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1.

¿Por qué una muestra de líquido cefalorraquídeo no debe ser refrigerada, si no se


envía de inmediato al laboratorio?
La recolección de líquido cefalorraquídeo (LCR) es un examen para analizar el líquido que rodea
el cerebro y la médula espinal. El líquido cefalorraquídeo actúa como un amortiguador,
protegiendo el cerebro y la columna de lesiones. Por lo regular, el líquido es transparente. Tiene
la misma consistencia que el agua. El examen también se utiliza para medir la presión en dicho
líquido.

Nombres alternativos: Punción cisternal; Cultivo de líquido cefalorraquídeo; Punción lumbar;


Punción raquídea; Punción ventricular

Existen diferentes formas de obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo. Una punción
lumbar (punción raquídea) es el método más común. Este examen se hace para medir las
presiones en el LCR y para recoger una muestra de este con el fin de realizar pruebas adicionales.
El análisis del LCR se puede utilizar para diagnosticar ciertos trastornos neurológicos. Estos
pueden incluir infecciones (como meningitis) y daño cerebral o daño a la médula espinal.
También se puede hacer una punción lumbar para establecer el diagnóstico de hidrocefalia
normotensiva.

Resultados normales

Los valores normales normalmente fluctúan de la siguiente manera:

 Presión: de 70 a 180 mm H2O


 Apariencia: transparente, sin color
 Proteína total en LCR: 15 a 60 mg/100 mL
 Gamma globulina: 3% a 12% de la proteína total
 Glucosa en LCR: 50 a 80 mg/100 mL (o mayor a dos tercios del nivel de azúcar en la
sangre)
 Conteo de células del LCR: 0 a 5 GB (todos mononucleares) y ausencia de GR
 Cloruro: 110 a 125 mEq/L

Una vez recogida la muestra en un tubo estéril con tapón de rosca, debe llevarse
inmediatamente al laboratorio de Microbiología, pues alguno de los agentes bacterianos como
Streptococcus pneumoniae puede lisarse rápidamente. Si la punción se realiza en horario de
tarde, noche o festivo llevar el líquido al laboratorio de urgencias. Si no fuera posible
transportarlo inmediatamente, mantenerlo a 37°C (nunca a temperatura ambiente ni en
nevera) y una parte se introducirá en un frasco de hemocultivos que se mantendrá en idénticas
condiciones hasta su procesamiento por el laboratorio.

No se debe colocar la muestra en la nevera porque se sospecha que los posibles


microorganismos que se pueden encontrar en dicha muestra serian agentes patógenos. Por eso,
la muestra de líquido cefalorraquídeo (L.C.R.) se debe mantener en estufa y no refrigerada,
porque así favorece el crecimiento de los agentes patógenos para su posterior estudio. Nunca
deberá refrigerarse pues se puede afectar la viabilidad de Neisseria y Haemophilus.

2. ¿Cuáles son los agentes etiológicos de la meningitis aguda en neonatos, niños y


adultos?
La meningitis es una infección caracterizada por la inflamación de las meninges (leptomeninges)
que en el 80% de los casos es causada por virus, en el 15 al 20% lo es por bacterias y en el resto
de los casos se debe a intoxicaciones, hongos, medicamentos y otras enfermedades. Se trata de
una afección poco frecuente, pero potencialmente letal que puede lesionar el cerebro y
ocasionar inconsciencia y lesión de otros órganos. La meningitis progresa con mucha rapidez por
lo que el diagnóstico temprano y el tratamiento precoz son importantes para prevenir secuelas
graves y evitar la muerte.

Cualquier persona puede contraer meningitis pero la frecuencia de la enfermedad es


especialmente elevada en niños y personas inmunodeprimidas. Los síntomas más frecuentes
son dolor de cabeza, rigidez de nuca, fiebre, fotofobia (intolerancia anormal a la luz) o fonofobia
(intolerancia a los sonidos) y trastornos de la conciencia. A menudo, en particular en niños
pequeños, solo se presentan síntomas inespecíficos como irritabilidad y somnolencia. La
existencia de erupción cutánea puede indicar una forma particular de meningitis, como la
asociada con meningococemia.

Las causas comunes de la meningitis bacteriana varían por grupo de edad:

Factores de riesgo

Edad: Los bebés tienen mayor riesgo de presentar meningitis bacteriana en comparación con
las personas de otros grupos de edad. Sin embargo, las personas de todas las edades pueden
presentar meningitis bacteriana. Consulte la tabla anterior para informarse sobre qué bacterias
afectan más comúnmente a cada grupo de edad.

Las manifestaciones clínicas de las meningitis son diferentes según la edad del niño; cuanto
menor es, más sutil e inespecífica es la sintomatología. La clínica es aguda en la mayoría de las
ocasiones, en algunos casos puede ser insidiosa y en una minoría puede ser rápidamente
progresiva con mal pronóstico si no se interviene en las primeras horas. Si existen recurrencias
deben sospecharse focos parameníngeos, fístula de LCR o inmunosupresión.

a) Recién nacido: indistinguible de sepsis: fiebre o hipotermia, irritabilidad o letargia, rechazo de


tomas, vómitos o polipnea. Es posible que presente convulsiones, parálisis de pares craneales,
pausas de apnea o fontanela “llena”.

b) Lactante: cursan con fiebre o febrícula, vómitos, rechazo de tomas, decaimiento, irritabilidad,
quejido, alteraciones de la conciencia, convulsiones. En ocasiones rigidez de nuca.

c) Mayores de 1 año: forma clínica clásica: fiebre elevada que cede mal con antitérmicos, cefalea,
vómitos, convulsiones, rigidez de nuca y signos de irritación meníngea.

3. ¿En qué casos se debe tomar una muestra de aspirado bronquial?


Es un método más aceptable para obtener muestras de secreciones traqueobronquiales, y el
riesgo de contaminación es menor, si se realiza con buenas medidas de antisepsia del
instrumental y enjuague antiséptico previo de la boca y la garganta del paciente antes de la
exploración. Además, cuando se practica durante una broncoscopia, permite obtener la muestra
bajo visualización directa de la zona donde se localiza el proceso infeccioso.

Recogida de secreciones respiratorias a través de fibrobroncoscopio, pudiendo introducirse de


3 a 5 ml de suero fisiológico previo a la aspiración. Con menor grado de contaminación que el
esputo.

Esta muestra solo puede ser colectada cuando el paciente se encuentra bajo ventilación
mecánica en una sala de terapia. La aspiración se realiza con catéter estéril.

Mediante fibrobroncoscopia se realiza una aspiración de las secreciones del árbol bronquial,
generalmente tras la instilación de 5-10 ml de suero fisiológico. No hay que olvidar que la
muestra procede del árbol bronquial superior y no es representativa del territorio alveolar ni
bronquiolar. En el enfermo intubado tiene el mismo valor que el AT y, en el no intubado, puede
estar contaminada por secreciones del tracto respiratorio superior, siendo su valor diagnóstico
similar al del esputo. Sólo está indicado cuando el volumen de líquido recuperado en el LBA es
insuficiente y existe la sospecha de una infección fúngica pulmonar por patógenos primarios.

El aspirado bronquial se usa para observar microorganismos que puedan causar enfermedades
del tracto respiratorio inferior, en especial la bronquitis y neumonía.

La bronquitis, proceso inflamatorio y de hiperreactividad del epitelio ciliado del árbol bronquial,
se clasifica por la duración de los síntomas en aguda (varias semanas) y crónica (episodios de 3
meses de duración durante 2 años consecutivos).

La etiología de la bronquitis aguda es bacteriana en sólo una pequeña proporción, ya sea como
infección primaria o, más frecuentemente, secundaria a una infección vírica previa. Los agentes
bacterianos más frecuentes son Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae,
Bordetella pertussis y B. parapertussis. Por el contrario, en la bronquitis crónica, Haemophilus
influenzae (50%), S. pneumoniae (15-25%) y, en menor proporción, Moraxella catarrhalis (10-
20%) y bacterias anaerobias son los principales agentes etiológicos primarios, así como de las
exacerbaciones agudas de los pacientes con EPOC, bronquiectasias y en las primeras fases
(infancia) de la fibrosis quística. Con menor importancia participan Pseudomonas aeruginosa y
enterobacterias.

La neumonía aguda, inflamación y consolidación del parénquima pulmonar, causada por una
amplia gama de agentes, es la infección del TRI en la que el diagnóstico microbiológico alcanza
el mayor rendimiento. Cuanto más afectado esté el paciente, más amplio deberá ser el estudio
(hemocultivos, líquido pleural, muestras obtenidas por métodos invasivos).

La neumonía adquirida en la comunidad (NAC)1,4, entidad clínica muy frecuente en nuestro país
(2-10 casos/ 1.000 habitantes adultos/año), conlleva una morbilidad (35% de hospitalización) y
una mortalidad (5-30%) importantes1,5. En el 40% de los pacientes se desconoce el agente
causal. S. pneumoniae es el agente más frecuente de la NAC (prevalencia del 20-65%).

4. ¿Cuál es el volumen de sangre requerido para realizar un hemocultivo en un


neonato, niño y en un adulto? ¿Cuáles son los agentes etiológicos más frecuentes de
una septicemia en cada caso?
El hemocultivo es un método diagnóstico que se realiza para la detección de microorganismos
en la sangre y así, posteriormente, realizar la identificación y determinación de sensibilidad.
Se considera una extracción para hemocultivo la sangre extraída de una única punción venosa,
independientemente de los frascos en los que se inocule. Habitualmente en adultos se inoculan
2 frascos (aerobio y anaerobio) con cada extracción. En recién nacidos y lactantes, puede
inocularse sólo un frasco aerobio con cada extracción. La extracción debe realizarse lo antes
posible después de la aparición de los síntomas, teniendo en cuenta que las bacterias se eliminan
rápidamente de la sangre. Por esta misma razón no se recomiendan extracciones separadas por
períodos concretos, al contrario, diferentes estudios han demostrado que se obtienen similares
resultados cuando se extraen los hemocultivos simultáneamente que cuando se extraen
separados por períodos arbitrarios durante 24 h.

De todas las variables que influyen en el aislamiento de una bacteria u hongo en un hemocultivo,
el volumen de sangre cultivada es la más importante debido al bajo número de microorganismos
presentes en la mayoría de las bacteriemias. El volumen recomendado por cada venopunción
en adultos es de 10 ml, ya que con volúmenes menores se ha demostrado una disminución del
índice de positividad. Se considera que el índice de positividad aumenta entre el 3-5% por cada
mililitro adicional de sangre cultivada. Sin embargo, la recomendación de elevar el volumen de
sangre por extracción no se aplica, en cierta medida por la anemia que se puede provocar al
paciente y para mantener la proporción de volumen sangre/medio de cultivo. En neonatos y
niños, se ha preconizado que la mayor cantidad de bacterias presentes en sangre permite que
con volúmenes considerablemente menores, incluso inferiores a 1 ml, se obtengan resultados
aceptables y comparables a los de los adultos. Sin embargo, algunos trabajos han demostrado
que la bacteriemia de bajo nivel es muy común en la población pediátrica y que el volumen de
sangre para detectarla debe ser proporcional al peso (al volumen de sangre total) y a la edad.
Se recomienda cultivar un volumen de sangre aproximadamente del 4,5% del volumen total de
sangre del paciente.

El volumen recomendado por cada venopunción en adultos es de 20 mL, ya que con volúmenes
menores se ha demostrado una disminución del índice de positividad. Se considera que el índice
de positividad aumenta entre el 3 y el 5% por cada mililitro adicional de sangre cultivada. Sin
embargo, la recomendación de incrementar el volumen de sangre por extracción no se aplica,
en cierta medida, por la anemia que se puede provocar al paciente y para mantener la
proporción de volumen sangre/medio de cultivo.

• Utilizar sólo 1 frasco especial pediátrico para niños desde 0 a 12 meses.

• En Pediatría, extraer 1-3 mL


de sangre según el peso
corporal.

• En neonatos y niños existen


discrepancias. Hay autores
que consideran adecuado un
volumen de 1 mL o menos; sin
embargo, otros opinan que el
volumen de sangre debe ser
proporcional al peso y a la
edad.

El diagnóstico de certeza de bacteriemia y fungemia se realiza mediante hemocultivo que


permite el aislamiento y la identificación de los agentes causales.
La bacteriemia se define como presencia de bacterias en sangre demostrada por un hemocultivo
positivo. El término fungemia hace referencia a la presencia de hongos en sangre. Ambas son
complicaciones graves de las infecciones bacterianas y fúngicas, respectivamente, y se producen
cuando los microorganismos invaden y se multiplican en el torrente sanguíneo.

Septicemia y sepsis son expresiones que se emplean para denominar el síndrome clínico con el
que habitualmente se manifiesta la bacteriemia o la fungemia.

CONCLUSIONES
 Las bacteriemias con muy bajo número de bacterias (1-≤ 10 UFC/ml) son frecuentes en
pacientes pediátricos, su detección puede mejorarse mediante el empleo de una técnica
de extracción adecuada y, especialmente, con el cultivo de un volumen suficiente de
sangre que se ha calculado entre el 4 y el 4,5% del volumen total de sangre del paciente.
El volumen total de sangre debe dividirse en 2 extracciones, e inocular un frasco de
cultivo aerobio con cada extracción.

REFERENCIAS
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