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Cada sujeto conoce, aun de manera inconsciente, oraciones correctamente formadas desde
un punto de vista sintáctico, “este saber (…) constituye la base experimental sobre las que
han de apoyarse las teorías de la acción” (24). Las hipótesis generadas deben basarse en
una realidad objetivada por la intersubjetividad, y ser además, operativamente eficaces
dentro de esta realidad y dentro del juicio implícito de cada sujeto, porque de esta forma
permiten su explicitación (manifestación observable-entendible).
La sociedad se conforma desde dentro por procesos de conciencia que han constituido
previamente desde el sujeto una naturaleza que posibilita ciertas experiencias, “el mundo
preconstituido que las ciencias sociales han de reconstruir para poder explicar los procesos
sociales es la esfera de la experiencia precientífica y de la práctica de la vida cotidiana” (36).
Vemos entonces que no sólo logran constituir al sujeto y a la sociedad, también sientan
ciertas bases o paradigmas de estudio de la misma. A partir de esto Husserl funda su
fenomenología.
Ahora surgiría una interrogante que podría partir de lo que parece una contradicción: una
intersubjetividad, la existencia necesaria de un consenso, pero la ausente explicación o
comprensión del otro; ¿cómo se integra o se ve al otro desde el yo?
Paradoja:
Por un lado, soy yo el que constituye al otro como elemento de mi mundo, pero, en tanto que otro,
no me puede estar dado originariamente en las operaciones constitutivas que él ejercita, como tendría que
ser en principio posible si el otro fuera en verdad algo constituido por mí (51).
También hay una complementación a lo que había sido explicado de acción como
seguimiento de normativas impuestas, también debe existir una conciencia que posibilite
el autoenjuiciamiento de si efectivamente el actuar se da de acuerdo a las reglas, porque
además no es posible seguir individualmente una regla; aquí Habermas recuerda a
Wittgenstein cuando expone la posibilidad de que en el cumplimiento (o pretensión de) de
la regla, un sujeto (A) pueda ser sometido a la crítica de otro (B). “El punto de esta
consideración es que yo mismo no puedo estar seguro de si sigo una regla si no se da una
situación en la que poder exponer mi comportamiento a la crítica del otro y llegar con ese
otro a un consenso” (63). Esta posibilidad de crítica recíproca es lo que genera en el sujeto
el concepto de ““regla”“.
Los actos están pensados desde ciertas pretensiones de validez. Habermas menciona
cuatro: Inteligibilidad, Verdad, Veracidad y Rectitud. Básicamente recupera lo dicho
anteriormente acerca de una claridad semántica para establecer una comunicación
referente a una realidad objetivada, que debe mantener cierta coherencia con lo que se
intenta decir y lo que se entiende o incluso de logra decir.
A manera de conclusión, podemos decir que la interacción de los sujetos es de tipo lingüística, con
acciones orientadas a fines comunicativos recíprocos. La comprensión mutua se da por las
manifestaciones corporales del otro y una suposición de la interioridad del que vemos como otro
en base a nuestra propia experiencia, sin embargo, debemos además suponer que la constitución
es de igual forma mutua, del yo para con el otro, y que debe existir una comunitarización por tanto,
orientando nuestras acciones dentro de una normativa consensuada, aunque tenemos claro las
reglas existen por fuera del sujeto según el paradigma de Habermas, el consenso es más bien dentro
de los límites de si se cumple o no la regla, y no dentro de la construcción de la misma.