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I) ETAPAS Y FASES DEL PROCESO PENAL

El proceso penal consta de las siguientes etapas y fases:

1º. Un procedimiento preliminar eventual a cargo de la Policía Judicial, destinado a reunir los
elementos probatorios necesarios para dar fundamento a la imputación inicial y promover la
acción penal.

2º. En el Código Procesal Penal de la Nación se regula la instrucción común, la cual se define
como la etapa eventual y preparatoria del juicio, que cumple un órgano jurisdiccional en virtud
de excitación oficial (de la Policía o del Ministerio Público) y en forma limitadamente pública,
limitadamente contradictoria y escrita, para investigar la verdad acerca de los extremos de la
imputación penal y asegurar la presencia del imputado, con el fin (específico) de dar base a la
acusación o determinar el sobreseimiento.

Para casos excepcionales se prevé una instrucción sumaria que es la realizada por el Agente
Fiscal con los mismos fines y objetivos que la instrucción común, pero sólo cuando se trata de
casos de aprehensión en flagrancia por las cuales no proceda la prisión preventiva y con un
plazo máximo de 15 días.

El Código Procesal Penal de Córdoba regula la investigación penal preparatoria, la cual es la


etapa eventual del proceso penal realizada por un órgano integrante del poder persecutorio
del Estado (Fiscal de Instrucción y, excepcionalmente, Juez de Instrucción), en forma
limitadamente pública, relativamente contradictoria y escrita, para investigar la verdad acerca
de los extremos de la imputación penal y asegurar la presencia del imputado, con el fin
(específico) de dar base a la acusación, al juicio abreviado inicial o determinar el
sobreseimiento.

Teniendo en cuenta el fin específico de esta investigación (dar base al sobreseimiento o a la


acusación), la ley prevé una fase crítica (a veces intermedia, porque se produce después de la
clausura de aquella), destinada a resolver si existe o no fundamento para elevar la causa a
juicio.

3º. El juicio plenario es la fase esencial del proceso que se realiza, a base de una acusación, en
forma contradictoria y prevalentemente oral, pública y continua, que tiene por fin la defensa
material del acusado, la recepción de las pruebas pertinentes y útiles, la plena discusión del
Fiscal y de las partes y la decisión jurisdiccional definitiva sobre el fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer mediante las acciones ejercidas.

4º. Fases eventuales y extraordinarias constituyen los juicios de casación (no hay apelación en
contra de la sentencia del Tribunal de juicio), inconstitucionalidad y revisión. Los recursos son
una manifestación de voluntad de quien ataca una resolución jurisdiccional por considerarla
ilegal y agraviante, a fin de que el Tribunal que la dictó u otro de grado superior (alzada),
mediante un nuevo examen la revoque, modifique o anule (Ayán, 40).
5º. Finalmente se lleva a cabo la fase de ejecución, donde el mismo Tribunal de juicio dispone
las medidas necesarias para hacer efectivo su pronunciamiento. La ejecución es el momento
constituido por el conjunto de actos destinados a realizar las providencias penales y civiles
contenidas en una sentencia.

II) LOS PRINCIPIOS POLÍTICOS DEL PROCESO PENAL

La persecución penal. Oficialidad. Estatalidad. Oficiosidad. Crisis: alternativas político-


procesales

El principio de oficialidad significa que el Estado, como titular de la potestad de reprimir al


transgresor de la norma penal, debe instituir determinados órganos (persecución y decisión)
para administrar realmente la ley penal.

Este principio tiene los siguientes corolarios: estatalidad, oficiosidad y legalidad.

1. Estatalidad

A fin de cumplir la función penal en lo formal, el Estado instituye distintos organismos:

La Policía Judicial investiga los delitos de acción pública que llegan a su conocimiento y se los
comunica inmediatamente al Fiscal de Instrucción.

El Ministerio Público promueve y ejerce la acción penal, procediendo a realizar la investigación


indispensable para dar base a sus requerimientos (elevación a juicio).

Los Tribunales –dentro de su órbita respectiva– ejercen la jurisdicción (control y decisión) hasta
ejecutar la sentencia.

2. Oficiosidad

Ante la presunta violación de una norma jurídico-penal (un hecho con los caracteres externos
de delito), el Estado reacciona inmediata y espontáneamente para reintegrar el orden jurídico;
pero la iniciativa de la investigación o el origen del proceso penal no está, en nuestro sistema, a
cargo de todos los órganos públicos arriba mencionados, sino tan sólo de la Policía Judicial o
del Ministerio Público.

De la oficiosidad se desprenden dos subprincipios: a) promoción de oficio; b) inevitabilidad.

a) La Policía Judicial y el Ministerio Público tienen el deber de proceder de oficio, por iniciativa
propia, a promover la acción penal pública en las formas establecidas por la ley, sin necesidad
de ninguna excitación extraña (oficial o particular), excepto los casos de acciones dependientes
de instancia privada (CP, arts. 71 y 72).

b) Salvo las excepciones mencionadas, que en verdad enervan la pretensión represiva, la


voluntad de los particulares (aunque sean damnificados por el delito) o de otros funcionarios
públicos (por eminente que sea su situación jerárquica) carece de eficacia para enervar o evitar
la promoción de la acción pública.

Hasta no hace mucho tiempo la investigación era potestad del Juez de Instrucción, quien tenía
a su cargo la protección de los derechos individuales del imputado y la persecución del mismo.
Eso hizo decir a nuestra doctrina que la función que el mismo cumplía era una función
“esquizofrénica” y que quien tenía al Juez como Fiscal “necesitaba a Dios como defensor”. A
partir de estas críticas y del proceso de democratización que se produjo en el país, se empezó a
vislumbrar una clase de proceso en donde la investigación (instrucción) ya no está en manos
del Juez, sino en manos del órgano persecutor que luego va a acusar en paridad de condiciones
con el imputado durante el juicio. Los jueces se limitan a cumplir tareas de control (Juez de
Control o de Garantías) y de decisión (Juez en lo Correccional o Cámara en lo Criminal).

Por otro lado, y en lo que respecta a la inevitabilidad, existen voces que hoy se levantan
procurando que en el ejercicio de las acciones (incluso pública) se le den mayores facultades de
disposición a la víctima (v.gr., retractación).

3. Legalidad (oportunidad)

Según el principio de legalidad, tanto el Ministerio Público como la Policía Judicial tienen el
deber de ejercer la acción pública de acuerdo en todo caso con la ley penal, es decir, siempre
que aparezca cometido un hecho delictuoso, sin que puedan inspirarse en criterios políticos de
conveniencia o de utilidad social: carecen de toda facultad discrecional para juzgar sobre la
conveniencia o la utilidad social de la persecución; son esclavos de las leyes. Lo cierto es que en
la realidad no todos los hechos delictivos se conocen; no todos los hechos conocidos se
persiguen; no todos los hechos perseguidos llegan a una decisión definitiva (cifra negra).

Del principio de legalidad se desprenden los de: a) necesidad de la promoción; b)


irretractabilidad.

a) En el momento inicial, cuando la Policía Judicial o el Ministerio Público llegan a conocer la


existencia de un delito de acción publica promovible de oficio, tienen el deber de investigar el
hecho y, en casos excepcionales (investigación jurisdiccional) promoverla.

b) Una vez realizada la investigación o promovida la acción, no puede suspenderse, ni hacerse


cesar, ni interrumpirse, salvo los casos expresamente establecidos por la ley.

Al principio de legalidad se opone el de oportunidad, el cual se expresa como la atribución que


tienen los órganos encargados de la promoción de la persecución penal, fundada en razones
diversas de política criminal y procesal, de no iniciar la acción pública, o de suspender
provisionalmente la acción iniciada, o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, o de
hacerla cesar definitivamente antes de la sentencia, aun cuando concurran las condiciones
ordinarias para “perseguir y castigar”.

Lentamente, la legislación empieza a receptar la posibilidad práctica de este principio


reservado especialmente al Congreso de la Nación, quien regula la posible disponibilidad de la
acción (v.gr., suspensión del juicio a prueba).

En la actualidad, se tiende a imponer en la doctrina el apotegma elaborado por Hassemer:


“Tanta legalidad como sea posible, tanta oportunidad como sea necesaria”.

c) Igualdad de posición entre imputado y acusado

La equiparación procesal –en cuanto a poderes otorgados durante la realización del proceso
penal– del imputado al órgano de la acusación se encuentra constitucionalmente garantizada.
Efectivamente, mediante el Pacto internacional de derechos civiles y políticos (art. 14, inc. 3º) y
la Convención americana sobre derechos humanos (art. 8, inc. 2º). Como sabemos, ambas
regulaciones tienen jerarquía constitucional (CN, art. 75, inc. 22).

Esta garantía implica tres consecuencias fundamentales:

1) En primer lugar, que sólo el órgano de la persecución y, eventualmente, el querellante


particular, son los encargados de probar la hipótesis delictiva.

2) En segundo lugar, que el tribunal, cualquiera sea, no puede convertirse en un coacusador,


facilitando o coadyuvando la tarea del Ministerio Público y del órgano adherente (querellante)
en contra del imputado.

3) Que el imputado, en cualquier momento, puede reclamar para sí los poderes otorgados al
órgano de la acusación para cumplir su función, a los efectos de permitir la falsación de la
hipótesis delictiva.

1. Los fines del proceso penal

Se ha dicho tradicionalmente que los fines del proceso penal son: descubrir la verdad real
sobre un supuesto hecho delictuoso y actuar sobre él la ley penal sustantiva (positiva o
negativamente).

a. Descubrimiento de la verdad real

Con asiduidad se hacía la diferencia entre la verdad que se persigue en el proceso civil y en el
proceso penal. Tanto el proceso penal –se afirmaba– como el civil tienden a la averiguación de
la verdad sustancial de los hechos; pero mientras el Juez civil debe limitarse a verificar las
proposiciones de las partes y ha de quedar satisfecho con la verdad aparente, formal o
convencional que surja de sus manifestaciones, el M. Público y el Juez penal tienen, en cambio,
el deber de investigar la verdad real, objetiva, sustancial de los hechos sometidos a
enjuiciamiento, para dar base cierta a la justicia, no obstante la confesión del imputado.

Pronto esta tendencia a pretender asir la “verdad verdadera” se tornó ingenua en tanto la
teoría del conocimiento que le servía de base (adequatio rei intellectus) demostraba aquella
característica.

Asimismo, el hecho de tener un conjunto de límites –que provienen de la inducción fáctica y la


verdad probabilística de la premisa menor del silogismo práctico, de la deducción jurídica y la
verdad opinable de las premisas en lo que respecta a la premisa mayor, en la subjetividad
específica del conocimiento judicial y el método legal de la comprobación procesal proveniente
del sistema judicial y de los derechos individuales– impide hablar de “verdad real”.

Si alguna validez tiene hoy el concepto verdad real es sólo como garantía de que sólo se va a
condenar a una persona por la comisión de un hecho delictuoso cuando la hipótesis, luego de
ser sometida a todas las cribas fácticas y valorativas, se muestre como incontrastable.

Por todas estas condicionantes, en la actualidad sólo se habla de una verdad forense. Sus
límites en el proceso penal son evidentes.

b. Actuación de la ley penal sustantiva

El proceso tiene por finalidad mediata la justa actuación de la ley penal sustantiva, es decir, la
función de hacer concretas y reales las previsiones abstractas de dicha ley.

Con esta fórmula se abarca expresamente no sólo el designio de obtener, mediante la


intervención del órgano jurisdiccional, la verificación positiva o negativa del fundamento
verdadero de la pretensión jurídico-penal emergente del delito, o sea, el designio de obtener
un pronunciamiento condenatorio o absolutorio, sino también el de hacer efectiva o ejecutar la
sanción que en el primer caso se imponga al transgresor de la norma de derecho sustantivo. La
ejecución queda dentro y no fuera del derecho procesal. Es que esto completa la garantía de
todo individuo a saber de antemano cuál es la consecuencia de su conducta, a qué proceso va
a ser sometido y, por último, cuáles son los ribetes de la ejecución de la sanción.

c) Eficiencia y garantía como objetivos políticos del proceso penal

Así como la justicia se encuentra respecto de la seguridad jurídica en una contraposición de


principio, lo mismo ocurre con la formalidad de la justicia y la eficiencia del derecho penal y del
procedimiento penal. Un instrumental enérgico es una típica amenaza de los derechos del
imputado en el proceso penal. Si se reúnen en una sola idea la conformidad al estado de
derecho y la energía, entonces se vota en favor de la eficiencia (quizá sin percibirlo). El estado
de derecho vive de la contraposición entre formalidad de la justicia y eficiencia, y la
conformidad al estado de derecho debe controlar y frenar al Estado fuerte; idealmente, debe
poder quebrarlo en caso de conflicto.
2. El consenso entre los sujetos procesales: concepto y función

Si bien la pena sólo se puede aplicar a quien se le demuestre en forma categórica su


culpabilidad acerca de un hecho delictuoso, en los últimos tiempos han aparecido
(reaparecido, mejor) interesantes propuestas que pueden significar la posibilidad de
desplazamiento (parcial) de la “verdad material” por una verdad “consensual”. Esto se
desprende de la idea de considerar al consenso como una forma alternativa de solución para
ciertos casos penales, evitando la pena, simplificando o acelerando su imposición, o pactando
su extensión.

La noción de consenso se suele relacionar con la idoneidad que se puede reconocer a la


expresión unilateral o al acuerdo de voluntades entre órganos públicos, entre estos y
particulares o de particulares entre sí, para evitar la iniciación del proceso penal, para lograr su
finalización de un modo más simple o más corto que el previsto ordinariamente, para convenir
la imposición y la extensión de la sanción penal, o para procurar soluciones diversas a la pena
como modo de resolver el proceso.

La propuesta de darle eficacia jurídica al “consenso” encuentra propulsión en tendencias


modernas que, viendo en el delito más un conflicto intersubjetivo que una infracción legal (o
ambas cosas a la vez), aconsejan priorizar (en ciertos casos) la reparación del daño causado por
el ilícito por sobre su castigo, otorgar a la víctima un protagonismo en la resolución del caso
penal más acorde con su condición de primera y máxima damnificada por la infracción penal, y
receptar criterios de “utilidad” y “oportunidad” frente al reconocido fracaso del principio de
legalidad.

Pero estas ideas chocan con los fundamentos teóricos que inspiran el sistema penal y procesal
argentino, como son el principio de legalidad (todo delito de acción pública que se comete
debe ser investigado, juzgado y penado), y el de verdad real (adecuación entre lo realmente
ocurrido y lo reconstruido conceptualmente en el proceso) como base de una imposición de la
pena por parte de órganos jurisdiccionales del Estado. El impulso del principio de legalidad
abarca la inevitable e irretractable tarea de investigar la verdad real y la inevitable e
irretractable imposición de la pena al verdadero culpable o, mejor aún, a todo verdadero
culpable.

Y aquí es donde se evidencia la tensión entre “verdad real” y “verdad consensual”, pues esta
puede prestarse a que se castigue a quien no sea culpable, o a que no se castigue a quien (o a
todo quien) lo es, no sólo por posibles amañamientos de la verdad, sino por su sustitución
como base de resolución del caso por alternativas a la pena que prescinden total o
parcialmente de ella (v.gr., reparación de la víctima, oblación voluntaria de la multa).

III) LA INVESTIGACIÓN PRELIMINAR: CONTENIDO


1. Denuncia: Concepto. Contenido. Facultades y obligados a denunciar. Reglas de
procedimiento en el CPP de Córdoba y Nación.

A. Concepto:

La denuncia es una manifestación de voluntad de una persona, que pone en conocimiento de


una autoridad competente para recibirla la existencia de un delito de acción pública.

Sus caracteres principales son el de ser un acto previo (anterior a la promoción de la acción),
espontáneo (manifestación de voluntad) e irretractable (una vez realizado, ya no existe
posibilidad de volverse atrás sobre la manifestación).

La denuncia puede ser facultativa u obligatoria. La primera, además, puede ser no


condicionante o condicionante.

Por regla la denuncia es facultativa. Toda persona que tenga noticia de un delito perseguible de
oficio puede denunciarlo al Fiscal de Instrucción o a la Policía Judicial (CPP Cba., art. 314,
primer párrafo; CPP Nación, art. 174).

Excepcionalmente, existe la obligación de denunciar. Tienen obligación de denunciar los delitos


perseguibles de oficio: 1º) los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el
ejercicio de sus funciones; 2º) los médicos, parteras, farmacéuticos y demás personas que
ejerzan cualquier ramo del arte de curar, salvo (excepción de la excepción) que el conocimiento
adquirido por ellos esté por la ley bajo el amparo del secreto profesional (CPP Cba., art. 317;
CPP Nación, 177).

La denuncia facultativa puede ser condicionante o no condicionante. Cuando la acción penal


depende de instancia privada, sólo puede denunciar quien tenga facultad para instar (CP, art.
72; CPP Cba., art. 314, segundo párrafo; CPP Nación, art. 174). En los otros casos es no
condicionante.

B. Forma

La denuncia puede presentarse en forma escrita o verbal, personalmente o por medio de


mandatario especial. En este último caso debe acompañarse el poder.

La denuncia escrita debe ser firmada ante el funcionario que la reciba.

Cuando sea verbal, se debe extender un acta, de conformidad a lo que analizamos al ver actos
procesales (CPP Cba., 315; CPP Nación, art. 175).

C. Contenido
La denuncia debe contener, en cuanto fuera posible, la relación circunstanciada del hecho
(tiempo, modo, lugar), con indicación de sus partícipes (autor, coautores, instigadores,
cómplices primarios y secundarios), damnificados (entre ellos, especialmente la víctima),
testigos y demás elementos (de prueba) que puedan conducir a su comprobación y calificación
legal.

Cuando la denuncia fuera formulada por el titular de la acción civil, puede contener también la
manifestación acerca de la delegación del ejercicio de la acción en el asesor letrado, por
supuesto, sin constituirse en actor civil (CPP, art. 11) (CPP Cba., art. 316; CPP Nación, art. 176).

D. Reglas de procedimiento

En la provincia de Córdoba, la denuncia puede ser presentada ante el Fiscal de Instrucción o


ante la Policía Judicial. Cuando procede la investigación fiscal preparatoria el Fiscal que recibe
la denuncia actúa de inmediato. Si se trata de un hecho por el que procede investigación
jurisdiccional, el Fiscal formula requerimiento conforme al contenido del art. 341 del CPP, en el
término de tres días, salvo que por la urgencia del caso deba actuarse de inmediato.

Si el Fiscal requiere la desestimación y el juez no estuviera de acuerdo, regirá el art. 359 (CPP,
art. 319).

Cuando la denuncia fuera presentada ante la Policía Judicial, esta actúa con arreglo a sus
atribuciones (CPP, art. 324), comunicando y procediendo (CPP, art. 326) de conformidad a las
exigencias legales (CPP, art. 320).

El denunciante no es parte en el proceso, ni incurre en responsabilidad alguna, excepto los


casos de falsedad o calumnia (CPP, art. 318).

En la Nación, en donde la instrucción es la regla, la denuncia ante el Fiscal o las fuerzas de


seguridad tiene ribetes semejantes a la denuncia realizada ante estos organismos en el ámbito
provincial (CPP Nación, arts. 181 y 182). Pero en esta jurisdicción puede hacerse la denuncia
ante el Juez de Instrucción. El Juez que reciba una denuncia debe transmitirla inmediatamente
al agente fiscal (nemo procedat iudex ex officio) dentro del término de veinticuatro horas, salvo
que por la urgencia del caso aquel fije uno menor. El agente fiscal formula requerimiento
conforme al artículo 188 o pide que la denuncia sea desestimada o remitida a otra jurisdicción.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, el Juez de Instrucción que reciba una
denuncia puede, dentro del término de veinticuatro horas –salvo que por la urgencia del caso
fije uno menor– hacer uso de la facultad de delegar la investigación de los delitos de acción
pública al agente fiscal, en cuyo caso este asume la dirección de la investigación conforme a las
reglas establecidas en el título respectivo del CPP o pedirá que la denuncia sea desestimada o
remitida a otra jurisdicción.

Será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delitos, o cuando no se
pueda proceder. La resolución que disponga la desestimación de la denuncia o su remisión a
otra jurisdicción será apelable, aun por quien pretendía ser tenido por parte querellante (CPP,
art. 180).

2. Actos de la Policía Judicial

A. Función

La Policía Judicial es la encargada, por orden de autoridad competente o –en caso de urgencia–
por denuncia o iniciativa propia, de investigar los delitos de acción pública, impedir que los
cometidos sean llevados a consecuencias ulteriores, individualizar a los culpables y reunir las
pruebas útiles para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento. Si el delito fuera de
acción pública dependiente de instancia privada, sólo debe proceder cuando reciba la denuncia
condicionante de las personas previstas en el art. 72 del CP (CPP Cba., art. 321; CPP Nación, art.
183).

Son oficiales y auxiliares de la Policía Judicial los funcionarios y empleados a los cuales la ley
acuerde tal carácter. Son considerados también oficiales y auxiliares de Policía Judicial los de la
Policía Administrativa, cuando cumplan las funciones que el CPP establece (CPP Cba., art. 322).

Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial son nombrados y removidos conforme a lo


dispuesto por la Ley Orgánica del Ministerio Público (ley provincial 7.826). Cumplen sus
funciones bajo la superintendencia directa del Ministerio Público y deben ejecutar las órdenes
que les impartan los Jueces, Fiscales y Ayudantes Fiscales.

Los oficiales y agentes de la Policía Administrativa, en cuanto cumplan actos de la Policía


Judicial, están en cada caso bajo la autoridad de los jueces y fiscales, sin perjuicio de la
autoridad general administrativa a que estén sometidas (CPP Cba, art. 323).

Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial que violan disposiciones legales o reglamentarias,
que omiten o retardan la ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplen
negligentemente son sancionados por los tribunales o el Ministerio Público, previo informe del
interesado, con apercibimiento o multa de hasta 50 jus, sin perjuicio de la suspensión hasta por
treinta días, cesantía o exoneración que pueda disponer el Tribunal Superior de Justicia y de la
responsabilidad penal que corresponda.

Los oficiales y agentes de la Policía Administrativa, pueden ser objeto de las mismas sanciones;
pero la suspensión, cesantía o exoneración de ellos sólo puede ser dispuesta por el Poder
Ejecutivo.

B. Atribuciones
La Policía Judicial tiene las siguientes atribuciones (CPP, art. 324):

1) Recibir denuncias (CPP, art. 320).

2) Cuidar que el cuerpo, instrumentos, efectos y rastros del delito sean conservados, mediante
los resguardos correspondientes, hasta que llegue al lugar el Fiscal de Instrucción.

3) Si hubiera peligro de que cualquier demora comprometa el éxito de la investigación, hacer


constar el estado de las personas, cosas y lugares, mediante inspecciones, planos, fotografías,
exámenes técnicos y demás operaciones que aconseje la policía científica.

4) Proceder a los allanamientos del art. 206, a los requisitos urgentes con arreglo al 209 y a los
secuestros impostergables.

5) Si fuere indispensable, ordenar la clausura del local en que se suponga, por vehementes
indicios, que se ha cometido un delito grave, o proceder conforme al art. 274 (arresto).

6) Interrogar sumariamente a los testigos presumiblemente útiles para descubrir la verdad.

7) Citar y aprehender al presunto culpable en los en los casos y forma que este Código autoriza.

8) Recibir declaración al imputado, sólo si éste lo pidiera, en las formas y con las garantías que
establecen los artículos 258 y ss.

9) Usar de la fuerza pública en la medida de la necesidad.

C. Prohibiciones

Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial no pueden abrir la correspondencia que


resguardan o hubieran secuestrado por orden de autoridad judicial competente, sino que la
remitirán intacta a esta. Sin embargo, en los casos urgentes pueden ocurrir a la más inmediata,
la que autorizará la apertura si lo creyere oportuno.

Tampoco pueden difundir a los medios de prensa los nombres y fotografías de las personas
investigadas como participantes de un hecho, salvo que mediare expresa autorización del
órgano judicial competente (Cprov., art. 19, incs. 2º y 12 y art. 50).

D. Deberes

Los oficiales de la Policía Judicial deben comunicar inmediatamente al Fiscal de Instrucción


todos los delitos que llegaren a su conocimiento, y practicar los actos urgentes que la ley
autoriza y los que aquel les ordenare, observando las normas que el CPP establece.

Sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 278, las actuaciones y las cosas secuestradas serán
remitidas al Fiscal de Instrucción o al Juez de Paz (39) dentro del plazo de tres días de iniciada
la investigación; pero dichos funcionarios podrán prorrogarlo por otro tanto cuando aquella sea
compleja o cuando existan obstáculos insalvables (CPP, art. 326).
3. Investigación fiscal e investigación jurisdiccional: la discusión político-procesal

Siguiendo a Cafferata Nores, podemos decir que la investigación preparatoria es la etapa del
procedimiento penal que, a partir de la hipótesis de un delito, procurará reunir pruebas para
establecer si hay suficiente fundamento como para acusar a alguna persona por su comisión.

Desde el punto de vista político-procesal, bajo una óptica técnica o científica, se puede señalar
que el desempeño de tareas de investigación que cumple el Juez en la instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la potestad jurisdiccional. Si
bien históricamente la investigación fue puesta a su cargo buscando mayores garantías para el
sospechoso, los resultados, en este aspecto, no han sido precisamente paradigmáticos. La
triple función asignada al Juez de Instrucción (investigador del imputado, contralor de la
observancia de las garantías de este frente a su propia actividad y evaluador del mérito
probatorio de su propia investigación), es menos una utopía funcional que una hipocresía
práctica.

Además, parece artificial que el Fiscal base su acusación en pruebas que no son recibidas por él
y para cuya selección carece, generalmente, de toda iniciativa vinculante, pues sólo puede
proponer diligencias que el Juez cumple si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles.

También es criticable la inversión de roles, ya que el Fiscal que deberá investigar se limita a
controlar la investigación y el Juez que la debería controlar la realiza personalmente.

Entonces, es más conveniente establecer un procedimiento de investigación a cargo del


Ministerio Fiscal, eficaz, ágil y garantizador, reduciendo la actividad del Juez sólo a algunas
intervenciones de autorización o control, impuestas por requisitos constitucionales (garantías
individuales, fundamento de la acusación). Con él, además de un mayor resguardo de aquellos
aspectos, se procura obtener también ventajas prácticas en orden a la eficacia, al evitar cierta
pomposidad de la instrucción jurisdiccional (exagerada para tan sólo fundar una acusación) y al
aprovechar la actividad policial dirigida por el Fiscal (que en aquel sistema se reproduce ante el
Juez), acordándole al Ministerio Público la estrategia de la investigación.

La agilidad y eficacia de la investigación fiscal preparatoria dependerá fundamentalmente de


las atribuciones que se otorguen al Fiscal, pues mientras mayor sea la autonomía que tenga de
los jueces en orden a los poderes de investigación y coerción, mayores serán las posibilidades
de éxito. Ello sin trasponer los límites infranqueables que imponen las garantías
constitucionales. También tiene influencia en la eficacia el sistema de división del trabajo que
se imagine para los Fiscales (temporal o territorial).

En orden a las atribuciones probatorias, el Fiscal debe ser el dueño de la estrategia de la


investigación y estar facultado para recibir todas las pruebas, aun las definitivas e
irreproductibles, siempre que en este último caso se garantice la intervención de la defensa.
Pero los elementos de convicción que recoja durante la investigación preparatoria sólo tendrán
valor para dar fundamento a la acusación o al sobreseimiento, en su caso.
4. CPP Córdoba y Nación. Investigación fiscal e investigación jurisdiccional. Reglas. Diferencias
entre ambos ordenamientos. Trámite: desafuero y antejuicio. Procedimiento ulterior.

A. CPP Córdoba y Nación: Investigación fiscal e investigación jurisdiccional

En la provincia de Córdoba, la investigación está como regla a cargo del Fiscal de Instrucción
(investigación fiscal), mientras que excepcionalmente, cuando existen obstáculos fundados en
privilegios constitucionales, queda en manos del Juez de Instrucción (investigación
jurisdiccional).

En la Nación, la fórmula se invierte. La instrucción a cargo del Juez es la regla, y la investigación


a cargo del Agente Fiscal sólo procede cuando el Juez de Instrucción decide que la dirección de
la misma quede a cargo de aquel, excluyéndose de las potestades del Agente Fiscal la
declaración del imputado, la mayoría de las medidas de coerción personal, la producción de los
actos definitivos e irreproductibles, el archivo de las actuaciones, la persecución penal o el
sobreseimiento del imputado y todo otro acto que la ley sólo otorgue al Juez de Instrucción
(CPP, arts. 196, 212 y 213).

Volviendo a Córdoba, en la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción procede con arreglo a la


ley para reunir los elementos que puedan servir de base a sus requerimientos. Estos pueden
fundamentarse en los actos practicados por la Policía Judicial dentro de sus facultades legales,
salvo en lo relativo a la declaración del imputado (CPP, art. 328).

El Fiscal de Instrucción practica y hace practicar todos los actos que considere necesarios y
útiles para la investigación, salvo aquellos que la ley atribuya a otro órgano judicial. En este
caso, los requerirá a quien corresponda (CPP, art. 329).

Cuando tiene que practicar actos definitivos e irreproductibles, el Fiscal garantiza el


contradictorio a través de la notificación a la defensa (CPP, art. 330).

También debe proveer a la defensa del imputado (CPP, art. 331).

En el ejercicio de su función, el Fiscal de Instrucción puede citar, privar y acordar la libertad al


imputado, y recibirle la declaración, conforme a lo previsto en las reglas específicas sobre
medidas de coerción personal establecidas en el CPP (CPP, art. 332). En cualquier momento, el
imputado puede solicitar directamente al Juez de Instrucción la aplicación de los artículos
relativos a mantenimiento, recuperación o cese de la prisión preventiva, quien requerirá de
inmediato las actuaciones y resolverá en el término de 24 horas.

La resolución es apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto suspensivo (CPP,
art. 333).

El Fiscal de Instrucción puede disponer, por decreto, el archivo de las actuaciones cuando no se
pueda proceder o cuando el hecho en ellas contenido no encuadre en una figura penal. En este
último caso, si se hubiere recibido declaración como imputado a alguna persona, procederá a
solicitar el sobreseimiento. En todos los casos, las partes podrán oponerse a la decisión del
Fiscal. Cuando mediare discrepancia del Juez de Instrucción regirá el artículo 359.

El archivo dispuesto por el Juez es apelable por el querellante que se hubiere opuesto, salvo el
caso del art. 359.

Regirá el art. 464, y si la decisión del Juez fuese revocada, otro Fiscal de Instrucción proseguirá
con la investigación (CPP, art. 334).

Las partes pueden proponer diligencias, las que serán practicadas salvo que el Fiscal no las
considere pertinentes y útiles; si las rechazara, podrán ocurrir ante el Juez de Instrucción en el
término de tres días. El Juez resolverá en igual plazo. La denegatoria será apelable.

En el término de diez días a contar desde la declaración del imputado, el Fiscal de Instrucción
por decreto fundado y con arreglo a los requisitos del art. 282, dispondrá la prisión preventiva,
cuando concurran las causales del art. 281.

El imputado y su defensor pueden oponerse ante el Juez (art. 338). La resolución de este es
apelable por el Fiscal y el imputado (CPP, art. 336).

La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la


declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el Fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien podrá acordarla por otro tanto. Según las causas de la demora y la
naturaleza de la investigación, la prórroga podrá concederse hasta doce meses más (CPP, art.
337).

En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución o requerimiento del Fiscal de
Instrucción, esta se deducirá ante quien la dictó en el término de tres días, salvo que se
establezca otro trámite. Si el Fiscal mantuviera su decisión, elevará la oposición en igual
término ante el Juez de Instrucción, junto con las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento
de los actos urgentes de investigación. El Juez resolverá en el término de tres días (CPP, art.
338).

La investigación jurisdiccional sólo procede cuando existen obstáculos fundados en privilegios


constitucionales (art. 340). Si en estos casos se formulare requisitoria fiscal o querella contra un
legislador, magistrado o funcionario sujeto a juicio político, enjuiciamiento o juicio de
destitución, el Tribunal competente practicará una investigación sumaria que no vulnere la
inmunidad del imputado. Cuando existiere mérito para el juzgamiento, se solicitará el
desafuero, antejuicio o destitución, ante quien corresponda, acompañando copia de las
actuaciones y expresando las razones que lo justifiquen. La investigación sumaria no podrá
exceder de dos meses, bajo pena de caducidad.

Si de acuerdo con el art. 94 de la Constitución Provincial, el legislador hubiere sido


aprehendido, el Tribunal dará cuenta a la Legislatura con la información sumaria del hecho,
dentro del término de 24 horas. Del mismo modo se procederá cuando el aprehendido
estuviera sujeto a juicio político o enjuiciamiento o juicio de destitución, en cuyo caso se
cumnicará la privación de la libertad del magistrado o funcionario a la Cámara de Diputados, al
Jurado de Enjuiciamiento o al Tribunal Superior de Justicia, según corresponda (CPP, art. 14).

Si se produce el desafuero o la destitución, el Tribunal dispondrá la investigación jurisdiccional


correspondiente o dará curso a la querella. En caso contrario, declarará por auto que no se
puede proceder y archivará las actuaciones (CPP, art. 15).

Cuando se proceda contra varios imputados y sólo alguno de ellos goce de privilegio
constitucional, el proceso podrá formarse y seguir con respecto a los otros (CPP, art. 16).

El requerimiento de investigación jurisdiccional debe contener (CPP, art. 341):

1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignorase, las señas o datos que mejor
puedan darlo a conocer.

2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del tiempo y modo de
ejecución y de la norma penal que se considere aplicable.

3) La indicación de las diligencias útiles para la averiguación de la verdad .

En general, las normas sobre la investigación jurisdiccional son semejantes a las normas sobre
investigación fiscal. Las diferencias que se advierten son en primer lugar la posible
participación del Ministerio Público en todos los actos de la investigación, y examinar en
cualquier momento las actuaciones. Si el Fiscal hubiera expresado el propósito de asistir a un
acto, será avisado verbalmente con suficiente tiempo y bajo constancia, pero aquel no se
suspende ni retarda por su ausencia. Cuando asista, tiene los deberes y facultades que se le
otorgan a los que participan en las diligencias de la investigación (CPP, art. 343). Si se rechaza la
proposición de las diligencias probatorias, sólo procede el recurso de apelación (CPP, art. 344).
En caso de insuficiencia del tiempo para la investigación, el Juez puede motu proprio ampliar
por otro tanto (CPP, art. 346).

Cuando el Juez hubiere recibido declaración al imputado y estimare cumplida la investigación,


correrá vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación. Este, en el término de seis días,
requerirá las diligencias probatorias que estime necesarias o procederá con arreglo al art. 355.
Sólo en casos graves y complejos el término podrá prorrogarse hasta por otro tanto (CPP, art.
347).

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