Sunteți pe pagina 1din 22
PRESENTE Y FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL Las notas que a continuacién redacto son la base de Ja conferencia que tuve el honor de pronunciar con motivo del centenario de la Ley de Pro- piedad Intelectual. Leves retoques han sufrido, pero si los necesarios para que esto tenga més forma de articulo que de conferencia. Hago unas con- cesiones a los antecedentes histéricos, suprimo las justificaciones en torno a la conferencia y afiado unas cuantas citas. Quiz4 con ello no me libre de alcanzar lo que Peter? explicaba a través de su famoso principio: el nivel de incompetencia. I. ANTECEDENTES DE LA LEY DE PROPIEDAD INTELECTUAL En base de una razén de titulo de estas notas “presente y futuro” de la propiedad intelectual, no os canso con las importantes citas de los antece- dentes de esta propiedad, pero conto estimo necesario para este trabajo documentarme, no he resistido la tentacién de haberlas escrito. No obstante, el que os libere de ello no quiere decir que prescinda de una especie de resumen de efemérides coincidentes con el dia de la pu- Dlicacién o fecha de la Ley cuyo centenario celebramos. Todos sabéis —por la Gaceta que exhibimos en la exposicisn— que la Ley se publica el dia 12 de enero, que era domingo, junto con la de Expropiacién Forzosa. Pero de un periddico del dia 10 entresaco los siguientes acontecimientos: — No sé si las fechas de Jas Leyes se promulgan en razén de fechas histéricas o representativas, o si es el revés o si-no es ninguna de las dos cosas, pero lo que si es cierto que ese dia (10 de enero) del afi 1442 se puso en use en el Imperio de Ja China el arte de la imprenta, aunque otros opi- nen que se descubrié mil seiscientos afios antes- Con ese motivo hacen cons- tar algunos historiadores que Juan Gutenberg imité primeramente ¢l modo de imprimir de los chinos, en tablas de madera, pero después inventé el uso de los caracteres fundidos. 1 Perer, Laurence J. y Hutt, Raymond: El principio de Peter. Tratado de la incom- petencia o por qué las cosas van siempre mal, Barcelona, Plaza Janés, 1971. 10 owerfN De ANABAD afio xxme + Now. 1 No deja de tener su significacién este dato, pues todos sabéis, porque asi nos lo explicaron los autores de la Ley —y especialmente Daxvn.a— que la propiedad intelectual debe su concepcién clara y perceptible a Ia in- vencién de la imprenta, y que al amparo de ello, y en virtud de una dis- posicién de Carlos IIT, se transforma de privilegio en propiedad’. — El dfa 10 de enero era viernes, y en el Santoral se conmemoraba a San Gonzalo de Amarante, que predicé en el desierto. El General Espar- tero ha dejado en su testamento una manda a cada uno de sus criados. E] temporal de viento y agua ha sido general en toda la costa cantabrica y el Monseny aparecié nevado. El mismo dia 10 habfan salido para El Pardo —y pueblos de su natu- raleza—, conducidos por la Guardia Civil, treinta y cuatro mendigos de uno y otro sexo. La Direccién General de Rentas da cuenta de los premios de la Loteria Nacional, habiendo correspondido al ntimero 12475 el pri- mer premio, con 160,000 pesetas. El dia anterior habia habido dos Consejos de Ministros, que se distin- guian entre el “grande”, en el que se discutieron la fecha y asistencia de S. M. el Rey a la inauguracién del ferrocarril directo de Madrid a Ciudad Real y del coste de las honras ftinebres por el eterno descanso del Principe de Vergara, a celebrar en Logroiio, disponiendo que la espada del ilustre General se conserve en el Museo de Artillerfa. En el Consejo “chico”, los ministros se retinen en la Secretaria de Estado y discuten sobre la pensién a conceder a la hija del general Concha. En ese mismo dfa fonded en el puerto de Cadiz, procedente de Cuba y Puerto Rico, el vapor correo “Alfonso XII” con la correspondencia pit. blica y oficial y 776 pasajeros. — En Nueva York, un galguito inglés que habia pertenecido a la Rei- na Victoria, se vendié publicamente en la cantidad de 25 délares. — El Jefe de la Carcel de hombres, sefior Pino, ha descubierto a las nueve de Ja mafiana un conato de evasién que varios presos proyectaban, sorprendiendo a tres de ellos, que se hallaban practicando una excavacién en el calabozo néimero 8 del patio grande. La cosa no parece ahora tan nueva. — ¥ para que algunos incrédulos sepan que las oposiciones no es una invencién de hace poco, el periddico anunciaba que el lunes préximo da- rén comienzo, a las cuatro y media de la tarde, los ejercicios de oposicién a cétedras de Agricultura de ciertos Institutos. 2 Danvma y Coutapo, M.: La propiedad intelectual. Madrid, 1882. 10 a PRESENTE Y FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL — Una Real Orden da solucién a un concurso de Registradores de la Propiedad nombrandolos para determinados Registros. — En Paris se pronuncia sentencia en la causa seguida a instancia del Senador Challemel Lacante contra el periédico Nueva Francia por un suelto en el que éste daba la noticia falsa de que dicho Senador fue expul- sado de un casino por hacer trampas en vl juego. Creo que no da més de si el dia en cuestién de sucesos. Por ello retro- cedamos en el tiempo y veamos qué es lo que hab{fa pasado en el orden legislative de Ja propiedad intelectual hasta Jlegar a ese dia. a) Parece ser que hasta el siglo xv, en que aparece la invencién de Ja imprenta por Gutenberg (afio 1450) no se perfila lo que podriamos llamar posibilidad de ejercicio del derecho de propiedad intelectual, transforman- do lo que fue un simple privilegio en un derecho con un contenido de do- ble efecto: moral y material. Danvila, en su magnifica obra, cita a Homero en sus recitales por Grecia, que a cambio de los mismos recibfa Ja hospi- talidad*. Habria que sefialar una serie de disposiciones en Espafia que arrancan de los Reyes Catélicos, en el afio 1480, en las Cortes Generales de Toledo, que facilitaban la importacién de libros extranjeros, que se repiten en el aio 1491, marcando diligencias en la impresién y venta de libros del Rei- no. En 1554, segin las Ordenanzas de La Corufia,’recordé el cumtplimien- to de la Pragmitica de los Reyes Catélicos de 8 de julio de 1502. Tgual- mente hay que citar la pragmticasancién de 6 de septiembre de 1558, por Ia que Felipe II —y en su nombre la princesa dofia Juana—, sobre ér- denes que habjan de observarse por libreros y justicias. En Cédula de 27 de marzo de 1569, Felipe II ordené el examen previo de los libros de rezo y previa licencia para imprimirlos. La Pragmética de 1558 sobre venta de libros dentro y fuera del reino. Por su parte, en tiempos de Felipe III, en las cortes de Madrid de 1594, se establecié la tasa de las cartillas para ensefiar a leer a los nifios, bajo el pretexto de que éstos rompfan muchas. En Lerma, y en el afio 1610, se dictd una Ley por la que se prohibia la pu- blicacién de libros en el extranjero por naturales del pais, Progresivamente nos vamos acercando a mortentos mas trascendenta- les de la legislacién, pero hay que citar atin la Ley de 1627, de 13 de julio, por Ia que el Rey Felipe IV mandé cumplir todas las citadas anteriormen- te, y la de 22 de diciembre de 1692, por la que el Rey Carlos II quitaba los privilegios de Fuero a los mercaderes de libros. El Rey Felipe V, en resolucién de 30 de junio de 1705, exigié licencia para publicar cualquier 3 Danvita: Ob. cit. 12 BoLeriN’ DE ANABAD afio xxix - NOM. I impresién. Con Fernando VI, el Real Decreto de 18 de diciembre de 1749 restringié la publicacién de pleitos sin previo permiso del Tribunal. Por fin desembocamos en Carlos II, en donde se produce Ia brillante época literaria, y surge la Real Orden de 14 de noviembre de 1762, que abolia la tasa fijada para la venta de libros, provocando la libertad de precio; Ia Real Orden de 14 de junio y la Cédula del Consejo de 16 del mismo mes de 1768, exigiendo audiencia de los autores espaiioles para la prohibicién de sus obras. b) De ahf ya bay que saltar, dejando alguna otra disposicién sin con- signar, al perfodo del Gobierno Constitucional del afio 1810 que proclama la libertad politica de la imprenta, el intento de codificacién unitaria que al fracasar provoca Ja redaccién de leyes de cardcter especial, entre las cuales figura la de 1847, que al basarse sobre la propiedad de las ideas y no de la forma en que éstas se expresan, van a dar lugar a la vigente ley Centenaria del dia 10 de enero de 1879. Antes, en el intermedio politico que marcan las fechas citadas, habfan existido ciertas disposiciones en las que se suprimia Ja palabra privilegio y se hablaba de propiedad, declardndose la perpetuidad de la misma, asf en la Ley de 12 de julio de 1823, Igualmente hay que citar la de 5 de mayo de 1837 sobre obras dramaticas y su duracién, y otra Real Orden de 4 de marzo de 1844 sobre representacién de obras dramaticas. c) El perfodo que va desde el afio 1847 hasta la publicacién de la Ley de 1879, estd constituido por la lucha doctrinal de los autores del proyecto de Ley para lograr una mayor proteccién en el tiempo, que del intento de perpetuidad se convirtié en la vida del autor y ochenta afios més, lo cual implica el aseguramiento del derecho para tres generaciones, sin perjuicio de que, como dijera Danviza, con el tiempo y el estudio la propiedad inte- lectual deberd equipararse a la comin. II, PRESENTE DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL Entiendo que la posicién del jurista frente a una Ley Centenaria debe ser siempre de respeto y admiracién, y no afiado de asombro porque no creo que admita encuadrarla dentro de lo que pudiéramos llamar monu- mentos histéricos, ya que en éstos lo que se persigue es su permanencia, y en la norma late siempre el concepto de temporalidad. Frente a otra Ley Centenaria —la Ley Hipotecaria— Cossfo, al filo de Ja conmemioracién, se preguntaba: zCémo es posible que siga. vigente al 12 13 PRESENTE ¥ FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL cabo de los cien afios transcurridos, a pesar de sus retoques y reformas, el mismo sistema hipotecario? Y la respuesta era clara: El Registro de la Propiedad es institucién que sirve publicamente, en forma intemporal, las diferentes etapas por las que la politica econémica y social de Ja propie- dad atraviesa. Se trata de una institucién con cardcter de “permanencia en el tiempo”, pues la serie de principios que estructuran el sistema permi- ten garantizar la seguridad de un derecho sobre una propiedad, bien tenga ésta cardcter social o individual *. gPuede decirse lo mismo de esta Ley Centenaria sobre Propiedad In- telectual que estudiamos? Y me vais a permitir que diga que si, pues creo que con leves retoques legales y una redaccién de Reglamento, la Ley pue- de seguir prestando sus buenos servicios. Se ha dicho —por el Dr. José, Forns— que la ley es una obra maestra, no ya para el momento de su pu- blicacién, sino para el momento actual, No fue una copia de lo extranjero ni obra de jurisconsultos con mero concepto doctrinal y sin contacto con la realidad practica. Correspondié a tiempos en que Ja politica confrater- nizaba con las letras, y, por ello, los legisladores, en su calidad de autores © poetas, sentian como propia la legitima aspiracién de amparar las obras del ingenio. NUSez pe Arce, Danvita, Casretar, Proat, Batacuer, PEpRo ANTONIO DE ALaRc6n, Cotmerro, Rui, Maprazo, Barsiert, ARRiETA, LOPEZ pe Avata, etc, figuran entre las personalidades més caracterizadas que aportaron sugestiones ¢ ideas*. En el examen un tanto esquemiatico del contenido de la ley, creo que debo destacar tnicamente los principios que informaron la misma, para ast hacer mis leve la exposicién. Son Jos siguientes: A) Principio de proteccién a la creacién de cultura en su triple mani- festacién de obras cientificas, literarias o artisticas, configurando la natu- raleza de esa creacién a través de una propiedad de cardcter especial en la que lo moral se funde con lo material. Quizé la Ley en su triple dimensién hubo de ser completada por el Reglamento que, al organizar el Registro de la Propiedad Intelectual, sepa- ra las obras cientificas y literarias, las dramdticas y las musicales y las de indole artistica y periédica. B) Principio de determinacién de titularidad y objeto. La Ley deter- miné con auténtica precisién a quién podia corresponder la titularidad de * Cossfo, A. de: “Tendencias jurldicas en el momento de elaboracién de la Ley Hipotecaria, Su comparacién con las actuales” (Anales de la Academia Matritense del No- tariado, tomo XIV, 1963, pig. 39 y ss. $ Forns, J.: “Temas de propiedad intelectual. Fuerza obligatoria del Registro” Revis- ta de Derecho Privado, tomo XXVIII, julio-agosto 1944, pag. 642. 13 14 oLeriN DE ANABAD aRo xxix - NOM. 1 la propiedad, desde el autor al traductor, de los que refunden, copian 0 ex- tractan, compendian o reproducen, hasta los editores de Jo inédito y to- dos los derechohabientes de los anteriores. Al lado de la titularidad situé el concepto de beneficio que era aplicable a los autores de mapas, planos o disefios, a los compositores de misica, a los autores de obras de arte y a los derechohabientes de los anteriores, asi como al Estado, Corporaciones, Provincias y Municipios, e Institutos cien- tificos, literarios o artisticos. Creo que lo més importante de la Ley, y por supucsto de su Regla- mento, es Ja precision de lo que debe entenderse por obra para que pueda ser considerada como adscrita al autor en su titularidad. Autor es el que concwe y REALIZA (no basta con que la obra esté concebida, sino que ha de realizarse) una obra cientifica o literaria o el que CREA y EJEcUTA alguna artistica. Si bien no basta la concepcién o creacién y se precisa a realiza- cién o ejecucién, no es precisa la publicacién para que la Ley ampare Ja propiedad intelectual. Cualquiera que se asome al texto legal verd la pre- cisién normativa y ese intento de agotar materia contemplando supuesto como el de las obras anénimas, las péstumas, las colecciones legislativas, os discursos parlamentarios, las traducciones, pleitos y causas, etc. ©) Principio de temporalidad, La propiedad intelectual se concibié como una propiedad “ad tempus”. Abi debié de residir esa lucha parla- mentaria que se desprende de las sesiones del Congreso. Frente al criterio o principio de perpetuidad triunfé el de la temporalidad reconociendo la propiedad durante toda la vida del autor y ochenta afios mds a favor de los herederos. Juegan diversos plazos en casos especiales que omitimos por ser de todos conocidos, pero lo curioso del caso es que si por autor o beneficiario de la propiedad intelectual se admite a una Sociedad Anénima o una Insti- tucién Juridica, que supera en su existencia la temporalidad de la vida o vidas de sus socios 0 componentes, es evidente que podria ser ese el camino para lograr una perpetuidad que al legislador se le pasé prever®. @ gEs viable que una persona juridica pueda considerarse como autor o como bene- ficiario de la propiedad intelectual? Ese es el tema primordial. Los que, en realidad, con- ciben y ejecutan Ia obra son las personas fisicas que estén detrds de la jurfdica, pues la personalidad que se le atribuye a la misma se agota en la concesién de derechos y obli- gaciones. El posible tema del “levantamiento del velo de la persona juridica” puede tener aqui su aplicacién. De todas formas, al entender la Ley que por autor ha de considerarse “‘a los editores de obras inéditas”, es evidente que admite que el editor puede ser una persona fisica 0 una juridica, sea cualquiera la forma que revista. Al alcanzar los beneficios de la Ley “al Estado y sus Corporaciones, y a las provinciales y municipales y a los Institutos cientificos, literarios o artisticos, o de otra clase legalmente establecidos”, est4 permitiendo atribuir esta propiedad a personas juridicas de carécter puiblico o privado. 2Cudl serfa en estos casos Ia duracién? gCabe pensar en causahabientes de dichas personas? 4 1S PRESENTE ¥ FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL D) Principio de transmisibilidad. Esta intimamente enlazado con el anterior, pues si bien al autor se le reconoce Ja facultad de transmitir su derecho a favor de cualquier persona, tanto en forma intervivos como mor- tis causa, esa transmisién unas veces esté mediatizada por el transcurso del tiempo y otras pesa sobre la titularidad el derecho de reversién que los herederos tienen para recuperar la propiedad durante un lapso de afios- No se decia absolutamente nada del gravamen, pero ello no ha impedido que una Ley especial, la de Hipoteca mobiliaria, regule el mismo. Lo que si ha resultado curioso —y de esto me ha prometido un articulo Javier Baxran— es la subsistencia de la Ley durante cien afios, con un error en su articulo 6 al hablar de herederos “testamentarios o legatarios”, cuando debié decir “testamentarios o legales”, pero los que habéis asistido a la Exposicién y tuvisteis la paciencia de leer el prospecto orientador, veriais que en él denunciaba el error —estudiado por ilustres tratadistas como Ro- pricuez Arias y Giménez Bayo—, y en dicho prospecto habfa otro error, el de mi apellido, que en vez de Cuco figuraba como Cuicxo, lo cual no es més que una influencia televisiva que ya se repite, pues en cierta ocasién en una reserva de hotel que quise hacer, el recepcionista la hizo a favor de Frormpa Cuico, aunque a la hora de pagar lo tuve que hacer yo...’. E) Principio de exclusiva ¢ interés publico. Frente al derecho de “ex- clusiva” reproduccién, publicacién, ejecucién 9 explotacién que se le reco- noce al autor o beneficiario de los derechos que la Ley ampara, surge el del interés piiblico que se hace efectivo por diversas causas: por falta de inscripcién durante un determinado plazo (la negligencia se penaliza con la privacién durante un plazo del derecho a la exclusiva que se volatiliza si transcurre un afio més), por falta de publicacién durante otro plazo legal y por el transcurso de la temporalidad fijada al derecho de autor. Quiza el derecho de exclusiva se evé a términos absolutos al conceder al autor y herederos la facultad de manifestar en forma solemne su volun- tad de que la obra no vea la luz pitblica (articulo 44)*. 7 Tratan del tema del error material de transcripcién Giménez Bayo y Roprfcurz ARtas Busramanre: La propiedad intelectual. Instituto Editorial Reus, Madrid, 1949. En el texto de la Ley que se envia a la Gaceta figura la frase herederos “testamentarios 0 legatarios”. ‘Tanto en cl programa gufa que sirvié de orientacién para la Exposicién como en el texto de estas notas, yo insist{ en que lo que deberia decir es “herederos testamentarios 0 le- gales”, pues lo de “legitimos", a mi entender, puede inducir a confusiones con los herede- ros “legitimarios", aunque no dejo de reconocer que en base del articulo 658 del Cédigo civil y del 912 del mismo cuerpo legal Ia sucesién se defiere por testamento o por Ley, Maméndose a la primera testamentaria y a la segunda legitima. 8 Estamos ante lo que la doctrina ha denominado “derecho al inédito”, que estudia con auténtica maestria Atvarez Romero, C. J.: Significado de la publicacién en el derecho de propiedad intelectual. Madrid, Colegio Nacional de Registradores de la Propiedad, 1969. 15 16 BOLSTIN DE. ANABAD afo xxix - xi. 1 F) Principio de proteccién registral, Aparte del sistema de penalidad contra el fraude que la Ley establecia, se arbitraban medidas de tipo guber- nativo y la accién civil ante los Tribunales. Pero el eje central en el que se apoyaba la plena proteccién de la propiedad intelectual estaba constituido por la creacién del Registro de la misma. A mf me hubiera gustado poder entrar a fondo en esta materia para desvirtuar un poco esa tendencia de algiin administrativista empefiado en construir en forma unitaria un Derecho registral, cuando en este campo se hace del todo punto imprescindible separar lo que es un Registro adminis- trativo de un Registro juridico, basado en una publicidad que produce efec- tos juridicos. Pero como el tiempo apremia me voy a limitar, en este mo- mento, a enunciar las bases o principios hipotecarios que le asisten en su calidad de juridico*: a) Principio de publicidad. En ¢] aspecto puramente material de lo que debemos entender por publicidad, la manifestacién de ésta, cristalizada en lo que la técnica procesal de Carneturmt lamié legitimacién, es evidente, pues el Registro asegura la titularidad de la obra inscrita y la posibilidad del ejercicio de los derechos a quien la publicidad libraria se los concede. Realmente, la publicidad alcanza no sdélo a la titularidad de la obra, sino al titulo que la misma tiene. Esto exigirfa ciertas matizaciones, pues la coincidencia de titulos exige una calificacién de materias. Dentro de la publicidad formal surge inevitablemente el tema de la forma de hacer ptiblico el Registro, y esto se consigue a través de la expedi- cién de certificaciones de caricter positivo o negativo, segtin la peticién formulada. b) Principio de inscripcién. Todos sabéis que dentro de las clases de inscripcién registral las hay constitutivas (sin las que el derecho no nace), ® En la ascendente marcha de penetracién de lo ptiblico en lo privado, existe un mo- vimiento doctrinal en el cual se pretende estructurar una disciplina de cardcter unitario a base de un Derecho registral, en el que se incluyen toda suerte de Registros, con las particularidades que cada uno exija. Dentro de esa doctrina cabe citar a Montoro Purr- To, M.: Apuntes para la estructura de una Administracién Registral (Libro homenaje a Lopez Ropé). Madrid, 1972, A mi entender, no son “particularidades” las que diferen- cian a los diferentes Registros, sino razones mds hondas fundadas en lo que debe enten- derse por juridico, distanciéndolo de lo que es puramente administrative. No es lo mismo, aunque Heve el nombre de Registro, un fichero, un archivo, un conjunto de libros que publican determinados datos, que un Registro jurfdico donde el principio de publicidad juega un papel tan predominante que concede al contenido de los pronunciamientos re- gistrales determinados efectos juridicos. En el Registro de la Propiedad Intelectual, aparte de la materia de la calificacién, 10 que podriamos lamar aspecto material del principio de publicidad, esto es, 1a legitimacién es una muestra evidente de que estamos ante algo ju- tidico que nada tiene que ver con lo administrativo. El tema necesitarfa un desarrollo que estas notas no permiten. 16 7 PRESENT Y FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL declarativas (que producen efectos frente a terceros), voluntarias, obliga- torias, estimuladas, ete. Por supuesto —a pesar de que algiin autor opine lo contrario, como Forns-, la inscripcién del Registro de la Propiedad Intelectual no es cons- titutiva. El derecho de propiedad intelectual existe sin necesidad de ins- ctipcién (ni siquiera de publicacién dice la Ley), lo que sucede es que no queda protegido frente a las posibles usurpaciones y publicaciones por ex- trafios, La inscripcién es voluntaria, gratuita y estimulada por unos plazos ¥ unos efectos. ©) Principio de especialidad, El Registro se leva por obras, no por au- tores, Se parece en esto al Registro de la Propiedad- A cada obra se le abre un folio u hoja registral donde, aparte de Jas circunstancias que identifican a la obra y acreditan Ja titularidad del autor, se reflejan las diferentes alte- raciones del dominio de la misma. Es decir, constituye ¢l folio el historial juridico de la obra. d) Principio de tracto sucesivo. Est4 relacionado con el de especiali- dad, ya que la titularidad de cada obra sélo puede pasar a otra persona institucién si se justifica juridicamente la transmisién de la herencia, el pase al dominio piblico, etc. e) Principio de calificacién, Creo que es el fundamental para situar el Registro dentro de los juridicos. La calificacién exige una preparacién que abarca la forma, el contenido, la titularidad y la validez y eficacia de la documentacién publica que sirva de base para justificar las transmisiones y gravamenes, f) Principio de rogacién, La actuacién registral no es nunca de oficio, ya que exige una peticién del autor, sus representantes legitimos o las per- sonas autorizadas legalmente para hacerlo, asi como la autoridad judicial. EI desarrollo de esta serie de principios lo margino y prometo hacerlo en otra ocasién menos apretada de tiempo y espacio, pero creedme que como Registrador es la materia que més me tienta®. w Al citar el conjunto de principios que a mi entender asisten a Ia institucién regis- tral he citado el de “especialidad” que inevitablemente no se recoge en toda su_pureza, pues no hay que olvidar la Ley de Hipoteca Mobiliatia y Prenda, sin desplazamiento de posesién, que altera el mismo al descentralizar el folio para el caso de Ja hipoteca. No he citado, sin embargo, el de prioridad, pues no hay una base segura dentro de la Ley para estructurarlo, pero no cabe duda que habrfa que pensar en el mismo para solucionar el problema de obras con el mismo titulo y de la misma clase, cuyo criterio diferenciador s6lo reside en cl contenido. Si el plan, el atgumento y el titulo constituyen propiedad in- telectual (conforme dice e larticulo 64 del Reglamento), es evidente que la registracién de obras con el mismo titulo, si son de la misma clase, puede provocar ciertos conflictos. 7 18 BoLETIN DE ANABAD afo xxoc - wom. 1 Ill. FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL Aunque pueda resultar una especie de osad{a enfocar el tema del “fu- turo” de la propiedad intelectual, creo que en el animo de todos esta el que mi pretensién se circunscribe a lo que podriamos llamar “problemas a resolver” dentro de su dmbito. La situacién de vida y evolucién era muy distinta de la del momento actual, Las efemérides que os he apuntado creo que sirven de contraste de los dos polos que separan estos cien afios. E] progreso técnico, aplicado al campo de la produccién intelectual, es asombroso. La difusién de las obras de Ja inteligencia tiene tantas posibilidades que, por ejemplo, un hecho en sonido e imagen —via satélite— esta en décimas de segundo presente en todo el mundo. Los nuevos medios de grabacién sonora, la técnica cine- matogrdfica, las emisiones de radio y televisién, las cintas magnetofénicas, el video, las computadoras en sus niultiples aplicaciones, las técnicas de impresién en todas sus facetas, etc., ponen el gran contraste con la utili- zacién en algunas comarcas del arado romano o el de vertedera. Ante este impulso técnico que facilita Ja difusién y pone en serios pe- ligros la proteccién que la propiedad intelectual merece, squé debe hacerse? La Ley Centenaria de 1879 en su genial formulacién abria una gran ven- tana al progreso, permitiendo, con su forma amplia de entender el derecho de propiedad intelectual, cobijar todas aquellas manifestaciones cientificas, literarias o artisticas “que puedan darse a luz por cualquier medio”. Y yo creo que el éxito de la Ley se debe, de una parte, a esta férmula (que todavia es més rica en matices al reflejarse en el Reglamento) “o cualquier otro de los sistemas impresores o reproductores conocidos 0 que se inventen en lo sucesivo”. No se puede decir mds elegantemente una profecfa: mientras el viento le dice a Ja noche su secreto, déjame que desde mi niebla prediga tu futuro... Y, de otra parte, a esa gran labor de interpretacién ¢ integra- cién jurfdica de quienes han ejercido el poder de calificacién para que el amparo registral de la propiedad se extienda a las mayores manifestacio- nes que las épocas han ido ofreciendo. gBasta esta labor jurisdiccional “juris dictio” para resolver todos y cada uno de los problemas que se agolpan a las puertas de una Ley Centenaria? No es posible que el legislador ni el cientifico se acojan al principio de la inmutabilidad de las normas, pues éstas por naturaleza deben ser tempora- les y, de otra parte, las exigencias del desenvolvimiento del Derecho de- terminan y reclaman una norma para cada etapa de la vida y su proble- mitica, Si necesaria es o puede ser una nueva Ley, intentemos hacerla de 18 19 PRESENTE Y FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL tal forma que sepa recoger lo bueno de aquella que deroguemos y lo que le falte para que pueda cumplir otros cien afios. En cualquier caso hagamos caso del axioma prudente: lo urgente impide hacer lo importante *. El fenémeno constitucional del afio 1978 puede provocar el replantea- miento innovador de la legislacién centenaria que comentamos, aunque en apariencia parece que todo sigue igual. El articulo 20 de la Constitucién “reconoce y protege” la produccién y creacién literaria, artistica, cientifica y técnica, lo cual no viene a ser mds que una reproduccidn, con leves ma- tices, del articulo 18 de la Constitucién de 1869 y el 13 de la de 1876, que informan la Ley de Propiedad Intelectual vigente. Si a eso se afiade que la vigente Constitucién “reconoce” el derecho a la propiedad privada y a la herencia, es evidente que estamos dentro de la letra y el espiritu de la Ley Centenaria, Pero no debemos olvidar dos temas que, como principios, han de provocar discusién: la funcién social delimitadora del contenido de estos derechos y el acceso a la cultura a que todos tienen derecho (articu- los 33 y 44 de la Constitucién). Y esto creo que inevitablemente ha de me- diatizar el contenido y quizd la duracién del derecho de propiedad inte- lectual. Claro que el deseo de reforma debe estar ya muy definido en la mente del legislador, ya que pueden sefialarse estos dos intentos para Ilevar a cabo la modificacién: el primero constituido por el Proyecto de Ley que a pro- puesta del Ministro de Instruccién Publica y Bellas Artes fue remitido a las Cortes el 27 de junio de 1934, publicdndose en el Diario de Sesiones, y el trabajo realizado por una Comisién nombrada por Orden Ministerial de Educacién Nacional el 28 de febrero de 1966, que elaboraron un texto en forma de anteproyecto sobre unas bases previamente establecidas, aun- que parece ser que no s¢ le llegé a dar cardcter oficial, pues no fue aceptado por la totalidad de la Comisién. Quiero rendir tributo de admiracién y gratitud a los miembros de dicha Comisién, sefiores Garcfa Noblejas, Guasp Delgado, Hernandez Guijarro, Jiménez Quesada, Martinez Esteruelas, Pefia Bernaldo de Quirés, Raya Mayo, Alvarez Romero y Reyes Nuifiez, cuyos trabajos, de ochenta reuniones, han de ser unos buenos puntos de apoyo para elaborar un posible anteproyecto. Se hace muy dificil ofreceros en una breve sintesis los problemas que la propiedad intelectual plantea en su versién de actualidad, pero si hemos H La gran labor que supone la interpretacién de una ley para lograr los fines de su aplicacién, asf como esa facultad calificadora concedida al Registrador, pueden levarnos a_ciertas semejanzas con las construcciones juridicas que se acercan a la idea de la juris- diccién, aplicadas a la calificacién registral del sistema inmobiliario. Ello exigiria cierto desarrollo sobre la base del conocido trabajo de Lacruz Berpxjo, J. L.: Jurisdiccién y Administracién en el Registro de la Propiedad. Ponencia al I Congreso Internacional de Derecho Registral, con motive del Centenario de la Ley Hipotecaria de 1861. 19 20 BoLETiN DE ANABAD aXio XxIx - NOM. I de andar por la senda que nos va marcando la Constitucién, se me antoja que lo mejor serfa distinguir el reconocimiento de la propiedad intelectual de Ja proteccién que se la brinda. Pudiera abordar antes el tema del nombre con el que debemos reconocer de ahora en adelante a esa propiedad o a ese derecho o derechos. Cuando cien afios de nombre nos contemplan parece poco serio cambiar de placa y hablar de obras del espititu, derechos de autor, propiedad libraria, cien- tifica © artistica, musical o dramdtica, propiedad literaria, derechos proce- dentes del trabajo intelectual, derecho moral, etc. Nunca se debe olvidar que nuestra Ley es de las primeras que se publican en ¢] mundo, que rige durante varios afios en Jas provincias de Ultramar y que por su amplitud permite recoger en su seno las mds variadas manifestaciones, pues no debe olvidarse que la Ley, ademds de la propiedad, habla de los derechos que de ella se derivan y entre los cuales estén los del autor, editor, traductor, com- positor, refundidor, etc. La Ley en este punto era sabia al distinguir en su calidad de autor, de una parte, al que concmDE y REALIZA alguna obra cien- tifica o literaria y, de otra, al que crea y Eyecura alguna artistica. La pre- cisién es realmente sorprendente. Aparte de ello, creo que la seriedad que impone Ja formulacién de un derecho tan respetable como es el intelectual, debe estar exento de cual- quier demagogia que nos Ileve a incidir en esa pregunta que se repite en muchas entrevistas: ,Usted estudia o trabaja? {Como si el estudio no fuese trabajo! Lo que habria que preguntar en todo caso es gcon qué parte del cuerpo trabaja usted? Aparte de ello, el C.c. el 31 de mayo de 1974 si- gue hablando de propiedad intelectual e industrial, conforme al articu- lo 10, 4.° Sin embargo, es curioso cémo Ja Constitucién en su edicién divul- gatoria preelectoral, al margen del articulo 20, en vez de hablar de propie- dad 0 derechos de autor, lo que dice es “libertad de expresién”, aunque en el articulo 149, 9, se hable de “propiedad intelectual”. A) REcoNocIMIENTO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL Problema previo para solucionar muchos de los que ofrezco serfa la determinacién de la naturaleza juridica del derecho de propiedad intelec- tual, pero lo margino, pues ello agotaria todo nuestro tiempo. No obstante, si quiero destacar cémo en el tiltimo nimero de la Revista General de Le- gislacién y Jurisprudencia, octubre de 1978, el profesor J. M. Marrin Brr- NAL en un articulo sobre “Los derechos de Ja personalidad en el proyec- to constitucional”, incluye a la propiedad intelectual a la que se le atribuye 20 2 PRESENTE Y FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL el denominador comin de todos ellos: libertad de expresién, difusién e informacién. Entiende que la inherencia a la persona no debiera haberse efectuado tan consustancialmente y quizd hubiera sido més juridico. haber- los despose{do de esa inmanencia ®, El reconocimiento leva consigo un necesario examen de los siguientes puntos: a) EI derecho y su titularidad, Los fundamentales temas que se ofre- cen para ser resueltos estén constituidos por lo que se ha denominado “de rechos vecinos”, “afines” 0 “conexos”. Aparte de las personas que la Ley reconoce como posibles sujetos de titularidad de propiedad intelectual, gcabria ampliar ésta a los derechos citados? Se trata, como todos sabéis, de Jos derechos de los artistas, intérpretes, ejecutantes, fabricantes de dis- cos o de grabaciones de sonido, los empresarios de radio y televisién, etc. Parece ser que la férmula empleada por el artfculo 20 de la Consti- tucién apoya la posibilidad de su inclusién en la Ley, ya que habla de “pro- duccién y creacién literaria, artistica, cientifica y técnica”, pero la conve- niencia o no ser& tema a discutir partiendo de la experiencia deducida de aquellas legislaciones que los han admitido, la prudencia del legislador frente a unos derechos de dificil estructuracién y la exigencia social de su incorporacién a la legislacién®, Aparte de este tema apuntado podriamos afiadir algunos otros, como el que puede generar la atribucién de titularidad del derecho de autor a una Corporacién, persona juridica, empresario, etc., cuando la misma ha sido creada colectivamente por sus miembros 0 colaboradores con relaciones de trabajo remuneradas 0 no, el de las obras andnimas o publicadas bajo seu- dénimo, el de los autores colaboradores, y el que ahora puede tener cierta actualidad en vista de esa inminente reforma del Cédigo civil en orden al régimen econémico matrimonial y plena equiparacién juridica de hom- 2 La cita del trabajo y el autor es por razones de actualidad, ya que tradicionalmen- te Stour: (Il diritto di autore. Milano, 1932) expuso magistralmente las diversas tcorfas en torno a Ja naturaleza juridica de este derecho: a) Como privilegio 0 monopolio de ca- réeter privado, b) Como obligacién “ex delito”. c) Teoria de la propiedad (cuasi_ propiedad, usufructo, propiedad sui generis, forma separable de la materia, derecho patrimonial es- pecial, ete). d) Teoria del derecho de personalidad. ¢) Teoria del doble derecho real y per- Sonal. f) Teorfa de los bienes jurfdicos inmateriales y g) Teoria del derecho intelectual. Entiendo que el que quiera profundizar en la materia deberd siempre tener a la vista el trabajo primoroso de Pérez Serrano, N.: EI derecho moral de los autores (A. D. C. 11). 1 Dentro de las realizaciones legislativas podemos citar Ia de Filipinas, que recoge estos derechos a través del Decreto mim, 49 de 14 de noviembre de 1972. Igualmente, la de Portugal, segiin Ley de 27 de abril de 1966, donde se distingue lo que ha de entenderse por “epresentacién” (exhibicién ante espectadores de una obra dramitica, dramético-rau- ical, coreograffa, pantomfmica u otra de naturaleza andloga, por medio de la ficcién dra- mética, canto, danza, mica w otro procedimiento adecuado), recitacién y ejecucién de ras, a 22 BOLETIN DE ANABAD ao xxix - NOM. I bre mujer. Me estoy refiriendo al cardcter propio o ganancial de la pro- piedad intelectual. Para m{, por supuesto desde mis conocimientos juri- dicos, la propiedad intelectual es siempre un bien propio o parafernal, se- gin sea el marido la mujer quien realice la obra, y aunque el posible “silencio” o las inevitables “renuncias” de uno u otro hayan supuesto una colaboracién efectiva para que Ja obra vea la luz. Los beneficios econémi- cos —caso de existir— deberian regularse segiin el régimen econémico que rigiera el matrimonio. b) Contenido del derecho. En la doctrina hay unanimidad en recono- cer a la propiedad intelectual con un contenido tinico, montado a las dos vertientes de lo personal y lo econémico. Castax, el gran maestro de todos nosotros, lo decfa sintéticamente: de una parte protege el vinculo espiri- tual entre la obra y el creador (derecho de publicarla o no, defender su pa- ternidad intelectual, perseguir el plagio, derecho de transformacién, dere- cho al arrepentimiento, etc.), y de otra, su interés econémico concediéndole la exclusiva reproduccién de la obra o derecho a la explotacién, la facultad de disposicién, la de gravamen y Ja de renuncia™. Si la intencién Jegislativa es Ja de partir de una norma unitaria que abarque todos los aspectos que se relacionen con Ja propiedad intelectual, habrfa que pensar en incorporar en forma actualizada los preceptos que la Ley de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin desplazamiento de posesién con- tienen a este respecto, teniendo a la vista uno de los pocos trabajos que sobre este punto se han escrito: el de Gémez-Acexo *. Més problema que el del gravamen deberd suscitar el posible derecho de “impedir la publicacién de la obra o retitarla del comercio”, pues si toda obra leva prendida en sf un elemento de cultura y “todos tienen derecho de acceso a ella”, la conciliacién de ambos intereses exige una determina- cidn clara de casos y supuestos. José Forns en un magnifico artfculo (“De- recho de propiedad intelectual en sus relaciones con el interés piiblico y Ja cultura”, ADC, 1951) nos habla de la Mamada “licencia obligatoria” o autorizacién legal para determinadas utilizaciones de obras cientfficas, li- terarias o artfsticas, sin necesidad de contar con la autorizacién expresa del autor, normialmente reconocida como imprescindible. Cuenta cémo en Ja Convencién de Berna esta licencia no representé mas que una gentileza de los otros paises hacia Ja nacién que les habfa acogido, a fin de que las “cajitas de musica” entonces muy en boga, que en Suiza se fabricaban, pudiesen utilizar unos compases de mtisica conocida sin el enojoso tramite 4 Castéx Tosefas, J.: Derecho civil comtin y foral, Madrid, 1941, pg. 97. 15 Gémez Aceso, F.: “La hipoteca de propiedad intelectual y propiedad industrial”, Anales de la Academia Matritense del Notariado, tomo XI. 2 23 PRESENTE ¥ FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL de buscar al autor y pedirle su autorizacién en cada caso, Pero eso degeneré en el aiio 1925 al producirse el insospechable desarrollo de la industria del disco merced a Ja impresién eléctrica, y Alemania, Austria y Suiza apli- caron la “licencia obligatoria” en el sentido de que, cuando el autor habia autorizado en exclusiva a una firma la reproduccién de una obra musical, Jos dems fabricantes podian libremente reproducir dicha obra, con tal de satisfacer al autor sus correspondientes derechos. Sin querer estamos en- trando en el tema del “derecho de exclusiva”, con el que el Ministro de Cultura se hizo Doctor en Derecho, comentando en su tesis una famosa sentencia del Tribunal Supremo sobre Ja exchisiva que Raquel Meller ha- bia concedido a una determinada marca de discos para reproducir su voz y canciones *. gSeré ésa la solucién? ¢Habria que pensar en la expropiacién forzosa © quiz4 en una expropiacién del olvido? En la Convencién de Washington se declaraba licito la reproduccién de breves fragmentos en publicaciones con fines didacticos o cientificos, de critica literaria o investigacién’ cien- tifica. ©) Limitaciones en su existencia—Ks el viejo tema de la duracién del derecho de propiedad intelectual que la Ley espafiola, Ja mds generosa en este punto, extiende a Ja vida del autor y ochenta afios mds en favor de los herederos. Aunque yo creo que la regulacién espafiola se ajusta a una equilibrada ponderacién de los intereses que inciden en dicha propiedad, lo ‘mas se- guro es que tengamos que volver a manejar los argumentos que hace cien afios se utilizaron: el desinteresado desprendimiento del autor frente a las contabilidades de los herederos, la dedicacién “exclusiva” del autor frente al autor con “pluriempleo”, el momento en que Ja obra cobra fama pon- derada partiendo del dicho de que “nadie es profeta en su tierra”, la cultu- ra, el interés publico, ete. Si creo que en Ia regulacién del “pase” al dominio publico de Ja obra habria que precisar qué es lo que se entiende por “dominio publico”, pues, aunque es terminologia cordialmente admitida, no debe olvidarse esa dis- tincién entre los bienes demaniales, de uso y servicio piiblico, y los patri- moniales. ;Es una res nullius 0 un derecho que pasa al Estado, y éste, mediante “concesién”, permite o facilita su publicacién? Quizds esta pre- cisién juridica complica excesivamente algo que est4 aceptado tradicional- mente. 1 Gamanitias Gartas, P.: Los pactos de exclusiva en la doctrina y en el derecho positive, Tesis doctoral inédita. La sentencia a que se tefiere es Ia de 23 de marzo de 1921. 23 24 pouerin DE ANSBAD ao 20x - wom, 1 d) Objeto de la propiedad—Se me antoja importante exponeros una serie de casos que se han presentado en el breve espacio de tiempo que Nevo al frente del Registro. Me voy a limitar a ofreceros los supuestos y apuntar argumentos para su solucién, pero sin que la misma pueda ser tomada como definitiva. Parto de la base de que en la propiedad intelec- tual no se maneja, protege y reconoce Ja “propiedad de una idea”, sino la forma enteramente original ¢ individual que se las ha dado, como senten- ciaban Giner y Calderén”. El primer supucsto no puede ser de mayor actualidad. :Podran ser con- siderados como propiedad intelectual y ser protegidos registralmente Jos programas de los ordenadores electrénicos? Me planted el caso un joven e inteligente ingeniero de Caminos, y a los dos o tres dias se volvié a re. petir la consulta por letrado, que Iuego ha resultado ser autor de un im- presionante tratado de mds de mil paginas sobre propiedad industrial e intelectual. Me estoy refiriendo a Baytos Corroza™, Claro que la primera pregunta que uno debe plantearse es: zqué es un programa de computadora o de ordenador? Las érdenes que desencadenan Ja ejecucién de las operaciones elementales que el ordenador puede reali- zar (sumar, restar, etc.) se denominan instrucciones, y los conjuntos de estas instrucciones constituyen los programas. Para que un ordenador eje- cute os més complicados célculos o las mAs engorrosas operaciones admi- nistrativas es necesario descomponer el trabajo que debe efectuar en una adecuada secuencia de instrucciones elementales: en un programa. No sé si con esto ser4 suficiente, pero creo que entrar mds a fondo me va a ser imposible, a pesar de que ya hace tiempo habfa lefdo tres estudios sobre este punto: el que publicé Alianza Editorial de Hortivepate y Toormn, la Teoria de la informacién, del lenguaje y de la cibernética, de Stncu, yel delicioso estudio de Yeena Saparina sobre El hombre, animal cibernético. Lo que realmente de verdad me interesaba era saber cémo esos impulsos a los que reacciona electrénicamente el ordenador podfan revestir la forma necesaria para acceder al Registro, aparte de la cuestién de fondo de si podia o no entenderse el problema como propiedad intelectual o indus- trial. Desechada la cinta y, por ejemplo, las fichas perforadas que traducen ™ También abunda en esta misma idea Lasso pe La Vsca al perfilar el derecho de propiedad intelectual como creacién original, cuando el hombre combina los elementos ya existentes para sacar de ellos utilidades nuevas. La originalidad consiste, pues, en una forma de expresin. El trabajo intelectual, Normas, técnicas y ejercicios de documenta- cién, Madrid. Paraninfo, 1975. 38 Baytos Connoza, H.: “Tratado de Derecho Industrial. Propiedad industrial. Pro- piedad intelectual. Derecho de la competencia econémica. Disciplina de la competencia desleal”, CIVITAS. Madrid, 1978. 4 25 PRESENTE ¥ FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL los cédigos del programa, habia que plasmar en un formato las diversas instrucciones del programa”. En la Revista Internacional de Derecho de Autor, del afio 1972, existe un articulo del que es autor Eucen ULMER y que puede aclarar ciertos pun- tos. Inicialmente a mf se me ocurrié comparar este asunto con el de las partituras musicales, gNo estamos registrando notas musicales debidamen- te ordenadas en una partitura para que el que las sepa leer haga que su instrumento musical emita unos sonidos en vez. de otros y que en conjunto formen melodfa? Pero quiz4 no sea tan sencillo el problema, ya que en el articulo citado se plantean como principales cuestiones Jas siguientes: el modo de expresién del programa y la nocién de individualidad. Por el primero se concede proteccién del derecho de autor a las creaciones inte- lectuales que se expresan en forma de palabras, sonidos, imagenes o cual- quier otra forma perceptible, Es bien cierto que los programas pueden hacerse comprensibles a los sentidos humanos; sin embargo, Jas instruc- ciones que contienen van dirigidas a la maquina, y esto crea una nueva situacién. Pero exigir que las obras ejerzan una influencia positiva en los sentidos ¢ inteligencia humanos equivale a rechazar la proteccién del dere- cho de autor a Jos programas de computadoras, pero Jo que esta proteccién pretende es el “esfuerzo intelectual, tal como se manifiesta en la obra y no el placer estético que la obra puede representar”, De otra parte, la nocién de individualidad. El punto esencial es que el cardcter de creatividad in- telectual, trabajo del intelecto, no basta en sf, sino que tiene que ir acom- pafiado de un elemento personal o individual, que puede consistir en dar forma nueva a unas ideas o en el fruto de un esfuerzo intelectual *. Claro que Jos programas plantean infinidad de problemas més, como son si para resolver un mismo problema Jos programas serdn idénticos, en si existe el programa ideal y si caben diferencias sustanciales entre los mis- mos y el de si existen programas (por ejemplo, el de los fabricantes de com- putadoras) que estén en ef dominio piblico, etc. Debemos concluir esta materia sefialando cémio en Estados Unidos se rechazé la proteccién estimando que no se trataba de patentes industriales. Sin embargo, el U. S. Copyright Office en principio estaba dispuesto a ad- mitir el depésito de dichos programas. Al tratar de resolver esta materia en Derecho espaiiol habremos de tener en cuenta todo lo dicho anterior- 1 Howunepate, §. H. y Toomey, G, C.: “Computadores electrénicos”. Alianza Edi- torial. Madrid, 1972. Sic, Jagjit: “Teoria de la informacién, del lenguaje y de la ciber- nética”, Alianza Universidad, 1972. Sarania, Yelena: “El hombre, animal cibernético”. Barcelona, Biblioteca Universal Planzta, 1972. % Unarer, Eugen: “La proteccién por el derecho de autor de las obras cientificas en general y de los programas de computadoras en particular”. Revista Internacional de De- recho de Autor, 1972. 25 26 BOLETIN DE ANABAD afo xxrx - NoM. 1 mente, aparte de examinar con detenimiento el articulo 48 del Estatuto de la Propiedad Industrial por si estuviéramos en presencia de una patente. Los supuestos que puedo seguir ofreciéndoos se multiplican, y su sola enunciacién agota tiempo y espacio, aunque merecerfan una atencién ma- yor que la que puedo prestar, Sirvan de ejemplo: — La televisién y el derecho de autor. El panorama que ofrece la rela- cién es tan amplio, que yo creo que hasta el articulo que en su dia publicé Forns en Ia Rv. Dr. Pr. esté ya superado por Ja realidad de los problemas existentes. Uno de ellos puede ser: zBasta obtener el permiso del autor para la emisidn de su obra o se precisa una auto- tidacién especial para los aparatos receptores instalados en pit blico? ®. — Las obras fotogrdficas, fotografias, diapositivas, fotogramas aislados o la obra fotogrdfica sobre determinado tema que se publica junto con una casette musical o explicativa o ambas cosas a la vez. Todo ello tiene una intima relaci6n con ¢l derecho a la imagen y sus Lmites. — La correspondencia privada, los documentos personales, la noticia, los bocetos escenograficos y teatrales, las traducciones hechas por ordenadores, los disefios artisticos para, por ejemplo, fabricar el pa- pel pintado, etc. En una testamentaria y documentacién complementaria de un pre- dicador famoso por su “obra”, Jefa una cldusula por la que se cedia “cualquier otro derecho de propiedad intelectual derivado de la re- produccién de la imagen o de Ja voz...” y “especialmente las repro- ducciones obtenidas con ocasién de su labor de predicacién publi- cadas por los procedimientos de fotografia, fonografia, cintas mag- netofénicas, cassetes, peliculas cinematograficas, video-cassete o cual- quier otro sistema impresor o reproductor. — Garcia Nosteyjas citaba, en una conferencia del afio 1958, los llama- dos “Droit de suite” o derecho a la plusvalfa que al autor le debe co- rresponder por el aumento del valor en posteriores transferencias®. —: Las tablas de logaritmos, los mapas (donde las Iineas trazadas por Ja naturaleza, cadenas de montafias, lagos, corrientes de agua, etc., 1 Forns, J.: “La televisién ante el derecho de autor”. Revista de Derecho Privado, XXXI, noviembre 1947. ®@ Garcia Nosteyas, J. A.: “La propiedad intelectual, Consideraciones acerca de su naturaleza, objeto, contenido y extensién”. Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, 4. LXIV,!, 1958. 26 27 PRESENTE ¥ FUTURO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL pertenecen esencialmente al dominio piiblico) que ya vienen recogi- dos en el articulo 3 de la Ley, etc.*. — La solucién que es preciso ofrecer a la produccién cinematogréfica, parcialmente abordada por la Ley de 31 de mayo de 1966%. Y asi seguiriamos, pero yo ya comienzo a apreciar en vuestros rostros aspectos de cansancio. Por eso creo que lo mejor serd que os cuente alguna anécdota de ese quehacer cotidiano en ese intento de abrir la proteccién registral hasta Ifmites insospechados: — Hay, por ejemplo, varios casos de autores que han intentado regis- trar formulas mateméticas para lograr resolver el viejo problema de la cuadratuza del circulo, otros que estaban seguros de que admi- tiriamos la formula para la curacién del cdncer, otro que pretendia que le admitiésemos un canuto con Ja doble utilidad de poder dibu- jar la letra O y ver las estrellas a su través... Como en los requisitos que deben cubrirse por el solicitante para la admisién de la obra est4 Ja de la determinacién del domicilio, ya os podéis imaginar lo que todos ponjan: Lecants, SanaTorio SiquiiTRIco. —: Comienzan a ser variadas las peticiones de que los nombres de los autores los “traduzcamos simult4neamente” al vasco, al gallego o al catalén, quiz4 confundiendo el Registro civil con el de la Propiedad Intelectual. La falta de coincidencia entre el nombre del autor que figura en el libro o en la partitura, coincidente con su documenta- cién, y la traduccién que se nos pide provocaria serios conflictos en la identificacién de nuestros ficheros ¢ inscripciones, pues si bien el téaxy o el Jorpr estén bordeando nuestros conocimientos lingitis- ticos, el joseBa miRENa ya es dificil encuadrarla en el José MARIA tan divulgado. B) Proreccr$x DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL Resulta sumamiente dificil en el mundo complejo de las relaciones del autor de una obra, con el editor de ella, con el adquirente 0 con los causa- habientes precisar unos conceptos claros, pues al haber estado histérica- % Aclaro que la problemdtica de las tablas de logaritmos fue solucionada admitiendo la inscripcién de las mismas como obra cientifica, % Habré que tener en cuenta el trabajo de Manin Pérez, P.: “La obra cinematogré- fica y sus problemas juridicos”, Revista Leg. y Jurisprudencia, julio-agosto 1949; la de Movener y Rapartu, “El autor de la obra cinematogrdfica”, Revista Gral. Legislacién y Jurisprudencia, 1953; la de Mantivez Row, L. F.: “Los derechos de autor y el film ci- nematografico”, Rev. Derecho Mercantil, 1967, y el libro de Vizcaino Casas, F.: Derecho cinematogrdfico espafiol, Madrid, 1952. 7

S-ar putea să vă placă și