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Aunque parezca extraño, este comportamiento es bastante habitual y suele darse a partir de
los seis meses hasta el año y medio aproximadamente. Las causas que originan este tipo de
conducta son variadas, ya que puede deberse a distintos factores como:
• porque no logran expresar su enojo o tristeza de otro modo,
• porque se los sobreprotege y se les da poca libertad de acción,
• porque disponen de poco espacio físico para moverse con libertad,
• porque se los reprime demasiado,
• o porque se les presta poca atención.
Por lo general, los niños que se autoagreden, continúan golpeándose si se dan cuenta de que
es un recurso válido para atraer la atención de sus papás y conseguir lo que desean: ya sea
que los sostengan en brazos o que les den alguna golosina o algún juguete.
Cómo reaccionar
Los adultos suelen sentir desazón frente a este tipo de conductas y no saben cómo actuar.
Sin embargo, es preciso señalar que la correcta intervención de un adulto puede revertir la
situación y ayudar al niño.
• En primer lugar, es importante no “apoyar” estas conductas negativas. Es decir, que el niño
aprenda que de esa manera no obtiene lo que desea. Por ejemplo, cuando los golpes de
cabeza comienzan porque el niño se quiere librar de algo que tiene que hacer, es preciso no
hacerle caso, ignorar la conducta, y debe cumplir con lo que se le pidió.
• Paralelamente, se debe premiar la conducta apropiada. Por ejemplo, en caso de que los
niños se golpeen la cabeza para atraer atención, mostrarle mayor atención frente a acciones
positivas, como cuando aprenden algo nuevo, por ejemplo a dar besos, abrazos, a tomar un
vaso con sus manos, a guardar sus juguetes. También se puede festejar las monerías que
realiza, aplaudirlo si comparten sus cosas, si hacen dibujitos o pintan con colores, etc.
• Explicarle, con palabras sencillas, el peligro de golpearse la cabeza u otras
autoagresiones.
• Brindarles mayor espacio y otros elementos de juego.
• Por último, si este tipo de conductas autoagresivas se repite con frecuencia, si se vuelve
compulsiva y el pequeño demuestra mucha angustia, se torna necesario una consulta
profesional. Igualmente, si se observan además cambios de humor, de alimentación,
alteraciones en el sueño, enuresis, es recomendable descartar posibles orígenes
neurológicos u otros desórdenes médicos.
Es importante que los padres sepan acompañar a su hijo frente a esta situación, para poder
ayudarlo.
Cuando los niños se golpean la cabeza debido a la frustración o porque se quieren castigar
ellos mismos, puede ser indicio de otros problemas como depresión, bajo nivel de amor
propio, y desamparo. Entonces, es preciso intervenir desde el cariño y la contención.
En particular, considero que la consulta profesional, de manera preventiva, puede ayudar a
los padres orientándolos en la puesta de limites o en la relación padres – hijos – hermanos -
, para prevenir berrinches y pataletas, etc