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EXPERIENCIAS QUE ME AYUDAN A CRECER.

ORIENTACIÓN EDUCATIVA

Estudiantes: Diaz Islas Oscar Jacob y Villarruel Peralta Karina Guadalupe

5°B
# 312 943 6669 odiaz2@ucol.mx & kvillarruel@ucol.mx # 312 133 8497
Universidad de Colima
Colima, México.

Resumen:

Este trabajo viene a ser una reflexión sobre nuestra formación y los aprendizajes en el área
de orientación educativa, en él hacemos una breve descripción sobre la metodología que
seguimos para ir poco a poco adquiriendo las competencias básicas necesarias que nos
permitieron cumplir con los objetivos del proyecto de orientación, competencias como:
humildad, escucha activa, empatía, etc. Presentamos también los principios de la orientación
educativa los cuales dirigieron nuestro actuar durante el proyecto. El documento incluye las
reflexiones al respecto de nuestra experiencia como orientadores de grupos y particulares, así
como las dificultades que encontramos en cada escenario, y la forma en cómo les dimos
solución.

Palabras claves: AUTOCONOCIMIENTO, ACOMPAÑAMIENTO, DESARROLLO


HUMANO, COMPROMISO.

Introducción:

Asistir a una sesión de orientación siempre es una oportunidad para aprender algo nuevo, una
oportunidad enriquecedora tanto para el orientador como para el orientado, pero cuando nos
encontramos ante una situación difícil y necesitamos que alguien nos escuche, o estamos
indecisos al tomar una decisión, esta se vuelve una necesidad. La Psicóloga Jazmín T. Larios
Méndez se pregunta “¿qué es lo que hace tan extraordinario al orientador que los chicos, las
chicas, la gente en general son capaces de armarse de valor y de ir a contarle sus problemas
a una persona extraña? la respuesta que ella propone coincide con la que nosotros creemos
que es la razón y es en este documento que pretendemos compartir este descubrimiento,

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además de una descripción del proceso sobre cómo se prepara esa persona que nos orienta,
que nos escucha, que nos observa, todo desde nuestra experiencia; compartimos el proceso
que nosotros llevamos a cabo durante nuestra formación como orientadores, hablamos
igualmente acerca de las competencias que adquirimos, de los principios base de la
orientación, de la metodología así como también de las experiencias que tuvimos ya en la
práctica tanto en las actividades realizadas como las aportaciones que realizamos.

Nuestro proceso de aprendizaje.

Durante los semestres de 3 & 4 cursamos el módulo de ESTRATEGIAS PARA LA


INTERVENCIÓN PEDAGÓGICA I & II, la primera parte de este módulo tiene como
objetivo el aprender a elaborar diagnósticos y tomar decisiones claras con base en las
diferencias individuales, a partir de las etapas del desarrollo humano, y de las diferentes
corrientes psicológicas, la segunda tuvo el propósito principal de llevarnos de la teoría a la
práctica.

Para dar inicio a la segunda parte del módulo, primeramente se nos dejó en claro la necesidad
de iniciar con un proceso de autoconocimiento, o en otras palabras “un proceso de reconexión
con nosotros mismo”, proceso que resulta vital para poder ayudar a alguien más; conocerse
uno mismo requiere de humildad para reconocer que necesitamos ayuda, aceptar ser
acompañados u orientados, esta humildad nos permite abrirnos a nuevas perspectivas que
nos ayudan a identificar nuestros límites, fortalezas y debilidades, y lograr así un
autoconocimiento integrador de puntos de vista diferentes que te permite también identificar
con claridad la forma en cómo has orientado tu propia vida, reconocer tus errores y tus logros,
la influencia que otras personas han tenido en tu vida, y saber diferenciar entre lo que eres, y
quieres ser y lo que el mundo te ha dicho que debes ser, la consecuencia de este proceso es
la posibilidad de poder conectar con otros, de poder acompañar a otros en este proceso de
crecimiento porque “una verdadera conexión con nosotros mismos es lo que nos da la
posibilidad de sentirnos seguros” (Ashner Y Meyerson.) La seguridad nace porque una vez
que sabes quién eres se despeja el camino para saber a dónde ir.

Aunado al proceso de autodescubrimiento comenzamos fortaleciendo algunas competencias


básicas como la escucha activa, que consiste en acompañar a la otra persona, en cuerpo,
mente y alma, es decir, como una totalidad, siempre con respeto a la otra persona porque

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muchas veces uno como orientador puede verse aquejado por las preocupaciones de la vida
lo que puede hacer un poco difícil el proceso de orientación. Otras competencias son también
la empatía que es: entender al otro, trabajamos respecto a la ética profesional, que integra
competencias como la confidencialidad y el saber los límites de nuestra intervención, es decir
saber hasta qué punto un asunto nos corresponde o es mejor canalizarlo con un experto, no
significa que no podamos especializarnos, sin embargo, hay casos muy específicos que
requieren de atenciones especiales. Esto nos llevó a explorar los principios de la orientación
educativa y del orientador, para explicarlo podríamos citar a algún experto que en su
definición de pauta de lo que implica la orientación. Por ejemplo:

Bisquerra (1996:152) que ha definido la Orientación Psicopedagógica como “un


proceso de ayuda continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de
potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida. Esta ayuda
se realiza mediante programas de intervención psicopedagógica, basados en
principios científicos y filosóficos”.

Este autor es congruente con algunos de los principios que se nos enseñaron, él habla de que
la orientación es un proceso, que es para todas las personas, esto significa que no hace
distinción por su edad, sexo o genero, nos habla también de que tiene como objetivo potenciar
la prevención y el desarrollo humano.

Referente a los principios específicos del orientador podríamos agregar que este debe de ser
responsable frente al individuo y la sociedad (esto responde la pregunta sobre qué hace tan
extraordinario a un orientador) es decir: que un orientador debe ser un profesional
comprometido con su propio desarrollo; físico, mental y emocional, ya que debe modelar la
actitud que desea gestionar en sus orientados.

La manera en cómo nosotros llevamos a cabo este proceso de aprendizaje fue a través de la
escenificación de casos, dos veces a la semana lo segundo que hacíamos era que
voluntariamente dos compañeros pasaban al frente; uno cumplía la función de orientador y
el otro le presentaba un problema, esto lo debían modelar y así vivenciábamos una sesión de
orientación donde se ponían en práctica las competencias de: escucha activa, el análisis del
problema, el cierre, etc. Al finalizar el modelaje entre todos hacíamos retroalimentación al
compañero que había fungido como orientador.

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La base para desarrollar las sesiones con nuestros orientados fueron en primer lugar la ficha
psicopedagógica, el test Terman Merril, y el test de la familia, instrumentos que nos
permitieron hacer un diagnóstico inicial de la situación personal y familiar del orientado, la
fundamentación teórica la obtuvimos primeramente de nuestra profesora la Mtra. Claudia
Razo y del material que ella nos compartió entre el cual se encontraba el “modelo de ayuda”,
así mismo nos apoyamos del libro “El orientador experto” de Gerard Egan y del libro de
Desarrollo humano de Papalia.

Mi experiencia como orientador.

Dentro de nuestro proceso de preparación fuimos desarrollando cada una de las habilidades
antes mencionadas, para el momento de la práctica ponerlas en marcha.

En cuarto semestre desarrollamos la práctica en dos escenarios diferentes: el primero fue


grupal y en el segundo individual. Al inicio de la práctica grupal tuvimos dificultades para
encontrar un espacio ya que la mayoría de instituciones ya había practicantes y en otras había
desorganización en las funciones de quien llevaba a cabo las orientaciones en el plantel,
después de tanto buscar nos ofrecieron un espacio en nivel media superior, donde tuvimos la
oportunidad de trabajar, en un espacio muy agradable, en el cual nos recibieron con los brazos
abiertos.

Al realizar esta práctica se llevó una bitácora y un calendario de actividades, el proceso se


dividía en dos etapas: observación e intervención, la primera consistían en ir a observar la
dinámica del orientador con los grupos así como el comportamiento de los estudiantes con
el fin de identificar las necesidades que existían en el aula, para obtener información
confiable se aplicaron instrumentos relacionados a la necesidad observada, con los resultados
de la observación, y los test se desarrolló un manual donde incluía las temáticas a desarrollar
en la siguiente etapa.

La segunda etapa que fue de intervención consistía en impartir sesiones, acorde a las
necesidades que se identificaron, se realizaron 5 sesiones, cada una de ellas se trabajó en tres
momentos: auto-exploración, auto-entendimiento y acción, esta estructura nos ayudó para
tener una secuencia ya que el inicio era introductorio a qué tanto sabían de ese tema, el
segundo momento ya era donde comprendían el tema y el final ya lo ponían a trabajar, dentro

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de estos momentos se realizaban dinámicas para que los estudiantes se motivaran a participar,
para concluir esta práctica al orientador de la institución se le entrego en un CD el manual
elaborado, con un reporte final de las actividades realizadas.

El segundo escenario fue orientación personalizada, este lo llevamos a cabo con jóvenes de
nivel superior, para llevarla a cabo se realizó una invitación a los estudiantes de otros
semestres que estuvieran interesados en participar, de igual manera los que teníamos amigos
interesados, les pasábamos el contacto de otro compañero, para que así pudieran agendar la
cita, este proceso se llevó a cabo en 6 sesiones, la primera fue de autoexploración, conocer a
la persona, el motivo del porque recurrió a la orientación, así también el llenado de ficha
psicopedagógica, de la sesión 2-5 se trabajó sobre a la necesidad plateada por el orientado y
en la última sesión se retroalimento todo el proceso que tuvo el orientado.

Una vez identificamos algunos puntos importantes en el diagnóstico de nuestro tutorado


procedimos a prepararnos y a buscar material como textos , películas o videos que pudiera
apoyarnos para entender mejor el tema o quizá encontrar una solución para que en caso de
que el chico o la chica necesitara entender mejor esos temas, con el apoyo de ese material
fuera algo más significativo, también cabe destacar que aunque trabajamos con base en el
diagnostico al paso de las sesiones nos fuimos ganando la confianza de nuestros tutorados lo
que dio pie a que estos externaran asuntos más personales, a manera de reflexión coincidimos
en que los jóvenes no buscan ayuda con el fin de recibir juicios, esos los tienen de sobra,
muchas veces lo único que buscan es encontrar alguien en quien confiar que les brinde su
tiempo y los ayude a darse cuenta de aquello que no pueden ver pero que saben que está ahí.

Los objetivos planteados en estas dos practicas fueron cumplidos, dado a que desarrollamos
competencias como: identificación de necesidades, manejo de grupo, aplicación de
instrumentos, escucha activa, empatía, entre otras.

Dentro de las aportaciones que realizamos a la institución que nos ofreció el espacio, fue que
generamos un manual, en el que incluía el diagnóstico, las actividades realizadas y el reporte
final, los cuales fueron dados al orientador del plantel, así también incluimos evidencias de
las dos etapas, de igual manera generamos un vínculo entre las dos instituciones, esto a través
de nuestro reporte de experiencia realizado al finalizar el proyecto, donde evaluamos las
condiciones y las dificultades que tuvimos que enfrentar, así como la manera en que las

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afrontamos. Hablando de dificultades podemos compartir que la mayor dificultad en las
instituciones fue que en incluso en nivel licenciatura los jóvenes siguen viendo las sesiones
de orientación grupal como una pérdida de tiempo, lo cual podemos ver reflejado en la
ausencia de gran parte de estos en las sesiones, mientras que la mayor dificultad al trabajar
de manera individual fue que algunos chicos que se presentaron como orientados desertaron
del proceso una vez este había comenzado, no se hizo una investigación sobre este fenómeno,
pero creemos que conviene hacerla. La posible solución para el primer problema fue acordar
los tiempos para las sesiones con los jóvenes, tratamos de que estos no implicaran un desgaste
extra para ellos, además de que los temas fueran significativos, el resultado fue que la
mayoría de los jóvenes asistieron a nuestras sesiones. Para el segundo problema se hizo la
sugerencia de que se formalizara un proyecto dentro de la facultad que atendiera a personas
que voluntariamente y sin ningún compromiso participaran como orientados.

Conclusiones

En todo este proceso de aprendizaje, comprendí que para ser orientador primero se debe
trabajar con uno mismo, ir a terapia, empaparse de cultura, salir de la zona de confort y
explorar mundos nuevos, un orientador es aquella persona que tiene el compromiso consigo
mismo de reconocer tanto sus aciertos como sus errores, de sentir al otro, de acompañarlo,
de escucharlo y por supuesto de ayudarlo, sin juicios ni haciendo énfasis en sus errores sino
por contrario, tenemos como objetivo ayudar a la persona para que evolucione a su mejor
versión que sea capaz de ver, ser y aceptar quién es en realidad con todas sus cualidades
buenas y malas.

Referencias bibliográficas:

Jazmín T. Larios (2015) Aprender a ser: Un acompañamiento de persona a persona. Colima,


México: Universidad de Colima.

Bisquerra R. Alzina (1996) Manual de orientación y tutoría. Barcelona, España: WOLTERS


KLUWER EDUCACION.

Laurie Ashner & Mitch Meyerson (1996). Cuando nada es suficiente: Lo que usted puede
hacer si nunca se siente satisfecho. Minnesota: Hazelden Publishing

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