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TORIBIO ESQUIVEL OBREGÓN

1864-1946
Nació en León, Guanajuato, el 5 de septiembre de 1864. Hizo en esa
ciudad los estudios primarios en la escuela de don José Pío Durán y
continuó en la Escuela de Instrucción Secundaria, de la cual fue alumno
fundador. En 1885 se trasladó a la capital de la República para estudiar
derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de la que recibió el
grado de abogado en 1888. Regresó a su ciudad natal y se dedicó al
ejercicio de su profesión, en 1891 casó con Laura Torres, con quien
procreó seis vástagos.

En sus labores destacan la enseñanza de la lengua griega y filosofía en


la Escuela de Instrucción Secundaria, antes de cumplir los treinta años
había publicado una historia de Grecia y otra de Roma, a los cuarenta y
dos, en 1906 dio a la estampa los Datos psicológicos para la historia de
México, en la que se muestra crítico de la obra de España en México y
partidario de la ciencia y la técnica modernas. Asumió por aquellos años
una posición evolucionista y materialista que abandonaría después del
exilio al que lo llevó su actividad política.

Inició sus actividades públicas en el ayuntamiento de León, era


reconocido como abogado y como periodista crítico del régimen de Porfirio
Díaz. Partidario de Francisco 1. Madero, como militante en el Partido
Antirreeleccionista, se trasladó a la ciudad de México, donde, según su
testimonio, surgió la desavenencia cuando Madero, en su afán conciliador,
propuso la reelección de Díaz y la elección de él mismo en la
vicepresidencia, contradiciendo el principio básico del partido. Cuando
Madero llegó a la presidencia, Esquivel Obregón criticó la política agraria
propuesta por el régimen, pues no atendía la magnitud del problema y
favorecía, en cambio, negocios de la familia Madero (sobre esto pueden
verse sus obras Mi labor al servicio de México, publicada en 1934 y El
problema agrario en México, 1912, cuya acertada crítica reconoció Jesús
Silva Herzog, nada simpatizante de Esquivel Obregón como personaje
político). Después del asesinato de Madero, en 1913, del 20 de febrero al
26 de septiembre, asumió la cartera de Hacienda bajo el régimen de
Victoriano Huerta, con quien no logró acuerdos, por lo que, según cuenta,
intentó renunciar varias veces. Esos meses de ministerio le valieron once
años de exilio y el señalamiento que cayó sobre los miembros de los
gabinetes de Huerta. De 1913 a 1924 residió en Nueva York, dedicado al
estudio y a la enseñanza del derecho, fue profesor de derecho comercial
latinoamericano en las universidades de Columbia (1915-1920) y Nueva
York (1915-1923). Cuando regresó a México en 1924, era evidente el
profundo cambio en su pensamiento. Como otros exiliados que siguieron
trayectorias semejantes, es decir, jacobinos y críticos del porfiriato,
maderistas descontentos y huertistas en su momento, Toribio Esquivel
Obregón ponderó la importancia de la obra de España en México. Así se
vio en obras como Influencia de España y los Estados Unidos sobre
México, publicada por la Casa Editorial Calleja en 1918. La civilización
industrial, el materialismo, la primera guerra mundial y, en general el
espectro del "fin de la inocencia americana" se proyectó en el pensamiento
de estos exiliados y los llevó a la ponderación de los valores tradicionales.

Ya en México, Esquivel Obregón se dio al estudio de las instituciones


novohispanas, al tiempo que se dedicaba con buen éxito a su profesión de
abogado. En efecto, poco después de su regreso, dio a conocer su trabajo,
La constitución de Nueva España y la primera constitución de México
independiente, publicada en 1925, fue ampliando su visión histórica en las
clases de historia del derecho que impartió en la Escuela Libre de Derecho,
institución fundada en 1912 y que contó entre su profesorado con los más
destacados abogados y juriconsultos del porfiriato. De esa labor de ense-
ñanza, en la que Esquivel Obregón actualizaba información y orden de la
exposición, surgieron los Apuntes para la historia del derecho en México,
publicados en cuatro gruesos volúmenes entre 1943 y 1948 y recogidos en
dos por la Editorial Porrúa, con prólogo de Julio D'Acosta y Esquivel
Obregón en 1984. Llama la atención en esta obra el manejo de la
bibliografía clásica y moderna, el uso de documentos y la amplitud del
plan. Dos terceras partes se dedican al derecho de la época novohispana,
considerando el antecedente prehispánico, y una tercera a la época
independiente, relativa a la organización política y al derecho internacional.
Hay, es cierto, una visión europeo-céntrica, hispanista y tradicionalista, que
el autor había asumido abierta y polémicamente en obras anteriores, no por
ello menos documentadas y bien organizadas. Pero, como quiera que sea,
los Apuntes siguen siendo obra ejemplar, de gran utilidad y, si bien vemos,
citada por otros muchos autores, no siempre con el reconocimiento debido.

De la obra publicada de Toribio Esquivel Obregón, dentro de la historia


del derecho habrá que destacar Hernán Cortés y el derecho internacional en
el siglo XVI (1939), que dio a conocer en unas conferencias sustentadas en
la Sociedad de Geografía y Estadística en 1934, provocando la reacción de
los antihispanistas; también la Biografía de don Francisco Javier Gamboa;
ideario político y jurídico de Nueva España en el siglo XVIII (1941), en la,
que si bien no desaparece el tono apologético, se acentúa la erudición y la
amplitud de miras del jurista historiador que fue Esquivel Obregón. En
efecto, podemos apreciar la cultura jurídica de la ¿poca a través de esta
biografía histórica, modelo e intención de obra que, por desgracia, no se
recogió y continuó en nuestro país y que urge retomar con los elementos
que tenemos a la mano.

Toribio Esquivel Obregón murió a los ochenta y dos años, el 24 de ma-


yo de 1946. Su personalidad merece diversos estudios. Algunos a los que
habrá que acercarse con lente monográfico, para valorar su erudición en el
campo de la historia jurídica y política institucional; también, por ejemplo,
la importancia de su actuación encargos públicos, pues en el de la
Secretaría de Hacienda, que ocupó por breve y en accidentado tiempo, hay,
según un conocedor de cuestiones hacendarias, aspectos bien interesantes.
Tenemos la ventaja de que, gracias al cuidado de sus descendientes, en
particular de su nieta Laura D'Acosta, se halla en el Archivo General de la
Nación un fondo Toribio Esquivel Obregón que puede consultarse. Sobre la
abundante documentación y la bibliografía que tenemos a nuestro alcance
puede llegarse a conocer una personalidad que encarna la experiencia
histórica, quizá nos permita deslindar los caminos y terrenos del
pensamiento político del porfiriato, del México revolucionario y
posrevolucionario viendo, a través de su afilada crítica, situaciones no
fáciles de esclarecer sin tomar en cuenta el tradicionalismo y las posiciones
que no han recibido la aprobación oficial de los llamados regímenes de la
Revolución Mexicana. Tenemos ya algunos trabajos en los que hay buenos
intentos de comprensión del personaje, como el Toribio Esquivel Obregón,
gran sociólogo mexicano de José Bravo Ugarte, el discurso de ingreso a la
Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid,
que pronunció Wigberto Jiménez Moreno al sucederlo en 1947 y,
recientemente, "Toribio Esquivel Obregón, Tiempo, vida y obra", de Rafael
Diego Fernández, publicado en la Revista de Investigaciones Jurídicas de
la Escuela Libre de Derecho (año 11, número 11, pp. 253-284), pero es
mucho lo que sugieren los testimonios en que la biografía y la historia se
hacen realidad indisoluble.

Andrés Lira.

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