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II
Lacan, quien se encontraba presente en el auditorio, celebró con entusiasmo las ideas
expuestas por Foucault. Efectivamente, desde su irrupción en el campo psicoanalítico, Lacan
sostuvo como leitmotiv el retorno a Freud frente a la ortodoxia teórica y clínica del
psicoanálisis de su época representado por la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA,
por sus siglas en inglés). Armado con sus tres registros (simbólico, imaginario y real) y
empuñando los últimos desarrollos de la lingüística, la filosofía, la matemática y la
antropología, Lacan regresó a las obras de Freud para rescatarlas del silencio a que habían
sido sometidas por la ortodoxia del psicoanálisis. Sin embargo, esta operación de lectura,
lejos de ser bienvenida, provocó todo tipo de ansiedades en los dirigentes reaccionarios de la
IPA quienes le propusieron a Lacan el siguiente dilema: para continuar siendo miembro
reconocido del campo freudiano debía interrumpir su famoso seminario en el hospital de
Sainte Anne y se le prohibía tomar análisis didácticos, es decir, la formación de analistas. La
decisión de Lacan es conocida y marcó una fisura que continúa hasta nuestros días en el
campo freudiano: romper con su afiliación a la IPA. De esta manera, fundó, en 1964, la
Escuela Freudiana de Paris (EFP) y trasladó, gracias a la intervención de Althusser, su
seminario a la Escuela Práctica de Altos Estudios de París. Sin embargo, antes de su muerte,
Lacan disolvió la EFP, lo que produjo una dispersión del campo lacaniano. Jacques-Alain
Miller, yerno y editor de sus seminarios, formó la Asociación Mundial de Psicoanálisis
(AMP), que hoy ostenta gran parte del dominio político del campo lacaniano. De todos
modos, la AMP no logró unificar al lacanismo que hoy se encuentra conformado por un grupo
heterogéneo de instituciones con divergencias teóricas y clínicas que se arrogan la autoridad
sobre la transmisión de la enseñanza de Lacan. En consecuencia, surge el poslacanismo como
respuesta a la situación actual del campo lacaniano. Formado inicialmente por discípulos de
Lacan que no rompieron con la legitimidad de la IPA a los que se sumaron psicoanalistas
formados en la EFP a la que luego abandonaron, el poslacanismo no posee un proyecto
político ni un programa político en común. Más bien, se lo puede caracterizar por la consigna
del psicoanalista argentino Fernando Urribari: “Ni sin Lacan, ni sólo Lacan”. Ni lacanismo
dogmático ni antilacanismo reaccionario. El poslacanismo es una perspectiva que intenta
deconstruir las ideas de Lacan para ponerlas a trabajar en un nuevo contexto.
III
¿Por qué es necesario un retorno a Lacan? ¿Qué ideas conservan su vigencia? La distinción
lacaniana entre realidad y real permite superar el enfoque, impuesto por el capitalismo actual,
orientado a la brevedad y estandarización de las prácticas de salud mental que instan a la
adaptación del sujeto a la realidad.
Las Terapias Cognitivo-Conductuales (TCC) son un ejemplo del enfoque estandarizado y
adaptacionista en salud mental. Cuando abrimos el manual Terapia cognitiva de la depresión
de Beck y colaboradores, somos invitados a considerar el modelo cognitivo de la depresión
como análogo a los paradigmas científicos que Kuhn postula en Las estructuras de las
revoluciones científicas. Los autores hacen hincapié en comprender el paradigma personal
del paciente, es decir, su marco conceptual o conjunto de creencias idiosincráticas de
interpretar la realidad, que encontraría su expresión en alteraciones cognitivas, sesgos
negativos en la forma de procesar hechos y pensamientos erróneos. En consecuencia, el
trabajo terapéutico está orientado a modificar, mediante el paradigma científico del terapeuta,
el paradigma personal inadecuado para evitar observaciones e interpretaciones falsas. Para
llevar a cabo su tarea, el terapeuta cognitivo-conductual se vale de diferentes técnicas
estandarizadas como: la reestructuración cognitiva (a través del diálogo socrático), diferentes
tipos de tareas para el hogar (como la elaboración de cuadros de doble entrada con los
aspectos positivos y negativos de una situación) y el diseño de experimentos para contrastar
la validez de las creencias y pensamientos erróneos de los pacientes con la realidad. En
síntesis, la finalidad que persigue el terapeuta es la de fomentar una contrarrevolución para
lograr que el paradigma personal del paciente sea invertido y ajustado a la realidad. A esta
altura, cualquier lector de Las estructuras de las revoluciones científicas se debe encontrar
sorprendido por la apropiación que realiza el modelo cognitivo del concepto de paradigma.
Efectivamente, el paradigma se puede caracterizar como una forma de ver el mundo, un
marco conceptual o un conjunto de creencias; sin embargo, implica dos tesis que no son
consideradas por el modelo de la TCC. En primer lugar, y aquí radica la crítica de Kuhn al
modelo de cambio científico propuesto por Popper y el positivismo lógico, un paradigma no
se abandona por contrastaciones desfavorables de teorías. Por el contrario, el cambio
científico se produce por la aparición de anomalías, fenómenos no previstos por el paradigma,
resistentes a ser explicados por el paradigma dominante. En segundo lugar, como corolario
de la tesis anterior, el abandono del paradigma por uno nuevo -lo que Kuhn llama revolución
científica-, implica una reestructuración total del campo científico en lo que concierne a sus
reglas, problemas, soluciones y consideraciones ontológicas. De este modo, entre un
paradigma y otro, no hay superación o progreso; sino, más bien, un cambio radical que se
expresa en una inconmensurabilidad entre formas de ver el mundo. El paradigma abandonado
es tachado como acientífico o erróneo por el paradigma vigente, pero esto responde a la
consideración de los integrantes de la nueva comunidad científica y no a una característica
intrínseca al conocimiento. En resumen, resulta sorprendente, si se considera más en detalle
la perspectiva de Kuhn, la apelación que hace la TCC al paradigma personal del paciente
considerándolo intrínsecamente erróneo, no ajustado a la realidad y, por ende, no adaptativo.
En esta misma dirección, el abordaje terapéutico orientado a modificar las creencias erróneas
mediante la elaboración de experimentos entra en conflicto con la idea kuhniana de cambio
de paradigma.
Se podría argüir que la apropiación parcial que realiza el modelo de la TCC de la
filosofía de la ciencia desplegada en La estructura de las revoluciones científicas es, en
última instancia, un problema meramente conceptual que no incide en la práctica clínica a la
que nos entregamos cotidianamente. Sin embargo, considero que teoría y clínica son dos
aspectos indisociables que redundan en una ética, una política y una ideología. En esta
dirección, me interesa subrayar que el énfasis puesto en el modelo cognitivo por modificar
el paradigma personal del paciente, mediante el paradigma científico del terapeuta, no
significa otra cosa que adaptar al paciente a lo que los manuales de TCC -y en consecuencia
sus practicantes- consideran como realidad. Por esta vía, la modificación de los pensamientos
erróneos, las interpretaciones falsas y los sesgos cognitivos del paciente implica que el
terapeuta conoce y puede distinguir qué interpretaciones son verdaderas, qué pensamientos
son correctos y qué conductas son más adaptadas. Por lo tanto, el terapeuta se ubica en la
posición de garante de la realidad y sus normas, las que establecen los manuales de TCC, a
las cuales el paciente debe adaptarse para transformar su paradigma inadecuado en uno
adecuado y sus pensamientos erróneos en correctos.
IV