Es normalmente sabido que en la edad media, los esquemas intelectuales se centraban
en las enseñanzas de la Iglesia para fundamentar los dogmas y la concepción de las verdades inscritas en las Sagradas Escrituras y en el conocimiento cristiano. Pero la historia nos muestra a aquellos pensadores que libran los lineamientos ya establecidos y se aventuran a un pensamiento que los lleva a aportar un sistema un poco distinto de lo eclesial ya establecido. Es aquí donde el humanismo toma parte para aportarle al mundo un nuevo y variado esquema de conocimiento que libera el pensamiento pero sin separarse totalmente de los conocimientos eclesiales o, al menos, sin confrontarlo. El humanismo, supera el esquema escolástico dándole un poco más de valor al valor social y cultural de todo aquello que vuelva los ojos hacia el hombre. Es una valoración del pensamiento griego y latino, aunque no del todo, pero rescatando lo humano, lo terreno, a lo inmediato. Retoman el pensamiento de Virgilio, Cicerón y Ovidio. Retoman el valor del latín clásico, la filología y algo más allá de los clásicos. Un ejemplo de estos humanistas es el pensamiento de Tomas Moro y Erasmo de Róterdam.