Contratos civiles y comerciales. Contratos de empresa por Marcelo R. Roitbarg 1. CONCEPTO DE CONVENIO Y CONTRATO El art. 1137 del C.C. establece que “hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos”. Esta definición, que se corresponde más con la idea de convención o convenio que con la de contrato, debe ser limitada en dos aspectos: en primer lugar, no todo acuerdo de voluntades es un contrato, sino solamente aquel cuyo objeto es susceptible de ser apreciado pecuniariamente (art. 1169, C.C.); y, en segundo lugar, debe destacarse que la función esencial del contrato es la creación de obligaciones; aunque, excepcionalmente, puede modificarlas, transferirlas o extinguirlas. El contrato es un acto jurídico en los términos del art. 944, C.C., es decir, un acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas. Precisando el concepto, diremos que es un acto jurídico bilateral (art. 946) y patrimonial (art. 1169). Entre convención y contrato existe una relación de género a especie. Convención es el mero acuerdo de voluntades entre personas, generador de relaciones jurídicas, que puede versar sobre aspectos patrimoniales o extrapatrimoniales (p. ej.: los acuerdos sobre tenencia de hijos menores a que se arriba en el juicio de divorcio). Cuando la convención tiene contenido patrimonial, nos hallamos frente a un contrato. 1,1. CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 1,1,1. DESDE EL PUNTO DE VISTA JURIDICO a) Unilaterales y bilaterales (art. 1138, C.C.) Son bilaterales los contratos que al momento de su perfeccionamiento engendran obligaciones para todas las partes intervinientes, p. ej.: la compraventa, la permuta, la locación en sus diversas formas, etc. Por el contrario, son unilaterales los que al tiempo de la celebración sólo crean obligaciones para una de las partes, p. ej.: la donación, el depósito, el comodato, etcétera. Los denominados “contratos bilaterales imperfectos” Se entiende por tales a ciertos contratos, unilaterales en su inicio, que posteriormente engendran obligaciones para la contraparte. Un ejemplo: el contrato de depósito gratuito sólo genera obligaciones para el depositario, que debe guardar la cosa, no usarla y restituirla al finalizar el contrato. Pero, si durante la vigencia del contrato de depósito, el depositario ha incurrido en gastos para la conservación de la cosa, se crea la obligación para el depositante de reembolsar al primero los mencionados gastos. b) Onerosos y gratuitos Se dice que un contrato es oneroso cuando la prestación a cargo de una de las partes encuentra su razón de ser en la contraprestación de la otra, p. ej.: la compraventa, la locación, etc. Es gratuito, en cambio, cuando la ventaja recibida por una de las partes no exige una prestación a su cargo, p. ej.: la donación, el depósito, etcétera. c) Consensuales y reales (art. 1140) Los primeros se perfeccionan por el mero consentimiento de las partes, p. ej.: compraventa, mandato, sociedad, etcétera. Los reales, en cambio, se perfeccionan con la entrega de la cosa, p. ej.: mutuo, comodato, depósito y prenda. d) Conmutativos y aleatorios “Los contratos serán aleatorios cuando sus ventajas o pérdidas para ambas partes contratantes, o solamente para una de ellas, dependan de un acontecimiento incierto” (art. 2051). Serán conmutativos, en cambio, cuando las ventajas a recibir por las partes estén perfectamente determinadas al momento de la celebración (p. ej.: compraventa). Un ejemplo de los primeros está dado por el contrato de seguros, donde la Compañía Aseguradora se verá obligada a indemnizar el daño que sufra el bien asegurado, sólo si ocurre el evento previsto (v. gr.: el incendio). e) Formales y no formales Por forma se entiende, de acuerdo con el art. 973: “el conjunto de las prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del acto jurídico”. Atento a lo expuesto, se puede decir que un contrato es formal cuando la ley exige ciertas solemnidades para su otorgamiento. Estos contratos se dividen, a su vez, en: I. Formales ad solemnitatem: la forma es exigida por la ley bajo pena de nulidad (p. ej.: donación de bienes inmuebles y demás donaciones previstas en el art. 1810, C.C.). II. Formales ad probationem: la forma es exigida a efectos de la prueba del contrato (art. 1193). Un ejemplo es el contrato de seguros, donde, si bien la póliza es el documento donde consta el contrato, a falta de ella, podrá probarse por cualquier medio, siempre que exista principio de prueba por escrito, esto es, p. ej.: recibo de pago de la prima extendido por el productor de la aseguradora. Son contratos no formales, por el contrario, aquellos que no requieren solemnidad alguna para ser otorgados. f) De ejecución instantánea y de tracto sucesivo Los de ejecución instantánea son aquellos que se cumplen de una sola vez, en un único acto. Son de tracto sucesivo, por el contrario, aquellos que se cumplen a través de prestaciones repetidas en períodos convenidos (p. ej.: locación de cosas). g) Principales y accesorios Son principales los que no dependen, en cuanto a su existencia, de otro contrato. Y accesorios son aquellos cuya existencia jurídica depende de otro contrato (p. ej.: la fianza). h) Típicos o nominados y atípicos o innominados En nuestro sistema jurídico, reciben el nombre de típicos o nominados aquellos contratos previstos especialmente por la legislación y dotados por ella de un régimen particular (p. ej.: compraventa, locación, mandato, fianza, etc.). A la inversa, se denominan atípicos o innominados los contratos que no tienen asignada por la ley una estructura jurídica propia (p. ej.: contrato estimatorio, de distribución, franchising, etc.). 1,1,2. DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SUS FUNCIONES ECONOMICAS Y SOCIALES a) función de cambio: compraventa, permuta, cesión onerosa de derechos, etcétera; b) función de crédito: mutuo, comodato, etcétera; c) función de garantía: fianza; d) función de colaboración: sociedad, locación de servicios; e) función de previsión: renta vitalicia, seguro. 2. CONSENTIMIENTO Y PROCESO DE FORMACION DEL CONTRATO El consentimiento es la manifestación unilateral de voluntad de cada una de las partes respecto del contrato. De la fusión de estas manifestaciones unilaterales resulta la declaración de voluntad común exigida por el art. 1137, C.C. Ahora bien, al contrato se arriba a través de la negociación, es decir, del entrecruzamiento de ofertas que se dirigen las partes y la aceptación de las mismas (nos estamos refiriendo a aquellos contratos más o menos complejos y no a aquellos en los que existe una celebración instantánea, es decir, casi coincidente con su ejecución, como, por ejemplo, las pequeñas compras que realizamos diariamente). 2,1. OFERTA: CONCEPTO Se trata de una declaración de voluntad unilateral y recepticia (que exige aceptación de aquel a quien fue dirigida), tendiente a la celebración de un contrato. En esencia, es una propuesta de contrato. a) Requisitos I. Debe ser hecha a persona o personas determinadas (art. 1148). II. Debe ser completa, es decir, contener todos los elementos del contrato que se pretende celebrar (art. 1148). b) Revocación de la oferta El art. 1150, en su primera parte, sienta el principio de la revocabilidad de la oferta mientras no exista aceptación. Ahora bien, la facultad de revocar la oferta cede en dos casos: • cuando el oferente hubiera renunciado a la facultad de retirar su oferta; • cuando se hubiera obligado a mantener la oferta durante un determinado tiempo. El primero de los casos mencionados constituye una anomalía, dado que en la práctica no se concibe que alguien renuncie a la facultad de revocar su oferta para siempre. La segunda de las excepciones planteadas presenta el problema de saber de dónde surge su fuerza vinculante, es decir, qué es lo que impide que quien emitió una oferta con tales características no pueda arrepentirse antes del vencimiento del plazo de mantenimiento que él fijó. La doctrina moderna considera que en este caso la fuerza vinculante deriva de la declaración de voluntad unilateral, que es una fuente autónoma de obligaciones. c) Caducidad de la oferta El art. 1149 dispone: “La oferta quedará sin efecto alguno si una de las partes falleciere, o perdiere su capacidad para contratar: el proponente, antes de haber sabido la aceptación, y la otra, antes de haber aceptado”. d) Aceptación: concepto Al igual que la oferta, constituye una declaración de voluntad unilateral y recepticia orientada a la celebración del contrato propuesto. e) Modificación “Cualquier modificación que se hiciere en la oferta al aceptarla, importará la propuesta de un nuevo contrato” (art. 1152). De lo expuesto se desprende que la aceptación debe tener una perfecta concordancia con la oferta en cada uno de los puntos sugeridos en esta última, para que pueda hablarse de acuerdo de voluntades. Esto es así, porque cualquier modificación introducida por el aceptante constituye una nueva oferta a considerar. 2,2. PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO 2,2,1. CONTRATO ENTRE PRESENTES Este supuesto está previsto en el art. 1151, que dispone que la oferta hecha verbalmente no se juzgará aceptada si no lo fuese inmediatamente. De lo dicho se desprende que, en principio, toda demora en la aceptación debe interpretarse como rechazo de la oferta. En esta categoría debe incluirse al contrato celebrado por teléfono. 2,2,2. CONTRATO POR REPRESENTANTE. DOBLE REPRESENTACION Es posible que, tanto el oferente, como el aceptante, se hagan representar por terceras personas. En tal supuesto, las relaciones entre los principales y sus representantes se regirán por las reglas del mandato. Una situación que ofrece especial interés es la de la doble representación. Un ejemplo aclarará el punto: A es representante de B, quien le encarga tomar dinero prestado, y, a la par, es representante de C, quien lo faculta para que dé en préstamo dinero de su propiedad. O sea, se estaría celebrando un contrato de mutuo (préstamo para consumo), donde una sola persona es representante del mutuante (que presta) y del mutuario (que toma prestado). La doctrina está dividida respecto de la posibilidad de que se celebre un contrato de tales características. Existen tres posturas al respecto: a) Tesis afirmativa: el contrato es perfectamente posible, ya que existen dos manifestaciones de voluntad distintas, aunque emergentes de una sola persona. Se habrían reunido los requisitos exigidos por el art. 1137. b) Tesis negatoria: no hay contrato, porque no existen dos personas distintas. c) Tesis intermedia: si bien existe una única declaración de voluntad, la misma tendría efectos contractuales. Nos inclinamos por esta última. 2,2,3. AUTOCONTRATO Un ejemplo: A es representante de B, quien le encarga que tome dinero prestado. A (el representante) posee la cantidad de dinero que necesita B y decide dársela en préstamo al interés corriente en plaza. O sea que el representante efectúa dos declaraciones de voluntad, las que, sin embargo, deben atribuirse a distintas personas. Por un lado, al mandante (quien, por efecto del contrato, se convierte en mutuario o tomador del préstamo) y por otro, al representante o mandatario, pero a título personal (quien por efecto del contrato se convierte en mutuante). 2,2,4. CONTRATO ENTRE AUSENTES Esta modalidad contractual se produce cuando las partes contratantes se encuentran separadas por una distancia considerable, que hace imposible el intercambio de manifestaciones de voluntad en un mismo acto. En las mencionadas circunstancias las partes suelen recurrir a diversas formas: el contrato por agente o nuncio y el celebrado por correspondencia. Por agente o nuncio La oferta se hace por intermedio de un mensajero (agente o nuncio), que carece de mandato y sólo oficia de portavoz. A esta modalidad hace referencia el Código en los arts. 1147 y 1151. La última de las disposiciones mencionadas establece que la oferta se entenderá rechazada si hubiera sido hecha por medio de un agente y éste volviese sin una aceptación expresa. Por correspondencia Respecto del momento en que queda perfeccionado este tipo de contrato se han esbozado diversas teorías, las que integran dos grupos principales: a) teorías extremas y b) teorías intermedias. a) Teorías extremas • Teoría de la información de la voluntad El contrato quedará perfeccionado con el conocimiento por parte del oferente de la aceptación de su oferta. Pero los sostenedores de esta postura dicen que ese conocimiento debe ser efectivo, es decir, no debe dejar lugar a dudas respecto de que el aceptante no ha cambiado de opinión en el tiempo corrido entre la emisión y el recibo de la aceptación. Y lo mismo cabría decir del aceptante: no puede aceptar si no tiene certeza de que la oferta aún sigue en pie. La solución propuesta es mantener permanentemente informadas a ambas partes. • Teoría de la declaración de la voluntad El contrato recién es perfecto cuando se produce la aceptación de la oferta. Y para que se conozca la aceptación no hay otra forma que declararlo así frente al pueblo. b) Teorías intermedias • Teoría de la expedición o envío Recién habrá contrato cuando la declaración de haber aceptado la oferta sea enviada al proponente (carta, telegrama, etc.). • Teoría de la recepción Se juzga perfeccionado el consentimiento cuando se produce la recepción por el oferente del instrumento en que consta la aceptación de la otra parte. 2,3. SISTEMA DEL CODIGO CIVIL El C.C. no adopta ninguno de los sistemas mencionados en su forma pura, optando por un sistema mixto. Dice el art. 1154, C.C.: “La aceptación hace sólo perfecto el contrato desde que ella se hubiese mandado al proponente”. Este es el principio básico sobre el punto; como se ve, adhiere a la teoría de la expedición o envío. Sin embargo, al tratar de la caducidad de la oferta (art. 1149), el Código hace importantes concesiones a la teoría de la información. Otro tanto ocurre con respecto a la retractación de la aceptación: el art. 1155, en su primera parte, dispone que “el aceptante de la oferta puede retractar su aceptación antes que ella haya llegado al conocimiento del proponente...”. Sin lugar a dudas, muchos de los inconvenientes prácticos de comunicación, que dieron origen en su momento a que se formularan las teorías precedentes, han desaparecido hoy por el avance tecnológico. El fax y el correo electrónico son medios aptos para que las partes se mantengan perfectamente informadas y puedan celebrar negociaciones con conocimiento prácticamente instantáneo de ofertas y aceptaciones. 2,4. VICIOS EN LA FORMACION DEL CONTRATO (REMISION) Anteriormente hemos conceptuado al contrato como un acto jurídico bilateral y patrimonial. En consecuencia, todas las consideraciones efectuadas en relación con los vicios del consentimiento y vicios propios de los actos jurídicos resultan aplicables a los contratos (conf. art. 1157, C.C.), por lo que remitimos a lo expuesto en la Unidad temática II, Hechos y Actos Jurídicos. 3. CONTRATACION MASIVA. CLAUSULAS PREDISPUESTAS Y CONDICIONES GENERALES DE CONTRATACION La materia contractual en el Código Civil descansa sustancialmente sobre el principio de autonomía de la voluntad establecido en el art. 1197. Las partes, en situación de igualdad, mediante ofertas y aceptaciones cruzadas, celebran sus contratos. Los interesados discuten las cláusulas, proponen modificaciones a las sugeridas por la contraparte y finalmente arriban al acuerdo que, por lo general, se formaliza por escrito. Distinta es la situación en el ámbito del derecho comercial y, especialmente, en la actividad empresarial. En efecto, las empresas fabricantes o comercializadoras de bienes o servicios en forma masiva, no celebran sus contratos con clientes y usuarios a través de la discusión de las cláusulas que más convengan a cada uno, sino que recurren a contratos tipo con cláusulas y condiciones predispuestas, donde el margen de decisión del otro contratante prácticamente se reduce a aceptar o no. Tales contratos están redactados en formularios preimpresos, donde, en espacios en blanco previstos al efecto, se consignan los datos del cliente o usuario de que se trate. En la situación descripta, la autonomía de la voluntad tiene un marco bastante restringido y una de las partes, en situación de supremacía económica y organizacional, prácticamente impone a la otra las condiciones del contrato. Entre las condiciones (cláusulas) del contrato se distinguen las generales de las particulares. Las primeras son aquellas que vienen ya impresas en el formulario tipo del contrato de que se trate y que son impuestas a la contraparte, quien no puede discutirlas. Constituyen la parte sustancial del contrato y dan regulación a los aspectos más importantes de la operación o negocio. Las condiciones particulares son las que se refieren a la situación especial del cliente y que admiten una cierta negociación o el ejercicio de una opción, generalmente en lo relativo a plazos de pago y financiación. La situación de supremacía que una de las partes tiene respecto de quien sólo se limita a aceptar o no, sumada a los abusos que de ello pueden derivarse, ha llevado a que el Estado, en ciertas actividades económicas, haya tomado una intervención directa, a través de la aprobación previa de las condiciones generales de contratación que vayan a ofrecerse al público. Así, por ejemplo, la Superintendencia de Seguros de la Nación aprueba las condiciones generales de las pólizas que en los distintos riesgos vayan a utilizar las compañías aseguradoras, como un modo de control, en beneficio de los usuarios del sistema. Es de destacar también que la ley 24.240, de defensa del consumidor, establece en su art. 3º que, en caso de duda sobre situaciones derivadas de este tipo de contratos, deberá estarse siempre por la interpretación más favorable para el consumidor. 4. ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS. REMISION. SINTESIS Para un análisis general del tema, remitimos a lo expuesto en la Unidad temática II, al tratar los Elementos de los Actos Jurídicos. Sin perjuicio de ello, haremos aquí una síntesis de los elementos en general y un tratamiento particularizado de los elementos esenciales. 4,1. DISTINTAS CLASES En general, se distinguen en doctrina tres clases de elementos, a saber: esenciales, naturales y accidentales. 4,1,1. ELEMENTOS ESENCIALES Son ciertos requisitos que no pueden faltar en ningún contrato, dado que hacen a su validez. VELEZ SARSFIELD, a diferencia del Código Francés, guardó silencio en esta materia. La doctrina clásica entiende que los elementos esenciales del contrato son tres: consentimiento, objeto y causa. Algunos autores agregan la capacidad, pero ésta es, en sustancia, un presupuesto del consentimiento. Otros consideran también comprendida a la forma, pero ésta, o bien cae dentro del consentimiento (cuando es interpretada como medio de exteriorización de la voluntad), o bien configura un elemento propio de determinados contratos (aquellos en los que la ley exige determinadas solemnidades, p. ej.: que sean otorgados por escritura pública). Aunque —tal como lo dijimos— la capacidad y la forma no son elementos esenciales de los contratos, expondremos sucintamente ambos temas (al igual que el de la prueba de los contratos), por presentar algunas particularidades en la materia que nos ocupa, que es preciso destacar. 4,1,2. ELEMENTOS NATURALES Son aquellos impuestos por el ordenamiento jurídico en forma supletoria de la voluntad de las partes. Es decir, están previstos por la ley, pero pueden ser dejados de lado por conveniencia de las partes. Un ejemplo está dado por la garantía de evicción, que es un elemento natural de los contratos onerosos, la cual, sin embargo, puede ser dispensada por un acuerdo expreso en contrario; otro elemento natural es la gratuidad en el contrato de mandato; etc. Remitimos a lo expuesto en la Unidad temática II, Hechos y actos jurídicos, pto. 2 in fine. 4,1,3. ELEMENTOS ACCIDENTALES Son aquellos surgidos de la voluntad de las partes, que al ser incluidos en un cierto contrato tienden a modificarlo en algún aspecto (tales son el plazo, el modo y el cargo). Remitimos a la Unidad temática II, pto. 2, in fine. 4,2. CAPACIDAD PARA CONTRATAR Tal como aclaramos antes, la capacidad no es un elemento esencial de los contratos, sino el presupuesto de validez del consentimiento. No puede hablarse de declaración de voluntad común, en los términos del art. 1137, si las partes contratantes no están dotadas de la capacidad necesaria para el otorgamiento del acto. Son aplicables a la materia contractual los principios de capacidad analizados al tiempo de referirnos a los atributos de la personalidad. Remitimos, por tanto, a lo dicho en la Unidad temática I y procederemos aquí a dar tratamiento a las incapacidades para contratar que prevé nuestro régimen legal y a efectos de los contratos celebrados por incapaces, que son dos situaciones de especial interés. 4,2,1. INCAPACIDADES PARA CONTRATAR De acuerdo con el art. 1160, C.C., no pueden contratar los incapaces por incapacidad absoluta (menores impúberes, dementes, sordomudos que no saben darse a entender por escrito), ni los incapaces por incapacidad relativa, en los casos en que les es expresamente prohibido (menores adultos, emancipados, inhabilitados), ni los que están excluidos de poderlo hacer con personas determinadas o respecto de determinados bienes (incapacidades de derecho); ni los religiosos profesos de uno u otro sexo (clérigos que realizan votos de obediencia, pobreza y castidad), sino cuando comprasen bienes muebles a dinero de contado, o contratasen por sus conventos; ni los comerciantes fallidos (desapoderados de sus bienes por la sentencia declarativa de quiebra) sobre bienes que correspondan a la masa del concurso, si no estipularen previamente concordato con sus acreedores. 4,2,2. EFECTOS DE LOS CONTRATOS CELEBRADOS POR INCAPACES Son nulos los actos celebrados tanto por incapaces de derecho como por incapaces de hecho, ya sea que se trate de nulidad absoluta o relativa (conf. arts. 1041, 1042 y 1043). Por excepción, son anulables los actos llevados a cabo por personas que obraren con una capacidad accidental, como si por cualquier causa se hallaren privados de la razón (dementes no declarados), o cuando no fuere conocida su incapacidad impuesta por la ley, o cuando la prohibición del objeto del acto no fuere conocida, por depender de una investigación de hecho (art. 1045). Tratándose de incapaces de hecho, y dado que la sanción de nulidad se establece en interés exclusivo de éstos, sólo cabe hablar de nulidad relativa. No ocurre lo mismo respecto de las incapacidades de derecho, las cuales confirman una nulidad relativa o una absoluta, según cuál sea, en el caso de que se trate, el interés protegido. De acuerdo con el art. 1048, la nulidad relativa sólo puede ser pedida por el incapaz o su representante legal. La nulidad absoluta, en cambio, puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece manifiesta en el acto. Puede alegarse por todos los que tengan interés en hacerlo, excepto el que ha ejecutado el acto sabiendo, o debiendo saber, el vicio que lo invalidaba. Puede también pedirse su declaración por el Ministerio Público, en el interés de la moral o de la ley. De acuerdo con el art. 1047, C.C., la nulidad absoluta no es susceptible de confirmación. 4,3. OBJETO DE LOS CONTRATOS El objeto del contrato es el contenido específico del acuerdo al que arribaron las partes. Es aquello que las partes quieren obtener a través de dicho acuerdo de voluntades (en la compraventa, una de las partes quiere vender y la otra parte quiere comprar). 4,3,1. PRINCIPIOS DEL CODIGO CIVIL EN MATERIA DE OBJETO DE LOS CONTRATOS El art. 1167, C. Civ., establece que “lo dispuesto sobre los objetos de los actos jurídicos, y de las obligaciones que se contrajeran, rige respecto de los contratos, y las prestaciones que no pueden ser objeto de los actos jurídicos, no pueden serlo de los contratos”. La disposición transcripta afirma indirectamente que el objeto del contrato está dado por la prestación. Tal afirmación es incorrecta. Es preciso hacer aquí una aclaración conceptual: la prestación (comportamiento a cumplir por el deudor en favor del acreedor), no es el objeto del contrato, sino el de la obligación. A su vez, el contenido de la prestación es la cosa, el hecho debido o la abstención comprometida. Ahora bien, si se toma en consideración que la función normal del contrato es la creación de obligaciones, puede aceptarse la terminología del artículo en cuanto, mediatamente, la prestación resulta ser objeto del contrato. El artículo que nos ocupa, en su última parte, remite al art. 953, que dice: “El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que están en el comercio, o que por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto jurídico, o hechos que no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas costumbres o prohibidos por las leyes, o que se opongan a la libertad de las acciones o de la conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los actos jurídicos que no sean conformes a esta disposición, son nulos como si no tuviesen objeto.” 4,3,2. REQUISITOS DEL OBJETO a) Posibilidad La prestación debe ser física y jurídicamente posible al momento de la celebración del contrato. Así, por ejemplo, habría imposibilidad material o física si la prestación a cargo de una de las partes consistiera en tocar el cielo con la mano. Existiría imposibilidad jurídica, en cambio, si una de las partes debiera vender una cosa que está fuera del comercio (v. gr.: un monumento público). b) Licitud Se considera ilícita la prestación cuando es contraria a una norma imperativa, al orden público o atenta contra la moral o buenas costumbres. Así, por ejemplo, es contrario a la ley el pacto sobre herencia futura, atenta contra el orden público el contrato que importe privar a un heredero forzoso de su porción legítima, contraría la moral el contrato de corretaje matrimonial, etcétera. c) Determinación La prestación debe estar determinada al momento de la celebración del contrato, o ser susceptible de determinación ulterior. Esto último ocurre, por ejemplo, cuando la cantidad a entregar de cierta especie de cosas se deja librada al arbitrio de un tercero (art. 1171). d) El requisito de la apreciación pecuniaria El art. 1169, C.C., dispone: “La prestación objeto de un contrato puede consistir en la entrega de una cosa, o en el cumplimiento de un hecho positivo o negativo susceptible de una apreciación pecuniaria.” VELEZ SARSFIELD, en la nota al citado artículo, remarca su posición diciendo: “Si la prestación objeto del contrato, aunque susceptible en sí de apreciación pecuniaria, no presentara para el acreedor ninguna ventaja apreciable en dinero, no estaría éste autorizado a pedir la ejecución de la promesa hecha. Un simple interés de afección no sería suficiente para darle una acción, a menos que la estipulación determinada por tal móvil, no hubiese tenido al mismo tiempo por fin el cumplimiento de un deber moral.” La doctrina en general se ha levantado contra esta postura (original del Derecho Romano). Así, IHERING considera que todo interés digno de protección jurídica puede ser objeto de los contratos. En similar sentido se pronuncian W INSCHEID y ENNECERUS. Entre nosotros, BIBILONI ha dicho: “Donde un interés serio, respetable y no solamente determinado por el afecto, apoyado en un deber moral, sino por los más elevados estímulos de la mentalidad humana, por la caridad, el culto de las ciencias y las artes, impulse a celebrar contratos que tiendan a realizarlos, allí debe estar la ley para ampararlos y asegurar su cumplimiento...” La doctrina moderna, por último, distingue entre la prestación, que siempre debe ser susceptible de apreciación pecuniaria y el interés protegido, que puede ser moral, cultural, etcétera. 4,4. CAUSA DE LOS CONTRATOS La causa es el motivo determinante del contrato; la razón que llevó a las partes a contratar (conf. MOSSET ITURRASPE). Tal motivo determinante, al ser declarado por cada uno de los contratantes, se vuelve común. Así considerada, la causa de los contratos resulta: a) subjetiva: dada su estrecha relación con el fin perseguido por cada parte; b) concreta: es contemplada respecto de cada acto de que se trate; c) variable: el motivo que llevó a las partes a contratar será distinto en cada contrato considerado. 4,4,1. LA CAUSA EN EL CODIGO CIVIL Tomando en consideración que no es pacífica la doctrina respecto de la consideración de la causa como elemento esencial de los actos jurídicos, se hace necesario recurrir al texto del Código, arts. 499 a 502, a fin de echar luz sobre el problema. El art. 499 dispone: “No hay obligación sin causa, es decir, sin que sea derivada de uno de los hechos, o de uno de los actos lícitos o ilícitos, de las relaciones de familia, o de las relaciones civiles”. Los autores son prácticamente unánimes al entender que esta disposición hace mención al concepto de causa-fuente. En lo que hace a los arts. 500 a 502, la doctrina mayoritaria los entiende referidos a la causa-fin. El primero de ellos contiene la presunción de la existencia de causa. El texto dice así: “Aunque la causa no esté expresada en la obligación (entiéndase acto jurídico), se presume que existe, mientras el deudor no pruebe lo contrario”. La razón determinante del contrato se presume en su existencia, aun cuando no esté expresada en el contrato. Es de destacar que el Dr. EDUARDO M. FAVIER-DUBOIS entiende que el art. 500 está referido a la causa fuente. El art. 501 dispone: “La obligación (entiéndase acto jurídico) será válida aunque la causa expresada en ella sea falsa, si se funda otra causa verdadera”. En el caso planteado existirá una simulación de causa (art. 955). “La obligación fundada en una causa ilícita —establece el art. 502— es de ningún efecto. La causa es ilícita cuando es contraria a las leyes o al orden público”. En este caso, al igual que en los dos anteriores, el término “obligación” debe entenderse referido al acto jurídico. La causa se reputa ilícita cuando es contraria a la ley, al orden público o atenta contra la moral y las buenas costumbres. 4,5. FORMA DE LOS CONTRATOS El art. 1182 del C.C., referido al objeto de los contratos, dice: “Lo dispuesto en cuanto a las formas de los actos jurídicos debe observarse en los contratos.” “La forma —establece el art. 973— es el conjunto de las prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del acto jurídico...” Esta disposición se hace pasible de una crítica: la forma no es un conjunto de prescripciones legales, sino de solemnidades exigidas por la ley para la conclusión de un acto. 4,5,1. FORMAS AD SOLEMNITATEM Y AD PROBATIONEM Se habla de forma ad solemnitatem cuando aquélla resulta esencial para la validez del acto de que se trate; por ej.: deben ser hechas ante escribano público, bajo pena de nulidad, las donaciones de bienes inmuebles y de renta vitalicia (art. 1810). La forma ad probationem en cambio, es exigida a los fines de la prueba del contrato; por ejemplo, el art. 1193 dispone que los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez mil pesos deben hacerse por escrito y no pueden probarse por testigos; no obstante ello, pueden probarse por otros medios, como ser una compulsa por peritos de los libros contables de las partes, si éstas fueren comerciantes, o mediante un recibo que dé cuenta de un pago que solamente podría haberse efectuado de existir una vinculación contractual entre las partes, etcétera. 4,6. PRUEBA DE LOS CONTRATOS El tema de la prueba se vincula con la demostración de la existencia del contrato y con los medios que posibilitan esa demostración. Esta materia se halla regulada tanto por normas de fondo como procesales. El derecho material (de fondo) trata de los medios de prueba, siendo competencia de los Códigos de Procedimientos todo lo relativo a los modos de probar, a la forma de producir la prueba. Será el juez, en definitiva, quien, analizando las pruebas producidas por las partes (p. ej.: pericial contable, instrumental —se acompaña un recibo o un remito firmado por la contraparte—), a la luz de los principios de la lógica y de la experiencia (sistema de la sana crítica), determinará si el contrato se encuentra probado o no. 4,6,1. MEDIOS DE PRUEBA (ART. 1190, C.C.) a) Instrumentos públicos Su autenticidad es reconocida por la ley, bien porque han sido otorgados ante un oficial público, bien porque se han cumplimentado ciertas formalidades. Prueban por ellos mismos la verdad de su contenido. b) Instrumentos particulares firmados o no firmados Los instrumentos privados deben reunir dos requisitos formales: la firma y el doble ejemplar; sin embargo, el artículo que nos ocupa exime del primer requisito a los fines probatorios. En general, se habla en estos casos de “principio de prueba por escrito”. c) Confesión de partes, judicial o extrajudicial Por confesión se entiende la declaración que realiza una de las partes sobre la verdad o falsedad de ciertos hechos pasados, relacionados con ella, que le son desfavorables. La confesión judicial se logra a través de la absolución de posiciones. d) Juramento judicial Se distinguen en doctrina dos tipos de juramento: decisorio y supletorio. El primero se da cuando se deja librada la suerte del pleito al juramento que preste una de las partes sobre los hechos controvertidos (ha sido dejado de lado por la mayoría de las legislaciones); el supletorio, en cambio, es aquel que se presta como medio de completar la prueba (p. ej.: para establecer el valor del objeto demandado). e) Presunciones legales o judiciales POTHIER las define como las consecuencias que la ley o el juez deducen de un hecho conocido para afirmar un hecho desconocido. Se clasifican en legales y judiciales. Las primeras se subdividen, a su vez, en juris tantum y juris et de jure, según admitan o no prueba en contrario. Las presunciones, para ser admitidas como prueba, deberán ser graves, precisas y concordantes. f) Testigos Son personas físicas, distintas de las partes, que deben prestar declaración sobre hechos pasados, percibidos por ellas o deducidos de sus percepciones. El Código Civil impone un límite a la prueba testimonial de los contratos en el art. 1193, que dice: “Los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez mil pesos, deben hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos.” De la mencionada disposición se desprendería que si un contrato tuviera por objeto una cantidad de dinero inferior a los diez mil pesos, podría probarse válidamente por testigos. Mas esto no es así. Veamos por qué. El artículo, en su redacción original, hablaba de doscientos pesos. La reforma del Código Civil, por la ley 17.711, le dio a la disposición su redacción actual, que habla de diez mil pesos. Esta suma, sin embargo, con los distintos cambios de moneda que hubo en el país entre 1968 y el presente, es hoy insignificante. De ello se desprende que, en la actualidad, ningún contrato puede probarse por testigos. La enumeración de los medios de prueba del art. 1190 no es taxativa, existiendo otros, tales como la prueba pericial, la inspección ocular, etcétera. 4,6,2. PRUEBA DE LOS CONTRATOS FORMALES El art. 1191 dispone que los contratos que tengan una forma determinada por las leyes no se juzgarán probados si no estuvieren en la forma prescripta. La misma disposición enuncia a continuación las excepciones al mencionado principio: a) imposibilidad de obtener la prueba designada por la ley (casos de depósito necesario, obligación contraída por incidentes imprevistos en que hubiese sido imposible formarla por escrito, pérdida o destrucción del instrumento [art. 1192]); b) existencia de principio de prueba por escrito: se considerará tal, cualquier documento público o privado que emane del adversario, de su causante o de parte interesada en el asunto, o de persona que hubiera tenido interés si viviera, que haga verosímil el hecho litigioso (art. 1192); c) si la cuestión versare sobre los vicios de error, dolo, violencia, fraude, simulación o falsedad de los instrumentos en que constaren; d) si una de las partes hubiera recibido alguna prestación y se negare a cumplir el contrato. En todos estos casos excepcionales se admite cualquier tipo de prueba del contrato. 4,7. INTERPRETACION DE LOS CONTRATOS Interpretar un contrato es desentrañar el sentido y alcance de sus distintas cláusulas. Cuando las partes del contrato difieren en el significado que cabe dar a lo convenido, la controversia es sometida a decisión judicial o de árbitros. 4,7,1. REGIMEN DEL CODIGO CIVIL VELEZ SARSFIELD, a diferencia del Código Francés y del Esbozo de FREITAS, no incluyó en el Código Civil Argentino ninguna norma interpretativa. Este vacío fue llenado por la ley 17.711, que al reformar el art. 1198, introdujo en la normativa del Código el principio de la buena fe: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosimilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión...”. La buena fe se convierte así en el principio rector de la materia contractual. Se distingue entre buena fe creencia y buena fe lealtad. La primera implica un estado de ánimo de la parte, quien confía en la apariencia de un título (conf. SPOTA, BORDA). Así, quien contrata con el heredero aparente creyéndolo dueño de los bienes que vende, no se verá desposeído luego por el verdadero sucesor (conf. art. 3430). La buena fe lealtad, en cambio, consiste en el deber que tiene cada uno de los contratantes de desempeñarse en la negociación con honorabilidad y prudencia. 4,7,2. REGLAS DEL CODIGO DE COMERCIO El art. 16 del C.C. dispone: “Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de las leyes análogas...”. En este sentido cabe recurrir, en materia contractual, a las reglas de interpretación contenidas en el Código de Comercio. a) Interpretación literal Las palabras de los contratos y convenciones deben entenderse en el sentido que les da el uso general, aunque el obligado pretenda que las ha entendido de otro modo. En estos casos, el uso y práctica comerciales y la costumbre del lugar donde deba ejecutarse el contrato prevalecerán sobre cualquier inteligencia en contrario que se pretenda dar a las palabras (arts. 217 y 218, inc. 6, C. Com.). b) Interpretación contextual Las cláusulas equívocas o ambiguas deben interpretarse por medio de los términos claros y precisos empleados en otra parte del mismo escrito, cuidando de darles, no tanto el significado que en general les pudiera convenir, sino el que corresponda por el contexto general (art. 218, inc. 2). c) Interpretación subjetiva Habiendo ambigüedad en las palabras, debe buscarse más la intención común de las partes que el sentido literal de los términos (art. 218, inc. 1). d) Interpretación por los hechos subsiguientes Los hechos de los contrayentes, subsiguientes al contrato, que tengan relación con lo que se discute, serán la mejor explicación de la intención de las partes al tiempo de celebrar el contrato (art. 218, inc. 4). e) Interpretación favorable a la validez Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los cuales resultaría la validez, y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el primero. Pero si ambos dieran validez al acto, deberá estarse por el sentido que más convenga a la naturaleza de los contratos, y a las reglas de la equidad (art. 218, inc. 3). f) Interpretación favorable al deudor En los casos dudosos, que no puedan resolverse según las bases establecidas, las cláusulas ambiguas deben interpretarse siempre en favor del deudor, o sea, en el sentido de su liberación (art. 218, inc. 7). 4,8. EFECTOS DE LOS CONTRATOS Son efectos de los contratos en general, la creación, modificación, transmisión y extinción de obligaciones. 4,8,1. AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD. LIBERTAD DE CONTRATAR Y LIBERTAD CONTRACTUAL La materia contractual se halla regida por el principio de la autonomía de la voluntad, receptado por VELEZ SARSFIELD en el art. 1197, C. Civ., que dispone: las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma. La autonomía de la voluntad supone la existencia de libertad de contratar, entendida como la facultad de celebrar o no el contrato, y de libertad contractual, es decir, de estipular las cláusulas que más convengan a los intereses de cada uno. Sin embargo, el mencionado principio no es absoluto, encontrándose limitado en nuestro ordenamiento por el orden público, la moral y las buenas costumbres (arts. 21 y 953, C.C.). La fuerza obligatoria de los contratos radica tanto en el respeto dispensado por la ley a la autonomía de la voluntad de las partes, como en las necesidades del tráfico jurídico. 4,8,2. EL EFECTO RELATIVO DE LOS CONTRATOS La regla en esta materia está dada en los arts. 503 y 1195. El primero de ellos establece: “Las obligaciones no producen efecto sino entre acreedor y deudor y sus sucesores, a quienes se les transmitiesen”. Y el art. 1195 agrega: “Los efectos de los contratos se extienden activa y pasivamente a los herederos y sucesores universales”. El principio general en esta materia es que los contratos sólo producen efectos respecto de las partes (otorgantes del acto). Se asimilan a las partes sus sucesores universales, es decir, aquellas personas que a la muerte de uno de los contratantes ocupan su lugar. Pero esto último admite algunas excepciones, así, por ejemplo, los efectos del contrato no afectan a los sucesores de las partes: a) cuando se trate de obligaciones intuitu personae; b) cuando las partes así lo hubieren establecido (art. 1195). 4,8,3. EFECTOS CON RESPECTO A LOS SUCESORES PARTICULARES El sucesor singular es aquel al cual se transmite un objeto particular que sale de los bienes de otra persona (art. 3263). Esta transmisión puede operarse tanto por acto entre vivos, como por actos de última voluntad. Será sucesor a título singular tanto el comprador de un objeto, como el legatario instituido por testamento. Tomando en consideración que entre el transmisor y el sucesor particular no existe la vinculación estrecha que se da entre el primero y sus sucesores universales, pareciera ser que los efectos de un contrato anterior no podrían alcanzar al sucesor singular, sin embargo, en ciertos casos esto ocurre: a) obligación del comprador de un inmueble de respetar el contrato de locación existente sobre el mismo; b) obligaciones ambulatorias o propter rem, que pesan sobre el titular de una determinada cosa; la obligación viaja con la cosa (p. ej.: deuda por expensas comunes en la propiedad horizontal, deuda de medianería, etc.). 4,8,4. EFECTOS RESPECTO DE LOS ACREEDORES Si partimos de la base de que el patrimonio del deudor constituye la garantía común de sus acreedores, debemos arribar a la conclusión de que éstos pueden verse afectados por los contratos celebrados por aquél (sobre todo si es insolvente), tendientes a hacer salir bienes de su patrimonio. 4,8,5. EFECTOS CON RESPECTO A TERCEROS Los efectos de los contratos no alcanzan a terceros, entendiéndose por tales aquellas personas no ligadas con las partes por relación obligacional alguna. En este sentido se pronuncia el art. 1195, última parte, al decir: “Los contratos no pueden perjudicar a terceros”. Sin embargo, también aquí caben excepciones: a) los convenios colectivos de trabajo producen efectos respecto de todos los trabajadores de la rama de actividad de que se trate; b) en algunos casos, los contratos pueden crear derechos a favor de terceros. 4,8,6. CONTRATOS A FAVOR DE TERCEROS El art. 1199 formula la regla según la cual los contratos no pueden oponerse a terceros, ni invocarse por ellos. Este principio tan estricto reconoce, sin embargo, una excepción en el art. 504, que establece: “Si en la obligación (entiéndase contrato) se hubiese estipulado alguna ventaja en favor de un tercero, éste podrá exigir el cumplimiento de la obligación si la hubiese aceptado y hécholo saber al obligado antes de ser revocada.” En esta clase de contratos se pueden diferenciar dos tipos de relaciones: a) Entre estipulante (persona que contrata en miras de favorecer a un tercero) y promitente u obligado (es quien debe cumplir la prestación en favor del tercero). Sus relaciones se rigen por las reglas comunes de los contratos. b) Entre promitente y tercero beneficiario. El tercero posee una acción directa para exigir el cumplimiento de la obligación. A su vez, el promitente podrá oponer al tercero todas las excepciones que le quepan respecto del estipulante, derivadas del contrato. En cuanto a la aceptación del beneficio por el tercero, reviste especial importancia, dado que hasta ese momento el estipulante puede retractarse del beneficio acordado. La aceptación debe ser comunicada al promitente. El ejemplo clásico de este tipo de contrato está dado por el seguro de vida, donde el beneficiario de la indemnización que debe pagar la compañía aseguradora es un tercero ajeno al contrato. 4,8,7. CONTRATOS POR TERCEROS Dispone el art. 1161: “Ninguno puede contratar a nombre de un tercero, sin estar autorizado por él, o sin tener por la ley su representación. El contrato celebrado a nombre de otro, de quien no se tenga autorización o representación legal, es de ningún valor, y no obliga al que lo hizo...” Pero puede ocurrir que el tercero ratifique el contrato expresa o tácitamente (ejecución de las obligaciones a su cargo), en cuyo caso el mismo será válido. La ratificación hecha por el tercero a cuyo nombre o en cuyo interés se hubiese contratado, tiene el mismo efecto que la autorización previa y le da derecho para exigir el cumplimiento del contrato. 4,8,8. PROMESA DEL HECHO DE TERCEROS El instituto está previsto en el art. 1163, C.C., que establece: “El que se obliga por un tercero, ofreciendo el hecho de éste, debe satisfacer pérdidas e intereses, si el tercero se negare a cumplir el contrato.” 4,9. EXTINCION DE LOS CONTRATOS 4,9,1. RESCISION La rescisión es el acuerdo de voluntades por el cual se deja sin efecto un contrato. Produce consecuencias desde ese momento hacia el futuro. Atento a esto, sólo es concebible en contratos de tracto sucesivo. Si bien por definición la rescisión supone un acuerdo de voluntades, se acepta en doctrina la denominada rescisión unilateral, es decir, aquella por la cual una sola manifestación de voluntad pone fin a una relación contractual. Esta facultad es acordada por la ley en algunos casos, así, por ejemplo, el mandato puede ser dejado sin efecto por el mandante en cualquier momento; cualquiera de las partes puede poner fin al contrato de trabajo, etcétera. 4,9,2. REVOCACION La revocación implica dejar sin efecto el contrato por voluntad de una de las partes, en virtud de una causa reconocida por la ley. Así, por ejemplo, procede la revocación de la donación cuando medie ingratitud del donatario o cuando este último no haya cumplido los cargos que se le hubieren impuesto. La revocación produce sus efectos retroactivamente, quedando a salvo, en principio, los derechos de los terceros adquirentes. 4,9,3. RESOLUCION La resolución implica la extinción del contrato en virtud de un hecho posterior a la celebración de aquél. Tal hecho puede ser voluntario: p. ej.: cumplimiento de la condición resolutoria o del plazo resolutorio fijado; o derivar de la ley: p. ej.: imposibilidad de cumplimiento, excesiva onerosidad sobreviniente. La resolución priva de efectos al contrato retroactivamente. 4,9,4. TEORIA DE LA IMPREVISION. EXCESIVA ONEROSIDAD SOBREVINIENTE No se trata de un nuevo modo de extinción de los contratos, sino de un supuesto comprendido dentro de la resolución de los mismos. Le damos un tratamiento diferenciado por la importancia que reviste esta teoría en nuestro ordenamiento legal. La Teoría de la Imprevisión fue introducida en el Código Civil por la ley 17.711. El nuevo art. 1198 dispone: “En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato. En los contratos de ejecución continuada, la resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos...” La norma transcripta faculta a la parte perjudicada a demandar la resolución del contrato. Sin embargo, no procederá la resolución si aquélla hubiese obrado con culpa o estuviese en mora. Paralelamente, el otro contratante podrá impedir la resolución del contrato ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del mismo. 5. VOLUNTAD UNILATERAL. HECHOS ILICITOS. EJERCICIO ABUSIVO DE LOS DERECHOS. REMISION Estos temas han sido tratados en la Unidad temática III, bajo el título Fuentes de las Obligaciones. 6. CONCEPTO Y CARACTERISTICAS DE LOS CONTRATOS CIVILES Y COMERCIALES VELEZ SARSFIELD construyó en el Código Civil una teoría general del contrato, con aplicación tanto en materia civil como en materia comercial. El Código Civil contiene la regulación integral de los contratos: requisitos que deben reunir, capacidad de los contrayentes, excepciones que impiden su ejecución, causas de nulidad, de rescisión, etc. El Código de Comercio, en cambio, sólo prevé los aspectos diferenciales que hacen a la naturaleza de la actividad mercantil. La regulación de los contratos en el Código de Comercio apunta básicamente a marcar las excepciones a la aplicación de las reglas generales del Código Civil. El Código de Comercio, en el art. 1º de su Título Preliminar, dispone: “En los casos que no estén especialmente regidos por este Código se aplicarán las disposiciones del Código Civil” y posteriormente, al abordar el tema de los contratos, el art. 207 establece: “El derecho civil, en cuanto no esté modificado por este Código, es aplicable a la materia y negocios comerciales”. Si bien al tiempo de dictarse ambos Códigos existían características diferenciales entre contratos civiles y comerciales, básicamente porque en estos últimos una de las partes era siempre un comerciante, ha sido en los últimos años cuando la distinción entre una y otra clase se ha profundizado. En efecto, en doctrina se ha impuesto el criterio según el cual el derecho comercial debe ser asimilado al derecho de la empresa. Esto es así porque las necesidades del tráfico mercantil han impuesto que quienes encaren cualquier actividad comercial de cierta envergadura cuenten con una mínima base organizativa empresarial que les permita reducir costos, mejorar productos, diseñar nuevas técnicas de comercialización o adaptarse a las que impone el mercado, etcétera. Así también, por requerimientos de la propia realidad de los negocios y debido a la creciente complejidad de los mismos, las estructuras contractuales del derecho civil, al igual que las previstas en el Código de Comercio, han quedado desactualizadas o, mejor dicho, se han manifestado insuficientes para captar las expectativas de las partes. Es así que se han abierto camino las denominadas formas contractuales modernas, que, combinando elementos específicos de algunos contratos regulados con prescripciones novedosas, producto de las necesidades del negocio de que se trate, ofrecen soluciones aptas para regular la conducta a seguir por las partes. Lo expuesto no implica que los contratos del derecho civil no tengan aplicación ni uso. Por el contrario, son de utilización continua en materia de compraventa y locación de inmuebles, en las vinculaciones de los profesionales liberales con sus clientes, en las transacciones que llevan a cabo quienes desarrollan una tarea artesanal o artística. También recurren a ellos quienes realizan actividades productivas extractivas, como los agricultores y los mineros. En resumen, los contratos civiles tienen una tradicional aplicación que no se ha visto afectada mayormente por la aparición de las nuevas formas contractuales antes comentadas. En cuanto a los contratos comerciales, tal como dijimos, la aplicación de las formas puras reguladas por el Código resulta cada vez menor, debido a que la complejidad de las transacciones comerciales las ha desbordado. La empresa y sus necesidades de respuesta a las exigencias de los mercados son el centro del derecho comercial actual. Las nuevas formas de contratación son parte de esa respuesta. 6,1. CONTRATOS EN ESPECIAL 6,1,1. CONTRATO DE COMPRAVENTA El de compraventa es el más común de los contratos, en cuanto a su uso generalizado y, a la par de ello, el más importante, de acuerdo con la significación que posee en el ámbito del los negocios. VELEZ SARSFIELD, en el Código Civil, ha previsto una regulación exhaustiva del instituto, aplicable también a otros contratos por vía analógica (permuta, cesión, etc.). El Código de Comercio, por su parte, también ha regulado la compraventa mercantil, que es el acto de comercio por antonomasia (conf. arts. 2º y 8º, inc. 1, C. Com.). No habiéndose alcanzado hasta el momento la unificación de la legislación civil y comercial, el tratamiento separado se justifica en algunas notas y aspectos distintivos que caracterizan a cada una de esas versiones del contrato. Además, la determinación de si nos hallamos ante una compraventa civil o comercial resulta de la mayor importancia, no sólo en cuanto al régimen legal aplicable, sino también, en algún caso, en cuanto a la competencia judicial que corresponda (en Capital Federal será competente, según el caso, la Justicia Nacional en lo Civil o a la Justicia Nacional en lo Comercial). a) Compraventa civil: concepto Habrá compraventa cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en dinero (art. 1323, C.C.). Caracteres - Remisión a) bilateral; b) consensual; c) oneroso; d) conmutativo; e) no formal (con relación a éste, se hace necesario destacar una excepción que surge del art. 1184, inc. 11, C.C.: los contratos de compraventa de inmuebles deben ser hechos en escritura pública, so pena de considerárselos meros precontratos en que las partes se obligaron a otorgar escritura pública [art. 1185]); f) típico o nominado (remisión al pto. 1,1. de esta misma Unidad, denominado Clasificación de los contratos). b) El contrato de compraventa y la transferencia de dominio En el derecho romano, la compraventa no era más que un compromiso de transferir el dominio de una cosa mediante el pago de un precio. En el derecho francés, en cambio, la compraventa implica en sí misma la transmisión de la propiedad sobre la cosa. En nuestro Código impera el sistema romano: la transferencia del dominio no se produce sino a través de la tradición (entrega de la cosa vendida). En cuanto a los inmuebles, se exige la escritura pública, a lo que las leyes locales agregan la inscripción registral como medio para hacer oponible esa transferencia a terceros (en este último sentido ver el nuevo art. 2505, C.C.). c) Capacidad El art. 1357 establece: “Toda persona capaz de disponer de sus bienes. puede vender cada una de las cosas de las que es propietario; y toda persona capaz de obligarse, puede comprar toda clase de cosas de cualquier persona capaz de vender...” Incapacidades especiales No pueden celebrar contrato de compraventa: a) Los esposos entre sí, ni aun estando separados (art. 1358): la prohibición legal obedece a la necesidad de evitar que por voluntad de las partes pueda alterarse el régimen patrimonial del matrimonio, que es de orden público. La nulidad del contrato así celebrado es absoluta. b) Los padres, tutores y curadores, con sus hijos sometidos a patria potestad, pupilos y curados, respectivamente (art. 1359). El contrato celebrado en violación de esta prohibición adolece de nulidad relativa. Además, se prohíbe la compra: a) A los albaceas (ejecutores testamentarios), de los bienes integrantes de las testamentarías a su cargo (art. 1361, inc. 3). b) A los mandatarios, de los bienes que estuviesen encargados de vender (art. 1361, inc. 4). c) A los empleados públicos, de los bienes del Estado o municipales que estuviesen encargados de administrar o vender (art. 1361, inc. 4). d) A los jueces, secretarios, fiscales y defensores de menores, de los bienes que estuviesen en litigio ante el juzgado o tribunal en que ejerciesen o hubiesen ejercido su ministerio (art. 1361, inc. 6); etcétera. d) La cosa Principio general Está dado en el art. 1327, según el cual todas las cosas pueden venderse, salvo que su enajenación esté prohibida. La norma remite a las disposiciones regulatorias del objeto de los contratos. Requisitos que debe reunir a) debe tratarse de un objeto material susceptible de tener un valor (art. 2311); b) debe estar determinada al momento de contratar o ser susceptible de determinación ulterior (art. 1333); c) debe existir al momento de la celebración o ser susceptible de existencia posterior (art. 1328); d) su enajenación no debe estar prohibida por la ley (art. 1327). e) El precio. Requisitos a) Debe ser en dinero. b) Debe estar determinado al momento de la celebración o ser susceptible de determinación ulterior. El precio será cierto —dice el art. 1349— cuando las partes lo determinaren en una suma que el comprador debe pagar; cuando se deje su designación al arbitrio de una persona determinada; o cuando lo sea con referencia a otra cosa cierta. c) Debe ser serio. Así, por ejemplo, no reuniría esta calidad el precio simulado o irrisorio. Distinta es la situación en caso de precio vil. En este supuesto, independientemente de que el contrato se impugne posteriormente, debe considerárselo precio serio. f) Efectos del contrato A) Obligaciones del vendedor a) Obligación de entrega 1. Conservación de la cosa El vendedor no puede cambiar el estado de la cosa vendida, y está obligado a conservarla tal como se hallaba el día del contrato, hasta que la entregue al comprador (art. 1408). Corren por su cuenta los gastos de conservación. En lo que hace a los riesgos y aumentos hasta la tradición, rige el principio res perit et crescit domino, ya que el vendedor, antes de la tradición, sigue siendo el dueño de la cosa vendida. 2. Entrega de la cosa Dispone el art. 1409 que el vendedor debe entregar la cosa vendida, libre de toda otra posesión y con todos sus accesorios en el día convenido, y si no hubiese día convenido, el día en que el comprador lo exija. En cuanto al lugar de entrega, lo será el designado en el contrato, y a falta de designación, el lugar en que se encontraba la cosa al momento de la celebración. Salvo pacto en contrario, los gastos de la entrega deben ser satisfechos por el vendedor (art. 1415). b) Obligación de garantía El vendedor debe al comprador una triple garantía: • Debe abstenerse de realizar actos que importen una perturbación de los derechos transmitidos al comprador. • Debe la garantía de evicción: el vendedor asegura al comprador que no existe ninguna persona con mejor derecho sobre el bien transmitido. Funciona esta garantía cuando exista una turbación de derecho procedente de un tercero, cuyo título sobre la cosa sea anterior o contemporáneo a la adquisición del bien por el comprador (arts. 1089 y sigtes.). • Es responsable por vicios redhibitorios: defectos ocultos de la cosa vendida, existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para su destino. Tales defectos deben ser de una magnitud tal que, de haberlos conocido el comprador, no habría adquirido la cosa o hubiera pagado menos por ella (art. 2164 y sigtes.). c) Obligación de recibir el precio B) Obligaciones del comprador a) Obligación de pagar el precio El comprador debe pagar el precio de la cosa comprada en el lugar y en la época determinada en el contrato. Si no hubiese convenio sobre la materia, debe hacer el pago en el tiempo y lugar en que se haga la entrega de la cosa. Si la venta ha sido a crédito, o si las costumbres del lugar conceden algún término para el pago, el precio debe abonarse en el domicilio del comprador (art. 1424). b) Obligación de recibir la cosa El comprador está obligado a recibir la cosa vendida en el término fijado en el contrato, o en el que fuese de uso local. A falta de un término convenido o de un uso a ese respecto, deberá recibir la cosa inmediatamente después de la compra (art. 1427). c) Obligación de pagar el instrumento del contrato y los gastos de envío de la cosa comprada (art. 1424). g) Compraventa comercial: concepto Es el contrato por el cual una persona (vendedor), sea o no propietaria o poseedora de la cosa objeto de la convención, se obliga a transferirla a otra persona (comprador), quien, a su vez, se compromete a pagar por ella un precio en dinero y la compra para revenderla o alquilar su uso (conf. art. 450, C. Com.). Para que la compraventa se considere comercial es indispensable que quien compra, lo haga para revender y así obtener un lucro y, además, que el contrato se refiera a bienes muebles (arts. 451 y 452, inc. 1, C. Com.). Las normas del Código de Comercio que excluyen como posibilidad la compraventa de inmuebles (y con ello determinar que este tipo de negocios sea regulado por las disposiciones del Código Civil), reconocen como sustento el hecho de que el perfeccionamiento de las compraventas inmobiliarias recién se produce con la inscripción de la transferencia de dominio ante el Registro de la Propiedad Inmueble, lo que supondría un aspecto no acorde con la celeridad propia de los negocios mercantiles. La realidad marca que la inscripción registral es una mera formalidad, que no ha impedido en la práctica que las transacciones sobre bienes inmuebles constituyan una actividad especulativa, desarrollada con la agilidad natural de los negocios comerciales. h) Regulación legal El Código Civil establece un régimen general del contrato de compraventa, aplicable a la compraventa mercantil en cuanto no esté modificado por las normas propias de dicho contrato, previstas en el Código de Comercio (conf. art. 207). El Código de Comercio, entonces, contiene aquellas normas regulatorias de la compraventa mercantil que suponen modificaciones al régimen general y que responden a la naturaleza de este contrato. i) Otros aspectos distintivos Ya hemos señalado como características diferenciales que la compraventa mercantil debe referirse a bienes muebles y que el comprador debe adquirir con el propósito de obtener un lucro posterior (reventa o alquiler de uso). Veremos ahora otros aspectos distintivos. Venta de cosa futura El art. 1327, C.C., admite como posible la venta de cosa futura (venta condicional y venta de esperanza). En materia comercial, en cambio, la venta de cosa futura es una estipulación normal. Venta de cosa ajena El art. 1329, C.C., la prohíbe expresamente; en cambio, el art. 453, del C. Com. dice que la compraventa de cosa ajena es válida, estando el vendedor obligado a su entrega o a abonar los consecuentes daños y perjuicios derivados de su incumplimiento, siempre que el comprador ignorase el carácter de ajena de la cosa. Si el comprador hubiera conocido la calidad de ajena de la cosa al tiempo de contratar, el contrato será nulo. 6,1,2. CONTRATO DE PERMUTA El contrato de trueque o permutación tendrá lugar —dispone el art. 1485— cuando uno de los contratantes se obligue a transferir al otro la propiedad de una cosa, con tal de que éste le dé, a su vez, la propiedad de otra cosa. a) Caracteres a) consensual; b) bilateral; c) conmutativo; d) oneroso; e) no formal; f) típico o nominado. b) Régimen legal El art. 1492 establece que en todo lo que no se haya determinado en el Título “De la permutación”, este contrato se rige por las disposiciones de la compraventa. c) Capacidad No pueden permutar los que no pueden comprar y vender (art. 1490). d) Objeto El art. 1491 dispone que no pueden permutarse las cosas que no pueden venderse. e) Disposiciones especiales El art. 1486 dice que si una de las partes, luego de haber recibido la cosa prometida, tuviere justos motivos para creer que la misma no era de propiedad del que la entregó, no podrá ser obligada a entregar la que por su parte hubiera prometido, quedando habilitada para pedir la resolución del contrato, aunque no fuese molestada en la posesión de la cosa recibida. Se trata de una prerrogativa similar a la que reconoce el art. 1425 al comprador. f) Evicción Si la evicción es total, el permutante vencido tiene una triple opción: a) exigir la devolución de la cosa entregada por él; b) exigir que le sea entregado el valor de la misma; c) demandar el valor de la cosa que le fue dada (conf. arts. 1489, 2128 y 2129). Si, en cambio, la evicción es sólo parcial, el permutante perjudicado podrá demandar una indemnización proporcional a la pérdida sufrida o, de lo contrario, exigir la rescisión del contrato, siempre que la pérdida experimentada fuere de una importancia tal respecto del total de la cosa recibida, que en esas condiciones no hubiera celebrado el contrato (conf. art. 2131 en concordancia con el art. 2125). 6,1,3. CESION DE DERECHOS a) Concepto La cesión de derechos es el contrato por el cual una de las partes (cedente) se obliga a transferir a la otra (cesionario) un derecho del que es titular, para que este último lo ejerza a nombre propio. 1. Caracteres a) consensual; b) formal; c) oneroso —y en este caso, bilateral y conmutativo— o gratuito —en cuyo caso, es unilateral—; d) típico o nominado. 2. Régimen legal Si el derecho fue cedido por un precio en dinero, o rematado, o dado en pago, o adjudicado en virtud de ejecución de una sentencia, la cesión será juzgada por las disposiciones de la compraventa en todo lo que no estén modificadas especialmente en el título de la cesión (art. 1435). b) Capacidad Tratándose de cesión onerosa, se requiere capacidad para comprar y vender. Si, en cambio, la cesión es gratuita, se exige capacidad para hacer donaciones (arts. 1435, 1436, 1437 y 1439). c) Objeto El principio general está dado por el art. 1444, según el cual todo objeto incorporal, así como todo derecho y toda acción sobre una cosa que se encuentra en el comercio, pueden ser cedidos, salvo prohibición expresa de la ley o voluntad en contrario de las partes. En los arts. 1446 y sigtes. se establece qué derechos pueden cederse. En cuanto a los incesibles, cabe mencionar: a) los derechos inherentes a la personalidad (art. 1445); b) los derechos de uso y habitación (art. 1449); c) las esperanzas de sucesión (art. 1449); d) las jubilaciones y pensiones (art. 1449); e) el derecho a alimentos futuros (art. 1453); f) la indemnización por accidentes de trabajo; etcétera. d) Forma El art. 1454 enuncia la regla: “Toda cesión debe ser hecha por escrito, bajo pena de nulidad, cualquiera que sea el valor del derecho cedido y aunque él no conste en instrumento público o privado.” La escritura pública sólo es exigida cuando la cesión versa sobre: a) derechos litigiosos (art. 1455); b) derechos o acciones procedentes de actos consignados en escritura pública (art. 1184, inc. 9); c) derechos hereditarios (art. 1184, inc. 6). En cuanto a los títulos al portador, el art. 1455 declara que pueden ser cedidos por la sola tradición, no exigiéndose, por tanto, la forma escrita. e) Efectos de la cesión 1. Transmisión del derecho cedido Entre las partes, la misma se opera desde la celebración del contrato (art. 1457). Para que cumpla efectos respecto del deudor cedido, éste debe ser notificado de la cesión. El Código no exige formalidad alguna para dicha notificación, pudiéndose hacer inclusive verbalmente. Pero para producir efectos respecto de terceros, debe ser hecha por instrumento público o instrumento privado con fecha cierta (conf. art. 1467). 2. Garantía de evicción Si la cesión es onerosa, el cedente debe al cesionario la garantía de evicción. El art. 1476 al respecto dispone: “El cedente de buena fe responde de la existencia y legitimidad del crédito al tiempo de la cesión, a no ser que lo haya cedido como dudoso; pero no responde de la solvencia del deudor o de sus fiadores, a no ser que la insolvencia fuese anterior y pública.” f) Cesión de derechos hereditarios. Noción Es el contrato por el cual un heredero transmite a un tercero la totalidad o una parte alícuota de los derechos que le corresponden en una determinada sucesión. El cesionario es un sucesor a título particular del heredero. Este contrato debe ser hecho por escritura pública (art. 1184, inc. 6) y produce efectos respecto de terceros desde la agregación de la escritura al expediente judicial en que tramita el juicio sucesorio. 6,1,4. LOCACION El Código (art. 1493) define a la locación mediante una fórmula amplia, comprensiva de sus tres formas: “Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el uso o goce de una cosa o a ejecutar una obra o prestar un servicio; y la otra a pagar por este uso o goce, obra o servicio un precio determinado en dinero...” 6,1,4,1. Locación de cosas a) Concepto Es el contrato en virtud del cual una persona, denominada locador, se obliga a entregar a otra, locatario, el uso y goce de una cosa por un cierto tiempo, mediante el pago de un precio cierto en dinero. b) Capacidad El principio general en esta materia está contenido en el art. 1510, que dispone: “Los que tengan la administración de sus bienes pueden arrendar sus cosas, y tomar las ajenas en arrendamiento.” c) Objeto El art. 1499 establece que pueden ser objeto de la locación, tanto los bienes inmuebles como los muebles no fungibles. También pueden serlo las cosas relativamente indeterminadas (art. 1500). En cuanto a las cosas fuera del comercio, y que no pueden ser enajenadas, o que no pueden enajenarse sin previa licencia o autorización, pueden ser dadas en arrendamiento, salvo que estuvieran fuera del comercio por nocivas al bien público, u ofensivas a la moral y buenas costumbres (art. 1501). d) Precio En principio, debe estar determinado o ser susceptible de determinación a la luz de las cláusulas del contrato. De acuerdo con lo expuesto en el art. 1493, el precio debe consistir en una suma de dinero. e) Causa Dispone el art. 1503: “El uso para el cual una cosa sea alquilada o arrendada, debe ser un uso honesto, y que no sea contrario a las buenas costumbres”. Si no lo fuere, el acto padece de nulidad absoluta, la que puede ser declarada de oficio por el juez cuando aparece manifiesta. f) Tiempo de la locación El contrato de locación no puede hacerse por mayor tiempo que diez años. El que se hiciere por mayor tiempo quedará concluido a los diez años (art. 1505). En cuanto al plazo mínimo, el art. 1507, C.C., contiene varios supuestos, pero referidos exclusivamente a la locación de inmuebles Dichos plazos mínimos, sin embargo, han quedado sustituidos por los previstos en la ley 23.091, de Locaciones Urbanas, que son los que actualmente rigen en dicha materia: dos años para contratos de locación con destino a vivienda y tres años para los restantes destinos. g) Efectos del contrato A) Obligaciones del locador a) Entregar la cosa El locador está obligado a entregar la cosa al locatario con todos sus accesorios, en buen estado de conservación, para ser propia al uso para el cual ha sido contratada, salvo convención de las partes por la que acuerden que se entregue en el estado en que se encuentre. Este convenio se presume cuando se arriendan edificios arruinados, y cuando se entra en posesión de la cosa sin exigir reparaciones en ella (art. 1514). b) Mantener la cosa locada en buen estado Después de la entrega, el locador sigue obligado a conservar la cosa alquilada en buen estado, haciendo las reparaciones que exigiere el deterioro de la misma, derivado de caso fortuito o fuerza mayor; calidad propia, vicio o defecto de la cosa; del uso o goce estipulado; de su propia culpa, sus agentes o dependientes (art. 1516). c) Mantener al locatario en el uso y goce pacífico de la cosa Esta obligación se halla prevista en el art. 1515, donde se establece que el locador debe abstenerse de todo acto que impida o estorbe el goce de la cosa por el locatario. Ya se ha dicho que el locador está obligado a realizar las reparaciones necesarias para la conservación en buen estado de la cosa locada. Sin embargo, puede ocurrir que las mismas interrumpan el uso por el locatario o que le acarreen incomodidades; en este caso, este último podrá exigir la cesación del arrendamiento o una baja en el precio, proporcional al tiempo de duración de las reparaciones. d) Pagar mejoras Sólo es a cargo del locador pagar las mejoras y gastos hechos por el locatario: — si en el contrato, o posteriormente, autorizó a hacerlas y se comprometió a pagarlas (art. 1539, incs. 1 y 2); — si fuesen reparaciones o gastos a su cargo, que el locatario hubiera efectuado por razones de urgencia (arts. 1539, inc. 2, y 1544); — si fuesen necesarias o útiles (art. 1539, inc. 4), etcétera. e) Pagar cargas y contribuciones que graven o pesen sobre la cosa arrendada (art. 1553) B) Obligaciones del locatario a) Usar y gozar de la cosa conforme a derecho El locatario está obligado a limitarse al uso o goce estipulado de la cosa arrendada y, a falta de convenio, al que la cosa haya servido antes o al que regularmente sirvan cosas semejantes (art. 1554). No puede dar a la cosa un destino distinto del convenido, aunque demuestre que el hacerlo no trae perjuicio alguno al locador (art. 1555). b) Conservar la cosa en buen estado El locatario debe conservar la cosa en buen estado y responder de todo daño o deterioro que se causare a la misma por su culpa o por el hecho de las personas de su familia que habiten con él, de sus domésticos, trabajadores, huéspedes o subarrendatarios (art. 1561). También responde por los daños derivados del abandono de la cosa (art. 1562, inc. 1). De la misma forma, compromete su responsabilidad frente al locador si realiza obras nocivas o que muden el destino de la cosa o mejoras que alteren su forma o que estén expresamente prohibidas en el contrato, o bien si omite hacer mejoras a que se obligó (art. 1562, incs. 2 y 3). c) Pagar el precio El locatario está obligado a pagar el precio al locador o a quien pertenezca la cosa en los plazos convenidos, y a falta de convención, según los usos del lugar (art. 1556). d) Restituir la cosa Concluido el contrato de locación, el locatario debe devolver la cosa arrendada como la recibió, si se hubiera hecho descripción de su estado, salvo lo que hubiera perecido, o se hubiese deteriorado por el tiempo o por causas inevitables (art. 1615). Si el locatario recibió la cosa sin descripción de su estado, se presume que la recibió en buen estado, salvo prueba en contrario (art. 1616). e) Avisar al locador de toda usurpación o turbación de derecho (art. 1530) 6,1,4,2. Cesión de la locación y sublocación. Concepto Se trata de dos formas de transmisión de los derechos del inquilino a un tercero. Si bien en ambos casos se transfiere el uso y goce de la cosa locada a otra persona sin intervención del locador, existen diferencias destacables entre ambos institutos. La cesión consistirá únicamente en la transmisión de los derechos y obligaciones del locatario, y a ella son aplicables las leyes sobre la cesión de derechos (art. 1584); el subarriendo, en cambio constituye una nueva locación y será regido por las leyes aplicables a ésta (art. 1581). 6,1,4,3. Locación de servicios a) Concepto Habrá locación de servicios cuando una persona, denominada locador, se obligue frente a otra, denominada locatario, mediante el pago de un precio cierto en dinero, a prestarle un servicio personal (art. 1493). b) Locación de servicios y contrato de trabajo El de locación de servicios es un contrato de derecho civil que se rige por el pincipio de autonomía de la voluntad previsto en el art. 1197, C.C. En materia laboral existe un decidido intervencionismo estatal, debido a que en las relaciones del trabajo se hallan comprometidas la paz y seguridad públicas. La legislación en la materia contiene las garantías, beneficios y derechos mínimos que deben existir en toda relación de trabajo, bajo pena de nulidad. Esas normas y principios no pueden ser dejados de lado por convención de partes, porque integran el orden público laboral. De ahí, entonces, que en esta materia, la autonomía de la voluntad aparezca restringida, en la medida en que no pueden pactarse condiciones de trabajo por debajo de las que garantiza la ley. En materia laboral existe un salario mínimo, vital y móvil, que es la remuneración mínima mensual que puede percibir un trabajador sin cargas de familia por ocho horas de trabajo diarias. En la locación de servicios, en cambio, la contraprestación dineraria a cargo del locatario puede fijarse libremente por las partes. El contrato de trabajo está referido al trabajo dependiente, en donde el empleado acata las directivas que el patron le dé, en ejercicio de sus facultades de dirección y organización del establecimiento. El empleado cumple horario y está sometido, además, al poder disciplinario de su patrón. Todas estas características no se dan en la locación de servicios, donde las partes se encuentran en un pie de igualdad al contratar. En muchos casos, verdaderas relaciones laborales se disimulan bajo la forma de locación de servicios, con la finalidad, por parte del empleador, de eludir el cumplimiento de las leyes de la seguridad social (aportes jubilatorios, de obra social, etc.) y, en su caso, de tener posibilidad de poner fin al contrato sin abonar indemnización por despido. De ahí que nuestros tribunales del trabajo hayan debido escindir la órbita de uno y otro contrato, recalcando las características señaladas del contrato de trabajo (trabajo dependiente y subordinado, sujeción a horario, a poder disciplinario y directivas del empleador). c) Caracteres a) consensual; b) conmutativo; c) oneroso; d) típico; e) no formal. d) Capacidad En general, se ha entendido en doctrina que la capacidad exigida es la de administración. Conforme al art. 128, C.C., desde los dieciocho años el menor puede celebrar contrato de trabajo o ejercer su profesión si hubiera obtenido título habilitante, sin necesidad de autorización de los padres. En tales casos, podrá administrar y disponer libremente de los bienes que adquiriere con su actividad. Esta norma rige también para la locación de servicios. e) Objeto Si la locación tuviere por objeto la prestación de servicios imposibles, ilícitos o inmorales, aquel a que tales servicios debieran ser prestados no tendrá derecho para demandar a la otra parte por la prestación de esos servicios, ni para exigir la restitución del precio que hubiese pagado (art. 1626). f) Efectos El art. 1623, in fine, establece que los efectos del contrato serán juzgados por las disposiciones del Código, relativas a las obligaciones de hacer. Obligaciones del locatario La principal obligación a su cargo es el pago del precio, que podrá ser demandado por el locador aun cuando nada se hubiese pactado al respecto, si el servicio o tarea prestada fuere la propia de su profesión u oficio. En este supuesto, se entiende que lo pactado fue el precio de costumbre para ese tipo de trabajos, correspondiendo su fijación por vía judicial, si no se pusieren de acuerdo las partes en el monto (art. 1627). Si, por el contrario, la tarea o servicio cumplido no fuere la propia a la profesión u oficio del locador, sólo se procederá en la forma señalada en el párrafo precedente, si por las circunstancias en que el trabajo se llevó a cabo no correspondiera presumir que la labor obedeció a la intención de beneficiar al locatario (art. 1628). Obligaciones del locador El servicio debe ser ejecutado por el locador en tiempo propio (convenido por las partes o designado por el juez) y en la forma en que fue intención de las partes que se ejecutara (art. 625), bajo apercibimiento de responder por los daños y perjuicios derivados del incumplimiento. Debe tenerse presente que si el locador no quisiera o no pudiera ejecutar el servicio prometido, el locatario podrá exigir la ejecución forzada de la obligación, siempre que ello no suponga la necesidad de utilizar la violencia contra la persona del primero. De resultar necesaria dicha violencia como único modo de lograr la ejecución forzada, la obligación deberá resolverse necesariamente en la ejecución por tercero (si ello resultare posible) o en el pago de daños y perjuicios (arts. 629 y 630). g) Locación de servicios y profesiones liberales Durante mucho tiempo se ha creído ver en las profesiones liberales (relación cliente-profesional) una locación de servicios. La moderna doctrina nos dice que se trata de un contrato atípico, que participa, según los casos, de características de la locación de servicios, de obra o del mandato. 6,1,4,4. Locación de obra a) Concepto Es el contrato por el cual una de las partes (locador o empresario) se obliga a ejecutar una obra, y la otra (locatario, dueño de la obra o comitente) a pagar por ella un precio en dinero. Caracteres a) bilateral; b) consensual; c) conmutativo; d) de tracto sucesivo; e) en principio, no formal; f) típico. b) Objeto De la aplicación de los principios generales que rigen la materia surge que el objeto debe ser lícito, posible y determinado. c) Forma El Código no exige en esta materia ninguna formalidad especial. Como excepciones cabe mencionar, sin embargo, el contrato de obras públicas nacionales (ley 13.064), que debe ser celebrado por escrito, y la construcción y venta de edificios de propiedad horizontal, en que los boletos de compraventa deben ser inscriptos en el Registro de la Propiedad Inmueble de la jurisdicción de que se trate. d) Efectos del contrato A) Obligaciones del locador de obra o empresario a) Ejecución de la obra en el tiempo debido A falta de ajuste sobre el tiempo en que debe ser concluida la obra, entiéndese que el empresario debe concluirla en el tiempo razonablemente necesario, según la calidad de la obra, pudiendo en tal caso el locatario exigir que este tiempo se designe por el juez (art. 1635). b) Ejecución de la obra en el modo debido No existiendo convención de partes al respecto, ni habiendo medida, plano o instrucciones, el empresario debe hacer la obra según la costumbre del lugar, o ser decidida la diferencia entre locador y locatario, en consideración del precio estipulado (art. 1632). Este es un supuesto de indeterminación relativa del objeto del contrato. Puede ocurrir también que exista convención de partes, según la cual la obra deba hacerse a satisfacción del propietario o de otra persona. En este caso, se entiende reservada la aprobación a juicio de peritos (art. 1634). c) Debe permitir al dueño de la obra el contralor del desarrollo de la misma B) Obligaciones del dueño de la obra a) Cooperación El dueño de la obra debe prestar al empresario toda la cooperación necesaria para permitirle cumplir con su obligación: entregar los materiales en término, abstenerse de realizar en el predio en que se vaya a construir actos que obstaculicen la labor del locador, agilizar los trámites de aprobación de planos, etcétera. b) Pago del precio Existen distintos modos de contratar la obra, y por lo tanto, de fijar el precio de la misma: — por ajuste alzado: se establece el pago de un monto fijo e invariable por toda la obra; — por unidad de medida: se fija un precio por cada unidad técnica o de medida (p. ej.: $ 10.000 por kilómetro); — por coste y costas: se establece el precio de la obra sobre la base de lo que costaría a precios actuales, pero se faculta al empresario a solicitar aumento del mismo si los precios tenidos en mira en un principio varían. Si no se ha estipulado precio, rigen los arts. 1627 y 1628. En cuanto al tiempo del pago, el art. 1636 dispone que el precio debe pagarse al hacerse la entrega de la obra, si no existe plazo estipulado en el contrato. c) Recepción de la obra Recibida la obra, el empresario quedará libre por los vicios aparentes, y no podrá luego oponérsele la disconformidad del trabajo con lo estipulado por las partes. Este principio no regirá cuando tal diferencia no haya podido ser advertida en el momento de la entrega, o cuando los defectos eran ocultos. En este caso, tendrá el dueño sesenta días para denunciarlos, a partir de su descubrimiento (art. 1647 bis). Privilegio y derecho de retención del empresario El art. 3931 dispone: “Los arquitectos, empresarios, albañiles y otros obreros que han sido empleados por el propietario para edificar, reconstituir o reparar los edificios y otras obras, gozan por las sumas que les son debidas, de privilegio sobre el valor del inmueble en que sus trabajos han sido ejecutados. Los sub-empresarios y los obreros empleados, no por el propietario sino por el empresario que ha contratado con ellos, no gozan de este privilegio.” Además, el empresario a quien no se ha pagado el precio de la obra está facultado para retener la cosa hasta que el dueño dé cumplimiento a su obligación (arts. 3939 y 3940, y nota a este último). 6,1,5. DONACION a) Concepto Habrá donación cuando una persona se obligue a transferir por un acto entre vivos y gratuitamente a otra, la propiedad de una cosa (conf. art. 1789). A fin de aclarar más el concepto, el codificador incluyó en el art. 1791 diversos supuestos de liberalidades que, sin embargo, no constituyen donación. Caracteres a) es gratuito; b) es formal y, en ciertos casos, solemne; c) es irrevocable por la sola voluntad del donante; d) es típico. b) Consentimiento Para que la donación tenga efectos legales debe ser aceptada por el donatario, expresa o tácitamente (art. 1792). Pero si éste muere antes de aceptar, la donación queda sin efecto y sus herederos nada podrán pedir al donante (art. 1796). Distinta es la solución en caso de muerte del donante antes de la aceptación por el donatario; en este caso, el último puede aceptarla, quedando los herederos del donante obligados a hacerle entrega de la cosa donada (art. 1795). c) Capacidad El principio general está dado por el art. 1804, que dispone: “Tienen capacidad para hacer y aceptar donaciones los que pueden contratar...” (remisión art. 1160). La capacidad del donante debe ser juzgada respecto del momento en que la donación se prometió o se entregó la cosa. La capacidad del donatario debe ser juzgada respecto del momento en que la donación fue aceptada. Si la donación fuese bajo una condición suspensiva, la capacidad de ambos debe juzgarse en relación al día en que la condición se cumpliese (art. 1809). En cuanto a las incapacidades para hacer y para aceptar donaciones, las mismas están contenidas en los arts. 1807, por un lado, y 1806 y 1808, por el otro, a los que remitimos. d) Objeto El principio general en este punto está contenido en el art. 1799, según el cual: “Las cosas que pueden ser vendidas pueden ser donadas”. Las donaciones, sin embargo, no pueden comprender más que los bienes presentes del donante; si comprenden también bienes futuros son nulas a este respecto. También es nula la donación de todos los bienes presentes, salvo en el caso que el donante se reserve el usufructo de los mismos, o bien una porción suficiente para subvenir a sus necesidades (art. 1800). e) Forma Dispone el art. 1810: “Deben ser hechas ante escribano público, en la forma ordinaria de los contratos, bajo pena de nulidad: 1. Las donaciones de bienes inmuebles. 2. Las donaciones de prestaciones periódicas o vitalicias...” En el caso que fueren otorgadas por instrumento privado, no podrá demandarse posteriormente la escrituración, no obstante lo que al respecto dice el art. 1185, porque la formalidad es exigida aquí ad solemnitatem. Se exceptúan de la exigencia de la disposición las donaciones hechas al Estado, que podrán acreditarse con las constancias de actuaciones administrativas en las que se halle asentada la donación realizada. En cuanto a las demás donaciones, pueden ser hechas por instrumento privado o por la mera entrega de la cosa (art. 1815). f) Prueba En el caso de las donaciones previstas en el art. 1810, no se juzgarán probadas sin la exhibición de la correspondiente escritura en que se hubiesen hecho (art. 1812). También debe probarse, en estos casos, la aceptación de la donación por el donatario, que igualmente debe constar en escritura pública (arts. 1811 y 1814). En lo que hace a la donación de cosas muebles, si en juicio se demandase la entrega de los bienes donados, la donación, cualquiera sea su valor, no se juzgará probada, sino por instrumento público o privado o por confesión judicial del donante (art. 1813). g) Efectos de la donación A) Obligaciones del donante a) Entrega de la cosa donada Es la principal obligación a su cargo. Si no la cumpliese espontáneamente, deberá entregar la cosa con sus frutos a partir del momento en que fuere puesto en mora (art. 1833). Si los bienes donados han perecido por culpa del donante o de sus herederos, o después de haberse constituido en mora de entregarlos, el donatario tiene derecho a pedir el valor de ellos (art. 1836). En principio, el donante no es responsable por la evicción y vicios re- dhibitorios de la cosa donada, salvo en los siguientes casos: I. Cuando el donante se obligó expresamente (art. 2146). II. Cuando la donación fue hecha de mala fe, conociendo el donante el carácter de ajena de la cosa (arts. 2146, 2147 y 2148). III. Cuando se tratare de una donación con cargo (arts. 2148 y 2149). IV. Cuando la donación fuese remuneratoria (arts. 2146 y 2150). V. Cuando la evicción tiene por causa la inejecución de alguna obligación que el donante ha tomado sobre sí en el acto de la donación (arts. 2146 y 2151). B) Obligaciones del donatario a) Dar alimentos al donante Cuando la donación es sin cargo, el donatario está obligado a prestar alimentos al donante que no tuviere medios de subsistencia; pero puede librarse de esta obligación devolviendo los bienes donados, o el valor de ellos si los hubiese enajenado (art. 1837). b) La cuestión de las deudas del donante El art. 1839 establece que el donatario no está obligado a pagar las deudas del donante, si a ello no se hubiese obligado, aunque la donación fuese de una parte determinada de los bienes del donante. h) Especies de donaciones a) Donaciones remuneratorias Son aquellas que se hacen en recompensa de servicios prestados al donante por el donatario, estimables en dinero, y por los cuales éste podría pedir judicialmente el pago al donante (art. 1822). En el contrato debe especificarse qué es lo que se desea remunerar, caso contrario, la donación se reputa gratuita (art. 1823). b) Donaciones con cargo Son aquellas que, paralelamente, imponen una obligación accesoria al beneficiario. Son regidas por las reglas relativas a los actos onerosos si el valor de los bienes dados es absorbido por los cargos; y por las reglas relativas a los actos gratuitos, respecto del excedente (art. 1827). Si el donatario no ejecuta el cargo, puede ser demandado por incumplimiento, o bien revocarse la donación por el donante o sus herederos (art. 1852). i) Revocación de las donaciones. Diversos supuestos a) Revocación por inejecución de los cargos (art. 1849) La acción corresponde sólo al donante y sus herederos (art. 1852). Para la procedencia de la misma, además del incumplimiento, se exige la constitución en mora del donatario. b) Revocación por ingratitud Procede en los siguientes casos: I. Atentado contra la vida del donante. II. Injurias graves a su persona u honor. III. Negativa a prestarle alimentos. Esta enumeración contenida en el art. 1858 es taxativa. La acción de revocación por esta causal corresponde sólo al donante y sus herederos (art. 1846), siendo su término de prescripción un año (art. 4034). c) Revocación por supernacencia de hijos Las donaciones no pueden ser revocadas por supernacencia de hijos al donante después de la donación, salvo que se hubiere pactado expresamente en el contrato (art. 1868). 6,1,6. MANDATO CIVIL a) Concepto El mandato, como contrato, tiene lugar cuando una de las partes le da a la otra poder, que ésta acepta, para representarla, al efecto de ejecutar en su nombre y por su cuenta un acto jurídico o una serie de actos de esta naturaleza (art. 1869). Caracteres a) consensual; b) oneroso o gratuito; c) en ocasiones formal; d) típico. b) Forma El mandato puede ser expreso o tácito. El expreso puede darse por instrumento público o privado, por carta y también verbalmente. En cuanto al mandato tácito, resulta no sólo de los hechos positivos del mandante, sino también de su inacción o silencio y de no impedir, pudiendo hacerlo, los actos que sabe que otro está haciendo en su nombre (arts. 1873 y 1874). El art. 1184, inc. 7, prevé ciertos casos en los que el mandato debe otorgarse por escritura pública: “...los poderes generales o especiales que deben presentarse en juicio, y los poderes para administrar bienes, y cualesquiera otros que tengan por objeto un acto redactado o que deba redactarse en escritura pública.” En cuanto a la aceptación del mandato, la misma puede ser expresa o tácita. La primera resulta de los mismos actos y formas que el mandato expreso. En lo que hace a la tácita, resultará de cualquier hecho del mandatario en ejecución del mandato, o del silencio mismo (arts. 1874 y 1876). c) Capacidad Si el mandato es para actos de administración, debe ser conferido por la persona que tenga la administración de sus bienes. Si lo es para actos de disposición, ésa es la capacidad que debe poseer el mandante (arts. 1894 y 1895). En cuanto a la capacidad para ser mandatario, la regla es la contenida en el art. 1897: “El mandato puede ser válidamente conferido a una persona incapaz de obligarse, y el mandante está obligado por la ejecución del mandato, tanto respecto al mandatario, como respecto a terceros con los cuales éste hubiese contratado.” d) Objeto Pueden ser objeto del mandato todos los actos lícitos susceptibles de producir alguna adquisición, modificación o extinción de derechos (art. 1889). El art. 1890 prohíbe el mandato para testar y para la realización de actos entre vivos, cuyo ejercicio por mandatarios fuere el prohibido por las leyes. En cuanto al mandato de acto ilícito, imposible o inmoral, el art. 1891 dispone que no da acción alguna al mandante contra el mandatario, ni a éste contra el mandante, salvo si el mandatario no supiere o no tuviere razón de saber que el mandato era ilícito. e) Extensión del mandato El mandato puede ser general o especial. El primero comprende todos los negocios del mandante, y el especial uno o algunos negocios determinados (art. 1879). El mandato general no comprende más que los actos de administración (art. 1880). El art. 1881 prevé diversos supuestos en que se requiere poderes especiales: a) para hacer pagos que no sean los ordinarios de administración; b) para hacer novaciones que extingan obligaciones ya existentes al tiempo del mandato; c) para transigir, comprometer en árbitros o prorrogar jurisdicciones; d) para el reconocimiento de hijos naturales, etcétera. Cabe destacar que la enumeración de la disposición mencionada es meramente enunciativa. El mandato especial debe limitarse a los actos para los cuales ha sido dado, no pudiendo extenderse a otros actos análogos, aunque éstos pudieran considerarse consecuencia natural de los que el mandante ha encargado hacer (art. 1884). f) Efectos del mandato A) Obligaciones del mandatario a) Ejecución del mandato El art. 1904 establece que el mandatario recién queda obligado a cumplir a partir de la aceptación. Sin embargo, este principio reconoce una importante limitación en el art. 1917, según el cual, si el negocio encargado al mandatario fuese de los que por su oficio o modo de vivir acepta él regularmente, aun cuando se excuse del encargo, deberá tomar las providencias conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le encomiende. El mandatario, al ejecutar su obligación, debe circunscribirse a los límites de su poder, no haciendo menos de lo que se le ha encargado. Pero no se consideran traspasados dichos límites cuando se ha cumplido de una manera más ventajosa que la señalada en el contrato (arts. 1905 y 1906). El mandatario debe abstenerse de cumplir el mandato cuando la ejecución del mismo resultare manifiestamente dañosa al mandante (art. 1907). Finalmente, el art. 1908 reputa que el mandato no ha sido ejecutado fielmente, cuando existiendo oposición de intereses entre mandante y mandatario, éste hubiere dado preferencia a los suyos. b) Rendición de cuentas El mandatario está obligado a dar cuenta de sus operaciones y a entregar al mandante cuanto haya recibido en virtud del mandato, aunque lo recibido no se debiese al mandante (art. 1909). c) Responsabilidad El mandatario queda obligado por la aceptación, tanto a cumplir el mandato como a responder por los daños y perjuicios que se ocasionaren al mandante por la inejecución total o parcial del mandato (art. 1904), salvo en el caso que la inejecución derivare de caso fortuito o fuerza mayor. d) Sustitución del mandato El principio en esta materia es que, salvo prohibición expresa en el contrato, el mandatario puede sustituir en otro la ejecución del mandato. B) Obligaciones del mandante a) Proporcionar los medios necesarios para el cumplimiento del contrato Debe entenderse comprendida aquí la obligación de anticipar fondos al mandatario para el cumplimiento del contrato, cuando éste los pidiere (art. 1948), y la de reintegrarle el importe de los gastos adelantados por el mandatario (art. 1949). El mandatario goza de derecho de retención sobre las cosas del mandante en su poder, hasta que le sean pagados los gastos y su retribución. b) Indemnización de las pérdidas El mandante debe indemnizar al mandatario de las pérdidas que hubiere sufrido, procedentes de sus gestiones, si no derivaren de culpa de éste (art. 1953). Repútase perjuicio ocasionado por la ejecución del mandato, solamente aquel que el mandatario no habría sufrido, si no hubiese aceptado el mandato (art. 1954). c) Liberación del mandatario El mandante debe liberar al mandatario de las obligaciones que hubiera contraído en su nombre, respecto de terceros, para ejecutar el mandato, o proveerle de las cosas o los fondos necesarios para exonerarse (art. 1951). d) Retribución en el mandato oneroso El art. 1952 dispone que el mandante debe satisfacer al mandatario la retribución del servicio. La misma puede consistir en una suma de dinero o en una cantidad de bienes que el mandatario hubiese obtenido o administrado en virtud de la ejecución del mandato, salvo lo que dispongan en las distintas jurisdicciones las leyes de aranceles de abogados y procuradores. Esto último rige cuando se trata de mandato para asuntos judiciales. C) Efectos del mandato con relación a terceros a) Actos realizados dentro de los límites del mandato Respecto de terceros, un acto se juzgará ejecutado en los límites del mandato, cuando entre en los términos de la procuración, aun cuando el mandatario hubiere en realidad excedido el límite de sus poderes (art. 1934). Estos actos son considerados como realizados personalmente por el mandante (art. 1946). b) Actos realizados fuera de los límites del mandato El principio está dado por el art. 1931, según el cual, cuando el mandatario contratase en nombre del mandante excediendo los límites del contrato, si el mandante no lo ratificare, el mismo será nulo si la parte con quien contrató el mandatario conocía los poderes dados por el mandante. Pero si no los conocía, el mandatario quedará personalmente obligado, pudiendo ser demandado por el cumplimiento del contrato y por las pérdidas e intereses resultantes (art. 1933). g) Conclusión del mandato: causas a) Revocación del mandato El art. 1970 establece el principio según el cual el mandante puede revocar el mandato siempre que quiera. La revocación puede ser expresa o tácita. Esta última se da: cuando el mandante designa otro mandatario para el mismo negocio (art. 1971); y cuando el mandante interviene directamente en el negocio encomendado, poniéndose en relación con los terceros (art. 1972). Mandato irrevocable El art. 1977 establece que el mandato puede ser irrevocable siempre que lo sea para negocios especiales, limitado en el tiempo y en razón de un interés legítimo de los contratantes o de un tercero. El mismo podrá revocarse, sin embargo, cuando medie justa causa. b) Renuncia del mandatario El mandatario puede renunciar al mandato dando aviso al mandante, pero si lo hiciese en tiempo indebido, sin causa suficiente, debe satisfacer los perjuicios que la renuncia causare al mandante (art. 1978). El mandatario — establece el art. 1979—, aunque renuncie el mandato con justa causa, debe continuar sus gestiones hasta que el mandante pueda arbitrar las medidas necesarias para cubrir la falta. c) Muerte de una de las partes En principio, la muerte de una de las partes pone fin al mandato, salvo cuando el negocio que forma el objeto del mandato deba ser cumplido o continuado después de la muerte del causante (art. 1980). Otra excepción se da cuando el mandato ha sido dado en el interés común de mandante y mandatario o en el interés de un tercero, en cuyo caso la muerte del primero no concluye con el contrato (art. 1982). d) Incapacidad de las partes (art. 1984). 6,1,7. GESTION DE NEGOCIOS a) Concepto Existe cuando una persona, sin mediar contrato ni representación legal, cumple una gestión de la que deriva utilidad para un tercero. Se trata de un cuasicontrato, conforme al concepto dado en la Unidad temática III, al referirnos a las fuentes de las obligaciones. b) Requisitos a) no debe existir mandato ni representación legal (art. 2288); b) el gestor debe querer realizar un negocio de otra persona y eventualmente obligarla (art. 2289); c) no debe mediar oposición del titular del negocio (art. 2303); d) la intervención del gestor debe haber sido útil (art. 2297); e) no debe tratarse de una liberalidad (art. 2289). c) Efectos A) Obligaciones del gestor a) Sometimiento a todas las obligaciones del mandatario (art. 2288, in fine). b) Continuación y conclusión del negocio. Comenzada la gestión, es obligación del gerente (gestor) continuarla y acabar el negocio, hasta que el dueño o el interesado se hallen en estado de proveer al negocio por sí, o bien hasta que puedan proveer sus herederos, si el dueño o interesado muriese durante la gestión (art. 2290). c) Responsabilidad El gestor de negocios responde de todo daño que cause en el ejercicio de la gestión, aunque aplique su diligencia habitual. Pero sólo estará obligado a poner en la gestión del negocio el mismo cuidado que en las cosas propias cuando se encargue del negocio en un caso urgente, o para librar al dueño de algún perjuicio si nadie se encargara de sus intereses, o cuando lo hiciera por amistad o afecto hacia él (art. 2291). Responde además del caso fortuito cuando ha hecho operaciones arriesgadas que el dueño del negocio no tenía costumbre de hacer, o si obró más en interés propio que en el del dueño del negocio, o si no reunía las aptitudes necesarias para realizar el negocio; o si, por último, evitó por su intervención que se encargara del negocio una persona mas apta (art. 2294). Sin embargo, no responderá en estos casos si probara que el perjuicio habría tenido lugar igualmente aunque el no hubiera tomado el negocio a su cargo, o si el dueño del negocio hubiera obtenido provecho de su gestión (art. 2295). Si el gestor hubiese puesto en la gestión a otra persona, responderá por las faltas del sustituto aunque se tratare de una persona de su confianza (art. 2292). d) Rendición de cuentas (art. 2296) B) Obligaciones del dueño del negocio a) Sometimiento a las mismas obligaciones que pesan sobre el mandante (art. 2297) Existen, sin embargo, algunas obligaciones del mandante que no pesan sobre el dueño del negocio, tales son: I. Pagar remuneración al gestor. II. Responsabilidad por los perjuicios sufridos por el gestor en el ejercicio de la gestión (art. 2300). b) Ratificación de la gestión La ratificación del dueño del negocio equivale a un mandato y lo somete para con el gestor a todas las obligaciones del mandante. Produce efectos retroactivos al día en que la gestión principió (art. 2304). 6,1,8. MANDATO COMERCIAL a) Concepto Es el contrato por el cual se confiere a otro la facultad de llevar a cabo, en nombre y por cuenta del mandante, uno o varios actos de comercio. Este contrato se halla regulado en los arts. 221 a 231 del Código de Comercio y responde a las reglas referidas al tiempo de dar tratamiento al mandato civil. El mandato comercial no se presume gratuito (art. 221). b) La situación del denominado factor de comercio El art. 133, C. Com., denomina factor a la persona a quien el comerciante encarga la administración de sus negocios o la de un establecimiento en particular, exigiéndose para desempeñarse como tal que tenga capacidad legal para ejercer el comercio. La figura del factor de comercio ha caído en desuso en los últimos tiempos, en virtud de que la mayoria de los comercios de importancia (que antes podían precisar de un factor) se hallan estructurados legalmente en forma de sociedad comercial, lo que posibilita que estas personas sean designadas como integrantes de los órganos de administración (Gerencia en las sociedades de responsabilidad limitada o Directorio en las sociedades por acciones), con atribuciones regladas por la ley o estatuto. Sin perjuicio de lo dicho, existe consenso en doctrina en admitir que en el status jurídico del factor concurren elementos del mandato. El art. 133 establece que todo factor deberá ser constituido por una autorización especial del comerciante, que recién surtirá efectos con respecto a terceros desde su inscripción en el Registro Público de Comercio. Es importante recordar que el factor debe actuar necesariamente por cuenta y a nombre del principal, por cuanto él no es comerciante. 6,1,9. COMISION a) Concepto El Código de Comercio lo regula como una especie de mandato comercial en el cual una parte, denominada comitente, encarga a otra, llamada comisionista, la realización de uno o más actos de comercio determinados, para ser llevados a cabo a nombre del comisionista pero por cuenta del comitente (art. 222). Diferencia con el mandato comercial En el mandato, el mandatario actúa a nombre y por cuenta de su mandante; en el contrato de comisión, en cambio, el comisionista actúa en su propio nombre, aunque por cuenta del comitente. Al comisionista, además, le son encomendadas una o más operaciones determinadas y no la administración de los negocios de una persona, que puede ser validamente el objeto del mandato. b) Obligaciones de las partes Del comisionista a) una vez aceptada la comisión, deberá cumplirla conforme a las órdenes e instrucciones impartidas por el comitente o, a falta de tales indicaciones, obrando como lo haría en negocio propio (art. 238); b) responder por los daños y perjuicios derivados al comitente de su incumplimiento (no haber acatado las instrucciones recibidas o, a falta de ellas, no haber cumplido la comisión conforme a lo que es de estilo en el comercio) o de haberse excedido de sus atribuciones, salvo, en este último supuesto, que hubiere resultado ventaja para el comitente, que la operación no hubiere admitido demoras o que el comitente hubiere aprobado ese accionar en exceso por parte del comisionista (art. 242); c) rendir cuentas al comitente de todas las operaciones realizadas y de las cantidades entregadas o percibidas (art. 277). Del comitente a) abonar al comisionista todos los gastos y desembolsos verificados en el desempeño de la comisión, con más los intereses corridos entre el desembolso y el pago efectivo; b) pagar al comisionista la retribución por su trabajo, que se denomina comisión. Si no hubiere sido expresamente pactada, será determinada por el uso comercial del lugar en que se hubiere ejecutado la comisión (art. 274). c) La comisión y las relaciones con terceros El comisionista queda directamente obligado respecto de las personas con quienes contratare, sin que éstas tengan acción contra el comitente, ni éste contra aquéllas, salvo que el comisionista cediere sus derechos en favor del comitente (contra los terceros) o en favor de los terceros (contra el comitente). De existir cesión de derechos en favor del comitente, le corresponderán todas las excepciones que tuviere el comisionista contra los terceros aunque no podrá alegar la incapacidad del comisionista para eximirse del cumplimiento de la obligación exigida por los terceros (arts. 233 y 234). d) Derecho de retención y privilegio El art. 279, C. Com., reconoce, en favor del comisionista, derecho de retención sobre los efectos que tenga consignados o los adquiridos por cuenta del comitente, hasta que le sean abonados los gastos incurridos y la comisión, en ambos casos, con más intereses. La norma confiere, además, al comisionista un privilegio especial, en caso de quiebra del comitente, para ser pagado con el producido de los efectos sobre los que ejercía el derecho de retención y que debió entregar al síndico de la quiebra. 6,1,10. FIANZA CIVIL a) Concepto Habrá contrato de fianza cuando una de las partes se hubiere obligado accesoriamente por un tercero, y el acreedor de ese tercero aceptase su obligación accesoria (art. 1986). Caracteres a) unilateral; b) gratuito; c) accesorio de una obligación principal; d) consensual; e) típico. b) Capacidad Todos los que tienen capacidad para contratar empréstitos, la tienen para obligarse como fiadores (art. 2011). A continuación la disposición mencionada establece quiénes no pueden ser fiadores: menores emancipados; administradores de bienes de corporaciones, respecto de deudas contraídas por esas corporaciones; tutores y curadores respecto de deudas de sus representados, etcétera. c) Objeto La regla es que toda obligación puede ser afianzada (art. 1993). Ahora bien, por expresa disposición del art. 1991, la fianza no puede tener por objeto una prestación distinta de la que forma la materia de la obligación principal. En principio, y dado el carácter de obligación accesoria que reviste la fianza, ésta no puede existir sin una obligación válida. Pero si la causa de la nulidad fuese alguna incapacidad relativa al deudor, el fiador, aunque ignorase la incapacidad, será responsable como único deudor (art. 1994). El fiador puede obligarse a menos y no a más que el deudor principal. Si se hubiere obligado a más, se reducirá su obligación a los límites de la del deudor. En caso de duda sobre si el fiador se obligó por menos o por una cantidad igual a la de la obligación principal, se estará por esta última opción (art. 1995). d) Forma y prueba La fianza puede contratarse en cualquier forma: verbalmente, por escritura pública, por instrumento privado; pero si fuese negada en juicio, sólo podrá ser probada por escrito (art. 2006). e) Distintas clases de fianza a) Convencional simple y solidaria La primera es aquella que confiere al fiador el beneficio de excusión (ejecución previa de los bienes del deudor principal) y, en caso de existir varios fiadores, la división de la deuda entre ellos por partes iguales (art. 2024). La solidaria faculta al acreedor a dirigirse contra cualquiera de los fiadores por el total de la deuda, aun sin antes ejecutar los bienes del deudor principal (art. 2004). b) Civil y comercial El carácter de la fianza dependerá de la obligación principal (art. 478, C. Com.). Si ésta es civil, también lo será la fianza y si la obligación principal fuere comercial, ese carácter tendrá la fianza. Por lo demás, la fianza comercial es siempre solidaria (el fiador comercial no goza de los beneficios de división y excusión). f) Efectos de la fianza a) Entre fiador y acreedor La obligación del fiador es accesoria y subsidiaria: sólo si no cumple el deudor principal deberá hacerlo el fiador. Ahora bien, el art. 2012 dispone que el fiador no puede ser compelido a pagar al acreedor, sin previa ejecución de todos los bienes del deudor (beneficio de excusión). Si de la ejecucion y venta de los bienes del deudor principal no se hubiere obtenido sino un pago parcial, el acreedor estará obligado a aceptarlo, no pudiendo reclamar al fiador más que el saldo impago (art. 2017). Pero si el acreedor es remiso o negligente en la excusión y, en el ínterin, el deudor cae en insolvencia, cesa la responsabilidad del fiador (art. 2018). El art. 2024 establece que si hubiere dos o más fiadores de la misma deuda, que no se hayan obligado solidariamente al pago, ésta se entenderá dividida entre ellos por partes iguales, y no podrá el acreedor exigir a ninguno de ellos sino la cuota que le corresponda. El beneficio de división puede ser opuesto por todo fiador al que se reclame más alla de su parte en la deuda. En cuanto a las excepciones oponibles por el fiador, el art. 2020 dice que el mismo puede oponer las que le sean propias más todas las que podría oponer el deudor principal, aun las fundadas en la incapacidad de hecho de este último. b) Entre fiador y deudor Antes del pago, el fiador podrá solicitar la exoneración de la fianza, en los siguientes casos: 1. Cuando hayan pasado cinco años desde que la dio. 2. Si le demandasen judicialmente el pago de la deuda. 3. Si al vencimiento de la deuda el deudor no la pagase. 4. Si el deudor dilapidase sus bienes, hiciere negocios riesgosos o garantizase con sus bienes obligaciones de terceros. 5. Si el deudor quisiere ausentarse del país sin dejar bienes inmuebles suficientes para afrontar el pago de la deuda afianzada. 6. Quiebra del deudor (arts. 2025 y 2026). La exoneración de la fianza (dejar sin efecto la garantía) es un derecho que la ley da al fiador en contra del deudor en los casos mencionados; pero para que proceda debe contarse con el consentimiento del acreedor. Si el deudor o el acreedor no admiten la exoneración, el fiador sólo tiene derecho a pedir judicialmente medidas conservatorias del patrimonio del deudor, en resguardo del crédito eventual que tendría contra este último en el supuesto de verse obligado a pagar al acreedor. Una vez realizado el pago, el fiador que lo hubiere hecho se subroga en los derechos, acciones, privilegios y garantías anteriores y posteriores a la fianza del acreedor contra el deudor, sin necesidad de cesión alguna (art. 2029). En estas condiciones, el fiador puede exigir al deudor todo lo que hubiese pagado por capital, intereses y costas, y los intereses legales desde el día del pago, como también la indemnización de todo perjuicio que le hubiere sobrevenido por motivo de la fianza (art. 2030). c) Entre los cofiadores El cofiador que paga la deuda afianzada queda subrogado en los derechos del acreedor contra los otros cofiadores, para cobrar a cada uno de éstos la parte que le correspondiese (art. 2037). g) Extinción de la fianza. Causales a) Por vía de consecuencia, al extinguirse la obligación principal (pago, novación, remisión de deuda, prescripción de la acción). b) Extinción directa: por alguno de los modos de extinción de las obligaciones en general, y de las obligaciones accesorias en particular (ver arts. 724 y sigtes.). 6,1,11. FIANZA COMERCIAL a) Concepto Es el contrato por el cual un tercero se obliga ante el acreedor de una obligación comercial, a cumplirla personalmente en el supuesto de que el deudor principal no lo haga. Para que una fianza se considere mercantil bastará que tenga por objeto asegurar el cumplimiento de un acto o contrato de comercio, aunque el fiador no sea comerciante (art. 478). b) Régimen legal Se aplican las normas del Código Civil, salvo en lo que esté expresamente modificado por el Código de Comercio, que sólo dedica seis artículos al contrato (arts. 478 a 483). c) Distinción con la fianza civil En la fianza civil, el fiador posee el beneficio de excusión, que lo faculta a exigir que previamente se ejecuten los bienes del deudor principal, y el de división, que lo habilita, en caso de existir varios fiadores, a pagar al acreedor la parte de la deuda que resulte de dividir el monto total por el número de fiadores. La fianza comercial, en cambio, es solidaria, pudiendo exigirse, en caso de pluralidad de fiadores, a cualquiera de ellos, el pago de la totalidad de la deuda, con el único requisito previo de interpelar judicialmente al deudor principal. Esto es, en materia comercial, se excluye el beneficio de excusión. En materia comercial, los fiadores carecen de beneficio de división. La interpelación judicial puede hacerse demandando en el mismo juicio al deudor y al fiador. Otra diferencia está dada por el hecho de que, muchas veces, la fianza comercial es onerosa: el fiador asume la garantía en virtud del pago de una suma por parte del deudor o bien porque recibe algún beneficio del contrato principal al que el de fianza accede. No obstante lo expuesto, la onerosidad no se presume, sino que debe ser probada. 6,1,12. CONTRATOS ALEATORIOS Trataremos bajo este título los contratos de juego y apuesta, de renta vitalicia y de seguro. 6,1,12,1. Juego y apuesta El contrato de juego tendrá lugar —dice el art. 2052— cuando dos o más personas entregándose al juego se obligasen a pagar a la que ganare una suma de dinero, u otro objeto determinado. Hay apuesta, en cambio, cuando dos personas que son de una opinión contraria sobre cualquier materia, convienen que aquella cuya opinión resulte fundada, recibirá de la otra una suma de dinero o cualquier otro objeto determinado (art. 2053). El art. 2055 confiere acción para exigir el pago a los acreedores de deudas de juego o apuestas, con tal que las mismas hayan versado sobre ejercicios de fuerza, destreza de armas, etc., que, a su vez, no contravengan leyes o reglamentos policiales. Sin embargo, los jueces podrán moderar dichas deudas cuando ellas sean extraordinarias con respecto a la fortuna de los deudores (art. 2056). Las mencionadas anteriormente son las únicas deudas de juego o apuesta que confieren acción para su cobro. Pero si una de las restantes deudas es pagada voluntariamente, el que realizó el pago no puede repetirlo posteriormente, salvo que hubiese mediado dolo o fraude de parte del ganador de la apuesta (arts. 2063 y 2064). 6,1,12,2. Renta vitalicia a) Concepto Habrá contrato oneroso de renta vitalicia cuando una de las partes, a cambio de la entrega de un capital (dinero, bien mueble o inmueble), por la otra, se compromete a pagarle a ésta o a un tercero una renta de por vida (art. 2070). b) Caracteres a) bilateral; b) aleatorio; c) de tracto sucesivo; d) formal; e) real; f) típico. c) Partes y capacidad Si lo que se entrega es dinero, quien lo hace debe tener capacidad para prestar, y quien lo recibe, para contratar préstamos. Si la entrega es de una cosa mueble o inmueble se exige que el que la hace tenga capacidad para vender y el que la recibe, para comprar (art. 2073). El beneficiario de la renta puede ser tanto el que entrega el capital, como un tercero. En este último caso, las relaciones entre el constituyente (el que entregó el capital) y el tercero beneficiario se rigen por las disposiciones aplicables a los actos gratuitos (art. 2072). d) Objeto El art. 2074 dispone que la prestación periódica no puede consistir sino en dinero; cualquier otra prestación en frutos naturales, o en servicios, será pagadera por su equivalente en dinero. Dado el carácter de crédito que la renta implica para el beneficiario, puede cederlo libremente, siendo nula toda cláusula por la que se le impida enajenarla (art. 2075). Si la renta consistiere en una pensión alimenticia, no podría ser embargada (art. 2076). e) Forma El contrato oneroso de renta vitalicia no puede ser hecho sino por escritura pública, bajo pena de nulidad (art. 2071). f) Efectos A) Obligaciones del constituyente a) Tradición del capital (art. 2071) b) Garantía de evicción y vicios redhibitorios B) Obligaciones del deudor de la renta a) Debe pagar la renta en el momento pactado El art. 2081 dispone que la renta no se adquiere, sino en proporción del número de días que ha vivido la persona en cabeza de quien la renta ha sido constituida. Esto es en el caso en que el pago se haya estipulado por períodos vencidos, o bien que no medie previsión al respecto. Pero si se ha convenido que la renta se pague con anticipación, cada término es adquirido por entero por el acreedor desde el día en que el pago ha debido ser hecho. Si el deudor no cumple con su obligación, el acreedor puede demandar el pago, o bien pedir la resolución del contrato (arts. 2088 y 1204). b) Dar las seguridades prometidas Si el deudor de la renta no da todas las seguridades prometidas, o si las ya dadas hubieren disminuido por hecho suyo, el acreedor podrá demandar la resolución del contrato y la restitución del precio de la renta (art. 2087). g) Extinción del contrato La obligación de pagar una renta vitalicia se extingue por la muerte de la persona en cabeza de quien ha sido constituida (art. 2083). Pero si la vida tenida en cuenta es la de una persona distinta del acreedor de la renta, la muerte de aquél no extingue el derecho del acreedor de la renta, el que pasa a sus herederos hasta la muerte del tercero (art. 2086). Si el contrato contempla la vida de dos o más personas, la renta se debe por entero, hasta la muerte de todos aquellos en cabeza de quienes fue constituida (art. 2085). 6,1,12,3. Contrato de seguro. Concepto Hay contrato de seguro —dice la ley 17.418 en su art. 1º— cuando el asegurador se obliga, mediante una prima o cotización, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto. Se trata de un contrato comercial (art. 8º, inc. 6, C. Com.) a) Caracteres a) consensual; b) bilateral; c) oneroso; d) aleatorio; e) típico o nominado. b) Elementos específicos a) Interés asegurable Se entiende por tal, la relación de valor económico que se establece entre una persona y un bien que se halla sometido a un riesgo. Si el riesgo se traduce en realidad, es decir, si el incendio, granizo, accidente personal, etc., se produce, la persona experimenta un daño en su patrimonio. b) Riesgo Es el acontecimiento eventual, especialmente previsto en el contrato, que, de ocurrir, genera la obligación del asegurador de pagar la indemnización. c) Prima Es el precio del seguro; la contraprestación a cumplir por el asegurado. Es la retribución recibida por el asegurador en pago de las obligaciones que asume. c) Efectos A) Obligaciones del asegurador a) Pagar la indemnización, si se produce el acontecimiento futuro e incierto que constituye el riesgo. b) Emitir la póliza, que es el instrumento donde constan las condiciones del contrato de seguro. B) Obligaciones del asegurado La principal obligación a su cargo es el pago de la prima. d) Cargas del asegurado Sobre el asegurado pesan las siguientes cargas: — denunciar el siniestro (hecho dañoso que lo afecta) al asegurador dentro de los tres días de conocerlo (art. 46, ley 17.418); — al tiempo de contratar el seguro, suministrar al asegurador todos los datos e informaciones referidas al bien a asegurar, que permitan a aquél conocer el verdadero estado del riesgo que asumirá; — mantener el estado de riesgo y si éste se altera, comunicarlo al asegurador (arts. 37 y 38, ley 17.418); — durante el siniestro, sin arriesgar su integridad física, salvar la mayor cantidad de bienes que puedan ser afectados. Las nombradas se denominan cargas y no obligaciones, porque, en caso de no ser cumplidas por el asegurado, no se lo demanda judicialmente para que las realice, sino que se opera a su respecto la pérdida de un derecho; normalmente, el de ser indemnizado por el asegurador. 6,1,13. DEPOSITO CIVIL a) Concepto Hay depósito cuando una de las partes se obliga a guardar gratuitamente una cosa mueble o inmueble que la otra le confía, y a restituir la misma e idéntica cosa cuando le sea reclamada (art. 2182). b) Caracteres a) en principio, gratuito; b) unilateral; c) real; d) típico. c) Distintas especies a) Voluntario y forzoso El primero es aquel en el que la elección del depositario depende del libre acuerdo de voluntades; el forzoso, en cambio, es el que se hace en ocasión de algún desastre, como incendio, saqueo, naufragio, u otros semejantes, o el de los efectos introducidos en las casas destinadas a recibir viajeros (art. 2187). b) Regular e irregular (es una subdivisión dentro del depósito voluntario) Es regular: — Cuando la cosa depositada es mueble o inmueble no consumible, aunque se haya acordado al depositario la facultad de usarla. — Cuando se tratare de dinero o cosas consumibles, pero entregadas en caja cerrada. — Cuando se deposite el título de un crédito en dinero o de cosas consumibles, pero sin autorizar al depositario para el cobro. — Cuando se depositare el título de un derecho real o un crédito que no sea dinero (art. 2188). Es irregular: — Cuando lo que se entrega es dinero o cosas consumibles, con autorización para hacer uso de ellas, o bien, no dispuestos en caja cerrada. — Cuando se depositare el título de un crédito en dinero o cosas consumibles, con autorización para su cobro (art. 2189). d) Capacidad El art. 2192 exige que ambas partes posean capacidad para contratar. Sin embargo, si el depositario capaz acepta el depósito del depositante incapaz, el contrato es válido, no pudiendo el primero demandar la nulidad (art. 2193). Si, en cambio, se diere la inversa, los representantes legales del depositario incapaz podrán pedir la nulidad, correspondiendo la restitución de la cosa entregada. e) Forma La validez del contrato de depósito no está sujeta a la observancia de ninguna forma particular (art. 1200). f) Prueba El contrato de depósito puede ser probado por cualquier medio de prueba. No obstante ello, si el contrato no constare por escrito y el depositante demandare judicialmente al depositario por incumplimiento, el art. 2201 establece una presunción de verdad a favor del depositario respecto del hecho del depósito, sobre la identidad de la cosa dada en depósito y en lo referente a la restitución de la cosa al depositante. Vale decir que, a falta de instrumento, la ley se inclina por creer las manifestaciones del depositario respecto de los puntos señalados. g) Efectos A) Obligaciones del depositario (depósito regular) a) Guarda de la cosa El depositario está obligado a poner en la guarda de la cosa depositada la misma diligencia que en la de las suyas propias (art. 2202). En principio no responde por los daños en la cosa derivados de caso fortuito, salvo si los hubiere tomado a su cargo, el acontecimiento se hubiere producido por su culpa, o estuviere en mora en restituir la cosa (art. 2203). b) Guardar secreto La obligación del depositario de conservar la caja o bulto cerrado, comprende la de no abrirlo, salvo autorización del depositante. c) No usar la cosa El depositario no puede servirse de la cosa sin el permiso del depositante. Si lo hiciere, será responsable desde el día del contrato como locatario, o pagará los intereses de ley como mutuario a título oneroso, según fuere la cosa (arts. 2208 y 2209). d) Restitución El depositario debe restituir la misma cosa depositada en su estado exterior con todas sus accesiones y frutos, y como ella se encuentre, sin responder por los deterioros sufridos sin su culpa (art. 2210). Si el contrato fija término para la restitución, en ese momento debe hacerse. Pero como el término es siempre a favor del depositante, éste puede exigir la cosa aun antes de cumplirse aquél (art. 2217). El art. 2218 concede al depositario derecho de retención sobre la cosa depositada hasta ser pagado de lo que se le debe en razón del contrato (gastos de conservación y de traslado de la cosa al lugar de la entrega). B) Obligaciones del depositario (depósito irregular) Tomando en consideración que en esta especie existe traslado de la propiedad de la cosa depositada en favor del depositario, es lógico que la única obligación que se le imponga sea la de entrega de la misma cantidad en especie y calidad de cosas que las que recibió en depósito (art. 2220). C) Obligaciones del depositante a) Reembolso de gastos e indemnización de daños El depositante está obligado a reembolsar al depositario todos los gastos que hubiese hecho para la conservación de la cosa depositada, y a indemnizarle de todos los perjuicios que se le hayan ocasionado por el depósito (art. 2224). b) Pago de la remuneración expresamente pactada En defecto de convenio de parte al respecto, debe entenderse que el depósito es gratuito. h) Extinción del depósito El depósito se acaba: a) si se hubiere contratado por tiempo determinado, al finalizar el plazo. Si, en cambio, lo fue por tiempo indeterminado, cuando cualquiera de las partes lo quisiere; b) por la pérdida de la cosa depositada; c) por la enajenación que hiciese el depositante de la cosa depositada (art. 2226). 6,1,13,1. El depósito necesario o forzoso El art. 2239 dispone que el depósito necesario se rige, en todo lo que no estuviere regulado especialmente, por las disposiciones relativas al depósito voluntario. Dos importantes excepciones cabe destacar aquí: en primer lugar, el art. 2228 permite realizar el depósito forzoso en personas adultas incapaces de hecho, las que deberán responder del mismo aun cuando no estén autorizadas por sus representantes para recibirlo. En segundo lugar, en la acreditación de este tipo de depósito se admite todo tipo de prueba (art. 2238). 6,1,14. DEPOSITO COMERCIAL a) Concepto Es aquel por el cual una parte (depositante) entrega una cosa mueble a otra (depositario) para que, a través del pago de una retribución, se la guarde y la restituya al vencimiento del plazo que se fije o al requerimiento del primero. Sólo se considera comercial el depósito cuando alguna de las dos partes es comerciante, es oneroso y tiene origen en un acto de comercio (arts. 572 y 573). b) Régimen legal El Código de Comercio dedica solamente ocho artículos a la regulación del depósito (572 a 579). El art. 574 dice que el depósito se confiere y acepta en los mismos términos que el mandato y la comisión y que las obligaciones de depositante y depositario son las mismas que se establecen para mandante, mandatario y comisionista. La norma no es acertada, dado que el mandato y la comisión son contratos consensuales, en tanto que el depósito es un contrato real. Corresponde, entonces, la aplicación del Código Civil, en virtud de la norma prevista en el art. 207, C. Com. 6,1,15. MUTUO CIVIL a) Concepto Habrá mutuo o empréstito de consumo cuando una parte entregue a la otra una cantidad de cosas (consumibles o fungibles) que esta última está autorizada a consumir, devolviéndole, en el tiempo convenido, igual cantidad de cosas de la misma especie y calidad (arts. 2240 y 2241). El contrato de mutuo es unilateral, porque se perfecciona con la entrega de la cosa por parte del mutuante y sólo genera obligaciones al mutuario. El art. 2248, C. Civ., establece que no habiendo convención expresa sobre intereses, el mutuo se supone gratuito. b) Caracteres a) unilateral; b) oneroso o gratuito; c) real; d) típico. c) Forma y prueba El Código no señala formas especiales para el mutuo, el que incluso podrá contratarse verbalmente. Sin embargo, no podrá probarse sino por instrumento público, o por instrumento privado de fecha cierta, si el empréstito pasa del valor de diez mil pesos (art. 2246). d) Efectos Entrega de la cosa y responsabilidad El mutuante o prestamista es responsable de los perjuicios que sufra el mutuario por la mala calidad o vicios ocultos de la cosa prestada (art. 2247). Obligaciones del mutuario. Restitución El mutuario debe devolver al mutuante, en el término convenido, una cantidad de cosas iguales de la misma especie y calidad que las recibidas (art. 2250). Dado que por el mutuo se hace el traspaso de la propiedad de la cosa en favor del mutuario, éste no podrá excepcionarse de la obligación de restitución alegando la pérdida de la cosa por caso fortuito. Si el mutuario no pudiere restituir una cantidad igual de cosas, de la misma especie y calidad que las recibidas, deberá pagar el precio de las mismas calculado sobre la base del vigente en el lugar y tiempo en que debía hacerse la restitución (art. 2251). 6,1,16. MUTUO COMERCIAL a) Concepto Habrá contrato de mutuo comercial cuando una persona, denominada mutuante, entregue a otra, denominada mutuario, una cantidad de cosas consumibles o fungibles, destinadas a un uso comercial, para que esta última las consuma y reintegre al vencimiento del plazo convenido, con más los intereses compensatorios pactados. Por lo menos el deudor debe tener la calidad de comerciante. b) Intereses Los intereses deben haberse pactado expresamente, dado que, de acuerdo con las disposiciones que regulan el contrato (arts. 560 a 565), el mutuo comercial no se presume oneroso. Ello así, si no se han pactado intereses, sólo podrán cobrarse en caso de mora del mutuario en reintegrar la cantidad recibida en préstamo. c) Régimen legal En lo que no esté especialmente modificado, rigen las normas del mutuo civil. 6,1,17. COMODATO a) Concepto Habrá comodato o préstamo de uso cuando una de las partes entregue a la otra gratuitamente alguna cosa no fungible, mueble o inmueble, con facultad de usarla (art. 2255). b) Caracteres a) bilateral; b) real; c) gratuito; d) típico. c) Capacidad Si el comodante fuese incapaz para contratar, o estuviere afectado de una incapacidad accidental, podrá demandar la nulidad del contrato y exigir del comodatario la restitución de la cosa aun antes del tiempo convenido. El comodatario capaz no podrá oponerle la nulidad del contrato (art. 2257). Si, en cambio, el comodante fuere capaz, no podrá demandar la nulidad del contrato por ser incapaz el comodatario, pero este último sí podrá oponerla (art. 2258). d) Objeto Debe tratarse de una cosa mueble o inmueble no fungible ni consumible. Sin embargo, si se hubiesen prestado cosas consumibles, el contrato sólo constituirá comodato cuando se hubiere pactado la restitución de las mismas cosas entregadas (art. 2260). e) Forma y prueba Ninguna forma es indispensable para el comodato, y toda clase de prueba del contrato es admisible, siendo aplicables las disposiciones sobre la prueba de la locación (arts. 2263 y 2264). f) Efectos A) Obligaciones del comodante a) Permitir el uso de la cosa durante el tiempo convenido (art. 2283) b) Responsabilidad El comodante que, conociendo los vicios o defectos ocultos de la cosa prestada, no previno de ellos al comodatario, responde a éste de los daños que por esa causa sufriere (art. 2286). c) Pagar los gastos extraordinarios El comodante debe pagar las expensas extraordinarias causadas durante el contrato para la conservación de la cosa prestada, siempre que el comodatario lo ponga en su conocimiento antes de hacerlas, salvo que fuesen tan urgentes que no pueda anticipar el aviso sin grave peligro (art. 2287). B) Obligaciones del comodatario a) Conservación de la cosa y responsabilidad El comodatario está obligado a poner toda su diligencia en la conservación de la cosa, siendo responsable de todo deterioro que ella sufra por su culpa (art. 2266). El comodatario no responde de los daños derivados de caso fortuito o fuerza mayor, salvo en el caso de que los accidentes hubieran ocurrido por culpa suya; que el daño a la cosa haya sido consecuencia de un uso distinto al pactado o por un tiempo más largo al designado en el contrato; que pudiendo evitar el daño usando la cosa propia en lugar de la prestada, no lo haya hecho así o, por último, que pudiendo conservar una de las dos cosas, haya preferido la propia (art. 2270). El comodatario no puede hacer otro uso de la cosa que el que hubiese expresado en el contrato; y a falta de convención expresa, aquel a que está destinada la cosa, según su naturaleza o las costumbres del lugar (art. 2268). b) Restitución de la cosa Finalizado el comodato, el comodatario debe restituir la cosa al comodante en el estado en que se halle, con todos sus frutos y accesiones. Se presume que el comodatario la recibió en buen estado hasta que se pruebe lo contrario (art. 2271). Si no la restituyese por haberse perdido por su culpa, pagará al comodante el valor de ella. Si, en cambio, no la restituyese por haberla destruido o disipado, podrá ser acusado criminalmente y demandado por daños y perjuicios (art. 2274). g) Extinción del comodato a) por pérdida de la cosa: b) por vencimiento del plazo; c) por voluntad del comodante: cuando, no habiendo término fijado para restituir, el comodatario falleciere o cayere en incapacidad; en caso de necesidad urgente e imprevista de la cosa prestada o en supuesto que el comodatario hiciere un uso abusivo de la cosa. 6,1,18. SOCIEDAD Desarrollamos este título en el punto 2 de la Unidad temática VI. 6,1,19. PRENDA a) Cuestión terminológica La prenda es un derecho real de garantía que recae sobre bienes muebles, legislado en el Código Civil. Paralelamente, se denomina así al contrato a través del cual se afecta una cosa mueble en seguridad del cumplimiento de una obligación, que se halla regulado en el Código de Comercio. El contrato de prenda es de naturaleza comercial. Es el medio al cual se recurre en las transacciones mercantiles para constituir el derecho real de garantía que legisla el Código Civil. El contrato de prenda tiene dos especies: sin registro y con registro. Analizaremos ambas seguidamente. 6,1,19,1. Contrato de prenda sin registro. Concepto Es aquel por el cual el deudor de una determinada obligación de carácter comercial o un tercero en su nombre, entregan al acreedor una cosa mueble, en seguridad del cumplimiento de dicha obligación (art. 580, C. Com.). La prenda confiere el derecho al acreedor, en caso de incumplimiento por parte del deudor, de proceder a la venta del bien y cobrarse con su producido. El acreedor, además, tiene derecho de retención sobre la cosa dada en prenda hasta que le sea pagada la deuda (conf. art. 3229, C.C.). A este contrato se lo denomina también como prenda con desplazamiento, porque el bien dado en garantía del cumplimiento pasa a poder del acreedor hasta que se cumpla con la obligación. Paralelamente, recibe el nombre de prenda sin registro, porque no es necesario el requisito formal de que el contrato sea inscripto ante un registro especial. a) Obligaciones del acreedor prendario Debe proceder a la devolución de la cosa cuando el deudor cumpla con la obligación a su cargo; debiendo proveer a la conservación de la cosa mientras ésta se halla en su poder, siendo responsable por su pérdida o deterioro culpable (art. 587, C. Com.). En el supuesto de decretarse la quiebra del deudor, el acreedor tiene el privilegio especial sobre la cosa dada en prenda para el cobro de su crédito. 6,1,19,2. El contrato de prenda con registro. Concepto Es aquel por el cual, para garantizar la devolución de un crédito por parte del deudor, se afectan uno o varios bienes muebles determinados, a través de la inscripción del contrato en un registro especial. A diferencia del contrato de prenda sin registro, en el que —como vimos— existe desplazamiento del bien dado en garantía, en el instituto que analizamos el deudor continúa en el uso del bien, es decir, no hay desplazamiento del mismo. a) Bienes sobre los que puede recaer Normalmente recae sobre bienes muebles determinados, pero también pueden ser objeto de este contrato todos los bienes muebles o semovientes y los frutos o productos y mercaderías y materias primas en general, pertenecientes a un establecimiento comercial o industrial (prenda flotante). b) Créditos a garantizar con esta prenda El art. 1º de la ley 12.962, de prenda con registro, y comúnmente denominada de prenda agraria, la admite para garantizar todo tipo de créditos con un valor dinerario. c) Acreedores prendarios El art. 5º de la citada norma habilita a constituirse como acreedores prendarios al Estado, entes autárquicos, bancos oficiales, sociedades cooperativas y sociedades de agricultores, ganaderos o industriales; acopiadores de productos y frutos del agro, para garantizar créditos destinados a explotación rural; comerciantes e industriales inscriptos en el Registro Público de Comercio; personas físicas o jurídicas inscriptas como prestamistas. d) Inscripción registral del contrato La inscripción del contrato ante el Registro de Créditos Prendarios, determina que aquél produzca efectos con relación a terceros. El Registro expide al acreedor un certificado de prenda en que constan los datos de las partes y la identificación del crédito y del bien afectado en prenda. Dicho título resulta transmisible por vía de endoso (art. 24). e) Efectos Los bienes afectados quedan en poder del deudor o del tercero que los haya prendado para garantizar una deuda ajena. Podrán usarlos libremente, aunque están imposibilitados de disponer de ellos y de volver a prendarlos en garantía de otra deuda, salvo autorización escrita del acreedor (art. 7º). f) Ejecución El certificado de prenda confiere acción ejecutiva al acreedor o al endosatario del título para el cobro del crédito, intereses y costas del juicio. 7. FORMAS CONTRACTUALES MODERNAS 7,1. CUESTION TERMINOLOGICA Bajo este título abordaremos el tratamiento de los contratos innominados o atípicos, es decir, aquellos que no tienen una regulación legal específica y que participan, muchas veces, de características o modalidades de los distintos contratos típicos o nominados, lo que los torna “complejos”. Estos contratos se han impuesto por las necesidades de las transacciones comerciales y empresarias de hacer frente a los nuevos requerimientos de la tecnología y los mercados. Novedosas formas de comercialización, necesidad de proteger debidamente los avances industriales o tecnológicos, sumados a la insuficiencia de las formas contractuales tradicionales, han determinado la aparición de contratos que satisfacen en mejor forma aquellas necesidades. La denominación de “contratos atípicos o innominados” ha merecido como crítica que los mismos resultan atípicos en nuestro orden jurídico, pero no en otras legislaciones, que los prevén y regulan específicamente. También se ha intentado la denominación de “contratos de empresa”, apuntándose a un uso arraigado en la empresa moderna de tales formas contractuales. Preferimos mencionarlos como formas contractuales modernas, entendiendo con ello que estos contratos responden a necesidades actuales del tráfico mercantil. Resulta del caso destacar que el tratamiento particularizado que se realiza seguidamente no supone el agotamiento del tema, sino un panorama abreviado de las formas contractuales más comunes que el uso ha impuesto en los últimos tiempos. 7,2. CONTRATO DE CONCESION a) Concepto Es el contrato complejo en virtud del cual, el productor o fabricante (concedente) confiere, por tiempo indeterminado, a un comerciante (concesionario) la facultad de comprar, para su posterior reventa en determinada zona, con carácter de exclusividad, un producto de cierta marca, bajo normas establecidas en un reglamento emitido por el concedente. El concesionario actúa a nombre y por cuenta propia, no detentando la representación del concedente. b) El reglamento El reglamento dictado por el concedente establece los requisitos que deberá reunir el comerciante para desempeñarse como concesionario, en orden a solvencia moral y económica, características del local habilitado para la venta de los productos, ubicación, crédito en plaza. Paralelamente, impone las obligaciones a que estará sometido el concesionario, en orden a horario de atención al público (se tiende a uniformar el horario de todos los concesionarios), cupos mínimos de venta, habilitación de un local de venta de repuestos, service de reparaciones. Por lo general, al tiempo de celebrarse el contrato de concesión se suscribe el reglamento, que tiene la calidad de anexo del primero. El reglamento funciona como un contrato de cláusulas preimpresas (por adhesión), en donde el concesionario se limita a aceptar, sin poder discutir, las cláusulas insertas en el reglamento, que habilitan la rescisión del contrato por el concedente, a voluntad sin indemnización alguna. También integran normalmente los reglamentos cláusulas por las cuales el concedente se reserva la facultad de efectuar controles periódicos de la contabilidad del concesionario. El contrato de concesión es de uso común para regular las relaciones de las fábricas automotrices con sus concesionarias autorizadas. 7,3. CONTRATO DE AGENCIA a) Concepto y funcionamiento Es el contrato en virtud del cual dos partes (proponente y agente) se relacionan de manera estable, con el objeto de que el agente, actuando en forma autónoma y a través del cobro de una retribución, concerte negocios en determinada zona por cuenta del proponente. El agente, entonces, promueve negocios para el proponente actuando en forma autónoma o independiente, esto es, no tiene relación de dependencia con aquél. El agente, a diferencia del corredor, no desarrolla su tarea en beneficio de ambas partes contratantes, sino sólo en provecho del proponente. Este contrato tiene estabilidad, es decir, no puede ser rescindido intempestivamente por el proponente, bajo apercibimiento de pagar daños y perjuicios al agente. En general, el agente actúa con carácter de exclusividad en cierta zona. La retribución del agente, por lo general, es una comisión sobre el monto de los contratos concertados en beneficio del proponente. 7,4. CONTRATO ESTIMATORIO a) Concepto y funcionamiento Es el contrato por el cual una parte, denominada concedente, entrega a la otra, concesionario, una cantidad de cosas muebles, fijando un precio por unidad (precio estimado), por un determinado tiempo, durante el cual el concesionario podrá disponer libremente de tales cosas, debiendo al vencimiento reintegrar las mercaderías de que no hubiere dispuesto o pagar al concedente por cada unidad el precio estimado. Mediante esta forma contractual, el comerciante puede reforzar su stock de mercaderías sin desembolso de dinero previo y evaluar, a través de la respuesta de la clientela, la conveniencia de quedarse con algunas unidades al vencimiento del contrato. Al ocurrir esto último, el concesionario puede devolver la totalidad de las mercaderías objeto del contrato o parte de ellas, pagando el precio estimado por cada unidad. Durante la vigencia del contrato, el concesionario puede vender las mercaderías, cargando al precio estimado el margen de su ganancia. b) Distinción con el contrato de comisión Cuando en el contrato de comisión lo que se encarga al comisionista es la venta de determinadas mercaderías, la figura presenta similitud con el contrato estimatorio. No obstante ello, existen diferencias destacables. En el contrato de comisión, el comisionista debe vender las mercaderías al precio establecido por el comitente, percibiendo una retribución por su gestión. En el estimatorio, el concesionario venderá las mercaderías al precio que él fije y su ganancia surgirá de la diferencia entre precio estimado (fijado en el contrato para cada unidad) y el de venta. El concesionario actúa en su nombre y por su cuenta. El comisionista, en cambio, actúa en su nombre, pero por cuenta del comitente. El comisionista está obligado a vender las mercaderías porque ése es el objeto del contrato. El concesionario, en cambio, puede tener las mercaderías en su negocio sin venderlas, sin que ello le acarree responsabilidad alguna. c) Aplicación Cuando se recurre a un negocio de compra y venta de muebles usados para encargarle la venta de los que uno allí deja, se dice que los mismos fueron recibidos en consignación (comisión). La realidad es que se trata de un contrato estimatorio, porque el interesado establece qué precio es el que a él le satisface y, normalmente, se fija un plazo para que el negocio intente venderlo. La persona que compra ese mueble no toma conocimiento de que el verdadero dueño es otro, debido a que el comerciante dispone del bien como si fuera propio. Finalmente, cuando el que encargó la venta de los muebles usados se presenta, el comerciante le liquida el precio que el primero había estimado, sin referirle a cuánto en realidad se vendió. Y si, al vencimiento del plazo, el comerciante no vendió el bien, podrá el dueño retirarlo del lugar sin caer el comerciante en responsabilidad alguna. Esta forma contractual resulta también de utilidad cuando el fabricante de un producto desea introducirlo en un nuevo mercado y evaluar la respuesta de los consumidores. El concedente —fabricante del producto en este caso—, a través de la suscripción de un contrato estimatorio con un comercio de la zona a que intenta acceder, alcanza el objetivo de que sus mercaderías se exhiban y ofrezcan a la venta, a través de la condición ventajosa para el comerciante de que no tiene que incurrir en desembolso alguno. 7,5. CONTRATO DE SUMINISTRO a) Concepto y principales elementos Es aquel por el cual una parte, denominada suministrante, se obliga, mediante el pago de un precio, a entregar a la otra, denominada suministrado, cantidades de cosas muebles en épocas determinadas, conforme a estipulaciones específicas de tiempo y cantidad previstas en el contrato o de acuerdo con las necesidades que se vayan generando al suministrado. Un elemento propio de este contrato es la periodicidad de las entregas del suministrante, cuando se especifican los momentos y cantidades en el contrato conforme a previsiones que realiza el empresario en orden a los ciclos productivos de su industria. La continuidad, en cambio, reviste el carácter de elemento propio cuando resulta importante la no interrupción del suministro (energía, gas, etc.). Recurre al contrato de suministro la empresa productiva que necesita garantizarse la entrega de materia prima, de modo que no se vea interrumpido el proceso industrial. El suministrado evita así realizar acopios de materia prima y recurrir al mercado cada vez que precisa insumos. En general, se establece en el contrato un precio global, comprensivo de la totalidad de la materia prima a recibir, acordándose también la forma y el plazo del pago. Cuando el suministro es de energía (suministro continuo), se privilegia en el contrato la capacidad del suministrante de proveer la totalidad de la exigida por el proceso productivo del suministrado, incluyéndose solamente en el contrato un monto por unidad (kilovatio/hora, metros cúbicos de gas, etc.). 7,6. CONTRATO DE DISTRIBUCION a) Concepto y uso Es el contrato por el cual el productor o fabricante de una determinada mercadería encomienda al distribuidor la colocación masiva del producto, con carácter de exclusividad en cierta zona, mediante el sistema de vendedores dependientes del distribuidor. La retribución que recibe el distribuidor por su tarea es un importante descuento sobre el precio del producto, además de las condiciones de pago que se pacten. Recurren generalmente a este contrato las editoriales interesadas en colocar sus publicaciones en zonas distantes de su área de expedición. El distribuidor recibe los ejemplares con un importante descuento con relación al denominado “precio de tapa”, que fija la editorial y condiciones de pago ventajosas en cuanto a plazo. Su ganancia resulta de la diferencia entre el precio de colocación del producto en librerías y el que debe pagar a la editorial. Es de uso común este contrato en distribución de películas y de diarios y revistas. 7,7. CONTRATO DE FACTORING a) Concepto y función Es el contrato por el cual una determinada empresa con objeto financiero, denominada factor, se obliga frente a otra empresa comercial o industrial, a adquirir una cantidad de créditos al cobro que tiene esta última en cartera, mediante el pago de un precio, cuyo monto va a surgir de un estudio técnico- contable-estadístico que llevará a cabo el propio factor. Ante la necesidad de una empresa comercial o industrial de contar con recursos económicos en el corto plazo, recurre a la empresa factor y ofrece en venta los documentos y facturas a cobrar que tiene en cartera. La empresa factor, después de determinar la cobrabilidad de dichos créditos y en orden a los resultados que esa operación arroje, ofrece un precio por la masa de créditos a adquirir. Si la empresa comercial o industrial se decide a vender, recibe los fondos que necesitaba, con los descuentos que la empresa factor realice sobre el monto total, en orden al riesgo de cobrabilidad estimado. Si la empresa decide que el precio ofrecido no le resulta conveniente, debe abonar a la empresa factor el costo del estudio realizado sobre los créditos en cartera. La compra de la masa de créditos por la empresa factor implica que ésta asume los riesgos de la eventual incobrabilidad, sin poder efectuar posteriormente reclamo alguno a la empresa comercial o industrial. Es un contrato con poca difusión en nuestro medio, pero de práctica común en los EE.UU. No debe confundirse con el descuento de títulos de crédito que los comerciantes o empresas hacen en los bancos y que les permite, mediante la deducción de los intereses bancarios correspondientes, calculados hasta el día de vencimiento de los documentos descontados, percibir por adelantado el monto de aquellos documentos. En estos casos, el banco accede a la operación en atención al cliente y como un servicio bancario más. En caso de que, al vencimiento, el documento no sea cancelado por el deudor, el cliente debe proceder a su pago. El banco no asume riesgo alguno. Una vez determinado el grado de riesgo de incobrabilidad de los créditos en cartera, la empresa factor determinará el precio a ofrecer. Si la masa de créditos no presenta riesgo de incobrabilidad, la empresa factor adelantará el monto de los créditos comprados, deduciendo de la suma adelantada los intereses correspondientes (desde que se entrega el dinero, hasta el día del vencimiento de cada obligación) y el importe de la comisión por el análisis efectuado sobre los créditos. Si, en cambio, la masa presenta riesgos de incobrabilidad, al precio que se fije en orden a dicho riesgo a asumir, habrá que deducirle intereses y comisión, adelantándose el saldo a la empresa comercial. 7,8. CONTRATO DE FRANCHISING a) Concepto y función Es una variante del contrato de distribución, en virtud del cual una parte, denominada otorgante (franchisor), propietaria de una marca registrada de productos, de un nombre comercial, una patente industrial, emblema identificatorio, confiere a la otra parte, denominada tomador (franchisee), a través del pago de una contraprestación periódica, el derecho de explotar comercialmente la venta de los mencionados productos, de utilizar una determinada tecnología en su fabricación, con acceso a campañas publicitarias generales y a sistemas de comercialización y organización patentados. En forma similar al contrato de concesión, se establecen reglas severas a cumplir por el tomador, en orden a solvencia económica, habilitación de local de determinadas características, personas a emplear con ciertas calidades o capacitación, etcétera. El otorgante se reserva la facultad de controlar el cumplimiento por el tomador de las instrucciones impartidas y las especialmente previstas en el contrato. También se reserva el derecho a rescindir el contrato, sin derecho a indemnización alguna, por el apartamiento del tomador de las directivas emanadas del contrato. En general, si bien la contraprestación a cargo del tomador consiste en el pago de una suma periódica equivalente a un porcentaje de la facturación, también abona una suma inicialmente para afrontar los gastos de instalación, toda vez que es el otorgante quien se encarga de la preparación del local y capacitación del personal para dar inicio a la explotación. Este contrato tiene importantes ventajas, porque permite al tomador ingresar a un sistema de comercialización con resultados probados y beneficiarse de una marca de producto y de una publicidad sobre ella montada que garantiza la clientela. Y al otorgante le posibilita ingresar en nuevos mercados a bajo costo, por cuanto la inversión de instalación corre por cuenta del tomador. Este contrato es muy usado en nuestro país y es el que nuclea a Mc Donald’s con sus locales comerciales, a Coca-Cola con sus embotelladoras locales, a Pizza Hut con sus negocios de expendio, etcétera. 7,9. CONTRATO DE LEASING FINANCIERO a) Concepto y función Es una operación compleja por la cual una persona (usuario) solicita a otra (empresa de leasing) que adquiera de un tercero (fabricante o poseedor) un bien determinado, con el fin de que se lo conceda en arriendo, a través del pago de una renta periódica, por un determinado plazo, a cuyo término el usuario podrá optar, básicamente, entre dos variantes: adquirir la propiedad del bien o continuar su arrendamiento, a través del pago de una renta periódica notoriamente reducida con respecto a la que venía abonando. El leasing así entendido funciona como un medio no tradicional de financiar el perfeccionamiento de tecnología en la industria, hallándose habilitados los bancos por la Ley de Entidades Financieras para dar en locación bienes de capital adquiridos con tal objeto. En el leasing financiero, como vimos, existen tres sujetos intervinientes: usuario o solicitante, empresa de leasing y fabricante o poseedor del bien. El solicitante es quien tiene a cargo la selección del bien, no resultando responsable la empresa leasing por los defectos que el mismo presente. La empresa leasing no tiene el bien en su patrimonio, sino que posee los fondos necesarios para su adquisición y posterior arrendamiento al solicitante, en una operación de financiamiento de compra de bienes de capital. Finalmente, el fabricante o poseedor del bien, quien luego de la venta de la empresa leasing, queda desvinculado de la relación contractual. Es de hacer notar que, al vencimiento del término de arrendamiento, el solicitante también puede optar por restituir el bien a la empresa leasing o solicitar la sustitución por otro más moderno. La ley 24.441, en su art. 27, regula el leasing financiero, estableciendo los requisitos del contrato: — El dador debe ser una entidad financiera autorizada especialmente por el Banco Central para trabajar en esta operatoria. — El objeto del contrato deben ser cosas muebles individualizadas, compradas especialmente por el dador a un tercero, o bienes inmuebles de propiedad del dador (puede haberlos adquirido a un tercero por indicación del tomador), para ser alquilados al tomador. — El canon a pagar por el tomador debe haberse fijado teniendo en cuenta la amortización del valor de la cosa, conforme a criterios contables generalmente aceptados (para establecer la duración del contrato debe haberse tomado en cuenta en qué tiempo se amortiza totalmente el bien, dado que no sería concebible que el contrato se extendiera por más tiempo). — El precio por el cual el tomador pueda comprar la cosa objeto del leasing debe responder al valor residual de la misma. — La opción de compra podrá ser ejercida por el tomador cuando haya pagado la mitad de los períodos de alquiler o antes de ese momento, si así lo hubieren pactado las partes. 7,10. CONTRATO DE UNDERWRITING a) Concepto y utilidad Cuando una empresa, bajo la forma de sociedad anónima, necesita contar con capital de trabajo puede recurrir a la emisión de nuevas acciones o a la emisión de debentures, en ambos casos para ser ofrecidos al público. A través del contrato de underwriting, una entidad financiera adelanta a la sociedad emisora el valor nominal de las acciones o debentures emitidos, para posteriormente colocar los títulos en el mercado, recuperando su inversión previa y obteniendo una ganancia. La sociedad anónima obtiene el ingreso de fondos esperado sin asumir el riesgo de una suscripción insuficiente de títulos por el público. El banco o entidad financiera, por su parte, se beneficia si logra una suscripción completa de títulos, obteniendo una ganancia derivada de la diferencia entre el precio de compra y el precio de colocación al público de los títulos. El banco (quien recibe el nombre de underwriter) al adelantar los fondos de la emisión, pasa a ser propietario de los títulos. Será accionista de la sociedad emisora o acreedor, según se trate de una emisión de acciones o de una emisión de debentures. Dejará de tener ese carácter recién cuando transfiera los títulos a los suscriptores. En el contrato el banco se compromete frente a la sociedad a colocar en el mercado los títulos emitidos en un determinado plazo. Si no se lograre una suscripción total de los títulos ofrecidos, el underwriter continuará siendo accionista o acreedor de la sociedad anónima por el saldo no suscripto. Una forma que podríamos denominar impura de este contrato —en contraposición a la forma pura, ya explicada— permite que el banco adelante a la sociedad los fondos de la suscripción de títulos en carácter de préstamo, comprometiendo su actividad para colocar las acciones o debentures emitidos en el mercado. En este supuesto, la sociedad emisora es quien asume los riesgos de una suscripción insuficiente, recibiendo el banco la devolución del préstamo con más los intereses pactados. Como se ve, esta última forma no es más que una típica operación de crédito a la que se suma una labor de gestión del banco, orientada a colocar los títulos en plaza. 8. BIBLIOGRAFIA ABATTI, ENRIQUE L., El contrato de leasing, Bias Editora, Bs. As., 1979. AMADEO, JOSE LUIS, La prenda con registro, Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, Bs. As., 1978. ARAUZ CASTEX, MANUEL, Derecho civil. Parte general. Reforma de 1968, Tecno- Jurídica Argentina, Bs. As., 1968. ARGERI, SAUL, Contrato de factoring, La Ley, 1978-D-1253. BENELBAZ, HECTOR A., Fideicomiso bancario, Rev. de Derecho Comercial y de las Obligaciones, 1973-426. BORDA, GUILLERMO, Tratado de derecho civil. Contratos, Perrot, Bs. As., 1969. DEVEALI, MARIO, Tratado de derecho del trabajo, La Ley, Bs. As., 1964. 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