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CONSIDERACIONES SOBRE LA VARIACION DIAFASICA* Miguel Casas Gomez Universidad de Cadiz 0. Si bien el tratamiento de los aspectos que configuran la diversi- dad del lenguaje en sus distintas vertientes (geografica, social, estilisti- ca, etc.) cuenta con una importante tradici6n lingUistica, la creacion de los términos diatopia, diastratfa y diafasia, asi como el analisis de estas variantes desde distintos ambitos de estudio y posiciones metodolégi- cas, son relativamente recientes. Como sabemos, a los conceptos de diatopia y diastratia y los puntos de vista sintopico y sinstratico introdu- cidos por L. Flydal ((1951), pp. 240-257), E. Coseriu afiade -adoptando la terminologia propuesta por el autor noruego- el de diafasia (del gr.81d, “a través”, y eceort, “expresion”) y los términos diafasico y sinfa- sico (en un primer tiempo diafatico y sinfatico '), cuyas diferencias no se reducen al “estilo de lengua” sino que adquieren en la teoria coseriana una mayor complejidad *. Por lo general, no entraremos en la descrip- cién de los diferentes componentes que configuran estos tres tipos de divergencias, en especial las diastraticas y diafasicas por sus dificulta- des de delimitacién, para fijar desde el punto de vista tedrico nuestra atenci6n en las diferencias de caracter diafasico y su nivel de analisis lingUistico. 1. En el marco de las variaciones internas que todo diasistema presenta, es evidente que la diafasia comporta problemas de diversa 99 Consideraciones sobre la variacion diafasica indole al comprender las_ diferencias mas complejas y heterogéneas hasta el punto de convertirse en un auténtico “cajén de sastre” que abarca genéricamente los siguientes aspectos: 1) diferenciacién entre “estilos de lengua”: lenguaje usual o corriente, lenguaje pUblico (0 solemne), lenguaje familiar y lenguaje vul- gar. Aparte de los criterios subjetivos que generalmente subyacen en la caracterizaci6n del estilo informal propio del hablar familiar 0 de los fac- tores extralingiiisticos que condicionan al lenguaje vulgar (basados en prejuicios morales y sociales), como el contenido semantico de tal len- guaje o la clase estamental de los hablantes, tendrfamos en este punta que preguntarnos lingiiisticamente por el limite sistematico entre un len- guaje familiar en cuanto estilo y un lenguaje popular en tanto nivel social ° 0, siguiendo con similares correspondencias diastratico-diafasi- cas, entre este Ultimo y el estilo vulgar o entre un lenguaje medio, nor- mal o estandar y este otro lenguaje usual o corriente, pues, a mi modo de ver, estamos ante grados abstractos de diastratia y diafasia dificiles de establecer en la practica desde el momento en que no se correspon- den con la realidad de los hechos lingtiisticos; 2) diferenciacién entre lenguaje hablado / lenguaje escrito -oposi- cién para la que A. M. Mioni ((1983), pp. 508-512) ha acufado el neolo- gismo de dimensién diamésica ‘-, es decir, entre un estilo coloquial (y de nuevo cabria preguntarse qué diferencia presentaria éste con el len- guaje popular *) y los diferentes estilos del lenguaje escrito, uno de ellos como “manifestacién escrita popular” de un estilo coloquial (carta a un amigo, textos que reflejan o imitan registros de lengua poco elaborados, etc.) §, pero sobre todo el lenguaje literario con sus diversas modalida- des: lenguaje de la prosa (novela, ensayo, etc.) 0 lenguaje poético (poe- sia 6pica, lirica, etc.), tipo este Ultimo representativo de lo literario por excelencia; 3) diferenciacién entre lenguaje comin y lenguaje técnico ’, domi- nio en el que, frente a la lengua general, habria que discernir los len- guajes técnico-cientificos correspondientes a las nomenclaturas de las 100 Miguel Casas Gémez distintas ciencias de la naturaleza o de la cultura y otros tipos de len- guajes especiales *, como los sectoriales, que responden a los distintos léxicos especificos de oficios, grupos gremiales o profesionales, y los jergales en el sentido restringido. del lenguaje argético (cf. nota 10) que con caracter esotérico y finalidad criptica manifiestan distintas hablas marginadas, y 4) diferencias de orden pragmatico que caracterizan diversos tipos de modalidades expresivas relativas a distintos grupos “biolégi- cos”. Con ello nos referimos a las divergencias lingiiisticas debidas a factores como el sexo, edad o generaci6n *, para los que analogamente se emplean los términos diasexual y diageneracional. Asi, existen mar- cas diafasicas “diasexuales” entre el lenguaje de los hombres y el de las mujeres y “diageneracionales” en el lenguaje infantil (usado por los nifios o por los mayores cuando nos dirigimos a ellos) frente al de los jOvenes, adultos 0 viejos. 2. De la exposicién efectuada, se infiere que estamos ante “sub- sistemas” dificilmente definibles por criterios homogéneos, en cuya des- cripci6n hemos conscientemente ampliado el planteamiento propuesto por E. Coseriu que, a mi juicio, cuenta con algunas limitaciones, como 1) la no sistematizaci6n, dentro de la estratificacién social, del argot y su problematica delimitacién con el lenguaje popular *, ademas de su posible y util distincién con la jerga como modalidad diafasica, y 2) la ausencia, en estrecha relacién con lo anterior, de distinciones concer- nientes a los diferentes tipos de lenguajes especiales, que hubieran requerido la adopcién de algun otro criterio diferenciador, como adecua- damente le sugiere B. Rodriguez Diez ((1981), p. 43), quien, de forma explicita, contesta _negativamente a si un lenguaje sectorial (en concre- to, el del ciclismo) podria encuadrarse dentro de las diferencias postu- ladas por el lingiista rumano, lo que significa “una prueba clara de la limitacion practica del planteamiento de Coseriu” 11. 2.1. Pero aun ciféndonos al marco teérico preconizado por el profesor de Tiibingen, resulta dificil considerar la diafasfa como perte- 101 Consideraciones sobre la variaci6n diafasica neciente al sistema, pues ésta se compone de una amalgama de varia- bles definidas en virtud de criterios muy distintos, incluso -segtin sostie- nen algunos- extralinglisticos ", pues el nimero de diferencias podria haberse aumentado ilimitadamente. En este sentido, no son pocos los lingliistas que no creen dema- siado en la unidad diafasica y, en consecuencia, no sitdan la diafasia al mismo nivel de la diastratia y diatopia. Primeramente fue K. Baldinger quien admitié las diferencias diatépicas y diastraticas propuestas por L. Flydal, pero manifest6 sus reservas en cuanto a las diafasicas formula- das por E. Coseriu, como asi lo expuso en su intervencién a la ponencia misma del lingiiista rumano ((1966), pp. 221-222) en el 1er Coloquio Internacional de Lingilistica Aplicada (Nancy, 1964): “les différences diatopiques et encore (dans une certain mesure) les diastratiques concernent des communautés linguistiques distinctes (distinction géographique ou sociale). C'est beaucoup moins sir quant aux différences diaphasiques qui constituent trés souvent des variantes mises a la disposition de différentes communautés linguistiques. Je ne crois donc pas trop a l'unité diaphasique. En tout cas elle ne me parait pas 6tre sur le méme plan que les deux autres” '*. Por el contrario, frente a la opinién expresada por E. Coseriu ((1966), pp. 192-194 y (1977,a), pp. 109-113) en relacién con la dimen- sion diacrénica, el lingdista suizo si analiza en cambio este eje junto al diat6pico y diastratico “, al igual que hiciera L. Flydal (op. cit., pp. 242 y ss.) cuando alude a ciertas coexistencias temporales en un estado de lengua sincrénico a propésito del valor expresivo de los arcaismos, 0 en la misma linea de lo sefialado a este respecto por B. Pottier ((1967), p. 54y (1972), p. 113), que también agrega las variantes en el tiempo (o diacronicas) a los tres tipos anteriormente sefialados. Esta misma concepcién es seguida por K. Heger ((1969,a), pp. 53-54, nn. 16-18 y (1974), p. 143, n. 14), quien se muestra de acuerdo con su maestro y opta por la separacién de las diferencias “diafasicas” de las diatépicas y diastraticas y no clasificarlas en el mismo plano con estas ultimas. 102 Miguel Casas Gomez En esta linea de autores que no sitUan los tres tipos de variacio- nes al mismo nivel, G. Salvador ((1987), p. 42 y (1988), p. 279).confiesa igualmente sus reservas a la equiparacién de las diferencias diafasicas a las diastraticas y diatépicas, pues cree “que una cosa son los estilos, cuya eleccién depende de la propia voluntad del hablante, y otra los dia- lectos y sociolectos, a los que se pertenece involuntariamente, pues cuando se tiene discernimiento y capacidad de decisién para usarlos 0 no, es porque se utilizan no ya como tales dialectos o sociolectos, sino como estilos de lengua”. Aboga, desde esta perspectiva, por una modifi- cacion de los planteamientos coserianos en relacién con el concepto de lengua funcional ** que no entraremos a discutir, ya que supondria pre- viamente una descripcién completa y detallada de esta triple distincién y de la naturaleza lingUistica, distinta o no, de tales diferencias diasiste- maticas, lo cual nos alejaria bastante de los propésitos que aqui perse- guimos. Basicamente ésta consiste en la defensa, frente a la.posicién sustentada por el lingiiista rumano de que las diferencias regionales, de nivel social o estilo de lengua son sistematicas y configurarian, pues, lenguas funcionales distintas, de que los niveles 0 estilos de lengua son rasgos pertenecientes no al sistema, sino ala norma, con lo que “podra hablarse de las variedades dialectales, sociales 0 geograficas, o de los estados anteriores de una lengua a Io largo del tiempo, como lenguas funcionales dentro de esa lengua historica, pero niveles de elocucién o estilos de lengua no parece que puedan considerarse sistemas” ". Pero es que incluso tales discrepancias han sido manifestadas Por propios discipulos de E. Coseriu, como J. P. Rona y A. Elizaincin. El primero, en su visidn metodolégica de la sociolingiifstica ((1970), pp. 200-201), tras insistir nuevamente en el parecido estructural de los fendmenos diastraticos y diatépicos "’ y trazar la configuracién ideal del concepto de diasistema representado por los ejes diatépico, diastratico y diacrénico, sefiala -refirigndose expresamente a la dicotomia diafasico - sinfasico afadida por E. Coseriu para el estudio descriptivo 0 compa- rativo de los estilos de lengua- que esta distincién “does not seem to me to be of the same rank, i.e. it cannot enter into a descriptive system together with the first three, because those study L1 and their units are 103 Consideraciones sobre la variacién diafasica idiolects, while “language style” is only a part of L1 and Coseriu’s diap- hasic study compares elements of the same idiolect” (p. 201, n. 1). Con posterioridad, en la versién espafila de este trabajo ((1974), p. 205) , vuelve a afirmar que “la diafasia se refiere a relaciones entre varios esti- los de lengua dentro del mismo idiolecto, mientras que diatop/a, diastra- tia y diacronia son relaciones entre idiolectos distintos; se trata, pues, de relaciones de diferente orden” ". Mas recientemente, el segundo ha argumentado, en un breve estudio sobre variacién diafasica centrado en los factores del sexo y de !a edad (op. cit., p. 273), que se necesitan conseguir pruebas mas certeras para precisar cuando y bajo qué condi- ciones ambos factores actuan conjuntamente o, por el contrario, los hechos empiricos nos permiten diferenciarlos. De esta manera, partien- do de la observaci6n de estas dos variables diafasicas, extrae, a modo de conclusién general sobre la diafasia, que ésta se encuentra mucho menos fundamentada epistemolégicamente que la variaci6n diatépica y diastratica: “Es ist ohne weiteres méglich zu sagen, da_ vom epistemologis- chen Gesichtspunkt aus die diatopische und diastratische viel starker als die diaphasische Variation begriindet sind. Bei der Diatopie und der Diastratie ist es nur méglich, methodologische Fragen zu diskutieren. Bei der Diaphasie hingegen fehlt es noch an weiterer Theoretisierung und scharferen Beobachtungen des Gebrauchs der Sprache als ein durch verschiedene Variablen motiviertes menschliches Verhalten”. 2.2. Ante este estado de cosas, hay quienes reducen la diafasia a los estilos y registros de lengua “ e incluso la restringen a distinciones de uso técnico, como hace B. Pottier, para quien las variantes de tecni- cidad constituyen la Unica diferencia de caracter diafasico. Distingue, asi, cuatro tipos de homosemia diasistematica *: diatopica (variantes geogrdaficas), diacrénica (variantes en el tiempo), diastratica (variantes de nivel social) y diafasica (variantes de nivel técnico), aunque a veces ni siquiera utiliza esta terminologia y habla sencillamente de diferencias de lugar, de tiempo, de nivel y de tecnicidad, variables que seleccionan distintos subsistemas en toda descripcién lingiiistica (cf. (1972) p. 113). Mas detallado es el analisis que de esta problematica ofrece K. 104 Miguel Casas Gomez Baldinger, si bien la caracterizacion global de la diafasia en su produc- cién lingiiistica constituye un caso especial que requiere una cierta explicaci6n. Por una parte, en algun momento se sirve del concepto de diatasia -y asi lo manifiesta explicitamente ((1975), p. 16, n. 1)- en.un sentido distinto al coseriano como “la coexistence de différents systé- mes linguistiques (parlés au méme moment par différentes générations); cette conception de la synchronie présuppose différents procédés d’abstraction a partir. du systéme linguistique d’un individu donné a un moment donné (tre abstraction). La dimension diaphasique fait donc partie a la fois de la synchronie et de la diachronie” *. Por otra, mezcla a veces lo diastratico y diafasico -por lo demas de relaciones estrechas y limites imprecisos en cuanto a su demarcacion- al concebir las diferen- tes terminologias profesionales y cientificas e incluso los niveles estilis- ticos como rasgos pertenecientes a la dimension diastratica (cf. (1975), p. 16 y (1982), p. 156). Sin embargo, en lineas generales se muestra, como ya hemos apuntado, reticente a la utilizaci6n de! término diafasia, precisamente por no tener claro en qué consiste y qué concepto(s) recubre, y prefiere hablar, junto a las dimensiones diatépica, diastratica y diacronica, de un cuarto eje de diferenciacién profesional, que abarca- ria‘el estudio de los diversos tipos de lenguajes especiales. En este sentido, diferencia en la multiple estratificacién de la lengua (aparte los aspectos de diversificacién diatopica) una dimensi6n vertical (respecto de lo social 0 diastratico, desde el argot pasando por lo vulgar, la lengua popular y familiar y la lengua usual general hasta la lengua culta y poéti- ca) y otra horizontal (que corresponderia aproximadamente a la dimen- sién “diafasica”) que comprende diferenciaciones de tipo profesional, pues, desde este punto de vista, se ubican en torno a la lengua general un niimero considerable de lenguajes -especializados 0 terminologias técnico-cientificas (cf. (1977), pp. 129-131; (1984), pp. 99-103, y (1991), pp..86-87). De todos modos, estas divergencias internas -que dificultan cualquier clasificacién conceptual del |éxico- seran reinterpretadas en el marco de su teoria semantica como diferencias en el plano de las fun- ciones de sintoma y de sefial *. 3. Segtin hemos podido comprobar, son las diferencias diafasicas las que plantean mayores dificultades para la estructuracién léxica por 105 Consideraciones sobre la variacion diafasica su compleja heterogeneidad, pues abarcan todo tipo de diferencias “estilisticas” y modalidades expresivas, y por la delimitacién, a veces dificil, entre una lingUistica de la lengua y una lingiiistica del hablar. Si comparamos, por ejemplo, estos aspectos diafasicos e incluso los dias- traticos con los rasgos dialectales, observamos de hecho ciertas dife- rencias entre ellos. Asi, frente a la constancia inherente a estos Ultimos que, por lo general, no dependen de una situaci6n concreta y unica, los de cardcter diastratico y, muy especialmente, los de naturaleza diafasi- ca son variables y, por tanto, dependientes de determinados condicio- namientos pragmaticos. De ahi que no podamos tildar rotundamente a un término como literario, culto, familiar, popular o vulgar, sino mas bien que, en un contexto dado, comporta un determinado empleo y adquiere, por consiguiente, un sentido poético, culto, vulgar, generacional, etc. Diremos, pues, que !o que existe realmente son usos cultos, familiares, populares, vulgares, literarios, incluso técnicos, de acuerdo con el entor- no pragmatico en que se inserten ®. Conviene recordar en este sentido que ya R. Trujillo ((1974), p. 203) hablaba de un lenguaje de la técnica cuya conformacién tedrica no dependia “de los términos en si, sino del modo de significar, de! tipo de relaciones lingiiisticas en que intervie- nen”. Criticaba con ello algunos de los criterios manejados en la carac- terizaci6n del tecnicismo y en el establecimiento de sus clases formales °s asi como el postulado de “la imprecisi6n de los limites entre lo técni- co y lo no técnico” basandose en el continuo trasvase de palabras comunes empleadas como técnicas 0 de tecnicismos incorporados al acervo del vocabulario comin *, sin obviar -claro esta- aquellos térmi- nos especificos que son exclusivos de los diversos lenguajes técnico- cientificos, dado que tales delimitaciones, aunque dificiles de establecer en el nivel de los hechos, no invalidan la distincién tedrica, “ya que lo que existe no son propiamente términos técnicos 0 no técnicos, sino usos técnicos 0 no técnicos de los significantes léxicos” (op. cit., p. 203), idea ésta que reitera asimismo en su Ultimo manual de semantica ((1988), p. 37, n. 1): “En realidad, desde el punto de vista semantico, no hay tecnicis- mos, sino usos “técnicos” de las palabras, cuando éstas se emplean 106 Miguel Casas Gomez como equivalentes exactos de una definici6n o de una_situacién real inconfundible” 26. Pese a tales afirmaciones y a titulos tan significativos como el de su ensayo “El lenguaje de la técnica” (1974) o el de su conferencia “Semantica del lenguaje de la técnica” ”, el profesor de La Laguna pun- tualiza, no obstante, refiriéndose a la actualidad del problema del len- guaje técnico, que, con mas propiedad, habria que hablar “del vocabu- lario técnico, ya que no hay realmente un lenguaje técnico, por ejemplo, en un sentido morfolégico o sintactico, aunque existan procedimientos de composicién, de base grecolatina, ya consagrados para la formacién de este tipo de léxico” ((1974), p. 197, n. 1). Esta claro que sdlo el analisis de un amplio corpus incorporado a una base de datos “, que describiera la pertenencia o no de las unida- des a diferentes registros diat6picos, diastraticos o diafasicos, podria darnos las oportunas conclusiones sobre las dificultades de cada una de estas variantes y, en concreto, sobre los criterios de delimitacién ted- rica y problemas de tipo practico del léxico terminolégico, pues en numerosas ocasiones cabria preguntarse -extremando el planteamiento propuesto anteriormente- si, mas que tecnicismos 0 “usos técnicos”, lo que en realidad tenemos es un hablar técnico o cientifico como modali- dad de lenguaje opuesto antagénicamente al hablar poético. El propio E. Coseriu, que en su lexematica (cf. las referencias citadas en la nota 2), habia establecido, entre otras, ciertas diferencias diafasicas en rela- cién con la pertenencia 0 no de elementos léxicos a la lengua literaria, en sus tesis sobre lenguaje y poesia ((1977,b), pp. 201-207 y (1979), pp. 181- 186), asi como en su linglistica del texto ((1980), pp. 109- 111, esp. 110), nos habla con mayor propiedad de un lenguaje poético cuya creacién o producto es el lenguaje por antonomasia, aquél que repre- senta su plena funcionalidad, pues en él se realizan todas las posibilida- des del hablar, en contraste con el lenguaje cientifico, que supone la mas drastica reduccidn funcional del lenguaje como tal, ya que en esta modalidad de uso lingtifstico quedan inoperantes los numerosos conte- nidos evocativos surgidos a través de la compleja red de relaciones tex- tuales en la que se insertan los signos lingiiisticos concretos. 107 Consideraciones sobre la variacion diafasica Lo mismo puede decirse de otras modalidades expresivas (edad de los hablantes, lenguaje de los sexos, etc.), que, en mi opinién, deben ser tratadas igualmente en una lingtistica del hablar, ya que, desde una perspectiva pragmatica, suponen -como las ha caracterizado el mismo linguista rumano en trabajos suyos mas recientes (cf. (1981,c), p. 21 y (1982), p. 19)- determinadas estrategias comunicativas del hablante en relacién con distintos tipos de oyentes, segtin las variadas “circunstan- cias tipicas del hablar” (asunto, ocasién del hablar, etc.), lo que vendria aconfirmar nuestro punto de vista. Lejos de que estas consideraciones se tomen, en absoluto, como conclusiones definitivas, sino mas bien provisionales -pues requieren un analisis detallado de datos practicos en el sentido antes indicado- y en algunos casos no son mas que producto de ciertas dudas y dificulta- des surgidas en el transcurso de la propia investigacién, podemos entrever una cierta contradiccién entre el pretendidamente unitario y homogéneo punto de vista sinfasico y la absoluta heterogeneidad del concepto que recubre la diafasia ({cémo es posible la unidad sinfasica en la diversidad de perspectivas diafasicas?) y afirmar, de acuerdo con todo lo expuesto, que, a primera vista, parece que las diferencias menos defendibles de sostener como sistematicas son, sin lugar a dudas, las diafasicas, cuyos multiples aspectos diferenciales se encua- drarfan mas bien en una lingiiistica de! hablar y en el marco de determi- nados presupuestos pragmaticos. 108 Miguel Casas Gomez NOTAS © La redacci6n de este articulo se ha llevado a cabo durante una estancia cien- tifica en el Seminario Romanico de la Universidad de Heidelberg (1991-92), gracias a la concesién de una beca de investigacién de la Fundacién “Alexander von Humboldt’, bajo el asesoramiento del Prof. Dr. Kurt Baldinger. A ambos expresamos nuestro agradecimiento. © Cf. sus trabajos ((1981,c), p. 30) y, sobre todo, ((1981,b), p. 12, n. 14), donde explica este cambio terminolégico: “En el desarrollo ulterior de la misma teorfa (a partir de 1961), empleo, en lugar de sinfatico y diafatico, los términos sinté- sico y diafasico, menos “correctos” desde el punto de vista etimolégico, pero més inmediatamente relacionables con sinfasia y diafasia”. ® Para su desarrollo tedrico, of. E. Coseriu (1964), pp. 139-141 y 156; (1966), pp. 198-203; (1973), pp. 38-39; (1976), pp. 13-14; (1977,a), pp. 12-14, 37-38 y 118-123; (1977,b), p. 259; (1978), pp. 219-221; (1981,a), pp. 302-308: (1981,b), pp. 1-32; (1981,c), esp. pp. 20-25; (1982), p. 19 ; (1974), pp. 145- 146, y (1981), pp. 52-53, estos dos ultimos en colaboracién con H. Geckeler). En la misma linea de orientacién metodoldgica, véanse también los trabajos de sus discfpulos H. Geckeler ((1971), pp. 187-188) y, especialmente, A. Elizaincin ((1988), pp. 267-273). © Asi, por ejemplo, M® J. Tejera (1989), p.203) rechaza ambos términos -fami- liar y popular- “porque estan cargados de otros sentidos en otras disciplinas y parecen referirse (...) al circulo de la familia 0 del pueblo; es decir, a grupos de hablantes marcados por una situacién dada, a veces imprecisa, lo que no se acerca al concepto lingiiistico que define el término no por el nivel socio- cultural al que pertenece el hablante, sino por el uso de la lengua en un regis- tro determinado”. Desde esta perspectiva, critica los niveles de lengua (culto, popular, etc.) establecidos por E. Coseriu en el sentido de que no constituyen variantes de lengua (pues, en su opinién, ésta no tiene niveles socio-cultura- les), sino preferencias de realizacién en el habla dependientes de los hablan- tes, que son los que pueden clasificarse dentro de estos criterios (op. cit., p. 201). E] término, que deriva del gr.d10 y uecot, alude obviamente a las diferencias del “medio” usado lingUisticamente para la comunicacién que, en su opinién, 109 Consideraciones sobre la variacién diafasica no consiste en “una pura e semplice opposizione polare tra scritto e orale, ma in un continuum di gradini intermedi” (A. M. Mioni, op. cit., pp. 508-509; véase en este mismo sentido lo expuesto por M® J. Tejera en la nota 19). Esta dimension sera ut da también por E. Blasco Ferrer ((1988), p. 255) como variable extralingijistica para referirse al lenguaje hablado en tanto realidad lingUistica distinta al dialecto, sociolecto e idiolecto, que se corresponden, res- pectivamente, con las otras variables extralingiiisticas ya mencionadas: diaté- pica, diastratica y diafasica. Cf. E. Blasco Ferrer ((1988), pp. 255-273) que, en su tipologia del espafiol coloquial, identifica lo popular y lo coloquial, empleando indistintamente ambos términos. El hecho de que tales estructuras no se limiten a la comunicaci6n oral consti- tuye para E. Blasco Ferrer (op. cit., p. 256) un claro factor de que “hablado y escrito son Unicamente dos modalidades de actualizacién del espafiol popu- lar’. Véase nuestro escrito “En torno a algunos problemas semanticos de la termi- nologia”, Linguistica Pragensia (1993, en prensa) y la bibliografia alli citada al respecto de estas distinciones. ‘ara un estudio y clasificacién de las llamadas “lenguas especiales” y sus diferentes tipos (lenguajes cientifico- técnicos, argots y lenguajes sectoriales), véanse los trabajos de B. Rodriguez Diez ((1977-78), pp. 485-521; (1979,a), pp. 251-252; (1979,b), pp. 279-293; (1979,c), pp. 223-232, y, principalmente, su monografia (1981), en la que incluye, ademas de otras cuestiones, los aspectos teéricos tratados en sus articulos precedentes, asi como el vocabu- lario de un lenguaje sectorial como el del ciclismo en la prensa escrita (cf. el resumen de su tesis doctoral publicado por la Univ. de Oviedo en 1980). De las caracteristicas mas relevantes de este lenguaje en las crénicas periodisti- cas, como la expresividad y la connotacién, se ocupé también en un articulo anterior ((1979,d), pp. 33-48). ® Diferencias en el uso lingifstico que, para autores como S. Ettinger ((1982), pp. 383-384) o A. M. Mioni ((1983), p. 508), forman parte, en cambio, de la variacion diastratica. 110 Miguel Casas Gémez °! Como se desprende del titulo mismo del Diccionario de argot espafiol y len- guaje popular de V. Leén (1980), una de las obras mds relevantes de lexico- grafia especifica, que contiene, ademas, una interesante panoramica actual del argot por parte de P. Daniel (pp. 7-27), y en la que su autor, en una nota de presentacién, advierte que “tiguran en la obra tanto vocablos de argot pro- piamente dicho como del lenguaje popular, pues la diferenciacién entre uno y otro, en general, se rige mas por criterios subjetivos que filolégicos” (p. 29). Y es que, en el Ambito de lo que se conoce como argot o jerga, en tanto térmi- nos habitualmente confundidos, se establecen basicamente una serie de ramificaciones, cuyos valores, si los insertamos en el dominio diastratico y diafasico, pueden reducirse esencialmente a una estratificacién social, como cocurre en el argot (conjunto de palabras de muy diverso origen que constitu- ye una zona restringida de la lengua popular), y a una estratificacion desde el punto de vista profesional que abarca a los diferentes sociolectos y grupos gremiales que diafasicamente poseen un lenguaje especializado distinto (léxicos especificos o terminologias especiales o técnicas). Asi pues, el argot supone una dimensién estrictamente diastratica en relacién con el lenguaje popular, mientras que las jergas constituyen modalidades diversas de expre- sidn diafasica, si bien no podemos olvidar 1) que estos lenguajes especializa- dos estan ligados a lo social, pues son empleados por grupos sociales dife- rentes (estudiantes, deportistas, militares, etc.); 2) que, por tanto, se diferen- cian diastraticamente, dado que evidentemente la terminologia de los médi- cos se distingue socialmente del lenguaje de los albafiles, por ejemplo, y 3) que una parte de cada lenguaje especial es conocida por el profano, con lo que todos estos estratos o registros inciden en la lengua general, donde se producen zonas de transicién o interseccién con el argot y los diversos len- guajes jergales, especificos 0 sectoriales, originando los conocidos procesos de especializacién y generalizacién sociales. Véase, en cambio, lo expuesto en este sentido por S. Ettinger ((1982), pp. 386-389) que concibe contraria- mente el argot como nivel estilistico, esto es, como variacién diafasica y los “tecnolectos” o “lenguas de especialidad” como lenguajes de grupo dentro de la diferenciacién diastratica. Para un anilisis y ejemplificacién del argot y los Jergalismos, constltese nuestra monografia ((1986), pp. 179-198). Sin embargo, toda esta problematica sera Unicamente mencionada por el lin- gijista rumano al final de su capitulo sobre la lengua funcional incluido en sus Lecciones de lingijistica general ((1981,a), p. 315), donde, contrastando la diversidad de los tres tipos de marcas diasisteméticas segin las comunida- des lingliisticas, indica que en el caso de las lenguas francesa e inglesa 111 Consideraciones sobre la variacion diafasica habremos de referirnos con frecuencia al nivel popular y, a veces -afiade tan s6lo-, “resultara necesario llegar hasta el argot y el slang”. B, Rodriguez Diez (1981), p. 43), quien advierte, no obstante, que este hecho “no prejuzga su operatividad tedrica como definidor de la nocién de Jengua funcional”. ‘Asi lo entienden, por ejemplo, E. Blasco Ferrer, que considera todas estas variables como extralinguisticas (cf. nota 4), y B. Rodriguez Dfez ((1981), pp. 42-43) que asimismo define extralingisticamente tales “subsistemas”, si bien contrapone la claridad de los criterios geogrdfico y sociolégico para delimitar diatopica y diastréticamente ciertas areas linglisticas con el dificilmente defi- nible y heterogéneo criterio correspondiente a la delimitaci6on diafasica, que denomina, para salir del paso, “psicolégico”. 9 Cf, también K. Baldinger ((1975), p. 16, n. 1; (1977), p. 129, n. 10, y (1984), p. 99, n. 10). “ Véase, por ejemplo, su reciente articulo sobre el cambio de significado ((1991), pp. 86-87). (8 Este constituye, sin duda, una de las premisas tedricas mas significativas de la lexematica instaurada por la denominada “escuela semantica de Tubingen” (ct. el prefacio de la obra de E. Coseriu - H. Geckeler (1981), p. 5). Para este concepto, cf. E. Coseriu (1964), pp. 139-141 y 156; (1966), pp. 198-203; (1968), p. 4; (1969), pp. 56-57; (1976), pp. 12-14; (1981,a), pp. 287-315 y 316-321; (1981,b), pp. 1- 32, esp. 12-16, y (1981,0), p. 22; H. Geckeler ((1971), pp. 187-188, y E. Coseriu - H. Geckeler ((1974), pp. 145-146 y (1981), pp. 52-53). 8. Salvador ((1985), p. 61; cf. también p. 58). Todo esto le permite criticar aquellas diferenciaciones “sinonimicas” establecidas que no afecten a la len- gua como sistema y al significado lingUfstico en cuanto tal y proclamar, de este modo, la existencia de sindhimos absolutos tanto en la lengua historica como en la lengua funcional con ejemplos de parejas léxicas del espafol (op. cit., pp. 51- 66). (7 “This arises -afirma J. P. Rona (op. cit., p. 201)- from the fact that diastratic differentiation is very much alike diatopic (dialectal) differentiation”. Para esta 112 Miguel Casas Gémez semejanza, véase anteriormente su escrito de 1962, donde ya habia sefiala- do, que el concepto de adaptacién diastratica, en tanto “vulgarizacién” o “nor- malizaci6n” de neologismos 0 cultismos introducidos en el dominio comun desde los niveles superiores del lenguaje, supone un proceso similar al que ocurre “cuando la palabra en cuestién penetra en un sentido diatépico, es decir, desde el mismo nivel (o aun de otro nivel) de otro lugar. En este senti- do, no existe diferencia tedrica entre un portuguesismo y un cultismo, en cuanto a su adaptacién al habla del nivel popular de determinada regién del Uruguay. Del mismo modo, podriamos comparar los mapuchismos del habla popular chilena con los cultismos que penetraron en dicha habla desde los niveles cultos del mismo pais” (p. 3). “| Afirmacién plenamente compartida por G. Salvador ((1987), p. 42, n. 5 y (1988), p. 279, n. 4). “2 Como son los casos de A. M. Mioni (op. cit., p. 508) y, especialmente, de Mt J. Tejera ((1989), pp. 197-216), quien, tras revisar las clasificaciones de estos estilos, tonos, estratos, niveles o registros en diferentes autores y objas lexicogréficas -que sdlo coinciden en que se trata de variedades de acuerdo con la “situacién de uso”, pero no en los limites entre tales estilos 0 registros ni en la terminologia utilizada-, propone una clasificacién (véanse los esquemas gréficos presentados en las pp. 203 y 205) regida, segun ella, por principios lingiiisticos y no por criterios extralingiiisticos, si bien, por ejemplo, identifica desde este Ultimo punto de vista lo vulgar con el tabu, que en modo alguno puede considerarse un nivel o estilo de lengua. De esta manera, concibe los registros como un “continuum que permite la permeabili- dad de uno a otro” (p. 207), desde el habla esponténea propia del lenguaje oral, constituida por los estilos vulgar, coloquial (inserta aqui a las unidades léxicas empleadas preferentemente en el lenguaje hablado) e informal (don- de sitda aquéllas que empiezan a incorporarse al lenguaje escrito), hasta el habla cuidada usada principalmente por la lengua escrita, y que se caracteri- za por los estilos formal, solemne y artistico 0 poético. En el centro de esta gradacién clasifica como estandar o neutra aquellas unidades no marcadas bien por alguna significacién de tipo afectivo o por una intencin de prestigio, marcas propias de los estilos de! habla espontanea y cuidada, respectiva- mente, y en las que “funcionan ciertos valores pragmaticos que se ponen de relieve en la relacién de comunicacién entre el emisor y el receptor" (p. 205). 113 Consideraciones sobre la variacion diafasica © Para B. Pottier ((1967), p. 54), la homosemia se presenta como concepto alternativo al de sinonimia, que con carécter total no existe en su opinién (cf. (1964), p. 135). No obstante este término, aunque difundido por el lingUista francés, habia sido usado anteriormente por A. Rabanales (1958), pp. 273- 274) y procede, a su vez, de la peculiar y complicada terminologfa postulada por A. Carnoy ((1927), pp. 211-232, esp. 225 y ss.) en su clasico tratado de semantica. © K, Baldinger ((1975), p. 16). Véase también la representaci6n grafica de esta dimensién diafasica en este mismo articulo (op. cit., p. 15) y en otro trabajo suyo ya citado ((1991), p. 87). 8 Cf, K. Baldinger ((1968), pp. 50-51; (1967), pp. 136- 137; (1977), pp.227-230; (1984), pp. 187-190, y K. Heger ((1969,a), pp. 53-54, nn. 16-18; (1969,b), pp. 46-67, y (1974), p. 143, n. 14). ©! Esta idea la venimos defendiendo desde nuestra tesis doctoral, en la que pudimos comprobar muchos ejemplos en este sentido y donde concluimos -a propésito de la interdiccién léxica (cf. M. Casas Gémez (1986), apart. 2.3. y 2.4., esp. p. 47)- que, de la misma manera, tampoco podiamos etiquetar en este Ambito a un sustituto como eufemistico o disfemistico, sino con un uso eufemistico o disfemistico en una situacién pragmatica conereta, dependien- do de las multiples circunstancias que comporta la relatividad del proceso eufemistico. ® Concretamente a J. Dubois ((1966), pp. 103-112, esp. 108-109) que, basan- dose en el grado de tecnicidad de los términos segtin su mayor o menor difu- sién y en el concepto de transfert utilizado por L. Guilbert (1965) y (1967) en sus tesis sobre el vocabulario de la aviacién y de la astrondutica, respectiva- mente, establece la “autonomisation partielle et progressive” o “lexicalisation” de una parte del vocabulario técnico dentro de! vocabulario general, fenéme- no que, entre otros aspectos lingiiisticos, se manifiesta por la especializacion de los términos transferidos entre sectores técnicos en contacto y la desapa- ricién de ambigiiedades, esto es, por su reduccién polisémica. © Con referencia a B. E. Vidos ((1961), pp. 185-194) que en su comunicacién al Coloquio de Strasbourg sobre “Lexicologie et Lexicographie Frangaises et Romanes” (1957) habia escrito: “Les termes du vocabulaire courant devien- 114 Miguel Casas Gomez nent termes techniques et, inversement, le vocabulaire courant se nourrit de termes pris aux diverses techniques; enfin, le méme terme s'emploie dans différents langages techniques, donc un terme technique peut devenir un autre terme technique, auquel cas nous avons affaire a la filiation souvent assez compliquée des termes techniques” (p. 185), y, sobre todo, a algunos de los participantes que intervinieron en la discusién, como G. Matoré, que propone definir lo “técnico” como “tout ce qui n’appartient pas au vocabulaire d'une personne cultivée dont lexercice de cette technique n’est pas la profes- sion” (p. 199), y H. Lausberg, quien llega a afirmar que “au fond, il n'y a que des mots techniques" (p. 200), concibiendo asi la lengua como mera nomen- clatura (of. R. Trujillo (1974), p, 202). En los ultimos afios, como consecuen- cia sobre todo de la progresiva industrializacién de la vida moderna, se ha acrecentado ostensiblemente este viejo problema -calificado, hace ya algun tiempo, de grave y alarmante por algunos autores (cf., entre otras, las opinio- nes de J. Casares (1950), pp. 285-286; S. Gili Gaya (1964), p. 271; D. Alonso (1964), pp. 264'y ss., y K. Baldinger en su discusién (p. 198) de la comunica- cién de B. E. Vidos)- de la constante integracién de vocabulario técnico al uso corriente de la lengua general con la diversificacién diatépica de términos para las mismas realidades (en lenguas como el espafiol, en donde, paradéji- camente, el anglicismo -como ha observado D. Alonso (op. cit., p. 266)- pue- de funcionar en este terreno como elemento unificador), la incorporacién de cultismos y la influencia de neologismos y préstamos extranjeros que propor- cionan una masiva entrada de vocablos extrafios a la estructura fonética, morfolégica y seméntica de la lengua receptora. Un repaso a estos proble- mas puede verse en S. Gili Gaya (op. cit., esp. pp. 269-272) y R. Trujillo ((1974), pp. 197-203). A propésito de fa relacién entre vocabulario comin y vocabulario técnico y el continuo trasplante de vocablos en ambas direccio- nes como problema practico desde el punto de vista de sus repercusiones lexicograficas, cf. los esquemas reformulados sucesivamente por K. Baldinger ((1952), pp. 90-91; (1977), p. 130; (1980), pp. 311-315; (1982), pp. 153-155; (1984), pp. 100-103, y lo sugerido igualmente por este autor en la intervencién antes citada (p. 198)); la modificacién propuesta por su discipulo L. Wolf ((1979,b), pp. 917-933, esp. 931-933), quien, a partir de ejemplos extraidos de su tesis sobre el vocabulario terminolégico de la imprenta en francés (1979,a), remodela el esquema presentado por su maestro, y las ide- as contenidas en el articulo de P. Gilbert (1973), pp. 31-43). = Y, mas adelante, vuelve a expresar en otra nota: “Mas que de tecnicismos, ya he sefialado que debe hablarse de usos “técnicos” del lenguaje, cuando los 115 Consideraciones sobre la variaci6n diafasica signos 0 las expresiones se emplean sélo como nombres de conceptos o de definiciones” (op. cit., p. 64, n. 1). Cursos de verano en Burgos sobre el tema “Lenguajes especiales”, 5-9 de Agosto de 1991. 2) Como ya informé en el! Coloquio Iberoamericano sobre Ensefianza de la Terminologia (Granada, 24-26 de Junio de 1991), la Catedra de Lengua Espafiola de nuestra Universidad, bajo la direccién de V. Baez San José, lle- va algun tiempo intentando poner en marcha la realizacién informatica de una base de datos cuyo objetivo final es la elaboracién de un diccionario de frecuencias de las unidades y construcciones del espafiol, el cual contara, entre otros universos estadisticos, con la inclusién sistematica de materiales orales y de “literatura” técnica y en el que se prevé una diferenciacién de las entradas de acuerdo con su adscripcion o no a registros diatépicos, diastrati- cos y diafasicos. 116 Miguel Casas Gémez REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ALONSO, D. (1964), “Para evitar la diversificacién de nuestra lengua’, Presente y futuro de la lengua espafiola, 2, Madrid, OFINES, pp. 259-268. BALDINGER, K. (1952), “Die Gestaltung des wissenschaftlichen Worterbuchs. Historische Betrachtungen zum neuen Begriffssystem als Grundlage fur die Lexikographie von Hallig und Wartburg”, Romanistisches Jahrbuch, 5, pp. 65-94. BALDINGER, K. 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