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Son pocos los seres humanos que no están atrapados en el ciclo de comprar,
consumir y desechar. En Alemania y otros países, un grupo de personas
promueve la idea de fabricar productos completamente reutilizables.
En Alemania, cada vez más personas parecen estar tomando conciencia de las
consecuencias ecológicas de sus propios patrones de consumo. Un indicio: la creciente
popularidad de iniciativas para retardar lo más posible la transformación de cierta
mercancía en desechos. Desde los cafés que sirven como talleres para la reparación de
productos electromecánicos hasta las tiendas que venden ropa y otros objetos de segunda
mano. Estas opciones se suman, desde luego, a la cadena de procesos institucionalizados de
reciclaje.
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¿Fin de la cultura de lo desechable?
Algunos aprovechan estos servicios porque tienen poco dinero o porque, teniéndolo, se
rehúsan a gastarlo innecesariamente. Otros lo hacen porque han descubierto para sí las
ventajas de la economía del compartir o porque saben lo que se esconde tras las prendas de
bajo costo: la explotación de la mano de obra barata bajo condiciones de trabajo
infrahumanas, el desperdicio de materias primas, las montañas de basura y las inmensas
cantidades de dióxido de carbono generadas durante la producción y el transporte de
artículos.
Pero aun en esos casos, la bicicleta usada, el coche compartido y el vestido adquirido en el
mercado de segunda mano terminan en los basureros municipales o en los hornos del aseo
urbano. Ese ciclo de comprar, consumir y desechar es descrito como "de la cuna a la tumba”
(from cradle to grave) porque, implícitamente, sólo aprovecha sus componentes una sola
vez. En Alemania y otros países, un grupo de personas promueve el ciclo "de la cuna a la
cuna” (from cradle to cradle), la idea de fabricar productos completamente reutilizables.
“De la cuna a la cuna”, dos pasos más allá del reciclaje tradicional.
Imitando la naturaleza
La inspiración la provee la naturaleza misma; ella no conoce desperdicios, sólo alimentos. El
químico alemán Michael Braungart, propietario de una consultora ambientalista y
cofundador de la asociación Cradle to Cradle (C2C), sostiene que la cadena productiva –
desde la industria hasta el consumidor final– debe ser reformada para que devuelva todo lo
utilizado a un sistema de reciclaje biológico y técnico. Y, a sus ojos, eso sólo es posible
cuando la mercancía se concibe desde el principio considerando la duración de su utilidad.
A juicio de Braungart, los desechos no existen: sólo existen las materias primas biológicas y
técnicas. Productos como los detergentes, los neumáticos o los zapatos pueden ser
convertidos en compost y retornados al ciclo biológico. Productos electrónicos como el
televisor, el refrigerador o la lavadora de ropa pueden ser reciclados también, si se les
desarma para reducir esas máquinas a sus componentes más pequeños; el material sintético
y los metales resultantes pueden ser usados como materia prima para fabricar otros
aparatos.
Un producto puede ser creado para ser reciclado tanto biológica como técnicamente. Esta
manera de imaginar la producción también puede abaratar su costo: el consumidor pagaría
por el uso que hace de un producto y de ciertos servicios –10.000 sesiones de lavado de ropa
o 10.000 horas de electricidad, por ejemplo–, pero no por el producto en sí, que, tras la
expiración de su vida útil, regresaría a las manos del fabricante para ser reciclado. El
fabricante tendría interés en usar materiales de alta calidad y sabría que los recuperaría.
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GUÍA PARA SEPARAR LO S DESECHOS EN AL EMAN IA
Contenedores públicos
Si usted no tiene contenedores de vidrio en su conjunto residencial, puede usar los que están en las
calles; pero no en los días (domingos y feriados) ni en las horas (entre la una y las tres de la tarde de
los días de semana) en que el ruido moleste a los vecinos.
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Devolución automatizada
Las botellas retornables de vidrio o plástico no deben depositarse en los contenedores. El
consumidor debe llevarlas a los comercios para recibir de vuelta parte del dinero invertido en ellas
cuando estaban llenas. La mayoría de los supermercados tienen máquinas que “mastican” las
botellas para facilitar su reciclaje e imprimen un vale que le informa al consumidor cuanto dinero
recibirá en la caja
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Desechos peligrosos
Muchos supermercados reciben las baterías usadas para desecharlas. Cada ciudad tiene sus propios
sistemas y protocolos para recoger, reunir y botar desechos peligrosos. El objetivo es evitar que
entren en contacto con fuentes de calor que los hagan arder y emitir gases venenosos.
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Palabras mayores
Algunos desechos son muy grandes y no caben en los contenedores de basura. Para la basura
voluminosa –muebles, aparatos electrodomésticos, escombros, etcétera– hay puntos y horarios de
recolección especiale
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Contenedores de ropa
En la mayoría de las urbes alemanas existen contenedores para la ropa de segunda mano y los
zapatos usados. Organizaciones benéficas recogen esas prendas para revenderlas.
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