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PARA LA CALIDAD DE LA LEGISLACIÓN, SE NECESITA DOS CÁMARAS

En el año 1979, aquellos estudiantes tuvieron la oportunidad de estudiar en las


aulas y apreciar en la práctica la vigencia de sistema parlamentario bicameral,
instituido por una Asamblea Constituyente al finalizar el régimen Dictatorial
iniciado en el 03 de Octubre del año 1968 liderado por el General Velasco
Alvarado. Promulgado el texto constitucional de 1979, contenía una
conformación del Parlamento dividida en dos CAMARAS, una la de DIPUTADOS
o denominada también “cámara joven” o “cámara baja” elegidos por una
circunscripción territorial departamental y los SENADORES o “cámara alta”
elegidos por representación nacional. De esta manera, la dación de normas
legales tenía un contrapeso en una Cámara más madura, representativa y hasta
cierta forma con mucha experiencia, debido a la edad de sus conformantes,
debido a los requisitos establecidos para poder asumir tal cargo, así como el
hecho de contar con el respaldo de diferentes sectores sociales a nivel nacional.

El proyecto de ley presentado en el 2017 del congresista de Fuerza Popular (FP)


Kenji Fujimori para que retorne la bicameralidad en el Congreso de la República
ha levantado polémica en el ambiente político. El debate iniciado durante la
legislatura pasada en el seno de la Comisión de Constitución aprobó el proyecto
de ley que propone restaurar la bicameralidad en el Parlamento peruano.
¿Qué cambios supone volver a un sistema que rigió en nuestro país desde 1828
hasta 1992, cuando Alberto Fujimori cerró el Congreso? Para empezar,
implicaría la reforma de 41 artículos de la actual Constitución Política y la
conformación de dos cámaras: una de 130 diputados y otra de 60 senadores.
Eso, lejos de generar un mayor gasto al Estado, significaría más eficiencia en la
labor congresal, según explicó Omar Chechade, presidente de esta comisión.
“En un sistema de doble cámara en cinco años solamente 25 leyes fueron
observadas, mientras que bajo el actual sistema 270 se revisaron a pedido del
Ejecutivo. Así se gasta mucho más”, por su parte, el legislador Javier Bedoya
(PPC-APP) precisó además que el sistema bicameral permitirá un mejor control
y mayor visión de la problemática nacional: “Se debe tratar de combinar una
cámara cuyos integrantes tengan una visión nacional (Senado), y otra que
responda a representantes con una visión más local (diputados)”.

La Cámara de Diputados se encargaría del control político y de aprobar


proyectos de ley en primera instancia, los mismos que luego serían ratificados o
desestimados por el Senado, convertido así en una “cámara reflexiva”. Además,
el proyecto de ley precisa que para ser senador se requeriría haber cumplido 35
años, y 25 años para ser diputado, la bicameralidad contribuiría a fortalecer lazos
con los países que tienen ese sistema y que forman parte de la Alianza del
Pacífico: Colombia, Chile y México.
Entonces se comenzaría con la reforma total o parcial de la constitución, la
aprobación de normas con rango de ley, modificación de las ordenanzas
municipales; y las materias relativas al proceso de descentralización.

El presidente de la República, Martín Vizcarra, señaló que su propuesta de


retornar a la bicameralidad es una reforma de “mediano y largo plazo”. Esta
propuesta polémica, algunos de los parlamentarios se mostraron a favor de la
medida y consideraron que permitirá un mejor desarrollo de las leyes. Mientras
que los fujimoristas Héctor Becerril, Rosa Bartra y Luz Salgado dijeron que el
regreso del Senado demoraría aún más la aprobación de leyes.

Coloquemos las cartas sobre la mesa; actualmente y en el marco de los distintos


procesos de reforma política en curso, la tendencia para indicar que el
unicameralismo ha recobrado la predominancia en el ámbito legislativo
provincial. Sin embargo, una y otra opción gozan de argumentos a favor, entre
los argumentos vertidos a favor del sistema Bicameral detalla los siguientes:

La doble instancia legislativa sirve como un freno para la legislación apresurada


e irreflexiva. Una segunda cámara constituida de manera diferente a la anterior
tiende a frenar tales tendencias y permite una consideración serena y cuidadosa
de los proyectos legislativos.

La Cámara única no sólo es incapaz de asegurar una legislación acertada y


prudente sino que necesariamente lleva en si el germen de la tiranía
parlamentaria, que el lo más terrible por ser la más irresponsable y poderosa.

La existencia de dos cámaras permite a la segunda, una competencia técnica o


de representación de intereses particulares.

En la fundamentación de alguno de los proyectos tratados durante la Convención


Reformadora de 1987, se afirmó que las provincias más importantes del país
habían adoptado esta modalidad entendiéndose que las que mantiene el
unicameralismo habrán de abandonarlo “…cuando el desarrollo de la riqueza y
con ella a complicación del interés en las funciones de gobierno imponga
mayores discusiones y criterios, ampliado las deliberaciones…”

En el mismo proceso reformador se ha sostenido que el sistema bicameral ha


sido tradicional en nuestro país, tanto en el orden nacional como en el provincial.
La cámara de Diputados es la autenticca representante del pueblo de la
Provincia, tomada ésta com distrito único. El senado constituye al representación
geopolítica provincial. La Provincia presenta realidades muy distintas y ellas
deben ser plasmadas en una representación diversas dentro de las propias
Cámaras.

Por otra parte, el sistema bicameral brinda seguridad jurídica, ya que garantiza
una mayor estudio de los proyectos por el doble debate, posibilitando el dictado
de normas correctas y adecuadas.
La doble Cámara trae aparejado el control interórgano, la existencia de dos
cuerpos legislativos evita los abusos y excesos a que solo uno puede
abandonarse; la Cámara revisora puede siempre servir de freno y control a la
iniciadora.

Ahora bien, en cuanto a los fundamentos esgrimidos a favor de los sistemas


unicamerales, podemos citar a los siguientes:

La Cámara única permite una mayor eficiencia y celeridad al posibilitar la sanción


de normas con mayor agilidad, permitiendo al legislador adecuar su gestión a los
requerimientos del gobierno.

Una de las principales críticas que se les efectúa a todos los parlamentos es la
lentitud y no la precipitación; añadir un freno complementario agrava el mal que
sería necesario corregir. Con normas adecuadas de trabajo interno se asegura
toda la reflexión necesaria.

Rechazando el argumento de que la bicameralidad impide las tiranías


parlamentarias, se sostiene que en la actualidad el monopolio de la
representación política la tienen los partidos organizados que actúan con férrea
disciplina.

El doble examen y los constantes reenvíos de una Cámara a otra, en el


procedimiento de formación y sanción de las leyes, traen aparejada una
manifiesta lentitud.

La necesidad de un cuerpo colegiado poderoso que esté en condiciones de


controlar al Ejecutivo y que nos ea un simple acompañante tardío de las
decisiones tomadas por éste.

La necesidad de dotar a la Legislatura de una mejor organización técnica


eficiente, sin dobles estructuras, ninguna de la cuales es eficaz.
El menor costo operativo

La unidad decisional no debilitada por la división en Cámaras y la sencillez que


requiere la tarea legislativa, son otras de las razones a favor del unicameralismo.
Por lo tanto, antes de pensar en un Congreso actual multiplicado por dos,
debemos tomar en cuenta la posibilidad que encontramos en la bicameralidad
de revertir la situación deplorable a la que ha llegado nuestro Parlamento.
Representará un gasto más, pero si al final el argumento en contra de la
bicameralidad se reduce al gasto y al nivel de aprobación de los congresistas,
será cuestión de tiempo antes de plantear un Congreso de sólo unos pocos
miembros que hayan hecho una labor decente a los ojos de la población.

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