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Nació en Atenas (429), o en Egina, de familia nobilísima, perténeciente a la más alta aristocracia,
que por su padre, Aristón, se remontaba a Godro, y por su madre, Peric tiona, a Solón. T uvo dos
hermanos, Glaucón y Adimanto, que figuran como personajes en la República, y una hermana
llamada Potona, que fue madre de Espeusipo. Su nombre propio era Aristocles, pero prevaleció
el apodo de «Platón» (ττλατύς, πλάτος) con que le calificó su profesor de gimnasia por la anchura
de sus espaldasPoco antes de nacer Platón acababa de estallar la desgraciada guerra del
Peloponeso (431), que tan profunda influencia había de tener en los destinos de Atenas, y en la
cual tomó parte como soldado (409).Recibió una educación esmeradísima, como correspondía a
su alta categoría social. Estudió matemáticas y música y cultivó la poesía, si bien se cuenta que
después de haber leído a Homero arrojó al fuego sus primeros ensayos poéticos. En Filosofía
recibió sus primeras lecciones de Cratilo, mediocre seguidor de Heráclito 2. Pero lo que decidió
su vocación como filósofo fue su encuentro con Sócrates, cuando Platón contaba unos veinte años
(hacia 407). Desde entonces permaneció en su compañía hasta la muerte del maestro, más como
amigo que como simple discípulo.Después de la muerte de Sócrates (399), bien sea por correr
peligro como amigo suyo o por sus relaciones con sus parientes Critias y Cármides, que habían
pertenecido al grupo de los Treinta Tiranos, Platón se ausentó de Atenas, refugiándose en Megara
con un grupo de socráticos, donde fueron recibidos por Euclides Debió de permanecer allí poco
tiempo, pues partió para un largo viaje por Creta, Egipto y Cirene, regresando a Atenas
probablemente hacia el año 396.Entre esta fecha y su primer viaje a la Magna Grecia debe
colocarse la composición de sus primeras obras: Apología, C r itón, Laques, Hippias menor (II),
Gorgias, Alcibiades I, Menón, Ion, Hippias mayor (I), Cratilo, Eutifrón, República I.Poco después
de 390 salió para un segundo viaje, en que visitó la Magna Grecia, entablando relación con los
centros pitagóricos. En Tarento conoció a Arquitas, con quien contrajo estrecha amistad. Pasó
después a Sicilia (388), haciéndose amigo de Dión, cuñado del tirano de Siracusa Dionisio I el
Viejo, que había logrado someter toda la isla a su dominio. Pero lejos de lograr sobre éste la
influencia que esperaba Dión, el filósofo incurrió en su desagrado. Dionisio permitió que Platón
abandonara Siracusa, pero dio órdenes secretas a Polis, jefe de una embajada espartana en cuya
nave regresaba el filósofo, para que lo desembarcara en la isla de Egina, entonces en guerra con
Atenas, y lo pusiera en venta como esclavo4. Por fortuna fue reconocido por un tal Anníceris, el
cual lo compró, poniéndolo en libertad (verano de 387).Y a en Atenas, abrió escuela en un
pequeño terreno a tres kilómetros de la ciudad, cerca de Colono, adquirido, según Diógenes
Laercio, con el importe de su rescate, que A nníceris no había querido recibir, y que por su
proximidad al templo del héroe Akademos recibió el nombre de Academ ia (387). Platón
permanece en Atenas veinte años, consagrado a la enseñanza en su escuela y a la composición de
sus obras. A este período pertenecen las siguientes: Protágoras, Lisis, Eutidemo, Cármides,
Clitofón, Banquete, Fedón, República IIX , Menexeno, Fedro, Teeteto, Parménides.Fallecido
Dionisio el Viejo (367), le sucedió su hijo D ionisio el Joven, que en un principio parecía más
dócil a los consejos de Dión. A n te la insistencia de éste, Platón volvió por segunda vez a Siracusa
(primavera de 366). Pero Dionisio se enemistó muy pronto con su tío D ión y lo desterró, con lo
cual Platón se encontró en una situación sumamente comprometida 5. Por fin, pudo salir de Sicilia
y regresar a Atenas (366), En este tiempo escribe los diálogos: Sofista y Político, que deberían
haber formado trilogía con otro titulado Filósofo, y que Platón no llegó a componer.A ú n volvió
a repetir el viaje a Sicilia por tercera vez, en 361, acompañado de los miembros más ilustres de la
Academia. Dión seguía en el destierro, pero fueron admirablemente recibidos por Dionisio. No
obstante, Platón perdió pronto sus esperanzas, e incluso su vida volvió a hallarse en peligro.
Finalmente pudo regresar a Atenas en una nave que le envió su amigo Arquitas de Tarento, el
cual tuvo que intervenir enérgicamente.En 357, Dión, ayudado por los platónicos, dio un golpe
de mano con 800 hombres, apoderándose de Siracusa, e instaurando un gobierno de filósofos.
Pero poco después fue asesinado por el platónico Callipos (354).Platón ya no volvió a salir de
Atenas. Desde 361 había dejado casi por completo la dirección de la Academ ia en manos de
Heráclides de Ponto. Sus últimos años los consagró a la composición de Filebo, Timeo, Cruitias
y Leyes. «Murió escribiendo», dice Cicerón. Falleció en el aniversario de su nacimiento, siendo
enterrado en el jardín de la Academia.Estructura de los “Diálogos”. »·.— A los pomposos
discursos con que los sofistas pretendían enseñar a los demás la ciencia que se jactaban de poseer,
opuso Sócrates la forma dialogada, en la cual predomina la interrogación, como una confesión
implícita de la propia ignorancia y una señal del deseo de aprender. Platón adoptó el mismo
procedimiento como artificio literario, convirtiendo el diálogo socrático en «una de las más
espléndidas maravillas artísticas que jamás ha producido el ingenio humano» 26, elevando un
monumento imperecedero a la memoria de su maestro.Pero la forma dialogada, aparte de su
belleza artística, su vivacidad y su interés dramático, tiene el grave inconveniente de dejarnos
perplejos no pocas veces acerca del pensamiento del propio autor. En los Diálogos de Platón van
más lejos las sugerencias que las afirmaciones.Cada diálogo puede considerarse como una pieza
com pleta, o como un verdadero drama filosófico. No constituyen partes de un sistema, sino
investigaciones parciales, relativamente completas, que no se ajustan a una línea predeterminada
de coordinación, aunque de su conjunto no es difícil establecer las diversas fases por que atraviesa
el pensamiento platónico en torno a los problemas fundamentales.El número de personajes que
intervienen es variable, dos en el Hippias mayor, tres en el Cratilo, cinco en el Lisis, siete en el
Laques. Constituyen una verdadera galería de retratos, por la que desfilan los tipos más
característicos de la Grecia del siglo iv: filósofos, sofistas, poetas, políticos, militares, jó venes de
las familias aristocráticas de Atenas, etc., ofreciendo un vivo reflejo del ambiente y de la vida
cultural de aquella época. A u n cuando se trata de retratos estilizados, sus perso najes conservan
muchos rasgos reales, constituyendo por lo mismo documentos de gran valor histórico. Es fácil
comprobar que muchas doctrinas que pone en boca de Sócrates y sus parodias de los discursos de
los sofistas, por ejemplo, no son imaginarias, sino que responden exactamente a la realidad. Platón
no hace nunca intervenir a personajes vivos. Tam poco se atiene rigurosamente a la cronología.
Pero casi todos los personajes que figuran en sus Diálogos han podido ser identificados con
personajes reales. Quedan en el anónimo el forastero de Elea del Sofista y el ateniense de la Leyes,
que probablemente representa al mismo Platón. N o se ha podido identificar exactamente el
Galicles del Gorgias, quizá un personaje ficticio, y a Tim eo de Locres, del que no sabemos más
que lo que nos dice el mismo Platón, y que tal vez representa a Arquitas de Tarento.
o.— Es difícil acertar con el método más adecuado para la exposición del pensamiento de Platón.
Si se reduce a la rigidez de un esquema, se corre el peligro de desvirtuar la vivacidad y la riqueza
de su carácter, esencialmente dinámico, de investigación incesante. Platón, hasta el último
momento de su vida, no dejó jamás descansar sus grandes temas de pensamiento. En cada diálogo
vuelve sobre ellos, una y otra vez, sin considerarlos nunca como definitivamente acabados. Cada
revisión se traduce en un enriquecimiento, que alumbra aspectos nuevos en las cuestiones
tratadas.Por otra parte, es tan estrecha la interdependencia de los distintos aspectos de la
especulación platónica, que todos los temas avanzan por igual, y las modificaciones que introduce
en cada uno repercuten en todos los demás. En Platón todavía no han adquirido las distintas partes
de la Filosofía la articulación y la relativa autonomía de que las dotará Aristóteles. Su teoría del
conocimiento y de la ciencia está íntimamente compenetrada con su Ontologia, su Cosmología y
su Moral, de suerte que resulta difícil desglosarlas y exponer cada cosa por separado. Cada parte
hay que entenderla en función del todo, de suerte que es arriesgado establecer un orden entre las
diferentes materias, pues todas están implicadas unas en otras y se reclaman necesariamente.A sí,
por ejemplo, los dos grandes problemas con que se enfrenta Platón, el del ser y el del saber,
dependen entre sí de tal suerte, que su actitud ante cada uno de ellos aparece siempre dependiendo
del otro. Su concepto del ser depende de su concepto de ciencia, y a la vez en su concepto de
ciencia va implícito su concepto del ser. Y lo mismo sucede con el problema moral del sentido
práctico de la vida humana, que a la vez domina y depende de los dos anteriores.L a nota distintiva
de Platón es su aspiración hacia una realidad absoluta, la cual se concreta en su teoría de las Ideas,
con la que trata de dar respuesta a los tres grandes problemas: del ser, del saber y del obrar. Este
sería quizá el orden más lógico de exposición del platonismo. Pero, conservándolo im plícito,
hemos adoptado el de exponer previamente su concepto de la ciencia, en cuanto camino que
conduce al conocimiento del Absoluto, completándolo con la indicación de otros caminos
extrarracionales que Platón considera que conducen al mismo término. D e esta manera podemos
exponer después ordenadamente su concepto del ser, abarcando los dos grandes sectores de la
realidad: el mundo trascendente de las Ideas y el mundo físico de los seres sensibles, en el que
entran su T e o logía, su Astronomía y su Cosmología.En cuanto al procedimiento adoptado, en
unos problemas nos atenemos a una exposición libre, agrupando los datos dispersos en los
distintos diálogos, mientras que en otros, como en la teoría de las Ideas, hemos seguido un
procedimiento genético, examinando su desarrollo a través de las distintas etapas en que se
desenvuelve el pensamiento de Platón.
Sócrates halló la solución del problema del conocimiento científico con su método dialéctico
como camino para llegar a la formación de conceptos universales, expresión de la esencia de las
cosas y base de sus definiciones. La estabilidad y necesidad requeridas por el conocimiento
científico, que era imposible conseguir por la simple percepción sensible en el orden ontológico,
se lograba por la razón en el orden lógico, en los conceptos abstraídos de la realidad,
conservando las esencias de las cosas, prescindiendo de sus diferencias particulares y de su
carácter móvil y temporal.
Platón hereda el procedimiento dialéctico pero marca un retroceso resucitando las antítesis
entre Parménides y Heráclito.
1- Concepto de ciencia:
Con esto queda formulada su teoría de las Ideas. Para Platón, ser y conocer son cosas
correlativas, de tal manera que los grados del conocer corresponden paralelamente en una
adecuación exacta a los grados del ser:
Con la teoría de las Ideas la realidad queda dividida en dos grandes sectores:
1) El mundo superior, eterno, supraceleste, en el cual se hallan las Ideas, que son entidades
reales, subsistentes, perfectísimas, puras, inmateriales, eternas e inmutables, inmóviles,
invisibles a los ojos del cuerpo y solamente perceptibles por la inteligencia. Son
verdaderas entidades reales, razones objetivas (λόγοι) y los modelos de todas las cosas,
el fundamento de toda verdad y de la certeza absoluta.
2) El mundo cósmico, visible, en el cual hay que distinguir dos grandes secciones:
a. La región celeste, que ocupa un lugar intermedio entre la región de las Ideas y el
mundo terrestre, es el conjunto de once esferas giratorias superpuestas, que se
mueven en el éter, en las cuales están situados los astros y los planetas, que son
seres divinos, incorruptibles, perfectísimos, con un cuerpo esférico de fuego y
con un alma que es la causa de su movimiento. Los astros y los planetas son la
morada de los dioses, de los «demonios» y de las almas separadas.
b. El mundo físico terrestre, que es el mundo de los seres sensibles compuestos de
los cuatro elementos materiales, móviles, sujetos al cambio, a la generación y a
la corrupción, conforme al concepto de Heráclito.
2- Tras grados de conocimiento:
Conocimiento sensitivo, que tiene por objeto los seres materiales y sensibles (sentidos).
Conocimiento racional discursivo, que versa sobre el concepto de número y de cantidad
(imaginación, razón discursiva).
Conocimiento racional intuitivo, que versa sobre los seres carentes de toda materia y
de toda cantidad (entendimiento).
Alegoría de la caverna:
Alegoría: Los hombres que viven en este mundo son semejantes a prisioneros que nunca han visto la
luz del sol y que se hallan encadenados de pies y manos en el fondo de una gran cueva, de espaldas a
la única abertura de entrada que da al exterior. Dentro de la caverna y detrás de ellos arde una hoguera,
que tampoco pueden ver, por hallarse de espaldas y porque se interpone una valla, a lo largo de la cual
van pasando hombres portadores de figuras de cosas y de animales. Los prisioneros solamente pueden
escuchar sus voces y contemplar las sombras (φλυαρία) que se proyectan sobre el fondo de la pared.
En ese estado permanecen hasta que alguien les libera de sus cadenas y pueden salir de la cueva a
contemplar la luz del sol y las cosas reales.
Significado: De la misma manera, los hombres, mientras viven encerrados en su cuerpo, solamente
pueden ver las cosas del mundo sensible, que no son más que imágenes (εικόνες), o sombras de las
verdaderas realidades, hasta que la Filosofía y la Dialéctica les liberan de sus cadenas y les permiten
contemplar el mundo ideal, cuyo Sol es la Idea de Bien.
Conforme a este concepto establece Platón su jerarquía de las artes y de las ciencias, las cuales
se escalonan en perfección según los objetos sobre los cuales versa su estudio: «La ciencia en
sí es ciencia del conocimiento en sí, o de aquello, sea lo que quiera, a que deba asignarse ésta como a su
objeto; una ciencia o tal o cual ciencia determinada lo es de un conocimiento uno y determinado».
Este concepto jerárquico del saber aparece en el plan de educación del República:
0) Platón no menciona las ciencias físicas, porque no las considera como ciencias. Su
lugar lo ocupan las artes manuales (agricultura, carpintería, construcción,
navegación, etcétera), que Platón no prescribe para los guerreros y los filósofos,
por considerarlas propias de la clase inferior.
1) El ciclo elemental para los guerreros y los filósofos se reduce a:
o La Gimnástica para el cuerpo.
o La Música para el alma.
2) El ciclo superior:
- Para los guerreros comprende las siguientes ciencias, cada una de las cuales se
especifica por versar sobre un objeto determinado:
Logística (ciencia del cálculo).
Aritmética (ciencia de los números).
Geometría plana (desarrollo de la línea que forma un plano).
Estereométria (desarrollo de un plano que forma un sólido en
movimiento).
Astronomía (ciencia del sólido en movimiento).
Música (en un sentido superior, como propia de los filósofos)
3) La cumbre de la ciencia es la Dialéctica, reservada exclusivamente para los filósofos
gobernantes, que ocupa el más alto lugar y alcanza el último límite de lo inteligible,
como ciencia del ser puro de las Ideas.
4- Jerarquía del saber en el Diálogo «Filebo»:
El Filebo nos ofrece otra distribución semejante de las artes y de las ciencias:
1) Las Artes manuales o productivas (las más inferiores), que tienen por objeto la
producción y están subordinadas a las Matemáticas en cuanto que necesitan utilizar
el número, el peso y la medida. Son las siguientes: Música, Medicina, Agricultura,
Navegación, Estrategia militar y Construcción.
2) Las Ciencias educativas, que tienen por objeto la educación. Se componen de las
Matemáticas, las cuales son de dos clases, vulgares y filosóficas, y son: Aritmética,
ciencia de los números; Logística, ciencia del cálculo; Metrética, arte de la medida;
Geometría.
3) La Dialéctica: El conocimiento del ser y de la realidad verdadera.
5- Grados de la ciencia:
A este concepto de la realidad corresponden correlativamente los grados del conocimiento, siendo
el inferior aquel conocimiento que se refiere al mundo terrestre de los seres materiales, mudables,
efímeros, relativos y contingentes, tal como los perciben los sentidos.
Platón no encubre su escasa estima del grado de conocimiento a que puede llegarse en el estudio
del mundo terrestre.
b. Matemáticas:
Las Matemáticas ocupan un lugar intermedio entre los conocimientos pertenecientes al mundo de
la génesis, que no transcienden la opinión (δόξα), y la ciencia perfecta (νόησις), que versa sobre
el verdadero ser, que es el ser perfecto de las Ideas.
Este orden de ciencia, comprendido bajo la denominación común de Matemáticas, tiene tres
aspectos distintos:
La Astronomía constituye en Platón una verdadera Teología astral, ya que los dioses no
ocupan el supremo lugar del ser, sino el inmediatamente inferior a las Ideas.
Según Aristóteles, Platón, al fin de su vida, habría colocado entre los seres sensibles y el
mundo de las Ideas un plano intermedio de seres, constituido por los Números,
concebidos como entidades reales y subsistentes, a la manera pitagórica. Estos seres
tendrían solamente cantidad, y constituirían el objeto propio de las Matemáticas.
El concepto de las Matemáticas en Platón, tal como aparece en los Diálogos, consiste en
admitir tres clases de números:
o Los Números ideales, que son los números en sí: el Uno, la Diada, la Década y
las figuras geométricas perfectas: el círculo en sí, y las tres clases de triángulos.
A éstos se aplican perfectamente todas las expresiones con que Platón describe las
operaciones propias de las Matemáticas.
o Los números sensibles, tal como son utilizados por las artes mecánicas.
Las Matemáticas son ciencias, pero quedan todavía dentro del conocimiento propio de la
razón discursiva (διάνοια), y no llegan al conocimiento perfecto por intuición. Proceden
estableciendo hipótesis (ύττοθεσεΐζ, ύττοτίθεται) y pasan de unas a otras hasta llegar a
conclusiones, sin llegar a lo incondicionado ni a la realidad suprema.
- Aspecto vulgar, práctico, tal como son utilizadas en las artes mecánicas, que emplean el
número, el peso y la medida.
- Aspecto filosófico, educativo, tal como las utilizan los filósofos.
c. Dialéctica:
La Dialéctica tiene en Platón dos aspectos, uno lógico y otro ontológico, pero tan estrechamente
unidos, que llegan a resultar inseparables.
Aspecto lógico: Dialéctica significa el arte de la discusión por medio del diálogo
(διαλέγεσθαι) y consiste en saber interrogar y responder, resolviendo las dificultades y
avanzando por medio de preguntas y respuestas hasta llegar a una conclusión.
Ambos procedimientos, análisis y síntesis, deben combinarse entre sí para llegar a la claridad de
conceptos requerida por la Filosofía, la cual es la ciencia que «desentraña una idea única repartida:
a) en muchos individuos, cada uno de los cuales existe aisladamente; b) descubrirá luego una multitud de
ideas diferentes entre sí y que se hallan implicadas en una idea única; c) después una sola, que permanece
en su unidad bajo el conjunto de otras muchas, y, por último, d) éstas ya distintas y definidas en todos los
aspectos».
Así entendida la Dialéctica, y manteniéndola en sus justos límites de orden lógico, quedaba
perfectamente resuelto el problema de la ciencia, elevando los conocimientos de su particularidad
ontológica al orden d ela uiversalidad lógica del conocimiento científico.
Aspecto ontológico:
Platón atribuye realidad ontológica a los conceptos abstractos. Con esto su Dialéctica queda
convertida en una verdadera Ontologia y elevada a la categoría de ciencia suprema (νόησις),
cuyo objeto son las entidades trascendentes del mundo ideal, que están por encima de todo
cuanto pueden percibir los sentidos, la imaginación y la razón discursiva (διάνοια).
Una vez llegada la Dialéctica hasta el conocimiento de las Ideas, debe proseguir su labor,
reduciéndolas todas a su último principio de unificación, totalmente incondicionado y que
no presuponga ningún otro. En la República aparece la Idea de Bien como la suprema, como
la cumbre de todos los seres, como último principio, del cual dependen y participan todas las
demás cosas.
De esta manera, por medio de la Dialéctica se llega a conocer las cosas por sus razones supremas
de ser, que son las Ideas subsistentes, y se pasa de la opinión y de la razón discursiva a la verdadera
ciencia. Así se logra también una visión comprensiva y totalitaria de la realidad en toda su
amplitud.
El filósofo es el que llega a conocer el verdadero ser, en especial la Idea de Bien, que es la
cumbre de todos los seres. Propio del filósofo es el conocimiento perfecto (γνώμη, γνώσις,
επιστήμη) de la realidad, a diferencia de los amigos de opiniones (φιλόδοξοι), los cuales sólo
conocen las realidades de las cosas intermedias que flotan entre el ser y el no-ser. Platón expresa
en la alegoría de la caverna la misión que corresponde a los filósofos: Consiste en sacar a los
demás hombres de las tinieblas de la ignorancia y de las sombras de la opinión hasta hacerles
llegar a la contemplación de la verdades realidad del mundo de las Ideas, presidido por la Idea
de Bien.
Por esto los filósofos deben ser los guías de los demás hombres. Los gobernantes deben ser
filósofos, y los filósofos, gobernantes, pues son los únicos que pueden llegar a percibir las normas
eternas y subsistentes de la conducta humana, que son las Ideas.
No obstante, la ciencia perfecta, por contemplación directa de las Ideas (óyis), no puede
alcanzarse en esta vida mientras el alma se mantenga encerrada en la cárcel de su cuerpo,
sino después de la muerte, cuando quede libre de su envoltura material. En la presente vida sólo
es posible alcanzar un conocimiento lejano, indirecto, por medio del raciocinio, que ayuda a
despertar la reminiscencia de lo que el alma conoció en otra existencia anterior.
La Dialéctica puramente racional no expresa por completo el carácter del platonismo, refiriéndose
a otros medios extrarracionales para trascender la relatividad de los seres del mundo sensible y
llegar a la posesión del Absoluto.
En el Banquete la Filosofía aparece como una especie de locura divina que diviniza al hombre y
lo conduce al conocimiento de la belleza trascendente. El proceso ascensional del Banquete tiene
cuatro grados:
1. El amor al cuerpo bello del amado conduce al amor de una belleza física impersonal.
2. Este al de la belleza moral de las almas.
3. Este al amor de los sentimientos y pensamientos bellos.
4. Finalmente, se llega hasta el amor de la Belleza absoluta, trascendente y suprasensible,
causa de la belleza de todas las cosas.
Platón no se contenta con un simple conocimiento racional, sino que aspira al retorno al estado
feliz primitivo, en que el alma, libre del estorbo del cuerpo material, disfrutaba de la
contemplación directa del mundo superior, en lo cual concibe la felicidad suprema del hombre.
La contemplación directa de las Ideas es imposible mientras el alma se mantenga unida al
cuerpo material, por lo que el esfuerzo combinado de la Dialéctica, del Amor y de la Virtud
deberá consistir en:
Este sentido catártico de la Filosofía aparece sobre todo en el Fedón, en contraste con el
hedonismo mitigado del Banquete.
Este anhelo purificatorio se traduce en un desprecio de las cosas del mundo que llega hasta
convertir la Filosofía en una meditatio mortis, en una preparación para la muerte, considerada
un bien que trae consigo la liberación de todos los males. Por esto el verdadero filósofo debe
aprender a morir y prepararse para la separación del alma y el cuerpo, desedeñando los placeres
y los bienes propios del cuerpo para purificar su alma. En esto se distinguen:
El ideal de la Filosofía en el Fedón consiste en una evasión del mundo ficticio sensible al mundo
inteligible, donde se hallan las verdaderas realidades.
En el Fedro se atenúa un poco el sentido ascético del Fedón, realizando el filósofo su misión no
tanto por los caminos de la mortificación cuanto por los del amor y de la ciencia.
Las almas destinadas a encarnarse en cuerpos de filósofos son las que lograron entrever algo
de las realidades del mundo superior y conservan una leve reminiscencia de lo contemplado
en su existencia anterior. Una vez unidas al cuerpo, vuelven a reconstruir sus recuerdos por
medio de la D ialéctica, concentrando en la unidad de las Ideas la multiplicidad de las
sensaciones recibidas de las cosas sensibles.
El filósofo «se aparta de los objetos a que tiende el interés de los hombres y se adhiere a lo divino».
Le corresponde la misión educadora de derramar las semillas de la verdad, en las almas de los
jóvenes para enseñarles el camino de la salvación. Así aparece la Filosofía como una especie de
saber intermedio entre la ciencia contemplativa, por intuición directa, que es propia de los dioses
y de las almas separadas, y el conocimiento puramente sensitivo.
3- La reminiscencia.
Al unirse con el cuerpo, esos conocimientos quedan oscurecidos, pero el alma conserva innata
toda su ciencia (επιστήμη ένοϋσα), y solamente necesita volver a recuperarla por medio del
recuerdo.
El alma para Platón no es la tabula rasa de que hablará Aristóteles, y, por lo tanto, aprender no
es adquirir nuevos conocimientos, sino tan sólo recordar lo ya conocido en su existencia
anterior. A ello contribuyen los procedimientos racionales de la Dialéctica y también las
impresiones que los sentidos reciben de los objetos del mundo corpóreo, los cuales son copias o
imitaciones de las realidades del mundo superior invisible.
La teoría de las Ideas constituye el eje central del desarrollo del pensamiento platónico en el que
van implícitos todos los problemas planteados por el pluralismo de los pitagóricos, el movilismo
de Heráclito y el monismo estático de los eléatas. Platón trata de superar las antítesis entre lo
uno y lo múltiple, lo móvil y lo inmóvil, lo contingente y lo necesario, lo relativo y lo absoluto,
el ser y el no-ser.
Con esa teoría pretende dar una respuesta a los grandes problemas del ser, de la ciencia y de la
verdad:
- Salvando por una parte la multiplicidad real de las cosas y la realidad del movimiento.
- Buscando el fundamento del ser, de la verdad y de la ciencia en objetos fijos, estables
y absolutos por encima de la movilidad, la impermanencia y la contingencia de las cosas
del mundo que perciban los sentidos.
Sócrates había hallado el verdadero camino para la solución del problema de la ciencia con su
método inductivo. Este es el método que Platón emplea en sus primeros Diálogos, aplicándolo a
objetos de orden moral: el concepto de «santidad», de «bien», de «justicia»…
Pero Platón entendió que la existencia de seres múltiples, contingentes, mudables y relativos
necesita la de una realidad fija, estable y absoluta; hallando la solución del problema al atribuir a
esos conceptos no sólo valor mental, lógico y abstracto, basado en la realidad, sino también valor
ontológico, considerándolos como entidades reales, subsistentes, situadas en un mundo superior
al físico que perciben los sentidos. De esta manera la realidad quedará dividida en dos mundos
distintos y contrapuestos, que se contraponen como loperfecto y lo imperfecto ontológicamente
entendido:
a) Hippias mayor— Los primeros indicios de esta modalidad del pensamiento platónico
aparecen en este diálogo.
b) Cratilo— Los análisis etimológicos del Cratilo indican que es imposible establecer
firmemente una ciencia del lenguaje para dar razón de las cosas significadas. Como
solución sugiere Platón la existencia de realidades permanentes, inmutables y siempre
idénticas por encima del fluir de las cosas particulares del mundo físico, las cuales sirvan
de fundamento al conocimiento científico: «No puede haber conocimiento si todo se
transforma y nada permanece».
Razona que el amor (ερως) conduce al filósofo hasta la única ciencia verdadera, que consiste
en la contemplación de la Belleza en sí, realidad subsistente, objetiva, trascendente, eterna,
inmutable, imperecedera, autosuficiente, simple, incorpórea, divina y modelo del cual
participan todas las cosas bellas.
Platón afirma la existencia de dos mundos, uno visible y otro invisible, a cada uno de los
cuales pertenecen distintas clases de seres con caracteres opuestos:
ARGUMENTOS:
LIMITACIONES:
e) República.— A partir del libro V se desarrollan los conceptos del Fedón: se delimita
claramente la contraposición entre los dos mundos.
La Idea de Bien es la causa, el fin y la razón última del ser, de la verdad y la fuente del
conocimiento de todas las cosas.
Platón lleva hasta el término el paralelo entre los «dos reyes» de los dos mundos, el sol del
mundo visible, que produce la luz, por la cual podemos ver los colores, y que además da el ser,
vivifica, fecunda y da el crecimiento a las cosas, y la Idea de Bien, sol del mundo inteligible,
que no sólo produce la verdad y permite al ojo del alma ver las Ideas, sino que da la esencia y
la existencia a todas las cosas, aunque él queda por encima y fuera de toda esencia. Es el que
hace perfectas a las mismas Ideas, dándoles la plenitud del ser que les corresponde, y en este
sentido, en cuanto que da la perfección y la plenitud del ser que corresponde a cada una, está
en todas las cosas.
Indica que debajo del mundo de las ideas, y dentro del mundo cósmico, existen las almas, las
cuales son la fuente y el origen del movimiento. Son de varias clases: alma universal, dioses
y almas humanas.
Platón describe en forma mítica la cabalgata celeste de las almas, en carros tirados por
caballos alados, que avanzan vertiginosamente con movimiento circular por las once
esferas de los cielos, precedidas por los dioses. La procesión divina llega hasta el extremo
del cielo y desde allí contempla las esencias supremas, las Ideas, que están situadas fuera
del cielo. Los dioses gozan permanentemente de su visión, pero las almas inferiores, cuyos
carros son arrastrados por dos caballos, uno bueno y otro malo, pueden perderla cuando el
segundo prevalece sobre el primero.
La relación entre el mundo de las Ideas y el de las cosas sensibles se expresa en el Fedro
en términos de imitación. Las cosas del mundo físico son semejanza, imágenes, imitaciones
de las realidades verdaderas del mundo superior.
g) Parménides— La discusión del diálogo se abre dando por supuesta la teoría de la realidad
dividida en dos mundos distintos:
o Uno el sensible (τά αισθητά), al que pertenecen los seres corpóreos, sujetos al
cambio y que más bien no-son que son (heraclitismo).
o Otro, el ideal (τά νοητά), compuesto por esencias inteligibles, incorpóreas,
estáticas, inmóviles, permanentes en sí mismas, privadas de acción y de pasión.
Es el mundo del Ser, de la verdadera realidad (eleatismo).
c. Aun supuesta la existencia del mundo ideal, las Ideas serían incognoscibles
para los hombres del mundo sensible. El mundo ideal y el mundo sensible
serían paralelos, pero incomunicables: «Todo el que admita que a cada cosa
corresponde una esencia en sí, debe admitir que ninguna de esas esencias
existe en nosotros».
Las esencias de las Ideas se hallan en relación recíproca entre ellas mismas, pero
no en relación con las cosas del mundo sensible. La ciencia en sí corresponde a
los objetos en sí; por lo tanto, la ciencia humana solamente es válida para el
conocimiento de las cosas del mundo sensible, pero no para conocer las esencias
del mundo ideal.
h) Sofista—Para dar respuesta a las dificultades que quedaron sin resolver en Parménides,
se ve obligado a introducir modificaciones muy notables en su concepto de Ser y superar
el inmovilismo de los eléatas.
Parménides había sintetizado su concepto del ser en: «El ser existe, el no-ser no existe». Con esto la propiedad
fundamental del Ser era la unidad, negando toda multiplicidad real de los seres. De esta manera el eleatismo
revestía la forma de un monismo total, negando la existencia de la pluralidad y del movimiento.
Su esfuerzo para superar el eleatismo se debe a su deseo de:
Platón procede contrastando entre sí las distintas posiciones de los filósofos anteriores:
1º- Las «musas jónicas y sicilianas» (Heráclito y Empédocles), para quienes el ser es uno y
múltiple a la vez, reconociendo que existe la pluralidad y el movimiento.
2º- Los eléatas (monismo estático), para quienes el ser es uno, entero y compacto,
reconociendo que no existe la pluralidad ni el movimiento.
3º- La de los «hijos de la tierra» (los fisiólogos antiguos, materialistas), que reducían el ser
a lo corpóreo y a lo que se percibe por los sentidos.
4º- Los «amigos de las Ideas», que reducen el Ser a lo incorpóreo. En esta corriente incluye
la postura que había mantenido hasta ahora, aunando el doble influjo del heraclitismo y
el eleatismo, y describiendo la realidad dividida en dos sectores contrapuestos:
o El mundo superior de las Ideas, esencias puras, inteligibles e incorpóreas,
permanentes, inmutables, rígidas, estáticas, inmóviles, sin actividad ni pasividad,
dotadas de la característica de la unidad, en las cuales se concentraba propiamente
todo el ser. Con ellas se pone en comunicación el alma por medio de la razón.
o El mundo físico sensible, integrado por entidades corpóreas, materiales, móviles,
múltiples, impermanentes, sujetas al movimiento y al cambio, a la acción y a la
pasión, siempre mudables y diferentes. Es el reino del hacerse (γένεσις), y por
esto no pasan de ser sombras, apariencias, imágenes, im itaciones,
participaciones de las realidades superiores. Con ellas se pone en comunicación
el cuerpo por medio de los sentidos.
El estatismo de las Ideas hace incoerentela perfección de las Ideas con el hecho de que
estén privadas de vida, de alma, de pensamiento y movimiento.
Modificación: El ser no es puramente estático ni puramente dinámico, sino que
es a la vez estático y dinámico. El movimiento y la quietud son dos géneros
distintos y contrarios, pero ambos tienen de común otro tercer género, que es el
ser. Con esto tenemos ya tres géneros supremos, que entran en la constitución
de todas las cosas:
El Ser, que se comunica a todos los géneros de seres, sin multiplicarse
ni dividirse en sí mismo y sin perder su unidad ni su identidad, es el
principio de adhesión de los seres y el vínculo de su unidad.
El movimiento y la quietud, introducen la vida, el dinamismo y la
actividad en el seno mismo del ser, pero al ser cosas contrarias, no
pueden comunicarse entre sí. Por ello, cada uno, independientemente, se
comunica con el Ser.
Dando un paso más, hallamos que cada uno de esos tres géneros es idéntico
a sí mismo (ταύτόν) y al mismo tiempo es diverso (θάτερον) de los demás.
Por lo tanto, hay otros dos géneros, que dan razón de la unidad y de la
diversidad de los seres:
Establece la noción de no-ser como realidad. Cada uno de los cinco géneros
mencionados puede decirse que:
o Es, en cuanto que participa del ser y en cuanto que es idéntico consigo mismo.
o No es, en cuanto que es diverso de todas las demás cosas de las cuales se
distingue.
El No-Ser adquiere un sentido ontológico positivo de género supremo, que se añade a los
cinco precedentes. El No-ser existe, y en unión con el género supremo de lo Diverso
contribuye a constituir las cosas, distinguiéndolas y diferenciándolas unas de otras. Ejerce la
función importantísima de separar y limitar cada uno de los seres, tanto del mundo ideal como
del sensible, y de servir como substrato de todas las mutaciones del mundo corpóreo.
Por último, otro género supremo, el Logos, que es la trama o el complejo de relaciones
posibles entre las Ideas, a cuyas combinaciones dialécticas en el orden mental
corresponden otras semejantes en el orden de la realidad ontológica.
A la Dialéctica, le corresponde distinguir y separar las Ideas entre si, estableciendo sus
divisiones en géneros y especies, y después en saberlas combinar, señalando cuáles son las
que pueden comunicarse, teniendo en cuenta que no todas pueden combinarse, sino sólo
aquellas que tienen afinidad unas con otras y que no implican contradicción. Ejemplos: La
gramática y de la música.
IDEA GENERAL:
Con esto queda establecida una jerarquía articulada de especies y de géneros, todos los cuales, a su vez, se
subordinan al Ser, que es el género supremo. Todas las Ideas participan del Ser, sin identificarse con el
mismo, en función de lo Idéntico y de lo Diverso, y de los demás géneros supremos: Movimiento y Quietud.
Además, estas son delimitadas por el No-Ser, que ejerce la función positiva de separarlas y distinguirlas
entre sí.
Sin menoscabo de su identidad y de su inmutabilidad, tienen vida, pensamiento y movimiento. Las Ideas
pueden mezclarse (μίξις) y combinarse extrínsecamente entre sí, conservando cada una su identidad
intrínseca, aunque no todas indistintamente, sino sólo las que son afines y no implican contrariedad mutua.
Es una comunicación parcial extrínseca la que las liga unas con otras, dejando intacta su esencia interna y
su propia naturaleza, su pluralidad y su variedad.
La enseñanza oral de Platón en sus últimos años (άγραφα δόγματα), referida por Aristóteles, se
ha incluido un predominio creciente del pitagorismo, de suerte que, sin abandonar su teoría de las
Ideas, habría llegado a revestirla con una expresión matemática. Según Aristóteles, Platón, en
la última fase de su pensamiento, habría creído en la existencia de tres órdenes distintos de
entidades reales:
Los números pares (2, 4, 8) resultan de las tres primeras potencias del 2. Los impares (3, 5, 9)
se producen sumando la unidad a cada uno de los pares. Sumando la unidad al 6 resulta el 7.Y
multiplicando por 2 el 3 y el 5 tenemos el 6 y el 10. Con lo cual queda completa la Década.
La doctrina propia de Platón, tal como se desprende de sus Diálogos, podemos reducirla a lo
siguiente:
Al orden ideal pertenecen también las figuras geométricas ideales: el círculo en sí, las tres especies
de triángulos. Tanto los números como las figuras geométricas de este orden ideal son únicos y
no se pueden multiplicar ni repetir.
En realidad, del examen de los Diálogos de Platón no resulta una matematización de las Ideas ni
una sustitución de las Ideas por los números, sino que los números son elevados a la categoría
de Ideas, ocupando un lugar idéntico al de las que ya conocemos.
Platón nunca determinó con precisión el número de las entidades que componen su mundo ideal.
Tampoco estableció Platón un orden fijo y constante entre las entidades pertenecientes a su mundo
ideal. No obstante, quizá podría establecerse el siguiente orden jerárquico entre las distintas
entidades que integran el doble mundo platónico:
Las relaciones entre ambos son la participación (μέθεξή) y la imitación (μίμησή), a las cuales
hay que añadir otros términos con que trata de explicar las relaciones de las Ideas entre sí y con
el mundo sensible: presencia, sostén (παρουσία), adhesión (εττιείναι), comunicación
(κοινωνία) e inherencia (ττροσγίγνεσθαι).
C. TEOLOGÍA.
D. EL MUNDO SENSIBLE: La obra del Demiurgo.
E. ÉTICA.
F. POLÍTICA.
III. Claves del platonismo:
a. Platón, lo sensible y la idea.
b. El amor y la belleza.
c. El mito de “los dos caballos”.
d. Dialéctica y ontología.
e. “Parménides”, “Sofista”, “Filebo”, y “Timeo”.
IV. Lectura de fuentes: el Banquete, Crátilo, Fedro y Timeo.