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Al trabajador con mayor nivel de escolaridad le satisfacía cada vez menos el trabajo
rutinario y exigía una comprensión más global de lo que hacía: manifestaba su discon-
formidad con huelgas y otras formas de protesta. La industria tuvo que entender que el
cerebro humano no está diseñado para el trabajo repetitivo que mientras más cultivado
peor para ese tipo de trabajo. Luego la industria fue incorporando la automatización que
lo liberaba de algunas rutinas y le permitía el tiempo para completar su educación para
ir logrando una comprensión más panorámica de lo que hacía. Pero la máquina seguía
siendo la clave para potenciar el trabajo.
La era de los especialistas estaba finiquitando, esa responsabilidad iba recayendo sobre
el programa. El hombre entendía el trabajo con más cabalidad y la tecnología de infor-
mación cada vez más sofisticada permitía productos con mucho menos errores de fabri-
cación. Hace ya más de medio siglo que el mundo entró en la post-industria en la que el
individuo educado vuelve a ser el recurso central: había perdido su individualidad con la
industria y la volvía a recuperar en la post-industria.
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Pero, en la universidad se están haciendo las cosas al revés lo que también se refleja en
el resto de las actividades sociales como la empresa. En el Perú nos estamos moviendo
cada vez más hacia la especialización en contra de la tendencia del mundo y el resultado
es la calidad de empleos cada vez más marginales para nuestros egresados.
En nuestro tiempo en que éramos la única escuela la demanda por ingenieros de minas
era mayor que la oferta; ahora, con más de 20 escuelas de minas de las que egresan 600
ingenieros anualmente la situación se ha volteado: el espectáculo de jóvenes inteligentes
“pateando latas” es deprimente. Es una oportunidad para que la UNI muestre la diferen-
cia como antaño formando graduados cada vez más generalistas –con entendimiento
panorámico. La sociedad necesita jóvenes con amplia base científica y con un gran do-
mino de las matemáticas para que puedan ser más libres.
No olvidemos que una misión de la universidad es formar hombres libres y lo único que
libera es el conocimiento, que es totalista, como el de antes de la revolución industrial.
A los que egresan, señores Álvarez, Huasacca, Marquina, Polo y Vilca gracias por la
deferencia, tengo la esperanza de que seguirán preparándose para entender la totalidad
de los fenómenos que la vida les pondrá al frente, y bajo el entendimiento que la prepa-
ración es solo vuestra responsabilidad: lo que no les dé la universidad ustedes tienen la
obligación de procurárselo: está en sus manos.
Gracias nuevamente