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no tus miedos”
En la escuela y en el hogar los profesores y la familia ponen todos sus esfuerzos para
que los niños aprendan nuevos conocimientos. Sin embargo, a menudo se olvidan la
principal enseñanza: transmitirles alegría de vivir. “Lo esencial es que los padres y
madres estemos enamorados de la vida. Y que podamos reencontrarnos de nuevo
cuando pasamos por momentos difíciles”, asevera la asesora pedagógica Eva Bach
(Manresa, 1963).
- Explíquese.
- Todos los niños y niñas tienen una serie de problemas inherentes a la vida y propios
del crecimiento, pero también otros que no tendrían que darse, y los sufren porque los
adultos no los sabemos acompañar ni les hacemos una transmisión adecuada.
- Que hay que reeducar o deseducar en algunas cosas a los adultos. Y empecé por mí
misma. Dejé la escuela y me apunté a cursos, másteres de crecimiento personal y pasé
por escuelas de psicología humanista integrativa. Desde entonces, estoy dedicada a la
educación emocional, que tiene en cuenta la interioridad, y a la comunicación
emocionalmente resonante.
- Si quieres que un niño no se exalte o tenga miedo ante las adversidades, sé capaz de
mantener la tranquilidad y la calma.
- Prosiga.
- Es decir, cuando digo que muchos problemas de los niños están en las actitudes de los
adultos, nunca hago sentir culpables a los padres: les explico que estas actitudes tienen
un sentido porque son fruto de una transmisión que hemos recibido en otra época y de
gestionar la vida sin tener ningún tipo de ayuda muchas veces.
- Hay que tratar bien a los niños, pero a los padres también; tenemos que confiar en su
talento y su potencial para sacar lo mejor de sus hijos.
“Quien crece teniendo la alegría como faro la continuará buscando
cuando haya tempestades”
Eva Bach
- Siempre les explico a los padres que quieran a sus hijos incondicionalmente. Ya parto
de la base que la mayoría los quieren, pero otra cosa es si es un buen amor o no. Les
digo que no hagan depender su estimación de lo que hacen sus hijos o cómo son.
- Segundo…
- Les recomiendo que amen la vida, ya que muchas veces estamos desencantados con
ella; es muy importante que reparemos nuestros desencuentros con el mundo, porque si
queremos educar a los niños, ¿cómo los motivaremos si les damos a entender que esta
vida para la que los estamos preparando está llena de adversidades y fatalidades, que no
tiene nada digno de ser amado?
-…
- Por tanto, aconsejo a los padres que hagan ver a sus hijos que la vida vale la pena a
pesar de las penas; que aunque haya circunstancias que nos hacen sufrir, tendríamos que
mantener siempre la disposición, las ganas y la esperanza de recuperar la sintonía con la
alegría y con la vida. ¡Dile a tus hijos que busquen siempre la alegría de ser, de hacer,
de aprender, de crecer, de querer, de vivir!
- ¿Por qué?
- Porque quien crece teniendo la alegría como faro la continuará buscando cuando haya
tempestades, seguirá navegando de nuevo. Y otra cosa muy importante: que procuren
comunicarse de una manera que sea emocionalmente resonante, que toque por dentro,
que llegue.
- Difícil equilibrio.
- Pero es muy eficaz el lenguaje educativo que sabe decir un “no” de manera firme,
consistente, y a la vez de una manera no agresiva. Por ejemplo, me gusta mucho decir
“esto es ‘no’ y me sabe mal tenértelo que decir y sé que te disgusta, pero sigue siendo
‘no’ porque me parece que no puede ser”, y añadir: “Y si me equivoco, rectificaré”.
- Continúe.
- “Y te digo un ‘no’ rotundo no para cuartar tu libertad, sino para ayudarte a usarla
mejor, para que puedas desplegar las alas con más garantías, seguridad y conocimiento;
es un ‘no’ para proteger tu vida.
- Aquí hace mucha falta que la mayor parte de las veces el “no” sea para proteger la
vida del niño y no para proteger los miedos del adulto. No todos los “no” pueden ser por
este motivo porque perderíamos autoridad.
- Decir “sí, pero te tienes que esperar” es muy necesario porque es uno de los problemas
que tenemos: la inmediatez, a la que la sociedad del consumo nos empuja. Se ha visto
que la capacidad de demorar los deseos y las necesidades nos hace ser más resilientes,
personas con más fortaleza interior, más sociales, empáticas, que piensan más en los
otros.
- Pero…
- No se puede mentir por sistema a un niño para que calle diciéndole “sí, pero luego que
nunca llegue el sí”. Es mejor decir “esto es innegociable” o “será siempre no y cuando
estés más tranquilo, te lo explicaré, y si quieres y me puedes escuchar, te lo explico
ahora”.
- ¿Y?
- Es muy importante argumentar un “no” con una sola razón, pero poderosa, que
tenemos que calibrar en cada momento. A veces puede ser simplemente que estemos
cansados o no nos apetece. ¡Los padres también tenemos derecho a descansar; tenemos
necesidades!
- Otro consejo.
- Poner límites sin imponerlos, porque de esta forma ellos aprenden a adoptar actitudes
saludables con la sensación de disfrutar de un margen de autonomía. Por ejemplo,
dejándolos escoger entre dos opciones.
“Hay familias que han quedado rotas de dolor y no han podido volverse a
conectar con la alegría”
Eva Bach
- Uste defiende que los padres deben tener un espacio para sus inquietudes y ocio.
- Una de las cosas que siempre les digo es que se cuiden mucho y tengan mucho
cuidado de su bienestar, que tengan ilusiones y proyectos de vida más allá de los hijos,
porque si todo gira alrededor de ellos, les ponemos una presión enorme. Además,
también salva a los padres cuando sus hijos se van de casa o no hacen lo que querrían
que hiciesen.
- A través de los espacios de calma, del silencio, del diálogo interior; cada uno lo pueda
hacer como quiera: con una lectura, escuchando música, paseando por la naturaleza, con
una conversación tranquila sin móvil o haciendo meditación. Y hay que enseñar a los
niños a tener estos espacios, y esto quiere decir dejar de hacer cosas que no tiene ningún
sentido que hagamos y que no son importantes ni urgentes.
- Pensar que nos tenemos que morir nos ayuda mucho a ver qué es importante y qué no,
nos da rápidamente una gran lucidez. Hay cosas que todos tenemos que hacer porque
estamos obligados a hacerlas, pero hay otras que sólo las hacemos por quedar bien, por
si acaso o para no sufrir consecuencias.
-Sí, con cosas que no son obligatorias. A menudo me pregunto: “Si hoy fuera el último
día de mi vida, ¿me gustaría que lo último que hubiera hecho fuera esto y con estas
personas? Y si la respuesta es no, no lo hago y siento una felicidad extraordinaria.
- Entonces, hay que preguntarse dónde quedó interceptada, porque a veces se ha perdido
en etapas anteriores de la vida personal, pero otras veces porque nuestra familia no nos
ha hecho una transmisión de alegría. Hay familias que han sufrido situaciones difíciles
que han reconducido nuevamente y se han convertido en resilientes, y otras que han
quedado rotas de dolor y ya no han podido volver a conectarse con esta emoción.
- ¿Qué puedo hacer y cómo lo puedo hacer para volver a conectarme con la alegría?
Siempre digo que quizás una de las cosas más profundas para recuperarla es hacerlo en
honor a aquellos que la perdieron o nunca la tuvieron. Y la segunda razón: para
transmitírsela a nuestros hijos y enseñarles a que la guarden como un tesoro.
“Los padres deben tener ilusiones y proyectos más allá de sus hijos”