PiéHTE

(1762-18l4)

OBRAS PRINCIPALES: Versuch einer Kritik al/el' Oiienbarung (Ensayo de

una crítica de toda revelación) (1792); Grundlage der gesammten Wis-
senschaitslehre (Fundamentos de toda la teoría de la ciencia) (1794);
Grundlage des Naturrechts nach den Prinzipien· del' Wissenschaftslehre
(Fundamentos del derecho natural según los p"incipios de la teoría de la
ciencia) (1796); Erste und zweite Einleitung in die Wissenschaftslehre
(Primera y segunda introducción a la teoría de la ciencia) (1797); Sonnen-
klarer Bericht über das Wesen der neuesten Philosophie (Exposición
clara como el sol sobre la filosofía novísima) (1801); Das System del' Sit-
tenlehre nach. den Prinzipien der Wissenschaftslehre (El sistema de la doc-
trina moral .. .) (1798); Über das Grund unserer Glaubens an eine gottliche
Weltregierung (Sobre el fundamento de nuestra fe en un gobierno divino
del mundo) (1798); Die Bestimmung des Menschen (El destino del hom-
bre) (1800); Über das Wesen des Gelehrten (Sobre la esencia del sabio)
(1805); Die Anweisung z'um seligen Leben (Exhortación a: la vida feliz)
(1805-1806).
EDICIÓN UTILIZADA: Sonnenklarer Bericht über das Wesen der neuesteri
Philosophie, en J. G. Fichte's siimtliche Werke: Herausg, von J. H. Fichte,
II (Berlin 1945). Trad. del ed.: Exposición clara como el sol sobre la esen-
cia de la novísima Filosofía.
BIBLIOGR. GEN.: X. LÉON, La philosophie de Fichte (Paris 1902). ID.,
Fichte et son temps 3 vols. (Paris 1958) t.Z p.L" p.327-331; D. JULIA, Le
savoir absolu chez Pichte et le probléme de la philosophie: Arch. Phil. 25
(1962) 345-370; M. GUEROULT, L'évolution et la structure de la Doctrine
de la science chez Fichte 2 vols. (Paris 1930); AUG. VALENSIN, L'essence
de la Théorie de la Science, traduction avec notes,.du Sonnenklarer Be-
richt de Fichtf!: Arch. Phil. 4 (1926) 101-155; p.I-IV; R. KRONER, Von
Kant bis Hegel (Tübingen 1961); R. LAUTE, La filosofía de Fichte y su
significación en nuestro tiempo (México 1969); A. UÑA JUÁREZ, Crónica
[ichteana.. Ciudad de Dios 85 (1972) 73-86; A. LÓPEZ QUINTÁS, El descu-
brimiento de Fichte. Un raciovitalismo de alto estilo: Arbor 77 (1970)
65-12; C. FLÓREZ MIGUEL, Nota sobre la filosofía de Fichte en la actuali-
dad: Ciudad de Dios 183 (1973) 545-555; P. BAUMANN,Fichtes ursprimg-
liches System. Sein Standort zwischen Kant und Hegel (Stuttgart 1972);
P. PH. DRUET, L'Anstosz fichtéen: essai d'élucidation d'une métaphore:
Rev. Phil. Louv. 70 (1972) 384-392; ID., La politisation de la métaphijsique
idéaliste: le cas de Fichte: Rev. Phil. Louv. 72 (1974) 678-811; M. GUE-
ROULT, Études sur Fichte (Hildcsheim, New York 1974).

Sonnenklarer Bericht
Exposición clara como erl sol dirigida al gran público sobre el
carácter propio de la nueva filosofía

INTRODUCCIÓN

4
1079 ... Yo declaro, pues, .públicamenteque el espíritu in-
terno y .el alma de mi filosofía es que el hombre no posee
nada más que la experiencia, y que él llega a conocer cuanto
4 Fichte
conoce sólo por la experiencia, por la vida misma. Todo su pensa-
miento, sea asistemático o científico, común o trascenden-
tal, parte de laexperiencia y tiende a la experiencia. Nada tiene
valor ni significación absoluta sino sólo la vida; todo pensar
restante, imaginar, saber, tiene valor únicamente en cuanto de
alguna manera se relaciona con 10 vivo, viene de él y tiende
a retornar a él.
Tal es la tendencia de mi filosofía. Esa misma es la de la
filosofía kantiana, que, al menos en este punto, no se separa
de la mía; ésa es también la de un reformador 'de la filosofía
contemporánea de Kant, Iacobi,el cual, si quisiese compren-
derme en este punto, no levantaría ya más quejas contra mi
sistema. Esta es, pues, la tendencia de toda filosofía nueva que
se comprenda a si misma y sabe con certeza lo que quiere (Wer-
ke II p.333s).
LECCIÓN 1 tienen un carácter opuesto, por el cual no las tienes hoy por
1080 No te extrañes, querido lector, si parezco tomar las
cosas de muy lejos. Mi intento es hacerte perfectamente claros
algunos conceptos que van a ser de mucha importancia en lo
sucesivo; no por 'ellos en sí mismos, pues son comunes y tri-
viales, sino por las consecuencias que pienso sacar de ellos.
Por lo mismo, no los desarrollaré más de lo que sea necesario
para mi intento; puedes decírselo al crítico, que tal vez espe-
raría aquí una pieza maestra de análisis.
Y, ante todo, tú sabes, sin duda, distinguir lo que es efec-
tivamente real, 10 que es un verdadero hecho de tu actual expe-
riencia y vida-lo que tú realmente vives y experimentas-«, de
lo que no es real, de lo puramente imaginado o representa-
do. Por ejemplo, tú estás sentado aquí ahora, tienes en la mano
ese libro, ves sus letras, lees sus palabras. Eso es, sin duda, una
situación real, bien determinada, de tu vivir actual en este mo-
mento. Puedes, mientras estás sentado y tienes el libro, recor-
dar la conversación que tuviste ayer con un amigo, representarte
a ese amigo como si le tuvieses presente, oírle hablar, hacerle
repetir lo que dijo ayer, etc. Pues bien, ¿ es esto último, la pre-
sencia imaginada del amigo, la verdadera y real vivencia del ac-
tual momento de tu vida en el mismo grado que tu 'estar senta-
do y tener en la mano el Jibro? . ' ciente de tu experiencia cuando tienes esos juicios sobre lo que
Ellector.-De ninguna manera.
El autor.-Sin embargo, yo diría que algo, aun de esa últi-
ma situación, entra como hecho realen tu vida; porque, dime:
Expolición clara como el sol 5
¿no sigues viviendo tú mientras tanto, no sigue su curso tu
vida, no está llena por algo?
El lector.-Tienes razón. El verdadero acontecimiento de
mi vida en este segundo caso es que me represento a mi' ami-
go, le hago hablar, etc., pero no el que él esté aquí. -Esta re-
presentación es con lo que yo lleno el tiempo en el que, en
el entretanto, vivo.
1081 El autor.-En tu estar sentado y tener el libro, etc.,
y en ese evocar al amigo a quien viste ayer, en ese representar
su conversación, etc., tiene que haber, por 10 tanto, algo común,
en virtud de lo cual juzgas de ambos hechos que son un acon-
tecimiento real de tu vida.
Esa presencia, ayer real, de tu amigo, su conversación, que
realmente tuvo lugar ayer como todavía hoy las juzgas, deben,
en el curso del tiempo en el cual te hallas hoy, carecer de
algo en virtud de lo cual tú las juzgarías todavía reales; tal vez
reales.
El lector.-Así tiene que ser sin duda. Mi juicio tiene que
ser fundado; juicios idénticos tienen idéntico fundamento; en
juicios opuestos, ausencia del fundamento del otro, () presen-
cia de un fundamento de lo opuesto.
El autor.-¿ Y cuál puede ser ese fundamento?
El lector.-No lo sé.
El autor.-Y, sin embargo, tú juzgas a cada momento sobre
la realidad y la no realidad, y juzgas bien, de acuerdo contigo
mismo y con los demás seres racionales. Por lo tanto, el fun-
damento de ese juicio debe estar presente a ti de continuo,
sólo que al formular el juicio no eres de ello consciente. Por
lo demás, al responderrne : "No 10 sé", no quieres decir otra
cosa más que esto: "Nadie me lo ha dicho". Pero aun cuando
otro te lo hubiese dicho, de nada te serviría; debes encontrarlo
tú por ti mismo.
El lector.-Por más vueltas que le doy, no soy capaz de
1,Iegara ver cómo puede ser eso.
1082 EII autor.-Tampoco 'es buen camino el andar cavi-
lando y haciendo conjeturas. Por ahí no se llega más que a
vacíos sistemas de quimeras. Tampoco se puede llegar a ello
por vía de raciocinio. Sólo tienes que hacer te íntimamente cons-
es real o no real, dirigir la mirada a tu interior, y entonces
te harás al mismo tiempo consciente del fundamento de tu
experiencia, lo intuirás internamente. Todo lo que se puede
6 Exposición clara como el so}
Fichte
hacer ahora por ti es guiarte para que aciertes con el verdadero
camino, y a esa dirección se reduce [o que una enseñanza filo-
sófica puede aportar. Pero siempre se presupone que tú mismo
poseas, mires y contemples eso a que otro te conduce. Además,
recibes el relato de una observación ajena, y no tuya propia;
encima, un relato ininteligible; porque eso de lo que se trata,
no se puede describir perfectamente con palabras, como si cons-
tase de cosas ya plenamente conocidas, sino que es simplemen-
te algo desconocido que no puede ser captado más que por
una intuición interna propia, y no se podrá designar, más que par
analogía, por una cosa sensible ya conocida.
Ten esto por dicho de una vez para siempre y para casos
semejantes en lo sucesivo; y procura hacerla llegar a los ilustres
escritores que 'lo ignoran, y por eso se expresan de una manera
tan desacertada sobre las relaciones entre 'la filosofía y el len-
guaje.
1083 [Vamos, pues, a nuestro asunto! Cuando tú estás
leyendo ese libro, contemplando ese objeto, conversando con
tu amigo, ¿piensas tú en tu leer, en tu contemplar, oír, sentir
el objeto, en tu hablar, etc.?
El lector.-De ninguna manera. Yo no pienso en absoluto
en mí; yo me olvido completamente en el libro, en el objeto,
en la 'conversación. Por eso se dice muy bien: Yo estoy absorto
en esto; y también: Yo estoy sumergido en esto.
El autor.-Y eso, por cierto-por decirlo de paso-, cuanto
más íntima, más nena, más viva es Ia conciencia que se tiene
del objeto. Esa semiconciencia de las cosas, soñadora y disper-
sa, esa falta de atención y ausencia de pensamiento que carac-
teriza a nuestro tiempo, y que es el más grande obstáculo para
una filosofía profunda, es precisamente el estado en que uno
no se sumerge entero en el objeto, y no se engolfa y se olvida
en él, sino que se anda titubeando y temblando entre la cosa
y uno mismo.
Pero ¿qué sucede en el caso en el que te representes un
objeto al que en ese momento no juzgas real, por ejemplo,
[a conversación que tuviste ayer con tu amigo? ¿Hay también
en ese caso algo en lo cual te sumerges y te olvidas de ti
mismo?
El lector.-Sí; precisamente ese representarme el objeto
ausente es en lo que yo me olvido a mí mismo.
El autor.-Ahora bien, decías hace poco que la presencia del
objeto en el primer estado y tu representación del mismo en
el segundo es lo que es lo verdaderamente real en tu vida;
7
ahora afirmas que en ambos casos tú te olvidas de ti mismo.
Con esto habríamos encontrado el fundamento que buscábamos
de tus principios sobre la realidad e irrealidad. El olvido de
si mismo sería el carácter de la realidad, y en cada circunstancia
de tu vida, el foco en que tú te sumerges y te olvidas y el
foco de la realidal serían una misma cosa. Lo que te arranca
de ti mismo sería lo que se da o sucede realmente y lo que
llena el momento presente de Ia vida.
E,l lector.-No te entiendo del todo.
1084 El autor.-Yo tenía que proponer ya ahora ese con-
cepto y definirlo con la mayor claridad posible. Continúa en
atenta conversación conmigo, y espero que en breve te apa-
recerá claro mi pensamiento.
¿Puedes tú representar te de nuevo la representación que
te has forjado de tu conversación de ayer con un amigo?
El lector.-Sin duda. Precisamente eso es lo que he hecho
ahora durante esta reflexión que hemos realizado sobre aquella
representación. Propiamente yo no me he representado aquella
conversación, sino la representación de dicha conversación.
El autor.-Enesta representación de una representación,
¿qué es lo que tienes tú por auténticamente fáctico, lo que
llena el curso de tu vida?
El lector.~Precisamente la representación de la represen-
tación.
El autor.-Volvamos ahora atrás y remontémonos más arri-
ba. ¿En qué relación se halla en esa representación de la conver-
sación de ayer-v-evócala en tu interior y mírala en tu concien-
cia-la conversación misma respecto de la conciencia y del he-
cho que la llena?
El lector-e-Come: acabamos de decirlo, la conversación no
es el suceso real, sino la representacián de la conversación.
Pero no era ésta una representacián en general, sino represen-
tación de una conversación, y, por cierto, de esta determinada
conversación. La representación, lo principal, tenía como con-
secuencia a la conversación; ésta no era lo real, sino solamente
una modificación, una determinación de lo real.
. El autor.-¿Y en la representación de la representación?
Bl le.ctor.-Lo real era la representación de .la representa-
ción; la representación, la ulterior determinación de la primera,
en cuanto que no es mera representación en general, sino re-
I
presentación de una representación; además, la conversación
era la ulterior determinación de la representación (representa-
da), en cuanto que ésta no es una mera representación en general,
8 Fichte EXPOS;C;Ó/l clara como el sol 9

como podía haberlo sido, sino una determinada representación El autor.-¿ Y han avanzado las agujas real y efectivamente
de una conversación determinada. in tu conocimiento y tu intervención?
El lector.-:-Así lo creo.
1085 El autor.-Según esto, la realidad de cada momento, ' El autor.-¿ Crees tú que, si no hubieses razonado, alIgual
lo que real y verdaderamente es un hecho vivido, es eso en que no has mirado al reloj, se habría lo mismo desarrollado
que tú te olvidas; ése es el comienzo y el auténtico foco de tu razonamiento sin tu conocimiento ·e intervención como se
tu vida, sean cuales sean las determinaciones secundarias que ha desarrollado el movimiento de las agujas?
tal foco, por ser así, traiga consigo. Yo deseo y espero que El Lector=-De ninguna manera; mi razonamiento no se
ahora te habrá aparecido completamente claro mi pensamiento, desarrolla de por sí solo; debo yo proseguirlo si él ha de
si es que tú durante nuestra investigación has permanecido pre- avanzar.
sente a ti mismo, has observado tu interior y has dirigido la El autor.-¿Y qué es, bajo este respecto, de la represen-
atención hacia ti. tación de la conversación de ayer? ¿Tiene Jugar también sin
Mientras te representabas la 'conversación de ayer con tu tu intervención, como e,1 movimiento de las agujas, o debes
amigo o-para no coger un caso ficticio e introducirte más tú producirla, como el razonamiento?
bien precisamente en tu estado actual de conciencia-e-, mien- El ~e()tor.-A decir verdad, yo no sé nada de ello. Esta
tras razonabas conmigo hace poco y estaba en ello ocupada vez, es cierto, yo sí que soy consciente de haber producido en
tu vida toda y tu ser, ¿piensas que durante ese tiempo ha suce- mí esa representación a requerimiento tuyo. Pero como otras
dido también alguna otra cosa fuera de ti y de tu conciencia? veces sin mi cooperación consciente atraviesan mi mente ima-
El leC'tor.-Cierto que sí; así, por ejemplo, se ha movido ginaciones, se desplazan y se suceden unas a otras como avan-
en el entretanto la aguja de mi reloj: ha avanzado el sol, etc. zan las agujas del reloj, no puedo saber si me habría venido
El autor.-¿Has visto ese movimiento? ¿Lo has experimen- de por sí esa representación sin tu invitación y sin mi inter-
tado? ¿Lo has vivido? vención.
El lector.-¿Y cómo podría, si estaba razonando contigo y El autor.--Con todo el respeto que un autor debe a su
en ese razonamiento estaba todo mi ser? lector, y que yo te tengo sinceramente, debo reconocer que
El autor.-¿Cómo conoces entonces el movimiento de las esta confesión tuya es de mal agüero para el resultado de nues-
agujas de tu reloj?, por atenemos. a este ejemplo. tra conversación. A mi entender, sólo se puede soñar cuando
El lector.- Yo he mirado antes mi reloj y he visto la posi- se duerme, y estando uno despierto no le pueden venir de por
ción de las agujas. Ahora lo miro otra vez y advierto que sí a la cabeza imágenes.
las agujas no se hallan en la posición de antes, sino en otra. Esa Iibertad absoluta de dar a placer a su espíritu una direc-
y concluyo, por el mecanismo de mi reloj, que ya me era co- ción determinada y de mantenerla en ella, es condición indis-
nocido de antes por otras experiencias, que las agujas han ido pensable, no sólo del pensar filosófico, sino de todo pensar
avanzando poco a poco, mientras yo razonaba contigo. sano y correcto. En Ia esperanza, con todo, de que, al menos
El autor.-¿Piensas tú entonces que, si en vez de razonar durante esta entrevista, resistirás a esa tendencia ciega de la
conmigo, hubieses en ese tiempo mirado a las agujas del reloj, asociación de ideas y de que alejarás aquellas imágenes y pen-
habrías realmente percibido su movimiento? samientos extraños, dejaré a Un lado ese punto dudoso de la
El lec<tor.-Así lo pienso. representación sensible y me atendré simplemente a la confe-
sión que acabas de hacer sobre la libertad del razonamiento.
1086 El autor.-Por lo tanto, ambas cosas, tu razona-
miento y el movimiento de las agujas de tu reloj, son, en tu 1087 ¿Se dan, pues, dos clases de realidad, igualmente rea-
opinión, hechos verdaderos y reales : el segundo, ciertamente, les ambas, pero de las cuales una se hace a sí misma, la otra
no un hecho de tu vida, puesto que tú en ese tiempo vivías debe ser hecha por aquel para quien debe existir, y sin eso
otra cosa; pero ¿lo habría podido ser, y lo sería necesariamen- no existe?
te si tú hubieses fijado tu atención en el reloj? El lector.-Así parece.
El lector.-Así es. El autor.-Consideremos la cosa de un poco más cerca.

10 Fichte
Dices, pues, que la aguja de tu reloj ha avanzado realmente
mientras tú razonabas. ¿,podrías tú decir eso, podrías saberlo
si no hubieses, al menos una vez desde que ha comenzado
el razonamiento, fijado tu atención en la aguja, y habrías así
Ilegado a tu conclusión ea virtud de la percepción real por la
que has visto que la aguja se encontraba en otra posición?
El Jector.-No hay duda de que sin eso yo no lo habría
- podido saber.
Ei autor.-No olvides eso. A mi juicio, es un punto muy
importante. Toda realidad de la primera clase-aunque se des-
arrolle sin ninguna intervención tuya y sin tu conocimiento,
y aunque exista en sí, esto es, sin relación a conciencia alguna
posible, punto que ahora vamos a dejar sin decidir-no existe,
digo, para ti y como acontecimiento de tu vida más que en el
grado en que tú fijas tu atención en ella, te sumerges en ella
y Ia retienes en tu conciencia. Puesto esto, tu afirmación de
que la aguja ha avanzado en el tiempo en 'que tú no la has
mirado, entre la una de tus percepciones y la otra, sin la cual
la aguja no habría reaparecido en tu conciencia, esa afirmación
no puede significar más que esto: tú la habrías visto avanzar
en ese intervalo si hubieses fijado tu atencián. en ella. Según
esto, al hablar de un acontecimiento exterior a tu vida, estás
indicando un acontecimiento posible de tu propia vida, un fluir
posible y un contenido posible de tu vida desde la primera per-
cepción de ,la aguja hasta la segunda; suples e introduces una
serie de percepciones posibles entre los extremos de dos per-
cepciones reales. Si yo ahora te doy palabra de que en adelante
te hablaré sólo de una realidad que sea realidad para ti, y de
nunca poner en lugar de ella una realidad que no diga relación
a ti y no decir ni afirmar lo más mínimo de ellas, ¿me permi-
tirás, con esa condición, el considerar el progreso o cambio de
una realidad exterior a ti y sin tu intervención, simplemente
como un proceso o cambio posible de tu propia conciencia y
vida, ya que has visto que sólo así llega a ser una realidad
para ti?
1088 Un lector (que puede además ser un filósofo céle-
breen su país).-No quiero oír nada de eso. ¿No te he dado
a entender hasta la saciedad que eso es una gran locura? Yo
parto siempre de una realidad en sí. y por sí, de un ser absoluto.
De algo más arriba yo no puedo ni quiero partir. La distinción
que haces entre una realidad en sí y una realidad para nosotros,
y la abstracción que pretendes en la primera, y que advierto
Exposición clara corno el sol 11
ue es la piedra fundamental de tu edificio, me la tienes pri-
mero que demostrar.
El autor.-¿ Cómo? ¿Eres capaz de hablar de una realidad
sin saber nada de ella, sin tenerla al menos de una manera os-
cura en la conciencia y referirla a ella? Tú puedes más que yo.
Deja el libro; no está escrito para ti. '
Un segundo lector, más conciliador.-Acepto de buen grado
la limitación que pones de hablar solamente de una realidad
para nosotros, con la condición de que tú te mantengas fiel a
ella y no menciones ni para bien ni para mal a la realidad en
sí. Pero tan pronto como te salgas de tus límites y saques
una conclusión en detrimento de esta última, ahí te dejaré solo.
El autor.-¡Nada más razonable!
1089 Supuesto, pues, que se trata únicamente de nues-
tra relación a la realidad, esto es Io que habría de nuestra con-
ciencia: Toda realidad, llámese como se llame, se manifiesta
a nosotros por el hecho de sumergir y olvidar nuestro yo en
ciertas determinaciones de nuestra vida, y 'ese olvido de nues-
tro yo sería precisamente lo que conferiría el carácter de rea-
[idad a esas determinaciones y 10 que nos proporcionaría una
vida (experiencia).
Se dan, ante todo, determinaciones fundamentales y prime-
ras-la oposición que en seguida va a venir hará claras a esas
expresiones, cuya madura reflexión te recomíendo=-, ciertas
determinaciones primeras y fundamentales de nuestra vida, que
son sus verdaderas raíces, que se hacen a sí mismas y se des-
arrollan de por sí y a las que no hay más que entregarse y
dejar que el propio ser sea captado por ellas, para apropiárselas
e incorporarlas a la propia vida o experiencia; si se deja caer.
en algún momento la cadena de esas determinaciones, se la
puede reasumir a voluntad y suplir a partir de cualquier punto
en un sentido o en otro lo que se haya interrumpido.
He dicho que no hace falta más que entregarse a ellas;
porque no pueden esas determinaciones arrastrarnos irremisi-
blemente.
Tenemos, en efecto, además, el poder de arrancar nuestro
yo olvidado de esas determinaciones, elevarlo sobre ellas, y de-
paramos librernente un orden más elevado de vida (experiencia)
y re realidad. Podemos, por ejemplo, pensamos y concebimos
a nosotros como lo que conoce en esa conciencia fundamental,
corno ¡lo que vive o tiene la experiencia, en el hecho de tener la:
1089 VALENSIN, O,C., p.117 not.I y 2; LÉON, Fichte et son temps II p.!.'
p,329.
 12 Fichte
sería la segunda potencia, si llamamos primera potencia o/ese
descansar en las determinaciones fundamentales. Se puede, de
nuevo, conce biIr a SI•. rrusrno como el que piensa en ese pensar
7
el conocimien to de las determina-ciones fundamentales, como
ei que tiene intuición del que tiene la intuición; -eso daría
lugar a una tercera potencia, y así sucesivamente hasta el in-
finito.
1090 Toda la diferencia entre la primera potencia y las
potencias superiores-entre la vida o experiencia que nos es
dada de antemano y gratuitamente, que no tenemos sino acep-
tarla para hacerla parte de nuestra vida o experiencia real, y
la otra, que no nos es dada, que sólo llega a existir mediante
la actividad personal-vendría a consistir simplemente en que,
a partir de cada una de las potencias superiores, se puede con-
templar desde arriba y descender a las inferiores; pero desde
la última potencia no se ve nada más que a ella misma y no
se puede descender más abajo sin llegar al reino de Ia nada;
así, la reflexión se halla limitada y detenida por ella en la di-
rección descendente, pero no en la ascendente: de suerte que
en ella está la base y la raíz de toda otra experiencia. Por eso
la he llamado antes la determinación primera y fundamental.
Bástenos aquí, conforme a lo que hemos convenido, consi-
derar a esa esfera de la primera potencia como la esfera de las
determinaciones fundamentales de nuestra vida o experiencia,
pero de ninguna manera como la esfera de las cosas en sí y por
sí, lo cual ahora no queremos considerar. Ya pueden existir
en sí o por sí; para nosotros solamente existen y solamente
se nos manifiestan como determinaciones de nuestra vida por
el hecho de que las vivimos y experimentamos, y nos conten-
tamos al presente con hablar de ellas únicamente en cuanto
tienen relación con nosotros. A lo que se encuentra en esta
esfera se le llama también, por excelencia, realidad, hecho de
conciencia, y también experiencia.
Ten presente, querido lector, que de ahora en adelante úni-
camente vamos a considerar sólo este sistema de la primera
potencia; deja a un lado cuanto cae dentro de las potencias
superiores.
1091 En este sistema de la primera potencia comprendo
todo lo que percibimos en el espacio por medio de los sentidos
externos y todo .]0 que descubrimos en nuestro ánimo por el
sentido íntimo. Por lo que hace a este último, cae dentro de
1091 VALENSIN, O ..C., p_120 nota.
Exposicián clara como el sol 13
~u sfera también lo que he denominado potencias superiores;
n ,'por cierto, a causa de su contenido, sino en atención a su
fonrkf, es decir, a las leyes por las que se rige y empieza a
ixistir. Pues tales leyes pertenecen a los hechos del sentido
(ntim~ y son percibidas si uno obs-erva las operaciones del
alma.
El fin principal de esta conversación, querido lector (fin,
por lo demás, arbitrario, pero apto para lo que me propongo),
es que tú dividas en dos clases los fenómenos que tienen lugar
en tu conciencia, y que comprendas claramente la difer-encia
de los de una y otra clase, que separ-es y dejes a un lado lo
que es producto de la liber-tad y pertenece a las potencias su-
periores, para no pensar y mirar más que a lo que he llamado
primera potencia. Sólo en el grado 'en que hayas captado esa
diferencia y te atengas a ella, y no mezcles unas cosas con
otras, podrás-entender ·10 que en adelante vamos a tratar ...
(Werke II p.225-345).
LECCIÓN II
1092 ... 1) La filosofía, o, puesto que esa denominación
podría dar lugar a disputas, la Teoría de la ciencia, hace abstrac-
ción, como a ti, querido lector, te gustaba hasta ahora, com-
pletamente de eso que caracterizábamos ha-ce poco como las
potencias superiores de la conciencia, y se limita a la afirma-
ción que vamos a establecer en seguida sobre las determina-
ciones primeras y fundamentales de la conciencia, entendidas
en el sentido que te he explicado antes y tú has entendido.
2) 'En esas determinaciones fundamentales hace una ulte-
rior distinción entre aquello que todo ser racional afirma que
pertenece a cualquier otro ser racional y a toda razón, y aquello'
de do cual cada uno sostiene que vale sólo de nuestra especie
humana, o para nosotros 'en cuanto somos este individuo par-,
ticular. De esto último hace igualmente abstracción por com-
pleto: así no queda para nuestra investigación más que el ám-
bito de las primeras determinaciones ... En el sistema (en el
cual no pienso ahora introducir al lector), lo que es determina-
do meramente por la especie y por la individuación, queda ex-
cluido o eliminado de por sí.
1093 3) La Teoría de la ciencia presupone (por obtener
ahora una primera iniciación a ella) que en la diversidad de
las determinaciones fundamentales según un ámbito dado pue-
de haber un encadenamiento sistemático, en virtud del cual,
1092-1093 HIRSCHBERGER, o.c., 11 p.196-197; VALENSIN, O.C., p.31 nota.
 14
Fichte
si un miembro se da, se da el resto y debe ser precisam nte
como es; que, según eso, todas las determinaciones funda en-
tales, en un ámbito o esfera dada, deben constituir un si tema
perfectamente acabado y cerrado. / '
4) ... Quede esto, pues, querido lector, como un reJuItado
firme y tenlo presente siempre: la Teoría de la ciencib es la
deducción sistemática de algo real, de la primera potJncia de
la 'conciencia; y la relación que guarda hacia esa cdnciencia
real es la misma que la de la demostración descrita más arriba
de un reloj al reloj real...
Ante todo, su objeto son las determinaciones fundamenta-
les de una conciencia como tales, es decir, como determina-
ciones de una conciencia; de ninguna manera como realidades
que se den fuera de la conciencia. Que ambas cosas son 'en
ella y ~araell~ igual, pero que, de hecho, la ciencia sólo puede
concebir la primera, y por qué ello es así, trataremos deverlo
más profundamente después. Baste por el momento indicar que
ello es así.
. Esas det~rminadones fundamentales de la conciencia que
=: por objeto la Teoría de la ciencia, las comporta también
e~, SI la percepción: o más bien, constituyen la misma percep-
ClOn; ~olo 'que ambas tienen lo mismo como objeto de ma-
nera diferente. La conciencia real tiene para con la Teoría de
la ci~ncia la misma r~lación que tiene la conciencia de la pre-
sencia real de tu amigo a la representación de esa presencia
o la del reloj real a su descripción. En el filosofar el ser está
sumergido, no en aquellas determinaciones funda~entales de
la conciencia misma, sino en su representación y descripción.
Así, la Teoría de la ciencia deduce a priori, sin ningún re-
curso a la percepción, 10 que, según ella, debe precisamente
aparecer o suceder en la percepción. Esas expresiones siznifican
por lo tanto, no objetos diversos, sino sólo diversa: mane~
ras de considerar un mismo objeto; algo así como el mismo
reloj es objeto a ,p.riori cuando se le demuestra, y a posteriort
cuando se le percibe ... (Werke J.I p.352-355). ' herente internamente, sino que vais más allá. Tiene que ser
LECCIÓN III
1094 ... El lector.-De este yo puro, o deja .intuición en
su más alto grado de abstracción, parte la Teoría de la ciencia;
y a cada paso que hace, ¿se añadeen ella un nuevo anillo a Ia
cadena, y la intuición .muestra su acopJamientonecesario?
1094 VALENSIN, O.C., p.53 nota; HIRSCHBERGER, o.c., II
o.c., 1 p.1'68.,
15
~ Exposicián clara como el sol
E autor.-Así es; como sucede en la geometría, en la que
a cad proposición le sigue otra, cuya necesidad muestra la
lntuici n, y lo mismo tiene que ser en toda ciencia real que
progres realmente y no se mueva en un círculo.
El 1 tor.-Se me ha dicho que de ese concepto presupues-
to del y, sacas toda tu ciencia como las capas de una cebolla :
que no ~aces otra cosa que analizar eseconcepto y hacer ver
que todo~ los demás conceptos que aduces estaban ya conte-
nidos en él, si bien oscuramente, y que precisamente a un tal
concepto se le llama concepto fundamental, y la proposición
de que él forma parte, principio fundamental.
E.I autor.- i Sí que tienes que ser hombre de buena condi-
ción para dejarte embaucar con tales cosas!
El lector.-Creo que ahora veo claramente cómo llegas a
poner 'en pie tu sisterna ; también veo en qué se funda su pre-
tensión de universalidad 'como ciencia: se funda en la intui-
ción, que es la intuición del proceso de toda razón, y vale, por
10 tanto, para todo aquel que procede como tú, es decir, que
engendra en sí mismo esta ciencia o teoría. Brevemente-el
producto de tuciencia-, a partir del presupuesto adoptado,
no puede absolutamente llegar a obtenerse más que como tú
10 has obtenido, lo mismo exactamente que el que un triángulo,
una vez dados Ios tres elementos, no puede ser acabado y ce-
rrado más que por tal lado y tales ángulos. Suponiendo que
podáis realmente mostrar 'en la intuición 10 que afirmáis, yo
no tengo nada contra vuestra pretensión, al menos mientras
presentéis el producto de vuestra ciencia o teoría como un
mero producto de vuestra fantasía y nada más; lo mismo que
el tan traído y Ilevado triángulo no es más que un producto
de la fantasía.
1095 Pero, por lo quecolijo de lo que habéis dicho hace
poco, no os contentáis con eso. No os contentáis con pre-
sentar el producto de vuestro sistema como consistente y co-
una imagen de la conciencia verdadera y real, que se da sin
concurso alguno de la filosofía que todos poseemos; en esa
conciencia debe hallarse la misma diversidad, y con las mis-
mas relaciones 'internas ligada, con las cuales se halla esa mis-
ma diversidad en el producto de vuestro sistema. Confieso, sin
embargo, que no entiendo bien lo que propiamente queréis afir-
mar con eso, y mucho menos en qué os podéis fundar para
pretender ,más de lo que os ha sido concedido ya.
p.l96; GUEROULT,
1095-1096 GUEROULT, O.C., 1 p.170-179.
 16 Fichte / ~
El aut.or.----:
Tú concedes a la geometría el que .se a.r¡tque
a la conciencra real, y la tienes, lo mismo que nOSOlro a la
Teoría de la ciencia, como una imagen de una parte de a con-
ciencia real. Explica y justifica esa pretensión. Tal vez sí que-
dará justificada también la nuestra.
Trazas en la geometría científica una línea con la ual cie-
rras el triángulo trazado arbitrariamente por ti con sus lados.
Ti-enes ante ti un triángulo con un ángulo ya determinado y
con dos lados también determinados, que mides. ¿Necesitas
medir también todavía el tercer lado?
El lector.-De ninguna manera; yo puedo, por medio de
la relación inmutable, que conozco por la geometría, de ese
tercer lado a los otros dos y al ángulo opuesto, encontrar
por sólo cálculo su longitud real.
El autor.-¿Su longitud real?; ¿qué quiere decir eso?
El z,ector.-Que si yo, por ejemp.Jo, midiese con mis ins-
trumentos ese lado como 10 he hecho con los otros dos, re-
sultaría exactamente la misma longitud que yo había hallado
por cálculo.
El autor.-¿Estás bien convencido de ello?
El lector.-Lo estoy.
.10?6 El autor.-¿Estás dispuesto a emplear el mismo pro-
cedimiento en todos los triángulos posibles con que te encuen-
tres, y no temes que se te presente alguno que sea una exce-pción
a la regla?
El Ilector.-No lo temo, y aun 'me es absolutamente impo-
sible el temer eso. ' ción de esa determinación real aparecerán las otras determina-
El autor.-¿En qué puede, pues, fundarse esa firme persua-
sión que tienes de haber determinado rectamente la medida real
de ese tercer lado, independientemente de toda medición real
antes de todo acto de med irlo? ' vencido todo aquel que se eleve a este nivel de especulación,
El le.ctor.-Si yo me entiendo bien, así concibo yo esto, y
de esta manera, aproximadamente, puedo expresarlo.
Supuestas dos líneas y el ángulo comprendido entre ellas
sólo puede ser cerrado el triángulo por una única línea deter-
minada, a saber, la que tiene para con los elementos dados
tal relación determinada. Esto vale para la construcción del
triángulo en la fantasía, y la intuición 10 hace inmediatamente
claro y cierto.
Ahora, pues, sin más y con la misma seguridad procedo yo
con el triángulo real según las leyes del triángulo construido,
como si estuviese así contenido en la intuición. Así yo presu-
1096 LÉON, Fichte el son temps Ir p.L> p.329s.
Exposición clara como el sol 17
pon~o tácticamente que el derecho o justificación para esa apli-
caci está contenido realmente en la intuición; considero a
la lín a real como igual {digo igual) a una línea que ha sur-
gido !\or mi libre construcción, y la trato así en cons~cuen-
cia. N@me pregunto cómo sucede realmente el que esta línea
exista; \ por lo menos, el medirla es un construirla de nuevo,
un recqnstruitla : y me v-ea necesitado a admitir que ese re-
construir la línea es perfectamente semejante a su primer hipo-
tético construir, cuya realidad o irrealidad no me voy a poner
a examinar ahora.
1097 El autor.-Con eso has explicado a la vez muy cla-
ramente qué es de esa pretensión que tiene la Teoría de la
ciencia de valer para la conciencia real.
Así como, en la primera construcción del triángulo, el ter-
cer lado está determinado por los otros dos y el ángulo forma-
do, así, según la Teoría de la ciencia, en la construcción primi-
tiva un elemento está determinado en la conciencia por otro
en la misma conciencia. Pero tales elementos son determina-
ciones formadas libremente por la fantasía, y no determinacio-
nes reales de la conciencia, 10 mismo que las líneas del geó-
metra no son líneas realmente ,existentes,
Se presenta ahora,efectivamente, una determinación que
has formado: 10 mismo pueden encontrarse en la naturaleza
un ángulo y dos lados cuya construcción por la fantasía era
posible, Puedes creer con la misma firmeza que con la apari-
ciones .que en la imagen se presentaban como inseparables de
ella, tal y corno en ella aparecían, y así lo verificarás si te
pones a hacer la experiencia. De esto está tan firmemente con-o
como lo está el geómetra de que la medición de la línea real
confirmará sus cálculos. Las determinaciones de la conciencia
real, a las cuales se ve forzado a aplicar las leyes de la con-
ciencia, que él ha construido libremente, como el geómetra apli-
ca las leyes del triángulo construido al triángulo real, son para
él también como si iueserc ei resultado de una construcción
primitiva y como tales las trata. Si ha habido realmente una
tal construcción primitiva de Ia conciencia antes de toda con-
ciencia, él no entra en esa cuestión; es más, esta cuestión está
desprovista de todo sentido para él.
1097 VALENSIN, o.c., p.56 nota; LÉON, La philosophie de Fichte p.S-9;
In" Fiehte el son temps II p.3Q9.
111 Plcbte I
1098 En todo caso, juzgar es un reconstruir, como medir
para el geómetra. Debe conformarse a un construir primttivo MAINE DE BIRAN
del objeto de nuestro juicio supuesto a la manera de) símil
fingido, y coincide con él con toda seguridad si se juzga co- (1766-1824)
rrectamente, lo mismo que la medición de una línea c6incide
d l'h bit u de sur la iaculté de penser
seguramente con el célculo hecho si se realiza bien. Esto y OBRAS PRII'!ClPALES: I1:fluence .(e da :a pensé e (1804); Essai sur les
sólo esto significa la pretensión de la Teoría de la ciencia a un (1802); MémOlre sur la deeor;tpos~;~~ ~pinion de Hume sur la nature
fondements de la pS!J.ehol;¡gte. (1 l'[¡ (1814)' Prolégomimes psyehologi-
valor fuera de sí, para la conciencia real en la vida o experien- et l'origine de la r;otl~n ": eal~:::r:zédiate (liI23-1824); Note sur l'exis-
cia, p así tal pretensión se funda, como toda la Teoría de la ques (1820); De 1apel ceptlOn 1 . d'anth¡-opologie (1823-1824); [ournal
tence (1823-1824); Nouueaux E SSalS
ciencia, 'en la misma intuición inmediata. (1792-1824). . .
Así creo haberte dado una idea suficientemente clara, no .. d -H 1a ature et I'origine de la no-
EDICIÓN CIT~~A: Gptmon. e P ubm,e sur p ~ISSERAND XI (París 1939)
sólo de la intención de la Teoría de la ciencia, sino también de tion de causalité, en (Ieuures. u • par . ,

su proceso y del fundamento de tal proceso. Construye absolu- 365-377. , h

L' " d l' eftort et de la graee e ez
BIBLIOGR.. GEN,: L~ Roy, eXP!!rl~nfe 435~437) p.153-215; H. Gou-
tamente a priori, y cuanto a sus caracteres fundamentales, toda
la conciencia en 10 que tiene de común en todos los seres
Maine de Biran (Pans 1937~ (con ~~b.,
HIER, Les eonversions de l'v!-allle de ,ran.
fp . ans)
1948)' V DELBOS Maine
189-i07' G. FESSARD,
racionales, igual que la geometría construye absolutamente a de Biran et son o~uvr,,: phtl~sop~q~le (~ar~.1:1:: ¿~híers d~ la Nouvelle
La méthode de reflexwn e ez ame ~CH';IC~ L'expérience humaine et
priori los modos generales de limitar el espacio que tienen [ournée 3.9,(parís .1938) p.67-7;': \~~)~ J. LAPORTE: L'idée de néeessité
los seres racionales. Parte de la determinación más simple y P4
la causalité physlqUe (3 ;-i'17 '49' R bCROZE Maine de Biran (P. U. F.,
(P. U. F., Pans 1941) p. - . - '. . :.. Maine de Biran's
característica de la conciencia de sí, de la intuición o de la París 1970); T. PUCELLE, The meanmg oi expertence m
yoidad ; y avanza, sobre el supuesto de que la conciencia plena- philosophy: Int. phil. Quart. 13 (1973) 25-32.
mente determinada es el último resultado de todas las demás
determinaciones de la conciencia, hasta deducir ese resultado;
de suerte que a cada anillo de la cadena se suelda otro, del Opinion de Hume sur la nature. e! l'origine de la notion
cual aparece claro en la evidencia inmediata que de la misma de causaltte
manera se añadiría también en cualquier ser razonable. 1099 "C'est en vain (dit Hume dans son septieme Ess~i
Si pongo yo = A, aparece al punto en la intuición de la sur l'idée de pouvoir et de liaison nécessa.ire), c'.est en val~
construcción de ese A, que va ligada a él inseparablemente, que nous promenons nos regards sur les obiets qui nous envi-
un B; en la intuición de la construcción de ese B, que, a su ronnent, . pour en consiidéerer, ,¡ es opera
sratíons
.' . nous .'n'en
, sommes
'_
vez, va ligado, un e, y así sucesivamente, hasta que en el úl- as plus en état de découvrir ce 'pouvOlr, cette Iiaison ne,ces
timo anillo de A se haya llegado a la completa conciencia de saire ou cette qualité qui unit I'effet a sa cause, et rend ~une
sí, que aparece cerrada en sí misma y acabada ... (Werke II de ces ehoses la suite infaillible de l'autre; nous voyo~s qu elles
p.375-380). , " t et c'est tout ce que nous voyons. Une bille frappe
se SUlven, , . nous
1098 HrRSCHBERGER, o.c., n p.196-197. une autre bille ; celle-ci se meut, les sens exteneurs. ne ,
.apprennent nen·. d e p 1u s , D'un autre caté cette succeSSlOnd
, " ob-
jets n'affecte I'árne d'aucun sentiment d'aucune. l~pn~sslOn m-
'terne ... Done n n'y a pas de cas oü la cau:altte. p~,l~se nous
-instruire sur l'idée de pouvoir, ou de liaison nscessaire .
. ". .. La scene de l'univers est assujettie 11 ~n chan?ement
't l : les objets se suivent dans une succession contmuelle,
perpe ue , hi t"
mais le pouvoir ou la force qui anime la mac me en rere se

1099-1111 Cf. HUME, 688-'739. . ou de liaison néces-

1 lo¡ falla-it díre Ia successíon: c~ ¡',i;?ée <le pouvoir,
saíre, est autre que celle de la causal¡'té meme,
 Sistema del ideaiismo trascendental 79
"I164 3. A través de esa duplicidad permanente de pro-
SCHELLING ducción y de intuición, debe llegar el objeto a ser algo sobre
(1775-1854) lo que no se pueda reflexionar de otra manera. No se puede
demostrar aquí---'se hará en lo que sigue-que ese proceso de
OBRAS PRINCIPALES: Ideen zu einer Philosophie del' Natur (1797); reflexión de lo absolutamente desconocido y no objetivo única-
Von del' Weltseele (Del alma del mundo) (1798); Sijsterri des transzenden- mente es posible por medio de un acto estético del poder crea-
tal~n .'deal1sm1-!s (1800); Bruno, oder iiber das natiirliche und gáttlich.e
Prinzip der Dznge (Bruno, o sobre el Principio natural y divino de las dor. Es cosa patente, por lo que ya queda demostrado, que
cosas) (1802); Vorlesungen iiber die Methode des akademischen Studium s toda filosofía es pr-oductiva. La filosofía reposa, tanto como
(803); Philosophie und Religion (1804); Philosophische Untersuchung
iiber das Wesen del' menschliche Freiheit (Investigación sobre la esencia
el arte, en la facultad de producir, y la diferenciaentre ambas
de la libertad humana) (1809). no está más que en la diversidad de dirección que imprimen
EDICIÓN UTILIZADA: Sustem des transzendentalen ldealismus. Werke a la fuerza productora. En lugar de que en el arte la produoción
herausg. yon M. SCHROTER, t.2 (München 1927). Trad. del ed.: Sistem~ se dirige hacia afuera, para reflejar, por obras producidas, lo
de,l Idealismo trascendental; Yorlesungen iiber die Methode des akade-
mischen Studiums: ibid., t.3. Trad. del ed.: Lecciones sobre el método que no tiene conciencia, la producción filosófica se vuelve in-
de los estudios académicos. mediatamente hacia el interior, para reflejarlo en. la intuición
BIBLIOGR. GEN.: X. TILLIETTE, Actualité de Schelling: Rev. Mét. et intelectual. EIl sentido peculiar en el cual debe ser concebida
Mor. . (1959) 356-369; E. BRÉHIER, Schelling (París 1912); F. COPLESTON,
A .!f~story of Philosophy VII p.94-148; R. KRONER, Von Kant bis Hegel esta clase de filosofía es, pues, el sentido estético, y por eso
(Tübingen 19.61) p.l12~127; ~. TILLIETTE, Attualitá di Schelling (Milano precisamente la filosofía del arte es el verdadero órgano de
19~2); D. JAHNIG, Philosophie und Weltgeschichte bei Schelling: Stud. la frlosofía (§ 3).
phil, 30-31 (1970-1971) 126-166; J. F. MARQUET, Liberté et existence. Étu-
de sur. la formation de la philosophie de ScheIling (Paris 1973); Schel-
lzn¡;::Etu~. Philos. (Paris 1974); A. SCHURR, Concept et [ondement de la 1165 Sólo hay dos caminos para salir de la realidad vul-
philosophie de Schelling jusqu'á sa "Darstellung meines Sustems der Phi- gar: la poesía, que nos transporta a un mundo ideal, y la filo-
losophie": Arch. Phil. 37 (1974) 195-221.
sofía, que hace desvanecerse completamente ante nosotros al
mundo real. No se ve por qué el sentido para la filosofía haya
de hallarse generalmente más difundido que el de la poesía,
System .des transzendentalen Idealismus especialmente entre esa clase de hombres que, sea por obra
de 'la memoria (nada mata más inmediatamente la capacidad
Sistema del idealismo trascendental de producir), o por la especulación muerta, aniquiladora de toda
capacidad creadora, han perdido por completo el órgano esté-
INTRODUCCIÓN tico (Werke 11p.3S0-3S1).
4. Organo de la filosofía trascendental
IV
I163 2. '" El objeto entero de esta filosofía no es otra
cosa que el obrar de la inteligencia según leyes determinadas. 3. e) Los tres periodos de la historia
Esa actividad no puede ser captada más que por medio de una
especial intuición interna, inmediata, y ésta es, a su vez, sólo I166 Podemos admitir tres períodos en esa manifestación
posible por la producción. Pero no es eso todo. En la filosofía (de Dios), 'y, consiguientemente, también tres períodos en la
no se es solamente el objeto, sino siempre al mismo tiempo historia. El fundamento para-esta división nos .)0 proporcionan
e.l sujeto de la observación. Para la comprensión, pues, de la los dos opuestos, el destino y la Providencia, entre los cuales
fílosoña son necesarias dos condiciones: ,la primera, el mante- se halla la naturaleza, que es la transición del uno al otro.
nerse en una actividad constante de producir esas acciones pri- El primer período es aquel en el que lo dominante es to-
meras de -la inteligencia; la segunda.el reflexionar constante- davía el destino, esto es, una fuerza completamente ciega que
mente sobre esa producción; en una palabra, el ser siempre destroza fría e inconscientemente todo lo más grande y esplen-
a la vez el objeto contemplado (producido) y el contemplante. doroso; a este período de la historia, que podemos Iiamar
1163-1165 COPLESTON,o.c., p.1l9-120; KRONER,o.c., p.lOS.
1'166-1168 COPLESTON,O.C., p.1l8.
 80 Schelling
"trágico, pertene-ce la decadencia del esplendor y de las maravi-
llas del mundo antiguo, la caída de aquellos grandes imperios
de los cuales apenas queda recuerdo, y de cuyas ruinas pode-
moscolegir su grandeza; la caída de la más noble humanidad
que jamás ha florecido y cuya reaparición es objeto de un per-
petuo deseo.
1167 El segundo período de la historia es aquel en el cual
lo que en el primero aparecía como destino, esto es, como fuer-
za completamente ciega, se manifiesta como naturaleza, y la
ley oscura, que era la que dominaba en el primero, parece trans-
formarse al menos en una ley manifiesta de la naturaleza, que
obliga a la libertad y al capricho desenfrenado a plegarse a
un plan de la naturaleza, y así introduce poco a poco una con-
forrnidad, al menos maquinal, a la ley. Este período parece co-
menzar después de la extensión de la república romana, cuya
desaforada arbitrariedad se manifestó en su afán de conquista
y dominio universal, uniendo por primera vez los pueblos unos
con otros y estableciendo un intercambio de lo que en punto
a costumbres y leyes, artes y ciencias, se guardaba aislado den-
tro de cada pueblo, viéndose así forzada, de una manera in-
consciente y contra su voluntad, a servir a un plan de la natu-
raleza cuyo pleno desarrollo debe abocar a la unión universal
de los pueblos y al Estado universal.
Todos los acontecimientos que tienen lugar en 'este perío-
do, deben, por eso, ser considerados como meros resultados
de la naturaleza, de suerte que la misma caída del imperio ro-
mano no tiene ni un aspecto trágico ni un aspecto moral, sino
que, conforme a las leyes de la naturaleza, fue necesaria y pro-
piamente tan sólo un tributo pagado a la naturaleza.
1168 El tercer período de Ia historia será aquel en el cual
10 que en los períodos precedentes aparecía como destino y
como naturaleza, se desarrollará y manif.estará como providen-
cia, de modo que lo que parecía simplemente obra del destino
o de la naturaleza, era ya el comienzo de una providencia que
se revelaba de una manera imperfecta.
Cuándo comenzará ese período, nos-otros no lo podemos de-
_cir. Pero cuando sea, Dios también será (Werke 11 p.603-604).

96 Kierkegaa,.d
No se ha elegido a sí mismo. Semejante estado a menudo ha
conducido con seguridad al suicidio.
1197 El error consiste en que no ha elegido de modo
justo, no porque no haya sabido apreciar sus faltas, sino porque
se ha visto a sí mismo bajo la determinación de la necesidad;
ha visto el "sí mismo", esta personalidad con toda esa multitud
de determinaciones, lo ha visto como algo que se relaciona con
el trajín del mundo, lo ha visto frente a la potencia eterna, cuyo
fuego lo ha penetrado sin consumirlo. Si lo hace entonces, en
el preciso instante en que se elige a sí mismo, está en mo-
vimiento; por concreto que sea su "sí mismo", se ha elegido,
sin embargo, a sí mismo según su posibilidad, y en el arrepen-
timiento se ha rescatado a sí mismo para permanecer en su
libertad; pero no puede permanecer en su libertad sino reali-
zándose continuamente. Por consiguiente, el que se ha elegido
a sí mismo es ea ipso activo (trad. de A. MAROT, p.92-105).
El concepto de la angustia
CAPÍTULO n.-La angustia coma consecuencia
del pecado original
n. La angustia subjetiva
1198 Cuanto más reflexivamente es posible poner la an-
gustia, tanto más fácilmente parece poder ,convertirse en culpa.
Pero aquí se trata de no dejarse engañar por determinaciones
de aproximación; se trata de que ningún comparativo produce
el salto, de que ningún "más fácilmente" facilita en verdad la
explicación. Si no se tiene esto presente, se corre el peligro de
tropezar de súbito con un fenómeno en el cual todo se desliza
tan fácilmente, que el tránsito se convierte en un simple trán-
sito, o el peligro de no poder dar nunca fin al curso del pensa-
miento propio, pues la 'Observación puramente empírica no pue-
de acabar nunca. Aunque la angustia se tome, pues, más y más
refleja, la culpa que brota de la angustia con el salto cualitativo
conserva el mismo grado de imputabilidad que la de Adán, y la
angustia, la misma ambigüedad.
Si se pretendiese negar que todo individuo posterior se halla
Jl~8-I200 JOLIVET, El existencialismo de K. p.59-65; ID., Les doctrines ...
p.s3-'~6; MESNARD, O.C., p.331-338; O'IESTOV, O-C., p.lí25-138.139-147.316;
J. WAHL, O.C., p.112_158.159_17'l.174S.256-2S'8.3'59-361; H. ADLER-YONESSEN, Angst
in del' Sicht van S. Kierkegaard, S. Freud und M. Heidegger: Psyche 25 (197'1)
692-715.
El concepto de la angustia 97
o ha de haberse hallado en un estado de inocencia análogo
al de ~dán, esto sublevaría a cualquiera tanto como superaría
necesariamente todo pensamiento, pues entonces habría un indi-
viduo que no sería un individuo, sino que se conduciría sólo
com? ejemplar respecto de su especie, y, sin embargo, debería
ser Juzgado, a su vez, como individuo, es decir, debería ser
de.cJarado culpable.
1199. Puede .comp.ararse la angustia con el vértigo. Aquel
cuyos OJOS son inducidos a mirar con una profundidad que
abre sus fauces, siente vértigo. Pero ¿en dónde reside Ia causa
de éste? Tanto en sus ojos como en el abismo, pues bastaríale
no fij~r la vista en el abismo. Así es la angustia el vértigo
de la libertad. Surge cuando, al querer el espíritu poner la sín-
t~~.is,la libertad, fija la vista en el abismo de su propia posi-
bilidad y echa mano a la finitud para sostenerse. En este vérti-
g? ca~ la libertad al suelo. La psicología no puede ir más lejos,
III quiere tampoco. En el mismo momento cambia todo, y cuan-
do la libertad se levanta de nuevo, ve que es culpable. Entre
estos dos momentos está el salto, que ninguna ciencia ha expli-
cado ni puede explicar. La culpa de aquel que se hace culpable
en medio de la angustia es todo lo ambigua que es posible.
La angustia es un desmayo femenil, en el cual cae la 'libertad.
Hablando psicológicamente, sucede la caída siempre en el des-
ma~o; per~ la angustia es, a la vez, todo lo egoísta que es
posible, y mnguna manifestación concreta de la Iibertad es tan
goísta como la posibilidad de toda concreción. Esto es, una
v.ez m~s: lo sobrecogedor, que determina la relación ambigua,
umpatétíca y antipatética del individuo. En la anzustia reside
la infinitud egoísta de la posibilidad, que no tienta como una
lección, pero angustia pesando con su dulce opresión.
1200 En el individuo posterior es la angustia más reflexi-
va. Esto puede expresarse diciendo que la nada, que es el obje-
to de la angustia, se torna más y más un algo. No decimos
que se torne realmente algo o que significa realmente algo' no
decimos que haya de ponerse ahora en el lugar de la nada el
J1 cado u otra cosa cualquiera. Pues puede decirse de la inocen-
'la del individuo posterior lo dicho de la de Adán: todo esto
xiste sólo para la libertad y existe sólo porque el individuo
mismo pone el pecado por medio del salto cualitativo. La nada
le la angustia es, pues, en este caso, un complejo de presen-
1200-'1'217 JOLIVET, El existencialismo de K. p.71-99· ID. Les doclrines
11,19.42; GILSON, L'étre el l'essence p.2i23-247; MESNA;m,~.c., p.287-31'1.
I.OJ !i[óJo!oJ modernos :? 4
 98 Kierkegaard

timientos que se reflejan en sí mismos, acercándose más y más

al individuo, aunque, considerados esencialmente, no significan
nada en la angustia; pero, bien entendido, no una nada con la
que el individuo no tendría nada que ver, sino una nada que
sé halla en viva relación de reciprocidad con la ignorancia de la
inocencia. Este carácter reflejo es una predisposición que, con-
siderada 'esencialmente, no significa nada antes de que se haga
culpable el individuo; pero, al hacerse éste culpable por medio
del salto cualitativo, constituye aquel carácter supuesto sobre
el cual se remonta el individuo por encima de sí mismo, por-
que el pecado se supone a sí mismo; no, naturalmente, antes
de ser puesto (esto es, una predestinación), pero sí al serlo ...
(trad. de Revista de Occidente p.61s).

Post-scriptum aux «Miéttes philosophiques» *

PREMIERE PARTlE.-Le probleme objectíf de la vérité
du christianisme

CHAPITRE l.-La considération historique

1201 § 1. ... Quand l'affaire est traité objectivement, le
sujet n'en vient jamais a étre devant la décision dans un état
passionné,et encore moins dans un état passionné qui révele
un intérét infini. C'est une contradiction interne, et c'est par
suite comique d'étre intéressé infiniment pour quelque chose
qui ne reste toujours, tout au plus, qu'une approximation. Mais
si pourtant on y met de la passion, alors nait le fanatisme.
Pour la passion infiniment intéressée, chaque iota sera d'une
valeur infinie. La faute n'est pas dans la passion infinie,' mais
dans le fait que son objet est devenu un objet d'approximation.
[La considération objective consiste au contraire justement,
de génération en génération, en ceque les individus (qui con-
siderent) deviennent de plus en plus objectifs, sont de moins
en moins íntéressés dans une passion infinie. Si ron continuait
sur ce chemin pour prouver et pour chercher la preuve de
la vérité du christianisme, il arriverait finalement ceci de remar-
quable que, justement quand on en aurait fini avec la preuve
• En üa ill1[los'¡obj[idadde ofrecer una traducción española de esta oobra de
Kíerkegaard. presentamos ésta, francesa, de P. Petíc, que es, por otra parte,
la <comúnmentecitada.
11201-1203 J. WAHL, o.c., p.115-1,22.274-281.
11201-1217 R. H. JOHNSON, The concept oi existence in the Concluding
unscientific post script (The Hague 19712).