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PROYECTO J U ~ T I C IEA
INTERCULTURALIDAD
Por
MAURICIO BEUCHOT
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a m a . FS",rn, u- ES3,rn LWaaau 266,Ph"S. El propósito de este trabajo es aborda1 el tema de los deiechos huma-
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1 w.sai!odepsgi~.w~ w.bibllot-e~a.~~
w.anthropos-edna~~,om nos en unasociedad multicultural (y, por lo mismo, intercultural):
qué se puede hacer cuando hay conflictos en su comprensión y valo-
ración. Es decir que cuando distintas culturas conviven juntas, en paí-
ses vecinos o en el mismo país, pueden tener diferentes visiones de los
derechos humanos. Las situaciones más extremas se pueden dar cuan-
do alguna cultura no los conozca o no los entienda o, habiéndoles co-
JC571 nocido y entendido los rechace o no los cumpla. <Quéhacer con una
B48
2005 Beuchot, Mauricio, 1950- cultura que se comporta así? Algunos dirán que hay que someterla a
y dereclm I~ufnatios/
infern~lluralidad toda costa; otros, que hay que respetar su idiosincrasia y dejarla actu-
por Mauncio Beuchot. - ar como quiera. Ninguna de las dos respuestas, por lo excesivas, pa-
.
México : Siglo XXI UNAM, ~ ~ ~ ~ l ~ ~ d
rece satisfactoria.De hecho, son pocos los que sustentan posturas tan
de Filosofiay Letras, 2005.
124 p. extremas; más bien hay quienes buscan una postura intermedia, pe-
ISBN 968-23-2611-7 ro en ello hay una gran diversidad, y es lo que trataremos de exami-
1. Derechos humanos -Sociedades nar: los pluralismos y sus perspectivas.
1. t También puede no darse una situación tan extrema como la que
hemos descrito, sino solamente entender los derechos humanos de
manera diferente, o no reconocer algunos, como los derechos de las
mujeres o los de los niños, etcétera. Ésta es, de hecho, la situación más
porlada target frecuente y la más problemática. <Cón~o hacer entonces para que se
primera edicibn, 2005
reconozcan estos derechos? ¿Cómo llegar a un acuerdo?
! segunda reimpresi6n, 2013 Por supuesto se trata de evitar el recurso de la violencia y la impo-
! 0 siglo xxi editores, s.a de c.v. sición, usado en ocasiones para defender los derechos humanos. Hay
1 en coedici6n con la
que confiar en que el diálogo bastará para hacer conocer, compren-
der y valorar los mencionados der~chos.Pero, sobre todo en ese ca-
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so, es pieciso partir de una teoría acerca del multiculturalismo, del
l lsbn 978-968-23-261 1.0
isbii 970-32-2943-3 pluralismo cultuial y de la interculturalidad, que nos capaciten para
dialogar adecuadamente sobre esos derechos con lasotras culturas. Y
derechos reservados conforme a la ley
impreso y hecho en m6xicoIpr1ntedand made iai mexieo es aquí donde la reflexión filosófica tiene relevancia, pues ella es la
encargada de aportar argumentos convincentes, máxime cuando se
impreso en mújica in~presor,s a de c v
d camella núni 4 trata d e algo tan importante para la convivencia pacífica y que nos
81 COI el manto, iztapalapa concierne a todos.
La claridad que alcancemos sobre estos puntos repercutirá en el
planteamiento de ciertos derechos colectivos (o comunitarios) como 2. NOCIÓN DE CULTURA, DE MULTICULTURALISMO y
son los derechos culturales, a saber, el derecho de un grupo a preser- DE DERECHOS HUMANOS
var su cultura, su lengua, su religión o sus costumbres. Porque puede
ocurrir que algunas creencias o costumbres sean consideradas con-
trarias alos derechos humanos, y entonces haya que rechazarlas o mo-
dificarlas.
Por eso partiremos de una breve definición de cultura, de multicul-
turalismo y de derechos humanos. En seguida trataremos de establecer
Ya que nuestro problema es el de los derechos humanos en un ámbi-
el problema que se presenta cuando hay discrepancia acerca de tales
to multicultural o intercultural, en este capítulo nos ocuparemos de
derechos, ya sea por incomprensión o por rechazo valorativo. Y como
definir sucintamente la cultura, el multiculturalismo y los derechos
se trata de interpretar algo entre contextos diferentes, examinaremos
humanos mismos. Es algo que no pode,mos eludir, pero que haremos
la propuesta de una h e ~ m e ~ é u t ianalógica,
ca esto es, el instrumento in-
terpretativo para afrontar la diferencia sin perder la semejanza o con-
sólo mínimamente, para dar un planteamiento serio y adec"aao a
nuestro problema. Ello nos servirá como introducción al análisis, con
fluencia que. permita universalizai; así sea mderadamente y con ma- el fin de guiarnos en el diálogo sobre los derechos humanos dentro
tices. del multiculturalismo.
:
Con esos instrumentos, analizaremos cómo plantear los derechos : . .
Haremos, pues, aquí algunas reflexiones que nos aclaren un poco
humanos en América Latina, que es el contexto que nos compete, y ese fenómeno tan humano y, por ello, tan antiguo, pero al mismo
concluir con ayuda de la hermeiiéutica analógica aplicada al multi- tiempo tan huidizo y dificil como es la cultura. Esto nos capacitará pa-
culturalismo, con la definición de un pluralismo cultural analógico, ra plantear después cómo entendemos el multiculturalismo, y la rea-
como una interculturalidad que se alimenta de aspectos de otras cul- lización de los derechos humanos.
turas o bien los rechaza. De esta manera se podrán hacer respetar los
derechos humanos en una sociedad multicultural.
Finalmente, abordaremos ciertos temas más abstractos o filosófi-
cos como la manera en que se observan los derechos Iiumanos desde
la perspectiva de uria hermenéutica analógica. Otro será comprender Aunque no podemos desarrollar aquí una idea amplia y muy elabora-
cómo una hermenéutica analógica conecta a los derechos humanos da de cultura, sí hemos de tener por lo menos alguna que nos orien-
con la antropología filosófica que les subyace, esto es, la idea o mode- te. La cultura puede ser vista, de manera muy amplia, como el culti-
lo de hombre que suponen. y por último, y de acuerdo con esa filo- vo de todo aquello que nos ayuda a colocarnos en la realidad del
sofía del hombre inherente a los derechos humanos, veremos cómo entorno, no sólo natural sino también social. En efecto, n o hacemos
se puede sensibilizar hacia una educación, compresión y estimulación cultura sólo para sobrevivir, sino también para convivir con propios o
para su cumplimiento y defensa. extraños (extranjeros o gente que pertenece a otra cultura). Por eso,
MI intención con este trabajo es colaborar para una cultura de los aquí se conectan Ia idea de cultura, la de identidad cultural y la de in-
derechos humanos, la cual será plural, pero también analógica, es teracción cultural (no en el sentido de intracultural, sino en el de in-
decir, que no perderá su capacidad unificadora y universalizadora a tercultural o transcultural). En todo ello vemos la pugna entre el de-
partir de las semejanzas, y sin pretensiones desmedidas. Eso nos dará recho a la diferencia y el derecho a la igualdad (no a la identidad, sino
un multiculturalismo con rostro humano, que defienda cuanto más se a la igualdad, que es lajusticia), esto es, la tensión entre los individuos
pueda las diferencias culturales, pero que también unifique y reúna en considerados dentro de comunidades menores (etnias o culturas) y los
el cumplimiento de los derechos humanos, que requieren una innega- individuos considerados dentro de comunidadesmás amplias (como los
ble universalidad para existir y para ser cumplidos.
10 CULTURA, MULTICULTURALISMO Y DERXCHOS HUMANOS CULTURA, MUI.TICULTUR4LISMO Y DERECHOS HUMANOS 11
estados). Puede verse que la pugna n o se presenta entre las identida- Con ello no incurre ni en la demasiada confianza en la libertad del
des colectivas y las identidades individuales (las individuales siem- hombre, como se veía en el existencialismo, ni en la excesiva funcio-
pre se dan en las colectivas); pero sí hay tensión entre los derechos nalización del hombre, como se veía en el estructuralismo.
individuales (que tienden a la universalidad) y los derechos colec- Además, Bolívar Echeverría analiza la producción como realiza-
tivos (que tienden a la particularidad), como se ve en los derechos ción; es decir, desde la filosofía de la praxis -que se plasma en forma
humanos. Las identidades individuales se dan en las comunitarias de producción histórico-social-, en la que no sólo se producen los ob-
y, según el tipo de comunidad desde la que se l a m i r e , pueden ser jetos, sino tambien los sujetos; dialécticamente, el objeto surge por
más comunales (culturales) o más globales (estatales). oposición al sujeto y a la inversa. Se habla aquí del ciclo de produc-
Comencemos, pues, abo~ddandoel tema de la cultura en sí misma. ción, consumo y reproducción, aquel en el que se da la praxis cultu-
Hay una innegable dimensión cultural en la vida social. Aquí segui- ral: humanizar la naturaleza y naturalizar al hombre. Así surge la li-
mos a Bolívar Echeverría' quien, muy atento a lo concreto, ve a la cul- bertad, que da fundamento a la necesidad del mundo. Es decir, el
tura como un fenómeno éncarnado en una sociedad a la que sirve pa- hombre en la naturaleza está atado a la necesidad; pero trasciende
ra ubicarse frente a la naturaleza. Para él, la dimensión cultiiral es ese estado de mera dependencia, y se relaciona con la materia a base
esencial en la sociedad, pero no se da descarnada, sino materializada de un metatrabajo y u n metadisfrute. Y ahí están, el sujeto y el obje-
en la historia, y acompañando a la sociedad que la produce por todos to, infiriéndose afectaciones mutuas, y mediados por el instrumento,
los avataies de su proceso. Tener cultura es ir más allá de la animali- que es lo que en definitiva realiza la hominización, esto es, ayuda a la
dad, para acceder a la humanidad, propiamente dicha. Echeverría realización del trabajo, que es la praxis propia del hombre.
analiza el concepto de cultura en el discurso moderno, e n el que Pero no podemos quedarnos en la sola producción de objetos. Hay
de la idea de cultivo, alcanza a las de civilización y de cultura, a ve- que avanzar, dentro de la idea de cultura, hacia la inclusión del aspec-
ces contrapuestas. Efectivamente, en la Alemania decimonónica la to semiótico o semiológico, que junta el producir y el significar. Co-
cultura abarcaba lo creativo, mientras que la civilización abarcaba mo sabemos, la producción significativa es tan importante como la
lo subordinado al pragmatismo económico; en cambio, en Francia material; incluso, es más propia de la cultura que la otra, pues es lo
la civilización abarcaba la cultura, eran coextensivas. El problema que sobrepasa las necesidades primarias y lleva al hombre a lo que en
actual en la definición de la cultura es el de la oposición entre li- verdad es lo cultural.Jakobson fue muy atento a este fenómeno. Tam-
bertad y estructura, entre la perspectiva existencialista y la estruc- bién Hjelmslev trabajó mucho en la explicación d e la relación d e la
turalista, como se vio en la célebre polémica entre Sartre y Lévi- semiosis con la cultura. La producción y el consumo del producto lin-
Strauss. Para deslindarse de ambos extremos, Echeverría declara: guistico son lo más cultural; la palabra es por esencia comunicación,
y a través de ella se realiza de manera más propia la vida cultural. Y
Cabe insistir en que al hablar de cultura pretendemos tener en cuenta una más aún, es constitutiva de la cultura la simbolicidad: el cúmulo de
realidad que rebasa la consideración de lavida social como un conjunto de símbolos que se producen en ella.
funciones entre las que estaría la función específicamente cultural. Nos re- Pero a todo esto hay que darle la concreción de lo humano. Es al-
ferimos a una dimensión del conjunto de todas ellas, a una dimensión de go en lo que insistieron ya Benjamin y Braudel. El ser humano en ge-
la existencia social, con todos sus aspectos y funciones, que aparece cuan- neral n o existe, sólo se da como tal el hombre inmerso en las relacio-
do se observa a la sociedad tal como es cuando se empeña en llevar a cabo nes sociales concretas. La esencia humana aparece siempre como
su vida persiguiendo un conjunto de metas colectivas que la identifican o encarnada en los individuos humanos, no existe de suyo. Un gran pe-
individualizan? ligro d e establecer alguna esencia hu~nanaen cuanto tal es que se
tiende a imponerla a todos los demás.
Bolívar Echeveriía define la cultura como "transnaturalización"?
h d , p. 145.
12 CULTURA, MULTICULTURALISMO Y DERECHOS HUMANOS CULTURA, MULTlCULTURALlSMO Y DERECHOS H U M O S 13
y con ello sugiere que el hombre supera la mera naturaleza, que hay cuidad de lo que produce, el desarraigo y la falta de setitido. Por eso
numerosas versiones del ser humano. Esta atomicidad marca la dife- sólo queda como salida el vivir dialécticamente esa definición dada
rencia ontológica entre el hombre y el animal. Se suprinien o se sus- de la cultura, y una definición posible por alcanzar. Pero ello nos in-
tituyen muchas de las formas de cotnunicación animal. La vida en el troduce ya en el ámbito de lo utópico, de la esperanza a futuro. Y es
grupo, la alimentación, lavida sexual, son muy diferentes en el hom- que, después de Marx, Nietzsche y F r e ~ destamos
,~ en la era de la crí-
bre: adquieren una relación dialógica, de comunicación. tica de la cultura y, por ello, no podemos sino cerrar su definición de
Se relacionan entre sí la identidad, lo político y la cultura. La iden- esta manera crítica y con un sabor a utopía.?
tidad se señalaba en un piincipio vinculada con lo religioso y lo pro-
fano. Lo religioso marca el límite entre el cosmos y el caos, entre lo
bien formado y lo amorfo. Lo profano es lo meramente productivis- MULTICULTURALISMO
ta, no toma en cuenta la contemplación del misterio que nos rodea.
Es el lado de la rutina, y así [lega la cotidianidad de la política. Aquí Se llama multiculturalismo al fenómeno de la multiplicidad de cultu-
es donde Echeverría puede ya establecer la definición de la cultura: ras que se da en el mundo, y en la niayoría de los países. Yse suele lla-
mar pluralismo cultural al modelo con el que se trata de explicar o
La curtira es el momento autocrítico de la reproducción que un grupo hu- manejar ese multiculturalismo? Aveces también se le llama (esto, más
mano determinado, en una circunstancia histórica determinada, hace de su recientemente, y tal vez con una connotación más determinada y es-
singularidad concreta; es el momento dialéctico del cultivo de su identidad.< tudiada) interculturalidad, que es lo que, según mi opinión, se plan-
tea como desideraturna alcanzar?
Puede hablarse de baja cultura y alta cultura, pero la cultura siem- En efecto, el multiculturalismo es un hecho o situación: la existen-
pre irá atada a la condición humana. Con ella se conectan el juego, cia de varias culturas en un mismo estado. Puede ser abordado desde
la fiesta y el arte. Son lo más propio de la cultura, más allá de lo ape- varias perspectivas. Puede considerarse desde la política, el derecho,
gado a la tierra, a las necesidades básicas. El juego está vinculado con la antropología, la sociología, la filosofia, etcétera. Personalmente me
la poesía, la fiesta con el rito, el arte con el mito, que es superado por interesa aquí su enfoque filosófico. Y en el caso de la filosofia, su estu-
la ciencia, aunque sólo en la dimensión empírica y técnica. dio se ubica en una intersección de la filosofia de la cultura, la antropc-
También hay que relacionar la modernidad y la cultura, pues la mo- logía filosófica, la ética, la filosofía política y la filosofia del derecho. Tra-
dernidad es la que se ha autoconsiderado como la más culta, como la taremos de satisfacer todas estas perspectivas, para luego desembocar en
detentadora de la cultura, como la cultural por antonoinasia. Yel oc- la consideración ética yjurídico-filosófica,pues es necesario reflexionar
cidente es lo europeo, singularmente lo griego, y desemboca en la sobre las culturas para ponderar las relaciones de los derechos particu-
modernidad. Es la eclosión de la razón. En el siglo m,Europa y Amé- lares o grupales con los derechos humanos o universales.
rica ven un fenómeno singular. Es el antropocentrismo, en el que el
Cf M. de Certeau, Lo mlftinau~luriel,París, Christiaii Bourgois Éditeur - Éds. du
hombre es el centro del cosmos. Echeverría lo llama el "antropomor- Seuil, 1993, pp. 125 SS.
fismo m ~ d e r n o "ya
, ~que en la modernidad el humanismo lleva a una 'Para una crítica de la misma ideade ci;lnira en cuanto utilizada ideológicainerite
aiitropolatría que desemboca en el capitalismo. Es la idea progresis- y paralucrar,cf. G. Bueno,El +nilodelamlfum,Barcelona, Prensa Ibérica, 1996,pp. 215
ta de la historia y, sobre todo, es la acumulación mercantilista. De es- ss. Cf.tambi6nJ.Choca, "La ciilnira es más radical que la razón", J. B. Llinares-N.Sán-
chez Durá (eds.),Ensayos dejilosofia de la nrllitra, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp.
to se concluye que la modernidad capitalista vive una contradicción: 41-57.
por una parte, esa obsesión de progreso y, por otra, la náusea de lava- Cf J. A. SalcedoAquiiio, Multinrllura(inno:mienlaciaesJilasófiuü para una nrgz~n¿m~-
ladÓnplural¡slo, México, UNAM, €NE~-Acalián,Pla2Z.y Valdes, 2001, pp. 49 SS.
Cf, D. de Vallescar Palanca, "La cultura: consideraciones para el encuentro inter-
cultural",G.González R. Arnaiz (coord.),El dkcuno inlerculliiral.Prolegómmos a una/i-
hsofla inte>.mltural,Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp. 141-162.
14 CULTURA,
MULTICULTURALISMO Y DERECI~OSHUMANOS CULl'UII.4,MULTICULTUWISMO Y DERECHOS HUMANOS 15
El multiculturalismo, pues, significa la existeiicia de muchas comu- siado reivindicadores de los grupos, que dan origen a pluralismos casi
nidades culturales en una comunidad mayor. También se les llama na- relativistas y posmoderiios; pero, como dice Roberto Rodríguez Gue-
ciones, pueblos o etnias. Por supuesto que algunas de ellas son mino- rra, se dan encuentros entre ellos, combinaciones y mezclas, por ejem-
rías, grupos no dominantes. La comunidad mayor es una comunidad plo, entre el liberalismo y el republicanismo:
política, donde están estas comunidades culturales; es un estado mul-
ticultural. Pero es preciso tener cuidado. Hay que distinguir entre mul- La "política del pluralismo" que aquí se esboza, al tiempo que acepta esas re-
ticulturalismo y pluralismo cultural. De hecho "multiculturalismo" es laciones de tensión entre la ética y la política, también propone ... que los di-
una denominación de origen liberal, e implica y propicia la domina- lemas políticos a que den lugar los desacuerdos profundos se resuelvan en se-
ción. De ahí que se prefiera la denominación de "pluralismo cultu- de democrática y deliberativa. Desde esta perspectiva presupone un cierto
ral" o "intercultural" para el modelo que aquí se propone. amparo y aliento tanto para una defensa de la autonomía individual de rai-
No se trata de enceirar culturas en una reservación con el preten- gambre liberal y libertatia como para la apuesta republicana por la participa-
dido fin de que n o se contaminen ni desaparezcan, sino que deben ción políticay la democracia deliberativa.Así, mientras exige que los dilemas
interactuar con otras, manteniendo lo más que se pueda su identidad políticos se resuelvan tras el debido proceso participativo y deliberativa de de-
cultural. Se trata d e mantener la identidad cultural sin aislar, sin cisión colectiva, afirmaigualmente la plena libertad e igualdad de los indivi-
romper la cohesión social. Se quiere evitar tanto el asimilacionis- duos para expresar sus puntos de vista y para decidir exclusivamente por sí
mo como el segregacionismo. Por eso una postura intermedia se ha mismos, según los dictados de su propia e irreductible conciencia moral. Po-
llamado pluralismo cultural. Y nuestro interés es proponer un plu- dría decirse así que a la política del pluralismo le subyace un cierto republi-
ralismo cultural analógico. Lo será si es un pluralismo cultural que canismo y un cierto individualismo."
logre esclarecer la pro-porción (ana-lagos) en la que a una cultura
deben aceptársele sus valores y en la que deben criticársele. Esto Este mismo autor dice que los conflictos culturales (sobre ideas y
es, la proporción en la que debe respetarse la diferencia y procu- valores).siempre existirán, pero se puede llegar a acuerdos y compro-
rarse la semejanza entre las culturas. En nuestro caso, se tratará de misos racionales o razonables para solucionarlos de momento y cir-
ver cómo y en qué medida se pueden compaginar y equilibrar tos de- cunstancialmente. Pero una cosa muy importaiite es que no niega que
rechos grupales (de las etnias) y los derechos humanos. En la analo- haya detrás de esos arreglos y negociaciones, necesarias para la polí-
gía predomina la diferencia, pero dentro de ciertos límites; no pue- tica y el derecho, ciertas bases éticas, más filosóficas y universales, en
de ser hasta el punto de lesionar la semejanza o igualdad y caer en la las que se fundan:
de~proporción.~~
Como ya lo hemos dicho, suele usarse la palabra "multiculturalis- Es más, los procesos deliberativos, a diferencia de los agiegativos, se caracte-
mo" para el hecho o fenómeno de muchas culturas en un estado, y rizan no sólo por facilitar el razonamiento libre de y entre los ciudadanos.Se
"pluralismo cultnral" o "intercultural" para el modelo que trata de ex- caracterizan tambien porque en ellos lo que se pone en juego son razones y
plicarlo o de orientarlo. Pero también se dijo que hay diversos tipos de no intereses.12
pluralismo, sobre todo atendiendo a las principales corrientes de file
sofia política hoy en día: el liberalismo y el comunitarismo. Ha habido Con esto nos basta para sugerir que en la práctica se mezclan dife-
tantas mezclas, que de cada una de estas corrientes se encuentran diie- rentes corrientes, como en el paralelogramo de las fuerzas, que pre-
rentes versiones. Hay liberalismos muy individualistas y posesivos, que sentan posturas mezcladas, mestizas, y pueden constituir nuevas
dan origen a pluralismos convencionales; hay comunitarismos dema- opciones. Y en ello tiene mucha parte la analogía, pues ella es la que

" R. Rodríguez Guen-a, '"Liberalismo,pluralismo y política. N o t a para una políti-


ca del pluralismo",Laguno, 10 (2002j, p. 184.
'* IM., p. 185.
16 CULTURA,
MULTICULTURALISMO Y DERECHOS H U ~ O S 17
CULTURA, MULTICULTUWISMO Y DERECHOS HUMANOS
hace que los procesos se encuentren de manera dinámica, sobre to-
do desde sus oposiciones y conflictos, para producir o crear nuevas su dignidad. Como dice Taylor, piden reconocimiento igualitario y di-
opciones. ferencial. El nacionalismo conservador quiere que la nació11 sea igual
al estado. El multiculturalismo radical, que el estado sea sólo el es-
pacio de convivencia de las naciones. Pero hay que lograr e equi
librio de ambas fuerzas en tensión (equilibrio n o estático, si ,o di-
\ :-
ENFOQUES
námico; en ciertos aspectos predominará una, en otros la otra). Por
El fenómeno del multiculturalismo se puede estudiar de manera an- eso se tiene que buscar un pluralismo equilibrado o proporcional,
tropológica o puramente cultural, de manera social, política o jurídi- esto es, analógico, con capacidad de discernir e integrar, de respe-
ca. Por ello comprende aspectos antropológicos (culturales), socia- tar lo más posible la diferencia (en cuanto a la cultura) y de preser-
les, políticos y jurídicos. Tal vez los más urgentes son los jurídicos, var la semejanza o igualdad (en cuanto a la justicia).
porque suele haber discrepancia y oposicióil entre legislaciones étni- Varias perspectivas filosóficas,entonces, pueden encarar el proble-
cas y estatales. Hay que normar, dentro de un país o estado, para to- ma del multiculturalismo o pluralistno cultural; pero en ello hay con-
dos; esto es, tratar de salvaguardar los derechos humanos y las costum- tradicción y conflicto. Aquí se reúnen la filosofía de la cultura, la an-
bres particulares. Pero sólo en la medida en que las segundas n o tropología filosófica o filosofía del hombre, la ética, la filosofía
lesionen a los primeros. Por eso el pluralismo jurídico tiene que ser política, la filosofía del derecho, y tal vez otras más. En efecto, esa dis-
mitigado. También se puede hablar de un pluralistno político, por- ciplina tan iinportante que es la filosofía de la cultura ha tenido po-
que lo jurídico hunde sus raíces en las relaciones que se dan dentro ca aplicación; se le ve casi como una ciencia auxiliar, porque se le tie-
de la polis o estado. ne sólo por descriptiva, soslayando su aspecto crítico esencialísimo,
De acuerdo con ello, el multiculturalismo puede encontrar otros sobre todo después de los trabajos de Freud, cuya actitud de crítico
modelos en tanto se apegue a una de las dos líneas políticas más im- de la cultura han recuperado muchos, entre ellos Foucault; esto es
portantes en la actualidad; incluso tomar elementos de una y otra para algo que se ha venido desarrollando recientemente.14
un resultado diferente. Es decir, puede tratarse de un multiculturalis- La perspectiva moral choca con la política y lajurídica; la antro-
mo liberal -si privilegia los derechos individuales-, o comunitaris- pológico-filosófica parece chocar con todas. En efecto, muchos
ta -si privilegia los comunitarios-, o pluralista -si hace justicia a consideran que estudiar los problemas culturales desde la antropolo-
ambos derechos-. Todos ellos son modelos que se han teorizado pa- gía filosófica,para después aprovechar sus enseñanzas en la ética, la fi-
ra el multiculturalismo. losofia política y la filosofía del derecho, esconde una falacia natu-
El estado es político, la nación es étnico-cultural, Por ello el esta- ralista. Asimismo, otros suponen que las consideraciones de la ética
do es multicultural, esto es, envuelve a vanas naciones. Varios grupos no tienen nada que ver, antes entorpecen, las de la filosofía política y
étnicos (totales o parciales) conviven en un estado. Por eso puede ha- las de la filosofía del derecho. Me parece que esto es exagerado. Esa
ber naciones multiestatales, como hay dos Chinas, dos Coreas, o
separación de perspectivas fue realizada en la modernidad, sobre to-
bien, la cultura mexicana, que abarca el territorio nacional, parte
do por obra de los racionalismos y los positivismos. En la actualidad,
de Estados Unidos y parte de Centroamérica. La idea de nación es
de una manera más pragmática, la "falacia naturalista" ha caído en
compleja. Luis Villoro la define así: es una comunidad de cultura,
gran descrédito (pues es un paso, el del ser al deber ser, o de la des-
con conciencia de pertenencia, con un proyecto común, y con una
cripción a lavaloración, que damos continuamente en la vida diaria)
relación con un territorio.13
y, con ello, pocos se cuidan ya de la acusación de cometer esa falacia,
Los nacionalismos suelen pedir reconocimiento de su identidad y
y recusan el que incluso sea falacia ese paso mismo. También la mo-
'' Cf. L. Villoro, Estado plural. Pluralidad de cultu7as, México, uNAM, Paidós, 1998,
l4 Sobre esto, cf.el interesante libro de J. A. Pérez Tapias, Filarafiay d i c a de la a l -
p. 13.
tum, Madrid, Trota, 1995.
18 CULTURA, MULTICULTURAL~SMOY DERECHOS HUMANOS 19
CULTURA, MULTICULTUWISMO Y DERECHOS HUMANOS
dernidad se esforzó mucho por separar la ética de las demás discipli-
pales, relativos a las culturas, de manera semejante a como se han
nas sociales: de la política, del derecho, de la economía, etcétera, y
dado derechos humanos individuales. De alguna manera, así como
precisamente ahora se ven esfuetzos por todas partes paravolver a in-
los individuos tienen derecho a su supervivencia, a su integridad y
troducir las consideraciones éticas en todos esos campos, diciendo
a sus ideas, así también se presenta el problema del derecha que
que la economía funciona mejor si es justa, la política si es democrá-
tienen las culturas a su preservación, a su idioma, a sus creencias y
tica, el derecho si atiende a las ideas morales de quienes han de cum-
costumbres (y en qué medida, ya que se da como límite el bien co-
plirlo, etcétera. En este ámbito multidisciplinar se colocan los dere-
mún, o los derechos h,umanos individuales mismos).16 Como se ve,
chos humanos frente al problema multicultural.
esto puede ser abordado fructíferamente usando la analogía con
los derechos de los individuos, pero también salvando las diferen-
cias del caso. Es algo, entonces, complejo, en lo que la analogía
DERECHOS HUMANOS
puede ayudarnos.
Así, pues, creo que lo que posibilita ese estudio y esa clarificación
Un instrumento para alcanzar el equilibrio entre la diferencia y la
es un instrumento de interpretación, pues la interpretación (traduc-
igualdad son los derechos humanos. En efecto, al ser individuales, son
ción, comprensión, etcétera) es la que ayuda a acercar y a comunicar
una limitación para los derechos colectivos; pero también debe pen-
las distintas culturas; por eso, será una hermenéutica. Pero, además,
sarse en derechos humanos más comunitarios, más interielacionados
tendrá que ser una hermenéutica que destaque las diferencias sin aca-
con la comunidad, con las comunidades. Aquí, los derechos huma-
bar con la identidad. I: como esto puede hacerlo la aiialogía, estare-
nos serán entendidos en el sentido usual que se les da desde su decla-
mos hablando de una hermenéutica analógica. Trataré, por eso, de
ración en la ONU en el año 1948; y como aquellos que estan por enci-
mostrar cómo se aplica a los derechos humanos y al multiculturalis-
ma de toda positivación, aunque no entraremos en ese tema tan
mo esa hermenéutica analógica que he desarrollado en otsos traba-
arduo y discutido. Y es que tales derechos se caracterizan por su voca-
j o ~ , ' y~ que incluso he tratado de aplicar al problema de la cultura y
ción de universalidad irrenunciable, que es la que les han dado como
de la multic~ltura.'~
intencionalidad sus legisladores.15
II1 problema que se presenta es que los derechos humanos -con
esa intención de universalidad-, pueden ser diierenteinente entendido3
por distintas culturas, o incluso negados y no solamente violados. Por
eso es necesario tratar de ver cómo se pueden sustentar de manera
Como se havisto, el ser humano vive inserto en una cultura. De he-
pluricultural, tratando de salvaguardar lo más posible las diferencias
cho, esa cultura a la que pertenece se da en el seno de un vasto gru-
que se dan enlas culturas, pero sin sacrificar esa intención de uni-
po de culturas. A veces se trata de la "cultura universal"; otras, de
versalidad o identidad que se quiere para tales derechos y que es
inherente a su propia condición de derechos humanos. Ricoeur
l6 Ponelos derechos humanos como límite R. Rodriguez Guerra, pues en su
nos dice que la diferencia y la identidad se reúnen en la analogía, articulo citado dice que los compr~misas~ocio~oliticos obtenidos par el diálogo
la cual ya no es ninguna de ellas, sino que las trasciende; por ello intercultural, a pesar de que sean rraiisitorios y no-universales, "deben incorpo-
parece que una postura ailalogista, como la d e la hermenéutica rar ciertos mínimos ético-politicos como el reconocimiento explícito de la digiii-
analógica, será de mucha ayuda a la hora de lograr su cometido. dad y autonomía de las personas, grupos e identidades en conflicto o la iiiclusión
de todas los afectados eii el proceso deliberativo y e n la toma de decisiones" (p.
Como producto de ello se presenta también el problema de los 187).
derechos humanos de las culturas, esto es, derechos humanos gru- l7 Cf. M . Beuchot, Tialado <le Iieinrenéalica analógica, 2a. ed., México, UNAM-ítaca,
2000: Perjiler esmiales de la heimenéi~tiea,3a. ed., México, UNAM, 2002. Para una ex-
posición sucinta de esa propuesta, véase el capitulo 4 de este mismo volumen.
'"Sobre esto, cf. M. Beuchot, Doechos hunmos. ~ h t myji~asflu,
i ~ p d., ~ é ~ i ~ ~ , Cf. el mismo, Univmsalidad e individuo. La hmmtéiitia2 anaGgigimen lafibsojia la
Fontamara, 2001.
cullztrny en IBs c i a i a s Iiz~menas,Morelia, Jimnjáfora, 2002, pp. 79 ss.
20 CULTURA, MULTICULTURALISMO Y DERECHOS H U M O S
un país multicultural dentro del cual su cultura es una entre inu- 3. CONlCLICTO CU1,TURAL Y DERECHOS HUMANOS
chas. Y esas culturas interactúan, se afectan entre sí. Eso da rique-
za, pero también provoca conflictos, porque se pueden recibir mu-
chas ensefianzas de otra cultura, pero también se encontrarán en
ella elementos que discutir o rechazar.
No hay por qué negar esa situación dual, de aprendizaje y de críti-
ca, que se da en la relación intercultural (y aveces en distintas etapas PIANTEAMlENTO
de una misma cultura). Hay que buscar más bien la manera de redu-
cir la crisis, de miiiimizar el conflicto, de modo que se pueda lograr Antes de aplicar la mencionada hermenéutica analógica al fenóme-
una convivencia lo más adecuada posible. No hay cultura ideal, hay no de la multicultura y a la realización, en ella, de los derechos huma-
culturas concretas, con aciertos y.60n errores, con valores y antivalo- nos, hemos de ver los conflictos culturales que surgen de dicho fenó-
res, y hay que aprender avivir utilizando el diálogo y tratando en con- meno. Por eso, en este capítulo abordaremos cómo se plantean los
junto de marchar hacia adelante. derechos humanos en el ámbito multicultural o intercultural. En efec-
Aquí el filósofo tiene un papel importante, de educador cultural. to, las culturas tienen una identidad y una vida propias, que van de-
Desde la antropología filosófica y la ética, tiene que saber enseñar a sarrollando continuameiite. Pero, en sil seno mismo, con el paso del
las culturas a tratar de comprenderse y de valorarse. Y; en relación con tiempo, o en su interactuar con otras, surgen conflictos. Conflictos re-
los derechos humaiios, tiene que ayudar a ciertas culturas a compren- feridos a la comprensión y a la valoración de ciertas cosas. En nuestro
derlos, y a otras a valorarlos. No todas las culturas los ven igual, y eso caso, dentro de las culturas y entre las culturas, aparecen conflictos
causa conflictos. El filósofo, desde su reflexión sobre los derechos hu- acerca de la comprensión o la valoración de los derechos humanos.
manos, se da a la tarea de reconocerlos y apreciarlos. Lo :ii-it situa- Surge la crisis cuando son diferentemente entendidos o diferente-
do en su contexto cultural, pero también en un diálogo más amplio mente valorados.
(y hasta universal), que trate de oír las razones de unas culturas y de Es entonces cuando necesitamos tener una hermenéutica de las
otras, y llevar hasta la generalización que le compete: apoyada en la culturas que nos permita tanto aprender de ellas como criticai'las, es-
reflexión y en el diálogo (pero que no depende únicamente de la con- to es, tanto juzgar favorablemente ciertos aspectos suyos como juzgar
vención). Existe la posibilidad de hacerlo desde la hermenéutica, pe- desfavorablemente otros. Si 110 podemos aprender nada, hay cerra-
ro con una hermenéutica que no promueva el relativismo fácil e irres- zón; pero si tampoco podeinos criticar nada, hay una apertura desme-
ponsable ni el absolutisino romo e impositivo. Parodiando a Kant, dida, un relativismo exagerado. Es preciso mediar entre los dos extre-
puede decirse que una hermenéutica sin cierta universalidad ética, mos, de modo que no se tenga que aceptar ni rechazar en bloque una
es ciega; pero, sin cierta diversidad cultural, está vacía. Este difícil cultura, sino de manera diferenciada aceptar o rechazar ciertas cosas.
equilibrio quiere lograrlo una hermenéutica analógica, que trata-
remos de ver a coiitiuuación.
LA VLDA DE LAS CULTURAS

Las culturas tiene11 su identidad, es decir, cierta permanencia y con-


tinuidad; pero también tienen su proceso, su dinámica, y en ella es
donde se dan ciertos conflictos, sobre todo ante otras culturas, y tani-
bién dentro de una misma cultura. Se trata de crisis de identidad, cri-
sis de de manera semejante a como se dan en los indivi-
duos. En ese sentido, pueden ser aprovechadas y hasta resultar
[211
I 22 CONFLICTO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS CONELICiO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS 23
benéficas, o poner en grave peligro a la cultura, hasta hacerla desapa- el que normalmente llamamos crisis cultural, es en él donde nos cen-
recer. Y esto se nota sobre todo en países multicult~rales.~ donde el traremos.
factor político aveces no alcanza a manejar convenientemente el fac-
tor cultural.
Las crisis de las culttiras nacen del propio proceso o desarrollo in- LA EXPERIENCIA DE LOS PUEBLOS INDIOS
terno, cuando se generan en su interior elementos que producen con-
flictos con los otros eleinentos; por ejemplo, la crisis que provocó la .En esta época de tan marcado multiculturalismo es cuando más en-
"subcultura" llamada hzppie en la cultura neoliberal norteamericana. tran en crisis las culturas. El multiculturalismo se da incluso dentro
Pero éstas surgen sobre todo por el contacto con otras culturas, pues
de los estados, que suelen abarcar muchas culturas, unas más fuertes
no es extrañó que elementos de la propia cultura sean puestos en te-
la de juicio por el coiiocimiento de elementos de otras culturas que
y dominantes que otras (que serían las minoritarias) Esas culturas .'
débiles o minoritarias son las que más sufren las crisis, pues, dada la
perturban la propia, 0 por elementos de otra cultura que son incor-
fuerza de las otras, son másvulnerables al confl'icto de sus propios va-
porados a la propia y causan problemas a otros, o incluso su desapa-
lores. Tal es el caso, en México, de las culturas indígenas frente a la
rición.
~ccidental.~ Aunque también, en defensa propia, esas culturas miiio-
De hecho, los elementos culturales están siempre revestidos de va-
ritarias y débiles se cierran a las otras, buscando aislarse de las demás,
lor, de valoración o axiología. Han sido integrados a la cultura por-
en un punto en que es ya imposible evitar la interacción.
que se consideran valiosos: o han funcionado para la supervivencia,
Hay en esto un aspecto moral o ético, ya que muchas veces las cul-
o tienen un papel vinculador entre los individuos. Si un valor viene
turas dominantes (o la cultura dominante, como la que impone la
de otra cultura y los cuestiona, hay un sentimiento de ansiedad, por
actual globalización neoliberal) ponen en peligro, incluso de desapa-
tener que examinar si el valor se pierde o es rescatable. Y también hay
recer, a las culturas minoritarias (o dominada^);^ por ejemplo, la mis-
crisis cuando elementos de otra cultura se consideran valiosos (a ve-
ma dinámica de la globalizacióil va haciendo que los valores de una
ces muy diferentes o hasta contrarios a la propia); entonces se da una
cultura minoritaria, como la indígena, desaparezcan y sean suplidos
conmoción en la cultura misma y es cuando hablamos, sobre todo, de
por los valores de consumismo y de homogeneidad que trae esa ola.
crisis cultural.
En efecto, ahora que hay tanta comunicación intercultural, y que las
En efecto, hay ocasiones en que la crisis axiológica surge dentro de
culturas interactúan ya casi de manera inevitable, se da más frecuen-
la propia cultura, porque en su mismo proceso cultural desaparecen
temente este fenómeno de crisis. Pero esa comunicación no siempre
o cambian ciertos valores y aparecen otros, que son muy diferentes o
es simétrica ni equitativa. La cultura dominante es la que rige la co-
hasta contrarios a los anteriores. Tal situación se ve en la cultura oc-
cidental, por ejemplo la europea, con las críticas que han provenido municación imponiendo sus mensajes, con los cuales manifiesta y pro-
de Nietzsche y de varios pensadores posmodernos antimodernos; o mueve sus propios valores (la cultura occidental inculca a las indíge-
bien, como ha sucedido en la cultura estadunidense, cuyos valores tra- nas valores de consumismo, productos, modas, maneras de vivir,
dicionales han sido cuestionados por pensadores propios o por un etcétera, que lesionan gravemente sus formas de vida). Y así vemos có-
buen sector de los mismos individuos que los practicaban. De esta ma- mo culturas minoritarias, por ejemplo etnias indígenas mexicanas, tie-
nera toda crisis cultural es la puesta en tela de juicio de los valores tra- nen radio y hasta televisor, por medio de los cuales son bombardea-
dicionales frente a nuevos valores que surgen en la misma cultura, o das con mensajes cuyos contenidos externos y extraños son
frente a valores distintos que provienen de otras culturas con las que Cf. S . Varese, Proyyeclos Dnicos y proyectas nacionales, Mexico, FCE, 1983; M. V.
interactua. Y; dado que este último es el fenómeno más frecuente, y Adams, Tlie Mullinillural Imagination. Race, Colar and tke Ui~conscious,Londres, Rou-
tledge, 1996.
S Cf. G. Bonfil Batalla (coord.), Si7nbiosis de culturas, México, F a , 1993, p. 542.
' Cf. L. Villoro, E.rtndoplurn1. Pluvulidud de nilturas, México, U N A M , Paidós, 1998, ' Cf, E.Dussel, hica da la liberadón m lo edad de la glaboliurción y de la exclun'ón, 2a.
p. 109. ed., Madrid, Troria, 1998, pp. 412 SS.
-
7

24 CONFLICTO CULTURAL v U E ~ C H O S
HUNANOS CONFLICTO CUITURAI. Y DERECHOS HUMANOS 25
aprendidos por ellas, y así introduceii e incorporan costumbres que que tengan acceso a la ciencia y a la técnica en cuanto a los aspectos
ponen en tela de juicio las suyas, y hasta en peligro de desaparición. buenos y aprovechables. Pero hay que tratar de salvaguardar lo más
En este maremágnum d e intercambios, no se pueden negar las posible las diferenciasculturales, con un sano relativismo cultural m e
relaciones económicas a la hora de explicar las crisis culturales. Al- derado. Están en juego el derecho a la igualdad y el derecho a la di-
gunos les han dado la mayor importancia, como Néstor García Can- versidad, y tenemos qiie eqiiilibrarlos proporcionalmente. Ese relati-
clinL5 Las necesidades de producción cambian en la historia de una vismo moderado no dejará que a las culturas se les permitan prácticas
cultura, o bien por el contacto con otras culturas; pero muchas ve-
contrarias a los derechos humanos, ni tampoco se les impondrán cos-
ces este contacto no es favorable sino destructivo para la cultura en
tumbres que no vayan de acuerdo con sus idiosincrasias, dentro de
cuestión, y esto obedece sobte todo a su interacción económica con
los límites en que sus tradiciones no lesionen a las demás culturas, ni
otras culturas. Es algo que se observa muy claramente en el fenóme-
vayan contra prácticas que se han visto como objetivamente adecua-
no de la globalización. Por ser un fenómeno mundial, el neocapi-
das (por ejemplo, esos mismos derechos humanos, ya aludidos).
talisrno o neoliberalisino actual está afectando a muchas culturas:
las poiie en crisis de manera provocada, innecesaria e indebidamen-

.y
te, pues a muchas las amepaza con hacerlas desaparecer.
ALGUNAS PERSPECTIVAS .
En el plano ético-social, o de filosofia política, hay dos teorías extre-
INTENTOS DE SOLUCIÓN
mas que ven de manera distinta las crisis culturales. Éstas son el libe-
Algunos creen que el relativismo cultural es el que puede salvar a es- ralismo (o individualismo)y el comunitarismo (o igualitarismo) .? Pa-
te tipo de culturas, preservarlas de contaminación, como si fueran re- ra el liberalismo, las crisis culturales son necesarias dentro del proceso
servas de indígenas; pero esto no ha resultado lo más apropiad^.^ El de asimilación de las culturas al sistema neoliberal. Todas las culturas
propio relativismo cultural presenta graves problemas teóricos como tenderán a unificarse,a uniformarse, y poco a poco las diferencias cul-
modelo científico; lleva a consecuenciasindeseables cuando es muy ex- turales desaparecerán. Sólo es cuestión de integración y de acomodo.
tremo, como afirmar que a cada cultura se le tiene que dejar hacer lo Pero eso muestra una desmedida falta de atención a las diferencias
que ha acostumbrado, aunque sean costumbres reprobables, asesinas culturales, cuya pérdida es precisamente la que está ocasionando (si
o incluso suicidas (L.,prácticas que vayan contra los dereclios huma- no es que en ella consiste) la crisis cultural.
nos). En cambio, el comunitarismo lucha por preservar a toda costa las
Los extremos de la globalización impositiva y del relativismo per- diferencias culturales, por lo que ha sido tachado a veces de relativis-
misivo llevan a callejones sin salida. Habría que buscar salidas iiiter- ta. Es una especie de resistencia contra la homogeneización, un re-
medias. Demos algún ejemplo. Aunque muchas crisis leves de creci- chazo frontal de toda igualación. Pero eso es también nocivo para las
miento pueden hasta ser benéficas -para que las culturas no entren culturas, pues es tanto como querer aislar e impedir que inteiactúen
en graves crisis por conflictos económicos- hay que buscar que alcau- con otras, lo cual ya va resultando iinposible.
cen todas las ventajas materiales que trae consigo la globalización. Al Es mejor buscar una vía media, Que permita que las culturas se be-
menos eso ya es algo, evitar la exclusión: que se beneficien de lo que neficien de las ventajas del liberalismo, ciertamente ventajas materia-
la cultura moderna ha alcaiizado en cuanto a las necesidades básicas, les, pero también de instrumentos como los derechos humanos o la
igualdad ante la ley También es conveniente rescatar de los comuni-
taristas el tratar de preservar lo más posible las diferencias culturales,
Cf. N. García Caiicliiii, Ida nrltiLrosp+lare~ en el capifalkmo, México, Nueva Ima-
gen, 1986, p. 43.
CCG. Sartori, La sociedad rni~lfiét?~ica.Plumlistno, mullin<llurnlir~noy exlrnn~e~os,
Ma- Cf. W. IGrnlika, Ciudada?iúl~~rulficullural.
Una leotia liberal de los deiechos de las millo
drid, Taunis, 2001. ea*, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 57 8s.
I
26 CONFLlClO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS CONFLICTO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS 27
que defienden incluso con movimientos de resistencia frente a la glo- efecto, difícilmente habrá acuerdo en cuanto a los valores de las dife-
balización u homogeneización. rentes culturas; pero, mientras éstos no lleguen a ser contradictorios,
Si consideramos Ms ideales de la Revolución francesa: libertad, bien puede propiciarse un clima de permisividad, de apertura y has-
igualdad y fraternidad, veremos que se haganado bastante en liber- ta de promoción de otros valores, apoyados en la tolerancia y la soli-
tad, pero mucho menos en igualdad y casi nada en fraternidad. Y eso daridad, la? cuales cada vez son más necesarias en nuestros estados
nos debe hacer pensar en nuevas estrategias para afrontar las crisis multiculturales, y que, más que por parte del estado, habrán de dar-
culturales. El liberalismo ha propiciado muchas libertades, pero ha se por parte de la sociedad civil. Ésta es una buena manera de enca-
promovido también un individualismo muy fuerte, que va en contra rar las crisis culturales entre las diferentes culturas que conviven; una
de la igualdad. Con ello se han alentado las diferencias, a veces muy actitud segíin la cual se podrán favorecer las diferencias y apoyar o
marcadas, de estatus económico y, por lo mismo, social o civil. El libe- ayudar a las culturas más débiles cuando entren en conflictos con
ralismo ha permitido que no haya suficiente igualdad o equidad, es otras y surjan las consiguientes crisis culturales que aparecen en estos
decir,justicia, aunque no tanto en el nivel de lajusticia legal o gene- casos.
ral, esto es,como igualdad ante la ley, pues ésa más o menos se ha cui-
dado ep el sistema liberal. Pero sí en el nivel de la justicia distribu-
tiva y, por ende, la conmutativa. La (re)distribución, corno lo han CRISIS DE LOS DERECHOS HUMANOS DEBIDOS A LAS DIF'EP&NCIAS CULTURALES
hecho ver muchos críticos del liberalismo, ha brillado por su ausen-
cia, e incluso se la ha visto como algo inmoral, de acuerdo con Ro- Una fuerte crisis dentro de las culturas es la que se da en lo con-
bert Nozick, o indeseable.' La falta de igualdad de recursos y de cerniente a los derechos fundamentales, como es el caso de los dere-
oportunidades (hay más favorecidos y menos favorecidos) hace que chos humanos. Si entre culturas que tienen que convivir,,ya sea por
lajusticia conmutativa también falle, pues son pocos los que tienen vecindad de países o porque habitan un mismo país, hay diferencias
acceso a una conmutación equitativa, y el consumo lo tienen que ba- marcadas en cuanto a la comprensión y la valoración de los derechos
cer obligados por instancias (empresas) que a veces escapan al con- humanos, habrá conflictos graves.
trol del estado. Por ejemplo, si dentro de un mismo país, como México, en Amé-
Pero, sobre todo, se ha fomentado la falta lafraternidad, amistad rica (o como ocurre en algunos países de África), hay pueblos, etnias
social o solidaridad (que va más allá de la tolerancia), y que ya no de- o culturas que no aceptan los derechos humanos, o no todos (por
penden tanto del estado, como de la sociedad civil; en concreto, de- ejemplo, los de las mujeres n los de los niños), o los entienden de ma-
penden de las culturas que conviven, y que tienen diferentes nocio- nera muy distinta, tiene que buscarse un acuerdo respecto de la co-
nes de calidad de vida, de ideales de realización o de metas de rrecta comprensión y valoración de tales derechos. Y eso puede pare-
felicidad. Como están más allá de lajusticia, y miran hacia el bien, tie- cer a la postre impositivo, pues se asume que hay una interpretación
nen que ser acogidas por la tolerancia y la solidaridad de las culturas (comprensión y valoración) que esos derechos tienen de suyo, inde-
participantes, lo cual exige una gran madurez social y de convivencia pendientemente de que una cultura los entienda de manera distinta.
(y, por lo tanto, requieren de una educación orientada hacia eso). Y así parecería que una de las dos culturas necesariamente está equi-
Muchos apuntan a esta situación como la única salida que nos queda vocada en su comprensión y en su valoración de los derechos huma-
en nuestros ambientes multiculturales (así, por ejemplo, Adela Cor- nos.lo Pero estavisión no debe asumirse acríticamente ni tampoco co-
tina):9 hay mínimos de justicia, sobre los que es fácil lograr el acuer- mo una pretensión ingenua desde una metafilosofía, sino como
do, y máximos de vida aceptable, sobre los que es difícil lograrlo. En resultado de una diafilosofía,esto es, como producto del diálogo que
se establece entre las mismas culturas que, al señalar lo que rechaza y
Cf. R. Nozick, Anavquin. atadoy utopin, México, FCE, 1988, pp. 210 ss.
"f. A. Cortina, Ciudadanos del 711undo.Hacia vina lemia de la cizidadania, Madrid, 'O Cf, M. Beuchot, Deredtos ~ U I > U ~ L O S 23. ed., México, Fonminara,
Htsfmiaj~/iloso/in,
.
Alianza, 1997, pp. 26-33. 2001, pp. 61 SS.
28 CONFLILTO CUIGURAL Y DERECHOS HUMANOS
CONFLICTO CULTURAL Y DEWCHOS HUMANOS 29
lo que desea la inmensa mayoría de los hombres, conocen los conte-
pero sin perder de vista el ideal regulativo universal, el cual evalúa de
nidos de los derechos humanos y de la misma manera aprenden cuál
es su mejor o más exacta interpretación.
manera diferenciada y matizada, rica en significados y por ende más 1

1
compleja." La analogía es el modelo de laphronesis o prudencia aristo-
Poniendo un ejemplo más concreto: si en una etnia indígena se da
télica, recuperado recientemente por Gdamer, y también es el mode-
cierto trato a las mujeres que va en contra d e los derechos humanos,
lo de lajusticia (sobre todo distrihutiva), que tanto ha exaltado re-
todo parece indicar que hay que inducirla a la aceptación d e esos de-
cientemente MacIntyre.
rechos de las mujeres que son negados o conculcados. El relativista Roberto RodríguezGuerra, citando a Isaiah Berlin, dice que mu-
extremo dirá que no, pues ess etnias "así han vivido siempre" (como chas veces los dilemas ético-políticos o casos difíciles y conflictos de
si no hubiera una educación en derechos humanos que las sensibili-
ce para respetar y cumplir esos derechos). En cambio, el absolutista
intereses no tendrán una solución absoluta, universal y única, y que 1
dirá que hay que obligarlas a aceptas y avalorar esos derechos, inclu-
so por la fuerza. Éstos son los casos en los que se necesita que el filó-
incluso la idea de qge la hay es muy peligro~a.Es mejor dejir'que haya
conflictos culturales y tratar de llevarlos a una solución, la cual pue-
d e quedarse no en consensos satisfactorios, sino en compromisos res-
. - 1-
sofo intervengacon su reflexión y su interpretación para tratar de me- ponsables. Y aquí encaja la idea del "hombre inaduro" d e Weber (y
diar y hacer que se. acepten y se comprendan adecuadamente tales hasta una ética de la responsabilidad, en la línea de Jonas), en tanto
derechos de los hombres. que los acuerdos, que no serán para nada unánimes, sino acaso ma-
Esto lleva, e n la práctica, a plantearnos el problema d e los dere- yoritarios, llevarán a ceder o a renunciar a ciertas reivindicaciones de
chos humanos grupales o colectivos (además de los derechos huma- intereses propios (individuales o grupales). Así, Rodríguez Guerra
nos individuales), o sea, los derechos humanos o fundamentales que sostiene que:
competen a las mismas culturas, etnias, etc. Así como todo individuo l
tiene derecho a conservar su vida y su integridad, así se planteará el [...] esa 'boluntad colectiva"ya no sería por tanto la mera 'boluntad de lodos"
derecho a la conservación de una cultura y sus contenidos, como su (simple agregación de voluntades particulares) ni tampoco sería la 'boluntad
lengua, su religión, sus creencias y costumbres. Y es ahí donde surgirá general"roussoniana. Sería, más bien, una suerte de camino intcxmedio entre
el problema d e cuándo considerar que una lengua se debe y se pue- ambas que vendría avalado por razones que ya no serían exclusivamente ins.
de proteger d e la desaparición (con qué número mínimo d e hablan- numental-estratégicas, pero tampoco absolutas y definitivas.Serían, a lo sumo,
tes, de qué manera y con qué medios, etcétera); cuándo una religión razones éticamente relevantes, históricamente situadas, deliberativa, públi-
debe o puede protegerse y n o incluso rechazarse (por ejemplo, en el ca y democráticamente defendidasy, finalmente, individualmente aceptadas
caso de cultos que vayan en contra del bien común o de los derechos y formulada^.'^
humanos: ritos en los que se sacrifican personas, o en los que se prac-
tica el suicidio colectivo, etcétera), y cuándo ciertas creencias o cos- Vemos en ello una postura analogista como la que aquí se intenta,
tumbres (i.e., prácticas) van también en contra de ese bien común y a saber, que supere el mero univocismo de la 'boluntad general" de
de los derechos humanos. Rousseau y el equivocismo del mero agregado que se da en la "vo-
Para resolver estas dudas, se necesitará, entonces, una hermenéu- luntad de todos", para llegar a una postura analógica e n la que, sin
tica que nos permita dialogar con las otras culiuras con una doble ac- pretender universalidad y necesidad, tampoco se quede en lo pu-
titud: la de aprender de ellas y también la de criticar sus elemento^.^ ramente instrumental y estratégico, sino que se base en razones éti-
Una hermenéutica que permita superar la postura univocista en la
que se trata d e imponer a toda costa un modelo universal, pero tam- " D e hecho, lo que yo llarno razón aiialógica perfeciarneiite se puede llamar rmón
bién superar la postura equivocista en la que se permite un relativis- matizada,como lo hace C. Pereda, Vértigos argunialoles. Una ética de la dU#ula, Barcelo.
mo cultural excesivo, que promueve la diferencia a ultranza. Una her- na, Anthropos, 1994, pp. 320 8s.
l2 R. Rodríguez Guerra, "Liberalismo, pluralismo y política. Notas para una politi-
menéutica analógica permitirá considerar las diferencias culturales,
ca del pluralismo", Lngun~,10,2002, p. 186.
CONFLICTO CUI.TURAL Y DERECHOS H U h M O S
32
representada por las distintas culturas en las que tales derechos son
realizados, de maneras ciertamente distintas y plurales, pero no has-
ta el punto en que se rompa esa tensión y se pierdan esos derechos.
Ellos son el límite de tensión y de resistencia de lo plural frente a lo
universal. Ellos son la instancia que da universalidad a lajusticia en la
sociedad, pero viven del contenido y riqueza que les da la pluralidad
cultural. Los derechos humanos sirven de límite al pluralismo cultu-
ral, pero el pluralismo cultural es el ámbito en donde ellos se reali-
Estamos tratando de interpretar las culturas, esto es, de coinprender-
zan. Parafraseando unavez más a Kant, una sociedad sin derechos hu-
. . es vacía. Hay que apostar
manos es ciega; pero sin pluralidad cultural las y valorarlas, para poder hacer que, a su vez, éstas comprendan y
valoren adecuadamente los derechos humanos. En efecto, creo que
por lograr una sociedad que sea al nimismo tiempo clarividente, o lu-
minosa, y plena o rica en contenidos (es decir, ni ciega ni vacía). el filósofo, aun cuando se encuentra situado culturalmente, es decir,
a pesar de que tiene un conocimiento relativo a una cultura, que es
la suya, puede también dialogar con otra cultura e incluso hacerse ha-
bitante o mestizo de muchas de ellas, y, por ese camino diafilosófico,
abducir el significadode los derechos humanos más allá de su propio
Corresponde al filósofo, desde la filosofía de la cultura, la antropolo- contexto, de modo que pueda enseñar a otros esa comprensión y la
gía filosófica,la ética y la filosofia política (e incluso desde la filosofía valoración más adecuada de tales derechos.
del derecho), abordar el problema de los conflictos culturales, sobre Para eso se necesita una hermenéutica que, sin desconocer ni menos-
todo los que son tan ineludibles como los relativos a los derechos hu- preciar las diferencias inherentes a la diversidad de las culturas, pueda
manos. En esto tiene suma importancia esa herramienta filosófica que alcanzar núcleos de identificación,o, por lo menos, de semejanza entre
sirve para comprender y valorar, esto es, para interpretar, que es la ellas. Así podrá universalizar, encontrar universales culturales y ade-
hermenéutica. más pistas para la universalidad de los derechos humanos. De este mo-
Con todo, el filósofo o herineneuta no puede resguardarse en un do, les dará un estatuto universal pem diferenciado, matizado, peculiar,
relativismo simplista y despreocupado: eso sería criminal. Tampoco "mestizo". Esto se encuentra, como veremos, en un pluralismo analógi-
en un absolutismo que imponga recetas o soluciones buenas para to- co de las culturas, o en una hermenéutica analógica aplicada al multi-
dos sin distinción: también sería criminal. Lo primero es equivocis- cuituralismo. Por esta razón, en este capítulo trataremos de conectar la
mo, lo segundo univocismo; por eso se tiene que buscar la salida en hermenéutica analógica con el multiculturalismo.
el analogismo, es decir, en una hermenéutica analógica, que es lo que
trataremos de ensayar a continuación.

Hemos dicho repetidamente que la hermenéutica puede ayudar en la


fundamentación filosóficade los derechos humanos, concretamente co-
mo hermenéutica analógica. Veamos primero qué es la hermenéutica
y luego cómo puede ser analógica, para aplicarla a los derechos huma-
nos, específicamente a su fundamentación filosófica.Apartir de allí sur-
girán otras aplicaciones, pero primero necesitamos dejar suficientemen-
te claro qué es esta propiiesta hermenéutica.
i
[331
34 HERMCNUTICA ANALÓGICA Y CULTURAS BERMENUTICA ANALÓGICA Y CUIlURAS
35 :
Los tiempos recientes han amparado a una forma de conocimiento lidad, armonía p equilibrio que viene desde los pitagóricos, pasa por
que se ha caracterizado por buscar la comprensión y no sólo la explica- Platón, Aristóteles, por algunos medievales, algunos barrocos, algu-
ción. Incluso, se ha buscado coi~juntaren el límite la comprensión y la nos románticos y llega en la actualidad, con autores tan connotados j
explicación, para que vivan la una de la otra, es decir, se retroaliment?n. en México como Octavio Paz e Iván Illich. Así surge la posibilidad de
Este pensamiento es la hermenéutica, centrada en la interpretación, i.e., una hermenéutica analógica.
!
la comprensión de textos. Pero, así como ha cambiado, por obra de Hei- En primer lugar, una hermenéutica analógica trata de evitar el mo-
degger, la noción misma de interpretación -entendida no como un ac- nolitismo de los univocismos y el relativismo exagerado d e los equi-
to súbito e inmediato, sino como todo un proceso, más aún, el proceso vocismos. La hermenéutica univocista pretende que sólo hay una in-
que hace ser propiamente hombre al ser humano-,' así también ha terpretación válida, la mejor interpretación, y que todas las demás se
cambiado la noción de texto, ampliada cada vez más con añadiduras hunden irremediablemente en el vacío de la invalidez. La hermeuéu-
sucesivas. Primero se entendió como el texto escrito; Gadamer insis- tica equivocista, al revés, pretende que casi todas las interpretaciones,
tió en que el diálogo también es un texto, más abierto aún que el es- si n o es que todas, tienen la misma validez, con lo cual no es posible
crito, el cual es un texto cerrado; y también Ricoeur hizo hincapié en discernir entre una u oua, o entre una interpretación verdadera y una
que el texto es igualmente la acción significativa. La hermenéutica tie- falsa. A diferencia de ellas, la hermenéutica analógica abre la gama
ne, pues, una gran variedad dé textos, y percibe como textos las reali- de las interpretaciones -en contra de la unívoca- pero no tanto co-
dades q~,k'k'studia.De esta manera, en las ciencias humanas es donde mo para que todas sean válidas -en contra de la equívoca-, sino que
eiicontramos aplicada al máximo la hermeneurica, pues en todas ellas permite que haya vanas interpretaciones posibles y válidas formando
lo principal es el análisis de textos; de lo cual no está exenta, por su- un conjunto ordenado. Ni sólo una es válida ni todas lo son, sino un
puesto, la filosofia, ni el derecho, ni, por lo mismo, la filosofia del de- conjunto de ellas, que está ordenado de tal manera que pueda haber
recho, aquí aplicada como filosofia de los derechos humanos. unajerarquía, según la cual sea posible decidir cuándo una interpre-
Pero también hemos de distinguir varios tipos d e hermenéutica. tación es verdadera o falsa, y, de entre las verdaderas, cuáles se acer-
Después de las hermenéuticas cientificistas, o univocistas -pues bus- can más al texto que otras.
caban lo claro y lo distinto, lo que no tiene diferencias-, ahora pro- Este tipo de hermenéutica puede ser aplicada a la realidad inulti-
liferan las hermenéiiticas relativistas, o equivocistas -pues renuncian cultural y a la realización de los derechos humanos en ella. Así 20-
a cualquier búsqueda de objetividad y se encierran en el relativismo rno Heidegger hablaba de una hermenéutica de la facticidad, y Ri-
excesivo, que conduce al escepticismo.Por eso he comprendido la ne- coeur de una hermenéutica de la acción significativa,aquí podemos
cesidad que hay ahora de una hermenéutica que nos ayude a evitar hablar de una hermenéutica de lafacticidad social, que desea ser ana-
esos extremos, tan peligrosos como aquella roca y torbellino, Escila y lógica y, además, en la línea de la hermenéutica crítica de Adela Cor-
Caribdis, que llevaban a las naves a su destrucción y hundimiento en tina y Jesús Conill, que es una hermenéutica crítica de las institucio-
el mar.2 Ese instrumento interpretativo, moderado pero suficiente, lo nes, como la del derecho (en nuestro caso, de los derechos
he encontrado en la analogía, la cual es el concepto de proporciona- humanos). Con estos dos últimos pensadores me une, además d e
una estrecha amistad, una decidida alianza para buscar,junto con los

/ ' Cf. C. B. Gutiérrer, "1.a interpretación heideggeriana del actuar humano, critica
radical de valores y pauones iiorrnativos",en el mismo, Tmas defilorojíu l m m é u t i c n .
Con/erenciary moyos, Bogotá, Universidad de los Andes - Universidad Nacional de Co-
mínimos de justicia, los mayores logros respecto de la calidad de vi-
da.3 El desideratum es que se llegue a una hermenéutica analógica crí-
tica. ,.
1
lombia, 2002, pp. 135 ss.
?Adern+ de los trabajas ya citados (M.Beuchot, 7ktadodeltmnenétilicn annlógica, Mé-
xico, U ~ ~ M - l t a c 2000,2a.
a, ed.; y Pm/i(er ermcia(er de la Iw~itenéulim,3a. ed., México, uNAM,
2002), pueden verse exposiciones y aplicaciones de esta propuesta en E. Aguayo, La I w
memléulicaJilos6ficadeMauticlo Bmchol, México, Ducere, 2001 y N. Conde Gaxiola, Herrne S Cf, A. Cortina, Alianui y colrato, Madrid, Trotta, 2001; y J. Conill, El mtgma del
n&ticaanalá&. DeJinicióny nplicaclones, México, Primero Editores, 2002. anzmalfantdrlico, Madrid, Tecnos, 1991, pp. 308 SS.

I
H E R M E N u n a ANALÓGICA Y CULTURAS
36
ta (la mía, o la europea, O la estadunidense, etcétera), incurriría en
CULTURAS Y MODELOS
algo además de impositivo y, por ende, violeilto. Enton-
para expresar mejor la pertinencia de esa h~ermenéuticaanalógica a ces a Peirce y a su noción de iconicidad y a la otra 1ioción de
abstracción hipostática? y respondí que el analogado principal no se.
la hora de interpretar la multiculturalidad, me serviré de una
&aquí una cultura en concreto, sino un modelo abstracto: aquel m e
dota, mayo de 2002 fui invitado a disertar coi110 conferencista en
un congreso de hermenéuticajunto a Gianni Vattimo y Félix Duque. delo de cultura que deseábamos todos, al menos de manera consen-
~ ~ ~~ ~ p - - - p - ~ ~

F~~ e n ~ l aUniversidad Saint Bonaventure, cerca de Buffalo, Nueva s ~ a lcomo~un


i icono oparadigma para todas las culturas. Según se ve,
york. un gran reto, pues entre los muchos asistentes, estaban es- asunto es un tanto katitiano, algo así como un imperativo hipotéti-
tudiosos de la talla de Richard Palmer, traductor de Gadamer al iil- co que se vuelve categórico (por abduccióii peirceana) y que sería,
I
y jean ~ r o n d i nque
, tenía una biografía de Gadamer y una in- además, sólo un ideal regulativo. Constaría de aquellas notas o carac-
terísticas4uedesearíarhos para obtener una cultura que fuera la me-
!
troducción a la hermenéutica con prólogo del propio Gadamer. ...,
En el congreso se habló sobre hermenéutica y religión. Vattimo ha- jor para i l ser humano. Una cultura que fuera paradigma, en el ?en-
blá.d& cómo el cristianismo era la verdadera filosofia no violelita, muy tido de ~ i t t g e u s t e i ny, ~que tendería a representar aquello que, de
en la línea de su pamiero úebole. Félix Duque habló de la hermenéuti- alguna manera, constituye eso que lialnamos "la naturaleza humana".
ca y la muerte, tomando la idea . . de escatología tio solamente en su Esto le gustó a Vattimo; estuvo de acuerdo, y dijo que un modelo
sentido teológico de postrimería, sino, sobre todo, como excrecencia: abstracto (en realidad, concreto-abstracto), tenía que hacerse desde
Es el cuerpo que queda como cadáver. Eti mi caso se me había pedido abajo, desde lo particulai; y eso daba a las culturas concretas cierta
que expusiera un resumen de mi propuesta de una hermenéutica ana- igualdad; sólo habría "parecidos de familia" (como dice Wittgens-
lógico-icónica, y que analizara cómo se podría aplicar al fenómeiio reli- teih), esto es, analogicidad, entre todas y con respecto al modelo. El
g i ~ s oCuando
.~ terminé mi exposición, Vattimo fue el primero que pi- modelo, en cuanto ideal regulativo, no se impondría a las demás, si-
dió intervenir en la discusión. Dijo que, en principio y en general, le no que las dirigiría, como cierta orientación.
gustaba la propuesta, pues era una hermenéutica no violenta, ya que Con esto se ve que una hermenéutica analógica puede utilizar esos
la analogía privilegia la diferencia, a pesar de sujetarla a la semejan- dos aspectos de la analogía, a saber, de analogía de atribución y de ana-
za; n o era tampoco impositiva, en cuanto buscaba preservar la plura-
logía de proporcioualidad. Más aún, coiiviene mez<:larambas clases de
lidad, aun cuando no renunciaba a la cohesión y cierta universalidad.
analogía para lograr un análisis o interpretación más rica, pues las dos
Pero veía un problema. Ciertamente no con la analogía de propor-
cionalidad, que es más igualadora y "democrática"; pues, por ejemplo, Cutnplen funciones diferentes pero complementarias. La analogía de
aplicada a las culturas, decía que esta cultura es a esa otra como ésa a proporcionalidad da apertura, permisividad, extensión; la de atribución
aquélla. Sin embargo, había uii problema con la analogía de auibnción, ata y sujeta, pone algo como primero, coloca un principio, que es obte-
la que, como se sabe, exige uuajerarquización, esto es, un analogado nido por su aproximación a la verdad, por lo menos a la verdad textual.
principal, y otros analogados secundarios que se subordina11 a él, Corremos el riesgo de ponernos demasiado "deinocráticos" y res-
lo cual, aplicado a las culturas, implicaría que hay una cultura que tar valor a la analogía de atribución, para preferir o sólo dejar la de
es la principal, y las demás se supeditan a ella. ¿Cuál sería esa cultu- proporcionalidad;7 pero es importante que nos demos cuenta de la
ra?, fue su atinada e importante pregunta. necesidad de coiitar con los dos tipos de analogía. Si para visuali-
Me di cuenta de que, si contestaba que era alguna cultura concre-
Cf. Ch. S. Peirce, Esoitosjilnróficos, Zarnora, El Colegio de Miclioacáii, 1997, vol. i,
Cf. M. Beuchot, "Analogico-iconic Hermeneutics and Theology", A. Wierci~is- par 383.
ki (ed.), Bemeen tlie Human and theDivine. Pl~iloroyhicalnnd Tlreological Hmeneutiw.
"f. L. Wittgenstcin, Investigacio~ierfilosóficai, México, UNN, Barcelona, Critica, I
(Proceedings of the First lnternational Congress on Hermeneutics, SI. Boriaventu-
re University, St. Bonaventui-e, Nueva York., 5-10 de mayo de 2002), Toronto, Tlie
1988, parte 1, núm. 50.
E s t o ya ha ocurrida;cf G. Marquíiiez Argote, Metapica derde Latinoaméjica, Bogo- i
Hermeneutic Press, 2002, pp. 176-183.
tá,Universidad Saiito Tomás, 1977, p. 145. 1
38 HERMENÉUTICA A N A L ~ G I C AY CULTURAS
-
W E R ~~A~
L Ó G~I C AYÉ CULTURAS
~ ~ ~ ~ 39

zar la analogía nos colocamos en la perspectiva de la analogía de construcción de esa cultura ideal. En realidad, eso es lo que ha hecho
atribución, aquélla resultará ser el analogado principal de los tipos el filósofo moral o filósofo político desde siempre, aunque también
,de la analogía, pues es en la que mejor se ve el parpnus y perposle- siempre ha sido discutido. Más aún, siempre estará puesto a debate.
rius o el predominio de la diferencia (en este caso se resalta por la Mas, al mezclar ambas analogías, en forma mixta, se ve que, en el
jerarquización). Si se ve desde la óptica de la analogía de propor- fondo, todas las culturas están en pie de igualdad, pero que se irán
cionalidad, las dos quedan en pie de igualdad, se complementan. jerar,quizando según su acercamiento o alejamiento con respecto a
En ambos casos, desde ambos puntos de vista, las dos resultan coimpli- ..ese modelo. La proporcionalidad las hará ver como iguales (sólo
~-~.~
c a d a s y complementarias. proporcio~alfnente)y la atribución resaltará sus diferencias.En
~

La confluencia de la atribución y la proporcionalidad es la que realidad, se trata de una igualdad proporcional, esto es, que exige
nos ayuda a resolver los enigmas. La segunda nos permite conjun- diferencias; pues en toda analogía ~redo'ina la diferencia. Hay
tar (sintagmáticamente) elementos hasta llegar a la metáfora. En igualdad en la diferencia y diferencia en la igualdad. Tanto la atri-
cambio, la primera nos impulsa (paradigmáticamente) a la meto- bución como la proporcionalidad implican diferencia. La atribu-
nimia, a ia abducción, dividiendo y separando, poniendo jerar- ció~ lo hace por la jerarquización, la gradación que establece. La
quías, primeros. y postreros, primarios y secundarios, de manera proporcionalidad adquiere la diferencia, porque las diversas por- l
que haya necesidad de crítica, crisis en el sentido de discernimien- ciones, aunque son distintas, tienen una reducción sólo proporcio-
to, para determinarlos. nal. ...
La sola proporcionalidad nos acerca peligrosamente al equívo- Aun cuando no hay en la analogía de proporcionalidad la exigencia
co, esto es, al relativismo; al "todo d a igual", al "todo es proporcio- de un analogado principal y analogados secundarios, sin embargo, la
nalmente acordado o armonizado"; en cambio, la atribución nos em- misma propor~ionalidadincluye el que 110haya una igualdad comple-
puja no a la univocidad, pero sí al peligro de dejar como unívoco al ta y simple, sino que las porciones se relacionan unas con otras, y
analogado principal; sin embargo, esto se puede corrgir, si se consi- las relaciones de éstas con relaciones de otras, de manera no com-
dera que no se trata de dejar como únicamente válido al principal, si- pletamente igual, sino sólo semejante; y en la semejanza, que
no todo un conjunto múltiple, pero ordenado, de modo que se pue- aparece entre la identidad y la diferencia, predomina la diferencia.
da jerarquizar según grados de aproximación (al modelo o paradigma La analogía nos ayuda precisamente a captar las diferencias cultu-
como a la verdad textual). , rales en medio de las similitudes; que son las que pueden constituir
En el caso de las culturas, frente al problema del multiculturalis- universales culturales.
mo, y en búsqueda de un pluralismo cultural, o intercultural, éste se- Y ?cómo conocemos ese modelo de cultura, individuo abstracto, o
rá distinto si se ve a la luz de la analogía de atribución y de la de pro- universal concreto, del que hemos hablado? (Cómo, si estamos iu- l
porcionalidad. A la luz de la analogía de proporcionalidad, todas las mersos en una cultura, llegamos al conocimiento de algo que es
culturas se comparan entre sí respetando sus diferencias, pero bus- universal a todas? ?Cómo podemos verlo? Ese modelo se confeccio-
cando su unificación, esta última sólo proporcional. Se les da cierta nará aposteriorísticamente, no apriorísticamente, es decir, partien-
paridad, pero también se busca lo que de común tienen. (Yesto ya es do del aprendizaje que podemos obtener de todas las culturas que
buscar cierta universalidad.) Si se ven las culturas a la luz de laanalo- conocemos; de la historia del hombre, que nos enseña lo que vie-
gía de atribución, habrá un más y un menos, es decir, una jerarquía ne bien al hombre y lo que le es adverso o le disgusta. Podrá haber
entre unas y otras; pero también se puede erigir como primer analo- deficiencias en ese conocimiento, pero allí podemos obtener el co-
gado, según dijimos antes, no una cultura concreta, sino un modelo nocimiento de algo universal, conocimiento que siempre seguirá
abstracto, un paradigma de cultura que se desea como lo mejor para en proceso.
el hombre, el cual tal vez nunca se realizará (completamente), pero De hecho, ese modelo o paradigma de cultura, ese primer analo-
fungirá como una idea regulativa, que oriente los esfuerzos hacia la gado cultural, sería una cultura en la que se realizaran los derechos
40 HERMEN~UTICAANAL~GICAY CULTURAS I~ERMEIUÉUTICA
ANALOGICA Y CULTURAS 41
humanos; éstos son elementos fundamentales de ese modelo. Pase- dad tieiie límites. Es importante proteger la diversidad cultural, mas
mos, por ello, a hacer algunas consideraciones sobre la relación de dentro de ciertos límites. Tan necesario es poner límites a la univer-
las culturas múltiples y plurales con este modelo o icono unitario, aun- salidad como a la particularidad. En ese límite entre lo universal y lo
que amplio (analógico). particular se da lo quepuede ayudarnos a mediarlos.
De manera parecida a los derechos individuales, se nos manifies-
tan los derechos culturales. Con una cierta analogía. Así, toda cultu-
DERECIIOS HUMANOS Y MULTICUETURA ra tiene derecho a defenderse, a preservar su desarrollo y a hacerlo
prosperar. No sólo a resistir, sino a subsistir. Pero sólo pueden hacer-
Para ayudarnos en esta empresa de aplicar la analogía a las culturas, lo las que no se opongan a los derechos humanos, o quitando de ellas
. . podemos preguntarnos: (Cómo se puede plantear de la mejor man- aquellos aspectos que s,e 0pongan;a ellos. . . . ~

era posible el p p b l e p a ? Parece que a la manera d e Taylor y Walzer Hay casos en !o; qur'las derechos dk una comunidad enti-ar&.eii. . ,..
puede hacerse adecuadamente? quienes se preguntan (cómo ateti- conflicto con los derechos humanos.Pero hay que pensar el conflic-
der a lasjustas demandas de las diversas culturas (incliiso minoritarias), to, analizar lacontradicción, para encontrar la manera -lim<tada7.eii .:
dando lugar a sus derechos propios, sin lesionar los derechos huma- que pueden hacerse compatibles los extremos que no se podían unir.
nos, que son universales pero individuales. Como se ve, hay una os- Aquí se aplica alggen lo que ha insistido Raúl Alcalá,.en el senti-
cilación entre lo universal y lo individual, pues ambas cosas deben do de que, de una ciltura, ni se puede aceptar todo ni se puede re-
salvaguardarse.
chazar todo, sino unas partes y otras p a r t e ~ . ' ~
Tenemos la exigencia de atender a la universalidad de los derechos
Hay que propiciar, de las culturas, lo constructivo, y rechazar lo
humanos; pero, también, la de atender a las particularidades que se
destructivo. Y un límite que se impone son los derechos humanos,
dan en los seres (o grupos) humanos a los que se aplican. Esto es, por
tal vez el límite frente a los derechos comunitarios o étnicos o cultu-
uiia parte, la universalidad de los derechos humanos, y por otra, la
rales, los cuales tienen que encontrar la convergencia para no lesio-
particularidad de las culturas en las que se realizan. ?Cómo podemos
nai- ni a los individuos ni a los grupos. Eti todo caso -me parece-, hay
hacerlo? Necesitamos una epistemología o teoría del conocimiento
que tratar de privilegiar a la persona frente a la sociedad.
que nos permita dar cuenta de los dos extremos y nos haga rnediar-
El dilema ya es conocido. (Se ha de proteger a la persona o a la so-
los.
Esto nos acerca a ese principio que rige la frónesis. Gadamer, MacIny ciedad? Si se privilegia demasiado a la persona, se lesiona a la socie-
re, Fe~rara,han privilegiado la frónesis, de la Ébim nicon~aquea."peroueo dad. Y, a la iuversa, si se privilegia demasiado a la sociedad, se lesiona
que aquí, en los casos conflictivos, hay que potenciar también la @que- a la persona. En cuanto a lo primero (privilegiar a la persona por en-
yao epiquia, de la Magna Moralia.'o Esto tiene que ver con la manera de cima de la sociedad), está el célebre caso de la guerra. Una guerra de-
aplicar un derecho, que es universal, al caso particular y concreto. fensiva implica que el individuo se sacrifique por la sociedad, pues en
Incluso, hay derechos humanos que, de alguna manera, permiten ella puede perder la vida. Aquí parece que la sociedad va contra el in-
y favorecen la diversidad cultural." Pero, por supuesto, dicha diversi- dividuo, pero, si bien se mira, al defender a la sociedad, el individuo
se está defendiendo a sí mismo; esto es, aquí coinciden la defensa del
Cf, R. Taylor, El niullinrllu~alü~~toy la 'polilim del reconocinrlenlo",México, FLK, 1993; y desarrollo, Salamanca, San Esteban - Ebesa, 2002, pp. 265-268. Véase, también, F.
M. Walzer, Les esfeies de la juslicie. Una defensa del pliiralinno y la igualdad, l a . reiinpr, Puy Muñoz, Dewclros humafios.Dereclim económicos, raciales y cultzirales, Santiago de
México, FCK, 1997. Compastela, Imp. Paredes, 1983; B. de Castro Cid, Los derechos económicos, sociales y
Cf. A. Ferrara, Re@ctiueAt<lhozlicily. Reikinking f/reProjecl ofA!lodnnily, Loiidres - mllu>a/es, León, Universidad de León, 1993;J. de Lucas Martin (dir.), Deredos de
NuevaYork, Routledge, 1998; el misino,]ztslice o d Judgei>iml. Tlre Risa and P m ~ p e do/ las minorias en u n a rociadad nrullinillutnl, Madrid, Consejo General d e l Poder Judi-
lheJidpnen1 Model i n Conlempmn?y Political Philoroplty, Londres, Sagr, 1999. cial, 1999.
'O Cf Aristótcles, Grnn élice, lib. 11, cap. 2. l2 Cf, R. Alcalá Campos, Hmme>i&lica. E o i i a e interp>etación, México, UNAhl - Plaza y
l 1 CE, los que expone A. O s u n a Fernández-Largo, Los derechos humanos. Á»?zbitos Valdés, 2002, pp. 65-74.
42 HERMENÉUTICA ANALÓGICAY CULTURAS

individuo y la d e la sociedad. Algo parecido se presenta en la dialéc- abierto, pero que reconozca límites y sea atento a ellos. Que, frente
tica de los derechos individuales y los derechos comunitarios (o cul- al otro, se cuestione sobre sí mismo; pero que también cuestione al
turales). Si se privilegia demasiado a los derechos culturales, éstos pue- otro, en vista de lo que ha aprendido que es correcto d e lo propio, y
den ir contra los individuos, como en prácticas ancestrales de ciertos así ir construyendo lo universal; es decir, que sea capaz de aprender
grupos que lesionan ladignidad de las mujeres. Yahí de ninguna ma- del otro y a lavez de criticarlo; que sea capaz de criticarse a sí mismo
nera se está protegiendo a la mujer al proteger al grupo. Tiene que y de aprender de su propio proceso. De esta manera, a partir de lo
buscarse la confluencia de los derechos del individuo y los derechos propio, se irá construyendo lo común: desde lo particular, lo univer-
~ ~~ -~
sal.
~ ~~ ~~ ~ ~~

del grupo al defender cualesquiera derechos.


Se ha dicho que hay culturas que no conocen o no reconocen 4 e entre los derechos humanos de una cultura está el de la propia
los derechos humanos. Y tendemos de inmediato a descalificarlas. supervivencia, el de preservarse como cultura. Por ejemplo, el derecho
No creemos w e sean producto de nuestra misma cultura, de nuestro a preservar su lengua, pues en ella se encuentra, acumulada a presio-
contexto cuitural. Hay un consenso intercultural y, en ese sentido, nes de tiempos, la experiencia colectiva. Derecho, además, a narrar y a
transcultural que lo atestigua. (Qué haremos con esas culturas? interpretar su historia, pues ella constituye la memoria colectiva que
Nuestra reacción es tender a sujetarlas, o por lo menos a persuadii- guarda esa experiencia común. Derecho a practicar su religión, o a vi-
las de reconocer los derechos humanos. Aquí es donde se ve la vo- vir sus símbolos; en definitiva,a conservar sus creencias o ideas, sus usos
cación universalista de los derechos humanos. No se reducen a ser v costumbres.
producto de un relativismo cultural. Pero el problema surge cuando esos usos y costumbres se oponen
$e resuelve esto mirando los derechos humanos, liberales, con a lo que consideramos como derechos humanos. Por ejemplo, cuan-
una óptica comunitarista? (0 hace falta crear nuevos derechos que do determinada religión agrede, desde el fundamentalismo, a otra; o
expliquen esos contenidos comunitaristas? Se ha visto que no estaría bien, religiones que entablan cruzadas o cometen atrocidades afectan-
mal imprimirles a los derechos humanos, a veces demasiado indivi- do la convivencia, en el pluralismo. Otras culturas tienen prácticas an-
dualista~,un matiz más comunitario o de mayor compromiso con la cestrales que van en contra de la dignidad de la mujer. Hay casos muy
' ~ ejemplo, en el ámbito de la globalización y las cul-
~ o m u n i d a d .Por extremos de conflicto, por ejemplo frente a una cultura que hace sa-
turas, se trata de que todas las culturas gocen de las ventajas de la glo- crificios liumanos o practica la antropofagia. Allí sí se les debe persua-
balización y no de sus desventajas, esto es, de la exclusión o de la es- dir de no hacerlo y, si no es factible, obligarlos a no hacerlo. Hay ca-
clavización a ella. Más que de rnulticulturalidad, ahora se habla de sos menos extremos, pero que dificultan la convivencia, como el del
inter~ulturalidad.'~ vestido, cuando se da lo que algunos ven como desnudez o casi des-
En la realidad aplicamos los derechos humanos de manera dife- iiudez. (Qué hacer cuando conviven culturas que entienden de ma-
renciada o matizada. Incluso los derechos humanos culturales. Por nera distinta el estar vestido? Piénsese en los españoles e indígenas en
ello se necesita que nos demos cuenta de qiie la aplicación de los de- la conquista: los indígenas acaharon adoptando el vestido. También
rechos liumanos se realiza con ciertas particularidades, dentro de un es notable el caso de Mahatma Gandhi cuando se entrevistó con los
margen de diferencia. reyes de Inglaterra: no se le quería dar paso por pensarse que iba ca-
Para eso es necesaria una antropología filosófica o filosofía del si desnudo.
hombre que nos hable de la convivencia pacífica multicultural, lo que Vemos, pues, que hay un derecho a la diferencia, pero no absolu-
suele llamarse interculturalidad. Que lleguemos a un ser humano to, irrestricto. Se da dentro de cierta búsqueda de identidad o igual-
IS Cf. J. Ballesteros, Pannodernida<l: decadmcra o wsistencie, 2a. ed., Madrid, Teciios,
dad, que permite la justicia. Es lo que Adela Cortina describe como
2000, pp. 54-65. el juego entre mínimos de justicia y máximos de bienes o ideales d e
l4 Cf. G. Goiizález Ariiáiz, "La iiiterculturalidad como categoría moral", en el mis-
mo (coord.),El dirnr~sointernrliuroi.Prolegónenos a unafilosoja infei.nrllural,Madrid, Bi- Cf. A. Cortina, Alianza? contrato. Polilice. ética y religión, Madrid, Trotta, 2001, pp.
blioteca Nueva, 2002, pp. 77-106. 140 SS.
vida, que suelen depender de las c~munidades.'~ Los primeros
obtienen fácilmente el consenso; los segundos, dificilmente. Por eso
los primeros son "obligatorios"; en cambio, los segundos dependen,
pai-a su aceptación, de la tolerancia, el respeto, la solidaridad y la aper-
tura (y, por ende, de la educación en estas virtudes). Pero estos máxi-
mos-son importantes, pues dan sentido a los mínimos, los hacen vivi-
bles, atractivos. Lajusticia sin ideales de vida buena está incompleta, PLANTEAMIENTO
no basta, no llena.
Después de haber abordado, en líneas generales, el tema del multi-
culturalismo, referido a las diferencias que aparecen en los contextos
culturales desde los que se enfocan los derechos humanos, en este ca-
pítulo deseo hablar de cómo creo que debe plantearse la iusfilosofía
Con lo anterior, vemos que la continua lucha entre individualismo y de los derechos en América Latina. Asumo un filosofar no purameu-
universalismo, o entre relativismo y absolutismo, es una lucha entre te abstracto, sino situado en nuestro contexto latinoamericano, más
el equivocismo y el univocisrno. Descansa en un falso supuesto, el concretamente, mexicano. Me preocupa estar en un país en el que l!
de la dicotomía o separación insalvable entre los dos polos. Pero ha
hecho falta una postura intermedia y mediadora (arialógica), que
nos permita beneficiarnos de lo que ambos polos tienen de verda-
hay toda una tarea que hacer para apoyar los derechos humanos y evi-
tar que sean violados: arrestos iiljustificados, torturas, amenazas,
etcétera, tanto en el nivel individual como en el social; a saber, lograr
E
1
dero y evitar lo que tienen de falso. Lo verdadero les viene de lo
que tengan de moderado o prudencial (frenético), y lo falso de lo
que se respeten garantías individuales, derechos sociales y económi-
cos, derechos grupales, étiiicos, etcétera.
I4
i
que tengan de extremo o exagerado. Y; como entre la uiiivocidad y Eti vista d e ello, hay dos cosas que siento la obligación de hacer,
la equivocidad está la aiialogía, y ésta se ha excluido de la discusióri, precisamente como filósofo mexicano. Una es mirar en retrospectiva
hace falta rescatar una hermenéutica analógica para el multicultura- hacia la historia del pensamieiito eri México, para aprender las lec-
lismo. ciones que nos brinda nuestro pasado histórico, y recuperar lo que
Una hermenéutica así nos ayudará a salvar las diferencias lo más podríamos Ilainar toda una tradición de reflexió~iy defensa de los de-
posible, sin perder las semejanzas -que son las que permiten univer- rechos humanos. Eso iluminará el presente. La oti-aes mirar desde el
salizar- y encontrar puntos en común entre las culturas. La analogía presente hacia el futuro. Así, no sólo expondré cómo ha sido la de-
nos hará comprender y valorar las culturas en lo que tengan de dife- fensa de los derechos humanos, sino cómo debe ser, desde mi punto
rente y también de universal, de modo que puedan integrarse sin vio- de vista.
lencia a la universalidad mundial, siti perder completamente sus di- Así pues, comenzaré con un breve recuento, necesariamente in-
ferencias esenciales. Habrá elementos de la cultura propia o de l a ( ~ ) completo, de esa defensa de los derechos humanos en la liistoria de
otra(s) cultura(s) que se deban rechazar, pero también otros que México, para obtener algunos paradigmas o modelos (iconos). Y des-
incluso habrá que tratar de fomentar en las ajenas o incorporar a pués ofreceré mis propias reflexiones acerca de cómo tiene que ser
la nuestra. La analogía nos permitirá, en el diálogo, enjuiciar las hoy en día, y hacia el futuro, esa defensa. Si hemos de hacer caso a
culturas para aprender y para criticar. Esto, que parece tan trivial, 1-1.- C. Gadamer, vivimos inmersos en tradiciones que tenemos que en-
ha sido entendido pocas veces y ha causado demasiados debates po- riquecer, y aveces cambiar drásticamente.'Como se verá, tenemos ya
co fructíferos. en México una gran tradición de dicha defensa, de la que podemos
sentirnos orgullosos. No habrá que romperla ni destruirla, sino pro-
' Cf. H.-G. Gadaiiier, I'edadg método, Salamanca, Sígueme, 1977, pp. 344 ss
LA FILOSOF~ADE LOS DERECHOS HUMANOS DESDE AMERICA L ~ T ~ N A LA FILOSOF~ADE 1.0s DERECHOS HUMANOS DESDE AMENCX L~\TINA 47
46

moverla y mejorarla. Desde ella misma es como podremos enfren- casista Isacio Perez Fernández, de Madrid, ha editado con el nombre
tarnos a esa otra tradición, nefasta, de violaciones. Frente a una 1í- de Breuisima relación de la dest?ucción deÁfnca, por ser un manuscrito
nea, o cadena, d e personajes que han luchado teórica y práctica- sin título de Las Casas? Allí traza el fraile todas las atrocidades hechas
metite en favor d e los derechos humanos en México, ha habido otra por los portugueses y los espaiíoles eii el África. Habían comenzado
cadena y otra línea, de hombres que los han violado y han promovi- los portug'uesesen las Islas Canarias, donde sometieron a sus habitan-
do su violación. No es digna de hacerse esa otra historia, más que pa- tes, de origen norafricano. Luego pasaron a las costas de África, a ha-
ra evitaila, para no 1epetirla; por eso, la que vale es la que nos puede cer esclavos
.~~~~~
~ o a comprarlos a otros esclavistas. Los siguieron los espa-
~

enseñar a frenar a aquellos que no parecen ser capaces de reconocer iiolis, con el mismo ominoso propósito. En todos los casos, Bartolcimé
a sus semejantes como semejantes. de Las Casas señala la iiljusticia con que se llevó a cabo esa destruc-
ción del África, y lo denuncia con la misma decisión y amargura
ccomo lo hizo en el caso de los indios. Se nota su arrepentimiento por
EL DISCURSO DE LA HISTORIA la petición de negros para soportar el peso de los indios. Éste un tes-
timonio que dio en su diócesis chiapaneca de México, al igual que en
Comienzo, pues, con el bosquejo de esa historia, de esa tradición de España.
defensa de los derechos humanos en México en el ámbito filosófico, Algo serncjante hay en Tomás de Mercado, sevillano como Las Ca-
del pensamiento. Solamente veremos algunos ejemplos paradigmáti- sas, que enseñó en México y luego en España, cuya Suma de tratos y
c o ~pero
, los suficientes para conocer esa tradición, en la que los dere- contratos, es considerada un clásico de la economía por el Iiistoriador
chos humanos se engarzan, como un continuum de preocupación y del análisis económico Schumpeter? Allí el autor se ve forzado a tra-
compromiso con la dignidad del hombre. tar el tema de la esclavitud, porque era uno de los rubros del comer-
Como sabemos, los derechos humanos tienen por antecesores los cio, y sostiene que el de esclavos es un comercio permitido por el de-
derechos naturales. Lo que es menos sabido es que no fueron los pri- recho positivo. Pero, más allá de lo que positiva el hombre;se coloca
meros los proclamados en el siglo xviir durante la Revolución france- en el ámbito del derecho natural, que prevalece sobre el positivo, y
sa. La connotada historiadora francesa de la filosofía del derecho, admite que es un comercio nefasto que debería prohibirse. Con un
Blandine Barret-Kriegel, dice que los derechos humanos surgieron en gran dolor se queja de lo que allí se está haciendo al separar a los cón-
las aulas de la Escuela de Salamanca, en el siglo vi.^ Yno fueron de- yuges, a los padres y a los hijos, llevándolos en barcos en los que la
terminados sólo por la labor de Francisco de Vitoria o Domingo de mayoría muere, para ofrecerlos en las plazas para ser miserablemen-
Soto, grandes visionarios de éstos, sino por la vehemente lucha que te vendidos, como mercancía. He aquí algunas de sus palabras, que
por ellos realizó Bartolonié de Las Casas, quien inspiró a todos esos nos muestran su convicción antiesclavista, ya desde tan temprano en
maestros, y aun los corrigió en varios puntos. Lo hizo, sobre todo y la historia indiana:
precisamente, cuando defendió no sólo a los indios sino también a
los negros, arrepentido de haber pedido que se trajeran a América Así diciéndose en público (como se dice) que gran parte de los negros que
para ayudar a los indígenas. Lo que él quería era salvar a los indios de se sacan, vienen cautivos contrajusticia, no se pueden mercar, ni entremeter
la desaparición total, producto de la destrucción sistemática de que nadie en semejante negociación (so pena de pecado, y restitución).Yaun sc
eran objeto; pero se dio cuenta de que aquello era un remedio tan podría decir con verdad, que en alguna manera peca más, el que de su tierra
atroz como la enfermedad que pretendía combatir, y dio marcha
atrás. Así pudo escribir no solamente el célebre libro de la Braiiszma "f. B. de las Casas, Brmúin>erelndn & kz deslniccihi de ÁJ%CO,ed. 1. Pérez Feriián-
dez, Salamanca, Ed.San Esteban, 1992, pp. 12-15.
relación de la destrucción de las Indias, sino además lo que el insigne las- Cf T. de Mercado, Suma de Irnios), confrntos, Madrid, Editora Nacional, 1975:J.
Schumpeter, Jlirtoia del anólirü emnótnico, México, FCE, 1984 (reimpr,),vol. 1, pp. 104 y.
Cf. B. Barret-Kriegel, La d m i ~de I'homme e! (edroil matar4 Parjs, PUF, 1989, espe-
108.
cialmente el capitulo 111, y pp. 47 y 94.
los saca, que el que dentro della injusamente los cautiva. Porque aquel los im- ta de la miserable situación a la que estarían condenados sus hijos.
posibilita a cobrar su libertad, desterrándolos, y transpoitáiidolos della, do En el siglo XWI, Juan Zapata y Sandoval, al parecer tío del famoso
no hay quien vuelva por ellos, o los rescate. Que en su tierra, aunque estu~ie- poeta novohispano Juan de Saiidovai y Zapata, fue un criollo agusti-
ren injustamente cautivos, en fintendrían esperanza de mejor remedio de li- no. Tan prominente profesor resultó que no sólo enseñó en México,
bertarse." sino también en Valladolid, España, y en 1605 publicó su obra De ius-
~ ~~ ~ ~ ~ p -

.titiu
~-
distnlrutiua?
-~
En ella, como lo dice el título, trató de la justicia dis-
Eso nos muestra que había gente que tomaba la causa del desvali-
~ ~~~~

tributiva, también de todos los aspectos clásicos de la justicia. En-


do para plantearse el problema de los derechos humanos como dere- tendía la justicia distributiva como la equitativa distribución d e los
chos naturales. bienes comunes, tales como los cargos y puestos, tanto civiles como
Julián Garcés, obispo de Tlaxcala-Puebla, había obtenido del papa eclesiásticos. Más allá del derecho positivo, y más allá sobre-todqde
Paulo 111 la bula Sublimis Deus, en la que se declaraba racionales a los sus distorsiones, según las cuales se privilegiaba notoriamente a los es-
indios, y se prohibía quitarles sus posesiones y esclavizarlos. En ella se ,
paiioles para todos los puestos, Zapata alude al derecho natural que
abolía la esc1avitu.d; pero el obispo no fue escuchado. Otro obispo,
tenían los nacidos en las Indias, tanto criollos como mestizos e inclu- ' '
Don Vasco de Quiroga, abogaba por el derecho de todos los indios a
so indígenas, sobre los peninsulares, pues según él ellos eran muchas
una educación, así como al trabajo, a tener una profesión u oficio, o
veces los más'aptos para los cargasque se distribuían y para los cua-
un empleo digno, y así lo propone en sus hospitales-pueblo, que eran
les se elegían personas no tan dignas. En efecto, criollos, mestizos e
al mismo tiempo lugares de aprendizaje y de labor."
indígenas conocían la lengua y amaban a sus coterráiieos, cosa que
Muy cerca de Don Vasco estuvo, en Michoacán, fray Alonso de la
no podía decirse de esos hispanos peninsulares que sólo podían co-
Vera Cruz, que fue eficaz consejero suyo, y luego sería uno de los priine-
municarse por medio de un intérprete, y no se interesaban en abso-
ros catedráticos en la naciente Universidad de México, quien supo con-
luto en el bien de esas gentes.
juntar la filosofía y el derecho, y en su obra De dolninio infidelium defen-
dió la licitud que asistía a los indios en tener posesiones. Defendió esto A él se puede agregar, en ese mismo siglo,al arzobispovirrey don Juan
como un derecho natural y también como un derecho positivo, señalan- de Palafox y Mendoza. En un escrito sobre la naturaleza del indio, ade-
do las prerrogativas que tenían los pueblos indios para evitar que los te- más de hablar de sus virtudes y buenas disposiciones,hace una defensa
rratenientes españoles les quitaran terrenos que les pagaban a precios de éstos.'O Algo parecido hizo don Carlos de Sigüenzay Góngora, en su
irrisorios y luego además les cobraban tributos. Para Silvio Zavala, Alon- Teatro devirtudespoliticas, en el que no eligió personajes clásicos, griegos
so de lavera Cruz es el fundador del derecho agrario en M é ~ i c o . ~ o romanos, según se hacía, como paradigma de esasvirtudes, sino que,
Ya en la segunda mitad del siglo xvi,encontramos a Fray Juan Ra- rompiendo la costumbre, tomó ejemplos de los reyes y gobernantes in-
mírez, que peleó denodadamente coiitra la esclavitud. Lewis Hanke dígenas de la historia antigua mexicana."
ha exhumado documeiitos suyos en los que se presenta como un cam- Ya en el siglo mil, Francisco Xavier Alegre condena la esclavitud:
peón anties~lavista.~ Este dominico dejó escritos en los que hablaba,
con tintes muy expresivos, de las penas que sufrían los indios esclavi- L...] siendo así que estos etíopes ni son escla~ospor su nacimiento L.. ] ni pne-
zados, a tal punto que ya no podían o no querían reproducirse en vis- den ser considerados como cautivos de guerrajusta-ya que sus bárbaros re-
yezuelo~guerrean entre sí por mero antojo o por causas insignificantes-;
T. de Mercado, o,. nL, p. 280.
Cf. M. Beuchot, Lajlosojiasocial de los pensadmes ?ionohispan'anos.La &qiirda de l a j t u ~
tina rodal y el bien co»iú,r e x lienipos del viminato, 2a. cd., México, i~oosoc,2000, pp. Cf. J. Zapata y Sandoval, Disceplación sohe justicia distrihtiva y sobre la ace/,nón de
29-41. personai a ella opuesta, Sepndaparte, trad. e ii~trod.de M. Beuchot, México, UNAM,
' C t S. Zavala, "FrayAlanso de la Vera Crui, iniciador del derecho agraria en Mé- 1995.
xico", &isla deBloso/a (un,México), 17 (1984), pp. 345 SS. 'O Cf. M. Beucliot, "La cuestión social eii el arzobispo don Juan de Palafox y Men-
Cf. M. Beuchot, La leologia de los dominicos novol~ispe?iosdeMé.rico, en elsiglo M , Mé- doza (México, siglo xwr) ", Cuadernos scltrra~rti~rar defilorofiia, 17, 1991), pp. 485-491.
xico, Cuaderiios Presencia Dominicana, 1992, pp. 77-87. l1 Cf. M. Beuchot, L a j h a j i a socral.., op. cit., p. 105.
más todavía, después de que los europeos establecieron aquel comercio, las defensa, la habitación, etcétera, que dan lugar a los distintos derechos
más de las veces hacen la guerra sólo por coger hombres para venderlos, co- humanos en los que se hacen concretos. Los derechos plasman valo-.
mo claramente se ve por las historias de los portugueses, iiigleses y holande- res, y los derechos humanos plasman valores básicos y muy primige.
ses (de los cuales los últimos dedícanse con gran empeño a tal comercio); sí- nios del ser humano. Son los que hacen que tales derechos humanos
guese que esa esclavitud, como expresamente escribió Molina, es del todo adquieran su contextura propia. "Los derechos humanos son princi-
injusta e inicua...12 pios máximos de estimativa jurídica".13
~ o r s parte,
u Héctor González Uribe, profesor e investigador de Fi-
Califica, pues, a fa esclavitud como injusta e inicua. Y también su losofía y Derecho en la Universidad Iberoamericana, ve los derechos
cofrade Francisco Javier Clavigero, en algunas disertaciones que humanos como la defensa que tiene la persona en contra d e las ideo-
acompañan su Historia antzgua de México, defiende a los indígenas de logías transpersonalistas, esto es, que con su totalitarismo niegan a la
los juicios peyorativos que sobre ellos emitían algunos ilustrados co- persona, al individuo humano. Reconoce que los derechos humanos
mo Raynal y De Pauw. tienen una inspiración individual, pero no necesariamente individua-
En el siglo XX, tenemos el ejemplo destacado de los próceres de la lista, y se yerguen como una defensa de la persona en contra de los.
independencia: Miguel Hidalgo y José María Morelos. Pero muchos totalitarismos, tanto fascistas como socialistas, esto es, de toda índole.
de los ideólogos también lo hicieron, como Fray Servaodo Teresa de Para él, los derechos humanos derivan de la dignidad humana, bro-
Mier y José María Luis Mora. tada de la naturaleza misma del hombre. Son, pues, un logro huma-
En cuanto al siglo xx, hay numerosos defensores de los derechos nitario y personalista. Toma de Recaséns Siches los nombres y además
humanos. Sólo mencionaré dos ejemplos de entre los desaparecidos, la ideas generales de humanismo y de personalismo. En efecto, le de-
que son Luis Recaséns Siches y Héctor González Uribe. Recaséns Si- be el impulso de procurar un humanismo, en sentido amplio, esto es,
ches, profesor e investigador en Filosofia y Derecho en la UNAM, tiene no un individualismo, sino una recuperación del bien del ser huma-
un trabajo acerca de los derechos humanos en la revista Diánoia, del no. Es un personalismo puesto que se opone al transpersonalismo o
Instituto de Investigaciones Filosóficas, del año 1974. AIlí recorre un totalitarismo. Además, defiende a la persona frente al estado, para
tanto la historia de la Declaración de 1948 y revisa muchos de los pre- que éste no la devore; pero sin engrandecer tanto la persona, que és-
supuestos filosóficosen los que se sustenta. ta no deba supeditarse al bien de sus semejantes. La dignidad del
Él, al igual que el muy connotado jurista y filósofo Eduardo García hombre es anterior a su reconocimiento por el estado, y aun es inde-
Máynez, sostenía la teoría de la axiología jurídica, cuyo principio se pendiente de él. Según el personalismo, el poder o autoridad del es-
centraba en una visión de los valores. Según este punto de vista, n o se tado tiene límites, los encuentrajustamente en la dignidad humana,
puede sustentar una ética sólo formal, de pura racionalidad dialogan- en tanto que el transpersonalismo omite a la persona, la sujeta com-
te, sino que además se tiene que sostener una ética material o de con- pletamente al todo social, es un totalitarismo. Por eso González Uri-
tenidos, no sólo de corte kantiano, sino al estilo de Max Scheler. Ésta be señala que el transpersonalismo sólo puede fracasar, y hay que
obliga a postular un contenido axiológico en el que se apoya la ética. fortalecer el personalismo. Cree que los derechos individuales y so-
Pero, además, en esta ética axiológica o valorativa se funda el dere- ciales son compatibles en susjustas medidas o límites. Pero es nece-
cho. Llega a ser, por ello, una axiología jurídica, esto es, una iusfilo- sario superar el egoísmo y procurar una mayor responsabilidad so-
,'
sofia que hace que el derecho no desconozca valores universales que cial. No el hombre individualista del liberalismo, ni el hombre
rigen la estructuración del actuar humano. masificado del totalitarismo, sino el hombre social, será el que pue-
Esos valores se van desplegando de manera ordenada: los que tie- da renovar y hacer prosperar los derechos h ~ m a i i o s . ' ~
nen que ver con la protección de lavida, la integridad del hombre, la
"L. Recaséns Siches, "Los derechos humanos",Diinoia, 20,1974, p. 133.
l2F. X.Alegre, Inslitution. Tluologic, lib. vi, prop. xi, n. 32, t. 111,p. 290: G. Méndez l4 Cf. H. González Urihe, "Eundamentación filosófica de los derechos humanos.
Plancarie (comp.), Huinenirios del siglo xvm, la. reiinpr., México, UNN, 1'379, p. 56. personalismo o transpersonalismo?".&,isla deFiIo~oojiB,um, 16 (1983), p. 343.
LA F I L O S O F ~DE LOS DERECHOS H U M O S DESDE A ~ ~ É R I GLATINA
A 53
Es aquí donde, apartándome de las modas y las usanzas, de lo que
PLANTEAMIENTO T E ~ R I C OLATINOAMERICANO se aplaude y es grato al oído, Iie optado por defender los derechos
huinaiios desde la ontología y la antropología filosófica, concretamen..
(Qué es lo que hace latinoamericana, más concretamente mexicana, te desde la naturaleza del hombre. Es decir, hago unaversión propia
la fundamentación y defensa de los derechos humanos? Se trata de del iusnaturalismo, mi iusnaturalismo analógico, algo que ya he desa-
equilibrar, como pide Leopoldo Zea, lo universal y lo particular en rrolladoen otro momento.16 Tanto la tradición filosófica de los dere-
ñue~mfilosofar.'~ Es decir que porun lado estamos insertos en la fi- chosliumanos~enMéxico, como la situación concreta d e nuestro país
1osofí.auiiiversal, pero también estamos en el contexto de una filoso- me hacen ir hacia el iusnaturalismo, y tratar de potenciarlo, pues los
fía particular, local, nacional o mexicana. Lo propio y peculiar de derechos humanos están positivados, pero de hecho n o se cumplen.
nuestro contexto mexicano son precisamente los acontecimientos na- México me ha enseñado que, además de la positivación, debe haber
cionales que piden la iluminación de nuestra filosofia, los problemas una instancia de apelación, que sólo puede ser ya la coiiciencia, y en
que suscitan esas reflexiones y respuestas filosóficas. Es lo que yo de- todo caso algunas instancias internacionales que promueven esa con-
nomino universal analógico: participa de la semejanza respecto de la ciencia. I:ya que se trata del foro de la conciencia, es urgente traba-,
filosofia muiidial, pero en él predomina la diferencia de Su propia es- jar en la concientización, sin la cual no se dará esa conciencia a la que
pecificidad latinoamericana y mexicana. Hay.iioa proporcionalidad aludimos, y la concientización es ardua y a largo plazo. Pues bien, la
analógica entre lo universal y lo partitular, en la que predomina lo concientización requiere de argumentacióii y educación; mueve a tra-
particular, surgido de la propia realidad en la que se inserta. bajar en la fundamentación de los derechos humanos y en la pedago-
Y lo que ha configurado nuestra realidad es una violación sistemá- gía de éstos.
tica e impune de los derechos humanos. Por ello la filosofia que eii Como quiera que sea, en ambos casos (el de la fundamentación ar-
México se haga sobre los derechos humanos ha de ser de resistencia, gumentativa de los derechos humanos y el de la educación en éstos)
y capaz de aducir argumentos para detener esa práctica y actitud vio- se trata de esgrimir el derecho natural no sólo por convicción, sino
latoria, conculcádora. Lo propio de nuestro país -en diversas medi- porque, como lo reconoce e1 propio Norberto Bobbio, este derecho
das compartido con otros países- es tener una legislación que atien- es el único recurso de apelación que tenemos frente al tirano, frente
de de manera importante a los derechos humanos, pero con una al déspota que detenta el poder y, por lo tanto, frente a la positivación
praxis en la que se da continuamente el incumplimiento de éstos y el o facultad de positivar, que puede ser mal empleada (por ejemplo,
no respeto. También es partemuy importante de nuestra realidad me- donde no se reconoce la positivación de tales derechos, o donde se
xicana la urgencia de trabajar teórica y prácticamente por los dere- despositivan, o donde se positivan otros que van en su contra). Es cier-
chos de los pueblos indios. Frente a los que tienen que hacer cumplir to que algunos han usado el iusnaturalismo para ir en contra de los
esos derechos, y no lo hacen, es un imperativo convencerlos de lo va- derechos humanos, por inferir de la naturaleza humana cosas contra-
lioso que es -sobre todo para la buena marcha del país- el respeto rias a ellos; pero, por la misma razón, se necesita esclarecer la natura-
de tales derechos. leza humana y argumentar a favor de su utilización para apoyar los
Ha de ser, pues, un planteamiento filosófico que establezca y de- derechos humanos. Personalmente encuentro toda una tradición en
fienda el respeto de los derechos humanos, tanto individuales como la historia de la filosofía mexicana, o por lo menos de la filosofka en
colectivos o étoicos. Esto tiene una parte de persuasión y otra de edu- México, que me muestra una lucha semejante.
cación. La parte de persuasión es el poder d e motivar el respeto de
tales derechos por ser éstos un valor indispensable para el hombre y
l6 Cf M. Beuchot, Filoso/íay &echos humanos,México, Siglo XXI, 1993 (2a. ed., 1996;
para el adecuado desarrollo de la sociedad, porque son algo que sur- y derechos Irutnanor, México,
3a. ed., 1999; 4a. ed., 2001); ktsposilivim~o,iz~sn~lu.rnlismo
ge de la misma dignidad inherente a la persona. UNAM, 1995: Lor dereclws I~u~~ra~iory sufundamalncLónfilosÓfica, México, UIA-ITESO, 1997
(24. ed., 2001); Derechos humanos. Historia yfilasofin, México, Fontamara, 1999 (ea. ed.,
2001).
l5 Cf, L. Zea, Lafilosaja amencana contoJilorofiasin l~rás,14a. ed., México, Siglo XXI,
1992, p. 39.
LA FILOSOF~ADE LOS DERECHOS HUMANOS DESDE AMENU LATINA
54 LA FILoSOF~ADE LOS DERECIIOS HUMANOS DESDE AMÉRICA LATINA

Es México el que me enseíia que, frente a la exigencia de derechos ta de la voluntad iluminada por el intelecto. Se ejerce en el juicio por
étnicos, culturales y sociales, que no se quieren positivar, está el recur- el que se delibera algo para hacer por propia convicción y por propia
so de la idea, de la coucientización, de la dignidad del hombre que le voluntad. Pero está más del lado de la razón, más que del lado de la
viene por su misma naturaleza, no sólo por su cultura -que a veces voluntad. Y, ya que la libertad supera a la volnntad y se inserta en la
niega otras culturas-, sino porque, en medio de sus diversidades cul- razón, no puede estar más que supeditada a la razón, la cual es uni-
turales, comparte conmigo y con todos una especificidad humana. Es versal, tiene que ser común, más allá de lo individual. No está, pues,
supeditada a la voluntad; no a la ajena, porque entonces e8 esclavitud,
también México el que, además de la necesidad de los derechos étni-
~ ~

cos, me muestra la de los que estánvínculados con la religiosidad, que


--.--. -~~
y ni siquiera
~

a lapropia, pues no sería auténtica libertad. La rige la ra-


es otro aspecto d e la cultura, dada nuestra multiplicidad cultural. Y, zón, tanto la propia como la ajena, en la intersubjetividad, en el diá-
sobre todo, es México el que me hace pensar en derechos económi- logo discursivo. En vista; al bien común. Por eso el ambiente más pro-
cos más profundos, que excluyan esa postración en la pobreza y en la picio para los derechos humanos es el de la democracia.'*
consecuente violencia a la que se ven impelidos muchos individuos Conviene, entonces, reflexionar filosóficamente sobre la defensa de
de muchas culturas, como defensa contra esa globalización terrible, la libertad del hombre. A veces, más que la identidad fisica, es impor-
que es la globalización de la miseria, no de la riqueza. tante la identidad simbólica, esto es, la que se constituye con el pensa-
miento y la cultura. La cultura es, sobre todo, libertad de pknsamien-
to, de creación y de raciocinio. Siempre dentro del bien común. Es la
libertad de la cultura. (De aquí surgen los derechos culturales.) Lo cul-
tural o simbólico coloca al hombre en lo fisico o biológico; lo cultural
Conviene, pues, resaltar a continuación que la mayoría de los de- da significado a lo natural. Es la libertad de tener símbolos, es decir, de
rechos humanos son elementos pertenecientes a la libertad huma- vivir cotiforme a ellos. La simbolización de lo natural, creada por la cul-
na y a la igualdad. Es lo que a veces, con una frase afortunada, se tura, esto es, por el pensamiento y la creencia, es lo que da sentido. Pro-
ha llamado el derecho a tener derechos. Se trata, pues, de tener de- teger la identidad simbólica es proteger la libertad del hombre para
rechos que permitan que el hombre se realice en la libertad y en la buscar su sentido, su significado en medio de las cosas.
igualdad.I7 Es, en el fondo, reconocer la capacidad de libertad. Algunos ven
De hecho, los mismos derechos humanos han sido pensados, de al- el derecho a tener derechos como el más fundamental de todos.
guna manera, como libertades. Tal fue la idea de los derechos subje- Otros lo ven como el derecho a la libertad. Otros, como el derecho a
tivos, tradición en la que se inscriben los derechos humanos, y que la igualdad. Podemos decir que todos ellos tienen razón. Sobre todo,
son derechos que facultan para hacer algo, esto es, confieren la liber- se ha de decir que el derecho a la igualdad es más necesario que el
tad de hacer o n o hacer. de la libertad, pero van de la mano. En efecto, para ciertas cosas, el
Además, la protección de la libertad es lo más cercano al hombre, derecho a la igualdad requiere el de la libertad. Pues de nada sirve la
lo más propio y connatural. Bartolomé de Las Casas decía que la li- libertad si no se es igual, y de nada sirve la igualdad si no se es libre.
bertad es más preciada que la misma vida. Y lo aplicó al caso de la con- De alguna manera, podemos decir que un paso más allá de la liber-
quista, en favor de los indígenas. tad está la igualdad. La Revolución francesa proclamaba la libertad, la
La libertad es inherente a la naturaleza humana. Es donde más pro- igualdad y la fraternidad. En ese orden. Tal vez porque es el orden na-
piamente se ejercita lo constitutivo del hombre, a saber, la razón. In- tural que observan, cuya dificultad va aumentando de forma cre-
cluso la libertad no es tan propia de la volnntad, cuanto de la razón. ciente. De hecho, hemos alcanzado bastante libertad, menos igualdad
O, si se quiere, es donde la voluntad se sujeta a la razón, pues se tra- y mucho menos fraternidad.

l7 Cf.J. A. de la Torre Rangel, Derechos humanos dmde el iusnaturalismo hisfóncoanaló-


-
&o, México, Porrúa UM, 2001, pp. 75 SS.
56 LA F I L O S O F ~DE LOS DERECHOS HUMANOS DESDE AMÉIUCA LATINA

Es innegable que algo de la libertad se ha conseguido, pero aún 6. PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICOY
queda por alcanzar más igualdad, y no digamos fraternidad. Con to- DERECHOS HUMANOS
do, hay una esperanza más que utopía, para el futuro.

Como conclusión, podemos decir que la situación precaria de los de-


rechos humanos en México nos permite filosofar desde nuestra cir- De acuerdo con algo que fue solamente sugerido en el capítulo ante-
cunstancia. También nos ayuda a hacerlo la tradición innegable -aun- rior, en éste intentaré defender, más explícitamente, que la identidad
que algunos no quieren verla ni reconocerla- que en la historia de los pueblos es, además de físicau óntica, simbólica o cultural, y que
mexicana se ha dado de defensa teórica y práctica de los derechos hu- esta última es la más iinportante. En consecuencia, sostendré que el
manos. Muchos personajes de nuestra historia nos enseñan a llevar a pluralismo cultural puede plantearse como el respeto d e los símbo-
cabo esa defensa, tanto en el pensamiento como en la acción, de nia- los del oiro, aunque también como una crítica de éstos. En ese senti-
nera que es también una enseñanza de nuestra historia. Son nuestros do, se establecerá la relación de interacción recíoroca de las cultuias
modelos, paradigmas o icoiios. Nos mueven a asemejarnos a ellos, a (sobre todo como diálogo), con su consiguiente mestizaje, más cultu-
encontrar analogías, a reconocerlos como iconos. ral que étnico. Y, de acuerdo con eso, se planteará la oosibilidad de aue
Finalmente, lo importante es desplegar esa defensa. Y el hacerlo los derechos de dos culturas, como la indígena y la occidental, puedan
desde el pensamiento -en nuestro caso, desde la filosofía- es rele- influirse,aportando cada una cosas valiosas y criticando o eliminando
vante, porque apoya la defensa práctica. En efecto, la convicción de lo nocivo.' Esto significa que el derecho indígena y el occidental de-
que debe hacerse la defensa teórica, descansa en que la fundanienta- ben combinarse, de modo que se produzca una mejor situación para
ción filosófica de los derechos humanos puede colaborar a promover ambos, y deben criticarse en lo que ambos tengan de nocivo o no va-
una educación en tales derechos, más centrada y firme. Si fundamen- lioso. Con ello resaltará aún más el carácter de universal y de paradig-
tamos algo filosóficamente, le damos mayor fuerza argumentativa, pa- ma que tienen los derechos humanos, los cuales sirven de noima y 1í-
.ra convencer de su valor, y le damos mayor aceptabilidad (por la fuer- mite para los otros derechos, tanto occidentales como indígenas."
za de persuasión que da la bueria argumentación) para aquellos que Por eso hay un derecho a la conservación de la propia simbolicidad
están siendo educados en el respeto y la promoción de esos dereclios. (identidad simbólica o cultural) y a que ésta interactúe con las otras en
Lafundainentación filosófica de los derechos humanos es una lucha un mestizaje universal, no en una globalización totalizante y homoge-
intensa a favor de éstos, tan importante y decisiva coino la que se li- neizadora, ni en un cambio o en una eliminación violentas. Pero esto
bra en la praxis. Más aún, es la única que puede dirigir y mejorar esa debe darse -en un estado multicultural- como un pluralismo cultural
lucha práctica que loablemente muchos presentan en diversos ámbi- respetuoso del bien particular y del bien común, es decir, respetuoso
tos (y, en el fondo, hacerla posible y darle sentido). de la diferencia y de la semejanza en su justa proporción, y es ahí donde
se da la analogía y se cumple o realizalajusticia. Comenzaremos, pues,
por abordar la nocióri de pluralismo cultural, que es el modelo que in-
tenta aplicarse al fenómeno del multiculturalismo.
' Tomo aquí como "indígenas"la cultun. y el derecho eii concreto de los indios me-
xicanos, y como"occidenial"lacu1tiiray el derecho del gobierno de México como país
o estado. Sobre esto, cf. L. Villoro, "Del estado homogéneo al estado plural", en L.Wllo-
'
ro, Estado plural plu7alidoddanrlturm, México, Paidós - UNAM, 1998, pp. 13-62.

1571
58 PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICO Y DERECHOS HUMANOS
-
PLURALISMO ro una cosa es clara: la exclusión de conductas que lesionen los dere-
chos humanos no dependerá de convención alguna, y el diálogo allí
En primer término hay que satisfacer aquí dos principios: el de la sólo ayudará a realizar mejor esta función de defensa d e los derechos
igualdad de derechos para todos y el de la mayor permisividad respec- humanos. En cambio, la permisión y la promoción d e otras costum-
to de las diferencias culturales. Es decii-,no se pueden permitir las di- bres acordes con estos derechos universales sí se verá apoyada por el
ferencias culturales que vayan en contra de la igualdad, del bien co- diálogo, que Siempre será benéfico para encontrar el mejor modo de
mún y de los derechos humanos; sin embargo, sí deben permitirse (y su puesta en práctica.
hasta favorecerse) las diferencias que enriquezcan convenientemen-
~~ ~

Al modelo de pluralismo cultural que propongo lo he llamado ana-


te el acervo cultural del todo social. Hay una tensión dialéctica entre lógico, porque analogia significa propo~cionalidad,y deseo que este mo-
el univocismo de la igualdad y el equivocismo de la diferencia, que só- delo salvaguarde las porciones convenientes y justas de diferencia e
lo puede ser reducida y manejada mediante una postura analogista, igualdad, de comunitarismo e individualismo, de asimilación y resis-
proporcional. Por eso se habla de un pluralismo cultural analógico. tencia, de modo que logre también el equilibrio prudente entre el de-
Ciertamente, aquí tiene un papel fundamerital la noción de racio- recho consuetudinario de las minorías étnicas y los derechos humanos
nalidad, pero ésta no puede ser tan universal que no permita diversi- universales, esto es, que realice el equilibrio entre el particularismo y el
dad, ni tan relativa a contextos que permita injusticias. Sobre todo, univer~alism,o.~ Tal es la idea de proporción. La analogía o prtiporcio-
tiene que haber un conjunto de elementos o principios morales que nalidad intentarespetar lo particular dentro de los límites que impo:
se compartan. La mayoría de ellos están sujetos al diálogo, pero hay nen los derechos humanos; un límite analógico, un punto de oscilación
algunos muy básicos que no lo están; antes bien, al igual que otros y de equilibrio dinámico, donde los derechos étnicos son cribados y
principios teóricos, éstos se proponen para que haya diálogo. Estamos examinados con el criterio y pauta de los derechos humanos. Lo que
hablando de condiciones que lo posibiliten, por ejemplo el respeto a no se ajuste a ellos deberá ser modificado o incluso erradicado. La
la vida, la veracidad y el razonamiento. misma práctica de los derechos humanos en los diferentes pueblos se-
Entre el multiculturalismo y el asimilacionismo se propone aquí el rá analógica, no unívoca (pero tampoco equívoca o completamente
pluralismo cultural. Y entre el liberalismo individualista y el igualita- relativizada); y los universales análogos exigen salvaguardar las dife-
rismo comunitarista se sugiere un analogismo político-jurídico, que rencias de sus elementos constitutivos.
permita diferencias sin lesionar la igualdad. Por ello es un pluralismo Además, en la analogía, donde se equilibran las semejanzas y las di-
cultural analógico. Es, ciertamente, un difícil equilibrio, una delica- ferencias, predominan, sin embargo, las diferencias. Esto, aplicado al
da proporción, pero vale la pena intentarlo. Sobre todo, depende de pluralismo cultural, significa que se debe poner más cuidado en pro-
lo concreto, pues no se puede establecer de manera abstracta e impo- teger las diferencias culturales, porque son las más débiles y carentes
sitiva. Requiere del discernimiento y del diálogo.* ante la homogeneización, que amenaza fehacientemente con des-
El pluralismo sostiene la convivencia pacífica y respetuosa de las truirlas. Pero no significa sacrificar la semejanza, la tensión hacia la
culturas en el seno de los estados. Dentro de ellos, las culturas inte- igualdad. Tan difícil es alcanzar la igualdad como lograr proteger la di-
ractúan y se enriquecen, a la vez que se corrigen unas a otras. Habrá ferencia. Por eso la analogía (que en la vida de la praxis es prudencia o
que corregir ciertas cosas, como las que se oponen a los derechos hu- frónesis) equilibrará la tensión entre las dos fuerzas, de diferencia y de :
manos; y habrá que permitir ciertas otras, que no vayan en contra de
esos derechos. En todo caso, la exclusión o restricción de ciertas cos- Mi andamiaje metodalógico, que he denominado Iiermenéutica analógica, se en-
tumbres y la promoción de otras, se buscará mediante el diálogo. Pe- cuentra en la línea de la analéctica, practicada por Enrique Dussel y Juan Carlos Scaii-
nane, aunque tiene algunas diferencias,muy normales, de enfoque. Pero se u-ata de la
misma revitalización de la analogia para ser usada en los problemas actuales, vertebra-
?Cf. M. Beuchot, "Haciaunpluralismo cultural aiialógico que permita la democra- da con los modos recientes del pensamiento filosófico. C t E. Dussel, "La analogia del
cia",S.Arriaráii-M. Beuchot,FiIosoJia, ne&l-anocoy multinrItu~alisw@México, ítaca, 1999, término",J. R. Sanabria -J. M. Mardoiies (comps.), iTienela analogía alguna/unción nz
pp. 193-208. elpasar/ilosófico?,México, Universidad Iberoamericatia, 1997, pp. 105-141.
60 PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICO Y DERECHOS HUMANOS
PLURALISMO CULTURAL ANALÓGICO Y DERECHOS HUMANOS 61
semejanza, protegiendo lo más que se pueda y con privilegio las diferen-
cias; pero dentro del margen de oscilación o variación que permite la dentro de una "república mayor", ésta exigirá que se modifiquen cier-
salvaguarda de la semejanza de la igualdad. La misma búsqueda del equi- tas cosas, y las otras a su vez exigirán lo consecuente. No es que la
librio hará que la una se ponga como límite y contrapeso de la otra. república mayor sea un producto de todas las otras, sino que tiene su
propia especificidad.
Pero, ahora, volvamos la mirada hacia el barroco. En efecto, vemos
que el problema actual es una cuestión de mestizaje, de mestizaje no
~ ~

-
tanto racial como cultural. Y, al buscar en nuestra historia un aconte-
Ya hay algünos antecedentes de esta búsqueda plusalista en México, cimiento que nos oriente, se nos presentavívidamente el periodo ba-
desde el periodo colonial. Se encuentran en las respuestas que se ofre- rroco, de ese siglo xvir mexicano, en el que ya no era una prioridad
cen para resolver el problema de la relación entre la cultura indíge- la destrucción entre las razas, sino la convivencia e incluso la fusión.
na y la cultura española. Una pregunta irrecusable era cómo conjun- Es cierto que larazay la cultura indígena eran las oprimidas, las &es-
tar o compatibilizar del mejor modo ambas culturas. Aigunos tendían taban eti riesgo de desaparecer; pero, de manera casi inconsciente, su
a separar a los indígciias de los españoles, como Bartolomé de Las Ca- resistencia fue hacerse presente en la cultura que nacía, es decir, una
sas, quien pedía incluso que se hicieran pueblos para los indígenas y nueva mezcla, una nueva cultura. Y allí surge el mestizaje, sobre todo
pueblos para los españoles. El motivo era que siempre que se junta- en el arte y en la religión, pero también en la política y en el pensa-
miento. Se daba así un nuevo híbrido cultural?
ban españoles e indígenas, los españoles oprimían a los indígenas. Los
Como se ve, estos experimentos culturales tuvieron limitaciones.
esclavizaban, les robaban sus tierras, e t ~ é t e r a . ~
Don Vasco trató de plasmar en las Indias la U t y i a de Moro. Pero es
En cambio, Vasco de Quiroga buscaba la manera de unirlos, de
claro que no tomó todo; no podía hacerlo. Por ejemplo, en la U t y i a
favorecer un mestizaje. Un mestizaje cultural e incluso político, me-
se concede libertad de cultos, y eso no lo dispone Don Vasco en las
diante una "política mixta", esto es, una política que incluyera ele-
Ordenanzas de sus hospitales-pueblos. Él tenía una idea universalista
mentos españoles e indígenas. Proponía que hubiera autoridades in-
del cristianismo, además de la idea de que no todos los cultos religio-
dígenas pero subordinadas a las españolas. Así, podría haber sos podían permitirse; por ejemplo, los que iban en contra del dere-
regidores españoles y corregidores indígena^.^ De esta manera se pre- cho natural. Iucluso Las Casas, que sabía reconocer la civilización y la
servarían algunos elementos de la cultura indígena y se añadirían cultura indígenas, en lo que tienen de aceptable, aun cuando reco-
otros de la española, cuyo resultado sería un mestizaje político. nocía que a los indios se les debía respetar su religión, no dejaba de
Algo parecido planteaba Sahagún, cuando hablaba de compartir dolerse de lo que en ella había de reprobable, como los sacrificios hu-
autoridad o poder, pero siempre guardando las proporciones, de ma- manos y la antropofagia. Ya allí los derechos naturales (como ahora
nera que se excluyeran elementos indígenas y se incluyeran españo- los derechos humanos) servían como tope. Y el periodo barroco re-
les, y a la inversa.' Era una república mixta, que a veces hace pensar conoce la fuerza imparable del mestizaje, n o sólo de las razas, sino,
en Tocqueville, quien, al estudiar la democracia en América, plantea sobre todo, de las culturas. La lengua, la comida, la ropa, las cos-
una constelación de repúblicas coordinadas. Sin embargo, no se pue- tumbres, eran diferentes; ni indígenas ni españolas, sino algo nue-
de tomar de una manera simplista la convivencia de regímenes, pues vo, distinto. Pero incluso, en ese iiiismo periodo hubo teóricos que,
inevitablemente éstos resultan afectados, y, por ende, tienen que res- aun cuando captaban esas diferencias y su respetabilidad, acudían
tarse o rebajarse el uno al otro. Al insertar a las "repúblicas menores" a la salvaguarda de los derechos naturales (derechos humanos que
se tienen por naturaleza), como Carlos de Siguenza y Góngora,-quien
C t B. de Las Casas, Tvafndos,México, FCE, 1965, p. 1251.
Cf. V. de Quiroga, Infmnaión a Derecho, México,SEP, 1985, pp. 168, 175 y 206. incluso busca ejemplificar ese respeto a los derechos del hombre en
Cf. B. de Sahagúu, Histmiagmn-al de las cosas de laNi~nioEspspnña,México, CONACUL- la vida'social, en su escrito intitulado Teatro de virtudes políticas, ya no
TA, 1989.
'Cf B. Echeverría, Ln viaile,nidad d d hav!oco, México, Era, 1998, pp. 49 SS.
PLURALISMO CULTURAL A h A L Ó ó G Y DERECHOS HUhANOS 63
con ejemplos de la historia griega y romana, como solía hacerse, sino ella la diversidad de formas de vida constituye un rasgo intrínsecamenteva.
con ejemplos de gobernantes tomados de la historia indígena.' Pero, lioso de las distintas manifestaciones de la naturaleza humana, aquello que
más allá de lo histórico, de la relatividad cultural, se erguía la intui- en sentido filosófico todos los individuos comparten. El pluralismo aspira a
ción de unos derechosnaturales que estaba11por encima de todos los orientar las conductas de todos los individuos en la dirección de un encuen-
otros derechos. tro respetuoso en la diversidad de las diferencias legítimas?

-
Hay aquí, en esta definición de Miguel Orellana, varios puntos: en
PLURALISIiIO CULTURAL Y DERECHOS HUMANOS primer lugar, diversidad, sin la cual no hay pluralismo, y en este plu-
ralismo cultural y ético, diversas formas de vida; en segundo lugar, esa
Por su propia naturaleza, los derechos humanos tienen una aspira- diversidad se ve como valiosa en sí misma; por eso, en tercer lugar, se
ción o intencionalidad universalista. No pueden relativizarse comple- trata de conducir a una convivencia respetuosa de las diversidades l e
tamente a las culturas. Allí, el pluralismo cultural topa con un límite, gítimas. No es, pues, el pluralismo, una tolerancia extrema, sino sólo
con un muro. Los derechos humanos, por su carácter universal, tie- de lo que es legítimo, esto es, de las prácticas que, por n o ir en c o y
nen una función de criterio. Son el rasero primordial para decidir si tra del bien común, están legitimadas ética y/ojurídicamente por la
alguna ley o costumbre de cierta cultura es aceptable o no. Cualquier sociedad en cuestión. Eso implica que ha habido una valoración de
ley o costumbre, de cualquier cultura, que vaya en contra de alguno esas prácticas como legítimas, esto es, que se tiene un marco valorati-
de los derechos humanos deberá ser rechazada. Es lo que ahora fun- vo desde el cual enjuiciar a las diversas manifestaciones culturales co-
ge como criterio del bien común. mo aceptables o no. Y tal marco o.criterio son los derechos humanos,
Así, el pluralismo cultural, que trata de ser una respuesta para la que toman valores éticos fundamentales.
existencia de diversas culturas en un estado, consiste en la convivencia El relativismo extremo es insostenible, porque hace igualmente
de esas culturas entre sí, de modo que un estado multi- o pluricultural buenos todos los patrones morales, esto es, los hace igualmente ma-
albergue en su seno varias culturas distintas que interactúen armonio- los. Anula la distinción entre el bien y el mal.lo Hace creer que todos
samente. Pelo el pluralismo cultural analógico, que privilegia la dife- los que trataron de responder a la pregunta moral estuvieron igual-
rencia, tratará de proteger lo más posible la identidad de las culturas mente equivocados. Pero también ellos (los relativistas extremos) de-
particulares que conviven en ese estado. Y esa convivencia determina berían estar equivocados, porque hacen desaparecer toda separación
entre lo correcto y lo errado. Por otra parte, también el universalis-
tres tipos de relaciones: de aceptación, de tolerancia y de rechazo. De
mo extremo es insostenible, porque es abusivo pensar que sólo una
cada cultura habrá elementos que alguna, algunas de las demás o to-
forma de comportarse es válida. Del relativismo recuperamos su in-
das las otras aceptarán, otros elementos que tolerarán y otros que re-
tuición de que no hay una sola forma válida de conducta y, del uni-
chazarán. Y el patrón o criterio para hacer eso serán, de entrada, los
versalismo, su intuición de que no todas pueden ser válidas.
derechos humanos.
El pluralismo reconoce ambas cosas, y nos dice que "el valor es tan
La noción misma de pluralismo cultural es muy rica. Hay que pre-
absoluto como la diversidad legítima"." Orellana quiere aceptar tan-
cisarla determinando aún más lo que significa el pluralismo. En filo-
to una cosa como otra, y distingue la naturaleza humana y las identi-
sofia, se ha planteado sobre todo desde la ética. En ella se dice que el
dades humanas, diciendo que la naturaleza humana se puede reali-
pluralismo es
zar en distintas identidades humanas, es decir, en distintas formas de i
[...] una posición según la cual el valor moral es tan absoluto como plural. En
M. E. Orellana Benado, Pltrralisma: una ética del sigla xv, 22. ed., Santiago, Chile,
Editorial Universidad de Santiago, 1996, p. 15.
:
Cf. C. de Sigüenza y Góogora, Teatro de virtudes politica~y Molin de los indios de Mé- 'O Cf. ibid, D. 53.

rico, México, UNAM - Miguel


Angel Poriúa, 1986,pp 12 ss. I 1 Ibid., p. 61.
PLURALISMO CULTURAL ANAI.~GICOY DERECI.IOS HUMANOS
64
vida, o, si se prefiere, que no hay una sola forma de realizar la natura-
leza humana. Y esto de alguna manera es lo que yo quiero decir, a sa-
Así, una postura analogista permite oscilar entre el universalismo y e]
ber, que la misma naturaleza humana tiene un carácter dinámico (de
individualismo (e incluso superar su dicotomía). Nos da la posibili-
cambios no sustanciales, sino accidentales, pero muy relevantes); se
dad de respetar las diferencias individuales y colectivas, y además al.
cumple de diversas maneras, no sólo de una. (De diversas maneras, pe-
canzar la universalidad suficiente para poder rescatar valores genéri-.
ro siempre dentro de~-unos límites.) Él lo justifica -mme kantiano-
~~ --
-~-p-

s en~mediode los valores particulares y a partir de ellos.


diciendo que Fa naturaleza humana es un concepto puro-y formal, y
En efecto, tenemos que comparar los valores de una cultura ajena
que la identidad humana es un concepto material e histórico. Mas yo
: con los nuestros, y determinar cuáles son mejores, o incluso cuáles
creo que esto exige una conexión más fuerte, es decir, que el concep-
son reprohables y deben combatirse. Pero los valores culturales no
tod&naturaleza humana, por ser dinámico, exige atención a las dife-
pueden ser evaluados simplemente a partir de otros valores cultura-
rencias accidentales que encuentra en los grupos, individuos y situa-
les. Tienen que serlo a partir de valores universales. Pero, ¿existen
ciones. orellana afirma:
I tales valores y, en su caso, cómo pueden señalarse, erigirse o estable-'
cerse? Para evitar el relativismo cultural extremo tiene que haber al-
Por eso, la naturaleza humana tiene que ser la misma para todos los seies hu-
gún patrón de medida o criterios evaluativos de los diferentes valo-
manos: dicho de otro modo, debe constituir u11único concepto, capaz de
res culturales. Si se dijera que esto se hace a partir de otros valores
abarcar todos los momentos históricos y todas las culturas, incluyendo aque-
culturales, se objetaría que están en situación de paridad con los
llos momentos históricos y aquellas culturas cuyas prácticas es deber de todos
otros, que son igualmente restringidos y que, por lo tanto, no alcan-
contribuir a perfeccionar y refinar o, por el otro lado, combatir y el~minac'~
zarían a evaluar a los otros. Para hacerlo tienen que poder alzarse
por encima de su propia parcialidad, adquirir un estatuto de meta-
Y añade algo muy importante:
cultura y metavalores. Y hasta ahora no se ve cómo pueda hacerse.
Pero tiene que haber alguna forma de universalización. Por eso, en
El devenir histórico ha permitido purificar y formalizar el entendimiento del
lugar de metafilosofía quiero llamarla diafilosofía; no es a frion si-
concepto de naturaleza humana, esto es, mejorar nuestro entendimiento de
no a postefz'ori.Esta forma d e universalizar se da a partir de los mis-
lo humano.I3
mos valores parciales, con un cierto mecanismo o procedimiento de
universalización, como un proceso abstractivo. Partiendo de los va-
No obstante, si la historia ha contribuido a hacerlo, entonces ya no
lores particulares propios, ya conocidos, se procede a la observación
es tan formal, requiere cierto contenido material, el cual se Iia ido cla-
de los valores particulares ajenos, y se contrastan unos con otros,
rificando. Y, asimismo, tendrá que ser un contenido material no en
aprendiendo lo que la experiencia colectiva nos ha enseñado y nos
todo fijo e inamovible, sino en lo sustancial, pero en algunas caracte-
va enseñando, lo que la tradición nos ha dado y lo que la investiga-
rísticas accidentales vivo y dinámico, siempre dentro de ciertos Iími-
ción nos va dando. Ciertamente esto requiere autocrítica y toleran-
tes. Tiene ciertos caracteres de analogicidad, entre el absolutismo uni-
cia, ser comprensivos con los valores de la otra cultura, porque pue-
vocista y el relativismo equivocista.
de ocurrir que a primera vista nos parezcan condenables por lo
distintos y extraños. Pero, a fin de respetar la diferencia, hemos de
comenzar por conocer nuestra ideiitidad, pues a partir de ella hare-
mos la evaluación. No tenemos otra cosa de la cual partir. Poco a po-
co, y como por una función simbólica, la diafilosofía nos ayudará a
juzgar los valores de los otros a partir deljuicio que tengamos de los
nuestros (y también escuchando el juicio que les merecen a los
66 PLURALISMO CULTURAI. A N A L ~ G I C OY DERECHOS HUMANOS
PLURAL~SMOCUL.TURAL ANAI.OGICO Y DERECHOS HUMANOS 67
otros).14 Ésta es precisamente la forma como se han ido obtenien- gía son las que nos dan la identidad de los pueblos, la clave para de- 1
do, históricamente, los derechos humanos. Ellos nos muestran que limitar y combinar las culturas. El reconocimiento que se opera de los
el hombre es producto de su historia, pues ha ido avanzaiido en su miembros de una cultura procede por analogicidad. La clave de di- :
conocimiento; pero también nos muestran que el hombre no se re- cho reconocimiento se da por los iconos de esa cultura o por la ico-
duce a su historia, hay algo esencial en él, que es aquello en cuyo nicidad de sus arquetipos y símbolos fundacionales. Es la identidad
conocimiento va avanzando. simbólica o cultural la que constituye a los pueblos, incluso más que
Mediante esta observación de valores particulares, entre diversas la ksica u óntica. La identidad simbólica nos da la diferencia ontoló-
~~~ ~ ~ ~~~~

~~ ~ ~
culturas
. ~
comparadas, se va buscando la que éstostienen en común, y
~
~~. ~ ~ -~

giZi~dZ-losFuebloi En efecto, en tantoque animales racionales (i.e.,


a los que se consideran "universales". Se objetará que no tienen exac- culturales), los seres humanos somos más simbológicos que biológi-
tamente la misma realización en las distintas culturas en las que se en-
cos.
carnan (pero lo mismo se podría decir de los individuos), y es aquí Además, la analogía es la que nos da los aspectos universales de
donde funciona la analogicidad; pues lo análogo sólo exige una simi-
aquello que es eminentemente vivo, concreto, individual y cambian%
litud proporcional, restringida, relativa. Esto nos da una apertura más
o movedizo en una cultura; nos permite reconocerla como la misma y,
humana y prudente, sin abandonar, en ningún momento, el estatuto
a la vez, como distinta, por ende, nos hace reconocer a otra cultura co-
de la filosoea seria?
mo en parte semejante a la nuestra y en parte distinta, esto último
La analogicidad es lo universal referido a lo particular, demodo
en mayor medida. Como dice Oswald Spengler, "el medio para
que no pueda prescindir de sus diferencias. Pero, por lo mismo, es
comprender las formas muertas es la ley matemática. El medio para
también la relación de lo particular con el universal, de modo que lo
comprender las formas vivas es la analogía".16Ella es la que nos ayuda a
particular cobre sentido por su referencia al universal en el que en-
captar el dinamismo de las culturas en lalucha por su supervivencia.
cuentra su sitio y su contexto. Por ello, la analogicidad, aplicada a las
culturas, hace que una cultura encuentre su lugar entre las demás, y
ellas entre sí, con lo cual unas y otras cobrarán sentido. Encontrarán
su puesto en el cosmos cultural que es el mundo. Así se salvaguarda
el derecho de los pueblos a su cultura, a sus símbolos, que los consti-
tuyen. Se trata de una generación de derechos humanos (la relativa
a los simbolismos culturales) que aún está en proceso de gestación.

Por todo lo que hemos visto, la simbolicidad, la iconicidad y la analo-

l4 He expuesto un pocomásestaidea de diaf7losojíuen M. Beuchot, "Eundainenta-


ción analógica de !a inierpretacióii filosófica de la cultura", S. Arriarán - M. Beuchot,
og. cit., pp. 143-156.
l5 La idea de la analogía, de la diversidad contenida por la semejanza, tiene ya una
larga tradiciáii en la historia de la filosofía. Fue iniciada por los pitagóricos, pasó a Pla-
tón y a Aristóteles, recorre la Edad Media, el barroco, el romanticismo y, adquiriendo j
otros nombres en Peirce (iconicidad) y Wittgenstein (parecidos de familia respecto de
Id O. Spengler, La &admna de Ocndente, Barcelona-México,Planeta - De Agostini,
paradigmas),llega hasta la actualidad. 1
1 1993, vol. 1, p. 26.
DERECHOS HUMANOS EN EL PLURNlSMO CULTURAL ANhLÓGICo
69
7. LA REALIZACIÓNDE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DIFERENTES PARADIGMAS O MODELOS DE DERECHOS HUMANOS
CONTEXTO DE UN PLURALISMO CULTURAL ANAL~GICO
Los derechos humanos podrán ser valorados de distinta manera se-
gún los diferentes modelos desde donde se les enfoque. Podemos
decir que los derechos humanos han tenido un modelo liberal, in-
dividualista. No en balde se les ha considerado y proclamado como
PLANTEAMIENTO un 1ogi.o
~- ~
del~~~-
liberalismo, como un resultado -según 11-O. Apel- de
~

la ética europea establecida, lo cual es un testimonio de quela éti-


En conformidad con lo expuesto en el capítulo anterior, en éste de- ca europea sería la correcta, y por lo tanto debe, en una perspectiva
seo explorar un modelo de derechos liumanos que compagine la vo- kantiana, ser universalizada y adoptada por todas las demás culturas.'
cación universalista.de éstos y las diferencias que se encuentran en los Obviamente, el valor o derecho principal en esta óptica es la li-
grupos concretos en los que se realizan. Asimismo, que pueda con- bertad.
juntar el carácter individual de los derechos humanos con los dere- Del otro lado, vemos la tensión que ejerce hacia lo contrario otra
chos colectivos o comunitarios, que van más allá del individuo y, a ve- corriente política llamada por algunos, como MacIntyre y Taylor,
ces, parecen ir en contxa de él. Y: por último, que pueda integrar, de comunitarismo, y por otros, como Walzer y Sandel, igualitarismo.'
una manera tensional, aspectos del liberalismo, relacionados con la Aquí se tiene otro modelo, a saber, el de la comunidad y n o tan-
libertad o las libertades que proclama, con aspectos del igualitarismo, to el del individuo; allí se tiende a negar los derechos humanos,
concernientes a la igualdad que hay que alcanzar, no sólo ante la ley, como lo hace M a ~ I n t y r eo, ~a verlos de un modo distinto, centra-
esto es, la justicia, sino también ante las posibilidades de procurar el dos en la comunidad y privilegiando los derechos comunales en
bien o la calidad de vida. Lo llamo modelo analógico porque se ins- lugar de los derechos individuales. Pero hay un problema: a veces
pira en esa armonía proporcional que señalaban los pitagóricos y Aris- se han planteado los derechos humanos como colectivos, d e ma-
tóteles en ese concepto de analogía, que permitíajuntar lo diferente nera endógena o relativista, es decir, relativos a una cultura y eiice-
con lo semejante, sin perder la diferencia y, por ende, respetando lo rrados en ella. Es decir, hay derechos comunitarios de ciertos grupos
particular sin perder lo universal. que chocan con los individuales. Derechos o costumbres de ciertas
Por ello hablaré, en primer lugar, de algunos modelos de derechos culturas que, si se ven de manera relativista, no podrían criticarse,
humanos que son los más extendidos en la actualidad, los cuales, por corregirse o encauzarse; por ejemplo, usos y costumbres tradicio-
lo general, se polarizan en esos dos extremos de lo individual y lo co- nales con respecto a las mujeres, que son injustos y, sin embargo,
munitario, de la libertad y de la igualdad. Después presentaré lo que dado ese relativismo, no podrían rechazarse. Aquí, en la perspec-
creo que puede ser un modelo intermedio o que sintetice o compati- tiva comunitaria o igualitaria, lo que se procura no es la libertad,
bilice elementos de uno y de otro. Sobre todo, que no se oriente des- que implica diversidad, sino la igualdad, que choca con ella, aun-
de la libertad sola, sino también desde la igualdad y la fraternidad, que vista comunitariamente, como igualdad no sólo ante la ley si-
aquellos lemas de la Revolución francesa que son inspiradores de los
derechos humanos. Luego veremos cómo se aplica esto en el multi-
' Cf. l<.- O. Apel, "DoWe Need Uniuersalistic Ethics Today or is This Just Eurocen-
tric Poiver Ideolo&", U+iiversifas,35/2, 1993, pp. 79-86.
culturalismo, como pluralismo cultural, que permita atender a los de- Cf. M. Sandel, Liberalis?nand IlreLiniils ofJtwlice.Cambridge: Cambridge University
rechos humanos y a los derechos comunitarios, por ejemplo, de los Press, 1982; Lib#ralis?nnnd iü Cnliü, Nueva York, New York University Press, 1984. Véase
indígenas, propiciando con ello el diálogo intercultural. Tratemos de también S. Mulhall -A. Sivift, Libeiolr and Cov~w~t~niteiians,Oxford, Blackivell, 1992, pp.
18 SS.
verlo a continuación. A. Mclntye, Tras la virlud, Barcelona, Crítica, 1987, p. 96: "Los dereclios huiiia-
nos o naturales son ficciones, como es la utilidad, pero unas ficcioiies con propiedades
inuy concretas."
70 DEW.CHOS HUhIANOS EN El. I9LUR4LISMO CULTURAL ANALÓGICO DERECHOS HUMANOS EN EL PLURAI.ISM0 CUISURAL ANALÓGIco 7I
no dentro de la vida de la comunidad. Y falta mucho aún por alcan- esa perspectiva. Ello traerá u11enriquecimiento. Ahora bien, para eso
zar en esta es iiecesario adoptar una actitud crítica honesta y valiente no
En la actualidad se busca una vía distinta, intermedia, o un mode- frente a estos derechos individuales -que ciertamente han llegado a
lo mixto o complejo; en todo caso, más completo y abarcable. Se tra- tener un matiz individualista y hasta egoísta-, sino frente a los dere..
ta de buscar algo que sea capaz de corregir las deficiencias o proble- chos y usos comunitarios, que han sido aceptados tradicionalmeiite,
mas de los dos modelos anteriores. Un modelo intermedio que tome pero que también aveces arrastran prácticas inaceptables, como se ve
lo bueno de ellos y pueda eliminar lo malo; si no fuera así, el reme- cuando éstas se enjuician con respecto aotxas tradiciones. En efecto,
dio sería peor que la enfermedad. Algo parecido se ha visto en el ú1- la tradición no necesariamente ha de tomarse como un iodo cerrado
-timo-Rawls,recientemente fallecido, quien a partir de su obra Una teo- e inamovible, lo cual sería una noción irracional de la tradición, no-
d a de Injusticia (1971),5 claramente liberal, fue modificando su ción que no tuvieron ni Gadamer y ni siquiera los románticos alema-
pensamiento a fuerza de las críticas que recibiú, hasta publicar su otro nes en los que se i n ~ p i r asino
, ~ que la tradición ha de ser vista como
libro célebre, Liberalismopolítico (1993),%n un intento por incorpo-
.... ..,.
algo vivo y dinámico, con la cual se puede dialogar, criticar de modo
tar tjementos comunitaristas e igualitaristasal modelo liberal. Lo mis- racional y ampliarse, promoverse o mejorarse. De hecho, todas las tra-
mo se ve en Dworkin quien, tratando de ir más allá que su maestro^
diciones y culturas están interactuando cadavez más entre ellas. Algu-
Hart -centrado en la libertad como derecho primordial-, coloca la
nas prácticas que en una cultura muy tradicional parecían inamovi-
igualdad ante la ley en lugar de la libertad. Y así ovas más que, como
bles, ahora han llegado a estar en crisis e incluso a cambiar.
Rescher, hablan de pluralismo; sólo que cada uno de signo distinto.
De esta manera podemos obtener una actitud y una práctica de los
En esta línea del pluralismo deseo explorar una propuesta.
derechos humanos que, sin renunciar a los logros de los derechos hu-
manos en su modelo liberal o individual, pueda incorporar derechos
comunitarios convenientes y justos, y de los cuales tenemos mucha
HACIA UN MODELO INTERMEDIO Y DIFERENTE
necesidad, pero que poco a poco van incorporándose en las legisla-
ciones.
Creo que se debe y se puede lograr un modelo que integre y haga
Éste es un modelo pluralista cultural, atento a las diferencias pero
compatibles dentro de éste las dos vertientes, tanto la individual o li-
también capaz de integrar los aspectos diversos en una cierta seme-
beral como la igualitaria o comunitaria. Me guscaría proponer algo
janza. Respeta particularidades pero acierta a incorporarlas en el se-
que recoja aspiraciones irrenunciables y logros innegables, como son
no de alguna universalidad, no prepotente y pretenciosa, sino res-
los derechos humanos, de tinte liberal e individual, pues éstos surgie-
tringida y matizada. Me gusta llamar a esto un modelo analógico,
ron como derechos individuales, y fueron producto del liberalismo;
porque en la analogía predomina la diferencia sobre la semejanza.
algo que también dé lugar -sin contradicción y sin incoherencia-
Un pluralismo analógico tendría que respetar o destacar más las di-
a derechos comunitarios; más aún, que pueda visualizar los derechos
ferencias de las culturas, dentro de la niisma cohesión e interacción
humanos -que han sido vistos de manera individualista-, de una ma-
que ejercen de siiyo y sin que podamos yi evitarlo, con una perspec-
nera más comunitarista; si no replanteados, sí resignificados, desde
tiva de los derechos humanos que pueda integrar aspectos del libera-
'Parece que 110está fuera de lugar aclarar aquíque la iwaldad iio es lo mismo oue lismo y aspectos del comunitarismo, aunque, como he dicho, en lo
analógico predomina la diversidad. No podrá ser, pues, un equilibrio
bio, la igualdad se le opone eti cuanto a la situación ante ltiley y lajusticia, y exige eqiii- de partes iguales, porque ese equilibrio es inexistente en las ciencias
dad. Aquí se defiende la igualdad de las culiuras ante la ley, no su identidad eii cuanto humanas; esto equivaldría a buscar una persona en perfecto equili-
a los contenidos (creencias y mlores); esta última equivaldría a homogeiicirar las cos~ brio psicológico ,y por eso monstruosa o inhumana. <Qué diferen-
tumbres, lo cual es impositivo e injusto.
Cf.J. Rawls, A Ttwty o/$stice, Cambiidge, Mass., Haivai-d Universiq Press, 1971.
".J. Ra~ls,Polilical Liberalism, Columbia, Columbia Uniuersiq Press, 1993. 'Cf. H.- G. Cadame,; Vudad y nzéfoda,Salainanca, Sígueme, 1977, pp. 226 ss
-

72 DERECHOS HUMANOS EN EL PLURALISMO CULTURAL ANALÓCICO DERECHOS HUMANOS EN EL PLU8Al.IShlO CULTURAI. ANAlOGlCO '73
cia predominaría en este modelo? Yo daría el predominio a la par- nunciar a verlos desde la libertad; ella ha hecho su aportación propia;
te comunitaria sobre la parte individual, pues la parte comunitaria pero sí hay que tratar de verlos un poco más desde la igualdad, por-
es la más carente y necesitada, y, por lo mismo, la más débil, y la que que se necesita avanzar más en esa línea; y, sobre todo, al menos un
más requiere ser reforzada o promovida. Creo que los derechos hu- poco desde la fraternidad, que parece presuponer y contener a los
manos, tal como los conocemos, tienen demasiada carga individual, la otros dos valores; incluso más, parece superarlos, trascenderlos y cua-
cual entra en conflicto con las tendencias comunitarias, y muchas ve- lificarlos con una especie de generosidad, magnanimidad y, en defi-
ces llega a lesionarlas. Siendo, como son, cosas justas y convenientes, nitiva, madurez, que produzca una sociedad más habitable, unavida
si se viven demanera iEdividuZlimy egoísfa;llegan,a la larga;TElk-
~

más participativayríE<De-hT?ko,lEi-dekFchTs Khuma1Y6spFrmiiFi1


gar a los otros y se vuelven injustas. Hay muclio todavía que queda por una vida digna, y se reconocen tantos derechos (de mujeres, indíge-
modificar y renovar. nas, niños, ~óvenes,etc.), que seguramente van a crear conflictos que
tal vez sólo se pueden resolver y superar mediante la fraternidad, la
f .
cual adquiere nuevos nombres, como el de tolerancia, respeto, soli-
LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD daridad, amistad social, participación ciudadana o cívica. Cada vez se
insiste más en ello, como lo hace Adela Cortina? quien dice que hay
No puedo evitar recordar que los derechos humanos, o derechos del mínimos de justicia, aceptados por la mayoría, y máximos de vida bue-
hombre y del ciudadano, como los llamó la propia Revolución france- na, o calidad de vida, en los que hay mucha discrepancia, y que sólo
sa, tenían por cometido cumplir tres ideales que fueron su bandera: li- se pueden promover gracias a la tolerancia y, mejor aun, la solidari-
bertad, igualdad y fra~ernidad.~ Hasta la fecha, en nuestra historia ac- dad o generosidad cívica. Así, también vemos que hay lo que yo lla-
tual, hemos alcanzado bastante libertad; pero hemos avanzado mucho maría mínimos de liberalismo y máximos de comunitaristno, pues los
menos en igualdad; y, francamente muy poco (o casi nada) en frater- primeros aseguran los derechos humanos individuales, y los segundos
nidad. Yallí están las filosoñas políticas recientes: la libertad la ha pro- llaman a postular derechos humanos colectivos. Los primeros han si-
movido el liberalismo, aunque con las paradojas consiguientes, de li- do aceptados por la mayoría, y los segundos sólo pueden serlo por
bertad para pocos y una casi esclavitud para muchos; la igualdad la unos cuantos: los interesados y algunos más; pero se puede lograr que
promueve el igualitarismo, aunque con las restricciones que eso impli- haya derechos humanos colectivos, que recojan ideales de algunos,
ca de libertad, en puntos en los que entran en conacto; y ha faltado que no vayan en contra de los universales.
una postura que tal vez no podría ser de filosofía política, pero sí de fi-
losofia moral, de actitudes éticas,.de promoción de la fraternidad, la to-
lerancia, el respeto y la solidaridad. Quizás es ahora por el camino de PLURALISMO CULTURAL MEXICANO: D E E C H O S HUMANOS Y
ésta por donde hace falta avanzar, para fortalecer y desarrollar una cul- DERECHOS IND~GENAS
tura de los derechos humanos. Curiosamente, libertad, igualdad y fra-
ternidad, en ese orden, se muestran como una secuencia de menor a Así podemos contrastar de una manera más fructífera los derechos
mayor dificultad, y reflejan un proceso de maduración social. Tal vez la humanos y los derechos comunitarios (por ejemplo, indígenas), pa-
fraternidad exga una madurez social casi inalcanzable,pero, por lo me- ra alcaniar derechos humanos que también sean comunitarios (toda
nos, debemos tender a ella como ideal regulativo. comunidad los tendrá, como todos los individuos tienen los otros).
Los derechos humanos resultan muy diferentes si son vistos desde Hay que partir del concepto de que los derechos humanos se refie-
la libertad, desde la igualdad o desde la fraternidad. No se trata de re- ren al individuo y los comunitarios se refieren a los grupos. Por lo mis-
mo, los derechos humanos tienen una aspiración universal, mientras
'J. Ballesteros, P o s l m o h i d a d : & c a d a ~ a o m i r t e n ~za.
a , ed., Madrid, Tecnos, 2000, Cf.A. Cortina, "Dereclios humanos y discurso político", G. González R. Aiiiaiz
pp. 62 SS.,insiste en el carácter individualista de los derechos humanos proclamados (coord.), Dmaclm$ Iizmmanoj. La condición humana en la sociednd tecnológica, Madiid, Tec-
por los revolucionariosy los "modernos". nos, 1999, pp. 3655.
74 DERECHOS HUMANOS EN EL PLUKAI.ISM0 CULTURAL ANALOGICO

que los derechos comunitarios sólo pueden abarcar grupos más restrin-
I DERECHOS HUMANOS EN FL PLURALISMO CULTURAL ANALÓGI('0 75

gidos. Asimismo, en el panorama de las ideas actuales de la filosofía


política, los derechos humanos se inscriben en la tradición liberal, in- En el fondo, se trata de un problema de relaciones interculturales.
dividualista, que busca salvaguardar los valores universales del indivi- Por lo general, hay que distinguir entre ética de lajusticia y ética del
duo, por ejemplo, de la justicia; mientras que los derechos comunita- bien o de los bienes. La justicia iguala a todos; los bienes, o la vida
rios se inscriben en la tradición comunitarista, igualitaria, que pretende buena, o la calidad de vida, se restringen a grupos, aveces a minorías,
salvaguardar losvalores y creencias relativos a la calidad de vida, a me- 'como lo señala Walzer." Lo más difícil es combinar ideales de buena
nudo contrapuestos a los anteriores o individuales. -
~
vida o de calidad,$r~pios de grupo s.^ ~ ~~ ~ ~ - ~

- ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

PeiodEelo¿pYese trata, me parece, es de integrar y combinar estos La cuestión de los valores grupales debe combinarse y equilibrar-
aspectos discordantes, opuestos, en un punto de tensión proporcio- i se con el diálogo, la tolerancia y aun la solidaridad. Es necesario no
nal, de modo que se rescaten y se preserven los mejores aspectos de 1 absolutizar ni al individuo ni al grupo, de modo que se puedan seña-
cada uno. Se buscará un punto en el que, sin lesionar los derechos 1
!
lar las diferencias y salir de los casos difíciles. Mediar lo universal y lo
humanos, o individuales, se atienda a los requerimientos explicitados particular, justicia y valores, derechos hunianos y dereclios colectivos,
en los derechos comunitarios, que también son del hombre, sólo que !i de modo que se pueda criticar a una cultura desde otra. Es decir, de
como parte de una comunidad o sociedad. Igualmente, se tratará de ¡ modo que se puedan criticar los derechos comunitarios desde los de-
buscar una universalidad que no excluya ni borre a las minorías, sino rechos humanos, pero tainbiéii dar a los derechos humanos, que son
que las incorpore, de una manera diferenciada y sin perder su iden- individualistas, una perspectiva más comunitaria. Ni absolutismo ni
tidad o diversidad proporcionales. relativismo. El primero impone, el segundo descompone. Uno cierra
También, en el plano filosófico-político,se procurarájugar con el en exceso, el otro abre desmesuradamente. La objetividad se dará en
paralelogramo de las fuerzas del liberalismo y del comunitarismo, de el entrecruce de los intereses iiidividuales y los grupales.
modo que el resultado sea algo intermedio (algo diferente de ainbos y Se busca una actitud de respeto hacia las diferencias, pero equili-
nuevo): un punto en el que se preserven los beneficios que han gana- brada por el respeto a las semejanzas, incluso a la igualdad, brindada
do los derechos humanos para los individuos, en el plano de las liber- por la equidad ajusticia. Debe haber la posibilidad de diálogo entre
tades, y se concilien con los que procuran los derechos comunitarios culturas, y eso exige la posibilidad de comunicación y comprensión,
para los grupos, en un plano de igualdad o equidad. De este modo, lo que a su vez exige que se pueda señalar lo bueno y criticar lo malo
por la tensión dinámica (e incluso dialéctica) entre ambas fuerzas, se de otra cultura (al igual que se hace con la propia frente a las distin-
producirá el mayor beneficio para la perspectiva de los individuos y tas), y que de ese modo una cultura pueda aprender de otra; si no, n o
la perspectiva de los grupos, cada una de manera diferenciada y pro- pueden escucharse y ni siquiera comunicarse; lo cual va e n contrade
porcional. la experiencia, es algo contraintuitivo.
Esto es factible, al menos en teoría, desde una perspectiva no pu- De hecho, la hermenéutica analógica puede ayudarnos a promo-
ramente absolutista ni meramente relativista, sino pluralista; con una
ver ese diálogo intercultural acerca de los derechos humanos. Estos
epistemología que nos permita aceptar que podemos comuiiicarnos
derechos son un límite para el relativismo y, por lo mismo, pueden
con las otras culturas -con una comprensión imperfecta pero sufi-
permitir un pluralismo, pero también dentro de ciertos límites. Los
ciente- y con una perspectiva moral según la cual podamos apren-
límites que ellos mismos han marcado, de respeto a la dignidad de la
der de la moralidad de la otra cultura a la vez quepodamos criti-
persona y de niínimos de justicia que se realizarán, claro está, en la ri-
carla. Sin estos requisitos sólo se dará un diálogo de sordos.10El
queza que les aportan los distintos modos de vida e ideales de
problema se centra, pues, en el diálogo intercultural, al que pasa-
que proceden de las diferentes culturas. Dicha hermenéutica analó-
remos ahora.
'"Sobre el problema del diálogo intci;uiltural, d. S. Arriarán - M. Beuchot, Filoso- ! l1 Cf. M. Walzer, T h e Coinmuiiita"an Critique of Libcralism",Political Tlieory, fe-
@, neobavmmg nrullin~ltirrolismo,México, h a , 1999. / brero de 1990.

l~
I
i
gica trata de salvaguardar dos intuiciones complementarias: la de que 8. HERMENÉUTICAANALQGICA Y FUNDAMENTACIQN
los derechos humanos requieren cierta universalidad para ser tales, y FILOSÓFICA DE LOS DERECHOS HUMANOS
la de que también requieren la pluralidad cultural, pues en ella son
tales. De esta manera, la hermenéutica analógica nos hace buscar un
universalismo no rígido, esto es, n o unívoco, sino analógico; y, ade-
~nás,un-pluralismo_n~de~shcado,~s~,~no equívoco, s i n o ~ l ó g j -
co también, ordenado y dúctil a la vez.

Después de exponer cómo una hermenéutica analógica puede ayu-


dar al planteamiento del problema del multiculturalismo y, sobre to-
do, al manejo intercultural de los derechos humanos, en este capítu-
De tal manera, resultan diferentes ideas de los derechos humanos de- lo toca presentar los aportes que puede hacer la hermenéutica y, más
pendiendo de que se los perciba desde el liberalismo individualista o -
concretamente, una hermenéutica analócica, a la fundamentación fi-
desde el igualitarismo comunitarista. Pero también hemos visto que es losófica de los derechos humanos.' Se ha llegado a pensar que la her-
posible combinar ambas fuerzas y reunirlas en un punto de tensión, menéutica, episterne de la tardomodernidad o posmodernidad, es de-
donde se tocan, produciendo derechos humanos que no renuncien a masiado disolvente, demasiado inclinada a lo particular y contingente,
los logros que han alcanzado paralos individuos, pero que tengan tam- por lo que no alcanzaría a resguardar la igualdad y universalidad que
bién una perspectiva comunitaria, y que superen ese momento en el se exige para los derechos humanos. Pero no toda hermenéutica tie-
que tales derechos -por el sesgo individualista y hasta egoísta que ad- ne ese carácter disolvente de lo igual y lo universal, a favor de la dife-
rencia y lo particular; eso se da sólo en las hermenéuticas que alcan-
quieren-, se oponen a la comunidad hasta lesionarla profundamente.
zan un relativismo y contingencias tan extremos que las colocan en el
También hemos visto que -si atendemos a los ideales de la Revolu-
ámbito de la equivocidad, esto es, de la hermenéutica equívoca o equi-
ción francesa: libertad, igualdad y fraternidad- los derechos huma-
vocista.
nos han estado muy polarizados hacia la libertad, y demasiado ocupa-
Ese giro equivocista se ha dado en la actualidad por la desconfian-
dos en avanzar en esa línea; no obstante han mejorado un poco con za que produce11 las hermenéuticas univocistas, todas ellas deseosas
respecto a la igualdad; pero donde menos se ha avanzado es en la fra- de alcanzar sin más la identidad y la universalidad, de manera clara y
ternidad, la cual apenas empieza a manifestarse auanque con otros distinta, completa. Frente a unas v otras. tratando de evitar sus exce-
nombres como solidaridad, amistad social o generosidad cívica. sos, se puede plantear una hermenéutica analógica que, sin caer en
el equivocismo, salvaguarde lo más posible la diversidad y, sin volver
a una pretensión univocista, salvaguarde lo más posible la universali-
dad. Esto será lo más que se pueda alcanzar, pero será, de todas ma-
neras, suficiente.
Asimismo, una hermenéutica analógica, aplicada al tema de los
derechos humanos, podrá reducir y reconciliar en cierta medida la
polarización entre los que exigen la praxis y desprecian la teoría, y
los que, desde la teoría, quieren una fundainentación rápida y ligera,
demasiado pragmatista, y desdeñan una fundamentación más antso-

' Para el coiicepto de esta hermenéutica,véase N.Conde Gaxiola, Hennenéulica anu


lógica, de/il~ici6ny oplirocioner, México, Primero Editores, 2002, pp. 37 SS.
pológico-ontológica, o hasta desconfían de ella. Veamos cómo puede so ni el concepto, nos mueve a insertar lo esencial en el devenir, en
hacerse esto. el cambio incesante. Allí reside su carácter eminentemente analógi-
co. Es decir, se impone una hermenéutica analógica.
Gadamer tiene un trabajo llamado Elogio de la te~ria.~ Allí 110s hace
ver el olvido en el que hemos sumido la labor filosófica.A muchos les
escandaliza no tanto la teoría, sino la cerrazón en la que otros han caí-
En efecto, hay siempre, en este punto de la fundamentación filosófi- do por la mala utilización de la teoría. Evitando ese extremo, se pue-
c a d e ~ l o derechos
s humanos, unxdBt?mi6ñy pugnaae~iGd;~fu;r. ~ ~
- ~-
dehacer una Iahoiúfil y~mnsistérifeenel2mEtoaela füñdaiiEeñfa-
zas: la teoría y la praxis. Por supuesto que la praxis es urgente, y que ción filosófica de los derechos humanos, la cual consiste e n hacerlos
la defensa y promoción de los derechos humanos es perentoria y de creíbles, en darles, como decía Eduardo García Máynez, d e acuerdo
primera necesidad. Pero también es necesaria la teoría. Incluso, po- con Leibniz, una razón suficiente, pues a cada derecho o a cada ley
demos aludir aquí a Dewey y la escuela pragmatista, para quienes no se le debe desvelar la razón suficiente de su existencia, aquello que le
hay tanta separación entre teoría y praxis, puesto que trabajar para la da legitimidad.'>En este caso, en que muchos de los derechos huma-
teoría es trabajar para la praxis y v i c e ~ e ~ sAhora
a . ~ bien, si aquellos nos no han sido todavía positivados, se puede hacer una labor de fun-
que se reconocen como "pragmatistas" no de$echan la teorización, , damentación en la dignidad del hombre y en sus necesidades más bá-
tendremos un motivo más pira pensar en la importancia de esta la- sicas, en su naturaleza misma, para justilicar y dar validez a esos derechos
bor teórica en cuanto a los derechos humanos, tan necesarios. y que se respeten mientras no estén positivados, y los mismos legislado-
De acuerdo con ello, fundamentar los derechos humanos es uaba- res los lleven lo más pronto posible a la positivación. También para eso
jar por mejorar su defensa práctica. Si hacemos caso a Foucault, el po- puede tener utilidad el estudio filosófico de los derechos humanos.
der está en pugna con el saber.3E1 poder siempre trata de ahogar el Así, la filosofía ayudará a la defensa práctica de tales derechos, a la
saber; incluso a veces para oprimir, el poder se disfraza de saber; pe- educación de éstos, etcétera. Y es que, en efecto, lo que ganemos en
ro siempre acaba por descubrirse y desenmascararse. Por eso es nece- conciencia lo ganaremos en acción. Si mejoramos nuestras teorías,
sario poner al verdadero saber frente al poder para resistirlo. Se tra- mejoraremos nuestras prácticas. Ya Marx hablaba de que una activi-
ta de mejorar el conocimiento de las tradiciones, las culturas, los dad sin buena teoría es una praxis a ~ é f a l aPero,
. ~ por lo demás, laver-
contextos, iodo lo cual nos lo da la hermenéutica. tiente practicista, aun cuando acepte hacer teoríade los derechos hu-
Ello implica abarcar lo cotidiano, los prejuicios, las verdades reci- manos, esto es, darles una fundamentación filosófica, utiliza la
bidas y las certezas culturales. Estamos en un mundo multicultural. hermenéutica para debilitar a la ontología; en efecto, cree que la
La hermenéutica nos ayuda a integrar lo particular con lo general. In- pragmática está tan cargada de convencionalismojamesiano, y la her-
cluso a sacrificar o a renunciar un poco a la propia individualidad en menéutica tan cargada de nihilismo nietzscheano que, aplicadas a la
aras de la colectividad, para dar sentido a lo individual en el seno de ontología, la debilitarán o desconstruirán hasta el punto d e hacerla
lo social. Los derechos humanos tienen unadiinensión universal, pe- desaparecer.
ro también una dimensión histórica. Hay que encarnar los derechos Por otra parte, no se necesita una formación de sociólogo o de an-
humanos en los contextos particulares, en las situaciones concretas. tropólogo para tener un poco de sensibilidad para la etnografia, pa-
En eso consiste la analogicidad. Ella nos hace no traicionar el proce- ra el estudio de poblaciones, comunidades, grupos. De esta manera,
se ve el tipo de interacciones que se dan en la comunidad, en este ca-
' Cf J. M. Estebaii, La oitica p r q p ~ < ~ i i sde
l nlo mltum. Elwnyos sobm elpmensa~>iimlode H.-G. Gadamer, "Lobder Theorie", GeravimelteWerke,Tiibingen, J. C. B. Mohr (P.
JoltnDmq, Heredia, Universidad Nacional de Costa Rica, 2001, pp. 83 sr. Siebeck), Band 4, 1987, pp. 3741.
S En el sentido de que el poder manipula la verdad, o la usa para sus fines,o la im- I E. Gai-cia Máynez, "El derecho natural y el principiojurídico de raz6n suficiente",
l
p o n e Cf. M. Foucault, "Diálogo sobre el poder", en el mismo, Es1éfica.élicay heimenélr- ReuirfoJuIidica Veramane, 1959, pp. 369-378.
rica, Obras esenciales, vol. 111, Barcelona, Paidós, 1999, pp. 59 ss. A. Sá>~chezVkzquez, Rlmafic de lepraUs, 3a. ed., México,GnJalbo,1973, pp. 170-171.
i
80 HERMENÉUTICA ANALÓGICAY FUNDAMENTACI~NFILOS~FICA

so, en una comunidad epistémica. Hay diferentes posturas en nues-


hacer válidas para sí mismos y para los demás esas prerrogativas. Se
tro medio intelectual y académico, en las que se acepta o se rechaza trata, más bien, de un sujeto saludablemente debilitado o desconstiul
la fundamentación filosófica de los derechos humanos: desde los que do, como quisieron Foucault, Derrida y V a t t i m ~pero ; ~ también, y a
la consideran superflua, por imposible o por innecesaria -los dere- diferencia de ellos, un sujeto reconstruido a partir de su experiencia
chos humanos fueron~ositivadospor la Declaración de 1948- pasan- de la aniquilación que le propinan los negadores de los derechos. Así
do por los que la ven basada en consideraciones pragmáticas; hasta se debilitaba al enfermo, coi1 una sangría, con una pérdida en esa
los que opinan que hace falta llegar a lo ontológico. Personalmente fueiite.deenergía,precisame-ntc para-que encontrara el justcicqüili-
-
~-
_ ~ 4 n e _ c o l o c entre
o e s t o s ~ ú l t i m o s ; D e ~ t u d ~ n ~ a T a s ; &rarqG,
~eSeO brio de sus humores, el temperamento, que no significa otra cosa si-
en este tiempo en que se rechazan todos los fundamentos fuertes, lo 1x0 lo bien temperado, lo templado, lo que le conducía a la templanza,
que aquí veo como posible es un fundamento débil, o al menos debi- a la prudencia o frónesis; esto es, lo que estaba bien proporcionado;
litado. No un fundamento fuerte, prepotente y monolítico. No pue- y, en definitiva, la proporción es la analogía.
de serlo, desde el niomento en que no es univocista. El univocismo Al reflexionar sobre los derechos humanos, no podemos desconocer
de la modernidad fue en verdad el pretendido fundameiito fuerte, en las estructuras sociales, económicas y políticas en las que se realizan; hay
el que ahora nadie quiere creer, aunque no llegara a caer en el otro que tratar de tomarlas muy en cuenta. Pues es completamente distinta .
extremo de algunos posinodernos, cuyofuiidamento es tan débil y di- la praxis de tales derechos dependiendo del estamento social de que
solvente que resulta equívoco, equivocista, es decir, relativista en ex- se trate: es diferente según el plano que ocupa el individuo dentro del .
ceso. Un relativismo sin ciertos límites muy precisos haría imposibles todo de la sociedad.
los derechos humanos. Por eso se trata, más bien, de una fundamen- También aquí una hermenéutica analógica nos ayuda a replantear
tación no dura y cerrada, sino abierta, dialéctica, integradora. Esto se correctamente la discusión. En concreto, puede ser muy útil para el
logra huyeiido de la univocidad y la equivocidad, y dirigiéndose ha- desarrollo de la problemática derechos individuales-derechos colec-
cia la analogicidad. Una hermenéutica analógica lo hace posible. En tivos; por ejemplo, en el caso de los derechos indígenas. Nos referi-
efecto, una hermenéutica tal es mediación, y por ello es integracióii mos -como ya hemos visto- el problema del multiculturalisino que se
y dialecticidad y no puede, por tanto, pretender una definitividad ce- da en nuestras sociedades,y a la búsqueda de un pluralismo cultural
rrada ni un metadiscurso o metarrelato acabado. Lo inscribe todo en que no elimine las diferencias, pero que a la vez incorpore lo más po-
un proceso. sible la igualdad, esto es, las semejanzas -necesarias y aun convenien-
/
De hecho, la hermenéutica nos enseña que toda interpretación es 1 tes- para que haya igualdad ante la ley y la distribución: que haya su-
autointerpretación, necesita comenzar como autoconocimierito y au- ficiente igualdad o semejanza, para lajusticia; pero también suficiente
toaplicación. Por ello, hay que reflejarnos en nuestra reflexión, para diferencia en cuanto a los ideales de vida o formas culturales.
ver cuál ha sido nuestra teoría y nuestra práctica en relación con los Este replanteamiento demuestra, entonces, cómo una hermenéu-
derechos humanos, sobre todo nuestra práctica docente, pedagógi- tica analógica puede ser aplicada en concreto a la fundamentación
ca, en cuanto a la educación en derechos humanos, que debe promo- de los derechos humanos. Veo algo muy importante e interesante:
l
verse incesantemente. 1 utilizar la hermenéutica analógica para superar la univocidad del
Ni sustancia pura ni proceso puro, sino algo en proceso, en dina- / liberalismo o neoliberalismo, así como la equivocidad de ciertos co- j
micidad, que es a lo que nos obliga una hermenéutica analógica apli- ! munitarismos que parecen inclinarse al relativismo. De esta mane-
cada a la fundamentación filosóficade los derechos humanos. No nos
centramos en un modelo de sujeto puro, autoposeído, diáfano y cris-
/ ra, la hermenéutica analógica nos ayuda a mediar e integrar derechos
colectivos (por ejemplo, los derechos indígenas) y derechos individua-
!
j

talino, como quería ser el sujeto cartesiano. La teoría y la praxis de les. Estos últimos han sido el modelo de los derechos humanos, y se
los derechos humanos nos enseñan un sujeto distinto, un sujeto de /
l
pueden fusionar, en un cierto mestizaje, como derechos humanos co-
derechos humanos, dinámico, en continuo movimiento, tratando de l
c " Cf. G Aineiigual, Modernzdody nlrv del sulelo, Madrid, Caparrós, 1998, pp. 60 ss.
I
lectivos, derechos humanos indígenas, etcétera. Hay allí todo un cam- zan la fijeza necesaria para no quedar en el nomadismo absoluto, a
po por explorar. pesar de su movilidad; y tienen la estabilidad suficiente para dar el co-
nocimiento o luminosidad que aqní es alcanzable. Allí tenemos onto-
logía, una ontología inalógica, que no es dura y maciza, pero tampo-
co tan débil que resulte inutilizable.
Con ello tenemos un fundamento resistente y dúctil a la vez, un
((:óiiio ~>t~t:rle ;iiinlí,gic;i :i 1.1 iiiiirlniii~:iit:t-
;iyurlnr uii.1 Iiei-iiieiiCittic~t fundament(~ailal6gica,esdecir, ontológico y también hermenéutica,
cióii filos0fic.i dc los <leictl i o ~Iiuinitnos? SC#<III Iit:~iiosVISIO, la Iie~.- al mismo tiempo. Para asentar en él no sólo la fundamentación, sino,
menéutica y la pragmática flexibilizan la ontología. Casi iba a decir más aún, la fundación, de los derechos humanos. Curiosamente, aquí
que la desconstriiyen, pero es algo diferente, pues también hay que se cumple la función del símbolo, el cual es bifronte, pues tiene una
desconstriiir a la desconstrucción, y con ello se reivindica, pero den- cara hermenéutica y otra cara ontológica. Desde lo lingüístico, lo
tro de límites, la ontología. (Deberíamos probar desconstruir la des- cultuxal, lo ~pistemológico,,nosconecta con lo onto!Ógico; nos vin:
construcción, y veríamos que nps queda una ontología limitada, ana- cula con la realidad, nos hace tocar la naturaleza, d e manera sutil
lógica.) De esta manera, se nosha dicho, la hermenéutica (con esa y delicada, con cierto desengaño barroco; pero con la suficiente
vocación nihilista que le s e ñ a l a v a t t i m ~debilita
)~ la ontología. Pues energía como para atraparlo. La analogía es humilde pero esforza-
bien, la analogía desconstruye la desconstrucción, debilita la debili- da, pobre pero generosa; de su generosidad cognoscitiva nos entre-
dad del pensamiento débil. Mas, ¿cómo decir lo que resulta de ello, ga una captación del ser que no tiene la pretensión de las ontolo-
de esa doble negación, de esa doble destrucción (destrucción de la gías univocistas, modernas, mas tampoco la desesperación ni el
destrucción)? No parece haber todavía lenguaje apto para ello; se di..
escepticismo de las antiontologías que, en realidad, son antologías
ce con balbuceos, con aproximaciones, con analogías. Por eso la ana-
equivocistas. (En su equivocidad se devoran a sí mismas.)
logía, aun cuando debilita la ontología, también la sostiene, es la que
Vemos, pues, que la Iiermenéutica analógica puede tener una im-
le da sustento, sustancia. La sostiene dentro de sus límites, con el de-
portante aplicación a la fundamentación de los derechos humanos.
bilitamiento que se quiera, pero también con la fuerza suficiente pa-
En primer lugar, la hermenéutica nos ayuda a comprender al hom-
ra que puedan mantenerse estructuras, dinámicas y flexibles, fluidas
bre, y de esta manera conocer lo más posible sus características, ne-
a la vez que capaces de dar cuenta de aquello que se antoja en la ac-
cesidades y deseos, para plasmarlos y reflejarlos en los derechos hu-
tualidad inaprensible: las naturalezas.
manos que se vati estableciendo. Le encontramos, así, una
Así, una hermenéutica analógica hace a la ontología más débil, pe-
fundación o fundamentación iusnaturalista; pero de un iusnatura-
ro allí la analogía, el conocimiento analógico, es un abatimiento de
lismo analógico, el cual, mediante una hermenéutica analógica, co-
las fuerzas del conocer, un reconocer que nuestro conocimiento de
necta el lado ontológico con el lado deontológico, el hecho y el va-
lo ontológico es limitado y defectuoso, con deficiencias muy grandes
y pesadas (una especie de Aufhebung hegeliana) . Dolor enorme, por- lor, el ser y el deber ser. Esto nos hace darnos cuenta de que, lejos de
que la especulación decrece y decae. Uno de los símbolos del cono- cometer falacia naturalista -que prohíbe pasar del ser al deber ser,
cer analógico es el espejo; pero es un espejo imperfecto, antiguo y del hecho al valor-, Iiacemos algo muy necesario y pertinente, como
opaco, borroso (como el espejo barroco, pues es un tema del barro- es estudiar e interpretar la naturaleza humana, para poder extraer de
co el de los espejos, antes que de Borges). De modo que los concep- ella los verdaderos derechos humanos, y no otros que son meramen-
tos casi resultan simulacros (cosa cercana a Deleuze), pero no; alcan- te inventados por nosotros, y a veces en detrimento de las personas
mismas.
S G. Vattimo, "Metafisica,violencia, secularización", en G. Vattino (comp.), La
Además, a pesar de que se ha pensado que la hermenéuticava ani-
<le lafilosofia. Hermenéutica y porniodemidad, Barceloiia, Gedisa, 1992, pp.
sen<¿a?izació% t quilando la ontología, aqní, gracias a una hermenéutica analógica, te-
63-88. nemos la conservación de lo ontológico gracias a lo hermenéutico,
Gadamer y Habermas piden para la interpretación, y también el ca-
pero lo ontológico ubicado en sus justos límites; es decir, sin las pre-
rácter reflexivo, que le adjudica R i c ~ e u r .Es' ~ decir, tiene un aspecto
tensiones de claridad y distinción, d e universalidad y absolutez que le
dio la modernidad univocista; pero sin caer tampoco en el nihilismo de consenso, pero no se queda en él; lo implica, pero no se reduce a
caótico de la posmodernidad equivocista. Una hermenéutica analó- él; conduce también, por la igual exigencia de profundización (in-
gica nos hace buscar, pues, una fundamentación moderada y matiza- trospectiva), a la parte reflexiva, que ata de manera más fuerte la co-
da, no pretenciosa y hegemónica; pero con la idea de un fundamen- rrespondencia con larealidad. Consenso que apunta a la correspon-
to suficiente, matizado y moderado, analógico; es decir, con bastante dencia, verdad pragmática que se ata a la verdad ontológica y
- -capacidad~desustmtadoñ;perocons~iented~~qü~~~laSas~detod~s semántica,-ontosemántica. -- ~ ~-
~ ~~~ ~

consigo, que tiene debilidades y oscuridades. I: pese a ello, da una Una hermenéutica analógica nos da, asimismo, una universalidad
fundamentación moderada a la vez que suficiente: hermenéutico-on- suficiente para los derechos humanos. No es una universalidad indi-
tológica. ferenciada, sino matizada, atenta a las particularidades de los hom-
Recientemente, algunos han querido ver una lucha a muerte en- bres en sus diversos contextos. Trata de conjuntar lo universal y lo par-
tre hermenéutica y ontología. La hermenéutica devora a la ontología, ticular, logrando un universal matizado, como es la condición de la
y viceversa; si la hermenéutica'prevalece, la ontología tiene que mo- analogía -la cual es equilibrio proporcional-, a saber, uno que re-
rir, aunque s,$a de muerte lenta, como lo han sentenciado algunos se- cupera las notas más reconocibles en los individuos. Es un universal
guidores de Nietzsche, tales berrida y Vattimo."ero q t o no ocurre análogo, o analógico. Es parecido a lo que Hegel buscaba como uni-
en una hermenéutica analógica. Con su lado hermenéutico, pondrá, versal concreto, aparentemente contradictorio; pero tal vez va más
sí, una inyección de nihilisnlo, desconstrucción y debilitamiento a la allá, pues se trata de up universal que tiene fuerza extensiva de uni-
ontología; pero su lado analógico la salvará, la dejará sustentarse, es- versalidad, mas también fuerza intensiva de atención a los particula-
tar sostenida, y pujante, lo que baste para aportar la mencionada fun- res de los que surge y de los que depende. No, pues, una universali-
damentación, sin que se extralimite en sus pretensiones de dureza y zación a priori, sino a posteriori. (Más allá de la superación que quiso
abarcamiento. Será limitadamente débil y desconstruida, esto es, se- hacer Iíant del racionalisino y el empirismo, en el trascendentalismo,
rá limitadamente fuerte, y será limitadamente abarcadora, universal, pues él se quedó todavía en lo a priori) . Universales analógicos, esto
con una especie de humildad producto de la humillación que se le es, matizados, atentos a los individuos o inferiores, como es la abstrac-
ha conferido. ción analógica, que no puede realizarse prescindiendo completamen-
Esta fundamentación tiene, así, una parte hermenéutica, pero tain- te de los particulares, por lo cual incluso ha sido considerada como
bién una parte ontológica. Su parte hermenéutica es el proceso de abstracción imperfecta. No se puede hacer sin mirar hacia abajo al su-
comprensión del ser humano, por el cual profundiza~nosen el cono- bir, no se puede hacer sin conservar la representación de los indM-
cimiento de su naturaleza, y ello nos permite no sólo captar la digni- duos, de sus notas principales; tampoco tiene la capacidad de preci-
dad humana que sustenta la vigencia de los derechos humanos, sino sión o de identificación que los universales unívocos, que borran toda
también las propiedades o características esenciales del hombre, de diferencia, y por lo cual son los que darían una abstracción que po-
modo que podamos también detectar qué necesidades y deseos pro- dría ser llamada perfecta. Se considera más perfecta la abstracción
fundos tiene, lo cual ayudará a establecer los derechos humanos que mientras mejor anule las diferencias; pero esto también es empobre-
le convienen, tanto individuales como colectivos. Surgen las genera- cer el conocimiento; es decir, así como enriquece el lado extensivo
ciones de derechos cadavez más abarcadoras y profundizadoras de lo del conocer, también empobrece el lado intensivo de éste; con todo,
que es el hombre, tanto individual como colectivamente. tampoco puede tratarse de una abstracción equivocista, relativista, tan
Una hermenéutica analógica reúne el aspecto de dialogicidad, que pretenciosa por conservar las diferencias que acaba por impedir lo
general, en un nominalismo insostenible, contradictorio; se queda .,

Cf. M. Berciano Villalibo, Debate ni toma a loposmadwnidad.Madrid, Síntesis, 1998,


'O P. Ricoeur, Auiobio~afio infdih~al,Buenos Aires, Nueva Visión, 1997, pp. 14 ss.
pp. 117-148.
particularista y contingentista, a la manera de Ror~y.~lNo puede pres- 110se da cuenta de que es su verdad, una de tantas, producto de la in- ,
cindir suficientemente de los particulares, de los iiidividuos y, coi1 terpretaciói?).
ello, no nos permite llegar a conocer con alguna cientificidad. En Tiene, así, la hermenéutica un supuesto autropológico-filosófico,
cambio, una universalidad analógica nos da la capacidad suficiente un supuesto de filosofía del hombre. Es decir, sólo cierto tipo de pro-
para unificar, esto es, para abstraer o prescindir o superar las particu- puesta antropológica, sólo cierto tipo de seres humanos posibilitan la
laridades; pero también nos da la capacidad suficiente para n o trai- interpretación, la hermenéutica: hombres conscientes de su vocación
cionar esas particularidades, sino para alcanzar una generalidad a b a ~ de comprensión -dada en un proceso arduo y sostenido-, que tratan
cadoray atenta a los matices. Ello nos permitirá seriedad abierta, unir de profirildizar cada vezmás; hombres~que~ y e eon d l m i t e e n t r e 1 0 ~-~-
~~ ~

p ~ ~ ~~
- ~ ~
lo narratol6gico~con~loontológicoisin~que~se~~dest"ya~,~Kfiqü&CZ~~particular y lo universal, lo contingente y lo necesario, lo inseguro y
dose mutuamente. Universalidad obtenida a partir de lo narrativo, pe- lo cierto.
ro que lo supera con tanta delicadeza que no lo destruye sino lo re- La hermenéutica se centra, además, en una propuesta ética y.pol:-
cupera, incluso lo supera, lo mejora. tica, pues sólo en cierto tipo deiituación política (la democrática) es;
posible la hermenéutica, no así eii una situación de opresión en
que no se puede interpretar, pues se impone el dogma. El tirano per-
cibe, no interpreta; cree que no hay interpretación, sino captación in-
mediata y pura de la verdad, y la impone. . . .
En una postura hemenéutico-analógica, hemos de atender mucho a También la hermenéutica tiene presupuestos éticos, ya que impli-
las relaciones de poder, como canto insistía FouLault. No podernos ca verdaderas virtud& que hacen posible la buena interpretación, co-
darnos el lujo de desatender a la realidad, y ésta contiene muchas rno la curiosidad ante los significados míritiples, el arrojo ante el texto,
relaciones de poder que llega11 a viciar el saber. Más aún, si nos in- pero, a lavez, la humildad frente a la propia inlerpreracióil, la veracidad
teresa el saber, y un saber que n o sea u.na máscara del poder, sino al mismo tiempo que la honestidad con nuestros errores interpretativos,
un servicio a los seres humanos, para mejorar las condiciones de vi.. etcétera.'Z Hay factores, n o sólo metodoló-,icos o episreino!ógicos, qu.e
da, es preciso no perder la advertencia de que muchas veces, incluso son condicionantes de la interpretación.
subrepticiamente, se infiltra el poder en el saber. Más vale tomar en
Por eso la hermenéutica nunca ha de soslayar ia advei-lencia acer-
cuenta esa variable, para poder evitar su intromisibn.
ca de la intromisión de las relaciones de poder en ¡.u situación inter-
Y es que el poder, la iinposición y la violencia son lo más opuesto a prerativa; pero tampoco la de nuestra propia capacidad ¿e auloengz.
la hermenéutica, y más aún a una Iiermenéutica analógica, como la no, y estar vigilante. Ejercer la sospeclia, pero hacia todas partes. Y;
que aquí se desea. En efecto, la hermenéutica es como la retórica: su-
como nos lo enseña Guillermo Hurtado, una sospecha analógica, que
pone u11 hombre libre, supone coino contexto la democracia, en la
no nos ate ni nos abrume, sino que nos haga avanzar cauteelosainei?-
que puede haber libertad de pensamieilto. La asfixia el poder, n o
te, pero sin perder toda confianza en el I~ornbre.'~
puede darse en un ánibito en el que no hay suficiente espacio civil
ni suficiente aire de renovación. No hay nada más adverso a la in-
terpretación que el poder, en el sentido de opresión y violencia; n o
hay nada más opuesto a la hermenéutica que la tiranía. El poder im-
pone su interpretación, la única, excluyente de cualquier otra. Ni si-
quiera es interpretar; pues, en e l o n d a , el poder n o interpreta, sabe, l2 Cf. A. Domiiigo h4oratalla, El ane depioder no rener razón. La hemmiéuficadialógm
conoce la realidad, posee la verdad, y la impone dogmáticamente (y d c H - G,Gadamer, Salamanca, Ed. de la Uiiiversidad Paiitikiade Salarnancz, 1991, pp.
310 SS.

" R. Rorty, Codingencia, ivmidy solidaridad, Barceloiia, Paidós, 1991, pp. 25-27. " Cf.G . Hurtado, '"Hermeiiéuticaanalógicay sospecha", A. Velasco (cornp.),Jmo-
das & 1wn)enéutica analógica, México, bv~ht,2003.
7

88 HEWENÉWI~A ANAL~GICAY FUNDAMENTACI~NF ~ L ~ ~ ~ ~ ~ ~

EVALUACIÓN 9. DERECHOS HUMANOS, FILOSOF~ADEL HOMBRE Y


HERIVIENÉUTICAANAL~GICA
En suma, una fundamentación filosófica de los derechos humanos,
p o r teórica Y alejada de la praxis que parezca, tiene una utilidad enor-
me: nos hace más conscientes de aquello que intentamos, nos ayuda
a saber cómo lo alcanzaremos de mejor manera en la actividad con-
- ~ r e t a . ~ E s ~ ~ t i e n e ~ l a ~ v e n t a j a ~ d e PmTmIENTO-~~~- h a c ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ -~
~ ~

de ayudarnos a transmitir esa conciencia a 10s demás; así pues, para


educar en el tema de los derechos humanos, hemos de tener muy En este capítulo intentaremos sondear las bases de la filosofía del
claro su concepto. hombre o antropología filosófica que subyacen a la idea de los dere-
Para esa fundamentación nos ayuda la hermenéutica y, más preci. clios humanos. Es claro que se trata de una base de índole iusnatura- ,
=mente, una hermenéutica analógica. Ella nos permite pagmatizar lista, pero sin dejar fuera la base iuspositivista, en cuanto se trata no
Y agilizar la fundamentación, a fin de que pueda plasmarse en las sólo de los derechos del hombre por el hecho de ser hombre, sino
sitivaciones conducentes; pero también evita que se diluya toda su car- que también estos derechos necesitan de positivación. Detrás de ello
ga olitoibgi>a, con lo cual tenemos acceso a una profundización en se encuentra, pues, una base antropológica híbrida, que ve lo natural
el sustrato ontológico de tales derechos, de modo que alcancemos sus pero también lo cultural. En la dimensión naturalista se trata de una
raíces ?aturales, su raigambre en la naturaleza humana, D~ esta man. antropol6gía conectada con la ontología, que se plasma como filoso-
era, se unen lo positivo y lo natural, lo positivista y lo naturalista, he- fía personalista, ya que la noción de persona es aquí eminentemente
neficiándonos con la riqueza que nos parezca aceptable. ontológica, y no tanto social o cultural.'
Pero no se le puede desconocer su inserción en lo cultural, y por
ello también se trata de una antropología filosófica que atiende a la
dimensión culturalista. En este sentido, desembocamos en la conside-
ración de la cultura, esto es, de la realización de los derechos huma-
nos en cada cultura, atendiendo a las diferencias culturales que éstos
adquieren según el contexto. Esto nos obliga a plantear los derechos
humanos en un ámbito rnulticultural, que es en el que nos encontra-
mos. Aquí, los derechos humanos pueden ser diversamente entendi-
dos, y hay que tener ciertos criterios para dilucidar sus modificacio-
nes y poder respetarlos lo más posible sin renunciar a esavocación de
universalidad que tales derechos poseen. En todo ello, creemos que
una hermenéutica analógica será la apropiada para salvaguardar esas

1 Sobre la recuperación de la ontologia o metaiísica para los derechos humanos,


dice Javier Muguerza: "La conquista histórica de los derechos Iiurnanos, hecha po-
sible gracias al disenso de individuos y grupos de individuos respecto de un consen-
so político previo que les negaba tales derechos, debe 1x0 poco -en mi opinión-
a esa clase de motivaciones rnetafisicas sin las que resultaría muy probablemente .
inexplicable" U. Mugiieria, respuesta a la "Encuestamundial sobre la sitiiación de
la filosofia al final del siglo u",R. Fornet-Betancourt [cooi-d.], Quo uadU, Pl~ilosopliie?
Antruortm derPhilosopha. Dokumatation einei-Weltl~mJ~ap, Mainz in Aaclien, Wissens-
chaftsverlag, 1999, p. 212).
[S91
DERECHOS HUMAI\'OS,FILOSOP~A
DEL HOMBRE Y H E R M E N ~ L T T I ~ A 91

diferencias, en la medida en que no afecteti demasiado la universali- el hombre tiene además una intencionalidad muy peculiar: tiene una
dad de los derechos humanos mismos. intencionalidad interpretativa. Llámese animal simbólico (E. Cassi-
rer) o animal hermenéutico (Luis Cencillo), el hombre manifiesta es*
capacidad de interprear de dos maneras muy contundentes: duda y
di~tin~ue.2 Duda, porque se plantea problemas de manera muy dife-
rente del animal, que parece dudar ante dos estímulos diferentes,
~ E n s l h d o d e ~ l ateoríabe l ~ d ~ e ~ h o o ~ ~ s h
-- y - uque,~por~ ejemplo,
~ ~ le~ atraen ~ ~igualmente
1 ~ (la famosa folie de doutedel as-
tropológica que conecta coi1 iina base ontológica, doble fundamen- ~ e B u r i d á n ; q u e ~ a p a r e c e c o m o e j e m p l o e los
n rnanuaks8ysenxe:
to que viene a ser el mismo, idéntico en su inserción en la realidad re de hambre ante dos montones de paja igualmente apetitosos, al no
coiistituyente de lo humano. La idea de los derechos humanos invo- saber por cuál decidirse; pero eso sólo ocurre en el ejemplo, pues eii
lucra una idea del hombre como icorio del universo, como microcos.. la realidad el asno seguirá su instinto y comerá cualquiera de ellos).
mos, como dechado y prez de todo, pero también como guardián de El hombre, a diferencia del animal, duda hasta de su propia existen-
cia, como los escépticos académicos y Descartes. Y tambiéil distiiigue;
-
éste, con laobligación bioética y. Piobrí-dica de p r o t s e r iá?Cosas. Es ..
el hombre pastor del ser, como quería Heidegger; pero eso lo mani- pues la distinción, aplicada a los problemas y a las proposiciones, lle-
fiesta también como guai-dián del orden natural, evitando la extrali- va a evitar el equívoco y también a sortear la univocidad; se tKaLa de
mitación; pues, si no, lo que haga se tornai-á antinatural, enemigo de un acto eminentemente analógico. Distinguir es aplicar la analogici--
la naturaleza, y acabará por dañarla. Mas con ello la daña y se daiia a dad, respetar la diferencia buscando lo más que se pueda alcanzar de
sí mismo, pues todo está iconizado con él, lo refleja, lo representa, y semejanza.
lo pone en todas partes; pero también el hombre tiene que iconizar- El honibre es un ser analógico, vive en las lindes, en los linderos,
se con lo iiatural, guardarlo y respetarlo, para no romper sus Iíinites, eii las fronteras; es capaz de habitar esa tierra inhóspita, tierra de na-
para conservar en una medida coiiveniente el orden. Esto lo vemos die, que es la de los caminos y de las encrucQadas. Capaz de un no-
madismo que, sin embargo, no se reduce a lo que para él qoi-- ~ i De-
e
elocuentemente en la ecología, que nos obliga a respetar los derechos
que tiene el hombre de tener un mundo circundante, un medio ain- 1euze:s nomadismo de tránsfuga, sino movilidad del desarraigado, del
biente habitable. que liabiia una ciudad fronteriza, borrosa y esquiva. Eii parajes bn):
Por eso hay que aplicar aquí una hermenéutica aiialógico-icónica, inosos vive el hombre, sin encontrar claridad en los contornos, sino
porque la analogía y la iconicidad se correspoiiden, y vienen a ser lo saliendo de las sombras de los claroscuros;paisaje analógico, en el o , e
mismo; son semejanza representativa, modelo y paradigma, como el todo parece tocarse sin fusionarse. Eri paisajes casi irreales camina:
botón de muestra; porque el hombre es el análogo del universo, su mestizos, híbridos, iiidecisos, no por la indecisión de la iiaruraleza,
réplica más fiel, aunque por muchos motivos imperfecta. Defectuosa que puede llevar a la monstruosidad y a la perversión, sino indecisión
como es, tiene, sin embargo, la potestad de reflejar el mundo, en to- de la prudencia, por cautelosa precaución, que distingue poco a po-
dos sus reinos, en todos sus rincones, incluso en todos sus entresijos. co, para poder actuar con fuerza suficiente.
El hombre, pues, según esta antropología filosófica mestiza y ana-
Esto marca la miseria del hombre, pero también su grandeza. Su mi-
logista, es un ser de analogías, de horizonte, de confín. Tiende a los
seria, porque muchas veces no da muestras de sustentar dignamente
confines de las cosas, que son los modos, los límites, que confieren la
esa representacibn del cosmos (injusticias,guerras, odios y toda suer-
moderación, la pond&ación, la proporción, la analogía. Ella es la que
te de desequilibrios); pero grandeza también, pues muchas veces se
en realidad nos da la fundamentación, o fundación, de los derechos
ha levantado del lodo en que estaba inmerso y, alzando bien la fren-
te, se ha lanzado a proteger todo aquello que lo circunda. Esta idea es de mi amigo Ricardo Blanco Beledo.
El hombre es un ser intencional; con esto n o se dice gran cosa, Esto se conecta con la noci6n de devenires, de este autor Cf. G. Deleuze - C. P i t r
pues todos los seres vivos son en alguna medida intencionales. Pero net, Diálogos.Valencia, Pre-textos, 1'380, pp. 109 SS.
92 DERECHOS HUMANOS,
~ L O S O E MDEL HOMBRE Y HERMEN~UTLCA
DERECHOS HUMANOS, FILOSOFL\ DEL HOMBRE Y HEICMENÉ~TICA 93
hiimanos. El conocimiento analógico es el acto fundacional de éstos,
PERSONALISMO Y DERECHOS HUMANOS
que lleva al acto' de la prudencia y al acto de la justicia, analógicos tam-
bién, es decir, mesurados y equitativos. Una antropología filosófica, en
Además de Emmanuel Mounier, Jacques Maritain apoyó el persona-
la que el hombre es ese mestizo o análogo, resulta de la conjunción de
lismo; un personalismo cristiano, como el de Cahriel Marcel, Lucien
la ontología y la hermenéutica, las cuales nos brindan ese adecuado
Jerphagnon y Waurice N é d ~ n c e l l ePero
. ~ tainbién encontramos un
fundamento de tan importantes derechos. En la conjunción de natu-
~-~ personalismo muy interesante en los judíos Martin Buber y Emma-
ra y cultura,lla línealfdthfe-entre-el-lenguajeyelsei;en-el~eruee~ -- - -, --
nuel Levina~.~Ell¿Kn¿is ayudarána precisar~nuestropropiopersona-
del sentido y la referencia, se halla ese fundamento que tanto hemos lismo. Tanto losjudíos como los cristianos, al beber de la fuente de la
buscado. Escritura, tienen un personalismo y un humanismo que está basado
Hay que decir que el sentido necesita de la referencia para ser en el amor. Centrémonos, para mayor sencillez, en Mounier y en Le-
completo; es verdad que el sentido es vía hacia la referencia; pero, vinas.
una vez que la ha encontrado, se liga a ella indisolublemente-en ese Mounier nos presenta un personalismo que pretende ser tanto in-
caso concreto-, y necesita de ella, para no dispararse, para no perder- dividual como comunitario; es decir, no sólo individual, o individua-
se. Igualmente, el lenguaje nos manifiesta el ser; pero, una vez que lo lista, como parece haber ocurrido en el humanismo del renaciinien-
ha manifestado, éste requiere del ser para saber qué es lo que expresa to, sino uno distinto, por lo cual nos llama a un nuevo renacimiento,
y comunica, cuál es su contenido; para no perderse. De modo parecido, a un nuevo humanismo. Mounier pondera la libertad, pero como
la hermenéutica es la que puede hacer pasar de una consideración fe- compromiso con el otro, con el nosotros de la comunidad.
nomenológica auna ontológica o metafisica;pero, en esamisma media- En su reflexión, Mounier tiene muy en cuenta dos vertientes: la
ción que realiza, la hermenéutica se aferra a la ontología, para llegar a marxista y la nietzscheana. A Marx pretende darle respuesta en su es-
su referente; para no perderse. Y, finalmente, en la cultura se hace con- crito Raiolun'ónpersonalista y comunitaria, donde aborda el asunto so-
creta la natura, es allí donde propiamente existe; pero también se da a cio-económico. Allí muestra que tanto el capitalismo como el marxis-
la inversa: la cultura sólo existe como respuesta a la natura y, por ello, mo han fallado en entregarnos al hombre como persona, lo han
tiene que oírla, atender a ella, para no perderse. vuelto falsa individualidad o lo han masificado. A Nietzsche pretende
De esta manera, una hermenéutica aiialógica aplicada a la com- darle respuesta en su escrito Elpersonalismo,donde aborda -aunque
prensión de los derechos humanos nos dará una mediación entre el de manera no directa- la cuestión del nihilismo y el sinsentido. Allí
tiaturalismo y el culturalismo. Tan increíble es que todo esté ya dado muestra cómo se puede escapar de esa situación de postración; se tra-
por la naturaleza como que todo esté moldeado por la cultura, sin to- ta de salir al otro, y sólo en esa vinculación afectiva y efectiva se pue-
mar en cuenta la natura; ésta es la materia que aquélla informa, que de dar un senrido a la vida.
estructura. Eso nos dará también una apertura pluralista al multicul- En Levinas, el personalismo se plantea como una necesidad, ya que
turalismo, de modo que nos afaiiemos por preservar lo más posible el hombre está, antes de decidirlo él, vinculado con el otro hombre,
las diferencias que los derechos humanos adquieren en culturas dis- su prójimo, por el compromiso que con él adquiere desde antes de
tintas, sin que se aniquilen las semejanzas y se presione para salvaguar- tenerlo enfrente. El rostro, la mirada, son las manifestaciones y el tes.-
dar un mínimo de universalidad, de acuerdo con la vocación univer- timonio de esa responsabilidad previa. Pero no es un personalismo
salista que tienen desde sus orígenes. Y en ese momento es cuando
desemboca el gran río de la cultura en el mar del ser, el ámbito natu- "1 personalismo de Ernmaiiuel Mounier ha sido muy bien estudiado por Carlos
Diaz; véase, por ejemplo, su libro Mounieiy la ide?ztidarlnislianú:México, ~MDosoc,1996.
ral, captado por una hermenéutica analógica (que busca la confluen-
Puede coiisultarse también, con mucho provecho, A. Domingo Mornialla, Un humanir-
cia), como en un estero en el que los entes de ambas partes se unen, mo del siglo m elpn.sonalirnio, Madrid, Cincel, 1985.
se mezclan. Sobre Buber, cf, bl. üre, El diálogoy~%lú conio f e h aIunnenéulica cn Mariín Buber, Buc
nos Aires, Eudeba, 2001, pp. 47 ss. Sobre Levinas, c t G. González R. Arnaiz, E Leuinar:
hr~lnnnirntoy ético, la. reiinpr., Madrid, Ciiicel, 1992, pp. 122 ss.
94 DERECHOS HUMANOS, F!LOSOFL\ DEL HOMBRE Y HERMENÉUTICA DEWCHOS HUMANOS, FlLOSOFiA DEL HOMBRC Y 1-IER~VENÉUTICA 95
centrado en la primera persona, en el yo; ni siquiera en la segunda moderno al estilo de racionalistas e ilustrados. No se puede preten-
persona, como hacía Buber, en el tú, sino en la tercera persona, en el der la vuelta a ese sujeto cartesiano autoposeído, omnipotente, trans-
él, lo cual le da una mayor radicalidad. Es decir que el personalismo parente y translúcido, sino que hay que buscar un sujeto distinto. De
de I.evinau está centrado en el otro, aspira a ser donación y entrega, hecho, no parece que el sujeto haya muertn, conio 130s h a dicho la
a dar incluso de lo necesario, como quien se quita el pan d e la boc:: posmodernidad, en seguimieiito de Nietzsche y de Foucault, como
para darlo al otro, que lo necesita igual o más que él. fue la muerte de Dios y luego la del hombre. El sujeto ha
Se trata de un "humanismo del otro hombre", como lo llama el permanecido vivo, al menos en sus rescoldos, y levanta cabeza a cada
-
-propio-Lcvinas-En-lugar-delhumanismorenarentista -demasiado momento. Se-repIanteadem6ltiples formas, conloactante a actor o
centrado en el yo, en la propia persona, que favoracía el individualii agente en la sociedad, en la democracia, como sujeto ético, como su-
mo y hasta el egoísmo, y también más allá del humanismo de Buber, jeto de derechos, etcétera; y tal vez hay que replaiitearlo, aun sea de
del yo y el tú, que se proyecta hacia el nosotros-, el humanismo de modo menos más humillado y disminuido; pero lo sufi-
Levinas está proyectado enteramente hacia el otro, el prójimo, y lle- cientemente resistente como para soportar el peso de la atribución
ga hasta ese que está más allá del yo y el tú, incluso el desconocido, al de derechos, sobre todo derechos humanos; poi-que ésa es una de las
que estamos irinculados sinSiquiera tener conocimiento de él. Es al- lecciones de la cultura de los derechos humanos, el entregarnos un
guien que nos rebasa, que se nos queda en el desconocimiento. sujeto de derechos fundamentales, que nos replantea la definición
Sin embargo, frente a un otro univocista, como puede pensarse del sujeto. No ciertamente dura y prepotente como la que se tuvo en
que es el de Apel y Habermas6 -un otro que simplemente está ante el contexto de la modernidad; pero tampoco tan blanda y exigua co-
nosotros en el diálogo-, y frente a un otro que parece bastante equi- mo parecía entender la posmodernidad o tardomodernidad. La cul-
vocista-como dejan ver Levinas y D e ~ i d a - ,al~ser un otro que se nos tura de los derechos humanos nos puede dar la ocasión d e un nuevo
escapa, al que no podemos acceder cognoscitivamente, sino por vías modelo del sujeto, u11 sujeto analógico; un sujeto a la vez narrativo y
éticas o místicas, en una especie de teología negativa aplicada al ser sustantivo, narratológico y ontológico a un tiempo, uniendo lo ético
humano con el que se tiene que convivir, conviene plantear un otro y lo metafísico de un modo nilevo e inédito.'
analógico, puesto que el hombre siempre se ha visto a sí mismo con De esta manera, vemos cómo la analogicidad acude nuevamente
cierto misterio, misterio inabarcable, pero al que uno se puede acer- en nuestra ayuda, para sopesar las cosas (lo analógico significa pru-
car con un conocimiento suficiente, con una aproximación acepta- dencia y equilibrio proporcional desde su origen etimológico; y, so-
ble, lo bastante para tener con él un vínculo estrecho y profundo. bre todo, nos auxilia para evitar una noción univocista de otro, de pró-
Ahora bien, el vínculo se da de manera privilegiada a través del sím- jimo, de persona, y a lavez evitar su contraparte extrema equivocista,
bolo, pues el símbolo tiene como lo más propio el vincular, el acer- igualmente insostenible. Nos abre a una noción de otro, de persona
car, además de cognoscitivamente, emocional y afectuosamente, y en y de ser humano con la flexibilidad para no dejarse anquilosar, pero
ese espacio afectivo que crea se da la relación más originaria, la cual también con la resistencia para no disolverse y esfumarse en relativis-
se despliega en otro tejido de relaciones (económicas, sociales, polí- mas y negatividades. Nos da la presencia disminuida del sujeto, pero
ticas, etcétera). suficiente, para un personalismo y un humanismo basados en un su-
Por eso el personalismo tiene que brindarnos una cierta idea de jeto resistente o de resistencia, depositario de los derechos humanos
sujeto; pero no el sujeto sin más, o el que se confunde con el sujeto y defensor de éstos, sobre todo en los prójimos; y así, nos entrega un
personalismo y un humanismo que resistan los embates de la masifi- i
Cf. N . Esquive1 Esuada, Rocionnlidad <te la crenciag de la élicra. En t o n o alyensa>nia- cacióii y del nihilismo a la vez. Sujetos de sentido y de proyección.
lo d e J i ¿ r p Habnmas, Toluca, UAeM, 1995; M. Urrea Carrillo, De la ~qerenciaobjeliua o la
verdad l@ico-lingüfilica. h g n u i t i c nfmnal aJ.
Habne>nias,México, Universidad Pontificia 8Alguien que ha usado el persoiialismo en su reflexióii sobre los derechos huma-
de México, 2001. nos ha sidoJ. A. de la Torre Rangel, Deieclios I~wtianorh d e e l ivsnalvralisrno históiico ann-
' Cf.J. Derrida, Polilicar de la anca, Madrid, Tratta, 1998, pp. 195 8s. iigico, México, Porrúa - UAA, 2001, pp. 19-44.
96 DERECHOS HUMANOS, FILOSOFiA DEL HOMBRE Y I - I E ~ ~ ~ E N É u T I c A
I DERECHOS HUMANOS, FlLOSOFlA DEL HOMBRC Y HEF3lENEUlICA

requiere para que unos derechos puedan ser derechos hrimanos. Es-
97

te pluralismo cultural analógico, por la fuerza proporcional de la ana-


Según hemos visto, el principal problema con el que se topa la teoría logía misma, que vuelve dialéctica la contradicción entre el universa-,
de los derechos humanos es el de cómo han de vivirse en un mundo lismo y el relativismo, nos permite dar juego a la vivencia de los
multicultural, en una sociedad inultívoca. Pero la multivocidad tiene derechos, de modo que haya cabida, dentro de lo universal de tales
dos formas: la equivocidad y la analogía. No puede tratarse de una derechos, para las particularidades o especificidades que sean nece-
-equimcMd, deünpluralismo~lturalle~ivO~ista;~üeSesel euv
ío C o eryadmtsiisle~. ~ ~

conduce al relativismo, a la particularidad. Y los derechos humanos Esto se ve en la superación de la polémica entre derechos indivi-
tienen tina clara vocación de universalidad, por lo que no pueden duales y derechos colectivos (por ejemplo, los derechos indígenas).
caer en esa equivocidad que los priva de universalizarse, que los hace Por la fuerza dialectizadora de la analogía, se puede hacer que haya
fragmentarse en particulares que n o alcanzan lo universal. Pero tam- derechos humanos individuales y también derechos humanos colec-
poco p e d e tratarse de una universalidad univocista, absolutista e in- tivos. Es decir, el modelo de los derechos humanos originales, los que
diferenciada, opresoray que impone un modelo de cultura como el surgieron en un principio, es el individualismo liberal. Yno se puede
único válido. Tiene 9Üe ser ésta una universalidad analógica, que dé renunciar a los logros que obtuvo. (Ahora se le ha opuesto el mode-
cahida a la diferenciación (diferentes aspectos de diferentes culturas), lo comunitarista.) No se puede aceptar en bloque, y privilegiar com-
al matiz, a ciertas diversidades que se extiendan en el lapso de los 1í- pletamente los derechos comunitarios; también tiene una enseñanza
mites que se trazan? exacta y aprovechable, que es el hecho de que es igualmente necesa-
Como pluralismo cultural que pretende responder a ese multicul- rio tener derechos para las comunidades, que correspondan a su cul-
turalismo, y proteger los derechos humanos que sean iguales para to- tura, a sus ideales de vida o de calidad de vida, de bien, más allá de la
dos pero diferentemente aplicados según las culturas, se necesita un exigencia de la justicia que implican los derechos individuales. Y en
pluralismo cultural analógico."' Éste permite que haya universalidad, una postura analogista se puede lograr que, sin renunciar a los dere-
una iiniversalidad no completa y absoluta (unívoca),pero la suficien- chos humanos individuales se den derechos humanos colectivos, que
te para garantizar esa igualdad y comunidad que tales derechos exi: hagan justicia a las necesidades y legítimas aspiraciones de los pue-
gen: se dan para todos los hombres; pero también tienen uria parti- blos, que son diversas.
cularidad suficiente como para dar cabida a diferencias culturales que Si se quiere, se trata aquí de la oposición y conflicto que señala Ade-
especifiquen y apliquen esos derechos según la peculiaridad de los la Cortina entre los mínimos de justicia y los máximos de bondad (o
pueblos. No se trata pues, de que cada pueblo o cultura los haga di- vida buena, o ideales de vida, o de felicidad).ll Es fácil llegar a un con-
ferentes, lo cual sería equivocismo; son los mismos derechos &ro senso acerca de unos elementos mínimos que tienen que ver con la
concretizados de diferente manera, lo cual es lo analógico. justicia para todos, y en ellos es necesario que haya igualdad. En cam-
Así se verá que es falso el dilema entre universalismo o particula-' bio, es difícil ponerse de acueido con respecto a máximos de calidad
rismo, entre absolutismo o relativismo. Se puede lograr un universa- de vida, o de felicidad, o de realización, que difieren mucho según las
lismo moderado y un relativismo relativo, que dejen lugar a las diver- culturas e incluso según los diversos grupos de una misma cultura. Pe-
sidades culturales pero sin perder esa fuerza de universalidad que se ro esta misma autora propone algo a lo que se asemeja mi propuesta
analógica o proporcionalista: no se pueden abandonar completamen-
Cf. S. Arriarán - M . Beucliot, Alaroflin. neobarrowy multimlturallrnro,México, ftaca, te los máximos y quedarnos únicamente con los mínimos. Los máxi-
1999, pp. 193 SS. mos de calidad son los que dan contenido y hasta sentido a los míni-
lo Cf, J. A. Salcedo Aquino, Hermenéutica analógice, ylulnllrino cullz<mly su~etilividad,
México, Torres Asociados, Colección Hermenéutica, Analoaia - e Imaeeii.
culturalis»lo O?imtaciaesjilmójicasporauna argume>rfaaónph~ralirta,
"
2000: Mz~lti-
México, UNM - ENEP
1 mos que se presuponen, Podemos decir que incluso esos mínimos
"Cf. A. Coi-tina,Alianza y contlufo. Politice. élim y religión, Madrid, Trotia, 2001,1995,
Acatlán - Plaza y Valdés, 2001. pp. 140-144.
98 DERECHOS HUMANOS, F I L O S O F ~DEL HOMBIZXY HERMEN~UTICA DERECHOS HUMANOS, PlLOSOFih DEL FlOhlBRI: Y 1-IERMENÉV'IICA 911

sirven si hacen posibles, en la medida de lo que esjusto, los máximos superación del universalismo y el relativismo, que se oponen en las
que vuelven vivible esa vida que posibilitan. De este modo, unmode- discusiones de una manera muy obtusa. Una hermenéutica analógi-
lo analógico o analogista tiene la capacidad de dar lugar a los míni- ca es capaz de superarlos.12Nos conducirá a un pluralismo cultural
mos irrenunciables, que se hacen patentes en los derechos humanos abarcador y a la vez crítico. Y con ello nos dará la posibilidad de unir,
individuales, y también de hacer algún espacio a los máximos desea- de cierta manera dialéctica, los derechos individuales y los derechos
bles, que se plasman en derechos humanos colectivos, tendentes a re- colectivos, por. ejemplo, los derechos indígenas. Ya los derechos que
coger y dar presencia a los ideales de vida y de realización que tienen lograron estatuto de derechos humanos han abarcado muchos de los
- - - los-grupos y las culturas. Tal vez-podría~decirse-que-los mínimos de i r 1 d i v i d u a l e s ; ~ s e ppotenciar
~~ la-epgción de derechos colectiyos
justicia se necesitan, y que los máximos d~Foridadse-desean;pero es como derechos colectivos humanos (por ejemplo, derechos humanos
evidente que mucho de lo que plantea el deseo humano se vuelve ca- de los indígenas o de los pueblos indios).
si necesario. El deseo es, para el hombre, sumamente atendible.
Así, un pluralismo analógico sirve de mediación entre ambos ex-
,' tremos, el del universalismo y el relativismo, para permitir un pun-
to medio, un híbrido, mestizo o análogo que permita un conjunto
Hemos visto cómo a la doctrina de los derechos humanos subyace una
i
'
de derechos humanos que contenga tanto derechos humanos indivi-
antropología filosófica o filosofia del hombre. También hemos visto
duales, relativos a la justicia indispensable para todos, que dan igual-
dad ante la ley, como derechos humanos colectivos, que den la opor- que podemos brindarle una antropología que la haga atenta tanto a
la naturaleza como a la cultura, ya que la cultura depende de aquélla,
tunidad de realización de las personas según los distintos y múltiples
y no puede apartarse de ella hasta el punto en que se le oponga (pues
parámetros .
sabernos que hay maiiifestaciones culturales que se han opuesto a lo
Tenemos aquí un cumplimiento del mestizaje, con respecto al cual
natural, lo cual no se cansan de señalar los ecologistas); ello nos Ile-
nds alecciona el barroco, principalmente el barroco mexicano, tiempo
varía a desaparecer como especie.
de mestizaje intenso. Él nos sirve de modelo o icono para buscar la in-
Asimismo, esta construcción antropológico-filosófica nos hace fi-
tegración que buscamos. Ya desde el siglo XVI se trató de integrar los de-
jarnos en las diferencia$culturales, en el multiculturalismo, que está
rechos indígenas y los derechos occidentales o hispanos. Vemos allí lo
omnipresente en la actualidad. También nos hace ve1 que podemos,
que podemos llamar un derecho mestizo, atento no sólo a lo occiden-
de una manera analógica y por medio de la analogía, salvaguardar las
tal, sino también a lo indígena. Era imposible imponer lo europeo sin diferencias que los derechos humanos adquieren en su concreción
atender a la situación de los aborígenes. Si hacemos una genealogía en las distintas culturas, tratando de reduciilas de modo que se resal-
nietzscheana, o si aplicamos la arqueología del saber (según Foucault) ten las semejanzas y se salve lo máximo posible la vocación universa-
a esta situación, nos daremos cuenta de que por el lado español había lista con la que fueron concebidos los derechos humanos desde su
intereses de poder, y por el lado indígena resistencia para salvaguardar origen. Igualmente, nos hará buscar la superación del absurdo dile-
lo propio; pero, sobre todo, nos hará darnos cuenta de que la misma ma: o derechos individuales o derechos comunitarios, en el caso de
necesidad forzó a modificar y adaptar lo que llegaba de Europa y aun los derechos humanos, de modo que, así como hemos tenido dere-
a buscar o inventar un mestizaje jurídico, por lo que tuvo que crearse, chos humanos individuales, también los tengamos comunitarios, con
o simplemente surgió, una nueva episteme. Tal es el multiculturalismo mayor preponderancia del modelo comunitarista que del individua-
concordado, que se quiere encontrar en este tiempo nuestro, que a ve- lista o liberal. Serán derechos comunitarios, culturales y étnicos, tan
ces se llama neobarroco, una posmodernidad múltiple, que corre el pe- necesarios en la actualidad.
ligro de suma equivocidad, pero que puede ser llevada a esa analogici-
dad que supieron hallar algunos de los barrocos. '' Cf. J. A. Salcedo Aquino, Ifmrnméulica enalógica, pluralismo nrltural g su&elividad,
Esto, además, es perentorio, porque hace falta lograr de una vez la q.cit., pp. 9-19.
PRAXIS Y TEoRÍA LATINOAh4ERICANAS

A pesar de utilizar elementos conceptuales que han nacido en Euro-


pa, podemos aplicarlos a nuestro contexto propio, y con ello hacer-
los legítimamente latinoamericaiios. Los mismos derechos humanos
~ p-p
son invento europeo, pero
p-pp-pp
se han adaptado a nuestro ámbito. Así, pa-
~- ~-
~ - ~ ~ ~ ~ - ~ - ~ -

ra lograr esa reflexióii sobre tales derechos, echaremos mano de un


instrumento filosóficouiiiversal, de origen europeo, que es la Iierme-
En este capítulo deseo explorar algunos aspectos de la educación en
néutica, con el propósito de aplicarla a nuestra problemática propia.
derechos humanos, concretamente en cuaiito a su fundamentación Ella nos ayudará a ubicarnos en nuestro contexto sin desconectarnos
filosófica. Esta labor es importante y ha de ser desarrollada. Ya lleva del contexto mundial. Ytambién le añadiremos otra idea europea, la
mucho tiempo, mas nunca parece acabarse. En efecto, la historia de de la analogía, surgida con los griegos, y que pasa por los medievales,
la fundamentación, positivación y defensa de los derechos humanos los barrocos y los románticos, y llega hasta la actualidad. Ella nos ayu-
continúa aún y, por lo que se ve, continuará, pues siempre habrá que dará a alcanzar lo concreto sin perder lo universal. En efecto, la ana-
avanzar en la profundización de la conciencia de esos derechos que logía nos hace oscilar entre lo unívoco de la exigencia de universali-
nos hacen respetar a nuestros semejantes por el hecho de que son se- dad y lo equívoco de la condición de particularidad que nuestra
res humanos y que por ello mismo tienen una gran dignidad. Es algo empresa contiene.
en lo que verdaderamente aplicamos la antigua regla de oro de no Pero también es un concepto, el de la aiialogía, que tiene sus raí-
hacer a otro lo que no deseemos para nosotros, y el imperativo cate- ces en el pensamiento latinoamericano y mexicano. En el mexicano,
górico kantiano en sus dos formulaciones principales, de tomar al porque ha sido trabajado por el poeta Octavio Paz y el eminente filó-
hombre siempre como fin y nunca como medio, y de que, así, nues- sofo Adolfo García Díaz, y en el latinoamericano, porque ha sido es-
tra conducta pueda ser seguida por todos. tudiado por filósofos como los ai.gentinosJuan Carlos Scanonne y En-
Además, aun cuando en América Latina -y concretamente en Mé- rique Dussel. En efecto, Octavio Paz estudia y aplica la analogía en
xico, han sido violados estos derechos, también aquí la teoría y la pra- varios de sus libros, sobre todo en L.os hijos del limo,donde muestra que
xis tienen ya una larga historia. Se ve en personajes tan connotados la analogía es la que nos hace ver las conexiones que se dan entre las
como Bartolomé de Las Casas, Francisco Xavier Clavijero y Miguel Hi- cosas. Por su parte, Adolfo García Díaz (filósofo mexicano que murió
dalgo, pero también en otros pensadores más recientes, como Luis en Venezuela, donde en la Universidad del Zulia, de Maracaibo, fun-
Recaséns Siches, Eduardo García Máynez, Héctor González Uribe, Mi- dó y dirigió la Escuela de filosofía) realizó varios trabajos acerca de
guel Villoro, Antonio Gómez Robledo y Abelardo Villegas. Ellos hi-
la teoría de la analogía; en tanto que Juan Carlos Scanonne insertó la
cieron planteamientos típicamente mexicanos, porque atendieron a analogía en la dialéctica, en forma de analéctica, dándole una capaci-
las realizaciones concretas del derecho en el contexto particular nues- dad de síntesis y de superación para alcanzar lo más abstracto y lo más
tro, sin olvidar nunca su inserción en lo universal y su pertenencia a concreto, en la profundidad de la realidad. Esta línea h a sido segui-
un ámbito más amplio. Es en esta perspectiva donde debo y quiero da también por Enrique D. Dussel, quien ha aplicado la analéctica co-
ubicarme, ya que de esa manera, en relación con la filosofia mundial, mo elemento liberador de los pueblos latinoamericanos, para evitar
se podrá construir nuestra filosofia nacional.
la homogeneización univocista, que de hecho conduce a la exclusión
equivocista.
De acuerdo con ello, una hermenéutica analógica nos ubicará en
el contexto vivo de la situación latinoamericana y mexicana de los de-
rechos humanos, esto es, una historia de violaciones y su consecuente
102 EUUCACIÓNEN DERECHOS IHUhll\NOS. SUS BASES FILOSÓPICAS EDUCACLÓN EN DEROCHOS HUMANOS. SUS BASES FII.OSO~ICAS 103

resistencia; y también nos ubicará en relación con la utopía de esos ción de valores se efectúa mostrándolas, pues lo que no se puede de-
mismos derechos, esto es, la búsqueda de una sociedad más democrá- cir sólo se puede mostrar, y en la ética casi todo se plantea desde este
tica yjusta, en la que no sólo no se violen, sino que se promuevan. Ya punto de vista. Pero aquí, con la hermenéutica analógica, trato de
se ha revisado mucho la historia, para ver los aspectos negativos d e conjuntar estos dos aspectos que Wittgenstein veía como totalmente
conculcación, como también los positivos de defensa.' Por eso ahora separados, con una dicotomía que se me antoja demasiado fuerte?
lo que queda es, más bien, velar porque se cumpla11de la mejor ma- La analogía es precisamente el único recurso del que disponemos pa-
nera. Yesto podrá hacerse sobre todo si se atiende a la educación en ra decir lo que sólo se puede mostrar, para balbucir lo que d e otra ma-
derechos~humanos.Ahora-bienTesoúnicamentpdárealizarse de nera~habríaquecallar; loque se qu~edaríaen el silencio. Ad~@slJas
un modo conducente si se tiene una teoría que los fundamente y una virtudes requieren de cierto decir, al menos un poco, pues mostrarlas
praxis que los defienda, los enseñe y los manifieste. La teoría, como podría entenderse mal sin algo de decir, y hundirse irremediablemen-
sabemos, está en plena construcción, y ya ha sido aplicada a ella la te en el equívoco.
hermenéutica analógi~a.~ La praxis docente de los derechos humanos De esta manera, juntando -mediante la analogía, esto es, propor-
tendrá como una modalidad principal formar sus virtudes como va- cionalmente- una porción de decir y otra porción de mostrar, podre'-
lores, es decir, que éstas se practiquen y se vuelvan actitudes y hábitos. mas resolver el arduo problema wittgensteiniano acerca de seguir una
En efecto, ahora que tanto nos preocupa la educación en derechos regla5 Wittgenstein se preguntaba si esto se hacía racional oinacio-
humanos, ésta puede ayudar como formadora de virtudes conducen- nalmente, esto es, de manera inconsciente, como parece que lo hate-
tes a su realización o actuación concreta y coritinua. Incluso la Ilama- mas de pequeños, cuando la parte inconsciente predomina en los
da educación en valores ha encontrado su cauce como formación de procesos de enseñanza y aprendizaje. Pero una aplicación de la her-
virtudes, ya que las virtudes son el camino apropiado para realizar esos menéutica analógica nos haráver que se trata de poner parte y parte:
valores, para alcanzar lo v a l i o ~ oSon
. ~ la pedagogía de la axiología. El se necesita algo (poco) de decir y algo (mucho más) de mostrar. El
que educa en derechos humanos forma virtudes que han de llevar a solo mostrar, sin el decir, podría llegar a ser confunso; pero, con al-
la práctica de las obligaciones de estos derechos, conducentes de los gunas indicaciones del decir, el mostrar adquiere toda su riqueza; se
valores que suponen. Si queremos alcanzar una verdadera cultura de unen, así, lo consciente y lo inconsciente en el aprendizaje. Tal es el
derechos humanos, sobre todo una cultura jurídica que implique el aprendizaje de la virtud.
respeto a estos derechos, resulta necesario construir y mostrar un Y, en el caso de los derechos humanos, aquellos que han sido pa-
icono, modelo o paradigma de lioinbre teórico y práctico de los de- radigma~en su fundamentarión teórica o en su defensa práctica, pue-
rechos humanos, que tiene que realizarse de manera singular y más den funcionar mejor si, además de mostrarlos narrativamente, se expli-
importante en el jurista, pues es el que directamente tiene que ver ca cuál ha sido la idea que estaba detrás de su actividad (teórica y
con el ámbito del derecho. práctica). Al proponer la historia de la protección y cumplimiento de
Esta formación de virtudes tiene, como decía Piaget, un lado cons- los derechos humanos, convendrá que se añadan también las construc-
ciente y un lado inconsciente, que trabajan al unísono y se apoyan en ciones teóricas (a veces módicas, a veces más fuertes o sofisticadas) que
la construcción; o, como decía Gilbert Ryle, tiene un lado de saber han estado subyaciendo y apoyando.
qué y LIU lado de saber cómo. En el fondo, esto coincide con lo que
Wittgenstein llamaba el decir y el mostrar. Para Wittgenstein la forma-

' Cf. M. Beuchot, Derect~oshut>mtios.Historia yfilorofiia, 2a. ed., México, Fontamara,


$001, pp. 127 SS.
a.N. Conde, flennenéutiw anológica:d@nirió?iy aplicncionrs,México, Primero Edi-
tores, 2002, pp. 37-66.
S Cf. S. Arria13n- M. Beuchot, Krtuder, vvalorer y educación n m l . Contra el paradigma L. Wittgensteiii, ?iactatz~logiw$l~ilosop/ticus,4.1212.
?ieolihral México, Universidad Pedagógica Nacional, 1999. S. Knpke, Wittgensteinon Ruler and Private Languqc, Oxford, Blackwell, 1982.
104 E D U C A C I ~ NEN DERECHOS H U N ~ O S .SUS BASES ~ L O S ~ F I C A S LDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS. SUS BASES F1I.OSÓFICAS 105
tituye por ello mismo en un bien para él, y lo que es un bien para el
hombre es también una fuente de legitimidad para su acción. Más
Pues bien, una hermenéutica analógica puede ser aplicada provecho- bien, la acusación de falacia naturalista es un olvido de la diferencia
samente al tema de los derechos humanos. Una de esas aplicaciones ontológica entre el ser y el bien que, a pesar de ser distintos, están in-
será para interpretar al ser humano, esto es, para interpretar o anali- terconecgdos; por eso, entre uno y otro hay un paso válido; y, sobre
zar la naturaleza humana, buscando en ella los elementos que hacen todo, el comienzo es el ser, por lo que éste es camino Iiacia el bien: si
~ p ~ y ~ l i d o s ~ l o s d e r e c h o s h u m a n o s Y q ~ e ~ e v a n n e n ~ o n t r a n d o OcyoYn po oc -e m o s ~ l o ~ q u e ~ e s ~ b ~ u e n o O p a ronoceremos~loguees~Ea-
e&, a~~n
sitivando. Cada vez es más aceptado este procedimiento, y con esto se ra él objeto de derecho (porque en el fondo es estar conociendo lo
rompe la amenaza de la falacia naturali~ta,~ que consiste en coiiside- que es el ser de una cosa, y ella nos revela su bien; no podemos cono-
rar como inválido el paso del estudio de la naturaleza humana a la cer el bien de algo si antes no conocemos su ser). Como se ve, la her-
prescripción de los derechos humanos, por ser un paso del ser al de- menéutica analógica, al unir la esencia con la acción, la natura con la
ber ser. En efecto, tanto la filosofía pragmática (Dewey, Putnam) co- cultura, nos conecta el ser con el deber ser, la descripción con la va-
mo la filosofía hermenéutica (Ricoeur)' nos. muestran que no sólo se- loración, el hecho con el derecho.
ráposible, sino necesario, estudiar la naturaleza humana para normar También la hermenéutica analógica nos ayuda a conectar lo epis-
lo que debe haber en la legislación, de modo que responda a las más temológico con lo ontológico, la explicación con la comprensión,
íntimas aspiraciones del hombre. De esta manera se pasaráválidamen- como ya había insistido Ricoeur. El ente es objeto de explicación, el
te del ser al deber ser, insensiblemente del hecho al valor, ya que de ser es objeto de comprensión. Por eso Ileidegger ponía como objeti-
la misma condición humana se sacarán las necesidades y deseos más vo de su obra Sery tiempointerpretar el sentido del s e r . ~ o d r í a m ode-
s
válidos y de ellas los derechos que les procuran su satisfacción. "La ne- cir que lo óntico tira a la referencia, lo ontológico tira al sentido. Sen-
cesidad engendra derecho", dice una máxima jurídica de la antigüe- tido y referencia se conectan, como lo hermenéutico y lo ontológico.
dad, en el sentido obvio de que cada cosa que el hombre necesita En lugar de desconectar, como hacen muclras hermenéuticas actuales,
constituye objeto de uno de sus derechos inalienables y primigenios. el lado hermenéutico del lado ontológico, siempre en detrimento y
muerte del lado ontológico, la hermenéutica analógica vata de conec-
Pues bien, sólo si se estudia, si se analiza y se interpreta la natura-
tar lo hermenéutico con lo ontológico. Es más, tiene una cara semióti-
leza humana, s i podrán tipificar sus exigencias y aspiraciones, sus ne-
ca y una cara metafísica, o una cara epistemológica y otra ontológica:
cesidades y deseos, pues la máxima necesidad es la que surge de la
una que mira al sentido, a la comprensión interpretativa,y otra que mi-
esencia. De esta manera, sin falacia alguna -pues es un procedimien-
ra a la referencia, a la explicación analítica. Y ambas se conjuntan en
to que se efectúa a todas horas en la construcción de la ética y del de-
la captación del sentido y la referencia de ese ente principalísiino que
recho-, se pasará del conocimiento de lo que el hombre es de he-
es el hombre, cuya condición nos está sirviendo de fundamento a la
cho a lo que es su derecho.' Más aún, en el mismo núcleo de la vez hermenéutico y ontológico de los derechos humanos.
ontología está la posibilidad de hacerlo, ya que una de las propieda- Así, pues, ni sólo fundamento ontológico, pretendidamente fuer-
des trascendentales del ente es el bien y, al pasar del ser al deber ser, te e impositivo; ni sólo fundamento hermenéutico, o pragmático, esca-
l o único que estamos haciendo es explicitar esa carga de bien que ya samente enraizado en la realidad. Más bien, fundamento hermenéuti-
se encuentra en el ser. Lo que es un fin entitativo del hombre se cons- co-ontológico,o pragmático-ontológico, o epistemológico-ontológico.
Pues, en efecto, en ese límite analógico se juntan y se tocan lo pensado
"f. C. 1. Massini, Lafalacia de lafalacia nalural~lo,Mendora, Idcariuin, 1995, pp. y lo real, el lenguaje y el ser, la natura y la cultura, el fenómeno y el noú-
49 SS.
'Cf. P. Ricoeur, Lojusto, Madrid, Caparrós, 1999, pp. 111 SS.
meno. Tras ese conocimiento fundante y fundamental, resulta el fun-
HBffe, "Derecho natural siti falacia iiaturalista: un programa iiisfilosófico", eii damento y la fundación de los derechos humanos, radicados en el
el mismo, Esiudios sobre feoría del derecho)' la jurlicia, Barcelona - Caracas, Alfa, 1988, pp.
105-132. M. Heidegger, Elsery el tienipo, México, r c ~1944,
, pp. 12 ss.
.,.. .

106 EDUcACiÓN EN DERECHOS HUMANOS. SUS BASES FILOSÓFICAS

hombre; en su esencia como referencia y en su existencia como sen-


prensión de la condición humana, de la naturaleza misma. La histo-
tido, polarización o dirección; pues la existencia tiende al sentido, pe-
ria, como ya decía Cicerón, es maestra de la vida; la historia humana
ro solamente lo puede tener por su referencia a la esencia; y la exis-
ha de aleccionarnos para mejorar la justicia, para hacer cumplir esos
tencia, que es la que implica el sentido, el cual es el puente y camino
derechos fundamentales del hombre, evitando toda suerte de holo-
hacia la referencia,'' nos conducirá a desplegar ese sentido en las re-
caustos y tragedias queél mismo ha provocado. Si no somos capaces
laciones que se dan en la existencia del hombre, pero también a ser
de aprender las lecciones de la historia, la historia no ha servido pa-
conscientes de que brotan de su esencia misma. Reconciliación, pues,
ra nada. El hombre tiene que- aprender de los acontecimientos histó-
- deesencia-y existencia; tales~loquenos~da-l=analogicidad;ya sirre; - ~ -~ ~ ~~

ricos, para evitar todosTos males con los que ha cargado a l a ~ h u ~ m a i -


cesidad de caer en esencialismos duros y cerrados, ni tampoco en exis-
dad;'? pero no se trata aquí, por supuesto, de un hombre abstracto,
tencialisinos que se disparan al aire y en él se volatilizan.
de un género humano o especie humana que esté por encima de la
historia, sirio, desde la historia misma, el hombre concreto que somos
tiene que extraer las enseñanzas de la historia, para ir reduciendo el
dolor que se ha causado, los desgarraiiiientos que vienen con los su-
friniientos provocados. Pero eso es lo que cantan los poetas; el poeta
Este iusnaturalismo analógico-icónico llama como instrumento cog- que canta el holocausto se erige en profeta del futuro, d e un futuro
noscitivo a una hermenéutica analógico-icónica que lo acompaña. En mejor, desde un pasado ensangrentado y cubierto de lágrimas.
esto me he sentido próximo a un autor que comparte parecido em- De esta manera, una hermenéutica analógica, más concretamen-
peño, a saber,Jesús Antonio de la Torre Raugel, quien ha elaborado te, una hermenéutica analógico-icónica, sirve a este iusnaturalismo,
un iusnaturalismo histórico, para el que usa la herramienta de la Iier- analógico-icónico también, de instrumento para interpretar el ser del
menéutica analógica, por lo cual recientemente habla de un iusnatu- hombre. Si Heidegger quería aplicar la hermenéutica para interpre-
ralismo histórico analógico.ll En él se trata de permitir lo máximo po- tar el ser, nosotros hemos de aplicarla para interpretar el ser del hom-
sible eljuego y rejuego de la historia en la naturaleza humatia, tal como bre, esto es, la naturaleza humana, de modo que a partir del estudio
quería Aristóteles, quien veía -en contra de Platón-- las naturalezas de su proceso, de la Iiistoria de su ser, podamos extraer las necesida-
abstractas plasmadas en lo concreto, esto es, veía la naturaleza huma- des y los legítimos deseos o aspiraciones del ser humano, e ir plasmán-
na encarnada en historia: ni esencias puras ni puro devenir, sino esen- dolos en las sucesivas generaciones de los derechos humanos. Esto, a1
cias en devenir, naturalezas en proceso, de modo que nuestro cono- mostrarse tan indispensable y obligado, rompe y echa por tierra la
cimiento de éstas será progresivo, apostmio~,originado en lo que se pretensión de ver como falacia (naturalista) el estudio del ser buma-
mueve. De esta manera, nuestro conocimiento de la naturaleza hu- no para fundar en él los derechos que le serán adscritos como dere-
mana se da a partir de la historia, pues el modo de dación que tiene chos humanos, universales e inalienables.
dicha naturaleza es el modo de darse en el que la encontramos, en el Así, el iusnaturalismo analógico-icóniconos dice que el comporta-
que se nos muestra. miento histórico del hombre es una muestra de su naturaleza, nos la
En dicho iusnaturalismo histórico-analógico no se establece nece- manifiesta, nos la hace conocer. Sobre todo, los deseos y aspiraciones
sariamente que la naturaleza humana vaya cambiando, como que del hombre son el icono de su ser. Allí encontramos, cuando se trata
nuestro conocimiento de ésta sea el que se modifique, se mejore. Tal de sus necesidades, y también de sus deseos legítimos, el modelo, pa-
vez un sentido de la historia del hombre, una dirección ya bastante radigma (Wittgenstein) o icono (Peirce) de la naturaleza humana, en
adecuada, es el hecho de que se avance en el conocimiento y com- una imagen ideal realizada por lo que Ch. S. Peirce llama abstracción
M. Duminett, Wvge. Pl~ilarophyollanguage, Londres, Duckworth, 1972.
'O
hipostática, esto es, reificadora, pues plasma en un modelo, que sirve
l1 Cf. J. A. d e
la Torre Rangel, DmcI~oshumano$desded iusnahiral&n~olrirlmico ano&
@o, México, Porrúa - UAA, 2001. l2 Cf. P.Ricoeur, Timpo y n a m i ó n . 111, E1 tien~pon~nndo,México, Siglo XXI, 1996,
p. 912.
i EDUWCIÓN EN DENCHOS HUMANOS SUS BASES FILOS~FICAS 109
conro ideal regulativo (Kant) lo que ha de ser el hombre. En este seir- tura en la que se respeten y se promuevan tales derechos, tiene que
tido, en lo mismo concreto captamos, por abstracción hipostática, el haber esa parte, que es la filosófica, en la que se haga ver que éstos
ideal; y esto se da en la línea de la iconicidad, pues el icono, según el tienen un fundamento, que no se reducen a ser buenos deseos o
propio Peirce, es el signo en el que, contemplando el fragmento, ve- ideales fatuos, sino que constituyen valores esenciales de la socie-
mos el todo. dad y del individuo; de modo que les correspoirde una exigencia
y por supuesto, también en la visión del todo conservamos la ad- de ser cumplidos.
vertencia de los fragmentos, así como en los fragmentos unidos se nos Según heinos~&~_b~~,lahermenéutica&labora enesto,~porquencis
~Üi~
preserrtae~-todo;~~ói~poi.ta~te~s iligual~~~Ari~tótel ~hace
~ ~ interpretar
~~~ la facticidad del ser humano, y las condiciones
pecto de la inducción o epagogé,," un caso particular podría bastar pa- contextuales de los destinatarios de la educación; y, además, por-
ra hacernos captar el universal, de manera que e1 fragmeiito pueda que nos hace inculcar como valores los contenidos d e tales dere-
hacernos captar el todo. Es ésta otra manera de universalizar, a partir chos, promoviendo las virtudes que les corresponden. Así, se trata.
de lo concreto y llegando a lo coilcreto, o al universal concreto, co- de una educación en valores que tiene por objeto fomentar las vir-
mo lo llamaba Hegel, que es el inodelo, ideal, imagen, paradigma o tudes correspondientes, en la línea de la recuperación que hace
icono. De esta manera, en el icono del hombre (a veces imagen de Hans-Georg Gadamer de la noción aristotélica de la virtud o areté
hombre, aveces diagrama suyo y hasta metáfora de éste) comprende- para la filosofía más reciente y actual.
mos la naturaleza huinana, y vemos sus facultades, atributos y relacio- En esa educación de valores y virtudes es muy importante la analo-
nes, y en ello se nos muestra, como en paradigma, lo que el hombre gía, ya que ella es el modelo de la virtud, puesto que contiene la idea
es y, por lo tanto, sus derechos humanos. Otra cosa es que disputemos de medio virtuoso y de búsqueda de los medios para la obtención de
acerca de launiversalización que se haga, del modelo que se presen- los fines. Y en ello se tiene que educar a los que se quiere que lleguen
te; eso llevará a discusión. Pero, mientras tanto, habremos estabiliza- a la captación de la virtud. Sobre todo, se trata de usar la educación
do y establecido la imagen del hombre que adoptamos, y según la cual como aquello sin lo cual no puede darse ese mundo en el que tales
se desplegarán los derechos humanos. derechos se respeten, mundo que todos deseamos.
Y esta fundamentación filosófica de los derechos humanos es im-
portante para la educación referente a los derechos huinatios. En
efecto, teniendo este desarrollo teórico se enseñará a los educandos
que los derechos naturales están más allá de la sola y mera positiva-
ción, como una especie de valores éticos que se realizati en esos de-
Esta fundamentación filosófica de los derechos humanos en un ius-
rechos. Por supuesto que apoyamos y defendemos la positivación de
naturalismo analógico-icónico tiene, como se ve, un carácter dual:
éstos, pero creemos que, como dice Norberto Bobbio, tiene que ha-
hermenéutico y ontológico a la vez. Tal carácter ontológico y herme-
ber un recurso filosófico más profundo en contra del déspota que los
néutico o pragmático se debe a que adoptó como instrumento dis-
despositiva en el país que tiraniza.
cursivo una hermenéutica analógica. Ya que la analogicidad es me-
La fundamentacióii es un ejercicio típicamente filosófico, por
eso aveces parece que está de más. Pero, en el fondo, la educación diación proporcional, ésta tiene unagran capacidad de integración,
o formación filosófica de todo ser humano es importante e inrpres- aunque de una manera crítica y no perniisiva de lo incoherente. De
cindible, por lo cual, si se desea formar y educar en la comprensión esta manera, la hermenéutica analógica, con su dimensión inter-
y la práctica de los derechos humanos, la parte de fundamentación pretativa, da lugar a lo hermenéutico; pero también, con su lado
filosófica no podrá ser relegada. Si queremos, como decimos cons- analógico o icónico, da cabida a lo ontológico.
tantemente, una cultura de los derechos humanos, esto es, una cul- Se muestra, así, como una hermenéutica bifronte, tiene dos caras:
una hermenéutica o simbólica, cultural, lingüística e histórica, y otra
'SAristóteles,AnaliiicaPosten'm,lib. ir, cap. 19.
la cultura coi1 la natura. Llega a ser, pues, un planteamiento híbrido
o mestizo; queune indisolublemente ambos aspectos, el rostro her- 11. CONCLUSIONES
menéutico y el rostro ontológico, en una fundamentación que se pre-
tende abarcadora y abierta, con capacidad de integración de los dos
reinos en su límite. Es una fundamentación en un iusnaturalismo ana-
lógico-icónico. En cuanto analógico, tiene la obligación (y la capaci-
dad) de atender a los particulares, sin traicionarlos con falsas o malas
abstracciones;y,en-c-~anto-icónieo~tienela~-capacidad-de~iñi~er~ali:~ Como resultado de nuestro
~ ~ ~- recorrido anterior, podemos extraer al-
~ ~~

zar, de formar un todo a partir del fragmento o de los fragmentos (o gunas conclusiones. El multiculturalismo un hecho y, como tal, de-
de algunos), llegando a establecer un modelo de hombre, como ideal be ser afrontado; y su tratamiento corresponde, según cierta visuali-
abstracto regulativo que, sin embargo, se da en lo individual. Darte de zación, a la filosofia, cuyo punto de mira está en la filosofía de la
- .L --- cultura, la antropología filosófica, la ética, la filosofia política, la filo-
lo singular, y es una especie de universal concreto, como ese que tan-
to buscaba Hegel. sofia del derecho y la filosofía de la educación. En cuanto a la filoso-
fia de la cultura, el multiculturalismo no es más que el resultado de
los productos culturales del hombre, que exhiben su diferencia. En
cuanto a la antropología filosófica, se analiza como algo que es pro-
pio del ser humano, y que afecta a su misma naturaleza o condición,
pues ella se manifiesta de diferentes maneras. Las visualizaciones de
la ética (social), la filosofia política y la filosofía del derecho, tienen
por cometido hacer ver cómo se puede plantear una ética multicul-
tural en una sociedad o estado multicultural y cómo se pueden reali-
zar en ella los derechos, entre ellos los derechos humanos. Yla filoso-
fia de la educación tiene que ilustrar para la educación multicultural.
Nosotros hemos querido tomar algunos datos de esas distintas vi-
siones y así plantear el problema d e la interpretación multicultural
de los derechos humanos. La filosofía de la cultura y la antropolo-
gía filosófica nos han iluminado en cuanto a la cultura, que es algo
constitutivo del hombre, de su propia esencia (si el hombre es un
animal racional, esto significa que, a diferencia d e los demás, es
hacedor de cultura); asimismo, estas disciplinas nos hacen enfrentar-
nos al hecho del multiculturalismo. Y la ética y la filosofia política se
unen para hacernos ver que distinta? concepciones de lo bueno tie-
nen que tratar de convivir dentro del margen de lo justo. Ello reper-.
cute en la filosofia del derecho, que tiene que proponer una legisla-
ción multicultural, con derechos tanto de las mayorías como de las
minorías, y tratar de hacerjusticia a todos. Finalmente, la filosofia de
la educación tiene que apoyarse en las reflexiones anteriores para a p
dar aimplantar una educación multicultural en cuanto a los derecho!;
humanos.
En todos esos estudios se vio como un instrumento provechoso la
l
112 CONCLUSIONES
i CONCLUSION~S 113
hermenéutica, pues se trataba de interpretar la realidad cultural, que posible las ideas, proyectos o ideales del bien o de la cualidad de vi-
es n~últipley, asimismo, demostsar que se tienen diferentes interpreta- da, sin diluir la realización de lajusticia. Finalmente, cómo se puede
ciones de lo bueno (y hasta de lojusto) y, en consecuencia, de los dere- 1 aplicar a la praxis de los derechos humanos, de modo que se plasmen
chos humanos mismos. Se puede llegar al caso extremo de que alguna l de manera concreta, no con una abstracción excesiva, lesionando así
cultura no conozca o no comprenda los mencionados derechos, o que, la interpretación de las distintas culturas, sino, otra vez, protegiendo
aun comprendiéndolos los rechace. En situaciones menos extremas, el lo más posible las interpretaciones culturales concretas, pero sin las-
~- ~
problema más común era encontrar que - se camprendían-yaceptaban~ ~ - - timar-lanece-sariauniversalidadque-les~correaponde:s& tratadc+una
los derechos humanos, pero eran diferentemente entendidos y valora- universalidad situada, hermenéutica, que nos da unos universales aná-
dos (por ejemplo, en cuanto a los derechos de las mujeres y los niños). logos, matizados y diferenciados. Nos enseña a ver que lajusticia y el
Por eso el problema era cómo conducir a esas otras culturas a la adecua- cumplimiento de los derechos humanos se da en contextos concre-
i
da inteligencia y valoración de estos derechos. Ciertamente se debe bus- tos, no absolutos, y con aquello que la tradición ético-jurídica aristo-
car no la violencia ni la imposición, sino eldiálogo y la persuasión, de . , télica, desde la antigüedad, llamaba la epiqueya o equidad, y con cier-
modo que esos derechos se acepten de manera razonable. to monto de apego a la circunstancia. Como se ve, de ninguna manera
El principal hallazgo de nuestro estudio fue comprobar que la Iier- se corre el riesgo de que se pierda su fuerza y su universalidad; sólo
menéutica puede ayudarnos a esa valoración, pues ella es el arte de se llama la atención al caso, al contexto, a la concreción de lo gene-
la interpretación, y la interpretación (cuyo primero significado en la ral en lo particular, de la ley y el derecho en las distintas culturas, con
historia fue el de traducción) es lo que acerca a las personas de dife- sus diferencias culturales. Siempre salvando lo general, como una ten-
rentes culturas y les permite dialogar y entenderse. Como dice Ri- sión dialéctica entre lo universal y lo particular. Aquí, la prudencia
coeur, es la mediadora entre la arguinentación y la aceptación. Pero o frónesis y la equidad o eiqueya son indispensables, y son dos vir-
no se puede tratar de cualquier hermenéutica; la hermenéutica ac- tudes altamente analógicas, son analogía aplicada (a la oscilación
tual se debate entre los dos extremos del univocismo y el equivocis- entre lo universal y lo particular, la ley y el caso o contexto).
mo; el primero es el ideal (o, más bien, la pretensión) de la compren- Más bien, el peligro de injusticia y de violación de los derechos
sión perfecta y el acuerdo completo, es un absolutismo insostenible; humanos se da en el univocismo y en el equivocisino, esto es, por un
el segundo es la idea de que debemos dejar a cada cultura actuar libre- lado, en el intento de aplicar idénticamente a todos los pueblos las
mente, es un relativismo inaceptable también; por ello se tiene que leyes y aun los derechos humanos, sin ningún matiz (sin excepción),
buscar una postura intermedia y mediadora, que es la que propone y, por otro lado, en la actitud de dejar que cada cultura entienda, va-
la analogía. Una hermenéutica analógica nos ayudará a salvaguardar lore o aplique a su modo tales derechos, sin considerar ningún crite-
lo más posible las diferencias culturales, las ideas del bien, o de la ca- rio objetivo, y aquí estamos hablando del relativismo, que los priva del
lidad de vida y los proyectos sociales, pero sin perder la capacidad de sentido universal que siempre han tenido. Como se ve, se trata de de-
1
integrarlos en la unidad o universalidad. Esta hermenéutica busca una fender su universalidad, pero una universalidad diferenciada, como
universalidad matizada, diferenciada y compleja, pero universalidad es la de todo lo particular y concreto, según la enseñanza aristotélica
al fin, lo cual evita que los derechos humanos pierdan su vocación de de que lo universal no existe de manera absoluta e indiferenciada, si-
universalidad, su estatuto de derechos fundamentales. no en lo concreto y particular, en lo que recibe numerosas modalida-
He tratado de explicar cómo una hermenéutica analógica, con tal des, que son suvariedad y su riqueza (la cual, por otra parte, no des-
intencionalidad, puede aplicarse para el diálogo intercultural, de mo- I
truye lo universal, sino que lo realiza de manera n o absolutista o
do que se defienda Iiasta donde sea posible la diferencia, sin llegar a platónica) .
lesionar la identidad del mismo género o especie humanos, en la Ií- De esta manera se podrán plantear, asimismo, derechos de las cul-
!
nea de la frónesis, tanto de Aristóteles como de Gadamer. Asimismo, I turas (a la propia conservación o preservación, a la preservación de
cómo puede aplicarse a la ética, de modo que se salvaguarden lo más i
su lengua, d e su religión, de sus creencias y costumbres), los cuales
Il
1
l 1
~ ~ ~~

114 CONCLUSIONES

son eminentemente analógicos; pues nunca se dará una cultura que


se preserve como e n reservación, o afiartheid, o ghetto, sino que ten-
drá que interactuar con las otras culturas (y tal es el sentido d e lainter-
culturalidad, que aquí hemos abordado desde el tema de los derechos
humanos); la lengua, las creencias y las costumbres no se darán "pu-
ras", sino que se mezclarán e n distintos grados con otras. Se d a una
especie de mestizaje que ya es inevitable y que, dentro d e esa mareja- Adams, M. V., The Mullicnltural Imaginalion. Race, Color and lhe Unconscious,
~ ~ ~~~~~~-~
~- ~~

daque-es~la~globalización(que~tiene~un-efectohomogetreizador);per~ - -- bondre-siRoutledgej1996; ~~ ~~~

mite las diferencias; claro que el mestizaje es también una fuerza de Aguayo, E., La hennenéuticafilosófica de Mauricio Benchol, México, Ducere,
2001.
unificación, pero que n o aniquila las diferencias: las deja convivir di-
Alcalá Campos, R., Hetmenéutica. Teoría e'inte~pretación,México, UNAM - Plaza y
námicamente. Valdés, 2002.
También es cierto que los conflictos culturales y los casos dificiles Alegre, F. X., Institutiones Theologicae,G. Méndez Plancarte (comp.), Humanis-
o conflictivos no se van a resolver totalmente. Se llegará a consensos tas del siglo m I I , México, UNAM, 1979 (la. reimpr.).
e
y a veces a compromisos contingentes históricos; pero, como dice Amengual, C.,Modernidad y nwiE del sujelo, Madrid,.Capa~rós,1998.
Apel, L O . , "Do We Need Universalistic Ethics Today or isThisJust Eur~cen,
Isaiah Berlin, con eso basta. Es la idea d e Aristóteles de que la razón
práctica n o tiene la contundencia d e la razón teórica, pero se mueve
. tric Power Ideology?", Vniversilm; 35/2 (1993).
Ariistóteles,AnalificuPosterior, en Oh-as, Madrid, Aguilar, 1964.
para buscar l a justicia y el bien, de manera inmediata. Es la pruden- -, G a n ética, Obras, Madrid, Aguilar, 1964.
cia o frónesis la que aquí impera, y solamente puede llegarse a apro- Arriarán, S. - M. Beuchot, Filosofa, neobanoco y mnltimlturalismo, México, íta-
ximaciones. El frónimos O prudente es alguien como el "hombre ma- ca, 1999.
duro" d e Max Weber, capaz d e llegar a consensos y, si esto n o es Arriarán, S. - M. Beuchot, firludes, uaalarer y educacih moral. Contra elparadignu
posible, ceder e n algunos casos y obtener compromisos. Nada más, neoliberal, México, Universidad Pedagógica Nacional, 1999.
pero nada menos. Además, los derechos humanos serán siempre el 1í- Ballesteros,J., Posmodernidad: decadencia o resistencia, 2a. ed., Madrid, Tecnos,
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2. NOCIÓN DE CULTURA. DE MUCnCULTURALlSMO Y DE
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9

3. CONFLICTO CUI.TURALY DERECHOS HUMANOS ............................................


21

6. PLURALISMO CULTURAL ANALOGICO Y DERECHOS HUMANOS ........................ 5'7

7. LA WIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL


CONTEXTO DE UN PLURALISMO CULTURAL ANALÓGIco ...................
...... 68

8. HERMGNÉuTIcA ANALÓGITA Y FUNDAMENTACIÓN


F I L O S h C A DE LOS DERECHOS HUMANOS ...................................................77
9. DERECHOS HUMANOS. F I L o S O F ~DEL HOMBRE Y
HE!WENÉUnCA ANALoGIcA ....................
...............................................89

11 . CONCLUSIONES .......................................................................................111

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