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34 Ernst Bloch. Derecho Natural y Dignidad Humana. (Trad Felipe González) Madrid: Aguilar 1980,
XII.
35 Este segmento está basado en Rodrigo Uprimny, “La uni-diversalidad de los derechos humanos”
en VV.AA., Colombia: la alegría de pensar. Bogotá: Universidad Autónoma de Colombia. Este punto
4 hace parte de la lectura integral.
36 Las expresiones son de Timsit, citado por François Ost. François Ost. “Originalité des méthodes
d´interprétation de la Cour Européenne des Droits de L´homme” en Mireille Delmas-Marty,
Raisonner la raison d´Etat, Paris, PUF.
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Concepto, historia y fundamentación de los derechos humanos
37 En la obra La Dialéctica de los derechos humanos en Colombia. Bogotá: FUAC, 1992, pp. 87 y ss, y
187 y ss, Rodrigo Uprimny intenta esta fundamentación de los derechos humanos por medio de
la ética comunicativa.
38 Para esta concepción de hermenéutica diatópica, ver Boaventura de Sousa Santos. La globalización
del derecho. Bogotá: UN, ILSA, 1998, pp. 193 y ss. Ver también de este autor, De la mano de Alicia.
Lo social y lo político en la post-modernidad. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, Uniandes, pp. 355
y ss.
39 Boaventura de Sousa Santos, De la mano de Alicia, Loc-cit., p. 357.
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Unidad 1
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Concepto, historia y fundamentación de los derechos humanos
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fuero interno”, porque “esta es una práctica que se utiliza normalmente entre los
paeces y cuyo fin no es exponer al individuo al “escarmiento” público, sino buscar
que recupere su lugar en la comunidad.”
Esta evolución jurisprudencial es notable no sólo por el esfuerzo de la Corte
Constitucional colombiana por comprender la lógica interna de funcionamiento de
la administración de justicia indígena, sino también por cuanto, en el fondo, existe
en la postura de ese tribunal un reconocimiento de las debilidades del sistema de
justicia penal occidental. En efecto, la inhumanidad de las cárceles colombianas y su
ineficacia preventiva y resocializadora subyacen a la argumentación de la Corte pues
constituyen uno de los argumentos decisivos para admitir la legitimidad de ciertos
castigos de las comunidades indígenas, que en un primer momento pueden parecer
inaceptables, como el cepo o el fuete.
El anterior ejemplo ilustra la fecundidad de la búsqueda de una apropiación
transcultural de los derechos humanos. Así, la perspectiva indígena muestra la
crueldad, y tal vez la irracionalidad de las penas de prisión, mientras que la tradición
occidental podría también cuestionar ciertas formas autoritarias de control social de
las comunidades tradicionales. En tal contexto, una discusión y diálogo entre estas
culturas tal vez permita no sólo un mayor reconocimiento del otro sino también que
avancemos a la estructuración de sistemas judiciales más humanos.
Estas prácticas de diálogo intercultural para construir la universalidad de los
derechos humanos pueden ser extendidas a todos los ámbitos ya que el derecho a la
diferencia cultural, para tener algún sentido, significa que todas las culturas -tanto
aquellas que asumen la forma de estado nacional como las minorías nacionales dentro
de un mismo país- deben tener ese derecho, lo cual implica el reconocimiento de
normas transculturales y universalizables que constituyan el marco de entendimiento
y diálogo entre las civilizaciones. Paradójicamente, sólo reconociendo normas para
toda la humanidad se puede pensar en una verdadera tolerancia a la diversidad
cultural. Pero sólo aceptando la diversidad cultural podremos realmente reconocer
la igualdad de todos los seres humanos y construir una universalidad de los derechos
humanos, que no sea sinónimo de una uniformización emprobrecedora de las
culturas sino de un enriquecimiento dentro de la diversidad. Y en eso consiste la
“uni-diver-salidad” de los derechos humanos, que es una forma posible para defender
la universalidad de los derechos humanos conservando la riqueza y diversidad de las
distintas opciones culturales y personales.
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