Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Sociología de la
comunicación
Jordi Busquet
Alfons Medina
El encargo y la creación de este material ha sido coordinados por el profesor:
Daniel Aranda Juarez (2013)
Primera edición: juliol 2013
Esta obra está sujeta a la licencia Reconocimiento - Compartir igual 3.0 España de Creative Commons.
Se puede modifi car, distribuir y comunicar públicamente, incluso con un propósito comercial,
siempre que se especifi quen los autores y editores. La licencia completa se puede consultar en
http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/es/deed.es.
Autores
Jordi Busquet
Doctor en Sociología y licenciado en Ciencias Económicas (UAB). Profesor de Sociología de la
Facultad de Comunicación Blanquerna (Universitat Ramon Llull). Responsable de la red de inves-
tigación CONinCOM (Conflicto, infancia y comunicación) de la URL. Ha dirigido o participado
en varios proyectos de investigación en el campo de la cultura y la comunicación en los ámbitos
catalán, español y europeo.
Es autor o coautor de las siguientes publicaciones: La cultura catalana: el sagrat i el profá (1996)
[con Salvador Giner y Lluís Flaquer]; El sublim i el vulgar: els intel·lectuals i la ‘cultura de masses’
(1998); La violència a la mirada (2001) [con S. Aran, F. Trueque y P. Medina]; Benvinguts al Club de
la SIDA i altres rumors d’actualitat (2002) [con J. M. Pujol y otros]; Els escenaris de la cultura. Formes
simbóliques i públiques a l’era digital (2005); La investigació en comunicació (2006) [con A. Medina y J.
Sort]; La cultura (2007); Lo sublime y lo vulgar. La ‘cultura de masas’ o la pervivencia de un mito (2008);
L’esnobisme (2010); Pierre Bourdieu. La vida como a combat (2011).
Alfons Medina
Profesor titular de la Facultad de Comunicación Blanquerna (URL) y codirector del máster universi-
tario en Comunicación política y social. Doctor en Sociología, licenciado en Geografía e Historia y
en Ciencias Políticas y Sociología. Es consultor de la Universitat Oberta de Catalunya en el máster
en Política y sociedad de la información y en los Estudios de Comunicación. Ha participado en
numerosas investigaciones (I+D) nacionales e internacionales desarrollando aspectos relacionados
con la educación, los medios, la inmigración, la democracia deliberativa y las tecnologías de la
información y la comunicación. Es autor, coautor y editor de diferentes publicaciones entre las que
podemos destacar Manuel Castells, Compromís social i passió pel saber (UOC); Estudi sociológic de las
necessitats educatives a Vic (Editorial Diac /Publicacions Col·legi Sant Miquel dels Sants), La inves-
tigació en comunicació (Ed. UOC), Educación democrática, habilidades deliberativas e inclusión social
(OEI/ OCTAEDRO), Report de la investigació a Catalunya. Comunicació i informació, 1996-2002 (IEC).
© UOC 7 Índice
Índice
2.4. Los reality shows como nueva fábrica de famosos ..................... 251
2.5. Tres miradas sobre la “cultura fan”.............................................. 252
2.5.1. Lo hacen como estigma social................................................ 253
2.5.2. Una mirada sociológica sobre el fandom................................ 257
2.5.3. Una mirada hermenéutica..................................................... 259
2.6. Los fans en la era digital............................................................... 262
Bibliografía.................................................................................... 265
© UOC 11 La mirada sociológica
Capítulo I
La mirada sociológica
Desde el origen de los tiempos los seres humanos hemos sentido curiosidad
por desvelar los misterios o los enigmas que rodean nuestra condición y exis-
tencia social y hemos intentado, a menudo sin éxito, adivinar y entender el
comportamiento de los individuos y el funcionamiento de la sociedad. Durante
miles de años los intentos para comprendernos nosotros mismos se han basado
en intuiciones producto de la tradición cultural y religiosa. Intuiciones o ideas
de sentido común, teñidas, a menudo, de prejuicios y de ideas preconcebidas.
Estudiar y comprender el ser humano nunca ha sido una tarea sencilla. La
sociología estudia nuestras propias vidas y nuestro propio comportamiento, y
© UOC 12 Sociología de la comunicación
ha perdido la inocencia y cada vez es más consciente de los límites que com-
porta la aplicación del conocimiento científico. La misma idea de ciencia ha
cambiado notablemente.
A pesar de consagrar su vida a la ciencia, Max Weber era consciente de las
limitaciones de la ciencia para comprender los problemas del mundo contem-
poráneo y darle respuesta. La ciencia nos puede ayudar a interpretar correc-
tamente una situación y a encontrar los mejores instrumentos para la trans-
formación social. Ahora bien, no siempre el diagnóstico es acertado. No hay
tampoco soluciones mágicas a los problemas sociales. Por otro lado, la ciencia
no nos ahorra la necesidad de elegir entre intereses y valores alternativos.
Tampoco nos dicta de forma imperativa lo que tenemos que hacer.
A principios del siglo xxi, aunque continuamos creyendo en las virtudes
del conocimiento científico, cada vez somos más conscientes de las limita-
ciones de la ciencia para prever y dar respuesta a los desafíos que plantea el
mundo actual. Estas limitaciones todavía son más evidentes en el caso de las
ciencias sociales. La experiencia histórica reciente es demoledora: “Todos los
grandes acontecimientos del siglo, el desencadenamiento de la Primera Guerra
Mundial, la revolución soviética [...], todo fue inesperado, y así hasta el ines-
perado 1989, la caída del Muro de Berlín, el colapso del Imperio soviético, la
Guerra de Yugoslavia. Hoy estamos a oscuras y nadie puede predecir el día
siguiente.” (Morin, 2001: 74). En el momento actual se hacen evidentes los
límites del programa positivista. La situación de crisis económica desencade-
nada a raíz del escándalo de las hipotecas subprime y la quiebra de los bancos
de inversión más importantes del mundo son un claro desafío a las ciencias
económicas y ponen en evidencia una grave incapacidad para hacer un buen
diagnóstico y encontrar una buena terapia para salir del pozo.
Como señala Edgar Mueran: “La aportación más grande del conocimiento del
siglo xx ha sido el conocimiento de los límites del conocimiento. La certeza más
grande que nos ha dado es la de la imposibilidad de eliminar incertidumbres, no
solo en la acción, sino también en el conocimiento.” (Morin, 2001: 67).
Nosotros somos conscientes de los límites del conocimiento, pero esta con-
ciencia no justifica ciertas actitudes de cinismo o de nihilismo intelectual. No
podemos caer en la trampa de la posmodernidad: la conciencia de los límites
no nos debe hacer renunciar a los criterios de exigencia y de rigor que acompa-
ñan al conocimiento científico y al propósito de estudiar la “verdad”. Sabemos
que un buen trabajo de investigación ha de ser siempre una investigación
© UOC 15 La mirada sociológica
“El proyecto que informa este libro nada contra estas corrientes de destrucción
y se opone a varias formas de nihilismo intelectual, de escepticismo social y de
cinismo político. Creo en la racionalidad y en la posibilidad de apelar a la razón, sin
convertirla en diosa. Creo en las posibilidades de la acción social significativa y en
la política transformadora, sin que nos veamos necesariamente arrastrados hacia los
rápidos mortales de las utopías absolutas [...]. Y propongo que todas las tendencias
de cambio que constituyen nuestro nuevo y confuso mundo están vinculadas entre
sí y que podemos encontrar sentido en su interrelación. Y, sí, creo, a pesar de una
larga tradición de errores intelectuales a veces trágicos, que observar, analizar y teo-
rizar es una manera de ayudar a construir un mundo diferente y mejor. No propor-
cionando las respuestas, que serán específicas para cada sociedad y las encontrarán
por sí mismos los actores sociales, sino planteando algunas preguntas relevantes.
Me gustaría que este libro fuera una modesta contribución a un esfuerzo analítico,
necesariamente colectivo, que ya se está gestando desde muchos horizontes, con el
propósito de comprender nuestro nuevo mundo en base a los datos disponibles y a
una teoría exploratoria.” (Castells, La era de la información, vol. 1, 2003, p. 36)
miento de una serie de figuras intelectuales que intentaron dar respuesta a los
retos y a las incertidumbres que comporta la modernidad. Entre estas figuras,
destaca Auguste Comte (1798-1857), discípulo del duque de Saint Simon, que
fue quién inventó la palabra sociología en sustitución del término física social.
las ciencias, se tiene que constituir como un tipo de física social. El objetivo
de la nueva ciencia es llegar a descubrir las leyes que rigen el mundo social, de
manera parecida a como la física descubre las leyes que rigen el mundo físico.
Sólo así será posible que la sociedad se organice sobre bases sólidas y duraderas”
(Estradé, 1999: 109).
Dentro del esquema comtiano la sociología tenía que estudiar los meca-
nismos que hacen que la sociedad se mantenga unida (estática social) y, por
otro lado, estudiar el cambio y las transformaciones sociales (dinámica social).
Comte atribuía un papel determinante a la sociología que, en virtud de su
carácter general, estaba destinada a convertirse en la “reina de las ciencias”.
Comte considera que la sociología es un medio de predicción y control social
al servicio del orden, el progreso y el bienestar. El autor francés señalaba, tam-
bién, la importancia que tienen las ideas para explicar la evolución histórica.
Desde una particular concepción idealista Comte formuló la ley de los tres
estadios, según la cual la evolución de las sociedades humanas –de un modo
parecido al desarrollo de los individuos– pasa por tres estados o estadios: el
estado teológico, el estado metafísico y el estado científico positivo. (Como
veremos más adelante, el idealismo de Comte contrasta radicalmente con el
materialismo histórico de Marx.)
Marx considera que el ser humano necesita, antes que nada, satisfacer las
necesidades materiales (comer, beber, guarecerse, vestirse, etc.). El modo de
producción y de distribución de estos bienes básicos (infraestructura) condi-
ciona las diferentes fases de desarrollo de las instituciones políticas, jurídicas,
artísticas y religiosas (superestructura).
En contraposición al idealismo filosófico, para Marx, las ideas, las creencias
o los valores de los seres humanos no son la principal fuente de cambio social.
Es el trabajo, la actividad humana orientada a la satisfacción de las necesidades,
lo que condiciona la manera de hacer, de pensar y de sentir.
Marx y Engels participan de un modelo conflictivista y consideran que
la lucha de clases es el principal motor de la historia. Como sostienen en el
Manifiesto comunista esta lucha es producto del enfrentamiento que se produce
entre dos clases sociales antagónicas en la defensa de sus intereses particulares:
“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha
de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y sirvientes, maes-
tros y oficiales. En una palabra: opresores y oprimidos se han enfrentado siempre,
han mantenido una lucha constante, sepultada a veces y otras veces abierta; lucha
que ha acabado siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o
con el hundimiento de las clases en pugna. En las épocas históricas anteriores encon-
tramos casi por todas partes una diferenciación completa de la sociedad en varios
estamentos. Una múltiple escalera gradual de condiciones sociales. En la Roma anti-
gua encontramos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, seño-
© UOC 21 La mirada sociológica
res feudales, vasallos, maestros, oficiales y sirvientes, y además, en casi todas estas
clases encontramos, a su vez, gradaciones especiales. La moderna sociedad burguesa,
que ha surgido de las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones
de clase. Sólo ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las
viejas formas de lucha por otras nuevas. Pero nuestra época, la época de la burguesía,
se distingue por el hecho de haber simplificado las contradicciones de clase. Toda
la sociedad se va dividiendo, cada vez más, en dos grandes bandos hostiles, en dos
grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.” (Marx
y Engels, 1948).
2. El advenimiento de la modernidad
Figura 6. Émile Durkheim (1855-1936) entendía la sociedad como una comunidad moral.
Estos dos tipos de solidaridad dan lugar a dos tipos de sociedades: las socie-
dades simples (segmentarias) y las complejas (basadas en la división del traba-
jo). Las formas de solidaridad aluden a los modos de integración y articulación
de los grupos e instituciones sociales, y al tipo de vínculos que unen a los
miembros de la sociedad entre sí.
El concepto durkheimiano de solidaridad es muy amplio e incluye varias
acepciones: (1) sistema de vínculos sociales que liga a los individuos a la socie-
dad; (2) sistema de relaciones sociales que une a los individuos entre sí y a la
sociedad en su conjunto; (3) sistema de intercambios sociales que va más allá
de las transacciones que se dan en el intercambio económico en la sociedad.
Este sistema de intercambios forma una vasta red de solidaridad social que se
extiende al amplio abanico de relaciones sociales y cohesiona a los individuos
en una forma de unidad social; (4) grado de integración social que creía que
unía a los individuos a los grupos sociales independientemente de su voluntad
(Flaquer, 2012: 42).
bienes y servicios que le proporcionan los que realizan otros trabajos. Según
Durkheim, los procesos de cambio en el mundo moderno son tan rápidos e
intensos que generan importantes trastornos sociales, que Durkheim vinculó
con el problema de la anomia. En circunstancias de crisis es cuando se hace
más patente este problema.
Durkheim usó este concepto en De la división del trabajo social (1893) y en
El suicidio (1897). La anomia es un concepto central en la disciplina socioló-
gica. La anomia comporta una situación social en la que se hace patente un
conflicto de normas morales y de conducta, de modo que algunos individuos
sufren ante las dificultades que implica orientar con precisión su conducta.
Dicho con otras palabras, la anomia es el sentimiento que experimentan algu-
nos individuos ante la falta de propósitos u objetivos en la vida que se da en
determinadas condiciones sociales. Para Durkheim, la anomia es consustancial
al capitalismo y, en general, a la sociedad moderna, en la medida que es un tipo
de sociedad en la que se ha institucionalizado el cambio.1
1. La noción de anomia posteriormente ha sido desarrollado por R. K. Merton –en Social Theory
and Social Structure (1949)–, para quien la anomia o estado anómico es la situación en que los
objetivos sociales prescritos son incompatibles con las normas que regulan la consecución y
se originan conflictos, tensiones y frustraciones específicas de cada caso.
© UOC 30 Sociología de la comunicación
Todo ello hace que la vida humana a menudo sea mucho más complicada
de lo que podría parecer a primera vista. No basta tener buenas intenciones.
Como dice la sabiduría popular, “el infierno está adoquinado con buenas
intenciones”. Nuestros actos nos pueden llevar a situaciones nuevas y a unos
resultados inesperados que, a menudo, son contrarios a nuestra voluntad.
En toda su obra, Max Weber expresa un profundo pesimismo y adopta una
postura crítica respecto de la misma noción de progreso, que es un elemento
básico del proyecto ilustrado. Max Weber ve en el proceso de racionalización los
rasgos más relevantes de una sociedad moderna abocada a la pérdida de sentido
o al desencanto del mundo. Según Weber, el verdadero motor del cambio social
se encuentra en el proceso de racionalización.
© UOC 31 La mirada sociológica
Weber pone de relieve los peligros de este proceso, que ve como inevitable
y que es inherente al proceso de racionalización y, particularmente, a la exten-
sión de la racionalidad formal o instrumental en detrimento de la racionalidad
esencial. Weber creía que la sociedad moderna había dejado de mantenerse
unida por lazos comunitarios de carácter primario (a pesar de que todavía per-
sistían importantes vínculos sociales). En las sociedades modernas, el principal
vínculo social estaba constituido por organizaciones formales esencialmente
burocráticas.
Según Weber, la burocracia es un tipo de organización propia de la sociedad
moderna que, a pesar de su mala fama, es más eficiente que los sistemas de
organización precedentes. La burocracia tiene un carácter formal, unas reglas
© UOC 32 Sociología de la comunicación
3. La perspectiva sociológica
y Luckman, 1988: 70). “El ser humano es un ser social y lo que lo hace humano
es, fundamentalmente, el hecho de nacer y crecer en sociedad. En este sentido,
un individuo que al nacer se abandone y se deje solo y al margen de la sociedad
difícilmente podrá subsistir. Y es que a pesar de ser famosas y conocidas las
películas sobre los niños salvajes criados en la selva, estos casos son una rareza
muy excepcional” (Griera y Clot, 2013).
no. Como dijo Ortega y Gasset “Yo soy yo y mis circunstancias”. Es importante
saber hasta qué punto estas circunstancias nos condicionan. Por ejemplo, si yo
me quedo en el paro puedo llegar a pensar que la culpa es exclusivamente mía,
pero si analizamos la situación de crisis actual constatamos que existe un pro-
blema general que afecta a muchos jóvenes que se encuentran en una situación
similar. También es un elemento de preocupación el tema del fracaso escolar.
El fracaso escolar, por ejemplo, es vivido como un fracaso personal (y así es),
pero también es un fracaso de la propia sociedad, que no ha invertido los recur-
sos necesarios en la formación de los niños. La influencia de los demás, sobre
todo durante los primeros años de vida, es muy importante. Sartre lo expresó
de una forma magistral: “Yo soy lo que hago de lo que los otros han hecho de
mí” (Berger y Luckmann, 1988: 79).
La conciencia sociológica es contraria a la percepción carismática que a
menudo tenemos de nosotros mismos. Nos hacemos ilusiones y nos creemos
libres: amos y señores de nuestra vida. Pensamos que podemos ejercer un
control absoluto sobre nuestro destino. Como si nuestra vida dependiera solo
de nuestra voluntad y de nuestros deseos, pero esto desgraciadamente no es
así. Las instituciones y la estructura social nos limitan. La trayectoria laboral
de un periodista, por ejemplo, está muy condicionada por las estructuras de
la empresa donde ejerce la profesión. Un periodista freelance incluso está con-
dicionado por los imperativos de las empresas de comunicación que le pagan
los reportajes. Aunque sea un profesional muy preparado y con las ideas muy
claras no siempre podrá hacer lo que le dicta su conciencia personal y profesio-
nal. Es importante saber –y no siempre es agradable– que los profesionales de
la comunicación sufren grandes limitaciones y condicionantes en el ejercicio
de su rol profesional. En su obra Sobre la televisión, Pierre Bourdieu (1997) pone
de manifiesto las limitaciones o constricciones que el “campo periodístico”
ejerce sobre los propios profesionales de la televisión que, incluso, los llega a
tratar de “títeres”.
existencia. Pero una tarea de la sociología es sacarnos el velo que nos cubre la
mirada y ofrecernos la conciencia de que incluso nuestras herramientas herme-
néuticas, las categorías que utilizamos para explicar el mundo que nos rodea,
son fruto de una coyuntura histórica y una situación geográfica determinadas.
2. No queremos decir que conocer las tendencias y hacer estudios de opinión no pueda ser algo
muy relevante para el sociólogo, sino que solo se trata de una parte de su trabajo.
© UOC 40 Sociología de la comunicación
Figura 10. Los regímenes dictatoriales son poco amigables con las ciencias sociales.
Represión policial en una manifestación en Barcelona en el año 1976.
© UOC 41 La mirada sociológica
no trabaja, es madre de cuatro hijos que estudian en una escuela privada, vive
en Sant Cugat, nació en Sarriá, acude a misa los domingos, etc., puedo adivinar
muchos aspectos de esta persona, sin necesidad de conocerla personalmente.
Los individuos y los grupos se definen así por sus relaciones, tanto por las
que los identifican como por las que los separan de los otros (Giner, 2012). La
comprensión del homo sociologicus se tiene que hacer mediante un entrecruza-
miento de relaciones o mediante la intersección de círculos sociales en los que
cada cual se encuentra. Esta intersección comporta una acumulación de roles y
funciones sobre el individuo o el grupo.
“En las sociedades premodernas, la tendencia general era que los individuos se
encontrasen rodeados y definidos por círculos concéntricos y estables, no siempre
entrecruzados: su familia, su clan, su aldea, su comarca y señor, su iglesia, tal vez su
monarca, este último en la distancia. Sin embargo, en las modernas, la tendencia es
que cada individuo se defina por el hecho de que a través de él pasan tangencial-
mente círculos diversos, algunos inestables” (Giner, 2012: 122).
Por otro lado, la sociedad es también una realidad subjetiva, que hemos
interiorizado, hemos incorporado y hemos hecho nuestra. En este sentido,
estamos completamente imbuidos de nuestra condición social. Como ya se ha
dicho, fuera de un entorno social no podríamos sobrevivir ni realizarnos per-
sonalmente (Peter Berger nos habla de la “sociedad dentro del ser humano”).
coacción exterior; o bien que es general en la extensión de una sociedad dada, con
una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales. Un hecho
social se reconoce por el poder de coacción que ejerce o es susceptible de ejercer
sobre los individuos; y la presencia de este poder se reconoce, a su vez, ya sea por
la existencia de alguna sanción determinada, ya sea por la resistencia que el hecho
opone a toda empresa individual que tiende a hacerle violencia. Aun así, también
se puede definir por la difusión que presenta en el interior del grupo, siempre que
[...] no se olvide de añadir, como segunda característica esencial, que existe inde-
pendientemente de las formas individuales que toma al difundirse. Durkheim ofrece
numerosos ejemplos de hechos sociales en su obra: el crimen, el suicidio, la familia
conyugal, el divorcio, la división del trabajo, son objeto de sus investigaciones, que
constituyen buenas ilustraciones del concepto. Las lenguas también son, dentro de
los colectivos que las hablan, fenómenos que pueden ser conceptualizados como
hechos sociales: son exteriores a los hablantes, generales dentro de las comunidades
lingüísticas respectivas y vienen avaladas por la presión social. Una buena «prueba
del algodón» de la existencia de los hechos sociales es su carácter coercitivo. Una
manera de detectar su presencia es la posibilidad de exponerse a recibir una sanción
en caso de contravenir las expectativas sociales. Ello quiere decir que a menudo
detrás de un hecho social encontramos una norma, una convención o, en general,
una institución.” (Flaquer, 2012: 27-28).
Figura 14. Marx, Nietzsche y Freud están considerados los tres maestros de la sospecha.
Como sugiere Peter Berger, existe un vínculo muy estrecho entre la sociología y el sentido del
humor. La perspectiva cómica se caracteriza precisamente por poner la seriedad en cuaren-
tena radicalmente y ridiculizar las diversas formas de poder. La comicidad es una especie de
“sociología popular” que conecta con la desconfianza y la sospecha inherentes a la cultura
popular (Berger, 1997: 142). El sentido del humor es la capacidad de ver la otra cara de la
realidad: “La experiencia cómica nos proporciona un peculiar diagnóstico del mundo, en
la medida que mira a través de las fachadas del orden social e ideológico, y que revela las
otras realidades que se ocultan detrás de las más superficiales” (Berger, 1997: 88). Las per-
cepciones cómicas de la sociedad suelen brindar unas intuiciones que ayudan extraordina-
riamente a comprenderla mejor. “Una buena caricatura o un buen chiste son a menudo más
reveladores de una realidad social determinada que muchos tratados de ciencias sociales”.
Por ejemplo, ante un proceso Por ejemplo, el sociólogo Por ejemplo, la violencia
de separación matrimonial estudia la institución del sexista.
puede haber un sentimiento matrimonio como una insti-
de sufrimiento y preocupa- tución clave que regula las
ción. relaciones familiares.
La gente quiere encontrar res- El sociólogo quiere estudiar El periodista generalmente
puestas o soluciones a estas el funcionamiento habitual de se fija en problemas sociales
situaciones que preocupan. estas instituciones. Solo así que provocan situaciones
La gente aplica un “conoci- podemos conocer la causa extrañas o excepcionales.
miento de receta”. o el origen de los problemas En muchas ocasiones tienen
que a menudo no tienen una dificultades para explicar el
respuesta fácil. origen de los problemas.
Berger también nos habla del problema sociológico. Lo que hay que hacer
es intentar entender y comprender por qué ha surgido o se ha producido el
problema. Si queremos comprender, por ejemplo, el problema del divorcio hay
que analizar primero la institución del matrimonio y comprender su papel en la
sociedad actual. Sabemos que esta institución ha experimentado una transfor-
© UOC 53 La mirada sociológica
mación muy importante en los últimos años, pero continúa teniendo un papel
capital en la regulación de la vida personal y familiar.
El problema sociológico es la manera de definir un fenómeno social como
objeto de análisis que dista de lo que se entiende generalmente por “problema
social”. Para entender el “problema sociológico” hay que conocer las causas del
problema (que no siempre son de fácil diagnóstico ni solución): “El problema
sociológico es siempre el de la comprensión de los hechos que suceden, en
términos de interacción social. El problema sociológico no es tanto saber por
qué hay cosas que “van mal” desde el punto de vista de las autoridades y de
los que tienen la sartén por el mango, como llegar a entender cómo funciona
todo el sistema, cuáles son los presupuestos en que se apoya, y a través de qué
medios se mantiene trabado” (Berger, 1987: 54).
Finalmente, podemos añadir que existe el problema periodístico. El problema
periodístico se da cuando se habla de un hecho noticiable que por su natura-
leza preocupa a los ciudadanos. El periodista se fija en lo extraordinario, que
llama la atención o que puede causar, incluso, cierta “alarma social”. A menu-
do el problema periodístico coincide con un problema social. Ahora bien, no
todos los problemas sociales son noticia. Por ejemplo, un divorcio no es noticia
(salvo que la ruptura matrimonial desencadene una respuesta violenta que pro-
voque la muerte a uno de los cónyuges).
El objeto de la sociología es estudiar lo que la gente considera normal
en una sociedad determinada. A pesar de esto, se tiene que reconocer que
las situaciones excepcionales, los escándalos y la explosión de los conflictos
sociales tienen un gran interés para la comprensión sociológica, dado que en
estas circunstancias extraordinarias afloran a la superficie muchas realidades
escondidas y permiten comprender mejor cómo actúan, a menudo de forma
descarnada, los mecanismos de poder.
Ciertamente, algunas noticias hacen referencia a hechos esperados (por
ejemplo, una efeméride que se repite cada año con motivo de una celebración
popular, etc.). Ahora bien, normalmente las noticias hacen referencia a hechos
excepcionales y sorprendentes. Lo que se ha de tener presente son los criterios
de noticiabilidad: lo que nos permite seleccionar una noticia en un momento
dado. Estos criterios varían lógicamente a lo largo del tiempo y también cam-
bian de un país a otro. Es evidente que el criterio periodístico es bastante dife-
rente del criterio sociológico. Mientras que el sociólogo intenta comprender
la “normalidad”, el periodista escapa de esta normalidad y enfoca su atención
© UOC 54 Sociología de la comunicación
sobre lo que es excepcional y que llama la atención. Sin embargo, tanto el uno
como el otro son curiosos o mirones profesionales.
La sociología trata de las relaciones que establecemos los unos con los otros.
Muchos de sus conceptos básicos –como institución o poder– forman parte de
nuestro lenguaje habitual y los usamos, a menudo, sin precisar mucho el signi-
ficado. Como ya se ha dicho, esto nos obliga a poner atención en el lenguaje.
Al intentar explicar sociológicamente algún fenómeno, es básico utilizar el
vocabulario sociológico de manera pertinente según el significado que se le da
en el interior de esta disciplina científica.
Para cerrar este capítulo exponemos una serie de nociones o conceptos
fundamentales, imprescindibles para introducirse en el conocimiento de esta
disciplina. Además, intentaremos explicarlos a partir de ejemplos relacionados
con el mundo de la comunicación.
La acción social es cualquier acto ejecutado por uno o por varios individuos
en función de la presencia de otros individuos. Buena parte del comportamien-
to humano tiene una dimensión social, dado que se dirige a los otros. Según
Max Weber, generalmente la acción social tiene un carácter intencional, puesto
que pretende lograr determinados objetivos y se hace en relación con otros
actores. Para evaluar las consecuencias y las implicaciones de la acción social,
© UOC 56 Sociología de la comunicación
es necesario conocer la intención de los actores sociales. Hay que ser muy
cautos, ya que los actos humanos pueden tener consecuencias imprevistas que
escapan –para bien o para mal– al control de la voluntad individual. Hablamos
de las consecuencias no deseadas (o de los “efectos perversos”) cuando una
determinada acción tiene resultados contraproducentes, y de efectos virtuosos
cuando tiene unos efectos positivos más allá seguramente de las previsiones
iniciales.
Una norma es una pauta común, interiorizada y aceptada por los individuos
del grupo, que rige las respuestas de los miembros de un grupo institucionali-
zado. Una norma es un criterio de conducta e interacción social considerada
necesaria o aceptable. Es la base del orden social. El desempeño de las normas
es básico para un buen funcionamiento de la sociedad. Según Durkheim,
“nuestras pasiones son ilimitadas e insaciables, solo pueden frenadas por la
contención impuesta por nuestros iguales. Sin normas seríamos unos seres des-
afortunados, desventurados, insatisfechos y neuróticos. Así pues, la limitación
normativa de la sociedad no es tan solo para nosotros un imperativo de super-
vivencia, sino de felicidad personal y de equilibrio emocional”. Para Habermas,
las acciones normativas son uno de los tipos de acciones que podemos observar
en la vida social. En cualquier caso, tenemos que tener en cuenta que existen
normas de muchos tipos, desde las más universales y explicitadas (como pueda
ser una declaración universal o una constitución) hasta pautas o convenciones
sociales no necesariamente explicitadas (como por ejemplo saludar a un vecino
cuando te lo encuentras o felicitar alguien el día de su cumpleaños).
El control social hace referencia a los diferentes medios de los que dispone
una sociedad para poner a raya a sus miembros recalcitrantes. En las socieda-
© UOC 58 Sociología de la comunicación
Capítulo II
1. El reto de la objetividad
Figura 2. La imagen del científico como lobo solitario es cada día menos adecuada.
El trabajo científico es un trabajo que se hace de manera comunitaria.
La estatua del pensador de Auguste Rodin.
© UOC 69 Los nuevos paradigmas sociológicos
un peso relativo diferente. Por ejemplo, durante la primera mitad del siglo xx
surgirá, alrededor del llamado Círculo de Viena y el neopositivismo lógico,
un impulso de las principales características del positivismo que influirá en
las teorías de diferentes autores y disciplinas de la sociología, la economía, la
comunicación, la historia o la psicología.
En el ámbito de la comunicación un cierto tipo de positivismo nos ha llega-
do mediante las teorías funcionalistas, que dominaron la producción teórica y
práctica en comunicación, sobre todo en EE. UU., durante décadas, y que tiene
claras influencias incluso en la praxis profesional.
pueden ser pequeñas o simples, o bien grandes y complejas. Aun así, lo que
realmente importa es que el sistema social en su conjunto funcione –es decir,
que dé respuesta a las necesidades que regularmente se presentan–. Para con-
seguirlo, cada uno de los diferentes elementos tiene que cumplir su función
adecuadamente. Es decir: ¡tiene que ser funcional! Así el sistema social en su
conjunto logra una situación de equilibrio, orden y cohesión.
“Lo que quiero decir es que, a menudo, estas polémicas tienen más relación con
la distribución de recursos intelectuales entre los diversos tipos de investigaciones
sociológicas que con ningún tipo de oposición rigurosa existente entre varias ideas
sociológicas. (...). Puesto que el enfrentamiento es público, no se convierte tanto en
una búsqueda de la verdad como en una batalla de prestigio social.” (Merton, 1990:
46).
Figura 4. Robert K. Merton (1910-2003) está considerado uno de los principales precurso-
res de la sociología de la comunicación.
También destaca la figura singular del autor alemán Niklas Luhmann (1927-
1998), padre del funcionalismo sistémico, continuador de la obra parsoniana y
que situará la comunicación en el centro del nuevo “sistema social”. El plan-
teamiento funcionalista aplicado a los estudios de la comunicación sostiene
que los medios, entendidos como un “subsistema social”, promueven la inte-
gración del sistema social.
Uno de los debates clásicos en torno al rol o la función de los medios de
comunicación en el mantenimiento del orden y el equilibrio social se refiere a
una sospecha generalizada que se ha planteado en momentos convulsos con-
tra los medios, acusados de fomentar la violencia juvenil mediante el elogio
de las actitudes rebeldes, además de su contribución a erosionar los valores
tradicionales y poner en cuestión la autoridad. Este aspecto en particular ya se
discutió en los Estados Unidos en los cincuenta a raíz del supuesto impacto de
determinadas películas sobre bandas de jóvenes (por ejemplo, de motoristas)
que mantenían actitudes contestatarias y hostiles con los sectores bienpensan-
tes de la sociedad. No obstante, para muchos académicos de la época, y salvo
casos puntuales, quedaba claro que la mayor parte de medios de comunicación
ejercían una función de integración social y de refuerzo de los valores, las
creencias, las instituciones y las normas dominantes o centrales.
© UOC 77 Los nuevos paradigmas sociológicos
tífico que nos permite comprender los fenómenos sociales. Todo intento de
explicación predictiva queda fuera de este paradigma.
Esta perspectiva implica un esfuerzo de comprensión de los otros indivi-
duos como sujetos y presupone una cierta capacidad de empatía –facultad de
identificarse con el otro, de sentir lo que el otro siente. Es decir, se trata de ser
capaz de comprender y experimentar los sentimientos ajenos a partir de los
referentes culturales del otro. Partimos del supuesto de que gran parte de la
actividad humana es intencionada y significativa, excepto quizás la más ruti-
naria. Ahora bien, esto no quiere decir que los resultados de la acción social
correspondan siempre a las intenciones de los individuos, los intereses y las
preferencias de los actores, puesto que estos topan no tan solo con los otros
actores, sino también con estructuras sociales difíciles de cambiar y dotadas
de un gran poder de persistencia. Más bien hay que subrayar que el resultado
del comportamiento de los individuos a menudo es diferente del previsto por
ellos mismos. Y los resultados de las intenciones diversas de una cantidad de
individuos no se pueden agregar.
Para Weber, la sociología es una ciencia que intenta comprender las accio-
nes sociales para explicar causalmente su desarrollo y sus efectos. El objeto de
la sociología comprensiva no es solo explicar o describir la realidad. La ciencia
implica un compromiso prioritario en la comprensión de la realidad. El objeto
de las ciencias sociales es la comprensión de cómo han vivido y viven los hom-
bres y de cuál ha sido y cuál es el sentido que dan a su existencia.
Según la perspectiva weberiana, la sociología tiene como objeto el estudio
simultáneo de dos categorías: por un lado, los motivos de la acción (es decir, de
la intención con que el actor la emprende), que trataremos de comprender en
la medida de nuestras posibilidades, y por el otro, las causas y las consecuencias
reales de la acción, que tendremos que explicar. El momento de la compren-
sión es esencial para entender el sentido subjetivo que la persona atribuye a lo
que hace. El momento de la explicación es igualmente importante si queremos
entender las razones (o condicionantes) objetivas que llevan a la persona a
actuar como actúa y las repercusiones que esta acción comporta. A menudo
hay un desajuste considerable entre los móviles subjetivos que hay detrás de
una determinada acción social y lo que resulta objetivamente en la práctica.
Por eso, Weber habla de las consecuencias no intencionadas de la acción, cuyo
análisis cree que tiene que centrar la atención preferente del sociólogo.
© UOC 79 Los nuevos paradigmas sociológicos
Por ejemplo, hemos publicado un estudio titulado Les veus dels indignats a Catalunya:
“Queremos dejar claro, desde un primer momento, que al abordar este fenómeno nos
situamos en el marco de un paradigma comprensivo. En este sentido, nuestra investigación
participa de una concepción weberiana muy atenta al análisis de la acción colectiva y a la
dimensión subjetiva de la experiencia. Hemos intentado, pues, analizar de forma prioritaria
las vivencias y las representaciones que los propios “indignados” hacen del movimiento del
15M. Hemos estado muy atentos a sus palabras (y a sus acciones). Nuestra propuesta de
análisis consiste, pues, en situarse mentalmente en la posición de los sujetos, en conocer
sus vivencias y sus sentimientos, en acercarse a su representación personal de los hechos.
Hemos intentado ser respetuosos y fieles a su significado. Ello no significa que compartamos
plenamente el sentido de sus palabras, ni de sus testimonios. Pero intentamos ser muy respe-
tuosos con los testimonios obtenidos durante la investigación. Hemos intentado, desde luego,
mantener en todo momento una distancia prudencial característica de este tipo de estudios
de carácter sociológico”. (Busquet Calsina, Medina y Tubert, 2012: 26).
En esta misma línea, Giddens (1987) afirma que los científicos sociales apli-
can una doble hermenéutica, no solamente en la descripción teórica de los datos,
sino en el procedimiento para obtenerlos. Es decir, el científico social también
tiene que establecer unos criterios de selección y jerarquización de los datos
© UOC 80 Sociología de la comunicación
4. El interaccionismo simbólico ha sido muy activo en los Estados Unidos y ha tenido mucha impor-
tancia en los inicios de los estudios de sociología urbana de la escuela de Chicago (E. C. Hughes, R.
E. Park), en las teorías del etiquetado (H. S. Becker), en las investigaciones de E. Goffman sobre las
“instituciones totales” (1961), en los ritos de interacción y en la etnometodología (Garfinkel, 1967).
© UOC 81 Los nuevos paradigmas sociológicos
El origen del interaccionismo simbólico hay que buscarlo, a finales del siglo
xix y principios del xx, en los llamados pragmáticos anglosajones (C. S. Peirce,
5. La posterior filosofía del lenguaje y el concepto de actos de habla serán otros elementos que
completen un análisis comunicativo que tenga en cuenta las interacciones. Los filósofos del
lenguaje fundamentan un cierto giro lingüístico a partir de la introducción de los actos de
habla, aquellos enunciados que implican una acción por el simple hecho de mencionarlos.
Serán capitales las obras Cómo hacer cosas con palabras, de Austin (1996), y Actos de habla, de
su discípulo, John Searle (1994).
© UOC 83 Los nuevos paradigmas sociológicos
Algunas ramas del conocimiento científico que han logrado una notable
madurez han sabido conciliar la profundidad teórica con la exigencia y el rigor
demostrados en las investigaciones empíricas. Una disciplina científica solo
puede progresar cuando estas dos dimensiones avanzan paralela y armónica-
mente.
Desgraciadamente algunas ramas del pensamiento científico sufren un pro-
blema de desequilibrio entre la teoría y la metodología de investigación. Por un
lado, hay algunas corrientes sociológicas que priorizan la obtención de datos
empíricos, pero que a menudo carecen de una base teórica sólida. Por otro
lado, también puede darse el caso de un exceso o “hipertrofia” de la teoría y
una “atrofia” de la investigación empírica. A menudo la elaboración teórica es
muy sofisticada, pero de carácter estéril, porque está muy alejada de los fenó-
menos que quiere investigar: “Tenemos que hablar de la excelencia de estas
teorías y de la vulgaridad de su método de comprobación empírica. Es decir,
muchas de estas teorizaciones no pasarán de la condición de hipótesis teóricas
[...] mientras no presenten investigaciones tan sólidas como sus teorizaciones”
(Díaz-Salazar, 1994: 98).
Como expone muy bien Wright Mills en La imaginación sociológica, hay que
rehuir de la pretensión de construir un discurso científico de carácter puramen-
te teórico, que es el error fundamental del funcionalismo de Parsons. Es impor-
tante escapar de lo que podríamos denominar la tentación teoricista. La teoría
por la teoría es estéril. Somos escépticos respecto al trabajo teórico abstracto
y que se aleja de la realidad. A pesar de la importancia de la reflexión teórica,
hay que escapar de “la institución de la teoría en cuanto que dominio discur-
sivo separado, cerrado y autorreferenciado”, lo que Kenneth Burke denomina
la logología, o sea “palabras a propósito de palabras” (Bourdieu y Wacquant,
1994: 33-34).
Hemos de tener presente que los tres momentos señalados (ruptura, cons-
trucción y constatación) se presentan separadamente para facilitar la compren-
sión. Pero, en la vida real, un investigador no los tiene que ver como compar-
timentos estancos sino que a menudo forman parte de un proceso paralelo de
la investigación.
La ruptura epistemológica
Un escaso bagaje teórico en ciencias sociales o la falta de un conocimiento profundo del
tema comporta múltiples trampas, ya que las ideas que tenemos se basan en muy buena
parte en las apariencias inmediatas o en nociones preconcebidas. Para superar los prejui-
cios es muy importante realizar la ruptura epistemológica. La ruptura epistemológica implica
desconfiar de las falsas evidencias que crean en nosotros la ilusión engañosa de compren-
der la realidad de manera espontánea e inmediata. La ruptura epistemológica consiste en
romper las evidencias colectivas que constituyen el mundo implícito que doy por hecho. Es
muy necesaria para construir el discurso científico. Esta separación de las prenociones de
la vida cotidiana se logra con técnicas como la crítica lógica de las nociones, las pruebas
estadísticas y, sobre todo, con la utilización de un lenguaje riguroso y específico construido
a partir de la tradición teórica de la disciplina. Este momento de ruptura es tan importante
porque consiste precisamente en romper con los prejuicios y las ideas tópicas que crean en
nosotros la ilusión falsa de entender las cosas. La ruptura es, en este sentido, el primer acto
constitutivo del proceso científico.
Este proceso de ruptura solo se puede efectuar a partir de la referencia a un marco teórico.
En ciencias sociales no se puede conseguir nunca una constatación fecunda sin la construc-
ción previa de un marco teórico de referencia.
Figura 9. El sociólogo polaco Zigmunt Bauman considera que vivimos en un tiempo líquido.
© UOC 98 Sociología de la comunicación
La solución final, també conocida como solución final al problema judío (en alemán
Endlösung der Judenfrage), es el nombre del plan de la Alemania nazi para ejecutar el
genocidio sistemático de la población judía europea durante la Segunda Guerra Mundial. Su
puesta en práctica, conocida posteriormente como el holocausto o shoah supuso la depor-
tación sistemática y el posterior exterminio de toda persona clasificada étnicamente como
judía, con independencia de su religión. El término fue acuñado por Adolf Eichmann, un
funcionario nazi que supervisó en primera instancia la campaña, a la que antes se llamaba
eufemísticamente “reinstalación”. <http://ca.wikipedia.org/wiki/Soluci%C3%B3_final>
“Me impresionó la manifiesta superficialidad del acusado, que hacía imposible vincular
la incuestionable maldad de sus acto s a ningún nivel más profundo de enraizamiento o
motivación. Los actos fueron monstruosos, pero el responsable –al menos el responsable
efectivo que estaba siendo juzgado, era totalmente corriente, del montón, ni demoníaco ni
monstruoso.” (Arend, 1984: 14).
Lo que intentó Hannah Arendt fue entender cómo esto fue posible, cómo una persona
normal, sin ningún interés, banal, pudo convertirse en un gran criminal. Según Arendt,
Eichmann era el producto de un sistema social totalitario. Ello no significa que Eichmann
fuera inocente. Para Hannah la responsabilidad es siempre individual. En una sociedad tota-
litaria, los hábitos y las normes pueden llegar a convertir en una obligación “moral” el ase-
sinato, pero el hombre siempre tiene la última palabra para seguir o no esta nueva “morali-
dad” amoral. Hannah Arendt no aceptó la culpabilidad colectiva, ya que “donde todos son
culpables, nadie es culpable”. Las decisiones las tomaron determinados autores y los que
habían de responder sobre sus decisiones eran las personas concretas que las tomaron.
Eichmann no sentía responsabilidad por sus actos, no tenía mala conciencia, lo que no signi-
fica que no fuera culpable.
Fragmento extraído íntegramente de:
<http://aprendreapensar.blogspot.com.es/2010/04/la-banalitat-del-mal.html>
El fenómeno del holocausto puede parecer muy lejano, pero esta reflexión
sobre la banalidad del mal podemos encontrarla reflejada continuamente en
los medios de comunicación. Nos cuesta aceptar a veces que una “persona nor-
mal” pueda cometer un crimen abominable como, por ejemplo, el asesinato de
la propia pareja. En estas circunstancias, la sociedad en general y los medios de
comunicación querrán dar un intento de explicación o justificación que nos
tranquilice socialmente. Dirán que se trata de un loco, de un alcohólico o de
un enfermo. Los medios raramente van a la raíz de los problemas. Intentarán
dar una explicación plausible a un hecho que parece totalmente inexplicable.
cierto, Goya pintó de forma magistral en el siglo xix). Como acabamos de ver,
el holocausto nazi es una consecuencia imprevista y terrible del proceso de
racionalización.
En la sociedad moderna –sobre todo en fase de modernidad avanzada– la
preocupación por el riesgo es cada vez más importante. La aplicación de la téc-
nica a la vez que contribuye a resolver algunos problemas genera otros nuevos.
La cirugía estética, que contribuye a mejorar el aspecto y la salud de determina-
dos personajes, también puede generar algunas secuelas que a la larga pueden
ser muy perjudiciales (por ejemplo, los implantes de silicona han provocado,
en algunas mujeres, importantes trastornos de salud).
En la preparación del libro Risk and culture, Mary Douglas tuvo la oportunidad de revisar las
aportaciones que los investigadores sociales habían hecho hasta entonces en este campo y
se quedó decepcionada al comprobar que prácticamente todos los análisis estaban condicio-
nados por una fuerte orientación psicológica y individualista. Algunos de estos investigadores
habían tratado de medir objetivamente los riesgos a los que los individuos se enfrentaban al
presuponer que había unos riesgos más reales que otros, y querían saber cómo las personas
los evitaban. Por ejemplo, trataron de medir algunos efectos sociales, como el aumento de la
esperanza de vida y la correspondencia entre la evaluación real de los peligros por parte de
los individuos y la probabilidad real de que estos peligros sucedieran. Dicho de otro modo, se
interesaron más por medir la probabilidad individual de asumir y evitar los riesgos reales que
por comprender la percepción de los riesgos y su aceptabilidad como resultado de un pro-
ceso de construcción sociocultural. Además, insistieron en diferenciar los criterios de objeti-
vidad científica que posibilitaban la medición de los riesgos de los criterios de interpretación
subjetiva implícita en los discursos profanos.
La paradoja residía en el hecho de que los expertos y el público no percibían los riesgos del
mismo modo. Mary Douglas se dio cuenta de la poca efectividad que estos estudios ofre-
cían para comprender cómo determinados riesgos eran socialmente elegidos por encima de
otros y, por ello, decidió rechazar definitivamente este tipo de orientación. Aunque estaba
disgustada, reconocía que en cierto modo las ciencias sociales eran responsables de su
equivocación en los análisis sobre el riesgo. Parte de esta equivocación se debía a la acep-
tación de una realidad del mundo externo que gobernaba el campo de la psicología (Douglas
& Wildavsky, 1982). Douglas reconocía que el sesgo cultural y los elementos morales y polí-
ticos formaban parte del debate sobre los riesgos físicos. Por ello, la necesidad de contribuir
sociológicamente condujo a Mary Douglas y Aaron Wildavsky a desarrollar en su libro Risk
and culture una teoría sociológica, cultural y ética del juicio humano.
Fragmentos escogidos (Larrea, 2013: 66-71)
Figura 13. La noción de sociedad red es una de las aportaciones capitales de Manuel Castells.
La sociedad red surgió como una nueva forma de organización social a fina-
les del xx, basándose en el informacionalismo, pero no es consecuencia de este
sino de la existencia de otros factores económicos, sociales, políticos y cultura-
les, que posibilitaron el crecimiento de nuevas formas de organización social,
que permanecieron y se extendieron aprovechando la oportunidad histórica
que ofrecía la informacionalismo.
Por coincidencia accidental (según Castells), en la década de los setenta,
convergen tres procesos independientes, cuya interacción conformó un nuevo
paradigma tecnológico, el informacionalismo, y una nueva estructura social, la
sociedad red, inseparablemente entrelazados. Estos tres procesos son:
Creemos que la tecnología no determina la sociedad. Tampoco la sociedad dicta el curso del
cambio tecnológico, ya que muchos factores, incluyendo la invención y las iniciativas persona-
les, intervienen en el proceso de descubrimiento científico, innovación tecnológica y aplicacio-
nes sociales, de modo que el resultado final depende de un complejo modelo de interacción.
En efecto, el dilema del determinismo tecnológico probablemente es un falso problema, ya que
tecnología es sociedad y la sociedad no se puede comprender ni representar sin sus herra-
mientas tecnológicas.” (M. Castells. La era de la información. La sociedad red, 2003: 37)
Según Castells, la nueva estructura social, la sociedad red, será potenciada por
las tecnologías de la información y la comunicación basadas en la microelec-
trónica. Esta estructura social, integrada por redes, son conjuntos de nodos que
funcionan exclusivamente como componentes de la red y por donde circulan
flujos o corrientes de información. Pues bien, según Castells, la superioridad,
hasta ahora de cualquier tipo de organización vertical respecto a estructuras en
red, ha sido debida sobre todo a los límites en el desarrollo de la tecnología.
En el momento que la revolución digital lo ha hecho posible, las redes se
han desarrollado exponencialmente. Recordemos que la importancia de las
redes, es decir, su potencialidad, radica en su flexibilidad, en su capacidad de
adaptación y también en su capacidad de reconfigurarse.
En resumen, la cultura de la libertad fue capital para producir las tecnologías
red que, a la vez, fueron la infraestructura esencial para que las empresas pudie-
ran hacer su reestructuración en términos de globalización, descentralización y
creación de redes. Solo entonces la economía basada en el conocimiento pudo
funcionar con todo su potencial.
En el contexto actual, el procesamiento de símbolos y los saberes se confor-
ma como una herramienta fundamental de los nuevos procesos de producción
y se convierte en un factor determinante del ámbito económico y social.
El conocimiento y la información han sido siempre fuentes esenciales de
productividad y poder. La información y el conocimiento son realmente cen-
trales en la economía y la sociedad, pero no son los componentes dominantes.
Pero si concebimos la sociedad red global como algo más que redes de
telecomunicaciones, si usamos la lógica interactiva de Internet, entonces es
posible diseñar sistemas de comunicación para la inclusión, la colaboración o
la cooperación. La sociedad red también es una explicación teórica de lo que
veremos a continuación: la globalización.
5. El proceso de globalización
pone a prueba los ámbitos tradicionales desde los que se piensa y se realiza la
política. Esto implica el debilitamiento de los estados tradicionales y una pér-
dida de influencia de la política entendida convencionalmente.
Figura 15. Vista de la cúpula del artista Miquel Barceló en la Sala Xx del Palacio de las
Naciones de la ONU en Ginebra.
las culturas como si fueran islas o mónadas independientes. Hay que superar
lo que Ulrich Bech llama nacionalismo metodológico (o sería mejor, quizás, decir
estatismo metodológico). Tenemos que superar una concepción unitaria de los
estados entendidos como realidades homogéneas e independientes.
Figura 16. Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son los máximos exponentes de sus clubes e
ídolos mediáticos de una gran proyección internacional.
Capítulo III
“Incluso los medios «recreativos», como los periódicos y la televisión, tienen una
influencia de gran alcance sobre nuestra experiencia. Esto no sucede porque afecten
nuestras actitudes de formas específicas, sino porque son los medios de acceso al
conocimiento, del cual dependen muchas actividades sociales.”
Anthony Giddens, 1995: 481.
Esta concepción todavía hoy está muy presente en el ámbito del periodismo
profesional. Es muy frecuente en la narración de crímenes violentos, como ponen
de manifiesto los ejemplos siguientes:
1. “José Rabadán era aficionado al videojuego de rol Fantasy VIII. Este juego
tiene como personaje principal Squall Leonhort, un héroe que se rebela con-
© UOC 122 Sociología de la comunicación
tra el poder de sus opresores y utiliza para asesinar, como hizo él mismo, una
espada de samurái.” (La Vanguardia, 5 de abril de 2000, pág. 33).
José Rabadán, conocido en los medios como “el asesino de la catana”, mató sus
padres y a su hermana en abril de 2000 utilizando para ello una catana.
Tim Kretschmer, con 17 años, disparó contra alumnos y profesores de una escue-
la de secundaria y contra otras personas en su fuga de la policía antes de suicidar-
se el 11 de marzo de 2009 en la ciudad alemana de Winnenden.
3. “Se especulaba también que Cho se podía haber inspirado en la película sur-
coreana Oldboy, parte de una trilogía del cineasta Chan Wook Park. Uno de
los asesinos del film envió fotos en las que cogía un martillo” (La Vanguardia,
20 de abril de 2007, pág. 9)
Seung-Hui Cho fue el estudiante coreano que el 16 de abril de 2007 disparó con-
tra profesores y alumnos en la Universidad Tecnológica de Virginia. Mató a 32
personas e hirió a otras 17.
3r. período Entorno configurado Entorno y estructura Los media como con-
por los media condicionantes. figuradores
3ª. La influencia
mediática en la era La conciencia de la La influencia a de los
de la complejidad. complejidad del pro- medios de comunica-
ceso comunicativo ción no radica en su
(1970-actualidad) hará contemplar la poder de persuasión,
existencia de un sis- sin en la capacidad
tema comunicativo de estructurar los
dotado de autonomía temas sobre los que
particular. pensamos y sobre los
que giran nuestras
conversaciones.
La caída del fascismo puso en evidencia los límites de esta teoría, puesto que
la eficacia de la ideología no sobrevivió a la desaparición de los altavoces de la
propaganda oficial de los regímenes totalitarios.
De todas formas, la propaganda y el uso de los medios de comunicación
como herramienta de influencia directa sobre la población no es sólo un fenó-
meno relacionado con las dictaduras fascistas o totalitarias. En los regímenes
democráticos la propaganda y la “desinformación” se han utilizado muy a
menudo, especialmente en tiempos de guerra. En circunstancias extremas
todas las artes se ponen al servicio de la causa nacional. Por ejemplo, algunos
directores de cine de reconocido prestigio realizaron películas de propaganda
para sus regímenes, como el caso de Eisenstein para la Unión Soviética y Lenni
Riefenstahl para la Alemania nazi, con su obra El triunfo de la voluntad. Y tam-
bién algunos directores norteamericanos, como John Ford, con Las uvas de la
ira, o Frank Capra, con sus películas, dentro de la serie Why we fight, durante los
años cuarenta, encargo del Ministerio de la Guerra para transmitir a la pobla-
ción el porqué se estaba luchando contra Alemania y Japón.
El año 1926 fue un momento importante dentro de la radiodifusión por la
creación de la cadena NBC americana y la segunda BBC inglesa. A partir de este
momento, la radio extendió su uso con fines comerciales y propagandísticos,
pasó a ser el medio de comunicación social más potente y las primeras teorías
sobre los efectos de los medios comenzaron a analizar el impacto que podían
tener los mensajes radiofónicos sobre la “masa”. El ejemplo más conocido lo
encontramos sin duda en la repercusión que tuvo la emisión radiofónica de
La guerra de los mundos, dirigida por Orson Welles en 1938. La célebre drama-
tización radiofónica que provocó una ola de pánico en Nueva York parecía
confirmar la omnipotencia (diabólica) de los medios de comunicación social.
© UOC 132 Sociología de la comunicación
“Mucho antes de acabar el programa, en todos los Estados Unidos había personas
rezando, llorando y huyendo frenéticamente para no encontrar la muerte a manos
de los marcianos. Algunos corrieron en busca de seres queridos. Otros telefonearon
para despedirse o alertar a los amigos, corrieron a informar sus vecinos, buscaron
información en las redacciones de los periódicos y las emisoras de radio, o avisaron
a las ambulancias y los coches de patrulla de policía. Al menos seis millones de
personas escucharon la emisión y como mínimo un millón de ellas se asustaron o
se inquietaron.
”El acontecimiento creado por Welles permitía hacer un tipo de prueba, segu-
ramente por primera vez en la historia, sobre las condiciones de sugestibilidad, del
recíproco contagio sobre el pánico (psicosis colectiva). En el plano de las represen-
taciones sociales, estas escenas de emoción inauditas, que se traducían en actos irre-
flexivos e incitaciones gregarias, no fueron las últimas que fundamentaron la teoría
de la omnipotencia de la nueva técnica de comunicación a través de las ondas.”
Font: Mattelart, 1998: 98-99.
Una teoría que estará siempre presente –a veces de manera clara y otras de
manera latente– en los estudios sobre los medios y sus efectos de la primera y
© UOC 137 Las teorías y la investigación en comunicación
segunda etapas (desde 1920 hasta 1960) es la teoría de la sociedad masa descrita
magistralmente por Salvador Giner en Mass society (Giner, 1976). La concep-
ción persuasiva de la comunicación se apoya en la teoría de la sociedad masa.
Esta teoría presupone la idea que el público de las comunicaciones de masa
es un público atomizado, formado por individuos solitarios, aislados y desarrai-
gados (Busquet, 1998: 182). Parte de la base que el proceso de modernización
ha contribuido a la disolución de los vínculos sociales primordiales y que el ser
humano está aislado, y que este aislamiento lo hace particularmente vulnera-
ble a la influencia mediática. Se atribuye una importancia extraordinaria a los
medios de comunicación de masas –sobre todo a la propaganda– y se ignora la
relevancia otras formas de comunicación y de relación personal. Se ignora, a la
vez, el papel integrador de una serie de grupos sociales básicos, como la familia,
los amigos, los compañeros de trabajo o las relaciones vecinales en el barrio.
Figura 2. Según la teoría de la sociedad masa los individuos son átomos solitarios.
tes sociales y el entorno donde se produce la recepción. Es, pues, desde esta misma
tradición investigadora –la Mass Communication Research– desde donde posterior-
mente la noción de masa y de sociedad de masas se ha criticado de una forma más
concluyente. A pesar de ello, la imagen de una sociedad masificada todavía hoy
está presente en muchos discursos sobre la sociedad y la cultura actuales.
El modelo que predominó en esta primera fase, cargado de positivismo,
como el conductismo en psicología, es el modelo de estímulo-respuesta, y
muchas de las teorías que se desarrollaron en el campo de la comunicación
estaban claramente influenciadas por el psicologismo conductista, además de
las teorías sobre el aislamiento y despersonalización que comportaban las teo-
rías sobre la masa o las masas.
élites de Pareto y afirma que, en rigor, y dentro de cada clase social, hay masa y,
en medio, una minoría selecta, a pesar de que en las clases superiores es donde
se pueden encontrar más personas selectas. Y aunque no siempre se reconoce
abiertamente, toda sociedad implica necesariamente esta distinción.
Para Ortega, todas las sociedades humanas son esencialmente aristocráticas.
Ortega atribuye la aparición del hombre masa a la pérdida de autoridad de las
antiguas élites dirigentes y a la igualación de las condiciones de vida y de las
oportunidades de participación. Si la teoría liberal propugna como valor cen-
tral la libertad del individuo, la individualidad como derecho a la diferencia y
la racionalidad como rasgo esencial de su conducta, el hombre masa es exacta-
mente el contrario. A pesar de que vive en plena modernidad, el hombre masa
está manipulado –no es libre–, ha perdido el sentido moral de las cosas –no se
siente responsable– y está alienado –no se siente protagonista de su destino.
El hombre masa es el individuo sin personalidad que se deja arrastrar por la
presión de fuerzas impersonales que escapan a su control.
“Triunfa hoy sobre toda el área continental una forma de homogeneidad que
amenaza consumir por completo aquel tesoro. Dondequiera ha surgido el hombre-
masa del que este volumen se ocupa, un tipo de hombre hecho de prisa, montado
nada más que sobre unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo, es
idéntico de un cabo de Europa al otro. A él se debe el triste aspecto de asfixiante
monotonía que va tomando la vida en todo el continente. Este hombre-masa es el
hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por
lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales. Más que un hom-
bre, es solo un caparazón de hombre constituido por meros idola fori; carece de un
dentro, de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda
revocar.” (Ortega y Gasset, 2002: 19-20).
6. Como muy bien explicarán los constructivistas sociales, algunas décadas más adelante, los
procesos de socialización a lo largo de nuestros ciclos vitales hacen que tendamos a dar las
cosas por hechas, es decir, a rutinizar todo lo que hacemos y a dudar de muy poco.
© UOC 149 Las teorías y la investigación en comunicación
Los medios son, por lo tanto, los mapas que sirven por orientarnos en un
mundo cada vez más complejo. Ante la complejidad del mundo real, las expli-
caciones simplificadoras que nos ofrecen los medios nos ayudan en este proce-
so de rutinización constante en el que estamos inmersos. Entonces, la mayor
parte de la información de la que dispone una persona, según Lippmann, es un
conjunto de ideas difusas o aproximaciones a la realidad, a veces ideas dema-
siado simples, que nos alejan de un conocimiento exacto de la vida social y
política de un Estado.
Como podemos observar, independientemente de la carga elitista de su
planteamiento, influida evidentemente en el contexto de las ideas sobre la
sociedad de masas, cae en la trampa de hacer un análisis demasiado simplis-
ta (típica de este periodo histórico), en el que se sobrevalora el poder de los
medios de comunicación y se desprecia la capacidad crítica de los ciudadanos.
Al mismo tiempo dibuja un proceso de comunicación demasiado lineal y sim-
ple. Si, además, añadimos que parte de una idea radicalmente constructivista
de cómo llegamos al conocimiento, el panorama realmente es pesimista.
En la misma línea, la voluntad popular, para Lippmann, es un espectro o
fantasma que solo existe en la mente de algunos intelectuales progresistas que
la idealizan. Como Dewey, que será uno de los que mantendrá cierta polémica
con Lippmann sobre la conformación de la opinión pública. Para John Dewey
(1859-1952), la información era un resultado, una proyección que se va con-
figurando progresiva y solidariamente durante la deliberación racional. Para
Dewey, información, opinión, argumentación y conocimiento son conceptos
que forman parte del mismo campo semántico. Seguramente, como pasa en
muchas ocasiones en la historia del pensamiento, los dos autores estaban de
acuerdo. Probablemente el problema radica en partir de un análisis descriptivo-
realista (Lippmann) o en hacer un análisis normativo de lo que tendría que ser
(Dewey). Cree Dewey que el error de Lippmann es pensar que la verdad consis-
te en tener una serie de representaciones en nuestras mentes. La verdad sería
entonces una adecuación de la copia a la realidad (teoría de la verdad como
correspondencia). La postura de Dewey parte más del pragmatismo y cree que
las interacciones que se producen tienen mucho que ver en cómo llegamos
al conocimiento. En este caso Dewey también se avanza, como Lippmann, a
teorías que no se desarrollarán de manera total hasta unas cuantas décadas des-
pués. La “verdad”, o el “conocimiento objetivo”, vendrá dado más como fruto
de la actividad comunicativa y de las interacciones que de un modo prefijado.
© UOC 150 Sociología de la comunicación
El papel de los medios es vital, porque estos configuran los mapas cognitivos
que la gente utiliza en su vida cotidiana. Por eso Lippmann cree que la función
del profesional de la comunicación tendría que ser suplantada por el teórico
político o científico social, un experto competente que indaga e investiga la
realidad social, y cuyos resultados sí que son fiables para formar la opinión del
público. En este sentido información se opone a argumentación:
“Yo sostengo que el gobierno representativo (...) no puede funcionar con éxito...
si no hay una organización experta e independiente que haga inteligibles los hechos
ocultos para aquellos que toman las decisiones. Por lo tanto, intento argumentar que
sólo aceptando seriamente el principio de que la representación personal debe ser
suplida por la representación de los hechos ocultos, se podría llegar a una descentra-
lización satisfactoria y escaparíamos a la intolerable e inútil ficción de que cada uno
de nosotros debe adquirir una opinión competente sobre todos los asuntos públicos.
Mantengo que el problema de la prensa es confuso porque los críticos y apologis-
tas esperan que esta lleve a cabo esa ficción, compensando todo lo que no estaba
previsto por en la teoría de la democracia, y los lectores esperan que este milagro
se cumpla sin ocasionarles gasto ni molestia. Las personas democráticas ven en los
periódicos las panaceas para sus defectos, mientras que el análisis de la índole de las
informaciones y del fundamento económico del periodismo parecería mostrar que
los periódicos, necesaria e inevitablemente, reflejan, y, por ende, de mayor o menor
manera intensifican, la organización defectuosa de la opinión pública. Concluyo
que las opiniones públicas deben organizarse para la prensa, si se quiere que sean
sólidas, y no ser organizadas por la prensa como ocurre actualmente. Concibo que
esta organización será, en primera instancia, la tarea de una ciencia política que
habrá ganado su verdadero lugar de expositora que se adelanta a la decisión efectiva,
en vez de ser apologista, crítica o relatora, después que la decisión haya sido toma-
da...” (Lippmann, 1964: 31)
Figura 4. La teoría de los efectos limitados nos ofrece una imagen bastante positiva sobre
la influencia social de los medios de comunicación.
© UOC 152 Sociología de la comunicación
sobre todo una función cognitiva: los medios de comunicación social con-
tribuyen a crear los referentes colectivos (tal como ya había señalado Walter
Lippmann).
Entre el hombre y el mundo social están los medios, que pueden lograr una
importante función mediadora. Los medios no reflejan pasivamente una realidad
preexistente, sino que son conformadores activos de esta. Los individuos tenemos
acceso al conocimiento de lo que ocurre en el mundo por dos vías: por observa-
ción directa del ambiente a través de la participación en determinados ámbitos
o por observación indirecta desde los medios de comunicación. Los medios en
general, y la televisión en particular, crean un marco social desde donde el ciuda-
dano tiene la oportunidad de conocer su entorno y de entrar en contacto con él
de manera mediatizada. McLuhan decía que los medios son como extensiones de
nuestros sentidos. El hombre dispone de los nuevos medios técnicos para escu-
char lo que no puede escuchar directamente, para ver lo que no puede ver per-
sonalmente y para conocer lo que no puede conocer por experiencia directa. La
televisión nos permite ver y sentir cosas que de ninguna otra manera podríamos
presenciar. Los medios no son la única institución social existente (ni tampoco la
más importante), pero es la única institución que hoy asegura que ciertas “expe-
riencias” sean compartidas por el conjunto de la ciudadanía.
del tiempo, aunque su influencia sea quizás más difusa y, a la vez, más difícil
de determinar.
Hay que señalar, pues, la proliferación de nuevas teorías y nuevos paradig-
mas de investigación –como, por ejemplo, la teoría de la espiral del silencio de
Noelle Newmann (1980), la fabricación del consentimiento de Noam Chomsky
(2002), la teoría del campo periodístico de Pierre Bourdieu (1997)– que, de alguna
manera, retoman la primitiva creencia relacionada con el poder de los medios
(véase el capítulo 4). A pesar de su importancia, el estudio de los efectos conti-
núa siendo un tema muy complejo y muy difícil.
El protagonismo creciente que los medios de comunicación social tienen
en la sociedad contemporánea se traducirá en una gran preocupación por sus
efectos. A partir de los años setenta, el estudio de las influencias se complica y
se caracteriza por una pluralidad de modelos de análisis emergentes.
Las influencias
Al hablar de influencias es importante saber a qué tipo de influencia nos referimos. El pro-
pio concepto de efecto ha variado con el tiempo y hoy presenta múltiples significados. Se
pueden distinguir, sobre todo, dos tipos de efectos que han marcado profundamente la
investigación comunicativa: los efectos persuasivos (cuando los medios pueden influir en las
actitudes y los comportamientos de las personas) y los efectos cognitivos (cuando inciden
sobre todo en sus creencias, opiniones y convicciones). Los efectos persuasivos se hacen
patentes, por ejemplo, cuando un mensaje publicitario contribuye a que una persona compre
un producto de una determinada marca o vote un determinado candidato en las elecciones.
Los efectos cognitivos se producen cuando una persona se hace una idea muy positiva de
nuevos modelos de familia. Finalmente, si tuviéramos presente su temporalidad, podríamos
hablar de efectos inmediatos, efectos aplazados o efectos acumulativos.
var cómo el receptor descodifica los mensajes según su bagaje cultural y hace
una lectura diferente y propia. Nadie tiene la certeza de que la apropiación final
coincida con el mensaje cifrado por el emisor, lo cual obedece a las diversas
mediaciones que intervienen en la descodificación del mensaje, que, según
Guillermo Orozco, pueden ser de carácter cognitivo, referencial, situacional,
estructural y tecnológico.
“Tal como han dejado claro los estudios de audiencia y las teorías sobre el lector,
texto y lectores son interdependientes como constructores de sentido. En lugar de
concebir a los textos como poderosos y a los espectadores como pasivos, lo que se
requiere es una posición intermedia que reconozca la complejidad de la interacción
entre el texto y el espectador, donde la codificación pueda diferir radicalmente de
la decodificación (…) esto ha cambiado nuestra manera de concebir el significado.”
(Livingstone, 1993)
Los individuos que reciben los bienes simbólicos están activamente impli-
cados en su desciframiento. Los individuos pueden hacer una lectura crítica
y relativamente selectiva de los contenidos mediáticos. No es cierto que los
destinatarios de los productos mediáticos sean observadores pasivos: de hecho,
© UOC 159 Las teorías y la investigación en comunicación
todo acto de consumo implica cierto nivel de participación activa por parte del
receptor. Los estudios actuales de recepción ponen de manifiesto que el uso
de los medios de comunicación se inscribe dentro de otras prácticas culturales
cotidianas y que se tienen que considerar en su contexto: ser un espectador no
es sencillamente ser un tipo de sujeto subjetivo determinado, sino que implica
estar en una situación de comunicación determinada, condicionada por las
características propias del sujeto y por su entorno personal y social (véase el
capítulo 5, sobre La cultura fan).
Glosario:
agenda setting estudios de la recepción
apocalípticos e integrados influencia mediática
conductismo el hombre masa
efecto de refuerzo mediación social
efecto persuasivo opinión pública
efecto cognitivo paradigma de Lasswell
el doble peldaño de la comunicación percepción selectiva
el modelo de los efectos limitados persuasión
el modelo hipodérmico investigación en la comunicación de
el regreso a la teoría de los efectos de masas (mass communication rese-
gran alcance arch)
estereotipos teoría de la sociedad masa
estudios culturales teoría hipodérmica
© UOC 161 Los medios de comunicación, la política y la...
Capítulo IV
1. Introducción
Modelo de la propaganda
Según Chomsky, hay cinco filtros principales en la construcción de las
noticias:
7. En las últimas décadas el anticomunismo ha sido sustituido por la lucha contra el “terrorismo
islámico”.
© UOC 163 Los medios de comunicación, la política y la...
2. Paradigmas mediáticos
“Los periódicos del sur de Europa están dirigidos a una pequeña élite, principal-
mente urbana, culta y políticamente activa. Sus contenidos son a la vez sofisticados
y politizados, y se puede decir que estos periódicos están implicados en un proceso
horizontal de debate y negociación entre las distintas facciones de la élite.” (Hallin;
Mancini, 2008: 20)
© UOC 165 Los medios de comunicación, la política y la...
Figura 1. En los países de nuestro entorno los políticos tienen una concepción instrumental
de los medios de comunicación.
“La distancia entre lo ideal y la realidad es mucho mayor en países como Italia
o España, donde los periodistas se declaran fieles seguidores del modelo liberal de
neutralidad y objetividad, a pesar de que la práctica real del periodismo esté pro-
fundamente enraizada en una tradición de prensa de opinión partidista.” (Hallin y
Mancini, 2008: 13)
En este diagnóstico también coincide Carlos Ruiz (2008), cuando nos habla
de la “paradoja liberal”, dado que la praxis mediática a menudo entra en con-
tradicción con los fundamentos teóricos que la sustentan. Según este autor,
el modelo liberal de la prensa no sirve para explicar su funcionamiento real
en países como España. Se hace necesaria, pues, una nueva teoría política que
nos pueda dar más pistas sobre cuál es el papel de la prensa en las sociedades
democráticas en la actualidad.
A partir de las obras mencionadas nos podemos hacer una idea muy precisa
de las principales aportaciones al concepto y al estudio de la opinión pública.
El debate en torno a la definición de la opinión lo podemos considerar como un
clásico en los estudios de la comunicación. De hecho, como pone de manifies-
to Habermas (1994), el concepto, como tal, empezó a ser utilizado en el siglo
xviii, coincidiendo con el surgimiento de las primeras publicaciones periódicas
están poco preparados y mal dispuestos para ejercer sus derechos y deberes
como miembros de una sociedad democrática. En su modelo de análisis, ante
el miedo al aislamiento, la gente tenderá a incorporarse a la posición mayori-
taria.8
d) Lo opinión pública activa y competente: dentro de esta tipología
podríamos incluir a autores como Castells o Habermas. Para Habermas, como
ya hemos dicho, el concepto de opinión pública parte de la idea de compe-
tencia entendida como racionalidad que contribuye al proceso de formación
de la ciudadanía democrática. El público es competente y capaz de reconocer
y de elegir los mejores argumentos para actuar. Desde una visión parecida,
para Castells los individuos, desde las redes creadas dentro de la sociedad civil
y partiendo de la emergencia de nuevos modelos de comunicación, como la
autocomunicación de masas, pueden influir en las redes de poder.
8. Podemos reprochar a estos autores una visión demasiada vertical de la creación de la opinión
pública, donde, desde arriba, las élites controlan el flujo de la información y lo proyectan
hacia la base. Debe decirse que el elitismo es un fenómeno que podemos encontrar en dife-
rentes autores y teorías, a veces con posiciones ideológicas totalmente diferenciadas.
© UOC 174 Sociología de la comunicación
9. Sin embargo, hay líderes de opinión que pueden tener una notable relevancia social aunque
no sean personajes mediáticamente reconocidos. Nos referimos a las personas que dentro de
su entorno social inmediato (familiares, amigos, compañeros de trabajo, clientes…) son escu-
chados y utilizados para pedirles consejo u opinión.
© UOC 179 Los medios de comunicación, la política y la...
Según Wolf (1987: 165-166), “al hacer hincapié en esta creciente depen-
dencia cognoscitiva de los medios, la hipótesis de la agenda setting postula un
impacto directo –aunque no inmediato– sobre los destinatarios, que se con-
figura a partir de dos niveles: a) el orden del día de los temas, argumentos y
problemas presentes en la agenda de los medios, b) la jerarquía de importancia
y prioridad con que estos elementos se disponen en el orden del día”.
Los autores partidarios de la agenda setting responden a estas críticas afir-
mando que no consideran que el público sea un tipo de autómata que respon-
de mecánicamente al flujo de comunicación que recibe. Es decir, se contempla
la influencia del medio, pero sin sugerir en ningún momento un regreso a las
teorías de la aguja hipodérmica.
Las primeras etapas de la agenda setting se centran en la relevancia de los
asuntos públicos, aunque no exclusivamente. Las agendas se definidas por un
sistema de objetos que poseen una serie de atributos. Así, cuando los medios
hablan de un objeto y el público habla y piensa sobre un objeto, se acentúan
una serie de atributos sobre otros. En definitiva, se trata de ver cómo los ele-
mentos prominentes de la agenda de los medios pasan a ser centrales en la
agenda pública:
los atributos llaman la atención sobre las perspectivas de los comunicadores y de sus
audiencias, sobre cómo representan asuntos en las noticias y, en particular, sobre el
estatus especial que ciertos atributos o frames tienen en el contenido de un mensaje”.
Pero los atributos y los frames no son exactamente lo mismo. Se puede decir que el
conjunto de atributos que definen uno de los temas centrales son los frames” (Aira,
2007: 126-127).
Según Entman (1993), los medios procuran un marco (framing) a través del
cual observan la realidad que nos rodea y, a la vez, nos proporcionen algunas
claves de interpretación. Por lo tanto, los frames son determinadas formas de
organizar y estructurar la percepción de un fenómeno que disfrutan de un alto
seguimiento entre la ciudadanía. Son percepciones dominantes, es decir, es lo
que estadísticamente la mayoría de la población relaciona con un concepto o
fenómeno.
Los medios no solamente establecen una agenda en la audiencia, también
la construyen, por lo cual se dice poco sobre su papel. Pero a la vez no son úni-
camente los medios los que establecen la agenda pública, con lo cual, desde la
agenda setting se les atribuye un protagonismo exagerado.
En la teoría de la agenda setting tiene una especial relevancia la figura del
gatekeeper, puesto que si, según la teoría, es la agenda de los medios la que influ-
ye en la selección y percepción de los diferentes temas por el público, entonces
nos tenemos que preguntar quién y cómo se encarga de seleccionar y priorizar
unas determinadas noticias en los medios y no otras.
El gatekeeper
Kurt Lewin introdujo el concepto en 1947, refiriéndose a un profesional de la información y
la comunicación que tiene la capacidad para elegir los relatos o acontecimientos que serán
noticias y, por tanto, que merecen ser difundidos y conocidos por el público. En cierto modo,
lo que marque como noticia, los temas elegidos, harán que su papel en la determinación
de los temas, y por tanto en lo que finalmente puede influir en la opinión pública, pueda ser
fundamental. El gatekeeper, pues, sea profesional o no de la comunicación, es alguien que
tiene el poder para decidir de qué se discutirá, sobre qué se hablará. De todos modos, pode-
mos extender esta figura a otras actividades sociales en las que personas que tienen un
cierto prestigio y un número de seguidores importantes pueden marcar la agenda. La figura
del gatekeeper, pese a no tener la importancia de hace unas décadas, sigue presente en las
nuevas formas de comunicación relacionadas con las TIC y las redes sociales.
© UOC 183 Los medios de comunicación, la política y la...
En la teoría de la agenda setting tiene especial relevancia la figura del gatekeeper. La tarea
profesional del gatekeeper es poder resumir a partir de los tres puntos siguientes:
Discernir los temas periodísticamente interesantes de los que no lo son.
Determinar el tiempo o el espacio, según el medio, que ocupará un tema, además del tipo
de cuerpo, titular o ubicación.
Imponer la importancia que deba darse a un elemento o el género periodístico con el que se
deberá tratar.
David Manning White realizó el primer estudio del gatekeeper en 1950, cuando solicitó a
un director de un periódico que le explicara por qué aceptaba o rechazaba cada historia
(White, 1950), y llegó a la conclusión de que las decisiones del director eran tendenciosas y
subjetivas. Cuando años después McCombs y Shaw analizaron este estudio, lo vieron de otra
manera. En este caso, este director ya no parecía tan “tendencioso y subjetivo”, sino que la
selección de estas historias estaba relacionada con el volumen: cuantas más historias de
una cierta categoría le llegaban, más las escogía sin tener en cuenta sus tendencias.
Así, el gatekeeper selecciona, por una parte, el temario: el conjunto de contenidos informa-
tivos, y el texto: la noticia. En la primera tarea, pueden influir diferentes factores, como las
estrategias del medio donde trabaja, la profesionalidad o ideología del propio periodista, o
las presiones que pueda recibir de algunos centros de poder. En cuanto a la segunda tarea,
redactará la noticia en función de la selección que haga de entre todo el material disponible
y será eso lo que recibirá el lector, oyente o espectador.
Por tanto, los gatekeepers tienen mucho que ver con el inicio y el establecimiento de la
agenda temática, al seleccionar los temas y establecer su grado de relevancia, y establecer
el período de permanencia de un tema en los medios.
Ahora bien, si pensamos en el bum de Internet, la aparición de los blogs y las redes sociales,
como por ejemplo Twitter, donde todos pueden expresar sus opiniones sin que pasen por
ningún filtro, quizás nos encontramos ante la superación de la figura del gatekeeper. Los
periodistas o grupos de comunicación hacen un proceso de elección según sus intereses o
criterios, el espacio disponible en el medio, etc. Por ejemplo, los mensajes electorales que
puedan llegar al ciudadano a través de los medios de comunicación tradicionales tendrán
que pasar por este filtro, pero si se utiliza el portal de vídeo YouTube, no habría ningún cri-
bado, y de esta manera se pasaría por encima de la barrera del gatekeeper.
Pero, por otro lado, nos podemos preguntar: si Internet contiene una cantidad inmensa de
información pero la selección que hacen los buscadores también está filtrada, ¿podemos
hablar de nuevos gatekeepers en Internet?
Fuente: http://agendatematica.wordpress.com/2012/05/18/gatekeeper/
“Nos sitúan en una fase del estudio de la comunicación política donde los
medios no solamente actúan como intermediarios entre políticos y votantes, entre
gobernantes y opinión pública, o como simples transmisores de los mensajes, sino
que son los encargados de fijar las expectativas, no solamente de la mayoría de
votantes, sino también de unos partidos políticos que se adaptan y que no saben
navegar en el océano de la política contemporánea sin la ayuda de los medios (...)
En este contexto el efecto agenda setting y su derivada, agenda building, nos explican
la política contemporánea tal como es, con sus potencialidades y sus servidumbres”
(Aira, 2007: 161-162).
Figura 4. E. Noelle Neumann (1916-2010) considera que muchos individuos callan dado
que prefieren guardar silencio antes de quedarse solos.
10. Estos debates, si bien es cierto que no influían directamente en las votaciones en el Parlamento,
sí que contribuyeron a que toda democracia representativa sana tuviera que respetar el princi-
pio del disenso.
© UOC 191 Los medios de comunicación, la política y la...
La constelación de campos
Las sociedades modernas comportan un alto grado de complejidad. El
espacio social se vuelve multidimensional y se presenta como un conjunto
de campos relativamente autónomos y articulados entre sí: tenemos el campo
económico, el campo político, el campo religioso, el campo periodístico, el
campo intelectual, el campo literario, etc.; un campo, por tanto, es una esfe-
ra de la vida social que se ha ido autonomizando progresivamente a través
de la historia en torno de cierto tipo de relaciones sociales, de intereses y de
recursos propios, diferentes a los de otros campos. La autonomización del
campo corresponde –tal como va señaló Max Weber en la teoría del proceso
de modernización– al proceso histórico seguido por las sociedades occiden-
tales que ha dado como resultado la creciente diferenciación de las diversas
esferas sociales.
La noción de campo –que culmina la teoría social del autor francés– ha
sido planteada para abordar la situación en que se encuentran los indivi-
duos (convertidos en agentes) que intentan adecuar su comportamiento a
las circunstancias que les ha tocado vivir. Un campo no es simplemente la
suma de actores que participen en él. Por ejemplo, el campo periodístico no
se puede explicar únicamente a partir de las características individuales de
los profesionales de la comunicación. Se tienen que contemplar, también,
el sistema de posiciones que ocupan los periodistas dentro de su empresa
y el peso relativo de las empresas de comunicación dentro del ecosistema
comunicativo. La posición relativa de estos profesionales y las reglas de juego
dentro de este campo es lo que explica su actuación individual. (El papel de
Jiménez Losantos en su periplo en la cadena COPE no se puede entender ni
juzgar únicamente a partir de sus características personales ni su trayectoria
profesional anterior.)
La noción del campo, pues, sirve para explicar y comprender el comporta-
miento (más o menos previsible) de los individuos que actúan en estos ámbitos
sociales con independencia de sus características personales. Huelga decir que
la libertad personal de estos individuos está limitada o condicionada por el
contexto o por las circunstancias.
© UOC 196 Sociología de la comunicación
La noción de juego
Para comprender la idea de campo es útil recurrir a la metáfora del juego: un campo es un
espacio de juego relativamente autónomo, con objetivos propios que deben ser alcanzados
(envite), con jugadores compitiendo entre sí y obstinados en diferentes estrategias según su
dotación de cartas y su capacidad de apuesta (capital), pero al mismo tiempo interesados
en jugar porque “creen” en el juego. Los actores sociales (los jugadores) aceptan las reglas
por el simple hecho de jugar, y no por un contrato; lo hacen con la convicción de que vale la
pena jugar.
En todo momento, las relaciones de fuerza entre los jugadores definen la estructura del
campo. Esto no es todo: “Los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital,
sus fichas, es decir, de acuerdo con las reglas tácitas del juego y con las necesidades de la
reproducción del juego y de los envites, pero también pueden trabajar para transformar par-
cial o totalmente las reglas inmanentes del juego”.
En este juego “los jugadores disponen de triunfos, es decir, de cartas maestras, cuya fuerza
varía según las circunstancias del juego. Y tal como la fuerza relativa de las cartas cambia
según los juegos, también la jerarquía de las diferentes especies de capital (económico, cul-
tural, social, simbólico) varía en los diferentes campos. Dicho de otro modo, hay cartas que
son válidas, eficientes, en todos los campos, pero su valor relativo como baza varía según los
campos y hasta según los estados sucesivos de un mismo campo” (Bourdieu, 1994 : 74-76).
© UOC 197 Los medios de comunicación, la política y la...
significa que los profesionales del sector tienen que conocer las reglas de
funcionamiento del campo. Los campos corresponden a múltiples espacios
sociales autónomos, pero todos se proyectan sobre el conjunto social, y –según
Bourdieu– producen una estratificación homogénea.
Finalmente, Bourdieu considera que hay una cierta armonización entre los
diferentes campos. Sin embargo, hay algunos campos, como el campo eco-
nómico y el campo del poder, que se mantienen a un nivel jerárquicamente
superior a otros. Este campo “superior” es el lugar donde el código dominante
se mantiene absolutamente eficiente y se impone a todos los efectos. El campo
del periodismo –como ya se ha dicho– ocupa una posición subordinada, pues-
to que depende muy directamente de los condicionantes económicos y de los
límites que marca la voluntad política.
5) Dentro de los campos hay un tipo de “cultura” y unos principios de
funcionamiento que tienen que conocer los agentes participantes. El hecho de
que sean instituciones sociales implica admitir que agrupan una serie de indi-
viduos que desarrollan un rol social y un “conocimiento especializado”. Así,
por ejemplo, la elección de las noticias que realizan los periodistas se basa en
la “intuición”. Es el resultado de la interiorización de una serie de hábitos ins-
titucionales convertidos en normas. Se tiene que analizar este bagaje o dispo-
sición cultural (habitus) de los agentes, los diferentes sistemas de disposiciones
que ellos han adquirido a través de la interiorización de un determinado tipo
de condiciones económicas y sociales, y que encuentran en su actuación en el
campo una ocasión más o menos favorable para actualizarla. Tal como hemos
explicado en capítulos anteriores, el habitus es un sistema de disposiciones
culturales y valores perdurables que son fruto de la experiencia y del conoci-
miento adquiridos en un determinado ámbito social.
La obra de Bourdieu es muy crítica con el sistema comunicativo y los profe-
sionales de la comunicación en las sociedades avanzadas. Los periodistas tienen
un rol socialmente legitimado e institucionalizado para construir la realidad
social como realidad pública y socialmente relevante. Estas competencias se
realizan en el interior de diferentes empresas especializadas. En nuestra socie-
dad, los periodistas son los profesionales que orientan la atención pública por
su capacidad exclusiva de seleccionar y dar un determinado tratamiento a los
temas de actualidad. Según Bourdieu, los profesionales de la comunicación
ocupan una posición inferior o dominada dentro del mundo de la producción
cultural; aun así, los periodistas ejercen una forma muy rara de dominación:
© UOC 200 Sociología de la comunicación
“tienen el poder sobre los medios que permiten explicarse públicamente, exis-
tir públicamente, ser conocido, acceder a la notoriedad pública” (Bourdieu,
1997: 53).
Bourdieu se muestra inquieto por la obsesión que existe en el mundo de
la comunicación por la audiencia y está preocupado por el creciente peso que
tienen los criterios comerciales en el mundo cultural. Bourdieu considera que
mediante el audímetro (este instrumento de medición “infalible”), la lógica
mercantil se impone en el mundo de la comunicación y, por extensión, en el
mundo de las producciones culturales:
“Creo que actualmente todos los campos de producción cultural están sometidos
a la imposición estructural del campo periodístico [...]. El audímetro es la sanción del
mercado, de la economía, es decir, de una legalidad externa y puramente comercial,
y la sumisión a las exigencias de este instrumento de marketing es el equivalente
exacto en materia de cultura de lo que es la demagogia orientada por los sondeos de
opinión en materia de política.” (Bourdieu,1997: 64)
parte del receptor. En cambio, Hall afirma que el receptor (el lector de prensa, el
radioyente, el telespectador, el internauta) a la hora de descodificar un mensaje
no asume un rol puramente pasivo (receptivo), sino que existe la posibilidad
de que, al no compartir unos mismos códigos, una misma posición social y un
mismo bagaje personal, la recepción del sentido del mensaje sea, en menor o
mayor medida, diferente de la que le da el emisor (el productor o el editor del
medio en cuestión). Concretamente, Hall contempla tres posiciones hipotéti-
cas del receptor del texto:
a) Una lectura dominante (o hegemónica), en la que el receptor (o “lector”)
comparte plenamente el sentido del mensaje dado por el emisor. Hay una
plena coincidencia con la “lectura preferida” del emisor.
b) Una lectura negociada, donde el receptor comparte en mayor o menor
medida el sentido del mensaje dado por el emisor, pero que en determinados
casos lo modifica o se resiste en función de su posición social, de su experiencia
y de sus intereses. Es una lectura, pues, que implica un determinado grado de
contradicción con la lectura preferida del emisor.
c) Una lectura opuesta (o contrahegemónica), el receptor, cuya posición
social lo sitúa en una relación directamente opuesta al código dominante,
comprende la lectura preferida, pero no comparte el código y en consecuencia
la rechaza, y se apunta a otro código o marco de referencia.
En este apartado se presentan dos ámbitos de estudio que son clave en los
estudios de comunicación. Se trata de los conceptos de audiencia y de recepción.
Los dos se encuentran estrechamente ligados. Tanto en cuanto a las audiencias
como en cuanto a la recepción –o si se quiere el análisis de la recepción–, las
nuevas aportaciones teóricas que se han realizado en las últimas décadas plan-
tean perspectivas innovadoras que merecen una aproximación, aunque sea
puntual, a su conocimiento.
En nuestra vida cotidiana, los ciudadanos usamos, de forma alternativa,
múltiples medios de comunicación. Desde el mismo momento que nos levan-
© UOC 205 Los medios de comunicación, la política y la...
tamos por la mañana hasta que volvemos a la cama por la noche, práctica-
mente todo el mundo habrá consumido una forma u otra de comunicación
mediática. Desde este punto de vista, el estudio de las audiencias se ha conver-
tido en un objeto de interés por parte de todos los actores que tienen algo que
transmitir y por el cual esperan obtener una determinada gratificación que, en
la mayoría de casos, es de tipo económico (empresas, particulares), pero que
también puede ser de política (apoyo, legitimidad) o, más concretamente, elec-
toral (esencialmente votos).
Hay que tener en cuenta que, como consecuencia del desarrollo de las tec-
nologías de la información y de la comunicación, que nos permiten acceder a
docenas de canales de televisión o de emisoras de radio, es obvio que se pro-
duce una elección selectiva, en el sentido de que acostumbramos a seleccionar
un determinado tipo de programas o contenidos, y descartamos otros. Por
supuesto que esta selección responde a criterios que pueden ser, en cada uno
de nosotros, de naturaleza muy heterogénea. Pero, aun así, el conocimiento de
estos criterios tiene un gran interés para los agentes implicados en la comuni-
cación, puesto que les permite ofrecer un “producto” mucho más adaptado a la
demanda y en consecuencia con mucha más posibilidad de tener éxito.
Como se ha explicado en anteriores capítulos, desde una perspectiva tradi-
cional, el análisis de las audiencias parte de la consideración de que la audien-
cia es un fenómeno de masas, lo cual implica una serie de consideraciones.
La primera es que el consumo de los medios tiene lugar de forma individua-
lizada, es decir, que el acto del consumo lo realiza cada individuo, aislado del
resto de la sociedad, en la intimidad de su hogar. Se trata, pues, de una acción
realizada, supuestamente, al margen de las influencias externas.
Una segunda consideración es que, a pesar de lo que acabamos de decir,
los individuos que comparten unas mismas variables sociodemográficas (sexo,
edad, religión, origen geográfico, nivel de estudios o de renta, etc.) suelen com-
partir también unas mismas preferencias o gustos.
Usos y gratificaciones
Un cambio sustancial en los estudios de comunicación que destaca el protagonismo de la
audiencia se produce con la teoría de los usos y las gratificaciones, que hace hincapié la
utilidad o el uso que de los medios hace el público para satisfacer diferentes necesidades.
De esta manera se cambia la perspectiva tradicional: en lugar de preguntar qué hacen los
medios a las audiencias, cómo influyen en ellas, se pregunta qué hacen las audiencias –el
© UOC 206 Sociología de la comunicación
público– con los medios. La respuesta es que el público utiliza los medios para satisfacer o
complacer unas necesidades. ¿Qué necesidades? Las más aludidas han sido: la vigilancia
o control (saber qué pasa); las relaciones personales, la identidad personal o la diversión
(ocio y escapismo). En consecuencia, esta aproximación niega que los ciudadanos adopten
una actitud pasiva hacia los medios. Todo lo contrario, tienen unas expectativas que preten-
den satisfacerlas cuando los consumen. Fijémonos en que, en función de la gratificación
esperada, el ciudadano consumirá un tipo de medio u otro. Por ejemplo, si lo que se espera
es estar informado de lo que pasa en Siria, el ciudadano optará por seguir los programas
informativos (telediarios, reportajes de investigación, etc.) Por el contrario, si lo que quiere es
evadirse de una determinada realidad o quiere simplemente divertirse, lo probable es que
opte por programas de escándalos, concursos o programas de humor. Dicho de otro modo,
esta aproximación es escéptica respecto a la influencia que pueda tener un medio en un
individuo que no espera nada de él y que en consecuencia, el incentivo para consumirlo es
muy bajo o, directamente, nulo.
de un mensaje (texto) que reciben, adoptan una posición activa, de modo que
construyen su propio sentido del texto, que nada puede situar más lejos o más
cerca de la “lectura preferida” del emisor. Dicho de otro modo, las audiencias
no son simples consumidores, sino que son productores activos de sentido,
puesto que descodifican los textos mediáticos en función de sus circunstan-
cias sociales y culturales, y también de cómo, individualmente, experimentan
estas circunstancias. Así, un mismo programa de televisión puede ser “leído” o
interpretado” de formas bastante diferentes en función del tipo de audiencia.
Para llevar a cabo sus estudios, más que utilizar la técnica del cuestionario,
se prefieren emplear métodos cualitativos a pequeña escala. Así, por ejemplo,
entrevistas en profundidad individuales, o también por grupos, para desvelar
los sentidos que los grupos pequeños de lectores generan de los diferentes tex-
tos mediáticos, poniendo un énfasis especial en la ubicación de los miembros
del grupo en un contexto sociohistórico concreto. Estos métodos cualitativos
propios de la sociología se complementan o combinan con técnicas propias de
la crítica literaria. Igualmente también se han empleado técnicas etnográficas
para captar con más detalle la recepción de los mensajes mediáticos. Así, desde
los años ochenta, se han sucedido una serie de estudios de caso que analizan
algunas de las principales series de televisión, en formato de comedia o folletín.
8. La teoría crítica
Figura 11. Walter Benjamin (1892-1940) en su obra La obra de arte a la era de su reproduc-
tibilidad técnica estudia las transformaciones culturales de la primera mitad del siglo xx.
y fuera del sistema político por su cuenta. Precisamente es esta distancia creciente
entre la creencia en las instituciones y el deseo de acción política lo que constituye
la crisis de la democracia.” (Castells, 2009: 431)
Hay que destacar que el desarrollo de las TIC e Internet están comportando
un gran cambio en la comunicación política, dado que supone la consolidación
de nuevos canales de comunicación que permiten una aproximación mucho
más masiva, pero, a la vez, también mucho más personalizada. En los últimos
años surgen continuamente nuevos recursos tecnológicos que posibilitan una
comunicación directa e instantánea entre políticos y ciudadanos. Actualmente,
en cualquier tipo de elecciones, los candidatos transmiten sus mensajes a través
de una gran cantidad y tipos de redes sociales. El ejemplo máximo lo vimos
en las elecciones norteamericanas ganadas por Obama. Las tecnologías de la
información y la comunicación tuvieron un papel clave en su campaña. Todo
ello ha hecho que la comunicación política se interese por el impacto de las
tecnologías de la información y la comunicación, y por sus consecuencias en
el proceso de generación y difusión de mensajes informativos. Potencialmente
nos encontramos en un momento histórico en que las TIC también implican
un replanteamiento de la participación ciudadana en las instituciones, que
reformulan la representatividad exclusiva de los políticos electos a favor de una
ciudadanía más activa.
Palabras clave:
agenda building espacio público
agenda setting espiral del silencio
autocomunicación de masas framing
campo mediático gatekeeper
clima de opinión habitus periodístico
comunicación política líderes de opinión
cultura de masas modelo de la propaganda
democracia deliberativa modelo democrático corporativo
democracia demoscópica modelo liberal
democracia liberal modelo pluralista polarizado
democracia representativa opinión pública
© UOC 215 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
Capítulo V
La noción de estilo de vida conecta con una concepción muy amplía de cul-
tura. Desde este punto de vista se puede entender la cultura como un modo
global de vivir y de tomar la vida, como una forma de estar en el mundo
(Busquet, 2010). El estilo de vida, pues, es una noción vinculada a las prácticas
cotidianas y a los gustos de los individuos que forman parte de los grupos o
de las clases sociales. Se trata de una noción importante que nos permite tra-
tar fenómenos como la moda, el consumo cultural o las culturas juveniles. El
estilo de vida contempla el desarrollo de las prácticas en el tiempo de ocio, las
costumbres y los hábitos culturales en un sentido amplio.
La noción de estilo de vida actualmente disfruta de un uso amplio y variado,
tanto en el campo de la sociología como, principalmente, en el de la investi-
gación sobre la estratificación social o en la investigación de mercados, donde
se ha utilizado en los estudios sobre consumo. A pesar de esto, no siempre hay
consenso en la definición de su significado.
© UOC 216 Sociología de la comunicación
el mundo.
Podemos mencionar los hábitos gastronómicos, la moda en el vestir, la
decoración de la casa, las actividades que se hacen durante las vacaciones, etc.
El estilo de vida incluye todas estas manifestaciones y el modo particular de
llevarlas a cabo, que pueden lograr un alto nivel de sofisticación y alta carga
simbólica. Por ejemplo, el vestido y las formas de comportamiento externo
transparentan, con más o menos claridad, la condición social de las personas:
la edad, el sexo, la clase y el origen social, la profesión, etc.
El estilo de vida está muy condicionado a las actividades que se hacen en
el tiempo de ocio y se refleja, por ejemplo, en el tipo y estructura del gasto
familiar. Generalmente nuestros hábitos de consumo y de gasto están en cier-
ta correspondencia con nuestra posición en la estructura de clases sociales.
También depende de la situación económica y de las expectativas de futuro.
Por ejemplo, en un contexto de crisis las personas adoptan generalmente com-
portamientos más prudentes y austeros.
La visita a determinados comercios o el consumo de productos de determi-
nadas marcas, por ejemplo, pueden indicar con bastante precisión el estatus
social que tenemos o la posición a la cual aspiramos. Del mismo modo que
jugar al golf, esquiar o jugar a pádel no es lo mismo que salir en bicicleta o
jugar a fútbol.
Figura 1. Jugar al golf en familia puede ser una práctica social muy distinguida.
© UOC 218 Sociología de la comunicación
rible consumir marcas blancas en el día a día que eliminar el gasto como socio
de un club distinguido o la cena en el restaurante donde todo el mundo me va
a ver, donde pueda mostrarme a los demás.
Hacer un estudio de los estilos de vida en nuestra sociedad no es sencillo. Se
constata un cierto eclecticismo y una mezcla notable de estilos. La heterogenei-
dad es muy grande y solo a partir de un proceso de observación muy minucioso
podemos diseccionar los diferentes estilos de vida. En cualquier caso, lo que
marque tu pertenencia no será solo la ropa, que será solo uno de los elementos
que habrá que tener en cuenta.
El consumo de productos de determinadas marcas o la adquisición de esta
ropa en unas tiendas o en otras es también una buena manera de diferenciarse
y significarse socialmente. En definitiva, los gustos y las formas de comporta-
miento, que se encuentran en el centro de un determinado “estilo de vida”,
actúan (o pueden actuar) como un buen indicador externo que sirve para ubi-
car a las personas en su grupo social de pertenencia.
“Parte del encanto atribuido al zapato de charol, a la ropa blanca inmaculada, al som-
brero de copa brillante y al bastón –que realzan en tan gran manera la dignidad natural
de un caballero– deriva del hecho que sugiere que el usuario, vestido así, difícilmente
puede ayudar a realizar alguna tarea útil. Los vestidos elegantes sirven a su finalidad de
elegancia no solamente por el hecho de ser caros, sino también porque constituyen el
símbolo del ocio.” (Thorstein Veblen, The Theory of the Leisure Class, 1899)
Figura 3. Algunas casas de propiedad situadas en lugares privilegiados son muy codiciadas.
Costa brava catalana.
© UOC 222 Sociología de la comunicación
Veblen era consciente de que para lograr un alto nivel de distinción no bas-
taba con hacer ostentación de la riqueza material. También era muy importan-
te la educación, la sensibilidad, las formas de comportamiento y, en definitiva,
las buenas maneras. El refinamiento de los gustos y este cultivo de la sensibi-
lidad estética, que acompañan al comportamiento, requieren mucho tiempo y
dedicación y, a la vez, no son accesibles a las personas que tienen que destinar
buena parte de su esfuerzo y su energía al trabajo. Estos aspectos –como vere-
mos más adelante– los desarrolló más adecuadamente Pierre Bourdieu en la
segunda mitad del siglo xx.
En definitiva, Thorstein Veblen fue el primer economista que, más allá de la
teoría económica convencional, habló del consumo ostentoso relacionado con el
afán de presunción y de distinción social. Los gustos, el comportamiento y las
formas de comportamiento han sido un importante vehículo de comunicación
social. Mediante el consumo de determinados bienes de lujo las clases altas pue-
den comunicar y reafirmar su situación social. Aun así, la exhibición de la riqueza
es una actitud característica del “nuevo rico”, que necesita afirmarse (y compensar
su origen social humilde) mostrándola como si se tratara de un trofeo.
Las formas más llamativas de ostentación social tienen que ver con un
proceso más o menos artificioso de creación o recreación de la identidad en el
que se ponen de relieve unos atributos considerados positivos. Esta situación
se produce, sobre todo, cuando se da una situación de incongruencia de esta-
© UOC 223 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
tus. Es decir, cuando hay (o se cree que hay) un desequilibrio entre la posición
social que alguien ocupa y el respeto y la consideración social que este alguien
merece, cuando menos, en determinados ámbitos. El nuevo rico es objeto fácil
de burla o de escarnio social. Se ve despreciado y ridiculizado por los sectores
populares que, a menudo, tienen un sentimiento ambivalente de desdén y
envidia hacia los hombres de éxito. El menosprecio existe también entre los
mismos burgueses y, sobre todo, entre los miembros de la burguesía tradicio-
nal, que a menudo adopta formas de comportamiento más austeras y discretas.
Podemos ver como ejemplo paradigmático de una “nueva rica” el caso de
un personaje de un reality televisivo, Mujeres ricas, en que Mar Segura, una de
sus protagonistas, es capaz de decir cosas como las siguientes:
“A mí me contó una amiga, muy experta en arte, que el Louvre es uno de los
edificios arquitectónicos más importantes, primero por toda la mezcla arquitectóni-
ca que tiene este gran edificio (más de 25 arquitectos) y después como rompe con
la pirámide, me parece algo espectacular que no puedes encontrar en ninguna otra
ciudad del mundo.”
“Ya estoy viendo donde lo quiero ubicar. La estética y la primera impresión (...) yo
no pregunto el precio de las cosas. Cuando quiero algo lo quiero ya (...) la gente sabe lo
que cuesta un Miró, puesto que a partir de los 300.000 euros imagínate, pues hazte una
idea (…) Lo he convencido de que el aspecto económico es importante, pero yo creo
que la mirada es lo más importante en el arte (...) es el fruto de un elaborado estudio
de técnicas, de dibujo, de color (…) es cómo el artista refleja su forma de ver la vida.”
Figura 5. Fotograma del episodio de Mujeres Ricas protagonizado por Mar Segura.
© UOC 224 Sociología de la comunicación
Con estos dos fragmentos podemos observar una serie de aspectos bastante
elocuentes. En primer lugar, la protagonista dispone de un poder adquisitivo
muy alto, conseguido a partir de su boda con una persona que hizo fortuna
con mucha rapidez. Ella se convirtió en una nueva rica y es consciente de que
para ser aceptada dentro de determinados círculos sociales tiene que acreditar
y demostrar un nivel cultural y un grado de sensibilidad muy elevado. Por
otro lado, mediante un determinado consumo ostentoso pone de manifiesto
la capacidad económica de la familia (consumo vicario). De aquí su interés
por hablar del Louvre, aunque no mencione ninguna pintura y sí hable de su
arquitectura, o que quiera comprarse un Miró, y a pesar de que ha aprendido
alguna frase hecha, sobre todo tiene claro “donde quiere colocarlo”. En este
caso, su capacidad adquisitiva no está en correspondencia con la sensibilidad
estética y el nivel cultural acreditado.
Esto es el que estudiará en profundidad Bourdieu, décadas después de que
los primeros sociólogos a principios del siglo xx hubieran establecido las bases
para poder hablar del estilo de vida, del consumo ostentoso o de los nuevos
ricos. Bourdieu teorizará y profundizará mucho más en todos estos aspectos
sociales.
El habitus cultural
La noción de habitus surge en el contexto de una teoría general de la práctica y se con-
vierte en un concepto clave para comprender las reflexiones de Bourdieu sobre la cultura.
(Bourdieu considera que la concepción humanista de cultura, vinculada al arte y a la expe-
riencia estética, es demasiado restrictiva para hablar de la identidad y los estilos de vida
de la sociedad actual.) Desde la perspectiva del autor francés, cultura, en sentido amplio,
comprende todo lo que se hace relacionado con un determinado habitus de clase y que eng-
loba formas y estilos de vida. El habitus es como una segunda naturaleza de origen cultural
que orienta las elecciones que uno hace relativas a la comida, al vestido, al mobiliario, a los
espectáculos de los que goza, etc. Asimismo el habitus impregna la forma de moverse, la
forma de hablar y el gesto. El habitus puede ser definido como un principio de generación de
prácticas y representaciones. Los agentes sociales que han crecido en unas determinadas
condiciones ambientales han interiorizado una matriz de percepciones y disposiciones simi-
lares que los llevan a actuar y a pensar de una forma similar.
Figura 6. Los gustos son un buen indicador para conocer el origen social de un individuo.
Platos cocinados en el restaurante del Bulli.
Como señala Bourdieu, “los gustos –es decir, las preferencias manifestadas–
son la afirmación práctica de una diferencia inevitable”. No es por casualidad
que, cuando se tienen que justificar, se afirmen de manera plenamente nega-
tiva, mediante el rechazo de otros gustos: en materia de gustos, más que en
cualquier otra materia, toda determinación es negación. Los gustos pueden
provocar “disgustos” por todo lo que se aleja de nuestras preferencias: en algu-
nos casos se produce una intolerancia visceral (¡es asqueroso!) por los gustos
de los otros.
“La aversión por los estilos de vida diferentes es, sin duda, una de las barreras
más fuertes entre clases [...] Y lo más intolerable para los que se creen poseedores del
gusto legítimo es, por encima de todo, la sacrílega reunión de aquellos gustos que el
buen gusto ordena separar.” (Bourdieu, 1988: 53).
El arte de las buenas maneras –como dijo Veblen– solo puede prosperar y
lograr su máxima expresión en el contexto de una vida ociosa, alejada de las
necesidades materiales inmediatas. Así, en contra de la imagen clásica que
tenemos de la burguesía como clase dinámica y entregada al trabajo y a un
esfuerzo constante y sistemático (que Max Weber describió magistralmente
en su obra La Ética protestante y el espíritu del capitalismo), hay que observar,
en ciertos momentos históricos, la tendencia de la propia burguesía a asumir
formas y modelos aristocráticos, especialmente en las actividades de ocio.
Lo que caracteriza la distinción burguesa –o la cultura burguesa– es, dice
Bourdieu, la disposición distante en “el arte de vivir”, generosa y desenvuelta
respecto al mundo y a los otros hombres. En realidad, la estilización que se
© UOC 228 Sociología de la comunicación
Figura 7. La pasarela de desfiles de moda tiene una gran trascendencia al marcar los gustos
y las tendencias más actuales. (Modelos de Rosa Clará en la Pasarela Gaudí).
11. Según el estudio de la Obra Social de “la Caixa”, La transició dels joves a la vida adulta. Crisi
econòmica i emancipació tardana (2012), en la actualidad, en España.
© UOC 233 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
películas, ropa deportiva, etc.) dirigidos a los jóvenes que –a pesar de la crisis–
disponen de ocio y dinero. Muchas marcas han pensado en productos (diseño
y precios ajustados) dirigidos exclusivamente a los jóvenes –o, incluso, se han
articulado marcas enteras en función de un consumo continuo y bajo precio.
Lo que define el estilo asociado a una cultura juvenil es el uso y la forma
activa de organizar los bienes simbólicos y culturales. Lo que hacen las indus-
trias culturales o los materiales de la cultura popular es procurar recursos
simbólicos a partir de los cuales, la experiencia, la identidad y la expresión
juveniles se amoldan creativamente y se generan nuevas actividades culturales.
Tenemos que tomar en consideración el uso y las formas de apropiación
social de la cultura y el papel que estas pueden desempeñar en la conforma-
ción de las identidades juveniles. En Cultura viva, Paul Willis (1988) destaca las
diversas formas de ser joven y la extraordinaria creatividad cultural asociadas
a la gente joven. Es importante centrarse en las prácticas socioculturales de los
jóvenes: los jóvenes como sujetos sociales y consumidores proactivos (prosu-
mers), a la vez consumidores y productores sociales.
El joven adquiere un rol activo en la definición de su propia identidad, que
se expresa de diferentes maneras y en varias situaciones. Los ejemplos no se
acaban nunca. En la interpretación creativa de la música pop, en la interac-
ción con las múltiples pantallas, en los gustos musicales, en el consumo del
vídeo o en el uso de los videojuegos. Finalmente, y también en relación con
la importancia que adquiere el consumo en la vida de la juventud de hoy, la
ropa, el peinado, etc. son indicadores claros de las orientaciones que toman los
diferentes grupos.
Uno de los conceptos más recientes en las ciencias sociales y que afecta de
pleno al mundo de la comunicación es el de cultura de la virtualidad real, pro-
puesto por Manuel Castells. El concepto forma parte de su planteamiento de
analizar la sociedad actual como una sociedad red. Su propuesta teórica es que
“la cultura de la sociedad red global es una cultura de protocolos que permiten la
comunicación entre diferentes culturas sobre la base no necesariamente de valo-
res compartidos, sino de compartir el valor de la comunicación” (Castells, 2006:
69). La cultura de la sociedad red es una cultura de protocolos de comunicación
© UOC 239 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
Figura 10. Para los jóvenes tienen una especial importancia las relaciones interpersonales
que se establecen en el tiempo de ocio.
© UOC 240 Sociología de la comunicación
12. No nos costaría mucho, si hiciésemos un seguimiento en los medios de comunicación, encon-
trar muchas referencias a los efectos nocivos, patológicos o compulsivos de los videojuegos y,
por lo tanto, de sus fans.
© UOC 241 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
Figura 11. Henry Jenkins es el principal artífice de la teoría sobre las culturas participativas.
Los mitos y los héroes son creaciones humanas que encarnan las respuestas
al deseo de encontrar explicaciones en el sentido existencial. Superman es un
personaje originario del mundo del cómic que se llevó a la gran pantalla y que
Umberto Eco analizó magistralmente. El personaje de Superman tiene una
doble personalidad: es un individuo normal que lleva una vida monótona y
gris y de repente se transforma en un superhéroe.
Figura 12. Superman es uno de los grandes mitos de la cultura popular del siglo xx.
© UOC 246 Sociología de la comunicación
Figura 13. Personajes de la edición de Gran hermano de 2012, retransmitido por Tele5.
Algunos programas de televisión como por ejemplo Gran hermano han crea-
do, o contribuido a crear, una nueva élite social (sin riqueza, sin poder y sin
prestigio) que es conocida y (re)conocida simplemente por su presencia más
o menos continuada en determinados espacios de televisión y, de paso, en
el mundo de la prensa, la radio e Internet. Se trata de una fama efímera que
afecta a individuos cuyo único mérito es haber participado en los medios. Para
ser famoso en nuestro tiempo basta con llamar la atención de los medios de
comunicación social y, especialmente, de la televisión.
© UOC 248 Sociología de la comunicación
El star system fue un invento de origen europeo, pero fue la potente indus-
tria cinematográfica norteamericana la que explotó la fama y la popularidad
de sus astros para atraer la atención y fidelizar la afluencia de los espectadores
a las salas de cine y asegurar el éxito comercial de los films en todo el mundo.
Algunas stars pueden ser un tipo de producto de laboratorio; aun así, su
ascensión y consagración dependen del reconocimiento del público. Su culto
se basa en su capacidad de seducción y de atracción. Este no se puede imponer.
La estrella, objeto de culto y admiración, fue promocionada por la naciente
industria cinematográfica como instrumento de atracción del público. En la era
dorada de Hollywood las primeras heroínas del star system, extraordinariamen-
te bien pagadas, fueron producto de un proceso de creación muy sofisticado
que respondía a un diseño claro para satisfacer ciertas expectativas del público.
Por ejemplo, el título del irónico libro de la guionista Anita Loos: Los caballeros
las prefieren rubias... pero se casan con las morenas.
Una vez que ha nacido una estrella, existe un complejo sistema formado por
profesionales y expertos en comunicación que se dedican a su promoción. La
fugacidad de la fama en el mundo del celuloide representa para la estrella una
exigencia constante de renovación y de reinvención. Productores, directores,
© UOC 249 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
Figura 14. Marilyn Monroe se ha convertido en un icono universal de la historia del cine.
© UOC 250 Sociología de la comunicación
“En los inicios, las estrellas eran dioses y diosas, héroes, modelos, encarnaciones
de los ideales de comportamiento. En los últimos tiempos, las estrellas son figuras de
identificación, gente como nosotros mismos, encarnaciones de los modos típicos de
proceder.” (Dyer, 2001: 39)
“Los fans constituyen el segmento más activo del público mediático, que se niega
a aceptar sin más lo que le dan e insiste en su derecho a la participación plena.”
(Henry Jenkins, 2008)
“Fan es una forma abreviada de la palabra fanático, que tiene su raíz en el vocablo
latino fanaticus. En su sentido más literal, fanaticus procede de fanus, que significa
básicamente “de o perteneciente al templo, un servidor del templo, un devoto”, pero
rápidamente adoptó unas connotaciones más negativas: “Relativo a personas inspi-
radas por ritos orgiásticos y delirios entusiastas” (Oxford Latin Dictionary).” (Jenkins,
2010b: 23)
“Se describe a los fans como unos «excéntricos», obsesionados por las trivialida-
des, los famosos y los coleccionables; como unos inadaptados y «chiflados»; como
«muchas mujeres con sobrepeso, muchas mujeres divorciadas o solteras»; como
adultos infantiles; en resumen, como personas con poca o casi ninguna «vida pro-
pia», aparte de su fascinación por este programa concreto.” (Jenkins, 2010b: 23).
La visión negativa de los fans ha sido llevada al cine por algunos directores
que tratan el fandom como la manifestación de una nueva patología social.
Encontramos representaciones similares de peligrosos fans en películas como
Fundido a negro (1980), El rey de la comedia (1983) y Misery (1990), que retratan
a los fans como personas aisladas, inmaduras social y emocionalmente, inca-
paces de encontrar un lugar en la sociedad.
tener el estigma que afecta la imagen de los fans. A menudo se presenta al fan
como un psicópata peligroso. Sin embargo debemos pensar que estas situacio-
nes, tan lamentables, son muy excepcionales. Pero una mirada más atenta nos
permite constatar que estos casos de violencia no son habituales (a pesar de que
los medios los magnifiquen y nos induzcan a pensar lo contrario).
El fenómeno fan también ha sido ignorado por los académicos e intelec-
tuales. Las personas “cultas” no pueden admitir dentro de los confines de la
Cultura (con mayúscula) lo que se consideran unas manifestaciones culturales
“muy vulgares”, ligadas a la cultura de masas. Se trata de una cultura (con
minúscula) de una calidad discutible y protagonizada por los llamados fans,
movidos por actitudes “exaltadas” y de carácter “irracional”. La cultura fan
surge como una cultura desde los márgenes que se contrapone abiertamente a
la Alta Cultura.
Por último, es importante señalar que tampoco la mayor parte de investi-
gadores se habían tomado muy seriamente el estudio de una realidad conside-
rada, como mínimo, excéntrica. Como señala Joli Jenson (1992) en Fandom as
Pathology, el fenómeno fan se produce ante la mirada distante y crítica de los
propios estudiosos. “La literatura sobre el fandom ha usado imágenes propias de
desviación y estigmatización social. El fan es definido –como sugiere la palabra
original– como un fanático potencial”.
En definitiva, el “fan(atismo)” ha sido presentado como un hecho apasiona-
do, irracional y caótico. Pero es este un planteamiento poco apropiado para la
comprensión del fenómeno. Al tratar el tema en la actualidad, se tiene que evi-
tar una serie de tópicos que envenenan la cuestión. No se trata, necesariamen-
te, de formas culturales minoritarias, ni de grupos sociales marginales. Los fans
no son seres aislados y solitarios (como podrían ser o parecer algunos friquis).
© UOC 256 Sociología de la comunicación
John B. Thompson considera que el fenómeno fan (el fandom) se tiene que
entender como un hecho social normal surgido en el contexto ordinario de la
vida cotidiana de muchas personas, que, en determinados momentos, viven de
forma apasionada y obsesiva su afición y organizan buena parte de su actividad
diaria en función de esta. Los estudiosos británicos usan una expresión feliz,
fandom, en relación con el dominio o reino de los fans.
Figura 16. El cantante canadiense Justin Bieber rodeado de seguidores y fans en un concierto.
Los fans no necesariamente son los “otros”. Todos podemos ser fans en un
momento u otro de nuestra vida (aunque sea algo pasajero). Según Thompson,
los fans en general dedican una parte sustancial de su tiempo de ocio a multi-
tud de actividades sociales rutinarias, como por ejemplo coleccionar fotos, dis-
cos, casetes, vídeos, etc. Los fans organizan la vida en función del seguimiento
habitual de una determinada afición (por ejemplo, ser seguidor de un equipo
de fútbol, de una estrella de cine, de un conjunto musical o de un serial televi-
sivo). Huelga decir que estas actividades aportan muchas compensaciones a los
miembros de la comunidad.
El hecho de ser fan se fundamenta “en relaciones de familiaridad [no recí-
procas] con personajes famosos”, y esta relación es lo que da sentido y propó-
sito a las actividades que se realizan dentro de la comunidad fan.
“De una forma u otra, la mayoría de los individuos en las sociedades modernas
establecen y mantienen relaciones no recíprocas de familiaridad con otras distantes.
Los actores y actrices, presentadores de noticias y de los shows televisivos, estrellas
© UOC 258 Sociología de la comunicación
Obviamente, la actividad de los fans va mucho más allá del culto a las gran-
des estrellas del mundo del cine o de la televisión. Muchos fans del mundo del
deporte, por ejemplo, pueden desarrollar vínculos de lealtad muy estrechos
respecto a los colores de su equipo, más allá de la admiración que sienten por
determinados jugadores.
El fandom es un hecho social complejo, profundamente estructurado y regi-
do por una serie de pautas y normas convencionales. Según este autor británico
(de origen norteamericano), ser fan implica una forma de organizar reflexiva-
mente el yo y sirve para dirigir una parte significativa de la propia actividad y
establecer un tipo de interacción con los demás.
“Ser un fan es organizar la vida diaria de uno mismo de tal manera que el segui-
miento de una determinada actividad (tal como ser un espectador de deportes), o
el cultivo de una relación con determinados productos mediáticos o géneros, llega
a constituirse como una preocupación central del yo y sirve para dirigir una parte
significativa de la propia actividad e interacción con los demás. Ser un fan es una
forma de organizar reflexivamente el yo y su conducta diaria. Visto de este modo, no
existe una clara división entre un fan y un no fan.” (Thompson, 1998: 287).
El proceso de formación del yo depende cada vez más del acceso a las formas
mediáticas de comunicación tanto impresas como, posteriormente, electróni-
cas. El fandom tiene una trascendencia especial en la época de la adolescencia,
dado que el joven pasa una etapa de transición especialmente intensa y nece-
sita (re)afirmarse y a menudo convierte a sus ídolos mediáticos en un referente
constante en la propia vida.
El fenómeno fan, pues, es un hecho relativamente normal. A pesar de que
algunos sectores de la opinión pública y de la intelectualidad tienen tendencia
a considerar el fenómeno como un tipo de lacra social, solo se puede hablar
de enfermedad en casos excepcionales, cuando el individuo sufre una adicción
compulsiva que le hace perder el control sobre su vida. Se trata, evidentemente,
de hechos y de situaciones extremas y muy ocasionales.
© UOC 259 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
Véase también
Aranda, Daniel; Sánchez-Navarro, Jordi; Roig, Antoni (coord.). Fanáticos. La cultura fan.
Barcelona: UOC, 2013.
“Los fans han sido tradicionalmente menospreciados como objeto de estudio serio para
las aproximaciones sociológicas y culturales de la comunicación. Los fans son, en muchos
aspectos, la sublimación del modelo de consumidor de cultura vulgar carente de cualquier
clase de gusto. La legitimidad de los fans como objeto de estudio es relativamente reciente.
Sin embargo, en los últimos años, los fans se han consolidado como un tema digno de
observación y reflexión. A ello ha contribuido sin duda el establecimiento de una buena base
de estudios sobre la comunicación en internet. Las tecnologías digitales, y especialmente la
infraestructura de internet, han ocupado un papel central en sus relaciones. Internet amplía
y configura las relaciones y la producción de los fans, con lo que se convierte en un agente
capital de un cambio cultural. Es imposible dar cuenta de la relevancia social y cultural sin
pasar en algún momento por la observación de las comunidades formadas por fans. A pesar
de que la producción académica sobre fans es ya extensa en lengua inglesa, no es fácil
encontrar textos sobre el tema en español.”
“El estudio de los fans, aun siendo objeto de importantes polémicas, es el ámbi-
to teórico desde donde más claramente se ha cuestionado la noción tradicional de
© UOC 260 Sociología de la comunicación
Los estudios culturales quieren alejarse del determinismo textual (S. Hall,
1973). Desde esta óptica, el receptor (des)codifica los mensajes en función de
su bagaje cultural, haciendo una lectura singular, diferente y propia. Nadie
tiene la certeza de que la apropiación final coincida con el mensaje cifrado por
el emisor. Desde esta óptica, la palabra, en el discurso, adquiere el significado
definitivo cuando lo interpreta el receptor, que es quien tiene la última palabra.
Así, por ejemplo, un mismo programa de televisión puede tener una incidencia
muy desigual, por el hecho de poder ser “leído” o “interpretado” de modos
bastante diferentes en función de las características y la disposición del públi-
co. Todo texto es polisémico y, por lo tanto, está abierto a diferentes lecturas
o interpretaciones. Y sobre todo debe tenerse en cuenta que el significado lo
otorgan los receptores en el acto de la recepción.
La premisa de este punto de vista es que la interpretación –como diría
Gadamer– es un proceso, activo y creativo. Así, se entiende la recepción de los
productos culturales básicamente como un proceso hermenéutico que logra una
profunda significación cultural. El estudio de las comunidades fans es muy
sugerente, porque los fans son productores activos y manipuladores de signi-
ficados. Son concebidos como “lectores” que se apropian de los textos y los
releen de una manera sui generis en función de sus intereses.
El análisis de la recepción destaca el protagonismo de la audiencia a la hora
de interpretar los mensajes que provienen de los medios de comunicación.
Los miembros de la audiencia a menudo constituyen “comunidades inter-
pretativas”. Los miembros de estas comunidades se convierten en auténticos
protagonistas que hacen una lectura muy particular de los materiales o textos
disponibles. Mientras que la «lectura», convencionalmente, es una práctica
solitaria y privada, los fans consumen textos en el seno de la comunidad pro-
pia. No se limitan a leer textos, los releen continuamente, lo cual hace cambiar
profundamente la naturaleza de la relación entre el texto y el lector. En este
proceso, los fans dejan de ser simplemente una audiencia para los textos popu-
lares y se convierten en participantes activos y protagonistas en la construcción
y circulación de sentido.
© UOC 261 Culturas juveniles y comunidades fans en la era...
17. Los trekkies forman una comunidad compuesta por los seguidores incondicionales de
la legendaria serie Star Trek.
En los estudios de Jenkins los fans aparecen como “lectores” que hacen una
interpretación sui generis de los relatos televisivos. No se trataría –como dice el
tópico– de un acto de recepción pasiva, ni de un mero acto de consumismo
compulsivo. El elemento central de esta aproximación es la tesis de que la
audiencia, lejos de adoptar una posición pasiva respecto al sentido de un men-
saje que recibe, adopta una posición activa, de modo que construye su propio
© UOC 262 Sociología de la comunicación
sentido del “texto”, que se puede situar más lejos o más cerca de la “lectura
preferida” del emisor.
Inspirándose en textos de De Certeau (1999), Jenkins emplea la analogía
de la piratería o de la caza furtiva para describir las relaciones entre lectores y
escritores, que establecen una especie de lucha para apropiarse del texto y para
el control de los significados. En este caso, lo que es específico de la cultura fan
es que los miembros del público son como una especie de cazadores furtivos
que “cazan” determinados fragmentos de texto del que hacen una lectura par-
ticular e incluso, en algunos casos, una (re)escritura al servicio de los intereses
de la comunidad. Los miembros de las comunidades fans aprovechan los “bie-
nes saqueados” como base para la construcción de una comunidad cultural
alternativa.
Glosario:
anomia fama igualitaria
bienes posicionales fans
clase ociosa freaks
clase social grupos de estatus
consumo ostentoso gusto
cultura creativa habitus
cultura de la virtualidad real ídolos mediáticos
cultura fan (fandom) incongruencia de estatus
cultura juvenil juventud
cultura participativa ocio
distinción cultural nuevo rico
estatus social consumidor proactivo (prosumer)
estilos de vida red social
fama redes juveniles
© UOC 265 Bibliografía
Bibliografía
Hall, S. (1980). Culture, media, language: working papers in cultural studies, 1972-
79. Londres: Routledge / Cultural Studies Birmingham.
Hall, S. (1990). Resistance through rituals. Londres: Routledge.
Hall, S. (1992). Modernity and its future. Cambridge Polity Press.
Hallin, D. C.; Mancini, P. (2008). Sistemas mediáticos comparados. Tres modelos de
relación entre los medios de comunicación y la política. Barcelona: Hacer.
Hartley, J. (2000). Uses of television. Londres: Routledge.
Heath, J.; Potter, A. (2005). Rebelarse vende. El negocio de la contracultura. Madrid:
Taurus.
Held, D. (1991). “Democracy, the Nation-state and the Global System”.
Economy and Society (núm. 20, pág. 138-172).
Held, D. (1997). La democracia y el orden global: del Estado moderno al orden cos-
mopolita. Barcelona: Paidós.
Hirsch, F. (1977). The Social Limits to Growth. Londres: Routledge & Kegan.
Horowitz. I. (1969). La nueva sociología. Buenos Aires: Amorrorru.
Inglehart, R. (1990). Culture shift in advanced industrial society. Princeton:
Princeton University Press.
Jauset, J. (2000). La investigación de audiencias en televisión. Fundamentos estadís-
ticos. Barcelona: Paidós (“Papeles de Comunicación”).
Jenkins, H. (2008). “Confronting the challenges of participatory culture.”
Media education for the 21st century. MacArthur Foundation. <http://
digitallearning.macfound.org/atf/cf/%7B7E45C7E0-A3E0-4B89-AC9C-
E807E1B0AE4E%7D/JENKINS_WHITE_PAPER.PDF>
Jenkins, H. et al. (2009). Confronting the challenges of participatory culture: Media
education for the 21st century. Cambridge, Mass.; Londres: MIT Press.
Jenkins, H. (2010a). Convergence Culture. La cultura de la convergencia de los medi-
os de comunicación. Barcelona: Paidós. (Versión original: Jenkins, H. (2006).
Convergence culture. Where old and new media collide. Nueva York / Londres:
New York University Press.)
Jenkins, H. (2010b). Piratas de textos. Fans, cultura participativa y televisión.
Barcelona: Paidós. (Versión original: Jenkins, H. (1992). Textual Poachers:
Television Fans and Participatory Culture. Londres: Routledge.)
Jenson, J. (1992). “Fandom as pathology”. En: Lewis, L. (ed.). The Adoring
Audience. Londres: Routledge.
Jones, D. E. (2002). “La integració entre televisió i fonografia: el negoci
d’Operación Triunfo”. Àmbits (núm. 24, pág. 22-24).
© UOC 273 Bibliografía