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Artículo Aseprola .

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Qué es el solidarismo
Indice del Documento
Rasgos básicos del Solidarismo/
Esquemas de financiamiento de la Asociación Solidarista/
Consecuencias del Solidarismo/
Solidarismo, mercancía de exportación/

El solidarismo es un movimiento social que en los últimos 15 años se


ha consolidado fuertemente en el movimiento obrero de Costa Rica,
donde surge.
Probada su eficacia en su país de origen, más tarde se exporta y
desarrolla de la mano de las cámaras empresariales y empresas
transnacionales, al resto de los países centroamericanos,
alcanzando alguna presencia en Guatemala y escasa presencia en
los demás países.
El solidarismo expone un discurso propio, una oferta concreta de
carácter económico y social y un modelo organizativo que viene a
modificar los términos clásicos de reivindicación laboral y,
principalmente, a sustituir al sindicato como organización
representantiva de la clase trabajadora, presentándose como una
amenaza para la supervivencia sindical.
Se trata de la más seria y elaborada maniobra patronal, que se
constituye en una competencia sólida al sindicalismo en el seno del
movimiento de los trabajadores y trabajadoras. Estamos al frente del
principal instrumento ideo-político, organizativo y económico con que
cuentan la empresa privada y las políticas neoliberales en ejecución.
La convergencia del solidarismo con las tesis neoliberales es
constatable y supone que el solidarismo no solo es una correa de
transmisión de esta ideología, sino una contraparte laboral.
El movimiento solidarista tiene, a lo interno, una composición
pluriclasista. Se trata de la supuesta alianza entre obreros y
patronos, tanto dentro de la empresa como en los órganos
superiores del movimiento. Los solidaristas pregonan ser fieles al
principio de paridad en la representación obrero-patronal de sus
estructuras organizativas. A diferencia de la composición uniclasista
del movimiento sindical, el solidarismo se presenta como un
movimiento laboral, siendo patronal-obrero, al tiempo que pregona y
defiende su condición de ser un movimiento de empresa o pro-
empresarial.
En resumen, es una maniobra patronal, que se ofrece con perfil
laboral, pero en esencia es un solidarismo patronal.
Este solidarismo patronal ofrece una nueva fórmula de atención a las
relaciones en el mundo del trabajo, que se opone diametralmente al
modelo sindical.
La fórmula es muy sencilla: NO a las medidas de presión laboral o
presentación de demandas obreras autónomas. SI a la negociación
armoniosa y ordenada, de acuerdo a las condiciones establecidas
por el empresario. NO a las conquistas de los trabajadores, en
especial al logro de convenciones colectivas. SI a las conseciones
del empresario mediante el modelo del ahorro solidarista y a los
arreglos directos en materia de solución de conflictos laborales. NO a
la organización combativa, unitaria y propositiva. SI a la organización
pasiva, atomizada y sumisa.

Rasgos básicos del solidarismo


arriba

1. El solidarismo tiene un planteamiento ideológico propio, que ha


probado su eficacia para responder al planteamiento sindical
clasista.
Su fase de implantación estuvo acompañada de una radicalidad
anticomunista que buscaba (y en buena medida logró) relacionar al
sindicalismo con el comunismo, todo esto acompañado de un
discurso que vende una nueva versión del capitalismo popular y
llama a la armonía de clases.
Sus premisas ideológicas tienen como intención última hacer que los
obreros acepten como suyos los valores empresariales, provocando
una paulatina transformación de la mentalidad sindical. El efecto
buscado es introducir en la mente del obrero el neoliberalismo, como
concepción del mundo. Se trata de que los obreros cambien las
conquistas por las concesiones, los métodos de presión y la fuerza
colectiva por una actitud pasiva y negociadora, la huelga y el paro
por la armonía y promesa de negociación, la capacidad de lucha por
la paz laboral sin justicia, las reivindicaciones laborales por el ahorro
de los obreros, la organización autónoma por otra, dependiente del
patrón.
Los solidaristas se vanaglorian de no hacer huegas ni conflictos
laborales, al mismo tiempo que apuestan por una economía laboral
construida mediante una alianza con los empresarios y no mediante
una alianza con los trabajadores y sus organizaciones.
2. El solidarismo tiene un modelo organizativo, llamado asociación
solidarista, que opera diferente al sindical, y cuyos rasgos principales
son el paternalismo y verticalismo patronal.
Este control empresarial es obtenido mediante la introducción de
empleados de confianza o de personal de planta afin a la empresa
como dirigentes solidaristas. Aunado a esto existen fuertes prácticas
antidemocráticas en el accionar de las asociaciones solidaristas. Los
trabajadores de base no participan virtualmente del funcionamiento
de la asociación, pese a estar afiliados, pues los nuevos dirigentes
laborales solidaristas ahora son el personal administrativo y gerencial
de las empresas. Este corporativismo y mutualismo, bajo la forma de
un nuevo mensaje -el solidarismo-, ha resultado ser una organización
idónea para los intereses del empresario, en tanto logra un efecto
importante de desmovilización, atomización y desprotección del
trabajador.
El solidarismo tiene la potencialidad de lograr crear un trabajador
pasivo, sumiso, dócil e individualista, convencido además de que las
reglas de productividad y la organización del trabajo impuesto por el
empresario, son necesarias y aceptadas de consenso, en una época
dominada por la competencia , el neoliberalismo y el mercado.
El solidarismo posee una oferta atractiva de programas para el
trabajador en el campo de créditos ágiles y accesibles, un menú
variado de servicios sociales, culturales y deportivos, una propuesta
de inversiones y de capitalización del ahorro solidarista y la
expectativa de entregar dividendos económicos anuales. Este
modelo económico-social se financia de dos fuentes: con un aporte
deducido del salario del trabajador, más un porcentaje similar del
patrón, que en realidad no es tal, en tanto proviene de un adelanto
de las prestaciones legales o del llamado fondo de cesantía , que
existe en muchos países latinoamericanos.
La figura legal del solidarismo tiene la virtud de actuar como un
híbrido organizacional.
Puede funcionar, a veces como una cooperativa de servicios, y en
otras ocasiones como una empresa financiera que invierte y
capitaliza. También como una cooperativa, que entrega excedentes
y, cuantas veces desea el patrón, como una organización laboral
blanda, que entabla negociación con el empresario, supuestamente
defendiendo los intereses de los trabajadores, pero ajustándose a los
topes de negociación del patrón.
El solidarismo tiene la posibilidad de sustituir al sindicalismo. Por eso
es un peligro. No solamente tiene una ideología y una oferta material
que actúa como competencia al sindicalismo. También impulsa
mecanismos jurídico-colectivos –como el arreglo directo- que vienen
a sustituir a las convenciones o contratos colectivos, históricos
instrumentos sindicales.

Esquema financiero de la Asociación Solidarista


arriba
CRÉDITO SALUD
EDUCACIÓN
VIVIENDA
HOGAR
GASTOS PERSONALES
SERVICIOS ABASTECEDOR
CLUB DE RECREO
TRANSPORTE
TIENDA
SODA
COMEDOR
INVERSIONES ACCIONES
EMPRESAS
EXCEDENTES EXCEDENTES DISTRIBUIDOS EN
PROPORCIÓN AL AHORRO DE LOS
ASOCIADOS

Consecuencias del solidarismo


arriba
1. El solidarismo responde al interés económico empresarial de
maximizar la ganancia, a través de una mayor explotación de la
fuerza de trabajo. Este propósito es obtenido gracias a medios
ideológicos y sicológicos, además de variaciones en el proceso de
trabajo, que garantizan al empresario un aumento de la productividad
del trabajador.
Esto es logrado a través de un mensaje ideológico que pregona una
mayor eficacia en la producción de la empresa a fin de competir
mejor en el mercado internacional, a cambio de la promesa de una
co-gestión de la empresa o de una mayor repartición de dividendos
entre obreros y patronos. Por tanto, del progreso de la empresa
proviene el progreso laboral, el cual queda supeditado al primero.
2. El solidarismo responde al interés político empresarial neoliberal,
de eliminar al sindicato como interlocutor de la empresa y del Estado
en la negociación del conflicto laboral y social de nuestros países. En
suma, lleva el conflicto al espacio de la fábrica, y luego lo diluye.
3. El solidarismo responde al interés ideológico empresarial, de ver
sumados en un solo perfil a todas las corrientes y prácticas
sindicales, para luego culparlas del caos y la violencia en nuestras
sociedades. El solidarismo es el instrumento político para atacar a
todos los sindicatos como disociadores, comunistas, etc.
4. El solidarismo ocasiona un serio cambio a la conciencia sindical y
política de los trabajadores, en tanto introduce valores que no les son
propios, eliminando falsamente cualquier causalidad del conflicto
laboral y social, mediante la fórmula de la armonía.
5. El solidarismo desmoviliza a los trabajadores, al someterlos a un
modelo organizativo pro-patronal, que no es autónomo ni tutela,
defiende, propone o fiscaliza los derechos de los trabajadores.
6. El solidarismo transforma el concepto clásico de reivindicación de
las condiciones de salario y de vida de los trabajadores organizados
en sindicatos, por un concepto en donde se cambian estas
reivindicaciones y conquistas democráticas por un conjunto de
servicios socioecocnómicos que atienden parcialmente las
condiciones generales de vida. Logrado este concepto de progreso
solidarista, se abandonan las condiciones de trabajo y salario,
afectando seriamente el nivel de ingreso y la calidad de vida del
obrero.
7. El solidarismo, en síntesis, sustituye la organización natural y
autónoma de los trabajadores –el sindicato- por una promesa
ideológica, un conjunto de servicios financiados con los propios
recursos de los trabajadores y un llamado a la desmovilización, como
camino para el progreso. El obrero piensa como patrón, pero sigue
siendo trabajador, manteniendo, eso sí, una promesa falsa de llegar
a ser empresario.
8. El solidario resulta ser el trabajador con el empresario, pero el
camino no se concreta a la inversa.
El solidarismo: mercancía de exportación
arriba
Después de afianzarse en Costa Rica, el solidarismo inicia un
período de penetración en Centroamérica y ensaya estrategias para
darse a conocer en otros países de América Latina. Honduras
(1983), Guatemala (1984), El Salvador(1987), Panamá y Nicaragua
(1988) y, posteriormente, algunos esfuerzos en Belice, marcan la
huella de los intentos de implantación del solidarismo en
Centroamérica.
El sindicalismo centroamericano fue oportunamente advertido desde
Costa Rica sobre las características y formas de penetración del
solidarismo. Tanto en espacios sindicales, como por medio de
numerosas actividades de capacitación desarrolladas por
ASEPROLA, se esclarecen las estrategias solidaristas y se elaboran
políticas de respuesta.
Actualmente (finales de los noventa) el solidarismo muestra un
escaso nivel de desarrollo en Centroamérica. Aparte de Costa Rica,
Guatemala es el país donde ha logrado mayor implantación. En los
demás países, aunque sigue haciendo esfuerzos, su presencia es
débil.
No obstante, el solidarismo sigue representando una amenaza, una
alternativa, que puede ser utilizada por los sectores patronales
conforme las coyunturas que se vayan presentando en la región.
En 1992 se crea, en el marco de un encuentro solidarista
centroamericano en Costa Rica, el Consejo Latinoamericano
Solidarista (CLS), que años después se llamaría Consejo
Intermericano Solidarista (CIS). En la inauguración del nuevo ente su
presidente, costarricense, señaló que el solidarismo era la
organización laboral del año 2000 para América Latina, insinuando la
meta final del solidarismo: extender el modelo a todos los países
latinoamericanos

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