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Solo había un problemilla: el chico era muy tímido con las Ocurrió que llegó a un pueblo en el que nunca había estado, y
mujeres y todavía no se había enamorado nunca de ninguna. al igual que en las ocasiones anteriores, buscó el lugar donde
estaba la muchedumbre y empezó a anunciar su oferta.
El padre pensó que podía echarle una mano y se propuso
encontrar una buena chica para su amado hijo. Un buen día, sin – ¡Cambio ciruelas por basura! ¡Cambio ciruelas por basura!
decir nada a nadie, cogió un enorme saco y lo llenó de jugosas
ciruelas amarillas que él mismo había recogido la tarde anterior. Una vez más las mujeres se pusieron a limpiar sus casas y
salieron entusiasmadas con las bolsas repletas de desperdicios.
Todas, excepto una preciosa muchacha que se acercó al
campesino con una bolsita muy pequeña, más o menos del ella no hay basura acumulada y eso me demuestra que eres
tamaño de un monedero. trabajadora, cuidas tus cosas y te preocupas por lo que te rodea.
– ¡Vaya, jovencita, qué poca basura me traes! – Ya, pero… ¿para qué quiere encontrar una chica como yo?
La chica, un poco avergonzada, le explicó: – Pues porque tengo un hijo maravilloso que está deseando
casarse y formar una familia, pero el pobre trabaja tanto que
– Lo siento, pero es que yo barro y recojo todos los días la casa nunca tiene tiempo para conocer muchachas de su edad. Por lo
porque me gusta tenerla bonita y aseada ¡Esto es lo único que que acabas de contarme a ti te pasa lo mismo, así que creo que
he podido reunir! no sería mala idea que os conocierais.
El rey sabio – ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!
No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio! Mientras cavilaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una
jarra de barro en la mano.
El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo
que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo – ¡Caballero, présteme la jarra!
con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno
a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a – ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!
pensar que se había vuelto loco de remate.
El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y
Completamente trastornados salieron corriendo en tropel dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin
hacia la plaza principal para decirse unos a otros: ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron
tras él conteniendo la respiración.
– ¿Os habéis dado cuenta de que nuestro rey está rarísimo? ¡Yo
creo que se ha vuelto majareta! – Así que pensáis que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien,
ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!
– ¡Sí, sí, está como una cabra!
El rey metió la jarra en el pozo y bebió unos cuantos sorbos del
– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro! agua embrujada. En cuestión de segundos, tal como había
sentenciado la bruja, enloqueció como los demás.
Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente
enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas Y… ¿sabes qué pasó? Pues que los perturbados ciudadanos
no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca comenzaron a aplaudir porque pensaron que al fin el rey ya era
puso el grito en el cielo. como ellos, es decir… ¡que había recobrado la razón!
– ¡Qué seres tan bondadosos! Gracias a su esfuerzo y dedicación El zapatero y su mujer fueron muy felices el resto de su vida pero
hemos levantado el negocio y vivimos dignamente. Creo que jamás olvidaron que todo se lo debían a dos duendecillos fisgones
tenemos que recompensarles de alguna manera y más siendo que un día decidieron colarse en su taller para fabricar un par de
Navidad. hermosos zapatos.
Cuentan que una calurosa tarde de verano una pareja de ancianos – No se preocupen, señores. Vengan conmigo que yo les daré
pasó por delante de la casa del ricachón. La viejecita caminaba cobijo por esta noche.
con la ayuda de un bastón de madera y él llevaba un cántaro
A escondidas les llevó al granero para que al menos pudieran
vacío en su mano derecha.
dormir sobre un lecho de heno mullido y caliente durante unas
– ¡Querida, mira qué mansión! Vamos a llamar a la puerta a ver horas. Después salió con cautela y al ratito regresó con algo de
si pueden ayudarnos. Ya estamos demasiado mayores para hacer comida y agua fresca.
todo el camino de un tirón ¡Debemos reponer fuerzas o nunca
– Aquí tienen pan, queso y algo de carne asada. Lo siento pero es
llegaremos a la ciudad!
todo lo que he podido conseguir.
La anciana se emocionó.
– ¡Ay, muchas gracias por todo! ¡Eres un ángel! salió por la parte de atrás tan rápido como fue capaz. Mientras, los
ancianos salieron de granero, retomaron su camino y también se
– No, señora, es lo menos que puedo hacer. Ahora debo irme o alejaron de allí para siempre.
me echarán de menos en la casa. A medianoche vendré a ver qué
tal se encuentran. Faltaban unos minutos para el amanecer cuando unos extraños
sonidos despertaron al dueño de la casa y al resto de su familia. Los
La muchacha dejó al matrimonio acomodado y regresó a sus pájaros chillaban, los caballos relinchaban como locos y las vacas
quehaceres domésticos. mugían como si se avecinara el fin del mundo.
La luna llena ya estaba altísima en el cielo cuando se escabulló de El padre saltó de la cama y gritó:
nuevo para preguntarles si necesitaban algo más. Sigilosamente,
entró en el establo. – ¡¿Pero qué escándalo es éste?! ¡¿Qué demonios pasa con los
animales?!
– ¿Qué tal se encuentran? ¿Se sienten cómodos? ¿Puedo ofrecerles
alguna otra cosa? Todavía no había comprendido nada cuando, a través del ventanal,
vio una enorme masa de agua que surgía de la nada y empezaba a
La anciana respondió con una sonrisa. inundar su casa.
– Gracias a tu valentía y generosidad hemos podido comer y Invadido por el pánico apremió a su familia:
descansar un buen rato. No necesitamos nada más.
– ¡Vamos, vamos! ¡Salgamos de aquí o moriremos ahogados!
El viejecito también le sonrió y se mostró muy agradecido.
No tuvieron tiempo ni de vestirse. Los cinco salieron huyendo hacia
– Has sido muy amable, muchacha, muchas gracias. la montaña bajo la luz de la pálida luna y sin mirar hacia atrás ni
para coger impulso. Corrieron durante dos horas hasta que por fin
De repente, su cara se tornó muy seria. llegaron a un alto donde pudieron pararse a observar lo que había
sucedido y… ¡La visión fue desoladora! Todo lo que tenían, su
– Ahora escucha atentamente lo que te voy a decir: debes huir magnífica casa y sus campos de cultivo, habían desaparecido bajo
porque antes del amanecer va a ocurrir una desgracia como castigo a las aguas.
esta familia déspota y cruel. Coge tus cosas y búscate otro lugar
para vivir ¡Venga, date prisa! No tuvieron más remedio que seguir su camino e irse lejos, muy
lejos, para intentar rehacer su vida. La historia dice que lograron
– ¿Cómo dice?… sobrevivir pero que jamás volvieron a ser ricos. Nunca llegaron a
saberlo, pero se habían quedado sin nada por culpa de su mal
– ¡No hay tiempo para explicaciones! ¡Confía en mí y sal de aquí lo corazón.
antes posible!
Según la leyenda esas aguas desbordadas que engulleron la finca se
La chica no dijo nada más y se largó corriendo del establo. Entró en calmaron y formaron la bella laguna que hoy todos conocemos
la casa sin hacer ruido, metió en la maleta sus pocas pertenencias, y como la laguna de El Cajas.
presencia, pero no… Una mujer que llevaba un bebé
en el regazo, comenzó a increparles a viva voz.
El anciano y el niño – ¡Pero qué ven mis ojos! ¿No le da vergüenza ir
sentado en el burro cómodamente, mientras el pobre
niño tiene que ir andando?
– ¡Ja, ja, ja! ¡Desde luego, hay que ser tontos! ¡Esos
dos tienen un burro y en vez de subirse en él, son ellos
quienes van cargados como si fueran animales de
carga! ¡Desde luego ese asno ha nacido con suerte!
Se formó tal alboroto en torno a ellos, que el pobre
burro se asustó y echó a correr hasta que desapareció
para siempre. El abuelo y el niño se sentaron en el
suelo desconsolados. Comprendieron que había sido
un gran error intentar quedar bien con todos: fueron