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), la reflexología y el
1878-1958; Edward C.
rto de la tercera fuerza
l. INTRODUCCION AL
t).
rn una amplia gama de
ESTUDIO DE LA
rs y ayudantes de inves-
especial a Bill Faw, del
ingtonCollegeyaEric
HISTORIA DE LA
raron con ojo crítico el
TracyFoxworth, miem-
PSICOLOGIA
lLoyola de Chicago; su
James F. Brennan
Chicago, Illinois
trabajo teóricos. Otros (por ejemplo Watson, '1971) siguieron sus pasos, establecien- do Freud e
do un fundamento sólido del estudio académico del pasado de la psicología. que daba I
En uno de los primeros llamados al estudio de la historia de la psicología, Boring ¿Cómo cor
(1955) compara dos enfoques de la interpretación histórica. Al primero lo denomina psicoanális
la teoría del "gran hombre" o de la gran persona, en el que se hace énfasis en que los
hechos significativos de importancia histórica y social ocurren debido a los esfuerzos
de personas destacadas. Esta teoría contrasta con otra, la llamada del Zeitgeist o Referencias bibli
"espíritu de la época", la cual sostiene que las fuerzas intelectuales y sociales de un
Boring, E. C. (19501
periodo determinado crean el impulso para el progreso y producen a los individuos
Prentice-Hall.
que generan los cambios, dentro del contexto de los tiempos en que viven. Con el
Boring, E. C. (1955
científico incrustado firmemente en su marco cultural de referencia, Boring sostiene
80,10'l-106.
que el Zeitgeist puede o facilitar o impedir el progreso en relación con una etapa
Kuhn, T. (1970). Tt
particular del desarrollo científico. Así, puede haber sido el genio de Copérnico el
Chicago Presr
que vio una explicación más parsimoniosa en los datos de los antíguos, que apoya-
Skinner, B. F. (1966
ban la noción del Sol como centro del universo. O bien, podría ser que las fuerzas
Englewood C
intelectuales y sociales permitieran que un erudito, como Copérnico, desafiara al
Watson, R. l. (1921
universo geocéntrico defendido por las autorídades eclesiásticas de principios del
History of the
Renacimiento. En otras palabras, si Copérnico no hubiera actuado, el Zeitgeist
del Renacimiento hubiera producido a algún otro, más temprano que tarde.
El trabajo de esta sección está extraído de los escritos de Thomas Kuhn (1922-
1996), quien tuvo mucha influencia en la historia de la ciencia a través de su parti-
cular interpretación de la actuación del Zeitgeist en el progreso científico. En esta
lectura, tomada de su lhe Structure of Scientific Revolutions, Kuhn (1970) postula
cambios de paradigma que dan cuenta de la extensión de la ciencia para reconci-
liar nuevas observaciones. Por paradigma, Kuhn entiende un modelo que es capaz
de manejar observaciones específicas en forma coherente. Cuando surgen observa-
ciones que no encajan dentro del paradigma, éstas reciben el nombre de anomalías
y la coherencia del paradigma empieza a desmoronarse. Kuhn propone que el pro-
greso científico está apoyado por las carencias de las formas actuales de considerar
la ciencia, lo que desemboca en la búsqueda de nuevas alternativas promisorias
que, a su vez, puedan manejar las nuevas observaciones. En este extracto acerca de
"el camino de la ciencia normal", Kuhn cita ejemplos clásicos de la historia de las
ciencias para apoyar su opinión de que un paradigma determinado no logra explicar
los nuevos hallazgos y que, con el tiempo, la búsqueda encuentra otro paradigma,
mejor y más abarcador. Estos procesos de transformación, para Kuhn, son revolucio-
nes científicas. Entonces, el nuevo paradigma define una nueva visión y el ciclo
continúa.
Al leer esta selección de Kuhn, trate de responder a las síguientes preguntas.
sus pasos, establecien- do Freud estaba desarrollando su campo, ¿cuál era el contexto del tratamiento
le la psicologfa. que daba la sociedad a las enfermedades mentales hasta tiempos de Freud?
le la psicología, Boring
¿Cómo contribuyó este contexto al cambio de paradigma que desembocó en el
I primero lo denornina psícoanálisis?
räceénfasis en que los
debido a los esfuerzos
¡mada del {,piçgeis¡ o Referencias bibliográficas
uales y sociãles de'un
lucen a los individuos Boring, E. c. (1950).,4 History of Experimental psychology(2a ed.). Englewoods cliffs, NJ:
en que viven. Con el Prentice-Hall
encia, Boring sostiene Boring, E. C. (1955). Dual role of the Zeitgeist in scientific creat¡v¡ty. Scientific Monthty,
lación con una etapa 80,10't-106.
enio de Copérnico el Kuhn, T. (1970'). The structure of scientific Revolutions, 2^. ed., chicago: university of
antiguos, que apoya- Chicago Press.
'ía ser que las fuerzas Skinner, B,' t. ('1966, original '1938). The behavior of Organisms: an Experimental Analysis.
rpérnico, desafiara al Englewood Cliffs, NJ; Prentice-Hall.
cas de principios del Watson, R' l. (1971). Prescriptions as operative in the history of psychology.
Journal of the
actuado, el Zeitgeist History of the Behavorial Sciences, 2,3'11-322.
no que tarde.
Thomas Kuhn (1922-
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The Structure of ScÍentifíc los paradigmas, in
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Revolutions (1 970) que practicará már
las bases de su car
raravez suscitará ¿
4
Thomas Kuhn
A los logros que comparten estas dos características los designaré a partir de
ahora como "paradigmas", término que se relaciona estrechamente con la "ciencia nor-
mal". Al elegirlo, quiero indicar que algunos ejemplos aceptados de la práctica científi-
ca real que abarcan leyes, teorías, aplicaciones e instrumentación-,
-ejemplos
constituyen los modelos de los cuales surgen determinadas tradiciones coherentes de la
to de investigación científica. Éstas son las tradiciones que los historiadores mencionan en
capítulos como "astronomía ptolemaica" (o "copernicana"), "dinámica aristotélica" (o
"newtoniana"), "óptica corpuscular" (u "óptica ondulatoria"), etcétera. El estudio de
ntific los paradigmas, incluyendo a varios que son mucho más especializados que los men-
cionados más arriba a título de ilustración, es lo que básicamente prepara al estudiante
para formar parte como un miembro más de la comunidad científica, en particular en la
que practicará más adelante. Debido a que ahí se reúne con hombres que aprendieron
las bases de su campo a partir de los mismos modelos concretos, su práctica posterior
raravez suscitará abiertos desacuerdos por los principios. Los hombres cuya investiga-
ción está basada en paradigmas compartidos están comprometidos con las mismas re-
glas y normas para la práctica científica. Ese compromiso y el evidente consenso que
produce son requisitos de la ciencia normal, esto es, de la génesis y continuidad de una
determinada hadición de investigación.
Debido a que en este ensayo el término paradigma sustituirá con frecuencia a gran
variedad de nociones familiares, habrá que decir más acerca de las razones de su pre-
sentación. ¿Por qué el logro científico concreto, como lugar (locus) del compromiso
profesional, es anterior a los diversos conceptos, leyes, teorías y puntos de vista que se
pueden abstraer de él? ¿En qué sentido es, el paradigma compartido, una unidad funda-
;ada firmemente en uno mental para el estudiante del desarrollo científico, una unidad que no puede reducirse
la comunidad científica plenamente a componentes atómicos lógicos que puedan funcionar en su lugar? Cuan-
;u práctica ulterior. Hoy !
do los encontremos en la sección las respuestas a estas preguntas, y a otras similares,
al, en los libros de texto resultarán básicas para entender tanto la ciencia normal como su concepto asociado de
ponen el cuerpo de teo- paradigmas. Esta explicación más abstracta, sin embargo, dependerá de la exposición
; y comparan estas apli- previa a ejemplos de ciencia normal y paradigmas en operación. En particula¡ estos
rntes de que tales libros dos conceptos relacionados se esclarecerán notando que puede haber una especie de
poco, en el caso de las investigación científica sin paradigmas, o al menos sin alguno tan inequívoco y obliga-
: las ciencias cumplían torio como los mencionados más arriba. La adquisición de un paradigma y del tipo
tolomeo, los Principios de investigación más esotérica que permite es un signo de madurez en el desarrollo de
de Lavoisier y la Geo- cualquier campo científico determinado.
rvieron implícitamente Si el historiador rastrea en el tiempo el conocimiento científico de cualquier gru-
r de investigación para po seleccionado de fenómenos relacionados, es probable que encuentre alguna varia-
i compartían dos carac- ción menor de la tendencia ilustrada aquí, en el caso de la óptica fisica. Los actuales
ntes como para atraer a libros de texto de óptica les dicen a los estudiantes que la luz son fotones, es decir,
lad científica. Simultá- entidades cuánticas y mecánicas que presentan ciertas características de onda y ciertas
rido grupo de profesio- de partículas. La investigación se rcaliza conforme a esto o, más bien, conforme a la
caracterización, más elaborada y matemática, de la cual se deriva esta verbalización
común. Esa caracterizaciÍnde la luz, sin embargo, tiene apenas medio siglo de antigüe-
dad. Antes de que fuera elaborada por Planck, Einstein y otros a principios de cslc
'. ed. Chicago: University
ersity of Chicago Press. siglo, los textos de fisica enseñaban que la luz era un movimiento ondulatorio transverso,
Introducción al estudio de la historia de la psicología
se derivaba de los escri- embargo, el patrón de desarrollo que adquirió la óptica fisica después de Newton y c¡uc
x. Tampoco fue la teoría otras ciencias naturales han familiarizado hoy en día.
rfesionales de la ciencia La historia de la investigación eléctrica en la primera mitad del siglo xvrrr constituye
constituyó la Ópüca de un ejemplo más concreto y mejor conocido de la forma en que se desarrolla la ciencia
materiales. En ese tiem- antes de adquirir su primer paradigma universalmente reconocido. Durante ese periodo
rs ondulatorios no hicie- hubo casi tantas opiniones acerca de la naturaleza de la electricidad como experimentado-
en los cuerpos sólidos.l res importantes, hombres como Hauksbee, Gray, Desaguliers, Du Fay, Nollett, Watson,
fisica fueron revolucio- Franklin y otros. Todos sus diversos conceptos de electricidad tenían algo en común: se
r, mediante una revolu- derivaban en parte de una u otra versión de la filosofia mecánico-corpuscular que guiaba
izada. Sin embargo, no todas las investigaciones científicas de la época. Además, todas eran componentes de
'e\¡/ton,
y ése es el con- teorías científicas reales, de teorías que habían sido extraídas en parte de la experimenta-
antigüedad hasta el fin ción y la observación y que determinaban parcialmente la elección e interpretación de los
erca de la naturaleza de problemas adicionales emprendidos en la investigación. Sin embargo, si bien todos los
vales, la mayoría de las experimentos eran eléctricos y la mayoría de los experimentadores leían las obras de los
totélica o platónica. Un demás, sus teorías no tenían más que un parecido familiar.3
le los cuerpos materia- Uno de los primeros grupos de teorías, siguiendo la práctica del siglo xvu, consi-
:ntre el cuerpo y el ojo; deraba la generación de la atracción y la fricción como los fenómenos eléctricos funda-
medio con una emana- mentales. Este grupo tendía atÍatar a la repulsión como un efecto secundario, debido a
:iones. Cada una de las alguna especie de resonancia mecánica; también tendía a posponer lo más posible tanto
r alguna metafisica en el examen como la investigación sitemática del reciente efecto descubierto por Gray, la
s, en el particular con- conducción eléctrica. Otros "electricistas" (el término es de ellos) consideraron la atrac-
r mejor. Otras observa- ción y la repulsión como manifestaciones igualmente elementales de la electricidad y
recían como problemas modificaron sus teorías e investigaciones de acuerdo con esto. (En realidad, este grupo
es notablemente pequeño; incluso la teoría de Franklin nunca explicó la repulsión mu-
rtaciones significativas tua de dos cuerpos de carga negativa.) Pero tenían la misma dificultad que el primer
extrajo el primer para- grupo para explicar simultáneamente aun el más simple de los efectos de la conduc-
e. Cualquier definición ción. Estos efectos, sin embargo, constituyeron el punto de partida para el tercer grupo,
rtivos de esas diversas el que tendía a hablar de la electricidad como un "fluido" que podía desplazarse a través
nbres eran científicos. de conductores, más que de un "effluvium" que emanaba de los no conductores. Este
ntes de Newton llegarër grupo, a su vez, tenía dificultades para conciliar su teoría con numerosos efectos de
an científicos, el resul- atracción y repulsión. Sólo a través de los trabajos de Franklin y de sus sucesores inme-
o podía dar por hecho diatos surgió una teoría que podía explicar con igual facilidad casi todos estos efectos y
a se sentía obligado a que, por lo tanto, proporcionó a la subsecuente generación de "electricistas" un para-
,í, su opción de apoyar digma común para sus investigaciones.
no había un conjunto
de óptica se sintieran
r de los libros resultan-
3Duane Roller y Duane H. D. Roller, The Developntent
of the Concept of Electic Charge: Electricityfront
as escuelas como a la
the Greeks to Coulomb ("Harvard Case Histories in Experimental Science", caso 8, Cambridge, Massachusetts,
;reativos de la actuali- 1954); e I. B. Cohen, F¡anklin and Neu,ton: An hrquiry into Speculative Newtonian Experimental Science and
¡nificativos. No es, sin Frunklin's Work in Electricity as an Exanrple Thereof(Philadelphia, 1956), caps. vii-xii. Por algunos de los detalles
analíticos del párrafo que sigue en el texto, estoy en deuda con un trabajo aún inédito de mi alumno John L.
Heilbron. Mientras se publica, un relato algo más amplio y preciso acerca del surgimiento del paradigma de
ion, Líght and Colours (Lon- Franklin está contenido en T. S. Kuhn, "The Function of Dogma in Scientific Research", en A. C. Crombie (ed.),
"SymposiumontheHistoryofScience,UniversityofOxfor(July9-15, l96l",queserápublicadoporHeinemann
Educational Books, Ltd.
I
8 Introducción al estudio de la historia de la psicología
Excluyendo los campos en que los primeros paradigmas datan de la prehistoria, las herramientas pa
como las matemáticas y la astronomía, así como aquellos que surgen de la división y
cripciones como la
recombinación de especialidades ya actuales, como la bioquímica, la situación delineada (o por enfriamiento
anteriormente es históricamente típica. Aunque implica que siga empleando la infortu-
sionalmente, como
nada simplificación que etiqueta un amplio episodio histórico con un solo nombre elegi-
los hechos recabad
do un poco al arbitrio þor ejemplo, Newton o Franklin), yo propongo que similares claridad suficiente
desacuerdos fundamentales caracterizaron, por ejemplo, el estudio del movimiento antes
Ésta es la situ¡
deAristóteles y de la esøtica antes deArquímedes, el estudio del calor antes de Black, de del desarrollo de la
la química antes de Boyle y de Boerhaave, y de la geología histórica antes de Hutton. En por lo menos algúr
algunas partes de la biología ---+l estudio de la herencia, por ejemplo-. los primeros
das, que permitan I
paradigmas universalmente aceptados son aún más recientes; y sigue estando a debate
está ya implícito el
qué partes de las ciencias sociales han adquirido tales paradigmas. La historia indica que
que "simples hechc
el camino a un consenso de investigación firme es extraordinariamente arduo.
ca actual, por otra
La historia también revela, sin embargo, algunas razones de las dificultades en- entonces, que en I
contradas en ese camino. A falta de un paradigma o de un candidato a serlo, es probable
hombres, enfrenta<
que todos los hechos que pudieran concernir al desarrollo de una ciencia dada sean
mismos fenómenor
considerados igualmente relevantes. Como resultado, la recolección inicial de datos es que es sorprendent
una actividad mucho más aleatoria que la que hace familiar el posterior desarrollo cien-
es que tales divergr
tífico. Aún más, a falta de una razón para buscar cierta forma determinada de informa- Desaparecen
ción recóndita, la recolección inicial de datos por lo general está restringida al cúmulo Aún más, su desap
de datos que ya esta a la mano. El depósito resultante de hechos contiene aquéllos las preparadigmáti
accesibles a la observación casual y a la experimentación, junto con algunos de los
hace énfasis sólo
datos más esotéricos recuperables de oficios establecidos, como la medicina, la ela-
extenso e incipient
boración de calendarios y la metalurgia. Debido a que esos oficios ya son una fuente por tanto, pusieron
accesible de hechos, que no podrían ser descubiertos casualmente, en muchos casos la gidos por su creenr
tecnología ha desempeñado un papel vital en el surgimiento de nuevas ciencias. y repulsión, muchr
Pero aunque este tipo de recolección de datos ha sido esencial para el surgimiento
fruto inmediato dr
de muchas ciencias significativas, cualquiera que examine, por ejemplo, los enciclopé-
hubiera sido descr"
dicos escritos de Plinio o las historias naturales de Bacon del siglo xvlr, descubrirá que azar, pero que de I
éstos nos confunden. Podríamos dudar un poco en llamar científica a la literatura resul-
dores a principios
tante de ellos. Las "historias" de Bacon acerca del calor, el colo¡ el viento, la minería,
nes eléctricas, Frz
etcétera, están llenas de información, parte de ella abstrusa. Pero yuxtaponen datos que y, llegado el caso, '
después resultarán reveladores (por ejemplo, calentamiento por mezcla) con otros (por
tituyó el más efec
ejemplo, el calor de un montón de estiércol) que por un tiempo seguirán siendo dema- bien un paradigma
siado complejos para integrarlos en cualquier teoría.a Además, ya que toda descripción
sión eléctrica.8 Pat
debe ser parcial, la típica historia natural con frecuencia omite, en sus relatos
inmensamente circunstanciales, precisamente aquellos detalles en que los científicos
posteriores descubrirán una fuente de importante ilustración. Casi ninguna de las pri-
meras "historias" de la electricidad, por ejemplo, menciona que la paja desmenvzada, 5Roller y Roller,,
atraída a una varilla de vidrio frotada, es repelida. Ese efecto parecía mecánico, no los efectos repulsivos ob
eléctrico5. Aún más, ya que el recolector informal de datos raravezposee el tiempo o 6Bacon, op. cit.,
¡
datan de la prehistoria,
las herramientas para ser crítico, las historias naturales muchas veces yuxtaponen des-
surgen de la división y
cripciones como las anteriores con otras, digamos, el calentamiento por antiperistasis
ra, la sifuación delineada
(o por enfriamiento) que ahora somos bastante incapaces de confirmar.ó Sólo muy oca-
a empleando la infornl-
sionalmente, como en los casos de la antigua estática, dinámica y óptica geométrica,
rn un solo nombre elegi-
los hechos recabados con tan poca orientación de una teoría establecida hablan con la
propongo que similares
claridad suficiente para permitir el surgimiento de su primer paradigma.
io del movimiento antes
Esta es la situación que crea la característica de las escuelas de las primeras etapas
calor antes de Black, de
del desarrollo de la ciencia. Ninguna historia natural puede interpretarse en ausencia de
rica antes de Hutton. En
por lo menos algún cuerpo implícito de creencias teóricas y metodológicas entreteji-
:jemplo- los primeros das, que permitan la selección, la evaluación y la crítica. Si ese cuerpo de creencias no
sigue estando a debate
está ya implícito en la recolección de hechos --€n cuyo caso está a la mano algo más
s. La historia indica que
que "simples hechos"- debe ser suministrado desde afuera, quizá por alguna metafisi-
rmente arduo.
ca actual, por otra ciencia o por un accidente personal o histórico. No es de extrañar,
de las dificultades en-
entonces, que en las primeras etapas del desarrollo de cualquier ciencia, diferentes
lato a serlo, es probable
hombres, enfrentados al mismo rango de fenómenos, aunque generalmente no a los
una ciencia dada sean
mismos fenómenos particulares, los describan e interpreten cada uno a su manera. Lo
ción inicial de datos es
que es sorprendente,y quizâ único en su grado en los campos que llamamos ciencia,
rsterior desarrollo cien-
es que tales divergencias iniciales lleguen a desaparecer en gran medida.
:terminada de informa-
Desaparecen en grado considerable y después, al parecer, en forma definitiva.
á restringida al cúmulo
Aún más, su desaparición por lo general es causada por el triunfo de una de las escue-
:hos contiene aquéllos
las preparadigmáticas que, debido a sus características creencias y preconcepciones,
rto con algunos de los
hace énfasis sólo en una parte del cúmulo de información que resulta demasiado
ro la medicina, la ela-
extenso e incipiente. Esos electricistas que pensaban que la electricidad era un fluido y,
cios ya son una fuente
por tanto, pusieron énfasis en su conducción, constituyen un excelente ejemplo. Diri-
rte, en muchos casos la
gidos por su creencia, que dificilmente podría habérselas con los efectos de atracción
nuevas ciencias.
y repulsión, muchos de ellos concibieron la idea de embotellar el fluido eléctrico. Ei
;ial para el surgimiento
fruto inmediato de esos esfuerzos fue la botella de Leyden, dispositivo que nunca
jemplo, los enciclopé-
hubiera sido descubierto por alguien que explorara la naturaleza informalmente o al
;lo xvrr, descubrirá que azar,pero que de hecho fue desarrollado en forma independiente por dos investiga-
ica ala literatura resul-
dores a principios de la década de 1740.1 Casi desde el principio de sus investigacio-
:,el viento, la minería,
nes eléctricas, Franklin estaba particularmente interesado en explicar ese extraño
yuxtaponen datos que
y, llegado el caso, especialmente revelador aparato especial. Su éxito al hacerlo cons-
mezcla) con otros (por
tituyó el más efectivo de lod argumentos que hicieron de su teoría un paradigma, si
;eguirán siendo dema-
bien un paradigma que todavía no podía explicar todos los casos conocidos de repul-
a que toda descripción
sión eléctrica.8 Para ser aceptada como paradigma, una teoría debe parecer mejor que
lmite, en sus relatos
en que los científicos
rsi ninguna de las pri-
la paja desmenuzada, 5Roller y Roller, op. cít.,pp. 14,22,28 y 43. Sólo después del trabajo registrado en la última de estas citas
parecia mecánico, no los efectos repulsivos obtuvieron reconocimiento general como inequívocamente eléctricos.
vez posee el tiempo o 6Bacon, op. cit., pp. 235,337, dice: "El agua ligeramente caliente se congela más fácil que la definitiva-
mente fría." Un relato parcial de la historia primitiva de esta extraña observación se encuentra en Marshall Clagott,
Giovanni Merliani and Late Medieval Plrysics (NuevaYork, l94l), cap. iv.
TRoller y Roller, op. cir., pp. 5 I -54.
de Bacon, Vol. VIII de Ii¿ 8El problemático caso fue la repulsión mutua de cuerpos con carga negativa, para el cual véasc Cohcrr, ,,¡,
)),pp. 179-203.
cit., pp. 491-494, 53 l -543.
I
l0 Inlroducción al estudio de la historia de la psicología
sus competidoras, pero no necesita explicar, ni nunca ha tenido que hacerlo, todos los la medicina, la tecnol
hechos a los cuales puede enfrentarse. social externa), la crea
Lo que la teoría de la electricidad como fluido hizo para el subgrupo que la soste- de especialistas Y la ¡
nía, el paradigma de Franklin lo hizo posteriormente para todo el grupo de electricistas. general han ido asocia
Sugeríä qué experimentos valía la pena realízar y cuáles no, por estar dirigidos a mani- menos éste fue el car
fesiaciones secundarias o abiertamente complejas de la electricidad. Pero sólo el para- institucionalizada de
digma cumplió su función con mucha mayor eficacia, en parte debido a que el fin del que la parafernalia de
debate entre las escuelas acabó con la constante reiteración de los fundamentos y en El hecho de que
parte debido a que la confianza de estar en el camino correcto animó a los científicos a consecuencias. Cuanc
èmprender trabajos más precisos, esotéricos y agotadores.e Liberado de la preocupa- sus obras imPortantes
ción por cualquiera y por todos los fenómenos eléctricos, el grupo unido de electricis- desde los primeros P
tu. pudo dediõarse a fenómenos elegidos con mucho mayor detalle, diseñando equipo puede dejarse al escr
espècial para estas tareas y empleándolo con más empeño y sistema del que los electri- científico creativo Pu'
ciitas hu-bieran tenido antes. Tanto la recolección de datos como la articulación de la se exclusivamente etr
teoría se convirtieron en actividades altamente dirigidas. La eficacia y la eficiencia de que conciernen a stl
las investigaciones eléctricas aumentaron en consecuencia, ofreciendo pruebas para empezarína cambiar
una versión social del agudo dicho metodológico de Francis Bacon: "La verdad surge yos productos finales
más fácilmente del error que de la confusión."ro investigaciones Ya nc
En la siguiente sección examinaremos la naturaleza de esta investigación alta- on ElectricitY de Fra
mente dirigida o basada en un paradigma, pero primero debemos señalar brevemente pudiera estar interesa
cómo el surgimiento de un paradigma afecta la estructura del grupo que practica ese aparecerán como bre
campo. Cuando en el desarrollo de una ciencia natural, un individuo o un grupo produ- bres de quien Puede
.. pòr primera vez una síntesis capaz de atraer a la mayoría de los practicantes de la demuestren ser los ú
siguiente generación, las escuelas más viejas desaparecen de manera gradual' Su des- En las ciencias
aparición ãs causada, en parte, por la conversión de sus miembros al nuevo paradigma. pectivas acerca de un
Pero siempre hay hombres que se aferran a una u otra de las viejas opiniones y simple- obra tiene más Posibi
mente son descartados de la profesión, la cual a partir de allí ignora su trabajo. El nuevo las primeras etaPas d'
paradigma implica una nueva y más rígida definición del campo. Quienes no están libro posee comúnm
ãirprritos o nõ pueden ajustar su trabajo a él deben continuar en aislamiento o adherir- teniendo en otros car
se ã algún otro grupo.rr Históricamente, a menudo se han quedado sólo en los departa- sin el artículo, comr
mentoi de filosofîa donde se han incubado tantas de las ciencias específicas. Esta profesionalización si
indicación apunta a que, en ocasiones, es simplemente el alcanzar un paradigma lo que avances leyendo los i
transforma en profesión, o por lo menos en disciplina, a un grupo interesado meramen-
te en el estudio de la naturaleza.Enlas ciencias (aunque no en todos los campos, como
¡rLa historia de la e
r2l-os acontecimientos posteriores a Franklin incluyen una notable reducción en la sensibilidad de los detec- 1. Platón hace
tores de carga, las primeras técnicas confiables y de difusión general para medir la carga, la evolución del concepto do de la nar
de capacidad y su relación con una recién refinada noción de tensión eléctrica y la cuantificación de la fuerza dos en el fo
electrostática. Acerca de todo esto, véase Roller y Roller, op. cit., pp. 66-81; W C. Walker, "The Detection and 2. ¿Qué tiPo d
Estimation of Electric Charges in the Eighteenth Cenury", Annals of Science,l(1936),66-100, y Edmund Hoppe, cimientos e
Geshichte der Elektizitdt (Leipzig, I 884), parte I, caps. iii-iv.
iertaciones dejaron de ser
ca, las investigaciones em-
edia y recuperaron la inte-
II. PERSPECTIVAS
uando un nuevo paradigma
redioevo. Las investigacio-
CLASICAS EN
es de fines del siglo xvrrr y
Je ser accesibles al público
len detectarse transiciones
PSICOLOGIA
ilgunas partes de las cien-
se ha vuelto costumbre, y
rl científico profesional de
relación esencial entre esa
n en la sensibilidad de los dctec- 1. Platón hace un relato para transmitirle una lección al lector. ¿Cuál es el signifi<'a-
carga, la evolución del concepto do de la narración de Platón acerca del mundo visto por los hombres ellcark'rr;r-
y la cuantificación de la fuerza dos en el fondo de la caverna?
C. Walker, "The Detection and
2. ¿Qué tipo de conocimiento del mundo pueden tener estos hombres, si sus cono-
)36),66-100, y Edmund Hoppe,
cimientos están restringidos por la forma en que ven el mundo?
l.l
r
14 Perspectivas clásicas en psicología
3. Dada la opinión que tenía Platón sobre el conocimiento sensorial, ¿qué le ocurre fundamento Para nuesl
a la ciencia basada en la observación? sales. Esta relación cor
porales, no su oPosicir
Aristóteles se alejó del rechazo de su maestro contra el conocimiento sensorial en la observación. Un
y rescató el lugar de las sensaciones en la adquisición de conocimiento, proponien- metodología de Santo
do que los sentidos son extensiones del alma; son inseparables. Las enseñanzas de y después se agotan v
Aristóteles sobre psicología están contenidas en su libro De anima, reconstruido a falsedad de la ProPuet
partir de notas que se cree fueron escritas alrededor del 330 a.C. En el primer renglón Tomás concebir a la Pc
de este extracto de De anima, Aristóteles establece el contexto de su creencia en el el intelecto interactúa
poder de las observaciones sensoriales. En efecto, el argumento de Aristóteles forma También en este
la justificación de la ciencía empírica, la cual él defendió con convicción. Si nuestros paración entre Platón
sentidos no son confiables, no podemos aprender del mundo externo y natural en San Agustín Y Santo T<
una forma que produzca consenso entre otros observadores.
Es interesante plantear preguntas similares de Aristóteles acerca de su epistemo- 1. Dada la oPinió
logía o teoría del conocimiento, en especial aplicada a las ciencias: a través de los
conocimiento
1. ¿Qué tipo de conocimiento del mundo podemos tener basándonos en informa- 2. ¿Puede existir
I
Santo Tomás de Aquino, al igual que Aristóteles, rescata el mundo del conoci-
miento sensorial, reconociendo la dependencia del intelecto en la información de
los sentidos. En este extracto de su monumental Surnma theologiae, establecida en su
forma final hacia 1 272, Sanlo Tomás de Aquino empieza delineando ocho propues-
tas que rompen con la noción platónica de realidad distorsionada o "fantasma", que
es ilusoria. Aquí se reproducen sólo cuatro de los primeros cinco artículos. En los
artículos 4 y 5, vemos que Santo Tomás se basa en el conocimiento sensorial como
Perspectivas clósicas en psicología 15
l sensorial, ¿qué le ocurre fundamento para nuestro conocimiento de los principios generales, llamados univer-
sales. Esta relación complementaria de la extensión del alma hacia los sentidos cor-
porales, no su oposición, sienta las bases para la aceptación del empirismo basado
conoci m iento sensorial en la observación. Un punto secundario que hay que notar en este fragmento es la
,nocimiento, proponien-
metodología de Santo Tomás: se plantea una propuesta inicial en forma de pregunta
bles. Las enseñanzas de y después se agotan varias posibilidades para conducir al lector hacia la verdad o
e anima, reconstruido a falsedad de la propuesta. El fundamento lógico de este método le permitió a Santo
r.C. En el primer renglón Tomás concebir a la persona como una unidad esencial de cuerpo y alma, por lo que
xto de su creencia en el el intelecto interactúa con el ambiente natural a través de los sentidos.
nto de Aristóteles forma También en este caso/ como las preguntas contrastantes planteadas en la com-
r convicción. Si nuestros paración entre Platón y Aristóteles, podemos establecer un paralelismo similar entre
Co externo y natural en San Agustín y Santo Tomás:
; acerca de su epistemo-
1. Dada la opinión de Santo Tomás acerca del cuerpo y de la información derivada
iencias: a través de los sentidos, ¿cuál es la relación entre este tipo de información y el
conocimiento intelectual superior?
basándonos en informa- 2. ¿Puede existir la ciencia, tal como la entendemos, en la psicología de Santo To-
más?
sensorial, ¿qué le ocurre 3. El estilo de Santo Tomás es un poco insólito para las normas actuales: plantea
nterpretación? preguntas y después trata de abordar todas las objeciones a esas preguntas. ¿A
qué estilo de argumentación en el debate contemporáneo se parece esto?
'ráneo entre Aristóteles
smo y su difusión más
)ce compartir la visión
Referencias bibl iográficas
iones a un nivel imper-
J.C., San Agustín expo- santo Tomás de Aquino. (1948, original ca. 1272.) summa theologiae. En A. C. pegis
ial queda relegado a un (ed.), lntroduction to saint Thomas Aquinas. Nueva york: The Modern Library, pre-
rás: define a la persona gunta LXXXV. The mode and order of understanding, 400-405 , 4Og-416.
lcima del mundo de la Aristóteles. (1 941, original ca. 330 a.c.) De anima. En R. McKeon (ed.), J. A. Smith (trad.)
. Así, para San Agustín, The Basic works of Aristotle. Nueva York: Random House, Libro ll, cap. 2 (second
s no sólo ha de tratarse definition of the soul), 557-559; cap. 3 (The faculties of the soul), 559-560; cap. 5
trse por malo. (Sense-perception) 564-566.
san Agustín. (1948, original ca. 400.) The confessions. En w. J. oates (ed.) Basic writings
of Saint Augusfrne. Nueva York: Random House, caps. ix-xii, 122-127.
tanto, de la información Platón. (1974, original ca. 3B0 a.c.) Libro Vlt. srory of the Cave. En G. M. A. Grube (trad.)
ipo de información y el Plato's republic. lndianapolis: Hackett publishing Co., "l 6g-177.
-Si
pudieran cor
bras son las cosas realer
Vll . "Historia de la caverna" -¿Qué
Cuando
pasaría si
hablara alguno
-Figúrate
objetos, de tal modo, que éstos sobresalen de la valla: estatuas de personas, reproduc- los objetos del cielo, y e
ciones de animales en madera o piedra de toda guisa, y que, como es muy probable, y de la luna más fácilrr
algunos de estos porteadores hablan mientras otros guardan silencio. una extraña
finalr
-Es -Después,
lugar extraño, sino el sc
imagen, y unos extraños prisioneros.
ría ser.
rEstas sombras de sí n
Platón (ca. 380 a.C., 1974). Extractos del Libro VII. Historia de la caverna. En G.M.A. Grube
(trad.) Platob republic.Indianápolis: Hackett Publishing Co, 168-177. Reimpreso con autori- igual que sus semejantes hon
intensidad de la imagen; pero
zaciôn de Hackett Publishing Co., Inc.
simbólico. Lo que importa es
16
son como nosotros ¿Crees, en primer lugar, que tales hombres
podrían-Ellos
ver algo de sí mismos y de-düe.
los demás' salvo las sombras que el fuego arroja en
la pared de la caverna que está frente a ellos? podrían ver, si deben mantener
fija la cabeza toda su vida? -¿cómo
no es igualmente cierto esto de los objetos cargados a lo largo del muro?
-¿Y
,ibro -Lo
es.
-Si
pudieran conversar entre ellos, ¿no crees que considerarían que esas som-
bras son las cosas reales?
verna" -¿Qué
pasaría si su -Necesariamente.
prisión tuviera un eco que les llegara desde enfrente de ellos?
cuando hablara alguno de los porteadores que pasa detrás de ellos, ¿no pensarían que
l0 a.C.) es la sombra que tienen enfrente la que está hablando? ¿Estás de acuerdo?
que lo estoy!
general, pues
-¡Por
Zeus,
de esto, él reflexionaría que es el sol el que produce las estaciones y humanos, y que sus
-Después
los años, que rige todo lo que hay en el mundo visible y también, de alguna manera, es tiempo, pues esto es
la causa de las otras cosas que él veía. claro que ésa sería la siguiente etapa. es muy posible.
-Es
sucedería luego? Cuando recordara el primer lugar de su vivienda, de la más
-¿Qué
sabiduría que allí había y de sus compañeros prisioneros, ¿no se consideraría feliz por
-Aún de la ,
las maldades
-
el cambio y se compadecería de los otros? forma extraña y par(
-Ciertamente.
si los hombres de abajo se entregaran a alabanzas y honores entre sí, y re- de que se habitue lo
-Y
compensas para el hombre que viera con mayor claridad las sombras que pasan frente a en el tribunal o en a
ellos, y a quien pudiera recordar mejor cuál venía primero y cuál después, y cuáles que son sombras, y
venían juntas y por ese modo profetizar el futuro, ¿crees que nuestro hombre tendría estas cosas quienes
deseos de esas recompensas y envidiaría a quienes fueran honrados y tuvieran el poder
-Cualquiera
confundirse en dos
entre los prisioneros? ¿O sentiría, como dijo Homero, que ciertamente él preferiría ser
el "siervo de otro hombre sin posesiones en la tierra"2 y soportar cualquier sufrimiento, cuando se va de la o
en lugar de compartir sus opiniones y vivir como ellos?
-Claro
que dtjo é1. sí- -
alma, siempre que (
Creo que preferiría padecer cualquier cosa. razón, sino conside¡
también en esto dije-. Si este hombre descendiera de nue- no estar adaptada, c
vo a -Reflexiona -le
la caverna y se volviera a sentar en el mismo asiento, ¿no estarían sus ojos llena de un deslumt
llenos de oscuridad, después de venir tan súbitamente de la luz del día? vida y experiencia,
mente que sí.
-Cierta- sería menos ridículi
si tuviera que discutir de nuevo sobre esas sombras con aquellos que siguie- rior. que dicer
-Y -Lo
ron prisioneros mientras su vista siguiera afectada y sus ojos no se hubieran acostum-
-Entonces -
brado, el tiempo de ese ajuste no sería corto-, ¿no quedaría él en ridículo? ¿No esto al respecto, es
-y
dirían los demás que regresó de su viaje hacia arriba con la vista dañada y que ni dicen que el conoc
siquiera valía la pena tratar de viajar hacia arriba? Y en cuanto al hombre que tratara de como al dar vista a
liberarlos y de conducirlos hacia la altura, si de algún modo pudieran ponerle las manos arg
-Nuestro
el órgano con el qu
encima y matarlo, ciertamente lo harían. verdad que sí.
esta imagen, mi querido -Es
Glaucón dije-, debe relacionarse con lo como si no fuera po
-Toda
que antes -le
hemos dicho. El ámbito de lo visible debe compararse con la morada en la así, uno tiene que vc
prisión, y la hoguera de adentro, con el poder del sol. Si interpretas lajornada hacia soportar la contemP
arriba y la contemplación de las cosas del mundo superior como lajornada de elevación decimos que es Dio
del alma hacia el dominio de lo inteligible, comprenderás lo que he estado especulando educacir
desde que me pusiste atención. Sólo Dios sabe si es cierto o no, pero es así como yo lo
-La
conocimiento de cd
veo, esto es, que en el mundo inteligible, la Forma de Dios es lo último que puede verse, es el arte de darle
y eso con dificultad; cuando se le ve, todos deben reconocer en ella la causa de todo lo dirigida al camino ,
que es justo y bello, de haber producido en el mundo visible tanto la luz como las ción. mu:
-Parece
fuentes de luz, mientras que en el mundo inteligible es en sí misma la que produce y las
-Ahora,
del cuerpo (en real
controla la verdad y la inteligencia, y quien actúa con inteligencia, en público o en
privado, debe verla. tu opinión tanto como me es posible. hábito y la práctica
-Comparto
ven y comparte conmigo también este pensamiento: no te sorprenda divino, al parecer, c
-Entonces,
que quienes han alcanzado este punto no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos que está dirigida, s
bres de los que se
pequeña alma exan
no es inferior, pero
'?Odisea I l, 489-490, donde Aquiles le dice a Ulises, en la visita de éste al inframundo,
que él preferiría ser
agudeza mire, may
el sirviente de un pobre en la tierra que rey entre los muertos.
Platón l9
produce las estaciones y humanos, y que sus almas siempre se estén impulsando hacia arriba para pasar allí su
én, de alguna manera, es tiempo, pues esto es lo natural, si las cosas son como lo indica nuestra parábola.
a la siguiente etapa. es muy posible. -Eso
gar de su vivienda, de la más drje-, ¿crees que sea sorprendente que cualquiera que regrese a
se consideraría feliz por las maldades -le
-Aún de la vida humana desde la contemplación de lo divino se comporte en
forma extrañay parezcaridículo, mientras sus ojos están todavía deslumbrados, y antes
y honores entre sí, y re- de que se habitue lo necesario a la obscuridad que lo rodea, si se ve obligado a discutir
mbras que pasan frente a en el tribunal o en algún otro lado sobre las sombras de la justicia o los objetos de los
r cuál después, y cuáles que son sombras, y conducir la discusión sobre de éstas en la forma en que entienden
nuestro hombre tendría estas cosas quienes nunca han visto a la Justicia en sí? es nada sorprendente.
:ados y tuvieran el poder que tenga inteligencia dije- -No
recordará que los ojos pueden
lamente él preferiría ser -Cualquiera
confundirse -le
en dos formas y por dos causas, cuando se viene de la luz a la oscuridad y
ar cualquier sufrimiento, cuando se va de la oscuridad alaluz. Si nos damos cuenta de que lo mismo se aplica al
laro que sí- dijo é1. alma, siempre que el vea a un alma perturbada e incapaz de ver nada, no se reirá sin
- razón, sino considerará si ha venido de una vida más luminosa y ahora está opacada por
bre descendiera de nue- no estar adaptada, o si ha venido de una mayor ignorancia hacia una mayor luz, y está
r, ¿no estarían sus ojos llena de un deslumbramiento luminoso. Él consideraría lo segundo una felicidad en su
r luz del día? vida y experiencia, y en el primero lo compadecería. Y si quisiera reírse de é1, su risa
-Cierta- sería menos ridícula que si se riera de un alma que hubiera descendido de la luz supe-
con aquellos que siguie- rior. que dices es muy razonable.
ro se hubieran acostum- -Lo dije-, si estas cosas son ciertas, debemos pensar algo como
laria él en ridículo? ¿No -Entonces -le
esto al respecto, es decir, que la educación no es lo que algunos declaran que es; ellos
l vista dañada y que ni dicen que el conocimiento no está presente en el alma y que ellos lo ponen en ella,
al hombre que tratara de como al dar vista a unos ojos ciegos. eso es lo que dicen.
lieran ponerle las manos argumento actual -Ciertamente
drje-, muestra que la capacidad de aprender y
-Nuestro
el órgano -le
con el que lo hacemos están presentes en el alma de todas las personas. Es
lebe relacionarse con lo como si no fuera posible volver la vista de la oscuridad ala luz sin volver todo el cuerpo;
ruse con la morada en la así, uno tiene que volver toda el alma del mundo de las transformaciones hasta que pueda
rpretas la jornada hacia soportar la contemplación de la realidad, y la más brillante de las realidades, que nosotros
r lajornada de elevación decimos que es Dios.
e he estado especulando educación,-Sí.
pues, es el arte de hacer precisamente esto, de dar esta vuelta, el
), pero es así como yo lo
-La
conocimiento de cómo el alma puede voltearse con la máxima facilidad y eficacia; no
último que puede verse, es el arte de darle al alma la capacidad de la vista; el alma ya la tiene, pero no está
r ella la causa de todo lo dirigida al camino correcto o a donde debería. Esto es lo que tiene que hacer la educa-
e tanto la luz como las ción. muy probable.
nisma la que produce y -Parece las otras llamadas virtr¡des del
alma parecen estar muy próximas a las
gencia, en público o en -Ahora,
del cuerpo (en realidad, no existen con anterioridad y éstas se desarrollan mediante el
posible. hábito y la práctica), pero la virtr¡d de la inteligencia pertenece sobre todo a algo más
rmiento: no te sorprenda divino, al parecer, que nunca pierde su capacidad sino que, de acuerdo con el camino al
ccuparse de los asuntos que está dirigida, se vuelve útil y benéfica o inútil y dañina. ¿Has notado, en los hom-
bres de los que se dice que son malvados pero listos, la forma tan aguda en que su
pequeña alma examina las cosas hacia las que dirige su atención? Su capacidad de vcr
nfiamundo, que él preferiría ser
no es inferior, pero está obligada a servir a fines malvados, por lo que, cuanta con más
agudeza mire, mayor maldad realizarâ. es.
-Así
7
si un alma de este tipo ha sido disciplinada desde la infancia y se le han deben descender Para vi
-Empero,
eliminado esas excrecencias que pertenecen al mundo de las transformaciones y al que se do ustedes se acostumb
ha fijado mediante fiestas, glotonería y placeres similares, y que como plomo arrastra al sabrifur qué es cada imag
alma a mirar hacia abajo; si, habiéndose deshecho de todo esto, tornara a mirar las cosas cosas bellas, justas Y but
que son ciertas, entonces, la misma alma del mismo hombre vería éstas con la misma gobernada como una rea
agadezacomo ve las cosas hacia las que ahora está dirigido. es muy probable. ciudades estan ahora gol
más, no es sólo probable, efectivamente; eso se
-Eso
desprende en forma inevi- contra otros Por goberna
table -Aún
de lo queda dicho, que el hombre basto que no tiene experiencia de la verdad en la que los posibles gol
jamás gobernaría una ciudad a satisfacción, como tampoco lo harían aquellos a los que gobernada y estará libn
se les ha permitido pasar toda su vida en el proceso de educarse a sí mismos; el primero tipo opuesto estará gobc
fracasaría porque no tiene ningún objetivo al cual dirigir todas sus acciones, públicas o que aqu
privadas; los segundos, porque se rehusarían a actuar, pensando que, mientras viven, -¿Crees
compartir las faenas de
están establecidos en las lejanas islas de los bienaventurados. cierto' parte de su tiemPo cott
dije-, nuestra tarea como fundadores es
-Es
exigir a las mejores natu- No Pueden
-Entonces -le
ralezasque alcancen el estudio del que ya hemos dicho es el más importante, ver a Dios y
-
bresjustos, Pero cada u
seguir la jornada hacia arriba. Cuando hayan culminado su viaje y hayan visto lo suficien- actitud contraria de la
te, entonces no debemos permitirles hacer lo que ahora se les concede. es eso? son las cos
y
allí negarse a volver a descender con los -¿Cómo
prisioneros de la cueva, -Así
gobernantes una form¿
-Quedarse
tanto para compartir sus faenas como sus honores, ya sea que éstas tengan mucho o una ciudad bien gober
poco valor.3 sino en la riqueza que
---dljo é1, ¿les causaríamos una injusticia haciéndoles llevar una vida Si los mendigos asPira
-Entonces
peor cuando podrían llevar una mejor? ellos habrá de derivarl
nuevo olvidas, mi amigo repuse-, que no es interés de la ley hacer a un entonces se Pelea Por'
-De
grupo de la ciudad notoriamente feliz,-le
sino aspirar a difundir la felicidad por toda la y también a la ciudad.
ciudad, armonizando a los unos con los offos, ya sea por persuasión o por la fuerza,y nomb
los demás los beneficios que cada grupo puede aportar a la comu- fia,
-¿Puedes
que desdeñe los c¿
hacerles compartir con
nidad. La ley no ha hecho hombres de este tipo en la ciudad para permitir que cada uno segurament'
vaya en la dirección que desee, sino para mantener unida a la ciudad. razón, lo -Y
lo. De otro modo, los
-Tienes qué otros hr
había olvidado.
entonces, Glaucón, que no estaríamos cometiendo una injusticia con
-¿A
el mejor conocimiento
-Considera
aquellos que se hubieran vuelto filósofos en nuesfa ciudad, y que es justo lo que les ømbién conocen hono
diríamos cuando los obligáramos a cuidar y vigilar a los demás. Pues nosotros les diría- que
-¿Quieres
mos: 'Aquellos que se han vuelto filósofos en otras ciudades tienen justificación para no dad, y cómo uno de
compartir las faenas de la ciudad, pues han crecido en la filosofia por sus propios medios, ascendido del inframt
en conta de la voluntad del gobierno de cada una de esas ciudades, y es correcto que, lo no es asu
que haya crecido por sus propios medios, ya que no está en deuda con nadie por su
-Esto
clase de día que es no
cultivo, no se incline a pagarle a nadie. Pero a ustedes los hemos hecho en nuestra ciudad 1o que decimos que er
reyes y dirigentes de la colmena, por decirlo así, tanto para beneficio de ustedes como
para el del resto de la ciudad; ustedes tienen una educación mejor y más completa que los
demás y están mejor capacitados para compartir ambos tipos de vida. Por lo tanto, ustedes
aUn dicho
Provcrbia
Después, en el espacio entre
al grito de "noche o día" (rró
rPlatôn, en efecto, requiere que su filósofo regrese a la caverna pâra ayudar a los menos afortunâdos, pero
o negro cayera hacia arriba,
sólo como un deber, no porque ame a su prójimo ni por obtener alguna satisfacción emocional con esta ayudâ. expresión "lanzar una monc
PIatón 2l
lesde la infancia y se le han tlcben descender para vivir con otros hombres y acostumbrarse a ver en la oscuridad. Cuan-
'ansformaciones y al que se
tkr ustedes se acostumbren, verán infinitamente mejor que los moradores de allá abajo;
lue como plomo arrastra al sabnin qué es cada imagen y de qué esta hecha una imagen, pues han visto la verdad de las
o, tornara a mirar las cosas cosas bellas, justas y buenas, y así, tanto para ustedes como para nosotros, la ciudad estará
¡ vería éstas con la misma gobernada como una realidad que despierta y no como en r¡n sueño, como la mayoría de las
es muy probable. ciudades es!án ahora gobernadas por hombres que luchan con sombras y se esfuerzan unos
-Eso
desprende en forma inevi- contra ofros porgobernar, como si eso fuera algo bueno." Pues ésta es la verdad: una ciudad
experiencia de la verdad cn la que los posibles gobernantes al menos se inclinan a la regla, por necesidad estará mejor
oharían aquellos a los que gobcrnada y estará libre de pugnas civiles, mientras que una ciudad con gobernantes del
'se a sí
mismos; el primero ti¡ro opuesto estará gobernada en la forma contraria. es así.
m sus acciones, públicas o -Ciertamente
que aquellos a los que hemos nutrido nos desobedecerán y se negarán a
ando que, mientras viven, -¿Crees
compartir las faenas de la ciudad" cada grupo a su vez, aunque pudieran pasar la mayor
;. cierto. de su tiempo conviviendo entre sí en una atmósfera pura?
-Es
exigir a las mejores
¡larte
rs natu- No pueden él-, pues les estaríamos dando órdenes justas a hom-
ás importante, ver a Dios y -respondió
blcs justos, pero cada uno de ellos ciertamente asumiría el mando como algo inevitable,
e y hayan visto lo suficien- ¡rctitud contraria de la de los actuales gobernantes de todas las ciudades.
:oncede. es eso? son las cosas, mi amigo dije-. Si puedes encontrar para los posibles
-¿Cómo
s prisioneros de la cueva, -Así
¡lobcrnantes una forma de vida que sea mejor -le
que la de gobernar, entonces habrá para ti
¡ue éstas tengan mucho o rrna ciudad bien gobernada. Sólo en esa ciudad regirá realmente el rico, no rico en oro
sillo en la riqueza que debe poseer el hombre feliz, una vida con bondad e inteligencia.
aciéndoles llevar una vida Si los mendigos aspiran a que los bienes privados se vuelvan públicos, pensando que de
cllos habrá de derivarse su bienestar, no puede existir la ciudad bien gobernada, pues
interés de la ley hacer a un crìtonces se pelea por el cargo y una guerra así dentro de la ciudad los destruye a ellos
ir la felicidad por toda la y también a la ciudad. cierto.
'suasión o por la fuerza, y -Muy dije-, alguna otra vida, además de la verdadera filoso-
nombrar,
o puede aportar a la comu- -¿Puedes
fìa, que -le
desdeñe los cargos políticos? por Zeus.
rara permitir que cada uno -No,
seguramente son quienes no son amantes del gobierno los que deben ejercer-
:iudad. raz6n, lo -Y
kr. De otro modo, los amantes rivales los combatirían. supuesto.
-Tienes -Por
qué otros hombres obligarías a ser guardianes de la ciudad sino a quienes tienen
etiendo una injusticia con -¿Aconocimiento de los principios que constituyen el gobierno de una ciudad y que
cl rnejor
y que es justo lo que les l¿rnrbién conocen honores de otro tipo y una vida mejor que la política? nadie más.
s. Pues nosotros les diría- que examinemos cómo tales hombres llegarán a estar en nuestra ciu-
-A
enen justificación para no tlird, y-¿Quieres
cómo uno de ellos los conducirâ a la luz, como se dice de algunos que han
Ìa por sus propios medios, rrsccndiclo del inframundo para unirse a los dioses? supuesto que quiero.
ades, y es correcto que, lo -Por
no es asunto de lanzar una tnoneda,a sino de hacer pasar a un alma, de una
r deuda con nadie por su -Esto
clase de día que es noche a un día verdadero, siendo el camino ascendente a la realidad
rs hecho en nuestra ciudad
kr clue decimos que es la verdadera filosofia. que sí.
eneficio de ustedes como -Claro
ory más completa que los
'
vida. Por lo tanto, ustedes
{Un dicho proverbial que se refierc aljuego infantil en el que losjugadores se dividen en dos equi¡lrs.
I )cspuós, cn el cspacio entre ambos equipos se lanza una concha o un cacharro, con un lado blanco y el otro ncglo.
rrl ¡1rito dc'hoche o día" (nótese la referencia al día y la noche que sigue inmediatamente) y, según si el la<lo blirr¡co
lar a los menos afortunados, pero
() ncgro cÍryera hacia arriba, un equipo corría pcrseguido por el otro. El significado aquí es muy sinrilar ¿ nttcsl¡¡t
ión emocional con esta ayuda.
cx¡lrcsi<'rn "lanzar una moneda al aire", es deciç que esta cuestión no habría de arreglarse en un nronrcnto tti itl i¡z¡t¡
Í-
ser eso cierto, uno muy extraño en mi opinión. do por lo duro, necesâ
-De -düo-, que percibe al mismo r
poder de hacerlo. entonces dije-, que este estudio es muy necesario para un gr.rc-
-Por rrero;-Diríamos -le
esto es, poder contar y calcular?
desde el mundo de lo que necesario que ninguna otra cosa él-, para que pueda entender algo
rtoy hablando; ¿no había- acerca-Más
-dijo
del mando de tropas; de hecho, para que pueda ser un hombre.
lletas en la guerra? lo mismo que yo acerca de este estudio?
-Así -¿Piensas
posible que sea uno de los que estamos buscando,-¿Qué?
el que conduce al pensa-
sta característica, además -Es
miento inteligente. Pero nadie lo usa en forma correcta, aunque, en cualquier forma nos
acerca a la realidad.-¿Qué quieres decir?
sí debe ser, si es posible. de mostrarte lo que pienso Como yo distingo para mí los
r. lo hicimos. -Trataré
estudios que conducen
-drje-.
en la dirección que mencionamos y los que no, debes observar-
ga-Así
a ser y muere, ya que los junto corunigo y expresar tu acuerdo o desacuerdo, para que sepamos más clara-
rrece. mente si es como yo supongo.
-Muéstrame.
nuestras impresiones sensoriales hay algunas que no llaman a la inteli-
-No.
mos? gencia-Enhe
para que las examine, pues basta con la decisión de nuestra percepción, mientras
iducaba a los guerreros a que otras ciertamente solicitan el concurso de la inteligencia para que las examine,
)rna, no conocimiento, y puesto que la sensación no alcanzaun resultado razonable.
l fueran ficticias o cerca- evidente que te refieres dijo-, a aquellas cosas que aparecen a lo
; pero en ellas no había
-Es
lejos y a la pintura de sombras.
-me
ás buscando. has entendido bien lo que quiero decir repuse. es, entonces?
De hecho, no tiene nada
-le
-No solicitan ayuda si al mismo tiempo no producen la-¿Qué impresión contraria.
? Pues todos los oficios
-No
Entiendo por objetos que sí producen la impresión contraria siempre que la percepción
sensorial no apunta a una cosa en lugar de a su opuesto, ya sea que el objeto esté lejano
te de las aftes, la gimna- o cercano. mejor mis palabras si 1o digo de esta forma: aquí hay tres
-Entenderás
dedos, el meñique, el anular y el medio. es.
isos, tomemos algo en lo
-Así
que al hablar de ellos digo que están muy cercanos. Ahora exami-
nemos -Supongamos
este otro aspecto suyo.
os los oficios, todos los
-¿Cuál?
aparece igualmente como dedo y, en este sentido, no hay diferencia si
dad todo el mundo debe
-Cadauno
se le ve al principio, al final o en medio, ya sea blanco o negro, grueso o delgado y todo
ese tipo de cosas. En todo esto, la mayoría de las almas no se ve obligada a preguntarle
es o, para darle un nom- a la inteligencia qué es un dedo, pues el sentido de la vista no le indica que un dedo es
1o oficio y ciencia debe lo opuesto a un dedo. no.
-Ciertamente,
lo tanto, ¿no sería probable que esa percepción sensorial llamara o incitara
rede evitar.
-Por
a la inteligencia? no sería probable.
nenón como un general
-No,
hay de su grandor o pequeñez? ¿Tiene el sentido de la vista la percepción
rnúmeros que los demás
-¿Qué
suficiente de ellos, y no hay diferencia si el dedo está en el medio o en un extremo? ¿De
que contaba las naves y su grosor o delgadez, de su dureza o suavidad, en el caso del sentido del tacto? ¿Y
rs pies medía, ya que no nuestros otros sentidos no carecen de claridad en su percepción de estas cualidades?
¿No se comporta cada sentido del modo siguiente? En primer lugar, el sentido interesa-
rinión. do por lo duro, necesariamente se interesa también por lo blando y le declara al alma
que percibe al mismo objeto tanto duro como blando.6-Así es.
Platón 25
¡ndida por lo que para su pues, que pertenecen a los estudios que buscamos. El guerrero debe
rién blanda; lo mismo con
-Parece,
aprenderlos para dirigir a sus tropas, y también el filósofo, pues él debe elevarse del
Ia por el significado de lo mundo de las transformaciones y captar la realidad, o nunca ser un pensador racional.
) que es ligero es también es.
-Así nuestro guardián debe ser tanto un guerrero como un filósofo.
s para el alma y requieren mente.
-Y -Definitiva-
estudio, entonces, sería el adecuado, Glaucón. Debemos legislar y persua-
alma tr ate, recurriendo al dir -Este
a aquellos que compartan los más altos cargos de nuestra ciudad para que se dirijan
)sas que se le anuncian es a la aritmética y la cultiven no con espíritu de aficionado, sino hasta que alcancen por el
puro pensamiento a la contemplación de Ianaturaleza de los números. Ellos no siguen
Lte y única? es. estos estudios con afán de comprar y vender, como los comerciantes y detallistas, sino
sará que las -Así
dos son sepa- por el afán de la guerra y para lograr la tranquilidad al dirigir el alma misma, desde el
sería de dos, sino de una. mundo de las transformaciones hacia la verdad y la realidad. declaración muy
buena.
-Una
rde y lo pequeño no como aún más, se me ocurre que, ya que se ha mencionado el estudio del cálculo,
-Y
cuán bella es esta ciencia y en cuántas formas es útil para nuestro propósito, si se estu-
gada a ver lo grande y lo dia con fines de conocimiento y no para comprar y vender. qué forma?
) opuesto a la vista.
-¿En
la forma que hemos mencionado. Esta ciencia arrastra al alma hacia arriba
-Es -En a discutir los números mismos. ¿No nos permite el alma discutirlos presen-
y la obliga
:e preguntar: "¿Cuál es la tando los números con cuerpos visibles y tangibles?7 Ya sabes que los expertos en esta
ente es así. materia, si alguien trata de dividir la unidad en el debate, se ríen de él y no se lo permi-
Totalmente correcto. ten; si tu divides, ellos multiplican, teniendo cuidado de que la unidad nunca parezca
l que algunas cosas recu- ser múltiple y no una sola cosa. cierto, en efecto.
s sentidos en formas con-
-Muy
:nsamiento, mientras que
r. lo entiendo y
-Ahora
n el número y la unidad?
Resumimos nuestl
ción sobre el hecho de
Aristóteles, extractos del que, antes que nada, m
habida cuenta de que se
Libro ll, cap .2, "Segunda viva. Viva, esto es, aqt
miento local y descanso
26
Aristóteles 27
¡ del ción sobre el hecho de que lo que tiene adentro un alma difiere de lo que no tiene en
que, antes que nada, manifiesta vida. Ahora esta palabra tiene más de un sentido, y
habida cuenta de que se encuentre cualquiera de ellos en algo, diremos que esa cosa es
unda viva. viva, esto es, aquello que puede significar pensamiento o percepción o movi-
miento local y descanso, o movimiento en el sentido de nutrición, deterioro y crecimien-
rcap.3, to. De ahí que pensamos que también las plantas están vivas, pues se observa que poseen
en sí mismas un poder creador a través del cual se aumentan o se reducen en todas las
direcciones espaciales; crecen hacia arribay hacia abajo y todo lo que crece aumenta en
lma"; volumen por igual en las dos direcciones o, en efecto, en todas, y sigue vivo en tanto
pueda absorber nutrientes.
pcióî", Este poder de autonutrición puede aislarse de los otros poderes mencionados,
pero no éstos del primero; al menos en los seres mortales. Este hecho es evidente en las
plantas, pues es el único poder psíquico que poseen.
) a.C.) Este es el poder creador cuya posesión nos lleva a hablar de las cosas como vivas,
pero es la posesión de la sensación lo que nos hace hablar por primera vez de cosas
vivas como animales; pues incluso a aquellos seres que no poseen el poder del movi-
miento local, pero sí el de la sensación, los llamamos animales y no simplemente cosas
vivas.
La forma básica del sentido es el tacto, que pertenece a todos los animales. Así
como el poder de la autonutrición puede aislarse del tacto y de la sensación en general,
ble de su cuerpo o, por lo así el tacto puede aislarse de todas las demás formas de sensación. (Por el poder de la
alidad de algunas de ellas autonutrición queremos decir el poder de la parcela del alma que es común a plantas y
rpero, algunas pueden ser animales; se ha observado que todos los animales, cualesquiera que sean, tienen la
ún más, no sabemos si el sensación del tacto.) Debemos discutir más adelante cuál es la explicación de todo esto.
:s la realidad de su barco. Por el momento, es preciso que nos limitemos a decir que el alma es el origen de estos
remática de la naturaleza fenómenos y se caracteriza por ellos, esto es, por las facultades de autonutrición, sensa-
ción, pensamiento y potencia motriz.
rge de lo que en sí mismo
¿Es cada uno de estos principios un alma o parte de un alma? Y, si es una parte,
rsiderar nuestros resulta-
¿una parte en qué sentido? ¿Una parte meramente distinguible por definición o una
a formula definitiva que parte distinta también en situación local? En el caso de algunas de estas facultades, las
én debe incluir y exhibir respuestas a estas preguntas son sencillas; en el caso de otras, estamos confundidos en
a anâloga a la conclusión cuanto a qué decir. Así como en el caso de las plantas, que se ha observado que al scr
ucción de un rectángulo divididas siguen viviendo, aunque sean llevadas a distancia unas de otras (lo que mucs-
tra en.t¿r caso que el alma de cada planta individual, antes de la división, en realidad cra
una, potencialmente muchas), así notamos un resultado similar en otras variedacles dcl
alma, es decir, en insectos que pueden cortarse en dos; cada uno de los segmentos poscc
¡ traducido por J. A. Smith. tanto sensación como movimiento local; y si hay sensación, necesariamente tarnbión
ruse, Inc. Reproducido con imaginación y apetito; pues donde hay sensación también hay placer y dolor y, rlorrrlt.
hay éstos, necesariamente también deseo.
28 Perspectivas clásicas en psicología
un sentido, a saber,
No tenemos pruebas, por lo pronto, acerca del espíritu o la facultad de pensar; placer y del dolor y,
parece que es un tipo de alma totalmente diferente, que difiere como lo que es eterno de doquiera estén prese
îo qr. es perecedei'o; ella sola es capazde existir en ausencia de todas las demás facul- lo que es placentero
tadås psíquicas. Todas las demás partes del alma, es evidente que, de lo que hemos el tacto es el sentidc
dicho y u prtut de ciertas declaraciones en contrario, son incapaces de existir por sepa- que es seco, húmed<
rado, aunque, por supuesto, son distinguibles por definición. Si opinar es diferente de tacto; todas las dem¿
p"r.ibir, .è..upu, dé opinar y ser capazde percibir deben ser distintos, y así con todas Los sonidos, los col'
ias otras formai de vivii enumeradas anteriormente. Aún más, algunos animales poseen entran en el camPo
todas estas partes del alma, otros sólo algunas de ellas, otros más sólo una (esto es lo deseo; el hambre es
que nos p".*it" clasificarlos como animales); la causa deberá ser considerada después' y frío; el sabor es ur
Ûna disposición similar se encuentra también en el campo de los sentidos; algunas tos más adelante, Pe
clases dè animales tienen todos los sentidos, otros sólo algunos, otros más sólo el más sentido del tacto tan
indispensable, el tacto. examinarlo desPués
ya que la expresión "aquello por lo que vivimos y percibimos" tiene dos sentidos,
moción y otro order
al igual que la expresión "aquello por lo que conocemos", eso puede significar o (a) orden como el hum
conãcimiento o (å) el alma, pues podemos hablar de conocer mediante o con cualquiera Ahora es evidente <
(å)
de ellos; de manera similar, aquello por lo que tenemos salud puede ser o (a) la salud o que se puede dar la t
el cuerpo o alguna parte del cuerpo; y ya que de los dos términos así contrastados, cono-
del triángulo, etcétt
cimiento o salud, sùrge el nombrè de una forma, esencia o raz6n, o si lo expresamos así, merar. Es cierto qut
la actualización de una materia receptiva ---el conocimiento de lo que es capaz de cono- todas las figuras sir
cer, la salud de lo que es capaz de hacer saludable þues la operación de aquello que es caso del alma y de
capaz de originar càmbios termina y tiene su asiento en lo que cambia o se altera); aún similares exigir una
,når, y^ qu. el alma con la cual o por la cual básicamente vivimos, percibimos y raleza peculiar de I
".
pensamos- de ello se sigue que el alma debe ser una :azón o una esencia formulable, no separadas correspol
una materia o un sujeto. Þues, co*o dijimos, la palabra sustancia tiene tres significados exactamente Parale
materiayil complejo de ambas- y de estas tres lo que es llamado materia es casos y I
-fs¡¡¡¿, es llamado forma es realización. Ya que, entonces, el complejo aquí
potenciaiidad, lo la cual-figuras
q-ue
contiene en
ãs la cosa vivientã, el cuerpo no puede ser la realidad del alma; es el alma la que es la facultad sensorial a
realidad de cierto tipo de cuerpo. De ahí lo correcto de la opinión de que el alma no puede orden de cosas viv
estar sin un cuerpo, mientral que no puede ser un cuerpo; no es un cuerpo sino algo animal, del hombre
relacionado a é1. bs por ello què está en un cuerpo, y en un cuerpo de un tipo definido' ser tema de examel
Fue un error, por lo tãnto, hacer, como hicieron los pasados pensadores, fijarla meramen- se encuentra sin la
te a un .uetpo sin agregar una especificación definida del tipo o del carácter de ese encuentra aislada c
cuerpo. La rôflexión ðonfi.ma el hecho observado; la realización de cualquier cosa dada del tacto, mientras'
sólo puede llevarse a cabo en lo que potencialmente ya es esa cosa, esto es' en una mate- vista, oído ni olfa
ria apropiada a ello por sí misma. De todo esto se desprende que el alma es una realidad algunas tienen la f
o ultu de algo que posee la potencialidad de ser dotado de alma. pequeña mi
3 "ipr.rión
De lãs facultades þsíquiCas enumeradas anteriormente, algunos tipos de cosas vi- -una
mortales) aquellos
vas, como hemos dicho, làs poseen todas, algunos no todas, y otros sólo una. Aquellas antes, mientras qut
que hemos mencionado son la nutrición, el apetito, la sensación, el movimiento local y
ción, mientras quc
lä reflexión. Las plantas sólo tienen la primera, la nutrición, mientras que otro orden de intuición inmediat
cosas vivas tienen ésta y ademá.s la sensación. Si cualquier orden de cosas vivas tiene Es evidente q
la sensación, también debe tener el apetito; pues éste es el género del cual el deseo, la el caso de cadaun
pasión y el anhelo son las especies. Ahora bien, todos los animales tienen por lo menos
itu o la facultad de pensar; un sentido, a saber, el tacto, y cualquiera que tenga un sentido
)re como lo que es eterno de placer y del dolor y, por lo tanto,liene objeios plaðenteros y
,t::';''';^.ro.o;;
dolores presentes en é1, y,
ia de todas las demás facul- doquiera estén presentes estos objetos, alli hay à...o, pu.r él deseo
sólo es el apetito de
ente que, de lo que hemos Io que es placentero. Aún más, todos los animales tienen el sentido
de la comida (pues
capaces de existir por sepa- cl tacto es el sentido de la comtda); el alrmento de todas las cosas vivas
consiste en lo
n, Si opinar es diferente de que es seco, húmedo, caliente y frío, y éstas son las cualidades
aprendidas mediante el
er distintos, y así con todas tacto; todas las demás cualidades sensibles se aprenden con el taóto
en forma indirecta.
,s, algunos animales poseen Los sonidos, los colores y los olores no contribuyen en nada a la
nutrición; los sabores
os más sólo una (esto es lo entran en el campo de las cualidades tangibles. El hambre y la sed son formas del
rá ser considerada después. deseo; el hambre es un deseo de lo que es cãliente y seco; ta
sá4 por lo que es húmedo
o de los sentidos; algunas y frío; el sabor es una especie de sazón agregadaa ambas. Debemos
aclárar estos pun-
rnos, otros más sólo el más tos más adelante, pero, por lo pronto, bastaráìecir que todos los
animares que poseàn el
sentido del tacto también tienen apetito. El caso de ia imaginación es
oscuro y debemos
ibimos" tiene dos sentidos, examinarlo después. Algunos tipos de animales poseen aãemás la facultad
äe la loco-
eso puede significar o (a) moción y otro orden todavía de seres animados, ésto es, el hombre y posiblemente
otro
mediante o con cualquiera orden como el humano o superior a é1, la facultad de pensamiento,
èr decir, la mente.
ruede ser o (a) la salud o (å) Ahora es evidente que se puede dar una sola definiciðn de alma en
el mismo sentido
nos así contrastados, cono- que se puede dar la de figura. pues, como en ese caso no
hay figura aparte y distinguible
:ón, o si lo expresamos así, del triángulo, etcétera, tampoco hay alma aparte de las foimà's que acabamos
de enu_
le lo que es capazde cono- merar. Es cierto que se puede dar una definición muy general de figura,
que abarque a
reración de aquello que es todas las figuras sin exp^resar la naturalezapeculiar ã.-ringunu.
esitambién aquí ån el
¡e cambia o se altera); aún caso del alma y de sus-formas específicas. De ahí que seãabsurdo
en este y en casos
rte vivimos, percibimos y similares exigir una definición absolutamente generáI, que no lograría
¡na esencia formulable, no
."pr..ur la natu-
raleza peculiar de nada de lo que es, y también, omitiendo ..tä,
bur.u. definiciones
rcia tiene tres significados separadas correspondientes a cada infima species.Los casos de laîgura
y del alma son
que es llamado materia es exactamente paralelos; pues los particulares sometidos al nombre
común en ambos
rntonces, el complejo aquí casos y seres animados- constituyen una serie, cada término sucesivo de
ra; es el almala que es la la cual-figuras
contiene en potencia a su predecesor, por ejemplo, ãl cuadrado al triángulo,
in de que el alma no puede
la
facultad sensorial a la autonutritiva. De ahí que ¿eúemðs preguntar,
en el caso de cada
Lo es un cuerpo sino algo orden de cosas vivientes, cuál es su arma, es decir,
rerpo de un tipo definido. ¿cuai eJet alÁa de la planta, del
animal, del hombre? Por qué los términos están relacionados en esta
forma serial debe
.sadores, fijarla meramen- ser tema de examen posterior. Pero los hechos son que la facultad
de percepción nunca
ipo o del carácter de ese se encuentra sin la facultad de autonutrición, mientras que
las plantãs_ ésta se
ón de cualquier cosa dada encuentra aislada de la primera. También aquí, no .. ,n.u"ntru -en sentido, aparte
osa, esto es, en una mate_ "i"!d"
del tacto, mientras que el tacto sí se encuentrà por sí mismo; muchosänimales
no tienen
re el alma es una realidad vista, oído ni olfato. Aquí también, entre lãs cosas vivientes que poseen
sentidos,
ado de alma. algunas tienen la facultad de la locomoción, otras no. Por últimô,
ciertos seres vivos
lgunos tipos de cosas vi-
otros sólo una. Aquellas mortales) aquellos que poseen el cálculo tienentodas las demás fáóultades
mencionarlas
rn, el movimiento local y antes, mientras que no ocurre lo contrario; en efecto, algunos viven
sólo de la imagin.-
ientras que otro orden de ción, mientras que otros no tienen siquiera imaginacì-ón. La mente que
'den de cosas vivas tiene conoce corì
intuición inmediata presenta un problema diferente.
rero del cual el deseo, la Es evidente que la forma de dar la definición más adecuada
ales tienen por lo menos -
el caso de cada una de sus formas la definición más apropiada...
del alma es buscar.crr
30 Perspectivas clasicas en psicología
5 Habiendo hecho estas distinciones, hablemos ahora de la sensación en su sentido También la exPrest
más amplio. La sensación depende, como hemos dicho, de un proceso de movimiento
o o (a) la extinción de unr
inclinación desde afuera, pués se considera que hay alguna especie de cambio de cuali- lo que es potencial Por la
dad. Ahora, algunos pens;dores afirman que lo similar sólo es afectado por lo similar; que se actúa, en la que ti
en qué sentido esto ei posible y en qué sentido es imposible, eso lo hemos explicado
en otra potencial. Pues lo q
nuættu discusión genèral sobre actuar y sufrir los efectos de la actuación. medio de una transición
Aquí surge un problema: ¿por qué no percibimos los sentidos mismos así como un desarrollo hacia su v'
los objeios extãrnos àel sentido, ò por qué sin el estímulo de los objetos externos éstos sentido bastante diferen
no pródu..n sensación, viendo que contienen en sí mismos fuego, tierra y todos los De ahí que sea inc'
demás elementos, que son los objetos directos o indirectos de los sentidos? Es evidente sabiduría, tal como seríi
que lo que es sensiÛle sólo lo es en forma potencial, no real. La facultad del sentido es su habilidad Para constr
paralela a lo que es combustible, pues esto nunca se enciende por sí mismo en forma Lo que en el caso
äspontánea, tino qu. requiere de un agente que inicie la ignición; de otro modo,
podría realidad no debe ser llar
pränderse fuego a-sí miJmo y no necesitaría del fuego real para estar en llamas' la facultad de conocer a
En r.rp,i.rtu, debemoi recordar que usamos el término "percibir" en dos senti- sabe y que tiene la facr
dos, pues dãcimos (a) que lo que tiene la facultad de oír o ve¡ "ve" u "oye", aun sobre é1" de ningún moc
cuanão en ese momento-esté dormido, y también que (å) lo que realmente está vien- (i) la sustitución de una
dO u oyendo "ve" u "oye". De ahí que también "sentir" debe tener dos Significados,
el o (ii) el desarrollo de un
sentidô potencial y el sentido real. En forma similar, "ser sensible" significa ya sea naturaleza.
(ø) tenei cierta facultad, o (å) manifestar cierta actividad. Para empezar' por un tiem- En el caso de qué t
pó, nubt"¡¡os como si no hubiera diferencia entre (i) ser movido o afectado y (ii) ser y se lleva a cabo antes '
àctivo, pues el movimiento es un tipo de actividad; un tipo imperfecto, como
ya se cosa viviente está, con
explicó en otra parte. Todo aquello sòbre lo cual se actúa o es movido recibe la acción sión del conocimiento.
de un agente que realmente está actuando. Por tanto, eS eso lo que en un sentido, cimiento. Pero entre los
.o-o yã se afiimó, lo que act'Úa y aquello sobre lo que se actúa son similares, y en las facultades sensorial'
o¡¡o són diferentes; es dicir, antes y durante el cambio, los dos factores son diferen- base de esta diferencia
tes, después son iguales. mientras que el conocir
Pero ahora debemos distinguir no sólo entre lo que es potencial y lo que es real, dentro del alma. Es Po:
sino también diferentes sentidosin los que puede decirse que las cosas son potenciales desee, pero su sensació
o reales; hasta ahora hemos estado hablando como si cada una de estas frases tuviera
un hacerse similar afirmac
solo sentido. Podemos hablar de algo como "un conocedor", ya sea (a) como cuando mismas bases, es decir
decimos que el hombre es conocedor, significando que el hombre cae dentro de la clase Quizá encontrem
de seres que conocen o tienen conocimiento, o (ó) como cuando hablamos de un hom- esto a profundidad. Pt
bre que pàsee el conocimiento de la gramática; de cada uno de ellos se dice que tiene en previamente trazadas;
él ciàrta potencialidad, pero hay una diferencia en sus respectivas potencialidades, el sentidos, (a) en el sent
uno (a) siendo un .ono.èdor potencial, ya que su tipo o materia es tal y cual, el otro
(å), ral, o (å) en el sentid
porqué él puede, en ausencia de cualquier causa en contrario, realizar su conocimiento sentidos corresPondie
ãn conocimiento real a voluntad. Esto implica un tercer significado de "conocedor": separado Para las dos
(c), uno que ya realizo este conocimiento: él es un conocedor en la realidad y en el y en qué difieren. No
icnticlo rnás propio está conociendo, por ejemplo, estaA. Los dos primeros son conoce- ser alterado" de las d<
dorcs potenóialês, que realizansus respectivas potencialidades, el uno (a) por el cam- facultad de sensación
bio ¿eiualidad, esto es, transiciones repetidas de un estado a su opuesto bajo instrucción; esto es, si bien al Princi
cl otro (å) por la transición de la posesión inactiva del sentido o de la gramática hacia su son disímiles, al final
cicrcicio activo. Los dos tipos de transición son distintos. a é1.
Aristóteles 3l
la sensación en su sentido
También la expresión "sufrir la acción" tiene más de un sentido: puede significar
rproceso de movimiento o
o (a) Ia extinción de uno de los dos contrarios por el otro, o (å) el mantenimiènto de
rpecie de cambio de cuali-
lo que es potencial por la agencia de lo que es real y que ya es similar a aquello sobre lo
es afectado por lo similar;
que se actua, en la que tal similitud es compatible con el hecho de que una es real y la
:so lo hemos explicado en
otra potencial. Pues lo que posee conocimiento se convierte en un conocedor real por
la actuación.
medio de una transición que no es de ningún modo una alteración (siendo en realiãad
entidos mismos así como
un desarrollo hacia su verdadero ser o realidad) ni, por lo menos, una alteración en un
los objetos externos éstos
sentido bastante diferente de su significado común.
fuego, tierra y todos los
De ahí que sea incorrecto decir que un hombre sabio es "alterado" cuando usa su
los sentidos? Es evidente
sabiduría, tal como sería absurdo decir que un constructor está alterado cuando aplica
La facultad del sentido es
su habilidad para construir una casa.
le por sí mismo en forma
Lo que en el caso del conocimiento o comprensión lleva de la potencialidad a la
ión; de otro modo, podría
realidad no debe ser llamado enseñanza, sino otra cosa. De aquel què, empezando con
rra estar en llamas.
la facultad de conocer aprende o adquiere conocimiento a través dè uno qùe realmente
) "percibir" en dos senti-
sabe y que tiene la facultad de enseñar, o (ø) no debe decirse que "se está actuando
) ver, ttve" u t'oye,t, aun
sobre él" de ningún modo, ni (å) debemos reconocer dos sentidos de alteración, esto es,
que realmente está vien-
(i) la sustitución de una cualidad por otra, siendo la primera la contraria de |a segunda,
.ener dos significados, el
o (ii) el desarrollo de una cualidad inexistente desde la potencialidad hasta su fijación o
:nsible" significa ya sea
naturaleza.
ra empezar, por un tiem-
En el caso de qué es poseer sentido, el primer cambio se debe a la acción del padre
vido o afectado y (ii) ser
y se lleva a cabo antes del nacimiento, de modo que en el momento del nacimiento ia
imperfecto, como ya se
cosa viviente está, con respecto a la sensación, en la etapa que corresponde ala pose-
movido recibe la acción
sión del conocimiento. La sensación real corresponde alaetapadel ejèrcicio del ãono-
o lo que en un sentido,
cimiento. Pero entre los dos casos comparados hay una diferencia; los objetos que excitan
ctúa son similares, y en
las facultades sensoriales hacia la activida{ lo visto, lo oído, etcétera, están ãfuera. La
los factores son diferen-
base de esta diferencia es que lo que la sensación real aprehende son los individuales,
mientras que el conocimiento aprehende los universales, y éstos, en cierto sentido, están
rtencial y lo que es real,
dentro del alma. Es por esto que un hombre puede ejercer su conocimiento cuando lo
.as cosas son potenciales
desee, pero su sensación no depende de él mismo: debe haber un objeto sensible. puede
Je estas frases tuviera un
hacerse similar afirmación acerca de nuestro conocimiento de lo quees sensible; con las
ya sea (a) como cuando
mismas bases, es decir, que los objetos sensibles son individualðs y externos.
)re cae dentro de la clase
lo hablamos de un hom- Quizá encontremos posteriormente una ocasión más apropiada para aclarar todo
esto a profundidad. Por el momento, debe ser suficiente reconocer las distinciones
:llos se dice que tiene en
previamente trazadas; debe decirse de una cosa que es potencial en cualquiera de dos
:ivas potencialidades, el
sentidos, (a) en el sentido en el que diríamos que un niño puede llegar a ser un gene-
es tal y cual, el otro (å),
ral, o (å) en el sentido en el que decimos lo mismo de un adulto, y aquí hay dos
ealizar su conocimiento
sentidos correspondientes del término "un sensible potencial". No hay nòmbrés por
ficado de "conocedor',;
separado para las dos etapas de la potencialidad; hemos señalado que son diferentes
r en la realidad y en el
y en qué difieren. No podemos evitar los términos incorrectos "padecer la acción o
>s primeros son conoce-
ser alterado" de las dos transiciones implicadas. Como hemos dicho, lo que tienc l¿r
, el uno (a) por el cam- facultad de sensación es potencialmente como lo que es realmente el objeto per.cibi<lo;
puesto bajo instrucción;
esto es, si bien al principio dei proceso de padecer la acción los dos factores inter.actuantcs
Ce Ia gramática hacia su
son disímiles, al final, el que la padeció se asimila en el otro y es idéntico cn calitl¡<l
a é1.
7
6 Al tratar cada uno de los sentidos, primero debemos hablar de los objetos que son
perceptibles para cada uno. El término "objeto de sensación" abarca tres tipos de obje-
r=/ I
tos, dos de los cuales, en nuestro lenguaje, son perceptibles directamente mientras que
el otro sólo lo es de modo incidental. De los dos primeros tipos, uno (a) consiste en lo
que es perceptible por un solo sentido, el otro (å) 1o que es perceptible por cualquiera o
por todos los sentidos. Llamo con el nombre de objeto especial de este o de aquel
sentido lo que no puede percibirse por ningún otro sentido más que ése y con respecto San Agu
al cual no es posible ningún error; en este sentido, el color es el objeto especial de la
vista, el sonido del oído, el sabor del gusto. El tacto, en efecto, discrimina más que una
serie de cualidades diferentes. Cada sentido tiene un tipo de objeto que discierne y
de ConÍ
nunca yerra al informar que lo que tiene enfrente es un color o un sonido (aunque puede
errar en cuanto qué es lo que tiene color o dónde está, o qué es lo que está sonando o
dónde está). Tales objetos son los que proponemos llamar objetos especiales de tal o
cual sentido.
Los "sensibles comunes" son el movimiento, el reposo, el número, la figura, la
magnitud; éstos no son peculiares de ningún sentido en especial, sino comunes a todos.
En cualquier caso hay ciertos tipos de movimiento que son perceptibles tanto por el
tacto como por la vista.
Hablamos de un objeto incidental del sentido cuando, por ejemplo, el objeto blan-
co que vemos es el hijo de Diares; en este caso, porque "ser el hijo de Diares" es
incidental al parche blanco, directamente visible, decimos que el hijo de Diares es (en CAPÍTULO IX
forma incidental) percibido o visto por nosotros. Debido a que éste es un objeto de
sentido sólo en forma incidental, en ningún modo afecta a los sentidos como tal. De los Que el esPíril
dos tipos anteriores, ambos de los cuales son perceptibles por los sentidos en su propia
naturaleza,el primer tipo ---el de los objetos especiales de varios sentidos- constituye ¿De dónde Provir
/os objetos del sentido en el sentido más estricto del término y es a éstos a los que se cordia brille en mí Pari
adapta la estructura de cada uno de los diversos sentidos en la naturaleza de las cosas. del castigo del hombr
dónde proviene esta cc
éste obedece sin dilac
espíritu le ordena a la
guir la orden de la eje
espíritu le ordena al et
¿De dónde proviene es
el que no daría su orC
no quiere Por comPlet'
quiere; y no se hace lo
voluntad y no otra, sit
De Basic lhitings of S,
reservados@ l948Yrer
de Random House, Inc.
lar de los objetos que son
abarca tres tipos de obje- r:/ rs/
lirectamente mientras que
ros, uno (a) consiste en lo
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rccial de este o de aquel
ás que ése y con respecto
:s el objeto especial de la
San Agustín, extracto
r, discrimina más que una
le objeto que discierne y de Confesiones ( ca.310)
un sonido (aunque puede
es lo que está sonando o
bjetos especiales de tal o
,, el número, la figura, la
ial, sino comunes a todos.
perceptibles tanto por el
De Basic llritings of Saint Augustine, de San Agustín, editado por Whitney Oates. De¡ccltos
reservados O 1948 y renovados en 1976 por Random House, Inc. Reproducido con autorizaciórt
de Random House, Inc.
.l.l
7 T
hace lo que manda. Pues si la voluntad fuera completa, ni siquiera mandaría que fuese, Que ya no digan, er
pues ya sería de antemano. Por lo tanto, no es cosa monstruosa querer en parte y en que son antagónicas, quc
parte no querer, sino una enfermedad del espíritu, que no se levanta totalmente, apoya- cias opuestas, de dos Pr
do en la verdad, porque la costumbre le oprime. Y así existen dos voluntades, porque verdadero, debes refutar
una de ellas no es total y lo que tiene una a la otra le falta. des son malas, una delib
debe tomar posesión de I
CAPÍTULO X las dos; si habrá de com¡
debe ir al circo o al tea
Rechaza la tesis de los maniqueos respecto a las dos naturalezas: una buena y si debe robar la casa de c
otra mala ter adulterio, si al mismc
ciden en el mismo momr
el mismo momento' Pur
Que perezcan de Tu presencia, oh Dios, como perecen quienes hablan en vano y
engañan a las almas, aquellos que, observando que hay dos voluntades en deliberación, incluso más voluntades
afirman que en nosotros hay dos tipos de espíritu, uno bueno y otro malo. Ellos mismos hombre), ellos no afirmar
en verdad son malos por sostener estas opiniones malas y se convertirán en buenos las voluntades que son b
cuando sostengan la verdad y consientan en ella, de suerte que Tu apóstol podría decir- leer al Apóstol, o deleita
les: "Fuisteis tinieblas alguna vez,pero ahora sois luz en el Señor." Pero ellos quieren De cada una de estas co
ser luz, no en el Señor sino en ellos mismos, y estiman que la naturaleza delalma es ser todas nos complacen igr
lo que es Dios. Por eso se convierten en una oscuridad más densa, porque con arrogan- rentes distrayendo al es¡
cia vergonzosa se han alejado de Ti, la verdadera Luz, que ilumina a cada hombre que son buenas y estarán en
llega al mundo. Tened cuidado con lo que decís y ruborizaos de vergüenza; aproximaos surgir la unidad total, la
a El y seréis iluminados, y vuestros rostros no estarán avergonzados. Yo, cuando estaba eternidad nos deleita ar
deliberando acerca de servir al Señor mi Dios de una buena vez, como me lo había la misma alma que no qt
propuesto desde hace mucho, era yo el que quería, era yo el que no quería. Era yo, yo desgarrada en pedazos r
mismo. Ni quería por completo ni no quería por completo. Por tanto, estaba en guerra pero por la costumbre n
conmigo mismo y destruido por mí mismo. Y esa destrucción me venció en contra de
mi voluntad y, no obstante, no mostró la presencia de otro espíritu, sino el castigo del CAPÍTULO XI
mío. Por eso, no era yo quien lo hacía, sino el pecado que habitaba en mí, el castigo de
un pecado más ilimitado, porque era hijo de Adán. De qué manera eJ
Pues si hay tantas naturalezas contrarias como voluntades en conflicto, no serían do de la esclavitu
sólo dos naturalezas, sino muchas. Si cualquiera deliberara entre ir a la reunión de los
maniqueos o al teatro, ellos de inmediato gritarían: "Observad, he ahí las dos naturale- Así estaba Yo enfe
zas: una buena que me conduce acâ,y Ia otra mala que me lleva allá; pues, ¿de dónde severidad de la acostur
más provendría la indecisión entre dos voluntades en conflicto?" Pero yo les respondo que éstas se rompieran
que ambas son malas, la que lleva hacia ellos y la que conduce al teatro. Pero ellos sujeto. Y Tú, oh Dios, r
creen que la voluntad que lo arrastra hacia ellos es la buena. Supongamos, pues, que redoblando los flagelos
uno de nosotros deliberara y, en el conflicto de sus dos voluntades, vacilara entre ir al ese delgado lazo que qu
teatro o acudir a nuestra iglesia, ¿no vacilarían también ellos en su respuesta? Pues o encadenara con nìayor :
ellos deben confesar, cosa que no están dispuestos a hacer, que la voluntad que lo con- ra, que se haga ahora".
duce a nuestra iglesia es buena, así como la de aquellos que han sido iniciados en los Casi lo hacía, pero no lc
misterios de ellos, o deben imaginar que existen dos naturalezas malas y dos mentes aferraba a mi posición
malas en un hombre, en guerra una contra otra; y no será cierto lo que dicen, que hay alcanzarlo; un poco má
una buena y otra mala; o deben convertirse a la verdad y ya no negar que, donde uno la asía, titubeando entr
delibera, hay un alma fluctuando entre voluntades en conflicto. estaba habituado, Preva
--1
San Agustín 35
uiera mandaría que fuese, Que ya no digan, entonces, cuando perciben en un mismo hombre dos voluntadcs
nosa querer en parte y en que son antagónicas, que la competencia es entre dos espíritus opuestos, de dos sustan-
evanta totalmente, apoya- cias opuestas, de dos principios opuestos, uno bueno y otro malo. Pues Tú, oh Dios
:n dos voluntades, porque verdadero, debes refutarlos, confundirlos y convencerlos; pues cuando ambas volunta-
des son malas, una delibera si debe matar a un hombre con veneno o con la espada; si
debe tomar posesión de esta o de otra hacienda de otro, cuando no puede quedarse con
las dos; si habrá de comprar placer con derroche o conservar su dinero con avaricia; si
debe ir al circo o al teatro, si ambos están abiertos el mismo día; o, en tercer lugar,
raturalezas: una buena y si debe robar la casa de otro hombre, si tiene la oportunidad; o en cuarto, si debe come-
ter adulterio, si al mismo tiempo tuviera los medios de hacerlo; todas estas cosas coin-
ciden en el mismo momento y todas son anheladas, aunque imposibles de realizarse en
quienes hablan en vano y el tnismo momento. Pues aunque estas cosas desgarran la mente entre esas cuatro o
rluntades en deliberación, incluso más voluntades antagonistas (entre la amplia variedad de cosas que desea el
¡ otro malo. Ellos mismos hombre), ellos no afirman que existen tantas sustancias diferentes. Así también sucede con
;e convertirán en buenos las voluntades que son buenas. Pues yo les pregunto, ¿es algo bueno encontrar placer al
e Tu apóstol podría decir- leer al Apóstol, o deleitarse en un salmo sobrio, o es bueno discurrir sobre el evangelio'/
ieñor." Pero ellos quieren De cada una de estas cosas, ellos responderán: "Sí, es buena." ¿Qué pasa, entonces, si
taturaleza del alma es ser todas nos complacen igualmente y al mismo tiempo? ¿Acaso no hay voluntades dife-
nsa, porque con ârrogan- rentes distrayendo al espíritu cuando el hombre delibera cuál prefiere? Empero, todas
rmina a cada hombre que son buenas y estarán en discrepancia hasta que el hombre se fije en una, adonde pueda
e vergüenza; aproximaos surgir la unidad total, la cual antes estaba dividida en muchas. Así, también, cuando la
Lzados. Yo, cuando estaba eternidad nos deleita arriba y el placer de los bienes temporales nos retiene abajo, es
r vez, como me lo había la misma alma que no quiere esto o aquello con una voluntad completa, y por tanto está
desgarrada en pedazos con dolorosas perplejidades, cuando por la verdad quiere esto,
lue no quería. Era yo, yo
)r tanto, estaba en guerra pero por la costumbre no hace a un lado aquello.
t me venció en contra de
píritu, sino el castigo del CAPÍTULO XI
itaba en mí, el castigo de
De qué manera el espíritu luché contra la carne para que pudiera ser libera-
:s en conflicto, no serían do de la esclavitud de la vanidad
rtre ir a la reunión de los
I he ahí las dos naturale- Así estaba yo enfermo y atormentado, acusándome a mí mismo con mucha mayor
:va allá; pues, ¿,de dónde severidad de la acostumbrada, debatiéndome y revolviéndome en mis cadenas hasta
)?" Pero yo les respondo que éstas se rompieran por completo, con las que estaba, aunque ligeramente, todavía
uce al teatro. Pero ellos sujeto. Y Tú, oh Dios, me apremiabas en mis entrañas con una misericordia profunda,
Supongamos, pues, que redoblando los flagelos del temor y la vergüenza, para que yo no cediera de nuevo y que
:ades, vacilara entre ir al ese delgado lazo que quedaba, por no haberse roto, recuperara después sus fuerzas y me
en su respuesta? Pues o encadenara con mayor firmeza. Pues me dije mentalmente, "He aquí, que se haga aho-
: la voluntad que lo con- ra, que se haga ahora". Y conforme hablaba, llegaba prácticamente a una resolución.
ran sido iniciados en los Casi 1o hacía, pero no lo hacía.Y no caía de nuevo en mi antigua condición, sino que mc
zas malas y dos mentes aferraba a mi posición y tomaba aliento. Y trataba de nuevo y quería, pero muy poco,
to lo que dicen, que hay alcanzarlo; un poco más y casi lo tocaba; empero, no llegaba alameta, ni la tocaba, ni
ro negar que, donde uno la asía, titubeando entre morir a la muerte y vivir a la vida; y lo peor, a lo que yo y;r
) estaba habituado, prevaleció más conmigo que lo mejor, lo cual no liabía probado. Y crr
3ó Perspectivas cl(tsicas en psicología
el momento mismo en que estaba por convertirme en otro hombre, cuanto más me deroso, Para podel
aproximaba a ese momento, más horror me sacudía; pero no me sacudía hacia atrás, no me pareció que la
me desviaba a un lado, sino que me dejaba en suspenso. para que la presenc
Los mismos juguetes de juguetes, y vanidades de vanidades, mis viejas amantes se dio cuenta; por
aún me subyugaban; sacudían mi vestido de carne y me susurraban suavemente: "¿Nos ahogado por el lla:
vas a dejar? ¿Y desde este momento ya no estaremos nunca contigo? ¿Y desde este sentado, asombrac
momento esto o aquello jamás te será permitido?" ¿Y qué era lo que ellas me suge- dándole libre curst
rían con las palabras "esto o aquello"? ¿Qué es lo que ellas sugerían, oh, mi Dios? '
aceptable para Ti.
Que Tu misericordia lo aparte del alma de Tu siervo. ¿Qué suciedades sugerían ellas? hablé: "PeroTú, m
¡Qué vergüenzalY ahora las oía mucho menos que a medias, y no me salían al paso do para siempre? ¡
poniéndose descaradamente delante, sino como murmurando a mis espaldas y pelliz- sentía que estaba s
cándome furtivamente, mientras me alejaba, para que me volviera a mirarlas. Empe- ta cuándo? ¿Maña
ro sí me demoraban, así que vacilaba en arrancarme y sacudirme de ellas y saltar mi torpeza?"
hacia donde me llamaban, en tanto que el hábito tirano me decía: "¿Crees que podrás Estaba dicie:
vivir sin ellas?" corazón cuando he
Pero esto me lo decía muy débilmente; pues del lado hacia donde había vuel- casa vecina, canta:
to yo mi rostro y por donde temblaba de pasar, se me apareció la casta dignidad de la actitud y empecé e
Continencia, serena, aunque de una alegria contenida, atrayéndome honestamente a tales palabras en c
ir a ella sin dudar de nada, y extendiéndome sus santas manos, llena de una multipli- mejante. Así, conl
cidad de buenos ejemplos, para recibirme y abrazarme. Había allí tantos jóvenes y como otra cosa m;
muchachas, una multitud de jóvenes de todas las edades, viudas serias y vírgenes primer capítulo c
ancianas, y la Continencia misma en todos, no estéril, sino prolífica madre de hijos accidente cuando
de alegría, que le nacieron de Ti, oh mi Dios, su Esposo. Y ella me sonrió con un estaba diciendo se
gesto alentador, como si dijera: "¿No puedes hacer tú lo que hacen estos jóvenes y riquezas en el ciel
doncellas? ¿O puede hacerlo uno u otro en sí mismo y no en el Señor su Dios? El to. Así que regres
Señor su Dios me dio a mí a ellos. ¿Por qué te mantienes por tus propias fuerzas si no dejado el libro de
puedes mantenerte? Arrójate en Él; no temas, Él no se retirará, en caso de que caye- leí el párrafo en e
ras; arrójate en él sin miedo. Él te acogerá y te sanará." Y yo me ruboricé más allá de como se suele and,
toda medida, pues aún escuchaba los murmullos de aquellos juguetes y pendía en y disoluciones, nc
suspenso. Y de nuevo ella pareció decir: "Cierra tus oídos a todos aquellos miembros y no busquéis cór
sucios tuyos en la tierra, para que sean mortificados. Ellos te hablan de deleites, pero sitaba hacerlo; pu
no como la ley del Señor tu Dios." Esta disputa dentro de mi corazón no era más que penetrarâ en mi c,
una lucha de mí mismo contra mí mismo. Pero Alipio, sentado a mi lado, esperaba en Cerrando el
silencio el resultado de mi emoción inusitada. marca, ahora con
había forjado en
CAPÍTULO XII mostré y él vio n
"Recibe al que er
Habiendo orado a Dios, derrama abundantes lágrimas y, aconsejado por una Con esta admonir
voz, abre el Libro y lee las palabras de Rom. XIII, 13, con lo que, habiendo acuerdo con su c;
cambiado en toda su alma, descubre el divino favor a su amigo y a su madre más inquietas de:
y ella se llenó dr
Pero cuando, desde las secretas profundidades de mi alma, una profunda reflexión triunfos y te ben(
había reunido y acumulado toda mi miseria ante la vista de mi corazón, entonces se que pedimos o pt
desató una poderosa tormenta, acompañada de un torrente de lágrimas igualmente po- de lo que ella sol
l*-
San Agustín '17
r hombre, cuanto más me deroso. Para poder verterlo con sus expresiones naturales, me separé de
Alipio; llttcs
me sacudía hacia atrás, no me pareció qüe la soledad era más adeõuada para llorar' Así que me retiré muy lcjos'
mi estado y él
fu.u q* la pi.esencia de Alipio no me molestara. Tal era en ese momento
.dades, mis viejas amantes se dio .u.nìu; por algo, qu" yo había dicho en que el sonido de mi voz parecía
rraban suavemente: "¿Nos ahogado po, llanto; y
"."ì, estado me levanté. Permaneció donde él había estado
;a contigo? ¿Y desde este ,"nádo, àsombrado"f pór "n "r"
completo. Y me tendí, no se cómo, debajo de una higuera,
era lo que ellas me suge- dándole libre curso a mis lágrìmas, y las corrientes de mis ojos brotaban, un sacrificio
as sugerían, oh, mi Dios? aceptable para Ti. Y, ciertamente no con estas palabras, pero t91.:. efecto' mucho Te
enoja-
suciedades sugerían ellas? habié: "Peio Tú, mi Señor, ¿hasta cuándo?" "¿Èasta cuándo, mi Señor? ¿Estarás
as, y no me salían al paso rècuerdes contra nosotros nuestras viejas iniquidadesl", pues
do para siempre? ¡Oh, no
has-
do a mis espaldas y pelliz- ,"n,íu qu" esiaba subyugado por ellas. Profería gritos lastimeros: "¿Hasta cuándo,
¡olviera a mirarlas. Empe- ta cuánào? ¿Mañana y ñraRana? ¿Por qué no ahora? ¿Por qué no es esta
hora el fin de
rcudirme de ellas y saltar mi torpeza?"
de mi
decía: "¿Crees que podrás Estaba diciendo estas cosas y sollozando con la contrición más amarga
que venía deuna
corazóncuando he ahí que escuché la voz de un niño o una niña, no sé,
lo hacia donde había vuel- y repitiendo: "Toma y lee; toma y lee." De inmediato cambió mi
casa vecina, cantando
que los niños dijeran
ció la casta dignidad de la actitud y empecé u.o*idé.u. con la máxima seriedad si era usual
ryéndome honestamente a tates paiaUrás en cualquier tipo de juego; tampoco podía recordar
haber oído algo se-
no
nos, llena de una multipli- À"¡unt.. Así, conteniendo elìorrente ãe mis lágrimas, me levanté, interpretándolo
y
como otra cosa más que como una orden del Cielo para que abriera el libro
tabía allí tantos jóvenes y leyera el
que, llegado por
, viudas serias y vírgenes primer capítulo .on èl que tropezara. Pues había oído de Antonio
c prolífica madre de hijos ,rtuùu leyendo el evangelio, recibió la admonición de si lo que se
àccidente iuando se
pobres, y tendrás
Y ella me sonrió con un estaba diciendo se dirigía a é1. "Ve y vende lo que tengas y dáselo a.los
true hacen estos jóvenes y riquezas en el cielo; y í.n y sígueme."Y pot eie oráculo él se convirtió
aTi de inmedia-
pues ahí había
r en el Señor su Dios? El to. esi que regresá iapia*n.nt. al lugai donde Alipio estaba sentado,
y en silencio
lr tus propias fuerzas si no dejado tiUto-¿" los ápóstoles cuandõme levanté de allí. Lo tomé, lo abrí
rará, en caso de que caye- "i
leiel párrafo en el que primero se posó mi vista: 'Andemos con decencia honestidad
y
'o me ruboricé más allá de .o.o ,. suele andar duånte el día: ño en comilonas y bo'acheras, no en deshonestidades
,llos juguetes y pendía en y disoluciones, no en contiendas y envidias: Más revestíos de nuestro Señor Jesucristo
r todos aquellos miembros y no busquéis cómo contentar loi antojos de vuestra sensualidad'" No leí más ni nece-
te hablan de deleites, pero sitaUa haóerlo; pues, al instante, al terminar la sentencia si una luz de seguridad
las
-como
sombras de la duda.
ni corazón no era más que penetrara en mi corazón- se disiparon todas
ado a mi lado, esperaba en cerrando el libro después y, ya sea poniendo en medio mi dedo o alguna otra
marca, ahora con una actit;d tranquila, se lo di a Alipio' Y así él me reveló
lo que se
Se lo
había i-orjado en é1, lo que yo no óono.ía. Me pidió ver l'o.ql.
yo había leído.
Era esto:
mostré y et uio más allá de lo que yo había leído y no sabía lo que seguía'
.,Recibó al que es débil en la fe'", lô cual él se aplicó a sí mismo y me lo descubrió'
y propósito, muy en
nas y, aconsejado por una Con esta admonición él se fortaleció; y con una buena resolución
a mí), sin
13, con lo que, habiendo acuerdo con su carácter (en el que, para bien, él siempre fue muy diferente
lo hicimos saber
'a su amigo y a su madre más inquietas demoras, se me unió.-De ahí fuimos con mi madre. Se
y
y ella se llenó de gozo. Relatamos cómo llegó a ocurrir y ella saltaba de alegría
todo aquello
na, una profunda reflexión iriunfos y te bendeõía a Ti, que eres capaz de exceder con abundancia en
para mí
e mi corazón, entonces se que pedimos o pensamos; pues ella percibió que Tú le habías d.ado más a ella
åe tå que ella solía pedir con sus gernidos más lastimeros y tristes' Pues
Tú actuastc
le lágrimas igualmente po-
Perspectívas clasicas en psicología
Pregunta LXXXV
EL MODOY ORDEN
@n ocho artlculos
Alprallegamos ac<
bezado hay ocho Puntos
imagen mental de fartasl
que comprende nuesfro il
prende nuesho intelecto 1
muchas cosas al mismo
división? (6) ¿Puede erra
queotro? (8) ¿ComPrend
Primer artlculo
¿Comprendenuesr
defantøsmas?
Procedemos øsí al
Obieción 1. Parece
materiales por abstracci
Pregunta LXXXV
Primer artículo
¿Comprende nuestro íntelecto las cosas corporales y materíøles abstrøyéndolas
deføntøsmøs?
Procedemos así al primer artículo:
Objeción 1. Parecería que nuestro intelecto no comprende las cosas corporales y
materiales por abstracción de fantasmas. Pues el intelecto es falso si comprende una
Aquino, Santo Tomás de (ca. 1272, 1948). Fragmentos de Summa theologiae. En A. C. Pegis
(ed.) Introduclion to Saint Thomas Aquinas. Nueva York: The Modern Library, Pregunta LXXXV
"Te mode and order of understanding" (El modo y orden de conocimiento), 400-405, 408-416.
Reimpreso con autorización de Estate ofAnton Pegis.
rEn la terminología escolástica, imagen sensible, individual y concreta de las cosas, en oposición a la idea
39
4ll Perspectivas clásicas en psicología
cosa de un modo diferente al que ésta es. Ahora bien, las formas de las cosas materiales que nuestro intelecto con<
no existen en abstracción de cosas particulares representadas por fantasmas. Por lo través de las cosas materi
tanto, si comprendemos las cosas materiales por la abstracción de imágenes mentales cosas inmateriales, tal col
de fantasmas, habrá error en el intelecto. riales a través de las inm¿
Obj.z.Aún más, las cosas materiales son aquellas cosas naturales en cuya defini- Pero Platón, considt
ción entra la materia. Pero nada puede ser comprendido por separado de aquello que entra está de algún modo unid
en su definición. Por lo tanto, las cosas materiales no pueden ser comprendidas aparte de separadas y que comprel
la materia. Ahora bien, la materia es el principio de la individuación. Por lo tanto, las abstracciones, como se al
cosas materiales no pueden ser comprendidas por la abstracción de lo universal apartir de Respuesta a la objet
lo particular; y esto es abstraer imágenes mentales inteligibles a partir de fantasmas. ra, por vía de la comPosi
Obj. 3. Aún más, el Filósofo dice que el fantasma es al alma intelectual lo que existe en alguna otra, o qr
el color es a la vista. Pero ver no es causado por la abstracción de imágenes mentales de ción simple y absoluta; Y
color, sino por la impresión en sí del color en la vista. Por lo tanto, tampoco el acto el hecho de que el intelec
de la comprensión sucede abstrayendo algo de fantasmas, sino por la impresión de das una de otra, imPlica f
estos mismos en el intelecto. modo de abstracción, el
Obj.4. Aún más, el Filósofo dice que hay dos cosas en el alma intelectual: el están abstraídas unas de
intelecto posible y el intelecto agente. Pero no pertenece al intelecto posible abstraer caso de los sentidos. Pue
imágenes mentales inteligibles de fantasmas, sino recibirlas ya abstraídas. Tampoco que está separado de éste
parece ser la función del intelecto agente, que está relacionado con fantasmas como la deramos el color Y sus Pr
luz con los colores; ya que la luz no abstrae nada de los colores, sino más bien actua expresamos en Palabras l<
sobre ellos. Por lo tanto, de ningún modo conocemos abstrayendo de fantasmas. ción. Pues para el color li
Obj. 5. Aún más, el Filósofo dice que el intelecto conoce las imágenes mentales independientemente de I
en sus fantasmas, y no, por tanto, por abstracción. imágenes mentales de ur
Por el contrørio, el Filósofo dice que las cosas son intelígibles en la medida en pueden ser pensadas sin .
que son separables de la materia. Por lo tanto, las cosas materiales necesitan conocerse imágenes mentales. Esto
de acuerdo a que sean abstraídas de la materia y de las imágenes materiales, es decir, lar, o la imagen mental i:
fantasmas. naluraleza de las imágen
Yo respondo que, como quedó dicho, el objeto del conocimiento es proporcionar por fantasmas. Si, Por lo t
el poder del conocimiento. Ahora bien, hay tres grados de facultades cognoscitivas. otro modo al que es dict
Pues una facultad cognoscitiva, esto es, el sentido, es el acto de un órgano corporal. Y, cosa comprendida; Pues
por tanto, el objeto de cada facultad sensitiva es una forma tal como existe en la materia modo del que es. De ahí
corpórea y, ya que dicha materia es el principio de la individuación, por lo tanto cada piedra de su materia, de
facultad de la parte sensitiva puede tener conocimiento sólo de particulares. Hay otro como sostenía Platón. Pt
grado de facultad cognoscitiva que no es ni el acto de un órgano corporal ni está de rencia a aquel que comp
ninguna manera conectada con la materia corpórea. Tal es el intelecto angélico, el obje- en el que uno comPrendr
to de cuya facultad cognoscitiva es, por tanto, una forma que existe aparte de la mate- conocida está en forma i
ria; pues aunque los ángeles conocen las cosas materiales, no las conocen más que en intelecto, y no en forma
algo inmaterial, esto es, ya sea en sí mismos o en Dios. Pero el intelecto humano contie- Respuesta a la objt
ne un lugar intermedio; pues no es el acto de algún órgano y, empero, es la facultad del natural es sólo una form
alma, que es la forma del cuerpo, como eslá claro según lo que se dijo antes. Y, por lo así, la materia no entrarí
tanto, es propio de él conocer una forma que existe individualmente en materia corpó- en desacuerdo y decir qr
rea, pero no tal como existe en esta materia individual. Pero saber qué está en la materia como la carne Y los hue
individual y, empero, no tal y como existe en dicha materia, es abstraer la forma de la por lo tanto, abstrae la in
materia individual que está representada por fantasmas. Por lo tanto, necesitamos decir sensible, no de la mate
l-
nas de las cosas materiales que nuestro intelecto conoce las cosas materiales abstrayéndolas de fantasmas; y quc ir
das por fantasmas. Por lo través de las cosas materiales así consideradas adquirimos cierto conocimiento de las
ión de imágenes mentales cosas inmateriales, tal como, en el caso contrario, los ángeles conocen las cosas matc-
riales a través de las inmateriales.
s naturales en cuya defini- Pero Platón, considerando sólo la inmaterialidad del intelecto humano, y no quc
rarado de aquello que entra está de algún modo unido al cuerpo, sostenía que los objetos del intelecto son Ideas
ier comprendidas aparte de separadas y que comprendemos, no por abstracción, sino más bien participando en
'iduación. Por lo tanto, las abstracciones, como se afirmó anteriormente.
'n de lo universal a partir de Respuesta a la objeción 1. La abstracción puede ocurrir en dos formas. La prime-
; a partir de fantasmas. ra, por vía de la composición y división, y así debemos comprender que una cosa no
al alma intelectual lo que existe en alguna otra, o que está separada de ella. La segunda, por vía de una considera-
r de imágenes mentales de ción simple y absoluta; y así comprendemos una cosa sin considerar otra. De este modo,
lo tanto, tampoco el acto el hecho de que el intelecto abstraiga una cosa de otras que en realidad no están abstraí-
sino por la impresión de das una de otra, implica falsedad, en el primer modo de abstracción. Pero, en el segundo
modo de abstracción, el hecho de que el intelecto abstraiga cosas que en realidad no
en el alma intelectual: el están abstraídas unas de otras, no implica falsedad, como aparece con claridad en el
intelecto posible abstraer caso de los sentidos. Pues si dijéramos que el color no está en un cuerpo coloreado, o
s ya abstraídas. Tampoco que está separado de éste, habría un error en lo que pensamos o decimos. Pero si consi-
do con fantasmas como la deramos el color y sus propiedades, sin referencia ala manzana que está coloreada, o si
lores, sino más bien actua expresamos en palabras lo que así comprendemos, no habrá error en tal opinión o afirma-
rendo de fantasmas. ción. Pues para el color la manzana no es esencial y, por tanto, el color puede conocerse
,ce las imágenes mentales independientemente de la manzana. Del mismo modo, las cosas que pertenecen a las
imágenes mentales de una cosa material, tal como una piedra, un hombre o un caballo,
religibles en la medida en pueden ser pensadas sin los principios individuales que no pertenecen a la noción de las
riales necesitan conocerse imágenes mentales. Esto es lo que queremos decir por abstraer lo universal de lo particu-
¡enes materiales, es decir, lar, o la imagen mental inteligible de fantasmas; en otras palabras, esto es considerar la
natrxaleza de las imágenes mentales aparte de los principios individuales representados
¡cimiento es proporcionar por fantasmas. Si, por lo tanto, se dice que el intelecto es falso cuando conoce una cosa de
facultades cognoscitivas. otro modo al que es dicha cosa, esto es así cuando el término otro modo se refiere a la
de un órgano corporal. I cosa comprendida; pues el intelecto es falso cuando comprende que una cosa es de otro
como existe en la materia modo del que es. De ahí que el intelecto sería falso si abstrajera la imagen mental de una
luación, por lo tanto cada piedra de su materia, de tal modo que pensara que esa imagen no existe en la materia,
de particulares. Hay otro como sostenía Platón. Pero no es así cuando el término otro modo se toma como refe-
rgano corporal ni está de rencia a aquel que comprende. Pues es bastante cierto que el modo de la comprensión,
ntelecto angélico, el obje- en el que uno comprende, no es el mismo que el modo de una cosa en ser; ya que la cosa
: existe aparte de la mate- conocida está en forma inmaterial en aquel que comprende, de acuerdo con el modo del
o las conocen más que en intelecto, y no en forma material, de acuerdo con la cosa material.
Iintelecto humano contie- Respuesta a la objeción 2. Algunos han pensado que la imagen mental de una cosa
empero, es la facultad del natural es sólo una forma y que la materia no es parte de la imagen mental. Si esto fuera
¡ue se dijo antes. Y, por lo así, la materia no entraría en la definición de cosas naturales. Por lo tanto, debemos estar
rlmente en materia corpó- en desacuerdo y decir que la materia es doble, común y signata o individual: común, tal
rber qué está en la materia como la carne y los huesos; individual, tal como esta carne y estos huesos. El intelecto,
es abstraer la forma de la por lo tanto, abstrae la imagen mental de una cosa natural a partir de la materia individt¡al
) tanto, necesitamos decir sensible, no de la materia común sensible. Por ejemplo, abstrae la imagen mental rlc
r-
42 Perspectivas clásicas en psícología
hombre apafür de esta carne y estos huesos,que no pertenecen a la imagen como tal, sino salmente y, no obstante, r
al individuo y no necesitan ser consideradas en la imagen mental. Pero el intelecto no comprender las cosas de
puede abstraer la imagen mental de hombre a partir de carne y huesos. fantasmas, como Ya dijir
Sin embargo, el intelecto puede abstraer las imágenes mentales matemáticas no
sólo de la materia individual sensible, sino también de la materia común sensible. Pero Tercer artículo
no las puede abstraer de la materia común inteligible, sino sólo de la materia individual
inteligible. Pues la materia sensible es materia corpórea en tanto que sujeta a cualidades ¿Es lo más unívert
sensibles, como la de estar fría o caliente, ser dura o blanda, y otras similares; mientras Procedemos enton(
que la materia inteligible es materia en cuanto sujeta a la cantidad. Ahora bien, es Objeción l. Parece
manifiesto que la cantidad está en la sustancia antes que lo estén las cualidades sensi- intelectual. Pues lo que e
bles. De ahí que las cantidades, como el número, la dimensión y las figuras, que son las menos y en forma secul
terminaciones de la cantidad puedan considerarse aparte de las cualidades sensibles y vienen primero en lo tocr
esto es abstraerlas de la materia sensible. Pero no pueden ser consideradas sin compren- la existencia de su cote
der la sustancia que está sujeta a la cantida{ pues eso sería abstraerlas de la materia en forma secundaria.
común sensible. Empero, pueden ser consideradas aparte de esta o aquella sustancia, y Obj.z.Aún más, lo
esto es abstraerlas de la materia individual inteligible. universales son lo más sit
Pero algunas cosas pueden abstraerse incluso de la materia común inteligible, Obj.3. Aún más, e
como el ser, la unidad, la potencia, el acto y otras similares; todas las cuales pueden miento antes que las Part
existir sin materia, como puede verificarse en el caso de las sustancias inmateriales. Y ción de lo menos univel
al no haber tenido en cuenta el doble tipo de abstracción, como se explicó antes, Platón tanto, nosotros conocem
sostenía que todas esas cosas que el intelecto puede abstraer son abstractas en realidad. Obj.4. Aún más, c
Respuesta a la objeción 3. Los colores, tal como están en la materia individual universales son principio
corpórea, tienen el mismo modo de ser que la facultad de la vista; y por 1o tanto pueden Por el contrario, d,
imprimir su propia imagen en el ojo. Pero los fantasmas, en tanto que son imágenes Yo respondo que,e
individuales y existen en órganos corporales, no tienen el mismo modo de ser que el das. Primero, que el cor
intelecto humano, como está claro de lo que hemos dicho, y por lo tanto, no tienen la sensible. Ahora bien, yi
facultad en sí mismos de causar una impresión en el intelecto posible. Pero, a través de materia, y el intelecto t:
la facultad del intelecto actuante, de ahí resulta en el intelecto posible cierta semejanza conocimiento del prime
producida cuando el intelecto agente se vuelve hacia los fantasmas. Esta semejanza re- do, debemos considerar
presenta lo que está en los fantasmas, pero incluye sólo la nattraleza de la imagen men- un estado de realidad;'
tal. Así pues, es como se dice que la imagen mental inteligible se abstrae del fantasma; realidad viene primero a
no que la forma idéntica que previamente estaba en el fantasma esté subsecuentemente la realida4 antes de real
en el intelecto posible, como un cuerpo transferido de un lugar a otro. miento completo, cuand
Respuesta a Ia objeción 4. El intelecto agente no sólo ilumina fantasmas, sino que tras que el acto incomplt
hace más; por su facultad, las imágenes mentales inteligibles son abstraídas de los fan- en forma indistinta y co
tasmas. Ilumina a los fantasmas porque, así como la parte sensitiva adquiere mayor manifiesto y cierto es c
facultad por su conjunción con la parte intelectual, así a través de la facultad del inte- eso, lo conocemos disti
lecto agente los fantasmas se vuelven más adecuados para la abstracción de intenciones que saber algo que abar
inteligibles de ellos. Ahora bien, el intelecto agente abstrae imágenes mentales inteligibles las cosas contenidas er
a partir de los fantasmas, en vista de que por su facultad nosotros podemos tomar en podemos tener conocin
consideración las naturalezas de las imágenes mentales sin condiciones individuales potencia, sino también r
Es de acuerdo con sus semejanzas que el intelecto posible es informado en forma confusa, sin
Respuesta a la objeció¡z 5. Nuestro intelecto abstrae las imágenes mentales distintamente lo que est
inteligibles de los fantasmas en tanto que considera las naturalezas de las cosas univer- mún; y así, conocerindi
Santo Totnás de Aquino 43
cen a la imagen como tal, sino
salmente y, no obstante, comprende esas natura lezas
r mental. Pero el intelecto no en los fantasmas, ya que no puede
comprender las cosas de ras cuares abstrae las imágenes
ne y huesos.
fantasmas, como ya dijimos antes.
;;;;i",
sin dirigirse a los
Les mentales matemáticas no
nateria común sensible. pero
sólo de la materia individual Tercer artículo
tanto que sujeta a cualidades ¿Es lo mds unìversar ro prìntero en nuestra cogníción ínterectuar?
a, y otras similares; mientras
la cantidad. Ahora bien, Procedemos entonces al tercer artículo:
es
o estén las cualidades sensi- obieción l ' Parecería que lo más universal no es lo primero
en nuestra cognición
intelectual' Pues lo que es primero y más conocido
ión y las figuras, que son las en su propia naturalezaes conocido
menos y en forma secundaria en relación con
ie las cualidades sensibles y nosotros mismos. pero los universales
vienen primero en lo tocante a su naturaleza,
,r consideradas sin compren- debido u qu"praiÃ"-'es ro que no imprica
ría abstraerlas de la materia
lq existencia de su correlativo.Por lo tanto, nuestro
intelecto conoce a los universales
en forma secundaria.
le esta o aquella sustancia, y
obi' 2'Aún más, lo complejo precede a lo simple en relación
con nosotros. pero los
universales son lo más simple-Por lò tanto, nosotros
materia común inteligible, los conocemos en forma secundaria.
'es; todas las cuales pueden obi' 3' Aún más, el Filósofo dice que el objeto definido ui.n.
u nuestro conoci-
miento antes que las partes de su definición. perolo
s sustancias inmateriales. y más universal es parte de la defini-
)mo se explicó antes, platón
ción de lo menos universar, como animql es parte
de Ia definición de hombre. por lo
tanto, nosotros conocemos los universales eniorma
r son abstractas en realidad. secundaria.
obj. 4. Aún más, conocemos las causas y los principios por
án en la mareria individual sus efectos. pero los
universales-son principios- Por lo tanto, conocemos
vista; y por lo tanto pueden los universales en forma secundaria.
Por el contrario, debemos proceder de ro tmiversar
en tanto que son imágenes tà i¡iirt",
mismo modo de ser que el . lq respondo que' ennuestro conocimiento hay dos " quåà.ben ser considera-
y por lo tanto, no tienen la das. que
_Primero, el conocimiento intelectual oe átgún "o.u,;;á;=;d. del conocimiento
sensible' Ahora bien, ya que el sentido tiene cosaJsingulares
to posible. Pero, a través de e i"ndividualcs para su
,to posible cierta semejanza rnateria, y el intelecto tiene.lo universal para
su materiã, de ahí se sigue que nuestro
conocimiento del primero viene antes quã nuestro
rtasmas. Esta semejanza re- conocimiento del segundo. segun_
clo, debemos considerar que nuestro intàlecto
t:.xalezade la imagen men- procede de un estado de potencialidad a
rle se abstrae del fantasma;
un estado de realidad; y que cada facurtad que así procede
de ra potenciaridad a la
realidad viene primero a.un acto incompleto, que
;ma esté subsecuentemente es inìermedio entre la potencialidad y
la realidad, antes de real-izar el acto p.ri".to.
.gar a otro. Ét acto perfecto ¿"i inì.lr.to es el conoci-
lumina fantasmas, sino que
miento completo, cuando el objeto ès conocido en
rorma Jisiiniå fàlt.r-inada; mien-
tras que el acto incompleto es el conocimiento
s son abstraídas de los fan- imperfecto, cuando'eiobjeto es conocido
cn forma indistinta y como si fuera confuso. oe
: sensitiva adquiere mayor ãni qu. .t ritoroio aigu que ro que es
vés de la facultad del inte-
maniJìesto y cierto es conocído por nosotros primeio
en þrma confusa; después de
eso, lo conocemos distinguiendo sus principios
abstracción de intenciones y erementos. Ahora bien, es evidente
que saber algo que abarca.variat .o.ui,
rgenes mentales inteligibles sin un conocimiento adecuado de cada una clc
las cosas contenidas en ello, .r .onoó.. esa cosa
>sotros podemos tomar en en forma confusa. En esta forma
podemos tener conocimiento no sólo de
condiciones individuales la totalidad universat, quàìonti"n. partes cn
potencia, sino también de la totalidad integral;
s informado. pues cada totalidåd puede ser conocid¿r
cn forma confusa, sin que sus partes sean conocidas
e las imágenes mentales distintamente. pero co.ocor
distintamente lo que está contenido en la totalidad
alezas de las cosas univer- universal es conocer lo rncnos c.-
rnún; yasí,conocerindistintamenteunanimalesconocerlo
comoanimal,micrrlrast¡rrc
-
44 Perspectivas clásicas en psicología
OistinguiiOos órdenes de naturaleza: una, por vía de generación y tiempo; y así el forma es el fin de la gen'
imperfecto y el potencial vienen primero. De este modo, lo más común viene primero necesario que el conocir
enil orden âe linaturaleza. Esto aparece claramente en la generación del hombre y del relación con nosotros' YÍ
animal; pues e/ animal es generado antes que eI hombre, como dice el Filósofo. El otro rizamos con efectos desr
orden ei el orden de la perfección o intención de la naturaleza. Por ejemplo, el acto
considerado absolutamente es naturalmente anterior a la potencialidad, y el perfecto a Cuarto artículo
lo imperfecto; y así, lo menos común viene naturalmente antes de 1o más común, como
el hombre viene antes que el animal. Pues la intención de la natural eza no se detiene en ¿Podemos comyre
la generación del animal, sino que aspira a la generación del hombre. Procedemos así al
Respuesta a la objeción 2. El universal más común puede compararse con el me-
Obieción l. Parece
nos como una totalidad y como una parte. Como totalidad, en tanto que en lo enc
"omún el intelecto está Por
más universal está contenido potencialmente no sólo lo menos universal sino también
I
I
Santo Tomás de Aquino 45
i racional o irracional, esto otras cosas; como en animal estítcontenido no sólo hombre sino también caballo.Como
o conoce animal antes que parte, en tanto que el universal menos común contiene en su noción no sólo lo más
rar cualquier concepto más õomún, sino también más, como hombre contiene no sólo animal sino también røcio-
nal.Por lo tanto, ønimal considerado en sí mismo está en nuestro conocimiento antes
'ocede de la potencialidad al que hombre;pero hombre viene antes que animal considerado como parte de la noción
pertenece al tiempo. Por lo tanto, el intelecto no conoce cosas diferentes en sucesión, distintamente; y así cada
sino al mismo tiempo. conocidas al mismo tiem'
Obj.z.Aún más, no hay nada que impida que diferentes formas no opuestas entre Respuesta a la obje<
sí estén realmente en el mismo objeto como, por ejemplo, el color y el aroma están en cosa y otra, conoce a aÍ
lamanzana. Pero las imágenes mentales inteligibles no están opuestas unas a otras. Por conoce las partes del todr
lo tanto, no hay nada que impida que el mismo intelecto esté en acción con respecto a
diferentes especies inteligibles. Así, puede conocer muchas cosas al mismo tiempo. Quinto artículo
Obj.3. Aún más, el intelecto conoce una totalidad al mismo tiempo, tal como un
hombre o una casa. Pero una totalidad contiene muchas partes. Por lo tanto, el intelecto ¿ComPrende nuest
conoce muchas cosas al mismo tiempo.
Obj. 4. Aún más, no podemos conocer la diferencia entre dos cosas, a menos que Procedemos así al,
conozcamos ambas cosas al mismo tiempo, y lo mismo ha de decirse de cualquier otra Obieción 1. Parecer
comparación. Pero nuestro intelecto conoce la diferencia entre una cosa y la otra. Por lo visión. Pues la comPosic
tanto, conoce muchas cosas al mismo tiempo. no puede comprender mt
Por el contrario,se dice que la comprensión es sólo de una cosa, la ciencia es de der por composición Y d
muchas. Obi.z.Aún más, ci
Yo respondo que, el intelecto sí puede, en efecto, comprender muchas cosas como futuro. Pero el intelecto
una, pero no como muchas, esto es decir, por unapero no por muchas imágenes menta- particulares. Por lo tanto
les inteligibles. Pues el modo de cada acción sigue a la forma que es el principio de esa Obi.3. Aún más, e
acción. Por lo tanto, cualesquiera cosas que el intelecto pueda entender bajo una ima- Pero la composición Y lz
gen mental, las puede entender juntas. De ahí que Dios vea todas las cosas al mismo que la cosa que es signif
tiempo, ya que El ve todo en uno, esto es, en Su esencia. Pero cualesquiera cosas que el cosa, habida cuenta de q
intelecto conozca como imágenes mentales diferentes, no las comprende al mismo tiem- que es el animal.Potlo
po. La razón de esto es que es imposible que un solo y mismo objeto sea perfeccionado Por el contrario,la
al mismo tiempo por muchas formas de un género y diversas imágenes mentales, así el Filósofo. Pero en las P
como es imposible que un solo y mismo cuerpo tenga al mismo tiempo diferentes colo- las proposiciones afirm¿
res o diferentes formas. Ahora bien, todas las especies inteligibles pertenecen a un ción y división.
género, debido a que son las perfecciones de una facultad intelectual aun cuando las Yo respondo que, e
cosas que representen las imágenes mentales pertenezcan a diferentes géneros. Por lo ción y división. Pues Y
tanto, es imposible que un solo y mismo intelecto se perfeccione al mismo tiempo por semejanza con las cosa,
diferentes imágenes mentales inteligibles, así como realmente comprender diferentes sino que la adquieren Pc
cosas. conocimiento Perfecto c
Respuesta a la objeción l. El intelecto está por encima del tiempo que es la medi- aprehende algo de esa c'
da del movimiento de las cosas corpóreas. Pero la multitud misma de imágenes menta- do del intelecto; Y desPt
les inteligibles causa cierta sucesión de operaciones inteligibles, de acuerdo con que que afectan la esencia.,
una operación es anterior a otra. Y a esta sucesión, San Agustín la llama tiempo y dice posiciónodivisión;Yd
que Dios mueve a la criatura espirituøl a través del tiempo. esto es el razonamiento
Respuesta a la obj.2. No sólo es imposible que formas opuestas existan al mismo Pero los intelectos
tiempo en el mismo sujeto, sino que tampoco puede hacerlo ninguna forma pertene- su perfección Ya desde
ciente al mismo género, aunque no sean opuestas unas con otras, como está claro en los el conocimiento comPl'
ejemplos de los colores y las formas. podamos conocer Por c
Respuesta a la objeción 3. Las partes pueden entenderse en dos formas. Primero, humano conoce Por cor
en una forma confusa, tal como existen en la totalidad; y así son conocidas a través de angélico tienen un con
la única forma de la totalidad y así son conocidas juntas. En otra forma, son conocidas proceso en sí, sino con,
I
I
Santo Tomas de Aquino 47
cosas diferentes en sucesión,
distintamente; y así cada una es conocida por su imagen mental y de ahí que no sean
conocidas al mismo tiempo.
rtes formas no opuestas entre
Respuesta a la obieción 4. Si el intelecto ve la diferencia o comparación entre una
, el color y el aroma están en
cosa y otra, conoce a ambas en relación con su diferencia o comparación; tal como
:án opuestas unas a otras. por
conoce las partes del todo, como dijimos más arriba.
:sté en acción con respecto a
ìs cosas al mismo tiempo.
mismo tiempo, tal como un Quinto artículo
rtes. Por lo tanto, el intelecto
¿Comprende nuestro íntelecto por composícíón y dívisíón?
:ntre dos cosas, a menos que
Procedemos así al quinto artículo;
de decirse de cualquier otra
rtre una cosa y la otra. por lo
Objeción l. Parecería que nuestro intelecto no comprende por composición y di-
visión. Pues la composición y división lo son sólo de muchos, mientras que el inteiecto
no puede comprender muchas cosas al mismo tiempo. por lo tanto, no púede
le una cosa, la ciencia es de compren-
der por composición y división.
crender muchas cosas como
obj.2. Aún más, cada composición y división implica tiempo pasado, presente o
futuro. Pero el intelecto abstrae del tiempo, así como también ìe otras condiciones
or muchas imágenes menta_
particulares. Por lo tanto, el intelecto no conoce por composición y división.
la que es el principio de esa
eda entender bajo una ima-
Obi.3. Aún más, el intelecto comprende lai cosas por una aiimilación en ellas.
Pero la composición y la división no están en las cosas; pues nada está en
ra todas las cosas al mismo la cosa más
que la cosa que es significada por el predicado y el sujeto, y que es una
o cualesquiera cosas que el sola y la misma
cosa, habida cuenta de que la composición sea ciertafpuejel hombre es ciertamente
;comprende al mismo tiem_ lo
que es el animal. Por lo tanto, el intelecto no actúa por composición y división.
ro objeto sea perfeccionado
Por el contrario, laspalabras significan las concepcionès del intèlecto, como dice
sas imágenes mentales, así
el Filósofo. Pero en las palabras encontramos composióión y división, como aparece
mo tiempo diferentes colo- en
las proposiciones afirmativas y negativas. Por lo tãnto, el intelecto actua por composi-
teligibles pertenecen a un
ción y división.
intelectual aun cuando las
Yo respondo que, el intelecto humano debe, por necesidad, conocer por composi-
diferentes géneros. por lo
:ione al mismo tiempo por
ción y división. Pues ya que el intelecto pasa dê la potencialidad al acìo, tiene una
semejanza con las cosas generables, que no alcanzan la perfección de un solo golpe,
nte comprender diferentes
sino que la adquieren por grados. Del mismo modo, el intelecto humano no adquieré ei
conocimiento perfecto de una cosa en su primera aprehensión de éste, sino que primero
del tiempo que es la medi-
aprehende algo de esa cosa, tal como su esencia, lo cual es el objeto primeró y äpropia-
risr¡ra de imágenes menta-
do del intelecto; y después conoce las propiedades, accidenter y diuËt.ur disiosiciones
ibles, de acuerdo con que
que afectan la esencia. Así pues, necesariamente relaciona unu aoaa con otra por
;tín la llama tiempo y dice com-
posición o división; y de una composición y división necesariamente procede a o¡;a,y
esto es el razonamiento.
opuestas existan al mismo
Pero los intelectos angélico y divino, como todos los seres incorruptibles, tienen
r ninguna forma pertene_
su perfección ya desde un principio. De ahí que los intelectos angélico yìivino
:as, como está claro en los tengan
el c.onocimiento completo de una cosa de unsolo golpe, sea lo q-ue fuera que no.oi.o.
podamos conocer por composición, división y razonámiento. Por lo tanto,
: en dos formas. primero, el intelecto
humano conoce por composición, división y razonamiento. Pero los intelectos divino y
son conocidas a través de
angélico tienen un conocimiento de composición, división y razonamiento, no por ól
ltra forma, son conocidas
proceso en sí, sino conociendo su esencia simple.
T-
individual. La segunda composición es del accidente con el sujeto; y a esta composi- xvrr, inician estas lecturas
ción corresponde aquella composición del intelecto por la cual se predica el acciden- del individuo, ya sea en t,
te del sujeto, como cuando decimos el hombre es blanco. No obstante, la composición
interpretación más moni,
de esta sección sigue en
del intelecto difiere de la composición de las cosas; pues los componentes en la cosa
filosóficos de los siglos x
son diversos, mientras que la composición del intelecto es un signo de la identidad de
René Descartes (15
los componentes. Pues la composición supradicha del intelecto no era tal para afir-
psicología, qu ien Pareci
mar que el hombre es blancura; sino que la afirmación de que el hombre es blanco
en que los académicos s
significa que el hombre es algo que liene blancura. En otras palabras, hombre es cartes es también una fiP
idéntico en sujeto a ser que tiene bløncura. Es lo mismo con la composición de forma entre cuerpo Y alma
y materia. Pues animal significa aquello que tiene una naturaleza sensitiva; racional, que habían sido afirmar
-lt
aquello que tiene una naturaleza intelectual; hombre, aquello que tiene ambas; y Aquino, y definió la Par
Sócrates, aquel que tiene todas esas cosas junto con materia individual. Y así, de desde Descartes al Prin
acuerdo con este tipo de identidad, nuestro intelecto compone una cosa con otra por quedó colocada en clar
medio de la predicación. con Descartes, la Psicol
con los aspectos corpo
pasiones del alma (16¿
entre aquel las actividac
al alma. En los artículos
la fisiología, Poniendo
"espíritus animales". Er
psicológicas del alma, t
ca de las pasiones. La
artículos, no reProduci,
como las formas en que
considerarse Psicológic
al cuerpo, está claro q'
bastante distintos Para
Hay dos Pregunta
cuerpo-mente de Desc
T-
(1677), Spinoza presenta su definición de intelecto y sus actividades. Al hacerlo así, procesos descrit
él también muestra un poco de la precisión de su lógica, al poner énfasis en el papel 2. Si el "sentido" <
fundamentaldel intelecto para explicar la experiencia. Esto es, los procesos psicoló- biente, ¿cómo c
gicos que concurren en el intelecto están íntimamente ligados en éste, como lo están mente Y la infor
los productos del intelecto, entre ellos las emociones o pasiones. Este principio que-
da subrayado por la afirmación de que, para Spinoza, la eliminación del intelecto Un rePresentante
quita todos los demás aspectos de la experiencia, lo cual es el punto en el que termi- (1806-1 873), describe ,
na este pasaje. las asociaciones activa
Hay dos preguntas que deben considerarse: ambiente, justificando I
Colectivamente, la Psi<
1. aplica la distinción cartesiana entre mente y cuerpo a la forma en que Spinoza fica británica de la Pas
¿Se
presenta al intelecto? de la mente.
2. De alguno de los ejemplos que cita Spinoza, ¿son las emociones parte de los Trate de Pensar er
procesos corporales o mentales?
1. Las "leyes de la
Siguiendo los escritos iniciales de Descartes y Spinoza, los escritos filosóficos rres. ¿Qué activ
sobre psicología empezaron a tomar un carácter o tema nacional. En Francia, el 2. En algunos Pun
dualismo de Descartes se redujo a la opinión de que la mente puede entenderse más ¿Cuál sería el lt
o menos por sus elementos de entrada, y así la psicología quedó reducida a dichas
En Alemania surg
entradas y se llamó "sensualismo". Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780) fue uno
de los principales proponentes del sensualismo. En este pasaje, tomado de su Tratado la que se ponía énfasis
de las sensaciones(1754), Condillac describe las capacidades mentales o cognoscitivas Spinoza que a Descartt
a través de su analogía con la experiencia humana, en la que usa una estatua dotada sentante de esta tradici
pasaje de su Crítica de
sólo del sentido del olfato. Condillac trata de demostrar cómo pueden desarrollarse
habilidades mentales superiores a partir de esta capacidad sensorial. cimiento derivado de
Hay dos preguntas que podrían abordarse al leer esta selección de Condillac: mente sobre sí misma,
Kant estableció el con
1. La propuesta de Condillac es bastante simple, pero, ¿funciona? depositaria de las Prec
2. Aunque Kant no
¿C6mo podría transferirse al presente la idea de Condillac; por ejemplo, ¿usando
una computadora? ¿Puede usted imaginar computadoras más avanzadas en el guntas al rePasar esta:
futuro que completaran la propuesta de Condillac?
1. ¿Qué dicen las
Aquí se incluyen lecturas de dos filósofos británicos debido a los importantes actividad?
antecedentes del pensamiento británico en el surgimiento de la psicología estadouni- 2. Contraste la dt
Locke o de Mil
dense a fines del siglo xlx y en el xx. Siguiendo las ideas avanzadas inicialmente por
Thomas Hobbes (1588-1679), la tradición británica del empirismo y la pasividad
mental recibieron expresión total en los escritos de John Locke (1 632-1704). Desde-
El surgimiento de la psicologíu S t
ìte y al cuerpo según Descar_ ñando la dirección -que condujo a Condillac a reducir la
Descartes? actividad mental descle cl
dualismo cartesiano hasta las sensaciones, Locke conservo la
c de la ciencia moderna, neces¡dad de la mentc,
¿era pero,la hizo casi por completo dependiente de los
,de la definición de Aristótóles estímulàs J"iarniente. En este
pasaje, tomado de Ensayo sobre el entendim¡ento
humano tiøgo¡, Locke explora
cómo se originan y desarrollan las ideas.
Hay un par de preguntas que deben tenerse en cuenta en
rmana suscita pensam ientos el ensayo de Locke:
t reforma del entendimiento
actividades. Al hacerlo así,
1' Para Locke, el conocimiento humano ocurre en el
alma o mente. ¿Cuáles son los
procesos descritos por él de los que surge el entendimiento?
al poner énfasis en el papel
;to es, los procesos psicoló_
2' Si el "sentido" depende de la informaãón sensorial corpãral
recibida del am-
biente, ¿cómo ocurre la reflexión? ¿Cuál es la relaciOn åntre la reflexión
ados en éste, como lo están de la
mente y la información del ambientè?
asiones. Este principio que_
r eliminación del intelecto Un representante posterior del movímiento británico empirista, john
es el punto en el que termi- Stuart Mill
(1 806-1 873), describe en este extracto de Sisrema de tøgica
d e+ã-lló, principios dà
las asociaciones activas como el proceso mental qr"
uËt,r" ìotr" lo, estímulos del
ambiente, justificando la necesidad de una teoría mental
dentro del modelo de Locke.
Colectivamente, la psicología se acomodó muy pronto dentro
:o a la forma en que Spinoza de la tradición filosó-
rrce. británica de la pasividad mental estudiada
a través de los productos observados
de la mente.
las emociones parte de los
Trate de pensar en estas preguntas al leer la selección
de Mill:
Artículo 1. Que I
acción en algún
En ningún otro lu
de los antiguos que en.
es un tema acerca del
I
C. Carr (trad.) Treatise on
rSr' 6 rSr'
nia Press, parte l, caps. i,
eneral e incidentalmente
'ad.) The passions of the
Artículo I. Que lo que es una pasión con respecto a un sujeto es siempre una
acción en algún otro respecto.r
En ningún otro lugar es más evidente lo defectuoso de las ciencias que heredamos
de los antiguos que en lo que éstos escribieron acerca de las Pasiones. Pues aunque éste
es un tema acerca del cual siempre se ha buscado vigorosamente el conocimiento, y
Descartes, R. ( I 649, I 989). Parte I, Acerca de las pasiones en general, e incidentalmente acerca
de la naturaleza entera del hombre. En S. H. Voss (trad.) The Passions of the Soul. Indianápolis:
Hackett Publishing Co., l8-49. Reproducido con autorización de Hackett Publishing Co., Inc.
I En los primeros seis artículos, Descartes empieza su estudio desarrollando un principio general: el
primer paso parâ conocer cualquier cosa que sucede dentro de las personas debe ser determinar si es atribuible
al alma o al cuerpo. Después, en los artículos 'l-16,17-29 y 30-50, considera sucesivamente la nanrraleza del
cuerpo, del alma y su unión, en tanto que éstos deben conocerse para conocer la naturaleza de las pasiones
del al¡na; vea las notas 8 y 18.
53
r
54 El surgimiento de la psicología
pese a no parecer uno de los más dificiles que, ya que todos las sienten en sí cuerpo; por otra parte, toc
-puesto
mismos, no es necesario tomar prestadas observaciones de otras partes para descubrir pertenecer a un cuerpo dt
su naturaleza-, tro obstante, es tan poco lo que los Antiguos enseñaron acerca de ellas,
y en su mayor parte tan poco creíble, que no puedo esperar acercarme a la verdad a Artículo 4. Que el
menos que desande los caminos2 que ellos siguieron. Por esta razón me veré obligado a nuestro cuerpo y lt
escribir aquí como si tratara un tema que nunca antes nadie hubiera descrito. Para em-
pezar, tomo en consideración que cualquier cosa que se haga u ocurra de nuevo por lo Así, debido a que n
general es llamada por los filósofos una Pasión con respecto al sujeto a quien le ocurre, mos bien en Pensar que
y una Acción con respecto a lo que la hace ocurrir. Así, aunque el agente y el paciente alma. Y debido a que no
muchas veces son bastante diferentes, la Acción y la Pasión son siempre una sola cosa, pueden moverse en mucl
que tietre estos dos nombres de acuerdo con los dos sujetos diferentes a los cuales mo calor, o más (la exper
puede referirse.3 tiene más calor y movim
que todo el calor y todo
Artículo 2. Que para entender las Pasiones del alma necesitamos distinguir dependen del pensamien
entre las funciones de ésta y las del cuerpo.
Artículo 5. Que es
Después también tomo en consideración que no observamos ningún sujeto que cuerpo.
actúe más inmediatamente sobre nuestra alma que el cuerpo al cual ésta está unida y
que, consecuentemente, debemos pensar que lo que es una Pasión en la primera co- Por medio de esto e
múnmente es una Acción en el segundo. Así que no hay mejor camino para llegar grave; tanto, que lo cons
al conocimiento de nuestras Pasiones que examinar la diferencia entre el alma y el todavía correctamente lat
cuerpo, para conocer a cuál de cada una de las funciones dentro de nosotros deben consiste en esto: al ver q
atribuirse. después de movimiento,
hacía cesar los movimier
Artículo 3. Que debe seguirse la regla para llegar a este fin. natural y todos los movil
debería pensar, por el co
No encontraremos gran dificultad en hacer esto si tenemos en cuenta lo siguiente: cesa el calor y se desinte
todo lo que por experiencia encontramos que está en nosotros y que vemos que también
puede estar en cuerpos totalmente inanimados, debe atribuirse solamente a nuestro
¡ue todos las sienten en sí cuerpo; por otra parte, todo lo que en nosotros concebimos como totalmente incapaz de
tras partes para descubrir pertenecer a un cuerpo debe atribuirse a nuestra alma.a
gnseñaron acerca de ellas,
'acercarme a la verdad a Artículo 4. Que el calor y el movimiento de nuestros miembros proceden de
razón me veré obligado a nuestro cuerpo y los pensamientos del alma.s
Lubiera descrito. Para em-
u ocurra de nuevo por lo Así, debido a que no concebimos que el cuerpo piense de ningún modo, hace-
rl sujeto a quien le ocurre, mos bien en pensar que todo tipo de pensamiento dentro de nosotros pertenece al
ue el agente y el paciente alma. Y debido a que no tenemos ninguna duda de que hay cuerpos inanimados que
cn siempre una sola cosa, pueden moverse en muchas formas diferentes al nuestro, o más, y que tienen el mis-
,s diferentes a los cuales mo calor, o más (la experiencia muestra esto en [el caso de] la flama, que en sí misma
tiene más calor y movimiento que cualquiera de nuestros miembros), debemos creer
que todo el calor y todos los movimientos que están en nosotros, en tanto queó no
I necesitamos distinguir dependen del pensamiento, pertenecen exclusivamente al cuerpo.
oAquí, "atribuü'es traducción de attribuet y "pertenecer", más arriba, de appartenir. Cuando una persona
"atribuye" una ñmción a una cosa, esa persona podría sostener que o es un modo de la cosa, presente en ella, o que es
rregla del método al que exhorta causado por esa cosa. Debe tenerse presente esta distinción en la lectura y evaluación de los argumentos en los artíct¡los
ArtÍculo 6. ¿Cuál es la diferencia entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto? hacia el lado izquierdo de
ciones, dispersas Por el r
Por lo tanto, para que podamos evitar este error, consideremos que la muerte nun- cava, que llevan la mism
ca ocurre a causa de la falta del alma, sino sólo porque se desintegra una de las partes estas dos cámaras son co
principales del cuerpo. Y juzguemos que el cuerpo de un hombre vivo difiere tanto del sangre en cada circuito
de un hombre muerto como un reloj u otro autómata (esto es, otra máquina con movi- movimientos de los mien
miento propio) cuando tiene cuerda y contiene el principio corporal del movimiento nen uno a otro de tal forl
para el cual fue construido, junto con todo lo requerido para su acción, [difiere] del del cuerpo al que está adì
mismo reloj u otra máquina cuando está descompuesto y deja de actuar el principio de a é1. Después, si ocurre c
su movimiento.? extiende el Primero Y at
adherido. Finalmente, es
Artículo 7. Breve explicación de las partes del cuerpo y algunas de sus funciones.s todos los sentidos, dePen'
que vienen todos del cel
A fin de hacer esto más inteligible, explicaré aquí en pocas palabras todo acerca muy fino,llamado los el
de la forma en que está compuesta la máquina de nuestro cuerpo. Ahora no hay nadie
que no sepa que tenemos cotlzln, cerebro, estómago, músculOS, nervios, arterias, ve- Artículo 8. ¿Cuál
nas y cosas similares. También es conocido que el alimento ingerido desciende hacia el
estómago y los intestinos, de donde su jugo, fluyendo hacia el hígado y todas las venas, Pero la forma en q
se mezcla con la sangre que éstos contienen, con lo que aumenta su cantidad. Aún más, animales y nervios no es
aquellos que han oído un poco de medicina conocen la forma en que está compuesto el los hace actuar. Es Por
corazóny cómo toda la sangre venosa puede fluir fácilmente de la vena cava hacia su escritosrr, no obstante aq
lado derecho y pasar de ahí a los pulmones a través del vaso llamado arteria venosa, en nuestro corazón, que
para finalmente pasar de ahí a la gran arteria, que se ramifica ampliamente por todo el que este fuego es el Prinr
cuerpo.e Del mismo modo, todos aquellos a los que no ha cegado por completo la
autoridad de los Antiguos y que han estado dispuestos a abrir los ojos lo suficiente para Artículo 9. ¿Cóm
examinar la opinión de Harvey acerca de la circulación de la sangre, no dudan de que
todas las venas y las arterias del cuerpo son como corrientes a través de las cuales la Su primer efecto t
sangre fluye incesantemente con gran rupidez, abriéndose paso desde la cámara dere- corazon; esto hace que
cha del corazónpor la vena arterial, cuyas ramificaciones están dispersas todas por los fuerza de la cámara de
pulmones y unidas con las de la arteria venosa, por la cual pasa desde los pulmones arteriar2. DesPués, al r
la câmara derecha del '
arteria venosa. Pues en
nas, dispuestas de tal r
?El
"principio" de las funciones del cuerpo es termodinâmico (art. 8). Y el calor en sí se explica en términos por las dos últimas, Y q
de movimiento (vea, por ejemplo , El nwndo, cap.2: AT XI, 7- 10: CSM I, 83-84; Meteotologra, Discurso I : AT VI'
que ha entrado en el c'
235-236: Olscamp 266; a Mersenne, 9 de enero de 1639: AT II, 485; PrincipioslY, arts. 80, 92 y 198;AT Vlll' 249,
255-256,321-323: parcialmente en CSM I,284-285). Por lo tanto, es exacto describir al cuerpo humano como una sangre precedente. Y et
"máquina" y compararlo con varios autómatas (como hace Descartes, por ejemplo, en Tratãdo sobrc el hombrc:
AT Xl, 120 y 130-132: Hall 2-5 y 2l-22;en la Sexta Meditación: ATVII,84-85; CSM II, 58-59 y aquí en los arts.
6,7 , 13, t6 y 34). roDescartes encomió la
sEn los artículos 7- I 6, Descartes esboza las funciones del cuerpo humano, en tanto que éstas pueden ayudar
fiende su propia exPlicación tt
a conocer las pasiones clel alma, siguiendo el procedimiento recomendado en el art. 2. El esbozo está desarrollado
por ejemplo, en Dtscurso, Parl
enTatado sobrc el hombrey Descripción del cuerpo hyuano, escritos respectivamsnte en 1632-1633y 1648,
pero publicados en fonna póstuma, así como en el Drscrlso, parte V y la Dióptrica. Los artículos 7-10 están 244; parcialmente en CSM I, -:
r¡Discttrso, '
5: AT
anticipados en la carta (al marqués de Nervcastle) de abril de I 645?: AT IV I 88- I 92. Parte
t2Acerca de la dilatacii
ela "vena arterial" es la arteria pulmonar; la "arteria venosa" es el conjunto de cuatro venas pulmonares y
Hall l3-15; a PlemPius de Fro
Ia "gran arteria" es la aorta.
I
\
René Descartes 57
vivo y un cuerpo muerto? hacia el lado izquierdo del corazón; después, de allí va ala gtan arteria, cuyas ramifica-
ciones, dispersas por el resto del cuerpo, están unidas a las ramificaciones de la vena
leremos que la muerte nun- cava, que llevan la misma sangre de nuevo hacia la câmara derecha del corazón; así,
lesintegra una de las partes cstas dos cámaras son como dos compueftas a través de cada una de las cuales pasa la
rmbre vivo difiere tanto del sangre en cada circuito que hace en el cuerpo.ro Aún más, es sabido que todos los
es, otra máquina con movi- rnovimientos de los miembros dependen de los músculos y que estos músculos se opo-
o corporal del movimiento luen uno a otro de tal forma que, cuando uno de ellos se contrae, atrae hacia sí la parte
ara su acción, [difiere] del del cuerpo al que está adherido, lo cual, al mismo tiempo, extiende el músculo opuesto
:ja de actuar el principio de a é1. Después, si ocurre que el segundo músculo se contrae en algún otro momento, se
extiende el primero y atrae de nuevo hacia sí mismo la parte del cuerpo al que está
adherido. Finalmente, es sabido que todos estos movimientos de los músculos, así como
¡ algunas de sus funciones.s todos los sentidos, dependen de los nervios, que son como pequeños filamentos o tubitos
que vienen todos del cerebro y que contienen, al igual que aquél, cierto aire o viento
pocas palabras todo acerca muy fino,llamado los espíritus animales.
)uerpo. Ahora no hay nadie
culos, nervios, arterias, ve- Artículo 8. ¿Cuál es el principio de todas esas funciones?
ingerido desciende hacia el
el hígado y todas las venas, Pero la forma en que contribuyen al movimiento y a los sentidos estos espíritus
renta su cantidad. Aún más, animales y nervios no es conocida comúnmente, como tampoco el principio corporal que
ra en que está compuesto el los hace actuar. Es por esto que, aunque en cierta forma ya lo he explicado en otros
Lte de la vena cava hacia su escritosrr, no obstante aquí diré brevemente que mientras vivimos hay un calor continuo
rso llamado arteria venosa, en nuesffo corazón, que es una especie de fuego que mantiene en él la sangre venosa, y
;a ampliamente por todo el que este fuego es el principio corporal de todos los movimientos de nuestros miembros.
ra cegado por completo la
r los ojos lo suficiente para Artículo 9. ¿Cómo tiene lugar el movimiento del corazón?
la sangre, no dudan de que
:es a través de las cuales la Su primer efecto es distribuir la sangre con la que están llenas las cámaras del
raso desde la cámara dere- corazôn; esto hace que la sangre, que necesita ocupar un espacio más grande, pase a
stán dispersas todas por los fuerza de la cámara derecha hacia la vena arterial y de la izquierda hacia la gran
I pasa desde los pulmones arteriar2. Después, al cesar esta distribución, la sangre entra inmediatamente en
la cámara derecha del corazón de nuevo desde la vena cava, y a la izquierda por la
arteria venosa. Pues en las aperturas de estos cuatro vasos existen pequeñas membra-
nas, dispuestas de tal modo que impiden que la sangre entre en el cotazon excepto
el calor en sí se explica en términos
I; Meteor ología, Discurso I : AT VI,
por las dos últimas, y que salga de allí excepto por las dos primeras. La sangre nueva
I! arts. 80,92 y 198; ATVIII,249, que ha entrado en el corazón se rarifica de inmediato allí, del mismo modo que la
scribir al cuerpo humano como u¡ra sangre precedente. Y es sólo en esto en lo que consiste el pulso o latido del corazón y
mplo, en Tratado sobre el hombre:
5; CSM II, 58-59 y aquí en los arts.
ro, entanto que éstas pueden ayudar roDescartes encomió la teoría de Harvey acerca de la circulación de la sangre, pero equivocadamente de-
las arterias, de modo que este latido ocurre con la misma frecuencia con la que la turas por las cuales los esPi
sangre entra de nuevo en el corazón. Es también esto lo único que le da su movimien- de tal modo que, cuando I
to a la sangre y la hace fluir incesantemente con gran rapidez por todas las arterias y ellos tienen incluso un Po(
venas y así la sangre lleva el calor adquirido en el corazón a todas las partes del todas las aberturas a travé
cuerpo y sirve a su subsistencia. hacia el primero y, al misn
pudieran pasar hacia el otr
Artículo 10. ¿Cémo se producen los espíritus animales en el cerebro? momento en los dos músc
contrayéndolo, mientras qt
Pero lo que importa más aquí es que las partes más vivas y finas de la sangre que
el calor ha rarificado en el corazón entran incesantemente en las cavidades del cerebro Artículo 12. ¿Cómo
en gran número. Y larazón de que vayan allí, en lugar de a otra parte, es que toda la sentidos?
sangre que sale del corazón por la gran arteria fluye hacia ese lugar en línea recta y, puesto
que no toda puede entrar debido a que sólo hay pasajes muy estrechos, sólo las partes más Todavía necesitamos
agitadas y finas llegan allí, mientras que el resto se difunde por todos los demás lugares fluyan del mismo modo d
del cuerpo. Ahora bien, estas partes muy finas de la sangre constituyen los espíritus ani- dirijan más espíritus hacia
males. Y para este fin, el único cambio que necesitan sufrir en el cerebro es separarse allí más adelante,ra realmente €
de las otras partes de la sangre que no son tan finas. Pues lo que llamo espíritus aquí no dos que dependen sólo del
son otra cosa más que cuerpos; su única propiedad es que son cuerpos que son muy suscitados en los órganos d
pequeños y que se mueven rápidamente, tal como las partes de la llama que emana de una mente en la DioPtrique.ts I
antorcha.13 Así pues, no se detienen en ninguna parte, al grado de que algunos de ellos que leer otras, rePetiré aqui
entran en las cavidades del cerebro, otros salen a través de los poros de esta sustancia; es, su médula o sustancia il
esos poros los guían hacia los nervios y de allí a los músculos, por medio de los cuales el cerebro, donde se origil
mueven el cuerpo en todas las distintas formas en que éste puede moverse. adheridos estos filamentos
nuación de la que envuelve
Artículo 11. Cómo tienen lugar los movimientos de los músculos. rrados los pequeños filamt
por estos mismos tubos de
Pues la única causa de todos los movimientos de los miembros es que algunos adentro Permanezcan total
músculos se contraen y los opuestos se extienden, como ya ha quedado dicho. Y la mueva la parte del cuerPo
única causa que hace que se contraiga un músculo, en lugar del opuesto, es que un parte del cerebro de donde
número ligeramente mayor de espíritus llegan hacia él desde el cerebro, en lugar de de una cuerda y también s
hacia el otro. No es que los espíritus que llegan inmediatamente desde el cerebro basten
por sí solos para mover los músculos, sino que hacen que los espíritus que ya se en- Artículo 13. Que et
cuentran en los dos músculos dejen a uno con granrapidez y se pasen al otro, de donde los espíritus hacia l
aquel al que dejan se vuelve más largo y relajado, y aquel en el que entran se hincha
rápidamente con ellos, se contrae y tira del miembro al que está adherido. Esto es fácil Y expliqué enla Dit
de entender, habida cuenta que se conozca que hay muy pocos espíritus animales que can a nosotros sólo de est
vienen continuamente del cerebro hacia cada músculo, pero que siempre están conteni- los objetos y nosotros, m'
dos en dicho músculo gran cantidad de ellos, moviéndose rápidamente en é1; en ocasio- ticos en el fondo de nuestl
nes simplemente girando en su lugar, donde no encuentran pasajes libres para saliç y en nervios; dije que los mut
ocasiones fluyendo hacia el músculo opuesto. Pues en estos músculos hay pocas aber- hacen ver en las cosas Y
rrLos espíritus animales son componentes corpóreos de la sangre; son "espíritus" como lo son las bebidas
espirituosas, no como los fantasmas, más espirituosos que espirituales (vea el art. I 5). Por lo tanto, son un recurso r{Artículo 18.
apropiado para alguien que desea tratar las pasiones como fisico (326) y, como veremos, desempeñan un papel r5Discurso 4: AT VI, 109-
central en el tratamiento de Descafes. r6Discursos 5 y 6: AT VI,
René Descartes 59
a frecuencia con la que la turas por las cuales los espíritus animales pueden fluir de uno a otro, y están dispuestas
ico que le da su movimien- de tal modo que, cuando los espíritus animales procedentes del cerebro hacia uno de
lez por todas las arterias y ellos tienen incluso un poco de más fuerza que los que van hacia el otro, éstos abren
¿ón a todas las partes del todas las aberturas a través de las cuales los espíritus del otro músculo pueden pasar
hacia el primero y, al mismo tiempo, cierran todas aquellas por las cuales sus espíritus
pudieran pasar hacia el otro. Por este medio, todos los espíritus contenidos hasta ese
ales en el cerebro? momento en los dos músculos se reúnen rápidamente en uno de ellos, hinchándolo y
contrayéndolo, mientras que el otro se extiende y se relaja'
'as y finas de la sangre que
n las cavidades del cerebro Artículo 12. ¿Cómo actúan los objetos fuera de nosotros en los órganos de los
¡ otra parte, es que toda la sentidos?
ugar en línea recta y, puesto
itrechos, sólo las partes más Todavía necesitamos entender aquí las causas que impiden que los espíritus siempre
ror todos los demás lugares fluyan del mismo modo desde el cerebro hacia los músculos y, a veces, hacen que se
rnstituyen los espíritus ani- dirijan más espíritus hacia otros. Pues, además de la acción del alma que, como señalaré
rel cerebro es separarse allí más adelante,ra realmente es una de esas causas dentro de nosotros, deben señalarse ofras
que llamo espíritus aquí no dos que dependen sólo del cuerpo. La primera consiste en la diversidad de movimientos
son cuerpos que son muy suscitados en los órganos de los sentidos por sus objetos, cosa que ya he explicado plena-
:la llama que emana de una mente en la Dioptrique.rs Pero, para que aquellas personas que vean esta obra no tengan
do de que algunos de ellos que leer otras, repetiré aquí que hay tres cosas que deben considerarse en los nervios, esto
os poros de esta sustancia; es, su médula o sustancia interna, que se extiende en forma de pequeños filamentos desde
)s, por medio de los cuales el cerebro, donde se origina, hacia los extremos de los otros miembros a los que estan
uede moverse. adheridos estos filamentos; después, las membranas que los rodean y que, siendo conti-
nuación de la que envuelve al cerebro, constituyen pequeños tubos en los que están ence-
los músculos. rrados los pequeños filamentos; después, por último, los espíritus animales que, llevados
por estos mismos tubos desde el cerebro hacia los músculos, hacen que los filamentos de
miembros es que algunos adentro perrnanezcan totalmente libres y extendidos, de tal modo que la menor cosa que
'a ha quedado dicho. Y la mueva la parte del cuerpo a la que esø adherido el extremo de ellos hace que se mueva la
,ar del opuesto, es que un parte del cerebro de donde éste viene, del mismo modo que cuando movemos el extremo
de el cerebro, en lugar de de una cuerda y también se mueve el oÍo.
rte desde el cerebro basten
os espíritus que ya se en- Artículo 13. Que esta acción de los objetos afuera de nosotros puede guiar a
se pasen al otro, de donde los espíritus hacia los músculos de diversas maneras.
:n el que entran se hincha
:stá adherido. Esto es fácil Y expliqué enla Dioptiquetî cómo todos los objetos de la visión se nos comuni-
;os espíritus animales que can a nosotros sólo de esta forma: por la intermediación de cuerpos transparentes entre
¡ue siempre están conteni- los objetos y nosotros, mueven localmente los pequeños filamentos de los nervios óp-
,idamente en él; en ocasio- ticos en el fondo de nuestros ojos y después las partes del cerebro de donde vienen estos
rsajes libres para salir, y en nervios; dije que los mueven en tantas formas diferentes como la diversidad que nos
músculos hay pocas aber- hacen ver en las cosas y que no es el movimiento que ocurre en el ojo, sino el quc
Artículo 14. Que Ia dÍversidad que existe entre los espíritus también puede
diversificar su curso.
La otra causa que sirve para guiar a los espíritus animales hacia los músculos en
diferentes formas es la desigual agitación de esos espíritus y la diversidad de sus partes.
Pues cuando algunas de sus partes son más grandes y estiín más agitadas que ei resto,
pasan aún más en línea recta hacia las cavidades y poros del cerebro y con elio
son guia-
das hacia otros músculos, a los que no irían si tuvieran menos fuerzi.
t1
Lct baze du coeur, la par\e superior ancha, no el fondo del corazón
René Descartcs ól
Artículo 1ó. Cómo todos los miembros pueden moverse por los objetos de los
sentidos y por los espíritus sin ninguna ayuda del alma.
Por último, debe notarse que la máquina de nuestro cuerpo está compuesta de tal
rnodo que todos los cambios que tienen lugar en el movimiento de los espíritus pueden
hacerles abrir algunos de los poros del cerebro más que otros y, en sentido inverso, cuan-
do uno de esos poros se abre incluso ligeramente más de lo acostumbrado, mediante la
acción de los nervios que sirven a los sentidos, esto cambia algo en el movimiento de los
espíritus y hace que éstos sean conducidos hacia los músculos que sirven para mover el
cuerpo de la manera en que éste se mueve comúnmente, en ocasión de tal acción. Así,
todos los movimientos que hacemos sin que intervenga nuestra voluntad (como ocurre
por lo general cuando respiramos, caminamos, comemos y, en breve, hacemos todas las
acciones comunes a nosotros y las bestias), dependen sólo de la disposición de nuestros
miembros y del curso que los espíritus, excitados por el calor del corazón, siguen natural-
mente por el cerebro, nervios y músculos --del mismo modo en que el movimiento de un
reloj es producido por la pura fuerza de su resorte y la forma de sus engranes.
Después de haber tomado así en consideración todas las funciones que pertenecen
sólo al cuerpo, es fácil entender que no queda nada en nosotros que debamos atribuir a
nuestra alma más que los pensamientos, que principalmente son de dos géneros. Los
primeros, a saber, son las acciones del alma; los otros son sus pasiones' Las que yo
ilamo acciones son todas nuestras voliciones, debido a que encontramos por la expe-
rienciare que éstas vienen directamente de nuestra alma y parecen depender sólo de
ella; tal como, por otra parte, todos los tipos de casos de percepción o conocimiento que
encontramos en nosotros generalmente pueden llamarse sus pasiones, ya que con fre-
fslos artículos 17-29 esbozan las funciones del alma en tanto que esto ayuda a conocer las pasiones. ff de
nuevo la nota l. Como había sostenido Descartes en las Meditaciones 2 y 6 (AT Vll'25'29,78, 85-86: CSM ll' l7-
19, 54, 59), son precisamente nuestros pensamientos (pensëes) ---+n el sentido conscientemente amplio en que
Descartes emplea este término-, lo que puede atribuirse a nuestra ahna. El csbozo de aquí es t¡na elaboración de
un pasaje a una carta a Elisabeth,6 de ocrubre de 1645: AT lV 310-31 l: K 177-178; culmina en los artículos 27-
29, en una definición de las pasiones del alma.
teNous experinenrons que: encontramos por la experiencia que; experimentamos que es cierto que. Etr este
sentido, experimenramos nuestra propia causalidad y de ella podemos distinguir las acciones de las pasiones de
nuestra alma. Vea Terceras réplicas alas Meditaciones: AT VII, l9l : CSM II, 134, Quintas réplicas: AT VII, 377-378;
CSM II, 259-260; Principiosl, arts. 39 y 4l: AT VIII, l9-20: CSM I, 205-206; carta a Merserute, 28 de enero de l64l:
AT III, 295: K 93; a Regius, mayo de 164l: NÎ lll,372: K 102; a Hyperaspistes, agosto de l64l : AT III, 432: K I 18.
T
62 El surgimiento de la Psícología
cuencia no es nuestra alma quien las hace como son y debido a que ésta siempre las
recibe de cosas que están representadas por ellas'
También en este caso nuestras voliciones son de dos tipos. Pues las primeras son
acciones del alma que tienen su fin20 en el alma misma, como cuando queremos amar a
Dios o, en general,àplicar nuestro pensamiento a algún objeto que no sea material' Las
otras son a-cciones que tienen su fin en nuestro cuerpo, como cuando, por el simple
hecho de tener la vóluntad de dar una caminata, de ahí sigue que nuestras piernas se
muevan y caminemos.
Nuestras percepciones también son de dos clases y la primera tiene al alma como
causa; las otraial.uð.po. Aquellas que tienen al alma como causa son las percepciones
de nuestras voliciones, y de todas las imaginaciones y otros pensamientos que depen-
den de ellas. Pues es cierto que no podemos querer nada a menos que percibamos por
los mismos medios que lo queremos. Y aunque con respecto a nuestra alma querer algo
es una acción, también puede decirse que percibir qué quiere es una pasión dentro de
ella. No obstante, debidõ a que esta percepción y esta volición en realidad son una sola
cosa,2r la denominación siempre se hace por la más descollante, y así, por lo general no
se le llama pasión sino sólo acción.
Cuando nuestra alma se aplica a imaginar algo que no existe ---como representar-
se un palacio encantado o una quimem-_ y también cuando se aplica a poner atención
a algo que solamente es inteligible y no imaginable ejemplo, poner atención a su
-por
profiu nututuleza-las percepciones que tiene de estas cosas dependen principalmente
äe fa voluntad que le haõe peicibirlas. Es por ello que, por lo general, son consideradas
acciones, más que pasiones.
Artículo 21. Acerca de las imaginaciones que tienen como causa sólo al cuerpo.
Entre las percepciones causadas por el cuerpo, la mayoría depende de los nervios,
pero también hay aþunas que no dependen de éstos y que se llaman imaginaciones,
20Se
terniner.No ,'llegar a un fin", sino "tener como un fin, como finalidad". Incluso podríamos interpre-
del
tar:
.,tener
como objetivo intencional", ampliando la nota 23. Aquí simplemente doy una reproducción neutral
latín que inusitado empleo (la única aparición de este verbo es en este artículo). Vea más
se encuenira detrás de este
enAlquié 966-967,n.3.
2rDescarles propone en otra parte también que un pensamiento y nuestra percepción de ese pensamiento
y réplicas: AT VII,
son idénticos: carta a Mersenne, 28 de enero de l64l : AT III, 295: K 93; Terceras objeciones
l'13-175 CSM II, 122-124 a Regius, mayo de l64l:AT lll,3'12;K 102-103'
T-
René Descartes 63
como aquellas de las que hablé, pero que se diferencian en que no se emplea nuestra
voluntad para formarlas, lo que las descalifica para ser contadas entre las acciones del
alma. Y éstas sólo surgen porque los espíritus, agitados de diversas maneras y viniendo
en las huellas de varias impresiones que los han precedido en el cerebro, toman su
camino aI azar através de algunos de sus poros en lugar de otros. Tales son las ilusiones
de nuestros sueños y del mismo modo las ensoñaciones que con frecuencia tenemos
despiertos, cuando nuestro pensamiento vaga sin cuidado y sin aplicarse a nada por su
propio acuerdo. Ahora bien, aunque algunas de estas imaginaciones son pasiones del
alma, tomando esta palabra en su sentido más estricto y particular, y aunque todas ellas
puedan nombrarse así si se toman en un sentido más general, empero, ya que no tienen
una causa tan notoria y determinada como las percepciones que el alma recibe por media-
ción de los nervios, y ya que sólo parecen ser su sombra y su imagen, para que las poda-
mos distinguir correctamente será necesario considerar la diferencia entre estas otras.22
Artículo 22. Acerca de la diferencia que existe entre las otras percepciones.
Todas las percepciones que no he explicado todavía llegan al alma por mediación
de los nervios y existe esta diferencia entre ellas: a algunas de ellas las referimos a
objetos fuera de nosotros, que impactan nuestros sentidos, otras a nuestro cuerpo o a
alguna de sus partes, y por último, otras a nuestra alma.z3
22Para localizar esas imaginaciones que son pasiones en el sentido estricto, Descartes primero hará la distin-
ción necesaria entre las percepciones que dependen de los nervios ( arts.22-25); después resultará (art. 26) que hay
tanto imaginaciones como percepciones nerviosas que pueden considerarse pasiones del alma.
2tNous les rapporlons: "nosotros las referi¡nos" a objetos externos, a nuestro cuerpo o a nuestra alma.
Descartes enrplea el verbo reflexivo en forma sirnilar a 350. 16: nuestras percepciones se rapportenl refic'
-"se
ren"- a varios objetos. Proporciona algunos rnatcriales para explicar el contenido o la inlencionalidad de las
pasiones al emplear este verbo y también (nota 14, parte II) al hablar de las pasiones como "representación" de
cosas para nosotros y al hablar de los "objetos" de las pasiones.
Descartes sostiene que todas nuestras percepciones nerviosas las referimos a algún objeto (art. 22) y consi-
dera una verdad por definición el que rcliramos las pasiones del alma a nuestra alma (art. 27). Ya que no todas las
pasiones son percepciones nerviosas, subsiste la posibilidad de que algunas pasiones no se refieran al altna; vea
las ¡rotas 22 y 26. Cuando referimos una perccpción a algún objeto externo, tenemos la opinión dc que ésta es
causada por dicho objeto, de tal modo que pensanros que lo venros o lo sentimos (art.23); cuando referimos una
percepción a un objeto externo o a una parte de nuestro cucrpo, juzgamos que la acción que hace que sinta¡nos
alguna cualidad tle ese objeto está en el objeto misrno (alr.24), cuatrdo referimos una percepción a nuestra alma:
sin embargo, por lo general no conoccmos ninguna causa aproxirnada de esa percepción y creemos que sus efectos
estánenel almamisma(art.25;cartaaElisabeth,6deoctubredeló45;ATIV3ll;K178).
ï
64 El sto'gimiento de la psicología
Las percepciones que referimos al cuerpo o a alguna de sus partes son aquellas que
tenemos de hambre, sed y otros de nuestros apetitos naturales, a los que pueden agregarse
el dolor, el calory otras afecciones que sentimos en nuestros miembros y no como objetos
fuera de nosotros. Así, podemos sentir al mismo tiempo, y por la mediación de los mis-
mos nervios, la frescura de nuestm mano y el calor de la llama a la que Se acerca, o, por el
contrario, el calor de la mano y el frío del aire al que está expuesta que haya diferen-
cia entrc las acciones que nos hacen sentir Ia calidez o la frescura en nuestra mano y
-sin
aquellas que nos hacen sentir lo que está fuera de nosotros, excepto que, [suponiendo
que] una de esas acciones sucediera ala otra, juzgamos que la primera ya está en nosotros
y que la [acción] subsiguiente no está allí sino en el objeto que la causa.25
Las percepciones que sólo se refieren al alma son aquellas cuyos efectos se sien-
ten como en el alma misma y de las que no se conoce comúnmente una causa inmediata
a la cual referirlas. Tales son las sensaciones de alegría, enojo y otras como éstas, que
en ocasiones son suscitadas en nosotros por objetos que mueven a nuestros nervios y en
ocasiones también por otras causas.26 Ahora bien, aunque todas nuestras percepciones
que se refieren a los objetos fuera de nosotros, al igual que aquellas que se
-aquellas
refieren a varias afecciones de nuestro cuerpc- realmente son pasiones con respecto a
nuestra alma, cuando esta palabra se toma en su sentido más general, no obstante por lo
general está restringida a significar sólo aquellas que tienen referencia al alma misma.
2ala cláusula final está ambigua en francés. Puede significar o que los nervios o los movimientos del
cerebro le hacen sentir al alma o sus propias percepciones o los movimientos de los órganos o los objetos. Pero,
dado el contexto (art. 24) y un pas aje paralelo (Diópfrica, discurso 4: AT VI, I 12- l l4: Olscarnp 89-90), probable-
mente significa que los movimientos del cerebro hacen que el alma sienta los objetos. Corno explica el resto dcl
art. 23, el objeto que siente el alma no es la antorcha o la campana mismas, sino los movimientos que provienen de
ellas, siendo éstos idénticos a las "acciones" (arts. 23 y 24) quc, por mediación de los movimientos de los nervios
y del cerebro, dan lugar a esas percepciones. Co¡no explica con más detalle la Sexta Meditación, si bien los
sentidos en efecto transmite¡r cierta verdad a la mente, no puede contarse con ellos para que le informen acerca de
la naturaleza esencial de los objetos externos (AT VII, 78-83: CSM II, 54-58).
25Si sentimos simultáneamente la mano fría y el aire cálido, las acciones que causan nuestras percepciones
movimientos en el aire y en la mano- son idénticas. Las percepciones referidas al mundo externo difieren
-los
de las percepciones referidas a nuestro cuerpo no sólo porque las generan diferentes tipos de acciones, sino tam-
bién porque hacemos diferentesjuicios acerca de sus causas; esto queda demostrado en el caso en el que sentimos
la mano fría y el aire cálido, uno después de la otra; en este caso, acciones similares producen perccpciones acerca
de las cuales hacemos diferentes juicios de causa. Recuerde la hipótesis propuesta en la nota 23.
René Descartes 65
Y son sólo estas últimas cuya explicación he emprendido aquí bajo el nombre de pasio-
nes del alma.
Artículo 26. Que las imaginaciones que dependen sólo de los movimientos
fortuitos de los espíritus pueden ser pasiones tan ciertamente como las per-
cepciones que dependen de los nervios.
Aquí falta observar que todas las cosas que percibe el alma por mediación de los
nervios también pueden ser representadas por el curso fortuito de los espíritus, siendo
la única diferencia que las impresiones que entran en el cerebro a través de los nervios
por lo general son más vívidas y definidas que aquellas que suscitan los espíritus allí; lo
cual me hizo decir en el artículo 21 que estas últimas son como la sombra o la imagen
de las primeras. También debe observarse que, en ocasiones, ocurre que esta imagen es
tan similar a la cosa que representa que uno puede ser engañado con ello, en relación
con las percepciones que hacen referencia a objetos fuera de nosotros, o aquellas que
hacen referencia a alguna de las partes de nuestro cuerpo, pero que uno no puede ser
[engañado] de la misma manera en relación con las pasiones, en tanto que éstas son tan
cercanas e íntimas del alma que es imposible que las sintamos sin que sean como lo que
realmente se siente.27 Así, cuando estamos dormidos e incluso cuando estamos despier-
tos, con frecuencia imaginamos ciertas cosas con tanta fuerza que pensamos que las
vemos ante nosotros mismos o las sentimos dentro de nuestro cuerpo, aunque de nin-
gún modo estén allí. Pero aunque estemos dormidos y soñando, no podemos sentirnos
tristes o conmovidos por ninguna otra pasión, a menos que sea cierto que el alma tenga
esa pasión dentro de sí misma.28
Después de haber considerado en qué difieren las pasiones del alma de todos sus
demás pensamientos, me parece que ellas podrían definirse en lo general de este modo:
las percepciones, sensaciones o excitaciones del alma que se refieren a ella en particu-
lar y que son causadas, mantenidas y reforzadas por algún movimiento de los espíritus.
2óEstas
otras causas se explican en los arts. 2l y 26; cf. carta a Elisabeth, 6 dc octubrc de I 645; AT IV 309-
313: K 171-179.
2?Urra persistente convicción
en Descartes es que lo que está alejado puede cngañar, mientras que lo que
está cerca, a la mano, puede dar seguridad. Esto es cierto no sólo de la seguridacl epistémica (además del presente
pasaje,véasetambiénMeditaciones I y3:AIVII, 18y37:CSMII, 12-13y26;ycnel artículo l,másarriba),sino
también seguridad emocional (véase Drscarso, parte 3: NfYI,25-27: CSM I, 123-124).
28La palabra "sentir" (seatrr) debe errtenderse
aquí de modo que "sentirnos tristes" signifique que pensa-
mos que estalnos tristes, no que estamos tristes, pues Ia segunda interprctación haría inútil el argurnento de esta
frase. Descartes suscita una confusión similar en el pasaje de la Tercera Meditación mencionado en la nota 27.
Empero, el argumento --defendido en forma central en Meditación 2: AT Vll, 28-29: CSM II, l9- está claro:
quizá yo puedo ser engañado acerca de la causa de mis pensamientos, ideas o pasiones, pero no acerca de su
existencia o de su naturaleza específica.
r:r' 7 rSr'
l. Si la cosa es creada, la definición, como hemos dicho, tendrá que incluir la causa
próxi-
sigue:
ma. por ejemplo, de acuerdo con esta ley, un círculo tendría que definirse como es
la figura que describe cualquier línea, uno de cuyos extremos está fijo y el otro es móvil.
Esta definición incluye claramçnte la causa próxima.r
2. Requerimos un concepto, o definición, del objeto de tal modo que cuando se le considere
solo, sin ninguno otro asociado, puedan deducirse de él todas las propiedades del objeto
(como puede verse en esta definición del círculo). Pues del objeto podemos inferir clara-
mente que todas las líneas trazadas del centro a la circunferencia son iguales.
Todas estas cosas son evidentes para aquellos que las atiendan con precisión.
[98] También he dicho que las mejores conclusiones tendrán que extraerse de una
esencia afirmativa particular. Pues cuanto más particular es una idea, más distinta y,
por tanto, más clara es. Así que debemos buscar el conocimiento de los particulares
tanto como sea posible.
[99] En cuanto al orden, para unir y ordenar todas nuestras percepciones, se re-
quiere, y larazón así lo exige,a que preguntemos, tan pronto como sea posible, si existe
cierto ser y, al mismo tiempo, qué tipo de ser es, que es la causa de todas las cosas, para
que la esencia objetiva también pueda ser la causa de todas nuestras ideas y después
nuestra mente (como hemos dicho)s reproducirá a la Naturaleza tanto como sea posi-
ble. Pues tendrá objetivamente la esencia, el orden y la unidad de la Naturaleza.
De aquí podemos ver que, sobre todo, es necesario que siempre deduzcamos to-
das nuestras ideas de las cosas fisicas o de los seres reales, procecliendo, tanto como sea
posible, de tal modo que no nos pasemos hacia las abstracciones y los universales, ni
infiramos algo real de ellas, ni las infiramos a ellas de algo real. Pues hacer cualquiera
de estas cosas interfiere con el verdadero progreso del entendimiento.
[100] Pero observen que, por serie de causas y seres reales no entiendo aquí la
serie de cosas singulares y mutables, sino sólo la serie de cosas fijas y eternas. Pues
sería imposible para la debilidad humana captar la serie de cosas singulares y mutables,
no sólo porque hay innumerablemente muchas, sino también por las infinitas circuns-
tancias de una sola y única cosa, cualquiera de las cuales puede ser la causa de su
existencia o no existencia. Pues su existencia no tiene conexión con su esencia o (como
ya se ha dicho) no es una verdad eterna.
puede extraerse
[101] Pero no hay necesidad de que comprendamos su serie. No
la esencia de las cosas singulares y mutables de su serie, o de su orden de existencia, ya
que esto no nos ofrece más que denominaciones, relaciones o, a lo más, circunstancias,
tôdo lo cual está lejos de la esencia más íntima de las cosas. Esa esencia debe buscarse
sólo a partir de las cosas fijas y eternas y, al mismo tiempo, en las leyes inscritas en esas
cosas, así como en sus verdaderos códigos, de acuerdo con los cuales todas las cosas
singulares llegan a ser y son ordenadas. En efecto, estas cosas singulares y mutables
dependen en forma tan íntima y (por así decir) esencial de las cosas fijas, que no pue-
den ser conce.oidas sin éstas. Así que, aunque esas cosas fijas y eternas sean singulares,
no obstante, debido a su presencia en todas partes, y su poder más amplio' para noso-
tros serán como los universales, o los géneros de la definición de las cosas singulares y
mutables y las causas próximas de todas las cosas.
I I 02] Pero, ya que es así, parece haber una
considerable dificultacl para que poda-
mos llegar al conocimiento de estas cosas singulares. Pues concebirlas todas alavezes
una tarea más allá de las facultades del entendimiento humano. Pero para entender una
después de otra debe buscarse el orden, como hemos dicho, no en la serie de las cosas
exiJtentes, ni aun en las cosas eternas. Pues ahí, por naturaleza, todas las cosas son a la
vez. Así que habrá que buscar otras ayudas, más allá de las que usamos para conocer las
cosas eternas y sus leyes.
No obstante, éste no es lugar para tratarlas, ni es necesario hacerlo después de
haber adquirido un conocimiento suficiente de las cosas eternas y sus leyes infalibles, y
la naturaleza de nuestros sentidos se nos ha dado a conocer. [103] Antes de equiparnos
para el conocimiento de las cosas singulares, habrá tiempo de tratar estas ayudas, las
õuales nos sirven para conocer cómo emplear nuestros sentidos y hace¡ de acuerdo con
ciertas leyes, y en orden, los experimentos que basten para determinar la cosa que
estemos buscando, por lo que al fin podamos inferir de ellas, de acuerdo con qué leyes
de las cosas eternas hayan sido hechas, y su naturalezamâs íntima pueda ser conocida
por nosotros, como demostraré en su lugar.6
Aquí, para regresar a nuestro tema, sólo trataré de abordar aquellas cosas que
parecen necesarias para que podamos llegar al conocimiento de las cosas eternas y para
que podamos formar sus definiciones de acuerdo con las condiciones establecidas más
6Varios estudiosos (Leopold, Appuhn, Joachim) han visto en esta frase una digresión, probablemente añadi-
da por Spinoza conto nota al margen. Gebhardt, siguiendo tanto OP como NS, la conserva en el texto, correcta-
mente, pienso yo.
r Banrch Spinozu ó9
arriba. [04] Para hacer esto, debemos recordar lo que dijimos antes:? cuando l¿t ¡llcttlc
pone atención a un pensamiento y deducir de é1, en buen orden, las cosas
que puedan deducirse legítimamente-, -sopesarlo
si es falso, la mente descubrirá la falscdacl;
pero si es verdadero, la mente continuará exitosamente, sin ninguna interrupción, clc-
duciendo cosas ciertas de é1. Esto, digo yo, se requiere para nuestro propósito. Pues
nuestros pensamientos no pueden ser determinados a partir de ningún otro fundamen-
to.s [l05] Si, por tanto, queremos investigar la primera cosa de todas, debe haber un
fundamento que dirija nuestros pensamientos hacia ella.
Después, debido a que el Método es conocimiento reflexivo en sí mismo, este fun-
damento, que debe dirigir nuestros pensamientos, no puede ser otra cosa más que el cono-
cimiento de lo que constituye la forma de la verdad y el conocimiento del entendimiento
y sus propiedades y facultades. Pues una vez que hayamos adquirido este (conocimiento),
tendremos el fundamento a partir del cual deduciremos nuestros pensamientos y la forma
en que el entendimiento, de acuerdo con su capacidad, podrá llegar al conocimiento de las
cosas eternas, con debida consideración, por supuesto, a sus propias facultades.
I I 06] Pero si formar ideas verdaderas atañe ala naturaleza del
pensamiento, como
se mostró en la primera parte, aquí debemos investigar qué entendemos por facultades
del entendimiento. Ya que la parte principal de nuestro Método es entender lo mejor
posible las facultades del entendimiento y su naturaleza, por necesidad, estamos obliga-
dos, por lo que enseñé en la segunda parte de este Método, a deducirlas de la definición
misma de pensamiento y entendimiento.
[l07] Pero hasta ahora no hemos tenido reglas para descubrir definiciones. Y ya
que no podemos darlas a menos que sea conocida la naturaleza, o definición, del enten-
dimiento y su facultad, de ahí sigue que, o la definición de entendimiento debe ser clara
en sí misma, o no podremos entender nada. Sin embargo, a través de sí misma no es
absolutamente clara; pero, debido a que sus propiedades (como todas las cosas que
tenemos del entendimiento) no pueden percibirse clara y distintamente a menos
que sea conocida su naturaleza, si atendemos a las propiedades del entendimiento que
entendemos claray distintamente, su definición será conocida a través de sí misma. Por
lo tanto, enumeraremos y consideraremos aquí las propiedades del entendimiento, y las
empezaremos a abordar sin las herramientas innatas.e
[08] Las propiedades del entendimiento que he observado principalmente y que
entiendo claramente son éstas:
1. Que implica certeza; esto es, que el entendimiento sabe que las cosas son formalmente
tal como están contenidas objetivamente en sí mismo.
?Tomo que la referencia es 6 I como al parecer hace Gebhardt en IV337. Pero en IV338 al parecer la toma
$ ,
como si fuera $ 70, como parte de sus argumentos para la corrección de IV38/l-2'
8OP: "Nam ex nullo fundamento cogitationes nostrae terminari queunt." La traducción de Elwes de este
texto es tan razonable como cualquiera: "Pues nuestros pensamientos podrían llegar a su fin a falta de un funda-
mento." Gebhardt (siguiendo NS) lo corrige a: "Nam ex nullo alio fundamento cogitationes nostrae determinari
queunt", que es lo que yo he traducido. Pero también es viable la conjetura de Appuhn: "Nam ex nullo fundamento
cogitationes nostrae determinari nequeunt" ("Pues sin un fundamento, nuestros pensamientos rto pueden ser deter-
minados"). Hay una discusión más amplia sobre esto en Eisenberg I, 103- 105, y Gebhardt IV337-339. Cl Aristóteles,
NE, 1098 bl-12.
eCf. mâs arriba et. seq.).
[Vl3-14
70 El surgirniento de la psicología
2. Que percibe ciertas cosas, o forma ciertas ideas, absolutamente, y forma ciertas ideas
de otras. Pues forma absolutamente la idea de cantidad, sin atender a otros pensamien-
tos, pero forma la idea de movimiento sólo atendiendo a la idea de cantidad.
3. Aquellas que forma absolutamente expresan lo infinito, pero determinadas ideas las for-
ma de otras. Pues percibe la idea de cantidad a través de una causa, después determina
[esa idea] a través de [a idea de] una cantidadr0 como cuando percibe que un cuerpo
surge del movimiento de algún plano, el plano del movimiento de la línea y, finalmente, la
línea del movimiento del punto. Estas percepciones no ayudan a entender la cantidad, sino
sólo la determinan. Esto es evidente del hecho de que las concebimos como surgiendo del
movimiento, aunque el movimiento no es percibido a menos que se perciba la cantidad, y
también porque podemos continuar el movimiento hasta formar una línea en el infinito,
cosa que no podríamos hacer del todo si no tuviéramos la idea de la cantidad infinita.
4. Forma ideas positivas antes que negativas.
5. Percibe las cosas no tanto desde una duración, sino desde cierta especie de eternidad y
en un número infinito; o más bien, para percibir cosas no atiende ni al número ni a
la duración; pero cuando imagina cosas, las percibe desde cierto número, determinada
duración y cantidad.
6. Las ideas claras y distintas que formamos parecen seguir así de la necesidad de nuestra
nafuraleza sola de que parezcan depender absolutamente sólo de nuestra facultad. Pero
con las ideas confusas es todo lo contrario: por lo general se forman en contra de nues-
tra voluntad.
7. La mente puede determinar de muchas formas las ideas de cosas que forma el entendi-
miento a partir de otras; como, por ejemplo, para determinar el plano de una elipse,
finge que una pluma amarrada a una cuerda se mueve en torno de dos centros, o conci-
be infinitamente muchos puntos que siempre tienen la misma relación definida con una
línea recta determinada, o el corte de un cono por un plano oblicuo, de modo que el
ángulo de inclinación sea mayor que el ángulo del vértice del cono, o en infinidad de
otras formas.
8. Cuantas más ideas expresen la perfección de algún objeto, más perfectas son. Pues no
admiramos al arquitecto que ha diseñado una capilla tanto como al que ha diseñado un
templo notable.
roAquí es evidente que el texto está alterado. Gebhardt corrige según los lineamientos propuestos por NS.
Yo creo que su versión del texto tiene sentido si se entiende como la he traducido aquí. Hay otra versión y una
discusión completa en Eisenberg l , 1 07- 1 09.
rs/ B rsr'
Ét¡enne Bonnot de
Condillac, extracto de
Tratado de las sensacÍones
(17s4)
I La estatua limitada al sentido del olfato sólo puede conocer olores. Ya que nuestra
e oen exlenoerse mas
allá de los olores. No puede tener ideas acerca de extensión, forma o cualquier cosa
fuera de ella, ni fuera de sus sensaciones, como tampoco puede tener ideas de color,
sonido o sabor.
2 Los olores son percibidos sólo en relación con ella misma. Si le damos a la estatua a
oler una rosa, para nosotros es una estatua oliendo una rosa; para sí misma es el aroma
de la rosa.
La estatua, por tanto, será aroma de rosa, aroma de clavel, aroma de jazmín, aro-
ma dê violeta, de acuerdo cön la flor que estimule su órgano del olfato. En una palabra,
con relación a ella misma, los olores son sus modificaciones o sus modos. No puede
suponer que sea otra cosa, ya que sólo es susceptible a las sensaciones.
3 No tiene idea de la materia. Que los filósofos, para quienes parece tan evidente que
todo es material, se pongan por ìrn momento en su lugar, y después imaginen cómo
sospecharían la existencia de cualquier cosa que pareciera lo que nosotros llamamos
matería.
7l
72 EI surgimiento de la psicología
4 No podría estar más linitada en sus conocimientos. Esto es suficiente para probar que
sólo tenemos que aumentar o reducir el número de sentidos para que nos hagan aprobar
juicios por completo diferentes de aquellos que ahora nos parecen naturales; y nuestra
estatua limitada al sentido del olfato puede darnos la idea de una clase de seres con
conocimientos en extremo limitados.
Placer y dolor, los principios de sus operaciones. Cuando puede observar que puede
dejar de ser lo que es para ser lo que era, veremos cómo un estado de dolor puede dar
origen al deseo, pues comparará un estado de placer que puede recordar con el estado
de dolor que está sufriendo. Es por medio de este artificio cómo el dolor y el placer se
vuelven el principio único que determina todas las operaciones de su alma y la elevará
gradualmente hacia todos los conocimientos de que es capaz, Para discemi¡ el progreso que
puede tener, sólo tenemos que observar los placeres que puede desear, los dolores
que puede temer y la influencia de câda uno de acuerdo con sus circunstancias.
Cómo estaría limitada sin memoria. Si no quedaran recuerdos de modificaciones ante-
riorcs, entonces pensaría que está sintiendo por primera vez con ocasión de cada sensa-
oión. Pasarían años enteros en cada momento presente. Si su atención estuviera limitada
sicrnpre a un modo de ser, nunca podría tomar en cuenta dos modos juntos y nunca
Êfienne Bonnot de Condillac 73
podría juzgar sus relaciones. Siempre disfrutaría o sufriría sin tene¡ empero, ni deseo
ni miedo.
6 La aparición de la memoria. El olor no se olvida por completo cuando la sustancia
odorífera que lo causó ha dejado de actuar sobre el órgano del sentido, pues la atención
lo retiene, y una impresión se mantiene fuerte o débil según si la atención fue más o
menos intensa. Esto es la memoria.
7 División de la capacidad de sentir entre olor y memoria. Cuando nuestra estatua es un
olor nuevo, todavía tiene presente lo que era el momento anterior. Su capacidad de
sentir está dividida entre memoria y olfato. La primera de estas facultades está atenta a
la sensación pasada, mientras que la seguncla está atenta a la sensación presente.
8 La mentoria, sólo un modo de sentir. Entonces hay en la estatua dos formas de sentir.
Éstas difieren sólo en que una está relacionada con una sensación presente y la otra con
una sensación que ya no existe, pero cuya impresión aún permanece. Ignorante de cual-
quier objeto que actue sobre ella, ignorante aun de su propio órgano del sentido, por lo
general distingue el recuerdo de una sensación de una sensación presente, sólo en tanto
que uno lo siente débilmente, la otra con intensidad.
9 El sentinúento de esto puede ser mcis íntenso que la sensación. Digo por lo general,
pues el recuerdo no siempre es un sentimiento débil, ni una sensación siempre es un
sentimiento intenso. Pues siempre que la memoria está recordando forzosamente el
pasado y el órgano del sentido, por el contrario, está recibiendo sólo irnpresiones lige-
ras, entonces el sentimiento de una sensación presente es mucho menos intenso que el
recuerdo de una sensación que ya no existe.
l0 La estalua disÍingue en sí misma una.sueesión. Así, siempre que una sustancia odorífera
esté causando una impresión en el propio órgano del sentido, existe otro olor presente
en el recuerdo, debido a que subsiste la impresión de otra sustancia oclorífera en el
cerebro, a donde el órgano del sentido ya la ha transmitido. Al pasar, por así decir, entre
estos dos estados, la estatua siente que ya no es lo que era. El conoci¡niento de este
cambio le hace relacionar el primer olor con un momento diferente a aquel en el que
experimenta el segundo, y esto le hace percibir una diferencia entre existir en un estado
y recordar haber existido en otro.
ll Cómo es activa y pasiva. Es activa en relación con uno de sus estados de sentimiento y
pasiva en relación con el otro. Es activa cuando recuerda una sensación, porque tiene en
sí misma la causa que la evoca, esto es, el recuerdo. Es pasiva cuando experimenta una
sensación, porque la causa que la produce está afuera de ella, esto es, en las sustancias
odoríferas que actuan sobre su órgano del sentido.r
12 No puede diþrenciar los dos estados. Por ser incapaz de imaginar la acción de los objetos
sobre ella misma, no puede diferenciar entre una causa que es interna y una causa que es
externa. Todas estas modificaciones son, en relación con ella misma, como si se debieran
sólo a ella misma; si experimenta una sensación o si sólo la evoca, nunca percibe nada que
no sea o que no haya sido su estado de ser. En consecuencia, no puede notar ninguna
diferencia entre el estado en que es activa y aquel en el que es enteramente pasiva.
¡Hay en nosotros un principio de nuestras acciones quc scntimos pero que no podemos
definir. Lo llama-
mos ñterza. Somos igualmcnte activos err relación con lo que ¡rroduce estafierzu, ya sea dentro o fuera de noso-
tros. Por ejemplo, estamos activos ya sea cuando relìexiona¡nos o cuando movemos nuestro cuerpo. Por analogía,
en todos los objetos que producen algirn cambio, suponemo', u¡ra fuerza de la que sabemos aún mcnos que de los
objclos que la producen, y son pasivos a las im¡rresiones que los objetos causarr en nosotros. Así, un ser es activo
o pasivo, segirn la causa del efecto producido esté dentKì o fuera de é1.
l
EI surgimiento de la psicología
Esta ignorancia la cuidará de un error del que nosotros tenemos dificultad para
evitar: pues esos sentimientos no difieren tanto como imaginamos. De verdad, son to-
dos intelectuales o espirituales porque, entendidos correctamente, es sólo el alma la
que siente. En efecto, hay un sentido en el que podemos decir que todas son sensibles o
corporales, porque el cuerpo solo es su causa ocasional. Es sólo según cómo se relacio-
nen con las facultades del cuerpo o con las del alma como podemos distinguirlas en dos
tipos.
2Aquí y a lo largo de esta obra sólo hablo de hábitos que se adquieren en forma natural; en el orden sobre-
natural todo está sujeto a otras leyes.
Étienne Bonnot de Condillsc
24 Un estado sólo es indiferente por comparación. Entre estos diferentes grados no hay
estado de indiferencia. A la primera sensación, por débil que sea, la estatua necesaria-
mente está satisfecha o insatisfecha. Cuando ha sentido en sucesión los dolores más
agudos y los placeres más penetrantes,juzgará indiferentes, o dejará de considerar agra-
dables o desagradables aquellas sensaciones débiles, que parecerán más débiles en com-
paración con las más fueries.
25 Origen de la necesídad. Siempre que esté incómoda o menos cómoda de lo que estaba,
recordará sus emociones pasadas y las comparará con las presentes, y sentirá la impor-
tancia de volver a ser lo que era. De esto surge la necesida{ o el conocimiento que tiene
de un bienestar que considera necesario para su comodidad.
Ella conoce de necesidades sólo porque compara el dolor que sufre con el placer
que ha disfrutado. Eliminemos el recuerdo de estos placeres y entonces estará incómoda
sin sospechar que tiene alguna necesidad, pues para sentir la necesidad de una cosa debe
haber algún conocimiento de ella. Así, en la suposición que estamos haciendo, la estatua
no conoce otro estado más que aquél en el que se encuentra. Pero cuando evoca un estado
más feliz, su estådo presente de inmediato le hace sentir la necesidad del estado más feliz.
Así es como el placer y el dolor siempre determinan las acciones de sus facultades.
26 Cómo la necesidad determina las operacÍones del alma. Su necesidad puede ser oca-
sionada por un dolor real o por una sensación desagradable, o por una sensación menos
agradable que alguna que la haya precedido o, finalmente, por un estado de apatía en el
que está reducida a una de las modificaciones quejuzga indiferentes.
Si su necesidad es causada por un dolor que le cause un dolor real, la despoja casi
de todo el poder de sentir y le deja sólo a la memoria la facultad de evocar que no
siempre ha estado tan incómoda. En su estado presente es incapaz de comparar los
diferentes modos a través de los cuales ha pasado. Es incapaz de juzgar cuál es el más
agradable. Todo su interés esta en escapar de su estado presente, para disfrutar de otro,
cualquiera que sea. Si conociera un medio que pusiera fin a su sufrimiento, emplearía
todas sus facultades para hacer uso de é1. Es así por lo que en enfermedades graves
dejamos de desear placeres que antes hemos buscado con ardor y ya no pensamos en
nada más que en la recuperación de la salud. Si es una sensación menos agradable la
I
76 El surgimiento de la psicología
que produce la necesidad, debemos distinguir dos casos: o han sido intensos los place-
res con los que la estatua compara esta sensación, y acompañados por las emociones
más fuertes, o si no, han sido menos intensos y escasamente la han afectado.
En el primer caso, la felicidad pasada se despierta con más luerzaen la medida en
que difiera de la sensación presente. La emoción que la acompaña se reproduce parcial-
mente y, absorbiendo casi toda su capacidad de sentir, no le permite notar los senti-
mientos agradables que hayan seguido o precedido. La estatua, entonces, no estando
distraída, es más capaz de comparar su felicidad pasada con su estado presente; es más
capaz de juzgar cómo una difiere del otro; y representarse la felicidad es la manera más
intensa, su privación causa mayor necesidad, y la posesión de la felicidad se vuelve un
bien más necesario.
En el segundo caso, por el contrario, la felicidad pasada es evocada con menor
fuerza; otros placeres dividen la atención; la ventaja que esto ofrece se siente menos;
reproduce muy poca o ninguna emoción. La estafua entonces no está tan interesada en
el retorno del placer y no aplica sus facultades a ello.
Por último, si la necesidad es causada por una de las sensaciones a las que está
acostumbrad a a juzgar como indiferentes, la considera al principio sin mostrar ni placer
ni dolor. Pero este estado, en comparación con las situaciones felices en las que ha estado,
pronto se vuelve desagradable y el dolor que sufre entonces es lo que llamamos aburri-
miento. Pero el aburrimiento resiste, aumenta, se vuelve insoportable y al final dirige
forzosamente a las facultades hacia la recuperación de la felicidad cuya pérdida siente.
El estado de aburrimiento puede ser tan avasallador como el dolor. En este caso,
la estatua no tiene más interés que escapar de é1 y se vuelve con indiferencia a todos los
modos que sean capaces de disiparlo. Pero si se aligera el peso de este tedio, entonces
su estado será menos infeliz y estará menos ansiosa de escapar de é1. Entonces podrá
dirigir su atención a todos los sentimientos agradables que conserva en la memoria, y el
placer con el que evoque sus ideas más intensas la conducirá al final al uso de todas sus
facultades.
27 La necesidad hace activa a la memoria. Hay entonces dos principios que determinan el
grado de la acción de sus facultades: uno es el sentimiento intenso de un bien que ya no
es; el otro es la carencia de placer en la sensación presente o el dolor real que lo acom-
paña.
Cuando se unen estos dos principios, hace más esfuerzos por evocar lo que ha
dejado de ser y siente menos lo que es. Pues siendo necesariamente limitada su capaci-
dad de sentimiento, la memoria puede hacer su parte sólo a costa de la sensación. Si de
hecho la acción de esta facultad de memoria es bastante fuerte, desplazará la capacidad
completa de sentir y la estatua entonces no notará la impresión que se produzca en su
órgano del sentido y su intenso recuerdo parecerâ ser su sensación presente.3
3Nuestra experierrcia demuestra esto. Probablemente no exista nadie que en ocasiones no recuerde placeres
que ha disfrutado, en forma tan inteDsa como si los siguiera disfrutando, o que al menos los haya evocado con
suficiente intensidad para distraer la atención de su estado actual por muy penoso que éste sea.
j.
I
Étienne Bonnot de Condillac 77
28 Cuando cesa la necesidad, cesa la actividad. Si su estado presente es el más feliz quc
ha conocido, entonces el placer basta para hacerle disfrutarlo por preferencia. No hay
más causa que pudiera hacer que su memoria trabajara con la fuerza suficiente para
superar la sensación al grado de extinguir el sentimiento de ésta. El placer, por el con-
trario, fija al menos la mayor parte de la atención, o de la capacidad de sentir, en la
sensación presente. Si la estatua aún recuerda lo que ha sido, es porque la comparación
que hace entre el pasado y el presente le permite saborear mejor su felicidad.
29 Diþrencia entre ¡netnoria e imaginación Entonces hay dos efectos de la memoria: uno
es una sensación que es evocada con tanta intensidad como las impresiones en el órga-
no del sentido; la otra es una sensación de la que sólo queda un ligero recuerdo.
30 La esîatua no percibe esta diferencía. Cuando, sin embargo, la estatua imagina una
sensación que está en el pasado, y la representa tan intensamente colno si fuera presen-
te, no sabe que existe una causa interna que produce el mismo efecto que el cuerpo
odorífero que actua en el órgano del sentido. Por tanto, no puede hacer la diferencia que
hemos establecido entre imaginar una sensación y tenerla.
3l Su imaginación es más actíva que la nuestra. Incluso podríamos asumir que su imagi-
nación es más activa que la nuestra. Pues ya que su capacidad de sentir está enteramen-
te limitada a un tipo de sensación y sus facultades se aplican únicamente a oler', no hay
nada que la pueda distraer. Nosotros, por el contrario, divididos entre una multitud de
sensaciones e ideas que continuamente nos asaltan y conservando en nuestra imagina-
ción sólo una parte de nuestras fi.rerzas, imaginamos rnuy débilmente. Nuestros senti-
¡Muchos hechos prueban el poder de la imaginación sobre los sentidos. Un hombrc profundamente ocupa-
do en sus pensamientos no ve los miles de objetos que lo rodearr, ni escucha los ruidos que hieren sus oídos. Todo
el mundo conoce la historia de Arquímedes (absorto en sus problemas geométricos cua¡rdo fue tomada Siracusa y
los soldados romanos irrumpieron y lo asesinaron). Según la imaginación se aplique con nrayor fuerza a un objeto,
uno puede ser pinchado o quemado sin sentir dolor y el alma parece liberarse de todas las impresiones <lc
los sentidos. Para entender la posibilidad de estos fenómenos basta con tener en cuenta que, siendo limitada
nuestra capacidad de senti¡ seremos absolutamente insensibles a las impresiones sobre los sentidos siem¡rrc
que nuestra imaginación esté completamente absorta en su objeto.
I
I
r
78 El surgimiento de la psicología
dos, siempre en guardia, nos mantienen en constante advertencia ante los objetos que
tratamos de imaginar. Por otra parte, para la imaginación de nuestra estatua hay un
curso perfectamente libre. Puede evocar sin dificultad una sensación que haya disfruta-
do, y entonces la disfrutará como si sus órganos realmente estuvieran siendo afectados
por ella. La facilidad con la que nosotros podemos evitar objetos nocivos para nosotros
y asegurar los que queremos, produce aún un mayor debilitamiento de nuestra imagina-
ción. Pero ya que nuestra estatua sólo puede escapar de un sentimiento desagradable
imaginando intensamente un estado más placentero, ejercerá su imaginación para pro-
curarse efectos que nuestra imaginación no puede ofrecer.s
32 Unico caso en el que la imaginación de la estatua permanece inactiva. Empero, hay
una circunstancia en la que se suspende absolutamente la actividad de su imaginación y
la de su memoria. Es cuando una sensación es tan intensa que toma completa posesión
de su capacidad de sentir. Entonces, la estatua es perfectamente pasiva. Pues su placer
es una especie de intoxicación, en la que dificilmente está consciente del disfrute, y el
dolor es una especie de paroxismo en el que escasamente sufre.
33 Cómo regresa a su actividad la imaginación. Pero en la medida en que la sensación
pierde cierto grado de intensidad, regresan las facultades del alma y la necesidad de
nuevo vuelve a ser la causa determinante de la acción.
34 Cómo le da un nuevo orden a las ideas. Las modificaciones más placenteras de nuestra
estatua no son siempre las últimas que haya recibido. Tan fácilmente podrían encontrar-
se en el principio o a la mitad de la cadena de sus percepciones como al final. La
imaginación, por lo tanto, con frecuencia se ve obligada a pasar rápidamente por enci-
ma de ideas intermedias. Podría tener que ir hasta el extremo más alejado, cambiar el
orden de la memoria y formar una cadena enteramente nueva.
35 Las ideas se conectan enþrma diþrente sólo porque se hacen nuevas comparaciones.
Pero todas estas cadenas se han formado sólo por las comparaciones de la relación que
precede con la que sigue y por losjuicios formados acerca de sus relaciones. La rela-
ción se fortalece en la medida en que el ejercicio de las facultades fortalece el hábito de
recordar e imaginar. Por medio de esto obtenemos la enorme ventaja de reconocer sen-
saciones que ya hayamos tenido.
36 Por medio de esta conexión la estatua reconoce sus modificaciones pasadas. De hecho,
si hacemos que nuestra estatua perciba un olor que ya le sea familiar, lo que tenemos
entonces es un estado de ser que ha comparado , aceÍça del cual ha formulado juicios y
que lo tiene vinculado a algunas partes de la cadena que su memoria ya tiene el hábito
de recorrer. Así es como llega a juzgar que el estado presente en el que se encuentra es
L
Êtíenne Bonnot de Condillac
similar a uno de sus estados anteriores. Pero un olor que no haya percibido todavía está
en un caso diferente y será un olor nuevo.
37 No puede explicarse esteþnómeno. Huelga decir que, cuando la estatua reconoce un
moão de se., no es capaz de darle una explicación. La causa que hace que un fenómeno
sea como otro es tan dificil de discernir que escapa a todos los que no han aprendido a
observar y analizar lo que está ocurriendo en ellos mismos.
38 Cómo se preservany reinuevan las ídeas en la memoria. Pero cuando la estatua está por
mucho tiãmpo sin pensar en un modo de se¡ ¿en qué se convierte, en ese tiempo, la idea
que ha adquìrido de él? ¿De dónde viene cuando después de eso es evocado en la me-
moria? ¿Se conserva en el alma o en el cuerpo? En ninguno de los dos'
rSr' 9 rS/
LIBRO II
Capftulo I
De las ídeøs en generøI y de sus origínales, $ l.Ya que cada Hombre está cons-
ciente de sí mismo, de lo Que piensa y de aquello en que su Mente es empleada más o
menos al pensar; ya que las ldeas, que están alll, sin ninguna duda, que los Hombres
tienen en sus Mentes vañas ldeas, tales como las que expresan las palabras Blancura,
Dureza, Dulzura, Pensamíento, Movímíento, Hombre, Elefante, Ejércìto, Embriaguez y
otras; entonces, en primer lugar debe inquirirse: ¿cómo llega el hombre a ellas? Sé que
es una Doctrina recibida Que los Hombres tienenldeas innatas y Caracteres originales
grabados en sus Mentes, en su mismo Ser primero. Ya he examinado esta Opinión
largamente y, supongo, lo que he dicho en el Libro anterior será admitido mucho más
fácilmente cuando haya demostrado de dónde el Entendimiento puede obtener todas
esas ldeas que tiene y en qué formas y grados éstas pueden llegar a la Mente; para ello
apelaré a la propia Observación y Experiencia de cada uno.
$ 2. Supongamos entonces que la Mente sea, por así decir, un Papel en blanco,
vacío de cualquier Carácter, sinningna ldea; ¿cómo llegaaestar equipada? ¿De dón-
de llega a ese vasto almacén, que la ocupada e ilimitada Fantasla del Hombre hapintado
80
John Locke 8l
en ella, con una variedad casi infinita? ¿De dónde recibe todos los materiales de Razón
y Conocimiento? A esto respondo con una palabra, De la Experiencia: En la que se
basa todo nuestro Conocimiento; y de la que finalmente se deriva ella misma. Nuestra
Observación, aplicada ya sea alos Objetos sensibles y externos; o en torno a løs Ope-
raciones internas de nuestras Mentes, percibidas y refleiadas por nosotros mismos, es
lo que suministra a nuestros Entendimientos todos los materiales del pensamierzlo. Esas
dos son las Fuentes del Conocimiento, de donde surgen todas las ldeas que tenemos o
podemos tener naturalmente.
$ 3. Primero, Nu e s tro s S enlidos, ocupad os con O bj e to s sensibles
part iculares, tran s -
miten a la Mente varias Percepciones diferentes de las cosas, según diversas formas en
las cuales esos Objetos los afectan: Y así llegamos a esas ldeas que tenemos de Amari'
llo, Blanco, Calor Frío, Suave, Duro, Amargo, Dulce y todas aquellas que llamamos
cualidades sensibles, de las que cuando digo que los sentidos transmiten a la mente,
quiero decir que los objetos externos transmiten a la mente lo que produce en ella esas
Percepciones. A esta gran Fuente de la mayoría de las ldeas que tenemos, que depende
totalmente de los Seniidos y que las derivá al Entendimiento, la llamo ^SEl/^!l CIÓN.
$ 4. Segundo, La otra Fuente, de la cual la Experiencia provee de ldeas al Enten-
dimiento, es la Percepción de las Operaciones de nuesttas propias Mentes dentro de
nosoffos, tal como se aplica a las ldeas que recibe; tales Operaciones, cuando el alma
llega a reflexionar sobre ellas y las considera, suministran al Entendimiento otro con-
junto de ldeas, que no podría tener de las cosas de afuera: y tales son Percepción,
Pensamiento, Duda, Creenciq, Razonamiento, Conocimiento, Voluntad y todas las di-
versas acciones de nuestra propia Mente; estando conscientes de ellas y observándolas
en nuestro ser, las recibimos en nuestros Entendimientos como /deas distintas, tal como
lo hacemos con los Cuerpos que afectan nuestros Sentidos. Cada Hombre tiene total-
mente en sí mismo esta Fuente de ldeas;Y aunque no sea Sentido, ya que no tiene nada
que ver con los Objetos externos, empero es muy similar a él y podría llamarse apropia-
damente Sentido interno. Pero ya que llamo ala otra Sensación, entonces llamaró a éste
REFLEXIÓN,puesto que las ldeas que proporciona son tales que la Mente las obtiene
reflexionando èn sus propias Operacionès dentro de sí misma. Por REFLEXIÓN, pues,
en la siguiente parte de este Discurso, se entenderá la observación que ltace la Mente de
sus propias Operaciones y la manera en que éstas llegan a ser ldeas cle esas Operacio-
nes en el Entendimiento. Estas dos, es decir, las cosas Externas y Materiales como
Objetos de la ,SEN,SI CIÓN y las Operaciones dentro de nuestras Mcntes, como objetos
dela REFLEXIÓN son, para mí, los únicos Originalcs, en los cuales tienen su origen
todas nuestras ldeas. Aquí el término Operaciones lo uso cn un sentido lato, como
abarcando no meramente las Acciones de la Mente accrca dc sus ldeas, sino como una
especie de Pasiones que en ocasiones surgen de ellas, tal co¡no la satisfacción y la
incomodidad que surgen de cualquier pensamiento.
Operaciones de su Mente y de todo lo que pueda haber observado en ella, más que las
Ideas particulares que tendría de cualquier Paisaje, o de las Partes y Movimientos de
un Reloj si no dirige sus Ojos a él y sigue con atención todas sus Partes. La Imagen o el
Reloj pueden estar colocados de tal forma que se crucen en su camino todos los días;
empero no tendrá más que una ldea confusa de todas las Partes que lo forman, hasta
que se aplique con atención a considerar cada una en particular.
$ 8. Y de aquí vemos la Razón por la que es muy tarde cuando la mayoría de los
Niños tienen ldeas de las Operaciones de sus propias Mentes; y algunos no tienen
ninguna ldea clara o perfecta de la mayor parte de ellas durante todas sus Vidas. Por-
que, aunque pasen ahí continuamente, empero, cual Visiones flotantes no causan Im-
presiones suficientemente profundas para dejar en la mente ldeas claras. distintas y
duraderas, hasta que el Entendimiento se vuelva hacia dentro de si, reflexior¡e sobre sus
propias Operaciones y las haga el Objeto de su propia Contemplación. Cuando los
niños llegan por primera vez a é1, están rodeados de un mundo de cosas nuevas que' por
constante solicitud a sus sentidos, continuamente atraen la mente hacia ellos, la dirigen
para tomar nota de lo nuevo y ésta es aptapara deleitarse con la variedad de Objetos
cambiantes. Así, los primeros Años por lo general se emplean y dedican a mirar hacia
afuera. El Trabajo de los Hombres en ellos es familiarizarse con lo que encuentran
afuera; y creciendo así con una constante atención hacia las Sensaciones externas, rara
vez hacen Reflexiones considerables acerca de lo que pasa dentro de ellas, hasta que
llegan a los Años maduros; y algunos pocos, nunca.
$ 9. Preguntar en qué momento tiene el Hombre sus primeras Ideas es preguntar
cuándo empieza a percibir; ya que tener ldeas y Percepción son la misma cosa. Yo sé
que es una Opinión que el Alma siempre piensa y que constantemente tiene en sí misma
la Percepción real de \as ldeas, en tanto que existe; y que el pensamiento real es tan
inseparable del Alma como lo es la Extensión real del Cuerpo; lo cual es cierto, ya que
inquirir acerca del principio de las ldeas del Hombre es lo mismo que preguntar sobre
el principio de su Alma. Pues según esta Explicación, el Alma y sus ldeas y el Cuerpo
y su Extensión empiezan a existir ambos al mismo tiempo.
$ 10. Pero ya se suponga que el Alma exista en forma anterior, simultánea y en
ocasiones después de los primeros Rudimentos de Organizacion, o con los principios de
la Vida en el Cuerpo, lo dejo parala discusión de aquellos que han reflexionado mejor en
este asunto. Yo confieso tener una de esas Almas lentas que no se percibe a sí misma en la
contemplación consúante de ldeas, ni puede concebir que para el Alma siempre sea nece-
sario pensar, como tampoco moverse lo es para el Cuerpo; la percepción de las ldeas
(como yo lo concibo) es para el Alma lo que el movimiento es para el Cuerpo, no su
Esencia sino una de sus Operaciones. Y por tanto, aunque nunca se suponga que pensar
sea tanto la Acción propia del Alma, empero no es necesario suponer que ésø siempre
deba estar pensando, siempre en Acción. Eso, quizás, es el Privilegio del Autor infinito y
Preservador de las cosas, quien nunca dormita ni duerme; pero no es competencia de
ningún Ser finito, al menos no del Alma del Hombre. Sabemos ciertamente por Experien-
84 El surgimiento de la Psícología
cia que en ocasiones pensamos y de ahí extraemos esta Consecuencia infalible: Que hay
algo en nosotros que tiene el poder de pensar: Pero si esa Sustancia piensa perpetuamente
o no, no podemos tener la seguridad más allá de lo que la Experiencia nos informa. Pues
decir què el pensamiento real es esencial para el Alma e inseparable de ella, es obviar lo
que está en Cuestión y no probarlo por ia Razón, lo cual es necesario hacer si no se trata
de una Proposición evidente por sí misma. Pero para afirmar esto, Que el Alma siempre
piensaes una Proposición evidente por sí misma, con la que todo el Mundo está de acuer-
do a primera vista, apelo a la Humanidad. Está en cluda si pensé la noche pasada o no;
puesto que la Pregunta es sobre una cuestión de hecho, ello es obviarla, presentar como
prueba de ella una Hipótesis que es la materia misma de la disputa: en qué forma puede
probarse cualquier cosa; y esto se hace suponiendo que todos los relojes piensan, puesto
que el péndulo oscila, y está suficientemente demostrado, más allá de toda duda, que mi
rêto.¡ pènsO toda la noche pasada. Pero quien no se engaña a sí mismo debe construir su
Hipótesis sobre cuestiones de hecho, y hacerlo a partir de la experiencia sensible y no
hacer suposiciones sobre cuestiones de hecho, en virtud de su Hipótesis, esto es, porque
suponga que así sea: Esta forma de demostración equivale a Que necesariamente yo pen-
séìoda la noche pasada, porque alguien supone que yo siempre pienso, aunque yo mismo
no pueda percibir que siempre lo haga.
-
Pero los Hombres enamorados de sus Opiniones pueden no sólo suponer lo que está
en duda, sino aducir cuestiones de hecho equivocadas. De qué otra forma podría alguien
hacer una inferencia de la mía, que una cosa no es porque no somos sensibles a ella
durante el sueño. No digo que no haya un Alma en el Hombre, porque él no es consciente
de ella en su sueño; Pero sí digo que no puede pensar en ningún momento, despierto o
dormido, sin ser consciente de ella. El que seamos conscientes de ella no necesariamente
es que lo seamos de cualquier cosa, sino de nuestros pensamientos, y a ellos sí lo es, y a
ellos siempre será necesario, hasta que podamos pensar sin ser conscientes de ello.
$ 11. Concedo que el Alma en un Hombre despierto nunca está sin
pensamientos,
porque ésta es la condición de estar despierto: Pero que dormir sin soñar no sea una
Afeõción del Hombre sano, de Mente tanto como de Cuerpo, podría valer la Considera-
ción de un Hombre despierto; es difîcil concebir que cualquier cosa piense y no esté
consciente de ello. Si el Alma si piensa en un Hombre dormido, sin estar consciente de
ello, pregunto si en dicho pensamiento ésta tiene cualquier Placer o Doloç o si es capaz
de f'élicidad o de Desgracia. Estoy seguro de que el Hombre no lo es, no más que la
Cama o la Tierra sobre la cual yace. Pues ser feliz o desgraciado sin ser consciente de
ello me parece absolutamente incongruente e imposible. O si fuera posible que el Alma
pudiera, mientras el Cuerpo está durmiendo, tener sus Pensamientos, Gozos y Preocu-
paciones, sus Placeres o Dolores aparte, de los que el Hombre no fuera consciente ni
participara de ellos. Es cierto que Sócrates dormido y Sócrutes despierto no son la
misma Persona; pero su Alma cuando duerme y Sócrates el Hombre que es Cuerpo y
Alma cuando está despierto, son dos Personas. Ya que el Sócrates despierto no tiene
Conocimiento ni Preocupación por la Felicidad o la Desgracia de su Alma que disfrutó
sola cuando él dormía, sin percibir nada de ello; no más de la que tiene de la Felicidad
_t
John Lockc
$ Ds
13. irttposil;le convencer de que quienes tluennen sin soñar estcin ¡tensando'
$ 14. Que el Honbre sueña sin recordar, exhorlo en vano'
86 El stu'gimiento de la psicología
I
ocupe de un pensamiento y al siguiente momento, en el Hombre despierto, no lo re-
cuerde ni pueda reunir ni unapizca de esos pensamientos, es muy dificil de concebir, y
se necesitarían mejores Pruebas que la simple Afirmación para hacernos creer en ello.
¿Pues quién podría imagina¡ así nada más porque se lo dicen, Que la mayor parte de los
Hombres, durante todas sus Vidas, varias horas al día, piensan en algo que, si se les
pregunta, incluso en medio de esos Pensamientos, no pueden recordar nada de ellos?
La mayoría de los Hombres, tengo para mí, pasan gran parte de su Dormir sin soñar.
Una vez conocí a un Hombrc, que era un Académico cultivado y que no tenía mala
Memoria, que me dijo que nunca había soñado en su Vida, hasta que tuvo esa Fiebre de
la que recién se había recuperado, y que fue hacia los 25 o26 años de edad.Yo supongo
que el Mundo proporciona muchos Ejemplos de este tipo: al menos cada quien tendrá
un Conocido que le muestre Ejemplos suficientes de personas que pasan la mayoría de
sus Noches sin soñar.
$ 15, Pensar confrecuencia y nunca retener nada más que un momento es una
þrma muy intitil de pensamiento: y el Alma en tal estado de pensamiento supera en
muy poco, si es que en algo, al de un Espejo, que recibe constantemente variedad de
Imágenes o ldeas, pero no conserva ninguna; desaparecen y se desvanecen y en é1 no
quedan huellas; el Espejo nunca es el mejor por tales ldeas, ni el Alma por tales Pensa-
mientos. Quizá se dirá que en un Hombre despierto los materiales del Cuerpo se dedi-
can y hacen uso del pensar; y que la memoria de los Pensamientos es conservada por las
impresiones que se hacen en el Cerebro y las trazas que quedan allí después de tales
pensamientos; pero que en el pensamiento del Alma, que no es percibido en el Hombre
dormido,allí elAlma piensa aparte y,ya que no hace uso de los Órganos del Cuerpo, no
deja impresión en éste y, en consecuencia, tampoco recuerdos de tales Pensamientos.
Por no mencionar de nuevo lo absurdo de dos personas distintas, que se sigue de esta
Suposición, respondo además Que cualesquíera ldeas que la Mente pueda recibir y
contemplar sin ayuda del Cuerpo, es razonable concluir que también las podrá retener
sin ayuda del Cuerpo, pues si no, el Alma, o cualquier Espíritu separado, sacaría muy
poco provecho de pensar. Si no tiene el recuerdo de sus propios Pensamientos; si no los
puede acumular para usarlos y ser capaz de evocarlos en ocasiones; si no puede re-
flexionar en lo que es pasado y hacer uso de sus Experiencias, Razonamientos y Con-
templaciones pasados, ¿con qué objeto piensa? Quienes hacen del Alma una Cosa
pensante de esta forma, no la harán un Ser mucho más noble que aquellos a quienes
condenan por aceptar que no es más que la parte más sutil de la Materia. Los Caracteres
escritos en el Polvo, que borra el primer hálito de viento; las Impresiones hechas en un
montón de Atomos o Espíritus animales, son en general tan útiles y hacen al Sujeto tan
noble como los Pensamientos de un Alma que perecen al pensar; que una vez fuera de
la vista, desaparecen para siempre y no dejan recuerdos detrás de sí. La Naturaleza no
hace cosas excelentes para usos nulos o despreciables: y es dificil concebir que nuestro
Creador, en su infinita sabiduría, hiciera una Facultad tan admirable, como el poder de
Pensar, que esa Facultad llegara cerca de la Excelencia de su propio Ser incomprensi-
ble, para ser empleada tan ociosa e inútilmente, al menos la cuarta parte de su tiempo
$ 15. Segtitr esta Hipótesis, los Pensamientos de nt Honbrc donnido deberían ser los más rucionales
I aquí, como sería que pensara constantemente sin recordar ninguno de esos Pensamien-
John Locke 87
tos, sin hacerse ningún bien a sí misma o a otros, o siendo de algún modo útil para
cualquiera otra parte de la Creación. Si lo examinamos, no descubriremos, supongo, el
movimiento de la burda e insensible materia en cualquier parte del Universo, de la que
se haga tan poco uso y que tan completamente se descarte.
$ 16. Es verdad que en ocasiones tenemos ejemplos de Percepción cuando esta-
mos dormidos y conservamos el recuerdo de esos Pen samientos; pero cuán extravagan-
les e incoherentes son en su mayoría; cuán poco conformes a la Perfección y Orden de
un Ser racional, a aquellos que están familiarizados con los Sueños no se les tiene que
decir, Yo desearía de buena gana convencerme de si el Alma, cuando piensa así aparte y
como si estuviera separada del Cuerpo, actua menos racionalmente que cuando está en
unión con é1, o no: Si estos Pensamientos separados fueran menos racionales, entonces
estos Hombres deberían decir Que el Alma debe la perfección del pensamiento racional
al Cuerpo: Si no, es una maravilla que nuestros Sueños sean, en su mayor parte, tan
frívolos e irracionales; y que el Alma no retenga ninguno de sus Soliloquios y Medita-
ciones más racionales.
$ 17. A aquellos que tan confiadamente nos dicen Que el Alma siempre piensa
realmente, les diría que también nos dijeran qué son esas ldeas que están en el Alma de
un Niño, antes o en el momento de su unión con el Cuerpo, antes de que haya recibido
ninguna Sensación. Los Sueños del Hombre dormido, como yo los tomo, están hechos
de las Ideas del Hombre despierto, aunque en su mayor parte, acomodadas de una
forma rara. Es extraño que si el Alma tiene ldeas por sí misma, que las derive no de la
Sensación o Ia Reflexión (como sería si su pensamiento es anterior a que reciba impre-
siones del Cuerpo), que nunca, en su pensamiento privado (tan privado que el Hombre
mismo no lo percibe), retenga alguna de ellas, en el momento mismo en que despierta
de ellas y después hace al Hombre feliz con nuevos descubrimientos. ¿Quién puede
encontrar razonable que el Alma, en su retiro al dormir, tenga tantas horas de pensa-
miento y, no obstante, nunca tenga luz acerca de ninguna de esas ldeas que no tomó de
la Sensación ni de la Reflexión, o que al menos preserve el recuerdo de ninguna sino
aquellas que siendo ocasionadas por el Cuerpo necesitan ser menos naturales para el
Espíritu? Es extraño que el Alma nunca evoque, ni una sola vez en toda la vida del
Hombre, ninguno de esos Pensamientos innatos y puros, nilas ldeas que tenía antes de
que tomara cualquier cosa del Cuerpo; que nunca ponga ante la vista del Hombre des-
pierto otras ldeas sino aquello que tiene el sabor del barril, y que en forma manifiesta
deriva su Original de dicha unión. Si siempre piensa y así tenía ldeas antes de unirse al
Cuerpo o antes de que recibiera alguna de éste, no debe suponerse sino que en el sueño
recoge sus ldeas innatas y durante ese retiro cle comunicación con el Cuerpo, mientras
que piensa por sí misma, las Ideas en las que está ocupada deberían, por lo menos en
ocasiones, ser las más naturales y congénitas que tuviera en sí misma, no derivadas del
Cuerpo ni de sus propias Operaciones acerca de ellas. Ya que el Hombre despierto
nunca las recuerda, de esta Hipótesis debemos concluir ya sea que el Alma recuerda
$ 16. En esta Hipótesis, el Àlnrc debe îenerldeas no derivadas de la Sensación o la Reflexión, de lo cuul no
hay nanifestación.
$ 17. Sipienso cuando no lo sé, nadie más puede saberlo.
r-
88 El surgimiento de la psicología
algo que el Hombre no; o si no, que la Memoria pertenece sólo a esas ldeas en cuanto
derivadas del Cuerpo o de las Operaciones de la mente sobre ellas.
$ 18. También me gustaría aprender de esos Hombres que tan confiadamente
pronuncian que el Alma humana, o lo que es lo mismo, que el Hombre siempre piensa,
cómo llegaron a saberlo; aún más, cómo llegaron a saber que ellos mismos piensan
cuando ellos mismos no lo perciben. Esto, me temo, es estar seguro sin pruebas y cono-
cer sin percibir: sospecho que es una Noción confusa, tomada para servir de Hipótesis,
y no una de esas claras Verdades que, o su propia Evidencia nos obliga a admitirlas, o
que la Experiencia común hace imprudente negar. Pues lo más que se puede decir de
ella es Que es posible que el Alma siempre piense, pero no siempre 1o conserva en la
memoria: yo digo, es tan posible que el Alma no siempre piense; y mucho más
I
probable que en ocasiones no deba pensar, a que piense con frecuencia y por un largo
rato seguido, y no esté consciente en sí misma un momento después de que ha pensado.
$ 19. Suponer que el Alma piensa y que el Hombre no lo percibe es, como ya se ha
dicho, hacer dos Personas de un Hombre:Y si uno considera bien la forma de hablar de
estos Hombres, uno sería llevado a la sospecha de que así es. Pues quienes nos dicen
que el Alma siempre piensa, nunca, que yo recuerde, dicen Que un Hombre siempre
piensa. ¿Puede pensar el Alma y no el Hombre? ¿O pensar el Hombre y tlo estar cons-
ciente de ello? Esto, quizá, se sospecharía de Fargon entre otros. Si dicen que El Hom-
bre piensa siempre, pero que no siempre está consciente de ello, igualmente podrían
decir que un Cuerpo está extendido sin partes. Pues en general es tan inteligible decir
que un cuerpo está extendido sin tener partes como que cualquier cosa piense sin estar
consciente de ello o percibir que lo hace. Quienes hablan así podrían decir, con tanta
razón como fuera necesaria para su Hipótesis, Que un Hombre siempre está hambrien-
to, pero no siempre lo siente: Mientras que el hambre consiste en esa sensación misma,
como el pensamiento consiste en estar consciente de lo que uno piensa. Si ellos dicen
Que un Hombre siempre está consciente en sí mismo de pensar, yo pregunto: ¿Cómo lo
saben? La Conciencia es la percepción de lo que pasa en la propia mente del Hombre.
¿Puede otro Hombre percibir que estoy consciente de cualquier cosa, cuando yo no lo
percibo por mí mismo? El Conocimiento de ningún Hombre puede ir más allá de su
Experiencia. Despierten a un Hombre de un sueño profundo y pregúntenle en Qué
estaba pensando en ese momento. Si él mismo fuera consciente de nada de lo que
hubiera pensado, habría de ser un notable Adivino de Pensamientos, que puede asegu-
rarle lo que estaba pensando: ¿No podría, con mayor razon, asegurarle que no estaba
dormido? Esto es algo más allá de la Filosofia; y no puede ser menos que Revelación,
lo que le descubre a otros Pensamientos de mi mente cuando yo no los puedo encontrar
en mí mismo: Y debe necesitar tener una vista penetrante quien ciertamente pueda ver
lo que yo pienso, cuando yo no lo percibo en mí mismo y cuando declaro que yo no;
empero, pueden ver que los Perros o los Elefantes no piensan, cuando dan toda demos-
$ 18. ¿;Cónro sabe alguien que e! alnu sientpre piensa? Pues si ¡to es una Proposición evidente por sí
nisnru, necesi ta ¡trueba.
$ 19. Que un Honbrc deba ocupa,'se en penser y entpe,'o no ,etenerlo al nontento siguienle, es muy inpro-
bable.
l
John Locke
tración imaginable de que 1o hacen, salvo que no nos lo dicen. Algunos podrán sospe-
char que esto va un paso más allá de los ^Rosacruces,ya que parece más facil hacerse
invisible a los demás que hacer los pensamientos de otro visibles para mí y que no son
visibles para sí mismo. Pero es una objeción definir al Alma como sustancia que siem-
pre piensa. Si esa definición fuera de alguna Autoridad, no sé para qué podría servir si
no para que muchos Hombres sospecharan Que carecen por completo de Alma, ya que
encuentran que buena parte de sus Vidas se pasa sin pensar en nada. Pues no hay Defi-
niciones, que yo sepa, ni Suposiciones de ninguna Corriente que tengan la fuerza sufi-
ciente para destruir la Experiencia constante; y quizâ es la afectación de conocer más
allá de lo que percibimos lo que causa tantas disputas inútiles y ruido en el Mundo.
$ 20. Por lo tanto, no veo Razón para creer que el Alma piensa anles de que los
Sentidos la hayan provisto de ldeas acerca de las cuales pensar; y conforme éstas au-
mentan y se conservan, así el Alma llega, por Ejercicio, a mejorar su Facultad de pensa-
miento en sus diversas partes, así como después, al combinar esas ldeas y reflexionando
en sus propias Operaciones, incrementa su Acervo así como su facilidad de recordar,
imaginar, razonar y otros modos de pensamiento.
$ 21. Quien se permita a sí mismo ser informado por la Observación y la Expe-
riencia y no haga su propia Hipótesis de la Regla de la Naturaleza, encontrará pocos
signos de un Alma acostumbrada a pensar en un Niño recién nacido, y muchos menos
de cualquier tipo de Razonamiento. Empero, es dificil imaginar que el Alma racional
piense tanto y no razone del todo. Y quien considere que los Infantes, recién llegados
al Mundo, pasan la mayor parte de su tiempo en el Sueño y raravez están despiertos,
pero cuando el Hambre los llama al Pezón, o algún Dolor (la más inoportuna de todas
las Sensaciones) o alguna otra violenta Impresión en el Cuerpo, obliga a la mente a
percibirla y a atenderla. Yo digo que, quien considere esto, quizá encuentre Razones
para imaginar Que un Feto en el Seno Materno no difiere mucho del Estado de un
Vegetal, pero pasa la mayor parte de su tiempo sin Percepción ni Pensamiento, ha-
ciendo muy poco más que dormir en un Lugar, donde no necesita buscar Alimento y
está rodeado de Líquido, siempre igualmente suave y casi a la misma temperatura;
donde los Ojos no tienen Luz y los Oídos, tan cerrados, no son muy susceptibles a los
Sonidos; y donde hay muy poca o ninguna variedad o cambio de Objetos que impre-
sionen a los Sentidos.
$ 22. Sigan a un Niño desde su Nacimiento y observen las alteraciones que hace el
tiempo y descubrirán, al mismo tiempo que la Mente se provee cadavezmâs de ldeas
a través de los Sentidos, que llega a estar más y más despierto; piensa más, mientras
más materia tiene en qué pensar. Después de cierto tiempo, empieza a conocer los
Objetos que, por serle más familiares, han hecho Impresiones duraderas. Así, él llega,
gradualmente, a conocer a las Personas con las que tiene relación y distingue a éstas de
los Extraños; los cuales son Casos y Efectos de que llega a retener y distinguir las ldeas
que le transmiten los Sentidos: Y así podemos observar cómo la Mente, por grados,
mejora en ésos y avanza hacia el Ejercicio de esas otras Facultades de Ampliar Combi-
$ 20-23. Ningunaldea, más que de las Sensaciones o Reflexiones, es evidente si observanos a los Nítios.
T
90 El surgimiento de Ia psicología
c¿.pÍrulo w
$ l. Considerar lo que es la Mente, así como lo que es la Materia, y cualquier otra cuestión
respecto a las Cosas en sí mismas, a diferencia de sus manifestaciones sensibles, sería
ajeno a los propósitos de esteTratado. Aquí, como a lo largo de nuestra investigación,
nos mantendremos alejados de toda especulación respecto a la propia naturaleza de la
Mente y entenderemos por Leyes de la Mente las de los Fenómenos mentales; de los
diferentes sentimientos o estados de conciencia de los seres sensibles. Éstos, confor-
me a la clasificación que hemos seguido de manera uniforme, consisten en Pensa-
Mill, John Stuart (1843, 1870). Extracto de A system of logic, ratiocìnative and inductive, being
a connected view of the principles of evidence and methods of scientific investígalion. (Un siste-
ma de lógica, racional e inductiva, en conexión con los principios y los métodos de la investiga-
cíón científica). Nueva York: Harper and Row, Libro VI, Cap. I!
530-537.
9t
I
r
92 El surgimiento de la psicología
Con respecto a aquellos estados de la mente que son llamados Sensaciones, todos
han coincidido en que éstas tienen como antecedente inmediato estados del cuerpo.
Cada sensación tiene como causa próxima alguna afección de la porción de nuestro
marco llamado sistema nervioso; ya sea que esta afección se origine en la acción de
algún objeto externo, o en alguna condición patológica de la misma organización ner-
viosa. Las leyes de esta porción de nuestra naturaleza variedades de nuestras
sensaciones y las condiciones fisicas de las que dependen
-las
inmediatamente- manifies-
tamente entran en los dominios de la Fisiología.
El que cualquier otra porción de nuestros estados mentales dependa similarmente
de condiciones fìsicas es una de esas preguntas científicas respecto de la naturaleza
humana que están todavía sin respuesta. Aún no está decidido si nuestros pensamien-
tos, emociones y voliciones se generan por medio de la intervención de un mecanismo
material; si tenemos órganos de pensamiento y de emoción, en el mismo sentido que
tenemos órganos de sensación. Muchos fisiólogos eminentes sostienen que sí. Estos
alegan que un pensamiento (por ejemplo) es tanto el resultado de la acción nerviosa
como una sensación: que algún estado determinado de nuestro sistema nervioso, en
particular de la parte central de éste llamada cerebro, invariablemente precede y es
presupuesto por cada estado de nuestra conciencia. De acuerdo con esta teoría, un esta-
do de la mente en realidad nunca es producido por otro: todos son productos de estados
del cuerpo. Cuando un pensamiento parece llamar a otro por asociación, en realidad no
es un pensamiento que evoca a otro; no existe asociación entre los dos pensamientos,
sino entre los dos estados del cerebro o de los nervios que preceden a los pensamientos;
uno de esos estados evoca al otro y en su paso, cada uno es atendido por el estado
mental en particular del que es consecuencia. En esta teoría, las uniformidades de la
sucesión entre estados de la mente serían uniformidades derivativas, producto de las
leyes de la sucesión de los estados corporales que las causan. No habría leyes mentales
originales, ni Leyes de la Mente en el sentido en que uso el término. La Ciencia de la
-f--
I
Mente sería una mera rama, si bien la rama más alta y recóndita, de la Ciencia de la
Fisiología. Esto es lo que se debe entender que M. Comte quiso decir al pretender la
competencia científica de los fenómenos morales e intelectuales exclusivamente para
los fisiólogos; y no sólo le niega a la Psicología, o a la propiamente llamada FilosofÌa
Mental, el carácter de ciencia, sino que la coloca, en la naturaleza quimérica de sus
objetos y pretensiones, casi a la par que la Astrología.
Pero, después de haber dicho todo lo que se podía decir, sigue siendo irrefutable
para M. Comte y todos los demás que sí existen uniformidades de sucesión entre esta-
dos de la mente, y que de esto pueden cerciorarse mediante la observación y el experi-
mento. Aún más, si resultara mucho más cierto de lo que ahora creo que es, que todo
estado mental tiene un estado nervioso como antecedente inmediato y causa próxima'
no obstante, todos deberíamos admitir que somos por completo ignorantes de las carac-
terísticas de esos eStados nerviosos; no sabemos, ni podemos esperar saber, en qué
sentido uno de ellos difiere de otro; y nuestra única manera de estudiar sus sucesiones
o coexistencias debe ser la observación de las sucesiones y coexistencias de los estados
mentales de los cuales se supone son los generadores o causas. Las sucesiones, por lo
tanto, que obtienen entre fenómenos mentales, no admiten ser deducidas de las leyes
fisiológicas de nuestra organización nerviosa; y todo conocimiento real sobre ellas
deberá seguir siendo buscado, por mucho tiempo al menos, si no es que para siempre,
en el estudio directo, por observación y experimentación, de las sucesiones mentales
mismas. Ya que, por tanto, el orden de nuestros fenómenos mentales debe estudiarse en
estos fenómenos, y no ser inferido de las leyes de ningún fenómeno más general, existe
una Ciencia de la Mente, distinta y separada. En efecto, no deben pasarse por alto ni
menospreciarse las relaciones de esa ciencia con la Ciencia de la Fisiología. Pero de
ningún modo debe olvidarse que las leyes de la mente pueden derivarse de leyes resul-
tantes de las leyes de la vida animal, y que su verdad, por tanto, puede depender en
última instancia de condiciones fisicas; y la influencia de los estados fisiológicos o los
cambios fisiológicos en la alteración o neutralización de las sucesiones mentales es
uno de los campos más importantes del estudio psicológico.
$ 3. El objeto, pues, de la Psicología son las uniformidades de sucesión, las leyes, ya sean
fundamentales o derivadas, de acuerdo con las cuales un estado mental sucede a otro,
es causado por él o al menos hace que otro le siga. De estas leyes, algunas son gene-
rales, otras más específicas. Los siguientes son ejemplos de las leyes más generales.
t
John Stuart Mill 95
hubiera tenido existencia; ni, en nuestra idea de Extensión, podemos descubrir las ideas
elementales de resistencia, derivadas de nuestro sistema muscular, en el cual el Dr.
Brown ha hecho muy probable que se origine la idea. Éstos, por tanto, son casos de
química mental; en los cuales es apropiado decir que la idea simple genera a la comple-
ja, más que decir que la constituye.
Con respecto a los demás constituyentes de la mente, sus creencias, sus concep-
ciones más abstrusas, sus sentimientos, emociones y voliciones, hay algunos (entre
quienes están Hartley y el autor del Análisis) que piensan que todo esto es generado por
ideas sirnples de sensación, por una química similar a la que acabamos de ejemplificar.
No puedo satisfacerme de que esta conclusión, en el estado actual de nuestro conoci-
miento, esté totalmente elaborada. En muchos casos no puedo siquiera percibir que la
línea de argumentación adoptada tenga mucha tendencia a establecerla. Los filósofos a
los que me he referido, en efecto, han mostrado en forma concluyente que sí existe lo
que podemos llamar química mental; que la naturaleza heterogénea de un sentimiento
A, considerado en relación con B y con C, no es un argumento concluyente en contra de
que haya sido producido por B y por C. Habiendo probado esto, ellos procedieron a
mostrar que cuando se encuentra A, también están presentes, o pueden estarlo, B y C, y,
por tanto, se preguntan, por qué A no habría de haber sido generado por B y C. Pero
incluso si esta evidencia fuera llevada al grado máximo de realización que dejara lugar
a dudas; si se demostrara que ciertos grupos de ideas asociadas no sólo pueden haber
estado, sino que de hecho estuvieron presentes siempre que se experimentaba el senti-
miento mental más recóndito; esto equivaldría sólo al Método de las Concordancias y
no probaría la causalidad hasta no ser confirmada por la evidencia más concluyente del
Método de las Diferencias. Si la cuestión fuera que si la Creencia es un mero caso de
estrecha asociación de ideas, sería necesario examinar experimentalmente si es cierto
que cualesquier ideas, habida cuenta que se asocien con el grado requerido de cercanía,
son suficientes para dar origen a la creencia. Si la indagación fuera sobre el origen de
los sentimientos morales, por ejemplo los sentimientos de reprobación moral, el primer
paso sería comparar todas las variedades de acción o estados de la mente que siempre
son desaprobados moralmente, y ver si en todos esos casos puede demostrarse que la
acción o el estado de la mente había estado conectado por asociación, en la mente
desaprobatoria, con alguna clase particular de ideas odiosas o desagradables; y el méto-
do empleado, hasta ahora, es el de las Concordancias. Pero esto no es suficiente. Supo-
niendo que esto estuviera demostrado, debemos tratar más allá, mediante el Método de
las Diferencias, para ver si este tipo particular de ideas odiosas o desagradables, cuando
se asocian con una acción previamente indiferente, hace que esa acción sea sujeto de
desaprobación moral. Si esta pregunta puede responderse de forma afirmativa, queda
demostrado que una ley de la mente humana es que la asociación de esa descripción en
particular es la causa generadora de la reprobación moral. Pero estos experimentos
nunca se han hecho, o no con el grado de precisión necesario para que sean concluyen-
tes; y, considerando la dificultad de experimentar con precisión en la mente humana,
probablemente pase mucho tiempo para que se hagan.
Hay que recordar, aún más, que aunque pudiera demostrarse todo 1o que propugna
esta teoría de los fenómenos mentales, no seríamos más capaces de resolver las leyes de
96 El surginiento de la psícología
los sentimientos más complejos en las de los más simples. La generación de una clase
de fenómenos mentales a partir de otra, cuando quiera que pueda elaborarse, es un
hecho muy interesante en la química psicológica; pero no sustituye la necesidad de
un estudio experimental del fenómeno generado, como el conocimiento de las propie-
dades del oxígeno y del azufre no nos permite deducir las del ácido sulñ¡rico sin obier-
vación y experimentación específicas. Por tanto, cualquiera que sea el resultado final
del intento de explicar el origen de nuestrosjuicios, nuestros diseos o nuestras volicio-
nes, a partir de fenómenos mentales más simples, no es menos imperativo cerciorarse
de las consecuencias de los fenómenos complejos en sí, mediante èstudios especiales,
de conformidad con los cánones de la Inducción. Así, con respecto a la Creãncia, ei
psicólogo siempre tendrá que indagar qué creencias tenemos én forma intuitiva y de
acuerdo con qué leyes una creencia produce otra; cuáles son las leyes en virtud de las
cuales la mente reconoce que una cosa, ya sea correcta o equivocadamente, es eviden-
cia de otra cosa. Con respecto al Deseo, examinará qué objetos deseamos naturalmente
y qué causas nos hacen desear cosas originalmente indiferentes e incluso desagradables
para nosotros; y así sucesivamente. Debe señalarse que las leyes generales de l¿. asocia-
ción prevalecen entre los más intricados estados de la mente, de la misma mansra que
entre los más sencillos. Un deseo, una emoción, una idea del orden más alto de abstrãc-
ción, incluso nuestros juicios y voliciones, cuando se han vuelto habituales, son e'loca-
dos por asociación, conforme precisamente a las mismas leyes que nuestras ideas simples.
$ 4. En el curso de estas indagaciones, será natural y necesario examinar hasta qué grado
la producción de un estado de la mente por otro es influida por cualquier estadi aSgna-
ble del cuerpo. La observación más común muestra que cada mente es susceptibli en
grados muy diversos a la acción de las mismas causas psicológicas. La idea, p-or ejem-
plo, de determinado objeto deseable, suscita en cada mente un grado dif:erente de
intensidad del deseo. El mismo tema de meditación, presentado a diferentes mentes,
suscitará en ellas grados muy desiguales de acción intelectual. Estas diferencias de
susceptibilidad mental entre los individuos pueden ser, primet.o, hechos originales y
fundamentales o, en segundo lugar, pueden ser consecuencias de la historia mentãl
previa de esos individuos, o, en tercero y último luga¡ pueden depender de variedades
de organización fìsica. Que la historia mental previa de los individuos debe tomar
parte en la producción o modificación de su presente carácter mental es consecuencia
inevitable de las leyes de la mente; pero que también cooperan las diferencias de la
estructura corporal, en la afirmación no sólo de los frenólogos, sino, en mayor o me-
nor medida, de todos los fisiólogos que hacen hincapié en la magnitud de los hemisfe-
rios del cerebro, indicada por el ángulo facial, como medida de la inteligencia natural,
o en el temperamento como causa de peculiaridades morales y emocionales.
Es cierto que las diferencias naturales que realmente existen en las predisposicio-
nes o susceptibilidades mentales de las diferentes personas, en ocasiones no están des-
conectadas de la diversidad de su constitución orgánica. Pero de esto no se sigue que
esas diferencias orgánicas en todos los casos deban influir directa e inmediatamente en
los fenómenos me;tales. En ocasiones pueden afectarlos a través del medio de sus
causas fisiológicas. Por ejemplo, la idea de cierto placer particular puede suscitar en
cada persona, incluso con independencia de sus hábitos y educación, fuerzas muy dife-
rentei de deseo, y esto puede ser el efecto de sus diferentes grados o tipos de suscepti-
bilidad nerviosa; pero estas diferencias orgánicas, debemos recordar' harán que la
sensación placentera misma sea más intensa en una de esas personas que en la otra;
por
lo que la iáea del placer será también un sentimiento más intenso y, por la operación de
meias leyes mentales, suscitará un deseo más intenso, siq que sea necesario suponer
que el deseo mismo está directamente influido por la peculiaridad fisica. Como en esto,
así en muchos casos, tales diferencias en el tipo o en la intensidad de las sensaciones
fisicas como muchas necesariamente resultan de las diferencias de la organización cor-
poral; por sí mismas explicarán las numerosas diferenciaslno sólo en el grado, sino
inclusó en el tipo, de loi demás fenómenos mentales. Tan cierto es esto, que incluso
diferentes cual¡dades de la mente, diferentes tipos de carácter mental, naturalmente
serán producidos por meras diferencias de la intensidad de las sensaciones en general.
Esta verdad está tan bien ejemplificada, y en una extensión tan breve, en un ensayo
muy hábil sobre el Dr. Priestley, que creo conveniente citar el pasaje:
"Las sensaciones que forman los elementos de todo conocimiento se reciben ya Sea en
forma simultánea o sucesiva; cuando se reciben varias simultáneamente, como el olor,
el sabor, el color, la forma, etcétera, de una fruta, su asociación constituye nuestra idea
deun objeto;cuando Se reciben en forma sucesiva, su asociación compone la idea de un
acontecimiento. Cualquier cosa, entonces, que favorezca las asociaciones de ideas sin-
crónicas, tenderá a producir un conocimiento de objetos, una percepción de cualidades;
mientras cualquier cosa que favorezca la asociación en el orden sucesivo, tenderá a
producir un cónocimiento de acontecimientos, del orden de ocurrencias, y de la co-
nexión de causa y efecto: en otras palabras, en un Caso' el resultado Será una mente
perceptiva, con un sentimiento discriminativo de las propiedades placenteras y doloro-
ias ¿é lus cosas, un sentido de lo grandioso y 1o bello; en el otro, una mente atenta a los
movimientos y a los fenómenos, un intelecto raciocinativo y filosófico. Ahora es un
principio reconocido que todas las sensaciones experimentadas en la presencia de cual-
quier impresión intensa, quedan fuertemente asociadas con ésta y con cada otra; ¿y no
se sigue que los sentimientos sincrónicos de una constitución sensible (esto es, la
que
tiene-impiesiones intensas) estarán mezclados más íntimamente que en una mente de
diferenté formación? Si esta propuesta tiene algún fundamento en la verdad" nos condu-
ce a una inferencia no poco importante; que donde la naturaleza ha dotado a un indivi-
duo con gran susceptibilidad original, probablemente éste se distinga por su inclinación
a la histõria naturai, a saborear lo bello y grandioso y al entusiasmo moral; donde no
hay más que mediocridad en la sensibilida{ es probable que el resultado sea el amor
poi la ciencia, por la verdad abstracta, con una deficiencia de gusto y fervor."
I
I
98 El surgimiento de la psicología
Vemos de este ejemplo que, cuando se conocen con más precisión las leyes gene-
rales de la mente y, sobre todo, se aplican con más destreza a la explicación detallada de
las peculiaridades mentales, explican muchas más de dichas peculiaridades de lo que se
supone de ordinario. De ningún modo trato de implicar con esto que explicarán todo;
sino que, aquello que queda por explicar de otro modo es meramente un fenómeno
residual; y sólo las personas que ya estén familiarizadas con la explicación de los fenó-
menos mediante leyes psicológicas podrán determinar el monto del residuo.
Por otra parte, está igualmente claro que cuando los fisiólogos, tomando en cuen-
ta toda la creación animal, tratan, mediante la juiciosa aplicación del Método de las
Variaciones Concomitantes, basado principalmente en casos extremos, de establecer la
conexión entre la fuerza de diferentes propensiones o capacidades mentales y las mag-
nitudes proporcionales o absolutas de diferentes regiones del cerebro, las evidencias
que existen o que pueden producirse en apoyo de esta pretensión deberían ser tomadas
en seria consideración por los psicólogos. Tampoco será aclarada jamás esta parte de la
ciencia de la mente hasta que esas evidencias no hayan sido tamizadas y analizadas,
pero también, de ser necesario, agregadas y completadas por personas suficientemente
versadas en las leyes psicológicas para ser capaces de discriminar qué tanto de cada
fenómeno alcanzan a explicar dichas leyes.
Aun si admitimos que la influencia de la conformación cerebral es tan grande
como se discute, todavía es una interrogante qué tanto el desarrollo cerebral determina
la propensión en sí, y qué tanto éste sólo actuó modificando la naturaleza y los grados
de las sensaciones de las cuales podría depender psicológicamente la propensión. Y es
cierto que, al menos en los seres humanos, las diferencias en la educación y en las
circunstancias externas, junto con las diferencias fisicas en las sensaciones producidas
en diferentes individuos por la misma causa interna o externa, son capaces de explicar
una parte del carácter mucho mayor de lo que suponen incluso los frenólogos más
moderados. No obstante, hay muchos hechos mentales que no parecen admitir
este modo de explicación. Tales son, por tomar el caso más fuerte, los diferentes
instintos de los animales, la parte de la naturaleza humana que se corresponde con
esos instintos. No se ha propuesto ningún modo, ni siquiera a título de hipótesis, en el
que estos hechos puedan recibir una explicación satisfactoria e incluso viable, sólo
mediante causas psicológicas; y probablemente se descubra que muchos tienen una
conexión tan positiva, e incluso quizâtan directa e inmediata, con las condiciones fisi-
cas del cerebro y los nervios, como la tiene cualquiera de nuestras meras sensaciones.
No pretendo determinar qué tanto más puede extenderse esta observación. Mi
objeto no es establecer las doctrinas, sino discriminar el verdadero método de la ciencia
mental; y eso, en lo que toca al establecimiento de las leyes generales y elementales,
puede considerarse suficientemente realizado.
I r >/ 11 rê,,
lmmanuel Kant,
extracto de CrítÍca
de la razón pura
(1781)
rNTRoDUccróN
I. De la distinción entre el conocimiento puro y el empírico
Derechos reservados @ Kemp Smith, de Immanuel Kant, Selección de Critíque of Pure Reason
(Crítica de la razón pura). Reproducido con autorización de St. Martin's Press, Incorporated.
100 El surgimiento de la psicología
Lo que aquí requerimos es un criterio2 con el cual distinguir con certeza entre el
conocimiento puro y el empírico. La experiencia nos enseña que una cosa es tal y tal,
pero no que no pueda ser de otra forma. Primero, pues, si pensamos en una proposición
çomo necesaria, ésta es un juicio a priori; y si, además, no se deriva de ninguna otra
proposición, excepto de alguna que también tiene la validez de un juicio necesario, se
trata de un juicio absolutamente a priori. En segundo lugar, la experiencia nunca otorga
a sus juicios una universalidad cíerta o estricta, sino sólo supuesta y comparativa a
través de la inducción. Por lo tanto, sólo podemos decir propiamente que, en lo que
hemos observado hasta ahora, no hay excepciones a esta o aquella regla. Si, entonces,
se piensa en un juicio con universalidad estricta, esto es, de tal manera que no se permi-
ta ninguna excepción, éste no se deriva de la experiencia, pero es válido absolutamente
3[Leyendo, segúnVaihinger, die Zufiilligkeít in den Urteilen als die empirische Beschriinkthait luvll¡nt
para díe enpirische Beschränktheit dercelben als die Ztfiilligkeit in den Urteilen.l
a[selást omitido en la cuarta edición.]
102 El surgimiento de Ia psicología
sIEn A, fomentado.]
eIEn A, colocando
tales obstáculos múltiples en el carnino.]
tollieber gar agregado
en B.]
ft[Leyendo, según quinta
la edición, Zerglieclerungpor Z<:r.glieclerungen.]
'2[En A, adhiere a priori, a conceptos dados, otros pàr.onrpl.to ajenos a ellos.]
rr[En A, Esta prcgunta.]
IV. LAS BASES DE LA
PSICOLOGIA
MODERNA
'l'itchener,
Edwin C. Boring (1886-1968; por ejemplo, Boring 1950). Después de es-
tucliar con Wundt, Titchener fue a la Universidad de Cornell y se convirtió en uno de
los pioneros de la psicología estadounidense. Sin embargo, resulta interesante que la
psicología de Titchener se mantuvo como una versión más bien rígida de la de su
n'ìentor, y que todo el sistema de Wundt quizá no haya recibido la explicación plena
que ameríta.
Hay algunas preguntas que el lector debe considerar al leer este extracto del
Compendio de Wundt:
Boring, E. c. (1950). A history of experimental psychology (2e ed.). Englewood cliffs, NJ:
Prentice-Hall.
Brentano, F. (1874, 1973). El concepto y el propósito de la psicología. En L. McAlister
(ed.) Psychology from an empirical standpoint. Londres: Routledge & Kegan paul,
3-27.
Titchener, E. B. (1925). Psicología experimental: Una retrospectiva. The American Journal
of Psychology, 36, 31 3-323.
Wundt, W. (1897, 1969), Crundriss der psychologie, Leipzig, Englemann. De C. H. Judd
(trad.) (1902) . Compendio de psicologla. St. Claires Shores, Ml: Scholarly Press, 1-6,
18-24.
rS/ 12 r sr'
rNTRoDUccróN
g 1. El problema de la psicología.
l. En la historia de esta ciencia hay dos definiciones que son las más destacadas. Según
una, la psicología es la "ciencia de la mente": los prõcesos psíquicos son considerados
fenómenos de los cuales es posible inferir la naturãleza delã suitancia mental metafisi-
ca subyacente. Según la otra definición, la psicología es la "ciencia de la experiencia
interna": aquí se que los procesos psíquiõos pertenecen a una formã especí-
9on¡rd9ra
fica de experiencia, fácilmente distinguible por el hecho de que su contenido es cono-
cido a havés de la "introspección", esto es, el "sentido internô", como ha sido llamado
para distinguirlo de la senso-percepción por medio de los sentidos externos.
dos propios; y puesto que las "ciencias mentales" han ganado reconocimiento corno un
gran campo de la investigación científica, distinto del círculo de acción de las ciencias
naturales, y que requiere un fundamento general como psicología independiente, librc
de todas las teorías metafisicas.
La segunda definición, la empírica, que ve en la psicología la "ciencia de la expe-
riencia interna", es inadecuada pues da pie al malentendido de que la psicología tiene
que ver con objetos totalmente diferentes de aquellos de la llamada "experiencia exter-
na". En efecto, es cierto que hay contenidos de la experiencia que pertenecen a la esfera
de la investigación psicológica, pero no se encontrarán entre los objetos y procesos
estudiados por la ciencia natural: tales son nuestros sentimientos, emociones y decisio-
nes. Por otra parte, no hay un solo fenómeno natural que, desde un punto de vista
diferente, no se vuelva objeto de la psicología. Una piedra, una planta, un tono, un rayo
de luz son, como fenómenos naturales, objetos de la mineralogía, la botánica, la fÌsica,
etcétera; pero en tanto que suscitan ideas en nosotros, son al mismo tiempo objeto de la
psicología. Pues la psicología trata de explicar la génesis de estas ideas y sus relaciones
tanto con otras ideas como con aquellos procesos psíquicos no referidos a objetos ex-
ternos, como los sentimientos, las voliciones, etcétera. No existe, pues, un "sentido
interno" que pueda considerarse como órgano de la introspección y, así, distinto de los
sentidos externos u órganos de la percepción objetiva. Las ideas, cuyos atributos trata
de investigar la psicología, surgen a través de los sentidos externos no menos que las
senso-percepciones en las cuales se basan las ciencias naturales; mientras que las acti-
vidades subjetivas de sentimiento, emoción y volición, que se desdeñan en las ciencias
naturales, no se conocen a través de órganos especiales, pero sí están conectadas, direc-
ta e inseparablemente, con las ideas referidas a los objetos externos.
2- De ahí se sigue, por lo tanto, que las expresiones experiencia externa e interna no indi-
can objetos diferentes, sino diferenles puntos de vista a partir de los cuales empezamos
la consideración y el tratamiento científico de una experiencia unitaria. A estos puntos
de vista somos conducidos en forma natural porque cada experiencia concreta se divide de
inmediato en dosfactores: en un contenido que se nos presenta y en nuestra aprehen-
sión de ese contenido. Al primero de estos factores lo llamamos objeto de experiencia;
al segundo, sujeto experimentador. Esta división señala dos direcciones para el trata-
miento de la experiencia. Una es la de las ciencias naturøles, que se ocupan de los
objetos de la experiencia, considerados independientes del sujeto. La otra dirección es
la de la psicología, que investiga todo el contenido de la experiencia en sus relaciones con
el sujeto y sus atributos derivados directamente de éste. La postura de las ciencias natura-
les, de acuerdo con esto, podría designarse como la de la experiencia mediata,ya que es
posible sólo después de abstraer el factor subjetivo presente en la experiencia real; la
postura de la psicología, por otra parte, podría designarse como la experiencia inntediata,
ya que su propósito es prescindir de esta abstracción y todas sus consecuencias.
3. La asignación de este problema a la psicología, lo que la vuelve una ciencia empírica
coordinada con las ciencias naturales y complementaria a éstas, se justifica por el mé-
todo de todas las ciencias mentales, para las cuales la psicología suministra las bases.
Todas estas ciencias, la filología, la historia y las ciencias políticas y sociales, ticncn
como sujeto de estudio la experiencia inmediata, tal como la determina la intcracoión
de los objetos con el sujeto que conoce y actúa. Ninguna de las ciencias rnclrl¿rlcs cnl-
Il0 Las bases de la psicología moderna
Así pues, la única base para la división entre ciencia natural por un lado y la
psicología y las ciencias mentales por el otro, ha de encontrarse en el hecho de que los
factores de toda la experiencia son un contenido objetivamente presentado y un sujeto
experimentador. Empero, de ningún modo es necesario que las definiciones lógicas de
estos dos factores deban preceder a la separación de las ciencias, pues es evidente que
tales clefiniciones son posibles sólo después de que tienen una base en la investigación
de la ciencia natural y de la psicología. Todo lo que es necesario presuponer de la
primera es la conciencia que acompaña a toda experiencia, que en esta experiencia los
objetos se presentan a un sujeto. No puede haber suposición de conocimiento de las
condiciones en las que se basa esta distinción, o de los caracteres definidos por los que
un factor puede distinguirse de otro. Incluso el uso de los términos objeto y sujeto en
esta conexión debe considerarse como la aplicación, a la primera etapa de la experien-
cia, de distinciones que se alcanzan sólo por el desarrollo de la reflexión lógica.
Las formas de interpretación en la ciencia natural y en la psicología son comple-
mentarias, no sólo en el sentido de que la primera considera a los objetos después de
þItilhclm lltnilt nt
I
abstraer, lo más que se pueda, al sujeto, mientras que la segunda tiene quc vcr con la
parte que desempeña el sujeto en el surgimiento de la experiencia; pero tambión son
complementarias en el sentido de que cada una adopta un punto de vista difercntc al
considerar el contenido aislado de la experiencia. La ciencia natural trata de descubrir
lanaturaleza de los objetos sin referencia al sujeto. El conocimiento que esto produce,
por lo tanto, es mediato o conceptuql. En lugar de los objetos inmediatos de la expe-
riencia, establece conceptos adquiridos de estos objetos al abstraer los componentes
subjetivos de nuestras ideas. Esta abstracción hace necesario complementar continua-
mente a la realidad con elementos hipotéticos. El análisis científico muestra que mu-
chos componentes de la experiencia ejemplo, las sensaciones- son efectos
subjetivos de procesos objetivos. Por lo -por
tanto estos procesos objetivos, en su carácter
objetivo, independiente del sujeto, nunca pueden ser parte de la experiencia. La ciencia
compensa esta carencia formando conceptos hipotéticos complementarios de las pro-
piedades objetivas de la materia. La psicología, por otra parte, investiga el contenido de
la experiencia en su forma completa y real, tanto las ideas que se refieren a los objetos
como a todos los procesos subjetivos que se aglutinan en torno a ellas. Su conocimien-
to, por lo tanto, es inmediato y perceptual: perceptual en el sentido amplio del término,
en el que no sólo las senso-percepciones, sino toda la realidad concreta se distingue de
todo lo que es abstracto y conceptual en el pensamiento. La psicología puede exhibir la
interconexión de los contenidos de la experiencia tal como se le presenta al sujeto, sólo
si evita por completo las abstracciones y conceptos complementarios de la ciencia na-
tural. Así, si bien la ciencia natural y la psicología son ciencias empíricas en el sentido
de que aspiran a explicar el contenido de la experiencia, aunque desde diferentes pun-
tos de vista, empero es obvio que, en consecuencia del carácter de su problema, la
psicología es la ntás estrictamente empírica...
$ 3. Métodos de la psicología.
Las ciencias naturales, que pueden servir de ejemplo a la psicología en este senti-
do, ya que se desarrollaron antes, recurren a dos métodos principales: experimento y
observación.El experimento esla observación conectada a una interferencia intencio-
nal por parte del observador, en el origen y la trayectoria de los fenómenos observados.
La observación, en su sentido propio, es la investigación de fenómenos sin dicha inter-
ferencia, tal como se presentan naturalmente al observador en la continuidad cle la
experiencia. Donquiera que el experimento sea posible, siempre se usa en las cicncias
naturales: pues en toda circunstancia, aun cuando los fenómenos en sí mismos prcsctì-
ll2 Las bases de la psicología nrcderna
ten las.condiciones para una observación suficientemente exacta, es una ventaja poder
controlar a voluntad su origen y avance, o aislar los diversos componentes
de un fenó-
meno complejo. Empero, aun en las ciencias nafurales, los dos métodos se han
distin-
guido según sus esferas de aplicación. Se sostiene que los métodos
experimentales son
indispensables para ciertos problemas, mientras que en otros no es infrecuente
que el
fin deseado se alcance a través de la mera observación. Si desdeñamos algunos cuäntos
casos excepcionales debidos a relaciones especiales, estas dos clases
de problemas co-
rresponden a la división general de fenómenos naturales enprocesos y
ob¡"tor.
La interferencia experimental se requiere para la determinación exac[a del curso y
el análisis_de los componentes de cualquiãrproce.ro natural, como son, por
ejemplo, las
ondas de luz y de sonido, una descarga eléòtrica, la formación o desinìegrãciOn
¿é un
compuesto químico y la estimulación y el mctabolismo en plantas y animales.
Como
rcgla, tal interferencia es cleseable pues la observación exactâ sólo es posible
cuando el
observador pucde detcrminar cl momento en que comience el proceso.
También es
indispensable para separar entre sí los diversos componentes de un fenómeno
comple-
jo' Como regla, esto es posible sólo rnediante la adición o sustracción
de ciertas
ciones, o de una variación cuantitativa de éstas. "onAi-
El caso es diferente con los objetos de la naturaleza. Éstos son relativamente
cons-
tantes; no tienen que ser producidos en un momento determinado, sino que
siempre
están a disposición del observador y listos para el examen. Aquí, puås,
la investigación
experimental por lo general sólo es necesaria cuando se quiere'indaga, acerci
d" la
producción y modificación de los objetos. En tal caso, ," åbr".uun ya
sea como pro-
ductos o componentes de procesos naturales y caen bajo el encabezado
de proceìos,
más que de objetos. Cuando, por el contrario, ia única piegunta es acerca
de la natura-
leza en sí de dichos objetos, sin referencia a su origen o riodificación, por
lo general
basta con la simple observación. Así, la mineralogía, la botánica, la zoología,la
anato-
mía y la geografia son ciencias de observación-pura, en tanto que se mantengan
al
margen de problemas fisicos, químicos y fisiológicos, los cuales, de hecho,
.on fr.-
cuencia se plantean en ellas, pero tienen que ver ðon los procesos de la
naturaleza, no
con los objetos en sí mismos.
't
ll4 Las bases de la psicología moderna
il5
1
I ló l.u.s l¡uses de la psicología moderna
ósta tlcpcnde de todas ellas. Pero se dice que ejerce la más poderosa
influencia recípro-
c.a sobrc cllas. Se supone que renueva la vida entera del hornUre y que
acelera y guiun-
tiza cl progreso' Y si, por un lado, parece estar en la cumbre ae la imponente
estructura
clc la ciencia, por el otro está destinada a convertirse en la base
de la sociedad y de sus
rnás nobles posesiones y, por este hecho mismo, convertirse en
la base también de toda
crnpresa científica.
I
aquí en ocasiones son los mismos principios que vemos que gobiernan a la rìaturaloz¿l
inorgánica, y en ocasiones, principios análogos.
Podría decirse, no sin cierta justificación, que el mismo Aristóteles propone csta
delimitación, posterior y más correcta, de los límites de la psicología. Quienes estén
familiarizados con él saben que, con mucha frecuencia, al exponer una doctrina menos
avanzada, adelanta los rudimentos de un punto de vista diferente y más correcto. Su
metafisica, así como su lógica y su ética, ofrecen ejemplos de esto. En el tercer libro
de su tratado Sobre el ølma, donde aborda las acciones voluntarias, descarta la idea de
investigar los órganos que sirven de intermediarios entre un deseo y la parte del cuerpo
hacia cuyo movimiento se dirige ese deseo. Pues, dice, exactamente como un psicólogo
moderno, que tal investigación no es el campo de alguien que estudie al alma, sino de
quien estudie al cuerpo.a Digo esto sólo de paso, quizá para convencer más fácilmente
a algunos de los entusiastas seguidores de Aristóteles que sigue habiendo aún en nues-
tros tiempos.
Hemos visto cómo se circunscribió el campo de la psicología. Al mismo tiempo,
y en forma bastante análoga, se estrechó el concepto de vida o, si no este concepto
los científicos aún emplean este término en su sentido original más amplio- al
-pues
menos el concepto del alma.
En la terminología moderna, la palabra "alma" se refiere al vehículo sustancial de
las representaciones (Vorstellungen)y de otras actividades que están basadas en nuestras
representaciones y que, al igual que éstas, sólo son perceptibles mediante la percepción
interna. Así, por lo general, llamamos alma a la sustancia que tiene sensaciones, tales
como imágenes de la fantasía, actos de memoria, actos de esperanza o miedo, deseo o
aversión.5
También nosotros usamos la palabra "alma" en ese sentido. A despecho de la
modificación del concepto, pues, parece que no hay nada que nos impida definir a la
psicología en los términos con los que lo hiciera Aristóteles en su tiempo, a saber, como
la ciencia del alma. Así, parece que, al igual que las ciencias naturales estudian las leyes
y propiedades de los cuerpos fìsicos, que son los objetos de nuestra percepción exter-
na,ó la psicología es la ciencia que estudia las propiedades y leyes del alma, que descu-
brimos directamente dentro de nosotros mismos por medio de la percepción interna y
que, por analogía, inferimos que existen en otros.
Delimitada de este modo, la psicología y las ciencias naturales parecen repartirse
entre ellas todo el campo de las ciencias empíricas, y distinguirse una de las otras por
un límite claramente definido.
Pero, al menos, la primera pretensión no es cierta. Hay hechos que pueden demos-
trarse de la misma forma en el dominio de la percepción interna que de la externa. Y
-1
I.us buses de la psicología ntodernct
TReciente¡ìre¡lte, Wundt
adoptó esta expresión en su importarrte obra Principios de psicotogíufisiolítgi<tt
(trad. E. B. Titchener', Londrcs y Nueva York, 1904). Aunque puecle no scr el caso en estc contexto, tal exprcsión
¡rtlcclc nralinter¡xetarsc y el térnrino "psicológico" ser tornado co¡no referencia al métoclo cmplcâ(lo. Conto pronto
vcrolllos, algunas pctsonas han querido basar toda la psicología en las investigaciones fisiológicas. C/. también F.
W. llagcn, Ps.lrcholog¡sche Strrrliør (Braunschrveig. 1847), p. 7.
*[Nota de los tra(luctorcs:
Leentos "oder" confor¡ne a la edición de 1g74.]
')l)ostctiormetrte, B¡'cntano asignó la talea de "iudagar acerca de los
ele¡nentos b¿isicos de los fcnómenos
ntcrtlalcs" a la "¡rsicología descliptiva" y las leyes que rigen su surgi¡riento, {t¡ració¡ y finalización a las invcsti-
gacioncs dc la "¡lsicología genética". cuyo carácter es predominantemente fisiológico. Pero antes de que hubiera
scpata<lo ltrs <los disciplinus, ya habia discrinrinado agudanrente enlre las ('uest¡ones <ìescriptivas y genéticas. Cl
Cap. 3, Sccci(>rr 2, p. 44.
I
Franz Brentano lt9
correcto de la línea limítrof'c que hemos establecido; sólo muestran que, justificada
como está, esta distinciótì, colno toda otra entre las ciencias, en cierto modo es artifi-
cial. Ni tampoco será Irecesario de ningún modo tratar dos veces toda la garna de las
llamadas cuestiones psicofìsicas, es decir, una vez en la fisiología y otra eÀ la psicolo-
gía. En el caso de cada uno de esos problemas, podemos mostrar fácilmente qrê .un po
contiene la dificultad esencial. IJnavezsolucionada esta dificultad, el problema mismo
también está resuelto. Por ejemplo, definitivamente es tarea del psicólógo inclagar acer-
ca de los primeros fenómenos mentales que se suscitan por un estímuló fisico, aunque
al hacerlo no pueda prescindir de observar los hechos fisiológicos. Por la misma razón,
en el caso de los movimientos voluntarios del cuerpo, el psicólogo tendrá que estable-
cer los antecedentes mentales últimos e inmediatos de toda la serie de camùios fisicos
que están relacionados con ellos, pero será tarea del fisiólogo investigar las causas
fisicas últimas e inmecliatas de la sensación, aunque, al hacerlo, obviamente también
tendrá que observar el fenómeno mental. Del mismo modo, con referencia a los movi-
mientos que tienen causas mentales, el fisiólogo debe establecer dentro de su propio
campo sus efectos últimos e inmediatos.
Con respecto a la demostración de que hay una relación proporcional entre el
incremento de las causas y efectos fisicos y mentales, esto es, la investigación de la
llamada "Ley Psicofisica", me parece que el problema tiene dos partes, una cle las
cuales atañe al fisiólogo, mientras que la otra es tarea del psicólogo. La primera es
determinar qué diferencias relativas en la intensidad de los estímulos hsicos òorrespon-
den a las diferencias mínilnas observables en la intensidad de los fenómenos mentàles.
La segunda consiste en tratar de descubrir las relaciones que tienen entre sí estas dife-
rencias mínimas observables. Pero, ¿no es evidente, inmediata y completamente, la
respuesta a la última pregunta? ¿No está claro que todas las diferencias mínimas obser-
vables deben considerarse iguales entre sí? Ésta es la opinión que se acepta por lo
general. El misrno wundt, en su Psicologíafisiológica (p.295), ofrece ef siguiente
argumento: "una diferencia en intensidad que apenas es notable es (...) un valor psíqui-
co de magnitud constante. De hecho, si sólo una diferencia observable fuera mayor o
menor que otra, entonces seríø møyor o menor que lo apenas notable,lo cual es una
contradicción." Wundt no se da cuenta de que éste es ull argumento circular. Si alguien
duda de qtte sean iguales todas las diferencias que apenas sean notables, entonces, en lo
que a él toca, ser "apenas notable" ya no es una propiedad característica de una rnagni-
tud constante. Lo único que es correcto y evidente a priori es que todas las difèrenõias
apenas notables son igualmente notables, pero no que sean iguales. Si eso fuera así,
cada incremento que fuera igual tendría que ser igualmente notable y cada incremento
que fuera igualmente notable tendría que ser igual. Pero esto continúa por ser investiga-
do, y la investigación de esta cuestión, que es el trabajo del psicólogo pues trata de leyes
de juicio comparativo, podría arrojar un resultado muy diferente de lo que se esperara.
La Luna parece cambiar de posición en forma más notable cuando está cerca dót hori-
zonte quc cuando está alta, cuando en realidad, en ambos casos cambia la misma canti-
dad en el mismo lapso. Por otra parte, la prirnera tarea mencionada anteriormente sin
duda pertenece al psicólogo. Las observaciones fÌsicas tienen aquí una aplicación más
extensa. Y ciertamente no es coincidencia que debarnos agradecer a un fisiólogo de
120 Las bases de la psicología noderna
primera categoría, como E. H. weber, el haber abierto el camino a esta ley, y a un fìsico
con formación filosófica como Fechner, haberla establecido en una eifeia más am-
plia.'o
Así, parece estarjustificada la definición de psicología que se dio anteriormente y
quedar aclarada su posición entre las ciencias vecinas.
Aclaremos la base de esta objeción. ¿eué queremos decir con ..ciencia de los
fenómenos mentales" o "ciencia de los fenómenos fisicos',? En muchos casos, las pala-
bras "fenómeno" y "apariencia" se usan en oposición a ,,las cosas que existen rãd y
verdaderamente". Por cjcmplo, clecimos que los objetos de nuestros sèntidos, tal comã
se revelan cn la sensación, son meros fenómenos; el color y el sonido, el calor y
el sabor
en realidad y en verdad no existen fuera de nuestras senéaciones, aun cuandã puedan
apuntar a objetos que sí existen así. John Locke alguna vezrealizôun experimenio en el
que, después de haberse calentado una mano y enfriado la otra, sumergió ambas
simul-
táneamente en el mismo cuenco de agua. Experimentó calor en una ylío en otra, y así
demostró que ni el calor ni el frío existen realmente en el agua. bel mismo rntdo,
sabemos que la presión en el ojo puede suscitar los mismos fenðmenos visuales que loé
causados por los rayos que emânan del así llamado objeto coloreado. y en lo qu, ."r-
pecta a las determinaciones de la ubicación espacial, quienes toman a las apaiiencias
como la verdadera realidad pueden convencerse facilmente de su error de la misma
manera. Alejadas a la misma distancia, cosas que estén en diferentes lugares pueden
parecer como si estuvieran en la misma ubicación; y situadas a diferente ãistaniia,
las
cosas que están en la misma ubicación pueden parecer estar en diferentes sitios.
Un
argumento relacionado es que el movimiento puede parecer como reposo y el reposo
como movimiento. Esros hechos prueban, más allá de toda duda, queìos oú¡etos äe la
experiencia sensorial son engañosos.12 Pero, aunque no se pudierá establecér esto tan
roDe esta
conexión, Gustav Fechner dice: "De la fisica, los psicofisicos externos toman ayudas y metodolo-
gía; los psicofisicos internos se inclinan más hacia la fisiôlogía y la anatomía,
en particular del sistema nervioso...,,
Elementos de psicotísica (trad. Helmut E. Adler, Nueva York, 1966), p. 10. Y otrá vez dice
en el prefacio (p. xxix),
"que esta obra interese particularmente a los fisiólogos, aunque al mismo tiempo me gustaría que
interesàra a los
filósofos".
rfAcerca de este punto, cf Introducción , p. 402 et seq.
r2Es
decir, puede demostrarse que la cosa extendida cualitativamente que se nos aparece
no existe t¿l co¿ro
nos parece ser (cf. Introducción, p. 392 el seq.). Más abajo (Libro Dos, Cap. l,
Sección gjse sostiene que el mundo
externo realmente no es "espacial" y "temporal", sino "casi espacial" y "casi temporal".
Brentano se expresa más
claramente en su ensayo de I 869 acerca de Comte (reimpreso) y en ensayos posterìores.
eue el mundo exte¡ro sea
"casi temporal" y "casi espacial" sólo puede signifi car que es análogoa lo que nos rnuestia
nuestra percepción del
espacio y del tiempo' 'Análogo" significa que el mundo espacial y t"*por"l rnu"rtru
las ntisnns rclacio¿es que las
T claramente, aún tendríamos que dudar de su veracidad porque no habría garantíapara
Franz Brentano
ellos en tanto que la suposición de que en realidad existe un mundo que causa nuestras
sensaciones y con el cual su contenido tiene ciertas analogías, fuera suficiente para
explicar los fenómenos.
t2t
No tenemos derecho, por tanto, de creer que los objetos de la llamada percepción
externa realmente existen como se nos aparecen. En efecto, es demostrable que no
existen fuera de nosotros. En oposición a lo que existe real y verdaderamente hay meros
fenómenos.
Lo que se ha dicho acerca de los objetos de la percepción externa, sin embargo, no
se aplica del mismo modo a los objetos de la percepción interna. En su caso, nadie ha
demostrado jamás que alguien que considere que estos fenómenos son ciertos se haya
envuelto en contradicciones por ello. O por el contrario, de su existencia tenemos ese
conocimiento claro y cefieza total que nos suministra el discemimiento inmediato.
En consecuencia, nadie puede dudar realmente de que exista un estado mental que
percibe en sí mismo, y de que existe tal como lo percibe. Cualquiera que quisiera llevar
su duda hasta este término alcanzaria un estado de duda absoluta, un escepticismo que
ciertamente se destruiría a sí mismo, pues habría destruido cualquier base firme sobre
la cual pudiera emprender la búsqueda de conocimiento.
Así pues, no tiene justificación razonable definir a la psicología como la ciencia
de los fenómenos mentales para que la ciencia natural y la ciencia mental se parezcan
en este sentido.13
Sin embargo, hay otra razón, bastante diferente, que por lo general mueve a quie-
nes abogan por tal definición. Aquellas personas que no niegan que realmente existen
el pensamiento y la voluntad. Y usan la expresión "fenómenos mentales" o "aparien-
cias mentales" como sinónimo total de "estados mentales", "procesos mentales" y "even-
tos mentales", como la percepción interna nos los revela. No obstante, también su
objeción a la vieja definición está relacionada con el hecho de que, en dicha definición,
están mal entendidos los límites del conocimiento. Si alguien dice que la ciencia natu-
ral es la ciencia de los cuerpos, y por "cuerpo" entiende una sustancia que actua en
nuestros órganos de los sentidos y produce representaciones de los fenómenos fisicos,
asume que la sustancia es la causa de las apariencias externas. Del mismo modo, si
alguien dice que la psicología es la ciencia del alma, y entiende por "alma" el vehículo
sustancial de los estados mentales, entonces está expresando su convencimiento de que
los eventos mentales han de ser considerados propiedades de una sustancia. Pero, ¿qué
nos da derecho a suponer que existen tales sustancias? Se ha dicho que tales sustancias
que presentan los objetos de nuestras percepciones de espacio y tiempo. Que ésta es la forma en que han de
ententlerse los términos "casi espacial" y "casi ternporal", puede verse en las líneas que siguen, que mencionan el
hecho de que el mundo real muestra "ciertas analogías" con el ¡nundo dc nuestra percepción, esto es, presenta las
mismas relaciones. Cl más abajo, Sección 3, p. I 9, al final del primer párrafo, y mi nota a éste, y el Cap. 3, Sección
6, p. 60,Libro Dos, Cap. 2, p. 107.
t3Kant ciertamerrte hizo esto y es un error que con frecuencia ha sido reprobado, en particular por Überweg
en su S.¡,5¡¿¿¡ der Logik.
1
122 Las bases de la psicología noderna
¡{Brentano sostiene la opinión contraria: según su teoría, que sigue a Aristóteles, tanto la sensación como la
percepción interna nos muestran s¡rsfcr¡cids. En la percepción interna nos aprehendemos a nosotros nìismos co¡no
"cosas pensantes" (pensar en el sentido cartesiano = conciencia), esto es, 'l'e.r coglfals". En la percepción externa
aprehcndemos algo como sujeto que tiene accidentes, por ejemplo, algo extenso que tiene color. La suposición de
quc hay sustancia ¡ìo es una ficción, pero la suposición de que haya un atributo sin un objeto que le dé soporte es
trna l'icción inmediatamente absurda. (Ç Condillac, cítado en Philosophie des Als Oô, de Vaihinger, p. 383.) Pero
¡ror bastantc tiernpo en el estudio de los "fenómenos mentales"- esta ficción resultó inocua, en forrna
-incluso
rnuy sinrilar a alguien que puede estudiar científicamente los "fenómenos fisicos" trascendentes del rnundo exter-
no y dejar cn duda la cuestión de su sujeto. Esta cómoda ficción no es del todo inocua, pero sí vcntajosa en tanto
quc climina r¡n punto de controversia en amplios tramos de una gran área de investigación.
t5I'ha llistor¡, of Muterialism (trad. Ernest
ChesterThomas,3" ed. (Londres, 1892), Libro II, Sección iii,
Cap.3,p. 168."¡Asunramostranquilamente,pues,unapsicologíasinalma!!empero,el nombreseguirásiendo
útil en tanto qr¡c tcnganros algo que estudiar que no esté por completo cubierto por ninguna otra ciencia."
I
Franz Brenîano 123
amplia gama de importantes problemas para el psicólogo, la mayoría de los cuales aún
aguardan solución.
Para hacer más inteligible la naturaleza de Ia psicología, tal como él la concibió,
John Stuart Mill, uno de los más decisivos e influyentes defensores de este punto de
vista, ha dado en su sistema de lógicat6 una sinopsis de los problemas de los que debe
ocuparse la psicología.
En general, de acuerdo con Mill, la psicología investiga las leyes que gobiernan la
sucesión de nuestros estados mentales, esto es, las leyes de acuerdo con las cuales uno
de estos estados produce otro.rT
En su opinión, algunas de estas leyes son generales, otras más específicas. Una ley
general, por ejemplo, sería la ley según la cual "siempre que cualquier estado
de conciencia ha sido suscitado en nosotros una vez, sin importar la causa, puede repro-
ducirse en nosotros un grado inferior del mismo estado de conciencia, un estado de con-
ciencia parecido al primero pero de inferior intensidad, sin la presencia de cualquier causa
como la que lo suscitó la primera vez". Toda impresión, dice Mill usando el lenguaje de
Hume, tiene su idea. De forma similar, habría ciertas leyes generales que determinan
la apariencia real de tal idea. Menciona tres de tales leyes de asociación de las ideas. La
primera es la ley de similitud: "Ideas similares tienden a suscitarse entre sí." La segunda
es la ley de contigüidad: "Cuando dos impresiones se han experimentado (...) frecuente-
mente, ya sea en forma simultánea o en sucesión inmediata, entonces, siempre que regre-
se cualquiera de estas impresiones o ideas, tenderá a suscitar la idea de la otra." La tercera
es la ley de intensidad: "La mayor intensidad en cualquiera o en ambas de las impresio-
nes, es equivalente, para que se vuelvan excitables una por otra, a mayor frecuencia de
conjunción."
Latarea adicional de la psicología, según Mill, es derivar de estas leyes generales
y elementales de los fenómenos mentales leyes de pensamiento más específicas y com-
plejas. Dice que, ya que varios fenómenos mentales con frecuencia funcionan
concunentemente, surge la cuestión de si tal caso es o no es una combinación de cau-
sas; en otras palabras, si los efectos y condiciones iniciales están o no siempre relacio-
nados del mismo modo, como lo están en el campo de la mecánica, donde un movimiento
siempre es el resultado de un movimiento, homogéneo con sus causas y, en cierto sen-
tido, la suma de sus causas. O si el ámbito mental también exhibe casos similares al
proceso de la combinación química, donde en el agua no vemos ninguna de las caracte-
rísticas del hidrógeno y del oxígeno, y en el cinabrio ninguna de las del mercurio y el
azufre. El propio Mill creía que era un hecho establecido que ambos tipos de caso
1
124 Las bases de la psicología ntodenø
pues, no hay escasez alguna de tareas importantes para los psicólogos de esta cscucla,
entre quienes se encuentran, en el momento presente, hombres que han realizado desta-
cados servicios para el progreso de la ciencia.
No obstante, la concepción anterior de la psicologíaparece excluir al menos una
pregunta que es de tal importancia que su sola ausencia amenaza con dejar una grave
laguna en esta ciencia. La investigación misma que la concepción anterior de la psico-
logía consideraba su tarea principal, el mismo problema que dio el primer impulso a la
investigación psicológica, al parece¡ podría no plantearse en esta visión de la psicolo-
gía. Me refiero al tema de la continuación de la existencia después de la muerte. Cualquie-
ra que esté familiarizado con Platón sabe que, por encima de todo lo demás, era el
deseo de indagar la verdad acerca de este problema lo que lo llevó al campo de la
psicología. SuFedón estádedicadoaêly otrosdiálogos,como Fedro,TimeoylaRepú-
blica regresan a esta cuestión una y otra vez.Y lo mismo puede decirse de Aristóteles.
Queda admitido que presentó sus pruebas de la inmortalidad del alma con menor deta-
lle que Platón, pero sería un error concluir de ello que el problema era para él menos
importante. En sus obras lógicas, donde la doctrina de la apodíctica o demostración
científica era necesariamente la cuestión más importante, todavía discute este proble-
ma, condensado en unas cuantas páginas delaAnølítica posterior, donde establece el
contraste con otras discusiones más largas y extensas. En la MetaJísicø, habla de la
deidad sólo en unas cuantas frases breves del último libro,rs empero, se reconoce que
este estudio era tan esencial para él que de hecho aplicó el nombre de "teología" a toda
la ciencia, así como los nombres de "sabiduría" y "filosofia primera". Del mismo modo,
en su tratado De anima, aborda el alma del hombre y su inmortalidad sólo en forma
breve, aun cuando no hace más que mencionarla de pasada. Con todo, la clasificación
de los problemas psicológicos al principio de su obra indica claramente que su pregunta
le parecía ser el objeto más importante de la psicología. Ahí se nos dice que el psicólo-
go tiene la tarea, antes que nada, de investigar qué es el alma, y después de investigar
sus propiedades, algunas de las cuales parecen ser inherentes sólo a ella y no al cuerpo
y, como tales, son espirituales. Aún más, debe investigar si el alma está compuesta de
partes o si es simple, y si todas las partes son estados corpóreos o si hay algunos que no
lo sean, en cuyo caso se aseguraría su inmortalidad. Las diversas aporías que están
vinculadas con estas cuestiones muestran que hemos hallado el punto que suscitó la sed
de este gran pensador más que nada por el conocimiento. Ésta es la tarea a la cual la
psicología se dedicó primero y la que le dio sus primeros impulsos de desarrollo. Y es
precisamente esa tarea la que, en el presente, parece haber caído en desgracia y haberse
vuelto imposible, al menos desde el punto de vista de aquellos que rechazan a la psico-
logía como ciencia del alma. Pues, si no existe el alma, entonces, por supuesto, la in-
mortalidad del alma está fuera de discusión.
Esta conclusión parece ser tan inmediatamente obvia que no podemos sorpren-
dernos de que algunos partidarios de la concepción que aquí desarrollamos, A. Lange,
por nombrar a uno, consideren que es evidente por sí sola.re Y así, la psicología nos
ofrece un drama similar al que ocurrió en las ciencias naturales. El afán de los alqui-
mistas por producir oro a partir de mezclas de elementos fomentó primero la investiga-
ción química, pero la ciencia avanzada de la química abandonó tales ambiciones por
imposibles. Y un poco a la manera de la bien conocida fábula del padre moribundo,
aquí también los herederos de los primeros investigadores han cumplido las prediccio-
nes de sus predecesores. En la parábola, los hijos cavaron diligentemente el viñedo en
el que creían que estaba escondido el tesoro y, si bien no encontraron oro enterrado,
cosecharon en cambio los frutos de una tierra bien laborada. Algo similar ocurrió a los
químicos y estaría sucediendo también a los psicólogos. La ciencia bien desarrollada
tendría que abandonar la cuestión de la inmortalidad pero podríamos decir que, en
consuelo, los celosos esfuerzos que brotaron del deseo de lo imposible han conducido a
la solución de otras preguntas, cuyo significado, de largo alcance, no puede ponerse en
duda.
No obstante, estos dos casos no son del todo idénticos. En lugar de los sueños de
los alquimistas, la realidad ofreció un sustituto superior. Pero en comparación con las
esperanzas de Platón y de Aristóteles de alcanzar la certeza respecto a la continuación
de la existencia de nuestra mejor parte después de la disolución del cuerpo, las leyes de
asociación de ideas, del desarrollo de las convicciones y opiniones, y del origen y
crecimiento del deseo y del amor, dificilmente serían una compensación real. La pérdi-
da de esta esperanza parece ser mucho más lamentable. En consecuencia, si la oposi-
ción entre estas dos concepciones de la psicología realmente implicara la aceptación o
el rechazo de la cuestión de la inmortalidad, el debate cobraría una importancia capital
y podría impulsarnos a emprender investigaciones metafisicas respecto de la existencia
de la sustancia como portadora de los estados mentales.
Empero, por mucha apariencia que haya de la necesidad de restringir el rango de
la indagación en esta conexión, de todos modos puede no ser más que una apariencia.
En su tiempo, David Hume se opuso firmemente a los metafìsicos que pretendían haber
encontrado dentro de sí mismos una sustancia que era el vehículo de los estados menta-
les. "Por mi parte", dice, "cuando entro lo más íntimamente en lo que llamoyo mismo,
siempre me tropiezo en una percepción u otra, o frío o calor, luz o sombra, amor u odio,
dolor o placer. Nunca puedo captarme a nú mismo, en ningún momento, sin una percep-
ción, y nunca puedo observar nada más que la percepción. Cuando mis percepciones se
eliminan por un tiempo, como en el sueño profundo, estoy tan insensible de mí mismo
que podría decirse realmente que no existo". Si algunos filósofos pretenden que
sc perciben a sí mismos como algo simple y permanente, Hume no quiere contradecir-
Ios, pero de sí mismo y de todos los demás (exceptuado ese tipo de metafisico), está
convcncido de "que no son más que un montón o conjunto de percepciones diferentes,
(luc sc suceden unas a otras con rapidez inconcebible, y que están en perpetuo flujo y
t"l !isn¡r.t' ol'llíutcrialisn, trad. Thomas, 3o ed., Libro II, Sección i, Cap. I, p.
Franz Brentano t27
movimiento".2o VemOS, por tanto, que Hume Se alinea inequívoCamente entre los
oponentes del alma sustancial. No obstante, el propio Hume señala que, en una concep-
ción como ésta, todas las pruebas de inmortalidad conservan absolutamente la misma
luerza que en la concepción tradicional a la cual ésta se opone. Por supuesto, Albert
Lange interpreta esta declaración como una burla2r y es muy posible que tenga raz6n,
pues es sabido que en otras partes Hume no desdeñó el uso de la ironía maliciosa como
atma.22 Lo que dice Hume, sin embargo, no es tan obviamente ridículo como pudieron
pensar Lange, y qtizâ el mismo Hume. Pues incluso aunque es patente que quienes
niegan la existencia de un alma sustancial no pueden hablar de la inmortalidad del alma
en el sentido propio de la palabra, empero de ahí no se sigue que la cuestión de la
inmortalidad del alma pierda todo significado porque neguemos la existencia de un
vehículo sustancial de los fenómenos mentales. Esto se vuelve evidente en cuanto reco-
nocemos que, con o sin alma sustancial, no podemos negar que existe cierta continui-
dad de nuestra vida mental aquí en la tierra. Si alguien rechaza la existencia de una
sustancia, debe asumir que dicha continuidad no requiere de un vehículo sustancial. Y
la cuestión de si nuestra vida mental continúa de algún modo, aun después de la destruc-
ción del cue{po, no será más insignificanteparaél que para cualquier ofto. Es totalmente
incongruente que pensadores de esta convicción rechacen, por las razones mencionadas,
la cuestión de la inmortalidad aun en este su sentido esencial, aunque ciertamente sería
más apropiado llamarla inmortalidad de la vida que inmortalidad del alma.
john Stuart Mill reconoció esto plenamente. En el pasaje de su Lógica citado
anteriormente, es cierto que no encontramos la cuestión de la inmortalidad entre los
problemas que ha de abordar la psicología. En su obra sobre Hamilton, sin embargo,
äesarrolla còn la máxima claridad la idea misma que acabamos de formular.23
Del mismo modo, actualmente en Alemania ningún pensador importante ha ex-
presado su rechazo de un sustrato sustancial para los estados tanto mentales como
fisicos, con tanta frecuencia y en forma tan categórica como Theodor Fechner. En su
PsicoJísica, en su Atomenlehre y en otros escritos, critica esta doctrina, en ocasiones
en serio, a veces con humor. No obstante, reconoce francamente su creencia en la
inmortalidad. Es claro, por tanto, que, aunque uno acepte la visión metafisica que
llevó a los pensadores modernos a sustituir la definición tradicional de psicología
como ciencia del alma por la de ciencia de fenómenos mentales, el campo de la psi-
cología no se estrecharía de ningún modo por esto y, sobre todo, no sufriría ninguna
pérdida esencial.
mente tân fácil de concebir que una sucesión de sentimientos, un hilo de conciencia, puedan prolongarse hacia la
eternidad, ya que esa sustancia espiritual continúa existiendo para siempre; y cualquier evidencia que pruebe lo
uno, probará lo otro."
128 Las bases de la psicología moderno
2aVéanse
sus First principles.
2sDxan. of Sir lltn. Hanilronb philo., Cap. XII.
2óLa
suposición de que hay un sustrato sustancial de
actividades mentales realmente no es metafisica; esto
es' una suposición lrascendente, según la doctrina posterior
de Brentano, pu", unu fr"r.ntación sin sujeto es una
ficción absurda' El sujeto de la presentación, o su sustrato
subri.t.nt" que no.ubsiste en nada más, es lo único que
merece el nombrc de .,sustancia".
Ç más arriba la nota 3 y la inhoducción.
Franz Brentano 129
mente el interés suscitado en la actualidad por estos dos tipos de investigación, la psico-
logía sin duda quedaría opacada. Pero es otra cosa si comparamos los objetivos que
persigue cada una de las dos ciencias. Hemos visto qué tipo de conocimiento es capaz
dealcanzar el científico natural. Los fenómenos de luz, sonido, calor, ubicación espa-
cial y locomoción que él estudia no son cosas que existan real y verdaderamente.2T Son
signos de algo real, que, a través de su actividad causal, produce representaciones de
ellos. Sin embargo, no son representaciones adecuadas de esta realidad y nos dan cono-
cimiento sólo en un sentido muy incompleto. Podemos decir que existe algo que, en
ciertas condiciones, causa esta o aquella sensación. Probablemente también podamos
probar que debe haber relaciones entre esas realidades, similares a las que son manifes-
tadas por los fenómenos espaciales de formas y tamaños. Pero hasta aquí podemos
llegar. No tenemos experiencia de lo que realmente existe, en sí y por sí mismo, y que lo
que experimentamos no es cierto. La verdad de los fenómenos fisicos, como dicen, sólo
es una verdad relativa.2s
Los fenómenos de la percepción interna son otra cosa. Son ciertos en sí mismos.
Tal como parecen ser, así son en realidad, hecho que es atestiguado por la evidencia con
la que son percibidos. ¿Quién podría negar, pues, que esto constituye una gran ventaja
de la psicología sobre las ciencias naturales?
El alto valor teórico del conocimiento psicológico es obvio todavía en otro senti-
do. El valor de una ciencia se incrementa no sólo de acuerdo con la forma en que es
conocida, sino también con el valor de su objeto.Y los fenómenos cuyas leyes investiga
la psicología son superiores a los fenómenos fisicos no sólo porque son ciertos y verda-
deios en sí mismos,2e sino también porque son incomparablemente más bellos y subli-
mes. El color y el sonido, la extensión y el movimiento se comparan con la sensación y
la imaginación, el juicio y la voluntad, con toda la grandeza que estos fenómenos exhi-
ben en las ideas del artista, la investigación de un gran pensador y la autodedicación del
27Este pasaje es engañoso; pâra entenderlo correctarnente, debe leerse e interpretarse en relación con el
Cap. l, Sección 2,p.9,Cap. Ill, Sección 4, pp.47,48,y el Libro Dos, Cap. I, Sección 9,p.97 et seq. En la frase
como se lee en el texto, "luz" debe entenderse con el significado de coloreado; "sonido", con el significado de
sonido duro, tal como al principio de la Sección 2 y en repetidas veces, por ejemplo, pp. 69' 70, esto es, la senso'
cualidad que de algún modo percibimos con relativa determinación espacial. La ciencia natural, en especial la
fisica, tiene que ver con estos "meros fenómenos" en tanto que ( I ) nos muestra que el color, el sonido, etcétera, son
meras apariencias y no existen; y (2) investiga las causas trascendentes de las percepciones (sensaciones) en las
que se nos aparecen estas cualidades. Esto viene sin ambigüedades de las pp. 10,47,48, 60, 98 y 107. Aún más,
también surge de las frases que siguen inmediatamente. En el Cap. lll, p. M y en otros pasajes, se habla de luz y
sonido en sentido fìsico, es decir, como las vibraciones trascendentes del éter o del aire.
2sCf.Libro Dos, Cap. I, p.98.
2eEste pasaje también es engañoso; en opinión de Brentano, también el fisico se ocupa de "cosas que son
ciertas y reales en sí mismas", a saber, ciertas causas trascendentes de las sensaciones. Cf,lanota7 y las pp. 60 y
95. Por supuesto, también trata del "coloC', el "sonido", pero esto es básicamente para estudiar las causas de que
veamos el color y oigamos el sonido y, en tanto que él no es fenomenalista como Mach, establecer que los colores
y los sonidos son "meros fenómenos", es decir, no puede probarse que existan. Lo que existe es, por un lado, la
persona que ve los colores, oye los sonidos y, por otro, la acciôn que ocurre en el éter y que es una de las causas de
que veamos y oigamos. La psicología se distingue por el hecho de que tiene que ver con fenómenos que se conoceìt
innediatantenle corno ciertos y reales en sí nismos. Esto y nada más era y es la doctrina de Brentano.
.l
130 Las bases de Ia psicología moderna
hombre virtuoso. Así, hemos revelado en una forma nueva cómo la tarea del psicólogo
es superior a la del científico natural.
Es también cierto que las cosas que nos atañen directamente reclaman nuestra
atención más prontamente que las cosas que nos son ajenas. Estamos más ansiosos de
conocer el orden y el origen de nuestro propio sistema solar que el de algún remoto
grupo de cuerpos celestes. La historia de nuestro propio país y de nuestros antepasados
atrae más nuestra atención que la de otros pueblos con los que no tenemos lazos estre-
chos. Y ésta es otrarazonpara otorgarle un valor superior a la ciencia de los fenómenos
mentales. Pues nuestros fenómenos mentales son las cosas que nos son más propias.
Algunos filósofos incluso han identificado el sí mismo con el conjunto de fenómenos
mentales, otros con el vehículo sustancial de tal conjunto de fenómenos. Y en el lengua-
je común decimos que los cambios fisicos son externos a nosotros, mientras que los
cambios mentales ocurren dentro de nosotros.
Estas observaciones tan simples pueden convencer fácilmente a cualquiera de la
gran importancia teórica del conocimiento psicológico. Pero, incluso desde el punto de
vista de la significación práctica quizâesto sea lo más sorprendente-, laspregun-
-y
tas psicológicas de ningún modo son inferiores a aquellas de las que se ocupan las
ciencias naturales. Incluso en este sentido dificilmente hay otra rama de la ciencia que
pueda colocarse en el mismo nivel que la psicología, a menos quizá que sea una que
merezca las mismas consideraciones por razones de que sea un paso preparatorio indis-
pensable para alcanzar el conocimiento psicológico.
Permítaseme señalar de paso que la psicología contiene las raíces de la estética, la
que, en una fase más avanzada de desarrollo, sin duda agudizará la vista del artista y
asegurará su avance. Del mismo modo, baste decir que el importante arte de la lógica,
en el que una sola mejoría acarrea miles de avances en la ciencia, también tiene a Ia
psicología en su origen.3o Además, la psicología tiene la tarea de convertirse en Ia base
científica de la teoría de la educación, tanto del individuo como de Ia sociedad. Junto
con la estética y la lógica, la ética y la política también surgen del campo de la psicolo-
gía. Y así, la psicología parece ser la condición fundamental del progreso humano pre-
cisamente en aquellas cosas que, sobre todo, constituyen la dignidad humana. sin el
uso de la psicología, el cuidado de los padres, así como el de los dirigentes políticos,
serían intentos vacilantes. Es porque no ha habido una aplicación sistemática de los
principios psicológicos en el campo político hasta ahora, y aún más porque los guardia-
nes del pueblo, casi sin excepción, han sido completamente ignorantes de estos principios,
por lo que podemos afirmar, junto con Platón y muchos pensadores contemporáneos,
que, pormucha fama que hayan alcanzado los individuos, en la historia no ha aparecido
ningún estadista verdaderamente grande. Incluso antes de que la psicología fuera apli-
cacla sistemáticamente a la medicina, no faltaban médicos famosos, como lo muestra la
gran confianzaqùeganaban y las asombrosas curas que se les atribuyen. Pero cualquie-
ra c¡uc csté familiarizado con la medicina de hoy sabe cuán imposible hubiera sido que
rolìcspccto dc la
acusación de psicologismo que se lanzó contra Brentâno por esla y otras opiniones, véanse
los cnsayos su¡rlcntcntarios y la introducción del editor.
Franz Brentano 131
haya habido un solo gran médico antes de las últimas décadas. Los otros eran meros
empiristas ciegos, más o menos hábiles, y más o menos afortunados. No eran ni podían
haber sido lo que debe ser un médico capacitado y perspicaz. Hasta el tiempo presente,
la misma verdad se aplica a los estadistas. El grado en que también ellos son meros I
3lVéaseelensayodeltítuloen DieVierPhasenderPhilosophieundihraugenblicklicherStun¿ldeFranz
Brentano, ed. Oskar Krauss (Leipzig, 1926) y el libro de Krauss, .Fianz Brentano, p. 18.
132 Las bases de la psicología moderna
riencia directa absolutamente nada aceÍca del estado de la psicología hasta el tiempo
presente, y se familiarizara con la historia de las otras ciencias teóricas y con el re-
ciente nacimiento de la fisiología y, en efecto, incluso el de la química, podría afir-
mar, sin ser escéptico en modo alguno acerca de las cuestiones psicológicas, que la
psicología no ha alcanzado nada todavía, o que ha alcanzado muy poco, y que, en el
mejor de los casos, apenas recientemente ha mostrado una tendencia hacia un desa-
rrollo más sustancial. Esto indica que los frutos más importantes que la psicología
puede dar a la vida prâctica están en el futuro. Así, si esta persona dirigiera su aten-
ción a la historia de la psicología, sólo encontraría en su esterilidad la confirmación
de sus expectativas; y en ningún modo se encontraría comprometido a un juicio des-
favorable en 1o tocante a sus logros futuros.
Vemos que la atrasada condición en que ha permanecido la psicología parece ser
una necesidad, aunque no dudemos de la posibilidad de un rico desarrollo en el futuro.
El que existe esa posibilidad queda demostrado por el prometedor, aunque débil, co-
mienzo que de hecho ya ha tenido. Una vez que haya alcanzado cierto nivel de su
posible desarrollo, las consecuencias prácticas no dejarán de materializarse. Para el
individuo, y más aún para las masas, donde las circunstancias imponderables que impi-
den y promueven el progreso se anulan una a la otra, las leyes psicológicas proveerán
una base segura de acción.
Por lo tanto, podemos esperar confiados que la psicología no siempre carecerá
tanto de desarrollo interno como de aplicaciones prácticas. Ciertamente las necesida-
des que debe satisfacer ya se han vuelto apremiantes. Los disturbios sociales reclaman
un remedio mucho más urgente que las imperfecciones en el comercio marítimo y por
ferrocarril, la agricultura y la higiene. Las cuestiones a las que quizá les demos menos
atención, como si dependiera de nosotros escoger, se imponen sobre la atención de todo
el mundo. Mucha gente ya ha visto en esto la tarea más importante de nuestros tiempos.
Podríamos mencionar a muchos grandes científicos que se están dedicando, cotr este
fin en mente, a la investigación de las leyes psicológicas y a las indagaciones metodoló-
gicas relativas a la derivación y confirmación de conclusiones que serátr aplicadas en la
práctica.
No es posible que la tarea de la economía política sea poner fin a la actual coufu-
sión y restablecer la paz en la sociedad, que cada vez se pierde más en medio clel choque
de los intereses en conflicto. La economía política tiene un papel por desempeñar, pcro
de ella no depende ni toda la tarea ni la mayor parte. Y ciertamente, incluso el creciente
interés que se le ha otorgado puede servir para corroborar estas afirmaciones. En la
introducción a sus Princípios sobre la economía política, John Stuart Mill aborda bre-
vemente la relación entre esta ciencia y la psicología. Las diferencias entre la produc-
ción y distribución de bienes por diferentes personas y en diferentes momentos, en su
opinión, dcpcndcría hasta cierto punto de las diferencias en el estado de su conocimien-
to de las cuestiones fisicas, pero también tendrían causas psicológicas. "En tanto que la
condición económica de las naciones gira en torno del estado del conocimiento fisico",
continúa, "es sujeto de las ciencias fisicas y de las artes que en ellas se encuentran. Pero
en tanto que las causas son morales o psicológicas, dependientes de instituciones y
relaciones sociales o de los principios de la naturaleza hurnana, su investigación perte-
1
134 Las bases de Ia psícología moderna
ttp.26.
rala inmortalida(
es deci¡ la sobreviveucia después de la muerte, es posible sólo si suponernos una
lll'ltunschøung optimista, esto es, si suponemos que eiuniverso está
sujeto a una necesidad racional. Sin tal
sttpucslo, no hay razón de suponer que, en algún otro modo
de vida, el sujeto tendría un órgano de conciencia como
cl ccrcbro crl esta vida. En un mundo de necesidad cicga, como los pesimistas
se han dado cuenta, la continuidad
<lc ll¡ vitla no cs nada deseable. Ahora bicn, la psicología
corno tal bien puede intuir investigaciones acerca de la
cs¡riritrrali<lad y la indeslructibilidad del sujeto de concìencia y afirmar
ambas, pero la cuestión de la innrortalidad
tcaltltctttc cs ttn problema metafisico. La creencia de que las disposiciones
r.irtul", adquiridas erì este mundo se
colrscrvar¡irl crt cl siguiente puede ejercer una poderosa influencia en
nuestra conducta, y la "significación prácti-
ca" <lol ¡rnrlrlcrtta dc la inmortalidad yace en este hecho. Yêase The
Origin of our Kttowiectge of Right and \l/rong,
de Ilrcntano (l.ontlrcs y Nueva York, I 969), pp. 40-4 l, nota I 30.
Cuando corrjeturamos cómo va a ser el siguiente
tnundo, no ncccsirnn'¡os linritarnos a un mundo tridimensional. véase
Di¿ viir phasen, p. 45.
Franz Brentano 135
y de la electricidad desaparecen junto con los fenómenos3s para los que la experiencia
las ha establecido. Las leyes mentales, por otra parte, son ciertas en nuestra vida por
venir como lo son en la vida presente, en tanto que esta vida es inmortal.36
Así pues, Aristóteles tenía buenas razones para colocar a la psicología por encima
de todas las otras ciencias, como hizo al principio de su tratado De anima, aunque al
hacerlo así tomó en consideración exclusivamente sus ventajas teóricas. Dice:
Lo que sin duda causa sorpresa es el hecho de que Aristóteles afirma aquí que,
aun con respecto a su exactitud, la psicología es superior a las otras ciencias. Para é1, la
exactitud del conocimiento está ligada a lo imperecedero del objeto. Según é1, lo que
cambia continuamente y en todo sentido, evade la investigación científica, mientras
que lo que es más permanente posee la verdad más constante. Sea como fuere, nosotros
tampoco podemos negar que las leyes de la psicología al menos poseen una importante
verdad permanente.
John Dewey (1859-1952) fue otra gran figura de los principios de la psicología en
Estados Unidos, que participó en los dos centros de la psicología funcional americana,
la Universidad de Chicago y la Universidad de Columbia. Su disertación "El concepto
137
138 Psicología funcional estadounidense
Quizá lo más cerca que la psicología haya llegado a estar de una definición
clara y exhaustiva dentro de su contexto contemporáneo haya sido el íntento en la
disertación de James Rowland Angell (1 869-1 949). En su ensayo de 1907 , parte del
cual se reproduce aquí, Angell justifica los fundamentos biológicos de la adaptación
mental y coloca a la psicología en claro apoyo de la teoría de la evolución por selec-
ción natural de Darwin. Así, la actividad psicológica tiene valor de sobrevivencia
para el organismo, que a juicio de Angell es la norma fundamental de valor.
Considere las siguientes preguntas al leer esta selección del artículo de Angell:
[)c,wey, .1. (1 896), El concepto del arco reflejo en la psicología. Psychological Review,3,
357-370.
lanrersW. (1890) El ámbito de la psicología. En The principles of psychology. Cambridge,
M¿rssachusetts: Harvard University Press, 1 5-24.
rs/ 14 rêr'
Reproducido con autorización del editor de Principios de psicología, por W. James, Cambridge,
Mass: Harvard University Press, l5-24. Derechos reservados O 1981, por el presidente y los
miembros de Harvard College.
139
140 P s í co I ogí a funcional es ta d oun i d e nse
Por muy firmemente que pueda sostener al alma y su facultad de rccortl¡rr, tlcllc
reconocer que el alma nunca ejerce ésta sin vna indicacíón,y que siemprc dcbc h¡rbcr
algo que preceda y que nos recuerde cualquier cosa que hayamos de recorclar. "¡t.lrrir
idea!", dice el asociacionista, "una idea asociada con la cosa recordada; y cso cx¡llica
por qué las cosas con las que nos topamos con mayor frecuencia se recuerdan cun
mayor facilidad, pues sus asociados en las diversas ocasiones suministran tantas avcni-
das diferentes para recordar". Pero esto no explica los efectos de la fiebre, el agota-
miento, el hipnotismo, la vejez y cosas similares. Y, en general, la explicación dcl
asociacionista puro para nuestra vida mental es casi tan confusa como la del espiritua-
lista puro. La multitud de ideas, que existen absolutamente y empero se adhieren unas
a otras, y tejen una alfombra interminable de sí mismas, como las fichas de dominó en
un cambio incesante, o los trocitos de vidrio de un caleidoscopio. ¿De dónde sacan sus
fantásticas ideas de adhesión, y por qué se adhieren precisamente en la forma en que lo
hacen?
Para esto el asociacionista debe producir el orden de la experiencia en el mundo
externo. Ladanza de las ideas es una copia, en cierta forma mutilada y alterada, del
orden de los fenómenos. Pero la más ligera reflexión muestra que los fenómenos abso-
lutamente carecen de poder para influir en nuestras ideas, hasta que hayan impresiona-
do primero nuestros sentidos y cerebro. La existencia desnuda de un hecho pasado no
es razón para que lo recordemos. A menos que lo hayamos visto, o de algún modo
experimentado, nunca sabremos que éste ocurrió. Las experiencias del cuerpo son,
pues, una de las condiciones para que la facultad de la memoria sea lo que es. Y con
muy poca reflexión sobre los hechos se demuestra que una parte del cuerpo, a saber, el
cerebro, es la parte de cuyas experiencias están involucradas directamente. Si se cortara
la comunicación nerviosa entre el cerebro y las demás partes, las experiencias de esas
otras partes serían inexistentes para la mente. El ojo es ciego, el oído sordo, la mano
insensible e inmóvil.I por el contrario, si el cerebro fuera lastimado, la conciencia se
aboliría o alteraria, aunque cada uno de los demás órganos del cuerpo estuviera listo
para desempeñar su papel normal. Un golpe en la cabeza, una súbita sustracción de
sangre, la presión de una hemorragia apoplética, pueden tener el primer efecto; mien-
tras que unas cuantas onzas de alcohol, unos gramos de opio o hachís, una inhalación
de cloroformo o de óxido nitroso ciertamente causarían el segundo. El delirio de la
fiebre, el yo alterado de la locura, todos son debidos a materias extrañas que circulan
por el cerebro, o a cambios patológicos en la sustancia de ese órgano. El hecho de que
el cerebro es la condición corporal inmediata de las operaciones mentales está tan uni-
versalmente admitido hoy en día que no necesito dedicar más tiempo a ilustrarlo, pero
simplemente lo postularé y seguiré adelante. Todo el resto del libro será más o menos
una prueba de que el postulado es correcto.
La experiencia corporal, por lo tanto, y más particularmente las experiencias clcl
cerebro, deben tener lugar entre esas condiciones de la vida mental, las cualcs clcbc
explicar la Psicología. Tanto el espiritualista como el asociacionista deban s<'r
"cerebrolistas ", al grado de por lo menos admitir que ciertas peculiaridades cn la lìrr-
ma de funcionar de sus propios principios favoritos son explicables sólo por cl hcclur rlc
que las leyes del cerebro son codeterminantes del resultado.
1
t42 Ps i co logí a func iona I es tado unid ens e
'T
lilillíam James t43
como un ente separado, suficiente para sí mismo, y asumía considerar sólo su naturale-
za y propiedades. Por lo tanto, me tomaré la libertad de realizar cualquier incursión en
la zoología o en la neurofisiología pura que pueda parecer instructiva para nuestros
propósitos, pero en los demás casos dejaré estas ciencias para los fisiólogos.
pare-
¿Podemos afirmar más distintamente aún la manera en la que la vida mental
y
ce intervenir entre las impresiones hechas desde afuera sobre el cuerpo las reacciones
del cuerpo de nuevo hacia el mundo externo? Examinemos unos cuantos hechos.
Si se esparcen limaduras de hierro sobre una mesa y se les acerca un imán, vola-
rán por el aire desde cierta distancia y se adherirán a su superficie. Un salvaje que viera
este fenómeno 1o explicaría como el resultado de la atracción o el amor entre el imán y
las limaduras. Pero si una tarjeta cubriera los polos del imán, las limaduras se oprimi-
rían para siempre contra su superficie sin que se les ocurriera pasar por los lados y así
entrar en contacto más directo con el objeto de su amor. Si soplamos por un tubo en el
fondo de una cubeta de agua, se formarán burbujas que ascenderán a la superficie y se
mezclarâncon el aire. Su acción también puede interpretarse poéticamente como resul-
tado del anhelo de recombinarse con la madre atmósfera que está arriba de la superfi-
cie. Pero si colocamos un frasco de agua invertido encima de la cubeta, las burbujas se
elevarán y quedarán alojadas bajo su fondo, encerradas y aisladas del aire exterior,
aunque una ligera variación de su curso en el inicio, o un nuevo descenso hacia el
borde del frasco cuando encontraran obstaculizado su camino ascendente, fácilmente
las habría liberado.
Si ahora pasamos de tales acciones a las de los seres vivos, observamos una dife-
rencia sorprendente. Romeo quiere a Julieta como las limaduras al imán; y si no inter-
viene ningún obstáculo, él avanza hacia ella en línea recta, tal como las limaduras. Pero
Romeo y Julieta, si se levantara un muro entre ellos, no permanecerían tontamente
oprimiéndose la cara contra sus lados opuestos, como el imán y las limaduras con la
tarjeta. Romeo pronto encuentra un camino indirecto de besar directamente los labios
de Julieta, escalando el muro o de otra forma. Con las limaduras el camino es fijo; el
que lleguen al final depende de accidentes. Con el amante, el final es lo que es fijo;
el camino puede modificarse infinitamente.
Supongamos a una rana en la posición en la que colocamos a nuestras burbujas de
aire, esto es, en el fondo de una jarra de agua. El deseo de respirar pronto le hará
anhelar unirse a la madre atmósfera, y tomará el camino más corto hacia este destino,
nadando directamente hacia arriba. Pero si se invirtiera una jarra llena de agua encima
de la rana, ésta no se quedaría a perpetuidad aplastando lanariz contra el techo que no
cede, como las burbujas, sino que infatigablemente exploraría los alrededores hasta
que, volviendo a descender, encontrara el camino alrededor del borde hacia la meta de
su deseo. ¡Otra vez, el final fijo, los medios variados!
Tales contrastes entre la actuación de lo viviente y de lo inanimado terminan por
hacer que los hombres nieguen que en el mundo fisico existan del todo propósitos
finales. Hoy en día ya no se le atribuyen amores y deseos a las partículas de hierro o al
aire. Ahora nadie supone que la finalidad de cualquier actividad que puedan mostrar es
un propósito ideal que preside la actividad desde su inicio y que la solicita o la trae a la
.t
144 P s i c o logía fu n c i on a I es t ad o u n id e n s e
existencia por alguna especie de vis a fronte. Por el contrario, se piensa que la finalidad
es un mero resultado pasivo, impulsado a la existencia a tergo, sin haber tenido, por así
decir, ningunavozen su propia producción. Si se alteran las condiciones preexistentes,
con los materiales inorgánicos cadavez se produce un diferente final aparente. Pero con
agentes inteligentes, al alterarse las condiciones cambia la actividad desplegada, aun-
que no el final alcanzado; pues aquí la idea del final aún no realizado coopera con las
condiciones para determinar cuáles serán las activiaddes.
La persecución de finales futuros y la elección de los medios parq su obtención
son, pues, la marca y el criterio de la presencia de mentalidctd en un fenómeno. Todos
aplicamos esta prueba para distinguir entre una actuación inteligente y una mecánica.
No le achacamos mentalidad a los palos y a las piedras, pues éstos nunca parecen mo-
veße por consideración a nada, sino siempre que sean impulsados y, aun así, en forma
indiferente y sin signos de elección. Así que sin titubear los llamamos sin sentido.
Precisamente así formamos nuestra opinión respecto del más profundo de todos
los problemas filosóficos: ¿Es el cosmos una expresión de inteligencia racional en su
naturaleza interna, o un hecho externo bruto, puro y simple? Si al contemplarlo nos
descubrimos incapaces de disipar la impresión de que éste es el dominio de los propó-
sitos finales y de que existe en razôn de algo, colocamos a la inteligencia en su centro y
tenemos una religión. Si, por el contrario, al sondear su flujo irremecliable, podemos
pensar en el presente sólo como un mero brote mecánico del pasado, que ocurre sin
ninguna referencia al futuro, somos ateos y materialistas.
En las prolongadas discusiones que han sostenido los psicólogos acerca de la
cantidad de inteligencia desplegada por los mamíferos inferiores, o la cantidad de con-
ciencia implicada en las funciones de los centros nerviosos de los reptiles, siempre se
ha aplicaclo la misma prueba: ¿Es el carácter de las acciones tal que debamos creer que
fueron realizadas en razón de su resultado? El resultado en cuestión, como más adelan-
te veremos en abundancia, es, como regla, muy útil; el animal, en general, está más
seguro en las circunstancias para producillo. Hasta ahora la acción tiene un carâcter
teleológico; pero tal teleología meramente externa como ésta, aún podría ser el resulta-
do ciego de una vis a tergo. El crecimiento y los movimientos de las plantas, los proce-
sos de desarrollo, digestión, secreción, etcétera, de los animales, suministran
innumerables ejemplos de actuaciones útiles para el individuo que, no obstante, pue-
den, y para la mayoría de nosotros se supone que así es, ser producidas por mecanismos
automáticos. El fisiólogo no afirma confiadamente que hay inteligencia consciente en
la médula espinal de la rana, hasta que no haya mostrado que el resultado útil que
produce la maquinaria nerviosa con una irritación dada, sigue siendo la misma cuando
se altera la maEtinarla. Si, por tomar el ejemplo clásico, el codillo derecho de una rana
decapitada fuera irritado con ácido, la pata derecha lo limpiará. Sin embargo, si se le
amputa esta pata, en ocasiones el animal levantará la pata izEüerda hacia el punto y lo
frotará para quitarse la sustancia dañina.
Pflüger y Lewes razonaî acerca de tales actos del siguiente modo: Si la primera
reacción fuera resultado de un mero mecanismo, dicen; si esa porción irritada de la piel
dispara la pata derecha como el gatillo vacía el cañón de una escopeta; entonces, al
amputar la pata derecha se frustraría de hecho el frotado, pero no haría moverse a la
William James 145
pata izquierda. Simplemente se produciría que el muñón derecho se moviera al aire (lo
cual, de hecho, es el fenómeno que se observa en ocasiones). El gatillo derecho no hace
ningún esfuerzo por vaciar el cañón izquierdo cuando está descargado el derecho; ni
jamás una máquina eléctrica se pone inquieta porque sólo pueda emitir chispas en lugar
de bastillar fundas para almohada como la máquina de coser.
Si, por el contrario, lapata derecha se moviera originalmente con el propósito de
quitarse el ácido, entonces nada sería más natural que, si el medio más fácil de lograr tal
propósito resultara infructuoso, probar con otros medios. Cada fracaso debe mantener
al animal en un estado de decepción que lo llevará a todo tipo de ensayos y ardides
nuevos; y no vendrá la tranquilidad hasta que alguno de éstos, por un feliz golpe, logre
la meta deseada.
En forma similar, Goltz le atribuye inteligencia a los lóbulos ôpticos y al cerebelo
de la rana. Aludimos antes a la manera en que una rana sana, prisionera en el agua,
descubriría la salida hacia la atmósfera. Goltz descubrió que las ranas desprovistas de
los hemisferios cerebrales en ocasiones muestran una ingeniosidad similar. Dicha rana,
después de haber ascendido desde el fondo y ver que su avance ulterior hacia arriba
estaba impedi<lo por la campana de cristal que se había invertido sobre ella, no persiste
en ernbestir el obstáculo con la nariz hasta que muera de sofocamiento, sino que volve-
rá a bajar y saldrá por debajo del borde, como si el móvil principal de su actividad fuera
un deseo consciente de alcanzar el aire, y no una propulsión definida y mecánica hacia
arriba. Goltz concluyó de esto que los hemisferios no son la sede de la facultad intelec-
tual en las ranas. Hizo la misma inferencia al observar que una rana descerebrada se
voltea de su espalda hacia su abdomen cuando se le cose una de sus patas, aunque los
movimientos requeridos son entonces muy diferentes de los suscitados en circunstan-
cias normales por la misma molesta posición. En consecuencia, parecen estar determi-
nados no meramente por el irritante antecedente, sino por el objetivo final; aunque, por
supuesto, el irritante es lo que le hace desear ese objetivo.
Otro brillante autor alemán, Liebmann,2 alega en contra de que el mecanismo del
cerebro explique la acción mental, por consideraciones muy similares. Una máquina
tal, dice é1, producirá resultados correctos cuando funcione bien, y resultados incorrec-
tos cuando esté descompuesta. Ambos tipos de resultado fluyen con necesidad igual-
mente fatal de sus condiciones. No podemos suponer un mecanismo de relojería, cuya
estructura lo determine fatalmente a cierto rango de velocidad, que al observar que su
velocidad es demasiado baja o alta, trate vanamente de corregirla. Su conciencia, si la
tiene, debe ser tan buena como la del mejor cronómetro, pues ambos obedecen igual-
mente bien las mismas leyes mecánicas eternas, leyes que vienen de atrás. Pero si el
cerebro se descompusiera y el hombre dijera: "Dos por cuatro igual a dos", en lugar de
"Dos por cuatro igual a ocho", o bien, "Tengo que ir al carbón para comprar el muelle",
en lugar de "Tengo que ir al muelle para comprar el carbón", ahí surge al instante una
conciencia del error. La actuación incorrecta, aunque obedezca a la misma ley mecáni-
--t
146 Psicología funcíonal estadouniden se
rNada es más fácil que familiarizarse con el cerebro de los mamiferos. Consiga una cabeza de cordero, una
pequeña sicrra, cincel, escalpelo y pinzas (los tres pueden adquirirse con un fabricante de instrumentos quirurgi-
cos) y dcsenre<lc sr¡s partes, ya sea con la ayuda de un libro de disección humana, como el Manual ofAnatomy de
Holden, o con instrucciones esp ecilicas ad hoc dadas en libros como el de Foster y L^îgley, Practical Physiologt
(Macmillan) o el dc Morrell, Conparative Anatomy and Guide to Disection (Longman & Co').
rs/ 15 rs/
tïn e ilustración
The p.sychological Review de mayo de I 896, p. 253, podrá ver una excelente declaración
de Angell y Moore acerca de la Inutualidad de la estimulación'
2Acercadeunadeclaraciónmásafondosobrelamediación,véasemi SyllabusofEthics'p'15.
r50 Psicología rttncional estadounidense
externa del "ambiente", o si no, en una variación espontánea inexplicable desde dentro
del "alma" o del "organismo".3 En cuanto a la segunda, por no ver la unidad de la
actividad por mucho que se hable de unidad, nos deja aún con la sensación o los estí-
mulos periféricos; la idea, o sea el proceso central (el equivalente de la atención); y la
respuesta motora o acto, como tres entidades desconectadas, que tienen que ajustarse
de alguna manera una a la otra, ya sea mediante la intervención de un alma extra-
experimental, o por un empujar y jalar mecánicos.
Antes de proceder a considerar el significado general para la psicología del resu-
men, sería bueno dar otro análisis descriptivo, ya que el valor de la declaración depende
enteramente de la universalidad de su rango de aplicación. Para tal instancia es conve-
niente tomar el análisis de Baldwin accrca de la conciencia reactiva. En éste, él dice
(Feeling and WI|p.60) que hay "tres elementos que corresponden a los tres elementos
del arco nervioso. Primero, la conciencia receptora, el estímulo, por ejemplo, un sonido
fuerte e inesperado; segundo, la intención invocada en forma involuntaria, el elemento
registrante; y tercero, la reacción muscular que sigue al sonido, por ejemplo, la huida
de un peligro imaginado". Ahora bien, en primer lugar, tal análisis es incompleto; igno- .
ra el estado antes de escuchar el sonido. Por supuesto, si este estado es irrelevante para
lo que sucede después, es bastante legítimo pasarlo por alto. Pero, ¿es irrelevante ya sea
parala cantidad o la calidad del estímulo?
Si alguien está leyendo un libro, si va de caceria, si está observando un lugar
oscuro en una noche solitaria, si está realizando un experimento químico, en cada caso,
el ruido tiene un valor psíquico muy diferente; es una experiencia diferente. En cual-
quier caso, lo que precede al "estímulo" es un acto completo, una coordinación
sensitivomotora. Lo que viene más al caso es que el "estímulo" surge de esta coordina-
ción; nace de ésta como de su matriz; la representa como si fuera un escape de ella.
Aquí podría recurrir a la autoridad y remitirme a la teoría del conlinuum de la sensa-
ción, ampliamente aceptada, según la cual el souido no puede ser absolutamente ex
abrupto del exterioç sino que es un simple cambio del foco del énfasis, una redistribución
de las tensiones dentro del acto anterior; y declarar que, a menos que la actividad sono-
ra haya sido presentada en cierta medida en la coordinación previa, le sería imposible
que ahora llegara a tener prominencia en la conciencia. Y dicha referencia sólo sería
una amplificación de lo que ya se ha dicho respecto de la forma en que la actividad
anterior influye en el valor de la sensación sonora. O bien, podríamos señalar casos de
hipnotismo, mono-ideísmo y ensimismamiento, como el de Arquímedes, como eviden-
cias de que si la coordinación previa es tal que bloquea rígidamente la puerta, la pertur-
bación auditiva la golpeará en vano para ser adrnitida por la couciencia. O bien, para
'No cs ¡nucho decir que toda la controversia en biología respecto â la fuente de la variación, representada
por Wcisrnann y S¡rence¡ rcspectivarnente, surge por enrpezar con el estímulo o la respuesta, err lugar de con la
coortlin¡rcit'rrr con rcfcrencia a la cual el estí¡nulo y la respuesta son divisiones funcionales del trabajo. Lo nris¡rro
tlcl¡c rlecirse, por cl lado psicológico, de la contloversia entle los "apercepcionistas" de Wundt y sus opositorcs.
(latla qrritrn ticlrc un tlisjectun nenl¡nun de la rnisnra totalidad orgánica, y cualquicra que se scleccione scrá
ct¡cslió¡r (ì(r llusto ¡rcrsonal.
I
John Dewey l5t
hablar más verdaderamente con la metáfora, la actividad auditiva debe tener ya un pic
en el quicio para alguna vezlograr su admisión.
Pero probablemente sería más satisfactorio remitirnos al aspecto biológico dcl
caso y señalar que la actividad del oído ha evolucionado en razón de la ventaja obtenida
por todo el organismo; debe estar en la conexión histológica y fisiológica más estrecha
con el ojo, la mano o cualquier otro órgano que sea el centro abierto de la acción. Es
absolutamente imposible pensar que el centro de la vista monopoliza la conciencia y
que el aparato del oído está totalmente en reposo. Lo que ocurre son cierta prominencia
y descenso relativos como entre los diversos órganos que mantienen el equilibrio orgá-
nico.
Aún más, el sonido no es un mero estímulo o sensación; también es un acto, el de
oír. La respuesta muscular está implicada en esto así como el estímulo sensorial, esto
es, hay cierto conjunto definido del aparato motor implicado en oír, tal como lo hay en
la subsecuente huida. El movimiento y la postura de la cabeza,la tensión de los múscu-
los del oído, se requieren para la "recepción" del sonido. Es tan cierto decir que la
sensación del sonido surge de una respuesta motora como decir que la huida es una
respuesta a ese sonido. Esto podría revelarse por referencia al hecho de que el profesor
Baldwin, en el pasaje citado, ha invertido el orden real entre el primero y el segundo
elemento. No tenemos primero un sonido y después la actividad de la atención, a me-
nos que se tome al sonido como un mero choque nervioso o acontecimiento fìsico, no
como un valor consciente. La sensación consciente del sonido depende de la respuesta
motora que ya haya ocurrido; o, en términos de la declaración anterior (si el estímulo se
usa como hecho consciente y no como un mero acontecimiento fisico), es la respuesta
motora o la atención que lo constituye lo que finalmente se vuelve un estímulo para
otro acto. Una vez más, el "elemento" final, la huida, no es meramente motoç sino
sensitivomotor, por tener su valor sensorial y su mecanismo muscular. Es también una
coordinación. Y, finalmente, esta coordinación sensitivomotora no es un acto nuevo,
que sobreviene al que precedió. Así como es necesaria la "respuesta" para constituir el
estímulo, para determinarlo como sonido y como tal o cual tipo de sonido, de un animal
salvaje o de un asaltante, así la experiencia sonora debe persistir¡colno valor al correr,
para mantener la carrera y controlarla. La reaccion motora implicada en la carrera es,
una vez más, hacia adentro del sonido, no meramente hacia éste. Ocurre para cambiar
el sonido, para deshacerse de é1. La cualidad independiente del objeto resultante, cual-
quiera que sea, tiene su significado determinado por completo en referencia a escuchar
el sonido. Es que medió la experiencia,a Lo que tenemos es un circuito, no un arco o el
segmento roto de ¡rn círculo. Este circuito se califica más ciertamente como orgánico
que como reflejo, porque la respuesta motora determina el estímulo, tan ciertamente
{En otras palabras, cada reacción es del mismo tipo que aquella que el profesor Baldwin atribuye sólo a la
imitación, esto es, circular. La imitación es simplemente esa fonna particular del circt¡ito en la que la "respuesta" se
presta âl mantenimiento comparativamente inmutable de la experiencia anterior. Digo comparativamente imnutablc,
pues en tanto que este mântenimiento sigrrifica un co¡rtrol adicional sobre la expericncia, está siendo canlbiado
psicológicamente, volviéndose más distintivo. Es seguro suponer, aún más, que la "repetición" se rnanticne sólo en
tanto que continÍra este creci¡niento o mediación. Es lo nuevo en lo viejo, si bien es sólo el nuevo sentido de poder.
.l
152 Psicologíafitncional estadounidense
hechos mismos. Deberíamos poder ver que la concepción ordinaria de la teoría del arco
reflejo, en lugar de ser un caso de ciencia comprensible, es un sobreviviente del dualis-
mo metafÌsico, formulado primero por Platón, según el cual la sensación es un habitan-
te ambiguo de la región fronteriza entre el alma y el cuerpo, la idea (o proceso central)
es puramente psíquica y el acto (o movimiento) puramente fisico. Así, la formulación
del arco reflejo no es ni fisica (o fisiológica) ni psicológica; es una suposición mixta
materialista-espiritualista.
Si el anterior análisis descriptivo ha hecho obvia la necesidad de reconsiderar la
idea del arco reflejo, del nido de dificultades y suposiciones en la declaración aparente-
mente simple, ahora es el momento de emprender un análisis explicativo. El hecho es
que el estímulo y la respuesta no son distinciones de existencia, sino distinciones
teleológicas, esto es, distinciones de la función o de la parte desempeñada, con referen-
cia a alcanzar o mantener una finalidad. Con respecto a este proceso teleológico, deben
distinguirse dos etapas, ya que su confusión es una causa de la confusión que acompaña
a todo el asunto. En un caso, la relación representa una organización de medios, con
referencia a una finalidad amplia. Representa una adaptación cumplida. Tal es el caso
de todos los instintos bien desarrollados, como cuando decimos que el contacto de los
huevos es un estímulo para que la gallina ponga; o la vista delmaiz es un estímulo para
que lo pique; tal es también el caso con todos los hábitos concienzudamente formados,
como cuando el contacto con el suelo estimula la caminata. En estos ejemplos no hay
duda de la conciencia del estímulo como estímulo, de la respuesta como respuesta.
Simplemente hay una secuencia ordenada continuamente de actos, todos adaptados en
sí mismos y en el orden de su secuencia, para lograr cierta finalidad objetiva, la repro-
ducción de las especies, la conservación de la vida, la locomoción hacia cierto lugar. La
finalidad se ha organizado minuciosamente en los medios. Al llamar estímulo a uno y
respuesta a la otra, no queremos decir nada más que tal es la secuencia ordenada de los
actos que están ocurriendo. El mismo tipo de declaración podría hacerse igualmente
bien con referencia a la sucesión de los cambios en una planta, en tanto éstos se consi-
deren con referencia a su adaptación a, digamos, la producción de semillas. Igualmente
es aplicable a la serie de sucesos en la circulación de la sangre, o a la secuencia de actos
que ocurren en una segadora-autoagavilladora.s
Respecto a los casos de organización que se consideranyaalcanzados, podemos
decir positivamente que sólo la asumida referencia común a una finalidad inclusiva es
lo que distingue a cada miembro como estímulo y respuesta, que aparte de tal referen-
cia sólo tenemos antecedente y consecuente;ó en otras palabras, la distinción es de in-
terpretación. Negativamente, debe señalarse que no es legítimo trasladar sin cambios
5Para evitar malas interpretaciones, yo diría que no voy a plantear la cuestión de hasta qué punto esta
teleología es real en cualquiera de estos casos; real o irreal, mi argumento se sostiene igualmente bien. Es sólo
cuando consideramos la secuencia de actos como si fueran adaptados a alcanzar una finalidad cuando se nos
ocurre hablar de uno como estímulo y del otro como respuesta. De otro modo, los corrsideramos una l¡øa serie.
6Queda abierto, por supuesto, si, aun en tal determinación, no sigue habiendo una referencia a un tipo más
latente de finalidad.
1
r54 Psicología funcional estadounidense
La sensación o estíriìulo consciente no es una cosa o ente por sí misma; es esa fasc
de la coordinación la que requiere atención porque, por razón del conflicto dentro de la
coordinación, es incierto cómo completarla. Es dudar acerca del siguiente acto, si ex-
tender o no la mano, lo q,re da el motivo para examinar el acto. El extremo a seguir, en
este sentido, es el estímuio. Este suministra la motivación para atender lo que acaba de
ocurrir; para definirlo r.{ás cuidadosamente. Desde este punto de vista, el descubri-
miento es la "respuesta" al posible movimiento como "estímulo". Debemos tener una
senación anticipada, una imagen, de los movimientos que puedan ocurrir, junto con sus
rcspectivos valores, antes de que la atención vaya a la vista a descomponerla en una
sensación de luz, y de una luz de esta clase en particular. Es la actividad iniciada de
extender la mano la que, inhibida por el conflicto en la coordinación, da la vuelta, por
así decir, ante la visión y la contiene de pasar hacia el acto ulterior hasta determinar su
cualidad. Sólo aquí el acto como estímulo objetivo se transforma en sensación como
estímulo posible, consciente. Sólo aquí, también, surge el movimiento como respuesta
consciente.
En otras palabras, la sensación como estímulo no significa ninguna existencia
psicológica particular. Simplemente significa una función y tendrá su cambio de valor
según el trabajo específi<:o que requiera hacerse. En un momento las diversas activida-
des de extender y retirar la mano serán la sensación, porque son la fase de la actividad
que establecen el problema, o crean la demanda del siguiente acto. Al siguiente mo-
mento, el acto previo de ver suministra la sensación, siendo, a su vez, esa fase de la
actividad la que define el ritmo del cual depende la acción ulterior. Generalizada
la sensación como estímulo, es siempre esa fase de actividad la que requiere ser defini-
dapara que pueda completarse una coordinación. Lo que la sensación vaya a ser en
particular en un momento dado, por tanto, depende enteramente de la forma en la cual
se esté usando una actividad. No tiene cualidad fija por sí misma. La búsqueda del
estímulo es la búsqueda de la condición exacta de la acción, esto es, del estado de cosas
que deciden cómo debe completarse una coordinación incipiente.
En forma similaç el movimiento, como respuesta, sólo tiene valor funcional. Es
cualquier cosa que sirva para completar la coordinación desintegrada. Así como el des-
cubrimiento de la sensación marca el establecimiento del problema, así la constitución
de la respuesta marca la solución del problema. En un momento, la respuesta es fijar la
atención, sostener la vista fija al ver y así revelar cierta propiedad de la luz, porque éste
es el acto en particular invocado precisamente en ese momento; en otro momento, la
respuesta es el movimiento del brazo que se aleja de la luz. No hay nada en sí mismo
que pueda etiquetarse como respuesta. Que cierto conjunto de cualidades sensoriales
independientes del objeto puedan marcarse como "movimiento" y ponerse en antítesis
de esas cualidades sensoriales tales como el color, el sonido y el contacto, como preten-
dientes legítimos al título de sensación, es totalmente inexplicable a menos que man-
tengamos en mente la diferencia de función. Son las sensaciones de la vista y del oído
las que nos solucionan el problema; las que nos informan de las condiciones que deben
cumplirse para que la coordinación se complete correctamente; y precisamente en el
momento en que necesitamos saber de nuestros movimientos para tener un reporte
adecuado, precisamente en ese momento, el movimiento milagrosamente (desde el punto
1
r56 P s ico Iogía ftutcio na I estadounidens e
La psicología funcional es, por el momento, poco más que un punto de vista, un progra-
ma, una ambición. Gana su vitalidad básicamente quizá como protesta en contra de la
excelencia exclusiva de otro punto de partida para el estudio de la mente y, por lo
pronto, disfruta al menos del vigor peculiar que comúnmente caracteriza al Protestan-
tismo de cualquier tipo en sus primeras etapas, antes de volverse respetable y ortodoxo.
El momento parece maduro para intentar una caracterización del campo de la psicolo-
gía funcional, algo más precisa de la que hasta ahora se ha ofrecido. Lo que buscamos
no es la definición árida y meramente verbal que para muchos de nosotros con justa
razón es anatema, sino más bien una apreciación informativa de los motivos e ideales
que animan al psicólogo a recorrer este camino. Su estado en opinión del público psico-
lógico es innecesariamente precario. Las concepciones de sus propósitos prevalecien-
tes en los círculos no funcionalistas van, desde el malentendido positivo y dogmático,
hasta la comprensión moderada, pasando por la franca mistificación y las sospechas.
Este hecho tampoco es expresión de algo particularmente abstruso y recóndito en sus
intenciones. Se debe en parte a sus propios planes mal definidos, en parte a su imposi-
bilidad de explicar lúcidamente y con exactitud de qué se trata. Aún más, estos psicólo-
gos son bastante numerosos y no están seguros de estar de acuerdo en sus creencias, en
todos los detalles importantes. Las consideraciones que aquí se ofrecen sufren inevita-
blemente de esta limitación personal. Hasta ahora no ha habido ningún concilio psico-
t57
lStl Psicologíafuncional estadounidense
lógico de Trento que se pronuncie acerca de la verdadera fe. Pero a pesar del probable
fracaso, parece valer la pena aventurar un intento por delinear el alcance de los princi-
pios funcionalistas. Renuncio formalmente a cualquier intención por definir nuevos
planes. Estoy comprometido en lo que pretende ser un resumen imparcial de las condi-
ciones actuales.
Cualquier otra cosa que pueda ser, la psicología funcional no es nada totalmente
nuevo. En algunas de sus fases, es fácilmente discernible en la psicología de Aristóteles
y en su nuevo atavío ha estado cadavez más en evidencia desde que Spencer escribió su
Psicología y Darwin El origen de las especies. En efecto, como pronto veremos, sus
problemas cruciales inevitablemente son incidentales a cualquier intento serio por com-
prender la vida mental. Todo esto que es peculiar de las circunstancias actuales es un
mayor grado de auto-conciencia de la que poseía antes, un propósito mejor articulado y
más persistente de organizar sus intenciones vagas en métodos y principios tangibles.
El sondeo de los escritos psicológicos contemporáneos indica, como se dio a en-
tender en el párrafo anterior, que la tarea de la psicología funcional se interpreta de
muchas formas diferentes. Aún más, parece posible propugnar una o más de estas con-
cepciones al tiempo que se profesa el aborrecimiento de las demás. Yo distingo tres
formas principales del problema funcional con diversas variantes subordinadas. Abundar
en esto por un momento contribuirá a la aclaración de la situación general, después de
lo cual me propongo sostener que sustancialmente no hay más que modificaciones
de un solo problema.
I.
Debe mencionarse primero la noción que se deriva inmediatamente por contraste con
las ideas y los propósitos de la así llamada psicología estructural.r Esto implica identi-
ficar a la psicología funcional con el esfuerzo por discernir y representar las operacio-
nes tipicas de la conciencia en las condiciones de la vida real, como contra el intento de
analizar y describir su contenido elemental y complejo. La psicología estructural de la
sensación, por ejemplo, emprende la determinación del número y del carácter de los
cliversos materiales sensoriales, que son inanalizables, como las variedades de coloq
tono, sabor, etcétera. La psicología funcional de la sensación, por otra parte, encontra-
ría su esfera apropiada de interés en la determinación del carácter de las diversas activi-
clades sensoriales, en tanto que difieren en su modus operandi una de otra y de otros
procesos mentales, como el juicio, la concepción, la voluntad y otros similares,
En esta forma, más antigua y difundida, la psicología funcional no ha tenido exis-
tcncia independiente hasta tiempos muy recientes. Y, para el caso, la psicología estruc-
tural no ha tenido más. Es apenas recientemente cuando ha existido algún motivo para
rLa cxposición más lúcida de la posición estructuralista sigue siendo, hasta donde yo sé, la disertación de
Titchencr, "l-os ¡rostulados de la psicología estructural", Philosophical Reviev,, I 898 [VII.], p. 499. ff también las
cr:íticas y polénricas discrtaciones de Caldwell, Psychological Reviet', 1899, p. I 87, y de Titclrcner, Philosophical
Ret'iex,, 1899 [Vlll.], p. 290.
Janes Angell t59
I
James Angell l6l
n.
En la siguiente concepción de la tarea de la psicología funcional encontramos una pers-
pectiva más amplia y más frecuentemente característica de los autores contemporá-
neos. Esta concepción es en parte reflejo del interés prevaleciente en las fórmulas más
amplias de la biología y en particular en las hipótesis evolutivas, dentro de cuyo majes-
tuoso ámbito ahora está incluida la historia de todo el universo estelar; en parte es eco
del mismo llamado filosófico a una nueva vida que se ha escuchado como pragmatismo,
como humanismo e incluso como el propio funcionalismo. No debería comprometer a
ninguna parte afirmando que la psicología funcional y el pragmatismo son fundamen-
talmente uno. En efecto, como psicólogo, yo titubearía en hacer caer sobre mí mismo la
avalancha de invectivas metafisicas que soltarían los autores pragmáticos. Ciertamente
el pragmatismo ya ha asesinado a sus miles, pero yo alimentaría el escepticismo en
cuanto a si la psicología funcional asesinaría más rápidamente a sus decenas de miles
anunciando una alianza defensiva y ofensiva con el pragmatismo. En cualquier caso,
sólo sostengo que los dos movimientos surgen de una motivación lógica similar y su
vitalidad y propagación dependen de fuerzas estrechamente aplicables a una y otra.
El psicólogo funcional en su atavío moderno está interesado no sólo en las opera-
ciones del proceso mental considerado meramente en sí y por sí mismo, sino también,
1
t62 Ps ico I ogía fun c i ona I es t adou n i d ens e
y en forma más vigorosa, en la actividad mental como parte de una corriente más gran-
de de fuerzas biológicas que cada día y cada hora están funcionando ante nuestros ojos
y que constituyen la parte más importante y absorbente de nuestro mundo. El psicólogo
de esta índole se inclina a tomar la indicación de la concepción básica del movimiento
evolucionista, esto es, que en su mayor parte, las estructuras y funciones orgánicas
poseen sus características actuales en virtud de la eficiencia con la que se adaptan a las
condiciones existentes de la vida, designadas ampliamente como ambiente. Con esta
concepción en mente, él procede a intentar conocer la manera en que lo psíquico contri-
buye al avance de la suma total de las actividades orgánicas, no sólo lo psíquico en su
totalidad, sino especialmente lo psíquico en sus particularidades: la mente como juicio,
la mente como sentimiento, etcétera.
Éste es el punto de vista que instantáneamente pone al psicólog o cara acara con el
biólogo general. Es la presuposición de cada filosofìa, salvo la del abiertamente rnate-
rialismo ontológico, que la mente desempeña el papel estelar en todas las adaptaciones
ambientales de los animales que la poseen. Pero esta persuasión por lo general ha ocu-
pado la posición de un inocuo truismo o, en el mejor de los casos, de un postulado
árido, más que la de un problema que requiera o que permita un tratamiento científico
serio. En todo caso, anteriormente esto era cierto.
Sin embargo, esta actitud, más vieja y complaciente, hacia esta cuestión está sien-
do desplazada rápidamente por la convicción de la necesidad de luz sobre el carácter
exacto del servicio adaptador representado por los varios grandes modos de expresión
consciente. De tener éxito, este esfuerzo no sólo ampliaría los fundamentos de la apre-
ciación biológica de la naturalezaintima del proceso de adaptación, también mejoraría
inmensamente el interés del psicólogo en la representación exacta de la vida conscien-
te. Es, por supuesto, esta última consideración la que da importancia al asunto, desde
nuestro punto de vista. Aún más, no son pocas las consecuencias prácticas que puede
esperarse que fluyan de este intento, si logra al menos un grado mensurable de éxito.
Tanto la pedagogía como la higiene mental esperan el consejo estimulante y orientador
que puede provenir sólo de una psicología de esta índcl;. Para sus propósitos, una
psicología estrictamente estructural es tan estéril en teoría como maestros y psiquiatras
la han encontrado en la práctica.
Como ejemplo concreto de la transferencia de atención de las fases más generales
de la conciencia como actividad adaptadora a las características particulares del caso,
puede mencionarse el rejuvenecimiento del interés en el campo casi biológico que de-
signamos como psicología animal. Este movimiento ciertamente se encuentra entre los
más prometedores que encontramos en nuestra propia generación. Sus problemas de
ningún modo son sólo del tipo teórico y especulativo, aunque, como toda empresa cien-
tífica, posee un fondo intelectual y metodológico en el que cobran mucha importancia
tales problemas. Pero la frontera hacia la cual está empujando sus investigaciones es
una región de hechos definidos y concretos, mezclados y confundidos y, con frecuen-
cia, de dificil acceso, pero no obstante una región de hechos, accesibles corno todos los
demás hechos, a la interrogación persistente e inteligente.
Que muchas de las investigaciones más fructíferas en este campo hayan siclo lo-
gradas por hornbres nominalmente biólogos y no psicólogos en uingúrn modo afccta los
I Janes Angell 163
1
'.1
VI. PSICOLOGIA
DINAMICA ALEMANA
165
166 Psicología dinóníca alemana
1. Una de las cuestiones que los historiadores han propuesto para explícar por qué
la psicología de la Gestalt realmente nunca cuajó en Estados Unidos es que sus
argumentos estaban más dirigidos al sistema de Wundt en Europa que a la psico-
logía estadounidense contemporánea. ¿Cuál era la relación entre la psicología de
la Gestalt y la psicología estructural en términos tanto del enfoque general en las
cuestiones psicológicas como de sus posiciones relativas en la tradición alemana
de la actividad mental?
2. De acuerdo con Koffka, ¿la teoría de la Gestalt es una psicología de los actos en
la tradición de Brentano?
Cuando se me propuso que escribiera una revisión critica general del trabajo realizado
recientemente en el campo de la percepción, vi la oportunidad de presentarle a los
lectores estadounidenses un movimiento en el pensamiento psicológico que se ha desa-
rrollado enAlemania en los últimos diez años. En 1912, Wertheimer declaró porprime-
ra vez los principios dela Gestalt-Theorie, que ha servido de punto de partida para un
pequeño número de psicólogos alemanes. Siempre que este nuevo método de pensa-
miento y de trabajo ha entrado en contacto con problemas concretos, no sólo ha demos-
trado su eficiencia, sino que también ha sacado a la luz hechos asombrosos e importantes
que, sin la orientación de esta teoria, no se hubieran descubierto fácilmente.
La Gestalt-Theorie es más que una teoría sobre percepción: es incluso más que
una simple teoría psicológica. Empero se originó en el estudio de la percepción, y la
investigación de este tema ha suministrado la mejor parte del trabajo experimental que
se ha realizado. En consecuencia, la mejor forma de presentar esta nueva teoría es,
quizá, considerando los hechos de la percepción.
Ya que este nuevo punto de vista aún no se abre paso enAlemania, apenas es justo
decir de entrada que la mayoría de los psicólogos alemanes siguen manteniéndose a
distancia. Sin embargo, gran parte del trabajo realizado por otros investigadores contie-
ne resultados que encuentran su lugar dentro del ámbito de nuestra teoría. Correspon-
dientemente, me referiré a estos resultados así como a aquéllos alcanzados por los
psicólogos-Gestalt propiamente dichos; pues deseo demostrar el alcance de nuestra
teoría mostrando cuán facilmente abarca numerosos hechos que hasta ahora habían
t67
lótl Psicología diná¡nica alemana
cstos tres conceptos. Los tres conceptos a los que me referiré son
los de sensación,
usociación y atención..Formularé los principiosìeóricos basándome
en estos concep-
tos e indicaré su significación de una man"râ radical, para dejar
a la vista los métodos
de pensamiento que se han empleado en su uso. Estoy totalmente
consciente, por su-
puesto, de que la mayoría de los autores de este tema, si
no es que todos, han iratado
de modificar las afirmaciones que estoy a punto de hacer; pero yå
sostengo, no obstan_
te, que,-al elaborar problemas concretos, estos principios se han
empleado en la forma
en que los declararé.
I
l' Sensación: Toda la conciencia presente o existencial consiste en un número finito de
elementos reales y separables (aunque no necesariamente separados);
cada uno de es-
tos elementos corresponde a un estímulo definidor o u un ,.riduo de
memoria especial
(véase más adelante). Ya que, entonces, se considera que
una unidad de conciencia es
un "conjunto" de tales elementos, Wertheimer, en un ieciente ensayo
sobre los funda-
mentos de nuestra nueva,teoría, introdujo el nombre.,hipótesis del conjunto,,para
esta
concepción (65). Estos elementos, o más bien, algunos ãe ellos, son laã
sensaôiones, y
la primera tarea de la psicología es descubrir su nlúo,..o y sus propiedades.
Los elementos, una vez surgidos en forma de sensacion"r, pråd.n experimentarse
en forma de imágenes. Las imágenes también se aceptan como elementos
o átomos
de texturas psicológicas y se distinguen de las sensäciones por ciertas propiedades
características. sin embargo, constituyen una clase muy depenäiente, ya que
càda imu_
gen presupone una sensación correspondiente. Así, el concepto
de imagen, aunque no
es idéntico al de sensación, se basa en el mismo principio, a saber,
la hipótesìs del
conjunto.
En conformidad con el método con el cual se han investigado las sensaciones,
ha
sido necesario hacer referencia al lado del estímulo en la defiiición del principio
que
subyace en este concepto. Más explícitamente, esta relación de la
sensación con su
estímulo se expresa mediante un areglageneralmente aceptada, denominada
por Köhler
como la "hipótesis dela constancia" (34); que la s.nsurión es una función
directa y
definida del estímulo. Dado un cierto estímuio y un órgano sensorial
normal, sabemos
qué sensación puede tener el sujeto o, más bien, .ono-r.*o,
su intensidad y calidad,
mientras que su "claridad" o "grado de conciencia" depende de otro factor
más, a saber,
la atención.
Lo que el estímulo es a la sensación, el residuo es a la imagen. ya que cada
ele_
mento sensorial deja tras de sí un residuo específico, tenemos un iasto
número de tales
residuos en nuestra memoria, cada uno de los cuales puede surgir por
separado, que lo
al estímulo aplicado, la atención ha de haber sido inadecuada, lo que nos lleva a hacer
un juicio falso. Nos encontramos con ejemplos similares una y otra vez,lo que justifica
la siguiente declaración general, que la atención debe añadirse como factor separado
que no sólo influye en la estructura y el curso de nuestros procesos conscientes, sino que
también es probable que éstos sean influidos por ella.
La psicología modema se ha propuesto dar un fundamento fisiológico a estas con-
cepciones psicológicas. Por lo tanto, echemos un vistazo al lado fisiológico de esos
tres principios. El sustrato de la sensación (e imagen) se supone que es la excitación de
un área separada y circunscrita de la coÍreza, mientras que el sustrato de la asociación
es la conexión neuronal establecida entre esas dos áreas. También aquí la atención man-
tiene una posición ambigua, pues algunos ven su esencia como la facilitación y otros
como la inhibición de los procesos nerviosos. Sin entrar más en detalle, examinemos la
naturaleza de esta correspondencia psico-fisica. Metodológicamente, los aspectos fi-
siológicos y psicológicos de estos tres principios están en perfecta armonía; la corteza
se ha dividido en áreas, la experiencia inmediata se ha analizado en elementos y se
supone que existen conexiones entre las áreas cerebrales así como entre los elementos
de la conciencia. Aún más, los procesos nerviosos pueden alterarse funcionalmente y
sus correspondientes elementos psicológicos están sujetos al factor funcional de la aten-
ción. Evidentemente lo psicológico y lo fisiológico son interdependientes y, ¿acaso no
son factuales la sensación, la asociación y la atención? ¿No existen áreas delacorteza
y, del mismo modo, sistemas nerviosos, y la facilitación y la inhibición de excitacio-
nes? Ciertamente existen hechos que han sido interpretados de este modo, pero cree-
mos que puede demostrarse que esta interpretación es insuficiente ante otros hechos
más amplios. Aún más, mantenemos que la insuficiencia de la teoría anterior no puede
remediarse complementando a los tres principios, sino que éstos deben sacrificarse y
ser reemplazados por otros. No es un descubrimiento delapsicología de la Gestalt el
que estos conceptos sean inadecuados para cubrir la abundancia de fenómenos lnenta-
les, pues muchos otros han sostenido esta misma opinión y algunos incluso han inicia-
do trabajos experimentales con esto en mente. Necesito sólo mencionar a Von Ehrenfels
y a la escuela de Meinong como un ejemplo, Külpe y la escuela de Würszburg coulo
otro. Pero todos ellos dejan intactos los conceptos tradicionales y, si bien tratan de
superar las dificultades con el expediente de agregar nuevos conceptos, no pueden con-
trolar la tendencia, implicada en estos nuevos conceptos, a modificar los anteriores. Sin
embargo, debo advertirle al lector que no confunda el antiguo término de Gestalt-Qualítät
con el de Gestalt, tal como se emplea en la nueva teoría. Para evitar esta misma confu-
sión, Wertheimer evitó el término en su primer ensayo (64) e introdujo una expresión
totalmente neutral para referirse a la percepción del movimiento: elfenómeno phi.
Sólo unas líneas en este momento acerca de ciertas tendencias recientes en la
psicología estadounidense. El conductismo, excluyendo, como lo hace, toda forma de
conciencia de su ámbito, estrictamente hablando niega el uso de estos tres principios en
general. Por lo tanto, no encontramos los términos atención y sensación en los escritos
de los conductistas, e incluso la asociación ha desaparecido de la explicación en el
sentido de un lazo que puede formarse como el acto original. Empero, como he mostra-
do en un ensayo en el que abordo las diferencias fundamentales entre la teoría de
172 Psicología dinámica alemana
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rs/ 1B rsr'
Sigmund Freud, extracto
de Nuevas conferencias
introductorias al
ps¡coanálisis (1 933)
De New introductory lectures on psycho-analysls de Sigmund Freud, kaducido por James Strachey.
Derechos reservados de la traducción @ I 965, I 964 por James Strachey. Reproducido con auto-
rización de W. W. Norton & Company, Inc.
173
t74 Ps i co I ogía d inámic a al en a na
'I
-ï'
I
176 Psicología dinámica alenana
con lo que escuchamos, con el sueño manifresto. Por supuesto que este sueño manifies-
to presenta todo tipo de características que no son por completo indiferentes para noso-
tros. Puede ser coherente, construido suavemente como una composición literaria, o
puede ser confuso al grado de resultar ininteligible, casi como un delirio; puede conte-
ner elementos absurdos o bromas y conclusiones aparentemente ingeniosas; al soñador
le puede parecer claro y preciso u oscuro y borroso; sus imágenes pueden mostrar toda
la fuerza sensorial de las percepciones o pueden ser sombrías como en una bruma bo-
rrosa; en el mismo sueño pueden estar presentes las características más diversas, distri-
buidas en sus diversas porciones; el sueño, finalmente, puede mostrar un tono emocional
indiferente o ir acompañado de la más profunda alegria o aflicción. No debe usted
suponer que no pensamos nada acerca de la interminable diversidad de los sueños ma-
nifiestos. Regresaremos a esto más adelante y en ello encontraremos mucho que podre-
mos usar en nuestras interpretaciones. Pero por el momento lo pasaremos por alto y
seguiremos el camino principal que conduce a la interpretación de los sueños. Es decir,
pedimos al soñador, también, que se libere de la impresión del sueño manifiesto, para
desviar su atención del sueño como un todo hacia las partes separadas de su contenido,
y que nos informe en sucesión todo 1o que se le ocurra en relación con cada una de esas
partes. asociaciones se le presentan si se concentra en cada una de ellas por
separado.
-Qué
Esta es una técnica curiosa, ¿no es así? No es la forma común de manejar una
comunicación o expresión. Y sin duda ustedes adivinan que, detrás de este procedi-
miento, hay suposiciones que no se han declarado expresamente. Pero avancemos. ¿En
qué orden haremos que el paciente aborde las partes de su sueño? Se nos abren varias
posibilidades. Simplemente podemos seguir el orden cronológico en el que aparecieron
en el relato del sueño. Éste es el que se puede llamar el método más estricto y clásico.
O bien, podemos pedirle al paciente que empiece a buscar los "restos del día" en su
sueño; pues la experiencia nos ha enseñado que casi todo sueño incluye restos de una
memoria o alusiones a algún acontecimiento (o, en ocasiones, a varios acontecimien-
tos) del día antes del sueño y, si seguimos estas conexiones, por lo general llegaremos
de golpe a la transición desde el mundo de los sueños, al parecer muy remoto, hasta la
vida real del paciente. O bien, otra vez, podemos pedirle que empiece con aquellos
elementos del contenido del sueño que lo impacten por su claridad especial y fuerza
sensorial; pues sabemos que encontraremos particularmente sencillo obtener asocia-
ciones con estos elementos. No importa con cuál de estos métodos nos acerquemos a
las asociaciones en cuya búsqueda andamos.3
Y después obtenemos esas asociaciones. Lo que nos traen es de los más variados
tipos: recuerdos del día anterior, los "sueños diurnos" y de tiempos ha mucho pasados,
reflexiones, discusiones con argumentos en favor y en contra, confesiones y preguntas.
Algunas de ellas las vierte el mismo paciente; en lo que toca a otras, él se contiene por
un tiempo. La mayoría de ellas muestran una clara conexión con algún elemento del
rIEn "Observaciones sobre la teoría y práctica de la interpretación de los sueños" (/923c) se encuentra una
relación ligeramente diferente de estos métodos alternos.]
Sigmund Freud 177
el soñador no, a despecho de haberlos usado él mismo, puede ocurrir que el sentido de
un sueño alavezse nos haga claro en cuanto escuchemos el texto del sueño, aun antes
de haber hecho el esfuerzo de interpretarlo, mientras que sigue siendo un enigma para
el propio soñador. Pero ya les he hablado a ustedes tanto en mis conferencias anteriores
sobre el simbolismo, sobre nuestro conocimiento de éste y de los problemas que nos
plantea, que no necesito repetirlo hoy.a
-
Ésté, pues, es nuestro método para interpretar los sueños. La primera y justifica-
ble pregunta es: "¿Podemos interpretat todos los sueños con su ayuda?"sY la respuesta
;'No, no todos; pero sí tantos, que tenemos confianza en la utilidad y exactitud del
es:
procedimiento." "¿Por qué no todos?" La respuesta a esto tiene algo importante que
ãnseñarnos, que nos introduce de una vez alas determinantes psíquicas de la formación
de los sueños: "Porque el trabajo de interpretación de los sueños se realiza contra una
resistencia, que va desde tener dimensiones triviales hasta ser inexpugnable (al menos
en 1o que alcanza b fuerza de nuestros métodos actuales)." En el curso de nuestro
trabajo, es imposible pasar por alto las manifestaciones de esta resistencia. En algunos
mornentos, las asociaciones se dan sin vacilación y la primera o segunda idea que se le
ocurre al paciente trae una explicación. En otros momentos hay una obstrucción y el
paciente titubea antes de sacar una asociación y, si lo hace, con frecuencia tenemos que
òír una larga cadena de ideas antes de recibir algo que nos ayude a entender el sueño'
Ciertamente tenemos ruz6nparapensar que, cuanto más larga y tortuosa sea la cadena
de asociaciones, más fuerte es la resistencia. Podemos detectar el funcionamiento de la
misma influencia en el olvido de los sueños. Ocurre con mucha frecuencia que un
paciente, a despecho de todos sus esfuerzos, no puede recordar ninguno de sus sueños.
Þero, cuando en el curso de una parte del trabajo analítico, hemos logrado deshacernos
de la dificultad que había estado perturbando su relación con el análisis, el sueño olvi-
dado resurge de súbito. Aquí caben también otras dos observaciones. Sucede con
mucha frecuencia que, para empezar, se omite una parte del sueño y después ésta se
agrega como apéndice. Esto debe considerarse un intento por olvidar esa porción. La
eiperiencia muestra que es esa parte en particular la que es más importante; había más
reiistencia, suponemos, en el camino de comunicarla que en el de otras partes del sue-
ño.6 Aún más, con frecuencia encontramos que un soñador da por evitar olvidar sus
sueños, fijándolos por escrito inmediatamente después de despertar. Podemos decir
que esto no tiene caso. Pues la resistencia a la que le ha sustraído la preservación del
tèxto del sueño, entonces se desplazará hacia sus asociaciones y hará que el sueño
manifiesto sea inaccesible para la interpretación.? En vista de estos hechos, no debe
sorprendernos que el incremento de la resistencia suprima del todo a las asociaciones y
anule de ese modo la interpretación del sueño.
De todo esto inferimos que la resistencia con la que nos topamos en el trabajo de
interpretar los sueños también debe tener parte de responsabilidad en su origen. De
hecho podemos distinguir entre los sueños que surgen bajo una ligera o una fuerte
presión de la resistencia.s Pero esta presión también varía de un lugar a otro dentro del
mismo sueño; es responsable de los vacíos, las zonas oscuras y las confusiones que
pueden interrumpir incluso el mejor de los sueños.
Pero, ¿qué está creando la resistencia y contra qué se dirige? Bien, para nosotros
la resistencia es el signo más seguro de conflicto. Ahí debe haber una fuerza que está
tratando de expresar algo y otra que se esfuerza por impedir su expresión. Lo que se
produce en consecuencia como sueño manifiesto puede combinar todas las decisiones
en las que se ha condensado esta lucha entre dos tendencias. En algún momento una de
estas fuerzas pudo haber logrado transmitir lo que quería decir, mientras que, en otro, la
fuerza contraria es la que logró eclipsar completamente la comunicación pretendida o
reemplazarla por algo que no revele ninguna huella de ella. Los casos más comunes y
característicos de construcción de sueños son aquellos en los que el conflicto termina
en compromiso, de modo que la agencia comunicadora, es cierto, pudo decir lo que
quería, pero no en la forma que quería; sólo en una forma atenuada, distorsionada e
irreconocible. Entonces, si los sueños no nos dan una imagen fiel de los pensamientos
oníricos y si se requiere el trabajo de interpretación para salvar el vacío entre ellos, esto
es resultado de la fuerza opositora, inhibidora y restrictiva que hemos inferido de nues-
tra percepción de la resistencia al interpretar los sueños. En tanto estudiamos los sue-
ños como fenómenos aislados, independientes de las estructuras psíquicas afines a ellos,
hemos llamado a esta fuerza el censore de los sueños.
Desde hace tiempo ustedes han estado conscientes de que la censura no es una
institución peculiar de la vida onírica. Saben que el conflicto entre los dos poderes
psíquicos que llamamos el "inconsciente reprimido" y el "cons-
ciente", domina-inapropiadamente-
toda nuestra vida mental y que la resistencia a la interpretación de los
sueños, el signo de la censura onírica, no es otra cosa más que la resistencia debida a la
represión por la cual estos dos poderes están separados. Saben también que el conflicto
entre estos dos poderes, en determinadas circunstancias, puede producir otras estructu-
ras psíquicas que, como los sueños, son el resultado de compromisos; y no esperan que
yo les repita aquí todo lo que está contenido en mi introducción a la teoría de la neurosis
para demostrarles lo que sabemos acerca de los determinantes de la formación de tales
compromisos. Se han dado cuenta de que el sueño es un producto patológico, el primer
miembro de una clase que incluye a los síntomas histéricos, las obsesiones y los deli-
rios,ro pero que se distingue de los otros por ser transitorio y ocurrir en condiciones que
son parte de la vida normal. Pues tengamos muy firme en la mente que, como ya lo
8[ff la Sección II de "Observaciones sobre la teoría y práctica de la interpretación de los sueños" ( I 923c).]
e[Ésta es una de las muy rarâs ocasiones en las que Freud utiliza el término personalizado "Zensor" en
lugar del impersonal "Zensur" (censva).|
ro[Esta partc de la frase se repite, casi palabra por palabra, de la segunda frase del prefacio de Frcud a la
primera edición de La interprelación de los sueños (1900a).1
I
llt0 Ps ico logía d in áni c a a I ent ana
señaló Aristóteles, la vida onírica es la forma en que nuestra mente funciona durante el
estado del sueño.rr El estado de sueño implica dar la espalda al mundo externo real y
ahí tenemos la condición necesaria para el desarrollo de la psicosis. El estudio más
l
cuidadoso de las psicosis graves no nos revelará un solo aspecto que sea más caracterís-
tico de esta condición patológica. En las psicosis, sin embargo, el apartarse de la reali-
dad se produce en dos formas: ya sea que el inconsciente reprimido se vuelva tan fuerte
que arrolle al consciente, el cual está apegado a la realidad,r2 o porque la realidad se ha
vuelto tan intolerablemente penosa que, en una rebeldía desesperada, el ego amenaza-
do se arroja en brazos de las fuerzas instintivas inconscientes. La psicosis onírica inocua
es resultado de una retirada del mundo externo, que es deseada en forma consciente, y
sólo es temporal y desaparece cuando se reanuda la relación con el mundo externo.
Durante el aislamiento del individuo dormido, se produce también una alteración en la
distribución de la energía psíquica; puede ahorrarse parte del gasto en la represión que
normalmente se requiere para suprimir el inconsciente, pues si bien el inconsciente
aprovecha esta relativa liberación para propósitos activos, encuentra cerrado su camino
a la movilidad y el único camino abierto es el inocuo que conduce a la satisfacción
alucinatoria. Por lo tanto, puede formarse un sueño; pero el hecho de la censura onírica
muestra que incluso al dormir se conserva bastante resistencia debida a la represión.
Aquí se nos ofrece un medio de responder la pregunta de si los sueños también
tienen una función, de si se les confió algún logro útil. La condición de descanso libre
de estímulos, que el estado de sueño desea establecer, es amenazada desde tres direc-
ciones: en una forma relativamente accidental por los estímulos externos durante el
sueño, por los intereses del día anterior con los que no se puede romper, y, de una
manera inevitable, por los impulsos instintivos reprimidos insatisfechos, que están a la
espera de una oportunidad de encontrar su expresión. A consecuencia de la disminu-
ción de la represión en la noche, habría el riesgo de que el descanso suministrado por el
sueño fuera interrumpido siempre que una instigación del exterior o del interior lograra
vincularse con una fuente instintiva inconsciente. El proceso de soñar permite que el
producto de una colaboración de este tipo encuentre una salida en una experiencia
alucinatoria inocua y, de esa forma, asegura la continuidad del descanso. El hecho
de que en ocasiones un sueño despierte al individuo, acompañado por la generación de
ansiedad, no contradice esta función sino, más bien quizá, es una señal de que el vigi-
lante considera demasiado peligrosa la situación y ya no se siente capaz de controlarla.
Y también es muy frecuente que, mientras aún estamos dormidos, se nos ocurra un
consuelo para evitar despertar: "Pero, después de todo, sólo es un sueño."
Esto era lo que yo quería decirles, señoras y señores, acerca de la interpretación
tlc los sueños, cuya tarea es marcar el camino del sueño manifiesto a los pensamientos
oníricos latentes. Cuando esto se haya logrado, el interés en el sueño, en lo que toca al
anirlisis ¡rráctico, ha concluido en su mayor parte. Agregamos la comunicación que
hcnros rccibido en forma de un sueño al resto de las comunicaciones del paciente y
-T
Sigmund Freud l8l
un poquito
procedemos con el análisis. Sin embargo, tenemos interés en extendernos
ãstudiar el proceso por el cual los pensamientos
más en los sueños. Estamos tentados a
a esto el "trabajo
oníricos latentes se transformaron en el sueño manifiesto. Llamamos
con tal detalle en mis conferencias anteriores'r3
onírico". Como recordu*tt fã describí
limitar el presente examen al resumen más conciso'
-¡- puedo
que
'El p.o..ro del irabajo onírico, pues, es algo enteramente nuevo y extraño, nada
primer atisbo de los
que se pur"""ua lo que li"-o. .orroiido antes. Nos ha dado un
y nos ha mostrado que éstos son
p.o."ror que tienen lugu, .n el sistema inconsciente
partir nuestro pensamiento consciente y están
fluy drferåntes de lo qíe sabemos a de
descabellados e incorrectos' La importancia de
destinados a aparecer ante éste comó
de que en la construcción
este hallazgo ." in.r...ntó entonces por el descubrimiento
(no nos aventura-
de los síntõmas neuróticos son operativos los mismos mecanismos
que aquellos que han transformado los pensa-
mos a decir "procesos de pensamiento")
mientos oníricos latentes en sueños manifiestos'
Enloquesiguenopodréevitarunmétodoesquemáticodeexposición.Suponga-
los pensamientos latentes'
mos que en un caso particular tenemos ante nosotros todos
de afecto, con el cual ha sido reemplazado el
cargados con mayor o menor cantidad
concluido su interpretación. Entonces nos sorpren-
suJño manifiestodespués de haber
pensamientos latentes y esa diferencia nos llevará muy
derá una diferencia entre estos
oníricos son reconocidos o aceptados por el soña-
lejos. Casi todos estos pensamiåntos
ahora o en algún otro momento, o que pudo haber
dËr; él admite que ha pensado esto,
pensamiento que él se niega a aceptar; le parece extraño e
p.n.uao an Hay un solo
"ro. apasionados' Ahora se vuel-
incluso repelente; es posible que lo rechace c-on sentimientos
què lo. otros pensamientos son partes de una serie de pensa-
ve evidente para nosotro,
podido surgir también
mientos conscientes o, más irecisamente, preconscientes. Hubieran
formaron durante el día anterior' Sin
en la vida de vigilia y, J" tti"tto, probabiåmente se
este impulso, es
,ÀU.rgo, el peñsamiento r"pudiädo o, hablando más apropiadamente,
y, sentido, éste lo repudia y
hijo dJla noóhe; pertenece ai inconsciente del soñador en ese
por la-noche para lograr algún
lo rechaza. Tuvo que ,rp..u, a que la represión se relajara
expresión está debilitada, distorsionada y
lrpo ¿r expresión. V en cualquier caso, esta.
sueños, no la hubiéramos encon-
disfrazadai sin nuestro trabajó de interpretación de los
fiaão. Bsté impulso inconsciente tiene que agradecer a su-vínculo con los offos pensa-
afravesar la barrera de la
mientos oníricos, qu. ron inobjetables, por tã oporrunidad-de
oníricos
con un disfraz inconsciente. Por oira parte, los pensamientos
""nruru también a eite vínculo el poder ocupar la vida
pr".onr"i"ntes tienen que agradecerle
puJs no hay duda acerca de esto: el impulso inconsciente es el
mental durante .uen].
"t
verdadero creador ¿"l.u"no; es lo que produce la energía
psíquica para la construcción
impulsoìnstintivo, no puede esfo'zarse por nada más que
del sueño. Como cualquier oúo
de los sueños nos mues-
ru p.opiu satisfaccióniy nuesfra eiperiencia-en la interpretación
representarse
t u'tuå¡l¿n que ése es-el sentido áel acto de soñar. En todo sueño debe y
.u*pri¿o unä.."o instintivo. El corte de la vida mental con la realidad por la noche la
I
182 Psicología dinóntica alenana
regresión a mecanismos primitivos que esto hace posible, permite experimentar esta an-
helada satisfacción instintiva en una forma alucinatoria, como si ocurriera en el presente.
Como resultado de esta misma regresión, en el sueño las ideas se transforman en imáge-
nes visuales; es decir, los pensamientos oníricos se dramatizan e ilustran.
Esta parte del trabajo onírico nos da información acerca de algunas de las más
sorprendentes y peculiares características de los sueños. Repetiré el curso de los acon-
tecimientos en la formación de los sueños. Como introducción: el deseo de dormir y el
alejamiento voluntario del mundo externo. Después, dos consecuencias de esto para
el aparato mental. La primera, la posibilidad de que emerjan en él métodos de funciona-
miento más antiguos y primitivos: regresión. La segunda, la disminución de la resisten-
cia debida a la represión, que se decanta en el inconsciente. Como resultado de este
último factor, surge la posibilidad para la formación de un sueño y de esto sacan ventaja
las causas que lo precipitan, los estímulos internos y externos que se han vuelto activos.
El sueño que se origina de esta forma siempre es una estructura de compromiso. Tiene
una doble función; por un lado, es egosintónica,ra ya que, al deshacerse de los estímulos
que interfieren con el acto de dormir, sirve al deseo de dormir. Por otra parte perrnite que
un impulso instintivo reprimido obtenga la satisfacción que es posible en esas circuns-
tancias, en la forma del cumplimiento alucinado de un deseo. Todo el proceso de for-
mar un sueño que permite el ego dormido, sin embargo, está sujeto a la condición de la
censura, que es ejercida por el resto de la represión que sigue operando. No puedo
presentar este proceso con mayor sencillez; no es más sencillo. Pero ahora puedo pro-
ceder a mi descripción del trabajo onírico.
Regresemos vîavez más a los pensamientos oníricos latentes. Su elemento más
poderoso es el impulso instintivo reprimido que ha creado en ellos una expresión de sí
mismo, con base en la presencia de estímulos aleatorios y por transferencia de los res-
tos del día; aunque es una expresión atenuada y disfrazada. Como todos los impulsos
instintivos, también presiona para obtener satisfacción por medio de la acción; pero su
camino a la movilidad está bloqueado por las regulaciones psicológicas implicadas en
el estado de sueño. Se ve obligado a dar marcha atrás en su camino hacia la percepción
y contentarse con una satisfacción alucinatoria. Los pensamientos oníricos latentes se
transforman así en una colección de imágenes sensoriales y de escenas visuales. Es
cuando recorren este camino cuando les ocurre lo que a nosotros nos parece tan nove-
doso y extraño. Todos los experimentos lingüísticos mediante los cuales expresamos
las relaciones sutiles de pensamiento conjunciones y preposiciones, los cambios
-las
de declinación y conjugación- son eliminados pues no hay medios de representarlos;
tal como en un lenguaje primitivo sin gramática, sólo se expresa el material bruto del
pensamiento y los términos abstractos son remitidos a los concretos que están en su
base. Lo que queda después de esto puede parecer inconexo. El copioso empleo de
símbolos, que se han vuelto ajenos al pensamiento consciente, para representar ciertos
objetos y procesos eslá en armonía tanto con la regresión arcaica en el aparato mental
como con las demandas de la censura.
Pero otros cambios hechos en los elementos de los pensamientos oníricos van
mucho más allá de esto. Tales elementos, como para permitir encontrar cualquier punto
de contacto entre ellos, se condensan en nuevas unidades. En el proceso de transformar
los pensamientos en imágenes, inequívocamente se da preferencia a permitir esta agru-
pación, esta condensación; es como si operara una fuerza que sujetara al material a com-
presión y concenfiación. Como resultado de la condensación, un elemento del sueño
manifiesto puede corresponder a numerosos elementos de los pensamientos oníricos la-
tentes; pero, en sentido contrario, también un elemento de los pensamientos oníricos
puede ser representado por varias imágenes del sueño.
Aún más notables son otros procesos desplazamiento o traslado de acento-
-el
que en el pensamiento consciente nos encontramos sólo como razonamiento fallido o
como medio para una broma. En efecto, no todas las diferentes ideas de los pensamien-
tos oníricos son de igual valor; están imbuidas de cuotas de afecto de diversa magnitud
y, correspondientemente, se consideran importantes y merecedoras de interés en mayor
o menor grado. En el trabajo onírico, estas ideas están separadas de los afectos adheri-
dos a ellas. Los afectos se manejan en forma independiente; pueden ser desplazados
hacia algo más, pueden ser conservados, pueden sufrir alteraciones o de plano pueden
no aparecer en el sueño. La importancia de las ideas que han sido despojadas de su
afecto regresa en el sueño como fuerza sensorial en las imágenes oníricas; pero obser-
vamos que este acento ha pasado de los elementos importantes hacia los indiferentes.
Así, algo que desempeñó sólo un papel menor en los pensamientos oníricos parece ser
empujado hacia el primer plano en el sueño como la cosa principal, mientras que, por el
contrario, lo que era la esencia de los pensamientos oníricos encuentra sólo una repre-
sentación pasajera e indistinta en el sueño. Ninguna otra parte del trabajo onírico es tan
responsable de que el sueño resulte raro e incomprensible para el soñador. El desplaza-
miento es el principal medio utilizado enladistorsión onírica a la que los pensamientos
oníricos deben someterse bajo la influencia de la censura.
Después de que se ha hecho que estas influencias se relacionen con los pensa-
mientos oníricos, el sueño casi está completo. Hay un factor adicional, en cierta forma
variable, que también entra en acción como la "revisión 5gsu¡d¿¡i¿"-
-conocido
después de que el sueño ha sido presentado ante la conciencia como un objeto de la
percepción. En este punto lo tratamos como estamos acostumbrados a tratar en general
el contenido de nuestra percepción: llenamos los vacíos y establecemos conexiones, y
al hacerlo así, con frecuencia somos culpables de un craso malentendido. Pero esta
actividad, que puede describirse como racionalizadoray que en el mejor de los casos le
da al sueño una fachada suave que no se ajusta a su verdadero contenido, también
puede omitirse o ser expresada en un grado muy modesto; en este caso, el sueño mos-
trará abiertamente todas sus roturas y grietas. No debe olvidarse, por otra parte, que el
trabajo onírico tampoco funciona siempre con la misma energía; en ocasiones se res-
tringe sólo a ciertas porciones del pensamiento onírico y otras veces se le permite que
aparezcaen el sueño sin alteraciones. En tales casos se da la impresión de que el sueño
realizó las operaciones intelectuales más delicadas y complejas, que hizo especulacio-
nes, bromas, que llegó a decisiones y solucionó problemas, mientras que todo esto es
producto de nuestra actividad mental normal y pudo haber sido realizado igualmente
184 Psicología dinámica alemana
bien durante el día antes de dormir, así como por la noche; no tiene nada que ver con el
trabajo onírico y no saca alaluz nada que sea característico de los sueños. Tampoco es
superfluo insistiruna vez más en el contraste dentro de los propios pensamientos oníricos
l
entre el impulso instintivo inconsciente y los restos del día. Mientras que este último
muestra toda la multiplicidad de nuestros actos mentales, el primero, que se vuelve la
fuerza motivadora propiamente de la formación del sueño, encuentra su salida invaria-
blemente en el cumplimiento de un deseo.
Les hubiera podido decir todo esto hace quince años y, de hecho, creo que sí se los
dije entonces. Y ahora permítanme reunir los cambios y nuevos descubrimientos que
puede haber habido en este intervalo. Ya he dicho que temo que ustedes piensen
que esto representa muy poca cosa y que no lograrán entender por qué los obligo a
escuchar lo mismo una vez más y me obligo a mí mismo a decirlo. Pero entre tanto han
pasado quince años y espero que ésta sea la forma más sencilla de restablecer el contac-
to con ustedes. Aún más, hay algunas cosas fundamentales, de tan decisiva importancia
para entender el psicoanálisis, que uno estaría contento de escucharlas por segundavez,
y en sí mismo es valioso saber que han permanecido casi iguales durante quince años.
En la bibliografia de este periodo, por supuesto que ustedes encontrarán gran
cantidad de material confirmativo y de presentación de detalles, de los cuales intento
darles algunas muestras. Incidentalmente, también podré decirles algunas cosas que de
hecho ya eran conocidas antes. Lo que está a discusión es principalmente el simbolismo
de los sueños y los otros métodos de representación en ellos. Ahora escuchen esto. Tan
sólo hace poco tiempo la facultad de medicina de una universidad estadounidense se
negó a concederle al psicoanálisis el estatuto de ciencia, enrazónde que ésta no admite
ninguna prueba experimental. Pudieron haber planteado la misma objeción a la astro-
nomía; en efecto, es particularmente dificil la experimentación con los cuerpos celes-
tes. No obstante, algunos investigadores vieneses realmente han iniciado la confirmación
experimental de nuestro simbolismo onírico. Ya en 1912, el doctor Schrötter encontró
que, si a los sujetos profundamente hipnotizados se le dan instrucciones de soñar con
temas sexuales, entonces, en el sueño que es provocado de este modo, emerge el mate-
rial sexual y su lugar es tomado por los símbolos que nos son tan familiares. Por ejem-
plo, a una mujer se le dijo que soñara en una cópula sexual con una amiga. En su sueño,
esta amiga aparecía con un bolso de viaje en el que estaba pegada la etiqueta "Sólo
damas". Betlheim y Hartmann realizaron experimentos aún más impresionantes enl924.
Ellos trabajaron con pacientes que sufrían de lo que se conoce como psicosis confusa
de Korsakoff. A estos pacientes les contaron historias de tipo vulgarmente sexual y
observaron las distorsiones que aparecían cuando a los pacientes se les instruía que
reprodujeran lo que se les había dicho. Una vez más ahí surgieron los símbolos de los
órganos sexuales y la cópula sexual que nos son familiares; entre éstos, el símbolo de la
escalera que, como han señalado justamente los autores, nunca hubiera podido ser al-
ca¡vado por un deseo consciente de distorsionar.15
r5[En el capítulo VI (E) de Ia interpretación de los sueños (1900a) se encuentran descripciones más largas
de estos experimentos.l
Signund Freud 185
telHöttjìgkeit y "lkiuftutg"
en alemán. Ambas palabras derivan de ,,Haufen":,.montón',.1
20fCf C o nfe rc nc i a s i n t ro d u
c t o r i a s, XLf
2t
lConfere nc fus int ro duc torí as, XII.)
1
188 Psicología dinómica alemana
I
Sígmund Freud
sido reprimidas; pero, aun siendo así, no podemos entender cómo es que han tenido
tanto aôceso libre a la vida onírica, que constituyen la pauta de muchas fantasías oníricas
y que los sueños están llenos de reproducciones de estas escenas de la niñez y de alusio-
nes a ellas. Debe admitirse que su carácter desagradable y el propósito de cumplimien-
to de los deseos del trabajo onírico están lejos de ser mutuamente compatibles. Pero
puede ser que en ese caso estemos magnificando la dificultad. Después de todo, estas
,nir-ur experiencias infantiles tienen adheridos todos los deseos instintivos impere-
cederos e insatisfechos, a los cuales sin duda les acreditamos la posibilidad de que' en
su poderoso apremio por subir, saquen alafuerza a la superficie,junto con el resto, el
mæerial de eventos dólorosos.Y, por otra parte, la manera y la forma en que se reprodu-
ce este material muestra inequívocamente los esfuerzos del trabajo onírico dirigidos a
negar lo desagradable por medio de la distorsión y de convertir la decepción en logro.
En las neurosis traumáticas, las cosas son diferentes. En ese caso, los sueños regu-
larmente terminan en la generación de ansiedad. No debemos tener miedo, pienso yo,
de admitir que aquí ha frãcasado la función del sueño. No invocaré el dicho de que la
excepción c-onfirma la regla; su sabiduría me parece de lo más cuestionable. Pero, sin
duda, la excepción no reuòca la regla. Si, en aras de estudiarla, aislamos de la maquina-
ria psíquica ôo¡¡o un todo determinada función psíquica, como el soñar, será posible
desòuUiir las leyes que le son peculiares; pero cuando la volvemos a insertar en el
contexto g"nerai, debemos estar preparados para descubrir que estos hallazgos están
oscurecidós u obstruidos por la colisión con otras fuerzas. Decimos que un sueño es el
cumplimiento de un deseo; pero si queremos tomar en cuenta estas últimas objeciones,
podémos decir no obstante que un sueño es un intento por cumplir un deseo. Nadie que
äprecie adecuadamente la dlnámica de la mente supondrá que con esto hemos dicho
nãdu dif"..nte. En ciertas circunstancias, un sueño sólo es capaz de poner en efecto su
intención de manera muy incompleta, o debe abandonarla por entero. La fijación in-
consciente con un trauma parece estar sobre todo entre estos obstáculos a la función del
sueño. Si bien el durmientè está obligado a soñar, porque el relajamiento nocturrro de la
represión permite que la presión ascendente de la fijación traumática se vuelva activa,
hay una ¿êficienciá en el funcionamiento del trabajo onírico, que.quisiera transformar
laj trazas de memoria del evento traumático en el cumplimiento de un deseo. En estas
circunstancias ocurrirá que uno no puede dormir, que uno renuncia al sueño por temor
a la falla de la función dê soñar. Las neurosis traumáticas aquí nos están ofreciendo un
caso extremo; pero debemos admitir que también las experiencias de la infancia son de
naturaleza traumática y no debemos sorprendernos de que también en otras condicio-
nes su{an interferencias relativamente triviales con la función de soñar.2a
2a[El tema de los últimos tres párrafos fue planteado por Freud por primera vez en los Capítulos II y III de
a ello.l
Más a¡idel principio del placer (1 9209). En la Conferencia XXXII, p. 1 06, se encuentran más alusiones
l
-'.t
VII. CONDUCTISMO
La historia del conductismo como sistema dentro de la psicología del siglo xx empie-
za con dos movimientos. Uno en la fisiología rusa con los trabajos pioneros de lvan
Pavlov (1849-1936) y sus sucesores; y el otro en los Estados Unidos a partir de la
publicación del artículo de John B. Watson (1878-1958) a favor de una "Psicología
como la ve el conductista" (1913). Ambos movimientos fueron compatibles sólo has-
ta cíerto punto. Coincidían en la relevancia del comportamiento observable per se y
rechazaban las explicaciones mentalistas sobre la actividad humana. Sin embargo,
mientras que Watson sostenía que la conducta comprendía la definición propia de la
psicología, Pavlov descartó la psicología e interpretó la conducta como reflejos ela-
borados de significación biológica.
A partir de sus investigaciones sobre el sistema digestivo, Pavlov estableció una
detallada teoría de los reflejos condicionados mediados por la corteza cerebral. Más
o menos al mismo tiempo, el neurólogo británico Charles Sherrington (1857-1952)
amplió la neurología de los vertebrados propuesta por el español Santiago Ramón y
Cajal ('f 852-1934\, convirtiéndola en una neurofisiología sistemática, específicamente
al nivel de la médula espinal. Cuando se introdujeron refinados métodos
electrofisiológicos, los principios generales propuestos por Sherrington fueron apo-
yados plenamente. El destino de la teoría de Pavlov de los procesos corticales no
encontró el mismo éxito (véase Konorski, 1967). Sin embargo, el cúmulo de datos
observados y reunidos por Pavlov y sus seguidores recibió el reconocimiento por la
exactitud de la experimentación cuidadosa, aun cuando tuvo que abandonarse la
teoría fisiológica. En esta selección de la edición de 1927 de las conferencias de
PavloV éste presenta sus opiniones sobre la psicología y su lugar en la ciencia ante
un público de habla inglesa. Obsérvese el completo resumen de psicología que ofre-
ce Þavlov y, pese a que reconoce el desarrollo de los conductistas estadounidenses
ejemplo, cita la obra de Thorndike-, Pavlov concluye que la psicología
-por
conductista realmente no es la respuesta. En cambio, Pavlov ve la resolución de un
nivel psicológico delanálisis dentro de la fisiología y procede a delinear las principa-
les característ¡cas y medidas de la unidad fundamental de su teoría: el reflejo.
Al leer esta selección de las conferencias de Pavlov, considere las siguientes
preguntas:
1. Dado el énfasis que pone Pavlov en el reflejo y los principios de las asociacio-
nes condicionadas, ¿cuál es su creencia acerca de la base de los procesos psi-
cológicos?
r91
192 Ct¡nductisno
2. Si Pavlov tiene razón en la noción del reflejo, ¿cuál es la relación entre la expe-
riencia humana y el estímulo del ambientei ,,mente,,
¿oonde queda la en esta
formulación?
Referencias
Konorski, l. (1967'). lntegrative activity of the brain. Chicago: University of Chicago
Press,
1-3.
y psicología'
Lattal, K. A. (ed.) (1gg2). Nrlmero especial: Reflexiones sobre B. F. Skinner la
Amerícan Psychologist, 47,'1269-'1 533.
pavloq t. ('tg27,1960). ðonferencia l, en C. V. Anrep (trad. y ed.) Conditioned reflexes:
An investigation of the psychological activity of the cerebral cortex. Nueva York,
Dover, 1-1 5.
skinner, B. F. (1990). ¿Puedela psicología ser una ciencia de la mente? American
Psycho I ogi st, 45, 1 206-1 21 O.
tolman, E. C. (i94S). Mapas cognoscitivos en ratas y hombres. Psychological Review,55,
"189-208.
Watson, J. B. (1913). La psicología vista por el conductista. Psychological Review,2O,
158-177.
I
rsr' 19 rsr'
CONFERENCIA I
El desarrollo del método objetívo en la ínvestígøcíón de løs øctívídades lîsíotógí-
cas de los hemísferíos cerebrales.- concepto de reflejo.-varíedød de reflejos,-
Retleios-señøl,la característìcø psìcológicø másfundømental de los hemísferíos.
194
\
Ivan Pavlov t95
Pensemos en cómo debe ser entrenado pararealizat diversas tareas, vigilaç cazar, etcê'
tera. Sabemos que esta compleja conducta del animal, que sin duda implica la más alta
actividad nerviosa, está asociada principalmente con sus hemisferios cerebrales. Si eli-
minamos los hemisferios del perro (Goltzry otros2), el animal no sólo se vuelve incapaz
de realizar estas tareas, sino incluso de cuidarse a sí mismo. De hecho se vuelve un
incapacitado desvalido y no puede sobrevivir a menos que se le atienda con cuidado.
También en el hombre, la actividad nerviosa superior depende de la integridad
estructural y funcional de los hemisferios cerebrales. En cuanto se dañan estas estruc-
turas y sus funciones se obstaculizan en cualquier forma, el hombre también se vuelve
un inválido. No puede seguir adelante con sus tareas normales, sino que tiene que ser
mantenido fuera del mundo funcional por sus projimos.
En sorprendente contraste con la actividad desbordante de los hemisferios cere-
brales, se encuentra el magro contenido del conocimiento fisiológico de hoy en día.
Hasta el año de 1870, de hecho, no hubo fisiología de los hemisferios; éstos parecían
estar fuera del alcance del fisiólogo. Ese año fueron aplicados por primera vez
los métodos fisiológicos comunes de estimulación y extirpación (Fritsch y Hitzig3).
Estos investigadores descubrieron que la estimulación de ciertas partes de la corteza de
los hemisferios (la corteza motriz) evoca regularmente contracciones en grupos defini-
dos de músculos esqueléticos: la extirpación de estas partes de la corteza provocaba
perturbaciones en el funcionamiento normal de los mismos grupos de músculos. Poco
ãespués se demostró (Ferrier,a H. Munk5) que también están diferenciadas funcional-
."nte otras áreas dela cortezaque no evocan ninguna actividad motriz en respuesta a la
estimulación. La extirpación de estas áreas provoca efectos definidos en la actividad ner-
viosa asociada con ciertos órganos receptores, como la retina del ojo, el órgano de Corti y
las terminaciones nerviosas sensoriales de la piel. Numerosos investigadores han realiza-
do, y aún los siguen realizando, trabajos sobre esta cuestión de localizar la función en la
coftez¡'.Nuestro conocimiento ha aumentado en precisión y se ha llenado de pormenores,
en especial en lo que respecta al ârea motnz, y se le ha encontrado aplicación útil en la
mediðina. Estas investigaciones, no obstante, no avanmon fi.¡ndamentalmente más allá
de la posición establecida por Fritsch y Hitzíg. El importante tema del mecanismo fisio-
lógicó de toda la conducta superior y compleja del animal que' como Golø lo ha demos-
trado, depende de los hemisferios cerebrales, no ha sido tocado en ninguna de estas
investigaciones y no forma parte del actual conocimiento fisiológico.
Por lo tanto, el fisiólogo moderno se encuentra perdido y no puede dar una res-
puesta satisfactoria cuando plantear¡ros las siguientes preguntas: ¿Qué explican estos
ãctos, que hasta el presente han estado a la disposición del fisiólogo, con relación a la
lF. Goltz, "Der Hund ohne Grosshirn", lrcåiu ! li, p. 5'10, 1892, de Pflüger.
!M. Rothmann, "Der Hund ohne Grosshirn", Newologisches Centralblatt,Y, xxviii, p. 1045, 1909.
lFritsch y E. Hitzig, "Über die elektrische Erregbarkeit des Grosshirns", Átchiv tíir' (Anatomie und)
Physiologie, p. 300, 1870.
aD. Ferrie¡ Functions ofthe Brain, Londres, 1876.
5H. Munk, Über die Functionen der Grosshirnrinde,Berlin,l890 y 1909.
1
t96 Conductisnto
conducta de las animales superiores? ¿Qué esquema nos pueden dar de la actividad
nerviosa superior? ¿Qué reglas que rijan esta actividad pueden ayudarnos a formular?
El problema del mecanismo de esta compleja estructura, que es tan rica en funciones,
se ha escondido en un rincón y este ilimitado campo, tan rico en posibilidades de inves-
tigación, nunca ha sido explorado en forma adecuada.
La razôn de esto es bastante simple y clara. Las actividades nerviosas nunca han
sido consideradas desde el mismo punto de vista que otros órganos, ni aun de otras
partes del sistema nervioso central. Se ha hablado de las actividades de los hemisferios
como de una actividad psíquica especial, cuyo funcionamiento sentimos y aprehende-
mos en nosotros mismos y, por analogía, suponemos que existe en los animales. Esto es
una anomalía que ha colocado al fisiólogo en una posición en extremo difìcil. Por una
parte, parecería que el estudio de las actividades de los hemisferios cerebrales, como el
de las actividades de cualquier otra parte del organismo, debería estar dentro del ámbito de
la fisiología, pero por otra parte sucede que ha sido anexado al campo especial de otra
ciencia: la psicología.
¿Qué actitud, pues, debe adoptar el fisiólogo? ¿Quizá debería estudiar, antes de
nada, los métodos de esta ciencia de la psicología y sólo después esperar estudiar el
mecanismo fisiológico de los hemisferios? Esto implica una seria dificultad. Es lógico
que, al analizar las diversas actividades de la materia viva, la fisiología deba basarse en
las ciencias más avanzadas y exactas: la fisica y la química. Pero si intentamos un
acercamiento desde la ciencia de la psicología al problema al que nos enfrentamos,
estaremos construyendo nuestra superestructura sobre una ciencia que no tiene preten-
sión de exactitud, ni aun comparada con la fisiología. De hecho, aún está sujeto a deba-
te si la psicología es una ciencia natural o si puede considerarse ciencia, para empezar.
No me es posible entrar aquí profundamente en esta cuestión, pero me limitaré a
dar un hecho que me impresiona fuertemente, esto es, que incluso los defensores de
la psicología no consideran que su ciencia sea exacta en ningún sentido. El eminente
psicólogo estadounidense William James, en años recientes, se ha referido a la psicolo-
gía no como una ciencia, sino como vnaesperanza de ciencia. Otra impresionante ilus-
fración nos la ofrece Wundt, el célebre filósofo y psicólogo, fundador del llamado método
experimental en psicología y quien fuera también fisiólogo. Poco antes de la guerra
(1913), en ocasión de un debate en Alemania acerca de si era aconsejable establecer
cátedras separadas de filosofia y de psicología, Wundt se opuso a esta separación y uno
de sus argumentos era la imposibilidad de fijar un programa común de exámenes en
psicología, ya que cada profesor tiene sus propias ideas respecto a lo que realmente es
la psicología. Tal testimonio parece mostrar claramente que la psicología todavía no
pucde pretender el estatuto de ciencia exacta.
Si éste fuera el caso, el fisiólogo no tendría necesidad de recurrir a la psicología.
Scría rnás natural qúe la investigación experimental de las actividades fisiológicas de
los hcrnisferios echara un sólido fundamento para una verdadera ciencia de la psicolo-
gía; cs más probable que ese camino lleve al progreso de esta rama de las ciencias
naturalcs.
El fisiólogo, pues, debe tomar su propia ruta, donde ya se le ha abierto un camino.
Hace trcscicntos años, Descartes desarrolló la idea del reflejo. Partiendo de la suposi-
Ivan Pavlov
-l
t98 Conductismo
I
Ivan Pavlov
ahora miro con tierno afecto, han unido en este trabajo sus corazones y manos con los
míos. Por supuesto, hemos pasado por muchas etapas y el tema se ha abierto y hemos
superado las dificultades sólo en forma gradual. Al principio, sólo disponíamos de
algunos cuantos hechos dispersos, pero ahora se ha reunido suficiente material para
garantizar un intento de presentarlo en una forma más o menos sistematizada. En el
momento actual, estoy en condiciones de presentarles una interpretación fisiológica de
las actividades de los hemisferios cerebrales que, en cualquier caso, está más alineada
con la complejidad estructural y funcional de este órgano de lo que está la colección de
datos fragmentarios, aunque muy importantes, que hasta el presente habían representa-
do todo el conocimiento sobre esta materia. El trabajo sobre las líneas de la investiga-
ción puramente objetiva acerca de las actividades nerviosas superiores se ha realizado,
en su mayor parte, en los laboratorios bajo mi control y en ellos han participado más de
un centenar de colaboradores. Los psicólogos estadounidenses han realizado trabajos
en líneas similares a las nuestras. Sin embargo, hasta el momento, ha habido un punto
esencial de diferencia entre la escuela estadounidense y nosotros. Siendo psicólogos,
su modo de experimentación, a pesar del hecho de que están estudiando estas activida-
des en su aspecto externo, es básicamente psicológico; al menos en lo que respecta a la
disposición de los problemas, a su análisis y a la formulación de resultados. Por lo tanto
la excepción de un pequeño grupo de "conductisf¿s"- su trabajo no puede ser
-con
considerado de carácter puramente fisiológico. Nosotros, habiendo partido de la fisio-
logía, seguimos adhiriéndonos estrictamente al punto de vista fisiológico, investigando
y sistematizando toda nuestra materia de estudio tan sólo con métodos fisiológicos. En
cuanto a otros laboratorios fisiológicos, sólo unos cuantos han dirigido su atención a
este tema y eso recientemente; tampoco sus investigaciones se extienden más allá de
los límites de una indagación preliminar.
Me dedicaré ahora a la descripción de nuestro material, dando primero una rela-
ción preliminar del concepto general de reflejo, de reflejos fisiológicos específicos y
de los llamados "instintos". Nuestro punto de partida ha sido la idea del reflejo nervio-
so de Descartes. Ésta es una genuina concepción científica, ya que implica la necesi-
dad. Puede resumirse como sigue: un estímulo interno o externo recae en uno u otro
receptor nervioso y da origen a un impulso nervioso; este impulso nervioso se transmi-
te a lo largo de fibras nerviosas al sistema nervioso central y allí, en razón de las co-
nexiones nerviosas existentes, da origen a un impulso nuevo que pasa por las fibras
nerviosas eferentes hacia el órgano activo, donde suscita una actividad especial de las
estructuras celulares. Así, el estímulo aparece conectado por necesidad con una res-
puesta definida, como la causa con el efecto. Parece obvio que toda la actividad del
organismo debe apegarse a leyes definidas. Si el animal no estuviera en exacta corres-
pondencia con su ambiente, tarde o temprano debería suponerse que un reflejo da inicio
al que le sigue; o, en otras palabras, debemos considerarlo como una cadena de reflejos.
Pero esta vinculación de actividades no es peculiar sólo de los instintos. Estamos fami-
liarizados con numerosos reflejos que, con toda certeza, se funden en cadenas. Así, por
ejemplo, si estimulamos un nervio aferente, por ejemplo, el nervio ciático, ocurre una
elevación refleja de la presión sanguínea; la presión alta en el ventrículo izquierdo del
corazôn, y en la primera parte de la aorta, sirve como estímulo efectivo de un segundo
1
200 Conductismo
reflejo, esta vez, un reflejo depresor que tiene una influencia moderadora sobre el pri-
mero. Aquí también, debemos tomar uno de los reflejos en cadena establecidos recien-
temente por Magnus. Un gato, incluso desprovisto de sus hemisferios cerebrales, en la
mayoría de los casos cae sobre sus patas si lo arrojamos desde la altura.
¿Cómo se
maneja esto? Cuando se altera la posición del órgano otolítico en el espacio, se evoca
un reflejo definido que produce una contracción de los músculos del cìello, restable-
ciendo lacabezadel animal en su posición original. Éste es el primer reflejo. Cuando se
enderezala cabeza, se evoca un nuevo reflejo y ciertos músculos del tronóo y las extre-
midades entran en acción, restableciendo al animal en la postura de pie.-Éste es el
segundo reflejo.
Algunos objetarán nuevamente la identificación de los instintos con los reflejos
con esta base: los instintos, dicen, frecuentemente dependen del estado interno de un
organismo. Por ejemplo, un pájaro sólo construye su nido en la temporada de aparea-
miento. O, por tomar un caso más sencillo, cuando un animal está iaciado de óomer,
entonces el alimento ya no tiene ningún atractivo y el animal deja de comer. También
aquí, lo mismo se aplica al impulso sexual. Esto depende de la e¿ãd det organismo y del
estado de las glándulas reproductivas; las hormonas (los productos de laJglándulás de
secreción interna) ejercen considerable influencia. Pero no puede pretendãrse que esta
dependencia sea un propiedad peculiar de los "instintos". La inténsidad de cúalquier
reflejo, de hecho su mera presencia, depende de la irritabilidad de los centros, que a su
vez depende constantemente de las propiedades fisicas y químicas de la -sangre
(estimulación automática de los centros) y de la interacción de los reflejos.
Por último, en ocasiones se sostiene que, mientras que los refleþs determinan
sólo las actividades de órganos y tejidos por separado, los instintos implican la activi-
dad del organismo en su totalidad. Ahora sabemos, sin embargo, po. ias recientes in-
vestigaciones de Magnus y de Kleijn, que estar de pie, caminar y mãnþner el equilibrio
postural en general no son nada más que reflejos.
De todo esto se sigue que instintos y reflejos por igual son la respuesta inevitable
del organismo a estímulos internos y externos y, por lo tanto, no tenemos necesidad de
llamarlos con términos distintos. El reflejo tiene la mejor pretensión de los dos, ya que
-
se ha usado desde el mero principio con una connotación estrictamente científica.
El agregado de reflejos constituye los cimientos de las actividades nerviosas, tan-
to de hombres como de animales. Por lo tanto, es de gran importancia estudiar en deta-
lle todos los reflejos fundamentales del organismo. Hasta lJfecha, por desgracia, esto
está lejos de haberse cumplido, en especial, como he mencionado, ãn el caio de aque-
llos reflejos que han sido conocidos vagamente como "instintos". Nuestro conocimien-
to de estos últimos es muy limitado y fragmentario. Su clasificación en encabezados
como instintos "alimentarios", "defensivos'1, "sexuales", "paternales,,, ..sociales,'entre
otros, es totalmente inadecuada. Bajo cada uno de estos encabezados se reúnen en muchos
oasos gran número de reflejos individuales. Algunos de éstos son bastante desconoci-
dos; algunos se confunden con otros; y muchos aún son valorados sólo parcialmente.
Pucdo demostrar por mi propia experiencia a qué grado este tema siguè siendo inci-
piente y cstá lleno de vacíos. En el curso de las investigaciones que ahora presentaré, en
una ocasión estábamos por completo perdidos para encontrar cualquier causa del com-
Ivan Pavlov
mente en la importancia de compilar una lista que comprenda todos estos reflejos con
su clasificación adecuada. Pues, como se demostrará más adelante, todas las funciones
nerviosas remanentes del organismo animal están basadas en estos reflejos. Ahora bien,
aunque la posesión de dichos reflejos, como los que acabamos de mencionar, constitu-
ye la condición fundamental de la sobrevivencia natural del animal, no son suficientes
por sí mismos para garantizar una existencia prolongada, estable y normal. Esto puede
demostrarse con los perros a los que se les han extirpado los hemisferios cerebrales.
Sin tomar en cuenta los reflejos internos, un perro así sigue conservando los reflejos
externos funclamentales. Es atraído por la comida; es repelido por los estímulos noci-
vos; muestra el reflejo investigativo levantando lacabezay enderezando las orejas ante
un sonido. Además, muestra el reflejo de libertad, ofreciendo una poderosa resistencia
a cualquier restricción. No obstante, es totalmente incapaz de cuidarse a sí mismo y,
abandonado a su suerte, morirá muy pronto. Es evidente que algo muy importante está
faltando en su actual constitución nerviosa. ¿Qué actividades nerviosas pudo haber per-
dido? Se ve fücilmente que, en este pero ha disminuido considerablemente el número de
estímulos que suscitan reacciones reflejas; aquellos que quedan son de naturaleza ele-
mental y generalizada y actuan con muy corto alcance. En consecuencia, el equilibrio
dinámico entre las fuerzas internas del sistema animal y las fuerzas externas de su am-
biente se ha vuelto elemental, en comparación con la refinada adaptabilidad del animal
normal, y este equilibrio simplificado obviamente es inaclecuado para la vida.
Regresemos ahora al reflejo más simple con el cual empezaron nuestras investi-
gaciones. Si la comida o una sustancia rechazable se abre paso hasta la boca, se produce
una secreción de saliva. El propósito de esta secreción, en el caso de alimento, es alte-
rarlo químicamente; en el caso de la sustancia rechazable, diluirla y expulsarla de la
boca. Éste es un ejemplo de reflejo debido a las propiedades fîsicas y quírnicas de una
sustancia cuando ésta entra en contacto con la membrana mucosa de la boca y con la
lengua. Pero, aclemás de esto, se evoca una secreción refleja similar cuando estas sus-
tancias están colocadas a distancia del perro y los órganos receptores afectados son
sólo el del olfato y el de la vista. Incluso el recipiente en el que se ha dado la comida es
suficiente para invocar un reflejo alimentario completo con todos sus detalles; y, aún
más, la secreción puede ser evocada incluso por la vista de la persona que trajo el
recipiente o por el sonido de sus pasos. Todos estos innumerables estímulos, que afec-
tan a los diversos receptores a distancia, que son finamente discriminativos, pierden su
poder para siempre en cuanto se eliminan los hemisferios del animal, y sólo aquellos
que tienen un efecto directo en la boca y la lengua conservan su poder. Es evidente la
gran ventaja que representa parc el organismo la capacidad de reaccionar a estímulos
pasados, pues es en virtud de esta acción que la comida que penetra en la boca de
ilrmediato encuentra mucha saliva humedecedora; y las sustancias rechazables, con
fì'ccucncia nocivas parala membrana mucosa, encuentran ya en la boca una capa dc
saliva protectora que rápidamente las diluye y las expulsa. Su importancia es aún mayor
cuirnclo evocan el componente motor del reflejo complejo de la nutrición, es decir, cuan-
rlo aclúan como estímulos para buscar comida.
Aquí hay otro ejemplo: el reflejo de autodefensa. El animal carnívoro fuerte de-
preda a los nrás dóbiles y, si éstos esperaran a defenclerse hasta que los colmillos de su
Ivan Pavlov
204
John Broadus \l/atson 205
todo lo que se conoce bajo el nombre de psicología comparada) no tienen valor per se.
Poseen significación sólo en cuanto pueden arrojar luz en los estados de conciencia.'
Dichos datos deben tener por lo menos una referencia analógica o indirecta para perte-
necer a este ámbito de la psicología.
En efecto, en ocasiones encontramos psicólogos escépticos incluso ante esta refe-
rencia analógica. Tal escepticismo suele manifestarse en la pregunta que se le plantea al
estudiante de la conducta: "¿cuál es la relación del funcionamiento animal con la psico-
logía humana?". Yo tenía que estudiar esta pregunta pues, en efecto, siempre me abo-
chornaba de alguna manera. Estaba interesado en mi propio trabajo y sentía que éste
era importante. Empero, no podía descubrir ninguna conexión cercana entre éste y la
psicología tal como la entendía mi interlocutor. Espero que esta confesión aclare la
atmósfera a tal grado que ya no sea necesario trabajar bajo falsas pretensiones. Debe-
mos admitir francamente que los hechos tan importantes para nosotros, que hemos
podido entresacar del amplio trabajo sobre los sentidos de los animales mediante los
métodos conductistas, han contribuido sólo de manera fragmentaria a la teoría general
de los procesos de los órganos de los sentidos en los humanos, y que tampoco han
revelado nuevos puntos de ataque experimental. El enorme número de experimentos
que hemos realizado sobre el aprendizaje, del mismo modo, ha contribuido muy poco a
la psicología humana. Parece razonablemente claro que debe lograrse una especie de
compromiso: o la psicología debe cambiar su punto de vista para absorber los hechos
de la conducta, sea que ésos tengan o no relación con los problemas de la "conciencia",
o la conducta debe estar sola, como una ciencia separada e independiente. En caso de
que los psicólogos humanos no vean con agrado nuestras aperturas y se nieguen a
modificar su posición, los conductistas se verán obligados a usar seres humanos como
sujetos y a emplear métodos de investigación que son exactamente comparables con los
que ahora se emplean en el trabajo con los animales.
Cualquiera otra hipótesis que la que admita el valor independiente del material
conductual, sin importar qué relación pueda tener dicho material con la conciencia,
inevitablemente nos obligará a asumir la posición absurda de tratar de construir el con-
tenido consciente del animal cuya conducta estemos estudiando. Desde este punto de
vista, después de haber determinado la capacidad de aprendizaje del animal, la simpli-
cidad o complejidad de sus métodos de aprendizaje, el efecto de hábitos anteriores en la
respuesta actual, el rango de estímulos a los cuales responde comúnmente, el rango
ampliado al cual puede responder en condiciones experimentales términos más
generales, sus diversos problemas y formas de resolverlos-, todavía -ensentiríamos que
la tarea está inconclusa y que los resultados son fütiles, hasta que no los interpretemos
por analogía bajo la luz de la conciencia. Aunque hemos solucionado nuestro proble-
ma, nos sentimos a disgusto e inquietos por nuestra definición de psicología: nos senti-
mos obligados a decir algo acerca de los posibles procesos mentales del animal. Decimos
rEsto es, ya sea directamente sobre el estado consciente del observador o indirectamente en el estado cons-
ciente del experimentador.
1
206 Conductismo
clarwiniano fue juzgado por la relación que tenía con el origen y el desarrollo de la
cspecie humana. Se emprendieron expediciones para recabar rnaterial que estableciera
la posición de que el surgimiento de la raza humana era un fenómeno perfectamente
natural y no un acto de creación especial. Se buscalon cuidadosamente variaciones
junto con pruebas del efecto acurnulativo y el efecto supresor de la selección; pues en
este y en otros mecanismos darwinianos habrían de encontrarse factores suficiente-
mente complejos para explicar el origen y la diferenciación racial del hombre. El cú-
rnulo de material recabado en ese tiempo en gran medida se consideró valioso en tanto
tendía a desarrollar el concepto de la evolución del hombre. Es extraño que esta situa-
ción haya sido la predominante eri biología durante tantos años. En el momento en que
la zoologia emprendió el estudio experimental de la evolución y la descendencia, la
situación cambió de inmediato. El hombre dejó de ser el centro cle referencia. Yo cludo
de que algún biólogo experimental, a menos que esté dedicado al problema de la dife-
renciación racial en el hombre, hoy trate de interpretar sus hallazgos en ténninos de la
evolución humana o que siquiera se refiera a ella en su pensarniento. Él reirne los datos
a partir del estudio de muchas especies de plantas y artimales y trata de elabot'ar las
leyes de la herencia en el tipo pal'ticular con el que esté realizando experimentos. Natr¡-
ralmente, él sigue el progreso del trabajo sobre la diferenciación de las razas en el
hombre y en la descendencia del hombre, pero los considera temas especiales, de igual
importancia al suyo propio, aunque sean temas en los que su interés jarnás se colnpro-
meta vitalmente. No es justo decir que todo su trabajo está dirigido hacia la evolución
humana o que debe ser interpretado en términos de la evolución humana. Él no tiene
que descartar algunos de los hechos sobre la herencia o el color del pelaje de los ratones
porque, en verdad, esto tiene muy poca relación con la diferenciación del genus Honto
en razas diferentes o con la descendenciadel genus Homo apartir de alguna estirpe más
primitiva.
En psicología todavía estamos en esa etapa cle clesarrollo donde pensalnos que
debemos seleccionar nuestro material. Tenemos un lugar general para descartar proce-
sos, que anatematizamos en tanto que su valor para la psicología se expresa diciendo
"esto es un reflejo"; "esto es un hecho puramente fisiológico que no tiene nada que ver
con la psicología". No estamos interesados (como psicólogos) en obtener todos los
procesos de ajuste que emplea el animal en su totaliclad ni en encontrar cómo estált
asociadas las diversas respuestas ni en cómo se separan, elaborando así un esquenra
sistemático para la predicción y el control de la respuesta en general. A menos que
nuestl'os hechos observados sean indicadores de conciencia, no nos son de utilidad y, a
menos que nuestro aparato y método estén diseñados para poner cle relieve tales he-
chos, simplemente se les considera en fonna menospreciativa. Siempre recorclaré la
observación que hiciera un distinguido psicólogo al observar el colorido aparato dise-
ñado para probar la reacción de los animales a la luz monocrornática en el ático de la
Universidad Johns Hopkins. Fue ésta: "¿Y a esto le llaman psicología?"
No quiero criticar indebidamente a la psicología. En los más o lnenos cincueuta
años de su existencia como disciplina experimental, ha fracasado notablemente, creo
yo, en hacerse un lugar en el mundo como indiscutible ciencia natural. La psicología,
como se considera generalmente, tiene algo de esotérico en sus métodos. Si usted no
I
Conductismo
logra reproducir mis hall azgos,no se debe a alguna falla en los aparatos que
utilice o en
el control de los estímuþs que aprique, sino que se debe al hecho de quå
su introspec_
ción no estí entrenada.2 El ataque selarzaconìra el observador y no contra
el ambiente
experimental. En fisica y en química, el ataque se hace contra ias condiciones
experi-
mentales. El aparato no era bastante sensible, se usaron sustancias químicas
impuras,
etcétera. En estas ciencias una buena técnica produce resultados repròducibles.
La psi-
cología es de otro modo' Si usted no puede observar entre 3 y 9 esiados
de claridaá en
la atención, su introspección es mala. Si, por otra parte, un séntimiento
le parece razo-
nablemente claro, su introspección está nuevamente defectuosa. Usted
ve demasiado.
Los sentimientos nunca son claros.
PTece haber llegado la hora en que la psicología
-la conciencja; en que yano necesita
deba descartar toda referencia a
engañaise a sí irisma pensando que está haciendo
objeto de observación a los estados mentales. Nos hemos enredado tanto
en cuestiones
especulativas respecto a los elementos de la mente, la nattxalezadel
contenido cons-
ciente (por ejemplo, pensamiento sin imágenes, actitudes y Bewusseinslage,
etcétera)
que yo' como estudioso experimental, crgo que algo está
mál en nuestras prémisas y los
tipos de problemas que se derivan de ellas. ya rio hay ninguna garantià
de que iodo
signifique lo mismo cuando usamos los términos que uloru ón.Jrnunæ
enpsicología.
Tomemos el caso de la sensación. Una sensación ie define en función
de sus atribut-os.
Un psìcólogo se apresurará a afirmar que los atributos de una sensación visual
son
cualidad, extensión, duración e intensidad. otro agregarâ claridad. uno
más, el de
grdey Dudo que un psicólogo pueda establecer una ierie de declaraciones que áescri-
l3l lo que para él significa la sensación y en las que coincidan otros tres psiôólogos de
dlfelente escuela. Dirijámonos por un momento a lã cuestión de las sensaciones
aislables.
¿Existe un gran número de sensaciones cromáticas o sólo cuatro: rojo, verde, amarillo
y azul? Nuevamente, el amarillo, aunque psicológicamente simple,
¡puede obtenerse
sobreponiendo rayos verdes v.-qof del espectro ãn la misma túp.rfi.i.
difusora! Si,
por otra parte, decimos que cada diferencía apenas perceptible ôn
el espectro ., uná
sensación simple, y que cada incremento apenas perceptible en el valor
ãel blanco de
un color dado da una sensación simple, est¿iemosãbligãdos a admitir que
el número es
tan grande y las condiciones para obtenerlo son tan complejas, que el concepto de
sensación es inútil, ya sea para fines de análisis o de síntesis. iit.h*.r, que
ha librado
la batalla más valiente en este país en pro de una psicología basada
en la introspección,
considera que todas esas diferencias de opinión, èn cuan-to al número
de sensaciones y
sus atributos, en cuanto a si son relaciones (en el sentido de elementos)
y en muchos
otros sentidos que parecen ser fundamentales en todo intento de análisií
son perfecta-
mente naturales en el actual estado de subdesarrollo de la psicología.
Si bien se admite
que cualquier ciencia en desarrollo está llena de preguntás
sin rJspuesø, ciertamente
2En csta
conexión llamo la atención a la conhoversia actual enhe los adherentes y
los opositores del pensa-
miento s¡n imágcncs. Los "tipos de reactores" (sensitivo y motor) también
son objeto de acres disputas. EI experi-
mento de complicación fue la causa de otra guerra de palabras respecto
a la precisión de la introspección de los
oponentes.
John Broadus llatson
sólo aquellos que están casados con el sistema como lo tenemos ahora, que han luchado
y sufrido por é1, pueden creer confiadamente que alguna vezhabrâmayor uniformidad
de la que hay ahora en las respuestas que se dan a tales preguntas. Yo creo firmemente
que, dentro de doscientos años, a menos que se descarte el método introspectivo, la
psicología seguirá dividida respecto al tema de si las sensaciones auditivas tienen la
õalidad de "extensión", de si la intensidad es un atributo que pueda aplicársele al color,
de si hay diferencia en "textura" entre la imagen y la sensación y en muchos cientos de
preguntas de carácter similar.
La condición en lo que respecta a los procesos mentales es igual de caótica. ¿Pue-
de probarse y verificarse experimentalmente el tipo de imagen? ¿Los recónditos proce-
sos de pensamiento dependen mecánicamente de la imaginación? ¿Están de acuerdo
los psicólogos en lo que son los sentimientos? Uno afirma que los sentimientos son
actitudes. Otro encuentra que son grupos de sensaciones orgánicas que poseen cierta
solidaridad. Otro grupo aún más grande descubre que son elementos nuevos correlati-
vos a las sensaciones y del mismo rango que éstas.
Mi querella psicológica no es sólo con el psicólogo sistemático y estructural. En
los últimós quince años hemos visto el crecimiento de lo que se llama la psicología
funcional. Este tipo de psicología desaprueba el uso de elementos en el sentido estático
de los estructuralistas. Pone énfasis en la significación biológica de los procesos cons-
cientes y no en el análisis de los estados conscientes en elementos aislables por intros-
pección. Yo he hecho todo lo posible por entender la diferencia entre la psicología
funcional y la estructural. Pero en lugar de claridad, en mí ha crecido la confusión' Los
términos sensación, percepción, afecto, emoción, volición, son usados tanto por los
funcionalistas como por los estructuralistas. El hecho de agregar la palabra "proceso"
(con frecuencia se encuentra el término "acto mental como un todo" y otros similares)
antes de cada uno sirve en cierto modo para eliminar los restos de "contenido" y dejar
a la "función" en su lugar. Ciertamente, si estos conceptos son esquivos vistos desde el
punto de vista del contenido, son aún más engañosos cuando se observan desde
èl ángulo de la función, y en especial cuando la función se obtiene por el método intros-
pectivo. Es más bien interesante que ningún psicólogo funcionalista haya distinguido
ãuidadosamente entre "percepción" (y esto se aplica también a otros términos psicoló-
gicos) como lo emplea el sistematista, y "proceso perceptual" como se usa en la psico-
logía funcional. Parece ilógico y difîcilmente justo criticar a la psicología que nos ofrece
eliistematista, y después utilizar sus términos sin mostrar cuidadosamente el cambio
de los significados que tienen adheridos. Hace algún tiempo me sorprendí mucho al
abrir el libro de Pillsbury y ver a la psicología definida como la "ciencia de la conduc-
ta". IJn texto aún más reciente afirma que la psicología es la "ciencia de la conducta
mental". Cuando vi estas promisorias declaraciones pensé que seguramente ahora ten-
dríamos textos basados en líneas diferentes. Después de unas cuantas páginas, se
descarta la ciencia de la conducta y uno ve el tratamiento convencional de sensación,
percepción, imaginación, etcétera, junto con algunos cambios de énfasis y hechos adi-
cionales que sirven para dar el sello personal del autor.
Unade las difiiultades en el camino de una psicología funcional congruente es la
hipótesis paralelista. Si el funcionalista trata de expresar sus formulaciones en términos
l
2t0 Conductistno
en estas respuestas, tomé las aves jóvenes y las crié. De este modo ptrde estudiar el
orden de apàrición de los ajustes hereditarios y su complejidad, y después el principio
de la formáción de hábitos. Mis esfuerzos por determinar los estímulos que provocaban
tales ajustes en efecto eran bastante toscos. En consecuencia, mis inteutos por controlar
la conâucta y producir respuestas a voluntad no encontraron lnttcho éxito. Sus relacio-
nes de comida y agua, de sexo y otras relaciones sociales, las condiciones de luz y de
temperatura estaban más allá de cualquier control en el campo cle estudio. Descubrí que
era posible controlar sus reacciones en cierta medida usando al nido y los huevos (o
crías) como estímulos. No es necesario en este ensayo desarrollar más la forma en que
debe realizarse un estudio de este tipo y cómo el trabajo de esta clase debe complemen-
tarse con experimentos de laboratorio cuidadosamente controlados. Si yo hubiera sido
llamaclo parà examinar a los nativos de alguna de las tribus australiauas, habría puesto
fitanos a la obra del mismo modo. Hubiera encontrado que el problema era más dificil:
los tipos de respuesta provocados por los estímulos fisicos habrían sido nlás variados y
más gra¡de el número de estímulos efectivos. Hubiera tenido que determinar el am-
bienté social de sus vidas de una trtanera mucho más cuidadosa. Estos salvajes hubieran
estado más influidos por las respuestas de cada uno de lo que era el caso con las aves.
Aún más, los hábitos hubieran sido más complejos y hubiera apareciclo más claramente
la influencia de hábitos pasados en las respuestas actuales. Por último, si yo hubiera
sido llamado para elaborar la psicología del europeo culto, mi problerna hubiera reque-
rido varias vidas. Pero en el que tengo a rni disposición debí haber seguido la misma
línea general de ataque. En 1o principal, mi deseo en todo trabajo de este tipo es obtener
u¡ coirocirniento preciso de los ajustes y de los estímulos que los provocan. Mi razón
final para esto es aprender métodos generales y particulares por los cuales pueda con-
trolar-la conducta. Mi objetivo no es la "descripción y explicación de los estados de
conciencia como tales", ni el de obtener tal grado de destreza en la gimnasia mental que
pueda hacerme cargo inmediatamente de un estado tnental y decir: "éste, en total, con-
iirt" la sensación gris número 350, de tal y cual extensión, que ocurre en conjunción
"n sensación de frío de cierta intensidad; una de presión de cierta intensidad y
con la
extensión", y así sucesivamente ad infinitum. Si la psicología siguiera el plan que yo
propongo, el educador, el médico, el jurista y el empresario podrían utilizar nuestros
àatôs ¿é rnanera práctica, en cuanto pudieran obtenerse éstos en forma experimental.
Quienes han tenido ocasión de aplicar principios psicológicos en
forma práctica, des-
.ubri.íun que no tendrían razón de quejarse como ocurre err la actualidad. Pregúntenle
a cualquier médico o jurista si la psicología científica desempeña una parte práctica en
su rutina diaria y los escucharán negar que la psicología de laboratorio tenga algún
lugar en su esquetna de trabajo. Creo que las críticas son en extremo justas. Una de las
pri-.rus condiciones que me causaron insatisfacción con la psicología era la sensación
ã. qu. no había un campo de aplicación de los principios que se estaban elaborando en
términos de contenido.
Lo que me da esperanzas de que la posición del conductista es defendible, es el
hecho de que esas ramas de la psicología que ya se han retirado parcialmente de la
psicología èxperimental originaria, y que en consecuencia dependen menos de la in-
trorp""õión, áhora están en condiciones de florecimiento. La pedagogía experimental,
1
2t2 Conductismo
colo-
rrresponder) a una de dos luces monocromáticas. Lo alimentamos con una (positiva)
)s se
y lo castigamos con la otra (negativa). En un corto tiempo, el animal aprende a diri-
nun-
girse hacia la luz con la que es alimentado. En este punto surgen preguntas que puedo
que
cxpresar de dos formas: puedo elegir el camino psicológico y decir: ¿ve el animal
)nte
cstas dos luces como las veo yo, es decir, como dos colores distintos, o las ve como
hol
dos grises de diferente brillo, como los totalmente ciegos para el color?" Expresada
'de por el conductista, esta pregunta sería así: "¿Está mi animal respondiendo con base
in-
cn la diferencia de intensidad entre los dos estímulos o por la diferencia de la longi-
de
tud de onda?" En ninguna parte piensa él en la respuesta del animal en términos de
or
sus propias experiencias de colores y grises. Él desea establecer el hecho de si la
n-
longitud de onda es un factor para el ajuste del animal.a Si es así, ¿qué longitudes de
le
onda son efectivas y qué diferencias de longitud de onda deben mantenerse en las
t-
diferentes regiones para constituir la base de una respuesta diferencial? Si la longitud
I de onda no es un factor del ajuste, él desea saber qué diferencia de intensidad servirá de
base para la respuesta y si esa misma diferencia bastará en todo el espectro. Aún más,
él desea probar si el animal puede reaccionar a longitudes de onda que no afectan la
vista humana. Está tan interesado en comparar el espectro de la rata con el del pollo
como lo está en compararlo con el del hombre. El punto de vista de cuándo se hacen
las diversas series de comparaciones no lo cambia en lo más mínimo.
Sea como nos planteemos el problema, tomamos a nuestro animal después de que
se haya formado la asociación y después introducimos ciertos experimentos de control
que nos permitan presentar respuestås a las preguntas recién planteadas. Pero por nues-
tra parte hay un deseo igual de vehemente de probar al hombre en las mismas condicio-
nes y de declarar los resultados de ambos casos en términos comunes.
El hombre y el animal deben ser colocados tan cerca como sea posible en la mis-
ma condición experimental. En lugar de alimentar o castigar al sujeto humano, debe-
mos pedirle que responda estableciendo un segundo aparato hasta que el estándar y el
control no ofrezcan bases para una respuesta diferencial. ¿Me estoy exponiendo a la
acusación de que estoy recurriendo a la introspección? Mi respuesta es que de ningún
modo; que si bien podría alimentar al humano por una elección correcta y castigarlo
por una incorrect¿ y así producir la respuesta si el sujeto pudiera darla, no hay necesi-
dad de ir al extremo ni aun en la plataforma que sugiero. Pero que quede entendido que
simplemente estoy usando este segundo método como método conductista abreviado.s
aÉl tendría exactamente la misma actirud si estuviera realizando un experimento para demostrar si una
hormiga se arrastraría encima de un lápiz colocado a través de su sendero o si lo rodearía.
5Preferiría considerar este método abreviado en el que, por ejemplo, al ser humano se le dice en palabras
que iguale dos estímulos; o que declare verbalmente si está presente o ausente un estímulo, etcétera, como el
nútotlo lingüístico en conducta. De ninguna manera cambia el estatuto de la experimentación. El método es pos!
ble meramente en virnrd det hecho de que, en el caso particular, el experimentador y el animal tienen sistemas de
abreviatu¡as o signos de conducta abreviados (lenguaje), cualquiera de los cuales puede representar un hábito que
pertenezca al repertorio tanto del experimentador como de su sujeto. Hacer que los datos obtenidos por el método
lingüístico sean virtualmente la totalidad de la conducta --o para tratar de moldear todos los datos obtenidos por
otros métodos en términos del que sin duda tiene el rango mås limitado- definitivamente es poner la carreta
delante de los bueyes.
2t4 Conductisnto
Podemos llegar tan lejos y obtener resultados tan confiables con el método largo que
con el abreviado. En muchos casos, el método directo y típicamente humano no puede
aplicarse con seguridad. Supongamos, por ejemplo, que yo dudo de la precisión del
ajuste del instrumento de control en el experimento anterior, como es muy probable que
ocurm si sospecho que hay un defecto en la visión. Es inútil que yo obtenga este reporte
introspectivo. Él diría: "No hay diferencia en sensación, ambas son rojãs, de idéntica
cualidad." Pero supongamos que yo lo enfrento con el estándar y con el control y que
arreglo las condiciones para que sea castigado si responde al "control" pero no al estándar.
Yo intercambio la posición del estándar y del control a voluntad y lo obligo a tratar de
diferenciar uno de otro. Si puede aprender a hacer el ajuste incluso después de gran
número de intentos, es evidente que los dos estímulos proporcionan la base para una
respuesta diferencial. Tal método puede parecer sin sentido, pero creo firmemente que
tendré que recurrir cada vez más precisamente a dicho método cuando tengamos raio-
nes de desconfiar del método lingüístico.
Dificilmente hay un problema en la visión humana que no lo sea también en la
visión animal. Menciono los límites del espectro, los valores de umbral, absolutos y
relativos, oscilaciones, la ley de Talbot, la ley de weber, el campo de visión, el fenóme-
no de Purkinje, etcétera. cada uno es susceptible de ser elaborado por métodos
conductistas. Muchos de ellos están siendo elaborados en el momento presente.
Creo que todo el trabajo sobre los sentidos puede avanzar uniformemente por las
líneas que he propuesto aquí para la visión. Nuestros resultados, al final, nos darán una
excelente imagen de lo que significa cada órgano en términos de función. El anatomis-
ta y el fisiólogo pueden tomar nuestros datos y mostrar, por una parte, las estructuras
que son responsables de esas respuestas y, por otra, las relaciones fisico-químicas que
necesariamente están implicadas (química fisiológica del nervio y el músculo) en éstas
y en otras reacciones.
La situación con respecto al estudio de la memoria dificilmente es diferente. Casi
todos los métodos de memoria que en realidad se aplican hoy en día en los laboratorios
rinden el tipo de resultados por el que estoy abogando. Al sujeto humano se le presenta
cierta serie de sílabas sin sentido u otro material. En lo que debe ponerse énfasis es en
larapidez de la formación de hábitos,los errores,las peculiaridades en la forma de la
curva, la persistencia del hábito así formado, la relación de tales hábitos con aquellos
formados cuando se emplea material más complejo, etcétera. Ahora bien, estos resulta-
dos son eliminados con la introspección del individuo. Los experimentos se hacen con
el objeto de discutir la maquinaria mentaló implicada en el aprendizaje,lamemoria, el
recuerdo y el olvido, y con el fin de buscar la forma en que el ser humano da forma a
sus respuestas ante los problemas del ambiente terriblemente complejo al que es arroja-
do, no para demostrar las semej anzas y diferencias entre los métodos del hombre y los
de otros animales.
?Hay necesidad de cuestionar más y más la existencia de lo que la psicología llarna imaginación. I'lasta hace
pocos años, yo pensaba que las scnsaciones visuales susciladas centralme¡rte eran tan claras como las suscitadas
periféricamente. Nunca nre reconocí con ningún otro tipo. Sin embargo, un examen más detenido me lleva a negar
en rni propio caso la presencia de la irnaginación en el sentido de Galton. Toda la doctrina de las imágenes susci-
taclas centralmente, en mi opinión, se encuentra actualmente sobre bases muy inseguras. Angell, así como Fernald,
llegó a la conclusión de que es imposible detennirrar objetivarnente el tipo de imagen. Sería una interesante confir-
mación de su trabajo experimental si encorrtráramos gradualmente lo que ha estado equivocado en la colrstrucciótr
tle esa enorme estructura de la sensación suscitada cetttral¡nente (o inragen).
La hipótesis de que todos los llamados procesos de "pensamientos superiores" futrcionan ert términos de
débiles rehabilitaciones del acto muscular original (incluyendo aquí al habla) y que éstos están integrados en
sistemas que responden en orden scrial (rnecarrisrnos asociativos) es, creo, yo, sostcnible. Hace que los proccsos
reflexivos sean tan lnecánicos como el hábito. El esquerna de hábito que describió hace ¡nucho tiempo Janles
cada corriente de regreso o aferentc libera la siguiente descarga rnotriz apropiada- es tan cierto para los
-donde
"procesos de pensamiento" como para los actos rnusculares evidentes. La parquedad de la "imaginación" sería la
regla. En otras palabras, dondequiera que hay procesos de pensarniento hay débiles contracciones del sisterna de
musculatura irnplicado en el ejercicio evidente del acto acosturnbrado y especiallnente en los aún más finos siste-
rnas de musculatura implicados en el habla. Si esto es cierto, y no veo córno pueda contradecirse, la itnaginación se
convierte en un lujo nrental (incluso si realmente existe) sin ninguna significación ñ¡ncional de cualquier tipo. Si
el procedirniento experimental justifica esta hipótesis, tendremos a la mano fenótnenos tangibles que ptreden
estudiarse como material de conducta. Yo diría que el día en que podarnos estudiar los procesos reflexivos median-
te tales nétodos está tan alejado corno el día en que, por métodos psico-quínricos podamos distirrguir la cliferencia
de estructura y organización de las nroléculas <lel protoplasma vivo y clc las sustancias inorgánicas. La solución de
ambos problemas espera el adveninrieuto dc métodos y aparatos.
216 Conductismo
ciencias naturales ---€sto es, sin hacer de la conciencia un objeto especial de observa-
ción- habrán concedido todo lo que requiere mi tesis.
En conclusión, supongo que debo confesar un profundo prejuicio en estas cues-
tiones. Me he dedicado casi doce años a la experimentación con animales. Es natural
que alguien así derive hacia una posición teórica que esté en armonía con su trabajo
experimental. Posiblemente he construido un espantajo y esté luchando contra é1. No
puede haber ninguna falø absoluø de armonía entre la posición aquí delineada y la de
la psicología funcional. Sin embargo, me inclino a pensar que no es flicil armonizar las
dos posiciones. Ciertamente la posición que propugno es bastante débil por el momen-
to y puede ser atacada desde muchos puntos de vista. Empero, cuando se admite todo
esto, sigo pensando que las consideraciones en las que he insistido deben tener amplia
influencia en el tipo de psicología que habrá de desarrollarse en el futuro. Lo que néce-
sitamos hacer es empezar a trabajar en la psicología, haciendo de la conducta, no de la
conciencia, el punto objetivo de nuestro ataque. Ciertâmente hay basüantes problemas
en el control de la conductaparamantenernos ocupados varias vidas sin siquiera dejar-
nos tiempo para pensar en la conciencia an sich.IJna vez lat:zados en la empresa, en
poco tiempo nos encontraremos tan divorciados de la psicología introspectiva como la
psicología actual esta divorciada de la psicología de las faculødes.
RESUMEN
Las conclusiones así alcanzadas quizá no se sostengan en ninguna otra forma. Al mar-
gen de la posible falta de generalidad, deben hacerse tales estudios si queremos llegar a
controlar y regular la evolución. Igualmente, las leyes de la conducta en las amibas, el
rango de respuestas y la determinación de los estímulos efectivos, de formación de
hábitos, de persistencia de hábitos, interferencia y reforzamiento de hábitos, deben eva-
luarse y determinarse en y por sí mismas, al margen de su generalidad o de su influen-
cia sobre otras leyes similares de otras formas, si queremos que los fenómenos alguna
vez entren en la esfera del control científico.
4. La eliminación de los estados de conciencia como objetos propios de investigación en
sí mismos, como se propone, eliminará la barrera que existe entre la psicología y las
otras ciencias. Los hallazgos de la psicología se convierten en los correlatos funciona-
les de la êstructura y se prestan a explicación en términos fisico-químicos.
La psicología como conducta, después de todo, tendrá que descuidar sólo unos cuantos
de los problemas realmente esenciales a los que ahora se dedica la psicología como
ciencia introspectiva. Con toda probabilidad incluso ese residuo de problemas podría
formularse de tal modo que los métodos refinados en conducta (que ciertamente llega-
rán) conduzcan a su solución.
I
r /21 rsr'
Edward C. Tolman,
t'Mapas cognitivos en ratas
y hombres" (1 94S)
Dedicaré el cuerpo de este ensayo a describir experimentos con ratas. Pero al final,
también tratarê de indicar el significado de estos hallazgos en ratas para la conducta
clínica de los humanos. La mayoría de las investigaciones sobre ratas de las que infor-
maré fueron realizadas en el laboratorio de Berkeley. Pero también incluiré ocasional-
mente informes de la conducta de ratas fuera de Berkeley que obviamente desperdiciaron
su vida en laboratorios fuera del Estado. Aún más, al informar sobre nuestros experi-
mentos en Berkeley tendré que omitir muchos de ellos. Aquéllos de los que hablaré
fueron realizados por estudiantes de posgrado (o asistentes de investigación volunta-
rios) que, supuestamente, obtuvieron de mí sus ideas. Y algunos, aunque muy pocos,
incluso los realicé yo mismo.
Permítanme empezar mostrando los diagramas de dos de los laberintos clásicos:
un laberinto de callejones y uno elevado. En un experimento típico, a la entrada del
laberinto (de callejones o elevado) se coloca a una rata hambrienta, la cual vaga por los
diversos senderos de los caminos verdaderos y de los callejones sin salida hasta que
finalmente llega a la caja de alimento y come. Esto se repite (insisto, en los experimen-
tos típicos) vnavezcada24 horas y el animal tiende a cometer cadavez menos errores
(esto es, entrar en los callejones sin salida) y a necesitar cadavezmenos tiempo entre el
inicio y la caja de alimento, hasta que por fin no entra a ningún callejón sin salida y
recorre el tramo en unos cuantos segundos del inicio hasta la meta. Los resultados por
Tolman, E. C. (1948). Los mapas cognitivos en las ratas y el hombre, Psychological Review, 55,
189-208. XXXTV discurso de investigación anual de la facultad, pronunciado en la Universidad
de California, Berkeley, el 17 de marzo de 1947. Presentado también el 26 de marzo de 1947
como una de una serie de conferencias sobre psicología dinámica, organizada por la división de
psicología de la Western Reserve University, Cleveland, Ohio.
218
Edward C. Tolman 219
lo general se presentan e)l forïnas de curvas promedio de entradas a los callejones sin
salida o de los segundos desde el inicio hasta la meta, en grupos de ratas.
Todos los eitudiantes coinciden en cuanto a los hechos. No obstante, están en
desacuerdô respecto de la teoría y de la explicación.
(l) Primero, hay una escuela de psicólogos para animales que cree que la conduc-
ta de las ratas en laberintos es cuestión de simples conexiones estímulo-respuesta. Se-
gún ellos, aprender consiste en reforzar algunas de estas conexiones y en debilitar otras.
be acuerdo con la escuela "estímulo-respuesta", al ava¡uar por el laberinto la rata res-
ponde inútilmente a una sucesión de estímulos externos sonidos, olores,
los
-imágenes,
sentidos externos-, además de
presiones, etcétera, que impresionan sus órganos de
ios estímulos internos procedentes de las vísceras y de los músculos esqueléticos. Estos
estímuloS externos e internos provocan que la rata camine, corra, dé vuelta, vuelva
1
220 Conductismo
sobre sus pasos, huela, se levante y tenga las otras conductas similares que se presen-
tan. El sistema nervioso central de la rata, según esta opinión, puede compararse con un
complicado conmutador telefonico. Están las llamadas entrantes de los órganos de los
sentidos y los mensajes salientes hacia los músculos. Antes de aprender un laberinto
específico, los interruptores conectados (las sinapsis, según el fisiólogo) están estable-
cidos en una serie de formas y producen las respuestas exploratorias primarias que
aparecen en los primeros ensayos. Aprender, según esta opinión, consiste en el
reforzamiento y debilitamiento de varias de estas conexiones; las conexiones que resul-
tan de los recorridos del animal por la trayectoria correcta se vuelven relativamente
más abiertas al paso de los impulsos nerviosos, mientras que aquellas que conducen a
los callejones sin salida se vuelven relativamente más cerradas.
Debe señalarse además, sin embargo, que esta escuela de estímulo-respuesta se
divide en otros dos subgrupos.
Edward C. Tolman 221
(a) Existe el subgrupo que sostiene que la mera mecánica implicada en el recorri-
presentados simul-
do deì íaberinto.r tut quå los estímulos dãcisivos del laberinto son
táneamente a los de lãs respuestas correctas con mayor frecuencia que los
de las
que, sólo sobre la base de una mayor frecuencia, las co-
respuestas erróneas. De ahí
decisivos y las respuestas correctas tenderán'
n"iion", neuronales entre los estímulos
se dice, a reforzarse a expensas de las conexiones incorrectas'
que sostiene que la ra-
fúl Hay otro subgrupo de esta escuela estímulo-respuesta
pàti" qúe se refueáan las conexiones apropiadas en relaciones con las inapropiadas
"Onrná, bien, el hecho de que las respuestas resultantes de las conexiones correctas van
(De E.
Figura 3 curvas de error correspondientes a cuatro g.rupos, 36 ratas.
non-reward, and
ð."foìn..,un y C.H.nonrit, Degräes of.hunger, reward and
maze-learníng in rats. lJniv. Cäif. Pubt' Psychol.,193o,4,.Ns 16, p' 246',Se
,iäunlãU"riñto idéntico al laberinto de callejones mostrado en la figura 1')
S
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I 150
nen (al menos algunos de ellos, algunas veces) que si se obtienen resultados malos
,,reforzamientos
negatiygg"-, entonces esa misma patre de la rata que
-..¡n9lg5fi¿S",
recibe satisfacciones y molestias, telefoneará y dirá: "Corten
esa conexión y no se atre-
van a usarla la próxima vez."
Esto basta como breve resumen de las dos variedades de la escuela "estímulo-
respuesta" o del conmutador telefonico.
(2) Regresemos ahora a la segunda escuela principal. Este grupo (y yo pertenezco a
él) puede llamarse el de los teóricos de campo. Nosotros creemos que en el curso del apren-
dizaje se establece en el cerebro de la rata algo como un mapa de campo del ambiente.
Coincidimos con la otra escuela en que, al recorrer el laberinto, la ratz está expuesüa a
estímulos y finalmente, como resultado de estos estímulos, llega a respuestas que realmente
ocwren. Sin embargo, creemos que los procesos cerebrales intermedios son más complica-
dos, más tramados y en muchos casos, hablando pragmáticamente, más autónomos de lo
que suponen los psicólogos de estímulo-respuesta. Aunque admitimos que la rata estií bom-
bardeada por los estímulos, sostenemos que su sistema nervioso es sorprendentemente se-
lectivo en cuanto a cuáles de esos estímulos admitira en un momento dado.
En segundo lugar, afirmamos que la misma oficina central es más parecida a una
sala de control de mapas que a una vieja centralita telefónica. Los estímulos que son
admitidos no están conectados con sencillos interruptores unívocos a las respuestas de
salida. Más bien, los impulsos de entrada por lo general son trabajados y elaborados en
la sala central de control para formar un mapa tentativo del ambiente, de tipo cognoscitivo.
Y es este mapa tentativo, que indica rutas, trayectorias y relaciones del ambiente, lo que
finalmente determina qué respuestas emitirá el animal, si es que va a hacerlo.
Por último, en lo personal yo sostendría que también es importante descubrir en
qué medida esos mapas son relativamente estrechos, similares a franjas, o relativamen-
te amplios y exhaustivos. Tanto los mapas de franjas como los exhaustivos podrían ser
correctos o incorrectos en el sentido de que, al actuar con ellos, desembocaran
exitosamente (o no) en la meta del animal. Las diferencias entre los mapas de franjas y
los exhaustivos sólo aparecerán cuando alaratase le presente después algún cambio en
el ambiente dado. Entonces, cuanto más estrecho y similar a una franja sea el mapa
original, menos lo llevará exitosamente al nuevo problema; mientras que, cuanto más
amplio y exhaustivo fuera, le serviría más adecuadamente en el nuevo ambiente. En un
mapa de franjas, la posición dada del animal esta conectada con la meø sólo por una
trayectoria relativamente simple y única. En un mapa exhaustivo está representado un
arco más amplio del ambiente, de modo que, si se cambiara la posición inicial del animal
o si se introdujeran variaciones de las rutas específicas, este mapa amplio le permitiría al
animal comportarse con relativa corrección y elegir el nuevo camino adecuado.
Pero dirijámonos ahora a los experimentos en sí. Los que he seleccionado, de
muchos, para hablar de ellos son sencillos y parecen especialmente importantes para
reforzar la posición teórica que he estado presentando. Esta posición, repito, contiene
dos supuestos. Primero, que el aprendizaje consiste no en conexiones estímulo-res-
puesta sino en la formación de series en el sistema nervioso que funcionan como mapas
cognitivos.Y segundo, que tales mapas cognitivos pueden caracterizarse útilmente como
mapas que varían del tipo de franja a un tipo exhaustivo más amplio.
Edward C. Tolman 223
Los experimentos entran en cinco encabezados: (l) "aprendizaje latente"; (2) "prue-
ba y error indirectos" (PEI); (3) "búsqueda de estímulo", (4) "hipótesis"; (5) "orienta-
ción espacial".
([) Experimentos de "aprendizaie latente". El primero de los experimentos de
aprendizajelatente fue realizado en Berkeley por Blodgett y publicado en 1929' Blodgett
nã sólo réalizót los experimentos sino que originó el concepto. Manejó a tres grupos de
ratas a través de un láberinto de seis unidades, que se muestra en la figura 4. Tenía un
grupo de control y dos experimentales. Las curvas de error correspondientes a estos gru-
poiupur"c"n en la figura 5. La línea continua muestra la curva de error del grupo I, el de
ãontròI. Estos animales fueron manejados de la manera ortodoxa. Esto es, realizaban un
ensayo al día y encontraban alimento en la caja-meta al final de cada ensayo. Los gru-
pos il y III eran los experimentales. Los animales del grupo II, la línea de rayas, no
h¡eron alimentados en el laberinto los primeros seis días, sino sólo en su jaula, unas dos
horas más ørde. El séptimo día (indicado por la crucecita) las ratas encontraron ali-
mento el final del laberinto por primera vez y siguieron encontrándolo los días poste-
riores. Los animales del grupo III fueron tratados en forma similar, sólo que encontraron
el alimento al tercer día y lo siguieron encontrando allí los días posteriores. Se observa-
rá que los grupos experimentales, mientras no encontraban comida, parecían no apren-
dei gran Cosa. (Sus líneas de error no cayeron.) Pero en los días inmediatamente
postèriores al primer encuentro con la comida, sus curvas de error cayeron
iorprendentemente. En pocas palabras, parecía que en los ensayos no recompensados
1
224 Conductismo
2.5
I 2.0
o)
oo
.5 1.5
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J
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d 1.0
Número de días
estos animales habían estado aprendiendo mucho más de lo que habían mostrado. Este
aprendizaje, que no se manifestó hasta que no se introdujo la comida, fue llamado por
Blodgett "aprendizaje latente". Si interpretamos estos resultados en forma
antropomórfica, diríamos que, mientras los animales no recibían ningún alimento al
final de laberinto, seguían tomándose su tiempo para recorrerlo; seguían entrando en
muchos callejones sin salida. Sin embargo, una vez que supieron que obtendrían comi-
da, demostraron que durante esos ensayos no recompensados habían aprendido dónde
estaban muchos de los callejones sin salida. Habían estado levantando un "mapa" y lo
pudieron utilizar después, en cuanto estuvieron motivados para hacerlo.
Hozink y yo repetimos los experimentos (o más bien, él lo hizo y yo recibí parte
del crédito) con los laberintos enT de 14 unidades, mostrados en la figura l, y con
grupos de animales más grandes, y obtuvimos resultados similares. Las curvas resul-
tantes se muestran en la figura 6. Usamos dos grupos de control: uno que nunca encon-
tró comida en el laberinto (HNR) y uno que siempre la encontró (HR). El grupo
experimental (HNR-R) encontró el alimento al final del laberinto al undécimo día y
mostró el mismo tipo de caída súbita.
Pero probablemente el mejor experimento que demuestra el aprendizaje latente
fue, desgraciadamente, uno que no se hizo en Berkeley sino en la Universidad de Iowa,
por Spence y Lippitt. Hasta ahora sólo se ha publicado un resumen de este experimen-
to. Sin embargo, Spence envió un manuscrito preliminar, el cual resumimos en la si-
Edward C. Tolman 225
32
30
28
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9 10 11 12 13 14 15 16 17 1819 20 2122
Días
guiente exposición. Se empleó un sencillo laberinto enY (vea figura 7) con dos cajas-
meta. Al final del brazo derecho de la Y había agua y, al final del brazo izquierdo,
comida. Durante el periodo de entrenamiento se manejaron ratas que no estaban ni
hambrientas ni sedientas. Se saciaban tanto con comida como con agua antes de los
ensayos del día. Sin embargo, estaban dispuestas a correr porque después de cada reco-
rrido, eran sacadas de cualquiera de las cajas finales y puestas en unajaula vivajunto
con otros animales. De esta forma se les hizo cuatro pruebas diarias durante siete días,
dos pruebas a la derecha y dos a la izquierda.
En la prueba crucial, los animales fueron divididos en dos subgrupos, uno forma-
do sólo por ratas hambrientas y el otro sólo por sedientas. Entonces se encontró que en
la primera prueba, el grupo hambriento se dirigía de inmediato a Ia izquierda, donde
estadísticamente la comida había estado con mayor frecuencia que a la derecha. Y el
grupo sediento se iba a la derecha, donde estadísticamente el agua había estado con
mayor frecuencia que a la izquierda. Estos resultados indicaron que en las condiciones
anteriores, no diferenciales y con la muy ligera recompensa de simplemente ser devuel-
tos a sus jaulas, no obstante los animales habían estado aprendiendo dónde estaba el
agua y dónde la comida. En pocas palabras, adquirieron un mapa cognitivo al efecto de
que la comida estaba a la izquierda y el agua a la derecha, aunque durante la adquisi-
ción de este mapa no hubieran mostrado ninguna propensión estímulo-respuesta a ir
más hacia el lado que posteriormente se convirtió en la meta.
226 Conductismo
tV'ëase: K. F. Muenzinger, Prueba y error indirectos en un punto de elección: L Examen general de sus
relaciones con la eficiencia del aprendizaje. J. Genet. Psychology, 1938, J3,75-86.
Edward C. Tolman 227
pre la correcta. Si salta a ella, la puerta cae abierta y obtiene alimento en la plataforma
que está atrás. Si, por otra parte, el animal salta incorrectamente, encuentra cerrada la
puerta y cae en una red a unos 60 centímetros abajo, de donde es recogido y vuelto a
colocar en el pedestal para volver a empezar.
Usando una configuración similar (vea la figura 9), pero con una plataforma fren-
te a las puertas de modo que si la rata elegia incorrectamente pudiera volver a saltar y
empezar de nuevo, encontré que, cuando la elección era fácil, digamos entre una puerta
blanca y otra negra, los animales no sólo aprendían más rápido sino que hacían más PEI
que cuando la prueba era dificil, digamos una puerta blanca y otra gris (vea la figura
10). Después se vio (vea la figura 1l) que el PEI empezó a aparecerprecisamente
cuando las ratas empezaban a aprender (o poco antes). Después de haber establecido el
aprendizaje, sin embargo, el PEI empezó a reducirse. Aún más, en un estudio de dife-
rencias individuales, realizado por Geieq Levin y yo2 (en realidad hecho por Geier y
Levin) usando el mismo aparato de discriminación, se encontró que con exactamente la
misma dificultad de problema, el animal más listo hacía más PEI.
ción de hipótesis, prueba y error indirectos y discriminación visual en ratas. Compar Psychol' Monogr., 1941, 17,
No 3.
1
T
228 Conductismo
Curvas de aprendizaje
Número promedio de recorridos correctos por día
¡=11
./ '-crã -
medio
,rta¡=:orn'.--/'
I 1011
Dfas
3L. L. Jackson, PEI en un laberinto elevado. I Comp. Psychol., 1943, 36, 99-107.
T.
230 Conductísmo
10
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tÀ I8
7
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4
3
2
1
1 2 3 4 s 6 7 8 nolLrt 12 13 14 15 16 17 18 1e20
más estupidas hacen más PEI. La explicación, como yo lo veo, es que, en el caso de los
laberintos, las ratas conocen sus instrucciones. Para ellas es natural esperar que la mis-
ma trayectoria espacial conduzca siempre al mismo resultado. Eso no hay que decírselo
a las ratas en el laberinto.
Pero, ahora, ¿cuál es el significado final de todo este PEI? ¿Cómo afectan a nues-
tro argumento teórico estos hechos acerca de PEI? Mi respuesta es que estos hechos
ofrecen apoyo adicional a la doctrina de la construcción de mapas. El PEI, como yo lo
veo, es prueba de que en etapas críticas sea al captar por primera vez las instruc-
-ya es cuál- la actividad del animal ya no
ciones o después, al asegurarse de qué estímulo
es sólo la de responder pasivamente a estímulos discretos, sino más bien la de seleccio-
nar y comparar estímulos. Esto me lleva entonces al tercer tipo de experimentos.
(3) "Búsqueda de estímulo ". Me remito a un experimento reciente y en extremo
importante, me parece, realizado para su tesis doctoral por Hudson. Hudson empezó a
intcresarse en la cuestión de si las ratas podían o no aprender una reacción de rechazo
en una sola prueba. Sus animales fueron probados uno a la vez en una jaula viviente
(vea la figura 13) con un pequeño diseño visual de franjas en un extremo en el que
estaba montada \rnataza de comida. Larata hambrienta se aproximaba a la tazay co-
mía. Se instaló un dispositivo eléctrico de modo que cuando larata tocara latazareci-
biera una descarga eléctrica.Y pareció que una sola descargaera suficiente. Pues cuando
T l
Edward C. Tolman 231
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Días
la rata era colocada en la misma jaula días e incluso semanas después, por lo general
mostraba de inmediato fuertes reacciones de rechazo hacia el diseño visual. El animal
se retiraba de ese extremo de la jaula, apilaba aserrín para cubrir el diseño, o mostraba
otras reacciones divertidas, todas las cuales eran de naturaleza de retirarse del diseño o
hacerlo desaparecer.
Pero el hallazgo particular que ahora me interesa apareció como resultado de una
modificación de este procedimiento estándar. Hudson observó que los animales,
antropomórficamente hablando, con frecuencia parecían buscar alrededor después de
la descarga para ver qué era lo que los había golpeado. De ahí se le ocurrió que, si se
hiciera que el diseño desapareciera en el instante en que ocurriera la descarga, quizá las
ratas no establecieran esa asociación. Y esto fue lo que ocurrió en efecto en el caso de
muchos individuos. Hudson agregó más conexiones eléctricas de modo que la descarga
se recibiera al estar comiendo, las luces se apagaran, el diseño y lataza salieran de la
vista y las luces volvieran a encenderse, todo en cuestión de un segundo. Cuando tales
animales fueron puestos en la jaula 24 horas después, un alto porcentaje no mostró
rechazo hacia el diseño. O, para citar las propias palabras de Hudson:
'Aprender qué objeto evitar ... puede ocurrir exclusivamente en el periodo posterior a
la descarga. Pues si el objeto del que realmente se recibe la descarga es eliminado en el
momento de ésta, un número significativo de animales no aprenden a evitarla, algunos
seleccionan otras características del ambiente para el rechazo y otros no evitan nada."
En otras palabras, creo que este experimento refuerza la noción del carácter selectivo
ampliamente activo de la construcción del mapa cognitivo en la mta. Con frecuencia tiene
232 Conductisno
que buscar activamente los estímulos significativos para formar su mapa y no tan sólo
recibir y reaccionar pasivamente a todos los estímulos que están presentes fisicamente.
Veamos ahora el cuarto tipo de experimentos.
(4) Los experimentos de "hipótesß ". Tanto la noción de las hipótesis en las ratas
como el diseño de los experimentos para demostrarlas deben acreditarse a Krech. K¡ech
usó una caja de discriminación de cuatro compartimientos. En dicha caja de cuatro opcio-
nes, el experimentador puede determinar cuál es la puerta correcta en cada punto de
elección, en términos de que esté clara u oscura, a la derecha o a la izquierda, o varias
combinaciones de esto. Si se aleatorizan todas las posibilidades de las 40 elecciones he-
chas en 40 recorridos de las pruebas de cada día, el problema podría resultar insoluble.
cuando se hizo esto, Krech encontró que cada rata pasaba por una sucesión de
elecciones sistemáticas. Esto es, una rata determinada podría empezar eligiendo prácti-
camente todas las puertas de la derecha, y después, todas las puertas oscuras, y así
sucesivamente. Krech llamó "hipótesis" a este tipo de elección sistemática, persistente
y por encima de la probabilidad. Al usar este término, obviamente él no trata de impli-
car procesos verbales en la rata, sino simplemente se refiere a lo que yo he estado
llamando mapas cognitivos que, así parece por sus experimentos, se establecen de ma-
nera tentativa para ser probados primero una y después otra hasta que, si es posible, se
encuentra uno que sí funcione.
Finalmente, es de señalarse que estos experimentos de las hipótesis, como los de
aprendizaje latente, PEI y los de "búsqueda de estímulo", como tales no arrojan ningu-
na luz sobre el ancho de los mapas seleccionados, pero sí indican el carácter general ãel
aprendizaje, similar al mapa y autoiniciado.
I
Para empezar a atacar el problema del ancho de los mapas, permítanme dirigirme
al último grupo de experimentos.
(5) Experimentos de "orientación espacial".Yaen 1929 Lashley había informado
incidentalmente acerca del caso de una pareja de ratas suyas que, después de haber
aprendido un laberinto de callejones, retiraron latapa cerca de lacaja inicial, treparon
para afuera y corrieron directamente por encima de la tapa hacia la caja-meta, donde
volvieron a descender y comieron. Otros investigadores han reportado hallazgos simi-
lares. Todas estas observaciones sugieren que las ratas realmente elaboran mapas espa-
ciales amplios que abarcan más de las trayectorias específicas para las que están
entrenadas. En los experimentos de los que ahora se va a informar esta posibilidad ha
sido sometida a mayores exámenes.
En el primer experimento, Tolman, Ritchie y Kalish (en realidad Ritchie y Kalish)
usaron la configuración mostrada en la figura 15.
Este era un laberinto elevado. Los animales corrían de A, a través de la mesa
abierta circulaç a lo largo de CD (que tenía paredes de callejones) y finalmente hasta
G, la caja de la comida. H era una luz que brillaba directamente abajo de la trayectoria
de G a F. Después de cuatro noches, tres pruebas por noche, en las que las ratas apren-
dieron a correr directamente y sin titubear de A a G, se modificó el aparato por el radial
que se muestra en la figura 16. La trayectoria inicial y la mesa quedaron igual, pero se
le agregó una serie de senderos radiales.
Los animales fueron colocados otravezenA, corrieron a través de la mesa circular
hacia el callejón y se encontraron bloqueados. Entonces regresaban a la mesa y empeza-
ban a explorar prácticamente todos los senderos radiales. Después de avanzarsólo unos
centímetros en cualquier sendero, cadarata finalmente decidía recorrer por completo uno
de ellos. El porcentaje de ratas que finalmente elegían alguno de los senderos largos del I
al I 2 se muestra en la figura I 7. Parece que había una tendencia preponderante a elegir el
sendero número 6, que llegaba a un punto situado a unos diez centímetros de donde había
estado lacaja de comida. El único otro sendero elegido con cierta frecuencia apreciable es
el l; esto es, el que apuntaba perpendicularmente al lado de la comida en el cuarto.
Estos resultados parecen indicar que las ratas de este experimento habían aprendi-
do no sólo a correr rápidamente por la tortuosa ruta original, sino también, cuando ésta
estuvo bloqueada y se presentaron senderos radiales, aprendieron a seleccionar uno que
apuntaba directamente hacia el punto donde había estado la comicla o, al menos, a
',1
234 Conductismo
t
I
Edward C. Tolman 235
toria inicial y la cubierta de la mesa para que ahora estuvieran en la posición mostrada
en la figura 19. Las líneas punteadas representan la posición anterior. Y se agregó una
serie de senderos radiales. ¿Qué ocurrió? Nuevamente las ratas corrieron a través de la
mesa hacia el callejón central. Cuando, sin embargo, lo encontraron bloqueado, regre-
saron a la mesa y eslavez pasaron muchos segundos tocando y aventurando sólo unos
pasos prácticamente en todos los senderos. Finalmente, sin embargo, en siete minutos,
42 delas 50 ratas eligieron una trayectoria y la recorrieron en su totalidad. En la figura
20 se muestran los senderos finalmente elegidos por los l9 de estos animales que se
alimentaban en F, y por los 23 que se alimentaban en Fr.
Esta vez, las ratas tendieron a elegir no los senderos que apuntaban directamente
a los lugares dondc había estado la comida, sino más bien a los que corrían perpendicu-
larmente a los lados correspondientes de la habitación. Los mapas espaciales de estas
ratas, cuando los animales empezaban del lado opuesto de la habitación, no eran, pues,
totalmente adecuaclos a la posición precisa de la meta, pero sí eran adecuados a los
lados correctos de la habitación. En pocas palabras, los mapas de estos animales no
eran de ninguna fonna cstrechos y de tipo franja.
Con esto termina nli informe sobre los experimentos. Fueron los experimentos de
aprendizaje latente,los expt'rime ntos de PEI,los experimentos de búsqueda de estímulo,
Ios experimentos de hipóte.ris y cstos últimos, los experimentos de orientación.espacial.
236 Conductismo
L3
Jaulas de ratas
Figura 1B
(De B. F. Ritchie, tesis de doctorado, "Spatial learning in rats".
Depositada en la Biblioteca de la Universidad de California, Berkeley,
California.)
A manera de ilustración, permítanme sugerir que por lo menos los tres mecanis-
mos llamados, respectivamente, "regresión", "fijación" y "desplazamiento de agresión
hacia el grupo externo", son expresiones de mapas cognitivos que son demasiado estre-
chos y que se forman en nosotros como resultado de una motivación muy violenta o
una frustración muy intensa.
(a) Consideremos la regresión.Éste es el término que se emplea en aquellos casos
en los que un individuo, ante un problema demasiado dificil, regresa a sus anteriores
formas infantiles de conducta. Así, por poner un ejemplo, un caso de regresión sería la
sobreprotegida mujer de edad madura (de la que informó hace dos años la revistaTime)
que, después de haber perdido a su esposo, regresó þara gran apuro de sus hijas creci-
das) a vestirse con una moda juvenil y a competir con ellas por sus novios y, finalmente,
a actuar como una niña que requería atención continua. No quisiera que ustedes confia-
ran mucho en la precisión informativa de Time, pero tal caso extremo no es muy dife-
238 Conductismo
A
I
-J-
ØLs
Jaulas de ratas
,,Spatial learning
Igutu.19. (De B. F. Rítchie, tesis de doctorado, in rats,,.
Depositada en la Biblioteca de la universidad de carifornia, Þerkeley,
California.)
Figura 20 (a)Trayectorias seleccionadas por las ratas dglgrupo F,; (b) Trayec-
toiias seleccionadas por las ratas del grupo F,. (De B. F. Ritchie, tesis de docto-
rado, ,,Spatial learning in rats". Depositada ein la Biblioteca de la universidad
de California, Berkeley, California.)
Muchos psicólogos, como los filósofos antes que ellos, han buscado en sí mismos la
explicacibn de su conducta. Han percibido sentimientos y observado procesos mentales a
través de la introspección. Sin embargo, la introspección nunca ha sido muy satisfacto-
ria. Los filósofos han reconocido su inadecuación, al tiempo que insisten en que' no
obstante, es el único medio del autoconocimiento. Los psicólogos alguna vez trataron
de mejorarla mediante observadores entrenados y los instrumentos de metal de los que
William James tenía tan mala opinión. La introspección ya no se usa tanto. Los psicó-
logos cognitivos pueden ver representaciones e incluso sostener que éstas son las úni-
cai que pueden uðtse, pero ya no pretenden verse a sí mismos procesándolas. En cambio,
al igual que los psicoanalistas, que se enfrentan al mismo problema con los procesos
qu" no pueden Jer vistos por ser inconscientes, se han vuelto a la teoría. Las teorías
necesitan confirmación, sin embargo, y para ello muchos se han dirigido a la ciencia
cerebral, donde puede decirse que los procesos se inspeccionan y no que se
introspeccionan. Si la mente es "lo que hace el cerebro", el cerebro puede ser estudiado
como se estudia cualquier otro órgano. Con el tiempo, pues, la ciencia del cerebro
deberá decirnos qué significa construir una representación de la realidad almacenar
una representación en la memoria, convertir una intención en acción, sentir alegría o
dolor, extraer una conclusión lógica y así sucesivamente.
Skinner, B. F. ( I 990). ¿Puede la psicología ser una ciencia de la mente? I merican Psychologist,
45: 1206-1210. Copyright O 1990 de American Psychological Association. Reproducido con
autorización. Este artículo fue concluido el I 7 de agosto de I 990, la tarde anterior a la muerte del
doctor Skinner. Sirvió de base para el discurso principal que pronunció en la XCVIII convención
anual de la Asociación Psicológica de Estados Unidos, en Boston, Massachusetts.
La correspondencia con relación a este artículo debe dirigirse a Julie S. Vargas, President,
The B. F. Skinner Foundation. P. O. Box 84, Morgantown, WV 26507.
242 Conductisnto
Pero, ¿inicia el cerebro la conducta, como se dice que hacen la mente o el yo? El
cerebro es parte del cuerpo y lo que hace es parte de lo que hace el cuerpo. Lo que hace
el cuerpo es parte de lo que debe explicarse. ¿De dónde ha venido este cuerpo con
cerebro y por qué cambia en forma tan sutil de un momento a otro? No podemos encon-
trar respuestas a preguntas de este tipo en el cuerpo con cerebro mismo, observado ya
sea introspectivamente o con los instrumentos y métodos de la fisiología.
La conducta del organismo como un todo es el producto de tres tipos de variación
y selección. El primero, la selección natural, es responsable de la evolución de las espe-
cies y, por tanto, de la conducta de la especie. Todos los tipos de variación y selección
tienen ciertas fallas y una de ellas es especialmente importante para la selección natu-
ral: prepara a una especie sólo para un futuro que se parezca al pasado donde se realizó
la selección. La conducta de la especie es efectiva sólo en un mundo que se asemeje
estrechamente al mundo en el que evolucionó la especie.
Lafalla fue corregida por la evolución del segundo tipo de variación y selección,
el condicionamiento operante, a través del cual las variaciones de la conducta del indi-
viduo son seleccionadas por las características del ambiente que no sean suficiente-
mente estables para desempeñar algún papel en la evolución. En el condicionamiento
operante, la conducta se refuerza, en el sentido de que se fortalece o de que se hace más
probable que ocurra, por ciertos tipos de consecuencias, que adquirieron primero el
poder de reforzar mediante la selección natural.
Para el condicionamiento operante es decisiva una segunda falla en la variación y
selección: la selección debe esperar a la variación. El proceso, por lo tanto, suele ser lento.
Esto no era problema para la selección natural puesto que la evolución puede llevar millo-
nes de años, pero el repertorio de conducta operante debe construirse en el transcurso de
una vida. El condicionamiento operante debe resolver el "problema de la primera instan-
cia": ¿cómo y por qué ocurren las respuestas antes de que éstas hayan sido reforzadas?
El problema fue resuelto en parte por la evolución de procesos a través de los
cuales los individuos aprovechan la conducta adquirida anteriormente por otros. La
imitación es un ejemplo. Por lo general, pone al imitador en contacto con las conse-
cuencias reforzadoras responsables de la conducta imitada. La conducta del imitador es
"preparada", en el sentido en que se hace que ocurra por primera vez y generalmente
cuando es probable que sea reforzada.
En este punto, la especie humana parece haber dado un paso evolutivo único.
Otras especies también imitan, pero si modelan la conducta a ser imitada, es sólo como
producto de la selección natural. La consecuencia de modelar, la conducta del imitador,
es demasiado remota para que sirva como reforzador operante. Sólo en la especie hu-
rnana la conducta del imitador refuerza al modelo.
La especie sufrió otro cambio evolutivo único cuando la musculatura vocal quedó
bajo control operante y cuando empezô a formarse y a mantenerse la conducta vocal
gracias a sus consecuencias reforzadoras. La gente podía preparar la conducta de otros,
diciéndoles qué hacer o mostrándolo. (En un presunto paso posterior se agregaron con-
secuencias reforzadoras temporales para que fuera más probable que la conducta per-
maneciera en vigor hasta que la consecuencíapara la cual estaba preparada entrara en
acción. Agregar refuerzos temporales de esta manera es enseñar.)
B. F. Skínner 243
Los consejos pueden ser útiles en más de una ocasión y entonces se ofrecen o
enseñan de manera que pasen de una persona a otra o de generación en generación. Las
máximas ("regla máxima") y los proverbios ("palabras puestas por delante") son ejem-
plos de esto. Se refieren a contingencias más bien generales de refuerzo; un centavo
(así como muchas otras cosas) ahorrado es un centavo (así como muchas otras cosas)
ganado. Las reglas son dichos transmitidos por los grupos, generalmente con conse-
cuencias de refuerzo más fuertes. Las leyes de gobierno y religión se refieren a las
contingencias de refuerzo (por lo general negativo) mantenidas por esas instituciones.
Tienen el efecto de advertencias: al obedecer la ley, la persona evita conducirse de una
forma que sería castigada. Las leyes de la fìsica y la química ("reglas de acción efecti-
va") se refieren a contingencias de refuerzo mantenidas por el ambiente fìsico.
Modelar, decir y enseñar son las funciones de los ambientes sociales llamados
culturas. Cada cultura surge de contingencias propias de variación y selección y difiere
de otras en la medida en que ayudan a sus miembros a resolver los problemas. Los
miembros que los resuelven tienen más probabilidades de sobrevivir y con ellos sobre-
viven las prácticas de su cultura. En otras palabras, las culturas evolucionan, en un
tercer tipo de variación y selección. (Las culturas que forman y mantienen conductas
operantes son exclusivamente humanas. Las sociedades animales tienen muchas carac-
terísticas similares, pero sólo como producto de contingencias de supervivencia.) La
evolución cultural no es un proceso biológico, pero por ser un tipo de variación y selec-
ción, tiene sus mismas fallas. El hecho de que una cultura prepare a un grupo sólo para
un mundo que se asemeje al mundo en el que evolucionó la cultura es la causa de
nuestra preocupación actual por el futuro de una tierra habitable.
El proceso de variación y selección tiene una tercera falla. Las variaciones son
aleatorias y las contingencias de la selección, accidentales. Lo que evolucionó no es
una sola especie que se desarrolló lentamente, sino millones de especies diferentes,
compitiendo entre sí por su lugar en el mundo. El producto del condicionamiento ope-
rante no es un solo repertorio coherente sino miles de pequeños repertorios, entre los
cuales deben resolverse de alguna manera los conflictos. La evolución de los ambientes
sociales no ha producido una sola cultura sino lnuchas, que con frecuencia están en
conflicto.
Aunque el control operante de la musculatura vocal es exclusivo de la especie
humana, rara vez, si acaso, se le menciona como su característica distintiva. Es más
probable que se mencione la presencia o ausencia de "conciencia" o "inteligencia cons-
ciente". Al comparar a las especies siempre lia sido un problema el papel desempeñado
por la mente/cerebro. Descartes eximió al "hombre" de su modelo mecánico de orga-
nismo y Wallace, a diferencia de Darwin, no creía que la evolución pudiera explicar la
mente humana. Los científicos del cerebro han expresado reservas similares. Los teóri-
cos de la evolución han propuesto que la "inteligencia consciente" es un rasgo evolu-
cionado, pero nunca han demostrado que las contingencias fìsicas de la supervivencia
pudieran seleccionar una variación no fisica. (Esta propuesta sirnplemente pone un
poco más fuera de la vista esta problemática distinción fisica-metafisica.) Se ha dicho
que quizá nunca sepamos cómo evolucionó la mente consciente, pues no sobreviviría
nada para que lo descubrieran los paleontólogos, pero el control operante de la muscu-
_1
244 Conductisnto
latura vocal y los actos de mostrar, decir y enseñar que le sucedieron sí han sobrevivido
y es posible que éstos expliquen la introspección y también lo que "se ve" con su ayuda.
La raiz spectare significa mirar. Decimos que "miramos" y "vemos" lo que está
ocurriendo dentro de nosotros mismos, pero no se ha descubierto ningún ojo interno.
Podemos evitar especificar un tipo de órgano diciendo observar, advertir o notar,mas
qve ver, y es significativo que observar, advertir y notar, y menos común señalar,
significan tanto decir como ver. Mucho depende de lo que significa percibir cualquier
parte del mundo con algún tipo de órgano. Las teorías de entrada-salida, como en los
modelos de estímulo-respuesta y procesamiento de información, establecen una clara
distinción entre percibir y hacer, Nos dicen que percibamos el mundo antes de acfuar en
é1. Sin embargo, el análisis experimental de la conducta asigna un papel muy diferente
al estímulo. Es más probable que ocurra una respuesta operante en presencia de un
estímulo que hubiera estado presente cuando se reforzó dicha respuesta. Percibir es
tanto un producto de la variación y selección como hacer. Es parte del hacer. Por razo-
nes similares, la selección natural explica la prontitud con la que responden inmediata-
mente los animales a características del ambiente que han sido decisivas para la
supervivencia de su especie, como la vista, el sonido o el olor de una oportunidad de
alimentarse o de sexo, o de una amenaza, incluso del peligro de lo desconocido. Los
animales presuntamente "reciben" todos los estímulos que les impresionan, pero es
posible que sólo respondan a aquellos que han desempeñado alguna parte en las contin-
gencias de selección. (No podemos saber si los animales no verbales ven estímulos que
nunca hayan desempeñado tal papel, pues tendríamos que arreglar contingencias
que contuvieran dichos estímulos para averiguarlo.) Nosotros mismos podemos ver
cosas con respecto a las cuales no tomamos ninguna acción práctica (por ejemplo,
vemos cosas que están fuera de nuestro alcance), pero posiblemente sólo porque hemos
hablado de ellas. Ver cosas sin tomar ninguna acción adicional es estar conscientes de
ellas. (La raíz de aware fconsciente en inglés] se encuentra también enwary [cautelo-
so]; tenemos cautela de las cosas que han sido parte de contingencias negativas de
selección.) La palabra consciente, que en inglés se usa con más frecuencia que awere,
significa conocimiento (del latín con-scientia): "saber con otros", alusión a las contin-
gencias verbales necesarias para estar consciente.
Todo esto es particularmente importante cuando lo que vemos esta dentro de nuestro
cuerpo, el tipo de visión al que generalmente aplicamos el término introspección. ¿Pero
qué vemos en realidad? Los psicólogos inquietos por la naturaleza metafisica de la vida
mental suelen decir que lo que vemos a través de la introspección debe ser el cerebro,
pero eso es poco probable. No tenemos nervios sensoriales que vayan a partes impor-
tantes del cerebro; el cirujano puede operarlo sin anestesia. Ninguna contingencia de la
selección hubiera promovido la evolución de tales nervios antes del surgimiento de
la conducta verbal y esto ocurrió ya muy tarde en la evolución de la especie. Es más
probable que lo que vemos a través de la introspección sean las primeras etapas de
nuestra conducta, las etapas que ocurren antes de que la conducta empiece a actuar
sobre el ambiente.
Percibir es una de estas etapas; vemos las cosas antes de que respondamos a ellas
en cualquiera otra forma y vemos que las estamos viendo cuando no estamos haciendo
I
B. F. Skinner
nada más. Las personas que nos preguntan si vemos cosas nos suministran contingen-
cias necesarias. El principio mismo de la acción es otra de las primeras etapas. Esto no
plantea ninguna pregunta acerca de la disponibilidad de nervios sensores porque debe-
mos ser capaces de ver las primeras etapas con los nervios necesarios para la acción
completa. (También es posible que en ocasiones no estemos en introspección, sino
respondiendo al ambiente externo, como cuando decimos "Voy a ir..." y significa "En
ocasiones como ésta, por lo general he ido...")
Se dice que los griegos descubrieron la mente, pero es más probable que hayan
sido los primeros en hablar con gran amplitud acerca de lo que vieron dentro de sí
mismos y así construyeran las contingencias necesarias para la introspección. La "gran
conversación" de la Academia de Platón habría creado las contingencias en las cuales
se habría visto cada vez más los inicios de la conducta. Debe haber sido un mundo
desconcertante. Vemos el mundo público que nos rodea, pero también lo sentimos,
oímos, gustamos y olemos. Con un mundo internO no hacemos más que "verlo". No es
sorprendente que los griegos lo hayan llamado metuftsico.
Por desgracia, lo que ellos vieron ocurría precisamente en el momento y lugar
en que podía confundirse con la causa de lo que hacían y, por lo tanto, era fácil suponer
que habían descubierto un ser o mente originarios. Sin embargo, si lo que veían simple-
mente era parte de lo que hacían, esto no era causa de lo que hacían, como tampoco el
impulso que toma el golfista lo es del golpe que recibe la pelota. Las primeras partes de
la conducta afectan a las posteriores, pero es la conducta como un todo lo que es pro-
ducto de la variación y la selección.
Tal análisis de la introspección y de la "conciencia" introspeccionada necesita
cuidadosa consideración, por supuesto, pero deben hacerse todos los esfuerzos por con-
servarlo pues nos exime de toda necesidad de apelar a un tipo especial de conocimiento
o un tipo especial de materia conocida. Permanece dentro del mundo de la fisica y la
química y de las ciencias de la variación y la selección. Evita toda sugerencia de ruptu-
ra en los procesos de variación y selección. Hay dos ciencias establecidas, cada una con
un objeto de estudio claramente definido, que tienen relación con la conducta humana'
Una es la fisiología del cuerpo con cerebro: cuestión de órganos, tejidos, células y los
cambios eléctricos y químicos que ocurren dentro de ellos. La otra es un grupo de tres
ciencias dedicada a la variación y selección que determinan la condición del cuerpo
con cerebro en cualquier momento: la selección natural de la conducta de las especies
(etología), el condicionamiento operante de la conducta del individuo (análisis
conductual) y la evolución de los ambientes sociales que preparan la conducta operan-
te y amplían en gran medida su rango (parte de la antropología). Puede decirse que las
tres están relacionadas de este modo: la fisiología estudia el producto del cual las cien-
cias de la variación y selección estudian la producción. El cuerpo funciona como Io
hace debido a las leyes de la fisica y la química; hace lo qtre hace debido a que está
expuesto a las contingencias de la variación y selección. La fisiología nos dice cómo
funciona el cuerpo; las ciencias de la variación y la selección nos dicenpor qué es un
cuerpo lo que funciona de ese modo.
Las dos ciencias observan principios causales muy diferentes. El cuerpo con cere-
bro obedece las leyes de la fisica y la química. No tiene libertad y no toma decisiones.
246 Conductismo
Ninguna otra visión del "hombre como máquina" (en este caso una máquina bioquímica)
ha tenido jamás mejor apoyo. Algunos científicos del cerebro han sostenido que el
cerebro debe tener características estructurales que permitan la libertad de elección, la
creatividad y cosas similares, pero al hacerlo, lo sostienen a partir de lo que hace el
cerebro, más que de su estructura. También se ha dicho que en el cerebro puede ocurrir
variación y selección, pero aunque el cerebro, al igual que cualquiera otra parte del
cuerpo, sufre variaciones, las contingencias selectivas están en el ambiente.
Cuanto más conocemos al cuerpo con cerebro como una máquina bioquímica,
menos interesante resulta en su relación con la conducta. Si hay libertad ésta ha de
encontrarse en la aleatoriedad de las variaciones. Si se crean nuevas formas de conduc-
ta, éstas son creadas por la selección. Las fallas en la variación y la selección son causa
de problemas fascinantes. Debemos adaptarnos a situaciones nuevas, resolver conflic-
tos, encontrar soluciones rápidas. Una estructura bioquímica conforme a la ley no hace
nada de este tipo.
Las simulaciones computarizadas de la conducta humana son máquinas electróni-
cas diseñadas para comportarse tal como se comporta la máquina bioquímica del cuer-
po. Sabemos cómo están diseñadas y construidas y de ahí que no preguntemos acerca
de su origen. Por la misma raz6n, sin embargo, las simulaciones no son de interés
particular para los analistas de la conducta. Las cosas interesantes de Ia vida vienen de
los caprichos de la variación y la selección en la construcción de la máquina.
El análisis conductual es la única de las tres ciencias de variación y selección que
ha de ser estudiada a fondo en el laboratorio. Los etólogos observan la conducta en el
campo y reconstruyen la evolución a partir de las evidencias que sobreviven de los
primeros tiempos. La etología está apoyada por una ciencia de laboratorio, la genética,
pero aún nadie ha producido una nueva especie con un repertorio de conducta innata en
condiciones de laboratorio. La evolución de una cultura también es básicamente cues-
tión de inferencias a partir de la historia. Es la velocidad lo que cuenta; sólo el
condicionamiento operante ocurre a la velocidad necesaria para ser observado de prin-
cipio a fin. Por la misma razón es la única de las tres ciencias que es muy empleada para
propósitos prácticos de la vida cotidiana.
Por lo tanto, es dificil entender por qué el condicionamiento operante no ha atraí-
do más atención. En muchos casos simplemente se pasa por alto el papel de la variación
y la selección en la conducta del individuo. Por ejemplo, la sociobiología brinca de lo
socio- a lo bio-, pasando por encima al individuo que los vincula. Muchos de los psicó-
logos que han estudiado la conducta también han desdeñado la variación y selección.
La ley de efecto de Thorndike llegó cerca, pero su experimento sugiere que las varia-
ciones eran pruebas y las consecuencias, errores. Watson, Lashley y Hull apelaron a la
formación de hábitos y al estímulo y respuesta. El propósito de Tolman, como la orien-
tación de la meta o la utilidad subjetiva esperada, proyectaba copias de consecuencias
pasadas en el futuro como una atracción que parecía arrastrar hacia sí a la conducta.
El análisis de la conducta es la más joven de las tres ciencias (las teorías de
selección natural y la evolución de las culturas datan de mediados del siglo xrx y el
análisis de la conducta, sólo de fines del primer tercio del xx), pero la inmadurez no
explicará por qué ha sido desdeñado con tanta frecuencia. Una mejor explicación po-
B. F. Skinner 247
dría ser que su campo ha estado ocupado tanto tiempo por la teoría de una mente o ser
interno original, que es en extremo fascinante.
Nosotros no hallamos el idioma de la ciencia del cerebro y del análisis de la con-
ducta en nuestra vida cotidiana. No podemos ver el cerebro y conocemos muy poco de
la historia de la variación y la selección responsable de un caso dado de conducta. En
cambio, usamos un lenguaje que empezó a existir mucho antes de que hubiera filósofos
o científicos de cualquier tipo. Es llamado propiamente un idioma vernáculo. Este tér-
mino significa, como su raíz significaba para los romanos, el idioma de la casa, de la
vida cotidiana. Todos lo hablamos. Es el habla de los periódicos, las revistas, los libros,
la radio y la televisión. Cuando se habla de la conducta del individuo, es el lenguaje de
los científicos de la conducta: psicólogos, sociólogos, antropólogos, politólogos y eco-
nomistas. William James escribio sus Principios de psicología en el idioma vernáculo.
Los conductistas lo hablan en su vida cotidiana (y losjóvenes conductistas deben aprender
a hablarlo sin abochornarse).
La lengua vernácula se refiere a muchos sentimientos y estados de la mente. En
inglés, por ejemplo, decimos que sentimos ganas de hacer o que necesitarn os hacer algo
para satisfacer nuestros deseos. Decimos que estamos hambrientos y estamos pensan-
do en conseguir algo para comer. Es fácil suponer que las referencias son a una mente
incipiente pero, conìo hemos visto, las alusiones útiles son a contingencias previas de
selección o a los inicios de acción. De "Tengo hambre" inferimos que la persona no ha
comido por algún tiempo y que probablemente comerá cuando disponga de alimento.
De "Estoy pensando en conseguir algo para comer" inferimos una probabilidad de ac-
tuar para que el alimento esté disponible.
Mediante el uso de la lengua vernácula, con sus alusiones a la historia personal y
a la probabilidad de acción, la psicología ha surgido como una profesión efectiva, esen-
cial y muy respetada. El intento de usar las referencias aparentes a una mente incipiente
y de convertir la lengua vernácula al idioma de la ciencia, sin embargo, fue un error.
Watson y otros de los primeros conductistas pensaron que el error radicaba en usar la
introspección. ¿Qué tan bien podían percibirse los sentimientos y verse los procesos
mentales? Anticipándose al positivismo lógico, sostuvieron que un evento visto por
una sola persona no tenía lugar en la ciencia. El problema, sin embargo, no era la intros-
pección. Era el ser o la mente incipiente al cual la introspección parecía tener acceso.
En el contacto cara a cara con otra persona son inevitables las referencias a un ser
incipiente. Existe un "tú" y existe un "yo". Yo veo lo que "tú" haces y oigo lo que "tú"
dices, y tú ves lo que "yo" hago y oyes lo que "yo" digo. No vemos las historias de
selección responsables de lo que se hace y, por tanto, inferimos un origen interno, pero
el exitoso uso de la lengua vernácula en la práctica de la psicología no ofrece ningún
apoyo para su uso en la ciencia. En el análisis científico, las historias de variación y
selección desempeñan el papel del iniciador. En el análisis científico de la conducta no
hay lugar para una mente o el yo.
¿Qué hemos de hacer, pues, con el hecho de que durante cien años los psicólogos
hayan tratado de construir precisamente tal ciencia de la mente? ¿Qué hay de los bri-
llantes análisis que se han hecho de la inteligencia o de las pretensiones del valor del
concepto de utilidad subjetiva esperada de las ecuaciones que se han escrito para des-
T
248 Conductismo
cribir el espacio psicológico? ¿Han sido éstas parte de una búsqueda de algo que no
existe? Parece que debemos decirlo así, pero no todo está perdido. La inteligencia,
nunca introspectible, claramente es una inferencia de la conducta muestreada en prue-
bas de inteligencia, y un análisis de los diferentes tipos de inteligencia es un análisis de
diferentes tipos de conducta. La expectativa, otra palabra que viene de specere, o "ver",
no es posible que signifique ver el futuro y debe ser el producto de pasadas contingen-
cias de refuerzo. La utilidad significa aplicación o uso, el acto o medio de hacer algo de
tal forma que se produzca una consecuencia. El espacio psicológico es el espacio real
conforme entra en el control de las contingencias de refuerzo; está en juego el grado
en que un estímulo, presente cuando se refuerza una respuesta, se generaliza de tal
modo que estímulos similares que no estaban presentes ejercen control. En pocas pala-
bras, los psicólogos, sin proponérselo, han estado analizando contingencias de refuer-
zo, las mismas contingencias responsables de la conducta erróneamente atribuida a un
origen interno.
Pero, ¿qué hay de los ilustres filósofos que, a lo largo de los siglos, han tratado de
seguir el precepto del oráculo de Delfos y conocerse a sí mismos a través de la intros-
pección? ¿Hay allí una justificación similar o han estado inútilmente persiguiendo una
quimera? Decirlo así parecería un poco arrogante si no hubiera un paralelismo esclare-
cedor. Hombres y mujeres igualmente ilustres han estado buscando por mucho más
tiempo y mayor dedicación otro Creador, escrito esta vez con "C" mayúscula, cuyos
presuntos logros también han sido puestos en tela de juicio por la ciencia. Fue Darwin,
por supuesto, el que marcó la diferencia. Ésta se sostiene para el origen de la conducta
como para el origen de las especies. Casi siglo y medio después, la evolución no se
entiende en sentido amplio. Se le oponen vigorosamente los defensores de un creador.
Como resultado, sigue siendo imposible enseñar biología adecuadamente en las escue-
las de Estados Unidos. Se ha propuesto que se enseñe en su lugar una ciencia de la
creación. El papel de la variación y la selección en la conducta del individuo padece
la misma oposición. La ciencia cognitiva es la ciencia de la creación de la psicología,
mientras ésta lucha por mantener la posición de una mente y de una entidad propia.
La historia de la psicología es informativa. Empezó hace cien años con la búsque-
da introspectiva de la mente. Watson atacólaintrospección en su manifiesto conductista
de l9l3 y por ésa u otras razones se abandonó la introspección. Los conductistas se
volcaron al estudio de la conducta por sí misma y los psicólogos no conductistas
se volvieron a la conducta de profesores, estudiantes, terapeutas, clientes, niños que
crecían año con año, personas en grupos, y así sucesivamente.
Los psicólogos cognitivos trataron de restablecer el statu quo. El conductismo,
dcclararon, había muerto. No podían querer decir que los psicólogos ya no estudiaban
la conducta, de animales en laboratorio y de profesores, estudiantes, terapeutas, clien-
tcs, ctcétera. Lo que esperaban que estuviera muerto era invocar la selección por conse-
cuencias para explicar la conducta. La mente, o a falta de ella, el cerebro, debía restaurarse
a la posición que le correspondía por derecho.
Debido a su semejanza con la lengua vernácula, la psicología cognitiva era fácil
de entender y, por un tiempo, tuvo éxito la llamada revolución cognitiva. Eso quizá
incrementó la velocidad a la que los analistas de la conducta se apartaron de la institu-
B. F. Skínner 249
ción psicológica, frmdando sus propias asociaciones, celebrando sus propias reuniones,
publicando sus propias revistas. Fueron acusados de construir su propio guetto,perc
simplemente est¿ban aceptando el hecho de que tenían muy poco que ganar con el
estudio de una mente creativa.
La psicologla cognitiva fire dejada como la compañera cientlfica de una profesión
y el sopórte cientlfico de los campos educativos, cllnicos, de desarrollo, social y mu-
ôhos otros de la psicologla. La ayuda que les ha dado no ha sido notoria. Una versión de
la lengua vernáCula refinada para el estudio de la vida mental apenas es más rltil que la
versión lega, en especial cuando la teorla empieza a rcemplazat a la introspección.
Hubiera sido mucho más rltil el análisis de la conducta. Hubiera a¡rdado de dos mane-
ras, aclarando las contingencias de refuerzo a las que alude la lengUa vernácula, y ha-
ciendo posible diseñar mejores ambientes: ambientes personales que resolverían
problernas existentes y ambientes grandes o culturas en las que habrla menos proble-
mas. Conocer mejor la variación y selección significæá una profesión más exitosa,
pero el que el análisis de la conducta sea llamado psicologla es una cuestión que deci
dirá el futuro.
-7
T -l
VIII. EL MOVIMIENTO DE
LA TERCERA TUERZA
Podría ser más fácil especificar lo que no es el movimiento de la "tercera fuerza" que
lo que sí es. No es psicoanálisis, no es una psicología objetiva y basada en experi-
mentos como el conductismo. Si bien es congruente con las preconcepciones de la
actividad mental, el movimíento de la tercera luerza obtiene sus apoyos intelectuales
de la bibliografía y de las metodologías del existencialismo y la fenomenología euro-
peos, así como de autores estadounidenses que invocaron una psicología humanista
que no necesariamente sea rigurosamente científica como las ciencias naturales. El
movimiento de la tercera luerza ha logrado éxito en aplicaciones clínicas, lo cual es
apropiado, ya que trata de entender a la persona como individuo, que existe en un
contexto y tiempo particulares, y que lucha con las decisiones de la vida y asume su
responsabilidad por estas decisiones.
Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) fue un psicólogo francés que enseñó en
varias universidades de Francia y que abordó temas de importancia clínica en sus
investigaciones sobre la persona en una relación dinámica con su contexto ambien-
tal individual. Para Merleau-Ponty, la psicología no puede tratarse como una ciencia
objetiva en el mismo sentido que las ciencias naturales, porque los eventos psícoló-
gicos no son estímulos ni tampoco respuestas en términos de conducta, reflejos o
intercambios sinápticos de neurotransmisores. Más bien, un evento psicológico es un
intercambio dinámico entre el individuo y el ambiente, en el que están implicadas
capas y niveles de procesamiento, pero que tiene una unidad y una intención carac-
terísticas. En este extracto de La estructura de la conducta (1942), Merleau-Ponty
trata de distinguir a la psicología de los otros modos de investigación. Al final, con-
cluye con el hecho fundamental de la psicología, la conciencia, y el sentido de ser.
Estos son algunos temas sobre los que usted podría reflexionar acerca de la
selección de Merleau-Ponty:
251
252 El movimiento de la tercerafuerza
Referencias bibliográficas
Merleau-Ponty,M.(1942,'1963).Thestructureof behavior(A. Fisher, trad.). Boston, Beacon
Press, 1 24-"1 28, 22"1 -228.
Rogers, C. R. (1955). ¿Persona o ciencia? Una pregunta filosófica. American Psychologist,
10,267-278.
T I
rS/ 23.ê:/
Los capítulos antcriores nos enseñan a no explicar lo superior por lo inferior, como
dicen, y también a no explicar lo inferior por lo superior. Tradicionalmente, las reaccio-
nes inferiores o mecánicas que, como los eventos fisicos, son funciones de condiciones
antecedentes y así se desenvuelven en el tiempo y espacio objetivos, se distinguen de
las reacciones "superiores" que no dependen de estímulos, tomados materialmente,
sino más bien del significado de la situación y que, por lo tanto, parecen presuponer
una "opinión" sobrc esta situación, una prospección, y dejar de pertenecer al orden del
en sí mismo (en soi), para pertenecer ahora al orden del para sí mismo (pour soi). Estos
dos órdenes son transparentes para la mente: el primero es transparente para el modo de
pensar en fisica y cs como el orden externo en el que los sucesos se rigen unos a otros
desde el exterior; cl segundo es transparente para la conciencia reflexiva y es como el
orden interno en cl que lo que tiene lugar siempre depende de una intención. La con-
ducta, en tanto quc ticne una estructura, no está situada en ninguno de estos dos órde-
nes. No se desenvuclvc en el tiempo y espacio objetivos como una serie de eventos
fisicos; cada momcnto no ocupa un y sólo un punto del tiempo; más bien, en el momen-
to decisivo del aprcndizaje, un "ahora" dcstaca de entre la serie de "ahoras", adquiere
un valor particular y rcsume los agrupamientos que lo hayan precedido conforme se
compromete y anticipa cl futuro de la conducta; este "ahora" transforma la situación
singular de la experiencia cn una situación típica y la reacción efectiva en una aptitud.
Desde este momento, la conducta se Separa del orden del en sí (en soi) y se vuelve la
2Cf. supra,p.198.
3Ésta es la tesis de Jean Paul Sartrc, "La Transcendence de IJEgo".
aCf. supru,p. 126.
258 El movimiento de la tercera fuerza
Rogers, C. R. (1955). ¿Persona o ciencia? Una pregunta filosófica. American Psychologist, 10,
267-278. [Publicado también en Cross Currents: A Quarterly Review,1953, 3,289-306.]
260
Carl Rogers 261
LA ESENCIA DE LA TERAPIA
EN TÉRMINOS DE SU EXPERIENCIA
como de trance en la relación, del cual tanto el cliente como yo emergemos al final de
la hora, como de un profundo pozo o de un túnel. En estos momentos existe una verda-
dera relación "yo-tú", por tomar prestada la frase de Buber, un vivir atemporal en la
experiencia que está entre el cliente y yo. Está en el polo opuesto de ver al cliente, o a
mí mismo, como objeto. Es la cima de la subjetividad personal.
Con frecuencia estoy consciente del hecho de que no sé, cognoscitivamente, a
dónde está conduciendo esta relación inmediata. Es como si tanto el cliente como yo,
en ocasiones temerosos, nos dejáramos deslizar en la corriente del desarrollo, una co-
rriente o proceso que nos lleva en su curso. Es el hecho de que el terapeuta previamente
se haya dejado arrastrar por esta corriente o vida, y que lo haya encontrado gratificante,
lo que hace que cada veztengamenos miedo de zambullirse. Es mi confianza también lo
que le facilita al cliente embarcarse, un poco más cada vez. Con frecuencia parece
como que esta corriente de experiencia condujera a alguna meta. Probablemente la
declaración más cierta, sin embargo, sería que su carácter gratificante reside dentro del
proceso mismo y que su principal recompensa es que permite que, tanto el cliente como
yo, en forma independiente, nos dejemos ir en el proceso de desarrollo.
En cuanto al cliente, conforme avanza la terapia, descubre que se atreve a ser él
mismo, a despecho de todas las horribles consecuencias de las que tiene la certeza le
caerán encima si se permite convertirse en él mismo. ¿Qué significa esta conversión en
sí mismo? Parece significar menos miedo a las reacciones orgánicas, no reflexivas, que
uno tiene, un crecimiento gradual de la confianza e incluso del afecto por el complejo,
variado y rico surtido de sentimientos y tendencias que existen en uno en el nivel orgá-
nico. La conciencia, en lugar de ser el vigía de una colección de impulsos peligrosos e
imprevisibles, a pocos de los cuales puede permitir ver la luz del día, se vuelve el
cómodo habitante de una sociedad de amplia variedad de impulsos, sentimientos y
pensamientos, que resultan satisfactoriamente autónomos cuando no se les vigila con
miedo o con autoritarismo.
En este proceso de convertirse en sí mismo está implicada una profunda experien-
cia de elección personal. Él se da cuenta de que puede seguir oculto detrás de una
fachada o que puede correr los riesgos inherentes a ser él mismo; que él es un agente
libre que tiene en sí mismo el poder de destruir a otros o a sí mismo, y también el poder
de mejorar a otros o a sí mismo. Enfrentado a esta desnuda realidad de decisión, él elige
avanzar en dirección de ser él mismo.
Pero ser uno mismo no "resuelve problemas". Simplemente abre una nueva forma
de vida en la que hay más profundidad y altura en la experiencia de sus sentimientos, más
amplitud y mayor gama. Se siente más único y, por tanto, más solo, pero él es tanto más
real que sus relaciones con los demás pierden su cualidad artificial, se vuelven más pro-
fundas, más satisfactorias y atraen hacia la relación más de la realidad de la otra persona.
, Otra forma de considerar este proceso, esta relación, es que es un aprendizajepara
el cliente (y para el terapeuta en menor medida). Pero es un tipo extraño de aprendizaje.
Casi nunca el aprendizaje es notable por su complejidad y, en su punto más profundo,
las enseñanzas nunca parecen encajar bien en los símbolos verbales. Con frecuencia las
enseñanzas toman formas sencillas, como "yo soy diferente de los demás", "sí siento
odio contra él", "tengo miedo de sentirme dependiente", "siento lástima por mí mis-
Carl Rogers 263
mo", "soy egocéntrico", "sí tengo sentimientos de ternura y amor", "puedo ser 1o que
quiera ser", etcétera. Pero a despecho de su sencillezaparente, estas enseñanzas son
profundamente significativas, de una manera que es muy difìcil definir. Podemos con-
siderarlas de varias formas. Son enseñanzas auto-apropiadas, para empezar, basadas en
cierto modo en la experiencia y no en símbolos. Son análogas al aprendizaje del niño
que sabe que "dos más dos son cuatro" y que un día, aljugar con dos objetos y con otros
dos objetos, de pronto se da cuenta, en la experiencia de una enseñanza totalmente
nueva, de que "dos más dos si son cuatro".
Otra forma de entender estas enseñanzas es que constituyen un intento retrasado
por aparear símbolos con significados en el mundo de los sentimientos, empresa reali-
zadahace mucho en el ámbito cognoscitivo. Intelectualmente, apareamos cuidadosa-
mente el símbolo que seleccionamos con el significado que para nosotros tiene la
experiencia. Así, yo digo que algo sucedió "gradualmente", después de haber revisado
rápidamente (y en gran medida, de modo inconsciente) términos como "lentamente",
"imperceptiblemente", "paso a paso", etcétera, y de haberlos rechazado por no trasmi-
tir el matiz preciso del significado de la experiencia. Pero en el dominio de los senti-
mientos, nunca hemos aprendido a adosarle símbolos a la experiencia con ninguna
precisión de significado. Ese algo que siento que brota en mí, en la seguridad de una
relación receptiva, ¿qué es? Es tristeza, es enojo, es remordimiento, es lástima de mí
mismo, es enojo ante oportunidades perdidas... Tropiezo probando con una amplia gama
de símbolos hasta que uno "encaja", se "siente bien", parece que realmente coincide
con la experiencia del organismo. Al hacer este tipo de cosas, el cliente descubre que
tiene que aprender el lenguaje del sentimiento y la emoción como si fuera un niño que
aprende a hablar; con frecuencia el caso es peor y descubre que tiene que desaprender
un falso lenguaje antes de aprender el verdadero.
Probemos ahora una forma más de definir este tipo de aprendizaje y esta vez
describiremos lo que no es. Es un tipo de aprendizaje que no puede ser enseñado. La
esencia de esto es el aspecto de autodescubrimiento. Con el "conocimiento" que esta-
mos acostumbrados a considerar, una persona puede enseñar a otra, habida cuenta de
que las dos tengan la motivación y la habilidad adecuadas. Pero en el aprendizaje signi-
ficativo que ocurre en la terapia, una persona no puede enseñar a otra. Esta enseñanza
destruiría el aprendizaje. Así, yo podría enseñarle a un cliente que para él es seguro ser
él mismo, que no es peligroso realizar libremente sus sentimientos, etcétera. Cuanto
más aprendiera esto, menos lo aprendería en la forma significativa, vivencial y
autoapropiativa. Kierkegaard considera este tipo de aprendizaje como la verdadera sub-
jetividad y presenta el argumento válido de que no puede haber comunicación directa
de esto, ni siquiera acerca de esto. Lo más que puede hacer una persona para fomentar-
1o en otra es crear ciertas condiciones que haganposible este tipo de aprendizaje. No
puede ser impuesto.
Una última forma de tratar de describir este aprendizaje es que el cliente aprende
gradualmente a simbolizar un estado total y unificado, en el que el estado del organis-
mo, en la experiencia, el sentimiento y la cognición, puede ser descrito en una sola
forma unificada. Para hacer las cosas aún más vagas e insatisfactorias, parece bastan-
te innecesario que esta simbolización sea expresada. Por lo general ocurre porque el
T
264 El tttovimiento de la tercera fuerza
cliente quiere comunicar al menos una parte de sí mismo al terapeuta, pero probable-
mente no es esencial. El único aspecto necesario es la realización interna del estado
total, unificado, inmediato, "en-este-instante" del organismo que soy yo. Por ejemplo,
darme cuenta plenamente de que en este momento la unicidad en mí simplemente es
que "tengo mucho miedo de la posibilidad de convertirme en algo diferente" pertenece
a la esencia de la terapia. El cliente que se da cuenta de esto, con toda seguridad recono-
cerá y se dará cuenta de ese estado cuando se vuelva a presentar en alguna forma simi-
lar. Y también, con toda probabilidad reconocerá y se dará cuenta más plenamente de
los otros sentimientos existenciales que le ocurren. Así avanzarâhacia un estado en el
que es más verdaderamente él mismo. EI será,en una manera más unificada, lo que es
orgánicamente y esto parece ser la esencia de la terapia.
LA ESENCIA DE LA TERAPIA
EN TÉRMINOS DE CIENCIA
Ahora dejaré que el segundo protagonista, yo mismo como científico, tome el control y
dé su opinión sobre el mismo campo.
Al acercarnos a los complejos fenómenos de la terapia con la lógica y los métodos
de la ciencia, el objetivo es elaborar un entendimiento de los fenómenos. En ciencia,
esto significa un conocimiento objetivo de los eventos y de las relaciónes funcionales
entre éstos. La ciencia también puede dar la posibilidad de incrementar la predicción y
el control sobre estos eventos, pero esto no es un resultado necesario de la empresa
científica. Si se alcanzara plenamente la meta científica en este terreno, supuestamente
sabríamos que, en terapia, ciertos elementos están relacionados con ciertos tipos de
resultados. Al saber esto es probable que pudiéramos predecir qué caso determinado
de relación terapéutica tendría cierto resultado (dentro de ciertos límites probabilísticos)
porque implica ciertos elementos. Entonces sería muy probable que pudiéramos con-
trolar los resultados de la terapia, manipulando los elementos contenidos en la relación
terapéutica.
Debe quedar claro que, por muy profunda que sea nuestra investigación científi-
ca, mediante ésta nunca podremos descubrir ninguna verdad absoluta, sino sólo descri-
bir relaciones que tengan una probabilidad de ocurrencia cada vez más alta. Tampoco
descubriríamos ninguna realidad subyacente en relación con las personas, las relacio-
nes interpersonales o el universo. Sólo podríamos describir relaciones entre eventos
observables. Si en este campo la ciencia siguiera el curso que sigue en otros campos,
los modelos operantes de la realidad que surgirían (en el curso de la construcción de la
teoría) cada vez estarían más alejados de la realidad percibida por los sentidos.
La descripción científica de la terapia y las relaciones terapéuticas cada vez serían más
distintas de los fenómenos tal como se experimentan.
Es evidente desde el principio que, ya que la terapia es un fenómeno complejo, la
medición resultará dificil. No obstante, "cualquier cosa que exista puede ser medida" y
ya que se juzga a la terapia como una relación significativa, con implicaciones que se
extienden más allá de ella misma, resultaría valioso remontar las dificultades a fin de
descubrir leyes de personalidad y relaciones interpersonales.
Carl Rogers 265
Debido a que en la terapia centrada en el cliente ya existe una teoría tosca (es
decir, no una teoría en el sentido estrictamente científico), tenemos un punto de partida
para la selección de la hipótesis. Para efectos de esta exposición, tomemos algunas de
las hipótesis toscas que pueden extraerse de esta teoría, y veamos lo que hará con ella el
enfoque científico. Por lo pronto, omitiremos la traducción de la teoría total en lógica
formal que fuera aceptable y sólo consideraremos unas cuantas hipótesis.
Declararemos tres hipótesis en su forma tosca.
1. La aceptación del cliente por parte del terapeuta lleva a una mayor aceptación del clien-
te por parte de sí mismo.
2. Cuanto más perciba el terapeuta al cliente como una persona y no como un objeto, el
cliente se percibirá a sí mismo más como una persona y no como un objeto.
3. En el transcurso de la terapia, en el cliente se lleva a cabo un aprendizaje de tipo
experiencial y efectivo acerca de él mismo.
rOrco r¡uu ¡rlror¡¡ sc acepta comúnme¡ìte que pueden abordarse científicamente los más subjetivos senti-
mientos, aplr:hcrrsirurcs, tcnsiones, satisfacciones y reacciones, habida cuenta de que se les puede dar una defini-
ción opcrittivir cllrl. Williarn Stc¡rhcnson, entre otros, presenta vigorosamente este pr¡nto de vista (ensu Postulates
of Behaviorisnrl y, ¡r lrírvós <lc sr¡ técnica Q, ha hecho contribuciones de importancia a la objetivización de los
materialcs srrbjcliros ¡r:rnr su r:studio científico.
-{
266 EI movímiento de la tercerafuena
9íca,ya que parece probable que ese aprendizaje experiencial tenga concomitancias
mensurables fisiológicamente. Otra posibilidad sería inferir el aprendizaje experiencial
a partir de su efectividad y así medir la efectividad del aprendizaje endiferentes áreas.
En la etapa actual de nuestra metodología, la tercera hipótesis podría estar más allá de
nosotros, pero ciertamente dentro del futuro previsible también se le podría dar una
definición operativa y ser sometida a pruebas.
Los hallazgos de estos estudios serían de este orden. Vamos a hacer algunas supo-
siciones para ilustrar las cosas más concretamente. Supongamos que descubrimos que
la aceptación del terapeuta lleva a la autoaceptación del cliente y que esta correlación
está en las cercanías del .70 entre las dos variables. En la tripãteìis dos, podríamos
descubrir que la hipótesis no se sostiene, pero también que, mientras el terapeuta con-
sidera al cliente más como persona, aumenta la autoaceptación del cliente. Así habría-
mos aprendido que el hecho de centrarse en la persona es un elemento de aceptación,
pero que tiene poco que ver con el hecho de que el cliente se vuelva más una persona
para sí mismo. Supongamos también que la hipótesis tres se corrobora con el áprendi-
zaje experiencial de alguna manera descriptible que tiene lugar en la terapia en mayor
proporción que en los sujetos de control.
Al comentar acerca de todas las calificaciones y ramificaciones que estuvieran
presentes en los hallazgos y omitir las referencias a los indicios de dinámica de la
personalidad que surgirían (ya que es difícil imaginarlos por anticipado), el pánafo
anterior nos da cierta noción de lo que puede ofrecer la ciencia en este campo. Nos
puede dar una descripción mucho más exacta de los eventos de la terapia y de los
cambios que tienen lugar. Puede empezar aformular algunas leyes tentativas de la diná-
mica de las relaciones humanas. Puede ofrecer afirmaciones públicas y reproducibles
de que, si existen ciertas condiciones definibles operativamente en el terapeuta o en la
relación, entonces pueden esperarse ciertas conductas en el cliente con un grado cono-
cido de probabilidad. Presuntamente puede hacer esto por el campo de la terapia y del
cambio en personalidad, como está en proceso de hacerlo en algunos campos, como el
de la percepción y el aprendizaje. Con el tiempo, las formulaciones teóricas habrán de
juntar estas áreas diferentes, enunciando las leyes que parecen regir la alteración en la
conducta humana, ya sea en las situaciones que clasificamos como percepción, las
que clasificamos como aprendizaje o los cambios más globales y molares (totales) que
ocurren en la terapia y que implican tanto la percepción como el aprendizaje.
ALGUNAS CUESTIONES
Aquí hay dos métodos diferentes de percibir los aspectos esenciales de la psicoterapia,
dos enfoques diferentes para avanzar con firmeza en un nuevo territorio de este campo.
como las he presentado aquí, y como frecuentemente existen, parece que no hay un
terreno común de encuentro entre las dos descripciones. Cada una representa una vigo-
rosa forma de considerar la terapia. Cada una parece un camino hacia verdades signili-
cativas de la terapia. Cuando cada una de éstas es sostenida por un individuo o grupo
diferentes, constituye la base de fuertes desacuerdos. Cuando cada uno de estos enfo-
ques le parece verdadero a un individuo, como yo mismo, entonces él siente un enorïne
.T I
Carl Rogers 267
Primero permítanme plantear algunas de las preguntas que el punto de vista cien-
tífico plantea acerca de lo experiencial (usando lo científico y lo experiencial simple-
mente como dos etiquetas vagas que designan las dos opiniones). El científico
empecinado escucha el relato experiencial y plantea varias preguntas investigativas.
1. Primero que nada, él quiere saber: "¿Cómo pueden saber ustedes que es cierto este
relato, o cualquier otro, presentado en un momento anterior o posterior? ¿Cómo saben
que tiene alguna relación con la realidad? Si vamos a depender de la experiencia interna
y subjetiva como si ésta fuera la verdad de las relaciones humanas o de las formas de
alterar la personalida{ entonces son verdaderos el yoga, la Iglesia de Cristo, la dianética
y los delirios de un psicótico que cree ser Jesucristo, tanto como es verdadero su relato.
Cada uno de ellos representa la verdad como la perciben en lo interno unos individuos
o ì¡n grupo. Si queremos evitar este embrollo de múltiples verdades contradictorias,
debemos regresar al único método que conocemos para lograr una aproximación a la
realidad, el método científico."
2, "En segundo lugar, este enfoque experiencial impide mejorar las habilidades terapéuti-
cas o descubrir los elementos, menos que satisfactorios, de la relación. A menos que
uno considere que la presente descripción es perfecta, lo cual es improbable, o que el
actual nivel de experiencia en la relación terapéutica es el más efectivo posible, lo cual
es igualmente improbable, entonces hay fallas desconocidas, imperfecciones, puntos
ciegos en el relato tal como se da. ¿Cómo habrán de descubrirse y corregirse éstos? El
enfoque experiencial no puede ofrecer nada más que un proceso de ensayo y error para
lograr esto, un proceso que es lento y que no ofrece ninguna garantía verdadera
de lograr esta meta. Incluso las críticas y las sugerencias de otros son de poca ayuda,
ya que no surgen desde denho de la experiencia y, por ende, no tienen la autoridad vital
de la relación misma. Pero el método científico, y los procedimientos de un positivismo
lógico moderno, tienen mucho que ofrecer aquí. Cualquier experiencia que pueda des-
cribirse puede ser descrita en términos operativos. Pueden formularse hipótesis y ser
puestas a prueba y así puede separarse la mies de la verdad de la cizaña del error. Éste
parece ser el único camino seguro hacia la mejoría, la autocorrección y el crecimiento
en conocimiento."
3. El científico tiene otro comentario que hacer: "En su descripción de la experiencia
terapéutica parece estar implícita la noción de que en ella hay elementos que no pueden
ser predichos; que aquí hay cierto tipo de espontaneidad o (si me perdonan el término)
libre albedrío operativo. Usted habla como si parte de la conducta del cliente quizá
-y
parte de la del terapeuta- no estuviera causada, no estuviera vinculada en una secuen-
cia de causa y efecto. Sin querer ponerme metafisico, ¿podría plantear la pregunta de si
esto no es derrotismo? Ya que seguramente podemos descubrir qué cavsa gran parte de
la conducta mismo habla de crear ciertas condiciones en las que se producen
-ustedconductuales- entonces,
ciertos resultados ¿por qué rendirse en algún punto? ¿Por
t_ I
268 El movimiento de Ia tercera fuerza
q!ê îo aspirar por lo menos a descubrir las causas de toda la conducta? Esto no signi-
fica que el individuo deba considerarse a sí mismo un autómata, sino que en nuestra
búsqueda de hechos no debemos ser obstruidos por la creencia de que algunas puertas
nos están vedadas."
4 Por último, el científico no puede entender por qué el terapeuta, el experiencialista,
deba poner en duda la única herramienta y método que es responsable de todos los
avances que valoramos. "En la cura de la enfermedad, en la prevención de la mortalidad
infantil, en el cultivo de mayores cosechas, en la conservación de los alimentos, en la
manufacfura de todas las cosas que hacen cómoda la vida, desde los libros hasta el
nilón, ¿cuál es la piedra angular? Es el método de la ciencia, aplicado a cada uno de
estos problemas y a muchos otros. Es cierto que también ha mejorado los métodos de la
guerra, y ha servido a los propósitos destructivos del hombre, tanto como a los cons-
tructivos, pero aun aquí es muy grande el potencial de utilidad social. Entonces, ¿por
qué habríamos de dudar de este mismo enfoque en el campo de las ciencias sociales?
Ciertamente el progreso ha sido lento y aún no se ha demostrado una ley tan fundamen-
tal como la de la gravedad, pero, ¿descartaremos este enfoque por impaciencia? ¿Qué
alternativa posible ofrece esperanza igual? Si coincidimos en que los problemas socia-
les del mundo son en efecto muy apremiantes, si la psicoterapia ofrece una ventana
hacia la más decisiva y significativa dinámica del cambio en la conducta humana, en-
tonces ciertamente el curso de acción es aplicar a la psicoterapia los más rigurosos
cánones del método científico, en una escala lo más amplia posible, para que podamos
acercarnos rápidamente a un conocimiento tentativo de las leyes de la conducta indivi-
dual y del cambio de actitud."
Si bien a algunos podría parecerles que las preguntas del científico resuelven las
cosas, sus comentarios están lejos de ser satisfactorios para el terapeuta que ha vivido
la experiencia de la terapia. Este individuo tiene varios argumentos que exponer en
relación con la opinión del científico.
1. "En primer lugar", señala este experiencialista, "la ciencia siempre ha tenido que ver
con el otro, con el objeto. Varios lógicos de la ciencia, entre ellos Stevens, muestran que
un elemento básico de la ciencia es que ésta siempre tiene que ver con el objeto obser-
vable, el otro observable. Esto es verdad, incluso si el científico está experimentando
consigo mismo, en la medida en que se trata a sí mismo como el otro observable. Nunca
tiene nada que ver con el yo experiencial. Ahora bien, ¿no significa esta cualidad de la
ciencia que esto siempre debe ser irrelevante para una experiencia como la terapia, que
es intensamente personal, altamente subjetiva en su interioridad y dependiente por en-
tero de la relación de dos individuos, cada uno de los cuales es un yo experiencial? La
ciencia, por supuesto, puede estudiar los eventos que ocurran, pero siempre de una
forma que es irrelevante para lo que está ocurriendo. Una analogía sería decir que la
ciencia puede realizar una autopsia de los eventos muertos de la terapia, pero que por su
naturaleza misma nunca puede entrar en la fisiología viva de la terapia. Es por esta
razón que los terapeutas reconocen lo general en forma intuitiva- que cualquier
avance en la terapia, cualquier
-por
nuevo conocimiento de ella, cualquier nueva hipótesis
significativa en relación con ella, debe provenir de la experiencia de los terapeutas y los
-T-
-l
Carl Rogers 269
clientes y nunca de la ciencia. Otra vez,para usar una analogía, ciertos cuerpos celestes
fueron descubiertos por el puro examen de las mediciones científicas de las trayectorias
de las estrellas. Después, los astrónomos buscaron esos cuerpos hipotéticos y los en-
contraron. Parece decididamente improbable que en terapia haya alguna vez un resulta-
do similar, puesto que la ciencia no tiene nada que decir acerca de la experiencia personal
interna que "yo" tengo en la terapia. La ciencia sólo puede hablar de los eventos que
ocurren en "é1".
2. "Debido a que la ciencia tiene como campo al 'otro', al 'objeto', esto significa que todo
lo que toca se convierte en objeto. Esto nunca ha sido un problema en las ciencias
fisicas. En las ciencias biológicas sí ha causado ciertas dificultades. Numerosos médi-
cos sienten la preocupación de que la creciente tendencia a ver al organismo humano
como un objeto, a despecho de su eficacia científica, sea desafortunada para el pacien-
te. Preferirían verlo otra vez considerado como persona. Sin embargo, es en las ciencias
sociales donde esto se vuelve un tema verdaderamente serio. Significa que la gente
estudiada por el científico social es siempre un objeto. En terapia, tanto el cliente como
el terapeuta se vuelven objetos de disección, pero no personas con quienes se establece
una relación viva. A primera vista esto puede no parecer importante. Podríamos decir
que sólo en este papel de cientifico el individuo considera a los otros como objetos.
También puede salirse de este papel y convertirse en persona. Pero si observamos un
poco más, veremos que ésta es una respuesta superficial. Si nos proyectamos hacia el
futuro y suponemos que tenemos la mayoría de las respuestas a las preguntas que inves-
tiga actualmente la psicología, ¿qué sucede? Entonces nos veríamos obligados cada vez
más a tratar a los demás, e incluso a nosotros mismos, como objetos. El conocimiento
de todas las relaciones humanas sería tan grande que nosotros lo sabríamos en lugar de
vivir las relaciones irreflexivamente. Vemos un atisbo de esto en la actitud de los padres
sofisticados que saben que el afecto'es bueno para el niño'. Este conocimiento con
frecuencia estorba que sean ellos mismos, libres, sin reflexionar, afectivos o no. Así, el
desarrollo de la ciencia en un campo como el de la terapia es o irrelevante para la
experiencia, o incluso dificultaría más vivir la relación como un evento personal y
experiencial."
3. El experiencialista tiene una preocupación más. "Cuando la ciencia transforma a la
gente en objetos, como se mencionó antes, esto tiene otro efecto. El resultado final de
la ciencia es conducir a la manipulación. Esto no es tan cierto en algunos campos como la
astronomí4, pero en las ciencias fìsicas y sociales, el conocimiento de los eventos y de
sus relaciones permite la manipulación de algunos de los elementos de la ecuación.
Esto es indiscutiblemente cierto en psicología y sería cierto en terapia. Si sabemos
perfectamente cómo se efectúa el aprendizaje, usamos ese conocimiento para manipu-
lar a las personas como objetos. Esta declaración no hace ningún juicio sobre la mani-
pulación. Esta puede hacerse de manera muy ética. Incluso nos podemos manipular a
nosotros mismos como objetos aplicando ese conocimiento. De este modo, si sé que el
aprendizaje se efectua más rápidamente mediante revisiones repetidas en lugar de lar-
gos periodos de concentración sobre una lección, puedo usar este conocimiento para
rnanipular mi aprendizaje del español. Pero el conocimiento es poder. Conforme apren-
do las leyes de aprendizaje, las uso para manipular a otros a través de anuncios, a través
de propaganda, mediante la predicción de sus respuestas y el control de dichas respues-
tas. No es una afirmación demasiado fuerte decir que el crecimiento del conocimiento
en las ciencias sociales contiene dentro de sí una poderosa tendencia hacia el control
social, hacia el control de los muchos porparte de los pocos. Hay una tendencia igual-
270 El moviniento de Ia tercera fuerza
El dilema
En el año que ha transcurrido desde que fue escrito el material anterior, de tiempo en
tiempo he discutido estas cuestiones con estudiantes, colegas y amigos. Con algunos de
ellos estoy particularmente en deuda por ideas que han arraigado en mí.2 Poco a poco
he llegado a creer que el error fundamental en la formulación original estaba en la
descripción de ciencia. Me gustaría en esta sección tratar de corregir dicho error y, en
la siguiente, reconciliar los puntos de vista revisados.
Creo que la principal deficiencia estribó en ver a la ciencia como algo que está
"por allá", algo que se escribe con Ce mayúscula, un "cuerpo de conocimiento" que
existe en alguna parte del espacio y del tiempo. En común con muchos psicólogos he
pensado que la ciencia es una colección sistematizaday organizada de hechos verifica-
dos tentativamente, y he visto que la metodología de la ciencia es el medio socialmente
aprobado para acumular este cuerpo de conocimiento y continuar su verificación.
Ha parecido en cierta forma como un depósito en el que cualquiera puede hundir su
cubeta para obtener agua, con una garantía de pureza del 99 por ciento. Cuando
se considera en esta forma externa e impersonal, no parece irrazonable que veamos a la
Ciencia no sólo como un conocimiento descubridor en forma excelsa, sino también con
una implicación de despersonalización, de tendencia a manipula¡ de negativa a la liber-
tad básica de elección que he encontrado experiencialmente en la terapia. Ahora me
gustaría poner el enfoque científico en una perspectiva diferente y, espero, más precisa.
La ciencia sólo existe en las personas. Cada proyecto científico tiene su concep-
ción creativa, su proceso y su conclusión tentativa en una persona o en varias. El cono-
cimiento el conocimiento científico- es aquello que es subjetivamente
-incluso
aceptable. El conocimiento científico puede ser comunicado sólo a aquellos que están
psicológicamente dispuestos a recibir su comunicación. La utilización de la ciencia
también ocurre a través de personas que están en búsqueda de valores que tienen signi-
ficado para ellas. Estas declaraciones resumen muy brevemente algo del cambio de
énfasis que quisiera hacer en mi descripción de la ciencia. Permítanme seguir a través
de las diversas fases de la ciencia desde este punto de vista.
2Me gustaría mcncionar mi especial deuda con las discusiones con Robert M. Lipgar, Ross L. Mooney,
David A. Rodgers y Eugcnc Streich y con sus ensayos publicados e inéditos. Mi propio pensamiento se ha nutrido
profundamente de ellos y se ha vuelto tan entrelaz¿do con el suyo que me sentiría perdido si tuviera que dar
agradecimientos espccíficos. Sólo sé que, en lo que sigue, hay mucho que surge de ellos a través de mí. También
me he beneficiado de la corrcspondencia con Arne Roes y Walter Smet acerca de este ensayo.
272 El movimiento de la tercerufuerza
parte de esta búsqueda, el científico "quiere averiguar" algo en algún campo. En conse-
cuencia, si quiere ser un buen científico, se sumerge en la experiencia correspondiente,
ya sea en el laboratorio de fisica, el mundo de la vida vegetal o animal, el hospital, el
laboratorio, la clínica psicológica o lo que sea. Esta inmersión es completa y subjetiva,
similar a la del terapeuta en la terapia descrita previamente. Él percibì et ei
que está interesado. Lo vive. Hace más que "pensar" acerca de él: permite qu""umpo "n
iu o.ga-
nismo asuma el control y reaccione ante é1, tanto en el nivel cognoJcitivo .o-o .n
cognoscitivo. Llega a percibir más acerca de su campo de lo que podría verbalizar "l-noy
reacciona orgánicamente en términos de relaciones que no están piesentes en su con-
ciencia.
De esta inmersión completa viene una formación creativa, un sentido de direc-
ción, una vaga formulación de relaciones que hasta entonces no eran reconocidas. Re-
ducida gradualmente, agudtzada, formulada en términos más claros, esta formación
creativa se vuelve una hipótesis: la declaración de una fe tentativa, personal y subjetiva.
El científico está diciendo, recurriendo a toda su experiencia conócida y désconäcida,
que "tengo la corazonada de que existe tal y cual relación, y la existencia de este fenó-
meno está directamente relacionado con mis valores personales".
Lo que estoy describiendo es la fase inicial de la ciencia, probablemente su fase
más importante, pero una cuya importancia los científicos estadounidenses, en espe-
cial los psicólogos, han estado inclinados a menospreciar o a desdeñar. No es tanto que
haya sido negada, sino que ha sido descartada rápidamente. Kenneth Spence ha dicho
que este aspecto de la ciencia "simplemente se da por hecho,,.3 como muchas otras
experiencias quc se dan por hecho, también tiende a ser olvidada. Es, en efecto, la
matriz de la experiencia personal y subjetiva en la que tienen su origen toda ciencia y
cada investigación científica.
iScría
¡rcrtinente citar las frases de donde está tomada esta idea: "... los datos cle todas las ciencias tienen el
nrisnro origcn, esto es, la experiencia inmediata de una persona que observa, el propio científico.
Esto es decir que
Ia expericncia inmcdiata, la matriz original de donde se desarrollan todas las ciencias, ya
no se considera un tema
de preocupación para el científico. Él simplemente lo da por hecho y después procede a la tarea
de describir los
eventos que ocl¡rren cll clla y de descubrir y lormular la naturaleza cle las relaciones que existen
entre ellos.',
Kenneth W Spcnce, cn l,sychological Theory,M. H. Marx (ed.) Macmillan, 1951, p. 173.
'+r
Carl Rogers 273
ciones. Puedo, en pocas palabras, empezar a aplicar toda la elaborada metodología que
ha acumulado la ciencia. Descubro que al declarar mi hipótesis en términos operativos
evito muchos callejones sin salida y falsas conclusiones. Aprendo que los grupos de
control me pueden ayudar a evitar extraer falsas inferencias. Aprendo que las correla-
ciones, las pruebas l, las proporciones críticas y toda una gama de procedimientos esta-
dísticos igualmente pueden ayudarme a extraer sólo inferencias razonables.
Así, la metodología científica es vista como lo que realmente es: una forma de
evitar engañarme a mí mismo en relación con mis corazonadas subjetivas, formadas
creativamente y que se han desarrollado a partir de mi relación con el material. Es en
este contexto, y quizâ sólo en este contexto, donde tiene lugar la vasta estructura de
operacionìsmo, positivismo lógico, diseño de investigación, pruebas de significancia,
etcétera. Estos existen no para sí mismos, sino como servidores en el intento de verifi-
car que el sentimiento subjetivo, corazonada o hipótesis de una persona cuadra con el
hecho objetivo.
E incluso mediante la aplicación de tales métodos, rigurosos e impersonales, el
científico toma todas las decisiones importantes en forma subjetiva. ¿A cuál de las
numerosas hipótesis le dedicaré tiempo? ¿Qué tipo de grupo de control es más adecua-
do para evitar el autoengaño en esta investigación particular? ¿Qué tan lejos llevo el
análisis estadístico? ¿Qué tanto crédito le puedo dar a los hallazgos? Cada uno de éstos
es, necesariamente, unjuicio personal y subjetivo, lo cual pone de relieve que la esplén-
dida estructura de la ciencia descansa básicamente en la aplicación subjetiva que de ella
hacen las personas. Es el mejor instrumento que hayamos podido idear para verificar
nuestra percepción orgánica del universo.
Los hallazgos
de la ciencia. No hay duda de que este caso desemboca en serios errores así como en
descubrimientos científicos, pero indica nuevamente el destacado lugar de lo subjetivo
en el uso de la ciencia.
¿Comunicación a quién?
Esta claro que los descubrimientos científicos pueden ser comunicados sólo a
aquellos que han acordado las mismas reglas básicas de investigación. El bosquimán
australiano se quedaría impávido con los descubrimientos de la õiencia relativós a las
infecciones bacterianas. Él sabe que las enfermedades en realidad son causadas por
espíritus malignos. Sólo cuando acepte el método científico como una buena manira
de evitar el autoengaño, probablemente también acepte sus descubrimientos.
Pero aun entre aquellos que han adoptado las reglas básicas de la ciencia, la creen-
cia tentativa en los hallazgos de una investigación científica sólo puede darse cuando
h_ay una disposición subjetiva a creer. Podríamos encontrarmuchosijemplos.
La mayo-
ría de los psicólogos están dispuestos a creer en las pruebas que áernu"rt .n quó el
sistema de lectura produce significativos incrementos ãel aprendizaje; y muy pocò ¿is-
puestos a creer que la aparición de un naipe que no se ha visto puede ser lnvocada
mediante una habilidad denominada percepción extrasensorial. Empero, la evidencia
científica de esta última es considerablemente más impecable que laãe la primera. Del
mismo modo, cuando se dieron a conc .ir por primera vez loJ llamados i,estudios de
Iowa", que indicaban que la inteligencia podía afectarse considerablemente por condi-
ciones ambientales, hubo gran incredulidad entre los psicólogos y se lanzarón muchos
Carl Rogers 275
ataques contra los imperfectos métodos científicos aplicados. Las pruebas científicas
de este descubrimiento no son mucho mejores ahora que cuando se publicaron los estu-
dios de Iowa, pero la disposición subjetiva de los psicólogos a creer tales hallazgos se
ha modificado en gran medida. Un historiador de la ciencia ha señalado que los empí-
ricos, si hubieran existido en su tiempo, hubieran sido los primeros en dudar de los
descubrimientos de Copérnico.
Parece, pues, que el que yo crea en los descubrimientos científicos de otros o en
los de mis propios estudios, depende en parte de mi disposición a poner mi fe tentativa
en dichos hallazgos.a Una razón por la que no estemos especialmente conscientes de
este hecho subjetivo es que, en la ciencias fisicas en particular, hemos aceptado gra-
dualmente que en un área muy grande de experiencia, estamos dispuestos a creer en
cualquier descubrimiento que se demuestre fundado en las reglas del juego científico,
jugado adecuadamente.
aPuede
bastar un ejemplo de mi propia experiencia. En 1941, un estudio de investigación realizado bajo mi
supervisión demoshó que el ajuste fun¡ro de los adolescentes delincuentes se predecía mejor con la medida realis-
ta de su autoaceptación y autoconocimiento. El instrumento era primitivo, pero era mejor predictor que las medi-
ciones del ambiente familiar, las capacidades hereditarias, el medio social y ohas similares. En ese tiempo, defini-
tivamente no estaba dispuesto a aceptar tal descubrimiento ya que mi propia creencia, como la de la mayoría de los
psicólogos, era que el clima emocional de la familia y la influencia de los grupos de iguales eran los verdaderos
determinantes de un futuro delincuente o de alguien que no lo Â.rera. Pero gradualmente, conforme continuó y se
profundizó mi experiencia con la psicoterapia, me fue posible darle mi fe tentativa a los descubrimientos de este
estudio y a los de uno posterior (19,14) que lo confirmó. (Vea el informe de estos dos estudios en "El papel del
autoconocinìicnto en la predicción de la conducta", de C. R. Rogers, B. L. Kell y H. Mcneil,l Consult. Psychol.,
1948,12, t74-186.)
tl{c explicado con mucho mayor detalle lajustificación de esta opinión en dos recientes ensayos,
"El con-
cepto de Ia persona plenamente funcional" (manuscrito inédito) y "Hacia una teoría de la creatividad", ETC, 1954,
I 1,249-260.
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dora de la "Ciencia" que de alguna manera pueda afectar nuestro destino. Sólo hay
personas. Si bien muchas de ellas son amenazadoras y destructivas en su afán de defen-
sa, y el moderno conocimiento científico multiplica laamenazay el peligro social, ésta
no es la imagen completa. Hay otras dos facetas significativas. (a) Hay muchas otras
personas abiertas a su experiencia y, por ende, con posibilidades de ser constructivas
socialmente. (å) Tanto la experiencia subjetiva de la psicoterapia como los descubri-
mientos científicos relativos a ella indican que los individuos están motivados al cam-
bio y se les puede ayudar a cambiar en dirección de una mayor apertura hacia la
experiencia y, de ahí, en dirección de una conducta que mejore al ser y a la sociedad, en
lugar de ser destructiva.
Para decirlo en pocas palabras, la Ciencia nunca puede amenazarnos. Sólo las
personas pueden hacerlo. Y si bien los individuos pueden sertremendamente destructivos
con las herramientas que el conocimiento científico ha puesto en sus manos, éste es sólo
un lado de la moneda. Ya tenemos el conocimiento subjetivo y objetivo de los principios
básicos por los que los individuos pueden lograr una conducta social más constructiva
que sea natural a su proceso orgánico de desarrollo.