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Sal 37,5
Encomienda tu vida a Yahvé, confía en él, que actuará.
Sir 2,6 Confía en él, y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él.
- Otras confianzas no sirven, no nos salvan, no nos dan la vida, no nos dan la alegría”. Pero,
aunque lo sabemos, “nos gusta confiar en nosotros mismos, confiar en tal amigo, o confiar en la
situación buena que tengo o en la ideología tal” y al Señor “lo dejamos un poco de lado”: El
hombre, así, se cierra en sí mismo, “sin horizontes, sin puertas abiertas, sin ventanas” y “no tendrá
salvación, porque no puede salvarse a sí mismo”.
- Esto es lo que le sucede al rico del Evangelio, explica el Papa, “tenía de todo, vestía vestidos de
púrpura, comía de todo todos los días, grandes banquetes”. “Estaba muy contento”, pero “no se
daba cuenta de que, en la puerta de su casa, cubierto de llagas”, había un pobre. El Papa destaca
que el Evangelio dice el nombre del pobre: se llamaba Lázaro. Mientras que el rico “no tiene
nombre”. Lucas 16, 19-31.
- “Todos nosotros tenemos esta debilidad, esta fragilidad, afirma el Papa, de poner nuestras
esperanzas en nosotros mismos o en los amigos, o solo en las posibilidades humanas y nos
olvidamos del Señor. Y esto nos lleva por el camino… de la infelicidad”.
-Pidamos al Señor a gracia de la sabiduría para confiar solo en Él, no en las cosas, no en las
fuerzas humanas, solo en Él”.
-En el AT la prosperidad material representa una bendición divina (cf. p.e. Dt 28,12).
-Existe la conciencia que todo, riqueza y pobreza, proviene del Señor (Si 11,14).
-La riqueza es buena cuando es fruto del temor de Dios (Sal 25,12-13) y destinada a ejercer la
beneficencia (Sal 112,5).
-De otra forma, la abundancia entorpece el corazón, convirtiéndolo en necio y orgulloso (Sal
49,13; Ez 28,5).
Sab 7:7 Aprecio de Salomón por la Sabiduría. Por eso supliqué y se me concedió la
prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
Sab 7:11 Con ella me vinieron a la vez todos los bienes e incalculables riquezas en sus
manos.
-Jesús estigmatiza a menudo el peligro de las riquezas que impiden entrar en el Reino (cf. Mt
19,23), que atontan al corazón, lo cierran a la esperanza de la Providencia, lo ciegan sobre la
verdadera riqueza que se obtiene mediante la limosna y la caridad y lo insensibilizan al →
sufrimiento del → prójimo (cf. Lc 12,15-34; 16,19ss).
ABANDONO EN LA PROVIDENCIA.
Luc 12:22
Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis,
ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis:
Luc 12, 23 porque la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido;
Luc 12,24 fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, pero
Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
Luc 12, 25 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a
la medida de su vida?
Luc 12,26 Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás?
Luc 12,27 Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su
gloria se vistió como uno de ellos.
Luc 12,28 Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la
viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
Luc 12,29 Así, pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos.
Luc 12, 30 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre
que tenéis la necesidad de eso.
Luc 12,31 Buscad más bien su Reino y esas cosas se os darán por añadidura.
NO ACUMULAR RIQUEZAS
Luc 12,15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aunque alguien posea
abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida.»
Luc 12,16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto;
Luc 12,17 y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo dónde almacenar mi
cosecha?”
Luc 12,18 Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes,
reuniré allí todo mi trigo y mis bienes
Luc 12,19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años.
Descansa, come, bebe, banquetea.”
Luc 12,20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que
preparaste, ¿para quién serán?”
Luc 12,21 Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios.»