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Tabla de contenido

La Etica y Moral.......................................................................................................................... 2

Aristóteles ................................................................................................................................. 3

La ética Kantiana.................................................................................................................... 6

Platón ......................................................................................................................................... 8

BIBLIOGRAFIA ......................................................................................................................... 12

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La Etica y Moral

La ética es la reflexión sobre cómo debemos actuar: qué acciones son correctas y cuáles no,

qué criterios debemos seguir cuando tomamos decisiones, qué objetivos vale la pena perseguir a

lo largo de nuestra vida…

La pregunta sobre cómo actuar es inevitable: tanto si dedicamos mucho tiempo a pensar

sobre ella como si no lo hacemos, con nuestra forma de vivir estamos dándole una respuesta.

La persona tiene margen de libertad para decidir y, cuando lo hace, escoge la respuesta que, por

un motivo u otro, considera la mejor así, definiendo cada uno de esos conceptos, como el bien, la

justicia… que son abstractos y universales, sabremos en qué consiste ser una persona piadosa, leal,

justa… o al contrario. Con ello se desarrolla un tipo de moral intelectual, ya que sólo podremos ser

virtuosos si somos capaces de saber en qué consiste la virtud. A esto se le denomina

Intelectualismo moral.

Para Sócrates, como para su discípulo Platón, virtud y saber son una misma cosa. Por lo

tanto, no hay personas malas, sólo hay personas ignorantes. Quien sepa lo que es bueno no puede

sino actuar de acuerdo a ello: el mal no es más que la falta de saber, la manifestación de nuestra

ignorancia.

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Aristóteles

Según Aristóteles “todos los seres humanos tienden por naturaleza a ser felices”. Pero

¿cómo conseguir la ansiada felicidad? Él mismo da la respuesta: la felicidad se alcanza

mediante el ejercicio de los hábitos positivos o virtudes.

El filósofo distingue dos clases de hábitos: los positivos o virtudes y los negativos o vicios. Los

primeros nos ayudan a conseguir la felicidad, mientras que los segundos, al contrario, nos apartan

de ella. Por tanto, el problema reside en determinar cómo podemos adquirir y perfeccionar las

virtudes y evitar los vicios.

La persona prudente es aquella que en cada situación en la que tiene que elegir tiene en

cuenta lo que le conviene para el conjunto de su vida. Sopesa los bienes que puede conseguir y

establece entre ellos una jerarquía, para obtener en su vida el mayor bien posible. Quien elige

pensando sólo en el presente y no en el futuro es imprudente. Además, la persona prudente se

propone siempre fines buenos, a diferencia de quien sólo es hábil. Quien es prudente domina otras

dos artes: aplicar los principios morales a los casos concretos (en moral es imprescindible

saber aplicar lo general a las situaciones concretas con prudencia porque cada caso es distinto e

irrepetible) y discernir qué deseos deben ser satisfechos porque nos proporcionarán felicidad y

cuáles no (por ejemplo, el deseo de asesinar o el de ser hipócrita o servil). ¿Cuál es el criterio para

elegir racionalmente? El término medio.

A este propósito, Aristóteles nos indica que toda virtud consiste en un término medio

establecido por la razón, tal y como lo definiría una persona prudente. “En el justo medio está

la virtud”. Por ejemplo, la virtud de la valentía consistirá en un punto medio entre dos extremos

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viciosos: de un lado la cobardía que impide sobreponernos a nuestros miedos y, de otro, la

temeridad, que nos impide verlos. Por tanto, la virtud es un punto medio y resultará difícil

conseguirlo, pues hay muchas maneras de equivocarse y sólo una de acertar, sólo una de dar en el

blanco. No se trata de hallar la media aritmética, sino el término medio que es oportuno para cada

u no de nosotros. En consecuencia, al igual que el arquero, sólo insistiendo una y otra vez con un

reiterado esfuerzo seremos capaces de atinar con frecuencia en el punto medio, es decir, de alcanzar

la virtud y, mediante la virtud, la felicidad. Para ser prudente es necesario entrenarse:

Saber recordar. La prudencia se funda en la experiencia. Podemos hacer que mejora nuestra

vida presente recordando las enseñanzas de la pasada.

Instruirse. El prudente estudia y se informa.

Ser circunspecto. Tener en cuenta el mayor número de circunstancias posibles a la hora de

tomar una decisión. Los principios son importantes, pero los datos de la situación son

fundamentales para tomar decisiones racionales.

Agudizar la capacidad para prever el porvenir. Las personas decidimos en condiciones de

incertidumbre. Quien sea más capaz de prever el futuro hará elecciones más razonables.

Sin embargo, a pesar de lo que dice Aristóteles, sabemos que hay personas muy virtuosas que

son desgraciadas y víctimas de mil sufrimientos, por lo que podemos poner en duda su afirmación

de que “la virtud conduce y proporciona la felicidad”. A este respecto, Aristóteles añade que, para

que un hombre sea feliz, además de un buen comportamiento, necesita tener buena suerte: salud,

dinero, afecto…

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TEXTOS

El fin último: “¿Cuál es el bien supremo entre todos los que podemos alcanzar por medio de la
acción? Casi todo el mundo está de acuerdo en cuanto a su nombre, pues tanto la gente como las
personas cultivadas dicen que es la felicidad, y admiten que vivir bien y obras bien es lo mismo
que ser feliz” ARISTÓTELES. Ética a Nicómaco

El término medio: “Así pues, todo conocedor rehuye el exceso y el defecto, y busca el
término medio y lo prefiere; pero el término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros”
ARISTÓTELES. Ética a Nicómaco

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La ética Kantiana

Inmanuel Kant vive en el siglo de la Ilustración y, como buen ilustrado, piensa que “la razón

humana ha alcanzado la mayoría de edad” y debe convertirse en la única instancia legitimadora

de la validez y la verdad. Todo debe ser sometido a este tribunal supremo de la razón. Kant

revolucionó tanto la teoría científica como la ética. Kant es el padre de las éticas formales.

Según Kant, todas las morales anteriores tienen unos contenidos que guían la acción de las

personas: si quieres ser virtuoso, debes ser sabio; debes evitar el dolor; debes buscar el

placer… Todas esas frases contienen unos juicios morales que se formulan de forma imperativa.

Pero Kant distingue dos grandes clases de imperativos éticos:

Los imperativos hipotéticos suponen una condición. En el

primer ejemplo, la manera de vivir es la condición previa de

IMPERATIVO Si vives conforme a la naturaleza, serás feliz. nuestra posterior felicidad. En el segundo, se considera que dar

HIPOTÉTICO El amor que obtienes es igual al amor que das. amor es necesario para poder recibir amor. Estos imperativos

Sólo triunfarás si trabajas mucho nos indican claramente la opción que debemos elegir para

llegar al fin que deseamos: ser felices, recibir amor, tener

éxito.

Debes respetar la naturaleza Los imperativos categóricos no dan opción para escoger, se

IMPERATIVO Ama a todas las personas imponen, obligan sin más. Son imperativos rigurosos y

CATEGÓRICO Esfuérzate absolutos, sin condiciones.

El objetivo de Kant es que la ética se base en un imperativo categórico; es decir, que se

parta de alguna orden incondicional. Por ejemplo, si ayudo en casa para que mis padres me dejen

salir por la noche, eso no es una decisión ni una actuación moral. Lo sería si ayudo porque lo

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considero mi deber, es decir, porque creo que es mi obligación.

Podemos obrar contra el deber y obrar de acuerdo al deber. En el primer caso, es evidente,

nuestro obrar es moralmente malo. Pero en el segundo caso, aunque aparentemente siempre

será moralmente bueno, para Kant se convierte en un obrar moralmente malo cuando lo hacemos

persiguiendo motivos personales.

Por ejemplo, si robamos, nuestra acción será contra el deber y, por tanto, moralmente mala;

pero si respetamos escrupulosamente las propiedades ajenas, habrá que interrogarse por qué

motivo lo hacemos. Podría ser que lo hacemos porque nos lo prohíben nuestras creencias

religiosas, o porque nos guste presumir de ser honrados o por miedo al castigo… En ninguno

de esos tres casos, Kant considera que se está obrando moralmente bien. Únicamente será moral

cuando la razón que nos impide roba sea, simplemente, porque no debemos intentar robar (sin

ningún otro tipo de añadido ni motivación). Se trata de ser fieles a la norma suprema de la ética

kantiana: el deber por el deber.

Sin embargo, Kant no desea dar ningún contenido concreto a esa obligación, nada que pueda

ser apetecido por unos y rechazado por otros. Por ello, defiende que la ética parta de un deber

que sea universal, es decir, que sirva para todos y que nunca dependa de unas condiciones

concretas para su cumplimiento, como sucede en los imperativos hipotéticos.

Kant elige el siguiente imperativo categórico: Haz en toda circunstancia lo que debas

hacer. Y este imperativo categórico lo enuncia de distintas maneras:

Como un PRINCIPIO UNIVERSAL: Obra de tal manera que la máxima de tu conciencia

pueda valer siempre como ley universal.

Como RESPETO A LA PERSONA HUMANA: Obra de tal manera que trates a los demás

siempre como un fin, jamás como un medio.

Como PRINCIPIO DE AUTONOMÍA: Obra de tal manera que tu voluntad sea autónoma y

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el único principio de las leyes morales y deberes.

Todo esto significa que, para Kant, la actuación moral, el comportamiento humano se somete

al deber, a la auto- obligación, que se impone el sujeto. Nosotros hacemos las normas y nosotros

debemos obedecerlas. Somos, por ello, autónomos, porque las normas morales no dependen de

ningún principio externo (un dios, un grupo social, un código…), sino de la racionalidad y la

voluntad del propio sujeto.

Resumiendo, la ética de Kant es categórica, autónoma y formal. Es una moral del deber: toda

acción moral debe ser conforme al deber y debe hacerse por el deber, sin esperar una recompensa

externa.

Evidentemente, se trata de una moral de difícil cumplimiento, ya que exige cierta madurez

del sujeto y una gran fuerza de voluntad. Por supuesto, una de las condiciones necesarias para

poder ser sujeto moral es la libertad. Sin libertad no podría ejercerse la voluntad ni realizarse el

deber.

Platón

Según Platón, el bien es un elemento esencial de la realidad. El mal no existe en sí mismo, sino

como reflejo imperfecto de lo real, que es el bien. En sus Diálogos (primera mitad del siglo IV

a.C.) mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una persona para llevar a cabo su

propia función en el mundo, que vendrá determinada por la parte del alma que domine en cada uno

de los individuos. El alma humana está compuesta por tres partes: La concupiscente conlleva a que

el placer es la ganancia ‘‘riquezas’’; la irascible conduce a la dominación, a la victoria y al deseo

de gloria; la racional es la que siempre tiende a conocer la verdad, sin importar la reputación y las

riquezas que esto proporcione y por esta exclusividad que tiene la razón es digna de llamarla con

toda justicia amante de la ciencia y del saber. Cada una de estas partes del alma, la concupiscible,

la irascible y la racional posee una virtud específica en la persona y juega un papel específico. La

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virtud del intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la vida; la de la voluntad es el

valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la templanza, o el autocontrol.

La virtud última, la justicia, es la relación armoniosa entre todas las demás, cuando cada parte

del alma cumple su tarea apropiada y guarda el lugar que le corresponde. Platón mantenía que el

intelecto ha de ser el soberano, la voluntad figuraría en segundo lugar y las emociones en el tercer

estrato, sujetas al intelecto y a la voluntad. La persona justa, cuya vida está guiada por este orden,

es por lo tanto una persona buena.

Platón fue también un filósofo que tenía una visión de la ética como una forma de política, ya

que recibió cierta influencia aristocrática por parte de su familia, lo cual lo indujo a generar un

sistema igualitario para los habitantes de la polis, y así suprimir la diferencia de clases, pues si

todos son hombres, ¿por qué viven unos bien y otros mal?. A partir de esta visión de Platón sobre

la equidad de clases en la polis, define cómo es el origen de las sociedades. La ciudad toma su

origen de la impotencia de cada uno de nosotros para bastarse a sí mismo y de la necesidad que

siente de muchas. Por consiguiente, cada cual va uniéndose a aquel que satisface a sus necesidades,

y así ocurre en casos múltiples, hasta el punto de que, al tener todas las necesidades de muchas

cosas, agrupándose en una sola vivienda con miras a un auxilio común, con lo que surge ya lo que

denominamos la ciudad. Con la anterior definición de lo que es la sociedad, Platón ve que los

hombres poseen necesidades que los llevan a constituir comunidades en las cuales se construyen

modos de vida, formas de comunicación, métodos económicos y algunas formas militares para la

expansión de terreno o la conquista de otras comunidades para ampliar y satisfacer las necesidades

de poder de los gobernantes que dirigen estas comunidades. Por ello las necesidades de los

gobernantes hacia el alcance del poder, produce en ellos una falta de coherencia y de sabiduría en

sus determinaciones como líderes. De esta manera surge en las sociedades cuatro formas de mal

gobierno que edifican hombres que no serán éticos, ni sabios, tales gobiernos son:

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Timocracia: Los hombres de ése régimen serán. Pues –añadí- amantes de las riquezas. Ni más

ni menos que los de las oligarquías. Y honrarán feroz y desmedidamente el oro y la plata, hasta el

punto de sostener almacenes y tesoros privados en los que oculten las riquezas conseguidas.

Rodearán de murallas sus viviendas, que serán para ellos unos sencillos nidos particulares, en los

que prodigarán a manos llenas el dinero, tanto para mujeres como para todo aquello que les venga

en gana.

Oligarquía: Es un régimen en el que decide la tasación de la fortuna y, por tanto, en el que

mandan los ricos, sin que los pobres tengan participación en él. Pro consiguiente, cuanto más se

honra en una ciudad a la riqueza y a los hombres ricos, meno se estima a la virtud y a los hombres

buenos. Más se practica siempre lo que se honra y se descuida lo que no se estima.

Democracia: Lo cual hará posible organizar la ciudad a gusto de cada uno, al modo como

hacíamos nosotros. Vaya, pues, quien quiera a un régimen democrático, donde podrá elegir, como

en un bazar, el sistema que más le agrade. Una vez que lo haya elegido, se asentará en él y se

adaptará a sus leyes. Pero en tales condiciones la anarquía se adentrará en las familias y terminará

incluso por infundirse en las bestias.

Tiranía: Así, pues, verdaderamente, y aunque así no lo parezca, el hombre tiránico no es otra

cosa que un esclavo, sometido a las mayores lisonjas y bajezas, adulador de los hombres más

viciosos, insaciable en sus deseos, carente de casi todas las cosas y ciertamente pobre si nos

decidimos a mirar la totalidad de su alma.

Ante la justificación de Platón sobre los malos gobiernos en la sociedad, queda cierta duda de

que exista una salida para la equidad entre los hombres. De tal manera que para que la ética se

genere en una ciudad-estado, debe estar basada en la justicia y en la recta razón de un hombre que

sea sabio y justo, este hombre debe tener las cualidades necesarias para poder cimentar un

gobierno, estas cualidades no le son proporcionadas por sus impulsos corpóreos, o por las pasiones

que lo dominan, solamente la razón es quien da los parámetros para levantar un hombre lleno de

virtudes y de sabiduría. Desde la opción de un hombre sabio y justo se abre la oportunidad para una

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forma de estado equitativo entre los hombres y la posibilidad del desarrollo ético.

Platón, como ya se ha dicho, concibe que en el alma del hombre hay tres partes, y que éstas son

muy análogas al estado. A partir de esta explicación de las tres partes del alma, se estipula que

tanto la concupiscencia y la irascibilidad no son las indicadas para el gobierno de un estado, pues

estas van muy ligadas a las formas de gobierno oligarca, tirano, demócrata y timocrático. Por ello

la solución de Platón para alcanzar las virtudes éticas en la ciudad-estado es el dirigir y gobernar un

estado con el fundamento del alma racional del hombre, porque aquí se plantea el Estado Ideal, en

el cual la ética, la justicia y el saber, son la génesis de las relaciones humanas.

El Estado Ideal se conforma de la siguiente manera:

Los reyes filósofos, son los que gobiernan, pues su racionalidad y coherencia les da la facultad

para dirigir justamente un estado, ya que ellos tienen la virtud de la sabiduría.

Los guardianes, son los que protegerán el estado, ellos tiene la virtud del valor y la fortaleza

para mantener las leyes de los gobernantes.

Los artesanos son los que se encargarán de mantener económicamente al estado y tendrán la

virtud de la templanza.

En conclusión en el estado ideal de Platón se encuentran las virtudes y las leyes propicias para la

convivencia entre los hombres, sin alguna posibilidad de desigualdad, también la ética se tomará

como el sumo bien el cual será adoptado por cada hombre, hasta alcanzar la simetría de belleza y

verdad.

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BIBLIOGRAFIA

Investigación histórica; M. García González, F. García Moriyón e I. Pedrero Sancho

¿Qué es la Ética? ; https://www.youtube.com/watch?v=sQ_DWG34UOE

Aristóteles y su ética – Educatina ; https://www.youtube.com/watch?v=SxZsxS-LC7Q

La Ética Kantiana - Educatina; https://www.youtube.com/watch?v=zgU90cpzlGQ

La Ética Platón – Hasclepio ; https://www.youtube.com/watch?v=qK8J-yIAnSM

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