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1º. Un procedimiento preliminar eventual a cargo de la Policía Judicial, destinado a reunir los
elementos probatorios necesarios para dar fundamento a la imputación inicial y promover la
acción penal.
2º. En el Código Procesal Penal de la Nación se regula la instrucción común, la cual se define
como la etapa eventual y preparatoria del juicio, que cumple un órgano jurisdiccional en virtud
de excitación oficial (de la Policía o del Ministerio Público) y en forma limitadamente pública,
limitadamente contradictoria y escrita, para investigar la verdad acerca de los extremos de la
imputación penal y asegurar la presencia del imputado, con el fin (específico) de dar base a la
acusación o determinar el sobreseimiento.
Para casos excepcionales se prevé una instrucción sumaria que es la realizada por el Agente
Fiscal con los mismos fines y objetivos que la instrucción común, pero sólo cuando se trata de
casos de aprehensión en flagrancia por las cuales no proceda la prisión preventiva y con un
plazo máximo de 15 días.
3º. El juicio plenario es la fase esencial del proceso que se realiza, a base de una acusación, en
forma contradictoria y prevalentemente oral, pública y continua, que tiene por fin la defensa
material del acusado, la recepción de las pruebas pertinentes y útiles, la plena discusión del
Fiscal y de las partes y la decisión jurisdiccional definitiva sobre el fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer mediante las acciones ejercidas.
4º. Fases eventuales y extraordinarias constituyen los juicios de casación (no hay apelación en
contra de la sentencia del Tribunal de juicio), inconstitucionalidad y revisión. Los recursos son
una manifestación de voluntad de quien ataca una resolución jurisdiccional por considerarla
ilegal y agraviante, a fin de que el Tribunal que la dictó u otro de grado superior (alzada),
mediante un nuevo examen la revoque, modifique o anule (Ayán, 40).
5º. Finalmente se lleva a cabo la fase de ejecución, donde el mismo Tribunal de juicio dispone
las medidas necesarias para hacer efectivo su pronunciamiento. La ejecución es el momento
constituido por el conjunto de actos destinados a realizar las providencias penales y civiles
contenidas en una sentencia.
1. Estatalidad
La Policía Judicial investiga los delitos de acción pública que llegan a su conocimiento y se los
comunica inmediatamente al Fiscal de Instrucción.
Los Tribunales –dentro de su órbita respectiva– ejercen la jurisdicción (control y decisión) hasta
ejecutar la sentencia.
2. Oficiosidad
Ante la presunta violación de una norma jurídico-penal (un hecho con los caracteres externos
de delito), el Estado reacciona inmediata y espontáneamente para reintegrar el orden jurídico;
pero la iniciativa de la investigación o el origen del proceso penal no está, en nuestro sistema, a
cargo de todos los órganos públicos arriba mencionados, sino tan sólo de la Policía Judicial o
del Ministerio Público.
a) La Policía Judicial y el Ministerio Público tienen el deber de proceder de oficio, por iniciativa
propia, a promover la acción penal pública en las formas establecidas por la ley, sin necesidad
de ninguna excitación extraña (oficial o particular), excepto los casos de acciones dependientes
de instancia privada (CP, arts. 71 y 72).
Hasta no hace mucho tiempo la investigación era potestad del Juez de Instrucción, quien tenía
a su cargo la protección de los derechos individuales del imputado y la persecución del mismo.
Eso hizo decir a nuestra doctrina que la función que el mismo cumplía era una función
“esquizofrénica” y que quien tenía al Juez como Fiscal “necesitaba a Dios como defensor”. A
partir de estas críticas y del proceso de democratización que se produjo en el país, se empezó a
vislumbrar una clase de proceso en donde la investigación (instrucción) ya no está en manos
del Juez, sino en manos del órgano persecutor que luego va a acusar en paridad de condiciones
con el imputado durante el juicio. Los jueces se limitan a cumplir tareas de control (Juez de
Control o de Garantías) y de decisión (Juez en lo Correccional o Cámara en lo Criminal).
Por otro lado, y en lo que respecta a la inevitabilidad, existen voces que hoy se levantan
procurando que en el ejercicio de las acciones (incluso pública) se le den mayores facultades de
disposición a la víctima (v.gr., retractación).
3. Legalidad (oportunidad)
Según el principio de legalidad, tanto el Ministerio Público como la Policía Judicial tienen el
deber de ejercer la acción pública de acuerdo en todo caso con la ley penal, es decir, siempre
que aparezca cometido un hecho delictuoso, sin que puedan inspirarse en criterios políticos de
conveniencia o de utilidad social: carecen de toda facultad discrecional para juzgar sobre la
conveniencia o la utilidad social de la persecución; son esclavos de las leyes. Lo cierto es que en
la realidad no todos los hechos delictivos se conocen; no todos los hechos conocidos se
persiguen; no todos los hechos perseguidos llegan a una decisión definitiva (cifra negra).
La equiparación procesal –en cuanto a poderes otorgados durante la realización del proceso
penal– del imputado al órgano de la acusación se encuentra constitucionalmente garantizada.
Efectivamente, mediante el Pacto internacional de derechos civiles y políticos (art. 14, inc. 3º) y
la Convención americana sobre derechos humanos (art. 8, inc. 2º). Como sabemos, ambas
regulaciones tienen jerarquía constitucional (CN, art. 75, inc. 22).
3) Que el imputado, en cualquier momento, puede reclamar para sí los poderes otorgados al
órgano de la acusación para cumplir su función, a los efectos de permitir la falsación de la
hipótesis delictiva.
Se ha dicho tradicionalmente que los fines del proceso penal son: descubrir la verdad real
sobre un supuesto hecho delictuoso y actuar sobre él la ley penal sustantiva (positiva o
negativamente).
Con asiduidad se hacía la diferencia entre la verdad que se persigue en el proceso civil y en el
proceso penal. Tanto el proceso penal –se afirmaba– como el civil tienden a la averiguación de
la verdad sustancial de los hechos; pero mientras el Juez civil debe limitarse a verificar las
proposiciones de las partes y ha de quedar satisfecho con la verdad aparente, formal o
convencional que surja de sus manifestaciones, el M. Público y el Juez penal tienen, en cambio,
el deber de investigar la verdad real, objetiva, sustancial de los hechos sometidos a
enjuiciamiento, para dar base cierta a la justicia, no obstante la confesión del imputado.
Pronto esta tendencia a pretender asir la “verdad verdadera” se tornó ingenua en tanto la
teoría del conocimiento que le servía de base (adequatio rei intellectus) demostraba aquella
característica.
Si alguna validez tiene hoy el concepto verdad real es sólo como garantía de que sólo se va a
condenar a una persona por la comisión de un hecho delictuoso cuando la hipótesis, luego de
ser sometida a todas las cribas fácticas y valorativas, se muestre como incontrastable.
Por todas estas condicionantes, en la actualidad sólo se habla de una verdad forense. Sus
límites en el proceso penal son evidentes.
El proceso tiene por finalidad mediata la justa actuación de la ley penal sustantiva, es decir, la
función de hacer concretas y reales las previsiones abstractas de dicha ley.
Pero estas ideas chocan con los fundamentos teóricos que inspiran el sistema penal y procesal
argentino, como son el principio de legalidad (todo delito de acción pública que se comete
debe ser investigado, juzgado y penado), y el de verdad real (adecuación entre lo realmente
ocurrido y lo reconstruido conceptualmente en el proceso) como base de una imposición de la
pena por parte de órganos jurisdiccionales del Estado. El impulso del principio de legalidad
abarca la inevitable e irretractable tarea de investigar la verdad real y la inevitable e
irretractable imposición de la pena al verdadero culpable o, mejor aún, a todo verdadero
culpable.
Y aquí es donde se evidencia la tensión entre “verdad real” y “verdad consensual”, pues esta
puede prestarse a que se castigue a quien no sea culpable, o a que no se castigue a quien (o a
todo quien) lo es, no sólo por posibles amañamientos de la verdad, sino por su sustitución
como base de resolución del caso por alternativas a la pena que prescinden total o
parcialmente de ella (v.gr., reparación de la víctima, oblación voluntaria de la multa).
A. Concepto:
Sus caracteres principales son el de ser un acto previo (anterior a la promoción de la acción),
espontáneo (manifestación de voluntad) e irretractable (una vez realizado, ya no existe
posibilidad de volverse atrás sobre la manifestación).
Por regla la denuncia es facultativa. Toda persona que tenga noticia de un delito perseguible de
oficio puede denunciarlo al Fiscal de Instrucción o a la Policía Judicial (CPP Cba., art. 314,
primer párrafo; CPP Nación, art. 174).
B. Forma
Cuando sea verbal, se debe extender un acta, de conformidad a lo que analizamos al ver actos
procesales (CPP Cba., 315; CPP Nación, art. 175).
C. Contenido
La denuncia debe contener, en cuanto fuera posible, la relación circunstanciada del hecho
(tiempo, modo, lugar), con indicación de sus partícipes (autor, coautores, instigadores,
cómplices primarios y secundarios), damnificados (entre ellos, especialmente la víctima),
testigos y demás elementos (de prueba) que puedan conducir a su comprobación y calificación
legal.
Cuando la denuncia fuera formulada por el titular de la acción civil, puede contener también la
manifestación acerca de la delegación del ejercicio de la acción en el asesor letrado, por
supuesto, sin constituirse en actor civil (CPP, art. 11) (CPP Cba., art. 316; CPP Nación, art. 176).
D. Reglas de procedimiento
Si el Fiscal requiere la desestimación y el juez no estuviera de acuerdo, regirá el art. 359 (CPP,
art. 319).
Cuando la denuncia fuera presentada ante la Policía Judicial, esta actúa con arreglo a sus
atribuciones (CPP, art. 324), comunicando y procediendo (CPP, art. 326) de conformidad a las
exigencias legales (CPP, art. 320).
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, el Juez de Instrucción que reciba una
denuncia puede, dentro del término de veinticuatro horas –salvo que por la urgencia del caso
fije uno menor– hacer uso de la facultad de delegar la investigación de los delitos de acción
pública al agente fiscal, en cuyo caso este asume la dirección de la investigación conforme a las
reglas establecidas en el título respectivo del CPP o pedirá que la denuncia sea desestimada o
remitida a otra jurisdicción.
Será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delitos, o cuando no se
pueda proceder. La resolución que disponga la desestimación de la denuncia o su remisión a
otra jurisdicción será apelable, aun por quien pretendía ser tenido por parte querellante (CPP,
art. 180).
A. Función
La Policía Judicial es la encargada, por orden de autoridad competente o –en caso de urgencia–
por denuncia o iniciativa propia, de investigar los delitos de acción pública, impedir que los
cometidos sean llevados a consecuencias ulteriores, individualizar a los culpables y reunir las
pruebas útiles para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento. Si el delito fuera de
acción pública dependiente de instancia privada, sólo debe proceder cuando reciba la denuncia
condicionante de las personas previstas en el art. 72 del CP (CPP Cba., art. 321; CPP Nación, art.
183).
Son oficiales y auxiliares de la Policía Judicial los funcionarios y empleados a los cuales la ley
acuerde tal carácter. Son considerados también oficiales y auxiliares de Policía Judicial los de la
Policía Administrativa, cuando cumplan las funciones que el CPP establece (CPP Cba., art. 322).
Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial que violan disposiciones legales o reglamentarias,
que omiten o retardan la ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplen
negligentemente son sancionados por los tribunales o el Ministerio Público, previo informe del
interesado, con apercibimiento o multa de hasta 50 jus, sin perjuicio de la suspensión hasta por
treinta días, cesantía o exoneración que pueda disponer el Tribunal Superior de Justicia y de la
responsabilidad penal que corresponda.
Los oficiales y agentes de la Policía Administrativa, pueden ser objeto de las mismas sanciones;
pero la suspensión, cesantía o exoneración de ellos sólo puede ser dispuesta por el Poder
Ejecutivo.
B. Atribuciones
La Policía Judicial tiene las siguientes atribuciones (CPP, art. 324):
2) Cuidar que el cuerpo, instrumentos, efectos y rastros del delito sean conservados, mediante
los resguardos correspondientes, hasta que llegue al lugar el Fiscal de Instrucción.
4) Proceder a los allanamientos del art. 206, a los requisitos urgentes con arreglo al 209 y a los
secuestros impostergables.
5) Si fuere indispensable, ordenar la clausura del local en que se suponga, por vehementes
indicios, que se ha cometido un delito grave, o proceder conforme al art. 274 (arresto).
7) Citar y aprehender al presunto culpable en los en los casos y forma que este Código autoriza.
8) Recibir declaración al imputado, sólo si éste lo pidiera, en las formas y con las garantías que
establecen los artículos 258 y ss.
C. Prohibiciones
Tampoco pueden difundir a los medios de prensa los nombres y fotografías de las personas
investigadas como participantes de un hecho, salvo que mediare expresa autorización del
órgano judicial competente (Cprov., art. 19, incs. 2º y 12 y art. 50).
D. Deberes
Sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 278, las actuaciones y las cosas secuestradas serán
remitidas al Fiscal de Instrucción o al Juez de Paz (39) dentro del plazo de tres días de iniciada
la investigación; pero dichos funcionarios podrán prorrogarlo por otro tanto cuando aquella sea
compleja o cuando existan obstáculos insalvables (CPP, art. 326).
3. Investigación fiscal e investigación jurisdiccional: la discusión político-procesal
Siguiendo a Cafferata Nores, podemos decir que la investigación preparatoria es la etapa del
procedimiento penal que, a partir de la hipótesis de un delito, procurará reunir pruebas para
establecer si hay suficiente fundamento como para acusar a alguna persona por su comisión.
Desde el punto de vista político-procesal, bajo una óptica técnica o científica, se puede señalar
que el desempeño de tareas de investigación que cumple el Juez en la instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la potestad jurisdiccional. Si
bien históricamente la investigación fue puesta a su cargo buscando mayores garantías para el
sospechoso, los resultados, en este aspecto, no han sido precisamente paradigmáticos. La
triple función asignada al Juez de Instrucción (investigador del imputado, contralor de la
observancia de las garantías de este frente a su propia actividad y evaluador del mérito
probatorio de su propia investigación), es menos una utopía funcional que una hipocresía
práctica.
Además, parece artificial que el Fiscal base su acusación en pruebas que no son recibidas por él
y para cuya selección carece, generalmente, de toda iniciativa vinculante, pues sólo puede
proponer diligencias que el Juez cumple si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles.
También es criticable la inversión de roles, ya que el Fiscal que deberá investigar se limita a
controlar la investigación y el Juez que la debería controlar la realiza personalmente.
En la provincia de Córdoba, la investigación está como regla a cargo del Fiscal de Instrucción
(investigación fiscal), mientras que excepcionalmente, cuando existen obstáculos fundados en
privilegios constitucionales, queda en manos del Juez de Instrucción (investigación
jurisdiccional).
El Fiscal de Instrucción practica y hace practicar todos los actos que considere necesarios y
útiles para la investigación, salvo aquellos que la ley atribuya a otro órgano judicial. En este
caso, los requerirá a quien corresponda (CPP, art. 329).
La resolución es apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto suspensivo (CPP,
art. 333).
El Fiscal de Instrucción puede disponer, por decreto, el archivo de las actuaciones cuando no se
pueda proceder o cuando el hecho en ellas contenido no encuadre en una figura penal. En este
último caso, si se hubiere recibido declaración como imputado a alguna persona, procederá a
solicitar el sobreseimiento. En todos los casos, las partes podrán oponerse a la decisión del
Fiscal. Cuando mediare discrepancia del Juez de Instrucción regirá el artículo 359.
El archivo dispuesto por el Juez es apelable por el querellante que se hubiere opuesto, salvo el
caso del art. 359.
Regirá el art. 464, y si la decisión del Juez fuese revocada, otro Fiscal de Instrucción proseguirá
con la investigación (CPP, art. 334).
Las partes pueden proponer diligencias, las que serán practicadas salvo que el Fiscal no las
considere pertinentes y útiles; si las rechazara, podrán ocurrir ante el Juez de Instrucción en el
término de tres días. El Juez resolverá en igual plazo. La denegatoria será apelable.
En el término de diez días a contar desde la declaración del imputado, el Fiscal de Instrucción
por decreto fundado y con arreglo a los requisitos del art. 282, dispondrá la prisión preventiva,
cuando concurran las causales del art. 281.
El imputado y su defensor pueden oponerse ante el Juez (art. 338). La resolución de este es
apelable por el Fiscal y el imputado (CPP, art. 336).
En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución o requerimiento del Fiscal de
Instrucción, esta se deducirá ante quien la dictó en el término de tres días, salvo que se
establezca otro trámite. Si el Fiscal mantuviera su decisión, elevará la oposición en igual
término ante el Juez de Instrucción, junto con las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento
de los actos urgentes de investigación. El Juez resolverá en el término de tres días (CPP, art.
338).
Cuando se proceda contra varios imputados y sólo alguno de ellos goce de privilegio
constitucional, el proceso podrá formarse y seguir con respecto a los otros (CPP, art. 16).
1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignorase, las señas o datos que mejor
puedan darlo a conocer.
2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del tiempo y modo de
ejecución y de la norma penal que se considere aplicable.
En general, las normas sobre la investigación jurisdiccional son semejantes a las normas sobre
investigación fiscal. Las diferencias que se advierten son en primer lugar la posible
participación del Ministerio Público en todos los actos de la investigación, y examinar en
cualquier momento las actuaciones. Si el Fiscal hubiera expresado el propósito de asistir a un
acto, será avisado verbalmente con suficiente tiempo y bajo constancia, pero aquel no se
suspende ni retarda por su ausencia. Cuando asista, tiene los deberes y facultades que se le
otorgan a los que participan en las diligencias de la investigación (CPP, art. 343). Si se rechaza la
proposición de las diligencias probatorias, sólo procede el recurso de apelación (CPP, art. 344).
En caso de insuficiencia del tiempo para la investigación, el Juez puede motu proprio ampliar
por otro tanto (CPP, art. 346).