o más fiadores de la misma
deuda, que no se hayan obligado solidariamente al pago, ésta se entenderá
dividida entre ellos por partes iguales, y no podrá el acreedor exigir a ninguno de
ellos sino la cuota que le corresponda. El beneficio de división puede ser opuesto
por todo fiador al que se reclame más alla de su parte en la deuda.
En cuanto a las excepciones oponibles por el fiador, el art. 2020 dice que el
mismo puede oponer las que le sean propias más todas las que podría oponer el
deudor principal, aun las fundadas en la incapacidad de hecho de este último.
b) Entre fiador y deudor
Antes del pago, el fiador podrá solicitar la exoneración de la fianza, en los
siguientes casos:
1. Cuando hayan pasado cinco años desde que la dio.
2. Si le demandasen judicialmente el pago de la deuda.
3. Si al vencimiento de la deuda el deudor no la pagase.
4. Si el deudor dilapidase sus bienes, hiciere negocios riesgosos o
garantizase con sus bienes obligaciones de terceros.
5. Si el deudor quisiere ausentarse del país sin dejar bienes inmuebles
suficientes para afrontar el pago de la deuda afianzada.
6. Quiebra del deudor (arts. 2025 y 2026).
La exoneración de la fianza (dejar sin efecto la garantía) es un derecho que
la ley da al fiador en contra del deudor en los casos mencionados; pero para que
proceda debe contarse con el consentimiento del acreedor. Si el deudor o el
acreedor no admiten la exoneración, el fiador sólo tiene derecho a pedir
judicialmente medidas conservatorias del patrimonio del deudor, en resguardo del
crédito eventual que tendría contra este último en el supuesto de verse obligado a
pagar al acreedor.
Una vez realizado el pago, el fiador que lo hubiere hecho se subroga en los
derechos, acciones, privilegios y garantías anteriores y posteriores a la fianza del
acreedor contra el deudor, sin necesidad de cesión alguna (art. 2029). En estas
condiciones, el fiador puede exigir al deudor todo lo que hubiese pagado por
capital, intereses y costas, y los intereses legales desde el día del pago, como
también la indemnización de todo perjuicio que le hubiere sobrevenido por motivo
de la fianza (art. 2030).
c) Entre los cofiadores
El cofiador que paga la deuda afianzada queda subrogado en los derechos
del acreedor contra los otros cofiadores, para cobrar a cada uno de éstos la parte
que le correspondiese (art. 2037).
g) Extinción de la fianza. Causales
a) Por vía de consecuencia, al extinguirse la obligación principal (pago,
novación, remisión de deuda, prescripción de la acción).
b) Extinción directa: por alguno de los modos de extinción de las obligaciones
en general, y de las obligaciones accesorias en particular (ver arts. 724 y sigtes.).
6,1,11. FIANZA COMERCIAL
a) Concepto
Es el contrato por el cual un tercero se obliga ante el acreedor de una obligación
comercial, a cumplirla personalmente en el supuesto de que el deudor principal
no lo haga.
Para que una fianza se considere mercantil bastará que tenga por objeto asegurar
el cumplimiento de un acto o contrato de comercio, aunque el fiador no sea
comerciante (art. 478).
b) Régimen legal
Se aplican las normas del Código Civil, salvo en lo que esté expresamente
modificado por el Código de Comercio, que sólo dedica seis artículos al contrato
(arts. 478 a 483).
c) Distinción con la fianza civil
En la fianza civil, el fiador posee el beneficio de excusión, que lo faculta a exigir
que previamente se ejecuten los bienes del deudor principal, y el de división, que
lo habilita, en caso de existir varios fiadores, a pagar al acreedor la parte de la
deuda que resulte de dividir el monto total por el número de fiadores.
La fianza comercial, en cambio, es solidaria, pudiendo exigirse, en caso de
pluralidad de fiadores, a cualquiera de ellos, el pago de la totalidad de la deuda,
con el único requisito previo de interpelar judicialmente al deudor principal. Esto
es, en materia comercial, se excluye el beneficio de excusión.
En materia comercial, los fiadores carecen de beneficio de división.
La interpelación judicial puede hacerse demandando en el mismo juicio al deudor
y al fiador.
Otra diferencia está dada por el hecho de que, muchas veces, la fianza comercial
es onerosa: el fiador asume la garantía en virtud del pago de una suma por parte
del deudor o bien porque recibe algún beneficio del contrato principal al que el de
fianza accede.
No obstante lo expuesto, la onerosidad no se presume, sino que debe ser
probada.
6,1,12. CONTRATOS ALEATORIOS
Trataremos bajo este título los contratos de juego y apuesta, de renta vitalicia y de
seguro.
6,1,12,1. Juego y apuesta
El contrato de juego tendrá lugar —dice el art. 2052— cuando dos o más
personas entregándose al juego se obligasen a pagar a la que ganare una suma
de dinero, u otro objeto determinado. Hay apuesta, en cambio, cuando dos
personas que son de una opinión contraria sobre cualquier materia, convienen
que aquella cuya opinión resulte fundada, recibirá de la otra una suma de dinero
o cualquier otro objeto determinado (art. 2053).
El art. 2055 confiere acción para exigir el pago a los acreedores de deudas de
juego o apuestas, con tal que las mismas hayan versado sobre ejercicios de
fuerza, destreza de armas, etc., que, a su vez, no contravengan leyes o
reglamentos policiales. Sin embargo, los jueces podrán moderar dichas deudas
cuando ellas sean extraordinarias con respecto a la fortuna de los deudores (art.
2056).
Las mencionadas anteriormente son las únicas deudas de juego o apuesta que
confieren acción para su cobro. Pero si una de las restantes deudas es pagada
voluntariamente, el que realizó el pago no puede repetirlo posteriormente, salvo
que hubiese mediado dolo o fraude de parte del ganador de la apuesta (arts.
2063 y 2064).
6,1,12,2. Renta vitalicia
a) Concepto
Habrá contrato oneroso de renta vitalicia cuando una de las partes, a cambio de
la entrega de un capital (dinero, bien mueble o inmueble), por la otra, se
compromete a pagarle a ésta o a un tercero una renta de por vida (art. 2070).
b) Caracteres
a) bilateral;
b) aleatorio;
c) de tracto sucesivo;
d) formal;
e) real;
f) típico.
c) Partes y capacidad
Si lo que se entrega es dinero, quien lo hace debe tener capacidad para prestar, y
quien lo recibe, para contratar préstamos. Si la entrega es de una cosa mueble o
inmueble se exige que el que la hace tenga capacidad para vender y el que la
recibe, para comprar (art. 2073).
El beneficiario de la renta puede ser tanto el que entrega el capital, como un
tercero. En este último caso, las relaciones entre el constituyente (el que entregó
el capital) y el tercero beneficiario se rigen por las disposiciones aplicables a los
actos gratuitos (art. 2072).
d) Objeto
El art. 2074 dispone que la prestación periódica no puede consistir sino en dinero;
cualquier otra prestación en frutos naturales, o en servicios, será pagadera por su
equivalente en dinero. Dado el carácter de crédito que la renta implica para el
beneficiario, puede cederlo libremente, siendo nula toda cláusula por la que se le
impida enajenarla (art. 2075). Si la renta consistiere en una pensión alimenticia,
no podría ser embargada (art. 2076).
e) Forma
El contrato oneroso de renta vitalicia no puede ser hecho sino por escritura
pública, bajo pena de nulidad (art. 2071).
f) Efectos
A) Obligaciones del constituyente
a) Tradición del capital (art. 2071)
b) Garantía de evicción y vicios redhibitorios
B) Obligaciones del deudor de la renta
a) Debe pagar la renta en el momento pactado
El art. 2081 dispone que la renta no se adquiere, sino en proporción del
número de días que ha vivido la persona en cabeza de quien la renta ha sido
constituida. Esto es en el caso en que el pago se haya estipulado por períodos
vencidos, o bien que no medie previsión al respecto. Pero si se ha convenido que
la renta se pague con anticipación, cada término es adquirido por entero por el
acreedor desde el día en que el pago ha debido ser hecho.
Si el deudor no cumple con su obligación, el acreedor puede demandar
el pago, o bien pedir la resolución del contrato (arts. 2088 y 1204).
b) Dar las seguridades prometidas
Si el deudor de la renta no da todas las seguridades prometidas, o si las
ya dadas hubieren disminuido por hecho suyo, el acreedor podrá demandar la
resolución del contrato y la restitución del precio de la renta (art. 2087).
g) Extinción del contrato
La obligación de pagar una renta vitalicia se extingue por la muerte de la persona
en cabeza de quien ha sido constituida (art. 2083). Pero si la vida tenida en
cuenta es la de una persona distinta del acreedor de la renta, la muerte de aquél
no extingue el derecho del acreedor de la renta, el que pasa a sus herederos
hasta la muerte del tercero (art. 2086).
Si el contrato contempla la vida de dos o más personas, la renta se debe por
entero, hasta la muerte de todos aquellos en cabeza de quienes fue constituida
(art. 2085).
6,1,12,3. Contrato de seguro. Concepto
Hay contrato de seguro —dice la ley 17.418 en su art. 1º— cuando el asegurador
se obliga, mediante una prima o cotización, a resarcir un daño o cumplir la
prestación convenida si ocurre el evento previsto. Se trata de un contrato
comercial (art. 8º, inc. 6, C. Com.)
a) Caracteres
a) consensual;
b) bilateral;
c) oneroso;
d) aleatorio;
e) típico o nominado.
b) Elementos específicos
a) Interés asegurable
Se entiende por tal, la relación de valor económico que se establece entre
una persona y un bien que se halla sometido a un riesgo. Si el riesgo se traduce
en realidad, es decir, si el incendio, granizo, accidente personal, etc., se produce,
la persona experimenta un daño en su patrimonio.
b) Riesgo
Es el acontecimiento eventual, especialmente previsto en el contrato, que,
de ocurrir, genera la obligación del asegurador de pagar la indemnización.
c) Prima
Es el precio del seguro; la contraprestación a cumplir por el asegurado. Es
la retribución recibida por el asegurador en pago de las obligaciones que asume.
c) Efectos
A) Obligaciones del asegurador
a) Pagar la indemnización, si se produce el acontecimiento futuro e incierto
que constituye el riesgo.
b) Emitir la póliza, que es el instrumento donde constan las condiciones del
contrato de seguro.
B) Obligaciones del asegurado
La principal obligación a su cargo es el pago de la prima.
d) Cargas del asegurado
Sobre el asegurado pesan las siguientes cargas:
— denunciar el siniestro (hecho dañoso que lo afecta) al asegurador dentro
de los tres días de conocerlo (art. 46, ley 17.418);
— al tiempo de contratar el seguro, suministrar al asegurador todos los datos
e informaciones referidas al bien a asegurar, que permitan a aquél conocer el
verdadero estado del riesgo que asumirá;
— mantener el estado de riesgo y si éste se altera, comunicarlo al asegurador
(arts. 37 y 38, ley 17.418);
— durante el siniestro, sin arriesgar su integridad física, salvar la mayor
cantidad de bienes que puedan ser afectados.
Las nombradas se denominan cargas y no obligaciones, porque, en caso de no
ser cumplidas por el asegurado, no se lo demanda judicialmente para que las
realice, sino que se opera a su respecto la pérdida de un derecho; normalmente,
el de ser indemnizado por el asegurador.
6,1,13. DEPOSITO CIVIL
a) Concepto
Hay depósito cuando una de las partes se obliga a guardar gratuitamente una
cosa mueble o inmueble que la otra le confía, y a restituir la misma e idéntica
cosa cuando le sea reclamada (art. 2182).
b) Caracteres
a) en principio, gratuito;
b) unilateral;
c) real;
d) típico.
c) Distintas especies
a) Voluntario y forzoso
El primero es aquel en el que la elección del depositario depende del libre
acuerdo de voluntades; el forzoso, en cambio, es el que se hace en ocasión de
algún desastre, como incendio, saqueo, naufragio, u otros semejantes, o el de los
efectos introducidos en las casas destinadas a recibir viajeros (art. 2187).
b) Regular e irregular (es una subdivisión dentro del depósito voluntario)
Es regular:
— Cuando la cosa depositada es mueble o inmueble no consumible,
aunque se haya acordado al depositario la facultad de usarla.
— Cuando se tratare de dinero o cosas consumibles, pero entregadas en
caja cerrada.
— Cuando se deposite el título de un crédito en dinero o de cosas
consumibles, pero sin autorizar al depositario para el cobro.
— Cuando se depositare el título de un derecho real o un crédito que no
sea dinero (art. 2188).
Es irregular:
— Cuando lo que se entrega es dinero o cosas consumibles, con
autorización para hacer uso de ellas, o bien, no dispuestos en caja cerrada.
— Cuando se depositare el título de un crédito en dinero o cosas
consumibles, con autorización para su cobro (art. 2189).
d) Capacidad
El art. 2192 exige que ambas partes posean capacidad para contratar. Sin
embargo, si el depositario capaz acepta el depósito del depositante incapaz, el
contrato es válido, no pudiendo el primero demandar la nulidad (art. 2193). Si, en
cambio, se diere la inversa, los representantes legales del depositario incapaz
podrán pedir la nulidad, correspondiendo la restitución de la cosa entregada.
e) Forma
La validez del contrato de depósito no está sujeta a la observancia de ninguna
forma particular (art. 1200).
f) Prueba
El contrato de depósito puede ser probado por cualquier medio de prueba. No
obstante ello, si el contrato no constare por escrito y el depositante demandare
judicialmente al depositario por incumplimiento, el art. 2201 establece una
presunción de verdad a favor del depositario respecto del hecho del depósito,
sobre la identidad de la cosa dada en depósito y en lo referente a la restitución de
la cosa al depositante. Vale decir que, a falta de instrumento, la ley se inclina por
creer las manifestaciones del depositario respecto de los puntos señalados.
g) Efectos
A) Obligaciones del depositario (depósito regular)
a) Guarda de la cosa
El depositario está obligado a poner en la guarda de la cosa depositada
la misma diligencia que en la de las suyas propias (art. 2202). En principio no
responde por los daños en la cosa derivados de caso fortuito, salvo si los hubiere
tomado a su cargo, el acontecimiento se hubiere producido por su culpa, o
estuviere en mora en restituir la cosa (art. 2203).
b) Guardar secreto
La obligación del depositario de conservar la caja o bulto cerrado,
comprende la de no abrirlo, salvo autorización del depositante.
c) No usar la cosa
El depositario no puede servirse de la cosa sin el permiso del
depositante. Si lo hiciere, será responsable desde el día del contrato como
locatario, o pagará los intereses de ley como mutuario a título oneroso, según
fuere la cosa (arts. 2208 y 2209).
d) Restitución
El depositario debe restituir la misma cosa depositada en su estado
exterior con todas sus accesiones y frutos, y como ella se encuentre, sin
responder por los deterioros sufridos sin su culpa (art. 2210).
Si el contrato fija término para la restitución, en ese momento debe
hacerse. Pero como el término es siempre a favor del depositante, éste puede
exigir la cosa aun antes de cumplirse aquél (art. 2217).
El art. 2218 concede al depositario derecho de retención sobre la cosa
depositada hasta ser pagado de lo que se le debe en razón del contrato (gastos
de conservación y de traslado de la cosa al lugar de la entrega).
B) Obligaciones del depositario (depósito irregular)
Tomando en consideración que en esta especie existe traslado de la
propiedad de la cosa depositada en favor del depositario, es lógico que la única
obligación que se le imponga sea la de entrega de la misma cantidad en especie
y calidad de cosas que las que recibió en depósito (art. 2220).
C) Obligaciones del depositante
a) Reembolso de gastos e indemnización de daños
El depositante está obligado a reembolsar al depositario todos los gastos
que hubiese hecho para la conservación de la cosa depositada, y a indemnizarle
de todos los perjuicios que se le hayan ocasionado por el depósito (art. 2224).
b) Pago de la remuneración expresamente pactada
En defecto de convenio de parte al respecto, debe entenderse que el
depósito es gratuito.
h) Extinción del depósito
El depósito se acaba:
a) si se hubiere contratado por tiempo determinado, al finalizar el plazo. Si, en
cambio, lo fue por tiempo indeterminado, cuando cualquiera de las partes lo
quisiere;
b) por la pérdida de la cosa depositada;
c) por la enajenación que hiciese el depositante de la cosa depositada (art.
2226).
6,1,13,1. El depósito necesario o forzoso
El art. 2239 dispone que el depósito necesario se rige, en todo lo que no
estuviere regulado especialmente, por las disposiciones relativas al depósito
voluntario. Dos importantes excepciones cabe destacar aquí: en primer lugar, el
art. 2228 permite realizar el depósito forzoso en personas adultas incapaces de
hecho, las que deberán responder del mismo aun cuando no estén autorizadas
por sus representantes para recibirlo. En segundo lugar, en la acreditación de
este tipo de depósito se admite todo tipo de prueba (art. 2238).
6,1,14. DEPOSITO COMERCIAL
a) Concepto
Es aquel por el cual una parte (depositante) entrega una cosa mueble a otra
(depositario) para que, a través del pago de una retribución, se la guarde y la
restituya al vencimiento del plazo que se fije o al requerimiento del primero.
Sólo se considera comercial el depósito cuando alguna de las dos partes es
comerciante, es oneroso y tiene origen en un acto de comercio (arts. 572 y 573).
b) Régimen legal
El Código de Comercio dedica solamente ocho artículos a la regulación del
depósito (572 a 579).
El art. 574 dice que el depósito se confiere y acepta en los mismos términos que
el mandato y la comisión y que las obligaciones de depositante y depositario son
las mismas que se establecen para mandante, mandatario y comisionista.
La norma no es acertada, dado que el mandato y la comisión son contratos
consensuales, en tanto que el depósito es un contrato real. Corresponde,
entonces, la aplicación del Código Civil, en virtud de la norma prevista en el art.
207, C. Com.
6,1,15. MUTUO CIVIL
a) Concepto
Habrá mutuo o empréstito de consumo cuando una parte entregue a la otra una
cantidad de cosas (consumibles o fungibles) que esta última está autorizada a
consumir, devolviéndole, en el tiempo convenido, igual cantidad de cosas de la
misma especie y calidad (arts. 2240 y 2241).
El contrato de mutuo es unilateral, porque se perfecciona con la entrega de la
cosa por parte del mutuante y sólo genera obligaciones al mutuario.
El art. 2248, C. Civ., establece que no habiendo convención expresa sobre
intereses, el mutuo se supone gratuito.
b) Caracteres
a) unilateral;
b) oneroso o gratuito;
c) real;
d) típico.
c) Forma y prueba
El Código no señala formas especiales para el mutuo, el que incluso podrá
contratarse verbalmente. Sin embargo, no podrá probarse sino por instrumento
público, o por instrumento privado de fecha cierta, si el empréstito pasa del valor
de diez mil pesos (art. 2246).
d) Efectos
Entrega de la cosa y responsabilidad
El mutuante o prestamista es responsable de los perjuicios que sufra el mutuario
por la mala calidad o vicios ocultos de la cosa prestada (art. 2247).
Obligaciones del mutuario. Restitución
El mutuario debe devolver al mutuante, en el término convenido, una cantidad de
cosas iguales de la misma especie y calidad que las recibidas (art. 2250). Dado
que por el mutuo se hace el traspaso de la propiedad de la cosa en favor del
mutuario, éste no podrá excepcionarse de la obligación de restitución alegando la
pérdida de la cosa por caso fortuito.
Si el mutuario no pudiere restituir una cantidad igual de cosas, de la misma
especie y calidad que las recibidas, deberá pagar el precio de las mismas
calculado sobre la base del vigente en el lugar y tiempo en que debía hacerse la
restitución (art. 2251).
6,1,16. MUTUO COMERCIAL
a) Concepto
Habrá contrato de mutuo comercial cuando una persona, denominada mutuante,
entregue a otra, denominada mutuario, una cantidad de cosas consumibles o
fungibles, destinadas a un uso comercial, para que esta última las consuma y
reintegre al vencimiento del plazo convenido, con más los intereses
compensatorios pactados. Por lo menos el deudor debe tener la calidad de
comerciante.
b) Intereses
Los intereses deben haberse pactado expresamente, dado que, de acuerdo con
las disposiciones que regulan el contrato (arts. 560 a 565), el mutuo comercial no
se presume oneroso. Ello así, si no se han pactado intereses, sólo podrán
cobrarse en caso de mora del mutuario en reintegrar la cantidad recibida en
préstamo.
c) Régimen legal
En lo que no esté especialmente modificado, rigen las normas del mutuo civil.
6,1,17. COMODATO
a) Concepto
Habrá comodato o préstamo de uso cuando una de las partes entregue a la otra
gratuitamente alguna cosa no fungible, mueble o inmueble, con facultad de usarla
(art. 2255).
b) Caracteres
a) bilateral;
b) real;
c) gratuito;
d) típico.
c) Capacidad
Si el comodante fuese incapaz para contratar, o estuviere afectado de una
incapacidad accidental, podrá demandar la nulidad del contrato y exigir del
comodatario la restitución de la cosa aun antes del tiempo convenido. El
comodatario capaz no podrá oponerle la nulidad del contrato (art. 2257). Si, en
cambio, el comodante fuere capaz, no podrá demandar la nulidad del contrato por
ser incapaz el comodatario, pero este último sí podrá oponerla (art. 2258).
d) Objeto
Debe tratarse de una cosa mueble o inmueble no fungible ni consumible. Sin
embargo, si se hubiesen prestado cosas consumibles, el contrato sólo constituirá
comodato cuando se hubiere pactado la restitución de las mismas cosas
entregadas (art. 2260).
e) Forma y prueba
Ninguna forma es indispensable para el comodato, y toda clase de prueba del
contrato es admisible, siendo aplicables las disposiciones sobre la prueba de la
locación (arts. 2263 y 2264).
f) Efectos
A) Obligaciones del comodante
a) Permitir el uso de la cosa durante el tiempo convenido (art. 2283)
b) Responsabilidad
El comodante que, conociendo los vicios o defectos ocultos de la cosa
prestada, no previno de ellos al comodatario, responde a éste de los daños que
por esa causa sufriere (art. 2286).
c) Pagar los gastos extraordinarios
El comodante debe pagar las expensas extraordinarias causadas
durante el contrato para la conservación de la cosa prestada, siempre que el
comodatario lo ponga en su conocimiento antes de hacerlas, salvo que fuesen tan
urgentes que no pueda anticipar el aviso sin grave peligro (art. 2287).
B) Obligaciones del comodatario
a) Conservación de la cosa y responsabilidad
El comodatario está obligado a poner toda su diligencia en la
conservación de la cosa, siendo responsable de todo deterioro que ella sufra por
su culpa (art. 2266). El comodatario no responde de los daños derivados de caso
fortuito o fuerza mayor, salvo en el caso de que los accidentes hubieran ocurrido
por culpa suya; que el daño a la cosa haya sido consecuencia de un uso distinto
al pactado o por un tiempo más largo al designado en el contrato; que pudiendo
evitar el daño usando la cosa propia en lugar de la prestada, no lo haya hecho así
o, por último, que pudiendo conservar una de las dos cosas, haya preferido la
propia (art. 2270).
El comodatario no puede hacer otro uso de la cosa que el que hubiese
expresado en el contrato; y a falta de convención expresa, aquel a que está
destinada la cosa, según su naturaleza o las costumbres del lugar (art. 2268).
b) Restitución de la cosa
Finalizado el comodato, el comodatario debe restituir la cosa al
comodante en el estado en que se halle, con todos sus frutos y accesiones. Se
presume que el comodatario la recibió en buen estado hasta que se pruebe lo
contrario (art. 2271).
Si no la restituyese por haberse perdido por su culpa, pagará al
comodante el valor de ella. Si, en cambio, no la restituyese por haberla destruido
o disipado, podrá ser acusado criminalmente y demandado por daños y perjuicios
(art. 2274).
g) Extinción del comodato
a) por pérdida de la cosa:
b) por vencimiento del plazo;
c) por voluntad del comodante: cuando, no habiendo término fijado para
restituir, el comodatario falleciere o cayere en incapacidad; en caso de necesidad
urgente e imprevista de la cosa prestada o en supuesto que el comodatario
hiciere un uso abusivo de la cosa.
6,1,18. SOCIEDAD
Desarrollamos este título en el punto 2 de la Unidad temática VI.
6,1,19. PRENDA
a) Cuestión terminológica
La prenda es un derecho real de garantía que recae sobre bienes muebles,
legislado en el Código Civil. Paralelamente, se denomina así al contrato a través
del cual se afecta una cosa mueble en seguridad del cumplimiento de una
obligación, que se halla regulado en el Código de Comercio.
El contrato de prenda es de naturaleza comercial. Es el medio al cual se recurre
en las transacciones mercantiles para constituir el derecho real de garantía que
legisla el Código Civil.
El contrato de prenda tiene dos especies: sin registro y con registro. Analizaremos
ambas seguidamente.
6,1,19,1. Contrato de prenda sin registro. Concepto
Es aquel por el cual el deudor de una determinada obligación de carácter
comercial o un tercero en su nombre, entregan al acreedor una cosa mueble, en
seguridad del cumplimiento de dicha obligación (art. 580, C. Com.).
La prenda confiere el derecho al acreedor, en caso de incumplimiento por parte
del deudor, de proceder a la venta del bien y cobrarse con su producido. El
acreedor, además, tiene derecho de retención sobre la cosa dada en prenda
hasta que le sea pagada la deuda (conf. art. 3229, C.C.).
A este contrato se lo denomina también como prenda con desplazamiento, porque
el bien dado en garantía del cumplimiento pasa a poder del acreedor hasta que se
cumpla con la obligación.
Paralelamente, recibe el nombre de prenda sin registro, porque no es necesario el
requisito formal de que el contrato sea inscripto ante un registro especial.
a) Obligaciones del acreedor prendario
Debe proceder a la devolución de la cosa cuando el deudor cumpla con la
obligación a su cargo; debiendo proveer a la conservación de la cosa mientras
ésta se halla en su poder, siendo responsable por su pérdida o deterioro culpable
(art. 587, C. Com.).
En el supuesto de decretarse la quiebra del deudor, el acreedor tiene el privilegio
especial sobre la cosa dada en prenda para el cobro de su crédito.
6,1,19,2. El contrato de prenda con registro. Concepto
Es aquel por el cual, para garantizar la devolución de un crédito por parte del
deudor, se afectan uno o varios bienes muebles determinados, a través de la
inscripción del contrato en un registro especial.
A diferencia del contrato de prenda sin registro, en el que —como vimos— existe
desplazamiento del bien dado en garantía, en el instituto que analizamos el
deudor continúa en el uso del bien, es decir, no hay desplazamiento del mismo.
a) Bienes sobre los que puede recaer
Normalmente recae sobre bienes muebles determinados, pero también pueden
ser objeto de este contrato todos los bienes muebles o semovientes y los frutos o
productos y mercaderías y materias primas en general, pertenecientes a un
establecimiento comercial o industrial (prenda flotante).
b) Créditos a garantizar con esta prenda
El art. 1º de la ley 12.962, de prenda con registro, y comúnmente denominada de
prenda agraria, la admite para garantizar todo tipo de créditos con un valor
dinerario.
c) Acreedores prendarios
El art. 5º de la citada norma habilita a constituirse como acreedores prendarios al
Estado, entes autárquicos, bancos oficiales, sociedades cooperativas y
sociedades de agricultores, ganaderos o industriales; acopiadores de productos y
frutos del agro, para garantizar créditos destinados a explotación rural;
comerciantes e industriales inscriptos en el Registro Público de Comercio;
personas físicas o jurídicas inscriptas como prestamistas.
d) Inscripción registral del contrato
La inscripción del contrato ante el Registro de Créditos Prendarios, determina que
aquél produzca efectos con relación a terceros.
El Registro expide al acreedor un certificado de prenda en que constan los datos
de las partes y la identificación del crédito y del bien afectado en prenda. Dicho
título resulta transmisible por vía de endoso (art. 24).
e) Efectos
Los bienes afectados quedan en poder del deudor o del tercero que los haya
prendado para garantizar una deuda ajena. Podrán usarlos libremente, aunque
están imposibilitados de disponer de ellos y de volver a prendarlos en garantía de
otra deuda, salvo autorización escrita del acreedor (art. 7º).
f) Ejecución
El certificado de prenda confiere acción ejecutiva al acreedor o al endosatario del
título para el cobro del crédito, intereses y costas del juicio.
7. FORMAS CONTRACTUALES MODERNAS
7,1. CUESTION TERMINOLOGICA
Bajo este título abordaremos el tratamiento de los contratos innominados o
atípicos, es decir, aquellos que no tienen una regulación legal específica y que
participan, muchas veces, de características o modalidades de los distintos
contratos típicos o nominados, lo que los torna “complejos”. Estos contratos se
han impuesto por las necesidades de las transacciones comerciales y
empresarias de hacer frente a los nuevos requerimientos de la tecnología y los
mercados. Novedosas formas de comercialización, necesidad de proteger
debidamente los avances industriales o tecnológicos, sumados a la insuficiencia
de las formas contractuales tradicionales, han determinado la aparición de
contratos que satisfacen en mejor forma aquellas necesidades.
La denominación de “contratos atípicos o innominados” ha merecido como crítica
que los mismos resultan atípicos en nuestro orden jurídico, pero no en otras
legislaciones, que los prevén y regulan específicamente.
También se ha intentado la denominación de “contratos de empresa”,
apuntándose a un uso arraigado en la empresa moderna de tales formas
contractuales.
Preferimos mencionarlos como formas contractuales modernas, entendiendo con
ello que estos contratos responden a necesidades actuales del tráfico mercantil.
Resulta del caso destacar que el tratamiento particularizado que se realiza
seguidamente no supone el agotamiento del tema, sino un panorama abreviado
de las formas contractuales más comunes que el uso ha impuesto en los últimos
tiempos.
7,2. CONTRATO DE CONCESION
a) Concepto
Es el contrato complejo en virtud del cual, el productor o fabricante (concedente)
confiere, por tiempo indeterminado, a un comerciante (concesionario) la facultad
de comprar, para su posterior reventa en determinada zona, con carácter de
exclusividad, un producto de cierta marca, bajo normas establecidas en un
reglamento emitido por el concedente.
El concesionario actúa a nombre y por cuenta propia, no detentando la
representación del concedente.
b) El reglamento
El reglamento dictado por el concedente establece los requisitos que deberá
reunir el comerciante para desempeñarse como concesionario, en orden a
solvencia moral y económica, características del local habilitado para la venta de
los productos, ubicación, crédito en plaza.
Paralelamente, impone las obligaciones a que estará sometido el concesionario,
en orden a horario de atención al público (se tiende a uniformar el horario de
todos los concesionarios), cupos mínimos de venta, habilitación de un local de
venta de repuestos, service de reparaciones.
Por lo general, al tiempo de celebrarse el contrato de concesión se suscribe el
reglamento, que tiene la calidad de anexo del primero.
El reglamento funciona como un contrato de cláusulas preimpresas (por
adhesión), en donde el concesionario se limita a aceptar, sin poder discutir, las
cláusulas insertas en el reglamento, que habilitan la rescisión del contrato por el
concedente, a voluntad sin indemnización alguna. También integran normalmente
los reglamentos cláusulas por las cuales el concedente se reserva la facultad de
efectuar controles periódicos de la contabilidad del concesionario.
El contrato de concesión es de uso común para regular las relaciones de las
fábricas automotrices con sus concesionarias autorizadas.
7,3. CONTRATO DE AGENCIA
a) Concepto y funcionamiento
Es el contrato en virtud del cual dos partes (proponente y agente) se relacionan
de manera estable, con el objeto de que el agente, actuando en forma autónoma y
a través del cobro de una retribución, concerte negocios en determinada zona por
cuenta del proponente.
El agente, entonces, promueve negocios para el proponente actuando en forma
autónoma o independiente, esto es, no tiene relación de dependencia con aquél.
El agente, a diferencia del corredor, no desarrolla su tarea en beneficio de ambas
partes contratantes, sino sólo en provecho del proponente.
Este contrato tiene estabilidad, es decir, no puede ser rescindido
intempestivamente por el proponente, bajo apercibimiento de pagar daños y
perjuicios al agente. En general, el agente actúa con carácter de exclusividad en
cierta zona.
La retribución del agente, por lo general, es una comisión sobre el monto de los
contratos concertados en beneficio del proponente.
7,4. CONTRATO ESTIMATORIO
a) Concepto y funcionamiento
Es el contrato por el cual una parte, denominada concedente, entrega a la otra,
concesionario, una cantidad de cosas muebles, fijando un precio por unidad
(precio estimado), por un determinado tiempo, durante el cual el concesionario
podrá disponer libremente de tales cosas, debiendo al vencimiento reintegrar las
mercaderías de que no hubiere dispuesto o pagar al concedente por cada unidad
el precio estimado.
Mediante esta forma contractual, el comerciante puede reforzar su stock de
mercaderías sin desembolso de dinero previo y evaluar, a través de la respuesta
de la clientela, la conveniencia de quedarse con algunas unidades al vencimiento
del contrato.
Al ocurrir esto último, el concesionario puede devolver la totalidad de las
mercaderías objeto del contrato o parte de ellas, pagando el precio estimado por
cada unidad.
Durante la vigencia del contrato, el concesionario puede vender las mercaderías,
cargando al precio estimado el margen de su ganancia.
b) Distinción con el contrato de comisión
Cuando en el contrato de comisión lo que se encarga al comisionista es la venta
de determinadas mercaderías, la figura presenta similitud con el contrato
estimatorio. No obstante ello, existen diferencias destacables.
En el contrato de comisión, el comisionista debe vender las mercaderías al precio
establecido por el comitente, percibiendo una retribución por su gestión. En el
estimatorio, el concesionario venderá las mercaderías al precio que él fije y su
ganancia surgirá de la diferencia entre precio estimado (fijado en el contrato para
cada unidad) y el de venta.
El concesionario actúa en su nombre y por su cuenta. El comisionista, en cambio,
actúa en su nombre, pero por cuenta del comitente.
El comisionista está obligado a vender las mercaderías porque ése es el objeto
del contrato. El concesionario, en cambio, puede tener las mercaderías en su
negocio sin venderlas, sin que ello le acarree responsabilidad alguna.
c) Aplicación
Cuando se recurre a un negocio de compra y venta de muebles usados para
encargarle la venta de los que uno allí deja, se dice que los mismos fueron
recibidos en consignación (comisión). La realidad es que se trata de un contrato
estimatorio, porque el interesado establece qué precio es el que a él le satisface
y, normalmente, se fija un plazo para que el negocio intente venderlo.
La persona que compra ese mueble no toma conocimiento de que el verdadero
dueño es otro, debido a que el comerciante dispone del bien como si fuera propio.
Finalmente, cuando el que encargó la venta de los muebles usados se presenta,
el comerciante le liquida el precio que el primero había estimado, sin referirle a
cuánto en realidad se vendió. Y si, al vencimiento del plazo, el comerciante no
vendió el bien, podrá el dueño retirarlo del lugar sin caer el comerciante en
responsabilidad alguna.
Esta forma contractual resulta también de utilidad cuando el fabricante de un
producto desea introducirlo en un nuevo mercado y evaluar la respuesta de los
consumidores. El concedente —fabricante del producto en este caso—, a través
de la suscripción de un contrato estimatorio con un comercio de la zona a que
intenta acceder, alcanza el objetivo de que sus mercaderías se exhiban y ofrezcan
a la venta, a través de la condición ventajosa para el comerciante de que no tiene
que incurrir en desembolso alguno.
7,5. CONTRATO DE SUMINISTRO
a) Concepto y principales elementos
Es aquel por el cual una parte, denominada suministrante, se obliga, mediante el
pago de un precio, a entregar a la otra, denominada suministrado, cantidades de
cosas muebles en épocas determinadas, conforme a estipulaciones específicas
de tiempo y cantidad previstas en el contrato o de acuerdo con las necesidades
que se vayan generando al suministrado.
Un elemento propio de este contrato es la periodicidad de las entregas del
suministrante, cuando se especifican los momentos y cantidades en el contrato
conforme a previsiones que realiza el empresario en orden a los ciclos
productivos de su industria.
La continuidad, en cambio, reviste el carácter de elemento propio cuando resulta
importante la no interrupción del suministro (energía, gas, etc.).
Recurre al contrato de suministro la empresa productiva que necesita
garantizarse la entrega de materia prima, de modo que no se vea interrumpido el
proceso industrial. El suministrado evita así realizar acopios de materia prima y
recurrir al mercado cada vez que precisa insumos.
En general, se establece en el contrato un precio global, comprensivo de la
totalidad de la materia prima a recibir, acordándose también la forma y el plazo
del pago.
Cuando el suministro es de energía (suministro continuo), se privilegia en el
contrato la capacidad del suministrante de proveer la totalidad de la exigida por el
proceso productivo del suministrado, incluyéndose solamente en el contrato un
monto por unidad (kilovatio/hora, metros cúbicos de gas, etc.).
7,6. CONTRATO DE DISTRIBUCION
a) Concepto y uso
Es el contrato por el cual el productor o fabricante de una determinada
mercadería encomienda al distribuidor la colocación masiva del producto, con
carácter de exclusividad en cierta zona, mediante el sistema de vendedores
dependientes del distribuidor.
La retribución que recibe el distribuidor por su tarea es un importante descuento
sobre el precio del producto, además de las condiciones de pago que se pacten.
Recurren generalmente a este contrato las editoriales interesadas en colocar sus
publicaciones en zonas distantes de su área de expedición.
El distribuidor recibe los ejemplares con un importante descuento con relación al
denominado “precio de tapa”, que fija la editorial y condiciones de pago
ventajosas en cuanto a plazo. Su ganancia resulta de la diferencia entre el precio
de colocación del producto en librerías y el que debe pagar a la editorial.
Es de uso común este contrato en distribución de películas y de diarios y revistas.
7,7. CONTRATO DE FACTORING
a) Concepto y función
Es el contrato por el cual una determinada empresa con objeto financiero,
denominada factor, se obliga frente a otra empresa comercial o industrial, a
adquirir una cantidad de créditos al cobro que tiene esta última en cartera,
mediante el pago de un precio, cuyo monto va a surgir de un estudio técnico-
contable-estadístico que llevará a cabo el propio factor.
Ante la necesidad de una empresa comercial o industrial de contar con recursos
económicos en el corto plazo, recurre a la empresa factor y ofrece en venta los
documentos y facturas a cobrar que tiene en cartera. La empresa factor, después
de determinar la cobrabilidad de dichos créditos y en orden a los resultados que
esa operación arroje, ofrece un precio por la masa de créditos a adquirir.
Si la empresa comercial o industrial se decide a vender, recibe los fondos que
necesitaba, con los descuentos que la empresa factor realice sobre el monto total,
en orden al riesgo de cobrabilidad estimado. Si la empresa decide que el precio
ofrecido no le resulta conveniente, debe abonar a la empresa factor el costo del
estudio realizado sobre los créditos en cartera.
La compra de la masa de créditos por la empresa factor implica que ésta asume
los riesgos de la eventual incobrabilidad, sin poder efectuar posteriormente
reclamo alguno a la empresa comercial o industrial.
Es un contrato con poca difusión en nuestro medio, pero de práctica común en los
EE.UU.
No debe confundirse con el descuento de títulos de crédito que los comerciantes
o empresas hacen en los bancos y que les permite, mediante la deducción de los
intereses bancarios correspondientes, calculados hasta el día de vencimiento de
los documentos descontados, percibir por adelantado el monto de aquellos
documentos.
En estos casos, el banco accede a la operación en atención al cliente y como un
servicio bancario más. En caso de que, al vencimiento, el documento no sea
cancelado por el deudor, el cliente debe proceder a su pago. El banco no asume
riesgo alguno.
Una vez determinado el grado de riesgo de incobrabilidad de los créditos en
cartera, la empresa factor determinará el precio a ofrecer. Si la masa de créditos
no presenta riesgo de incobrabilidad, la empresa factor adelantará el monto de los
créditos comprados, deduciendo de la suma adelantada los intereses
correspondientes (desde que se entrega el dinero, hasta el día del vencimiento de
cada obligación) y el importe de la comisión por el análisis efectuado sobre los
créditos.
Si, en cambio, la masa presenta riesgos de incobrabilidad, al precio que se fije en
orden a dicho riesgo a asumir, habrá que deducirle intereses y comisión,
adelantándose el saldo a la empresa comercial.
7,8. CONTRATO DE FRANCHISING
a) Concepto y función
Es una variante del contrato de distribución, en virtud del cual una parte,
denominada otorgante (franchisor), propietaria de una marca registrada de
productos, de un nombre comercial, una patente industrial, emblema
identificatorio, confiere a la otra parte, denominada tomador (franchisee), a través
del pago de una contraprestación periódica, el derecho de explotar
comercialmente la venta de los mencionados productos, de utilizar una
determinada tecnología en su fabricación, con acceso a campañas publicitarias
generales y a sistemas de comercialización y organización patentados.
En forma similar al contrato de concesión, se establecen reglas severas a cumplir
por el tomador, en orden a solvencia económica, habilitación de local de
determinadas características, personas a emplear con ciertas calidades o
capacitación, etcétera.
El otorgante se reserva la facultad de controlar el cumplimiento por el tomador de
las instrucciones impartidas y las especialmente previstas en el contrato. También
se reserva el derecho a rescindir el contrato, sin derecho a indemnización alguna,
por el apartamiento del tomador de las directivas emanadas del contrato.
En general, si bien la contraprestación a cargo del tomador consiste en el pago de
una suma periódica equivalente a un porcentaje de la facturación, también abona
una suma inicialmente para afrontar los gastos de instalación, toda vez que es el
otorgante quien se encarga de la preparación del local y capacitación del
personal para dar inicio a la explotación.
Este contrato tiene importantes ventajas, porque permite al tomador ingresar a un
sistema de comercialización con resultados probados y beneficiarse de una marca
de producto y de una publicidad sobre ella montada que garantiza la clientela. Y
al otorgante le posibilita ingresar en nuevos mercados a bajo costo, por cuanto la
inversión de instalación corre por cuenta del tomador.
Este contrato es muy usado en nuestro país y es el que nuclea a Mc Donald’s con
sus locales comerciales, a Coca-Cola con sus embotelladoras locales, a Pizza
Hut con sus negocios de expendio, etcétera.
7,9. CONTRATO DE LEASING FINANCIERO
a) Concepto y función
Es una operación compleja por la cual una persona (usuario) solicita a otra
(empresa de leasing) que adquiera de un tercero (fabricante o poseedor) un bien
determinado, con el fin de que se lo conceda en arriendo, a través del pago de
una renta periódica, por un determinado plazo, a cuyo término el usuario podrá
optar, básicamente, entre dos variantes: adquirir la propiedad del bien o continuar
su arrendamiento, a través del pago de una renta periódica notoriamente reducida
con respecto a la que venía abonando.
El leasing así entendido funciona como un medio no tradicional de financiar el
perfeccionamiento de tecnología en la industria, hallándose habilitados los
bancos por la Ley de Entidades Financieras para dar en locación bienes de
capital adquiridos con tal objeto.
En el leasing financiero, como vimos, existen tres sujetos intervinientes: usuario o
solicitante, empresa de leasing y fabricante o poseedor del bien.
El solicitante es quien tiene a cargo la selección del bien, no resultando
responsable la empresa leasing por los defectos que el mismo presente.
La empresa leasing no tiene el bien en su patrimonio, sino que posee los fondos
necesarios para su adquisición y posterior arrendamiento al solicitante, en una
operación de financiamiento de compra de bienes de capital.
Finalmente, el fabricante o poseedor del bien, quien luego de la venta de la
empresa leasing, queda desvinculado de la relación contractual.
Es de hacer notar que, al vencimiento del término de arrendamiento, el solicitante
también puede optar por restituir el bien a la empresa leasing o solicitar la
sustitución por otro más moderno.
La ley 24.441, en su art. 27, regula el leasing financiero, estableciendo los
requisitos del contrato:
— El dador debe ser una entidad financiera autorizada especialmente por el
Banco Central para trabajar en esta operatoria.
— El objeto del contrato deben ser cosas muebles individualizadas,
compradas especialmente por el dador a un tercero, o bienes inmuebles de
propiedad del dador (puede haberlos adquirido a un tercero por indicación del
tomador), para ser alquilados al tomador.
— El canon a pagar por el tomador debe haberse fijado teniendo en cuenta la
amortización del valor de la cosa, conforme a criterios contables generalmente
aceptados (para establecer la duración del contrato debe haberse tomado en
cuenta en qué tiempo se amortiza totalmente el bien, dado que no sería
concebible que el contrato se extendiera por más tiempo).
— El precio por el cual el tomador pueda comprar la cosa objeto del leasing
debe responder al valor residual de la misma.
— La opción de compra podrá ser ejercida por el tomador cuando haya
pagado la mitad de los períodos de alquiler o antes de ese momento, si así lo
hubieren pactado las partes.
7,10. CONTRATO DE UNDERWRITING
a) Concepto y utilidad
Cuando una empresa, bajo la forma de sociedad anónima, necesita contar con
capital de trabajo puede recurrir a la emisión de nuevas acciones o a la emisión
de debentures, en ambos casos para ser ofrecidos al público.
A través del contrato de underwriting, una entidad financiera adelanta a la
sociedad emisora el valor nominal de las acciones o debentures emitidos, para
posteriormente colocar los títulos en el mercado, recuperando su inversión previa
y obteniendo una ganancia.
La sociedad anónima obtiene el ingreso de fondos esperado sin asumir el riesgo
de una suscripción insuficiente de títulos por el público. El banco o entidad
financiera, por su parte, se beneficia si logra una suscripción completa de títulos,
obteniendo una ganancia derivada de la diferencia entre el precio de compra y el
precio de colocación al público de los títulos.
El banco (quien recibe el nombre de underwriter) al adelantar los fondos de la
emisión, pasa a ser propietario de los títulos. Será accionista de la sociedad
emisora o acreedor, según se trate de una emisión de acciones o de una emisión
de debentures. Dejará de tener ese carácter recién cuando transfiera los títulos a
los suscriptores.
En el contrato el banco se compromete frente a la sociedad a colocar en el
mercado los títulos emitidos en un determinado plazo. Si no se lograre una
suscripción total de los títulos ofrecidos, el underwriter continuará siendo
accionista o acreedor de la sociedad anónima por el saldo no suscripto.
Una forma que podríamos denominar impura de este contrato —en contraposición
a la forma pura, ya explicada— permite que el banco adelante a la sociedad los
fondos de la suscripción de títulos en carácter de préstamo, comprometiendo su
actividad para colocar las acciones o debentures emitidos en el mercado. En este
supuesto, la sociedad emisora es quien asume los riesgos de una suscripción
insuficiente, recibiendo el banco la devolución del préstamo con más los intereses
pactados.
Como se ve, esta última forma no es más que una típica operación de crédito a la
que se suma una labor de gestión del banco, orientada a colocar los títulos en
plaza.
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