El Sol del Bajío, 24 de Diciembre de 2017
DE BELÉN A JERUSALÉN
Florencio Cabrera Coello
“La Navidad es la época del año en que se nos acaba el dinero antes que los amigos” Larry Wilde
H ay circunstancias en que suceden cosas
que uno no espera, imprevisibles. Es lo
sucedido hace dos mil años a la Virgen
María cuando acompañaba su esposo José a
Belén a cumplir con el edicto para censarse y que
de pronto se le presentara la hora del parto, de tal
manera que el nacimiento del Mesías en el portal
de Belén fue una casualidad. No obstante
reconocemos a Jesús de Nazaret, por la ciudad de
su familia y donde creció.
Los evangelistas nos dan luces de su vida desde
antes de su nacimiento y durante el mismo (Lucas
1:26-28 y 2:11) hasta la presentación del niño en
el Templo. Luego de una etapa oscura reaparece
a los doce años mostrando su sabiduría ante los
doctores de la ley (Lucas 2: 46-47) para después
de un silencio evangélico regresar a los treinta
años.
Es un periodo sin referencias bíblicas. Algunos
autores se dan gusto en elucubrar sobre este
lapso. Una versión es que en los años “perdidos”
estuvo con los Esenios, un grupo humano
relacionado con el hallazgo arqueológico de los
Rollos del Mar Muerto en 1946 que deducen que
hace cerca de dos milenios había una fraternidad
de mujeres y hombres santos cuyos principios de
cristiandad fueron los orígenes de la civilización
occidental, simientes sembrados por Jesús, a la
vez que como hombre, con ellos aprendió a
convivir para develar su misión conocida por el
nuevo testamento.
La misión transcurrió en Palestina entre el mar de
Galilea o lago de Tiberiades al norte y el mar
Muerto al sur donde están Belén, Nazaret y
Jerusalén rodeados de sitios y hechos relatados
por los apóstoles evangelistas. El río Jordán
donde fue bautizado (Mateo 3:17); Caná, en que
mostró “el primer signo del reino” (Juan 2:1-11)
al convertir el agua en vino en una boda; Cesárea
de Filipo donde Pedro reconoce a Jesús como
Mesías (Marcos 8:29); Emaús, en que se aparece
a dos discípulos después de la resurrección
(Lucas 24:13-35), por citar algunos de los más
emblemáticos.
Lo lamentable en la vida contemporánea es que
ese territorio santo está envuelto en conflictos
políticos, étnicos y religiosos sin pronta solución.
Tiene antecedentes en el mito del judío errante,
una leyenda originada en el penoso camino a la
crucifixión. Jesús tiene sed y un judío decrépito
se niega a darle agua de un abrevadero
empujándolo para seguir su camino al Gólgota.
En respuesta, Jesús le dice: “yo seguiré pero tú
esperarás hasta que yo regrese”, se interpreta que
los judíos fueron sentenciados a vivir errantes
hasta la Parusía, o sea el advenimiento glorioso
del Mesías al final de los tiempos.
Desde entonces, con altibajos ha existido el
antisemitismo. Hace un siglo tomó fuerza en
Europa el movimiento sionista para lograr un
Estado Judío. Una larga historia que culmina
después de la segunda guerra mundial. Con
intervención de la ONU es fundado Israel como
país soberano el 14 de mayo de 1948 siendo Tel
Aviv su capital. Sin embargo, la ambición judía
era y es que Jerusalén sea su capital, ciudad sui
generis donde coexisten cristianos de mayoría
ortodoxa, judíos y musulmanes. Una zona de alto
riesgo que en cualquier momento puede explotar.
Justo cuanto estamos en la evocación universal
de la navidad, la falta de empatía, la terquedad y
la soberbia del presidente Donald Trump decide
reconocer a Jerusalén como capital israelí. Lo
había propuesto como aspirante a presidente. No
se le dio importancia porque hace dos años no se
veían signos de llegar a ser el mandamás de los
Estados Unidos. Las encuestas fallaron y la
puñalada traicionera a palestinos, musulmanes,
cristianos y a la comunidad internacional
representada por la ONU que trata de mediar para
una solución al conflicto de la antigua Palestina
no se hizo esperar. Temo que lo siguiente será
ignorar las zonas protegidas por la Fuerza de las
Naciones Unidas de Observación (UNDOF) en
los Altos del Golán; romper la demarcación que
se estableció para Cisjordania en el Armisticio
árabe-israelí de 1949 y la Franja de Gaza.
Es de reconocer la tozudez de Trump, está
cumpliendo sus promesas de campaña. Mas la
terquedad untada de soberbia es una actitud
altanera y peligrosa como fue vetar la resolución
del Consejo de Seguridad y de la misma
Asamblea General de la ONU el jueves pasado
que condena la decisión de EE UU de reconocer
a Jerusalén como capital de Israel. Ahora
amenaza con represalias contra los países que
votaron a favor o se abstuvieron de dicha
resolución. Solo 9 países apoyaron al irascible
presidente gringo.
Trump le está echando gasolina al fuego.
Celaya, 23 Dic. 2017