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PROYECTO J U ~ T I C IEA
INTERCULTURALIDAD
Por
MAURICIO BEUCHOT
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a m a . FS",rn, u- ES3,rn LWaaau 266,Ph"S. El propósito de este trabajo es aborda1 el tema de los deiechos huma-
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1 w.sai!odepsgi~.w~ w.bibllot-e~a.~~
w.anthropos-edna~~,om nos en unasociedad multicultural (y, por lo mismo, intercultural):
qué se puede hacer cuando hay conflictos en su comprensión y valo-
ración. Es decir que cuando distintas culturas conviven juntas, en paí-
ses vecinos o en el mismo país, pueden tener diferentes visiones de los
derechos humanos. Las situaciones más extremas se pueden dar cuan-
do alguna cultura no los conozca o no los entienda o, habiéndoles co-
JC571 nocido y entendido los rechace o no los cumpla. <Quéhacer con una
B48
2005 Beuchot, Mauricio, 1950- cultura que se comporta así? Algunos dirán que hay que someterla a
y dereclm I~ufnatios/
infern~lluralidad toda costa; otros, que hay que respetar su idiosincrasia y dejarla actu-
por Mauncio Beuchot. - ar como quiera. Ninguna de las dos respuestas, por lo excesivas, pa-
.
México : Siglo XXI UNAM, ~ ~ ~ ~ l ~ ~ d
rece satisfactoria.De hecho, son pocos los que sustentan posturas tan
de Filosofiay Letras, 2005.
124 p. extremas; más bien hay quienes buscan una postura intermedia, pe-
ISBN 968-23-2611-7 ro en ello hay una gran diversidad, y es lo que trataremos de exami-
1. Derechos humanos -Sociedades nar: los pluralismos y sus perspectivas.
1. t También puede no darse una situación tan extrema como la que
hemos descrito, sino solamente entender los derechos humanos de
manera diferente, o no reconocer algunos, como los derechos de las
mujeres o los de los niños, etcétera. Ésta es, de hecho, la situación más
porlada target frecuente y la más problemática. <Cón~o hacer entonces para que se
primera edicibn, 2005
reconozcan estos derechos? ¿Cómo llegar a un acuerdo?
! segunda reimpresi6n, 2013 Por supuesto se trata de evitar el recurso de la violencia y la impo-
! 0 siglo xxi editores, s.a de c.v. sición, usado en ocasiones para defender los derechos humanos. Hay
1 en coedici6n con la
que confiar en que el diálogo bastará para hacer conocer, compren-
der y valorar los mencionados der~chos.Pero, sobre todo en ese ca-
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so, es pieciso partir de una teoría acerca del multiculturalismo, del
l lsbn 978-968-23-261 1.0
isbii 970-32-2943-3 pluralismo cultuial y de la interculturalidad, que nos capaciten para
dialogar adecuadamente sobre esos derechos con lasotras culturas. Y
derechos reservados conforme a la ley
impreso y hecho en m6xicoIpr1ntedand made iai mexieo es aquí donde la reflexión filosófica tiene relevancia, pues ella es la
encargada de aportar argumentos convincentes, máxime cuando se
impreso en mújica in~presor,s a de c v
d camella núni 4 trata d e algo tan importante para la convivencia pacífica y que nos
81 COI el manto, iztapalapa concierne a todos.
La claridad que alcancemos sobre estos puntos repercutirá en el
planteamiento de ciertos derechos colectivos (o comunitarios) como 2. NOCIÓN DE CULTURA, DE MULTICULTURALISMO y
son los derechos culturales, a saber, el derecho de un grupo a preser- DE DERECHOS HUMANOS
var su cultura, su lengua, su religión o sus costumbres. Porque puede
ocurrir que algunas creencias o costumbres sean consideradas con-
trarias alos derechos humanos, y entonces haya que rechazarlas o mo-
dificarlas.
Por eso partiremos de una breve definición de cultura, de multicul-
turalismo y de derechos humanos. En seguida trataremos de establecer
Ya que nuestro problema es el de los derechos humanos en un ámbi-
el problema que se presenta cuando hay discrepancia acerca de tales
to multicultural o intercultural, en este capítulo nos ocuparemos de
derechos, ya sea por incomprensión o por rechazo valorativo. Y como
definir sucintamente la cultura, el multiculturalismo y los derechos
se trata de interpretar algo entre contextos diferentes, examinaremos
humanos mismos. Es algo que no pode,mos eludir, pero que haremos
la propuesta de una h e ~ m e ~ é u t ianalógica,
ca esto es, el instrumento in-
terpretativo para afrontar la diferencia sin perder la semejanza o con-
sólo mínimamente, para dar un planteamiento serio y adec"aao a
nuestro problema. Ello nos servirá como introducción al análisis, con
fluencia que. permita universalizai; así sea mderadamente y con ma- el fin de guiarnos en el diálogo sobre los derechos humanos dentro
tices. del multiculturalismo.
:
Con esos instrumentos, analizaremos cómo plantear los derechos : . .
Haremos, pues, aquí algunas reflexiones que nos aclaren un poco
humanos en América Latina, que es el contexto que nos compete, y ese fenómeno tan humano y, por ello, tan antiguo, pero al mismo
concluir con ayuda de la hermeiiéutica analógica aplicada al multi- tiempo tan huidizo y dificil como es la cultura. Esto nos capacitará pa-
culturalismo, con la definición de un pluralismo cultural analógico, ra plantear después cómo entendemos el multiculturalismo, y la rea-
como una interculturalidad que se alimenta de aspectos de otras cul- lización de los derechos humanos.
turas o bien los rechaza. De esta manera se podrán hacer respetar los
derechos humanos en una sociedad multicultural.
Finalmente, abordaremos ciertos temas más abstractos o filosófi-
cos como la manera en que se observan los derechos Iiumanos desde
la perspectiva de uria hermenéutica analógica. Otro será comprender Aunque no podemos desarrollar aquí una idea amplia y muy elabora-
cómo una hermenéutica analógica conecta a los derechos humanos da de cultura, sí hemos de tener por lo menos alguna que nos orien-
con la antropología filosófica que les subyace, esto es, la idea o mode- te. La cultura puede ser vista, de manera muy amplia, como el culti-
lo de hombre que suponen. y por último, y de acuerdo con esa filo- vo de todo aquello que nos ayuda a colocarnos en la realidad del
sofía del hombre inherente a los derechos humanos, veremos cómo entorno, no sólo natural sino también social. En efecto, n o hacemos
se puede sensibilizar hacia una educación, compresión y estimulación cultura sólo para sobrevivir, sino también para convivir con propios o
para su cumplimiento y defensa. extraños (extranjeros o gente que pertenece a otra cultura). Por eso,
MI intención con este trabajo es colaborar para una cultura de los aquí se conectan Ia idea de cultura, la de identidad cultural y la de in-
derechos humanos, la cual será plural, pero también analógica, es teracción cultural (no en el sentido de intracultural, sino en el de in-
decir, que no perderá su capacidad unificadora y universalizadora a tercultural o transcultural). En todo ello vemos la pugna entre el de-
partir de las semejanzas, y sin pretensiones desmedidas. Eso nos dará recho a la diferencia y el derecho a la igualdad (no a la identidad, sino
un multiculturalismo con rostro humano, que defienda cuanto más se a la igualdad, que es lajusticia), esto es, la tensión entre los individuos
pueda las diferencias culturales, pero que también unifique y reúna en considerados dentro de comunidades menores (etnias o culturas) y los
el cumplimiento de los derechos humanos, que requieren una innega- individuos considerados dentro de comunidadesmás amplias (como los
ble universalidad para existir y para ser cumplidos.
10 CULTURA, MULTICULTURALISMO Y DERXCHOS HUMANOS CULTURA, MUI.TICULTUR4LISMO Y DERECHOS HUMANOS 11
estados). Puede verse que la pugna n o se presenta entre las identida- Con ello no incurre ni en la demasiada confianza en la libertad del
des colectivas y las identidades individuales (las individuales siem- hombre, como se veía en el existencialismo, ni en la excesiva funcio-
pre se dan en las colectivas); pero sí hay tensión entre los derechos nalización del hombre, como se veía en el estructuralismo.
individuales (que tienden a la universalidad) y los derechos colec- Además, Bolívar Echeverría analiza la producción como realiza-
tivos (que tienden a la particularidad), como se ve en los derechos ción; es decir, desde la filosofía de la praxis -que se plasma en forma
humanos. Las identidades individuales se dan en las comunitarias de producción histórico-social-, en la que no sólo se producen los ob-
y, según el tipo de comunidad desde la que se l a m i r e , pueden ser jetos, sino tambien los sujetos; dialécticamente, el objeto surge por
más comunales (culturales) o más globales (estatales). oposición al sujeto y a la inversa. Se habla aquí del ciclo de produc-
Comencemos, pues, abo~ddandoel tema de la cultura en sí misma. ción, consumo y reproducción, aquel en el que se da la praxis cultu-
Hay una innegable dimensión cultural en la vida social. Aquí segui- ral: humanizar la naturaleza y naturalizar al hombre. Así surge la li-
mos a Bolívar Echeverría' quien, muy atento a lo concreto, ve a la cul- bertad, que da fundamento a la necesidad del mundo. Es decir, el
tura como un fenómeno éncarnado en una sociedad a la que sirve pa- hombre en la naturaleza está atado a la necesidad; pero trasciende
ra ubicarse frente a la naturaleza. Para él, la dimensión cultiiral es ese estado de mera dependencia, y se relaciona con la materia a base
esencial en la sociedad, pero no se da descarnada, sino materializada de un metatrabajo y u n metadisfrute. Y ahí están, el sujeto y el obje-
en la historia, y acompañando a la sociedad que la produce por todos to, infiriéndose afectaciones mutuas, y mediados por el instrumento,
los avataies de su proceso. Tener cultura es ir más allá de la animali- que es lo que en definitiva realiza la hominización, esto es, ayuda a la
dad, para acceder a la humanidad, propiamente dicha. Echeverría realización del trabajo, que es la praxis propia del hombre.
analiza el concepto de cultura en el discurso moderno, e n el que Pero no podemos quedarnos en la sola producción de objetos. Hay
de la idea de cultivo, alcanza a las de civilización y de cultura, a ve- que avanzar, dentro de la idea de cultura, hacia la inclusión del aspec-
ces contrapuestas. Efectivamente, en la Alemania decimonónica la to semiótico o semiológico, que junta el producir y el significar. Co-
cultura abarcaba lo creativo, mientras que la civilización abarcaba mo sabemos, la producción significativa es tan importante como la
lo subordinado al pragmatismo económico; en cambio, en Francia material; incluso, es más propia de la cultura que la otra, pues es lo
la civilización abarcaba la cultura, eran coextensivas. El problema que sobrepasa las necesidades primarias y lleva al hombre a lo que en
actual en la definición de la cultura es el de la oposición entre li- verdad es lo cultural.Jakobson fue muy atento a este fenómeno. Tam-
bertad y estructura, entre la perspectiva existencialista y la estruc- bién Hjelmslev trabajó mucho en la explicación d e la relación d e la
turalista, como se vio en la célebre polémica entre Sartre y Lévi- semiosis con la cultura. La producción y el consumo del producto lin-
Strauss. Para deslindarse de ambos extremos, Echeverría declara: guistico son lo más cultural; la palabra es por esencia comunicación,
y a través de ella se realiza de manera más propia la vida cultural. Y
Cabe insistir en que al hablar de cultura pretendemos tener en cuenta una más aún, es constitutiva de la cultura la simbolicidad: el cúmulo de
realidad que rebasa la consideración de lavida social como un conjunto de símbolos que se producen en ella.
funciones entre las que estaría la función específicamente cultural. Nos re- Pero a todo esto hay que darle la concreción de lo humano. Es al-
ferimos a una dimensión del conjunto de todas ellas, a una dimensión de go en lo que insistieron ya Benjamin y Braudel. El ser humano en ge-
la existencia social, con todos sus aspectos y funciones, que aparece cuan- neral n o existe, sólo se da como tal el hombre inmerso en las relacio-
do se observa a la sociedad tal como es cuando se empeña en llevar a cabo nes sociales concretas. La esencia humana aparece siempre como
su vida persiguiendo un conjunto de metas colectivas que la identifican o encarnada en los individuos humanos, no existe de suyo. Un gran pe-
individualizan? ligro d e establecer alguna esencia hu~nanaen cuanto tal es que se
tiende a imponerla a todos los demás.
Bolívar Echeveriía define la cultura como "transnaturalización"?
h d , p. 145.
12 CULTURA, MULTICULTURALISMO Y DERECHOS HUMANOS CULTURA, MULTlCULTURALlSMO Y DERECHOS H U M O S 13
y con ello sugiere que el hombre supera la mera naturaleza, que hay cuidad de lo que produce, el desarraigo y la falta de setitido. Por eso
numerosas versiones del ser humano. Esta atomicidad marca la dife- sólo queda como salida el vivir dialécticamente esa definición dada
rencia ontológica entre el hombre y el animal. Se suprinien o se sus- de la cultura, y una definición posible por alcanzar. Pero ello nos in-
tituyen muchas de las formas de cotnunicación animal. La vida en el troduce ya en el ámbito de lo utópico, de la esperanza a futuro. Y es
grupo, la alimentación, lavida sexual, son muy diferentes en el hom- que, después de Marx, Nietzsche y F r e ~ destamos
,~ en la era de la crí-
bre: adquieren una relación dialógica, de comunicación. tica de la cultura y, por ello, no podemos sino cerrar su definición de
Se relacionan entre sí la identidad, lo político y la cultura. La iden- esta manera crítica y con un sabor a utopía.?
tidad se señalaba en un piincipio vinculada con lo religioso y lo pro-
fano. Lo religioso marca el límite entre el cosmos y el caos, entre lo
bien formado y lo amorfo. Lo profano es lo meramente productivis- MULTICULTURALISMO
ta, no toma en cuenta la contemplación del misterio que nos rodea.
Es el lado de la rutina, y así [lega la cotidianidad de la política. Aquí Se llama multiculturalismo al fenómeno de la multiplicidad de cultu-
es donde Echeverría puede ya establecer la definición de la cultura: ras que se da en el mundo, y en la niayoría de los países. Yse suele lla-
mar pluralismo cultural al modelo con el que se trata de explicar o
La curtira es el momento autocrítico de la reproducción que un grupo hu- manejar ese multiculturalismo? Aveces también se le llama (esto, más
mano determinado, en una circunstancia histórica determinada, hace de su recientemente, y tal vez con una connotación más determinada y es-
singularidad concreta; es el momento dialéctico del cultivo de su identidad.< tudiada) interculturalidad, que es lo que, según mi opinión, se plan-
tea como desideraturna alcanzar?
Puede hablarse de baja cultura y alta cultura, pero la cultura siem- En efecto, el multiculturalismo es un hecho o situación: la existen-
pre irá atada a la condición humana. Con ella se conectan el juego, cia de varias culturas en un mismo estado. Puede ser abordado desde
la fiesta y el arte. Son lo más propio de la cultura, más allá de lo ape- varias perspectivas. Puede considerarse desde la política, el derecho,
gado a la tierra, a las necesidades básicas. El juego está vinculado con la antropología, la sociología, la filosofia, etcétera. Personalmente me
la poesía, la fiesta con el rito, el arte con el mito, que es superado por interesa aquí su enfoque filosófico. Y en el caso de la filosofia, su estu-
la ciencia, aunque sólo en la dimensión empírica y técnica. dio se ubica en una intersección de la filosofia de la cultura, la antropc-
También hay que relacionar la modernidad y la cultura, pues la mo- logía filosófica, la ética, la filosofía política y la filosofia del derecho. Tra-
dernidad es la que se ha autoconsiderado como la más culta, como la taremos de satisfacer todas estas perspectivas, para luego desembocar en
detentadora de la cultura, como la cultural por antonoinasia. Yel oc- la consideración ética yjurídico-filosófica,pues es necesario reflexionar
cidente es lo europeo, singularmente lo griego, y desemboca en la sobre las culturas para ponderar las relaciones de los derechos particu-
modernidad. Es la eclosión de la razón. En el siglo m,Europa y Amé- lares o grupales con los derechos humanos o universales.
rica ven un fenómeno singular. Es el antropocentrismo, en el que el
Cf M. de Certeau, Lo mlftinau~luriel,París, Christiaii Bourgois Éditeur - Éds. du
hombre es el centro del cosmos. Echeverría lo llama el "antropomor- Seuil, 1993, pp. 125 SS.
fismo m ~ d e r n o "ya
, ~que en la modernidad el humanismo lleva a una 'Para una crítica de la misma ideade ci;lnira en cuanto utilizada ideológicainerite
aiitropolatría que desemboca en el capitalismo. Es la idea progresis- y paralucrar,cf. G. Bueno,El +nilodelamlfum,Barcelona, Prensa Ibérica, 1996,pp. 215
ta de la historia y, sobre todo, es la acumulación mercantilista. De es- ss. Cf.tambi6nJ.Choca, "La ciilnira es más radical que la razón", J. B. Llinares-N.Sán-
chez Durá (eds.),Ensayos dejilosofia de la nrllitra, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp.
to se concluye que la modernidad capitalista vive una contradicción: 41-57.
por una parte, esa obsesión de progreso y, por otra, la náusea de lava- Cf J. A. SalcedoAquiiio, Multinrllura(inno:mienlaciaesJilasófiuü para una nrgz~n¿m~-
ladÓnplural¡slo, México, UNAM, €NE~-Acalián,Pla2Z.y Valdes, 2001, pp. 49 SS.
Cf, D. de Vallescar Palanca, "La cultura: consideraciones para el encuentro inter-
cultural",G.González R. Arnaiz (coord.),El dkcuno inlerculliiral.Prolegómmos a una/i-
hsofla inte>.mltural,Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp. 141-162.
14 CULTURA,
MULTICULTURALISMO Y DERECI~OSHUMANOS CULl'UII.4,MULTICULTUWISMO Y DERECHOS HUMANOS 15
El multiculturalismo, pues, significa la existeiicia de muchas comu- siado reivindicadores de los grupos, que dan origen a pluralismos casi
nidades culturales en una comunidad mayor. También se les llama na- relativistas y posmoderiios; pero, como dice Roberto Rodríguez Gue-
ciones, pueblos o etnias. Por supuesto que algunas de ellas son mino- rra, se dan encuentros entre ellos, combinaciones y mezclas, por ejem-
rías, grupos no dominantes. La comunidad mayor es una comunidad plo, entre el liberalismo y el republicanismo:
política, donde están estas comunidades culturales; es un estado mul-
ticultural. Pero es preciso tener cuidado. Hay que distinguir entre mul- La "política del pluralismo" que aquí se esboza, al tiempo que acepta esas re-
ticulturalismo y pluralismo cultural. De hecho "multiculturalismo" es laciones de tensión entre la ética y la política, también propone ... que los di-
una denominación de origen liberal, e implica y propicia la domina- lemas políticos a que den lugar los desacuerdos profundos se resuelvan en se-
ción. De ahí que se prefiera la denominación de "pluralismo cultu- de democrática y deliberativa. Desde esta perspectiva presupone un cierto
ral" o "intercultural" para el modelo que aquí se propone. amparo y aliento tanto para una defensa de la autonomía individual de rai-
No se trata de enceirar culturas en una reservación con el preten- gambre liberal y libertatia como para la apuesta republicana por la participa-
dido fin de que n o se contaminen ni desaparezcan, sino que deben ción políticay la democracia deliberativa.Así, mientras exige que los dilemas
interactuar con otras, manteniendo lo más que se pueda su identidad políticos se resuelvan tras el debido proceso participativo y deliberativa de de-
cultural. Se trata d e mantener la identidad cultural sin aislar, sin cisión colectiva, afirmaigualmente la plena libertad e igualdad de los indivi-
romper la cohesión social. Se quiere evitar tanto el asimilacionis- duos para expresar sus puntos de vista y para decidir exclusivamente por sí
mo como el segregacionismo. Por eso una postura intermedia se ha mismos, según los dictados de su propia e irreductible conciencia moral. Po-
llamado pluralismo cultural. Y nuestro interés es proponer un plu- dría decirse así que a la política del pluralismo le subyace un cierto republi-
ralismo cultural analógico. Lo será si es un pluralismo cultural que canismo y un cierto individualismo."
logre esclarecer la pro-porción (ana-lagos) en la que a una cultura
deben aceptársele sus valores y en la que deben criticársele. Esto Este mismo autor dice que los conflictos culturales (sobre ideas y
es, la proporción en la que debe respetarse la diferencia y procu- valores).siempre existirán, pero se puede llegar a acuerdos y compro-
rarse la semejanza entre las culturas. En nuestro caso, se tratará de misos racionales o razonables para solucionarlos de momento y cir-
ver cómo y en qué medida se pueden compaginar y equilibrar tos de- cunstancialmente. Pero una cosa muy importaiite es que no niega que
rechos grupales (de las etnias) y los derechos humanos. En la analo- haya detrás de esos arreglos y negociaciones, necesarias para la polí-
gía predomina la diferencia, pero dentro de ciertos límites; no pue- tica y el derecho, ciertas bases éticas, más filosóficas y universales, en
de ser hasta el punto de lesionar la semejanza o igualdad y caer en la las que se fundan:
de~proporción.~~
Como ya lo hemos dicho, suele usarse la palabra "multiculturalis- Es más, los procesos deliberativos, a diferencia de los agiegativos, se caracte-
mo" para el hecho o fenómeno de muchas culturas en un estado, y rizan no sólo por facilitar el razonamiento libre de y entre los ciudadanos.Se
"pluralismo cultnral" o "intercultural" para el modelo que trata de ex- caracterizan tambien porque en ellos lo que se pone en juego son razones y
plicarlo o de orientarlo. Pero también se dijo que hay diversos tipos de no intereses.12
pluralismo, sobre todo atendiendo a las principales corrientes de file
sofia política hoy en día: el liberalismo y el comunitarismo. Ha habido Con esto nos basta para sugerir que en la práctica se mezclan dife-
tantas mezclas, que de cada una de estas corrientes se encuentran diie- rentes corrientes, como en el paralelogramo de las fuerzas, que pre-
rentes versiones. Hay liberalismos muy individualistas y posesivos, que sentan posturas mezcladas, mestizas, y pueden constituir nuevas
dan origen a pluralismos convencionales; hay comunitarismos dema- opciones. Y en ello tiene mucha parte la analogía, pues ella es la que
24 CONFLICTO CULTURAL v U E ~ C H O S
HUNANOS CONFLICTO CUITURAI. Y DERECHOS HUMANOS 25
aprendidos por ellas, y así introduceii e incorporan costumbres que que tengan acceso a la ciencia y a la técnica en cuanto a los aspectos
ponen en tela de juicio las suyas, y hasta en peligro de desaparición. buenos y aprovechables. Pero hay que tratar de salvaguardar lo más
En este maremágnum d e intercambios, no se pueden negar las posible las diferenciasculturales, con un sano relativismo cultural m e
relaciones económicas a la hora de explicar las crisis culturales. Al- derado. Están en juego el derecho a la igualdad y el derecho a la di-
gunos les han dado la mayor importancia, como Néstor García Can- versidad, y tenemos qiie eqiiilibrarlos proporcionalmente. Ese relati-
clinL5 Las necesidades de producción cambian en la historia de una vismo moderado no dejará que a las culturas se les permitan prácticas
cultura, o bien por el contacto con otras culturas; pero muchas ve-
contrarias a los derechos humanos, ni tampoco se les impondrán cos-
ces este contacto no es favorable sino destructivo para la cultura en
tumbres que no vayan de acuerdo con sus idiosincrasias, dentro de
cuestión, y esto obedece sobte todo a su interacción económica con
los límites en que sus tradiciones no lesionen a las demás culturas, ni
otras culturas. Es algo que se observa muy claramente en el fenóme-
vayan contra prácticas que se han visto como objetivamente adecua-
no de la globalización. Por ser un fenómeno mundial, el neocapi-
das (por ejemplo, esos mismos derechos humanos, ya aludidos).
talisrno o neoliberalisino actual está afectando a muchas culturas:
las poiie en crisis de manera provocada, innecesaria e indebidamen-
.y
te, pues a muchas las amepaza con hacerlas desaparecer.
ALGUNAS PERSPECTIVAS .
En el plano ético-social, o de filosofia política, hay dos teorías extre-
INTENTOS DE SOLUCIÓN
mas que ven de manera distinta las crisis culturales. Éstas son el libe-
Algunos creen que el relativismo cultural es el que puede salvar a es- ralismo (o individualismo)y el comunitarismo (o igualitarismo) .? Pa-
te tipo de culturas, preservarlas de contaminación, como si fueran re- ra el liberalismo, las crisis culturales son necesarias dentro del proceso
servas de indígenas; pero esto no ha resultado lo más apropiad^.^ El de asimilación de las culturas al sistema neoliberal. Todas las culturas
propio relativismo cultural presenta graves problemas teóricos como tenderán a unificarse,a uniformarse, y poco a poco las diferencias cul-
modelo científico; lleva a consecuenciasindeseables cuando es muy ex- turales desaparecerán. Sólo es cuestión de integración y de acomodo.
tremo, como afirmar que a cada cultura se le tiene que dejar hacer lo Pero eso muestra una desmedida falta de atención a las diferencias
que ha acostumbrado, aunque sean costumbres reprobables, asesinas culturales, cuya pérdida es precisamente la que está ocasionando (si
o incluso suicidas (L.,prácticas que vayan contra los dereclios huma- no es que en ella consiste) la crisis cultural.
nos). En cambio, el comunitarismo lucha por preservar a toda costa las
Los extremos de la globalización impositiva y del relativismo per- diferencias culturales, por lo que ha sido tachado a veces de relativis-
misivo llevan a callejones sin salida. Habría que buscar salidas iiiter- ta. Es una especie de resistencia contra la homogeneización, un re-
medias. Demos algún ejemplo. Aunque muchas crisis leves de creci- chazo frontal de toda igualación. Pero eso es también nocivo para las
miento pueden hasta ser benéficas -para que las culturas no entren culturas, pues es tanto como querer aislar e impedir que inteiactúen
en graves crisis por conflictos económicos- hay que buscar que alcau- con otras, lo cual ya va resultando iinposible.
cen todas las ventajas materiales que trae consigo la globalización. Al Es mejor buscar una vía media, Que permita que las culturas se be-
menos eso ya es algo, evitar la exclusión: que se beneficien de lo que neficien de las ventajas del liberalismo, ciertamente ventajas materia-
la cultura moderna ha alcaiizado en cuanto a las necesidades básicas, les, pero también de instrumentos como los derechos humanos o la
igualdad ante la ley También es conveniente rescatar de los comuni-
taristas el tratar de preservar lo más posible las diferencias culturales,
Cf. N. García Caiicliiii, Ida nrltiLrosp+lare~ en el capifalkmo, México, Nueva Ima-
gen, 1986, p. 43.
CCG. Sartori, La sociedad rni~lfiét?~ica.Plumlistno, mullin<llurnlir~noy exlrnn~e~os,
Ma- Cf. W. IGrnlika, Ciudada?iúl~~rulficullural.
Una leotia liberal de los deiechos de las millo
drid, Taunis, 2001. ea*, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 57 8s.
I
26 CONFLlClO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS CONFLICTO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS 27
que defienden incluso con movimientos de resistencia frente a la glo- efecto, difícilmente habrá acuerdo en cuanto a los valores de las dife-
balización u homogeneización. rentes culturas; pero, mientras éstos no lleguen a ser contradictorios,
Si consideramos Ms ideales de la Revolución francesa: libertad, bien puede propiciarse un clima de permisividad, de apertura y has-
igualdad y fraternidad, veremos que se haganado bastante en liber- ta de promoción de otros valores, apoyados en la tolerancia y la soli-
tad, pero mucho menos en igualdad y casi nada en fraternidad. Y eso daridad, la? cuales cada vez son más necesarias en nuestros estados
nos debe hacer pensar en nuevas estrategias para afrontar las crisis multiculturales, y que, más que por parte del estado, habrán de dar-
culturales. El liberalismo ha propiciado muchas libertades, pero ha se por parte de la sociedad civil. Ésta es una buena manera de enca-
promovido también un individualismo muy fuerte, que va en contra rar las crisis culturales entre las diferentes culturas que conviven; una
de la igualdad. Con ello se han alentado las diferencias, a veces muy actitud segíin la cual se podrán favorecer las diferencias y apoyar o
marcadas, de estatus económico y, por lo mismo, social o civil. El libe- ayudar a las culturas más débiles cuando entren en conflictos con
ralismo ha permitido que no haya suficiente igualdad o equidad, es otras y surjan las consiguientes crisis culturales que aparecen en estos
decir,justicia, aunque no tanto en el nivel de lajusticia legal o gene- casos.
ral, esto es,como igualdad ante la ley, pues ésa más o menos se ha cui-
dado ep el sistema liberal. Pero sí en el nivel de la justicia distribu-
tiva y, por ende, la conmutativa. La (re)distribución, corno lo han CRISIS DE LOS DERECHOS HUMANOS DEBIDOS A LAS DIF'EP&NCIAS CULTURALES
hecho ver muchos críticos del liberalismo, ha brillado por su ausen-
cia, e incluso se la ha visto como algo inmoral, de acuerdo con Ro- Una fuerte crisis dentro de las culturas es la que se da en lo con-
bert Nozick, o indeseable.' La falta de igualdad de recursos y de cerniente a los derechos fundamentales, como es el caso de los dere-
oportunidades (hay más favorecidos y menos favorecidos) hace que chos humanos. Si entre culturas que tienen que convivir,,ya sea por
lajusticia conmutativa también falle, pues son pocos los que tienen vecindad de países o porque habitan un mismo país, hay diferencias
acceso a una conmutación equitativa, y el consumo lo tienen que ba- marcadas en cuanto a la comprensión y la valoración de los derechos
cer obligados por instancias (empresas) que a veces escapan al con- humanos, habrá conflictos graves.
trol del estado. Por ejemplo, si dentro de un mismo país, como México, en Amé-
Pero, sobre todo, se ha fomentado la falta lafraternidad, amistad rica (o como ocurre en algunos países de África), hay pueblos, etnias
social o solidaridad (que va más allá de la tolerancia), y que ya no de- o culturas que no aceptan los derechos humanos, o no todos (por
penden tanto del estado, como de la sociedad civil; en concreto, de- ejemplo, los de las mujeres n los de los niños), o los entienden de ma-
penden de las culturas que conviven, y que tienen diferentes nocio- nera muy distinta, tiene que buscarse un acuerdo respecto de la co-
nes de calidad de vida, de ideales de realización o de metas de rrecta comprensión y valoración de tales derechos. Y eso puede pare-
felicidad. Como están más allá de lajusticia, y miran hacia el bien, tie- cer a la postre impositivo, pues se asume que hay una interpretación
nen que ser acogidas por la tolerancia y la solidaridad de las culturas (comprensión y valoración) que esos derechos tienen de suyo, inde-
participantes, lo cual exige una gran madurez social y de convivencia pendientemente de que una cultura los entienda de manera distinta.
(y, por lo tanto, requieren de una educación orientada hacia eso). Y así parecería que una de las dos culturas necesariamente está equi-
Muchos apuntan a esta situación como la única salida que nos queda vocada en su comprensión y en su valoración de los derechos huma-
en nuestros ambientes multiculturales (así, por ejemplo, Adela Cor- nos.lo Pero estavisión no debe asumirse acríticamente ni tampoco co-
tina):9 hay mínimos de justicia, sobre los que es fácil lograr el acuer- mo una pretensión ingenua desde una metafilosofía, sino como
do, y máximos de vida aceptable, sobre los que es difícil lograrlo. En resultado de una diafilosofía,esto es, como producto del diálogo que
se establece entre las mismas culturas que, al señalar lo que rechaza y
Cf. R. Nozick, Anavquin. atadoy utopin, México, FCE, 1988, pp. 210 ss.
"f. A. Cortina, Ciudadanos del 711undo.Hacia vina lemia de la cizidadania, Madrid, 'O Cf, M. Beuchot, Deredtos ~ U I > U ~ L O S 23. ed., México, Fonminara,
Htsfmiaj~/iloso/in,
.
Alianza, 1997, pp. 26-33. 2001, pp. 61 SS.
28 CONFLILTO CUIGURAL Y DERECHOS HUMANOS
CONFLICTO CULTURAL Y DEWCHOS HUMANOS 29
lo que desea la inmensa mayoría de los hombres, conocen los conte-
pero sin perder de vista el ideal regulativo universal, el cual evalúa de
nidos de los derechos humanos y de la misma manera aprenden cuál
es su mejor o más exacta interpretación.
manera diferenciada y matizada, rica en significados y por ende más 1
1
compleja." La analogía es el modelo de laphronesis o prudencia aristo-
Poniendo un ejemplo más concreto: si en una etnia indígena se da
télica, recuperado recientemente por Gdamer, y también es el mode-
cierto trato a las mujeres que va en contra d e los derechos humanos,
lo de lajusticia (sobre todo distrihutiva), que tanto ha exaltado re-
todo parece indicar que hay que inducirla a la aceptación d e esos de-
cientemente MacIntyre.
rechos de las mujeres que son negados o conculcados. El relativista Roberto RodríguezGuerra, citando a Isaiah Berlin, dice que mu-
extremo dirá que no, pues ess etnias "así han vivido siempre" (como chas veces los dilemas ético-políticos o casos difíciles y conflictos de
si no hubiera una educación en derechos humanos que las sensibili-
ce para respetar y cumplir esos derechos). En cambio, el absolutista
intereses no tendrán una solución absoluta, universal y única, y que 1
dirá que hay que obligarlas a aceptas y avalorar esos derechos, inclu-
so por la fuerza. Éstos son los casos en los que se necesita que el filó-
incluso la idea de qge la hay es muy peligro~a.Es mejor dejir'que haya
conflictos culturales y tratar de llevarlos a una solución, la cual pue-
d e quedarse no en consensos satisfactorios, sino en compromisos res-
. - 1-
sofo intervengacon su reflexión y su interpretación para tratar de me- ponsables. Y aquí encaja la idea del "hombre inaduro" d e Weber (y
diar y hacer que se. acepten y se comprendan adecuadamente tales hasta una ética de la responsabilidad, en la línea de Jonas), en tanto
derechos de los hombres. que los acuerdos, que no serán para nada unánimes, sino acaso ma-
Esto lleva, e n la práctica, a plantearnos el problema d e los dere- yoritarios, llevarán a ceder o a renunciar a ciertas reivindicaciones de
chos humanos grupales o colectivos (además de los derechos huma- intereses propios (individuales o grupales). Así, Rodríguez Guerra
nos individuales), o sea, los derechos humanos o fundamentales que sostiene que:
competen a las mismas culturas, etnias, etc. Así como todo individuo l
tiene derecho a conservar su vida y su integridad, así se planteará el [...] esa 'boluntad colectiva"ya no sería por tanto la mera 'boluntad de lodos"
derecho a la conservación de una cultura y sus contenidos, como su (simple agregación de voluntades particulares) ni tampoco sería la 'boluntad
lengua, su religión, sus creencias y costumbres. Y es ahí donde surgirá general"roussoniana. Sería, más bien, una suerte de camino intcxmedio entre
el problema d e cuándo considerar que una lengua se debe y se pue- ambas que vendría avalado por razones que ya no serían exclusivamente ins.
de proteger d e la desaparición (con qué número mínimo d e hablan- numental-estratégicas, pero tampoco absolutas y definitivas.Serían, a lo sumo,
tes, de qué manera y con qué medios, etcétera); cuándo una religión razones éticamente relevantes, históricamente situadas, deliberativa, públi-
debe o puede protegerse y n o incluso rechazarse (por ejemplo, en el ca y democráticamente defendidasy, finalmente, individualmente aceptadas
caso de cultos que vayan en contra del bien común o de los derechos y formulada^.'^
humanos: ritos en los que se sacrifican personas, o en los que se prac-
tica el suicidio colectivo, etcétera), y cuándo ciertas creencias o cos- Vemos en ello una postura analogista como la que aquí se intenta,
tumbres (i.e., prácticas) van también en contra de ese bien común y a saber, que supere el mero univocismo de la 'boluntad general" de
de los derechos humanos. Rousseau y el equivocismo del mero agregado que se da en la "vo-
Para resolver estas dudas, se necesitará, entonces, una hermenéu- luntad de todos", para llegar a una postura analógica e n la que, sin
tica que nos permita dialogar con las otras culiuras con una doble ac- pretender universalidad y necesidad, tampoco se quede en lo pu-
titud: la de aprender de ellas y también la de criticar sus elemento^.^ ramente instrumental y estratégico, sino que se base en razones éti-
Una hermenéutica que permita superar la postura univocista en la
que se trata d e imponer a toda costa un modelo universal, pero tam- " D e hecho, lo que yo llarno razón aiialógica perfeciarneiite se puede llamar rmón
bién superar la postura equivocista en la que se permite un relativis- matizada,como lo hace C. Pereda, Vértigos argunialoles. Una ética de la dU#ula, Barcelo.
mo cultural excesivo, que promueve la diferencia a ultranza. Una her- na, Anthropos, 1994, pp. 320 8s.
l2 R. Rodríguez Guerra, "Liberalismo, pluralismo y política. Notas para una politi-
menéutica analógica permitirá considerar las diferencias culturales,
ca del pluralismo", Lngun~,10,2002, p. 186.
CONFLICTO CUI.TURAL Y DERECHOS H U h M O S
32
representada por las distintas culturas en las que tales derechos son
realizados, de maneras ciertamente distintas y plurales, pero no has-
ta el punto en que se rompa esa tensión y se pierdan esos derechos.
Ellos son el límite de tensión y de resistencia de lo plural frente a lo
universal. Ellos son la instancia que da universalidad a lajusticia en la
sociedad, pero viven del contenido y riqueza que les da la pluralidad
cultural. Los derechos humanos sirven de límite al pluralismo cultu-
ral, pero el pluralismo cultural es el ámbito en donde ellos se reali-
Estamos tratando de interpretar las culturas, esto es, de coinprender-
zan. Parafraseando unavez más a Kant, una sociedad sin derechos hu-
. . es vacía. Hay que apostar
manos es ciega; pero sin pluralidad cultural las y valorarlas, para poder hacer que, a su vez, éstas comprendan y
valoren adecuadamente los derechos humanos. En efecto, creo que
por lograr una sociedad que sea al nimismo tiempo clarividente, o lu-
minosa, y plena o rica en contenidos (es decir, ni ciega ni vacía). el filósofo, aun cuando se encuentra situado culturalmente, es decir,
a pesar de que tiene un conocimiento relativo a una cultura, que es
la suya, puede también dialogar con otra cultura e incluso hacerse ha-
bitante o mestizo de muchas de ellas, y, por ese camino diafilosófico,
abducir el significadode los derechos humanos más allá de su propio
Corresponde al filósofo, desde la filosofía de la cultura, la antropolo- contexto, de modo que pueda enseñar a otros esa comprensión y la
gía filosófica,la ética y la filosofia política (e incluso desde la filosofía valoración más adecuada de tales derechos.
del derecho), abordar el problema de los conflictos culturales, sobre Para eso se necesita una hermenéutica que, sin desconocer ni menos-
todo los que son tan ineludibles como los relativos a los derechos hu- preciar las diferencias inherentes a la diversidad de las culturas, pueda
manos. En esto tiene suma importancia esa herramienta filosófica que alcanzar núcleos de identificación,o, por lo menos, de semejanza entre
sirve para comprender y valorar, esto es, para interpretar, que es la ellas. Así podrá universalizar, encontrar universales culturales y ade-
hermenéutica. más pistas para la universalidad de los derechos humanos. De este mo-
Con todo, el filósofo o herineneuta no puede resguardarse en un do, les dará un estatuto universal pem diferenciado, matizado, peculiar,
relativismo simplista y despreocupado: eso sería criminal. Tampoco "mestizo". Esto se encuentra, como veremos, en un pluralismo analógi-
en un absolutismo que imponga recetas o soluciones buenas para to- co de las culturas, o en una hermenéutica analógica aplicada al multi-
dos sin distinción: también sería criminal. Lo primero es equivocis- cuituralismo. Por esta razón, en este capítulo trataremos de conectar la
mo, lo segundo univocismo; por eso se tiene que buscar la salida en hermenéutica analógica con el multiculturalismo.
el analogismo, es decir, en una hermenéutica analógica, que es lo que
trataremos de ensayar a continuación.
/ ' Cf. C. B. Gutiérrer, "1.a interpretación heideggeriana del actuar humano, critica
radical de valores y pauones iiorrnativos",en el mismo, Tmas defilorojíu l m m é u t i c n .
Con/erenciary moyos, Bogotá, Universidad de los Andes - Universidad Nacional de Co-
mínimos de justicia, los mayores logros respecto de la calidad de vi-
da.3 El desideratum es que se llegue a una hermenéutica analógica crí-
tica. ,.
1
lombia, 2002, pp. 135 ss.
?Adern+ de los trabajas ya citados (M.Beuchot, 7ktadodeltmnenétilicn annlógica, Mé-
xico, U ~ ~ M - l t a c 2000,2a.
a, ed.; y Pm/i(er ermcia(er de la Iw~itenéulim,3a. ed., México, uNAM,
2002), pueden verse exposiciones y aplicaciones de esta propuesta en E. Aguayo, La I w
memléulicaJilos6ficadeMauticlo Bmchol, México, Ducere, 2001 y N. Conde Gaxiola, Herrne S Cf, A. Cortina, Alianui y colrato, Madrid, Trotta, 2001; y J. Conill, El mtgma del
n&ticaanalá&. DeJinicióny nplicaclones, México, Primero Editores, 2002. anzmalfantdrlico, Madrid, Tecnos, 1991, pp. 308 SS.
I
H E R M E N u n a ANALÓGICA Y CULTURAS
36
ta (la mía, o la europea, O la estadunidense, etcétera), incurriría en
CULTURAS Y MODELOS
algo además de impositivo y, por ende, violeilto. Enton-
para expresar mejor la pertinencia de esa h~ermenéuticaanalógica a ces a Peirce y a su noción de iconicidad y a la otra 1ioción de
abstracción hipostática? y respondí que el analogado principal no se.
la hora de interpretar la multiculturalidad, me serviré de una
&aquí una cultura en concreto, sino un modelo abstracto: aquel m e
dota, mayo de 2002 fui invitado a disertar coi110 conferencista en
un congreso de hermenéuticajunto a Gianni Vattimo y Félix Duque. delo de cultura que deseábamos todos, al menos de manera consen-
~ ~ ~~ ~ p - - - p - ~ ~
zar la analogía nos colocamos en la perspectiva de la analogía de construcción de esa cultura ideal. En realidad, eso es lo que ha hecho
atribución, aquélla resultará ser el analogado principal de los tipos el filósofo moral o filósofo político desde siempre, aunque también
,de la analogía, pues es en la que mejor se ve el parpnus y perposle- siempre ha sido discutido. Más aún, siempre estará puesto a debate.
rius o el predominio de la diferencia (en este caso se resalta por la Mas, al mezclar ambas analogías, en forma mixta, se ve que, en el
jerarquización). Si se ve desde la óptica de la analogía de propor- fondo, todas las culturas están en pie de igualdad, pero que se irán
cionalidad, las dos quedan en pie de igualdad, se complementan. jerar,quizando según su acercamiento o alejamiento con respecto a
En ambos casos, desde ambos puntos de vista, las dos resultan coimpli- ..ese modelo. La proporcionalidad las hará ver como iguales (sólo
~-~.~
c a d a s y complementarias. proporcio~alfnente)y la atribución resaltará sus diferencias.En
~
La confluencia de la atribución y la proporcionalidad es la que realidad, se trata de una igualdad proporcional, esto es, que exige
nos ayuda a resolver los enigmas. La segunda nos permite conjun- diferencias; pues en toda analogía ~redo'ina la diferencia. Hay
tar (sintagmáticamente) elementos hasta llegar a la metáfora. En igualdad en la diferencia y diferencia en la igualdad. Tanto la atri-
cambio, la primera nos impulsa (paradigmáticamente) a la meto- bución como la proporcionalidad implican diferencia. La atribu-
nimia, a ia abducción, dividiendo y separando, poniendo jerar- ció~ lo hace por la jerarquización, la gradación que establece. La
quías, primeros. y postreros, primarios y secundarios, de manera proporcionalidad adquiere la diferencia, porque las diversas por- l
que haya necesidad de crítica, crisis en el sentido de discernimien- ciones, aunque son distintas, tienen una reducción sólo proporcio-
to, para determinarlos. nal. ...
La sola proporcionalidad nos acerca peligrosamente al equívo- Aun cuando no hay en la analogía de proporcionalidad la exigencia
co, esto es, al relativismo; al "todo d a igual", al "todo es proporcio- de un analogado principal y analogados secundarios, sin embargo, la
nalmente acordado o armonizado"; en cambio, la atribución nos em- misma propor~ionalidadincluye el que 110haya una igualdad comple-
puja no a la univocidad, pero sí al peligro de dejar como unívoco al ta y simple, sino que las porciones se relacionan unas con otras, y
analogado principal; sin embargo, esto se puede corrgir, si se consi- las relaciones de éstas con relaciones de otras, de manera no com-
dera que no se trata de dejar como únicamente válido al principal, si- pletamente igual, sino sólo semejante; y en la semejanza, que
no todo un conjunto múltiple, pero ordenado, de modo que se pue- aparece entre la identidad y la diferencia, predomina la diferencia.
da jerarquizar según grados de aproximación (al modelo o paradigma La analogía nos ayuda precisamente a captar las diferencias cultu-
como a la verdad textual). , rales en medio de las similitudes; que son las que pueden constituir
En el caso de las culturas, frente al problema del multiculturalis- universales culturales.
mo, y en búsqueda de un pluralismo cultural, o intercultural, éste se- Y ?cómo conocemos ese modelo de cultura, individuo abstracto, o
rá distinto si se ve a la luz de la analogía de atribución y de la de pro- universal concreto, del que hemos hablado? (Cómo, si estamos iu- l
porcionalidad. A la luz de la analogía de proporcionalidad, todas las mersos en una cultura, llegamos al conocimiento de algo que es
culturas se comparan entre sí respetando sus diferencias, pero bus- universal a todas? ?Cómo podemos verlo? Ese modelo se confeccio-
cando su unificación, esta última sólo proporcional. Se les da cierta nará aposteriorísticamente, no apriorísticamente, es decir, partien-
paridad, pero también se busca lo que de común tienen. (Yesto ya es do del aprendizaje que podemos obtener de todas las culturas que
buscar cierta universalidad.) Si se ven las culturas a la luz de laanalo- conocemos; de la historia del hombre, que nos enseña lo que vie-
gía de atribución, habrá un más y un menos, es decir, una jerarquía ne bien al hombre y lo que le es adverso o le disgusta. Podrá haber
entre unas y otras; pero también se puede erigir como primer analo- deficiencias en ese conocimiento, pero allí podemos obtener el co-
gado, según dijimos antes, no una cultura concreta, sino un modelo nocimiento de algo universal, conocimiento que siempre seguirá
abstracto, un paradigma de cultura que se desea como lo mejor para en proceso.
el hombre, el cual tal vez nunca se realizará (completamente), pero De hecho, ese modelo o paradigma de cultura, ese primer analo-
fungirá como una idea regulativa, que oriente los esfuerzos hacia la gado cultural, sería una cultura en la que se realizaran los derechos
40 HERMEN~UTICAANAL~GICAY CULTURAS I~ERMEIUÉUTICA
ANALOGICA Y CULTURAS 41
humanos; éstos son elementos fundamentales de ese modelo. Pase- dad tieiie límites. Es importante proteger la diversidad cultural, mas
mos, por ello, a hacer algunas consideraciones sobre la relación de dentro de ciertos límites. Tan necesario es poner límites a la univer-
las culturas múltiples y plurales con este modelo o icono unitario, aun- salidad como a la particularidad. En ese límite entre lo universal y lo
que amplio (analógico). particular se da lo quepuede ayudarnos a mediarlos.
De manera parecida a los derechos individuales, se nos manifies-
tan los derechos culturales. Con una cierta analogía. Así, toda cultu-
DERECIIOS HUMANOS Y MULTICUETURA ra tiene derecho a defenderse, a preservar su desarrollo y a hacerlo
prosperar. No sólo a resistir, sino a subsistir. Pero sólo pueden hacer-
Para ayudarnos en esta empresa de aplicar la analogía a las culturas, lo las que no se opongan a los derechos humanos, o quitando de ellas
. . podemos preguntarnos: (Cómo se puede plantear de la mejor man- aquellos aspectos que s,e 0pongan;a ellos. . . . ~
era posible el p p b l e p a ? Parece que a la manera d e Taylor y Walzer Hay casos en !o; qur'las derechos dk una comunidad enti-ar&.eii. . ,..
puede hacerse adecuadamente? quienes se preguntan (cómo ateti- conflicto con los derechos humanos.Pero hay que pensar el conflic-
der a lasjustas demandas de las diversas culturas (incliiso minoritarias), to, analizar lacontradicción, para encontrar la manera -lim<tada7.eii .:
dando lugar a sus derechos propios, sin lesionar los derechos huma- que pueden hacerse compatibles los extremos que no se podían unir.
nos, que son universales pero individuales. Como se ve, hay una os- Aquí se aplica alggen lo que ha insistido Raúl Alcalá,.en el senti-
cilación entre lo universal y lo individual, pues ambas cosas deben do de que, de una ciltura, ni se puede aceptar todo ni se puede re-
salvaguardarse.
chazar todo, sino unas partes y otras p a r t e ~ . ' ~
Tenemos la exigencia de atender a la universalidad de los derechos
Hay que propiciar, de las culturas, lo constructivo, y rechazar lo
humanos; pero, también, la de atender a las particularidades que se
destructivo. Y un límite que se impone son los derechos humanos,
dan en los seres (o grupos) humanos a los que se aplican. Esto es, por
tal vez el límite frente a los derechos comunitarios o étnicos o cultu-
uiia parte, la universalidad de los derechos humanos, y por otra, la
rales, los cuales tienen que encontrar la convergencia para no lesio-
particularidad de las culturas en las que se realizan. ?Cómo podemos
nai- ni a los individuos ni a los grupos. Eti todo caso -me parece-, hay
hacerlo? Necesitamos una epistemología o teoría del conocimiento
que tratar de privilegiar a la persona frente a la sociedad.
que nos permita dar cuenta de los dos extremos y nos haga rnediar-
El dilema ya es conocido. (Se ha de proteger a la persona o a la so-
los.
Esto nos acerca a ese principio que rige la frónesis. Gadamer, MacIny ciedad? Si se privilegia demasiado a la persona, se lesiona a la socie-
re, Fe~rara,han privilegiado la frónesis, de la Ébim nicon~aquea."peroueo dad. Y, a la iuversa, si se privilegia demasiado a la sociedad, se lesiona
que aquí, en los casos conflictivos, hay que potenciar también la @que- a la persona. En cuanto a lo primero (privilegiar a la persona por en-
yao epiquia, de la Magna Moralia.'o Esto tiene que ver con la manera de cima de la sociedad), está el célebre caso de la guerra. Una guerra de-
aplicar un derecho, que es universal, al caso particular y concreto. fensiva implica que el individuo se sacrifique por la sociedad, pues en
Incluso, hay derechos humanos que, de alguna manera, permiten ella puede perder la vida. Aquí parece que la sociedad va contra el in-
y favorecen la diversidad cultural." Pero, por supuesto, dicha diversi- dividuo, pero, si bien se mira, al defender a la sociedad, el individuo
se está defendiendo a sí mismo; esto es, aquí coinciden la defensa del
Cf, R. Taylor, El niullinrllu~alü~~toy la 'polilim del reconocinrlenlo",México, FLK, 1993; y desarrollo, Salamanca, San Esteban - Ebesa, 2002, pp. 265-268. Véase, también, F.
M. Walzer, Les esfeies de la juslicie. Una defensa del pliiralinno y la igualdad, l a . reiinpr, Puy Muñoz, Dewclros humafios.Dereclim económicos, raciales y cultzirales, Santiago de
México, FCK, 1997. Compastela, Imp. Paredes, 1983; B. de Castro Cid, Los derechos económicos, sociales y
Cf. A. Ferrara, Re@ctiueAt<lhozlicily. Reikinking f/reProjecl ofA!lodnnily, Loiidres - mllu>a/es, León, Universidad de León, 1993;J. de Lucas Martin (dir.), Deredos de
NuevaYork, Routledge, 1998; el misino,]ztslice o d Judgei>iml. Tlre Risa and P m ~ p e do/ las minorias en u n a rociadad nrullinillutnl, Madrid, Consejo General d e l Poder Judi-
lheJidpnen1 Model i n Conlempmn?y Political Philoroplty, Londres, Sagr, 1999. cial, 1999.
'O Cf Aristótcles, Grnn élice, lib. 11, cap. 2. l2 Cf, R. Alcalá Campos, Hmme>i&lica. E o i i a e interp>etación, México, UNAhl - Plaza y
l 1 CE, los que expone A. O s u n a Fernández-Largo, Los derechos humanos. Á»?zbitos Valdés, 2002, pp. 65-74.
42 HERMENÉUTICA ANALÓGICAY CULTURAS
individuo y la d e la sociedad. Algo parecido se presenta en la dialéc- abierto, pero que reconozca límites y sea atento a ellos. Que, frente
tica de los derechos individuales y los derechos comunitarios (o cul- al otro, se cuestione sobre sí mismo; pero que también cuestione al
turales). Si se privilegia demasiado a los derechos culturales, éstos pue- otro, en vista de lo que ha aprendido que es correcto d e lo propio, y
den ir contra los individuos, como en prácticas ancestrales de ciertos así ir construyendo lo universal; es decir, que sea capaz de aprender
grupos que lesionan ladignidad de las mujeres. Yahí de ninguna ma- del otro y a lavez de criticarlo; que sea capaz de criticarse a sí mismo
nera se está protegiendo a la mujer al proteger al grupo. Tiene que y de aprender de su propio proceso. De esta manera, a partir de lo
buscarse la confluencia de los derechos del individuo y los derechos propio, se irá construyendo lo común: desde lo particular, lo univer-
~ ~~ -~
sal.
~ ~~ ~~ ~ ~~
moverla y mejorarla. Desde ella misma es como podremos enfren- casista Isacio Perez Fernández, de Madrid, ha editado con el nombre
tarnos a esa otra tradición, nefasta, de violaciones. Frente a una 1í- de Breuisima relación de la dest?ucción deÁfnca, por ser un manuscrito
nea, o cadena, d e personajes que han luchado teórica y práctica- sin título de Las Casas? Allí traza el fraile todas las atrocidades hechas
metite en favor d e los derechos humanos en México, ha habido otra por los portugueses y los espaiíoles eii el África. Habían comenzado
cadena y otra línea, de hombres que los han violado y han promovi- los portug'uesesen las Islas Canarias, donde sometieron a sus habitan-
do su violación. No es digna de hacerse esa otra historia, más que pa- tes, de origen norafricano. Luego pasaron a las costas de África, a ha-
ra evitaila, para no 1epetirla; por eso, la que vale es la que nos puede cer esclavos
.~~~~~
~ o a comprarlos a otros esclavistas. Los siguieron los espa-
~
enseñar a frenar a aquellos que no parecen ser capaces de reconocer iiolis, con el mismo ominoso propósito. En todos los casos, Bartolcimé
a sus semejantes como semejantes. de Las Casas señala la iiljusticia con que se llevó a cabo esa destruc-
ción del África, y lo denuncia con la misma decisión y amargura
ccomo lo hizo en el caso de los indios. Se nota su arrepentimiento por
EL DISCURSO DE LA HISTORIA la petición de negros para soportar el peso de los indios. Éste un tes-
timonio que dio en su diócesis chiapaneca de México, al igual que en
Comienzo, pues, con el bosquejo de esa historia, de esa tradición de España.
defensa de los derechos humanos en México en el ámbito filosófico, Algo serncjante hay en Tomás de Mercado, sevillano como Las Ca-
del pensamiento. Solamente veremos algunos ejemplos paradigmáti- sas, que enseñó en México y luego en España, cuya Suma de tratos y
c o ~pero
, los suficientes para conocer esa tradición, en la que los dere- contratos, es considerada un clásico de la economía por el Iiistoriador
chos humanos se engarzan, como un continuum de preocupación y del análisis económico Schumpeter? Allí el autor se ve forzado a tra-
compromiso con la dignidad del hombre. tar el tema de la esclavitud, porque era uno de los rubros del comer-
Como sabemos, los derechos humanos tienen por antecesores los cio, y sostiene que el de esclavos es un comercio permitido por el de-
derechos naturales. Lo que es menos sabido es que no fueron los pri- recho positivo. Pero, más allá de lo que positiva el hombre;se coloca
meros los proclamados en el siglo xviir durante la Revolución france- en el ámbito del derecho natural, que prevalece sobre el positivo, y
sa. La connotada historiadora francesa de la filosofía del derecho, admite que es un comercio nefasto que debería prohibirse. Con un
Blandine Barret-Kriegel, dice que los derechos humanos surgieron en gran dolor se queja de lo que allí se está haciendo al separar a los cón-
las aulas de la Escuela de Salamanca, en el siglo vi.^ Yno fueron de- yuges, a los padres y a los hijos, llevándolos en barcos en los que la
terminados sólo por la labor de Francisco de Vitoria o Domingo de mayoría muere, para ofrecerlos en las plazas para ser miserablemen-
Soto, grandes visionarios de éstos, sino por la vehemente lucha que te vendidos, como mercancía. He aquí algunas de sus palabras, que
por ellos realizó Bartolonié de Las Casas, quien inspiró a todos esos nos muestran su convicción antiesclavista, ya desde tan temprano en
maestros, y aun los corrigió en varios puntos. Lo hizo, sobre todo y la historia indiana:
precisamente, cuando defendió no sólo a los indios sino también a
los negros, arrepentido de haber pedido que se trajeran a América Así diciéndose en público (como se dice) que gran parte de los negros que
para ayudar a los indígenas. Lo que él quería era salvar a los indios de se sacan, vienen cautivos contrajusticia, no se pueden mercar, ni entremeter
la desaparición total, producto de la destrucción sistemática de que nadie en semejante negociación (so pena de pecado, y restitución).Yaun sc
eran objeto; pero se dio cuenta de que aquello era un remedio tan podría decir con verdad, que en alguna manera peca más, el que de su tierra
atroz como la enfermedad que pretendía combatir, y dio marcha
atrás. Así pudo escribir no solamente el célebre libro de la Braiiszma "f. B. de las Casas, Brmúin>erelndn & kz deslniccihi de ÁJ%CO,ed. 1. Pérez Feriián-
dez, Salamanca, Ed.San Esteban, 1992, pp. 12-15.
relación de la destrucción de las Indias, sino además lo que el insigne las- Cf T. de Mercado, Suma de Irnios), confrntos, Madrid, Editora Nacional, 1975:J.
Schumpeter, Jlirtoia del anólirü emnótnico, México, FCE, 1984 (reimpr,),vol. 1, pp. 104 y.
Cf. B. Barret-Kriegel, La d m i ~de I'homme e! (edroil matar4 Parjs, PUF, 1989, espe-
108.
cialmente el capitulo 111, y pp. 47 y 94.
los saca, que el que dentro della injusamente los cautiva. Porque aquel los im- ta de la miserable situación a la que estarían condenados sus hijos.
posibilita a cobrar su libertad, desterrándolos, y transpoitáiidolos della, do En el siglo XWI, Juan Zapata y Sandoval, al parecer tío del famoso
no hay quien vuelva por ellos, o los rescate. Que en su tierra, aunque estu~ie- poeta novohispano Juan de Saiidovai y Zapata, fue un criollo agusti-
ren injustamente cautivos, en fintendrían esperanza de mejor remedio de li- no. Tan prominente profesor resultó que no sólo enseñó en México,
bertarse." sino también en Valladolid, España, y en 1605 publicó su obra De ius-
~ ~~ ~ ~ ~ p -
.titiu
~-
distnlrutiua?
-~
En ella, como lo dice el título, trató de la justicia dis-
Eso nos muestra que había gente que tomaba la causa del desvali-
~ ~~~~
Es México el que me enseíia que, frente a la exigencia de derechos ta de la voluntad iluminada por el intelecto. Se ejerce en el juicio por
étnicos, culturales y sociales, que no se quieren positivar, está el recur- el que se delibera algo para hacer por propia convicción y por propia
so de la idea, de la coucientización, de la dignidad del hombre que le voluntad. Pero está más del lado de la razón, más que del lado de la
viene por su misma naturaleza, no sólo por su cultura -que a veces voluntad. Y, ya que la libertad supera a la volnntad y se inserta en la
niega otras culturas-, sino porque, en medio de sus diversidades cul- razón, no puede estar más que supeditada a la razón, la cual es uni-
turales, comparte conmigo y con todos una especificidad humana. Es versal, tiene que ser común, más allá de lo individual. No está, pues,
supeditada a la voluntad; no a la ajena, porque entonces e8 esclavitud,
también México el que, además de la necesidad de los derechos étni-
~ ~
Es innegable que algo de la libertad se ha conseguido, pero aún 6. PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICOY
queda por alcanzar más igualdad, y no digamos fraternidad. Con to- DERECHOS HUMANOS
do, hay una esperanza más que utopía, para el futuro.
1571
58 PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICO Y DERECHOS HUMANOS
-
PLURALISMO ro una cosa es clara: la exclusión de conductas que lesionen los dere-
chos humanos no dependerá de convención alguna, y el diálogo allí
En primer término hay que satisfacer aquí dos principios: el de la sólo ayudará a realizar mejor esta función de defensa d e los derechos
igualdad de derechos para todos y el de la mayor permisividad respec- humanos. En cambio, la permisión y la promoción d e otras costum-
to de las diferencias culturales. Es decii-,no se pueden permitir las di- bres acordes con estos derechos universales sí se verá apoyada por el
ferencias culturales que vayan en contra de la igualdad, del bien co- diálogo, que Siempre será benéfico para encontrar el mejor modo de
mún y de los derechos humanos; sin embargo, sí deben permitirse (y su puesta en práctica.
hasta favorecerse) las diferencias que enriquezcan convenientemen-
~~ ~
-
tanto racial como cultural. Y, al buscar en nuestra historia un aconte-
Ya hay algünos antecedentes de esta búsqueda plusalista en México, cimiento que nos oriente, se nos presentavívidamente el periodo ba-
desde el periodo colonial. Se encuentran en las respuestas que se ofre- rroco, de ese siglo xvir mexicano, en el que ya no era una prioridad
cen para resolver el problema de la relación entre la cultura indíge- la destrucción entre las razas, sino la convivencia e incluso la fusión.
na y la cultura española. Una pregunta irrecusable era cómo conjun- Es cierto que larazay la cultura indígena eran las oprimidas, las &es-
tar o compatibilizar del mejor modo ambas culturas. Aigunos tendían taban eti riesgo de desaparecer; pero, de manera casi inconsciente, su
a separar a los indígciias de los españoles, como Bartolomé de Las Ca- resistencia fue hacerse presente en la cultura que nacía, es decir, una
sas, quien pedía incluso que se hicieran pueblos para los indígenas y nueva mezcla, una nueva cultura. Y allí surge el mestizaje, sobre todo
pueblos para los españoles. El motivo era que siempre que se junta- en el arte y en la religión, pero también en la política y en el pensa-
miento. Se daba así un nuevo híbrido cultural?
ban españoles e indígenas, los españoles oprimían a los indígenas. Los
Como se ve, estos experimentos culturales tuvieron limitaciones.
esclavizaban, les robaban sus tierras, e t ~ é t e r a . ~
Don Vasco trató de plasmar en las Indias la U t y i a de Moro. Pero es
En cambio, Vasco de Quiroga buscaba la manera de unirlos, de
claro que no tomó todo; no podía hacerlo. Por ejemplo, en la U t y i a
favorecer un mestizaje. Un mestizaje cultural e incluso político, me-
se concede libertad de cultos, y eso no lo dispone Don Vasco en las
diante una "política mixta", esto es, una política que incluyera ele-
Ordenanzas de sus hospitales-pueblos. Él tenía una idea universalista
mentos españoles e indígenas. Proponía que hubiera autoridades in-
del cristianismo, además de la idea de que no todos los cultos religio-
dígenas pero subordinadas a las españolas. Así, podría haber sos podían permitirse; por ejemplo, los que iban en contra del dere-
regidores españoles y corregidores indígena^.^ De esta manera se pre- cho natural. Iucluso Las Casas, que sabía reconocer la civilización y la
servarían algunos elementos de la cultura indígena y se añadirían cultura indígenas, en lo que tienen de aceptable, aun cuando reco-
otros de la española, cuyo resultado sería un mestizaje político. nocía que a los indios se les debía respetar su religión, no dejaba de
Algo parecido planteaba Sahagún, cuando hablaba de compartir dolerse de lo que en ella había de reprobable, como los sacrificios hu-
autoridad o poder, pero siempre guardando las proporciones, de ma- manos y la antropofagia. Ya allí los derechos naturales (como ahora
nera que se excluyeran elementos indígenas y se incluyeran españo- los derechos humanos) servían como tope. Y el periodo barroco re-
les, y a la inversa.' Era una república mixta, que a veces hace pensar conoce la fuerza imparable del mestizaje, n o sólo de las razas, sino,
en Tocqueville, quien, al estudiar la democracia en América, plantea sobre todo, de las culturas. La lengua, la comida, la ropa, las cos-
una constelación de repúblicas coordinadas. Sin embargo, no se pue- tumbres, eran diferentes; ni indígenas ni españolas, sino algo nue-
de tomar de una manera simplista la convivencia de regímenes, pues vo, distinto. Pero incluso, en ese iiiismo periodo hubo teóricos que,
inevitablemente éstos resultan afectados, y, por ende, tienen que res- aun cuando captaban esas diferencias y su respetabilidad, acudían
tarse o rebajarse el uno al otro. Al insertar a las "repúblicas menores" a la salvaguarda de los derechos naturales (derechos humanos que
se tienen por naturaleza), como Carlos de Siguenza y Góngora,-quien
C t B. de Las Casas, Tvafndos,México, FCE, 1965, p. 1251.
Cf. V. de Quiroga, Infmnaión a Derecho, México,SEP, 1985, pp. 168, 175 y 206. incluso busca ejemplificar ese respeto a los derechos del hombre en
Cf. B. de Sahagúu, Histmiagmn-al de las cosas de laNi~nioEspspnña,México, CONACUL- la vida'social, en su escrito intitulado Teatro de virtudes políticas, ya no
TA, 1989.
'Cf B. Echeverría, Ln viaile,nidad d d hav!oco, México, Era, 1998, pp. 49 SS.
PLURALISMO CULTURAL A h A L Ó ó G Y DERECHOS HUhANOS 63
con ejemplos de la historia griega y romana, como solía hacerse, sino ella la diversidad de formas de vida constituye un rasgo intrínsecamenteva.
con ejemplos de gobernantes tomados de la historia indígena.' Pero, lioso de las distintas manifestaciones de la naturaleza humana, aquello que
más allá de lo histórico, de la relatividad cultural, se erguía la intui- en sentido filosófico todos los individuos comparten. El pluralismo aspira a
ción de unos derechosnaturales que estaba11por encima de todos los orientar las conductas de todos los individuos en la dirección de un encuen-
otros derechos. tro respetuoso en la diversidad de las diferencias legítimas?
-
Hay aquí, en esta definición de Miguel Orellana, varios puntos: en
PLURALISIiIO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS primer lugar, diversidad, sin la cual no hay pluralismo, y en este plu-
ralismo cultural y ético, diversas formas de vida; en segundo lugar, esa
Por su propia naturaleza, los derechos humanos tienen una aspira- diversidad se ve como valiosa en sí misma; por eso, en tercer lugar, se
ción o intencionalidad universalista. No pueden relativizarse comple- trata de conducir a una convivencia respetuosa de las diversidades l e
tamente a las culturas. Allí, el pluralismo cultural topa con un límite, gítimas. No es, pues, el pluralismo, una tolerancia extrema, sino sólo
con un muro. Los derechos humanos, por su carácter universal, tie- de lo que es legítimo, esto es, de las prácticas que, por n o ir en c o y
nen una función de criterio. Son el rasero primordial para decidir si tra del bien común, están legitimadas ética y/ojurídicamente por la
alguna ley o costumbre de cierta cultura es aceptable o no. Cualquier sociedad en cuestión. Eso implica que ha habido una valoración de
ley o costumbre, de cualquier cultura, que vaya en contra de alguno esas prácticas como legítimas, esto es, que se tiene un marco valorati-
de los derechos humanos deberá ser rechazada. Es lo que ahora fun- vo desde el cual enjuiciar a las diversas manifestaciones culturales co-
ge como criterio del bien común. mo aceptables o no. Y tal marco o.criterio son los derechos humanos,
Así, el pluralismo cultural, que trata de ser una respuesta para la que toman valores éticos fundamentales.
existencia de diversas culturas en un estado, consiste en la convivencia El relativismo extremo es insostenible, porque hace igualmente
de esas culturas entre sí, de modo que un estado multi- o pluricultural buenos todos los patrones morales, esto es, los hace igualmente ma-
albergue en su seno varias culturas distintas que interactúen armonio- los. Anula la distinción entre el bien y el mal.lo Hace creer que todos
samente. Pelo el pluralismo cultural analógico, que privilegia la dife- los que trataron de responder a la pregunta moral estuvieron igual-
rencia, tratará de proteger lo más posible la identidad de las culturas mente equivocados. Pero también ellos (los relativistas extremos) de-
particulares que conviven en ese estado. Y esa convivencia determina berían estar equivocados, porque hacen desaparecer toda separación
entre lo correcto y lo errado. Por otra parte, también el universalis-
tres tipos de relaciones: de aceptación, de tolerancia y de rechazo. De
mo extremo es insostenible, porque es abusivo pensar que sólo una
cada cultura habrá elementos que alguna, algunas de las demás o to-
forma de comportarse es válida. Del relativismo recuperamos su in-
das las otras aceptarán, otros elementos que tolerarán y otros que re-
tuición de que no hay una sola forma válida de conducta y, del uni-
chazarán. Y el patrón o criterio para hacer eso serán, de entrada, los
versalismo, su intuición de que no todas pueden ser válidas.
derechos humanos.
El pluralismo reconoce ambas cosas, y nos dice que "el valor es tan
La noción misma de pluralismo cultural es muy rica. Hay que pre-
absoluto como la diversidad legítima"." Orellana quiere aceptar tan-
cisarla determinando aún más lo que significa el pluralismo. En filo-
to una cosa como otra, y distingue la naturaleza humana y las identi-
sofia, se ha planteado sobre todo desde la ética. En ella se dice que el
dades humanas, diciendo que la naturaleza humana se puede reali-
pluralismo es
zar en distintas identidades humanas, es decir, en distintas formas de i
[...] una posición según la cual el valor moral es tan absoluto como plural. En
M. E. Orellana Benado, Pltrralisma: una ética del sigla xv, 22. ed., Santiago, Chile,
Editorial Universidad de Santiago, 1996, p. 15.
:
Cf. C. de Sigüenza y Góogora, Teatro de virtudes politica~y Molin de los indios de Mé- 'O Cf. ibid, D. 53.
~~ ~ ~
culturas
. ~
comparadas, se va buscando la que éstostienen en común, y
~
~~. ~ ~ -~
72 DERECHOS HUMANOS EN EL PLURALISMO CULTURAL ANALÓCICO DERECHOS HUMANOS EN EL PLU8Al.IShlO CULTURAI. ANAlOGlCO '73
cia predominaría en este modelo? Yo daría el predominio a la par- nunciar a verlos desde la libertad; ella ha hecho su aportación propia;
te comunitaria sobre la parte individual, pues la parte comunitaria pero sí hay que tratar de verlos un poco más desde la igualdad, por-
es la más carente y necesitada, y, por lo mismo, la más débil, y la que que se necesita avanzar más en esa línea; y, sobre todo, al menos un
más requiere ser reforzada o promovida. Creo que los derechos hu- poco desde la fraternidad, que parece presuponer y contener a los
manos, tal como los conocemos, tienen demasiada carga individual, la otros dos valores; incluso más, parece superarlos, trascenderlos y cua-
cual entra en conflicto con las tendencias comunitarias, y muchas ve- lificarlos con una especie de generosidad, magnanimidad y, en defi-
ces llega a lesionarlas. Siendo, como son, cosas justas y convenientes, nitiva, madurez, que produzca una sociedad más habitable, unavida
si se viven demanera iEdividuZlimy egoísfa;llegan,a la larga;TElk-
~
que los derechos comunitarios sólo pueden abarcar grupos más restrin-
I DERECHOS HUMANOS EN FL PLURALISMO CULTURAL ANALÓGI('0 75
- ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
PeiodEelo¿pYese trata, me parece, es de integrar y combinar estos La cuestión de los valores grupales debe combinarse y equilibrar-
aspectos discordantes, opuestos, en un punto de tensión proporcio- i se con el diálogo, la tolerancia y aun la solidaridad. Es necesario no
nal, de modo que se rescaten y se preserven los mejores aspectos de 1 absolutizar ni al individuo ni al grupo, de modo que se puedan seña-
cada uno. Se buscará un punto en el que, sin lesionar los derechos 1
!
lar las diferencias y salir de los casos difíciles. Mediar lo universal y lo
humanos, o individuales, se atienda a los requerimientos explicitados particular, justicia y valores, derechos hunianos y dereclios colectivos,
en los derechos comunitarios, que también son del hombre, sólo que !i de modo que se pueda criticar a una cultura desde otra. Es decir, de
como parte de una comunidad o sociedad. Igualmente, se tratará de ¡ modo que se puedan criticar los derechos comunitarios desde los de-
buscar una universalidad que no excluya ni borre a las minorías, sino rechos humanos, pero tainbiéii dar a los derechos humanos, que son
que las incorpore, de una manera diferenciada y sin perder su iden- individualistas, una perspectiva más comunitaria. Ni absolutismo ni
tidad o diversidad proporcionales. relativismo. El primero impone, el segundo descompone. Uno cierra
También, en el plano filosófico-político,se procurarájugar con el en exceso, el otro abre desmesuradamente. La objetividad se dará en
paralelogramo de las fuerzas del liberalismo y del comunitarismo, de el entrecruce de los intereses iiidividuales y los grupales.
modo que el resultado sea algo intermedio (algo diferente de ainbos y Se busca una actitud de respeto hacia las diferencias, pero equili-
nuevo): un punto en el que se preserven los beneficios que han gana- brada por el respeto a las semejanzas, incluso a la igualdad, brindada
do los derechos humanos para los individuos, en el plano de las liber- por la equidad ajusticia. Debe haber la posibilidad de diálogo entre
tades, y se concilien con los que procuran los derechos comunitarios culturas, y eso exige la posibilidad de comunicación y comprensión,
para los grupos, en un plano de igualdad o equidad. De este modo, lo que a su vez exige que se pueda señalar lo bueno y criticar lo malo
por la tensión dinámica (e incluso dialéctica) entre ambas fuerzas, se de otra cultura (al igual que se hace con la propia frente a las distin-
producirá el mayor beneficio para la perspectiva de los individuos y tas), y que de ese modo una cultura pueda aprender de otra; si no, n o
la perspectiva de los grupos, cada una de manera diferenciada y pro- pueden escucharse y ni siquiera comunicarse; lo cual va e n contrade
porcional. la experiencia, es algo contraintuitivo.
Esto es factible, al menos en teoría, desde una perspectiva no pu- De hecho, la hermenéutica analógica puede ayudarnos a promo-
ramente absolutista ni meramente relativista, sino pluralista; con una
ver ese diálogo intercultural acerca de los derechos humanos. Estos
epistemología que nos permita aceptar que podemos comuiiicarnos
derechos son un límite para el relativismo y, por lo mismo, pueden
con las otras culturas -con una comprensión imperfecta pero sufi-
permitir un pluralismo, pero también dentro de ciertos límites. Los
ciente- y con una perspectiva moral según la cual podamos apren-
límites que ellos mismos han marcado, de respeto a la dignidad de la
der de la moralidad de la otra cultura a la vez quepodamos criti-
persona y de niínimos de justicia que se realizarán, claro está, en la ri-
carla. Sin estos requisitos sólo se dará un diálogo de sordos.10El
queza que les aportan los distintos modos de vida e ideales de
problema se centra, pues, en el diálogo intercultural, al que pasa-
que proceden de las diferentes culturas. Dicha hermenéutica analó-
remos ahora.
'"Sobre el problema del diálogo intci;uiltural, d. S. Arriarán - M. Beuchot, Filoso- ! l1 Cf. M. Walzer, T h e Coinmuiiita"an Critique of Libcralism",Political Tlieory, fe-
@, neobavmmg nrullin~ltirrolismo,México, h a , 1999. / brero de 1990.
l~
I
i
gica trata de salvaguardar dos intuiciones complementarias: la de que 8. HERMENÉUTICAANALQGICA Y FUNDAMENTACIQN
los derechos humanos requieren cierta universalidad para ser tales, y FILOSÓFICA DE LOS DERECHOS HUMANOS
la de que también requieren la pluralidad cultural, pues en ella son
tales. De esta manera, la hermenéutica analógica nos hace buscar un
universalismo no rígido, esto es, n o unívoco, sino analógico; y, ade-
~nás,un-pluralismo_n~de~shcado,~s~,~no equívoco, s i n o ~ l ó g j -
co también, ordenado y dúctil a la vez.
talino, como quería ser el sujeto cartesiano. La teoría y la praxis de les. Estos últimos han sido el modelo de los derechos humanos, y se
los derechos humanos nos enseñan un sujeto distinto, un sujeto de /
l
pueden fusionar, en un cierto mestizaje, como derechos humanos co-
derechos humanos, dinámico, en continuo movimiento, tratando de l
c " Cf. G Aineiigual, Modernzdody nlrv del sulelo, Madrid, Caparrós, 1998, pp. 60 ss.
I
lectivos, derechos humanos indígenas, etcétera. Hay allí todo un cam- zan la fijeza necesaria para no quedar en el nomadismo absoluto, a
po por explorar. pesar de su movilidad; y tienen la estabilidad suficiente para dar el co-
nocimiento o luminosidad que aqní es alcanzable. Allí tenemos onto-
logía, una ontología inalógica, que no es dura y maciza, pero tampo-
co tan débil que resulte inutilizable.
Con ello tenemos un fundamento resistente y dúctil a la vez, un
((:óiiio ~>t~t:rle ;iiinlí,gic;i :i 1.1 iiiiirlniii~:iit:t-
;iyurlnr uii.1 Iiei-iiieiiCittic~t fundament(~ailal6gica,esdecir, ontológico y también hermenéutica,
cióii filos0fic.i dc los <leictl i o ~Iiuinitnos? SC#<III Iit:~iiosVISIO, la Iie~.- al mismo tiempo. Para asentar en él no sólo la fundamentación, sino,
menéutica y la pragmática flexibilizan la ontología. Casi iba a decir más aún, la fundación, de los derechos humanos. Curiosamente, aquí
que la desconstriiyen, pero es algo diferente, pues también hay que se cumple la función del símbolo, el cual es bifronte, pues tiene una
desconstriiir a la desconstrucción, y con ello se reivindica, pero den- cara hermenéutica y otra cara ontológica. Desde lo lingüístico, lo
tro de límites, la ontología. (Deberíamos probar desconstruir la des- cultuxal, lo ~pistemológico,,nosconecta con lo onto!Ógico; nos vin:
construcción, y veríamos que nps queda una ontología limitada, ana- cula con la realidad, nos hace tocar la naturaleza, d e manera sutil
lógica.) De esta manera, se nosha dicho, la hermenéutica (con esa y delicada, con cierto desengaño barroco; pero con la suficiente
vocación nihilista que le s e ñ a l a v a t t i m ~debilita
)~ la ontología. Pues energía como para atraparlo. La analogía es humilde pero esforza-
bien, la analogía desconstruye la desconstrucción, debilita la debili- da, pobre pero generosa; de su generosidad cognoscitiva nos entre-
dad del pensamiento débil. Mas, ¿cómo decir lo que resulta de ello, ga una captación del ser que no tiene la pretensión de las ontolo-
de esa doble negación, de esa doble destrucción (destrucción de la gías univocistas, modernas, mas tampoco la desesperación ni el
destrucción)? No parece haber todavía lenguaje apto para ello; se di..
escepticismo de las antiontologías que, en realidad, son antologías
ce con balbuceos, con aproximaciones, con analogías. Por eso la ana-
equivocistas. (En su equivocidad se devoran a sí mismas.)
logía, aun cuando debilita la ontología, también la sostiene, es la que
Vemos, pues, que la Iiermenéutica analógica puede tener una im-
le da sustento, sustancia. La sostiene dentro de sus límites, con el de-
portante aplicación a la fundamentación de los derechos humanos.
bilitamiento que se quiera, pero también con la fuerza suficiente pa-
En primer lugar, la hermenéutica nos ayuda a comprender al hom-
ra que puedan mantenerse estructuras, dinámicas y flexibles, fluidas
bre, y de esta manera conocer lo más posible sus características, ne-
a la vez que capaces de dar cuenta de aquello que se antoja en la ac-
cesidades y deseos, para plasmarlos y reflejarlos en los derechos hu-
tualidad inaprensible: las naturalezas.
manos que se vati estableciendo. Le encontramos, así, una
Así, una hermenéutica analógica hace a la ontología más débil, pe-
fundación o fundamentación iusnaturalista; pero de un iusnatura-
ro allí la analogía, el conocimiento analógico, es un abatimiento de
lismo analógico, el cual, mediante una hermenéutica analógica, co-
las fuerzas del conocer, un reconocer que nuestro conocimiento de
necta el lado ontológico con el lado deontológico, el hecho y el va-
lo ontológico es limitado y defectuoso, con deficiencias muy grandes
y pesadas (una especie de Aufhebung hegeliana) . Dolor enorme, por- lor, el ser y el deber ser. Esto nos hace darnos cuenta de que, lejos de
que la especulación decrece y decae. Uno de los símbolos del cono- cometer falacia naturalista -que prohíbe pasar del ser al deber ser,
cer analógico es el espejo; pero es un espejo imperfecto, antiguo y del hecho al valor-, Iiacemos algo muy necesario y pertinente, como
opaco, borroso (como el espejo barroco, pues es un tema del barro- es estudiar e interpretar la naturaleza humana, para poder extraer de
co el de los espejos, antes que de Borges). De modo que los concep- ella los verdaderos derechos humanos, y no otros que son meramen-
tos casi resultan simulacros (cosa cercana a Deleuze), pero no; alcan- te inventados por nosotros, y a veces en detrimento de las personas
mismas.
S G. Vattimo, "Metafisica,violencia, secularización", en G. Vattino (comp.), La
Además, a pesar de que se ha pensado que la hermenéuticava ani-
<le lafilosofia. Hermenéutica y porniodemidad, Barceloiia, Gedisa, 1992, pp.
sen<¿a?izació% t quilando la ontología, aqní, gracias a una hermenéutica analógica, te-
63-88. nemos la conservación de lo ontológico gracias a lo hermenéutico,
Gadamer y Habermas piden para la interpretación, y también el ca-
pero lo ontológico ubicado en sus justos límites; es decir, sin las pre-
rácter reflexivo, que le adjudica R i c ~ e u r .Es' ~ decir, tiene un aspecto
tensiones de claridad y distinción, d e universalidad y absolutez que le
dio la modernidad univocista; pero sin caer tampoco en el nihilismo de consenso, pero no se queda en él; lo implica, pero no se reduce a
caótico de la posmodernidad equivocista. Una hermenéutica analó- él; conduce también, por la igual exigencia de profundización (in-
gica nos hace buscar, pues, una fundamentación moderada y matiza- trospectiva), a la parte reflexiva, que ata de manera más fuerte la co-
da, no pretenciosa y hegemónica; pero con la idea de un fundamen- rrespondencia con larealidad. Consenso que apunta a la correspon-
to suficiente, matizado y moderado, analógico; es decir, con bastante dencia, verdad pragmática que se ata a la verdad ontológica y
- -capacidad~desustmtadoñ;perocons~iented~~qü~~~laSas~detod~s semántica,-ontosemántica. -- ~ ~-
~ ~~~ ~
consigo, que tiene debilidades y oscuridades. I: pese a ello, da una Una hermenéutica analógica nos da, asimismo, una universalidad
fundamentación moderada a la vez que suficiente: hermenéutico-on- suficiente para los derechos humanos. No es una universalidad indi-
tológica. ferenciada, sino matizada, atenta a las particularidades de los hom-
Recientemente, algunos han querido ver una lucha a muerte en- bres en sus diversos contextos. Trata de conjuntar lo universal y lo par-
tre hermenéutica y ontología. La hermenéutica devora a la ontología, ticular, logrando un universal matizado, como es la condición de la
y viceversa; si la hermenéutica'prevalece, la ontología tiene que mo- analogía -la cual es equilibrio proporcional-, a saber, uno que re-
rir, aunque s,$a de muerte lenta, como lo han sentenciado algunos se- cupera las notas más reconocibles en los individuos. Es un universal
guidores de Nietzsche, tales berrida y Vattimo."ero q t o no ocurre análogo, o analógico. Es parecido a lo que Hegel buscaba como uni-
en una hermenéutica analógica. Con su lado hermenéutico, pondrá, versal concreto, aparentemente contradictorio; pero tal vez va más
sí, una inyección de nihilisnlo, desconstrucción y debilitamiento a la allá, pues se trata de up universal que tiene fuerza extensiva de uni-
ontología; pero su lado analógico la salvará, la dejará sustentarse, es- versalidad, mas también fuerza intensiva de atención a los particula-
tar sostenida, y pujante, lo que baste para aportar la mencionada fun- res de los que surge y de los que depende. No, pues, una universali-
damentación, sin que se extralimite en sus pretensiones de dureza y zación a priori, sino a posteriori. (Más allá de la superación que quiso
abarcamiento. Será limitadamente débil y desconstruida, esto es, se- hacer Iíant del racionalisino y el empirismo, en el trascendentalismo,
rá limitadamente fuerte, y será limitadamente abarcadora, universal, pues él se quedó todavía en lo a priori) . Universales analógicos, esto
con una especie de humildad producto de la humillación que se le es, matizados, atentos a los individuos o inferiores, como es la abstrac-
ha conferido. ción analógica, que no puede realizarse prescindiendo completamen-
Esta fundamentación tiene, así, una parte hermenéutica, pero tain- te de los particulares, por lo cual incluso ha sido considerada como
bién una parte ontológica. Su parte hermenéutica es el proceso de abstracción imperfecta. No se puede hacer sin mirar hacia abajo al su-
comprensión del ser humano, por el cual profundiza~nosen el cono- bir, no se puede hacer sin conservar la representación de los indM-
cimiento de su naturaleza, y ello nos permite no sólo captar la digni- duos, de sus notas principales; tampoco tiene la capacidad de preci-
dad humana que sustenta la vigencia de los derechos humanos, sino sión o de identificación que los universales unívocos, que borran toda
también las propiedades o características esenciales del hombre, de diferencia, y por lo cual son los que darían una abstracción que po-
modo que podamos también detectar qué necesidades y deseos pro- dría ser llamada perfecta. Se considera más perfecta la abstracción
fundos tiene, lo cual ayudará a establecer los derechos humanos que mientras mejor anule las diferencias; pero esto también es empobre-
le convienen, tanto individuales como colectivos. Surgen las genera- cer el conocimiento; es decir, así como enriquece el lado extensivo
ciones de derechos cadavez más abarcadoras y profundizadoras de lo del conocer, también empobrece el lado intensivo de éste; con todo,
que es el hombre, tanto individual como colectivamente. tampoco puede tratarse de una abstracción equivocista, relativista, tan
Una hermenéutica analógica reúne el aspecto de dialogicidad, que pretenciosa por conservar las diferencias que acaba por impedir lo
general, en un nominalismo insostenible, contradictorio; se queda .,
p ~ ~ ~~
- ~ ~
lo narratol6gico~con~loontológicoisin~que~se~~dest"ya~,~Kfiqü&CZ~~particular y lo universal, lo contingente y lo necesario, lo inseguro y
dose mutuamente. Universalidad obtenida a partir de lo narrativo, pe- lo cierto.
ro que lo supera con tanta delicadeza que no lo destruye sino lo re- La hermenéutica se centra, además, en una propuesta ética y.pol:-
cupera, incluso lo supera, lo mejora. tica, pues sólo en cierto tipo deiituación política (la democrática) es;
posible la hermenéutica, no así eii una situación de opresión en
que no se puede interpretar, pues se impone el dogma. El tirano per-
cibe, no interpreta; cree que no hay interpretación, sino captación in-
mediata y pura de la verdad, y la impone. . . .
En una postura hemenéutico-analógica, hemos de atender mucho a También la hermenéutica tiene presupuestos éticos, ya que impli-
las relaciones de poder, como canto insistía FouLault. No podernos ca verdaderas virtud& que hacen posible la buena interpretación, co-
darnos el lujo de desatender a la realidad, y ésta contiene muchas rno la curiosidad ante los significados míritiples, el arrojo ante el texto,
relaciones de poder que llega11 a viciar el saber. Más aún, si nos in- pero, a lavez, la humildad frente a la propia inlerpreracióil, la veracidad
teresa el saber, y un saber que n o sea u.na máscara del poder, sino al mismo tiempo que la honestidad con nuestros errores interpretativos,
un servicio a los seres humanos, para mejorar las condiciones de vi.. etcétera.'Z Hay factores, n o sólo metodoló-,icos o episreino!ógicos, qu.e
da, es preciso no perder la advertencia de que muchas veces, incluso son condicionantes de la interpretación.
subrepticiamente, se infiltra el poder en el saber. Más vale tomar en
Por eso la hermenéutica nunca ha de soslayar ia advei-lencia acer-
cuenta esa variable, para poder evitar su intromisibn.
ca de la intromisión de las relaciones de poder en ¡.u situación inter-
Y es que el poder, la iinposición y la violencia son lo más opuesto a prerativa; pero tampoco la de nuestra propia capacidad ¿e auloengz.
la hermenéutica, y más aún a una Iiermenéutica analógica, como la no, y estar vigilante. Ejercer la sospeclia, pero hacia todas partes. Y;
que aquí se desea. En efecto, la hermenéutica es como la retórica: su-
como nos lo enseña Guillermo Hurtado, una sospecha analógica, que
pone u11 hombre libre, supone coino contexto la democracia, en la
no nos ate ni nos abrume, sino que nos haga avanzar cauteelosainei?-
que puede haber libertad de pensamieilto. La asfixia el poder, n o
te, pero sin perder toda confianza en el I~ornbre.'~
puede darse en un ánibito en el que no hay suficiente espacio civil
ni suficiente aire de renovación. No hay nada más adverso a la in-
terpretación que el poder, en el sentido de opresión y violencia; n o
hay nada más opuesto a la hermenéutica que la tiranía. El poder im-
pone su interpretación, la única, excluyente de cualquier otra. Ni si-
quiera es interpretar; pues, en e l o n d a , el poder n o interpreta, sabe, l2 Cf. A. Domiiigo h4oratalla, El ane depioder no rener razón. La hemmiéuficadialógm
conoce la realidad, posee la verdad, y la impone dogmáticamente (y d c H - G,Gadamer, Salamanca, Ed. de la Uiiiversidad Paiitikiade Salarnancz, 1991, pp.
310 SS.
" R. Rorty, Codingencia, ivmidy solidaridad, Barceloiia, Paidós, 1991, pp. 25-27. " Cf.G . Hurtado, '"Hermeiiéuticaanalógicay sospecha", A. Velasco (cornp.),Jmo-
das & 1wn)enéutica analógica, México, bv~ht,2003.
7
diferencias, en la medida en que no afecteti demasiado la universali- el hombre tiene además una intencionalidad muy peculiar: tiene una
dad de los derechos humanos mismos. intencionalidad interpretativa. Llámese animal simbólico (E. Cassi-
rer) o animal hermenéutico (Luis Cencillo), el hombre manifiesta es*
capacidad de interprear de dos maneras muy contundentes: duda y
di~tin~ue.2 Duda, porque se plantea problemas de manera muy dife-
rente del animal, que parece dudar ante dos estímulos diferentes,
~ E n s l h d o d e ~ l ateoríabe l ~ d ~ e ~ h o o ~ ~ s h
-- y - uque,~por~ ejemplo,
~ ~ le~ atraen ~ ~igualmente
1 ~ (la famosa folie de doutedel as-
tropológica que conecta coi1 iina base ontológica, doble fundamen- ~ e B u r i d á n ; q u e ~ a p a r e c e c o m o e j e m p l o e los
n rnanuaks8ysenxe:
to que viene a ser el mismo, idéntico en su inserción en la realidad re de hambre ante dos montones de paja igualmente apetitosos, al no
coiistituyente de lo humano. La idea de los derechos humanos invo- saber por cuál decidirse; pero eso sólo ocurre en el ejemplo, pues eii
lucra una idea del hombre como icorio del universo, como microcos.. la realidad el asno seguirá su instinto y comerá cualquiera de ellos).
mos, como dechado y prez de todo, pero también como guardián de El hombre, a diferencia del animal, duda hasta de su propia existen-
cia, como los escépticos académicos y Descartes. Y tambiéil distiiigue;
-
éste, con laobligación bioética y. Piobrí-dica de p r o t s e r iá?Cosas. Es ..
el hombre pastor del ser, como quería Heidegger; pero eso lo mani- pues la distinción, aplicada a los problemas y a las proposiciones, lle-
fiesta también como guai-dián del orden natural, evitando la extrali- va a evitar el equívoco y también a sortear la univocidad; se tKaLa de
mitación; pues, si no, lo que haga se tornai-á antinatural, enemigo de un acto eminentemente analógico. Distinguir es aplicar la analogici--
la naturaleza, y acabará por dañarla. Mas con ello la daña y se daiia a dad, respetar la diferencia buscando lo más que se pueda alcanzar de
sí mismo, pues todo está iconizado con él, lo refleja, lo representa, y semejanza.
lo pone en todas partes; pero también el hombre tiene que iconizar- El honibre es un ser analógico, vive en las lindes, en los linderos,
se con lo iiatural, guardarlo y respetarlo, para no romper sus Iíinites, eii las fronteras; es capaz de habitar esa tierra inhóspita, tierra de na-
para conservar en una medida coiiveniente el orden. Esto lo vemos die, que es la de los caminos y de las encrucQadas. Capaz de un no-
madismo que, sin embargo, no se reduce a lo que para él qoi-- ~ i De-
e
elocuentemente en la ecología, que nos obliga a respetar los derechos
que tiene el hombre de tener un mundo circundante, un medio ain- 1euze:s nomadismo de tránsfuga, sino movilidad del desarraigado, del
biente habitable. que liabiia una ciudad fronteriza, borrosa y esquiva. Eii parajes bn):
Por eso hay que aplicar aquí una hermenéutica aiialógico-icónica, inosos vive el hombre, sin encontrar claridad en los contornos, sino
porque la analogía y la iconicidad se correspoiiden, y vienen a ser lo saliendo de las sombras de los claroscuros;paisaje analógico, en el o , e
mismo; son semejanza representativa, modelo y paradigma, como el todo parece tocarse sin fusionarse. Eri paisajes casi irreales camina:
botón de muestra; porque el hombre es el análogo del universo, su mestizos, híbridos, iiidecisos, no por la indecisión de la iiaruraleza,
réplica más fiel, aunque por muchos motivos imperfecta. Defectuosa que puede llevar a la monstruosidad y a la perversión, sino indecisión
como es, tiene, sin embargo, la potestad de reflejar el mundo, en to- de la prudencia, por cautelosa precaución, que distingue poco a po-
dos sus reinos, en todos sus rincones, incluso en todos sus entresijos. co, para poder actuar con fuerza suficiente.
El hombre, pues, según esta antropología filosófica mestiza y ana-
Esto marca la miseria del hombre, pero también su grandeza. Su mi-
logista, es un ser de analogías, de horizonte, de confín. Tiende a los
seria, porque muchas veces no da muestras de sustentar dignamente
confines de las cosas, que son los modos, los límites, que confieren la
esa representacibn del cosmos (injusticias,guerras, odios y toda suer-
moderación, la pond&ación, la proporción, la analogía. Ella es la que
te de desequilibrios); pero grandeza también, pues muchas veces se
en realidad nos da la fundamentación, o fundación, de los derechos
ha levantado del lodo en que estaba inmerso y, alzando bien la fren-
te, se ha lanzado a proteger todo aquello que lo circunda. Esta idea es de mi amigo Ricardo Blanco Beledo.
El hombre es un ser intencional; con esto n o se dice gran cosa, Esto se conecta con la noci6n de devenires, de este autor Cf. G. Deleuze - C. P i t r
pues todos los seres vivos son en alguna medida intencionales. Pero net, Diálogos.Valencia, Pre-textos, 1'380, pp. 109 SS.
92 DERECHOS HUMANOS,
~ L O S O E MDEL HOMBRE Y HERMEN~UTLCA
DERECHOS HUMANOS, FILOSOFL\ DEL HOMBRE Y HEICMENÉ~TICA 93
hiimanos. El conocimiento analógico es el acto fundacional de éstos,
PERSONALISMO Y DERECHOS HUMANOS
que lleva al acto' de la prudencia y al acto de la justicia, analógicos tam-
bién, es decir, mesurados y equitativos. Una antropología filosófica, en
Además de Emmanuel Mounier, Jacques Maritain apoyó el persona-
la que el hombre es ese mestizo o análogo, resulta de la conjunción de
lismo; un personalismo cristiano, como el de Cahriel Marcel, Lucien
la ontología y la hermenéutica, las cuales nos brindan ese adecuado
Jerphagnon y Waurice N é d ~ n c e l l ePero
. ~ tainbién encontramos un
fundamento de tan importantes derechos. En la conjunción de natu-
~-~ personalismo muy interesante en los judíos Martin Buber y Emma-
ra y cultura,lla línealfdthfe-entre-el-lenguajeyelsei;en-el~eruee~ -- - -, --
nuel Levina~.~Ell¿Kn¿is ayudarána precisar~nuestropropiopersona-
del sentido y la referencia, se halla ese fundamento que tanto hemos lismo. Tanto losjudíos como los cristianos, al beber de la fuente de la
buscado. Escritura, tienen un personalismo y un humanismo que está basado
Hay que decir que el sentido necesita de la referencia para ser en el amor. Centrémonos, para mayor sencillez, en Mounier y en Le-
completo; es verdad que el sentido es vía hacia la referencia; pero, vinas.
una vez que la ha encontrado, se liga a ella indisolublemente-en ese Mounier nos presenta un personalismo que pretende ser tanto in-
caso concreto-, y necesita de ella, para no dispararse, para no perder- dividual como comunitario; es decir, no sólo individual, o individua-
se. Igualmente, el lenguaje nos manifiesta el ser; pero, una vez que lo lista, como parece haber ocurrido en el humanismo del renaciinien-
ha manifestado, éste requiere del ser para saber qué es lo que expresa to, sino uno distinto, por lo cual nos llama a un nuevo renacimiento,
y comunica, cuál es su contenido; para no perderse. De modo parecido, a un nuevo humanismo. Mounier pondera la libertad, pero como
la hermenéutica es la que puede hacer pasar de una consideración fe- compromiso con el otro, con el nosotros de la comunidad.
nomenológica auna ontológica o metafisica;pero, en esamisma media- En su reflexión, Mounier tiene muy en cuenta dos vertientes: la
ción que realiza, la hermenéutica se aferra a la ontología, para llegar a marxista y la nietzscheana. A Marx pretende darle respuesta en su es-
su referente; para no perderse. Y, finalmente, en la cultura se hace con- crito Raiolun'ónpersonalista y comunitaria, donde aborda el asunto so-
creta la natura, es allí donde propiamente existe; pero también se da a cio-económico. Allí muestra que tanto el capitalismo como el marxis-
la inversa: la cultura sólo existe como respuesta a la natura y, por ello, mo han fallado en entregarnos al hombre como persona, lo han
tiene que oírla, atender a ella, para no perderse. vuelto falsa individualidad o lo han masificado. A Nietzsche pretende
De esta manera, una hermenéutica aiialógica aplicada a la com- darle respuesta en su escrito Elpersonalismo,donde aborda -aunque
prensión de los derechos humanos nos dará una mediación entre el de manera no directa- la cuestión del nihilismo y el sinsentido. Allí
tiaturalismo y el culturalismo. Tan increíble es que todo esté ya dado muestra cómo se puede escapar de esa situación de postración; se tra-
por la naturaleza como que todo esté moldeado por la cultura, sin to- ta de salir al otro, y sólo en esa vinculación afectiva y efectiva se pue-
mar en cuenta la natura; ésta es la materia que aquélla informa, que de dar un senrido a la vida.
estructura. Eso nos dará también una apertura pluralista al multicul- En Levinas, el personalismo se plantea como una necesidad, ya que
turalismo, de modo que nos afaiiemos por preservar lo más posible el hombre está, antes de decidirlo él, vinculado con el otro hombre,
las diferencias que los derechos humanos adquieren en culturas dis- su prójimo, por el compromiso que con él adquiere desde antes de
tintas, sin que se aniquilen las semejanzas y se presione para salvaguar- tenerlo enfrente. El rostro, la mirada, son las manifestaciones y el tes.-
dar un mínimo de universalidad, de acuerdo con la vocación univer- timonio de esa responsabilidad previa. Pero no es un personalismo
salista que tienen desde sus orígenes. Y en ese momento es cuando
desemboca el gran río de la cultura en el mar del ser, el ámbito natu- "1 personalismo de Ernmaiiuel Mounier ha sido muy bien estudiado por Carlos
Diaz; véase, por ejemplo, su libro Mounieiy la ide?ztidarlnislianú:México, ~MDosoc,1996.
ral, captado por una hermenéutica analógica (que busca la confluen-
Puede coiisultarse también, con mucho provecho, A. Domingo Mornialla, Un humanir-
cia), como en un estero en el que los entes de ambas partes se unen, mo del siglo m elpn.sonalirnio, Madrid, Cincel, 1985.
se mezclan. Sobre Buber, cf, bl. üre, El diálogoy~%lú conio f e h aIunnenéulica cn Mariín Buber, Buc
nos Aires, Eudeba, 2001, pp. 47 ss. Sobre Levinas, c t G. González R. Arnaiz, E Leuinar:
hr~lnnnirntoy ético, la. reiinpr., Madrid, Ciiicel, 1992, pp. 122 ss.
94 DERECHOS HUMANOS, F!LOSOFL\ DEL HOMBRE Y HERMENÉUTICA DEWCHOS HUMANOS, FlLOSOFiA DEL HOMBRC Y 1-IER~VENÉUTICA 95
centrado en la primera persona, en el yo; ni siquiera en la segunda moderno al estilo de racionalistas e ilustrados. No se puede preten-
persona, como hacía Buber, en el tú, sino en la tercera persona, en el der la vuelta a ese sujeto cartesiano autoposeído, omnipotente, trans-
él, lo cual le da una mayor radicalidad. Es decir que el personalismo parente y translúcido, sino que hay que buscar un sujeto distinto. De
de I.evinau está centrado en el otro, aspira a ser donación y entrega, hecho, no parece que el sujeto haya muertn, conio 130s h a dicho la
a dar incluso de lo necesario, como quien se quita el pan d e la boc:: posmodernidad, en seguimieiito de Nietzsche y de Foucault, como
para darlo al otro, que lo necesita igual o más que él. fue la muerte de Dios y luego la del hombre. El sujeto ha
Se trata de un "humanismo del otro hombre", como lo llama el permanecido vivo, al menos en sus rescoldos, y levanta cabeza a cada
-
-propio-Lcvinas-En-lugar-delhumanismorenarentista -demasiado momento. Se-repIanteadem6ltiples formas, conloactante a actor o
centrado en el yo, en la propia persona, que favoracía el individualii agente en la sociedad, en la democracia, como sujeto ético, como su-
mo y hasta el egoísmo, y también más allá del humanismo de Buber, jeto de derechos, etcétera; y tal vez hay que replaiitearlo, aun sea de
del yo y el tú, que se proyecta hacia el nosotros-, el humanismo de modo menos más humillado y disminuido; pero lo sufi-
Levinas está proyectado enteramente hacia el otro, el prójimo, y lle- cientemente resistente como para soportar el peso de la atribución
ga hasta ese que está más allá del yo y el tú, incluso el desconocido, al de derechos, sobre todo derechos humanos; poi-que ésa es una de las
que estamos irinculados sinSiquiera tener conocimiento de él. Es al- lecciones de la cultura de los derechos humanos, el entregarnos un
guien que nos rebasa, que se nos queda en el desconocimiento. sujeto de derechos fundamentales, que nos replantea la definición
Sin embargo, frente a un otro univocista, como puede pensarse del sujeto. No ciertamente dura y prepotente como la que se tuvo en
que es el de Apel y Habermas6 -un otro que simplemente está ante el contexto de la modernidad; pero tampoco tan blanda y exigua co-
nosotros en el diálogo-, y frente a un otro que parece bastante equi- mo parecía entender la posmodernidad o tardomodernidad. La cul-
vocista-como dejan ver Levinas y D e ~ i d a - ,al~ser un otro que se nos tura de los derechos humanos nos puede dar la ocasión d e un nuevo
escapa, al que no podemos acceder cognoscitivamente, sino por vías modelo del sujeto, u11 sujeto analógico; un sujeto a la vez narrativo y
éticas o místicas, en una especie de teología negativa aplicada al ser sustantivo, narratológico y ontológico a un tiempo, uniendo lo ético
humano con el que se tiene que convivir, conviene plantear un otro y lo metafísico de un modo nilevo e inédito.'
analógico, puesto que el hombre siempre se ha visto a sí mismo con De esta manera, vemos cómo la analogicidad acude nuevamente
cierto misterio, misterio inabarcable, pero al que uno se puede acer- en nuestra ayuda, para sopesar las cosas (lo analógico significa pru-
car con un conocimiento suficiente, con una aproximación acepta- dencia y equilibrio proporcional desde su origen etimológico; y, so-
ble, lo bastante para tener con él un vínculo estrecho y profundo. bre todo, nos auxilia para evitar una noción univocista de otro, de pró-
Ahora bien, el vínculo se da de manera privilegiada a través del sím- jimo, de persona, y a lavez evitar su contraparte extrema equivocista,
bolo, pues el símbolo tiene como lo más propio el vincular, el acer- igualmente insostenible. Nos abre a una noción de otro, de persona
car, además de cognoscitivamente, emocional y afectuosamente, y en y de ser humano con la flexibilidad para no dejarse anquilosar, pero
ese espacio afectivo que crea se da la relación más originaria, la cual también con la resistencia para no disolverse y esfumarse en relativis-
se despliega en otro tejido de relaciones (económicas, sociales, polí- mas y negatividades. Nos da la presencia disminuida del sujeto, pero
ticas, etcétera). suficiente, para un personalismo y un humanismo basados en un su-
Por eso el personalismo tiene que brindarnos una cierta idea de jeto resistente o de resistencia, depositario de los derechos humanos
sujeto; pero no el sujeto sin más, o el que se confunde con el sujeto y defensor de éstos, sobre todo en los prójimos; y así, nos entrega un
personalismo y un humanismo que resistan los embates de la masifi- i
Cf. N . Esquive1 Esuada, Rocionnlidad <te la crenciag de la élicra. En t o n o alyensa>nia- cacióii y del nihilismo a la vez. Sujetos de sentido y de proyección.
lo d e J i ¿ r p Habnmas, Toluca, UAeM, 1995; M. Urrea Carrillo, De la ~qerenciaobjeliua o la
verdad l@ico-lingüfilica. h g n u i t i c nfmnal aJ.
Habne>nias,México, Universidad Pontificia 8Alguien que ha usado el persoiialismo en su reflexióii sobre los derechos huma-
de México, 2001. nos ha sidoJ. A. de la Torre Rangel, Deieclios I~wtianorh d e e l ivsnalvralisrno históiico ann-
' Cf.J. Derrida, Polilicar de la anca, Madrid, Tratta, 1998, pp. 195 8s. iigico, México, Porrúa - UAA, 2001, pp. 19-44.
96 DERECHOS HUMANOS, FILOSOFiA DEL HOMBRE Y I - I E ~ ~ ~ E N É u T I c A
I DERECHOS HUMANOS, FlLOSOFlA DEL HOMBRC Y HEF3lENEUlICA
requiere para que unos derechos puedan ser derechos hrimanos. Es-
97
conduce al relativismo, a la particularidad. Y los derechos humanos Esto se ve en la superación de la polémica entre derechos indivi-
tienen tina clara vocación de universalidad, por lo que no pueden duales y derechos colectivos (por ejemplo, los derechos indígenas).
caer en esa equivocidad que los priva de universalizarse, que los hace Por la fuerza dialectizadora de la analogía, se puede hacer que haya
fragmentarse en particulares que n o alcanzan lo universal. Pero tam- derechos humanos individuales y también derechos humanos colec-
poco p e d e tratarse de una universalidad univocista, absolutista e in- tivos. Es decir, el modelo de los derechos humanos originales, los que
diferenciada, opresoray que impone un modelo de cultura como el surgieron en un principio, es el individualismo liberal. Yno se puede
único válido. Tiene 9Üe ser ésta una universalidad analógica, que dé renunciar a los logros que obtuvo. (Ahora se le ha opuesto el mode-
cahida a la diferenciación (diferentes aspectos de diferentes culturas), lo comunitarista.) No se puede aceptar en bloque, y privilegiar com-
al matiz, a ciertas diversidades que se extiendan en el lapso de los 1í- pletamente los derechos comunitarios; también tiene una enseñanza
mites que se trazan? exacta y aprovechable, que es el hecho de que es igualmente necesa-
Como pluralismo cultural que pretende responder a ese multicul- rio tener derechos para las comunidades, que correspondan a su cul-
turalismo, y proteger los derechos humanos que sean iguales para to- tura, a sus ideales de vida o de calidad de vida, de bien, más allá de la
dos pero diferentemente aplicados según las culturas, se necesita un exigencia de la justicia que implican los derechos individuales. Y en
pluralismo cultural analógico."' Éste permite que haya universalidad, una postura analogista se puede lograr que, sin renunciar a los dere-
una iiniversalidad no completa y absoluta (unívoca),pero la suficien- chos humanos individuales se den derechos humanos colectivos, que
te para garantizar esa igualdad y comunidad que tales derechos exi: hagan justicia a las necesidades y legítimas aspiraciones de los pue-
gen: se dan para todos los hombres; pero también tienen uria parti- blos, que son diversas.
cularidad suficiente como para dar cabida a diferencias culturales que Si se quiere, se trata aquí de la oposición y conflicto que señala Ade-
especifiquen y apliquen esos derechos según la peculiaridad de los la Cortina entre los mínimos de justicia y los máximos de bondad (o
pueblos. No se trata pues, de que cada pueblo o cultura los haga di- vida buena, o ideales de vida, o de felicidad).ll Es fácil llegar a un con-
ferentes, lo cual sería equivocismo; son los mismos derechos &ro senso acerca de unos elementos mínimos que tienen que ver con la
concretizados de diferente manera, lo cual es lo analógico. justicia para todos, y en ellos es necesario que haya igualdad. En cam-
Así se verá que es falso el dilema entre universalismo o particula-' bio, es difícil ponerse de acueido con respecto a máximos de calidad
rismo, entre absolutismo o relativismo. Se puede lograr un universa- de vida, o de felicidad, o de realización, que difieren mucho según las
lismo moderado y un relativismo relativo, que dejen lugar a las diver- culturas e incluso según los diversos grupos de una misma cultura. Pe-
sidades culturales pero sin perder esa fuerza de universalidad que se ro esta misma autora propone algo a lo que se asemeja mi propuesta
analógica o proporcionalista: no se pueden abandonar completamen-
Cf. S. Arriarán - M . Beucliot, Alaroflin. neobarrowy multimlturallrnro,México, ftaca, te los máximos y quedarnos únicamente con los mínimos. Los máxi-
1999, pp. 193 SS. mos de calidad son los que dan contenido y hasta sentido a los míni-
lo Cf, J. A. Salcedo Aquino, Hermenéutica analógice, ylulnllrino cullz<mly su~etilividad,
México, Torres Asociados, Colección Hermenéutica, Analoaia - e Imaeeii.
culturalis»lo O?imtaciaesjilmójicasporauna argume>rfaaónph~ralirta,
"
2000: Mz~lti-
México, UNM - ENEP
1 mos que se presuponen, Podemos decir que incluso esos mínimos
"Cf. A. Coi-tina,Alianza y contlufo. Politice. élim y religión, Madrid, Trotia, 2001,1995,
Acatlán - Plaza y Valdés, 2001. pp. 140-144.
98 DERECHOS HUMANOS, F I L O S O F ~DEL HOMBIZXY HERMEN~UTICA DERECHOS HUMANOS, PlLOSOFih DEL FlOhlBRI: Y 1-IERMENÉV'IICA 911
sirven si hacen posibles, en la medida de lo que esjusto, los máximos superación del universalismo y el relativismo, que se oponen en las
que vuelven vivible esa vida que posibilitan. De este modo, unmode- discusiones de una manera muy obtusa. Una hermenéutica analógi-
lo analógico o analogista tiene la capacidad de dar lugar a los míni- ca es capaz de superarlos.12Nos conducirá a un pluralismo cultural
mos irrenunciables, que se hacen patentes en los derechos humanos abarcador y a la vez crítico. Y con ello nos dará la posibilidad de unir,
individuales, y también de hacer algún espacio a los máximos desea- de cierta manera dialéctica, los derechos individuales y los derechos
bles, que se plasman en derechos humanos colectivos, tendentes a re- colectivos, por. ejemplo, los derechos indígenas. Ya los derechos que
coger y dar presencia a los ideales de vida y de realización que tienen lograron estatuto de derechos humanos han abarcado muchos de los
- - - los-grupos y las culturas. Tal vez-podría~decirse-que-los mínimos de i r 1 d i v i d u a l e s ; ~ s e ppotenciar
~~ la-epgción de derechos colectiyos
justicia se necesitan, y que los máximos d~Foridadse-desean;pero es como derechos colectivos humanos (por ejemplo, derechos humanos
evidente que mucho de lo que plantea el deseo humano se vuelve ca- de los indígenas o de los pueblos indios).
si necesario. El deseo es, para el hombre, sumamente atendible.
Así, un pluralismo analógico sirve de mediación entre ambos ex-
,' tremos, el del universalismo y el relativismo, para permitir un pun-
to medio, un híbrido, mestizo o análogo que permita un conjunto
Hemos visto cómo a la doctrina de los derechos humanos subyace una
i
'
de derechos humanos que contenga tanto derechos humanos indivi-
antropología filosófica o filosofia del hombre. También hemos visto
duales, relativos a la justicia indispensable para todos, que dan igual-
dad ante la ley, como derechos humanos colectivos, que den la opor- que podemos brindarle una antropología que la haga atenta tanto a
la naturaleza como a la cultura, ya que la cultura depende de aquélla,
tunidad de realización de las personas según los distintos y múltiples
y no puede apartarse de ella hasta el punto en que se le oponga (pues
parámetros .
sabernos que hay maiiifestaciones culturales que se han opuesto a lo
Tenemos aquí un cumplimiento del mestizaje, con respecto al cual
natural, lo cual no se cansan de señalar los ecologistas); ello nos Ile-
nds alecciona el barroco, principalmente el barroco mexicano, tiempo
varía a desaparecer como especie.
de mestizaje intenso. Él nos sirve de modelo o icono para buscar la in-
Asimismo, esta construcción antropológico-filosófica nos hace fi-
tegración que buscamos. Ya desde el siglo XVI se trató de integrar los de-
jarnos en las diferencia$culturales, en el multiculturalismo, que está
rechos indígenas y los derechos occidentales o hispanos. Vemos allí lo
omnipresente en la actualidad. También nos hace ve1 que podemos,
que podemos llamar un derecho mestizo, atento no sólo a lo occiden-
de una manera analógica y por medio de la analogía, salvaguardar las
tal, sino también a lo indígena. Era imposible imponer lo europeo sin diferencias que los derechos humanos adquieren en su concreción
atender a la situación de los aborígenes. Si hacemos una genealogía en las distintas culturas, tratando de reduciilas de modo que se resal-
nietzscheana, o si aplicamos la arqueología del saber (según Foucault) ten las semejanzas y se salve lo máximo posible la vocación universa-
a esta situación, nos daremos cuenta de que por el lado español había lista con la que fueron concebidos los derechos humanos desde su
intereses de poder, y por el lado indígena resistencia para salvaguardar origen. Igualmente, nos hará buscar la superación del absurdo dile-
lo propio; pero, sobre todo, nos hará darnos cuenta de que la misma ma: o derechos individuales o derechos comunitarios, en el caso de
necesidad forzó a modificar y adaptar lo que llegaba de Europa y aun los derechos humanos, de modo que, así como hemos tenido dere-
a buscar o inventar un mestizaje jurídico, por lo que tuvo que crearse, chos humanos individuales, también los tengamos comunitarios, con
o simplemente surgió, una nueva episteme. Tal es el multiculturalismo mayor preponderancia del modelo comunitarista que del individua-
concordado, que se quiere encontrar en este tiempo nuestro, que a ve- lista o liberal. Serán derechos comunitarios, culturales y étnicos, tan
ces se llama neobarroco, una posmodernidad múltiple, que corre el pe- necesarios en la actualidad.
ligro de suma equivocidad, pero que puede ser llevada a esa analogici-
dad que supieron hallar algunos de los barrocos. '' Cf. J. A. Salcedo Aquino, Ifmrnméulica enalógica, pluralismo nrltural g su&elividad,
Esto, además, es perentorio, porque hace falta lograr de una vez la q.cit., pp. 9-19.
PRAXIS Y TEoRÍA LATINOAh4ERICANAS
resistencia; y también nos ubicará en relación con la utopía de esos ción de valores se efectúa mostrándolas, pues lo que no se puede de-
mismos derechos, esto es, la búsqueda de una sociedad más democrá- cir sólo se puede mostrar, y en la ética casi todo se plantea desde este
tica yjusta, en la que no sólo no se violen, sino que se promuevan. Ya punto de vista. Pero aquí, con la hermenéutica analógica, trato de
se ha revisado mucho la historia, para ver los aspectos negativos d e conjuntar estos dos aspectos que Wittgenstein veía como totalmente
conculcación, como también los positivos de defensa.' Por eso ahora separados, con una dicotomía que se me antoja demasiado fuerte?
lo que queda es, más bien, velar porque se cumpla11de la mejor ma- La analogía es precisamente el único recurso del que disponemos pa-
nera. Yesto podrá hacerse sobre todo si se atiende a la educación en ra decir lo que sólo se puede mostrar, para balbucir lo que d e otra ma-
derechos~humanos.Ahora-bienTesoúnicamentpdárealizarse de nera~habríaquecallar; loque se qu~edaríaen el silencio. Ad~@slJas
un modo conducente si se tiene una teoría que los fundamente y una virtudes requieren de cierto decir, al menos un poco, pues mostrarlas
praxis que los defienda, los enseñe y los manifieste. La teoría, como podría entenderse mal sin algo de decir, y hundirse irremediablemen-
sabemos, está en plena construcción, y ya ha sido aplicada a ella la te en el equívoco.
hermenéutica analógi~a.~ La praxis docente de los derechos humanos De esta manera, juntando -mediante la analogía, esto es, propor-
tendrá como una modalidad principal formar sus virtudes como va- cionalmente- una porción de decir y otra porción de mostrar, podre'-
lores, es decir, que éstas se practiquen y se vuelvan actitudes y hábitos. mas resolver el arduo problema wittgensteiniano acerca de seguir una
En efecto, ahora que tanto nos preocupa la educación en derechos regla5 Wittgenstein se preguntaba si esto se hacía racional oinacio-
humanos, ésta puede ayudar como formadora de virtudes conducen- nalmente, esto es, de manera inconsciente, como parece que lo hate-
tes a su realización o actuación concreta y coritinua. Incluso la Ilama- mas de pequeños, cuando la parte inconsciente predomina en los
da educación en valores ha encontrado su cauce como formación de procesos de enseñanza y aprendizaje. Pero una aplicación de la her-
virtudes, ya que las virtudes son el camino apropiado para realizar esos menéutica analógica nos haráver que se trata de poner parte y parte:
valores, para alcanzar lo v a l i o ~ oSon
. ~ la pedagogía de la axiología. El se necesita algo (poco) de decir y algo (mucho más) de mostrar. El
que educa en derechos humanos forma virtudes que han de llevar a solo mostrar, sin el decir, podría llegar a ser confunso; pero, con al-
la práctica de las obligaciones de estos derechos, conducentes de los gunas indicaciones del decir, el mostrar adquiere toda su riqueza; se
valores que suponen. Si queremos alcanzar una verdadera cultura de unen, así, lo consciente y lo inconsciente en el aprendizaje. Tal es el
derechos humanos, sobre todo una cultura jurídica que implique el aprendizaje de la virtud.
respeto a estos derechos, resulta necesario construir y mostrar un Y, en el caso de los derechos humanos, aquellos que han sido pa-
icono, modelo o paradigma de lioinbre teórico y práctico de los de- radigma~en su fundamentarión teórica o en su defensa práctica, pue-
rechos humanos, que tiene que realizarse de manera singular y más den funcionar mejor si, además de mostrarlos narrativamente, se expli-
importante en el jurista, pues es el que directamente tiene que ver ca cuál ha sido la idea que estaba detrás de su actividad (teórica y
con el ámbito del derecho. práctica). Al proponer la historia de la protección y cumplimiento de
Esta formación de virtudes tiene, como decía Piaget, un lado cons- los derechos humanos, convendrá que se añadan también las construc-
ciente y un lado inconsciente, que trabajan al unísono y se apoyan en ciones teóricas (a veces módicas, a veces más fuertes o sofisticadas) que
la construcción; o, como decía Gilbert Ryle, tiene un lado de saber han estado subyaciendo y apoyando.
qué y LIU lado de saber cómo. En el fondo, esto coincide con lo que
Wittgenstein llamaba el decir y el mostrar. Para Wittgenstein la forma-
zar, de formar un todo a partir del fragmento o de los fragmentos (o gunas conclusiones. El multiculturalismo un hecho y, como tal, de-
de algunos), llegando a establecer un modelo de hombre, como ideal be ser afrontado; y su tratamiento corresponde, según cierta visuali-
abstracto regulativo que, sin embargo, se da en lo individual. Darte de zación, a la filosofia, cuyo punto de mira está en la filosofía de la
- .L --- cultura, la antropología filosófica, la ética, la filosofia política, la filo-
lo singular, y es una especie de universal concreto, como ese que tan-
to buscaba Hegel. sofia del derecho y la filosofía de la educación. En cuanto a la filoso-
fia de la cultura, el multiculturalismo no es más que el resultado de
los productos culturales del hombre, que exhiben su diferencia. En
cuanto a la antropología filosófica, se analiza como algo que es pro-
pio del ser humano, y que afecta a su misma naturaleza o condición,
pues ella se manifiesta de diferentes maneras. Las visualizaciones de
la ética (social), la filosofia política y la filosofía del derecho, tienen
por cometido hacer ver cómo se puede plantear una ética multicul-
tural en una sociedad o estado multicultural y cómo se pueden reali-
zar en ella los derechos, entre ellos los derechos humanos. Yla filoso-
fia de la educación tiene que ilustrar para la educación multicultural.
Nosotros hemos querido tomar algunos datos de esas distintas vi-
siones y así plantear el problema d e la interpretación multicultural
de los derechos humanos. La filosofía de la cultura y la antropolo-
gía filosófica nos han iluminado en cuanto a la cultura, que es algo
constitutivo del hombre, de su propia esencia (si el hombre es un
animal racional, esto significa que, a diferencia d e los demás, es
hacedor de cultura); asimismo, estas disciplinas nos hacen enfrentar-
nos al hecho del multiculturalismo. Y la ética y la filosofia política se
unen para hacernos ver que distinta? concepciones de lo bueno tie-
nen que tratar de convivir dentro del margen de lo justo. Ello reper-.
cute en la filosofia del derecho, que tiene que proponer una legisla-
ción multicultural, con derechos tanto de las mayorías como de las
minorías, y tratar de hacerjusticia a todos. Finalmente, la filosofia de
la educación tiene que apoyarse en las reflexiones anteriores para a p
dar aimplantar una educación multicultural en cuanto a los derecho!;
humanos.
En todos esos estudios se vio como un instrumento provechoso la
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112 CONCLUSIONES
i CONCLUSION~S 113
hermenéutica, pues se trataba de interpretar la realidad cultural, que posible las ideas, proyectos o ideales del bien o de la cualidad de vi-
es n~últipley, asimismo, demostsar que se tienen diferentes interpreta- da, sin diluir la realización de lajusticia. Finalmente, cómo se puede
ciones de lo bueno (y hasta de lojusto) y, en consecuencia, de los dere- 1 aplicar a la praxis de los derechos humanos, de modo que se plasmen
chos humanos mismos. Se puede llegar al caso extremo de que alguna l de manera concreta, no con una abstracción excesiva, lesionando así
cultura no conozca o no comprenda los mencionados derechos, o que, la interpretación de las distintas culturas, sino, otra vez, protegiendo
aun comprendiéndolos los rechace. En situaciones menos extremas, el lo más posible las interpretaciones culturales concretas, pero sin las-
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problema más común era encontrar que - se camprendían-yaceptaban~ ~ - - timar-lanece-sariauniversalidadque-les~correaponde:s& tratadc+una
los derechos humanos, pero eran diferentemente entendidos y valora- universalidad situada, hermenéutica, que nos da unos universales aná-
dos (por ejemplo, en cuanto a los derechos de las mujeres y los niños). logos, matizados y diferenciados. Nos enseña a ver que lajusticia y el
Por eso el problema era cómo conducir a esas otras culturas a la adecua- cumplimiento de los derechos humanos se da en contextos concre-
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da inteligencia y valoración de estos derechos. Ciertamente se debe bus- tos, no absolutos, y con aquello que la tradición ético-jurídica aristo-
car no la violencia ni la imposición, sino eldiálogo y la persuasión, de . , télica, desde la antigüedad, llamaba la epiqueya o equidad, y con cier-
modo que esos derechos se acepten de manera razonable. to monto de apego a la circunstancia. Como se ve, de ninguna manera
El principal hallazgo de nuestro estudio fue comprobar que la Iier- se corre el riesgo de que se pierda su fuerza y su universalidad; sólo
menéutica puede ayudarnos a esa valoración, pues ella es el arte de se llama la atención al caso, al contexto, a la concreción de lo gene-
la interpretación, y la interpretación (cuyo primero significado en la ral en lo particular, de la ley y el derecho en las distintas culturas, con
historia fue el de traducción) es lo que acerca a las personas de dife- sus diferencias culturales. Siempre salvando lo general, como una ten-
rentes culturas y les permite dialogar y entenderse. Como dice Ri- sión dialéctica entre lo universal y lo particular. Aquí, la prudencia
coeur, es la mediadora entre la arguinentación y la aceptación. Pero o frónesis y la equidad o eiqueya son indispensables, y son dos vir-
no se puede tratar de cualquier hermenéutica; la hermenéutica ac- tudes altamente analógicas, son analogía aplicada (a la oscilación
tual se debate entre los dos extremos del univocismo y el equivocis- entre lo universal y lo particular, la ley y el caso o contexto).
mo; el primero es el ideal (o, más bien, la pretensión) de la compren- Más bien, el peligro de injusticia y de violación de los derechos
sión perfecta y el acuerdo completo, es un absolutismo insostenible; humanos se da en el univocismo y en el equivocisino, esto es, por un
el segundo es la idea de que debemos dejar a cada cultura actuar libre- lado, en el intento de aplicar idénticamente a todos los pueblos las
mente, es un relativismo inaceptable también; por ello se tiene que leyes y aun los derechos humanos, sin ningún matiz (sin excepción),
buscar una postura intermedia y mediadora, que es la que propone y, por otro lado, en la actitud de dejar que cada cultura entienda, va-
la analogía. Una hermenéutica analógica nos ayudará a salvaguardar lore o aplique a su modo tales derechos, sin considerar ningún crite-
lo más posible las diferencias culturales, las ideas del bien, o de la ca- rio objetivo, y aquí estamos hablando del relativismo, que los priva del
lidad de vida y los proyectos sociales, pero sin perder la capacidad de sentido universal que siempre han tenido. Como se ve, se trata de de-
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integrarlos en la unidad o universalidad. Esta hermenéutica busca una fender su universalidad, pero una universalidad diferenciada, como
universalidad matizada, diferenciada y compleja, pero universalidad es la de todo lo particular y concreto, según la enseñanza aristotélica
al fin, lo cual evita que los derechos humanos pierdan su vocación de de que lo universal no existe de manera absoluta e indiferenciada, si-
universalidad, su estatuto de derechos fundamentales. no en lo concreto y particular, en lo que recibe numerosas modalida-
He tratado de explicar cómo una hermenéutica analógica, con tal des, que son suvariedad y su riqueza (la cual, por otra parte, no des-
intencionalidad, puede aplicarse para el diálogo intercultural, de mo- I
truye lo universal, sino que lo realiza de manera n o absolutista o
do que se defienda Iiasta donde sea posible la diferencia, sin llegar a platónica) .
lesionar la identidad del mismo género o especie humanos, en la Ií- De esta manera se podrán plantear, asimismo, derechos de las cul-
!
nea de la frónesis, tanto de Aristóteles como de Gadamer. Asimismo, I turas (a la propia conservación o preservación, a la preservación de
cómo puede aplicarse a la ética, de modo que se salvaguarden lo más i
su lengua, d e su religión, de sus creencias y costumbres), los cuales
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l 1
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114 CONCLUSIONES
mite las diferencias; claro que el mestizaje es también una fuerza de Aguayo, E., La hennenéuticafilosófica de Mauricio Benchol, México, Ducere,
2001.
unificación, pero que n o aniquila las diferencias: las deja convivir di-
Alcalá Campos, R., Hetmenéutica. Teoría e'inte~pretación,México, UNAM - Plaza y
námicamente. Valdés, 2002.
También es cierto que los conflictos culturales y los casos dificiles Alegre, F. X., Institutiones Theologicae,G. Méndez Plancarte (comp.), Humanis-
o conflictivos no se van a resolver totalmente. Se llegará a consensos tas del siglo m I I , México, UNAM, 1979 (la. reimpr.).
e
y a veces a compromisos contingentes históricos; pero, como dice Amengual, C.,Modernidad y nwiE del sujelo, Madrid,.Capa~rós,1998.
Apel, L O . , "Do We Need Universalistic Ethics Today or isThisJust Eur~cen,
Isaiah Berlin, con eso basta. Es la idea d e Aristóteles de que la razón
práctica n o tiene la contundencia d e la razón teórica, pero se mueve
. tric Power Ideology?", Vniversilm; 35/2 (1993).
Ariistóteles,AnalificuPosterior, en Oh-as, Madrid, Aguilar, 1964.
para buscar l a justicia y el bien, de manera inmediata. Es la pruden- -, G a n ética, Obras, Madrid, Aguilar, 1964.
cia o frónesis la que aquí impera, y solamente puede llegarse a apro- Arriarán, S. - M. Beuchot, Filosofa, neobanoco y mnltimlturalismo, México, íta-
ximaciones. El frónimos O prudente es alguien como el "hombre ma- ca, 1999.
duro" d e Max Weber, capaz d e llegar a consensos y, si esto n o es Arriarán, S. - M. Beuchot, firludes, uaalarer y educacih moral. Contra elparadignu
posible, ceder e n algunos casos y obtener compromisos. Nada más, neoliberal, México, Universidad Pedagógica Nacional, 1999.
pero nada menos. Además, los derechos humanos serán siempre el 1í- Ballesteros,J., Posmodernidad: decadencia o resistencia, 2a. ed., Madrid, Tecnos,
2000.
mite que hay que respetar y que n o se puede transgredir. Ba~ret-Kriegel. B., Les droits de l'l~ommeel le droil naturel París, PUF,1989.
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11 . CONCLUSIONES .......................................................................................111